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  • 8/6/2019 Resumen - Diego Armus (2000b)

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    Diego Armus (2000)

    EL VIAJE AL CENTRO. TSICAS, COSTURERITAS Y MILONGUITAS EN BUENOS AIRES, 1910-1940

    Entre los personajes literarios de Buenos Aires de las primeras dcadas del siglo XX la costurerita que dio aquel mal paso es uno delos que con ms xito ha logrado sobrevivir el paso del tiempo. Se trata de una expresin acuada a partir del poema que escribieraEvaristo Carriego hacia finales de la primer dcada del siglo y que se ha cristalizado en la memoria colectiva de la ciudad. Es un

    modo de referirse a la trayectoria de la joven que abandona la vida sencilla y de trabajo en el barrio para lanzarse a la vorgine delcentro, donde los placeres, tentaciones y riesgos terminan condenndola a la prostitucin, la miseria y la tuberculosis. La presencia deesta enfermedad en la vida de la ciudad fue a un mismo tiempo difusa pero imposible de ignorar. Adems de haber sido entre 1870 y1950 una de las ms significativas causas de muerte la tuberculosis fue tambin un tpico recurrente en la cultura. Su historia es noslo la realidad del bacilo sino tambin de los discursos, metforas e ideas que buscaron darle sentido y del mundo de experienciasvividas por los enfermos y los que teman contagiarse. No debe sorprender que la tuberculosis haya sido un prolfico caldo de cultivode nuevas y viejas asociaciones y metforas. As, el uso metafrico que se ha hecho de esta enfermedad descubre una infinidad deimgenes, algunas de presencia efmera y otras de notable perdurabilidad en el tiempo, que de un modo u otro dieron sustancia a unasuerte de subcultura de la tuberculosis que no siempre se articul del mismo modo ni se vali de los mismos recursos y asociacionesen todos lados. En Buenos Aires tanto la literatura, el cine y el teatro como las revistas y diarios de circulacin masiva, laspublicaciones mdicas y de la salud, las letras de tango, la poesa y el ensayo sociolgico aludieron a la tuberculosis, la registraroncomo un dato de la realidad y tambin la usaron como un recurso metafrico para hablar de muchas cosas. En las primeras tresdcadas del siglo XX, y al calor de los cambios urbanos que haran de Buenos Aires una metrpolis, la poesa, el cine, el teatro y las

    letras de tango usaron de esta trayectoria protagonizada por la muchacha de barrio que se deja morir. Sobre esta melodramticatrayectoria y su fuerte asociacin con la tuberculosis trata el artculo.

    1. Buenos Aires, entre los barrios y el centro

    La poblacin de Buenos Aires creci de modo espectacular entre 1880 y 1930. Este crecimiento demogrfico fue animandofundamentalmente por la inmigracin ultramarina, alterando la trama social de un modo y a una velocidad desconocidos. Fue en esecontexto de cambio y reacomodacin que emergieron las clases medias porteas, por lo general sacando ventajas de las posibilidadesofrecidas por el pequeo comercio, los puestos de la burocracia estatal o las profesiones liberales. En relativamente poco tiempo lasociedad portea se diversific y complejiz. Dos culturas se fueron conformando en distintas partes de la ciudad. En el centro, lacultura de las clases tradicionales; en los barrios, una cultura nueva donde se mezclaban inmigrantes e hijos de inmigrantes y criollos.En el barrio residan los nuevos y heterogneos sectores populares y tambin las emergentes clases medias del Buenos Aires

    moderno. El mundo del barrio fue, sin duda, uno de los escenarios claves de la integracin social y la argentinizacin, dosexperiencias desde donde era posible imaginar el futuro individual o familiar de la mano de los avatares que acompaaban y marcabanel ascenso social. Fue en este contexto, de cambios rpidos, que el barrio avanz sobre el centro. Escritores y artistas que vivan en losbarrios encontraran all el espacio fsico, social y cultural apropiado para desplegar un rico repertorio de evocaciones intimistas ynostlgicas. Tambin quienes escriban en los nuevos diarios como Crtica oEl Mundo trabajaran, desde el centro, el tema del barrio.Mientras esto ocurra la expansin de la red de transportes facilitaba un sinnmero de cruces o intercambios entre el mundo de losbarrios y el del centro. Buenos Aires no slo haba crecido sino tambin estaba ms comunicada. Fue en ese mundo de intercambiosdonde tom forma la historia de la cada moral de las costureritas de barrio en la vorgine del centro y su final tuberculoso. A lacosturerita que dio aquel mal paso las letras de Tango, el teatro, el cine y la literatura de los aos veinte y treinta la rebautizaronmilonguita. Ambas ilustran ese proceso de integracin social y territorial del barrio en el centro. Con sus viajes al centro reales oimaginarios- costureritas y milonguitas contribuyeron a tejer una urdimbre que acercaba y al mismo tiempo separaba esos dosmundos.

    2. Tsicas y costureritasCon Carriego el barrio asumi dimensiones literarias; l fue el primer espectador de los arrabales, su descubridor, su inventor. Ensus poemas el barrio es la geografa emotiva de los pobres. Es tambin un refugio, un espacio amable fuertemente impregnado por lahospitalidad del hogar, el calor maternal, la tranquilidad y la seguridad de la infancia. La tsica y la costurerita son los dospersonajes, mujeres, en torno a los cuales Carriego arm su discurso sobre la tuberculosis en el barrio. Pero la tsica y lacosturerita no son lo mismo. La tsica vive y muere en el barrio, es el resultado de un proceso de deterioro. La costurerita, encambio, es una trayectoria que va del barrio al centro y muchas veces, no siempre culmina en un final penoso. Las tsicas del barriobuscan inspirar simpata, reclaman compasin, despiertan emociones solidarias. Las tsicas son, entonces, ciudadanas del mundo deltrabajo, de la tristeza y la humildad, de las desventuras siempre ancladas en el mundo barrial. Son, en definitiva, enfermas detuberculosis que no tienen nada que ver con al bohemia, una dimensin que s va a aparecer, con fuerza, cuando la costureritaemprenda su viaje del barrio al centro. Es en torno a la figura de la costurerita donde se cruza el cotidiano laboral con las peripeciasdel ascenso social y la vida nocturna. EnLa Costurerita que Dio Aquel Mal Paso Carriego da color local a una trayectoria firmemente

    instalada en la literatura occidental. Se trata del viaje de una joven de barrio, ingenua, con un origen humilde pero digno, que despusde una breve estada en el mundo de la noche, termina en los amargos territorios de la prostitucin y la enfermedad. El viaje al centro

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    es un salto al vaco, una peregrinacin innecesaria. De otra, el barrio y el hogar se revelan leales y acogedores a quien los abandonarasin razn. El mal paso no es irreversible y el regreso a los orgenes es posible.Algunas de las vicisitudes del mal paso tambin recorren la poesa de Andrs Cepeda. En su obra la tuberculosis es unaenfermedad de las pasiones, de mujeres perdidas que terminan tuberculosas y hombres abandonados capaces de perdonar, todos ellosregistros que retornarn, casi obsesivamente, las letras de tango y el cine de los aos veinte y treinta. Pero si las tsicas de Cepedason mujeres que circulan por los mrgenes geogrficos y sociales- las de Carriego son mujeres de barrio. Curiosamente Carriego nolas sita en el conventillo sino en las modestas viviendas de los barrios. Por eso lo que las marca no son las estrecheces, lapromiscuidad y el hacinamiento del lugar donde viven sino las rutinas laborales. Esta asociacin entre trabajo excesivo y tuberculosisno fue una originalidad de Carriego. Se fue gestando desde fines del siglo XIX y sigui presente hasta bien entrada la dcada delcincuenta. Entenda la enfermedad como resultado de un exceso no elegido. Por eso el sobretrabajo no era parangonable a otrosexcesos donde las culpas o responsabilidades individuales terminaban ofrecindose como explicaciones del contagio. Hacia fines delsiglo XIX Jos Ingenieros encontr en la crtica al sobretrabajo y la fatiga un tpico en torno del cual era posible articular unprograma regenerador, de mejoras posibles, que buscaba abrir paso a ese nuevo derecho de los intereses sociales que priman sobrelos intereses individuales. Y en 1910 Augusto Bunge retomaba esos argumentos y se refera a las afecciones sobrecargo derivadasde la intensidad del trabajo y las jornadas demasiado largas y la privacin del aire puro, hacinamiento, polvos, falta de ventilaciny de luz. En este contexto la fatiga apareca como un factor que predispona a contraer una serie de malestares asociados a estadosanmicos generalizados cuyos diagnsticos, con frecuencia, superponan o mezclaban la neurastenia con la tuberculosis, la clorosis, lahisteria y otras enfermedades. Carriego es, entonces, parte de este clima de ideas que, a su modo, registrara la presencia de latuberculosis entre las mujeres trabajadoras. El trabajo a destajo o sobre pedido estaba marcado por la inestabilidad, la incertidumbre ylas oscilaciones, tanto en los ingresos como en la demanda de esfuerzo fsico, es particular cuando se trataba de cumplir con los plazosde entrega. Las costureras, se deca, sobreexigan su cuerpo de un modo inadecuado, en una rutina laboral signada por la monotona, larepetividad de los movimientos y una postura que dificultaba las funciones respiratorias.Pero si las tsicas contraen tuberculosis por el trabajo excesivo y por los males del alma sin abandonar el universo amable del barrio,las costureritas que dieron aquel mal paso protagonizan un viaje alimentado por los deseos y sueos del ascenso social rpido quetambin podan culminar en la tuberculosis. Las ms de las veces las luces del centro transformarn a la costurerita, dejndola en laintemperie de la prostitucin. La salida del barrio es el momento de la traicin al origen, la hogar, al amor maternal. Cambia elescenario, y en ese cambio, comienza a alterarse la identidad de la costurerita, ahora lanzada a vagar por un mundo que el narrador,las ms de las veces, no se resigna a dejar de calificar como extrao y cruel.

    3. Milonguitas

    En los aos veinte y treinta el legado costumbrista de Carriego es retomado por las letras de tango, el cine y la literatura. Lo hacen enuna clave tal vez menos sentimental y ciertamente mucho ms nostlgica, en gran medida porque algunos de los barrios de Carriego

    ya se haban modernizado o estaban en vas de hacerlo. El viaje es el mismo que, diez o quince aos antes, hacan las costureritas deCarriego. La novedad vino por el lado de quien escriba sobre esa trayectoria, su nfasis y su escenario. Se trata de periodistas, letristasde tangos, cineastas y escritores que miraban a la milonguita como un personaje no slo necesitado de comprensin sino tambincomo alguien en quien podan reconocer trazos de su propia experiencia urbana. En la dcada del veinte el centro ya era una definitivareferencia en el tiempo libre de los porteos. La carga ertica del centro se fue gestando ene l tiempo y estuvo fuertemente marcadapor el tango, un producto cultural hibrido, que nace en los arrabales de la ciudad, recrea elementos coreogrficos del candombe y otrosbailes de los negros porteos y da cuenta de la presencia masiva de inmigrantes. Bailado por hombres acompaados de mujeres delambiente prostibulario o por hombres solos, el tango era, ante todo, una danza de los mrgenes, ajena a la vida de la mayora de losporteos. Con el despertar del siglo XX dej de deambular por los arrabales, penetr en la ciudad y comenz a ser aceptado en otrosmbitos sociales. As, el tango se fue adecentando y devino en una forma cultural respetable. DE una parte, los sectores populares ylas emergentes clases medias fueron encontrando en sus letras, msica y coreografas algunas seas de su identidad urbana. De otra, yen gran medida como resultado de su aceptacin y triunfo en Europa y los Estados Unidos, la elite portea lo incorpor conentusiasmo en su acervo cultural. En relativamente pocos aos el tango devino en una expresin esencial de Buenos Aires. Con el

    despegue de la industria del disco, la radio y el cine el afianzamiento del teatro como un espectculo de gran aceptacin popular, lacreciente profesionalizacin de los msicos y cantantes, y la aparicin de los tros, cuartetos, sextetos y orquestas, los tangos tendierona ofrecer menos posibilidades para la improvisacin. El tango se hizo ms meldico y devino en una narrativa urbana donde la picadel arrabal con sus guapos, rufianes, prostitutas y compadritos- comenzaba a desvanecerse, sin desaparecer del todo, frente a lallegada de nuevos o remozados tpicos y personajes. Entre esos nuevos personajes estaba la milonguita, la versin de los aosveinte y treinta de la costurerita de Carriego. Atrados por los sueldos, mucho mejores que los que reciban en los prostbulosarrabaleros, los msicos de tango emprendieron su viaje al centro y devinieron en personajes imprescindibles del mundo del cabaret.Las milonguitas tambin asociaron el cabaret y el centro a una posibilidad de cambio. Pero el viaje que ellas protagonizaran, noempezaba en los mrgenes, en las orillas, sino en el barrio.En el cine, el teatro y las letras de tango el viaje de las milonguitas se recorta como un tpico recurrente de la mirada crtico-costumbrista del Buenos Aires de los aos veinte y treinta. Es en las letras de tango donde el viaje al centro de las milonguitasdescubre sus variados contenidos. La estada en el centro, como territorio de promisin, tarde o temprano transmuta en decadencia. Elescenario de la decadencia ms trabajado es el cabaret. All la tuberculosis se recorta como un tpico que al tiempo que condensa los

    avatares de la cada permite hablar del erotismo y la fogosidad sexual, la desilusin, el extraamiento, el desamor, la lealtad, ladegradacin. Con frecuencia aparece como una enfermedad del alma, de las pasiones. La trayectoria de la milonguita cualquiera

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    sea su origen, un barrio porteo o Europa- es melodramtica. Del barrio al cabaret y de la inocencia a la cada y la degradacin. Lamilonguita es bella, coqueta, sensual, egosta, segura de s misma, capaz de escapar de la modestia y estrecheces del barrio. Lo quelas letras de tango sealan, hablando desde la perspectiva de los hombres, es el riesgo, incluso el error, de animarse a pensar una vidapor fuera del barrio, de dejarse llevar por las luces del centro puesto que cuando la juventud desaparece irremediablemente aparece elsufrimiento, la angustia, la soledad, la tuberculosis. Pero junto a la milonguita y el hombre que se aprovecha de ella est el narrador,un hombre que conoce el mundo del centro, que frecuenta la vida de caf y tiene su barra de amigos. As, entre los hombresabandonados y los apasionados que caen enfermos fue tomando cuerpo el registro ms trillado de las letras de tango, el de unamisoginia resultante de la fuerte presencia amenazante de las mujeres del cabaret. Sin embargo este no es el nico registro. Hay otrosque revelan las ambivalencias y variadas masculinidades con que circulan los hombres en las letras de tango. Tampoco se enferman detuberculosis los hombres del tango, tanto las vctimas del abandono de las milonguitas como los que estn dispuestos a recibirlas ensu viaje de retorno al barrio pero ya estn descredos del amor romntico y slo confan en el amor maternal. Esta suerte de economamoral donde los hombres abandonados no se enferman y si lo hacen las mujeres que dejan el barrio est presente en la poesa deNicols Olivari. Pero la enfermedad de las tuberculosas de Olivari no es una condena, un castigo o una situacin terminal. Es larepresentacin misma de la condicin marginal, de la tristeza y las desdichas urbanas. Son mujeres irremediablemente vulgares, conuna fealdad extrema pero mediocre, una fealdad que nunca puede ser elevada al estatuto de una belleza terrible o temida como la delas mujeres que desafiaban el ideal domstico y barrial. Olivari recurre a estas tuberculosas como un recurso de crtica a la idearomntica o esteticista de la belleza.La tuberculosis que construyen cierta literatura, el cine y las letras de tango de las primeras dcadas del siglo slo tiene cara de mujer.Esta suerte de omnipresencia le deja poco lugar a los hombres. Para ellos la sfilis ser la enfermedad que articular preocupacionesms generales en clave eugensica y moral. Esta imagen de la tuberculosis, en femenino, compagina mal la realidad de unaenfermedad que tanto hombres y mujeres podan contraer o teman contraer. Ms an, entre 1880 y 1950 los hombres se murieron detuberculosis en mayor proporcin que las mujeres. De modo que el olvido de los hombres que hacen las letras de tango, la literatura yel cine desdibuja el impacto real de la enfermedad en el Buenos Aires de las primeras dcadas del siglo XX y tambin de las historiasque sobre ella pueden escribirse. La trama que descubren estas narrativas es un reflejo bastante adecuado del Buenos Aires decomienzos de siglo, una sociedad donde las diferencias entre todos los grupos situados por debajo de a elite eran borrosas y en modoalguno definitivas.La apuesta de la milonguita pona en tensin la certeza de que le lugar de la mujer era el mundo domstico y el barrio. Estaba en lasantpodas del tipo de mujer y de relaciones entre los gneros que construan otras narrativas, como la de los textos de lectura de laescuela primera, la de las novelas sentimentales, o la de los manuales de economa domstica. Tampoco armonizaba con las tesisdoctorales, ensayos y artculos escritos por los mdicos. Frente al aluvin de cambios trados por la modernidad, la medicina o ciertasmedidas de salud publica- se recortaran a un mismo tiempo como un recurso relativamente eficaz en la disminucin de la mortalidadmaterna y como un discurso destinado a preservar una cierta distribucin de roles y conductas sexuales. Indicaban, prescriban, queeran en el mbito domstico donde la salud de la mujer era posible. Por fuera de ese mbito, su fragilidad y debilidad innata, el

    delicado balance fisiolgico que la marcaba desde la pubertad hasta la menopausia, las demandas extrahogareas fsicas oespirituales-, la hacan blanco fcil de la enfermedad. Lo cierto es que, en las primeras dcadas del siglo XX, las mujeres trabajadorasen las fbricas y talleres, las seoras de la elite activas en la filantropa, las empleadas en las grandes tiendas del centro, las mdicas,las dactilgrafas, las mujeres que viajaban en el tranva y, ciertamente, las milonguitas son evidencias -concretas, no meramentediscursivas- del nuevo lugar de la mujer en la escena pblica. En el plido final de la milonguita, en su fragilidad, la tuberculosiscondensa algo de la incomodidad y ansiedad de los hombres del tango que, mientras no pueden ignorar la creciente presencia de lamujer fuera del mbito domstico, narran el viaje al centro de las jvenes de barrio en clave piadosa o como una aventura transgresora,demasiado independiente, amenazante e innecesaria.

    [Diego Armus, EL viaje al centro. Tsicas, costureras y milonguitas en Buenos Aires, 1910-1940, en Boletn del Instituto de

    Historia Argentina y America Dr. Emilio Ravignani, Tercera Serie, N 22, 2 semestre de 2000, pp. 101-124]

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