retiro para los grupos de apostolado

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La Asunción, febrero 2010. Retiro cuaresmal Meditaciones propuestas por el Pbro. Tomás Alfonso Paz a los grupos de apostolado de la Parroquia Catedral de La Asunción, Margarita. TEMA DEL RETIRO: Jesucristo, el Señor, nos congrega para celebrar su Pascua y nos envía con su Espíritu para anunciarla al mundo. El Misterio pascual de la Cruz y de la Resurrección de Cristo está en el centro de la Buena Nueva que los Apóstoles, y la Iglesia a continuación de ellos, deben anunciar al mundo. (Catecismo de la Iglesia Católica nº 571) Desarrollaremos este retiro en cuatro momentos: I. Bienvenida y consideraciones preliminares. II. Primera parte del tema: Jesucristo, el Señor, nos congrega para celebrar su PascuaIII. Segunda parte del tema: …y nos envía con su Espíritu para anunciarla al mundo. IV. Conclusión. En oración ante el Santísimo: Aceptación del plan de Dios y compromiso con la misión de la Iglesia. I. Bienvenida y consideraciones preliminares: 1. Circunstancias en las que se realiza este retiro. Entiendo por circunstancias aquellos acontecimientos que de alguna manera marcan las condiciones de nuestras vidas en la Iglesia de Margarita, específicamente en la Parroquia de la Asunción, y que debemos tener en cuenta para orientar nuestro actuar conforme a la voluntad de Dios. Acontecimientos a nivel nacional: El Concilio Plenario Nacional ha sido celebrado y debe ser puesto en práctica. Este Concilio, en los diversos documentos que ha publicado, ofrece a la Iglesia de Venezuela los desafíos pastorales que todo grupo de apostolado debe tener en cuenta. La Misión Evangelizadora Continental que busca renovar nuestra vida eclesial y nuestro compromiso evangelizador. La atmósfera social de polarización y violencia, las graves y urgentes necesidades básicas materiales y espirituales que aquejan a nuestro pueblo, denunciadas frecuentemente por nuestros Obispos, exigen de nosotros, como comunidad creyente, una respuesta concreta. Acontecimientos a nivel diocesano y parroquial: La llegada de un nuevo Pastor, S. E. Mons. Jorge Aníbal Quintero, quien ha propuesto (entre otras iniciativas) constituir en las Parroquias los Consejos parroquiales de pastoral, con el propósito de fomentar una acción pastoral que tienda a la comunión e integración y no a la división y aislamiento. La llegada de un nuevo Párroco, Pbro. Mons. Jaime Villaroel, quien ha organizado estos retiros y ha invitado a los distintos grupos de apostolado de la Parroquia. Y, aunque siempre estén presentes, las diversas necesidades de la parroquia: celebraciones litúrgicas que realizar; niños, jóvenes y adultos que catequizar, comunidades que animar, enfermos y moribundos que auxiliar, matrimonios que reanimar…etc. 1

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La Asuncin, febrero 2010

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La Asuncin, febrero 2010.

Retiro cuaresmal

Meditaciones propuestas por el Pbro. Toms Alfonso Paz a los grupos de apostolado de la Parroquia Catedral de La Asuncin, Margarita.Tema del Retiro: Jesucristo, el Seor, nos congrega para celebrar su Pascua y nos enva con su Espritu para anunciarla al mundo.El Misterio pascual de la Cruz y de la Resurreccin de Cristo est en el centro de la Buena Nueva que los Apstoles, y la Iglesia a continuacin de ellos, deben anunciar al mundo. (Catecismo de la Iglesia Catlica n 571)Desarrollaremos este retiro en cuatro momentos:I. Bienvenida y consideraciones preliminares.

II. Primera parte del tema: Jesucristo, el Seor, nos congrega para celebrar su Pascua

III. Segunda parte del tema: y nos enva con su Espritu para anunciarla al mundo.

IV. Conclusin. En oracin ante el Santsimo: Aceptacin del plan de Dios y compromiso con la misin de la Iglesia.

I. Bienvenida y consideraciones preliminares:

1. Circunstancias en las que se realiza este retiro.

Entiendo por circunstancias aquellos acontecimientos que de alguna manera marcan las condiciones de nuestras vidas en la Iglesia de Margarita, especficamente en la Parroquia de la Asuncin, y que debemos tener en cuenta para orientar nuestro actuar conforme a la voluntad de Dios. Acontecimientos a nivel nacional: El Concilio Plenario Nacional ha sido celebrado y debe ser puesto en prctica. Este Concilio, en los diversos documentos que ha publicado, ofrece a la Iglesia de Venezuela los desafos pastorales que todo grupo de apostolado debe tener en cuenta.

La Misin Evangelizadora Continental que busca renovar nuestra vida eclesial y nuestro compromiso evangelizador. La atmsfera social de polarizacin y violencia, las graves y urgentes necesidades bsicas materiales y espirituales que aquejan a nuestro pueblo, denunciadas frecuentemente por nuestros Obispos, exigen de nosotros, como comunidad creyente, una respuesta concreta.

Acontecimientos a nivel diocesano y parroquial:

La llegada de un nuevo Pastor, S. E. Mons. Jorge Anbal Quintero, quien ha propuesto (entre otras iniciativas) constituir en las Parroquias los Consejos parroquiales de pastoral, con el propsito de fomentar una accin pastoral que tienda a la comunin e integracin y no a la divisin y aislamiento. La llegada de un nuevo Prroco, Pbro. Mons. Jaime Villaroel, quien ha organizado estos retiros y ha invitado a los distintos grupos de apostolado de la Parroquia. Y, aunque siempre estn presentes, las diversas necesidades de la parroquia: celebraciones litrgicas que realizar; nios, jvenes y adultos que catequizar, comunidades que animar, enfermos y moribundos que auxiliar, matrimonios que reanimaretc. Acontecimientos a nivel familiar y personal:Que cada uno considere brevemente los acontecimientos en su vida que de alguna manera lo han marcado y lo hacen participar en un grupo de apostolado y estar presente en este retiro.

Todos estos acontecimientos, vistos desde la fe, deberan hacernos ver la presencia de Dios en nuestras vidas: Dios tiene un plan de salvacin en el que te ha metido y pide tu colaboracin y amor para llegar a muchas otras personas. Este plan Dios lo acta sirvindose de la cooperacin de instrumentos falibles (seres humanos) y el resultado, sin embargo, es admirablemente superior a las capacidades de sus operadores. Muchas veces, lamentablemente, nos detenemos en aspectos secundarios y negativos de la realizacin de este designio (fallas humanas). 2. Desarrollo del retiro:

Asumir una actitud de oracin y recogimiento. Esta actitud implica y exige:

Silencio externo: evitar el ruido (voces fuertes, mover objetos o muebles), no hacer caso a las conversaciones innecesarias, dejar a un lado la curiosidad y el merodeo de los sentidosetc. Altissima quaeque flumina minimo sono labuntur (Los ros ms profundos son siempre los ms silenciosos).

Silencio interno: posponer las preocupaciones hogareas, familiares, laborales, econmicasetc. Rechazar los pensamientos dispersivos y angustiantes. No es el momento de los malos recuerdos o de resolver una multitud de problemas. Mantener quieta la imaginacin, la loca de la casa, para que no nos impida asumir con valenta el hic et nunc (el aqu y ahora) que Dios nos propone como momento oportuno de gracia (kairs). Atrevernos a mirarnos (introspeccin) a la luz de las obras de Dios. Humildad, para reconocer lo que somos y aceptar lo que Dios quiere que seamos. Ecce ancilla Domini, fiat mihi secundum verbum tuum. (He aqu la sierva del Seor, hgase en mi segn tu palabra). San Pedro nos dice: Revestos todos de humildad en servicio mutuo, porque Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes. Grandeza de espritu (magnanimidad), entusiasmo apostlico, mentalidad positiva. Aqu estoy Seor para cumplir tu voluntad. Suplicar constantemente al Seor se digne iluminar nuestras mentes y avivar nuestros corazones. Escuchar con atencin la Palabra de Dios que la Iglesia me proclama hoy y que luego resonar en mi corazn, gracias a la accin del Espritu Santo. Reflexionar para buscar el sentido de la Palabra de Dios y discernir cul sea su mandato: No os configuris a semejanza de este mundo, antes transformaos con la renovacin de vuestra mente, para que sepis aquilatar cul sea la voluntad de Dios, que es lo bueno y agradable y perfecto. Tus preceptos son admirables, por eso los guarda mi alma; la explicacin de tus palabras ilumina, da inteligencia a los ignorantes; abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos.La Palabra de Dios no viene a nosotros ociosa, como mera informacin (p. ej.: como un peridico), ella nos manifiesta el eterno designio de nuestra salvacin que Dios Padre ha tenido a bien realizar en su Hijo Jesucristo. El Evangelio es fuerza de Dios a condicin que nos dejemos mover por l en la fe y en el servicio del Seor: El Evangelio es una fuerza de Dios, ordenada a la salud, para todo el que cree.

Hemos sido liberados de la muerte y del pecado no par vivir una libertad estril (para nuestro propio beneficio) sino para servir a Dios: Cuando erais esclavos del pecado, erais libres respecto de la justicia. Qu fruto, pues lograbais entonces? Cosas son de las que ahora os ruborizis, ya que el paradero de ellas es la muerte. Mas ahora, liberados del pecado y esclavizados a Dios, tenis vuestro fruto en la santidad, y el paradero la vida eterna.

No rechazar la gracia de la conversin que el Seor nos brinde. Arrepentos y creed en el Evangelio.

Renovar el compromiso de vida cristiana asumido en el bautismo, formulando propsitos claros para emprender una accin apostlica segn la voluntad que Dios me manifieste durante este retiro.Retiro cuaresmal (marco litrgico-asctico).

La Cuaresma (quadragesima dies) es camino y preparacin para la celebracin de la Semana Santa. La Semana Santa son los das en que anualmente los cristianos celebramos y conmemoramos la pasin, muerte y resurreccin de Cristo, el misterio pascual. Con la celebracin del triduo pascual damos inicio al cincuentenario pascual (tiempo de pascua) durante el cual la Iglesia vive y anuncia la alegra de la resurreccin de Cristo y se prepara para la Ascensin y Pentecosts.

La Iglesia se une todos los aos, durante los cuarenta das de Cuaresma, al Misterio de Jess en el desierto (oracin, ayuno, combate espiritual). De esta manera, inspirada en la peregrinacin del pueblo de Israel (y de algunos profetas), guiado por Moiss a travs del desierto durante 40 aos al ser liberado de la esclavitud del Faran, el discpulo de Cristo experimenta la liberacin de los afectos desordenados a las cosas del mundo (pecado), es llamado a conversin (cambio de mentalidad, confesin de los pecados cometidos), a penitencia y mortificacin (abstinencia-ayuno, privaciones voluntarias), crece en la caridad mediante la prctica de las buenas obras (limosnas, solidaridad social, empeo misionero) e incrementa su esperanza en la oracin y participacin en los sacramentos, particularmente de la Eucarista. La Cuaresma es un tiempo propicio para volver a escuchar el llamado a la fe y a la conversin que nos hizo Cristo en su predicacin y que la Iglesia renueva cada ao. Igualmente, es un tiempo oportuno par que cada bautizado renueve su compromiso bautismal de morir al hombre viejo, Adn, y de resucitar y vivir la nueva vida que Cristo, el hombre nuevo, ha merecido con su muerte y le ofrece con su resurreccin.

La Cuaresma son 40 das que dan inicio con el Mircoles de ceniza y terminan el Jueves santo antes del inicio del triduo pascual. Los das del triduo pascual se cuentan de tarde en tarde a la usanza hebrea.Por lo tanto, la ms profunda motivacin y el sentido ms pleno de la Cuaresma es la de ser una preparacin a la Pascua.Primera Parte:

Jesucristo, el Seor, nos congrega para celebrar su Pascua

Qu es la Pascua?1. La Pascua del Seor: es decir, el paso salvfico de Yhwh en la noche de la salida de Egipto; El nombre mismode Pascua se hace derivar de un verbo que indica la accin de Diosque pasa por encima, en el sentido de que salta, preserva, oprotege las casas de los judos, mientras hiere las de sus enemigos:Y cuando os pregunten vuestros hijos: Qu significa para vosotroseste rito?, responderis: Este es el sacrificio de la Pascua (zevach pesach ) de Yhwh, que pas de largo [pschti] por las casas de los israelitasen Egipto cuando hiri a los egipcios y salv nuestras casas (Ex 12,26-27).

2. La Pascua de los judos: o lo que es lo mismo, la reevocacin y realizacin anual del paso de Yhwh, enriquecida por el recuerdo de todas las dems innumerables intervenciones salvficas de Dios en la historia del pueblo elegido; es el momento celebrativo, conmemorativo y litrgico.

3. La Pascua de Cristo: es decir -segn todo el Nuevo Testamento, incluido san Pablo-, su inmolacin o, como parece definirla Juan una vez, su paso de este mundo al Padre (Jn 13,1) a travs de la pasin y la resurreccin.4. La Pascua de la Iglesia, que renueva anualmente, aunque tambin semanal y cotidianamente, la Pascua de Cristo hasta el da de su venida (1Cor 11,26).

Diversidad histrica y litrgica, unidad salvfica.Cada uno de estos significados conserva su identidad pero poseen una estrecha relacin entre si. Estos acontecimientos son como figura de otros en los que la promesa se realiza plenamente. Todos estos acontecimientos poseen una profunda unidad tanto histrica como litrgica. De esta manera podemos pasar de su significacin particular a un sentido unitario global, que nos revela el valor central de la Pascua de Cristo en la economa o designio de la salvacin. El misterio de la Pascua, se nos presenta como nuevo y antiguo, eterno y contemporneo. Esta unidad o continuidad estrechsima no se agota en la permanencia del nombre o de algunos elementos rituales de la Pascua hebrea en la cristiana, sino que se basa en aquella misteriosa ascensin de todo hacia Cristo Jess, en la que todo deba desembocar, y la victimacin del cordero y el rito de la Pascua y la letra de la Ley, (Melitn de Sardes).

La Pascua compendiada esta vez en la pasin, muerte y resurreccin de Cristo, es el eje central del designio de salvacin. Es la fuente de donde brota la nueva creacin. Es el reino de los cielos en su dimensin temporal y futura. Es la Iglesia como misterio del Cristo total, reunida para la pascua eterna.Es del misterio pascual de nuestro Seor Jesucristo que surge la Iglesia como un sacramento o seal e instrumento de la ntima unin con Dios y de la unidad de todo el gnero humano (LG 1, 1). Es oportuno, entonces, que hagamos un recorrido, en grandes etapas, a lo largo del designio salvfico de Dios tal como nos ha sido revelado en las Sagradas Escrituras y ha sido hermosamente sintetizado en el documento del Concilio Vaticano II, Lumen Gentium (LG):La Obra de Dios Padre

El Padre Eterno cre el mundo universo por un librrimo y misterioso designio de su sabidura y de su bondad, decret elevar a los hombres a la participacin de la vida divina y, cados por el pecado de Adn, no los abandon, dispensndoles siempre su auxilio (Col. 1,15). A todos los elegidos desde toda la eternidad el Padre "los conoci de antemano y los predestin a ser conformes con la imagen de su Hijo, para que este sea el primognito entre muchos hermanos" (Rom., 8,19). Por eso, determin convocar a los creyentes en Cristo en la Santa Iglesia, que fue ya prefigurada desde el origen del mundo, preparada admirablemente en la historia del pueblo de Israel y en el Antiguo Testamento. (LG 1,2)

La obra de Dios Hijo

Cristo, pues, en cumplimiento de la voluntad del Padre, inaugur en la tierra el reino de los cielos, nos revel su misterio, y efectu la redencin con su obediencia. La Iglesia, o reino de Cristo, presente ya en el misterio, crece visiblemente en el mundo por el poder de Dios. Comienzo y expansin manifestada de nuevo tanto por la sangre y el agua que manan del costado abierto de Cristo crucificado (cf. Jn., 19,34), cuanto por las palabras de Cristo alusivas a su muerte en la cruz: "Y yo, si fuere levantado de la tierra, atraer todos a m" (Jn., 12,32). Cuantas veces se renueva sobre el altar el sacrificio de la cruz, en que nuestra Pascua, Cristo, ha sido inmolado (1Cor. 5,7), se efecta la obra de nuestra redencin. Al propio tiempo, en el sacramento del pan eucarstico se representa y se produce la unidad de los fieles, que constituyen un solo cuerpo en Cristo (cf. 1Cor., 10,17). Todos los hombres son llamados a esta unin con Cristo, luz del mundo, de quien procedemos, por quien vivimos y hacia quien caminamos. (LG 1,3)

La obra de Dios Espritu Santo

Consumada, pues, la obra, que el Padre confi el Hijo en la tierra (cf. Jn., 17,4), fue enviado el Espritu Santo en el da de Pentecosts, para que santificara a la Iglesia, y de esta forma los que creen en Cristo pudieran acercarse al Padre en un mismo Espritu (cf. Ef., 2,18). El Espritu habita en la Iglesia y en los corazones de los fieles como en un templo (1Cor., 3,16; 6,19), y en ellos ora y da testimonio de la adopcin de hijos (cf. Gal., 4,6; Rom., 8,15-16,26). Con diversos dones jerrquicos y carismticos dirige y enriquece con todos sus frutos a la Iglesia (cf. Ef., 4, 11-12; 1Cor., 12-4; Gal., 5,22), a la que gua haca toda verdad (cf. Jn., 16,13) y unifica en comunin y ministerio. As se manifiesta toda la Iglesia como "una muchedumbre reunida por la unidad del Padre y del Hijo y del Espritu Santo". (LG 1,4)

La Misin de la Iglesia.

Por eso la Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador, observando fielmente sus preceptos de caridad, de humildad y de abnegacin, recibe la misin de anunciar el Reino de Cristo y de Dios, de establecerlo en medio de todas las gentes, y constituye en la tierra el germen y el principio de este Reino. (LG 1, 5)

Cristo Seor, Pontfice tomado de entre los hombres (cf. Hebr., 5,1-5), a su nuevo pueblo "lo hizo Reino de sacerdotes para Dios, su Padre" (cf. Ap., 1,6; 5,9-10). Los bautizados son consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo por la regeneracin y por la uncin del Espritu Santo, para que por medio de todas las obras del hombre cristiano ofrezcan sacrificios espirituales y anuncien las maravillas de quien los llam de las tinieblas a la luz admirable (cf. 1Pe., 2,4-10). Por ello, todos los discpulos de Cristo, perseverando en la oracin y alabanza a Dios (cf. Act., 2,42.47), han de ofrecerse a s mismos como hostia viva, santa y grata a Dios (cf. Rom., 12,1), han de dar testimonio de Cristo en todo lugar, y a quien se la pidiere, han de dar tambin razn de la esperanza que tienen en la vida eterna (cf. 1Pe., 3,15). (LG 1,10)

Participando del sacrificio eucarstico, fuente y cima de toda vida cristiana, ofrecen a Dios la Vctima divina y a s mismos juntamente con ella; y as, tanto por la oblacin como por la sagrada comunin, todos toman parte activa en la accin litrgica, no confusamente, sino cada uno segn su condicin. Pero una vez saciados con el cuerpo de Cristo en la asamblea sagrada, manifiestan concretamente la unidad del pueblo de Dios aptamente significada y maravillosamente producida por este augustsimo sacramento. (LG 1,11)

Los sagrados pastores saben que ellos no fueron constituidos por Cristo para asumir por s solos toda la misin salvfica de la Iglesia cerca del mundo, sino que su excelsa funcin es apacentar de tal modo a los fieles y de tal manera reconocer sus servicios y carismas, que todos, a su modo, cooperen unnimemente a la obra comn. (LG 4,30).Para qu estoy en este mundo?

Cul es el sentido de mi vida y el de las personas que me rodean?

Quiero ser feliz en qu pongo mi felicidad?

El mal que veo en m y en los dems seres humanos tiene remedio?

Dios piensa en m? Me ama?A dnde quiere llevarme Dios?

Quin es Cristo y cul es su misin?

Cul es el valor que le doy a Cristo en mi vida y en la vida de los que me rodean?

Para qu sirve la Iglesia?

He encontrado en la Iglesia el "lugar" de mi salvacin?

De qu manera participo en el crecimiento de la Iglesia?

Cul es el sentido que le doy a la muerte de Cristo?

Cul es el sentido que le doy a la Eucarista, sacrificio del altar?

De qu manera expreso mi comunin eucarstica hacia mis hermanos?

Creo haber recibido al Espritu de Cristo en mi persona y en mis obras?Tengo conciencia de ser hijo de Dios?

Veo en la obra de mis hermanos (pastores, fieles) la obra del Espritu Santo?

He discernido en m los dones que el Espritu Santo me ha dado para la edificacin de la Iglesia?

He puesto a fructificar estos dones?

Procuro tener una fe madura?

De qu manera ejerzo el sacerdocio que Cristo me ha confiado en mi bautismo?

Procuro consagrarle todas las reali-dades que me rodean?

Qu sentido tiene la oracin en mi vida?Qu es dar testimonio de Cristo?Me capacito par dar razn de mi fe?

Trato que mi participacin en la Eucarista sea consciente, activa y fructuosa, o me dejo llevar por la rutina, por un compromiso o costumbre social?

Despus de comulgar como concretizo esa comunin con mi hermano?

Estoy lleno de entusiasmo por la misin de la Iglesia y coopero con los pastores en su realizacin?

Segunda Parte2y nos enva con su Espritu para anunciarla al mundo.Nexo

Hemos visto la riqueza del misterio pascual. Cristo nos congrega para que participemos de este misterio de salvacin. Este misterio es comunicado en la vida de la Iglesia, en la gracia, en los sacramentos, de manera particular en la Santa Eucarista, sacrifico y banquete pascual. Es en esta participacin que se realiza la obra de nuestra salvacin, pero la participacin no solamente es pasiva (recibir), es comunional procede de una comunin y se acrecienta en la tarea para ampliar esta comunin. Por eso Cristo nos congrega para que nosotros propongamos esta comunin a los dems. 1. A quienes enva?

Toda la Iglesia participa de la misin de Cristo y es enviada para dar testimonio ante el mundo. Todos y cada uno de los miembros de la Iglesia, hombres y mujeres, de manera orgnica participan de la misin de Cristo.

"Quienes acogen con sinceridad la Buena Nueva, mediante tal acogida y la participacin en la fe, se renen pues en el nombre de Jess para buscar juntos el reino, construirlo, vivirlo. Ellos constituyen una comunidad que es a la vez evangelizadora. La orden dada a los Doce: "Id y proclamad la Buena Nueva", vale tambin, aunque de manera diversa, para todos los cristianos. Por esto Pedro los define "pueblo adquirido para pregonar las excelencias del que os llam de la tinieblas a su luz admirable" (1 Pe. 2, 9). Estas son las maravillas que cada uno ha podido escuchar en su propia lengua (Act. 2, 11). Por lo dems, la Buena Nueva del reino que llega y que ya ha comenzado, es para todos los hombres de todos los tiempos. Aquellos que ya la han recibido y que estn reunidos en la comunidad de salvacin, pueden y deben comunicarla y difundirla." (Evangelium Nuntiandi, 1, 13. Pablo VI 1975).Mi grupo de apostolado es expresin de una comunidad viva que se deja evangelizar y que evangeliza en el mundo?

De que manera mi grupo de apostolado hace efectiva la orden a evangelizar de Cristo?

2. Los Laicos en la vida de la Iglesia.Ya hemos visto que se entiende por fiel bautizado y por laico Qu es lo propio de los laicos, cul es su misin en la Iglesia?Carcter secular. Diferencia entre este y el ministerio sagrado.El carcter secular es propio y peculiar de los laicos. Los que recibieron el orden sagrado, aunque algunas veces pueden tratar asuntos seculares, incluso ejerciendo una profesin secular, estn ordenados principal y directamente al sagrado ministerio, por razn de su vocacin particular, en tanto que los religiosos, por su estado, dan un preclaro y eximio testimonio de que el mundo no puede ser transfigurado ni ofrecido a Dios sin el espritu de las bienaventuranzas. A los laicos pertenece por propia vocacin buscar el reino de Dios tratando y ordenando, segn Dios, los asuntos temporales. Viven en el siglo, es decir, en todas y a cada una de las actividades y profesiones, as como en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social con las que su existencia est como entretejida. All estn llamados por Dios a cumplir su propio cometido, guindose por el espritu evanglico, de modo que, igual que la levadura, contribuyan desde dentro a la santificacin del mundo y de este modo descubran a Cristo a los dems, brillando, ante todo, con el testimonio de su vida, fe, esperanza y caridad. (LG 4,31) El Apostolado de los laicos.

Los laicos congregados en el Pueblo de Dios y constituidos en un solo Cuerpo de Cristo bajo una sola Cabeza, cualesquiera que sean, estn llamados, a fuer de miembros vivos, a procurar el crecimiento de la Iglesia y su perenne santificacin con todas sus fuerzas, recibidas por beneficio del Creador y gracia del Redentor.

El apostolado de los laicos es la participacin en la misma misin salvfica de la Iglesia, a cuyo apostolado todos estn llamados por el mismo Seor en razn del bautismo y de la confirmacin. Por los sacramentos, especialmente por la Sagrada Eucarista, se comunica y se nutre aquel amor hacia Dios y hacia los hombres, que es el alma de todo apostolado. Los laicos, sin embargo, estn llamados, particularmente, a hacer presente y operante a la Iglesia en los lugares y condiciones donde ella no puede ser sal de la tierra si no es a travs de ellos. As, pues, todo laico, por los mismos dones que le han sido conferidos, se convierte en testigo e instrumento vivo, a la vez, de la misin de la misma Iglesia "en la medida del don de Cristo" (Ef 4,7). (LG.4, 33)

Cooperadores con el apostolado de la jerarquaAdems de este apostolado, que incumbe absolutamente a todos los fieles, los laicos pueden tambin ser llamados de diversos modos a una cooperacin ms inmediata con el apostolado de la jerarqua, como aquellos hombres y mujeres que ayudaban al apstol Pablo en la evangelizacin, trabajando mucho en el Seor (cf. Fil 4,3; Rom 16,3ss.). Por los dems, son aptos para que la jerarqua les confe el ejercicio de determinados cargos eclesisticos, ordenados a un fin espiritual.

As, pues, incumbe a todos los laicos colaborar en la hermosa empresa de que el divino designio de salvacin alcance ms y ms a todos los hombres de todos los tiempos y de todas las tierras. braseles, pues, camino por doquier para que, a la medida de sus fuerzas y de las necesidades de los tiempos, participen tambin ellos, celosamente, en la misin salvadora de la Iglesia.(LG 4,33).Como laico, mi actividad evangeliza-dora no se limita a la poca o mucha que realice en un grupo de apostolado, esta se fundamenta en asumir mi condicin laical.

De qu manera doy testimonio cristiano en mi empleo, oficio o profesin?

Estoy en un grupo de apostolado para huir de mi condicin laical o para cooperar con los pastores desde ella?

Apndice: Concilio Plenario de Venezuela y el llamado a la santidad(64) La vocacin a la santidad constituye la primera y fundamental vocacin del cristiano (Cf. ChL 16). Siendo llamados por Dios y fortalecidos por la accin del Espritu Santo, desde la experiencia de la vida nueva que se obtiene por el Bautismo, el laico debe tener conciencia de la gran responsabilidad personal de ser santo. En la Iglesia estamos todos llamados a la santidad segn lo dicho por el apstol: Esta es la voluntad de Dios, vuestra santificacin (ITes 4,3). Cristo ha sido muy claro al afirmar la necesidad que tenemos todos de participar de su vida de santidad. Yo soy la vid: ustedes los sarmientos. El que permanece en m y yo en l, ese da mucho fruto; porque sin m no pueden hacer nada (Jn 15,5). (65) Una autntica espiritualidad laical exige centrar la vida en Cristo: el seguimiento y la imitacin de Cristo, a travs de la escucha y vivencia de la Palabra de Dios, la participacin consciente y activa en la vida sacramental, la oracin individual y comunitaria, la prctica del mandamiento del amor en todas las circunstancias de la vida y el servicio a los hermanos, especialmente de los pobres y de los que sufren (Cf. ChL 16). (66) En esta bsqueda de la santidad es necesario un Cristianismo que se distinga, ante todo, en el arte de la oracin, para tener un dilogo con Cristo que los convierta en sus ntimos: Permanezcan en mi como yo en ustedes (Jn 15,4) y nos muestre el rostro del Padre (Cf. NMI 32); que se exprese en su insercin en las realidades temporales y en su participacin en las actividades terrenas en donde haga brillar, con su testimonio, la luz de Cristo. El santo es el testimonio ms esplndido de la dignidad conferida al discpulo de Cristo (Cf. ChL 16).

(68) La santidad, vocacin de todo cristiano, no ha de pensarse como un ideal de perfeccin en una especie de vida extraordinaria, practicable slo por algunos. Los caminos de la santidad son mltiples y adecuados a la vocacin de cada uno. Para el laico, lo fundamental es buscar la santificacin en las circunstancias de su vida ordinaria (Cf. NMI 31). Para responder a su vocacin, los laicos deben considerar las actividades de la vida cotidiana ocasin de unin con Dios y cumplimiento de su voluntad, as como de servicio a los dems hombres (Cf. ChL 17).

(69) Todos los fieles, de cualquier estado o condicin, estn llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfeccin de la caridad, que es una forma de santidad que promueve, aun en la sociedad terrena, un nivel de vida ms humano. (Cf. LG 40). La caridad har posible una espiritualidad de comunin necesaria para dar un alma a la Iglesia, con una llamada a la confianza y apertura que responde plenamente a la dignidad y responsabilidad de cada miembro del Pueblo de Dios (Cf. NMI 45).

El misterio pascual, fundamento del don del Espritu Santo

Catequesis de su S.S. Juan Pablo II durante la audiencia general de los mircoles. 10 de junio de 19981. Toda la vida de Cristo se realiz en el Espritu Santo. San Basilio afirma que el Espritu fue su compaero inseparable en todo (De Spiritu Sancto, 16) y nos brinda esta admirable sntesis de la historia de Cristo: Venida de Cristo: el Espritu Santo lo precede. Encarnacin: el Espritu Santo est presente. Realizacin de milagros, gracias y curaciones: por medio del Espritu Santo. Expulsin de demonios y encadenamiento del demonio: mediante el Espritu Santo. Perdn de los pecados y unin con Dios: por el Espritu Santo. Resurreccin de los muertos: por virtud del Espritu Santo (ib., 19). Despus de meditar en el bautismo de Jess y en su misin, realizada con la fuerza del Espritu, queremos ahora reflexionar sobre la revelacin del Espritu en la hora suprema de Jess, la hora de su muerte y resurreccin.

2. La presencia del Espritu Santo en el momento de la muerte de Jess se supone ya por el simple hecho de que en la cruz muere en su naturaleza humana el Hijo de Dios. Si unus de Trinitate passus es (DS 401), es decir si quien sufri es una Persona de la Trinidad, en su pasin se halla presente toda la Trinidad y, por consiguiente, tambin el Padre y el Espritu Santo. Ahora bien, debemos preguntarnos: cul fue precisamente el papel del Espritu en la hora suprema de Jess? Slo se puede responder a esta pregunta si se comprende el misterio de la redencin como misterio de amor. El pecado, que es rebelin de la creatura frente al Creador, haba interrumpido el dilogo de amor entre Dios y sus hijos. Con la encarnacin del Hijo unignito, Dios manifiesta a la humanidad pecadora su amor fiel y apasionado, hasta el punto de hacerse vulnerable en Jess. El pecado, por su parte, expresa en el Glgota su naturaleza de atentado contra Dios, de forma que cada vez que los hombres vuelven a pecar gravemente, como dice la carta a los Hebreos, crucifican por su parte de nuevo al Hijo de Dios y le exponen a pblica infamia. (Hb 6, 6). Al entregar a su Hijo por nuestros pecados, Dios nos revela que su designio de amor precede a todos nuestros mritos y supera abundantemente cualquier infidelidad nuestra. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que l nos am y nos envi a su Hijo como propiciacin por nuestros pecados (1 Jn 4, 10).

3. La pasin y muerte de Jess es un misterio inefable de amor, en el que se hallan implicadas las tres Personas divinas. El Padre tiene la iniciativa absoluta y gratuita: es el quien ama primero y, al entregar a su Hijo a nuestras manos homicidas, expone su bien ms querido. l, como dice san Pablo, no perdon a su propio Hijo, es decir no lo conserv para s como un tesoro, antes bien lo entreg por todos nosotros (Rm 8, 32). El Hijo comparte plenamente el amor del Padre y su proyecto de salvacin: se entreg a s mismo por nuestros pecados, (...) segn la voluntad de nuestro Dios y Padre (Ga 1, 4). Y el Espritu Santo? Al igual que dentro de la vida trinitaria, tambin en esta circulacin de amor que se realiza entre el Padre y el Hijo en el misterio del Glgota, el Espritu Santo es la Persona-Amor, en la que convergen el amor del Padre y el del Hijo. La carta a los Hebreos, desarrollando la imagen del sacrificio, precisa que Jess se ofreci con un Espritu eterno (Hb 9, 14). En la encclica Dominum et vivificantem expliqu que en ese pasaje Espritu eterno se refiere precisamente al Espritu Santo: como el fuego consumaba las vctimas de los antiguos sacrificios rituales, as tambin el Espritu Santo actu de manera especial en esta autodonacin absoluta del Hijo del hombre, para transformar el sufrimiento en amor redentor (n. 40). El Espritu Santo, como amor y don, desciende, en cierto modo, al centro mismo del sacrificio, que se ofrece en la cruz. Refirindonos a la tradicin bblica, podemos decir: l consuma este sacrificio con el fuego del amor, que une al Hijo con el Padre en la comunin trinitaria. Y, dado que el sacrificio de la cruz es un acto propio de Cristo, tambin en este sacrificio l "recibe" el Espritu Santo (ib., 41). Con razn, en la liturgia romana, el sacerdote, antes de la comunin, ora con estas significativas palabras: Seor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que, por voluntad del Padre, cooperando el Espritu Santo, diste con tu muerte la vida al mundo....

4. La historia de Jess no acaba con la muerte, sino que se abre a la vida gloriosa de la Pascua. Por su resurreccin de entre los muertos, Jesucristo nuestro Seor fue constituido Hijo de Dios con poder segn el Espritu de santidad (cf. Rm 1 4). La Resurreccin es la culminacin de la Encarnacin, y tambin ella, como la generacin del Hijo en el mundo, se realiza por obra del Espritu Santo. Nosotros afirma san Pablo en Antioquia de Pisidia os anunciamos la buena nueva de que la promesa hecha a los padres Dios la ha cumplido en nosotros los hijos, al resucitar a Jess, como est escrito en los salmos: "Hijo mo eres t; yo te he engendrado hoy" (Hch 13, 32-33). El don del Espritu que el Hijo recibe en plenitud la maana de Pascua es derramado por l en gran abundancia sobre la Iglesia. A sus discpulos, reunidos en el cenculo, Jess les dice: Recibid el Espritu Santo (Jn 20, 22) y lo da a travs de las heridas de su crucifixin: "Les mostr las manos y el costado" (Dominum et vivificantem, 24). La misin salvfica de Jess se resume y se cumple en la donacin del Espritu Santo a los hombres, para llevarlos nuevamente al Padre.

5. Si la gran obra del Espritu Santo es la Pascua del Seor Jess, misterio de sufrimiento y de gloria, tambin los discpulos de Cristo, por el don del Espritu, pueden sufrir con amor y convertir la cruz en el camino a la luz: per crucem ad lucem. El Espritu del Hijo nos da la gracia de tener los mismos sentimientos de Cristo y amar como l am, hasta dar la vida por los hermanos: El dio su vida por nosotros, y tambin nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos (1 Jn 3, 16). Al darnos su Espritu, Cristo entra en nuestra vida, para que cada uno de nosotros pueda decir como san Pablo: Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en m (G 2, 20). Toda la vida se transforma as en una continua Pascua, un paso incesante de la muerte a la vida hasta la ltima Pascua, cuando pasaremos tambin nosotros con Jess y como Jess de este mundo al Padre (Jn 13, 1). En efecto, como afirma san Ireneo de Lyon, los que han recibido y tienen el Espritu de Dios son llevados al Verbo, es decir, al Hijo, y el Hijo los acoge y los presenta al Padre, y el Padre les da la incorruptibilidad (Demonstr. Ap., 7).

Quintus Curtius Rufus. Historiador romano, siglo I.

Santa Teresa de vila, Doctora de la Iglesia, siglo XVI.

La palabra griega kairs, traducida como momento oportuno, se usa en el Nuevo Testamento para denotar eventos claves. Cf. Mt. 13, 30; Mc. 11,13;13, 33; Rom. 5, 6; I Tim. 2, 6; Efe. 1,10

No se trata de una mirada complaciente o egosta, tampoco de una reflexin vaga sin fundamento en el acontecer. Por eso el punto de referencia no es una especulacin sobre lo que soy, menos an una teora sobre lo que Dios es. Es, por el contrario, una confrontacin (frente a frente) con las obras de Dios, ellas me interpelan.

Lc. 1, 38.

Pe. 5, 5.

Salmo 39 (40), 7-10. Entonces dije: "Aqu estoy. En el libro de la Ley est escrito lo que tengo que hacer: yo amo, Dios mo, tu voluntad, y tu ley est en mi corazn". Proclam gozosamente tu justicia en la gran asamblea; no, no mantuve cerrados mis labios, t lo sabes, Seor.

Dentro del contexto de este retiro espiritual, la expresin Palabra de Dios debe ser entendida de manera amplia. Es decir, tanto como aquella palabra divinamente inspirada y contenida en los libros cannicos (Sagradas Escrituras), como las enseanzas que con autoridad divina nos transmite la Iglesia (Tradicin y Magisterio).

Rom. 12, 2.

Sal. 118, 129.

Rom. 1, 16.

Rom. 6, 21-22.

Mc. 1, 15

La Cuaresma es tanto un camino (manera establecida de seguir) como una invitacin a una renovacin interior y, por lo tanto, a descubrir con espontaneidad nuevas maneras de prepararse a la celebracin de la Pascua. Es decir, la preparacin personal no se agota en el cumplimiento de ciertas prcticas ascticas de gran provecho espiritual consagradas por la tradicin de la Iglesia.

Todos los fieles, cada uno a su modo, estn obligados por ley divina a hacer penitencia; sin embargo, para que todos se unan en alguna prctica comn de penitencia, se han fijado unos das penitenciales, en los que se dediquen los fieles de manera especial a la oracin, realicen obras de piedad y de caridad y se nieguen a s mismos, cumpliendo con mayor fidelidad sus propias obligaciones y, sobre todo, observando el ayuno y la abstinencia. En la Iglesia universal, son das y tiempos penitenciales todos los viernes del ao y el tiempo de cuaresma. Todos los viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne; ayuno y abstinencia se guardarn el mircoles de Ceniza y el Viernes Santo. La ley de la abstinencia obliga a los que han cumplido 14 aos; la del ayuno, a todos los mayores de edad (18 aos) hasta que hayan cumplido 59 aos. El ayuno y la abstinencia, pueden ser sustituidos en todo o en parte por otras formas de penitencia, sobre todo por obras de caridad y prcticas de piedad. Tanto el Obispo como el Prroco tienen la facultad de dispensar de la norma. Las conferencias episcopales pueden dictar normas al respecto.

As como sucede en los movimientos mecnicos, sin ninguna connotacin moral, en donde se aprecian dos fuerzas llamadas centrpeta (que empuja hacia el centro) y centrfuga (que empuja lejos del centro), as tambin observamos dos movimientos en el comportamiento del hombre, uno que lo hace ir hacia el centro (real) de su existencia, el amor, y otro que lo aleja de su centro (real), el pecado, para ir en bsqueda de un bien aparente. La diferencia radica en que nos alejamos sabiendo que aquello contradice nuestra naturaleza humana. La fuerza centrfuga del pecado destruye o desfigura la comunin del gnero humano. La pascua de Cristo, movimiento de la vida y del amor que subsiste desde siempre en la Trinidad, viene a imprimir una fuerza contraria que nos congrega en un solo cuerpo.

El laico, en su realidad histrica, por su incorporacin a Cristo, est llamado, ante todo, a santificarse y santificar al mundo. De ah la necesidad de una fuerte espiritualidad laical y de comunin que le ayude, individual y comunitariamente, a encarnar el Evangelio en la vida diaria, y de una formacin integral desde la fe, para poder vivir coherentemente su compromiso cristiano en el mundo (Conc. Plen. Vzla. Doc. N. 7. El Laico Catlico, Fermento del Reino de Dios en Venezuela, 5)

Los laicos van descubriendo poco a poco su verdadero sentido de ser Iglesia, no slo de pertenecer a ella; quieren, de esta manera, transmitirlo a los dems y, as, ser reconocidos por sus Pastores. El laico asume, cada vez ms, que es sujeto y no slo objeto de la evangelizacin. Y esto, a pesar de que en nuestra prctica eclesial -aun reconociendo a la Iglesia como Pueblo de Dios- ha predominado, como paradigma implcito, el modelo de Iglesia institucin, en el que la jerarqua es concebida como exclusivo sujeto evangelizador y los laicos como colaboradores o destinatarios de la accin pastoral. Esta concepcin, lentamente se va transformando.(Ibid. 17)

Hay, sin embargo, un gran nmero de laicos que an no saben el verdadero significado de su Bautismo, as como muchos otros -y esto en manera creciente- que, aun sabindose cristianos, viven con indiferencia religiosa, incoherencia, sincretismo o estn alejados de Dios y de la Iglesia.

Al laico, en general, le falta conciencia de la propia insercin en la comunidad eclesial: parroquial, diocesana, nacional, latinoamericana y universal. El laico venezolano, a menudo, se reconoce como bautizado, pero no como Iglesia. No hay vivencia de la dimensin catlica de su Cristianismo. (Ibid. 19 y 20)

A pesar de todo lo anterior, hay fuertes sombras en el camino de santidad de los bautizados. Con frecuencia se ve una fuerte incoherencia entre la fe y la vida de muchos laicos. Falta autenticidad. En la mayora de ellos se vive la piedad pero sin la vivencia de una espiritualidad laical que les haga actuar como hijos de Dios. A veces, en la vida personal y comunitaria, falta el verdadero sentido de la cruz y de la resurreccin, y una vivencia alegre de la fe. Los valores del Evangelio no han impregnado suficientemente la vida del cristiano, lo que ha llevado a la prdida del sentido del pecado, individual y social, al relativismo tico y moral y a una conciencia deformada.

Algunos laicos adoptan modelos de santidad correspondientes a la vida sacerdotal o religiosa y no conforme a su particular vocacin.

Son pocas las familias que, basadas en la vivencia del sacramento-matrimonio, se constituyen en Iglesias domsticas, donde la fe es compartida entre sus miembros y con otras familias.

Hay proliferacin de las sectas y una gran diversidad de ofertas pseudo-religiosas: ofrecimientos de la llamada "Nueva Era", las supersticiones, la astrologa, la santera, la brujera, entre otras, que crean confusin e influyen negativamente en la vida religiosa de muchos venezolanos. (Ibid. 25 y 28)

Juan Pablo II, Exhortacin Apostlico Post-sinodal Christifideli Laici (1988), sobre vocacin y misin de los laicos en la Iglesia y en el mundo. N 16.

Juan Pablo II, Carta Apostlica Novum Milenium Ineunte (2001)