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Una Experiencia Sobrenatural El verano llegaba inexorablemente y los fuertes calores empezaban a sentirse. El gigantesco árbol cercano a la casa de Las Ilusiones estaba invadido por oropéndolas, en la afanosa tarea de construir sus nidos. Isabelita se deleitaba observando a las aves volar a distinto puntos de la selva, y luego regresar con briznas de paja para la construcción de sus colgantes hogares. Dos semanas más tarde muchos nidos estarían terminados y se verían a los animalitos entrar por la parte de arriba, dejando momentáneamente afuera algunas de sus plumas amarillas. En marzo llegaron noticias que Manuel vendría de Méjico, en donde había permanecido y recibiera la infausta notica del fallecimiento de su primo Camilo. El motivo de su regreso era para enterarse de los pormenores del asesinato, porque tenía en mente buscar a Ramiro y hacerle pagar su delito. Augusto hizo viaje a Cobán, en dónde haría algunas compras; pero más que nada, lo que pretendía era hablar con su primo Manuel, quién supuestamente arribaría esa semana. El miércoles por la tarde llegó al pueblo, venía montado en la Pantera, entró en la caballeriza de la casa de su madre, y después de desensillar fue directamente a la cocina, en dónde suponía estaría su progenitora. Al no encontrarla ahí fue a la sala, y antes de llegar oyó rumor de voces, reconociendo la de su primo Manuel, que platicaba con la anciana. Después de saludarse y hablar de asuntos familiares, doña Joaquina se disculpó y salió de la sala, dejando solo a los primos. Bueno, ¿qué crees de lo pasado con Camilo?---preguntó Manuel. ¡Te puedes imaginar! Pienso que si yo hubiera estado con él, todo habría sido diferente. Me recrimino por no haber insistido en acompañarlo; pero ya nada se puede hacer al respecto. Sí. Fue una verdadera desgracia. Cuándo supe la noticia pasé por momentos muy amargos y tristes, y a la vez sentí mucho coraje. ¿Cómo es posible que hombres de la calaña de Ramiro anden por allí sueltos?

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Una Experiencia Sobrenatural El verano llegaba inexorablemente y los fuertes calores empezaban a sentirse. El gigantesco rbol cercano a la casa de Las Ilusiones estaba invadido por oropndolas, en la afanosa tarea de construir sus nidos. Isabelita se deleitaba observando a las aves volar a distinto puntos de la selva, y luego regresar con briznas de paja para la construccin de sus colgantes hogares. Dos semanas ms tarde muchos nidos estaran terminados y se veran a los animalitos entrar por la parte de arriba, dejando momentneamente afuera algunas de sus plumas amarillas.

En marzo llegaron noticias que Manuel vendra de Mjico, en donde haba permanecido y recibiera la infausta notica del fallecimiento de su primo Camilo. El motivo de su regreso era para enterarse de los pormenores del asesinato, porque tena en mente buscar a Ramiro y hacerle pagar su delito.

Augusto hizo viaje a Cobn, en dnde hara algunas compras; pero ms que nada, lo que pretenda era hablar con su primo Manuel, quin supuestamente arribara esa semana.

El mircoles por la tarde lleg al pueblo, vena montado en la Pantera, entr en la caballeriza de la casa de su madre, y despus de desensillar fue directamente a la cocina, en dnde supona estara su progenitora. Al no encontrarla ah fue a la sala, y antes de llegar oy rumor de voces, reconociendo la de su primo Manuel, que platicaba con la anciana.

Despus de saludarse y hablar de asuntos familiares, doa Joaquina se disculp y sali de la sala, dejando solo a los primos.

Bueno, qu crees de lo pasado con Camilo?---pregunt Manuel.

Te puedes imaginar! Pienso que si yo hubiera estado con l, todo habra sido diferente. Me recrimino por no haber insistido en acompaarlo; pero ya nada se puede hacer al respecto.

S. Fue una verdadera desgracia. Cundo supe la noticia pas por momentos muy amargos y tristes, y a la vez sent mucho coraje. Cmo es posible que hombres de la calaa de Ramiro anden por all sueltos?

Entonces, comprendes mi dolor. Hice hasta lo imposible por rescatar el cuerpo de mi hermano de las aguas del ro, pero estaba crecido, y adems, supe la noticia muy tarde.

Platicaron largo rato de la muerte de Camilo. Trataban de ubicar el lugar en dnde Ramiro podra estar escondindose de la justicia guatemalteca, pero saba qu el territorio del vecino pas mejicano era muy extenso y que dar con l, sera como Encontrar una agua en el pajar.

Sabes, primo? Tu madre trataba de convencerme para dejar las cosas tal como estn, y desistir de pensar en buscar a ese mal hombre. Dice que ya no quiere ms tragedias en la familia.

Y qu piensas t al respecto?

Bueno, por un lado creo que tiene razn. S que es mejor dejarle las cosas a Dios; pero an as, muy dentro de mi corazn, tengo un tremendo dolor que me hace pensar de otra forma. T me comprendes Verdad?.

Cmo no iba hacerlo. Yo mismo no he podido quitarme ese dolor de encima.

La pltica fue interrumpida por la presencia de doa Joaquina, quin vino a invitarlos a pasar a la mesa. La cena estaba servida. Mientras comieron, nadie volvi a tocar el tema de la muerte de Camilo.

Un nuevo amanecer lleg. El agua ya no caa como el da anterior; al contrario, el sol empezaba a irradiar su calor sobre el pueblo con casas de paredes blancas y techos de tejas de barro.

Augusto hizo sus compras, acompaado de su primo Meme, quin aprovech la oportunidad para platicarle de sus planes. Le acompaara a Las Ilusiones, pasara una sema con el y su familia, y luego partira rumbo a Mjico, en dnde tratara de localizar a Ramiro. Navegara por el ro, y seguira el mismo trayecto qu el asesino haba recorrido, por lo menos lo intentara porque saba que se encontrara con muchsimos otros caminos.

Lstima que yo no pueda acompaarte, le dijo Augusto.

Eso no debe preocuparte. Estoy acostumbrado a viajar solo, y adems t tienes que velar por tu familia.

Gracias por comprenderlo, primo. Sin embargo, podr encaminarte un buen trecho y conseguir qu mis amigos del ro te presten la ayuda que puedas necesitar.

Bueno, en estos lugares es mejor ser amigo de todos, para qu todos lo sean de uno, No te parece?

As platicaban los primos mientras hacan compras. Meme tambin adquiri algunos artculos, sabiendo que su viaje, adems de ser largo, sera una aventura peligrosa, no slo por las grandes distancias que recorrera, sino tambin por el objetivo del mismo.

Despus de proponer el viaje dos das como consecuencia de una fuerte tormenta, los primos por fin salieron montados en mulas, las mejores cabalgaduras para esa clase de caminos. La madre de Augusto y ta de meme, les ech la bendicin antes de partir. Los cascos de las bestias se hundan en el lodo. Unos perros ladraban corriendo tras ellos, pero la Pantera encaj tremenda patada a uno que se acerc demasiado, y todos optaron por retirarse.

Pasados cinco das de camino, poniendo en cuenta los qu pasaron de visita en casa de amigos y parientes, los primos fueron recibidos por Mara, Isabelita y los sirvientes de Las Ilusiones. Arribaron a la playa frente a la casa, trayendo una Icotea enyemada, que Lu se encarg de matar y sacar la carne del caparazn, mientras tanto, Mara preparaba lo necesario para cocinar una sopa de tortuga; otro de los platos favoritos de Augusto y su primo Meme, quin no la probaba desde haca mucho tiempo.

Despus de un rato de descanso en sendas hamacas, los primos fueron llamados a desajustar la sopa de tortuga.

Esto merece que probemos un vinito que guard desde que vino por primera vez a lo que hoy es Las Ilusiones, dijo Augusto, retirndose a determinado lugar, en dnde haba colocado la botella que su hermano le agregara a su bastimento, cundo pas por la finca en dnde ste an trabajaba; siendo ahora administrador y no planillero, como en aquel entonces.

Empezaron a fluir en la mente de Augusto recuerdos de aquel pasado: Tactic, encajado entre boscosas serranas, sus duraznos, el fro, la espesa neblina y su fina llovizna; Cobn, con sus clarineros y zanates; La Legua, con sus orqudeas y el quetzal revoloteando frente a su hombre; la cueva del almuerzo, con sus ennegrecidas piedras; la historia del Tronchado, narrada a mi sobrinito; la barba amarilla, que estuvo a punto de morderme; la montaa, con sus plagas; las jagillas Augusto tom la botella y regres a dnde su familia lo esperaba. No haba tardado tanto, sin embargo, su mente se haba transportado rpidamente a un lejano pasado. Y an seguan viniendo a su memoria otros recuerdos que tocaban peligrosamente las ms sensibles fibras de sus sentimientos: La Muerte de mi hija Lucrecia, con todo el dolor que sufr, junto con mi familia; recientemente la muerte de mi hermano Camilo, y mi lucha por, al menos, recuperar su cuerpo. Qu ms me vendr? No, seor! Ya no quiero ms penas en mi familia. No estoy renegando, slo te pido misericordia, ho, Dios mo.

Cundo Augusto volvi de su pasado, se encontraba frente a su familia, quienes lo vean extraados.

Te sientes mal, cario? Pregunt Mara, con dulzura.

NO. Solamente pensaba en el pasado. Las Ilusiones y otras cosas, dijo para no apenar a su esposa.

Bueno, primo, no pongas esa cara. Acaso no te da gusto tenerme nuevamente aqu? Destapa esa bendita botella que me muero de ganas de saborear su contenido!, dijo Meme, mientras se levantaba de su silla y se encaminaba hasta la repisa de los vasos. Mara se dirigi a la cocina para servir las tazas de sopa de tortuga.

Al da siguiente los primos se dedicaron a distintas actividades, y Augusto le confi a Meme las cosas extraas que le estaban sucediendo, y que todava nadie saba.

Te juro que no son sueos, le deca. Estoy completamente seguro de que estaba despierto, y que fue la voz de mi padre la qu escuch. Cremelo. Si quieres probamos est noche, pero no quiero que Mara se entere todava.

No creas que desconfo de tu regalo. Lo que pasa es qu me tienes muy sorprendido. Recuerdo que nuestros padres y otras personas se reuna y platicaban de estas cosas. Yo entonces, al igual que t, era muy pequeo, record Meme.

S+i, tambin lo recuerdo. Nos mandaban a jugar lejos de donde ellos hacan sus sesiones.

Ahora deberemos hacer lo mismo nosotros. No te parece?

Eso indica que ests de acuerdo en que probemos. As que est noche tendremos una sesin en la troja! Dijo Augusto, con entusiasmo

Puedes decirle a tu mujer que haremos planes para el asunto que me lleva a Mjico.

Despus de la cena, y la consabida pltica de sobremesa, los primos se dirigieron a la troja, en dnde arreglaron el lugar para tratar de entablar una comunicacin con los espritus; porque de eso se trataba la conversacin que ambos haban sostenido, de comunicarse con seres del ms all.

En un rincn de la troja colocaron una pequea mesa y dos sillas. En medio de la mesa, una candela de arrayn iluminada en forma tenue y titilante el ambiente. Detrs de la silla qu correspondi a Augusto, haba unas fanegas de maz.

Bueno, Meme, lo nico que tienes que hacer es tratar de concentrarte. Lo logrars relativamente fcil, poniendo las palmas de tus manos sobre la mesa, sin hacer presin. Tienes que orar en silencio y con mucha fe, invocando la presencia de un espritu bueno, instruy Augusto a su primo, con palabras suaves y con un tono muy formal y misterioso.

Despus de dar instrucciones, Augusto estaba a punto de cerrar los ojos para lograr una mejor concentracin, y se dio cuente que su primo tena los suyos muy abiertos, desorbitados, y estaba plido, dirigiendo la mirada a un punto arriba de su cabeza.

Qu te sucede? Pregunto Augusto en un susurro.

Arrmate despacio para ac, respondi Meme, tambin en un susurro que apenas se escuch, y empez a mover la mesa para retirarla de su primo.

Augusto hizo como Meme le dijera, y cundo se haba movido casi un metro, Meme seal con la mano el punto qu en ningn momento haba dejado de observar. Lentamente se volvi para ver a sus espaldas, y entonces comprendi lo qu estaba pasando.

Sobre las mazorcas de maz, una enorme mazacuate se estaba deslizando, exactamente a la altura de su cabeza y sac la lengua varias veces con gran rapidez.

Mientras meme buscaba algo para matarla, Augusto, rindose, se acerc a la culebra, y dijo el primo:

No temas, no es peligrosa; es el gato de la troja. Y dirigindose al reptil, dijo: Ven, gatito, ven, y cogindola de la cabeza con suavidad, pero con firmeza, la llev a otro lado de la troja.

Menudo susto me han dado t y tu famoso gato! Exclam Meme.

Disculpa, pero tenamos tanto de que hablar, qu se me olvid contarte de mi ltima adquisicin. La tengo desde hace seis meses, y desde entonces, no hay culebra o rata que moleste en la troja.

En ese caso te disculpo, pues se puede estar ms tranquilo sabiendo que hay quin ahuyenta a las barba amarillas, dijo meme, con ms calma.

Crees que puedes concentrarte despus del susto? Brome Augusto.

Seguro que s, y pedir que se me pase..contest meme, rindose.

Bueno. Entonces manos a la obra.

Empezaron de nuevo los preparativos para comunicarse con los muertos. Hicieron todo como al principio, pero est vez fue Augusto quin empez a ponerse plido.

Los grillos, sapos y ranas cantaban por doquier. Un tecolote dej escuchar su ronco silbido, pero Augusto y meme quizs no lo escucharon, y tal vez ni se dieron cuenta cundo la candela de arrayn haba estado a punto de apagarse. Posiblemente tampoco sintieron el escalofro que sacudi sus cuerpos, cundo esa extraa rfaga de viento penetr la troja.

Tal era el grado de concentracin lograda por los dos hombres, que no perciban nada de lo que suceda a su alrededor.

Augusto empez a hablar; sus labios se mova, pero no se escuchaba su voz, sino una voz extraa de ultratumba o del ms all:

Por el momento no me es posible dar mi nombre, queridos hermanos, dijo la voz del espritu, pero traigo un mensaje para ti, Manuel. Tienes un dolor tremendo en tu corazn y t alma, que no te deja estar en paz. Debes desistir de tus propsitos, quin a hierro mata a hierro muere. Deja al Altsimo hacerse cargo con su justicia de quin provoc la muerte fsica de Camilo. Lograras ms si rezaras por el asesino. Camilo estar tranquilo y en paz cundo no haya sed de venganza en el corazn de sus seres queridos. La paz del Creador quede con ustedes, queridos hermanos, concluy la voz del ms all, salida de la boca de Augusto.

Meme logr memorizar de principio al fin el mensaje dado por el espritu del ms all, y ahora estaba observando cmo su primo volva a su estado normal.

Cundo salieron de la troja, sintieron en sus rostros la tibia brisa de la clida regin; tambin escucharon el canto de los grillos, ranas y sapos, as como el murmullo de las aguas del Ro Negro.

Realmente estoy maravillado, expres Meme. No se como lo haces, ni tampoco cmo te enteraste de mis verdaderas intenciones. Sin embargo, he comprobado personalmente que de alguna manera las conocas. No quise alarmarte, por eso no quise decirte exactamente mis planes para con Ramiro

Bueno, yo estaba enterado de tu deseo de contribuir para la realizacin de la justicia respecto al asesinato de mi hermano; pero, por lo que veo, ms parece que estabas dispuesto a hacerla por tu propia mano. No es as? Habl Augusto preguntando por sus intenciones al primo.

Efectivamente. Ese hombre anda suelto, no obstante tener en su cuenta varios asesinatos. La justicia del hombre no ha podido hacerlo pagar por sus crmenes. Entonces, yo pensaba hacer mi propia justica, pero despus de lo odo esta noche, debo reordenar mis pensamientos y sentimientos.

Estoy contento de orte hablar as. Ms vale djar a Dios las cosas como estn, porqu l, con su poder y sabidura, pero sobre todo con su justicia divina, da a cada quin lo que se merece.

No sabes cunto me alegra haber venido a Las Ilusiones, pues aqu encontr la forma de ver la situacin desde otro punto de vista. Mi corazn empieza a tener conformidad y aceptacin de los designios del Dios todo poderoso.

Augusto tambin estaba dolido y le estaba costando aceptar las cosas que haban sucedido en su familia, incluyendo la muerte de su hermano, pero ahora tambin algo empezaba a confortar su alma. Senta como si poco a poco se alivianaba el peso de ese dolor.

Entraron en la casa y bebieron caf mientras platicaban de diferentes temas. Ya era tarde y decidieron ir a sus respectivas habitaciones a tratar de dormir. Augusto no poda conciliar el sueo. Se senta extraamente feliz y aquellas oscuras y espesas nubes que venan opacando su vida, por fin comenzaban a desvanecerse. Era como si un clido y reconfortante viento las desalojara, para dejarle ver la claridad brillante de un mejor futuro.

Meme tampoco poda dormir. Estaba arrepentido de haber pensado arreglar las cosas de la manera que haba planeado. Largo rato, recostado en su cama, estuvo pidiendo a Dios perdn por haber querido hacer justicia por su propia cuenta. Por fin una paz sabrosa inund su alma, y se qued profundamente dormido.

Un nuevo amanecer lleg, y desde temprano se adivinaba un hermoso da, el cielo estaba vestido de azul, sin tachn de nube. El nuevo despertar era amenizado por el canto de las aves, las cules lucan sus plumajes de variados y lindos colores. Un suave viento meca los grandes rboles, entremezclando su rumor con el del Ro Negro qu, como msica de ensueo, engalanaban el escenario del selvtico paisaje.

Nadie se qued durmiendo tarde; todos estaban ya de pie, contentos de tener un husped como Meme. Augusto dijo que despus del desayuno se prepararan para ir a la playa, la cul para entonces Luca amplia, y su arena blanca y fina atraa a quienes les gustaba gozar un da a orillas del refrescante ro.

No hagas nada de comida aqu, dijo Augusto a su esposa. Todo lo haremos all en la playa.

De todas formas llevar unos cuantos huevos recocidos, por si alguien tiene hambre.

Como quieras. Yo ir a preparar los anzuelos, dijo mientras llamaba a Meme para que lo ayudara.

Mara vio a su esposo hablar con su primo en secreto, pero no le dio importancia, porque tarde o temprano le comunicara lo que fuera; ya antes haba pasado as. Augusto a veces planeaba algo, pero no se lo comunicaba hasta estar seguro de realmente quererlo hacer o no.

Meme preguntaba a Augusto si Mara ya estaba enterada, d elo de sus comunicaciones con los espritus del ms all.

An no se lo he dicho, pero posiblemente lo que haga hoy. Sin embargo pienso que ella se lo imagina, contest.

Y Cmo crees que lo tomar?

Realmente no s. Su familia nunca ha estado de acuerdo, con la prctica. Dicen que podran ser cosas del diablo.

Efectivamente. Mara se imaginaba que algo de eso estaba sucediendo, pero como no estaba segura, esperara pacientemente ser informada por su propio esposo. Confiaba totalmente en su compaero de vida, porqu adems de estar segura tomara una decisin importante sin antes hacrselo saber y pedirle su opinin al respecto.

Desayunaron mientras platicaban de pesca y cacera. Pronto estaran listos para abordar la Batzul Nimh, y partira a gozar la frescura de las aguas, y un almuerzo del producto de lo que pescaran. Estaban emocionados y felices! Las visitar de familiares y amigos no eran muy frecuentes en Las Ilusiones.

Lleg el momento de salir. Isabelita estaba muy contenta. Le encantaba nadar, hacer castillos de arena y recoger piedrecillas de distintas formas y colores para su coleccin

Llegaron a la playa. En verdad estaba muy bonita y confortable. Augusto, Meme y Lu construyeron una champa con hojas de palmeras bajo del ro, unos animalitos que estaban usando de carnada, y stos eran muy apetecibles a los peces. Pronto empezaron a sacar mojarras, tan guayacas y Jaulones!.

En la corriente de las aguas se vean cuya males, peje marranos, machacas y tepemechines, y en la superficie del remanso algunos peje lagartos nadaban en busca de alimento. De vez en cundo saltaba fuera del agua algn enorme taca zonte. En el tronco de un rbol cado en el ro, se asoleaban las canjichas e coteas, y en las ramas de los rboles, las iguanas y garrobos tambin disfrutaban de los rayos del sol. Patos salvajes, tucanes, garzas blancas y morenas, as como pajuiles, volaban o posaban en las ramas de los arbustos y rboles de la orilla.

Lu limpi el primer producto de la pesca, y Mara preparaba un caldo como a su esposo le gustaba. Los hombres seguan pescando, pero pronto decidieron refrescarse en las entonces cristalinas aguas de ro. Isabelita los acompaaba. Gozaba nadar estando cerca de su padre, quin cuidaba de ella con mucho esmero y amor.

Lleg la hora de almorzar. Pronto degustaban el caldo preparado por Mara. Platicaron mientras saboreaban el almuerzo y Meme les comunic que en dos das partira para Mjico.

He gozado estos das de estancia en Las Ilusiones, compartiendo con todos ustedes, les dijo, pero debo seguir mi viaje haca Mjico, en dnde arreglar ciertos negocios. Sin embargo, quiero que sepan que ya no har el viaje como haba planeado y comentado contigo. Augusto, sino seguir la ruta normal.

La noticia alegr a Augusto, quin estaba preocupado por su primo. Ya no quera ms sucesos trgicos en la familia.

Me alegra tu decisin, primo dijo. Ms vale lo viejo conocido que lo nuevo por conocer agreg, refirindose a la ruta a seguir en su viaje.

Despus del almuerzo, Isabelita, acompaada de Lu, fue a buscar piedrecillas para su coleccin, y augusto aprovech el momento para decirle a Mara lo de las comunicaciones con los espritus del ms all.

Yo no estoy segura de que hacer eso sea correcto Manifest Mara, pero eso es asunto tuyo. Solamente te pido no involucrarme. Tengo miedo de estar contra la voluntad de Dios. Disclpame, pero t sabes cmo fui educada.

Augusto sufri una desilusin, porque crey que su esposa lo apoyara. Sin embargo, respetaba su opinin y decisin, y no intentara convencerla.

No te preocupes, mi amor, dijo Augusto, siempre he respetado tus opiniones, y ahora no ser distinto.

Meme intervino en la conversacin, hablando de otras cosas. No deseaba opacar los momentos felices de su vida, despus de empezar a ver los sucesos desde otro punto de vista. Disfrutaba una nueva paz que inundaba su ser, y deseaba sentirse as por el resto de su vida.

Dos horas ms tarde, todos regresaron a casa muy contentos del da de playa. Meme preparara viaje por el ro hacia Mjico; pero ya no iba dispuesto a hacer justicia por su propia mano.

Augusto tambin haba logrado arrancar de su corazn ese sentimiento de rabia, impotencia e infelicidad. Ahora se senta mucho ms liviano y tranquilizado, con una verdadera paz y conformidad en su espritu.

Un viaje obligado por la VIDA

Los dos primos y maPablo salieron ro abajo, hasta dnde encontrara una canoa que llevara a Meme a Mjico. El recorrido lo hicieron sin inconvenientes, pero trajo a la memoria de Augusto los recuerdos de la muerte de su hermano. Sin embargo, en est ocasin, ya no sinti la rabia y desesperacin de aquel entonces, cundo se vo totalmente impotente ante tan tremenda situacin, en la cul nada pudo hacer para remediar su dolor y el de su familia.

Meme quiso saber en dnde haba sido la trgica muerte de su primo, en incluso por dnde haba huido el asesino, pero ya con la decisin firme de dejar en manos de Dios la justicia de su muerte. Tal era el grado de limpieza de su corazn, que hasta empez a sentir lstima por Ramiro, quin quizs nunca jams volvera a ver sus seres queridos.

Cinco das dur el viaje de Augusto y maPablo, ida y vuelta, por el ro. Mara estuvo preocupada y triste durante ese tiempo porque no se senta bien de salud. No haba querido comentarlo a su esposo durante la estancia de Meme en Las Ilusiones, porque no quiso restar la alegra de la familia por la visita del primo; pero algo grave la estaba afectando, y rogaba al Seor de la Buena Esperanza no empeorar. Cundo su esposo regres, se sinti muy feliz y esperanzada. Saba que su marido hara lo necesario para ayudarla en todo sentido. Ella no estaba enterada, pero adems de su enfermedad, tambin esperaba un beb, y desafortunadamente, esto agravaba la situacin porque su problema era en el bajo vientre.

Pasaron los das, las semanas y los meses; pronto el invierno lleg, el ro empez a subir el nivel y los caminos estaban tornndose lodosos. Con la lluvia, tambin vinieron penas y preocupaciones a casa de Augusto porque Mara empez a sentirse otra vez mal, y aquel sentimiento de alegra por la espera de un nuevo beb, se disip.

Augusto decidi no esperar ms para trasladarla a Cobn. As que contrat a cuatro hombres para transportarla en camilla, la cul construyeron ellos mismos. El viaje sera duro y cansado, pero no quedaba otra solucin, y cunto antes salieran, mejor.

La Batzul Nimh fue acondicionada con un toldo de manta ahulada, para evitar que Mara e Isabelita se mojaran con esa lluvia intensa y continua.

Isabelita se despeda de sus mascotas. Dio de comer al pichn de guacamaya, a los dos loros, los cules ya saban decir su nombre, y a una periquita que acababa de adquirir. Despus pas por dnde estaba el coche de monte, y por ltimo abraz a los perros. Y despus se qued contemplando el gran rbol en dnde anidaban los oropndolas; la tupida jungla y el serpentear del majestuoso Ro Negro. Tal pareca que quera grabarse, muy indeleblemente, en la memoria cada rincn del hermoso lugar, como si supiera o presintiera que nunca ms lo volvera a ver.

Hijita, debemos irnos le dijo su padre. Ya todos estamos listos. Vete a lado de tu madre, para que la cuides concluy.

S, papito. Yo la cuidar bien dijo la nia, encaminndose a donde estaban los dems.

Abordaron la canoa, en dnde Augusto ya haba acomodado cuidadosamente a Mara, quin se quejaba por el fuerte dolor en el vientre. Su embarazo deba tener aproximadamente siete meses, y los trabajos de parto podran empezar de un momento a otro. Augusto estaba preocupado, porque por el estado de salud de la madre, el mal tiempo y el ambiente en donde se desarrollara el alumbramiento, su esposa e hijo corra grave peligro.

Augusto iba gobernando la canoa. Uno de los hombres tambin remaba y la fuerte corriente del ro los ayudaba a avanzar con rapidez. Isabelita, tal como le haba indicado su padre, iba acurrucada al lado de su madre, quietecita, consolndola, con caricias y palabras dulces de nia.

Pronto llegara a casa de maPablo, entonces me pesara la parte dura. Los caminos estaba lodosos y sera dificultoso avanzar; especialmente porque deban tener sumo cuidado en el transporte de Mara, pero adems porque Isabelita, por su corta edad, deba ser ayudada si queran apresurarse.

Mara, en medio de su dolor, debilidad y desesperacin, oraba a Dios y al Seor de la Buena Esperanza, cuyo cuadro traa consigo envuelto en una pequea manta ahulada y resguardado como ella e Isabelita, bajo el toldo instalado en la canoa.

En sus rezos no peda solamente por ella y ese nuevo ser en sus entraas, sino tambin por Augusto, Isabelita y los hombres contratados para ayudar a transportarla. Saba que pronto empezaran una dura tarea caminando hasta la poblacin, la cual igualmente sera una fuerte prueba para ella. No estaba segura de aguantar ese largo viaje, y rogaba a Dios le proporcionara paciencia y conformidad a su familia, en el caso de fallecer. Por favor, Dios mo, agregaba, te ruego que est cadena de penas y desgracias por fin se rompa.

Atracaron en la orilla del ro frente a casa de maPablo.

Tan slo sacar a Mara de la canoa y llevarla a la casa de los Sagi, la cual quedaba en alto, fue una pequea muestra del fuerte trabajo a realizar, caminando hasta Cobn; pero el esposo estaba decidido a hacer hasta lo imposible para que un mdico le atendiera.

Augusto no quiso perder tiempo. Despus de cerciorarse que la camilla estaba segura, y su esposa cubierta para protegerla de la lluvia, empez a caminar, encabezando a la pequea caravana. Isabelita en est ocasin deba viajar por sus propios medios, pero uno de los hombres llevaba un cacaste, el cul servira para transportarla cundo las fuerzas le faltaran, o el lodo lo imposibilitara seguir caminando. Traa puesta su cpita de manta ahulada y se apoyaba en un bastn de giscoyol, preparado por su padre para esta ocasin. No quera despegarse de su madre, y aunque no pronunciaba palabra alguna, en su mente vena clamando el Todopoderoso por la salud de su progenitora.

La lluvia segua cayendo a torrentes, y el horizonte se vea gris oscuro, presagio de una larga temporada de tormenta. Relmpagos y truenos acompaaban a los caminantes, pero la borrasca que se desarrollaba en la mente de Augusto era mayor. Recordaba el da cundo regresaba con Lucrecia en brazos, mejor dicho, con el cuerpo inerte de su querida hija. No quera pasar por algo igual ahora! Por eso peda con todas sus fuerzas a Dios su ayuda: Dios Mo! Cuntas pruebas ms he de soportar? Si he hecho algo malo, ilumname para reconocer mis errores y pecados, y corregirlos, y hacer slo t voluntad pero, por favor, Seor Todopoderoso, que Mara se cure. Seor, t puedes hacer hasta lo imposible, eres el Creador del Universo, permteles a mis espritus protectores que me ayuden en este mal momento de mi vida. Tienes mi alma y mi familia en tus manos. Dejo en tu benevolencia todo, y humildemente te digo que nada puedo hacer por mi cuenta.

El medioda lleg. La caravana no se detena si no era para prodigarle cuidados y atenciones a la enferma. La nia dio muestras de cansancio, entonces su padre orden detenerse por un momento para descansar y comer algunos alimentos. Adems se organizaron nuevos turnos, incluyendo el de llevar en el cacaste a Isabelita, quin quera seguir caminando a pesar de su agotamiento; pero era obvio que difcilmente lo lograra, sin retrasar la caminata.

Augusto no prob bocado, nicamente bebi un poco de agua. Se mantuvo a lado de Mara, a quin dio de tomar una medicina para calmar su dolor y contrarrestar la fiebre. Tambin le dio de beber un remedio casero preparado de antemano, el cul resbalaba por la comisura de sus labios. De vez en cuando la enferma abra los ojos, y levemente mova la boca semblante era triste, y en l se reflejaba dolor y cansancio. Ella presenta la muerte rondar muy cerca, y que en cualquier momento y lugar sta la tomara de la mano, y sera el momento de dejar para siempre a sus seres queridos. Por eso, aunque con mucho esfuerzo, tratando de coordinar sus pensamientos, segua rogando a Dios por ellos, porque algo le deca que Isabelita sufrira demasiado en el futuro. Dios mo deca, yo s que el momento viene rpido. Entonces, Por qu no ya, de una vez? El dolor llegar pronto, pero el alivio vendr igual

Reemprendieron la marcha despus del breve descanso. Los cuatro hombres contratados por Augusto eran fuetes y saludables, acostumbrados a caminar largas jornadas cargando a sus espaldas pesadas cargas; pero est vez los caminos estaban malsimos, dificultando el avance en los lodazales dejados por las lluvias. A veces caminaron con el agua hasta la cintura, porque los ros y quebradas se haban salido de sus cauces. Sin embargo, los valientes hombres no protestaban; al contrario, apoyaban al dolido padre y esposo a seguir la marcha.

Cuando llegaron a una de las quebradas, la ms grande por cruzar, Augusto tuvo una no grata sorpresa. Estaba que reventaba de agua! Est quebrada permaneca la mayor parte del tiempo seca, pero cundo llova demasiado, y el agua empezaba a bajar de las serranas, su caudalosa corriente era tal que, como ahora, arrastraba ramas desgajadas por los fuertes vientos, rboles enteros y hasta grandes piedras, hacindose imposible cruzarla. Se vence un Obstculo Augusto recorri la orilla de la quebrada de arriba abajo y de abajo arriba, con desesperacin y angustia, buscando la forma de solucionar est situacin para no entorpecer el viaje que podra ser la salvacin de su querida esposa, y quizs la suya propia y tambin la de su hijita. Si Mara muere todo se me vendr abajo, cavilaba. Dej muchas objetos en Las Ilusiones, mi esfuerzo y el de mi familia, papeles y otras cosas con un alto valor sentimental para m; pero ahora nada me importa tanto, como llegar hasta donde Mara reciba cuidado mdico. Un enorme rbol era inclinado por las fuertes rfagas de viento. Muchsimas de sus hojas eran arrancadas por una invisible fuerza. Augusto alz la vista y contempl la escena. Los residuos del rbol volaban flotando en el aire como un gigantesco enjambre de abejas y se perda en la lejana, despus de cruzar la quebrada.

El viento soplaba de norte a sur, augusto sinti que el corazn le daba un brinco de felicidad. Crea haber encontrado la forma de cruzar la quebrada. Deban apresurarse y poner manos a la obra, porqu haba que aprovechar la direccin del viento.

Muchachos! Grit. Saquen las hachas, vamos a tumbar este rbol lo seal con la mano.

Sin perder tiempo, los hombres sacaron los afilados instrumentos. Mara e Isabelita fueron llevadas a un lugar seguro, en dnde con rapidez dos de los hombres formaron un techo de hojas para guarecerlas de la lluvia. Y empezaron a orse los golpes que haran caer el gigantesco rbol.

Isabelita se sent al lado de su madre, tom una de sus manos y la acarici con ternura.

Mamita, verdad que se va a curar, le dijo, y bes su frente.

Amargas lgrimas brotaron de los ojos de la nia, humedeciendo el rostro de su progenitora, y aunque la madre pareca no reaccionar ante su dolor, s saba el sufrimiento de su hija, y tambin el de su esposo, esas dos personas a quienes tanto amaba. Apreciaba el esfuerzo de ambos por tratar de ayudarla en su enfermedad.

Augusto y los hombres contratados se turnaban para hincar el hacha en el tronco del rbol. De dos en dos, y con gran maestra y comps, los hombres daban goles con el filo de las hachas al coloso que poco a poco se debilitaba. De un momento a otro se vendra a tierra. Pronto dejara de adornar el selvtico paraje. Ya no dara albergue a la multitud de aves salvajes anidadas en sus ramas; tampoco cobijara bajo su sombre al viajero cansado que por all pasara; pero si todo sala bien, muy pronto la caravana estara cruzando la quebrada, la cul an retumbaba, arrastrando piedras y palos encontrados a su paso.

El rbol se inclin levemente, pero a pesar del gran boquete dejado por las hachas, qu ya abarcaba ms de la mitad del tronco, y el embate de las rfagas de viento, todava se opona a caer.

Augusto asest otro golpe de hacha en el acuado corte. Entonces se escuch un fuerte crujir de madera; fue el grito de lamento del rbol qu an se resista a sucumbir; pero para Augusto fue como el sonar de trompeta del triunfo y la esperanza de vida para su esposa.

Lentamente el rbol fue inclinndose haca la quebrada. Y de pronto!, con un ruido ensordecedor, se precipit a tierra. Muchas de sus ramas fueron quebradas al caer. Dos de los hombres treparon sobre el tronco con sus hachas y machetes, para despejar el paso sobre el mismo, y al llegar al otro extremo, improvisaron una escalera por dnde, una vez cruzara, bajaran con la enferma. Mientras tanto, los otros dos construyeron otra escalera de este lado. Augusto fue a cerciorarse que su esposa e hija estuvieran bien, y a prepararlas para continuar una de las suyas.

Papito-le dijo a su padre-, mi mamita parece estar mejor- concluy con alegra.

Gracias a Dios, cario- le contest Augusto, con alegra reflejada en su rostro.

Despus de administrar los remedios a su esposa, Augusto orden reiniciar la caminata. Con cierta dificultad atravesaron la quebrada, usando como puente el grueso del rbol que acababan de derribar y , como ya no caa tanta lluvia, afortunadamente la caravana pudo acelerar la marcha. Augusto dio Gracias a Dios porque cada minuto ganado, era como un trocito de esperanza de vida para su mujer y de alivio para su corazn.

Lar tarde avanz y la noche lleg pronto. Entonces, ayudados por hachones de ocote encendidos y una lmpara de petrleo, caminaron parte de la noche hasta llegar a la cabaa la montaa. Ah pasara el resto de la noche.

Para que la plaga no molestara a Mara, fue instalada bajo un pabelln mosquitero. La fiebre le vena por ratos, pero se calmaba cuando se le aplicaba la medicina, cuyo efecto duraba corto tiempo.

Isabelita durmi en otro pabelln al lado de su padre, quin sigilosamente, tratando de no despertarla, se levantaba peridicamente para vigilar a su esposa. Los cuatro hombres colocaron sus hamacas y durmieron profundamente. Estaban acostumbrados a esta clase de vida. A menudo realizaban trabajo de transportar carga de un lugar a otro, pero est vez su carga era muy distinta.

Para Augusto fue una noche larga y desesperante. Oraba y oraba sin cesar, pidindole a Dios que lo ayudara en su pena, sanando a su esposa, o por lo menos alivindola, mientras la examinaba un mdico. Pero le estaba siendo imposible conciliar el sueo. De pronto una misteriosa luz ilumin el interior del pabelln!, y escuch una dulce voz!... mas no con los odos, sino con el corazn:

Cundo el Nazareno empez a cumplir su misin sobre la tierra, grandes turbas de hombres y mujeres lo siguieron; pero el mayor nmero de aquellos sers lo seguan nicamente por curiosidad. Muy pocos lo hacan por amor a l; muy pocos por aprender su doctrina y practicarla.

Aquel hombre modelo, en su infinita ternura, abra los brazos a todos; a todos amaba y perdonaba.

Si en aquella poca muchos tuvieron la dicha de escuchar la voz de Jesucristo, muy pocos tambin como ahora, tuvieron la dicha de apreciarla en su verdadero valor.

Han transcurrido diez y nueve siglos;; por fin la razn empieza a entrar en la mente de los hombres como los primeros rayos de la luz de la aurora, que atraviesan las tinieblas de la noche en medio de la horrible soledad.

Fortificad vuestros espritus, limpiad vuestros corazones de toda impureza, sed para todos compasivos, para todos abrid las puertas de vuestra alma. Sed tambin compasivos para vosotros mismos, para vuestros propios sufrimientos, y recordad el sufrimiento espiritual y fsico qu el divino Redentor sufri estoicamente.

Cundo el Mrtir Sublime suba las terribles gradas del calvario, una gran multitud segu sus pasos; pero nada ms qu por presenciar su muerte!

Aquella multitud no conoca la piedad, porqu tened presente que piedad no tiene quin por gusto sigue a quin va al cadalso!

El Redo Sagrado lea a cada uno el pensamiento; le contristaba en lo ms ntimo de su alma contemplar la cruel iniquidad del mundo.

Preciosas perlas de sangre caan de su frente inmaculada. Gruesas gotas de sudor se desprendan de su cuerpo doblegado por el peso de la cruz; pero segu tranquilo, regando la semilla del bien por su camino.

Al fin lleg el conmovedor suplicio El da se obscureci, la tempestad se prepara. Pronto va estallar!.

l se conduele de sus enemigos, un haz misteriosa luz besa sus labios yel Cristo expira.

Antes de emprender el vuelo su Espritu glorioso hacia el Padre Celestial, una mirada compasiva a la infeliz humanidad dirige.

A los tres das el gran Espritu se manifiesta a sus discpulos; les da los ltimos consejos, y de nuevo cruza las regiones dinerales, bendiciendo a los que verdaderamente le amaron y creyeron.

Creed vosotros en l y amadle para que a vosotros vuelva, No esperis que los velos del templo se rasguen para creer.

Creed antes para que no quedis sobrecogidos de terror, como aquellos incrdulos y curiosos, que en l creyeron cundo la tierra tembl y hasta las tumbas se abrieron.

Augusto estaba despierto y confundido: Qu sera esa luz que vi, y6 de dnde vena esa dulce voz? Quin habl? No encontraba respuestas a sus preguntas, pero una paz exquisita inund su ser, que a pesar de sus penas y preocupaciones, sernta cierto alivio y hasta un gozo indescriptible.

Acostumbrado a siempre encontrar el porqu de las cosas, estuvo largo rato cavilando al respecto. Quera hallar la fuente de esa luz y esa voz; no era una fuente fsica, de eso estaba seguro, pero s algo divino, de dnde venan esas palabras que se haban grabado en su mente y en lo ms profundo de su corazn, tan claras que no dudaba en poderlas repetir una por una, de principio a fin: Sera Dios quin me habl? Lo dudoNo creo ser digno de que el Ser Supremo me hable de esa forma. Tal vez uno de los espritus que me protegen. De ser as, de quin sera ese espritu, para que narrara con exactitud y claridad la pasin de Cristo.

Augusto era conocedor de la Biblia, as que pens en los que haban estado presentes en crucifixin del Seor. Uno por uno fue descartando a los qu no concordaban en su imaginacin con lo escuchado; hasta qu por fin le puso nombre a la voz: Mara Magdalena! Ella tena que ser la de la voz dulce, y que se expresara de esa manera de Jess. Entonces empez a poner palabras de despedida al mensaje escuchado en su corazn, pero aunque no encajaban como l quera, las memoriz y las escribira cundo tuviera la oportunidad:

Soy la pecadora arrepentida!

Qu sent de Cristo los destellos!

Ung sus pies, y los sequ con mis cabellos!

Y el goce alcanc de la eterna vida!

ADIOS-

Augusto not que ya estaba amaneciendo, se puso de pie y fue a ver a Mara. La encontr mucho mejor.

Cmo ests, cario?- le susurr al odo.

No esperaba respuesta porque Mara tena varios das de no hablar, as que cuando ella le respondi, se sorprendi.

Ya mejor Cmo estIsabelita?. Quiso saber de su pequea hija.

Ella est bien. No debes preocuparte.

Eran casi las cinco de la maana. Pronto vendra el nuevo despertar en la jungla, y la caravana saldra de nuevo para tratar de avanzar hasta dnde le pudieran dar tratamiento a Mara.

Debemos aprovechar el buen tiempo-dijo Augusto.

An nos queda mucho por recorrer-agreg saliendo de la pequea cabaa.

Los hombres ya estaban haciendo fuego para calentar caf y tortillas. Saludaron a Augusto.

-Vamos a calentar caf y tortillas, patrn. Querrs comer algo?

Est vez Augusto tena hambre, y les acept. Isabelita levant y fue a ver a su madre, y ofrecerle algo de comer.

Dile a tu padreque si me pueden hacer un poco de atol-respondi Mara.

Augusto prepar la bebida, y despus de haber comido todos algo, se dispusieron para continuar la marcha.

La muerte gana una BATALLA MS.

Los hombres caminaban sin descanso, y aunque Augusto les deca que pararan por un momento, ellos voluntariamente queran seguir.

No, tata. Ms tarde podemos descansar-le dijo uno de ellos.

Bueno, gracias, muchachos. Yo recompensar su trabajo y esfuerzo-les prometi Augusto, agradecido por la voluntad frrea de esos bravos hombres.

El calor era intenso. El sol levantaba un hmedo vapor de la tierra. Llevaban ms de seis horas caminando: parando solamente para hcer cambio de turnos o dar su medicamente a la enferma. Augusto tambin ayudaba a transportar a Mara. Isabelita iba en el cacaste, cargado a espaldas de uno de los hombres que se ayudaba con un mecapal. Ahora no vena como cundo hizo su primer viaje a la finca Las Ilusiones, que como el nombre de la misma, traa muchas ilusiones en su imaginacin de nia, de ver las cosas interesantes de la selva. Contemplando los pajarillos, mariposas y otros animalitos que le parecan muy bonitos y graciosos. En esa ocasin acompaada de su hermanita, haciendo toda clase de comentarios de lo que vean. Cmo eran de felices entonces! Ambas se queran entraablemente y asimismo no respetaban. Eso era lo que sus padres les haban enseado, y ellas lo haban aprendido bien. Ahora vena triste; y no por lo que dejaba atrs, sino porque sufra mucho viendo el dolor de la enfermedad de su madre. No poda hacer algo al respecto, pero continuamente elevaba sencillas oraciones a Dios para qu l se hiciera cargo de tanto dolor. Tambin sufra de ver a su padre desesperado y desconsolado, porque aunque ste trataba de disimular su estado, no lo lograba.

La caravana se detuvo despus del medioda. Aprovecharon la ocasin para comer algunos alimentos. Unas cuantas horas ms, pensaba augusto, y estaran en la finca de Don Gerardo; ese querido amigo que no escatimaba esfuerzo y voluntad para ayudar a quin lo necesitaba. Doa Raquel tambin tena un corazn bueno, y haca hasta lo imposible por servir y complacer a quienes pernoctaban en su casa. Asimismo, Higinio era un muchacho atento, corts y muy servicial. Llegar a la casa de los amigos era una esperanza para l. Algo se les ocurrira para ayudarlo en su pena.

Pronto estaran en la finca de don Gerardo. Los hombres se empeaban en caminar ms de prisa. Su esfuerzo fue recompensado cundo llegaron al punto desde dnde se divisaba la casa. Los perros anunciaron su arribo, y don Gerardo sali para cerciorarse de quines se trataban. Inmediatamente reconoci a su amigo, y supo que algo andaba mal, porque vio al grupo transportando una camilla y el cacaste. Llam a Higinio y juntos se encaminaron a dar encuentro a los caminantes.

Por Dios santo, amigo AugustoQu pasa?-pregunt, alarmado, don Gerardo.

Es Mara, se puso muy mala y la queremos llevar a Cobn para que la atienda un mdico. Ms tarde le dar los pormenores-le asegur Augusto, visiblemente preocupado y cansado.

Higinio y don Gerardo se hicieron cargo de la enferma, trasportndola el resto del camino hasta la casa. Raquel tambin se haba dado cuenta y estaba atenta para decidir cmo ayudar a los amigos. Ella tambin conservaba algunas medicinas, as qu slo esperara saber cul era la enfermedad y qu le haban estado administrando, para tratar de darle ayuda.

La enferma fue instalada convenientemente en una habitacin. Raquel se hizo cargo de ella, y don Gerardo, de Augusto, quin deca estar urgido de un bao y cambio de ropa.

La noche llegaba, el sol se inclinaba detrs de las montaas, riendo el paisaje de un color naranja; un aire fresco soplaba de norte a sur, haciendo una tarde placentera. Sin embargo, en toda la casa se senta preocupacin y tristeza. Nadie hablaba recio, cmo no queriendo perturbar a Mara y a su familia.

Los dos amigos conversaban recostados en sendas hamacas en el corredor de la casa. En cada palabra escuchada de su interlocutor, don Gerardo senta un fuerte pinchazo en lo ms profundo de su corazn. Amaba entraablemente a su amigo, y haca suyos sus sufrimientos. Cmo podra consolarlo? Las simples palabras no bastaran para dar consuelo a alguien, que cmo l, sufra lo indecible. Ya haba perdido a una hija y a un hermano, ahora posiblemente estaba a punto de perder a su esposa, y al hijo que an no naca. Y para completar el drama, haba una nia de apenas once aos Quizs permanecer en silencio era lo ms prudente en est ocasin. A veces tan slo escuchar el sufrimiento de alguien, le sirve a ste para descargar de su alma el dolor.

Raquel ase y cambi de ropa a Mara, quin no pudo colaborar en la tarea. Estaba muy agotada por el dolor en el vientre, pero quizs lo que ms le afectaba era la incertidumbre qu tena respecto al futuro de su pequea hija. Ella saba qu la muerte llegara pronto, porque por su debilidad no le sera posible colaborar en el trabajo de parto, y si el nio llegaba a nacer, tena el presentimiento que ella no lo soportara.

El tiempo de la cena lleg. Raquel no estuvo presente porque prestaba cuidados a Mara, a quin trataba de darle de comer algunas hierbas, que le ayudaran a reponer la sangre perdida debido a la fuerte hemorragia.

Augusto se fue a dormir temprano. La caminata haba sido ardua y necesitaba descansar. Sin embargo, no poda conciliar el sueo. Eran muchas las cosas sucedidas en tan corto tiempo, y le era difcil asimilar y poner en orden todas ellas. Saba que su esposa estaba muy grave, y no desconoca las posibles consecuencias, pero se resista aceptar la realidad.

Era medianoche, Augusto empezaba a dormirse, cundo all en la lejana se escuch el estruendo de una tormenta. Seguramente era presagio de otro temporal, que durara unos cuantos das.

El nuevo amanecer despunt con lluvia y fuertes vientos. Sera muy difcil continuar la marcha hacia Cobn, a dnde Augusto deseaba llegar; pero Mara, despus de los cuidados que Raquel le prodig, haba mejorado un poco, y pudo agradecer a todos lo que hacan por ella.

Asimismo habl con su esposo e hija, dndoles nimos para seguir adelante, no importando las consecuencias qu sobrevinieran por su enfermedad. Presenta su pronta partida a la eternidad!.

Augusto, no s cuntocuanto ms pueda aguantar con este dolor. S que slo la misericordia de Diosme ha mantenido viva, adems del amor que tengo para ti, Isabelita y ese nio que estpor nacer. Si no los tuviera a ustedes dosQuin sabe cmo estara? Gracias por todo ese amorque me tienen, y por el tremendo esfuerzo que hanestado realizando por m. Les ruego que sean fuertes y valientes no importando el desenlacede toda est desgraciaque estamos viviendo.

Augusto se encontraba sentado en la orilla de su cama. Estaba desconsolado viendo a su esposa en ese estado. Se le anegaron los ojos de lgrimas al escuchar sus palabras. Sospechaba que algo grave sucedera, pero se negaba aceptar la realidad de ese infeliz final: Qu sera de Isabelita? No tiene a nadie ms que a su abuelita, para dejarla con confianza, sabiendo que ella le dar una buena educacin, adems de ensearle modales aceptables, pero ya est muy anciana. Hay amigos y otros familiares, y seguramente ellos querrn con gusto hacerse cargo de mi nia, pero de momento slo se me ocurre mi madre.

Hijita, tienes que.ser fuertecita. T y tu papito debern permanecer juntosy ayudarse mutuamente-le dijo, con una voz que estaba a punto de apagarsepor el cansancio o la muerte.

La nia no pronunci palabra, se concret acariciarle una de sus manos, mientras en silencia derramaba lgrimas de dolor, porque ahora vea muy cerca ese final que no haba querido aceptar: Por qu tanta desgracia en mi familia?, se pregunt. El dolor laceraba su alma, sabiendo que pronto se quedara sin su mamita.

La lluvia segu cayendo afuera, don Gerardo y su esposa lleg al cuarto en dnde Mara se encontraba. Raquel, que haba estado al cuidado de la enferma, se imaginaba muy pronto y triste desenlace.

Un rictus de dolor se dibuj en el rostro de la enferma. La fiebre subi de nuevo. Su corazn empez a palpitar fuerte y desacompasado. De pronto su cuero se estremeci con violenciaSu corazn dej de palpitar! La respiracin ces! La madre y esposa haba muerto!

El infortunado marido sinti que el mundo se le derrumbaba encima; con mucho nerviosismo y desesperacin trat de reanimar el cuerpo de su esposa, pero todo fue en vano: Mara fue abrazada por la muerte. Ya no haba dolor. Ya no haba zozobra o fiebre que la perturbara.

Isabelita no llegaba a comprender lo que pasaba, an segua acariciando la mano de su madre. Raquel se acerc y piadosamente cerr los ojos de la difunta. Don Gerardo contemplaba la triste escena que se desarrollaba en su casa. Por qu YO, precisamente YO, tengo que ser testigo de un drama como este?---se preguntaba. Est es la segunda vez que me toca presenciar el dolor de mi querido amigo, por la prdida de un ser querido!.

Silenciosamente rodaron las lgrimas por el rostro de Augusto, igual le suceda a Raquel. Don Gerardo prefiri salir de la recmara, y se dirigi a su habitacin y en soledad elev una oracin a Dios, pidindole consuelo y resignacin para su amigo y su hija.

Isabelita por fin comprendi lo que acababa de suceder. Abraz a su madre y llor en silencio por unos minutos. Luego abraz a su padre y sigui sollozando. Augusto le correspondi con un fuerte abrazo, como tratando de transmitir a su hija las fuerzas necesarias para soportar su dolor.

La Familia de don Gerardo y la servidumbre, as como los cuatro hombres que Augusto contratara, acompaaban a los deudos. El cadver de Mara, con la faz tranquila del eterno descanso, yaca en la cama con su misma ropaRaquel esperaba que la situacin se calmara, para poder vestirla con la indumentaria que se llevara a su tumba; pero esto era casi imposible. Un ser querido se haba despedido para siempre! No la veran ms! No sentiran nunca jams sus caricias, ni volveran a escuchar sus dulces palabras de consuelo!.

Se enviaron correos a familiares y amigos con la noticia del fallecimiento de Mara, y algunos acudieron a presentar sus condolencias.

Don Gerardo meditaba al respecto de lo que haba sido testigo en la vida de su amigo Cunta resistencia podr haber en el corazn de un hombre, ante los embates de la vida? Hasta dnde nuestro espritu puede con los golpes del destino? Si la roca, siendo de dura naturaleza, es perforada por el golpe de una suave gota de agua que constantemente cae sobre ella, Cunto ms podra soportar una persona los sucesos continuos y trgicos de su vida?

Augusto segu viviendo, y ahora lo haca por Isabelita, quin estaba cerca de convertirse en una mujercita.

Se efectu el sepelio. Asistieron algunos familiares y amigos, a quienes la distancia les permiti acompaar a Mara a su ltima morada. La campana del camposanto lanzaba al viento sus notas, y de vez en cuando se oa el suspiro de uno de los presentes. Una fina llovizna segu cayendo.

Bajado con la ayuda de unas cuerdas de maguey, el atad fue depositado con cuidado en el fondo de la fosa. Isabelita y Augusto lanzaron unos ramos de flores. Se empezaron a or las palabras de tierra al chocar en la caja de madera, que fue desapareciendo poco a poco, hasta quedar totalmente, cubierta por un material colorado. Nadie se movi de su lugar; todos permanecieron apoyando a los deudos, quienes derramaban lgrimas silenciosas, sabiendo qu todo estaba consumado.

La fosa fue totalmente llena de tierra y se colocaron las flores y la cruz que improvisadamente se haba construido para la tumba de tierra que guardara los restos de Mara.

Isabelita y Augusto se quedaron en casa de Don Gerardo, hasta que pasaron los nueve das del suceso de Mara.