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Acerca del significado de las respuestas de movimiento inanimado (m) (1 ) Vera Campo RESUMEN Partiendo de una amplia revisión bibliográfica se postula el significado de ansiedad persecutoria para las respuestas m. El estudio de 72 protocolos con más de 3 respuestas m agrega datos sobre la relación con el número de respuestas (R), nivel formal, Fm y mF vs m para la codificación del control formal, frecuencia de aparición según las Láminas y relación con M y FM; y desde un punto de vista clínico, la frecuencia de m en las personalidades esquizoides y paranoides, la vinculación de m pasiva con la depresión y la posibilidad de que el fenómeno (m) se refiera a situaciones traumáticas externas. *** INTRODUCCIÓN Revisión bibliográfica y planteo teórico A menudo me ha extrañado el hecho que existen pocos trabajos clínicos sobre m en la tan amplia literatura Rorschach. Tal vez esto se deba a la baja frecuencia de este determinante; posiblemente también porque esta categoría de respuesta de movimiento según Phillips & Smith (1953) “parece ser un agrupamiento ‘cógelo-todo’ que es definido de manera variada (y algo vaga) y que como consecuencia no puede tener una significación clínica inequívoca.” (p.89) (2 ) Dado que este aspecto clínico me resulta particularmente interesante, he intentado aproximarme al problema del significado y valor de m desde el siguiente punto de vista: a través de los años he guardado los protocolos con muchas m a fin de obtener una

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Acerca del significado de las respuestas de movimiento inanimado (m)  (1)

Vera Campo

  RESUMEN

 

Partiendo de una amplia revisión bibliográfica se postula el significado de ansiedad persecutoria para las respuestas m. El estudio de 72 protocolos con más de 3 respuestas m agrega datos sobre la relación con el número de respuestas (R), nivel formal, Fm y mF vs m para la codificación del control formal, frecuencia de aparición según las Láminas y relación con M y FM; y desde un punto de vista clínico, la frecuencia de m en las personalidades esquizoides y paranoides, la vinculación de m pasiva con la depresión y la posibilidad de que el fenómeno (m) se refiera a situaciones traumáticas externas.

  ***

 

INTRODUCCIÓN

 

Revisión bibliográfica y planteo teórico

 

    A menudo me ha extrañado el hecho que existen pocos trabajos clínicos sobre m en la tan amplia literatura Rorschach. Tal vez esto se deba a la baja frecuencia de este determinante; posiblemente también porque esta categoría de respuesta de movimiento según Phillips & Smith (1953) “parece ser un agrupamiento ‘cógelo-todo’ que es definido de manera variada (y algo vaga) y que como consecuencia no puede tener una significación clínica inequívoca.” (p.89) (2)

    Dado que este aspecto clínico me resulta particularmente interesante, he intentado aproximarme al problema del significado y valor de m desde el siguiente punto de vista: a través de los años he guardado los protocolos con muchas m a fin de obtener una mayor comprensión de este, creo, importante determinante. Asimismo he intentado revisar toda la literatura (asequible para mi) desde dos puntos de vista: codificación e interpretación, desde que ambos aspectos son esenciales para entender el significado de m.

    Aún cuando H. Rorschach (1921) sólo codificaba las respuestas de movimiento humano –a pesar que la revisión de la codificación de sus casos a veces crea algunas dudas al respecto-, sus continuadores, en particular Klopfer y Piotrowski, los dos maestros que antes de Exner más se han

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preocupado del tema, fundamentan la introducción del movimiento animal e inanimado en la ya famosa frase del Maestro: “Hay sujetos capaces de percibir cinestésicamente no sólo las figuras humanas y las de animales antropomorfos, sino toda clase de animales, plantas e inclusive figuras geométricas y líneas aisladas.” (p. 30)

    No tengo la intención de rediscutir este problema, sino anotar que desde la época de Rorschach el concepto de fantasía y de identificación ha evolucionado tanto que en la actualidad la identificación con animales, objetos o fuerzas naturales de otra índole es considerada no sólo posible sino perfectamente corriente y “popular”.

    La codificación de Klopfer (1954) del movimiento inanimado (Fm, mF y m) es el sistema más omnímodo desde que junto al movimiento usual de objetos y fuerzas naturales, la categoría abarca conceptos como fuerzas sexuales, abstractas y simbólicas, expresiones en máscaras, objetos, animales y personas cayendo, colgando o estirados (ver pp. 114-125). Su hipótesis interpretativa es que m muestra que el sujeto se percata de fuerzas fuera de su control que por lo tanto constituyen una “señal de alarma” e indican conflicto, tensión, un sentimiento de indefensión, pero también que no ha ocurrido una fragmentación psicótica del yo.

    Piotrowski (1957, 1974) define m como “objetos inanimados, inorgánicos o insensibles, sólidos, líquidos o gaseosos, en movimiento o en un estado en el que el movimiento es activamente impedido”. (p. 207, codificado como Fm y m). Para este autor m“siempre indica roles vitales prototípicos que el individuo siente deseables y agradables pero irrealizables”. Así, “un elemento de amargura, de frustración y de tensión es un acompañante regular de m” (p. 210). Con todo, Piotrowski insiste que esto no causa angustia en el sujeto y que el conflicto no es muy profundo o muy morboso (p. 210). Las m asertivas (contragravitacionales) son de lejos las más frecuentes, mientras que las m pasivas, sumisas e indecisas más bien reflejan deseos bastante morbosos y masoquistas y ocurren en protocolos de pacientes mentalmente más trastornados y enfermos.

    Alcock (1963) que sigue la codificación de Klopfer, define la respuesta m como “reconocimiento de fuerzas externas a criaturas vivientes, que representan un desafío al hombre y, si incontroladas, una amenaza.” (p. 40).Las vincula a las supersticiones antiguamente referidas a los elementos (aire, fuego, agua) considerados como agentes de un poder divino que de no ser propiciado puede volverse destructivo. Su significado varía en función del grado de control formal, la naturaleza del movimiento y el contenido. Rara vez hay más de 2 m en un protocolo medio.

    Mons (1950) que usa la codificación m, también considera estas respuestas poco frecuentes y comenta como hecho curioso que ocurren mucho más a menudo en relación con sentimientos o estados de ánimo desagradables que agradables, originados por fuerzas internas hostiles. Enfatiza su frecuente asociación con color y claroscuro y señala que aún si su contenido es agradable, sospecha que tras las m existen poderes inconscientes que no encuentran una salida sublimada (p. 60-61).

    Siguiendo la opinión de otro autor inglés, Boreham (1967) m sería una expresión de angustia fóbica, cuya raíz inconsciente es la amenaza de ser

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atacado por objetos, siguiendo el significado “persecutorio” que Alcock le confiere; pero en el artículo de Boreham la diferencia entre ansiedad fóbica y ansiedad persecutoria no queda muy clara. (3)

    Allen (1966) usa la codificación de Klopfer y arguye que desde que el concepto m simboliza fuerzas que más probablemente engendran angustia si se les permite una expresión directa, por lo tanto representan las fuerzas más reprimidas en la estructura de la personalidad y por inferencia el grado en que el sujeto se halla expuesto al trauma psicológico. Es lógico que considere este determinante usualmente como signo de pobre salud mental, en especial si m es mayor que M y FM o aparece en protocolos donde sólo hay FM (p. 84).

    En los raros y a menudo contradictorios ejemplos de protocolos en que Beck (1949, I y III) codifica m (utiliza el símbolo M en Abstracción “como acto de fe en Rorschach”) estas respuestas son interpretadas en relación a fantasías de fin de mundo, frecuentes en esquizofrénicos, autistas y en adolescentes ansiosos que han perdido uno de los padres (p. 53, III).

    Por su parte Phillips & Smith (1953) incluyen la categoría m (codificada m pero aparentemente sin diferenciar Fm o mF) y la consideran poco frecuente y solamente del tipo volcán en erupción, trompo girando roca cayendo (ya que otros tipos de m son englobados en la categoría M en Abstracción, M estáticas frenadas y elaboraciones fabulizadas). Su interpretación se halla asociada a eventos deseados pero temidos a la vez, impulsos no aceptados por el yo que acarrean sentimientos de disarmonía y malestar interno, tensión, impotencia y ausencia de responsabilidad. Más de 2 o 3 en un protocolo medio indican “ansiedad aguda y disturbio intenso en el ajuste“ (pp. 90-91).

    Bohm (1967, edición alemana) rechaza la codificación m de Klopfer y sólo considera m en términos de fenómenos especiales, esto es, abstracciones y descripciones cinéticas; pero su interpretación apunta en la misma dirección. También comenta que es frecuente en esquizofrénicos y personalidades esquizoides (esto es asimismo mencionado por Palem, 1969).

    Rausch de Traubenberg (1970) tomada como representante de las escuelas suiza y francesa –en las que m se codifica sólo para movimientos centrífugos violentos que poseen su propia fuente de energía (como explosión, chorro de agua) y que no establecen diferencia entre mF o Fm- considera que m es menos integrada que M, a menudo co-determinada por el color negro o rojo violento o por el claroscuro, apuntando así a una relación con la ansiedad y la culpa.   

    La postura de Exner (1974) respecto de m es un compuesto de los puntos de vista de Klopfer y Piotrowski, con énfasis en fuerzas que actúan “sobre” antes que “para” el individuo (cursiva del autor). En su sistema de codificación, al igual que las escuelas suiza y francesa, se codifica m sin diferenciación de Fm y mF. Al discutir este punto con Exner, él señaló que también había encontrado un número mayor de respuestas m en varios grupos de pacientes, especialmente en el grupo esquizofrénico. Con todo, Exner dijo que persistiría en codificar solamente m desde que la fiabilidad de la coincidencia inter-jueces en la codificación diferenciada de m siempre

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ha sido baja y dado que en no-pacientes mes realmente infrecuente. Sin embargo, sigo pensando que Fm y m probablemente sería la mejor manera de codificar las respuestas de movimiento inanimado, ya que de esta manera no se pierde de vista el control formal –o no- de este determinante tan importante para la comprensión del estrés (o ansiedad persecutoria, ver más adelante) y de su manejo por el individuo.

    El punto de vista de Schachtel (1967) –que codifica m como Mt o tendencia al movimiento- posiblemente es el más interesante y rico en la literatura Rorschach. Su hipótesis básica acerca del movimiento es que “Donde ocurre una identificación manifiesta u oculta del sujeto con el movimiento percibido, sin tener en cuenta si el movimiento es realizado por un animal o un ser humano, el esfuerzo o actitud expresada por el movimiento tiende a ser parcial o totalmente conciente o accesible a la conciencia sin mayor resistencia. Donde no ocurre esta identificación, el esfuerzo tiende a ser reprimido. La represión tiende a ser más severa donde existe la contra-identificación (esto es, donde la actitud es considerada ajena al yo)”. (p.223, cursiva del autor). Este autor sostiene que si existe identificación con m sería de tipo pasivo (referido a pacientes esquizofrénicos que sienten en sus propios cuerpos movimientos que perciben fuera de sí mismos) lo que indicaría que la actividad percibida es “disociada” (mi cursiva)(p. 227), y que el sujeto no puede ser responsabilizado de ella, es impotente ante ella y su amenaza ya que no la puede influenciar ni impedir. Asimismo esto señala su sensación de inseguridad, de ser víctima de un desastre o peligro inminente. Por el contrario, el sujeto puede tener deseos o esperanzas pero se siente incapaz de realizarlos (respuestas de objetos o personas flotando, volando, subiendo, pero movidos por fuerzas no humanas) o puede estar expresando nociones megalomaníacas y fantásticas o mágicas sobre sí mismo. Por ejemplo, la respuesta erupción de un volcán o explosión puede contener, al mismo tiempo, el deseo y el miedo del sujeto a soltar algún impulso inhibido, reprimido, fuera de su control. Así, el movimiento inanimado es particularmente apropiado para expresar el sentimiento de que no se es responsable por lo que sucede y de que nada puede hacerse al respecto, sensación que puede ser útil para mantener la disociación como señala el autor. Frente a esas fuerzas externas al sujeto –vividas como ajenas al yo- su actitud fundamental es la de un “espectador impotente” (p. 226).              

    También me interesó un reciente artículo de Johnston (1976) debido al enfoque psicoanalítico empleado respecto de m como “ansiedad psicomotriz”, relacionada con el estadío anal-sádico, la amenaza de desintegración del yo y su frecuencia en obsesivos, esquizofrénicos incipientes, catatónicos y paranoides.

   En cuanto a las respuestas m en niños, Alcock (1963) las considera mucho menos frecuentes que en adultos (p. 75) pero les concede el mismo significado de un poder más allá del propio control, asociado con temores que surgen durante el período de impotencia o desamparo infantil.

    A su vez Williams (1968) coincide en su poca frecuencia además de tomarlas como indicativas de angustia a raíz de algún conflicto profundo que el niño está tratando de reprimir sin éxito (p. 37). Meili-Dworetzki (1956) en su trabajo sobre el desarrollo de la percepción en el Rorschach, comenta que m no se relaciona con la edad y es poco frecuente en general.

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    Resulta interesante que Ames y colaboradores (1952, 1971) –sólo codifican m, pero sin ser tan estrictos como Piotrowski o tan indulgentes como Klopfer- comentan que fundamentalmente m representa una fantasía “no yo”, coincidiendo con la visión de Schachtel.

    Esta revisión bibliográfica de la codificación e interpretación de las respuestas de movimiento inanimado, por una parte parece mostrar que:

1.     No existe consenso acerca del uso de la codificación m en sí misma. Algunos autores, siguiendo a Klopfer, codifican Fm, mF y m (Alcock, Allen, Boreham, Williams); solo Piotrowski codifica Fm y m, mientras que muchos solamente utilizan el símbolo m (Traubenberg, Exner, Mons, Ames y colab., Phillips & Smith). Los restantes autores o no codifican m (Bohm, Rapaport-Shafer), a veces la consideran como M en Abstracción (Beck) o como tendencia al movimiento (Schachtel).

2.         No existe consenso sobre qué contenidos son incluidos en esas codificaciones: El sistema de Klopfer parece incluir demasiado, Traubenberg restringe m a fuerzas que posee su “motor propio” sin considerar el muy importante aspecto (sostenido por otros autores) de la “fuerza externa” que actúa sobre personas, animales u objetos, un aspecto que no es aceptado por Piotrowski con respecto a seres vivos.

3.         Asimismo es importante la frecuente asociación de m con otros determinantes (los múltiples, enfatizados por Mons, Exner, Traubenberg, Beck); como por ejemplo la difusión (ansiedad flotante, K en Klopfer, Y en Beck y Exner)  a menudo reforzada por el color acromático –C’ (Slullitel y colaboradores, 1973)- y por el color cromático, que por su parte añadiría a la angustia y la culpa el motor de la excitación, el dolor y la agitación, “en los que los fenómenos motores son prominentes” (Beck, 1952; esto es, la experiencia de ser invadido por emociones que pueden ser desagradables o muy excitantes, pero que siempre implicarían la rebeldía adolescente en quienes la asociación CF.mF es común), aun cuando Beck no admite la posibilidad de actuación agresiva, a diferencia, por ejemplo de Cerney (1974) que observó la existencia de respuestas m.C en sujetos de conducta explosiva (contenidos tales como bomba, explosión, volcán en erupción, etc.)

    Por otra parte, el problema de la interpretación de m parece tan complicado como su interpretación. En mi opinión las hipótesis de Piotrowski a menudo carecen de consistencia interna. Parece evidente, como sucede tantas veces en la literatura Rorschach, que al intentar ser “fiel al Maestro” y al mismo tiempo innovar, lo que hace este autor respectivamente en la interpretación de m como deseos irrealizables siguiendo a Rorschach y al introducir la codificación m, Piotrowski entra en contradicción. Así intenta manipular el concepto de deseo irrealizable sin admitir, plenamente, pero sí indirectamente, que la frustración implícita puede crear tensión, conflicto y angustia, hecho directamente negado por este autor. Es como si se hubiera olvidado de los conceptos de disociación (la contra-identificación de Schachtel) de culpa y persecución que el deseo irrealizable -sea por motivos internos superyoicos o externos en base a las exigencias de la realidad- acarrea inevitablemente, situación por otra parte harto frecuente en cualquier cuadro neurótico y en nuestro mundo diario. Es que dentro de su conceptualización de los roles vitales prototípicos, Piotrowski considera las m como poco relacionadas con la conducta,

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justamente porque no toma en cuenta la disociación, hecho que determina su aseveración de que m representa deseos irrealizables no actuados. Mientras que, como Schachtel y Ames, la disociación es considerada, la actuación se hace posible expresándose a través de este mecanismo toda una serie de aspectos que el individuo actúa, pero que no considera como parte de su propio yo.

    Tampoco Klopfer es consistente. Aunque en su Escala Rorschach Pronóstica (ver capítulo 19, I)confiere un puntaje positivo a las fuerzas antigravitacionales y abstractas en contraposición a las fuerzas dominadas por la gravedad, las abstractas que atraen o separan y las de disipación o desintegración, no aclara estos criterios aparentemente derivados sin más de la “experiencia clínica”. Sin embargo en esto coinciden la gran mayoría de autores, específicamente que las fueras antigravitacionales son más positivas, mientras que las pasivas y sumisas se hallan en protocolos más enfermos, como señala Piotrowski. Asimismo Klopfer se muestra contradictorio y ambiguo al sostener que sólo individuos emocionalmente integrados son capaces de dar respuestas m y al mismo tiempo que 3 m o más en principal o adicional indica que no ha ocurrido una fragmentación psicótica del yo o que este todavía se está defendiendo con éxito, mientras que cuando m coexiste con verbalizaciones bizarras el diagnóstico será complejo y difícil (¡!). O sea, se ha hallado m en protocolos psicóticos o de derrumbe inminente como lo demuestra esta acotación y el ejemplo presentado (p. 311, II) un paciente con una esquizofrenia incipiente.

    El concepto de “ansiedad psicomotriz” de Johnston derivada de la fase anal-sádica y vinculada al “miedo del yo a la desintegración por la pérdida de objetos” (cursiva del autor) me impresiona como poco clara. Aquí resultaría útil recordar la postura de Boreham  (1968) que diferencia la situación depresiva de pérdida objetal (asociada al determinante K –difusión-, o T –textura- y/o V –vista- por Exner) de la situación persecutoria (aunque Boreham (1968) la considera fóbica) de miedo a ser atacado por los objetos. Lo importante, y creo básico, es distinguir entre una amenaza a la integridad del yo (ansiedad persecutoria) y la amenaza de pérdida objetal en la que el yo no teme por sí mismo sino por el destino de sus objetos amados (ansiedad depresiva). Esta diferencia me parece nuclear, tanto desde el punto de vista psicopatológico como desde el punto de vista clínico.

    Todos los autores revisados, Piotrowski de mala gana, coinciden en que el determinante m indica angustia, conflicto y tensión, pobre salud mental (Allen) fuerzas internas hostiles (Mons) que “actúan sobre” antes que “para” el individuo (Exner) creando “malestar agudo” (Phillips & Smith), amenaza la integración del yo (Klopfer,  Alcock, Johnston) representa angustia fóbica de origen persecutorio (Boreham) ansiedad psicomotriz (Johnston), es ajena al yo (Schachtel) representa fantasías “no yo” (Ames y colab.) y de “fin de mundo” en esquizofrénicos (Beck) es frecuente en esquizoides y en la esquizofrenia (Bohm, Palem, Schachtel, Johnston) se vincula a la angustia y la culpa de origen profundo (Traubenberg) y conflictos que no pueden ser reprimidos con éxito (Williams, Johnston).

    En otras palabras, a pesar de los problemas de codificación e interpretación ya discutidos, el estado de ánimo o tono emocional al que aluden los autores revisados, parece convergir en un rasgos común que apunta a sentimientos y/o experiencias de naturaleza persecutoria,

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aún cuando ningún autor vincula a m directamente con una situación interna de tipo paranoide –siguiendo los conceptos de M. Klein y su escuela (ver Segal, 1964). Esto es, para no introyectar lo que es vivido como una amenaza, por medio de la identificación proyectiva el sujeto “mete” en otros objetos sus propios sentimientos e ideas, las cuales, vividas como peligrosas, son disociadas del yo y adjudicadas a objetos o fuerzas externas (la contra-identificación de Schachtel o la fantasía “no yo” de Ames). Esto asimismo sería el origen de la irresponsabilidad, es decir, la tendencia a la actuación (acting-out) subrayada por varios autores, como así también las variadas experiencias incluidas en m que correspondería a la variedad de situaciones internas amenazantes que pueden surgir en un individuo.

    Fundamentándome en las ideas revisadas y comentadas, reformularía el significado de las respuestas de movimiento inanimado de la siguiente manera: el yo del sujeto se siente amenazado (aspecto persecutorio paranoide) por la invasión de fuerzas ajenas a su control (definición fundamental de m) tanto en un sentido de entrega o sometimiento pasivo a estas fuerzas como en el sentido de perder el control sobre ellas, fuerzas que debido a la disociación, represión y/o negación, no son consideradas como pertenecientes al yo. Como vivencia esta situación de peligro –interno- origina sensación de conflicto y tensión (que puede manifestarse en la conducta observable de varias maneras, por ejemplo, como irritabilidad, angustia y/o depresión). Puede tratarse de fantasías ligadas a impulsos y deseos aceptados o no, idealizados o no, considerados como irrealizables –por el Superyo o por las exigencias de la realidad-; como tales provocaría, además, sentimientos de culpa inconscientes en general, probablemente vividos como frustración. Aparte de funcionar como “señal de alarma” y en este aspecto representar una posibilidad de lucha por mantener la integración del yo y para reconocer peligros, también indicaría una ruptura de defensas inminente.

   Repitiendo, el sujeto puede estar identificado con sus impulsos o deseos irrealizables (sean estos de índole omnipotente o megalomaníaca o de índole pasiva) o puede rechazarlos, pero en ambos casos sufre las consecuencias de su presión: el sentirse amenazado (perseguido) por lo destructivo de la situación interna. Si es aceptado el concepto de instinto de muerte, lo perseguidor sería una fuerza interna destructiva común a todo ser humano, que disociada y proyectada, vale decir externalizada, configura una situación de peligro. Asimismo se debe mantener presente que las situaciones externas reales de estrés y amenaza, en última instancia son vividas de manera similar.(4)

    Por último creo de primordial importancia poder distinguir entre situaciones internas en las que predomina la tensión y aquellas en las que prima la vivencia o noción de conflicto ya que en esta diferencia residiría, a mi entender, el factor positivo de “señal de alarma” o negativo de sobrecarga (el estrés situacional de Exner, referido en general a situaciones externas) o de “ruptura de defensas inminente” de las respuestas m. Este aspecto es enfatizado por Sorribas (El Psicodiagnóstico de Rorschach en la consulta psicológica, trabajo no publicado), mientras que la anterior es la expresión de un yo que registra tensión y que este estado tiene alguna relación con el mundo interno, la siguiente trata de una experiencia no necesariamente ligada a una percepción interna, siendo usualmente adscrita a algo amenazante pero no vinculado al yo. Siguiendo una proposición de

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Slullitel (comunicación personal, 1973) en algunos contextos Rorschach la respuesta m apuntaría a un yo capaz de reaccionar a una “señal de alarma” junto con la posibilidad de tolerar y enfrentar percepciones internas. En este caso la m asimismo señalaría la existencia de ansiedades depresivas, a un yo suficientemente integrado como para soportar conflictos y con suficiente energía para recurrir a la sublimación y/o reparación. (El caso de O.V. en el capítulo de Alcock sobre Conflicto y Defensa en la Personalidad Sana, ilustraría este aspecto).

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

Alcock, T. (1963). The Rorschach in Practice. Londres:  Tavistock Publications.

Allen, R. M. (1966). Student’s Rorschach Manual. New York: International Universities Press.

Ames, L. B. et.al. (1957). Child Rorschach Responses. NewYork: B. Hoeber, Inc. Adolescent Rorschach Responses.(1971). New York: Bruner/Mazel Publishers.

Beck, S. J. (1950, 1962). Rorschach’s Test, I y II. NewYork: Grune & Stratton.

Bohm, E. (1967).Lehrbuch der Rorschach-Psychodiagnostik.Berna: Hans Huber.

Boreham, J. A. (1968). A theoretical contribution to the Understanding of the shading responses, British Journal of Projective Psychology and Personality Study, 13, 1.

Campo, V., Jachevasky, L., Jubert, N. y Pagola, M. (1972). Scoring and perception: Multiple determinants British Journal of Projective Psychology and Personality Study, 17, 2.

Campo, V. (1976). El valor diagnóstico del movimiento Animal en las fobias. Ponencia al IV Simposio Anual deLa S.E.R.Y.M.P., Palma de Mallorca.

Cerney, M. (1974). The relation between color dominated Responses and explosive behaviour in a hospital Setting. Bulletin of the Menninger Clinic, 38, 4.

Francis-Williams, J. (1968). Rorschach with Children.Londres: Pergamon Press.

Exner, J. E. (1974). The Rorschach: A Comprehensive System. New York: John Wiley & Sons.

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Johnston, W. W. (1975). Inanimate movement – a theoretical paper. British Journal of Projectiv Psychology and Personality Study, 20, 2.

Klopfer, B. et.al. (1954, 1956). Developments in t Rorschach Technique, I y II. New York: World Book Company.

Meili-Dworetzki,G. (1956). The development of perception In the Rorschach, DEevelopments in the Rorschach Technique, II. New York: World Book Co.

Mons, W. (1950). Principles and Practice of the Rorschach Personality Test. Londres: J. B. Lippincott Co.

Palem, R. M. (1969). Le Rorschach des Schizophrènes.Paris : Editions Universitaires.

Phillips, L & Smith, J. G. (1953), Rorschach  Interpretation : Advanced Technique. New York : Grune& Stratton.

Piotrowski, Z. A. (1957). Perceptanalysis. New York: The  Macmillan Co.

Rorschach, H. (1948). Psicodiagnóstico. Buenos Aires: PPaidós.

Schachtel, E. G. (1967). Experiential Foundations of Rorschach’s Test. London: Tavistock Publications.

Segal, H. (1964). Introduction to the Work of Melanie Klein. London: William Heinemann Medical Books Limited.

Slullitel, S., et.al. (1973). Investigación sobre el color acromático. Rorschachiana X.

Sorribas, E. & Noceti, E. El Psicodiagnóstico de Rorschach en la consulta psicológica. (Trabajo no Publicado).

Traubenberg, N. R. (1970). La Pratique du Rorschach.Paris : Presses Universitaires de France.

 

REFERENCIAS

 

1- Trabajo publicado en Técnicas Proyectivas, 1, 1980 y en inglés en el British Journal of Projective Psychology, 1 y 2, 1979. La versión actual data de 2004.

2- Mirado desde 2004 y en base a las investigaciones de Exner esto ya no es tan cierto.

3- No hubo pacientes clínicamente fóbicos en mi muestra de sujetos con 3 o más respuestas m; solamente dos estructuras de personalidad fóbica-paranoide descompensadas. He observado que en algunos sujetos que

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clínicamente presentaban algunos síntomas fóbicos, pero que no corresponden a lo que he descrito como la típica personalidad fóbica en el Rorschach (El valor diagnóstico de FM en las fobias, 1976, publicado en 1982 en el British Journal of Projective Psychology, 27, 1.) pero más bien a una estructura de personalidad claramente más esquizo-paranoide, el número de m a veces crecía de forma marcada, mientras que en el sujeto fóbico típico –de nivel histérico- se incrementan las respuestas FM, con m ausentes o irrelevantes.

4- en este aspecto que difiero del maestro Exner, es decir, que el estrés puede ser de origen tanto externo y real como interno y fantaseado pero no menos real para el sujeto (añadido en la revisión de 2004).