retrato de dos mujeres

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 RETRATO DE DOS MUJERES FORTUNATA «¡Si la hubieras visto...! Fortunata tenía los ojos como dos estrellas, muy semejantes a los de la Virgen del Carmen que antes estaba en Santo Tomás y ahora en San Ginés. Pregúntaselo a Estupiñá, pregúntaselo si lo dudas... a ver... Fortunata tenía las manos bastas de tanto trabajar, el corazón lleno de inocencia... Fortunata no tenía educación; aquella boca tan linda se comía muchas letras y otras las equivocaba. Decía indilugencias, golver, asín. Pasó su niñez cuidando el ganado. ¿Sabes lo que es el ganado? Las gallinas. Después criaba los palomos a sus pechos. Como los palomos no comen sino del pico de la madre, Fortunata se los metía en el seno, ¡y si vieras tú qué seno tan bonito!, sólo que tenía muchos rasguños que le hacían los palomos con los garfios de sus patas. Después cogía en la boca un buche de agua y al gunos granos de algarroba, y metiéndose el pico en la boca... les daba de comer... Era la paloma madre de los tiernos pichoncitos... Luego les daba su calor natural... les arrullaba, les hacía rorrooó... les cantaba canciones de nodriza... ¡Pobre Fortunata, pobre Pitusa!... ¿Te he dicho que la llamaban la Pitusa? ¿No?... pues te lo digo ahora. Que conste... Yo la perdí... sí... que conste también; es preciso que cada cual cargue con su responsabilidad... Yo la perdí, la engañé, le dije mil mentiras, le hice creer que me iba a casar con ella. ¿Has visto?... ¡Si seré pillín!... Déjame que me ría un poco... Sí, t odas las papas que yo le decía, se las tragaba... El pueblo es muy inocente, es tonto de remate, todo se lo cree con tal que se lo digan con palabras finas... La engañé, le garfiñé su honor, y tan tranquilo. Los hombres, digo, los señoritos, somos unos miserables; creemos que el honor de las hijas del pueblo es cosa de juego...» JACINTA «Jacinta era de estatura mediana, con más gracia que belleza, lo que se llama en lenguaje corriente una mujer mona. Su tez finísima y sus ojos que despedían alegría y sentimiento componían un rostro sumamente agradable. Y hablando, sus atractivos eran mayores que cuando estaba callada, a causa de la movilidad de su rostro y de la expresión variadísima que sabía poner en él. La estrechez relativa en que vivía la numerosa familia de Arnaiz, no le permitía variar sus galas; pero sabía triunfar del amaneramiento con el arte, y cualquier perifollo anunciaba en ella una mujer que, si lo quería, estaba llamada a ser elegantísima. Luego veremos. Por su talle delicado y su figura y cara porcelanescas, revelaba ser una de esas hermosuras a quienes la Naturaleza concede poco tiempo de esplendor, y que se ajan pronto, en cuanto les toca la primera pena de la vida o la maternidad. Barbarita, que la había criado, conocía bien sus notables prendas morales, los tesoros de su corazón amante, que pagaba siempre con creces el cariño que se le tenía, y por todo esto se enorgullecía de su elección. Hasta que ciertas tenacidades de carácter que en la niñez eran un defecto, agradábanle cuando Jacinta fue mujer porque no es bueno que las hembras sean todas miel, y conviene que guarden una reserva de energía para ciertas ocasiones difíciles. La noticia del matrimonio de Juanito cayó en la familia Arnaiz como una bomba que revienta y esparce, no desastres y muertes, sino esperanza y dichas. Porque hay que tener en cuenta que el Delfín, por su fortuna, por sus prendas, por su talento, era considerado como un ser bajado del cielo.»

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Comentario de Fortunata y Jacinta a través de dos textos

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RETRATO DE DOS MUJERES

FORTUNATA

«¡Si la hubieras visto...! Fortunata tenía los ojos como dos estrellas, muy semejantes a

los de la Virgen del Carmen que antes estaba en Santo Tomás y ahora en San Ginés.Pregúntaselo a Estupiñá, pregúntaselo si lo dudas... a ver... Fortunata tenía las manos

bastas de tanto trabajar, el corazón lleno de inocencia... Fortunata no tenía educación;

aquella boca tan linda se comía muchas letras y otras las equivocaba. Decía

indilugencias, golver, asín. Pasó su niñez cuidando el ganado. ¿Sabes lo que es el

ganado? Las gallinas. Después criaba los palomos a sus pechos. Como los palomos no

comen sino del pico de la madre, Fortunata se los metía en el seno, ¡y si vieras tú qué

seno tan bonito!, sólo que tenía muchos rasguños que le hacían los palomos con los

garfios de sus patas. Después cogía en la boca un buche de agua y algunos granos de

algarroba, y metiéndose el pico en la boca... les daba de comer... Era la paloma madre

de los tiernos pichoncitos... Luego les daba su calor natural... les arrullaba, les hacíarorrooó... les cantaba canciones de nodriza... ¡Pobre Fortunata, pobre Pitusa!... ¿Te he

dicho que la llamaban la Pitusa? ¿No?... pues te lo digo ahora. Que conste... Yo la

perdí... sí... que conste también; es preciso que cada cual cargue con su

responsabilidad... Yo la perdí, la engañé, le dije mil mentiras, le hice creer que me iba

a casar con ella. ¿Has visto?... ¡Si seré pillín!... Déjame que me ría un poco... Sí, todas

las papas que yo le decía, se las tragaba... El pueblo es muy inocente, es tonto de

remate, todo se lo cree con tal que se lo digan con palabras finas... La engañé, le

garfiñé su honor, y tan tranquilo. Los hombres, digo, los señoritos, somos unos

miserables; creemos que el honor de las hijas del pueblo es cosa de juego...»

JACINTA

«Jacinta era de estatura mediana, con más gracia que belleza, lo que se llama enlenguaje corriente una mujer mona. Su tez finísima y sus ojos que despedían alegría ysentimiento componían un rostro sumamente agradable. Y hablando, sus atractivoseran mayores que cuando estaba callada, a causa de la movilidad de su rostro y de laexpresión variadísima que sabía poner en él. La estrechez relativa en que vivía lanumerosa familia de Arnaiz, no le permitía variar sus galas; pero sabía triunfar delamaneramiento con el arte, y cualquier perifollo anunciaba en ella una mujer que, si loquería, estaba llamada a ser elegantísima. Luego veremos. Por su talle delicado y su

figura y cara porcelanescas, revelaba ser una de esas hermosuras a quienes laNaturaleza concede poco tiempo de esplendor, y que se ajan pronto, en cuanto lestoca la primera pena de la vida o la maternidad.

Barbarita, que la había criado, conocía bien sus notables prendas morales, lostesoros de su corazón amante, que pagaba siempre con creces el cariño que se letenía, y por todo esto se enorgullecía de su elección. Hasta que ciertas tenacidades decarácter que en la niñez eran un defecto, agradábanle cuando Jacinta fue mujerporque no es bueno que las hembras sean todas miel, y conviene que guarden unareserva de energía para ciertas ocasiones difíciles.

La noticia del matrimonio de Juanito cayó en la familia Arnaiz como una bomba que

revienta y esparce, no desastres y muertes, sino esperanza y dichas. Porque hay quetener en cuenta que el Delfín, por su fortuna, por sus prendas, por su talento, eraconsiderado como un ser bajado del cielo.»

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Contesta a las siguientes cuestiones sobre los textos anteriores:

1.  Señala los datos del texto que te permiten conocer a qué clase social pertenece

Fortunata.

2.  ¿Quién es el narrador de este fragmento? Explica cómo es su carácter. ¿Qué

opina de Fortunata? ¿Le gusta?

3.  Describe en dos o tres líneas a Jacinta.4.  ¿Por qué la familia Arnaiz considera una bomba la noticia del matrimonio entre

Jacinta y Juanito?5.  Comenta la actitud del personaje masculino hacia las dos mujeres.6.  ¿Podemos encontrar en estos fragmentos una crítica a la sociedad de la época?

 ARGUMENTO DE FORTUNATA Y JACINTA

Fortunata es una mujer de clase social humilde que, seducida por Juanito Santa Cruz(hijo de comerciantes acaudalados), da a luz un niño que muy pronto muere. Juanito

contrae matrimonio con Jacinta, de su misma clase social, pero que no puede darledescendencia. Fortunata, a su vez, se casa con Maximiliano Rubín, hombre con ciertatendencia al desequilibrio mental.

Juanito busca de nuevo el amor de Fortunata  –ahora casada-, la cual abandona a sumarido y tiene un hijo de Santa Cruz. Sin embargo, cuando todavía está convalecientedel parto, recibe la noticia de los amoríos de Juanito con otra mujer y, llevada por loscelos, abandona el lecho, sufre una hemorragia y muere. Jacinta adopta a su hijo.

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