resumen historia

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En 1617, Felipe III dividió la gobernación del Tucumán y del Río de la Plata en dos gobernaciones, del Paraguay y del Río de la Plata o Buenos Aires. La primera con sede en Paraguay y la segunda tenía su sede en capital en Buenos Aires, siendo designado Diego de Góngora como gobernador. En 1620-21 ordenó un empadronamiento de los habitantes y se concluyó que había 2730 españoles y 4899 indios sometidos que habitaban las ciudades y las reducciones de Buenos Aires, Santa Fe y Corrientes. Góngora también alisto 100 vecinos para defender el puerto, a quienes se les proveyó de armamento y se reconstruyó el fuerte. Una sospecha de contrabando pesaba sobre el gobernador, quien se hizo cargo de la gobernación con una energía tendiente a resguardar su persona del delito del que era principal responsable. Pero el puerto de Buenos Aires había sido cerrado porque era una competencia para las zonas mercantiles del pacífico, pero en circunstancias forzosas los navíos atracaban, circunstancia en que se introducían mercancías y negros de contrabando. Góngora debe proceder contra algunos contrabandistas pero no contra aquellos con quienes tenía participación en el comercio ilícito. Góngora fue acusado, falleció en 1623 antes de que le dictaran la sentencia, por lo que sus herederos debieron asumir el pago de una multa. Sucesor de Góngora fue Céspedes, quien arribó a Buenos Aires en 1624 y tuvo que afrontar conflictos a causa de los contrabandistas, pronto fue suspendido porque se comprobó su participación en las actividades ilícitas aunque luego fue restituido a sus funciones. Lo sucede Dávila, que llego a Buenos Aires en 1631 e inmediatamente se le informó del probable ataque de naves holandesas. Dávila se ganó el apoyo del cabildo y combatió el cuatrerismo, pero tenía enemigos y tuvo que abandonar el cargo intempestivamente, llegando a la metrópoli para defenderse de las acusaciones que se le hacían. El sucesor de Dávila fue Benavídes, quien llegó a ocupar su cargo en 1637 y pronto se vio enfrentado con la iglesia, que lo excomulgó. Tenía el apoyo del cabildo, que insistió en que se levante la excomunión. Las dificultades hicieron que fuera

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resumen historia argentina

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En 1617, Felipe III dividió la gobernación del Tucumán y del Río de la Plata en dos gobernaciones, del Paraguay y del Río de la Plata o Buenos Aires. La primera con sede en Paraguay y la segunda tenía su sede en capital en Buenos Aires, siendo designado Diego de Góngora como gobernador. En 1620-21 ordenó un empadronamiento de los habitantes y se concluyó que había 2730 españoles y 4899 indios sometidos que habitaban las ciudades y las reducciones de Buenos Aires, Santa Fe y Corrientes. Góngora también alisto 100 vecinos para defender el puerto, a quienes se les proveyó de armamento y se reconstruyó el fuerte.

Una sospecha de contrabando pesaba sobre el gobernador, quien se hizo cargo de la gobernación con una energía tendiente a resguardar su persona del delito del que era principal responsable. Pero el puerto de Buenos Aires había sido cerrado porque era una competencia para las zonas mercantiles del pacífico, pero en circunstancias forzosas los navíos atracaban, circunstancia en que se introducían mercancías y negros de contrabando. Góngora debe proceder contra algunos contrabandistas pero no contra aquellos con quienes tenía participación en el comercio ilícito. Góngora fue acusado, falleció en 1623 antes de que le dictaran la sentencia, por lo que sus herederos debieron asumir el pago de una multa.

Sucesor de Góngora fue Céspedes, quien arribó a Buenos Aires en 1624 y tuvo que afrontar conflictos a causa de los contrabandistas, pronto fue suspendido porque se comprobó su participación en las actividades ilícitas aunque luego fue restituido a sus funciones.

Lo sucede Dávila, que llego a Buenos Aires en 1631 e inmediatamente se le informó del probable ataque de naves holandesas. Dávila se ganó el apoyo del cabildo y combatió el cuatrerismo, pero tenía enemigos y tuvo que abandonar el cargo intempestivamente, llegando a la metrópoli para defenderse de las acusaciones que se le hacían.

El sucesor de Dávila fue Benavídes, quien llegó a ocupar su cargo en 1637 y pronto se vio enfrentado con la iglesia, que lo excomulgó. Tenía el apoyo del cabildo, que insistió en que se levante la excomunión. Las dificultades hicieron que fuera separado de su cargo, sucediéndolo Ventura Moxica, quien llego muy enfermo en 1639 y entregó su cargo al año siguiente. Los gobernadores se sucedieron con mayor o menor fortuna y acierto, pero hacia 1770 la corona mostraba una preocupación por las provincias del Plata amenazadas en su frontera oeste por Portugal y en el sur por la marina británica, por lo que decidió jerarquizar la región mediante la creación de nuevos Virreinatos y audiencias. También se potencio la economía de la zona con criterios modernos: suprimir el comercio ilegal era una prioridad de política económica. El gobernador de Buenos Aires, Mauricio de Zavala fortifico el cerro de Montevideo y fundó la ciudad del mismo nombre en una zona cercana a Colonia del Sacramento. Montevideo era poblado rápidamente por españoles recién llegados pero en las zonas rurales el elemento humano predominante era el gaucho, contrabandista de cueros y ganado.

En 1756, llego a Buenos Aires un nuevo gobernador, Pedro de Cevallos, quien luego de informarse de los problemas locales.

Tomo una postura crítica respecto de los convenios vigentes entre España y

Portugal, y colaboro con los jesuitas para trasladar a los indígenas guaraníes

a nuevos poblados. En 1761, Carlos III anulo los convenios previos

desventajosos para los españoles.

Reprimió el contrabando que tenía base en Colonia y luego desalojo a los

portugueses de esa ciudad.

Enfrento a una escuadra formada por naves inglesas y portuguesas que tenían

intensión de someter a Buenos Aires y Montevideo expulsando a los

españoles del Plata.

En estrategia ofensiva, marcho hacia el norte y ocupo fuertes portugueses en

Brasil, pero luego, en cumplimiento de compromisos diplomáticos España dio

orden de devolver a Portugal los enclaves recién conquistados.

A nivel de política interna, enfrento una rebelión de familias patricias

correntinas que se negaban a ser gobernados por españoles recién llegados y

exigían que los cargos públicos fueran ocupados por hijos de familias patricias,

es decir, familias criollas descendientes de los primeros conquistadores del

territorio.

Tomo medidas de higiene publica

Condeno la vagancia y ordeno que en época de siega todos tenían la

obligación de trabajar.

Prohibió los bailes de negros.

En 1766, concluyo el mandato de Cevallos quien era un reconocido projesuita, siendo reemplazado por un adversario reconocido de la orden religiosa quien cumplió con expulsar a la compañía de Jesús.

Exigencias de administración eficaz, demandaban la creación de virreinatos y audiencias así como la cuestión de la disputa entre España y Portugal por la posesión del margen oriental del Río de la Plata. Fue designado Cevallos al frente de una expedición contra las colonias portuguesas, llevando título de virrey, gobernador y capitán general de un amplio territorio que incluía Buenos Aires, Paraguay, Tucumán, Potosí, Santa Cruz de la Sierra, Charcas y Cuyo. Su mandato concluyo en 1778, después de conquistar territorios al sur de Brasil que luego fueron devueltos en virtud de convenios diplomáticos. Solo Colonia del Sacramento quedaría definitivamente en manos españolas. Antes de abandonar su cargo, Cevallos

Recomendó dar carácter permanente a la formación del virreinato.

Autorizo la libre internación de mercaderías entradas por el puerto a las

provincias

Autorizo el comercio con Perú y Chile.

Esta iniciativa económica fue fundamental en el desarrollo de la futura nacionalidad argentina.

Además de un saludable sinceramiento económico, hubo en la época un desarrollo de la cultura que valoriza los paisajes locales y maneja un idiolecto propio.

LA RAÍZ AFRICANA Desde fines del siglo XVI empieza a llegar contingentes de esclavos, quienes al principio vinieron como servidores de confianza de grandes señores, pero luego empiezan a llegar para reemplazar a los indígenas en las tareas rurales. La trata de esclavos, fue el gran motor de las economías coloniales. Hacia 1600, el rey español otorgó a los portugueses el monopolio del tráfico y tenían su asiento en SAN PABLO DE LOANDA. Los barcos arribaban a puertos autorizados al tráfico negrero y en otros casos se contrabandeaba. Además las ciudades obtenían licencia para introducir esclavos mediante petitorios a la corona, justificados en la escases de mano de obra. La ciudad de Buenos Aires fue una de las ciudades que obtuvo esa licencia en 1595. Pero aunque la mano de obra africana, enriqueció a los pobladores principales de Buenos Aires, la mayoría de los negros que arribaban al puerto de la pequeña aldea de Buenos Aires, seguía viaje por tierra hacia POTOSI, LIMA O CHILE, donde se obtenía mejores precios. Hacia 1640, los que dominaban el comercio ilegal de trata eran los holandeses. Hacia 1680, la fundación de COLONIA DEL SACRAMENTO, enclave portugués en el margen oriental del Plata, vigorizó el comercio clandestino. Hacia 1700, se produce una alianza entre la corona de Francia y España, ya que Felipe de Borbón heredo la corona española. Esta circunstancia favoreció la economía rioplatense ya que el rey autorizo a una compañía francesa a exportar gran cantidad de africanos, aunque unos años después, compañías inglesas dedicadas al mismo comercio le disputaban la exclusividad del comercio en la zona. Gracias a la abundante oferta de mano de obra esclava, a mediados del siglo XVIII en las estancias trabajaba un promedio de cuatro esclavos por establecimiento. UN censo de 1778 confirma la idea de que en la formación de la población argentina, la mezcla étnica incluye a la raíz africana. Según ese censo, un 28% de la población en la ciudad de Buenos Aires es de origen mulato o africano. En los pagos rurales de esa ciudad en cambio, predomina el elemento criollo, indio y mestizo. Según detalles de este mismo censo, un pequeño porcentaje de esta población negra mantiene la condición de esclavo, la gran mayoría son libertos. Así el liberto, negro puro o mulato, empezaba a ser una realidad social con perfiles propios y se produce en consecuencia un aumento de los prejuicios para impedir su ascenso social. Hacia 1780, mejoro la legislación protectora del esclavo y en 1784, una cédula real respaldaba los pedidos de justicia de los esclavos, reflejando un clima favorable a las ideas de abolición de la esclavitud. En cuanto a lo cultural, los morenos del Rio de la Plata, hicieron de la música, el baile y la alegría de vivir a pesar de todo, el elemento básico de su identidad.

Capitulo 16 Ciudades, campañas y despoblados.

Las ciudades y campañas del virreinato se vieron favorecidas con nuevas oleadas de inmigración de españoles europeos. Distintas fuentes reflejan el crecimiento de la población no sólo en Buenos Aires, sino en distintas poblaciones del interior. Solo en las misiones indígenas del noroeste decrece la población a causa de la expulsión de los jesuitas y a la decadencia de las reducciones. Los indígenas son mayoría solo en Jujuy y en La Rioja. Las tribus que se rebelan contra la dominación española (abipones, mocovíes, pampas, araucanos, tobas entre otros) se habían refugiado en el desierto, como se denominaba a la llanura y al despoblado. La sociedad criolla no era aristocrática, en las ciudades del virreinato se considera el comercio una actividad compatible con ser gente principal, aunque se reconocía el papel definido del clero, la milicia y el comercio, se valoraba la cuna legítima y el color claro de la piel, que en la práctica se combinaban con el dinero, los bienes y la influencia, todo lo cual definía cuál era el lugar de cada uno en esa sociedad.

Ser intermediario entre los mercados europeos y los del virreinato daba amplio margen de ganancias. La importación de manufactura europea y la exportación de cueros, o frutos del país se incremento con la apertura económica propiciada con la creación del virreinato. Los grandes mercaderes de Buenos Aires formaban un grupo compacto, hacia 1800, estas familias empiezan a apropiarse de tierras en gran escala que ven en el negocio rural un reaseguro para su economía. La ocupación de tierras se hacía a expensas de la tribus indígenas y de los medianos y pequeños ocupantes criollos quienes quedaron expuestos al desalojo cuando los comerciantes y grandes hacendados con influencia en las ciudades se apropiaron de campos que previamente habían denunciado como vacíos. Hacia 1770, Buenos Aires era la cuarta ciudad más importante después de Lima, Cuzco y Santiago de Chile. La reforma borbónica había sido beneficiosa.

La economía correntina se recupera lentamente gracias a la tranquilidad de la

frontera y la exportación de cueros.

Santa Fe se vio favorecida con el cobro de un impuesto a la mercadería que

bajaba por el rio Paraná.

Córdoba revitalizo el comercio con la producción de cueros, la cría de mulas y

de ganado, los tejidos de ponchos y frazadas. Esta ciudad era el centro

cultural, sede del obispado y de la Universidad que era la institución educativa

más importante después de la universidad de Charcas.

La región de Tucumán creció un 246%.

Mendoza perjudicada con la competencia del vino español, recompuso su

economía exportando fruta y cultivando trigo y alfalfa.

La Rioja se dirige hacia el autoabastecimiento. Su algodón no puede competir

con las telas europeas.

Se modifica a partir de las reformas borbónicas el viejo esquema de la sociedad colonial y revelo cuáles regiones se adaptan mejor al intercambio comercial con Europa y cuáles se perjudicaban, no pudiendo adaptarse al aumento de la importación.

Invasiones Inglesas

Ya en 1739, cuando estalló la guerra entre españoles y británicos, estos proyectaron apoderarse de Buenos Aires ya que la ciudad era el acceso a Paraguay, Perú y Chile, mercados muy atractivos. La historia de Buenos Aires registra desde sus primeros años ataques de corsarios ingleses e invasiones frustradas tales como la de 1762, que contó con el apoyo del comercio británico.

Hacia 1800, la guerra entre Gran Bretaña y Francia dio lugar a nuevos proyectos ya que España era aliada de Francia. Lo que no estaba claro era si la corona británica debía ocupar militarmente las colonias españolas o alentar los movimientos independentistas de las mismas. Los comerciantes ingleses, así como políticos, militares y publicistas usaban a los americanos disconformes para respaldar sus proyectos. En 1804, un acto de piratería que consistió en la captura de tres fragatas españolas que llevaban dinero hacia la metrópoli, fue el motivo para que España declare la guerra a Gran

Bretaña. En 1805 la batalla de Austerlizt consagró a Napoleón dueño de Europa y con esto se consumó un bloqueo continental que impedía a los británicos comerciar con el resto de Europa. Sin embargo, la flota británica mantenía su poderío sobre los mares y dejo al gobierno de Madrid incomunicado con sus colonias. Ante estas circunstancias, once navíos sin autorización del Almirantazgo inglés, bajo el mando de Popham, partieron desde Sudáfrica (donde habían tomado Ciudad del Cabo) hacia Buenos Aires. Las fuerzas de tierra iban al mando del general William Carr Beresford. Llegaron a mediados de junio de 1806.

Los avisos de una posible invasión inglesa no habían convencido al virrey Sobremonte de preparar una defensa adecuada, así que, ante el desembarco de 1641 soldados ingleses, el virrey se marcho hacia Córdoba con intensión de ponerse a salvo junto a su familia y el tesoro real. Las milicias desordenadas, se concentraron en el fuerte y la ciudad se rindió formalmente el 27 de junio de 1806. El comandante ingles le quitó a Sobremonte el tesoro y este continuo su huída hacia el interior.

La población se hallaba insatisfecha pero algunos, respondiendo a las condiciones impuestas por el comandante inglés, juraron lealtad a la corona británica. El gobernador ingles aprobó nuevos reglamentos comerciales que favorecían el comercio. Sin embargo, la indignación popular era generalizada y la actitud de Sobremonte era el blanco de la ira colectiva.

Pueyrredón, joven criollo se había marchado a la campaña a reclutar voluntarios para enfrentar a los ingleses y Liniers empezó a organizar la resistencia conversando con los vecinos de Buenos Aires y de la Banda Oriental. Álzaga y otros comerciantes planeaban volar el cuartel de los ingleses pero el proyecto fue abandonado. Entretanto, Pueyrredon había logrado juntar una pequeña y desordenada fuerza de paisanos que fueron derrotados por Beresford en la batalla de Pedriel. La única esperanza era Liniers, quien explico en Montevideo a la Junta de Guerra que Montevideo estaba en peligro inminente ya que los británicos podrían recibir refuerzos. Por eso, el cabildo de Montevideo le entrego un ejército de 500 soldados profesionales y 900 milicianos. Con ellos desembarco en lo que hoy se conoce como Tigre donde se incorporaron milicianos dispersos de la batalla de Pedriel. El avance sobre la ciudad fue acompañado por voluntarios que se unían a las tropas o las auxiliaban. Las fuerzas de Liniers entraron a Buenos Aires por los corrales de Miserere y acamparon en Retiro. Al amaneces del 12 de agosto comenzó la ofensiva y al mediodía Beresford se había rendido. La reconquista había dejado indemne a las naves inglesas que permanecieron en aguas del Rio de la Plata a espera de los refuerzos pedidos a Inglaterra.

La inminencia de un segundo ataque inglés y el vacío de poder debida a la huida de Sobremonte, determinaron que el cabildo de Buenos Aires proyectara su autoridad en cuestiones que afectaban a todo el virreinato. El 14 de agosto de 1806 se realizo un cabildo abierto del que tomaron parte unos 100 invitados, en su mayoría españoles europeos. El debate fue interrumpido por un grupo de criollos que exigían que Liniers fuera designado comandante a cargo de la organización de las milicias . Liniers quedo como jefe de guerra. La milicia se hizo popular, todos querían ser soldados pero lo cierto es que la ciudad carecía de armamento suficiente y todo debía improvisarse. Además se sumaron las rivalidades entre los líderes, Liniers escribió a Bonaparte para pedirle armas para afrontar el segundo embate

ingles, pero Álzaga interpreto que Liniers esperaba el momento oportuno para entregar el ‘país a los franceses.

Los ingleses entretanto recibieron refuerzos y el comandante Popham ocupo Maldonado y se dirigen hacia Montevideo, que había sido reforzada con milicias traídas por Sobremonte de Paraguay y Córdoba. En febrero de 1807 Montevideo cayó rápidamente con gran pérdida de vidas humanas. Esta derrota provoco miedo e indignación en Buenos Aires, Sobremonte fue destituido y encarcelado. Liniers fue designado capitán general del virreinato.

El alto mando ingles tenia como estrategia desembarcar , avanzar , sitiar y rendir a la ciudad de Buenos Aires y desde allí se esperaba avanzar hacia todo el virreinato. El comandante designado, Whitelocke desembarco y avanzo, pero la marcha le resulto penosa. Los guerrilleros gauchos vigilaban de cerca, pero la estrategia era dejar que entraran en la ciudad pero en un primer momento la milicia criolla se vio superada. Sin embargo, los ingleses postergaron en algunas horas el asalto a la ciudad lo que permitió a Liniers reorganizarse y fortificar el fuerte, la plaza mayor y organizar cantones barriales en las azoteas de las casas principales. El 5 de julio los ingleses intentaron marchar sobre la ciudad suponiendo que los vecinos se encerrarían en sus casas, sin embargo, cada casa era una fortaleza, se arrojaba cuanto se podía contra los invasores. Los ingleses tomaron Retiro pero todo resulto inútil, los regimientos se fueron rindiendo. Whitelocke acepto los términos que le propuso Liniers entre los que se encontraban desalojar Montevideo.

La doble victoria sobre el enemigo ingles puso en primer plano la capacidad de organización y lucha del pueblo de Buenos Aires. A partir de la defensa de 1807, (segunda invasión) Álzaga y Liniers encarnaron dos partidos diferentes que pugnaban por el poder en la capital del virreinato.

En 1808, llega a Brasil la corte de Portugal, 15000 nobles con su séquito viajaron desde Lisboa a Río de Janeiro para evitar caer en manos del ejército de Napoleón. Esta presencia ponía en alerta a la América española. Joao VI estaba decidido a expandirse hacia el sur hasta la banda oriental pero tanto el cabildo porteño como el gobernador español en Montevideo y Liniers ratificaron que encararían acciones defensivas en caso de que el ejército portugués se movilizara. Al mismo tiempo, en España se produjo una grave crisis dinástica que termino en “la farsa de Bayona” de lo cual resulto que Jose Bonaparte, hermano de Napoleón se quedo con la corona española. Se inicia así la guerra de los españoles para independizarse de los franceses.El imperio de Napoleón empieza perder vigor.

En Buenos Aires, Liniers recibe a un enviado personal de Bonaparte. Sin embargo, éste evito comprometerse en un sentido u otro. Álzaga seguía sospechando que la fidelidad de Liniers era hacia los franceses.

Otro grupo que reclamaba derechos sobre las colonias españolas en América es la princesa Carlota, esposa de Joao de Portugal. Ella entablo correspondencia con las autoridades del rio de la plata con el fin de dar a conocer sus ambiciones de reinar sobre la América española. Una facción política criolla entre los que se encontraba Belgrano, quiso ver en las ambiciones de la princesa Carlota una salida poco peligrosa. La infanta era vista como un riesgo menor

para los proyectos independentistas comparado con el riesgo que representan los franceses e ingleses.

La crisis entre Álzaga y Liniers llevo a la convocatoria de un nuevo cabildo abierto. El cabildo, dominado por Álzaga realizaba reuniones secretas contra Liniers. La enemistad entre ellos se originaba en la supuesta conspiración de los franceses pero en realidad eran el reflejo del conflicto de intereses comerciales de la región. El conflicto llego hasta el punto en que Álzaga con el apoyo de cuerpos militares peninsulares reclamaron la renuncia de Liniers, este estaba a punto de redactar su renuncia cuando recibe el apoyo de Cornelio Saavedra, el comandante de los patricios (los milicianos porteños) que eran, militar y numéricamente superiores respecto de las milicias peninsulares. Así es como se desequilibro el poder militar.

En mayo de 1809 se formo una junta en Chuquisaca y en julio del mismo año La Paz siguió el ejemplo.

Las condiciones estaban dadas para que se llamara a un cabildo abierto, se destituyera a Liniers como virrey nombrado por la corte peninsular y se designara en su lugar a una asamblea integrada por criollos.

Hacia fines de 1809, una Junta Central en España, designa como virrey a Cisneros, quien reemplaza a Liniers. Cisneros puso en marcha una serie de cambios de orden comercial , intento mantener el equilibrio de poderes , y se dedico a desarmar el peligro de la invasión lusitana. Sin embargo, las ideas del grupo independentista se propagaban y el clima general era de incertidumbre.

En enero de 1810, España cae frente a Francia en la batalla de Navas de Tolosa. El reino español estaba en manos de Bonaparte y solo substían algunas guerrillas aisladas. La Junta Central se disolvió pero en Cadiz se instalo el consejo de Regencia quien tenia como meta redactar una constitución liberal para la península y sus colonias. Estas intensiones fueron resistidas por las colonias americanas. Los criollos estaban decididos a actuar, Saavedra al frente de sus patricios, brindo apoyo a los ideólogos de la independencia . Se fijo fecha para un nuevo cabildo abierto: el 22 de mayo de 1810.

causas: Las luchas entre españoles y criollos tienen que ver con la búsqueda del poder político. Los criollos tenían poder económico. Las reformas borbónicas que realiza España para reconquistar el poder debilitado en América se traducen en una modificación de los territorios que conforman los virreinatos. El primer virreinato estaba formado por virreinato de España en México, y del Perú en Lima. Con las reformas llevadas a cabo por los borbones, se divide el virreinato del Perú en virreinato del Alto Perú y virreinato del Rio de la Plata. En Perú había minas de plata, mucha gente trabajaba en esa zona, y todo el comercio se centralizaba en Perú. Argentina estaba organizada por regiones.

Litoral: Misiones y Entre Ríos, con producción de ganado.

Cuyo: era el paso del comercio entre Buenos Aires y Chile y además producía vid y olivo.

Tucumán: Tucumán, Salta, Santiago del Estero, Chaco con producción de mulos.

Centro: Buenos Aires y Santa Fe.

Paraguay: productor de tabaco, yerba mate y algodón.

Alto Perú: productor de plata.

Todas las regiones terminaban su comercio en el puerto de Buenos Aires porque el puerto de Lima era más lejano de Europa. A mediados del siglo XVIII se produce la revolución industrial, los productos se producen a un menor costo y eso afecta a la producción nacional y al no haber protección de la industria nacional, se cayeron las economías provinciales. El poder político se presenta como un instrumento capaz de transformar el orden económico. Carlos III endurece el control de las colonias. Los criollos siguen segregados del poder político. Una influencia ideológica es la independencia de Estados Unidos. Otra influencia son las ideas de igualdad, fraternidad y libertad de la revolución francesa. Fernando VII es tomado prisionero. José Bonaparte era el rey de España. Avance de Napoleón (1808)

La sociedad estaba dividida entre los sectores privilegiados como los españoles quienes monopolizaban los puestos como funcionarios del gobierno, a la vez que eran dueños de las minas y de las tierras. También los criollos formaban parte del sector privilegiado, ya que manejaban el comercio, eran dueños de las producciones, eran terratenientes y también poseían minas. Los sectores populares estaban formados por indígenas, negros y mestizos quienes realizaban los trabajos en general, eran artesanos, campesinos o empleados domésticos.

En 1806-07 se produce la primera invasión inglesa. Inglaterra quiere conquistar el Río de la Plata. España monopoliza el comercio y los ingleses contrabandeaban. Cuando se debilita España, los criollos defienden solos su territorio porque habían formado milicias que estaban dispersas cuidando las fronteras entre la civilización y los aborígenes. Los criollos se habían organizado solos y sentían que pueden defenderse. Cuando se produce la invasión, el virrey Sobremonte se refugia en Córdoba y reúne sin prisas la armada que habría de devolverle su capital. Santiago de Liniers, un oficial de marina, doblega tras dos días de combates la resistencia británica. A partir de este evento se militariza la sociedad y se recluta a los mayores de 18 años. La popularidad de Liniers es importante y se utiliza como arma política. Devolver el poder a Sobremonte es peligroso, y el cabildo pide que se delegue en Liniers el mando militar de la capital. Una solución diplomática que quita el poder de las manos del virrey sin derrocarlo violentamente.

MILITARIZACIÓN Y BARBARIZACIÓN DE LA SOCIEDAD POSCOLONIAL. Los cambios que ocurren en las Provincias Unidas del Rio de la Plata, luego del las invasiones inglesas, impulsan un nuevo orden social. La elite revolucionaria y las clases hegemónicas debieron aceptar que la autoridad del soberano se refería a la autoridad del pueblo. Hacia 1820, el concepto de Patria, la Bandera creada por Belgrano y el Himno identifican a los criollos y se empieza a gestar una concepción republicana del ciudadano.

La sociedad a su vez, se militariza. La necesidad de defender las nuevas ideas revolucionarias para verse libre del dominio español, hacen que los ciudadanos busquen enlistarse en las filas del ejército revolucionario. Las provincias recientemente creadas en las antiguas sedes

virreinales, son el marco en que las instituciones deben desarrollarse. Sin embargo, las más de las provincias eran demasiado pobres y despobladas para sostener un complejo aparato administrativo e institucional. Se marca entonces, una diferencia entre los centros que cuentan con tradición administrativa y aquellos que carecen de ella. En el interior las fuerzas milicianas rurales se afirman rápidamente alrededor de figuras sociales fuertes que necesitan de estas milicias para ejercer el poder efectivamente y para administrar las provincias que desgajadas del poder central necesitan recaudar recursos que las economías regionales encuentran muy gravosas. A su vez, las milicias necesitan de los recursos de las poderosas elites provinciales para que las sustenten. Por otra parte, algunas zonas fronterizas necesitaban de las milicias para protegerse contra los indígenas. Todas estas situaciones determinaban la fuerte militarización de la sociedad, que muy pronto, llega a “barbarizarse”. Las cuestiones políticas se resuelven mediante el uso de la fuerza, Una institución típica de la frontera es el fuerte y el ejército regular de frontera. El fuerte o el fortín, es descripto por el virrey Vértiz como un “…pequeño corral” , imagen que da cuenta de la extrema miseria , intensa precariedad y una vida cotidiana caracterizada por la dureza y las privaciones. El ejército, estaba mal abastecido de armas, municiones y uniformes. La paga se demoraba y cuando llegaba, se usaba para pagar al pulpero del cuartel que le cobraba precios exorbitantes por las mercaderías que consumía. El entretenimiento típico de los cuarteles era la baraja pero también tenían carreras de caballos, dados, taba. Disfrutaban también del baile. La fortinera es un personaje inconfundible en la frontera ya que los muchos soldados estaban casados. Desdentadas, con los rostros ajados y curtidos por el sol del desierto, las fortineras no solo cocinaban y lavaban, también desempeñaban otras tareas que hacen pensar que estaban semi-militarizadas (debían acudir al primer llamado del oficial, asistir a los enfermos, cuidar la caballada, cuidar la cuadra cuando el ejército se ausentaba) Por otro lado, la revolución y la guerra civil contribuyeron al avance de la brutalidad en las relaciones políticas. Las tropas mal pagadas se acostumbraron a ser temibles en el saqueo y la rapiña. En el plano de la vida política civil las relaciones son también brutales ya que los que tienen el poder y quienes administran el país ya no son los mismos. En Buenos Aires hay una rivalidad entre los que poseen una posición económica solida y aquellos que han hecho de la política revolucionaria una profesión. La actividad política parece hecha a propósito de aquellos que no tienen mucho que perder. Hay una cierta distancia entre la elite política y la elite económicosocial. Este esquema se repite en todas las provincias, donde la calidad de la dirigencia política es menguada. La indigencia del poder político, junto con la riqueza de aquellos que detentan el poder real, crea un vínculo de dependencia financiera que viene a sumarse al político-militar. Los letrados, los estudiosos, son confinados a las tareas administrativas del estado sin acceso a las instancias de decisión. Hacia 1819 Belgrano, impresionado por la desolación de las zonas rurales temiendo la disolución del país en la anarquía advirtió al directorio que el alzamiento de las provincias no se detendría fácilmente e hizo jurar la Constitución por el ejército del Norte que se comprometió a respetarla. San Martín también consideraba una locura las luchas civiles y se comprometió a no participar nunca de las batallas internas, aunque el directorio intentaba hacer volver al ejército de los Andes para que lo auxiliara en su lucha contra los caudillos. A fines de 1819, se sublevó el ejército del Norte que acampaba en Arequito al sur de Santa Fe, por iniciativa de Bustos que pone rumbo a Córdoba donde con el tiempo se hace designar gobernador. En 1820, fallece Manuel Belgrano en medio del aislamiento, la pobreza y el desencanto. De los bloques

regionales que se encuentran en pugna hacia 1820, el más significativo es la división que separa a Buenos Aires de las provincias.

LA ARGENTINAHISTORIA DEL PAÍS Y DE SU GENTE

La independencia de las provincias unidasHacia 1816, la situación de la revolución era precaria. El director supremo del directorio, era Pueyrredón ya que este pertenecía a la Logia Lautaro y tenía un sólido prestigio como precursor del movimiento independentista.

Perú estaba en manos de los españoles a causa de la derrota del ejército revolucionario en Sipe- Sipe, lo que ponía en peligro a Salta y Jujuy además de que la economía estaba en situación crítica ya que se había cortado el tráfico comercial. Paraguay se había declarado independiente. En el sur, había comenzado la invasión portuguesa a la Banda Oriental que se sumaba a las hostilidades entre Artigas y el Directorio, que además estaba enfrentado con Santa Fe empeñado en impedirle que se emancipara de la jurisdicción porteña, a la vez que las invasiones de los aborígenes sobre la frontera perjudicaba los establecimientos ganaderos de dicha zona.

En estas circunstancias el Congreso del 9 de julio de 1816, reunido en Tucumán, declaró la independencia usando la designación de “Provincias Unidas de Sudamérica” en lugar de la designación Provincias Unidas del Rio de la Plata usado hasta entonces, lo que pone de relieve el alcance continental de la declaración lo que respondía a la ideología de la Logia Lautaro. El momento internacional resultaba especialmente difícil para encarar cualquier definición respecto de la Indepedencia.

El congreso había empezado a deliberar en marzo de ese año, Los diputados se eligieron a razón de uno por cada 15.000 habitantes. Los pueblos de la liga artiguista no enviaron representantes y Córdoba participó brevemente del mismo. También se trato la cuestión de la forma de gobierno, la mayoría se inclinaba por el sistema monárquico constitucional, proponiéndose coronar a un Inca. La delegación porteña se negó y no se llego a ningún acuerdo. La proclamación de la REPÚBLICA se postergaba y seguía latente la posibilidad de coronar a un príncipe europeo.

La invasión portuguesa debilitaba a Artigas, quien luchaba contra españoles, portugueses y porteños. El conflicto desprestigio a Pueyrredon, ya que se lo acuso de connivencia con los portugueses. Dorrego fue su crítico más fuerte y el primer federalista porteño que insistió en que Buenos Aires se pusiera en pie de igualdad con el resto de las provincias.

Tras las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, la Asamblea del año XIII creó el directorio ejecutivo unipersonal. En julio de 1816, el presidente del directorio era Pueyrredon.

Lo sucede en el cargo, José Rondeau quien permanece hasta el 11 de febrero de 1820, fecha de la batalla de Cepeda, consecuencia de la cual, él renuncia y desaparece el directorio, asumiendo el cabildo todos los poderes. Unos días más tarde una junta electoral elige a Manuel de Sarratea como gobernador de Buenos Aires.

LA EMANCIPACIÓN LATINOAMERICANAPueyrredon y San Martín deciden poner todo el esfuerzo del Estado en el proyecto del plan continental: reconquistar Chile y liberar a Perú por vía marítima. San Martin, instalado en Mendoza donde los lazos con el país transandino eran estrechos, logró formar su ejército con reclutas voluntarios. Se fabricó pólvora y armamento; se instalo un campo de adiestramiento y un hospital militar. Se exigieron donaciones y contribuciones y empezaron a llegar armamentos, caballos, mulas y pertrechos enviados por el directorio. El cruce de los Andes fue planeado a fin de confundir al enemigo. En diciembre de 1816, Alvarez Condarco partió hacia Chile, con la simulada gestión de entregar al gobierno realista de Chile el acta de Independencia Argentina para lograr su reconocimiento , pero lo que se pretendía era aprovechar la memoria visual del ingeniero para explicar los accidentes geográficos que deberían enfrentar los patriotas en el cruce de los Andes. Marcó del Pont hizo quemar el documento en la plaza pública, y envío de regreso a Condarco quien averiguo el dispositivo del ejército realista. Finalmente, en enero de 1817, el ejército cruzo por el paso de Uspallata y Los Patos, que eran los más directos. La batalla de Chacabuco deja abierto el camino para que San Martín y O‘Higgins entraran triunfantes en Santiago. Sin embargo había focos realistas y Chile corría grave riesgo de volver a caer bajo dominación española, pero el triunfo de San Martín en la batalla de Maipú de abril de 1818 definió la suerte del pueblo chileno.

Mientras tanto, las tropas montoneras que respondían al caudillo López, imponían su ley en los caminos del antiguo virreinato. Belgrano quien temía la disolución del país en la anarquía advirtió al directorio que el alzamiento de las provincias no se detendría fácilmente e hizo jurar la Constitución por el ejército del Norte y se comprometió a respetarla. San Martín también consideraba una locura las luchas civiles y se comprometió a no participar nunca de las batallas internas, aunque el directorio intentaba hacer volver al ejército de los Andes para que lo auxiliara en su lucha contra los caudillos.

A fines de 1819, se sublevó el ejército del Norte.

En febrero de 1820, los caudillos López y Ramírez jefes de Santa Fe y Entre Ríos respectivamente, derrotaron al ejército del directorio en la Cañada de Cepeda. Se celebro posteriormente el tratado de Pilar, reconociendo que el federalismo era la forma de gobierno preferida por el pueblo y el congreso que había declarado la independencia en Tucumán fue cuestionado a causa de sus negociaciones con los portugueses y sus pretensiones monárquicas. Artigas, es vencido por los portugueses y abandonado por sus antiguos aliados. Toma el camino del exilio dirigiéndose al Paraguay.

En ese mismo año, San Martín pone al ejército de los Andes, bajo bandera chilena para dirigirse a Perú. Lima fue ocupada pacíficamente y se proclamo la independencia peruana el 28 de julio de 1821, aceptando San Martin el cargo de Protector del Perú, decisión que agravio el sentimiento patriota peruano. El ejército realista se hizo fuerte en el altiplano y las poblaciones de la sierra sufrieron los horrores de la guerra.

Entre 1821 y 1822, Bolívar que aspiraba a concluir la emancipación sudamericana , llevo a cabo una brillante campaña militar que concluyo en la formación de la Gran Colombia. San Martín había contribuido con una fuerza de granaderos al mando de Lavalle. Pero San Martín había perdido contacto con la Logia y había perdido su poder. Se entrevisto en Guayaquil con Bolívar y convencido de que su presencia en Lima demoraba el triunfo, se alejo de Perú. En 1823

permaneció en Mendoza y luego, sabedor del temor que provocaba su regreso al gobierno de Buenos Aires, decide exiliarse en Europa.

Entre 1818 y 1823, los gobiernos de las ciudades de Buenos Aires, Córdoba, Tucumán, Cuyo y Salta se desintegraron en beneficio de figuras militares y sociales preponderantes de cada lugar. Se pretendía una organización nacional que respetara la autonomía de las provincias.

El triunfo de Ayacucho significó el fin de la dominación española en América, con el objeto de obtener el reconocimiento internacional de la independencia, el gobernador de Buenos Aires solicita que se establezca una autoridad que se encargue de los negocios nacionales. El 7 de febrero el congreso aprobó la creación de un poder ejecutivo permanente y designo a Bernardino Rivadavia para ocupar el cargo.

RIVADAVIA Y SU EPOCAEn septiembre de 1820, hubo acuerdo para designar a Martín Rodríguez como gobernador interino de Buenos Aires. Conto entonces con la ayuda de Rosas, un hacendado que era jefe de la milicia de la GUARDIA DEL MONTE, paisanos uniformados de rojo, disciplinados que cumplieron su tarea de pacificar y terminada ésta, volvieron al campo con su jefe. Era necesaria una buena administración, la que quedo en manos del ministro de gobierno, Bernardino Rivadavia, que había llegado al gabinete de Rodríguez en 1821 y se empeñó en organizar las instituciones estables que Buenos Aires necesitaba. Como primera medida, suprimió al cabildo, con el fin de reforzar el poder del gobernador. Creó un sistema de policía y juzgados de paz. Redujo la planta militar y empleados civiles. Se propuso un retiro (voluntario) que se pagó por medio de papeles del estado y se formo un nuevo ejército permanente reclutados voluntariamente y reclutados mediante una ley de vagos que castigaba a los marginales de la campaña. Se gestiono un crédito otorgado por la firma BARING BROTHERS que derivó en la compra de armamento para la guerra con Brasil y que no produjo ningún beneficio a la provincia. También considero que se necesitaba una renovación en las instituciones eclesiásticas que habían perdido vínculo con el papado como consecuencia de la independencia. Se permitió la existencia de cuatro conventos y fue suprimido el diezmo. Se confiscaron bienes de la iglesia y se estableció un sueldo para los prelados y párrocos. La reforma produjo protestas pero fueron dominadas sin dificultad. La Sociedad de Beneficiencia, viene a suplir la necesidad de que el estado asuma un rol en materia de caridad y educación, dos actividades monopolizadas hasta entonces por la iglesia. La alta sociedad, veía a Rivadavia con malos ojos a causa de la reforma eclesiástica, pero Mariquita Sánchez logró formar una comisión directiva de la asociación que debía ocuparse de las escuelas y el hospital de mujeres y de la Casa Cuna.

Se propicio la agricultura más que la ganadería, mediante la ley de enfiteusis que consistía en alquilar tierras públicas a particulares. Esta ley fue aprovechada por grandes hacendados porteños que hicieron un gran negocio en detrimento de pequeños y medianos propietarios.

En diciembre de 1824, la batalla de Ayacucho concluyo con la dominación española en América. El triunfo correspondió al lugarteniente de Bolívar, Antonio José de Sucre.

El factor británico.Concluída la guerra por la independencia americana, el Reino Unido de Gran Bretaña es el nuevo poder supranacional que sustituye sutilmente al dominio español, dejando en manos

de políticos locales el gobierno de la nación pero arbitrado cuando sus intereses se ponen en entredicho. El Congreso de las Provincias Unidas , reunido en 1824, confirió al gobernador de Buenos Aires el manejo de las relaciones exteriores , y se obtuvo así el reconocimiento de la Independencia Argentina por parte de su Majestad Británica firmándose el tratado de Paz y Amistad.

Hacia 1825, Buenos Aires era uno de los mercados más libres del mundo, pero el clima de guerra se impuso. En octubre de 1825, el congreso incorpora a la Banda Oriental a las Provincias Unidas, dicho reconocimiento es una señal de guerra con el imperio. Se crea entonces la figura de presidente de las Provincias Unidas en febrero de 1826 y se designo para ese cargo a Rivadavia.

La constitución de 1826, fue aprobada por el congreso y adoptaba la forma de gobierno representativa, republicana. Supeditaba las autonomías provinciales al gobierno central. Contenía una innovación importante, pues se denominaba “Constitución de la República Argentina”, pero esta constitución fue rechazada por los gobiernos provinciales, el desorden cundía en el interior.

Además en Buenos Aires, el descontento era generalizado ya que a pesar de los triunfos del ejército nacional, había poco interés en continuar con la onerosa guerra con Brasil. Presionado, Rivadavia negocia un tratado de paz que sin embargo, fue considerado agraviante. El tratado no se ratificó y Rivadavia envió su renuncia. La autoridad nacional se disolvió y cada provincia volvió a gobernarse en forma autónoma. Dorrego, jefe de la oposición fue electo gobernador de Buenos Aires, quien reinicio negociaciones que culminaron con la independencia oriental. La influencia británica había decidido que las dos orillas del plata no pertenecieran al mismo país, asegurándose así la libre navegación.

Federales y UnitariosComo gobernador, Dorrego decidió concurrir a la Convención Nacional convocada por López en Santa Fe, esto significaba que Buenos Aires renunciaba a imponer su hegemonía al interior. Pero las cuestiones económicas, los rencores enconados y la aspiración del grupo rivadaviano de volver al poder, crearon un ambiente favorable al golpe que derrocó al gobierno de Dorrego, por parte de los militares veteranos de la guerra con Brasil quienes estaban disconformes con el tratado de Paz. El 1º de diciembre de 1828, las fuerzas de Lavalle destituyeron a la sala de Representantes y nombraron gobernador a su comandante. Mientras tanto el general Paz viajaba al interior con la idea de derrocar al gobierno cordobés, derrotó a Bustos y fue electo gobernador de la provincia.

Dorrego busco el apoyo de Rosas y de López, pero su suerte estaba echada, derrotado en Navarro, fue tomado prisionero y fusilado por orden de Lavalle, quien guardo en su archivo personal las cartas recibidas instándolo al fusilamiento. Este crimen genero una ola de indignación. López , quien no había prestado su auxilio a Dorrego, ahora decide castigar a los culpables. Pero fue desplazado por Rosas, quien venció a Lavalle y firmo el pacto de Cañuelas que entregó el gobierno provincial a Viamonte. En noviembre de 1829, una nueva Junta de Representantes designo gobernador de Buenos Aires por mayoría de votos a Juan Manuel de Rosas.

El general Juan Facundo Quiroga, hombre fuerte de la provincia de La Rioja se puso al frente de la resistencia al poder central. Lamadrid, se había puesto al frente de la gobernación de Tucumán usando recursos y tropas nacionales. Se enfrentaron Quiroga y Lamadrid y éste es derrotado en 1826. En 1829 Quiroga debe enfrentar al general Paz, y es derrotado por este en La Tablada. Consolido su poder Paz, con su triunfo en la batalla de Oncativo e hizo designar gobernador de La Rioja a Lamadrid nuevamente. Quiroga, quien se había refugiado en Buenos Aires, retorna para derrotar a los unitarios en Mendoza, Catamarca, Salta y Tucumán, donde en 1831, vence nuevamente a Lamadrid.

HALPERIN DONGHI LA DISOLUCION DEL ORDEN REVOLUCIONARIO.

1819-1821 Las noticias de lo que había pasado en España y la decisión de los porteños de sustituir al virrey por una junta, fueron noticias que de a poco fueron llegando a todas las regiones. En la Banda Oriental, se produjo una división entre Montevideo y la campaña (el campo) este último, representado por Artigas, quien en principio se pone al servicio de Buenos Aires, pero pronto, los intereses y los acontecimientos hacen que finalmente Buenos Aires rechace a los diputados enviados por La Provincia Oriental para participar de la asamblea del año XIII. En cambio, Buenos Aires, envía a Rondeau para que convoque un nuevo congreso donde se eligen 3 diputados favorables a la política centralista porteña. Pueyrredón presenta su dimisión y Rondeau parecía una figura adecuada para suavizar la dureza que el régimen directorial había empleado. La presencia del ejército nacional solventado por el gobierno revolucionario de Buenos Aires, no basta para hacer cesar la disgregación del poder político en el territorio controlado por Buenos Aires. Ya en 1819, la decadencia del poder de ambos bandos da lugar a un creciente vigor de los poderes regionales, y las distintas fuerzas se decidieron a enfrentar al gobierno centralista pero bajo la denominación de LIBERALES.

A mediados de 1818, tropas del Ejército del Norte que se hallaban en Tucumán, derribaron al gobernador Mota Botello impuesto por Buenos Aires, para devolverle el cargo a Bernabé Aráoz, antiguo vecino tucumano que había sido gobernador de Tucumán y contaba con gran poder político y económico. La deposición de Botello crea un poder local surgido de decisiones también locales junto con el apoyo de la guarnición que hasta ese momento había formado parte del ejército revolucionario y sostenido con los recursos del gobierno central. Las guarniciones militares reconocen liderazgos que no coinciden necesariamente con los vigentes en la región cuyo destino contribuye a decidir, y se constituyen así en un elemento que permanece mal controlado por la dirigencia política local que pretende ocupar en cada centro regional el vacío de poder dejado por el gobierno central. Luego, las milicias heredadas del poder central van perdiendo fuerza ya que no encuentran recursos para sostenerse y dejan lugar a la formación de nuevas fuerzas armadas de tipo rústico y que responden a jefes políticos que tienen recursos para mantenerlas. Javier Lopez, caudillo tucumano que se apoya en bases rurales y populares, hace fusilar a Aráoz en 1824. San Juan es otro ejemplo de este proceso de disolución del poder central, ya que en 1820 se produce el alzamiento de un batallón del ejército regular que depone no solo al gobernador De la Rosa, sino también a la oficialidad de ese cuerpo militar. EL cuerpo militar no produce esta situación por sí sola, sino

que cuenta con el beneplácito de ciertos sectores del cabildo pertenecientes a la elite sanjuanina. Rondeau inteligentemente, reconoce la nueva situación sanjuanina. A nivel local, queda por resolver el riesgo creado por la sublevación militar encabezada por Mariano Mendizabal que parece aspirar a un poder no compartido, a lo que los vecinos oponen la fuerza moral que les permita evitar que la crisis política se resuelva en crisis social. El avance de una tropa de las fuerzas veteranas del ejército estacionadas en Mendoza, sobre los sublevados sanjuaninos, hizo que pronto los restos de estas fuerzas se disgreguen al tiempo que era nombrado un nuevo gobernador. En Córdoba en cambio, las fuerzas militares que se sustraen al poder de Buenos Aires, sienta las bases de una hegemonía local que arraigo sólidamente ya que el movimiento liberal sigue activo. Sin embargo, logra imponer su autoridad Bustos quien se propone retornar a la lucha por la independencia, dejando de lado las luchas internas pero, las condiciones económicas no permiten que el ejército retorne a la lucha por la liberación de la patria, ya que la hegemonía local se niega a sustentar un ejército del que se duda la fidelidad, y Buenos Aires esta incapacitada para financiarlo. Se arma un partido para sostener el poder de Bustos, pero el partido liberal, llamado MONTONERO por sus enemigos no se queda al margen de la lucha por el poder. Se suceden varios alzamientos montoneros organizados por familias de notables federales, pero que no deseaban arriesgar su respetabilidad política autorizando actos de vandalismo. Las lealtades familiares servirán a la reconciliación de los poderes en pugna, y se consolida el poder de Bustos y de su teniente, el corone Francisco Bedoya quienes actúan con dureza, pero manipulados por la élite cordobesa que permanece más o menos leal al régimen directorial. En 1824 algunos de esos miembros de la élite, intentan arrebatar la gobernación a Bustos mediante el apoyo de la legislatura, sin embargo las peticiones (¿reclamos?) de los comandantes militares en campaña sumados al descontento de los soldados de la guarnición de la ciudad, hacen que la legislatura sea declarada disuelta. Es que Bustos sostiene su poder no sólo en las fuerzas militares nacionales, sino y sobre todo, en las milicias rurales y en las autoridades civiles de los distritos rurales que, pese a ser designados por el cabildo, le son leales a Bustos. Las fuerzas militares veteranas se disuelven lentamente por razones financieras y el poder militar rural es usado políticamente. La caída de Bustos se debe a la invasión de la provincia por parte de las fuerzas del general Paz, quien enfrenta esta milicia rural sin experiencia y modesto nivel técnico por lo que la resistencia se revela inferior. En el resto del interior, las fuerzas milicianas rurales se afirman rápidamente porque se considera menos peligroso para el orden político y social que organizar milicias urbanas, menos fáciles de dominar. Las nuevas organizaciones políticas no quieren rivales en las capitales, y además para la administración no se requiere de la fuerza ya que en manos de Buenos Aires quedó el tesoro nacional, en cambio, las provincias, necesitan el uso de las fuerzas de milicia rural para ejercer efectivamente la administración de las provincias desgajadas del poder central y para la recaudación de recursos que las economías regionales encuentran sumamente gravosas. Por otro lado, la misma milicia rural necesita recursos para subsistir y dependen de las élites provinciales con fuerte poderío local, para que las sustenten. Esto significa que la fuerza de las milicias rurales son instrumento de las necesidades fiscales de las provincias y que tales milicias son sustentadas por las administraciones provinciales sumada a la colaboración financiera de las elites de cada provincia. Esta situación es variable de una región a otra. Las milicias en algunas provincias eran necesarias también como tropas de frontera con el indígena. La gravitación de las tropas

de frontera tiene consecuencias políticas importantes. En 1821 un cabildo abierto separo a Catamarca de Tucumán y depuso a Aráoz. Unos días más tarde, también se segregó Santiago del Estero. Tucumán adquirió entonces el nombre de provincia (ya no de república) y comenzó lo que sería una guerra civil que duro 10 años. En Santiago, Ibarra avanza con las tropas de frontera y conquista la capital, declarando la jurisdicción de Santiago del Estero uno de los territorios unidos de la confederación del Rio de la Plata. Solo la hegemonía política en manos de Ibarra es capaz de sostener económicamente las milicias necesarias para continuar con la defensa de las extensas fronteras sin ayuda externa y serán las bases de su poder, más sólido y estable por ejemplo, que La Rioja de Quiroga, que sustenta su poder en milicias que se movilizan plenamente solo en momentos de crisis. Ibarra por otro lado, además de su milicia, cuenta con influencia entre las familias de la elite santiagueña.

En Santa Fe la situación se centra en las crisis de poder político, entonces, la milicia de frontera es una base de poder político-militar necesaria. En Corrientes, el sustento del poder político son las milicias rurales y en Entre Ríos, el poder queda en manos de un oficial porteño Lucio Mansilla que se sostiene gracias a la benevolencia interesada de las provincias vecinas y la gravitación de cuerpos de tropa que le mantienen lealtad y que pronto lo reemplazan por un político oriundo de Entre Ríos. Diferente es la situación en otras provincias, como por ejemplo Mendoza, cuya política de paz con los indios quito la urgencia del problema de fronteras. Pero cuando Mendoza se separo del poder nacional, el apoyo militar para el orden político se busco en las tropas regulares de la guarnición nacional, aunque la ineficacia mostrada por éstas tropas, hicieron notable la necesidad de convocar milicias locales, las cuales una vez organizadas se volcaron al conflicto interno constituyéndose en apoyo militar de una frágil situación partidaria. La intervención directa de los jefes de las milicias, los hermanos Aldao, logró que se apartaran del poder los miembros del cabildo que querían pactar con el movimiento sanjuanino. Los Aldao tienen una trayectoria como veteranos del ejército de los Andes y además su origen los ubica dentro de las familias elitistas que controlan primero el cabildo y luego las autoridades civiles provinciales, todo esto les otorga un papel directivo en la organización militar de fronteras ya que, en definitiva el cuidado de las fronteras se hace necesaria para mantener la capacidad productiva de la provincia, por lo que estas milicias cuentan con el apoyo económico de la administración provincial. De los bloques regionales que se encuentran en pugna hacia 1820, el más significativo es la división que separa a Buenos Aires de las provincias.

1820, Buenos Aires

El temor a la oposición dentro de la misma Buenos Aires, llevo al directorio a tomar la decisión de doblegar por la fuerza a Santa Fe aunque debió hacerlo sin la ayuda del ejército del Norte que prefirió abandonar la obediencia al gobierno central, por lo que Buenos Aires enfrento la disidencia litoral con los recursos de la capital y la campaña bonaerense. Los disidentes también tenían pocos recursos porque los seguidores de Artigas no estaban muy convencidos de prestarle su lealtad además de que la ofensiva portuguesa merecía la atención de las tropas orientales. En febrero de 1820, la batalla de Cepeda lanzo a la fuga a la caballería de Buenos Aires, la cual estaba bajo el mando de Rondeau, abriendo de esta manera el camino a la capital a los federales. Se produce la disolución del directorio y la sociedad porteña se ve en la necesidad de adaptarse al régimen triunfante. Comienza así la necesaria transformación política de Buenos Aires. El hecho de que el partido directorial es el representante de los

intereses de los grupos dominantes de la sociedad y la economía porteña, es una simplificación de los hechos ya que, la temida rebelión de la plebe nunca se produjo. En el seno de Buenos Aires había también una oposición a la política directorial, sin embargo esta oposición tampoco podía aceptar de lleno la situación impuesta por la derrota en Cepeda. De hecho, es el vencido partido directorial quien, poniendo por delante de la fidelidad ideológico-política, la protección de sus intereses, encuentra motivos suficientes para entrar en diálogo con sus vencedores quienes a su vez, necesitan hallar aliados en Buenos Aires puesto que las fuerzas militares vencedoras en Cepeda son del todo insuficientes para una ocupación prolongada de la provincia vencida. Se llega al acuerdo de convocar un cabildo abierto, una primera junta de representantes provinciales elegidos por un minúsculo número de votantes, tres de cuyos miembros son destituidos por su pasada adhesión al régimen directorial. La junta elige gobernador a Manuel de Sarratea, opositor al gobierno de Pueyrredón. Con Sarratea, los vencedores Lopez y ramirez, firman el pacto de Pilar, donde se prevé una futura organización federativa para las provincias rioplatenses. No mucho después, Balcarce denuncia a Sarratea por la entrega de armas porteñas al ejército vencedor de Cepeda y un cabildo abierto lo hace gobernador por lo que Sarratea huye a la campaña. Sin embargo, Balcarce no se sostiene en el poder y Sarratea regresa una semana después a ocupar su puesto. Para consolidar su poder dispone enjuiciar a los líderes del caído régimen directorial, además de entregar nuevas remesas de armas a Ramírez, esta vez con la autorización del cabildo e incluso de los representantes provinciales, armas que Ramírez necesita para proteger Entre Ríos de la amenaza que Artigas representa. La marcha de Ramírez deja a Sarratea en posición endeble, y ciertas disputas en los mandos militares socaba aún más su poder, por lo que convoca a elecciones para una nueva junta de representantes quienes instalan en el gobierno al presidente del cuerpo: Ramos Mejía. Soler, el jefe de las fuerzas militares porteñas, desconoce la autoridad de este nuevo gobernador a la vez que López , junto con Carrera y Alvear comienza un nuevo avance sobre Buenos Aires. Ante la amenaza, Soler es nombrado nuevamente gobernador pero al ser derrotado por las fuerzas de López, la junta se disuelve y el gobierno es ejercido por el cabildo. Se impone una nueva legislatura en la campaña y es designado Alvear como gobernador, pero esta designación no es reconocida por el cabildo en la ciudad que a su vez proclama gobernador a Dorrego, quien logra llevar la batalla a Santa Fe pero no un triunfo decisivo sobre López. EL deseo de paz de la ciudadanía porteña, hace que una nueva junta designe a Martín Rodríguez como gobernador de Buenos Aires, Dorrego se inclina ante esta decisión y entrega el comando del ejército porteño, esta situación desemboca en una nueva revolución en la ciudad que es aplastada por las fuerzas de frontera cuyo jefe es Martín Rodríguez . Este representa el brazo armado del grupo que domina la junta, es decir, el grupo de elite socioeconómico porteño. Las milicias de frontera son el grupo armado que defiende la economía de la provincia de la amenaza indígena costeado por los mismos hacendados y dirigido por militares profesionales que se mantuvieron al margen de las luchas políticas de la ciudad. Hacia octubre de 1820, Martin Rodríguez y las fuerzas milicianas de frontera había provisto la fuerza necesaria para sustentar el orden político de Buenos Aires. Toma importancia la figura del ministro de gobierno de Rodríguez, Bernardino Rivadavia. El retorno de la paz propicia la expansión ganadera en el marco de la economía porteña. Se desmantela el aparato administrativo y militar creado en la etapa revolucionaria siendo reemplazado por un sistema administrativo reducido y orientado a secundar el progreso económico de la provincia. Los sectores elitistas apoyan esta nueva organización política pero

se enfrentan con la oposición del vasto personal militar y las facciones políticas antes antagonistas (directoriales-antidirectoriales), quienes permanecían a a expectativa de encontrar un nuevo lugar desde donde reconquistar posiciones de poder. La reforma militar pasa a retiro a la mayoría de los militares en servicio y crea un ejército permanente con 113 oficiales con mando directo de tropas de doble origen: voluntariado y reclutados en toda la provincia. Pero el reclutamiento fue sumamente impopular por lo que el gobierno renuncio a ella y se decide por “enganchar a los vagos y a los hijos sustraídos de la obediencia de sus padres” Todos esos recursos son insuficientes y el ejército debe ser completado con milicias rurales ya existentes. Se organiza también una caballería con una plana mayor y de suboficiales veteranos. La necesidad de expandir las fronteras hace que cada vez sea necesario con más frecuencia el reclutamiento forzoso sobre todo en la campaña. La situación económica de los militares pasados a retiro es precaria asimismo la condición de los empleados civiles dejados cesantes por la simplificación del aparato burocrático. En la lucha por el progreso económico, el estado decide poner bajo vigilancia policial a los militares que derrochan sus indemnizaciones y lanza otro decreto contra los “vagos” considerados nocivos a la moral pública e inductora de desorden social. El decreto dispone que los vagos sean destinados al servicio militar o sean destinados a peones en obras públicas. Se instituye asimismo un registro de mendigos quienes serán identificados mediante una señal visible, y tendrán prohibido mendigar en parajes y/o ceremonias públicas. Los trabajadores también son disciplinados mediante leyes que sancionan la falta de cumplimiento de sus obligaciones laborales e incluso los peones de campo están bajo leyes que les obliga a portar las “papeletas” que aclaran su situación laboral. Las sanciones ante la falta de cumplimiento a las leyes son severas e incluye el reclutamiento en el ejército por el periodo de dos años. Esta nueva legislación plantea la necesidad de que las clases populares deben mejorar su suerte usando los instrumentos que la economía les proporciona.

La iglesia también sufrió una reforma que pretendió limitar sus atribuciones para ampliar las potestades civiles, consistente en suprimir todos los conventos (excepto cuatro) en la provincia de Buenos Aires establecer rígidas normas en el ingreso a las órdenes religiosas. La iglesia se limito a marcar su disidencia pero no manifestó una resistencia eficaz. Sin embargo, la oposición vio una oportunidad de rehacer un frente reaccionario en la ciudad Tagle se enroló en una cruzada por la fe. El gobierno reclamo al obispado que pusiera en cintura a los párrocos de campaña (rurales). El obispado sanciono a los párrocos díscolos. Las adhesiones al manejo de la administración porteña se multiplicaron pero Tagle sigue comprometido en una conjura que insiste en comprometer a Rosas, entonces de visita en Santa Fe al lado de su amigo el gobernador Lopez. Rivadavia también suprimió los cabildos y estableció una ley que incluía el sufragio universal con limitaciones propias de la época relacionadas con la capacidad económica de los sufragantes. Manuel Dorrego expreso que el voto quedaba en manos de unos pocos comerciantes y capitalistas. Pero aunque no significara una ampliación real del sector políticamente dirigente, el sufragio universal marca el inicio de una carrera política donde se busca el apoyo de sectores marginados de la política ya por medio de beneficios o de amenazas.

La ciudad se vio en la necesidad de renovar la legislatura en 1823. Y aunque las decisiones políticas permaneces en manos de una minoría, el sufragio universal permite que sectores cada vez más amplios de la población equilibre el acceso al poder de las elites. Además, así se

consolido el poder político de los terratenientes. Pero también se pusieron en juego la distribución de favores que el estado puede seguir distribuyendo. Iniciativas como la tramitación del empréstito en Europa, marcan el reingreso del estado en actividades financieras que permiten distribuir favores económicos más cuantiosos a los partidarios. Las tensiones por los beneficios económicos entre los dirigentes del partido de Rivadavia es el espejo de las tensiones derivadas de la distribución del poder. La situación política porteña se encamina hacia una nueva crisis. La legislatura elegida en 1823, debía nombrar al sucesor de Martín Rodríguez. La amenaza no estaba dada por la oposición sino por los enfrentamientos dentro del mismo partido ministerial que manifiesta incoherencias evidentes. Los avances de la economía, sobre todo el ascenso del sector rural produjeron desplazamientos en el poder político. En cada provincia la inestabilidad parece insuperable ya que las instituciones no son lo suficientemente firmes como para construir solidaridades en las cuáles puedan apoyarse. Sin embargo, el nuevo orden económico exhibe éxitos en el interior del país, que necesitan el mantenimiento del tráfico internacional e interregional que exigen mantener relaciones estables entre nuevas unidades políticas.

LOS LEGADOS DE LA REVOLUCIÓN. Las provincias recientemente creadas en las antiguas sedes virreinales, es el marco en que las instituciones deben desarrollarse. Sin embargo, las más de las provincias eran demasiado pobres y despobladas para sostener un complejo aparato administrativo e institucional. Se marca entonces, una diferencia entre los centros que cuentan con tradición administrativa y aquellos que carecen de ella.

Por otro lado, la revolución y la guerra contribuyeron al avance de la brutalidad en las relaciones políticas. Las tropas mal pagadas se acostumbraron a ser temibles en el saqueo y la rapiña. En el plano de la vida política civil las relaciones son también brutales ya que los que tienen el poder y quienes administran el país ya no son los mismos. En Buenos Aires hay una rivalidad entre los que poseen una posición económica solida y aquellos que han hecho de la política revolucionaria una profesión. La actividad política parece hecha a propósito de aquellos que no tienen mucho que perder. Hay una cierta distancia entre la elite política y la elite económico-social. Este esquema se repite en el resto de las provincias, donde la calidad de la dirigencia política es menguada. La indigencia del poder político, junto con la riqueza de aquellos que detentan el poder real, crea un vínculo de dependencia financiera que viene a sumarse al político-militar. Los letrados, los estudiosos, son confinados a las tareas administrativas del estado sin acceso a las instancias de decisión.

El caso de los caudillos parece ligeramente diferente, ya que son verdaderos poseedores del poder económico-social y a la vez detentan el poder político. Ellos sacrifican bienes al estado, sacrificios que son prolijamente inventariados y luego reclamados al fisco. Es el caso de Quiroga y de Rosas entre otros. Particular es el caso de las familias que deben consolidar la solidaridad entre sí con el propósito de mantener el patrimonio. Muchas veces, se opta por la estrategia de establecer lazos matrimoniales entre el sector con poder político y el sector que detenta el poder económico-social. La solidaridad familiar muchas veces conserva plena vigencia a pesar del derrumbe patrimonial. El surgimiento de dirigentes apoyados por estas familias poderosas tiene como consecuencias debilitar el sistema institucional. Las familias

mismas se niegan a tomar la gestión directa del gobierno, lo que hace que se forme una red de relaciones entre personajes políticos y personajes influyentes que establecen relaciones dentro y fuera de su provincia de origen. Las relaciones que se establecen son de índole privada afectiva o comercial y muy frecuentemente adquieren una dimensión política. Esta situación provoca una contante inestabilidad ya que la multiplicidad de contactos, solidaridades y hostilidades que se dan en el plano económico y social no pueden constituirse en la base de un orden político estable. La solución es la reconstrucción de una autoridad nacional tarea que Rosas decide emprender.

ROSASCuestión de la soberanía

Los estados autónomos surgidos a partir de la revolución independentista, surgen de la organización político estatal heredado del período colonial, es decir, las ciudades-provincias con un conjunto de normas fiscales, políticas y administrativas propias de cada cabildo que llegaron por medio de los esfuerzos de las elites provinciales a consolidar espacios soberanos que se asumieron progresivamente como sujetos de derecho internacional.

Las relaciones interprovinciales entre 1820 y 1835 revelaban que las provincias estaban dispuestas a mantener la calidad estatal independiente y así lo manifiestan al definir facultades para el ejercicio de la soberanía por medio de textos constitucionales y legislaciones provinciales relativas a justicia, comercio exterior, finanzas públicas, defensa del territorio etc. La idea predominante es que la soberanía de las provincias era absoluta, por lo que el hecho de reunirse y conformar una nación debía surgir de la libre voluntad de los pueblos de distintas provincias y no como imposición de Buenos Aires, ya que la igualdad política entre los gobiernos era un dogma fundamental. El afianzamiento del ejercicio de las soberanías tendió a consolidarse después de 1831.

Buenos Aires frente a las provincias

Ya en 1827, con la llegada de Dorrego a la gobernación de Buenos Aires, se había intentado restablecer relaciones con otras provincias a través de pactos bilaterales. Mediante estos acuerdos, Buenos Aires fue facultado para el ejercicio de las relaciones exteriores hasta la reunión de una convención o el nombramiento de un poder ejecutivo nacional. La firma del tratado de paz con Brasil, acrecentó los conflictos internos que afrontó la gobernación de Dorrego como herencia de las decisiones político-administrativas de Rivadavia. Todo concluyo con el motín militar liderado por Juan Lavalle que culmino con el fusilamiento de Dorrego, la disolución de la legislatura y el nombramiento de Lavalle como gobernador. De ahí a la guerra civil, un paso. La convención Nacional desconoce a las nuevas autoridades porteñas y convoca la reunión de un ejército liderado por Estanislao López. Grupos indígenas y gauchos protagonizaron este alzamiento dirigido aparentemente por Rosas y que concluyo en 1829 tras la derrota de Lavalle en Puente Márquez por parte de las fuerzas conjuntas de López y Rosas.

La frágil situación política de Buenos Aires, motivó a Lavalle y a Rosas a firmar un pacto, en el que designaron a Viamonte gobernador interino. El nuevo gobernador provisorio estaba unido por fuertes vínculos a Juan Manuel de Rosas, e intentó encauzar las relaciones interprovinciales retomando las iniciativas de Dorrego, logrando actualizar tratados de paz y

con Santa Fe, estipulados en el tratado del Cuadrilátero (Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes) Santa Fe se comprometió a gestionar ante Entre Ríos y Corrientes la alineación con Buenos Aires. También se hizo un tratado con Córdoba y envió a esa provincia una comisión pacificadora que interviniera en el conflicto entre su gobernador, José María Paz y Facundo Quiroga.

Cuestión económica

En los primeros años de la década del ‘20 Buenos Aires se consolidó como entidad política autónoma y así se mantuvo hasta 1880, por lo que en 1829, cuando Rosas llega al poder, la autonomía porteña contaba con instrumentos jurídicos y políticos que brindaron cierto marco legal a las acciones de la administración rosista. El objetivo de Rosas era compartido por el conjunto de las elites rioplatenses: la construcción de un orden social y político legítimo y estable, que garantizara el predominio del sector mercantil- ganadero porteño.

Se pretende consolidar la inserción en el mercado mundial, el control de los recursos obtenidos a través de este comercio y la aduana de Buenos Aires y el desarrollo de políticas que permitieran la expansión de este sector del mercado porteño.

Suma de poderes públicos

En 1829 cuando Juan Manuel de Rosas asume como gobernador, lo hace investido de facultades extraordinarias otorgadas por la legislatura unos días antes como consecuencia de la situación política porteña, ya que Rosas llega al gobierno con un sólido consenso tanto entre la elite como de los sectores populares tanto rurales como urbanos. Sin embargo, había una sutil diferenciación entre los miembros del gabinete del gobernador partidarios de un equilibrio de poderes de aquellos que estaban dispuestos a respaldar con una sanción legal la voluntad rosista de prolongar el poder excepcional asegurado por las facultades extraordinarias. El poder ejecutivo impulso una serie de decretos que tendían a imponer las opiniones del gobierno silenciando las voces disidentes aún dentro del propio partido. La prensa fue objeto de censura. En febrero de 1832, se impuso el uso obligatorio de la divisa punzó entre los empleados del estado y servidores públicos. En 1835, a causa del asesinato de Quiroga, Buenos Aires teme que un complot unitario se materialice en nuevas revueltas dentro del territorio provincial por lo que se decide investir a Rosas con poderes extraordinarios, nombrándolo gobernador y capitán general de la Provincia por cinco años con la suma del poder público , lo que fue ratificado por un plebiscito celebrado días más tarde en el que participaron los ciudadanos de Buenos Aires.

Política nacional e internacional.

La suma de poderes públicos basada en la voluntad popular que cada año votaba para refrendar la autoridad del gobernante, dotaba a Rosas de los mecanismos legales necesarios para establecer un gobierno que no pretendía defender derechos de los individuos sino defender el sistema federal. La exclusión y la intolerancia política formaban parte del federalismo rosista comprometido en una “guerra santa” contra los unitarios, incluidos en listas que circulaban entre juzgados y policías. Los incluidos en tales listas estaban sujetos a intimidaciones de diversa índole, lo que tenía la intensión de debilitar la oposición. La fuerza de choque que llevaba adelante las intimidaciones, despojos y confiscaciones, estaba a cargo

de la mazorca, organización parapolicial conformada por alrededor de doscientos federales. El pico de la ola de terror fue entre los años 1838-40.

El federalismo rosista era entendido por quienes creían fervientemente en el federalismo, como la adecuación a las circunstancias del pensamiento de los hombres de mayo. La defensa de la independencia nacional frente a las amenazas de potencias extranjeras, la preservación del orden político federal, el restablecimiento del orden social y el discurso republicano basado en la representación de la voluntad popular constituyeron las bases del pensamiento federal rosista.

Predominaba la idea de que el sistema unitario se identificaba con la posición aristocrática que además se había asociado con potencias extranjeras en contra de la voluntad e interés popular. Además se tendía a un patriotismo ampliado, es decir a la defensa de un “sistema americano” que respondiera a las amenazas de la ambiciones de las monarquías europeas. Entre 1837-1839 el régimen de Rosas hizo frente a una guerra contra la confederación peruano-boliviana a causa del reclamo de Salta sobre Tarija que estaba en poder de Bolivia. También el dictador boliviano Santa Cruz imponía obstáculos a la importación de productos vía Salta o Jujuy, además de que Rosas sospechaba que éste brindaba asilo y ayuda militar a los unitarios argentinos.

En 1845 el puerto de Buenos Aires fue bloqueado por una flota anglo-francesa que pretendía obtener la libre navegación del Río Paraná. El 20 de noviembre de 1845, tuvo lugar el enfrentamiento armado conocido como VUELTA DE OBLIGADO, cerca de San Pedro. La defensa estuvo a cargo de Lucio V Mansilla. La escuadra invasora contaba con fuerzas muy superiores a las locales, a pesar de los esfuerzos de Mansilla la flota enemiga se adentro en el Paraná. La campaña de los extranjeros no les redituó las ganancias esperadas. En 1847 se levanto el sitio de los ingleses sobre el puerto de Buenos Aires. En 1850 los diplomáticos llegaron a un acuerdo, porque la situación de enfrentamiento no les resultaba un buen negocio.

El federalismo rosista consigue imponer su hegemonía en las provincias del norte a partir de 1846 y en las provincias del litoral a partir de 1848.

En 1851, las pretensiones de Brasil sobre la Banda Oriental llevaron al rompimiento de relaciones entre la confederación y éste país.

Caída del régimen rosista.

El 1º de mayo de 1851, el general entrerriano Urquiza, publica un pronunciamiento en que expresa la decisión de su provincia de reasumir el ejercicio de sus facultades soberanas hasta tanto se produjera la organización constitucional de la república. A excepción de Corrientes, las demás provincias reiteraron su confianza a Rosas. Sin embargo, Urquiza hizo una alianza con Brasil y Montevideo firmada el 29 de mayo. Pero Rosas no consideró importantes las fuerzas del adversario y la movilización para la defensa de Buenos Aires fue tardía y desorganizada. El ejército aliado, desembarcó en San Pedro y avanzó hasta Chivilcoy y Luján. El 3 de febrero de 1852, se batieron en los campos de Caseros las fuerzas principales de ambos ejércitos, resultando victorioso Urquiza. Esto puso fin al régimen rosista. Rosas puso camino al exilio. Urquiza negociaba con los liberales porteños la transición hacia un sistema de libertades públicas y hacia un proceso constituyente.

Urquiza:

Emparentado con los Álzaga, es hombre de fortuna y relaciones. Estudio en el colegio San Carlos de Buenos Aires Fue legislador provincial Fue gobernador de la provincia de Entre Ríos Fue un militar destacado, contaba entre sus hazañas haber derrotado a

Fructuoso Rivera, en la batalla de India Muerta, en 1845. Pretendía abrir los ríos interiores al comercio internacional Durante su gobernación, comerciaba con Montevideo y Brasil omitiendo

la aduana porteña. En Entre Ríos el servicio militar era obligatorio y las milicias eran

disciplinadas y eficientes. Su provincia era ordenada. Tenía iniciativas de progreso y educación

pública. Hacia 1850 Urquiza está en condiciones de disputarle a Rosas el

liderazgo de la Confederación.

BRASIL Y EL EJERCITO ALIADO DE LA AMÉRICA DEL SURDesde Montevideo, le llegaban a Urquiza mensajes para que encabezara la lucha para lograr las transformaciones políticas necesarias para liberar al Litoral de la tiranía de Rosas. La política exterior de la Confederación liderada por Rosas, pretendía reconstruir los límites del antiguo virreinato, insistiendo en considerar a Paraguay una provincia argentina e interviniendo en la política interna uruguaya. En octubre de 1850 se rompen relaciones con Brasil.

Mientras tanto, se le propuso a Urquiza una alianza con el imperio de Brasil y Montevideo a fin de derrocar a Rosas, Urquiza acepto.

En mayo de 1851, Urquiza se “pronuncia” y retira el manejo de la política exterior al gobernador de Buenos Aires, quedando Entre Ríos en condiciones de entenderse con los demás gobiernos del mundo hasta que se constituyera una república. Corrientes sigue sus pasos. EL 29 de mayo, se firma el tratado de alianza ofensiva-defensiva entre Brasil, Entre Ríos y Montevideo, con el propósito de combatir a Oribe en Uruguay y mantener la independencia de ese territorio. En octubre se rindió Oribe en Montevideo. NO hubo represalias contra los vencidos. Los mensajes de apoyo a Rosas llegaban de los gobiernos del interior pero nadie proporcionó auxilios militares. El círculo íntimo de Rosas carecía de voluntad para defender el régimen. UN segundo tratado de alianza entre Montevideo, Brasil, Entre Ríos y Corrientes, se propone ahora “liberar a los pueblos de la dominación tiránica de Rosas”. Primero cayó Santa Fe donde Urquiza depuso al gobernador e instaló un gobierno afín a su política.

El 3 de febrero de 1852, se libro la batalla entre el ejército de Rosas y el ejército grande de América del Sur, en Monte Caseros. La lucha fue breve. Rosas abandono el campo de batalla, se refugió en la casa del ministro inglés y esa misma noche se embarcó con rumbo a Southampton, donde murió en 1877.

EL ACUERDO DE SAN NICOLAS DE LOS ARROYOSEl 19 de febrero, Urquiza entró a la ciudad al frente de sus tropas, hizo designar como gobernador a Vicente López y Planes haciendo un desaire a Valentín Alsina, exministro de Rivadavia que aspiraba al mismo cargo. Los antiguos emigrados unitarios se sienten ofendidos porque las medidas que tomaba Urquiza tendían a conquistar el ánimo de los federales rosistas.

Se celebro en San Nicolas de los Arroyos una reunión de gobernadores que acordaron organizar el país bajo el sistema federal. Se fijó que la sede del futuro congreso Constituyente fuera en Santa Fe. Se nacionalizó el tesoro. Buenos Aires se opuso, la Legislatura rechazó el acuerdo y se decidió que Buenos Aires no asistiera al Congreso Constituyente. Urquiza no admitió esta oposición, cerró la Legislatura porteña, desterró a los diputados más combativos y cerró las imprentas opositoras. A nivel internacional, autorizó la libre navegación de los ríos interiores y reconoció la independencia de Paraguay. En septiembre de 1852, cuando Urquiza partió hacia Santa Fe, estallo una revolución en Buenos Aires, la provincia reasumió la conducción de sus relaciones exteriores, se separo de la confederación Argentina y formo el estado de Buenos Aires. No asistió al congreso constituyente.

Entre diciembre de 1852 y julio de 1853, Urquiza impuso sitio a Buenos Aires, pero la escuadrilla a cargo del bloqueo del río fue sobornada por Buenos Aires lo que permitió que se levantara el sitio. Buenos Aires vivía un clima de localismo exaltado. Se producía un marcado crecimiento urbano y progresos materiales en los pueblos del interior. En mayo 1853 fue jurada la Constitución. En febrero de 1854, se realizan las primeras elecciones, y triunfa la fórmula Urquiza- Salvador María del Carril dando comienzo a la primera presidencia constitucional nacional de la historia argentina. La capital provisional de ese estado fue Paraná. El interior también vivía un clima favorable al progreso, pero había pocos recursos para llevar adelante los proyectos. Se crea el puerto de Rosario como puerta de ingreso a la Confederación. Los objetos provenientes del exterior que llegaran a través de Buenos Aires pagarían mayores impuestos. Esta decisión no dejo los recursos materiales esperados. En Buenos Aires triunfa el partido antiurquicista cuyos líderes eran Valentín Alsina, Sarmiento y Mitre. En 1857 Valentín Alsina fue votado gobernador de Buenos Aires. Esta elección no puede menos que provocar a Urquiza. El problema más grave que aqueja a Buenos Aires es su frontera con el indígena ya que el cacique Calfucurá era enemigo del gobierno porteño y aliado de Urquiza. Esto obligaba a Buenos Aires a ocupar la mitad de sus fuerzas armadas en los fortines.

Ocurre en San Juan una grave crisis institucional, donde fue asesinado el gobernador , hombre de confianza de Urquiza, crimen instigado por Buenos Aires. Se produce la ruptura entre la Confederación y Buenos Aires.

En noviembre 1859 chocan ambos ejércitos en los campos de Cepeda. Los porteños son vencidos y se firma el pacto de San José de Flores, por el que Buenos Aires se compromete a reincorporarse a la Confederación argentina, a participar de una convención reformadora de la Constitución; además Buenos Aires admite la nacionalización de la aduana. Tiene lugar las segundas elecciones nacionales que dieron el triunfo a la fórmula Derqui- Pedernera. Derqui formo su ministerio con personalidades que le recomendó Mitre.

Se lleva a cabo la Convención reformadora de la Constitución aprobándose las modificaciones propuestas por Buenos Aires. Las relaciones tienden a pacificarse y se empieza a concretar la paz acordada por el tratado de Flores. Pero ocurre un nuevo hecho de violencia en San Juan. Es asesinado el interventor federal designado por Urquiza a raíz del asesinato del gobernador. EL interventor Virasoro pertenecía a una familia correntina leal a Urquiza y su presencia en San Juan garantizaba la paz en Cuyo. El nuevo gobernador sanjuanino, era Aberastaín, amigo de Sarmiento. El ejército de la Confederación intervino nuevamente la provincia y fusiló a Aberastaín. Así se desvaneció la posibilidad de un arreglo entre la confederación y Buenos Aires.

Esta situación dio a Mitre la oportunidad de asegurarse al apoyo de algunas provincias lideradas por liberales y fortaleció su ejército. El 6 de septiembre de 1861, en un arroyo próximo a Pavón se produce el enfrentamiento entre Urquiza y Mitre. A pesar de que la caballería de Urquiza se impuso, incomprensiblemente, Urquiza se retira del campo de batalla y se recluye en su estancia. Mitre se proclama vencedor. Derqui ya no puede sostener su autoridad presidencial, se retira sin siquiera presentar su renuncia. Mitre aprovecha la disolución del gobierno nacional para imponerse en el interior. Dos meses después de Pavón, en Cañada de Gómez, Mitre vence y fusila a centenares de soldados del ejército de Urquiza. Mitre fue elegido como encargado del poder ejecutivo nacional. Nuevas elecciones en octubre de 1862, imponen el triunfo de la fórmula Mitre- Marcos Paz para el tercer período constitucional 1862-1868.

El gobierno nacional residía en Buenos Aires, territorio que debía federalizarse, ya que Mitre había presentado al Congreso un proyecto por el cual se declaraba “territorio federal a la provincia de Buenos Aires y capital a la ciudad de la provincia, pero la legislatura porteña rechazó la proposición y dividió al partido gobernante entre crudos que respondían al autonomismo de Adolfo Alsina y cocidos que respondían al nacionalismo de Mitre. Con el fin de incrementar las rentas nacionales, Mitre nacionalizó la aduana de Buenos Aires y creo el banco de la Provincia que controlaba la emisión de moneda.

Cambio las leyes mercantiles y encomendó la redacción de un código penal y un código civil. En su período se organizó la corte suprema y los juzgados federales en todas las provincias. Mitre favoreció la inmigración –arribaron cien mil extranjeros- y comenzaron a tenderse redes ferroviarias.

El misterio de Pavón El 17 de septiembre de 1861 tuvo lugar la batalla de Pavón entre las fuerzas porteñas,

comandadas por el general Bartolomé Mitre, y las tropas de la Confederación Argentina, al mando del general Justo José de Urquiza. En un combate dudoso, Urquiza retiró sus tropas,

aun teniendo superioridad numérica. La victoria fue para los porteños, que extenderían su dominio a todo el país. La batalla de Pavón suscito polémicas y especulaciones que aún

perduran, pero al margen de las interpretaciones sobre los entretelones de la batalla, lo cierto es que Pavón abrió el camino a la organización nacional y puso fin a la separación entre la

Confederación Argentina y la provincia de Buenos Aires, producida en 1852. A continuación, transcribimos un artículo de José María Rosa sobre la batalla, sus interpretaciones y

consecuencias.

Fuente: Retorno, 5 de noviembre de 1964, por José María Rosa.

Chocan cerca de la estancia de Palacios, junto al arroyo Pavón en la provincia de Santa Fe, los

ejércitos de Urquiza y Mitre. A Urquiza, a pesar de Caseros, lo rodea el pueblo entero; Mitre

representa la oligarquía porteña. Aquél es un militar de experiencia, éste ha sido derrotado

hasta por los indios en Sierra Chica. El resultado no parece dudoso, y todos suponen que

pasará como en Cepeda, en octubre de 1859, cuando el ejército federal derrotó a los

libertadores.

Parece que va a ser así. La caballería de Mitre se desbanda. Ceden su izquierda y su derecha

ante las cargas federales. Apenas si el centro mantiene una débil resistencia que no puede

prolongarse, y Mitre como Aramburu en Curuzú Cuatiá, emprende la fuga. Hasta que le llega

un parte famoso: “¡No dispare, general, que ha ganado!”. Y Mitre vuelve a recoger los laureles

de su primera –y única– victoria militar.

¿Que ha pasado? Inexplicablemente Urquiza no ha querido coronar la victoria. Lentamente, al

tranco de sus caballos para que nadie dude que la retirada es voluntaria, ha hecho retroceder a

los invictos jinetes entrerrianos. Inútilmente los generales Virasoro y López Jordán, en partes

que fechan “en el campo de la victoria” le demuestran el triunfo obtenido. Creen en una

equivocación de Urquiza. ¡Si nunca ha habido triunfo más completo! Pero Urquiza sigue su

retirada, se embarca en Rosario para Diamante, y ya no volverá de Entre Ríos.

¿Qué pasó en Pavón? Es un misterio no aclarado todavía. Se dice que intervino la masonería

fallando el pleito en contra del pueblo, sin que Urquiza pagara las costas (las pagó el país), que

un misterioso norteamericano de apellido Yatemon fue y vino entre uno y otro campamento la

noche antes de la batalla concertando un arreglo, que Urquiza desconfiaba del presidente

Santiago Derqui, que estaba cansado y prefirió arreglarse con Mitre, dejando a salvo su

persona, su fortuna y su gobierno en Entre Ríos. Todo puede conjeturarse. Menos que lo que

dirá en su parte de batalla: que abandonó la lucha “enfermo y disgustado al extremo por el

encarnizado combate”. ¡Urquiza con desmayos de niña clorótica!

LA MASACRE DEL PUEBLO

Derqui ingenuamente intentará la resistencia. El grueso del ejército federal está intacto y lo

pone a las órdenes de Juan Saa, mientras espera el regreso de Urquiza. Lo cree enfermo y le

escribe deseándole “un pronto restablecimiento para que vuelva cuanto antes o ponerse al

frente de las tropas”. Pero Urquiza no vuelve, no quiere volver. A cuarenta días de la batalla, el

27 de octubre, el inocente Derqui todavía escribe al sensitivo guerrero interesándose por su

salud y rogándole que “tome el mando”.

La trompetería oligárquica anuncia la gran victoria, aunque Mitre no puede mover a los suyos

de la estancia de Palacios porque no tiene caballada. Sarmiento, desde Buenos Aires, le

escribe el 20 de septiembre: “No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono

que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos” (Archivo

Mitre, tomo IX, pág. 363). Para Urquiza quiere medidas radicales “o Southampton o la horca”.

En Southampton pasaba su ancianidad, pobre pero jamás amargado, Juan Manuel de Rosas.

Ni uno ni otro. Urquiza no será un prófugo. Quedará en Entre Ríos y no perderá ni el gobierno

de esa provincia ni una sola de sus muchas vacas. Derqui, Pedenera, Saa, el Chacho

Peñaloza, Virasoro, Juan Pablo López esperan que vuelva Urquiza de Entre Ríos y en una sola

carga desbarate las atemorizadas tropas mitristas. Por toda la República, de Rosario al Norte,

vibra el grito ¡Viva Urquiza! en desafío a los oligarcas: todos llevan al pecho la roja divisa

federal con el dístico “Defendemos la ley federal jurada. Son traidores quienes la combaten”.

Urquiza tiene trece provincias consigo y un partido que es todo, o casi todo, en la República. Se

lo espera con impaciencia. Derqui suponiendo que es el obstáculo para el regreso del general,

opta por eliminarse de la escena y en un buque inglés se va silenciosamente a Montevideo,

renunciando la presidencia. Lo reemplaza Pedernera, que tiene toda la confianza de Urquiza.

Pero Urquiza no viene.

Entonces las divisiones mitristas a las órdenes de Sandes, Iseas Irrazabal Flores, Paunero,

Arredondo (todos jefes extranjeros) entran implacables en el interior o cumplir el consejo de

Sarmiento. Hombre encontrado con la divisa federal es degollado; si no lo llevan es mandado a

un cantón de fronteras a pelear con los indios. No importa que tenga hijos y mujer. Es gaucho,

y debe ser eliminado del mapa político. Todo el país debe “civilizarse”.

Venancio Flores, antiguo presidente uruguayo, a las órdenes de los porteños, sorprende en

Cañada de Gómez el 22 de noviembre al grueso del ejército federal que sigue esperando

órdenes de Urquiza. Ahí están sin saber a quién obedecer, ni qué hacer. Flores pasa

tranquilamente a degüello a la mayoría e incorpora a los otros a sus filas. Nuestras guerras

civiles no se habían distinguido por su lenidad precisamente, pero ahora se colma la medida.

Hasta Gelly y Obes, ministro de Guerra de Mitre, se estremece con la hecatombe: “El suceso

de la Cañada de Gómez –informa– es uno de los hechos de armas que aterrorizan al

vencedor... Este suceso es la segunda edición de Villamayor, corregida y aumentada”. (En

Villamayor, Mitre había hecho fusilar al coronel Gerónimo Costa y sus compañeros por el solo

delito de ser federales).

Esa limpieza de criollo que hace el ejército de la Libertad entre 1861 y 1862 es la página más

negra de nuestra historia, no por desconocida menos real. Debe ponerse el país “a un mismo

color” eliminando a los federales. Como los incorporados por Flores desertan en la primera

ocasión, en adelante no habrá más incorporaciones: degüellos, nada más que degüellos. No

los hace Mitre, que no se ensucia las manos con esas cosas; tampoco Paunero ni Arredondo.

Serán Flores, Sandes, Irrazabal, todos extranjeros. Y los ejecutores materiales tampoco son

criollos: se buscan mafiosos traídos de Sicilia: “En la matanza de la Cañada de Gómez –

escribe José María Roxas y Patrón a Juan Manuel de Rosas-, los italianos hicieron despertar

en lo otra vida a muchos que, cansados de los trabajos del día, dormían profundamente“ (A.

Saldías: La evolución republicana, pág. 406).

Así avanza la ola criminal, estableciendo “El reinado de la libertad“, como dice La Nación

Argentina, el diario de Mitre.

Sarmiento sigue con sus aplausos: “Los gauchos son bípedos implumes de tan infame

condición, que nada se gana con tratarlos mejor”, dice el apóstol de la civilización. Los pobres

criollos que caen en manos de los libertadores, sólo pueden exclamar ¡Viva Urquiza! al sentir el

filo de la cuchilla. Algunos consiguen disparar al monte a hacer una vida de animales bravíos.

Seguirá la matanza en Córdoba, San Luis, Mendoza, San Juan, La Rioja, mientras se oiga el

¡Viva Urquiza! en alguna pulpería o se vea la roja cinta de la infamia. Que viva Urquiza

mientras mueren los federales. Y Urquiza vive tranquilo en su palacio San José de Entre Ríos,

porque ha concertado con Mitre que se le deje su fortuna y su gobierno a condición de

abandonar a los federales. Dentro de poco hará votar por Mitre en las elecciones de presidente.

“Pavón no es solo una “victoria militar –escribe Mitre o su ministro de Guerra– es sobre todo el

triunfo de la civilización sobre los elementos de la barbarie”.

EL CHACHO PEÑALOZA

Fue entonces que se alzó la noble figura del general Ángel Vicente Peñaloza, llamado el

“Chacho” por todos. Era brigadier de la Nación y jefe del III ejército nacional acantonado en

Cuyo. Al ver que los libertadores proceden de esa manera, escribe a uno de ellos, el general

Antonino Taboada, el 8 de febrero de 1862: “¿Por qué hacen una guerra a muerte entre

hermanos con hermanos?”, contraria a la hidalguía de la raza. No hay objeto porque Urquiza ya

no vuelve más y los federales han aceptado su derrota. Pero de allí a exterminarlos, va mucho

“¿No es de temer que las generaciones futuras nos imitaran tan pernicioso ejemplo?”.

La carta es tomada como una provocación, y Peñaloza queda despojado de su rango militar y

declarado indigno de vestir el uniforme. Las tropelías siguen: degüellos, saqueos, raptos,

violaciones. En Guaja, Sandes ordena quemar la casa del Chacho, después de saquearla.

Peñaloza se revuelve como un jaguar herido. No tiene tropas de línea, ni armas, ni jefes, pero

su grito de guerra resuena por todos los contrafuertes andinos, y van a reunírseles cientos,

miles, de paisanos que llegan con su caballo de monta y otro de tiro, agenciado quién sabe

cómo. Con media tijera de esquilar fabrican una lanza acoplándola a una caña Tacuara. Y el

“Chacho” empieza sus victoriosas marchas y contramarchas de La Rioja a Catamarca, de

Mendoza a San Luis. La montonera crece y se hace imbatible. Poco pueden contra ella los

ejércitos de línea formados por milicos enganchados o condenados a servir las armas: las

cargas de los jinetes llanistas desbaratan a los ejércitos de la libertad.

Le ofrecen la paz, y el Chacho la acepta porque es un ingenuo. Cree en la sinceridad y buena

fe de los libertadores. El no pelea para imponerse a nadie, sino para defender a los suyos. En

La Banderita el 30 de mayo se firma el compromiso: no se perseguirá más a los criollos, y

Peñaloza desarmará su montonera. José Hernández, el autor de Martín Fierro, cuenta la

entrega de los prisioneros tomados por el Chacho: “Ustedes dirán si los he tratado bien –

pregunta éste– ¡Viva el general Peñaloza! fue la respuesta. Después el riojano pregunto: ‘¿Y

bien? ¿Dónde está la gente que ustedes me apresaron? ¿Por qué no responden? ¡Qué! ¿Será

verdad lo que se ha dicho? ¿Será verdad que los han matado a todos?’ Los jefes de Mitre se

mantenían en silencio, humillados. Los prisioneros habían sido fusilados sin piedad, como se

persigue y se mata a las fieras de los bosques; sus mujeres habían sido arrebatadas por los

vencedores”. (Vida del Chacho, pág. 176).

LA LEY MARCIAL

Todo es mentira en los libertadores. No habrá paz. Al Chacho lo han engañado valiéndose de

su buena fe de caballero y de criollo. Apenas se licencia el ejército federal, que Sarmiento -

ahora gobernador de San Juan y director de la guerra– incita a Mitre a no cumplir el

compromiso: “Sandes está saltando por llegar a La Rioja y darle una buena tunda al Chacho.

¿Qué regla seguir en esta emergencia? Si va, déjelo ir. Si mata gente, cállese la boca”.

Recomienza la persecución de la gente. “Quiero hacer en La Rioja una guerra de policía –

escribe Mitre a Sarmiento–. Declarando ladrones a los montoneros sin hacerles el honor de

considerarlos partidarios políticos ni elevar sus depredaciones al rango de reacciones, lo que

hay que hacer es muy sencillo.” (Domingo F. Sarmiento, Obras Completas, XIX, pág. 292). No

dice lo que es sencillo, porque hay cosas que Mitre no escribe y debe ser entendido a medias

palabras. Pero Sarmiento, que tiene otra pasta, reúne a los jefes militares, les lee instrucciones

de Mitre y acota: “Está establecido en este documento la guerra a muerte. Es permitido

quitarles la vida donde se los encuentre”.

Con todo hay en Mitre y Sarmiento un homenaje al derecho. Mitre debe dictar una cátedra para

decir que debe aplicarse a la gente del Chacho la guerra de policía, Sarmiento debe aclararla

que es “a muerte”, que Sandes y los suyos no tengan escrúpulos. Un siglo más tarde, la ley

marcial se aplicará en la Argentina –sin retorcerla, ni interpretarla, ni valerse de subterfugio

alguno– a todo prisionero vencido, aún a quienes se entregan voluntariamente, aún a los

tomados antes de iniciarse las operaciones. Pero no estoy escribiendo sobre años tan

estúpidamente crueles, de retroceso moral tan manifiesto, sino sobre cosas ocurridos hace un

siglo cuando Sarmiento y Mitre –algo distintos a sus sucesores de 1956– debían explicar con

razonamientos especiosos, pero razonamientos al fin, por qué aplicaban la ley marcial a los

adversarios.

MITRE: 1862-68. En mayo de 1862, se reunía un nuevo congreso nacional que legitimará la situación de Mitre confirmándolo como encargado del Poder Ejecutivo Nacional. Se convocó a elecciones nacionales y triunfó la fórmula Bartolomé Mitre y Marcos Paz, que asumió en octubre. Mitre se propuso unificar al país. Lo hizo a través de diferentes medios. Creó una moneda nacional única (en algunas provincias se usaban hasta cuatro monedas distintas), un organismo nacional para que recaudara los impuestos en todo el país. Difundió la educación primaria y secundaria, lo que fomentó la unificación de la enseñanza según los contenidos y valores que le interesaba transmitir a la clase dirigente porteña. Finalmente, creó un ejército nacional que tuvo como primera misión reprimir los levantamientos populares del Chacho Peñaloza y Felipe Varela, que representaron la última resistencia del interior a la política de Buenos Aires. La Argentina aceleró a partir de este momento su incorporación al mercado mundial como exportadora de materias primas (cereales, lana, carne y cuero) e importadora de productos elaborados (muchas veces con nuestras lanas y carnes). Nuestro principal comprador y vendedor seguía siendo Inglaterra, que siempre tendrá un saldo a su favor porque las manufacturas siempre son más caras que las materias primas. Los ingleses realizarán inversiones en ferrocarriles que serán generosamente garantizadas por los sucesivos gobiernos argentinos.

En estas circunstancias, asumió Sarmiento la gobernación de San Juan. A poco de asumir

dictó una Ley Orgánica de Educación Pública que imponía la enseñanza primaria obligatoria y

creaba escuelas para los diferentes niveles de educación, entre ellas una con capacidad para

mil alumnos, el Colegio Preparatorio (más tarde llamado Colegio Nacional de San Juan) y la

Escuela de Señoritas, destinada a la formación de maestras. Sarmiento no paraba de hacer

cosas. En sólo dos años cambió la fisonomía de su provincia. Abrió caminos, ensanchó calles,

construyó nuevos edificios públicos y hospitales, fomentó la agricultura y apoyo la fundación de

empresas mineras. Y para no aburrirse, volvió a editar el diario El Zonda. Sin embargo, las

provincias continuaban sufriendo las consecuencias de una política que privilegiaba los

intereses del puerto de Buenos Aires por sobre los del resto del país. La llegada masiva de

productos importados terminó por liquidar lo poco que quedaba de las industrias locales. La

desocupación era enorme y casi la única posibilidad de empleo la ofrecían los nuevos puestos

de la administración nacional creada por Mitre. Fue creciendo de esta forma un sector de

empleados públicos cuya suerte estaba atada a la de los diferentes gobiernos, lo que

garantizaba a los partidos gobernantes los votos de los empleados públicos de todo el país.

La Guerra de la Triple AlianzaAutor: Felipe Pigna

La guerra que enfrentó a la Argentina, Brasil y Uruguay contra Paraguay, entre 1865 y 1870, respondió más a los intereses británicos y de acabar con un modelo autónomo de desarrollo como el paraguayo, que podía devenir en un "mal ejemplo" para el resto de América latina, que a los objetivos de unificación nacional y defensa del territorio proclamados por sus promotores. El conflicto que terminó por enfrentar al Paraguay con la Triple Alianza, formada por Argentina, Brasil y Uruguay, tuvo su origen en 1863, cuando el Uruguay fue invadido por un grupo de liberales uruguayos comandados por el general Venancio Flores, quienes derrocaron al gobierno blanco, de tendencia federal y único aliado del Paraguay en la región.

La invasión había sido preparada en Buenos Aires con el visto bueno del presidente Bartolomé Mitre y el apoyo de la armada brasileña. El Paraguay intervino en defensa del gobierno depuesto y le declaró la guerra al Brasil. El gobierno de Mitre se había declarado neutral pero no permitió el paso por Corrientes de las tropas comandadas por el gobernante paraguayo Francisco Solano López. Esto llevó a López a declarar la guerra también a la Argentina. Brasil, la Argentina y el nuevo gobierno uruguayo firmaron en mayo de 1865 el Tratado de la Triple Alianza, en el que se fijaban los objetivos de la guerra y las condiciones de rendición que se le impondrían al Paraguay. Hasta 1865 el gobierno paraguayo, bajo los gobiernos de Carlos Antonio López y su hijo Francisco Solano López, construyó astilleros, fábricas metalúrgicas, ferrocarriles y líneas telegráficas. La mayor parte de las tierras pertenecía al Estado, que ejercía además una especie de monopolio de la comercialización en el exterior de sus dos principales productos: la yerba y el tabaco. El Paraguay era la única nación de América Latina que no tenía deuda externa porque le bastaban sus recursos. La impopularidad de la Guerra de la Triple Alianza, sumada a los tradicionales conflictos generados por la hegemonía porteña, provocó levantamientos en Mendoza, San Juan, La Rioja y San Luis. El caudillo catamarqueño Felipe Varela lanzó una proclama llamando a la rebelión y a no participar en una guerra fratricida diciendo: "Ser porteño es ser ciudadano exclusivista y ser provinciano es ser mendigo sin patria, sin libertad, sin derechos. Esta es la política del gobierno de Mitre. Soldados Federales, nuestro programa es la práctica estricta de la Constitución jurada, el orden común, la amistad con el Paraguay y la unión con las demás repúblicas americanas". A pesar de contar con un importante apoyo popular, Varela fue derrotado por las fuerzas nacionales en 1867. Como decía la zamba de Vargas, nada podían hacer las lanzas contra los modernos fusiles de Buenos Aires.

La participación argentina en la guerra respondía también al interés del gobierno en imposibilitar una posible alianza entre las provincias litorales y el Paraguay. La guerra era para los paraguayos una causa nacional. Todo el pueblo participaba activamente de una guerra defensiva. Los soldados de la Triple Alianza peleaban por plata o por obligación. Esto llevó a los paraguayos a concretar verdaderas

hazañas militares, como el triunfo de Curupaytí, donde contando con un armamento claramente inferior, tuvieron sólo 50 muertos frente a los 9.000 de los aliados, entre ellos Dominguito, el hijo de Domingo Faustino Sarmiento. En nuestro país, la

oposición a la guerra se manifestaba de las maneras más diversas, entre ellas, la actitud de los trabajadores correntinos, que se negaron a construir embarcaciones para las tropas aliadas y en la prédica de pensadores que, como Juan Bautista Alberdi y José Hernández, el autor del Martín Fierro, apoyaban al Paraguay.

En 1870, durante la presidencia de Sarmiento las tropas aliadas lograron tomar Asunción poniendo fin a la guerra. El Paraguay había quedado destrozado, diezmada su población y arrasado su territorio. La guerra duró casi cinco años, le costó al país más de 500 millones de pesos y 50.000 muertos. Sin embargo, benefició a comerciantes y ganaderos porteños y entrerrianos cercanos al poder, que hicieron grandes negocios abasteciendo a las tropas aliadas. El general Mitre declaró: "En la guerra del Paraguay ha triunfado no sólo la República Argentina sino también los grandes principios del libre cambio (...) Cuando nuestros guerreros vuelvan de su campaña, podrá el comercio ver inscripto en sus banderas victoriosas los grandes principios que los apóstoles del libre cambio han proclamado".

El regreso de las tropas trajo a Buenos Aires, en 1871, una terrible epidemia de fiebre amarilla contraída por los soldados en la guerra. La peste dejó un saldo de trece mil muertos e hizo emigrar a las familias oligárquicas hacia el Norte de la ciudad, abandonando sus amplias casonas de la zona Sur. Sus casas desocupadas fueron transformadas en conventillos.

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En 1863 se produjo en la zona de Cuyo el levantamiento del Chacho Peñaloza. Antes de lanzarse a la lucha, el Chacho le escribía al presidente Mitre: “Es por esto señor Presidente, que los pueblos, cansados de una dominación despótica y arbitraria, se han propuesto hacerse justicia, y los hombres, todos, no teniendo más ya que perder que la existencia, quieren sacrificarla más bien en el campo de batalla, defendiendo sus libertades y sus leyes y sus más caros intereses atropellados vilmente por los perjuros. Esas mismas razones y el verme rodeado de miles de argentinos que me piden exija el cumplimiento de esas promesas, me han hecho ponerme al frente de mis compatriotas y he ceñido nuevamente la espada, que había colgado después de los tratados con los agentes de V.E. No es mi propósito reaccionar al país para medrar por la influencia de las armas, ni ganar laureles que no ambiciono. Es mi deber el que me obliga a sostener los principios y corresponder hasta con el sacrificio de mi vida a la confianza depositada en mí por los pueblos”.

El gobernador Sarmiento decretó el estado de sitio y, como coronel que era, asumió personalmente la guerra contra el caudillo y lanzó la siguiente proclama: “Conciudadanos: Peñaloza se ha quitado la máscara. Desde la estancia de Guaja, secundado por media decena de bárbaros oscuros, que han hecho su aprendizaje político en las encrucijadas de los caminos, se propone reconstruir la República

sobre un plan que él ha ideado, por el modelo de Los Llanos. Bajo su dirección e impulso, estas provincias serán luego un vasto desierto, donde reinen el pillaje, la barbarie sin freno, y la montonera constituida en gobierno. No es un sistema político lo que estos bárbaros amenazan destruir. Es todo orden social, es la propiedad tan penosamente adquirida, toda esperanza de elevar a estos pueblos al goce de aquellas simples instituciones que aseguran a más de la vida, el honor, la civilización y la dignidad del hombre. Conciudadanos: Vosotros conocéis La Rioja, donde han imperado por años hombres que eran todavía algo más adelantados que Chacho. Es hoy un desierto poblado por muchedumbres que sólo el idioma adulterado conservan de pueblos cristianos. Habéoslo visto en 1833 en San Juan, incendiando inútilmente las propiedades y robando cuanto atraía sus miradas para cubrir su desnudez y saciar sus instintos rapaces. Tendráis otra vez a esas chusmas en San Juan, no sólo para robaros vuestros bienes, sino para hacerse de medios con que llevar la guerra y la desolación a otros puntos de la República. Vuestras mercaderías, vuestras mulas, vuestros caballos, vuestros ganados, vuestros trabajadores, vuestro dinero arrancado por las extorsiones y la violencia, son el elemento con que cuentan para llevar adelante sus intentos salvajes, porque mal los honraríamos con llamarlos planes de subversión. San Juan, por la cultura de sus habitantes, por la posición que ocupa en esta parte de la República, tiene algo más que hacer que defender sus hogares y su propiedad. Débelo a la patria común, a la dignidad humana, salvar la civilización amenazada por estos vergonzosos levantamientos de la parte más atrasada de la población que quisiera entregarse sin freno a sus instintos de destrucción. San Juan reducido a la barbarie, San Juan saqueado, San Juan gobernado por el Chacho y sus asociados, desaparecerá del mapa argentino el día en que se aprestaba por sus propios recursos, por su propia industria y esfuerzo, a contarse entre las provincias más adelantadas y ricas de la República. […] Conciudadanos: A las armas y que San Juan sea un ejército, un baluarte contra la barbarie, y ejemplo para todos los pueblos argentinos. Esto es lo que espera de vosotros vuestro compatriota y amigo D.F. Sarmiento”.

Los coroneles de Mitre, enviados a reprimir al pueblo riojano, no salían de su asombro sobre los niveles de miseria de aquel pueblo y valentía del Chacho y su gente: “No sé, señor, de qué palabras valerme para hacerle una descripción que pinte con bastante verdad la provincia de La Rioja y temo parecer exagerado. Bástele, señor, saber que aquí no han conocido nunca un médico y que la mujer del ex gobernador es oída como un oráculo porque es la única ‘médica’ que hay en La Rioja toda”. El Chacho, tras rendirse al mayor Irrazábal, fue cobardemente asesinado en presencia de su familia. Los que combatían la barbarie expusieron su cabeza en una pica en la plaza de Olta, en La Rioja, durante varios días.

Poco después del cobarde crimen, el “padre del aula” y “guía de la niñez argentina”, el que había escrito “las ideas no se matan”, le decía a Mitre: “No sé lo que pensarán de la ejecución del Chacho. Yo inspirado por el sentimiento de los hombres pacíficos y honrados aquí he aplaudido la medida, precisamente por su forma. Sin cortarle la cabeza a aquel inveterado pícaro y ponerla a la expectación, las chusmas no se abrían aquietado en seis meses. ‘Murió en guerra de policía’, ésta es la ley y la forma tradición de la ejecución del salteador”.

SARMIENTO:1868-1874 A pedido del presidente Mitre, en 1864 viajó a los EE.UU. como ministro plenipotenciario de la Argentina. De paso por Perú, donde se hallaba reunido el Congreso Americano, condenó el ataque español contra Perú, a pesar de las advertencias de Mitre para que no lo hiciera. Sarmiento llegó a Nueva York en mayo de 1865. Acababa de asumir la presidencia Andrew Johnson en reemplazo de Abraham Lincoln, asesinado por un fanático racista. Sarmiento quedó muy impresionado y escribió Vida de Lincoln. Frecuentó los círculos académicos norteamericanos y fue distinguido con los doctorados "Honoris Causa" de las Universidades de Michigan y Brown. Mientras Sarmiento seguía en los Estados Unidos, se aproximaban las elecciones y un grupo de políticos lo postuló para la candidatura presidencial. Los comicios se realizaron en abril de 1868 y el 16 de agosto, mientras estaba de viaje hacia Buenos Aires, el Congreso lo consagró presidente de los argentinos. Asumió el 12 de octubre de ese año. Cuando Sarmiento asumió la presidencia todavía se combatía en el Paraguay. La guerra iba a llevarse la vida de su querido hijo Dominguito. Sarmiento ya no volvería a ser el mismo. Un profundo dolor lo acompañaría hasta su muerte. Durante su presidencia siguió impulsando la educación fundando en todo el país unas 800 escuelas y los institutos militares: Liceo Naval y Colegio Militar. Al finalizar su mandato en 1874, Sarmiento se retiró de la presidencia pero no de la política. En 1875 asumió el cargo de Director General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires y continuó ejerciendo el periodismo desde La Tribuna. Poco después fue electo senador por San Juan.En esa época vivía con su hermana, su hija y sus nietos en la calle Cuyo, actual Sarmiento 1251. En 1879 asumió como ministro del Interior de Avellaneda, pero por diferencias políticas con el gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor, renunció al mes de haber asumido. Durante la presidencia de Roca ejerció el cargo de Superintendente General de Escuelas del Consejo Nacional de Educación. En la época en que Sarmiento fomentaba la educación popular, el índice de analfabetos era altísimo. En el campo había muy pocas escuelas porque la mayoría de los estancieros no tenían ningún interés en que los peones y sus hijos dejaran de ser ignorantes. Cuanta menos educación tuvieran más fácil sería explotarlos. Pero Sarmiento trataba de hacerles entender que una educación dirigida según las ideas y los valores de los sectores dominantes, lejos de poner en peligro sus intereses, los reproducía y confirmaba. "Para tener paz en la República Argentina, para que los montoneros no se levanten, para que no haya vagos, es necesario educar al pueblo en la verdadera democracia, enseñarles a todos lo mismo, para que todos sean iguales... para eso necesitamos hacer de toda la república una escuela." De todas formas le costó muchísimo convencer a los poderosos de que les convenía la educación popular y recién en 1884, logró la sanción de su viejo proyecto de ley de educación gratuita, laica y obligatoria, que llevará el número 1420. Una de sus últimas actuaciones públicas data de 1885. El presidente Roca prohibió a los militares emitir opiniones políticas. Sarmiento, que no podía estar sin expresar su pensamiento, decidió pedir la baja del ejército, y opinar libremente a través de las páginas de su diario El Censor. En el invierno de 1888 se trasladó al clima cálido del Paraguay junto a Aurelia Vélez, la hija de Dalmacio Vélez Sarsfield, autor del Código Civil. Aurelia fue la compañera de Sarmiento durante los últimos años de su vida. Murió el 11 de septiembre de ese año, en Paraguay, como su hijo Dominguito. Pocos años antes había dejado escrito una especie de testamento político: "Nacido en la pobreza, criado en la lucha por la existencia, más que mía de mi patria, endurecido a todas las fatigas, acometiendo todo lo que creí bueno, y coronada la

perseverancia con el éxito, he recorrido todo lo que hay de civilizado en la tierra y toda la escala de los honores humanos, en la modesta proporción de mi país y de mi tiempo; he sido favorecido con la estimación de muchos de los grandes hombres de la Tierra; he escrito algo bueno entre mucho indiferente; y sin fortuna que nunca codicié, porque ere bagaje pesado para la incesante pugna, espero una buena muerte corporal, pues la que me vendrá en política es la que yo esperé y no deseé mejor que dejar por herencia millones en mejores condiciones intelectuales, tranquilizado nuestro país, aseguradas las instituciones y surcado de vías férreas el territorio, como cubierto de vapores los ríos, para que todos participen del festín de la vida, de que yo gocé sólo a hurtadillas".

AVELLANEDA: 1874- En 1874, al finalizar la presidencia de Sarmiento, fue electo presidente de la República. Mitre, el candidato derrotado, denunció fraude y se levantó en armas contra el triunfo de Avellaneda. A los pocos meses fue derrotado en el combate de La Verde por las fuerzas del General Roca. Promovió en 1876 la sanción de la Ley de Inmigración conocida como Ley Avellaneda, que aparecía como una promesa interesante de tierras y trabajo para los campesinos europeos. En pocos años, duplicó el flujo inmigratorio. La restricción de las compras al exterior como producto de la crisis, estimuló un tímido desarrollo de la industria local. En 1877 se fundó el Club Industrial, por iniciativa de Carlos Pellegrini, Vicente Fidel López, José Hernández y Roque Sáenz Peña. El club logró que se establecieran tarifas proteccionistas para algunos productos, fortaleciendo la industria harinera, la vitivinícola, la del vestido y otras producciones. En ese mismo año, se produjo la primera huelga de nuestra historia.

El gobierno de Avellaneda, a través del ministro de Guerra, Adolfo Alsina impulsó una campaña al desierto para extender la línea de frontera hacia el Sur de la Provincia de Buenos Aires. El plan de Alsina era levantar poblados y fortines, tender líneas telegráficas y cavar un gran foso, conocido como la "zanja de Alsina", con el fin de evitar que los indios se llevaran consigo el ganado capturado. Antes de concretar su proyecto, Alsina murió. Fue reemplazado por el joven general Julio A. Roca, quien aplicará un plan de aniquilamiento de las comunidades indígenas a través de una guerra ofensiva y sistemática. El éxito obtenido en la llamada “conquista del desierto”, llevada a cabo entre 1878 y 1879, prestigió frente a la clase dirigente la figura de Roca y significó la apropiación por parte del estado nacional de millones de hectáreas que serán distribuidas entre una minoría de familias vinculadas al poder.

Al finalizar su presidencia, Avellaneda envió al parlamento un proyecto de federalización de la ciudad de Buenos Aires, con la intención de poner fin a la histórica disputa por la residencia de las autoridades nacionales, que estaban de hecho sometidas a la autoridad y jurisdicción del gobernador de la provincia de Buenos Aires. El proyecto provocó la reacción del gobernador, Carlos Tejedor, quien se sublevó contra las autoridades nacionales en tanto se llevaban a cabo las elecciones presidenciales que dieron el triunfo a la fórmula Roca-Madero, partidarios de la federalización. El presidente Avellaneda abandonó la ciudad e instaló el gobierno en el vecino pueblo de Belgrano. Buenos Aires fue sitiada y Tejedor, derrotado por las tropas leales a Avellaneda comandadas por Roca. Finalmente en agosto de 1880 la legislatura nacional declaró disuelta al cuerpo

legislativo bonaerense y sancionó la Ley de federalización de la ciudad de Buenos Aires.

Al concluir su mandato presidencial, en 1880, Avellaneda fue electo senador por Tucumán. Desde allí proyectó y logró la sanción de la Ley Universitaria, que les garantizó la autonomía a las universidades nacionales. Poco después fue electo rector de la Universidad de Buenos Aires.

ARGENTINA OLIGÁRQUICA 1880-1916 (liberal)

ORÍGEN DEL RÉGIMEN DEL ’80, CUERPO DE IDEAS.

La generación del ’80 es la clase dirigente que acompaña el proceso de modernización del país así como el progreso económico y la organización política del mismo. Hay una visión optimista de futuro, propia del positivismo que tiene fe en el desarrollo industrial. Los hombres de esta generación se caracterizaron por heredar y compartir muchos de los pensamientos y aspiraciones de la generación del 37, como el de que sólo la clase letrada es la poseedora del derecho a conducir el país y la adhesión al pensamiento liberal. El liberalismo sostuvo la fe en el progreso y la creencia en que el desarrollo económico sólo se alcanzaría mediante el juego libre de las fuerzas comerciales y con gobiernos limitados a respetar la libertad individual. Para lograr los avances en la modernización del país, es menester eliminar obstáculos culturales tales como la tradición criolla-indígena y la falta de cultura europea del pueblo. (la barbarie de Sarmiento)

El positivismo representó la vanguardia ideológica de una burguesía identificada con el avance sostenido de la ciencia y de la técnica, como forma de desarrollar las fuerzas productivas y de terminar con las secuelas de la “barbarie” tanto en el orden material como el cultural. La “utopía” positivista apuntaba a configurar sociedades previsibles en las cuales los individuos estuvieran absolutamente absorbidos por el poder.

De esa preferencia por lo previsible, tomaba fuerza la idea de suprimir la “política”, identificada con el caudillismo, la confrontación violenta y en general la aparición de tendencias orientadas a suplantar al sector que ejercía el poder. Se pensaba en su reemplazo por la “administración”, una actividad regular, con rasgos “científicos”, legitimada por la posesión de un saber sobre el bien de la sociedad nacional que abrevara en los grandes derroteros de la “civilización” y consolidara un progreso tan lineal corno indefinido en su duración. Burócratas serenos, imbuidos de soluciones a-valorativas, tomadas después de un estudio desapasionado de cada cuestión de la agenda pública, eran el modelo de “administradores” que debían reemplazar a los “políticos” de una época superada.

Fueron discípulos del pensamiento de Juan Bautista Alberdi y Herbert Spencer. Para Juan B. Alberdi (1818-84), consolidada definitivamente la unidad del país, había que “civilizarlo”, y los dos pilares básicos del desarrollo eran para éste y sus discípulos ideológicos, la mano de obra y el capital extranjero. Los hombres del 80, esencialmente políticos y no teóricos, hicieron suyos estos postulados que,

prácticamente eran los que habían dominado los últimos veinte años. Herbert Spencer (1820-1903) fue un notable teórico social británico que intentó aplicar las leyes evolutivas de la biología al estudio de la sociedad. Influido por Charles Darwin (1809-82), también tomó de este el principio de la supervivencia del más apto. Tenían también afición por la literatura: EDUARDO WILDE, MIGUEL CANÉ, AUGENIO CAMBACERES, LUCIO VICENTE LOPEZ, JULIAN MARTEL entre otros, escribieron a la manera europea, pero reflejaron la situación de la sociedad argentina de su tiempo.

El grupo dirigente del ’80 adhiere al liberalismo económico pero practica un claro conservadurismo político reservándose el manejo de los mecanismos del poder al considerarse los únicos aptos para detentarlo. El uso del fraude electoral es moneda corriente y está facilitado por el sistema de voto cantado, la inexistencia de padrones oficiales y el ejercicio de la intimidación y la violencia. La clase dirigente criolla empezó a acrecentar privilegios que la prosperidad otorgaba sin esfuerzo. Argentina se había incorporado a la economía europea, cuya expansión necesitaba de nuestra materia prima, imponiendo su manufactura. Gran Bretaña invirtió grandes capitales y exigió que la Nación se mantuviera fiel a esa dependencia. Los trabajos en el puerto de La Plata y en el de Buenos Aires, más la prolongación de las redes ferroviarias todo cayó bajo el monopolio de capitales ingleses. Garantizadas las inversiones, los grupos financieros extranjeros ofrecieron el estado argentino sucesivos empréstitos

Para los trabajadores, las largas jornadas y los salarios que disminuían en su poder adquisitivo a medida que aumentaba la inflación, culmino con los conflictos sociales

Además los que se habían empobrecido en Europa a causa del desarrollo industrial y la falta de tierras, comenzaron a emigrar hacia Argentina. Gruesos contingentes de inmigrantes llegaron al país cada año, pero a falta de una política colonizadora, se distribuyeron según sus inclinaciones. Se acentuó la diferencia entre las regiones interiores y litorales, así como la diferencia entre el campo (criollo) y la ciudad (cosmopolita). Buscaron nacionalizar la cultura del país. Preocupados por los posibles efectos desintegradores de la política inmigratoria, practicaron un liberalismo de neto corte laicista y promovieron la separación de la Iglesia en las cuestiones referentes al Estado. Esto trajo como consecuencia el enfrentamiento con la Iglesia y los sectores católicos representados, entre otros por José M. Estrada, Pedro Goyena, Emilio Lamarca. El debate entre ambos sectores se caracterizó por el menosprecio que el grupo innovador manifestaba por las posiciones católicas, ya que para la mentalidad positivista el dogmatismo cristiano era el principal obstáculo en el camino hacia el progreso. Sin embargo, liberales y católicos no se enfrentaron en el aspecto socio económico. El rol del país, como proveedor de materias primas, era compartido por ambos sectores.

La era aluvial

Se continúan las corrientes inmigratorias a causa del empobrecimiento generalizado causado por el desarrollo industrial y la falta de tierras en Europa.

A falta de políticas inmigratorias los inmigrantes recién llegados se distribuyeron según sus inclinaciones poblando el campo en menor medida que las ciudades a causa de que la política inmigratoria no aseguraba la posesión de tierras, por lo que los recién llegados se ofrecían como mano de obra en las ciudades que, de todas maneras estaba muy pobremente industrializada. Mientras tanto, la clase dirigente criolla comenzó a considerarse a sí misma una aristocracia, sometiéndose a la influencia de los países europeos a la vez que despreciaba al humilde inmigrante. La expansión de la economía europea requería de nuestra materia prima, imponiéndonos sus manufacturas y sus excedentes de población. Estos contingentes de inmigrantes se caracterizaron por imponer costumbres e ideas que lentamente desalojaron la tradición nativa.

Las grandes contiendas europeas, por otra parte posibilito el desarrollo en el país de una industria de reemplazo. Pero al restablecerse la paz, las industrias europeas lucharon por recuperar sus mercados produciéndose graves trastornos políticos y económicos.

Las estructuras tradicionales tanto económicas como ideológicas, ofrecían resistencia a la apertura que posibilitaría la explotación y el desarrollo de los vastos recursos que ofrecía el país, a pesar de lo cual se constituyeron universidades, academias y sociedades científicas que estimularon el desarrollo de las ciencias.

La república liberal Hacia 1910, la sociedad nacional estaba conformada por el patriciado oligárquico preocupado por mantener derechos y privilegios, y por las masas de inmigrantes que se aglutinan en las zonas del este del país, es decir en las llanuras próximas al puerto. La explotación de los campos da lugar a la instalación de los primeros frigoríficos argentinos que pronto se vieron superados por los frigoríficos de capitales ingleses que servían a la demanda del mercado europeo. A la vez, la producción de cereales comenzó a exceder las demandas del mercado interno por lo que comienza la exportación de los mismos. Se potencia de este modo el desarrollo y ampliación de los puertos y la extensión de las redes ferroviarias, que por deliberada acción de gobierno quedo monopolizada por los capitales ingleses. Estos viendo garantizadas sus inversiones, ofrecieron al estado argentino una serie de préstamos que pone en sus manos un decisivo control sobre la vida nacional. Los gastos que fiscales que demandaba la construcción de edificios públicos, del puerto etc. alteraron la estabilidad monetaria y produjeron una incontenible inflación. El gobierno sin embargo confiaba en la doctrina liberal de libre juego de fuerzas económicas.

Sin embargo entre 1880-90 había comenzado a desarrollarse industrias menores de capital mediano que dieron lugar al nacimiento del proletariado industrial que exigía mejoras y manifestaba su inquietud por medio de huelgas. A principios de 1890, se conformo un “comité internacional” para organizar en Buenos Aires la celebración del 1º de mayo. Comienzan a echarse las bases para una futura organización obrera.

Ese mismo año, los grupos adversos al gobierno de Juárez Celman conformaron la Unión Cívica Radical bajo el liderazgo de Leandro N. Alem. El nuevo partido, se atrajo la simpatía de un grupo de militares, junto a quienes desencadenó la revolución de julio de 1890, la cual, aunque fue sofocada, produjo la renuncia de Juárez Celman.

En 1891 quebraron los Bancos Naciónal y Provincia de Buenos Aires. Pellegrini, el vicepresidente de Juárez Celman, había asumido la presidencia y se esforzó por restablece el equilibrio fundando el Banco de la Nación.

El llamado a elecciones produjo la división del partido de la Unión Cívica, el cual constituyo la Unión Cívica Nacional bajo la dirigencia de Mitre y la Unión Cívica Radical bajo le dirección de Alem.

El partido Autonomista Nacional también acusaba la división entre Pellegrini y Roque Sáenz Peña, aunque se impuso este último candidato y gano las elecciones. En 1893, el radicalismo intenta una nueva revolución que aunque fracaso, probo la fuerza del partido y la influencia de Hipólito Yrigoyen, sobrino de Alem. En 1895, Roque Sáenz Peña se vio obligado a renunciar.

El grave conflicto limítrofe con Chile, provoco que se nombrase como árbitro del conflicto al rey de Inglaterra. Sin embargo, la necesidad de defensa nacional había motivado al general Ricchieri, ministro de guerra a gestionar la sanción de la ley de servicio militar obligatorio.

La Unión Cívica Radical sufrió la pérdida de su líder Leandro Alem, que se suicido en 1895.

En 1898 fue elegido Roca por segunda vez como presidente de la República.

El movimiento obrero era fuerte y en 1902 estallo una huelga general que motivó la sanción de la “ley de residencia” que permitía que las autoridades deportaran a los extranjeros que alteraran el orden público. Pero en marzo de 1904, Alfredo Palacios, candidato socialista llega al parlamento como diputado. Su acción logró arrancar a los conservadores algunas mejoras sociales para los trabajadores.

Las huelgas del movimiento obrero en 1909-10 determinaron que la imposibilidad de seguir defendiendo los intereses de los oligarcas. La oposición firme de la Unión Cívica ahora unificada bajo el mando de Yrigoyen.

En octubre de 1910, fue electo Luis Sáenz Peña que sólo ejerció hasta 1814 aunque en ese plazo logró que se aprobara la ley electoral que establecía el sufragio secreto y obligatorio. En 1916, se llamo a elecciones bajo el imperio de esta ley electoral y resultó triunfante el candidato del partido radical Hipólito Yrigoyen.

ROCA: En 1872 fue nombrado comandante de fronteras en el sur de Córdoba. Allí conoció a la que será la mujer de su vida, Clara Funes. Se casó con ella ese año. En aquellos años cordobeses, Roca intensificó su relación política con su concuñado, Miguel Juárez Celman y juntos comenzaron a tejer la complicada red de alianzas entre los grupos de poder del interior y Buenos Aires que años más tarde les permitiría llegar, a su turno, a la presidencia de la República.

Al finalizar el mandato de Sarmiento, se planteó el problema de la sucesión presidencial. Sarmiento apoyaba a Nicolás Avellaneda, pero Mitre y su gente se oponía a que otro provinciano ocupara el sillón de Rivadavia. Argumentando que se había producido un fraude electoral escandaloso, Mitre se levantó en armas contra las autoridades electas. Roca fue puesto al frente de las fuerzas leales a Avellaneda y logró derrotar fácilmente a los mitristas en Santa Rosa, lo que le valió su ascenso a general.

Al asumir Avellaneda la presidencia, designó como ministro de Guerra y Marina a Adolfo Alsina. Roca ambicionaba ese cargo y a fines de 1877, al producirse la muerte de Alsina, fue designado ministro de Guerra y Marina en su reemplazo. Roca propondrá desde el ministerio un cambio radical de la política seguida con el indio por su antecesor. Su plan consiste en una ofensiva final a cargo de un poderoso ejército equipado con los últimos adelantos de la industria militar. Suprimió los sables y lanzas y los reemplazó por modernos fusiles a repetición Remington. La campaña fue un verdadero genocidio que dejó un saldo de miles de muertos y más de 14 mil prisioneros. Lo importante para Roca y su campaña política no eran las víctimas que ni siquiera eran consideradas como tales por la sociedad de la época, sino los millones de hectáreas “recuperadas” a los indios y su consecuente prestigio político militar.

Roca volvió de la campaña con el título de “Conquistador del Desierto” y sus clásicos enemigos reconocieron que la acción del general tucumano los beneficiaba enormenente. Roca aprovechó magistralmente esta circunstancia y logró imponer su candidatura a la presidencia por el Partido Autonomista Nacional. Con la ayuda de Juárez Celman en el interior y Carlos Pellegrini en Buenos Aires, fue consolidando su posición hasta lograr imponerse en las elecciones del 11 de abril de 1880.

El gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor, y Bartolomé Mitre, que habían quedado afuera de la alianza roquista, se sublevaron. Pellegrini coordina las acciones de las tropas leales con Roca como general de las mismas, hasta que finalmente Mitre negoció la rendición y Tejedor se vio obligado a renunciar.

El 13 de junio de 1880 el colegio electoral le dio el triunfo a Roca quien asumió la presidencia en octubre.

ROCA: 1880-1886 Cuando Julio cumplió nueve años y se produjo la batalla de Caseros con la consecuente caída de Rosas, la suerte de la familia Roca cambió definitivamente. Don José Segundo se ganó la confianza de Urquiza quien le pidió que se trasladara con su familia a Concepción del Uruguay. Allí Julio ingresó al Colegio Nacional, uno de los más prestigiosos del país.

En 1858 y sin abandonar sus estudios ingresa al ejército de la Confederación con el grado de subteniente. Al año siguiente tuvo su bautismo de fuego en la victoria de Cepeda. Pero su nombre comenzará a sonar en la derrota de Pavón: cuando ya se había producido la retirada del grueso del ejército urquicista, la batería a cargo del teniente Roca siguió haciendo fuego hasta que su padre le ordenó personalmente la retirada.

Tras la batalla de Pavón, Mitre se dispuso a organizar el país. En su estrategia, la formación de un ejército era vital. Don Bartolomé era conciente de la resistencia que iba a provocar en el interior la aplicación de las políticas de libre cambio y apertura de la economía, que eran la piedra angular de su proyecto de país. Convocó a los oficiales más aptos para la tarea. Entre ellos estará Julio Argentino, quien participará en las campañas contra los montoneros del Chacho Peñaloza y Felipe Varela, bajo las órdenes de su tío, Marcos Paz. En 1865 partirá junto a su padre y tres de sus hermanos, Ataliva, Marcos y Celedonio a incorporarse a las tropas de la Triple Alianza en la guerra del Paraguay. Esta guerra será trágica para la familia Roca. Allí morirán Don José Segundo, Marcos y Celedonio. Para Julio implicará el gran espaldarazo en su carrera militar. En 1870, terminada la guerra, tras el asesinato de Urquiza por López Jordán, Sarmiento le encomendó al Teniente Coronel Roca la represión de la sublevación. La operación fue todo un éxito y en ella pudieron verse algunos rasgos de la actuación del futuro conquistador del desierto: sangre fría y escasa compasión para con los derrotados.

El 13 de junio de 1880 el colegio electoral le dio el triunfo a Roca quien asumió la presidencia en octubre bajo el sugestivo lema de "Paz y Administración". Roca se rodeó de figuras de gran prestigio intelectual y político a las que luego se las conocería como miembros de la "generación del 80". En ella se destacan personalidades de distinta edad y formación como Paul Groussac, Miguel Cané, Eduardo Wilde, Carlos Pellegrini, Luis Sáenz Peña y Joaquín V. González.

Se creó el Registro Civil, sancionó en 1884 la Ley 1420, que establecía la enseñanza primaria gratuita, obligatoria y laica para todos los habitantes del país. El estado nacional se constituyó en un verdadero desarrollador de la economía argentina porque, entre otras cosas, creó un sector de contratistas del estado. La mayoría de las obras públicas se hicieron con contratistas privados pero financiadas por el

estado nacional. Durante el gobierno de Roca, aumentaron notablemente las inversiones británicas en ferrocarriles, frigoríficos, bancos y tierras. Consecuentemente, a cuatro años de asumir la presidencia, la Argentina destinaba casi la mitad de sus ingresos al pago de las deudas contraídas con los bancos extranjeros.

Al concluir su mandato, Roca apoyaba la candidatura de Miguel Juárez Celman, por entonces gobernador de Córdoba, quien gracias a este impulso y al uso de la maquinaria estatal de fraude y coacción, accederá a la presidencia de la Nación.

JUAREZ CÉLMAN: En 1886, Roca impone la candidatura de su cuñado Juarez Célman, quien mediante el fraude obtiene la presidencia de la Nación y más tarde, la presidencia del partido autonomista nacional (PAN) lo que equivale a controlar todos los resortes del poder. Lleva adelante una política económica liberal fomentando la privatización de los servicio públicos lo que da lugar a grandes negociados y la corrupción generalizada de la administración estatal. La elite tradicional de Roca y Mitre empieza a retirarle su apoyo, al sentir que queda fuera de los negociados cuyos únicos beneficiarios son los allegados a Celman, quienes obtienen grandes préstamos de la banca nacional, dinero que es usado en la especulación de la bolsa y de las tierras. Pero en 1889 bajan los precios de los productos de importación y es necesario hacer frente a la deuda externa. En junio de 1890 se declara oficialmente que no se puede pagar la deuda. Un mes después estalla en Buenos Aires una revolución dirigida por un amplio frente opositor que bajo el nombre de Unión Cívica, venía manifestándose contra la política juarista. Los revolucionarios dirigidos por Leandro Alem fueron derrotados, pero Celman debió renunciar.

PELLEGRINI: Fue el precursor de ideas industrialistas siendo partidario de la adopción por parte del estado de medidas proteccionistas de la incipiente industria nacional. En 1873 llegó al congreso como diputado nacional manifestándose a favor de la libertad de enseñanza y poniendo como ejemplo al modelo norteamericano (igual que Sarmiento) Avellaneda lo convoca para asumir el mando del ministerio de Guerra, cargo desde el cual debe enfrentar en 1880 la rebelión de Carlos Tejedor, el gobernador de Buenos Aires que se negaba a aceptar la Ley de Federalización. ( la ley que quita a Buenos Aires el territorio que será capital de la república) Pelegrini coordina las acciones con el general Roca (por entonces presidente electo por los comicios de abril de ese año) a cargo de las tropas leales. Tejedor es vencido y obligado a renunciar. Cuando terminó la crisis, Pellegrini asumió como senador, cargo desde el cual logró la aprobación de la ley que permitió la construcción del Puerto de Buenos Aires, cuyo arquitecto fue Eduardo Madero. Roca asumió como presidente de la Nación.

En 1886, fue el vicepresidente en la fórmula encabezada por Juarez Celman, quién llego a la presidencia con el apoyo de su concuñado Roca. Pero la mala administración de Celman, provoco la crisis económica de 1890 y el 26 de julio de ese año, estalló en Buenos Aires una revolución dirigida por un amplio frente opositor que bajo el nombre de Unión Cívica, venía manifestándose contra la política juarista. Los revolucionarios dirigidos por Leandro Alem fueron derrotados, pero Celman debió renunciar. Así fue Pellegrini, el presidente que tuvo que enfrentar la crisis económica de 1890. Como condición impuso que un grupo de banqueros, estancieros y

comerciantes argentinos suscriban un empréstito de 15 millones de pesos para hacer frente a los vencimientos externos.

Reunido este capital, el nuevo presidente inaugura su gestión aplicando medidas de austeridad, nacionalizando las obras sanitarias privatizadas por Celman, creando la Caja de Conversión para dar confianza a los inversores y el Banco de la Nación Argentina.

Durante sus dos años de gobierno, demostró sus condiciones políticas. Pudo sacar al país de la crisis y permitió la realización de elecciones libres en la Capital, lo que posibilitó la elección como senadores de Aristóbulo del Valle y Leandro N. Alem.

Transmitió el mando a Luis Sáenz Peña en 1892

Luis Sáenz Peña: La crisis política desatada tras la revolución trajo un aire de purificación de la política y la impecable trayectoria de Roque Sáenz Peña lo colocaron en una inmejorable posición para acceder a la presidencia. Su candidatura fue proclamada en La Plata a mediados de 1891 por el grupo llamado “modernista” en el que se destacaban Carlos Pellegrini y José Figueroa Alcorta, y todo parecía indicar que llegaría a la casa rosada. Pero la astucia y los manejos de Roca y Mitre pudieron más. Encontraron la única manera de frenar el ascenso de Roque Sáenz Peña: proponer la candidatura de su padre, don Luis Sáenz Peña.

Roque se negó a enfrentar a su padre y renunció a la candidatura en estos términos: “lamento que circunstancias ajenas a mi voluntad, pero no extrañas a mi corazón me impidan aceptar el alto honor que se me ha discernido”.

Por su parte, Don Luis le agradecía el gesto en una carta pública: “Creo que nos abraza una aureola de honor para el hijo y para el padre. El abnegado retiro de tu candidatura me deja amplia libertad de proceder. Tú eres todavía muy joven, y en tu corta vida pública has dejado ya rastros indelebles de tu inteligencia y de tu carácter”. Tras la asunción de la presidencia por parte de su padre, abandonó la banca de senador que ocupaba en representación de la provincia de Buenos Aires. No podía, por sus convicciones, ser oficialista pero, por respeto filial, tampoco podía ser opositor. Decidió retirarse momentáneamente de la política y se dedicó a administrar una estancia en Entre Ríos por unos dos años. Sujeto a la influencia de los políticos del momento, (Roca y Mitre) Luis Sáenz Peña, contemporizó con ambos. La Unión Cívica Radical intentó un movimiento revolucionario en 1893 que probó la fuerza del partido y el prestigio de Hipólito Irigoyen, sobrino de Alem. Aunque procuró continuar con la obra de los puertos de Rosario y Buenos Aires. Favoreció la inmigración e intensificó el comercio internacional. Pero renuncio su cargo en enero de 1895 cansado del acoso de sus mentores, asumiendo su vicepresidente José Evaristo Uriburu.

Uriburu: Tuvo que hacer frente a la posibilidad de un conflicto armado con Chile con quien había una disputa importante en relación a los límites. La posibilidad de un conflicto armado la personalidad de Roca se impuso. El PAN (partido autonomista nacional) se preparó con todos sus recursos, en cambio la UCR se vio disminuida con

la muerte de Alem. Se repitió el mecanismo fraudulento de las elecciones, y en 1898 fue electo nuevamente Roca.

LA REVOLUCION: Desde la Revolución de 1890, la Unión Cívica se presentaba ante la sociedad como una organización política que proponía una nueva forma de hacer política. Pero en su seno se percibían notables diferencias entre sus dos conductores. Los objetivos de Alem y Mitre eran notablemente diferentes. Sólo coincidían en expulsar a Juárez Celman del gobierno. Pero mientras Alem luchaba por elecciones libres y transparencia gubernativa, el mitrismo, aliado con el roquismo, pretendía recuperar el poder para colocarlo en manos confiables que aseguraran que nada cambiaría.

Los conductores del Partido Autonomista Nacional, integrantes del reducido grupo político que monopolizaba el control de la vida política argentina, advirtieron que urgía recuperar el poder político, y la credibilidad debilitada desde los hechos del 90. Para ello debían pacificar la sociedad y debilitar a la oposición. Con ese propósito incorporaron a algunos miembros de ésta a la gestión de gobierno. Comenzaron las negociaciones y acuerdos con los sectores más dialoguistas de la Unión Cívica. En ocasión de la campaña electoral para los comicios de 1892, Roca y Pellegrini negociaron con Mitre, lo que no fue aceptado por Leandro Alem, quien al frente de la fracción intransigente de la Unión Cívica creó en 1891, la Unión Cívica Radical. Los sectores conservadores formaron la Unión Cívica Nacional, liderada por Mitre.

Quien expresó la forma más radical de la oposición al “régimen falaz y descreído” fue Leandro N. Alem Meses antes de la Revolución del Parque, se celebró el Acto del Frontón el 13 de abril de 1890, un mitin trascendente para la naciente Unión Cívica, ya que en aquella ocasión se constituyó su Comité General de la capital y se eligió a Leandro N. Alem para presidir la Junta Ejecutiva. Hijo de un almacenero rosista fusilado, abogado y autonomista de pura cepa, desde la década de 1870 encendía las tribunas políticas y los recintos legislativos con discursos en defensa del sufragio universal, de la moral administrativa y del patriotismo. Bajo su impulso y el del viejo Bartolomé Mitre se conformó primero la Unión Cívica y luego se intentó tomar el poder a través de un movimiento revolucionario.

Éste tuvo lugar en julio de 1890 y fue conocido como La Revolución del Parque. A pesar de forzar la renuncia de Juárez Celman, dicho levantamiento cívico militar fracasó. Mitre no tardaría en arreglar con el nuevo gobierno nacional de Carlos Pellegrini, y Alem impulsaría la formación de la Unión Cívica Radical, que contaría pronto con el naciente liderazgo de Hipólito Yrigoyen, su sobrino. Sin embargo, poco tiempo después, el 1º de julio de 1896, cansado, enfermo y deprimido, Alem se quitaría la vida de un tiro. Las elecciones de 1892 que llevaron a la presidencia a Luis Sáenz Peña, en las que se perpetró un fraude monumental, volcaron la balanza a favor de los abstencionistas. A principios de julio de 1893 se realizó una importante reunión entre el ministro del Interior, el cívico Aristóbulo Del Valle, Leandro Alem y Bernardo de Irigoyen. Los dos líderes radicales se esforzaron por convencer a Del Valle para que diera un golpe de Estado y asumiera el gobierno con el apoyo del radicalismo. El ministro se niega para "no sentar un funesto precedente". Fracasada esta gestión la Unión Cívica Radical se lanzó a la lucha revolucionaria. La primera acción armada se produjo en la mañana del 29 de julio en San Luis, donde los

radicales encabezados por Teófilo Sáa atacaron el cuartel de policía, tomaron prisionero al gobernador roquista Jacinto Videla y formaron una junta revolucionaria de gobierno. En Rosario el movimiento fue dirigido por Lisandro de la Torre. Lisandro y sus hombres armados con bombas y fusiles aportados por oficiales radicales de Zárate, tomaron la Jefatura de Policía y lograron que la ciudad cayera en manos de los rebeldes. La rebelión se extendió a Santa Fe, donde el lugarteniente de De la Torre, Mariano Candioti, al frente de unos 300 hombres tomó los principales edificios del gobierno provincial expulsando a tiros a los roquistas y asumiendo el 30 de julio de 1893 como gobernador de la provincia. En Buenos Aires, la revolución estalló el 30 de julio y fue dirigida por Hipólito Yrigoyen y su hermano el coronel Martín Yrigoyen. Los revolucionarios recibieron la adhesión de los habitantes de 88 municipios y nombraron al sobrino de Alem gobernador de la provincia. Yrigoyen, siguió al frente del movimiento, coordinando las distintas acciones militares de su ejército de 3.000 hombres acantonado en Temperley, pero no quiso asumir la gobernación provincial y designó en el cargo a su correligionario Juan Carlos Belgrano. El joven Marcelo T. De Alvear fue designado Ministro de Obras Públicas del gobierno revolucionario. Los hechos estaban tomando una magnitud nunca imaginada por los dueños del poder. El 10 de agosto la Cámara de Diputados de la Nación aprobó un proyecto que recomendaba la intervención a la Provincia. El ministro Del Valle se reunió en La Plata con Yrigoyen. Le advirtió que ya no podía demorar más la represión y le rogaba que evitara "un baño de sangre". Yrigoyen decidió la disolución del gobierno revolucionario.

Nuevos movimientos revolucionarios en 1893 coincidieron con una aguda crisis económica. A diferencia de la crisis del 90, que había afectado básicamente a las actividades urbanas como la bolsa, los bancos y el comercio –por lo que el fenómeno revolucionario se había reducido exclusivamente a las ciudades-, en la segunda mitad del 93 la crisis llegó a las zonas rurales, en coincidencia con uno de los picos más bajos del precio internacional del trigo.

En septiembre los radicales de Tucumán se sublevan contra el gobierno de Prospero García. Los combates duran varios días hasta que el 20 los revolucionarios logran tomar la provincia. El gobierno nacional envía una división de 1.200 hombres. El movimiento comenzó a extenderse por todo el país, pero la falta de coordinación entre los distintos focos rebeldes y la eficaz acción represiva llevada a delante por el General Julio A. Roca y el ministro de Guerra y Marina, Benjamín Victorica, llevaron a la derrota de la sublevación, a la detención de Alem y al exilio de Yrigoyen en Montevideo.

La frustrada revolución del 93 traerá múltiples consecuencias dentro y fuera del radicalismo. En el seno del partido, durante los episodios revolucionarios se pusieron de manifiesto las notables diferencias entre el fundador y conductor indiscutido, Leandro Alem y su sobrino, Hipólito Yrigoyen. Las disidencias tenían que ver fundamentalmente con la profunda desconfianza que sentía don Leandro por las convicciones revolucionarias de Yrigoyen. Lo sentía proclive a los pactos espurios y a rodearse de los peores hombres con tal de lograr sus objetivos. Por su parte su natural heredero, acusaba a Alem de ejercer una conducción demasiado principista, intransigente y personalista que no dejaba lugar a ningún tipo de negociación, ni siquiera con las figuras más "progresistas" del régimen conservador, como Roque

Sáenz Peña o José Figueroa Alcorta. Los disensos se fueron profundizando en los años subsiguientes y los respectivos orgullos no dejaron espacio para el diálogo superador.

Decía Alem en una carta a un amigo en 1895:

"Los radicales conservadores se irán con Don Bernardo de Irigoyen; otros radicales se harán socialistas o anarquistas; la canalla de Buenos Aires, dirigida por el pérfido traidor de mi sobrino Hipólito Yrigoyen, se irá con Roque Sáenz Peña y los radicales intransigentes nos iremos a la mismísima mierda." Los que conocían bien a Leandro N. Alem sabían que estaba pasando un momento muy difícil. Con gravísimos problemas económicos, porque había aportado todo su capital para financiar la acción partidaria y las fallidas revoluciones; se lo veía muy deprimido y decepcionado por las actitudes de sus correligionarios y convencido de que su famoso lema partidario "que se rompa pero que no se doble" estaba entrando en desuso. Asqueado de la corrupción y el fraude del modelo conservador y sintiéndose impotente para enfrentarlo, decidió suicidarse el 1 de julio de 1896.

Poco antes de tomar su última decisión, dejo lo que se conoce como su testamento político. Allí decía entre otras cosas: "Para vivir estéril, inútil y deprimido, es preferible morir. Sí, que se rompa pero que no se doble. He luchado de una manera indecible en estos últimos tiempos. ¡Cuánto bien ha podido hacer este partido, si no hubiesen promediado ciertas causas y ciertos factores! No importa. ¡Todavía el radicalismo puede hacer mucho, pertenece principalmente a las nuevas generaciones! ¡Ellas le dieron origen y ellas sabrán consumar la obra, deben consumarla!”

Muerto Alem, continuaban las disensiones internas en la UCR. El 6 de septiembre de 1897 se enfrentaron a duelo en el Retiro Hipólito Yrigoyen, que por entonces tenía 45 años, y el joven Lisandro de la Torre, de 28. Las causas del duelo estaban en la renuncia presentada por Lisandro al partido radical en la que decía entre otras cosas:"El Partido Radical ha tenido en su seno una actitud hostil y perturbadora, la del señor Yrigoyen, influencia oculta y perseverante que ha operado por lo mismo antes y después de la muerte del doctor Alem, que destruye en estos instantes la gran política de la coalición, anteponiendo a los intereses del país y los intereses del partido, sentimientos pequeños e inconfesables." Yrigoyen no sabía esgrima y contrató a un profesor para la ocasión. Lisandro, en cambio era un experto. La lucha duró más de media hora al cabo de la cual, paradójicamente Lisandro presentaba heridas en la cabeza, en las mejillas, en la nariz y en el antebrazo, mientras que Yrigoyen resultó ileso. A partir de entonces Lisandro comenzará a usar su barba rala para disimular las marcas de aquella disputa con Don Hipólito. El nuevo líder radical, Hipólito Yrigoyen mantuvo la línea de la intransigencia revolucionaria y volverá a las armas en 1905 sublevándose contra el gobierno conservador de Quintana.

Para los hombres más lúcidos de la oligarquía, el mantenimiento de la exclusión política de la mayoría era evidentemente más peligroso que la incorporación

política de un partido moderado como la UCR que cuestionaba las bases del modelo sino los mecanismos de incorporación al mismo.

2° PRESIDENCIA DE ROCA: Se sanciono la ley de conscripción anual y obligatoria por la preocupación ante posibles conflictos internacionales. Se robusteció la moneda a causa de nuevas leyes financieras e impositivas. La clase trabajadora acusaba inquietud por la dismiución del poder adquisitivo del salario así como por el creciente desempleo. En 1902 se organizó una huelga general en respuesta a la cual el gobierno sanciono la “LEY DE RESIDENCIA” que autorizaba al gobierno a deportar a aquellos extranjeros que perturbaran el orden público. En 1901, se produjo la ruptura entre Pellegrini y el general Roca. Roca envió al Congreso un proyecto de unificación de la deuda externa a través de un empréstito externo de reducido interés y a largo plazo cuyo servicio se garantizaba con las rentas aduaneras. Pellegrini lo defendió en el parlamento y logró su media sanción. Pero tras una serie de artículos periodísticos y manifestaciones opositoras, Roca retiró el proyecto sin consultar a Pellegrini. Esto enojó notablemente a Pellegrini y lo alejó definitivamente de la política roquista, con la que mantenía profundas diferencias políticas por la permanente negativa del conquistador del desierto a discutir siquiera la posibilidad de una nueva ley electoral que pusiera fin al fraude. Pellegrini era uno de los miembros de la elite que comenzaban a considerar que la prosperidad alcanzada podía peligrar de no atenderse los reclamos de la oposición y se mostraban dispuestos a considerar la introducción de reformas graduales en el sistema electoral con el fin de evitar conflictos sociales. Pellegrini estaba vinculado a Roque Sáenz Peña quien tenía trato con Hipólito Yrigoyen. Roca por su parte, apoyó como sucesor a Manuel Quintana, que obtuvo el triunfo en unos comicios viciados por el fraude. El radicalismo, no acudió a las elecciones por el principio de abstención revolucionaria.

Manuel Quintana: Impulso la Ley Lainez que promueve la creación de escuelas de nivel elemental en las provincias. Continuó el desarrollo de las vías ferroviarias y favoreció la inmigración. En 1905, el radicalismo unificado bajo el mando de Hipólito Yrigoyen desencadeno un movimiento revolucionario que contó con apoyo militar y tuvo repercusión en las provincias. Se extremo la persecución sobre el movimiento obrero. Las huelgas se sucedieron y Quintana las enfrento estableciendo repetidas veces el estado de sitio. Pero en el Congreso, Alfredo Palacios consigue algunos triunfos para la clase trabajadora, tales como el descanso dominical obligatorio. Su salud se vio afectada por motivo del stress provocado durante la revolución radical trabaja con horario reducido. Sufre un atentado contra su vida por parte de un anarquista que falla en su objetivo. Pide licencia por motivos de salud, hasta que finalmente en cede el ejercicio del poder a su vicepresidente muriendo poco después.

JOSE FIGUEROA ALCORTA: tras la muerte de Quintana, asume Alcorta, una de las últimas figuras del Partido Autonomista Nacional. La fuerza del radicalismo y la violencia del movimiento obrero hacen que sea imposible de mantener el modelo oligárquico liberal.

En 1910 se festejo el centenario de la patria, en octubre de ese año asume la presidencia ROQUE SÁENZ PEÑA: Representa el sector más progresista de la vieja

oligarquía. Sáenz Peña regresó al país en agosto de 1909, en un clima de gran agitación social y política. Todavía sonaban las repercusiones de la matanza perpetrada por el Coronel Ramón Falcón el 1º de mayo en la Plaza Lorea y los partidos tradicionales preparaban sus candidaturas para las elecciones de 1910. Su nombre fue propuesto por los partidarios de terminar con el fraude, incorporar a la oposición menos revolucionaria al sistema político y descomprimir el clima de presión social que se vivía. En Europa, Sáenz Peña había observado las ventajas que había traído a las sociedades modernas la ampliación del sufragio y la modernización de las leyes electorales.El 12 de junio de 1910, el colegio electoral consagró la fórmula Roque Sáenz Peña-Victorino de la Plaza. El presidente electo se encontraba nuevamente en Europa y emprendió el viaje de regreso a su país. A poco de llegar, concertó dos entrevistas clave: una, con el presidente Figueroa Alcorta y, la otra, con el jefe de la oposición, Hipólito Yrigoyen. La entrevista con el caudillo radical, concertada en la casa del doctor Manuel Paz, despejó los temores de ambos lados. Yrigoyen se comprometía a abandonar la vía revolucionaria y Sáenz Peña, a la sanción de la tan anhelada Ley Electoral. El 12 de octubre, asumió el nuevo gobierno y Sáenz Peña cumplió con su palabra enviando al parlamento el proyecto de Ley de Sufragio, elaborado con la estrecha colaboración de su ministro del Interior, Indalecio Gómez, que establecía la confección de un nuevo padrón, basado en los listados de enrolamiento militar, y el voto secreto y obligatorio para todos los ciudadanos varones mayores de 18 años.

El presidente presentó el proyecto con estas palabras: "He dicho a mi país todo mi pensamiento, mis convicciones y mis esperanzas. Quiera mi país escuchar la palabra y el consejo de su primer mandatario, quiera el pueblo votar". Poco después, ambas cámaras aprobaban la que empezó a conocerse como la Ley Sáenz Peña. El fin del fraude significaba un notable avance hacia la democracia en Argentina y la posibilidad de expresión de las fuerzas políticas opositoras que habían sido marginadas del sistema por los gobiernos conservadores. En las primeras elecciones libres llevadas adelante en la Argentina, en el mismo año 1912, la bancada socialista crece notablemente y se suceden los triunfos radicales en Entre Ríos y Santa Fe. La salud del presidente comenzó a deteriorarse a comienzos de 1913. Una y otra vez debió solicitar licencia y debió finalmente delegar el mando a Victorino de la Plaza en octubre de ese año. Falleció en Buenos Aires en la madrugada del 9 de agosto de 1914, mientras en Europa estallaba la Primera Guerra Mundial; la Argentina se manifestó neutral, anunciando una era de prosperidad para los productores agropecuarios. Cuando en 1916, Victorino Plaza llamo a elecciones presidenciales bajo el imperio de la Ley Sáenz Peña, el jefe del radicalismo, Hipólito Irigoyen, resultó triunfante. Este triunfo cerro una época.

En la sangre”: el problema del determinismo y la inmigración

La irrupción de la teoría naturalista en Argentina se da conjuntamente con la llamada ‘generación del 80’, y es Eugenio Cambaceres el representante máximo. Ha sido considerado por la crítica como el iniciador de este proceso a partir de su obra Pot-pourri hasta llegar a su última novela - En la sangre - donde desarrolla estrictamente los preceptos deterministas.

Cambaceres cursó estudios en la Facultad de Derecho y Leyes, se graduó de abogado en 1869. Incursionó en política bajo el ideario liberal y progresista, perteneció al distinguido Club del Progreso, ocupó un puesto en el Congreso de la Nación y se caracterizó por tener una cultura francesa. Esta cultura la heredó de su familia paterna, los viajes a Europa y el conocimiento e influencia del novelista Emilio Zola.

La obra de Cambaceres está de acuerdo con los postulados de la generación del 80, la novela naturalista y la recepción xenofóbica de los inmigrantes.

La generación del 80 veía al inmigrante con cierto desprecio y temor. Este sentimiento poco optimista se debía a una política indiscriminada sobre el fenómeno de la inmigración durante la administración de Julio A. Roca (1880-1886) y de Miguel Juárez Celman (1886-1890). En este período llegan italianos y españoles, luego, en menor grado, franceses, alemanes e ingleses. La mayoría de estos "gringos" se asentó en las grandes ciudades como Buenos Aires y Rosario, dando origen, con el tiempo, a la clase media y al proletariado urbano.

Esta oleada inmigratoria creó enormes dificultades en Buenos Aires, pues la ciudad no estaba preparada para recibirlos, lo que dio lugar a la formación de los conventillos, verdaderos hacinamientos que provocaban las epidemias como la fiebre amarilla y el cólera. Vale decir, se forma una imagen estereotipada del inmigrante con una fuerte carga negativa que los caracterizaba por su brutalidad, avaricia y miseria. Esta visión pesimista originó un sentimiento de xenofobia que coincide con el pensamiento de Cambaceres.

La aspiración fundamental de los inmigrantes era mejorar su condición económica con el propósito de vivir en forma superior al que estaban acostumbrado en su país natal. Esto los llevó a luchar por la vida y el éxito fuera de las normas morales, con presencia de gente corrupta y de modo ajeno a un sentimiento solidario ante la comunidad argentina. La condición de extranjeros generó tensiones entre ellos que finalmente repercutió en los hijos por medio de una ansiedad y nerviosismo que causó estragos en sus vidas. Muchos "gringos" arrastraron a su descendencia por un camino cotidiano del desborde, agotando la existencia moral y sus sueños hasta llegar a la frustración.

Algunos regresaban a Europa desilusionados por la falta de oportunidades, otros retornaban enriquecidos. Los que se iban mostraban una inadaptación o un desinterés por el país que los había acogido; y a este respecto se ha señalado que la participación del inmigrante en la vida política nacional era nula. De hecho, se les invitaba a participar en la vida económica, pero no ocurría lo mismo en la política: los inmigrantes no eran estimulados para nacionalizarse, ni tampoco les resultaba ventajoso, pues conservando su nacionalidad estaban eximidos del servicio militar. Ellos fueron muy reticentes a participar en el proceso político de su nuevo país e incluso a nacionalizarse. Si bien no se incorporaron a la vida política, algunos de ellos traían, entre otras cosas, ideas combativas provenientes del anarquismo y el socialismo, hecho que repercutió en los conflictos sociales de los obreros. Esta situación llevó a que se promulgara la Ley de Residencia que haría posible la expulsión de todo inmigrante indeseable (22 de Noviembre de 1902, durante la segunda administración de Roca). Tuninetti, por otra parte, nos dirá que, si bien los inmigrantes realizaron progresos en sus posiciones sociales y económicas, siguieron excluidos del poder económico que entonces estaba en manos de la élite.

Estos aspectos de la vida del inmigrante y la problemática de su incorporación en la sociedad argentina no fue ajena a la narrativa de Cambaceres. Él no toma partido por el "gringo" en cuanto a su descendencia y posterior herencia. Esto guarda relación con la perspectiva que asume el narrador que se opone a la inmigración europea producto de su baja calidad y porque la juzga desastrosa para el futuro argentino. Por ejemplo, la novela En la sangre nos plantea diversos aspectos relacionados con este problema en el plano de la herencia biológica y moral del "gringo" llegado a Buenos Aires. Presenta la herencia negativa de esta casta, derivada de una inmigración individual o masiva y considerada socio-culturalmente baja.

La perspectiva literaria de Eugenio Cambaceres está teñida por la parcialidad con que describe las situaciones sociales e históricas de la época. Además, entre los escritores del 80, se destaca por ser uno de los primeros en ensayar con un esbozo de organicidad e integración literaria los preceptos culturales provenientes de Europa.

Por las características de su narrativa, que desde el comienzo aparece caracterizada bajo el canon cultural del naturalismo francés, estética que le permitió alcanzar una dimensión originalmente realista del mundo narrado; es considerado el fundador del naturalismo no sólo en Argentina, sino en Hispanoamérica.

Su discurso halla su fundamento crítico en una realidad porteña que oscilaba entre el concepto de aldea y metrópolis, en un momento histórico donde el progreso estaba sometido al influjo inmigratorio. En este sentido, elige los grandes temas que surgen junto a la modernidad positivista: el auge económico y el materialismo visto en la especulación financiera, la carencia de sentimientos, la corrupción de la ciudad, la idealización del campo, la invasión extranjerizante y la predilección por el mundo de las apariencias.

El rasgo predominante que asume Cambaceres en su narrativa es la concepción positivista de la literatura basado en un criterio científico y un método crítico de naturaleza empírica. La literatura entendida como una creación imaginaria de mundos posibles presenta una preocupación permanente por la raza nacional, los inmigrantes y la xenofobia como atributos de una expresión de la sociedad que toma cuerpo a través de una función cognoscitiva de la narración, nota fundamental en el dominio de la novela naturalista. Construye un discurso imaginario que pone al desnudo los vicios sin ninguna conmiseración.

El carácter científico de concebir el mundo, el concepto del fatalismo de corte eminentemente determinista, la lucha por la existencia, la ley de la herencia, la fuerza instintiva de la sangre y el arrebato de la bestia, constituyen en su novela las bases para configurar a un Narrador absolutamente impasible, de acuerdo con la observación y la experiencia. Sus novelas resultan verdaderos documentos humanos. Este estudio de la sociedad reproduce miméticamente lo mórbido y patológico sin restricciones ni proceso selectivo, como espejo de una realidad que está sometida a la lógica de la ciencia.

Además, asume una concepción de vida sórdida y discriminatoria con el inmigrante, tema central en el naturalismo argentino. Por otra parte, está la presencia de un nuevo protagonista que aparece tratado literariamente en forma seria: el pueblo. Para la representación de este cuadro narrativo, emerge un narrador omnipresente que se da el lujo demiúrgico de comentar, disgregar, explicar y hacer verdaderos sumarios diegéticos con la idea de darnos una imagen de la realidad acorde con los principios naturalistas.

Teniendo en cuenta que su visión científica de la realidad la encontramos elaborada en el positivismo de Comte, en el concepto de la evolución de Darwin, con el pesimismo de Schopenhauer, las tres fuerzas primordiales de H. Taine, el método experimental que aplica Emilio Zola a la novela; se observa en la novela de Cambaceres una aprehensión de la realidad objetiva bajo el signo irrestricto del conocimiento científico. Los acontecimientos narrativos son ordenados, siguiendo las pautas de un experimento donde los personajes actúan entre sí y con la circunstancia a la luz de la observación de sus propios comportamientos. Además, se conocen los antecedentes hereditarios y los componentes del carácter y la raza, lo que desencadena un fin narrativo previsible producto de la hipótesis planteada como fundamento de una ley científica. Por lo tanto, las novelas de Cambaceres, como Sin rumbo y En la sangre, nos presentan un narrador fiel a los principios zolescos: posee el saber absoluto del mundo narrado. En otras palabras, es un narrador superior e informado que se pone en evidencia por su saber científico de los hechos y por el dominio y conocimiento del todo.

El mundo de la bestia humana es la zona que revela la novela naturalista y Cambaceres no es ajeno a esta realidad. Su narrativa despliega segmentos instintivos e irracionales, mórbidos y patológicos que se sostiene en un atavismo prácticamente bárbaro. El principio de convergencia se da a través de la representación de un sector social característico en la vida decimonónica de Argentina: la vida dramática y conflictiva de los inmigrantes.

Los ámbitos por donde discurre el discurso naturalista de Cambaceres corresponde a aquellos lugares de la existencia humana que nos revelan la expresión de un fundamento de la realidad eminentemente nacional, secularizada y "sin rumbo" propio de personajes que arrastran el estigma de la inmigración "en la sangre". Estos personajes pululan como muchedumbre lupanaria, atrapados por el engranaje atávico de la maquinaria naturalista, verdadera piedra rodante que transporta a "la bestia", o sea, son funcionales a los propósitos de la estética en cuestión, pues cada uno de ellos representará un estado de ánimo desde el momento que provienen de un determinismo originario como herencia patológica.

Hemilce Cárrega dice que "tal vez la actitud asumida por Cambaceres nacía en él, como en otros hombres del 80, de ciertos desencantos que empañaban la vida pública argentina después de Caseros. Es decir, después de un hecho que había creado expectativa en cuanto a un accionar cuya meta era organizar el país, tomando como base indispensable a las instituciones – el poder de las instituciones – antes que la prepotencia, el despotismo de los mandones de turno y los grupos oportunistas que inevitablemente los rodean". En otras palabras, el inmigrante y su descendencia provocan actitudes inescrupulosas, así como de extravagancias que desembocan en lo ridículo y despreciable. Genaro, el protagonista de En la sangre, es hijo de inmigrante y representa – por ejemplo - la ambición desenfrenada, teñida de una conducta materialista y violenta. Él está sometido al más riguroso determinismo, el fatalismo de su degradación proviene de estas fuerzas inmutables de su naturaleza extranjera.

Bibliografía

a) General

Comte, Augusto (1982), Catecismo positivista o Exposición resumida de la religión universal, Madrid, Editora Nacional.

Taine, Hipólito (1866), Histoire de la littérature anglaise, Introduction (Trad.: Historia de la literatura inglesa. Introducción. Traducido por José de Caso).

Zola, Emile (1975), La novela experimental, Santiago de Chile, Editorial Nascimento. Zola, Emile (1989), El naturalismo, Barcelona, Ediciones Península.

b) Específica

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Cambaceres, Eugenio (1968), En la sangre, Buenos Aires, Editorial Plus Ultra. Cárrega, Hemilce (1997), Aspectos del inmigrante en la narrativa de Argentina, Buenos Aires,

Ediciones El Francotirador. Tuninetti, Angel T. (1995), "Sexo, sangre y naturalismo" en En la sangre de Eugenio Cambaceres.

Delivered at the 1995 meeting of the Latin American Studies Association, The Sheraton Washington, USA.

LA DEMOCRATIZACION DE LA VIDA POLITICA 1916-1930

1916-1922, Hipólito Yrigoyen 1818. Reforma Universitaria

1922-1928 M. T. de Alvear

1928-1930. 2° presidencia de Yrigoyen

Todos radicales. 7 al 14 de enero de 1919, semana trágica, metalúrgica Vassena.

Patagonia Rebelde, 1920-21 Yrigoyen manda a Varela quien declara la ley marcial y fusila a 400 trabajadores.