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  • Estudios Pblicos, 76 (primavera 1999).

    ENSAYO

    CUBA: CUARENTA AOS DESPUS*

    Jorge Edwards

    JORGE EDWARDS. Escritor y ensayista. Autor de varios libros de cuentos y de lasnovelas El peso de la noche, Persona non grata, El museo de cera y Convidados de piedra,entre otras. Su novela ms reciente es El origen del mundo (Barcelona: Tusquets Editores). En1994 recibi el Premio Nacional de Literatura. Recientemente ha sido distinguido por elgobierno de Francia con el grado de Caballero de la Legin de Honor.

    * Jorge Edwards se refiere en este artculo a los libros de Daniel Alarcn Ramrez,Memorias de un soldado cubano. Vida y muerte de la Revolucin (edicin e introduccin deElizabeth Burgos; Barcelona: Tusquets Editores, 1977); de Jorge Masetti, El furor y el delirio.Itinerario de un hijo de la Revolucin cubana (edicin a cargo de Elizabeth Burgos; Barcelo-na: Tusquets Editores, 1999), y de Norberto Fuentes, Dulces guerreros cubanos (Barcelona:Seix Barral, 1999).

    Jorge Edwards resea en este artculo tres testimonios aparecidos enlos ltimos tres aos sobre la Revolucin cubana. Sin habrselopropuesto, seala Edwards, las memorias de un ex lugarteniente delChe Guevara en Bolivia (Daniel Alarcn Ramrez), de un ex miem-bro de la nomenclatura cubana (Jorge Masetti) y de un escritor y excronista oficial de la Revolucin (Norberto Fuentes) coinciden en unpunto: la revolucin ha sido un ejercicio descarnado de la ms purapoltica de poder, al servicio del Nmero 1, y suicidio para losdems. Acorralada y atemorizada, la dictadura cubana aplica unamano cada da ms dura, en una especie de huida hacia adelante... Ytodo ocurre en la ms completa indiferencia internacional. Si eldesenlace del rgimen sovitico ha sido pattico, afirma Edwards, eldel rgimen castrista podra llegar a ser una de las grandes tragediaslatinoamericanas.

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    uarenta aos es mucho para una revolucin. Si la restauracinno llega a tiempo, la revolucin envejece mal, demasiado mal. Se poneconservadora en el peor sentido de la palabra, y al parecer sin vuelta posi-ble. El caso de la restauracin en Rusia, por ejemplo, con su mafia, con eldescalabro de su economa, con su gobierno errtico y que no ha perdidoninguno de los peores tics dictatoriales, con el genocidio de Chechenia,tolerado por Occidente con vergonzosa hipocresa, es pattico. El caso deCuba, el de una revolucin en estado de decrepitud y sin salida visible, sinalternativa, es todava peor. Cuba se sumerge en la desesperanza, en la ideacolectiva de ganar tiempo, y de hacerlo para nada, esto es, para seguirganando tiempo. Y esto sucede en medio de la ms completa indiferenciainternacional. Los entusiastas del castrismo de hace diez o ms aos, losturistas polticos, los intelectuales de izquierda de Occidente que hacan superegrinaje anual o de dos o tres veces al ao a las fuentes isleas, miranpara otros lados con el mayor cinismo, como si ellos no tuvieran la culpade nada, como si no tuvieran el deber de darle explicaciones a nadie. Otrarevolucin que fracas, y a otro asunto. Cada da tiene su cuidado! Ahest Chiapas, o ah est el proceso a Pinochet. Son tiles para doblar lapgina e iniciar otras campaas.

    En los ltimos dos o tres aos han salido testimonios importantes,en algn sentido espeluznantes, sobre la revolucin cubana y su deterioro.Son testimonios de personas que vivieron la experiencia revolucionaria afondo, desde puestos de observacin privilegiados, y que se decepcionarontarde, en cierto modo a la fuerza, a pesar de ellos mismos, y con evidentepeligro para ellos. Daniel Alarcn Ramrez, cuyo nombre de guerra ha sidoBenigno, era un joven campesino analfabeto de las cercanas de la SierraMaestra en los aos de la guerrilla contra Batista. Fue reclutado por azar,despus de sufrir en su familia la crueldad del rgimen batistiano, y setransform al cabo de pocos aos en uno de los lugartenientes del CheGuevara. Estuvo con l en el Congo y nunca lleg a entender las razonesque haban tenido para meterse en esa parte del mundo. La aventura congo-lea fue un perfecto ejemplo de ineficiencia, de caos administrativo y mili-tar, de accin sin objetivos y que produjo evidentes retrocesos para la causarevolucionaria. El Che Guevara y su grupo ya tena desde antes, peroconfirm a partir de entonces, una decidida antipata por la Unin Soviti-ca. El comunismo sovitico, por su lado, perfeccion un diagnstico que yase haba pronunciado: el Che Guevara representaba una forma peculiar,latinoamericana, de la desviacin trotskista. En otras palabras, era, en laprctica, el enemigo principal. El ms peligroso de todos. Entendemos muy

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    bien, a partir de aqu, que haya sido empujado a Bolivia, y que a partir desu ingreso con un pequeo grupo de guerrilleros a territorio boliviano estu-viera condenado. Fidel movi los hilos con audacia, con la mayor frialdad,con el ms perfecto disimulo. Alinearse en forma seria en la lnea soviticaimplicaba sacrificar al Che. Pero Fidel Castro, en este aspecto, habra podi-do darle lecciones a Jos Stalin. En lugar de mandar asesinar a Guevara,permiti que lo asesinaran sus enemigos y le prepar un pedestal de hroe.

    Benigno, sin duda, no es ni pretende ser un escritor, y uno puedepreguntarse por el alcance que ha tenido la intervencin de Elizabeth Bur-gos en su texto, la ex pareja de Regis Dbray y ex colaboradora con losservicios cubanos. Da la impresin de que Elizabeth Burgos prefiri ayudara publicar el testimonio de otros y mantener el suyo en silencio. El libro deBenigno, Memorias de un soldado cubano (1977), interesante en todos suscaptulos, es esencial para conocer uno de los episodios ms sombros de lahistoria revolucionaria contempornea: el de la expedicin de Ernesto CheGuevara a Bolivia y su rotundo fracaso. Es la crnica de una muerte noanunciada, postergada, pero en definitiva inevitable. La historia de las trai-ciones al grupo, la de los errores garrafales de seguridad cometidos porellos mismos, provocan verdadero asombro. Segn el retrato de su lugarte-niente, el Che en Bolivia era un hombre deprimido, enfermo, en el lmite delas fuerzas, enteramente abandonado por el gobierno de Cuba. Sin duda, sedaba cuenta de la situacin. No poda no darse cuenta. Pero necesitabahacerse ilusiones, tanto para poder continuar l mismo como para mantenerla moral de sus seguidores. El objetivo era poder pasar de Bolivia al nortede Argentina e iniciar desde ah la revolucin continental. Nada menos!No olvidemos que el trotskismo era la doctrina de la revolucin permanen-te, el reverso de la idea stalinista de proteger la revolucin en un solo pas.Al darle la espalda al Che y aliarse en forma incondicional con la UninSovitica, Fidel, para todos los efectos prcticos, haba escogido la alterna-tiva stalinista. La cosa parece evidente, pero pocos, en ese momento yahora, han sido lcidos a este respecto.

    Las memorias de Daniel Alarcn, Benigno, no incurren, desde lue-go, en mayores teorizaciones polticas. Sin embargo, la descripcin de losdetalles y el retrato del Che visto de cerca son convincentes. En algunaspginas, apasionantes. Guevara queda como un hombre solitario, irascible,protector de sus incondicionales, pero capaz de gran dureza y crueldad. Loredime hasta cierto punto el hecho de que las terribles exigencias que hacea los dems se las impone tambin a s mismo. Al final de la empresa, elpersonaje es un animal acosado, en medio de la indiferencia de los campe-sinos de la regin, que debieron constituir, de acuerdo con la teora, su base

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    de apoyo revolucionario, y que no constituyeron dicha base en ningnmomento. En definitiva, el Che actuaba cegado por el voluntarismo y conescasa nocin de la realidad. Era un Quijote poltico enloquecido, destem-plado, incapaz de escuchar a los Sancho Panzas que lo rodeaban, pero que,adems, para desgracia suya, le tenan demasiado miedo y no le decan lascosas.

    Los seis o siete sobrevivientes de la disparatada empresa, Benignoentre ellos, lograron salir por tierra a Chile y obtuvieron ayuda para regre-sar a Cuba del gobierno chileno de Eduardo Frei Montalva, de la dictaduragriega y del gobierno francs del general De Gaulle. El gobierno sovitico,en cambio, se neg tercamente a darles una visa y slo permiti, al fin, unrpido cambio de aviones en el aeropuerto de Mosc. En La Moneda, enlas oficinas del Ministerio del Interior, el presidente Frei les pregunt:Cmo se explica que, siendo ustedes comunistas, Grecia, que es un pascon un gobierno de derecha, les d visa de trnsito, y que, sin embargo, susamigos los rusos les nieguen hasta una visa de trnsito? Lo nico queatin Benigno a contestar fue que Frei no lo entenda porque no es comu-nista, lo cual equivala, como se ve, a no contestar nada. Salvador Allen-de, entonces presidente del Senado, acompa al grupo en su viaje a Tahiti,territorio francs, con escala en la Isla de Pascua. Eran tiempos de grandesentusiasmos y de grandes confusiones. En Atenas, a pesar de la dictadura,miles de simpatizantes del Che fueron a vitorear al grupo. En Pars fueroninvitados a tomar desayuno por el general De Gaulle. En el aeropuerto deMosc, en cambio, fueron recibidos con la mayor frialdad por funcionariosde la KGB y embarcados en diez minutos en un avin que los esperaba conlos motores en marcha. Parece, para hacer una parfrasis de Jorge LuisBorges, que la historia poltica de nuestro siglo tambin fuera, a veces, unarama de la literatura fantstica.

    Las conclusiones de Daniel Alarcn Ramrez, Benigno, hoy exiliadoen Francia, son lapidarias. Lo que s verdaderamente me duele, escribeen la ltima pgina de su libro, es haber sido parte del atropello al que seha sometido al pueblo cubano, y por eso hoy me siento totalmente arrepen-tido de haber seguido a un hombre de las ideas de Fidel.

    El caso de Jorge Masetti es muy diferente al de Benigno, a pesar deque las conclusiones de ambos, amargas, desencantadas, tienden a confluir.Desde luego, Masetti pertenece a la segunda generacin revolucionaria. Es,adems, hijo de un intelectual y de un hroe de la revolucin, lo cual lehizo convivir desde su infancia con la nomenclatura cubana en sus escalo-nes ms altos y recibir la formacin del revolucionario perfecto. Su padrefue Ricardo Masetti, fundador de la agencia de noticias cubana, Prensa

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    Latina, y que despus intent formar un foco guerrillero en la regin deSalta, Argentina, lugar donde muri en circunstancias desconocidas en1964. Jorge est casado, por otra parte, con Ileana de la Guardia, hija deTony de la Guardia, uno de los principales implicados en el clebre procesode narcotrfico de 1989 y que culmin con el fusilamiento del generalArnaldo Ochoa, hroe de la guerra de Angola, y con el del mismo Tony,aparte de la condena a treinta aos de crcel de su hermano gemelo Patriciode la Guardia. Despus de aquel simulacro de proceso y del fusilamientopor rdenes directas de Fidel Castro, Jorge e Ileana intentaron durante msde un ao salir de Cuba. Al fin fueron autorizados para residir en Mxico,pero con la condicin bastante extraa de no salir de ah. La pareja sostieneahora que la seguridad mexicana, o por lo menos algunos de sus miembros,los sometan a un seguimiento muy estrecho y les impedan salir de Mxi-co, en connivencia con la seguridad del Estado de Cuba. Es sorprendente,para decir lo menos, pero cuando conozcamos ms a fondo, a lo largo delos aos, el accionar de Cuba en el exterior, iremos, sin duda, de sorpresaen sorpresa. Los Masetti consiguieron por fin, con la ayuda de ElizabethBurgos, obtener una visa espaola, salir de Mxico y de los tentculos de lapolica poltica del castrismo e instalarse a vivir en Madrid.

    Las memorias de Jorge Masetti (El furor y el delirio, 1999) estnmejor escritas que las de Benigno. Incluso tienen pginas notablementeconcisas y giles. No revelan tanto conocimiento de la realidad cubanainterna, pero completan el cuadro. Demuestran, desde luego, un fenmenoque nosotros, fuera de Cuba, todava no terminamos de asimilar. Cuba haintervenido en la poltica de toda Amrica Latina, con audacia ilimitada,poniendo a disposicin de la causa internacionalista, como les gusta mu-cho decir, todo el aparato del Estado isleo. Las dimensiones de la ambi-cin continental de Fidel Castro fueron asombrosas, no menores, dentro dela diferencia del momento histrico, de las que trajeron al Nuevo Mundolos conquistadores del siglo XVI espaol. No me extraara que uno de losgrandes momentos de esta intervencin castrista en el sur se haya produci-do en el Chile de Allende. El MIR fue uno de los instrumentos, en formaconsciente o inconsciente. Jorge Masetti, nacido en 1955, era demasiadojoven en aquellos aos y no conoci demasiados detalles. Lo que s se sabees que Tony de la Guardia se ocup del adiestramiento militar del GAP yque se encontraba en La Moneda, al parecer en compaa de su hermanogemelo Patricio, el da 11 de septiembre de 1973. Su tcnica de guerrilleroy de hombre de los servicios especiales le permiti escapar ileso y salir enpocas horas de Chile.

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    Las pginas mejores de Jorge Masetti son las que describen la for-macin de un revolucionario en un lugar misterioso, cercano a La Habana,que se llama Punto Cero. Vemos en accin la exaltacin de la fuerza fsica,de la acrobacia, de la buena puntera, del uso de pistolas, ametralladoras,granadas, fierros de todo orden. Un jefe, para que el joven recluta no seaburra, le lleva tres libros: Obras militares, de Lenin; el Anti-Drhing, deEngels, y Sobre la guerra, de Clausewitz. Qu programa! No haba dndeperderse acerca de la verdadera naturaleza de la revolucin, a pesar de quetanta gente se perda y, en algunos casos, sigue perdida. Como dijo ya en1970 el agrnomo francs Ren Dumont, acusado de inmediato de agentede la CIA por este motivo, era una dictadura militar socializante. Pero,adems, a diferencia de otras, era una dictadura con grandes propsitosexpansivos y que la llevaron a meterse en el frica y en Amrica Central ydel Sur.

    El testimonio de Masetti es interesante, adems, en todo lo que serefiere al esfuerzo de la revolucin en decadencia, en los comienzos delllamado perodo especial, para obtener medios de subsistencia mnimos.Los servicios especiales se orientan al narcotrfico, al contrabando de todoorden, al comercio de marfiles en operaciones triangulares con frica yEuropa, a operaciones financieras capaces de dar un poco de oxgeno a unaeconoma agotada. Cuando la red de narcotrfico y de contrabandos variosest a punto de ser sorprendida por los norteamericanos, Fidel Castro, elNmero Uno, hace una de sus jugadas maestras. Mata varios pjaros de unsolo tiro. El nico hroe militar capaz de hacerle algo de sombra es suamigo Arnaldo Ochoa, quien ha tenido dificultades con Ral Castro, Minis-tro de las Fuerzas Armadas, y ha hablado con excesiva libertad de temastan escabrosos como Gorbachev y como la perestroika en crculos influyen-tes. Inicia el proceso contra Ochoa, los hermanos De la Guardia y algunosotros, los visita en la crcel, da la impresin de que est dispuesto a serclemente a condicin de que no hablen demasiado durante el juicio, y alfinal fusila a los principales acusados entre gallos y medianoche. La lecturade este libro me da la impresin de que todos terminan por entender. Tuvela misma impresin en aos recientes, cuando volv a la diplomacia por unbreve perodo y volv a tratar con diplomticos cubanos. Parece que todosentienden y que todos saben. Pero ya es demasiado tarde. Y el rgimen,acorralado, atemorizado, sin mrgenes para negociar nada, aplica una manocada da ms dura, en una especie de huida hacia adelante. Todava falta elepisodio final, y podra ser una de las grandes tragedias latinoamericanas.No sabemos si alguien, en algn sector, reflexiona en serio sobre estedesenlace que se acerca a pasos agigantados.

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    Las conclusiones del libro de Masetti no son ms luminosas que lasde Benigno. Me percat entonces, escribe en la pgina 268, de que, desdeel origen, desde 1959, y quizs desde la Sierra Maestra, ms que unatraicin a la revolucin, la revolucin haba sido una gran estafa. FidelCastro empez decapitando su propio movimiento para apoderarse del po-der, hasta convertirlo en un poder absoluto. No hay restauracin a la vista,en consecuencia, y no hay cambio posible. Fidel Castro sabe que el cambiotendra que comenzar con l mismo, y se empea con todas las fuerzas quetodava le quedan en detener este proceso, en congelar la historia.

    Norberto Fuentes, autor del recin aparecido Dulces guerreros cu-banos (1999), es una figura muy diferente, a su vez, de las dos anteriores.Desde luego, es un verdadero escritor, en buena medida un escritor profe-sional. Escribe con decididas pretensiones literarias, cosa que a menudooscurece su escritura o la vuelve algo lenta y preciosista. Consigue, porotro lado, en sus mejores pginas, efectos notables de ambientacin. Eneste libro uno entra en la casa secreta de Fidel Castro, con sus jardines delujo, con su sistema complicadsimo de seguridad, o en los gestos y losmecanismos mentales del Nmero Uno. En este aspecto, Dulces guerreroscubanos es un testimonio irremplazable. Es el equivalente sin ficcin, y enalguna medida superior a la ficcin, de El otoo del patriarca, de GarcaMrquez. En algunas pginas cuesta creer en lo que dice, pero ya se sabeque la ficcin casi siempre queda por debajo de la realidad.

    Antes de seguir con el comentario del libro, creo interesante relatarmi primer encuentro con la literatura de Norberto Fuentes y despus con lmismo. En el mes de enero de 1968 fui miembro de un jurado que debadecidir sobre el Premio de Casa de las Amricas, organismo cultural delrgimen cubano, en el gnero de cuento. Haba dos manuscritos que meinteresaron. Uno de ellos era un testimonio personal, escrito desde el inte-rior, sobre las UMAP, las Unidades Militares de Ayuda a la Produccin,campos de concentracin mal disimulados y donde se encerraba a los ho-mosexuales y a otros sujetos considerados por la revolucin como lacrassociales. Era un conjunto de relatos impresionante, pero careca de mayorsutileza literaria. El segundo libro era una coleccin de cuentos, Condena-dos de Condado, obra de un autor entonces muy joven y corresponsal en lalucha contra las guerrillas insurgentes del Escambray, Jos Norberto Fuen-tes. Eran cuentos muy bien logrados, que evitaban la visin maniquea, ladivisin en buenos y malos, y que tenan una semejanza buscada con ungran libro de los comienzos de la poca sovitica, Caballera roja, de IsaacBabel. Babel fue liquidado por Stalin con prontitud, pero Fuentes, quecomenzaba su carrera como un disidente, logr sobrevivir como escritor en

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    el interior de Cuba durante alrededor de treinta aos. Muchas veces pensque mi insistencia en darle el premio a los cuentos de Fuentes, a pesar de laobstinada resistencia de los miembros oficialistas del jurado, fue el comien-zo de mis problemas con el castrismo. Un par de aos despus, cuando seprodujo la autocrtica pblica de Heberto Padilla, Jos Norberto fue elnico de los escritores llamados al estrado y que se neg terminantemente adeclararse culpable. l me haba visitado en mi hotel en La Habana, encompaa de Padilla y de un periodista italiano, pocas horas antes de quePadilla fuera encarcelado. Eran signos ominosos, y yo no daba mucho, alsalir de La Habana en marzo de 1971, por la carrera e incluso por laseguridad fsica del joven autor de cuentos. Aos despus supe que sehaba integrado al sistema y que se haba transformado en un colaboradorde los servicios especiales. Me pareci lamentable, pero la verdad es queno me sorprendi demasiado. En Cuba se haba convertido en costumbrecomprar la libertad por medio de la delacin. Fuentes ingres de inmediatoen los crculos ms exclusivos del poder, en los de Fidel y Ral Castro, ytrab estrecha amistad con el general Arnaldo Ochoa y con los gemelosTony y Patricio de la Guardia. Desempe misiones en diversos ladosAngola, los pases del Este, Mxico, y pas a ser algo as como elcronista oficial de la revolucin, un Andr Malraux cerca de su general DeGaulle, con la salvedad de que Fidel Castro no es Charles de Gaulle, de quel est muy lejos de ser Malraux y de que tampoco la isla de Cuba esFrancia. Cometi despus la grave imprudencia de advertirles a sus amigosOchoa y Tony de la Guardia sobre la peligrosa acusacin que se preparabacontra ellos. Fuentes fue capturado a fines de 1993, al tratar de escapar enuna balsa de Cuba, y llevado a prisin. Poco tiempo despus de salir de lacrcel inici una huelga de hambre. Consigui escapar de la isla en 1994,con ayuda del gobierno mexicano y de Gabriel Garca Mrquez.

    Como deca, los malabarismos literarios, la confusin no muy bienresuelta entre los gneros de la novela y de la crnica, perturban en algunosprrafos la lectura de este libro. Norberto Fuentes tiene mucho mayor do-minio verbal que en sus primeros cuentos, pero su nocin de la estructuradel relato me parece menos segura. En cualquier caso, el libro tiene mo-mentos sorprendentes. Fidel Castro, por ejemplo, est retratado con humoragrio y lcido. Entendemos bien su machismo, su visin de pistolero de lasluchas revolucionarias, su primitivismo ideolgico y a la vez su enormeastucia y olfato, tanto a nivel interno como internacional. De pronto le pidea Garca Mrquez, su gran amigo, que le diga a Felipe Gonzlez, cuandoera Presidente del gobierno de Espaa, que es un maricn. Tambin lepide que le diga a Omar Torrijos, de Panam, que es un maricn. Por

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    qu? Porque Felipe Gonzlez haba pedido la libertad de unos presos polti-cos espaoles. Porque Torrijos no se atreva a establecer las relacionesdiplomticas entre Panam y Cuba. Garca Mrquez me dio una vez unrecado de Fidel Castro y me pareci una broma. Fidel Castro me mandabadecir que la independencia de Cuba con respecto a la Unin Sovitica slose conocera cuando cesara el bloqueo cubano. El bloqueo, como se puedenotar, siempre sirvi para justificar todo: para un barrido y un fregado.

    Es curioso que yo haya vacilado en 1968 entre premiar los cuentosde Condenados de Condado y una coleccin de relatos de una vctima delas UMAP. En Dulces guerreros cubanos, Norberto Fuentes nos habla delas atroces torturas y de los asesinatos que se cometan en las UMAP, enlos primeros aos de la revolucin, con unos pobres jvenes homosexuales.Llega en esos das de visita Graham Greene, el novelista ingls, y le habladel asunto a Fidel Castro. Fidel invita a su amigo Graham a visitar dos deesos campos. Poco antes ordena que los limpien, que los desmantelen, quedevuelvan los perros a los criaderos del Ministerio del Interior. De todasmaneras, declara, en presencia del bien impresionado Graham, me cie-rran esto y mandan a estos nios para sus casas. Se acabaron las UMAP.As se procede en las dictaduras de verdad, en las duras: se cierran prisio-nes por un lado, para impresionar a la opinin internacional, y se abren porotro.

    Lo que se desprende de este libro, ms all de los detalles y lasatmsferas, es la crueldad absoluta de un sistema en el que siempre el fin,la revolucin, el poder revolucionario, ha justificado todos los medios.Pareca, en los tiempos mejores de la alianza con el bloque sovitico, que laUnin Sovitica tena que preocuparse de la economa, de la logstica, poras decirlo, y de que el poder cubano tena que actuar como vanguardiarevolucionaria en todos los lugares donde fuera necesario. Era una situa-cin delirante y que no poda dejar de provocar el deterioro y el derrumbedel bloque. Lo extraordinario es que la isla y Fidel hayan conseguidoresistir, aun cuando no sabemos por cunto tiempo.

    En todo caso, a diferencia de lo que sostuvo en su clebre alegatodespus del asalto histrico al Cuartel Moncada, ahora comenzamos a vis-lumbrar que la historia no absolver a Fidel Castro, que no podr absolver-lo. En el mundo de la pobreza y de la injusticia de Amrica Latina, sobretodo en los aos cincuenta, la revolucin tena un sentido. Era quizs inevi-table, adems, que estallara por algn lado. El episodio de Sandino en laNicaragua de los aos treinta y los de Guatemala a comienzos de loscincuenta fueron precursores. A m me toc ver la Revolucin cubana pordentro en un momento negro, despus del fracaso de la zafra de los 10

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    millones de toneladas de azcar a fines de 1970, pero entonces no cre queestuviera irremisiblemente condenada. Me pareci que su influencia en elChile de Allende era desastrosa, destructiva, pero no llegu a pensar que elfenmeno en s mismo fuera puramente negativo. Ahora entendemos, encambio, a travs de testimonios concordantes y contundentes, que la revo-lucin parti mal desde sus comienzos, con arrogancia, con locura, conenorme fragilidad intelectual, con ambiciones desproporcionadas y confranco desprecio de los hechos. Seremos malos para producir, pero parapelear s que somos buenos, me dijo Fidel Castro en mi primera noche enLa Habana como representante chileno, en los primeros das de diciembrede 1970. Lo deca como una gracia, casi con coquetera, pero la verdad, lainapelable verdad, es que era una tontera perfecta. Un gobernante, revolu-cionario o no, debe conseguir que su pas produzca y que se vea envueltoen peleas y guerras lo menos posible. Los tres libros que he comentadocoinciden, sin habrselo propuesto, en un punto: el mejor revolucionario,segn los cnones castristas, es el que maneja mejor los fierros, el demejor puntera, el que ms se parece a James Bond o al viejo John Wayne.Pues bien, esto no es poltica marxista ni revolucionaria en ninguna tierra:es poltica de poder puro para el Nmero Uno y de suicidio para los dems.Estar cerca del poder en Cuba, como se desprende de todos estos testimo-nios, ha sido desde los primeros momentos, desde hace ya cuarenta aos,un peligro mortal. Cuba, para su desgracia, ha sido el pas de los fusilados,de los exiliados de mala manera, de los suicidas suicidados. La lista, aestas alturas, es impresionante, aterradora. Graham Greene, Graham,como le deca Fidel, fue un perfecto ingenuo, y todos nosotros fuimosdemasiado Grahams en alguna etapa. Algunos todava parecen serlo, perocuesta demasiado creer hoy da en su buena fe.