resumen: la celestina

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RESUMEN: La Celestina Calisto está persiguiendo a su halcón cuando entra en la huerta de Melibea y, al verla, Calisto se enamora de ella. Empieza a hablarla pero ella le rechaza. Así pues, Calisto se marcha decepcionado y al llegar a casa habla con Sempronio (un criado suyo) sobre el amor, el dolor que siente y que desea la muerte tras el rechazo de la amada. El criado, que al principio se plantea las consecuencias de la muerte de su amo, finalmente le intenta convencer de que no se suicide puesto que pueden encontrar una solución y cumplir los deseos de su amo. Sempronio le habla de Celestina, una vieja alcahueta, quien puede resolver su desamor. Por esta razón, Sempronio la va a buscar a su casa. Ahí está Elicia (una joven prostituta, amiga suya) que en esos momentos está con Crito (un cliente). Como que la visita de Sempronio resulta inesperada, lo esconden. Sempronio le explica el problema de Calisto y convence a Celestina ya que ambos van a conseguir ganancias. Cuándo llegan, Calisto habla con otro criado, Pármeno, que conoce a Celestina porque la sirvió. Pármeno explica a su amo cómo es Celestina y cuales son sus negocios. Calisto aprecia el consejo, pero manda a Pármeno que les abra. Calisto da las gracias a Celestina por ir a ayudarle y le indica que prefiere la paga material por sus servicios. Mientras Calisto y Sempronio van arriba para coger el pago, Celestina y Pármeno hablan y él revela su identidad. Ella le promete que él también saldrá beneficiado y Pármeno acepta su propuesta. Él quiere sanar a Calisto y hacer las paces con Celestina y Sempronio. Calisto y Sempronio regresan con cien monedas de oro como primer pago. Celestina las acepta y se va. Calisto se queda hablando con Sempronio, el cual le convence que ha hecho bien. No obstante, Calisto está

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RESUMEN: La Celestina

Calisto está persiguiendo a su halcón cuando entra en la huerta de Melibea y, al verla, Calisto se enamora de ella. Empieza a hablarla pero ella le rechaza. Así pues, Calisto se marcha decepcionado y al llegar a casa habla con Sempronio (un criado suyo) sobre el amor, el dolor que siente y que desea la muerte tras el rechazo de la amada. El criado, que al principio se plantea las consecuencias de la muerte de su amo, finalmente le intenta convencer de que no se suicide puesto que pueden encontrar una solución y cumplir los deseos de su amo. Sempronio le habla de Celestina, una vieja alcahueta, quien puede resolver su desamor. Por esta razón, Sempronio la va a buscar a su casa. Ahí está Elicia (una joven prostituta, amiga suya) que en esos momentos está con Crito (un cliente). Como que la visita de Sempronio resulta inesperada, lo esconden.

Sempronio le explica el problema de Calisto y convence a Celestina ya que ambos van a conseguir ganancias. Cuándo llegan, Calisto habla con otro criado, Pármeno, que conoce a Celestina porque la sirvió. Pármeno explica a su amo cómo es Celestina y cuales son sus negocios. Calisto aprecia el consejo, pero manda a Pármeno que les abra. Calisto da las gracias a Celestina por ir a ayudarle y le indica que prefiere la paga material por sus servicios. Mientras Calisto y Sempronio van arriba para coger el pago, Celestina y Pármeno hablan y él revela su identidad. Ella le promete que él también saldrá beneficiado y Pármeno acepta su propuesta. Él quiere sanar a Calisto y hacer las paces con Celestina y Sempronio. Calisto y Sempronio regresan con cien monedas de oro como primer pago. Celestina las acepta y se va.

Calisto se queda hablando con Sempronio, el cual le convence que ha hecho bien. No obstante, Calisto está impaciente y ordena a Sempronio para que acompañe a Celestina para que se dé prisa. Calisto se queda con Pármeno y el criado le intenta mostrar la verdad del negocio con Celestina. Calisto recrimina su actitud y Pármeno acaba decidiendo que lo mejor es que Calisto haga lo que desee.

Sempronio va a casa de Celestina y le recuerda las prisas de Calisto. Sempronio admite que si hay algún problema dejará de servirlo. Celestina le habla sobre Claudina, la madre de Pármeno y una gran amiga suya. También discuten la manera de sacar el máximo de Calisto y Melibea. Celestina decide que entrará en casa de Pleberio, padre de Melibea, con la intención de vender ciertas mercancías. Confecciona varios conjuros y pociones y va hacia la casa de Melibea.

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Al llegar, Lucrecia (criada de Melibea y prima de Elicia) está en la puerta. Aunque Celestina solo diga que viene de visita, Lucrecia duda porque ella nunca hace nada sin ganar nada a cambio. Celestina le explica a Lucrecia que viene a vender un poco de hilado y le promete lejía para el pelo y un remedio para el mal aliento. Lucrecia le dice que Alisa, madre de Melibea, lleva unos días tejiendo y que el hilo le vendría bien. Cuándo Alisa se da entera de que es Celestina la invita a entrar. Entonces Alisa se acuerda de su hermana enferma y deja a Melibea sola con Celestina. La alcahueta aconseja a Melibea a gozar de su juventud y aprovecha esta oportunidad para contar la razón de su visita: la necesidad de curar a Calisto. A pesar de que ella rechace al oír de Calisto y se enfade, Celestina la calma le dice ella únicamente es mensajera, que Calisto tiene dolor de muelas y le pide por él una oración. Melibea le da un cordón y una saya.

Celestina está contenta por conseguir persuadir a Melibea. Sempronio está en casa de Celestina esperando su llegada. Está ansioso por saber que sucedió en la visita, pero Celestina no quiere explicarle nada antes de ver a Calisto. Mientras, Calisto especula con Pármeno sobre la visita de Celestina a su amada. Celestina presume de la dificultad de su tarea y cómo arriesgó su vida por tal de ganarse la amistad de Melibea. Pármeno, oyendo hablar a Celestina, hace comentarios críticos contra ella. Sempronio trata de contenerle para evitar que fastidie las ganancias del servicio.

Celestina establece la diferencia entre Melibea y las demás mujeres. Calisto se arrodilla a Celestina mientras ella explica lo que ocurrió en la visita. Celestina le entrega el cordón. Calisto, al identificar el cordón con Melibea, lo trata como si fuera su amada –la cual trata como una Diosa–. Celestina solicita recompensa por el cordón y le aconseja que deje de pensar en Melibea.

A Celestina no le parece oportuna la actitud de Pármeno por murmurar y oponerse a sus intereses. Hablan de que sería mejor mantener una postura más pacífica con todos, sobretodo con Sempronio. La alcahueta le recuerda que su madre ejercía el mismo oficio que ella (se complementaban) y exhorta a no preocuparse por la hacienda de su amo y preocuparse más por él. Convencido, Pármeno recuerda la promesa de poseer sexualmente a Areúsa (prima de Elicia) Por esta razón, se dirigen hacia su casa. Entran con sigilo ya que Areúsa era una prostituta clandestina. Areúsa está enferma (posiblemente estaba fingiendo) y le pide remedio. Celestina elogia su belleza, le habla de Pármeno y de los beneficios que puede proporcionarle su amistad. Aunque se avergüence, Pármeno sube y pasa la noche con Areúsa. Celestina va a su casa y Elicia le recrimina su tardanza. Hablan del oficio y de vivir el día a día.

Pármeno se despierta en casa de Areúsa y, al darse cuenta que es muy tarde y debe volver, se marcha. Antes de irse, invita a Areúsa a comer a casa de

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Celestina a las doce. Feliz, va para casa de Calisto donde se reúne con Sempronio. Le cuenta lo sucedido con Areúsa y admite que está arrepentido de haberse opuesto a los planes de Sempronio y Celestina. Tras concertar su amistad, acuerdan la comida en casa de Celestina con Elicia y Areúsa. Van a la cámara de Calisto. Está recitando para que haya remedio a su enfermedad en un estado confuso. Se marcha a la iglesia de la Magdalena.

Sempronio y Pármeno van a casa de Celestina para la comida. Cuando llegan, ahí están Elicia y Areúsa que los están esperando. Los cinco se sientan a la mesa frente a una comida abundante y vino. Areúsa critica a Melibea. Elicia y Sempronio discuten. Celestina les impide continuar y les dice que aprovechen el momento. Llaman a la puerta; es Lucrecia. Areúsa critica las criadas como Lucrecia. Al entrar, ésta ruega que Celestina vaya a casa de Melibea y que le lleve el cordón, puesto que Melibea se encuentra afectada por ciertos desmayos y un dolor del corazón. Como que necesitaba sus consejos, ambas van hacia casa de Melibea.

Melibea reflexiona y se da cuenta que ama a Calisto, pero no debe decir nada para guardar su honor y pureza. Su intención es disimular la pasión y los sentimientos. Lucrecia entra en la habitación e invita entrar a Celestina. Celestina, que ve que puede obtener grandes ganancias, entra. Melibea espera que sea capaz de curar el sufrimiento, pero Celestina le dice que primero debe admitir la procedencia del dolor. Entonces Melibea revela su pasión por Calisto. Celestina sugiere las cuatro formas de inmovilización del enfermo y echa a Lucrecia de la cámara. Le dice que su sufrimiento –amor dulce– paliará y que hará los arreglos para que Calisto se reúna con Melibea en las puertas de ésta a medianoche. Celestina al marchar se encuentra con Alisa. Como que Melibea y Celestina le cuentan diferentes motivos de su visita, ella no se la cree y le dice a su hija que no la vuelva a recibir más. Después de marchar, se encuentra con Sempronio y Pármeno que van a la Magdalena a recoger a Calisto. Celestina le da la enhorabuena porque ha convertido a Melibea en su servidora. Calisto, feliz, la paga con una cadenilla. Le cuenta que vaya a ver a Melibea a las doce delante de su puerta. Pármeno y Sempronio saborean la ganancia de su parte de la cadenilla. Celestina se marcha a su cada, donde Elicia la espera. Cenan y se van a dormir.

Cerca de medianoche, Calisto y sus criados parten armados (actividad ilegal) hacia la casa de Melibea. Cuando llegan, Calisto le dice a Pármeno que vaya a la puerta. No obstante, como que Pármeno teme por lo que puede pasar, le convence que vaya él. Está Lucrecia, y luego aparece Melibea. Calisto y Melibea hablan de su amor a través de las rejas. Melibea se acerca con frialdad para que su honra no quede dañada. A Calisto le asalta el presentimiento de haber sido engañado por los criados y la alcahueta. Melibea asegura que con

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sus palabras solo había tratado de probar su fidelidad, y le confirma su gozo y su entrega. Melibea aconseja a Calisto recompensar los criados, no sólo por su valentía, sino también por su discreción. Calisto, pues, cree que no es un engaño. Ambos maldicen aquellas puertas que impiden gozar plenamente de su amor

Mientras tanto, Pármeno y Sempronio hablan sobre las consecuencias de la visita. Temen que si los algún vecino los ve, el futuro será desastroso. Por esta razón, los dos están preparados para huir. Oyen algunos ruidos y se asustan. Pero son la gente del alguacil (encargados de ejecutar la justicia), relajan y avisan a Calisto que viene gente con hachas. Así pues, los amantes acuerdan verse al día siguiente en el huerto, puesto que si ahora entrase les pillarían. Los criados toman una actitud valiente ante el amo, cuando en realidad han sido unos cobardes. Pleberio, padre de Melibea, se despierta por el ruido. Melibea le responde que ha sido Lucrecia que ha ido a buscar un jarro de agua para ella, que tenía mucha sed.

Pármeno y Sempronio, después de despedirse de Calisto, deciden ir a casa de Celestina a cobrar la parte que les correspondía de la cadena. Una vez en casa de la alcahueta, le dicen la intención de su visita y Celestina dice que es parte de sus ganancias como alcahuetas, ellos tendrán otros como criados de Calisto. Dice que se la dio a Elicia, que no sabe dónde la puso, que no es que fuera de mucho valor, que temía que unos familiares se la llevaron… En cualquier caso, la cadena pertenecía a ella. La disputa sigue y la acusan de avariciosa. Celestina recrimina diciendo que vive de su oficio. Al final, al darse cuenta de la gravedad de la situación y de las amenazas que recibe, pide a Elicia que busque justicia. Sempronio saca la espada y entre los gritos de Elicia que pide a Pármeno que se detenga, de Celestina pidiendo justicia y de Pármeno para que le de fuerte, Celestina muere acuchillada. Ante los gritos de Elicia y la gente que acude, Sempronio y Pármeno saltan por la ventana porque prefieren morir de esta forma que no por la justicia. Caen y se descalabran. Calisto de despierta de un azucarado sueño y llama a sus criados para asegurarse de que lo soñado no era fantasía. Tristán es el primero que llega y es enviado a buscar a Sempronio y Pármeno, pero no están. Entonces, llega Sosia, el mozo de espuelas, despeinado y Tristán piensa que se ha peleado en una taberna. Pero Sosia explica primero a Tristán y luego a Calisto que Sempronio y Pármeno han sido degollados públicamente en la plaza, después de matar a Celestina y caer de la casa de Celestina quedando casi muertos. También dice que Elicia dijo que mataron a Celestina porque no quería compartir una cadena de oro. Calisto se lamenta y piensa que todo se hará público. Decide acudir por la noche a la cita con Melibea en el huerto acompañado por Sosia y Tristán con unas escaleras.

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En el huerto, Melibea y Lucrecia esperan impacientes. Al llegar, Sosia arrima la escalera y Calisto entra. Melibea, nerviosa, le aconseja que baje despacio. Después de discutirlo y en presencia de Lucrecia, pierden la virginidad. Como que empieza a amanecer y por temor a ser vistos, Calisto y sus criados se marchan a casa. Calisto reflexiona en su cámara sobre el gozo de haber poseído a Melibea y la deshonra que puede venir de la muerte de sus criados (supuesta conversación con el juez donde se defiende de sus cargos). Tristán y Sosia contemplan por la ventana a Elicia, vestida de luto y llorosa, que entra en casa de Areúsa.

Areúsa está discutiendo con Centurio –un rufián– en su casa. Se despiden al entrar Elicia. Esta le cuenta el asesinato de Celestina enfrente de ella y la muerte de Sempronio y Pármeno y maldice a Calisto y Melibea por ser la causa de la tragedia. Areúsa se lamenta y cree que el consuelo no está en las lágrimas sino en la venganza. Le cuenta a Elicia que le pedirá a Centurio que mate a Calisto cuando éste vuelva a reunirse con Melibea y le pide que averigüe mediante Sosia cuando será el próximo encuentro. Elicia se marcha.

Pleberio introduce a Alisa una serie de reflexiones sobre el paso del tiempo y la muerte para replantear a su mujer la conveniencia de casar ya a Melibea, puesto que ya tiene la edad y es necesario porque es la única heredera de los bienes. Como que creen que ella reúne riqueza, honestidad, virginidad y hermosura será fácil casarla. Alisa piensa que será difícil encontrar un caballero que se adecue a sus condiciones, pero después dice que es un oficio de los padres. Melibea y Lucrecia están escuchando la conversación y ella rechaza el matrimonio para evitar el adulterio. Harta de la ignorancia con la que hablan sus padres, pide a Lucrecia que entre y los interrumpa.

Elicia se da cuenta de que es insensato llorar la muerte de Sempronio, decide quitarse el luto e ir a casa de Areúsa para tramar como vengarse de Calisto y ver si ha ido Sosia. Areúsa le dice que aún no ha venido y estando allí, éste llega. Elicia se esconce tras un paramento y Areúsa dice a Sosia que, de la misma manera que le gustaba Pármeno, le gustan todos sus amigos. Fingiendo su amor, le pide que le cuente cuando saldrá Calisto y Sosia le especifica la hora y el camino por donde irán al huerto de Melibea. Tras irse, Elicia sale y deciden ir a casa de Centurio donde Elicia tendrá que hacer ver que los quiere reconciliar. Areúsa le perdona con condición de que se vengue de Calisto y Melibea. Centurio está dispuesto a matarle y le cuentan toda la información que debe saber. Sin embargo, Elicia le pide que no lo mate, que sólo lo apalee y Centurio le dice que una vez empiece, no sabrá parar. Sin embargo, recapacita sobre su seguridad y sobre excusas para no ir allí porque, por miedo, no quiere matar a Calisto, simplemente quiere darle un susto. Contrata a Traso, al cojo y a dos compañeros para que acudan a la cita, hagan ruido y asusten a los muchachos que pasen por ahí.

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De camino al huerto de Melibea, Sosia le comenta a Tristán su amistad con Areúsa. Tristán le aconseja ser prudente y no fiarse de ese tipo de mujeres, pues quizás, lo que quería era averiguar información como el camino por donde iban a ir al huerto. Sosia piensa que esto es cierto. Llegados al huerto, Calisto ordena poner la escalera y callar porque quiere escuchar lo que canta Melibea y Lucrecia mientras lo esperan. Vencido por la espera, decide presentarse. Él trata de desnudarla y ella muestra ciertos reparos ante la impaciencia de su amado. Lucrecia, que ayuda a Calisto a quitarse la armadura, aprovecha la ocasión para abrazarlo.

Escuchan gritos de los criados, posiblemente un altercado. Calisto decide ir a ayudar a sus criados y sube apresuradamente la escalera. Su salida acelerada y despojado de sus armas pone nerviosa a Melibea. Tristán le dice que no hace falta que baje porque Traso y su pandilla, quien ha causado el altercado, ya se han ido. Calisto resbala y cae pidiendo confesión. Yace en el suelo muerto. Melibea y Lucrecia lo escuchan. Y, aunque Melibea quiera ir a ver el dolor, Lucrecia le dice que vaya a su cámara. Decide llamar a los padres y fingir otro mal.

Lucrecia llama a la Pleberio y le dice que se apresure a ver a su hija. Va a la cámara de Melibea, donde se alarma al ver a su hija tan desconsolada y por eso la consuele y le pregunta sobre su mal. Melibea finge dolor del corazón, pide subir a la azotea con Lucrecia para distraerse (mirar paisaje y navíos) y que su padre lleve algún instrumento o cante. Arriba le pide a Lucrecia que Pleberio baje y que se pare al pie de la torre que le quiere decir unas palabras. Melibea le cuenta detalladamente sus tratos con Celestina (reconoce haber sido objeto de algún tipo de sortilegio por parte de Celestina), sus amoríos con Calisto y la muerte de su amado. Ella cree que será injusto que siguiera con vida porque busca la compañía de Calisto y salta poniendo fin a su vida.

Pleberio vuelve a su cámara con un grandísimo llanto y Alisa le pregunta el motivo. Pleberio le cuenta la muerte de su hija y lamenta el desengaño de su vida (60 años) y su trabajo (posiblemente: construcción de navíos y edificación de palacios). Confiesa la inutilidad de las riquezas que había adquirido para dejárselas a su hija. Maldice la fortuna por haberle privado del consuelo de su vejez y el amor. Pleberio llora sobretodo el modo en que se ha producido la muerte de su hija. Alisa se desmaya.