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Resumen de capítulos del libro
Entre la tecnociencia
y el Deseo
de Esther Díaz
Editorial Biblos, Buenos Aires, 2007
Ricardo Cuberos Mejía
Diciembre 2010
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El presente documento aborda de manera
sintética tres capítulos de la obra de esta
filósofa argentina: el capítulo 2 descubre a la
epistemología crítica francesa de Bachelard y
otros como un aproximativo juego de
símbolos, mientras que la concepción
anglosajona sustentada en Wittgenstein
adopta al lenguaje como expresión del
mundo; el capítulo 3 analiza cómo Nietzsche
entiende paradojas en la concepción de
verdad; y el capítulo 4 reflexiona sobre la
hermenéutica como herramienta para
abordar el caos como condición propia de las
llamadas por Prigogine “estructuras
disipativas”.
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Capítulo II. Primeros pasos históricos de la
epistemología
1. Antagonismos filosóficos. A partir del juego
dialéctico entre episteme y doxa en los
discursos griegos, se ha venido dando a lo
largo de la historia una lucha entre quienes
plantean que el conocimiento es único,
inmutable, eterno y universal, y quienes
entienden que le verdad es múltiple,
cambiante e histórica. El triunfo reiterado del
primer enfoque en distintas momentos (en la
Antigüedad Clásica, durante el Renacimiento,
en el s. XIX, en el Círculo de Viena), impuso
“una fe ciega en el conocimiento empírico
legitimado por estructuras formales”. Así, en
el s XX surgió la filosofía de las ciencias como
“validación lingüístico-formal de las teorías
científicas, por la legitimidad del método y por
la puesta a prueba empírica de las hipótesis”.
Atiende al método y desestima las relaciones
entre ciencia y cultura, bajo el enfoque
denominado “positivismo lógico”.
2. Wittgenstein y el positivismo lógico. Como
filósofo y lingüista, Ludwig Wittgenstein
planteó en 1922 una concepción científica del
mundo basado en el lenguaje y el
pensamiento como forma lógica para
describir la realidad. Esta visión, contenida en
su obra Tractatus logico-philosophicus, fue
adoptada en forma entusiasta por el grupo de
científicos y filósofos que conformarían el
llamado Círculo de Viena, apreciando en el
mismo una fundamentación del positivismo y
el empirismo lógico que el propio
Wittgenstein no adhería. Así, promueven una
manera de hacer filosofía sin plantear
enunciados filosóficos, apoyándose en la
reducción al análisis lógico.
2.1. El reduccionismo simbólico: Bajo esta
visión, cualquier consideración de la realidad
debería realizarse exclusivamente sobre
aspectos procedimentales o formales. Si bien
Wittgenstein consideraba que lo místico se
debe abordar sin racionalizar las cuestiones
vitales, llevando al discurso filosófico a
mostrar el sentido de la vida, los miembros
del Círculo de Viena entendían esta visión
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como limitación del conocimiento científico a
enunciados protocolares que representan
hechos reales, ignorando que lo inexpresable
puede ser captado sin mediación argumental
y sin pretensión del verdad.
2.2. Tirar la escalera: En el Tractatus, se
considera que toda proposición no cobra
sentido desde la lógica, sino desde su
manifestación pragmática. Así, una vez que un
filósofo entiende los únicos enunciados
susceptibles de ser verdaderos, debe dejarlos
de lado para pensar en lo realmente
importante (esto es, tirar la escalera porque
ya se ha logrado escalar el nivel básico). El
problema de los epistemólogos es que se
aferran a la escalera para permanecer
haciendo malabarismos formales.
2.3. La filosofía post Tractatus: Para
reivindicar su pensamiento, Wittgenstein
reelaboró sus teorías alejándolas del modelo
de espejo lógico de la realidad. Bajo un giro
pragmático, lo que priva no son las leyes
conformadas por un orden de enunciados a
priori, sino las reglas de uso y procedimientos
que se manifiestan en la realidad. No hay
certeza absoluta, sino un “horizonte” lejano
desde el cual la filosofía apela a los recursos
del lenguaje y a todas las formas de vida.
3. Perspectivas sobre epistemología francesa.
También a principios del s. XX, el pensamiento
francés sobre la ciencia se orientó hacia una
racionalidad ampliada e histórica. A pesar de
sus tendencias universalistas, no buscaba la
simplificación mediante formalismos. Así,
Gaston Bachelard reconocía a la ciencia como
emprendimiento humano, como disciplina
que en vez de tener una dimensión
privilegiada y descontaminada, resultaba
susceptible de un sujeto que no es neutro
ante los agentes sociales y sus interrelaciones.
Así, la percepción depende del imaginario
social y de los prejuicios que constituyen
subjetividades, develando sus elementos
significativos a través de una interpretación
nebulosa; por lo tanto, se acepta la
complejidad insoslayable de la realidad como
parte de la filosofía de las ciencias.
En el mismo orden de ideas, Georges
Canguilhem integraba la racionalidad y lo
sistemático con los sentimientos y el arte,
demostrando que ciencia y estética pueden
convivir en un mismo pensamiento y en una
misma obra a través de una “epistemología de
la vida”
3.1. Obstáculo epistemológico y ruptura
epistemológica: Bachelard afirmaba que La
asimilación preconceptual de los objetos
implica prejuicios que sólo permiten apreciar
lo ya sabido, que la apreciación de la realidad
está condicionada a la expectativa de lo que
se va a apreciar. Por ello, se debe luchar
contra los conocimientos anteriores para
permitir el desarrollo de nuevos procesos de
significación, esto a través de una vigilancia
epistemológica, también considerada por
Bordieu en las ciencias sociales.
4. Epistemologías comparadas. Se considera
que el desarrollo de la ciencia es un proceso
acumulativo y continuo, visto desde enfoques
distintos:
Los inductivistas (Carnap): la ciencia
progresa porque suma conocimientos.
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Los deductivistas (Popper): la ciencia
progresa porque se acerca más a la
verdad.
Los críticos (Bachelard): la ciencia se ajusta
en forma brusca a nuevos contextos, en
fracturas y sin continuidad.
Foucault explicaba que las rupturas
epistemológicas no implican que nuevas
teorías resultan mejor que las anteriores, sino
que son simplemente diferentes. Por ello,
Kuhn no ha hablado de un progreso lineal en
la ciencia, más allá del que se puede dar
dentro de la vigencia de determinado
paradigma. Esto introduce la noción de
historia dentro del conocimiento científico, en
cuyo contexto se debe interpretar, y cuya
evolución está sujeta a un proceso de
conjeturas y refutaciones propias de un
tiempo.
Capítulo III. La verdad cuestionada y el
devenir del sentido.
1. ¿Qué es la verdad? Se entiende por verdad
a la correspondencia entre los hechos y las
palabras que lo describen. De acuerdo a los
antiguos griegos, esa correspondencia
consiste más en una revelación (aletheia), en
una pérdida de ocultación, más que en una
oposición a la mentira (veritas, para los
romanos). Pero la expresión de dicha
revelación se hace en virtud de supuestos y
convenciones, que corresponden a
determinados estímulos y que señalamos a
través de palabras como modo conveniente
de construcción social sujeta a la relación
saber-poder. Por esta situación, Nietzsche
calificaba al conocimiento como
intrínsecamente mentiroso, ya que las
palabras y las cosas no pueden corresponder
porque pertenecen a registros distintos: las
cosas son entidades apreciadas por estímulos
nerviosos, mientras que las palabras son
símbolos convenidos socialmente desde
estructuras de poder, además que entre unos
y otros no existen relaciones unívocas.
2. Intelecto y pragmatismo. Nietzsche
consideraba al intelecto como fuerza de
simulación para compensar las pocas
defensas físicas del ser humano. La búsqueda
de la verdad resulta un impulso para lograr
beneficios en un contexto de convenciones
sociales y designaciones comunes que
permiten organización y tranquilidad en la
existencia. El lenguaje constituye así un
tratado de paz que imbrica palabras y cosas,
rechazando como mentira correspondencias
no convenidas que perjudican la cohesión
social. Por eso la verdad es una normalización
pragmática para la autoprotección de las
personas dentro de su contexto social.
2.1. Deconstrucción de la verdad: En un
proceso intelectual que permite convertir una
imagen en un concepto, el humano construye
metáforas que a partir de una excitación
nerviosa, se crean imágenes, palabras,
conceptos universales, conceptos individuales
y, eventualmente, proposiciones científicas.
En este proceso, el conocimiento surge como
partículas socialmente convenidas de lo que
ha sido una intuición de la realidad. Y La
regularización de esas metáforas son las que
vienen a constituir el conocimiento científico.
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2.2. Sujeto de conocimiento y sujeto artístico:
El hombre tiene como atributo su capacidad
de construir esquemas de idea a partir de la
intuición de la realidad. De esta manera, no
hay hechos sino interpretaciones de efectos,
que al ser interrelacionados y regularizados
constituyen verdad. Se construye una
estructura lingüística de origen artístico que
se llena de metáforas para negar lo azaroso
del mundo. En este proceso coexisten el ser
racional, que asigna categorías intelectuales a
los efectos para mantener un control
cognoscitivo, y el sujeto intuitivo, que asume
las metáforas como tales y goza el instante
por su belleza.
3. El olvido y la memoria. El olvido es una
capacidad humana al servicio de la vitalidad.
Permite atenuar la individualidad de lo
apreciado, agrupando las metáforas en un
proceso de generalización al servicio de la
vitalidad, permitiendo que en la conciencia
sólo persista la memoria de lo asimilado y que
se olviden los detalles.
4. El sentido, que es simulacro, se produce en
el medio. A partir de estas diversas
contradicciones entre simulacros de
universalidad e injusticia de las perspectivas,
surge el sentido como recurso para hacer del
mundo más discernible. Se impone sobre el
interés por la verdad al entenderla como
multiplicidades cambiantes, adoptando la
conciencia de los acontecimientos como la
interpretación de efectos en el fluir de la
temporalidad.
Capítulo IV. Epistemología del caos y la
hermenéutica.
1. El caos. A partir del siglo XX, se han
considerado a los sistemas como caóticos,
imprevisibles e inestables, con una
sensibilidad extrema a mínimas variaciones en
sus condiciones iniciales pero con un
comportamiento discernible a través de las
reglas del caos. Dichas reglas pueden
entenderse dentro de dos paradigmas: el del
caos probabilístico, logrando pronósticos a
partir de un elevado número de variables
manipuladas de manera estadística; y el del
caos determinístico, intentando desentrañar
las condiciones iniciales de un proceso y las
características de sus elementos. Tanto la
ciencia como la cotidianidad, pretenden eludir
la incertidumbre del caos a través del
concepto de orden.
1.1. El orden: Resulta un reclamo teórico,
humano, político y social, más que una
realidad irrefutable en sí mismo. Deviene de
la pretensión de domesticación para dar
inteligibilidad a lo existente. Asume jerarquía
gubernamental, al adoptar conceptos como
leyes, reglas, normas, que devienen de teorías
jurídicas, humanistas y estéticas. Ofrece
sistemas indiscutibles, absolutos y universales
que fortalecen el imperio del pensamiento
único y el poder que algunos detentan.
Evoluciona desde la racionalidad de los
griegos hasta la modernidad y su
entendimiento del orden como entropía
negativa. Hasta que enfrenta a la
hermenéutica y la desestructuración del
rizoma como modelos comprehensivos del
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caos, adoptando a la interpretación como su
nota distintiva.
1.2. Pedagogía del caos: Considerando la
entropía como la tendencia a la degradación
de cualquier sistema, Prigogine planteaba el
surgimiento de equilibrios a partir de
situaciones impredecibles, aleatorias y
caóticas en las llamadas estructuras
disipativas, desarrollándose así la
restructuración armónica y la reintegración de
fuerzas en tales sistemas. Es decir, que del
caos surge en forma cíclica un nuevo orden,
producto de una crisis en la que interactúan
orden y desorden. Para entender esto, la
pedagogía desplaza su ideal por el hombre
ilustrado, que acumula conocimientos e
interpreta el mundo como sucesión lineal de
causas-efectos, y se acoge a un sujeto con
capacidad de aprender, que descarta el
conocimiento que envejece, y que interpreta
realidad como hipertexto de varias entradas.
En tiempos del fin de las certidumbres, el
desafío es producir una pedagogía del devenir
y del caos, una pedagogía del sentido.
2. Hermenéutica calificada. Más allá de la
reduccionista división entre ciencias naturales
y ciencias sociales, la hermenéutica pretende
interpretar para comprender, mucho más allá
de la razón explicatoria de los métodos
naturalistas. Esto es porque la causalidad
abordada por las explicaciones naturalistas no
puede ser corroborado empíricamente,
mucho menos en las disciplinas sociales,
donde los problemas no pueden ser
descifrados desde la linealidad causa-efecto,
sino desde multiplicidades interactuantes
objeto de interpretación.
2.1. Herramientas de la hermenéutica: Para la
investigación hermenéutica, conviene
destacar algunas pautas distintivas,
clasificadas como: el lenguaje, el símbolo, la
“aletheia” (verdad), la pertenencia, la
tradición, la historia efectual, el juego y
dimensión estética, la conciencia crítica, la
finitud, la dimensión ética, el intérprete, la
recreación limitada, el diálogo y la duda en la
unicidad de la verdad.
3. El signo como interpretación. Frente a un
pensamiento radical que afirma que no hay
nada verdadero para interpretar, ya que todo
son interpretaciones, la hermenéutica ofrece
la adopción de ciertos significados
fundamentales y significativos. De esta
manera, los signos son interpretaciones que
tratan de justificarse y sobre los cuales se
entreteje la hermenéutica. Sin sacralizarlos,
habría que justipreciarlos como meros
productos humanos, con los recaudos y las
esperanzas que merecen por tal condición.
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