reseña a harmonium de wallace stevens

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Reseña a Harmonium de Wallace Stevens A través de los poemas de Harmonium apreciamos la paradójica relación que hay entre el mundo y la imaginación; el mundo como producto de la imaginación; la imaginación como producto del mundo; o en palabras del poeta: …imaginación / única realidad de este mundo imaginado. Sin embargo, Stevens no se limita a versificar nociones teóricas porque como artista no explica, sino que muestra, re-presenta, y en sus versos asistimos a una serie de escenas o anécdotas (Anécdota primitiva, Infanta marina, Dominación del negro) en donde la imaginación cambia el sentido del mundo, creándolo continuamente, en Gubbinal el sol es el ojo de un animal, un montón de plumas, una extraña flor, una semilla; en Una anciana cristiana pretenciosa la mente se convierte en unas palmeras, y estas asemejan saxofones curvos; en Las cortinas en casa del metafísico el movimiento de las nubes no es diferente del de las cortinas; en Dominación del negro el movimiento de los planetas y de las hojas en el piso son idénticos; igualmente en los poemas largos como El comediante como la letra C y Mañana de domingo, asistimos a los viajes llevados a cabo por un poeta en su afán de crear un mundo propio y al paganismo que conlleva el ver la religión como una como una cosa imaginada más. Para Stevens la imaginación y la poesía son un flujo interminable de imágenes, de nuevas relaciones entre los acontecimientos y nosotros mismos, por lo que entre la imaginación y el mundo la relación nunca es igual, es aleatoria, es contradictoria, podemos leerlo palmariamente en Anécdotas de los hombres a miles y Té en el palacio de Hoon. El primero afirma: El alma, dijo, se compone del mundo externo. Mientras que en el segundo escribe: Yo fui el mundo por el que caminé. La contradicción es evidente, en uno el mundo determina la subjetividad, en otro la subjetividad

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Page 1: Reseña a Harmonium de Wallace Stevens

Reseña a Harmonium de Wallace Stevens

A través de los poemas de Harmonium apreciamos la paradójica relación que hay entre el mundo y la imaginación; el mundo como producto de la imaginación; la imaginación como producto del mundo; o en palabras del poeta: …imaginación / única realidad de este mundo imaginado. Sin embargo, Stevens no se limita a versificar nociones teóricas porque como artista no explica, sino que muestra, re-presenta, y en sus versos asistimos a una serie de escenas o anécdotas (Anécdota primitiva, Infanta marina, Dominación del negro) en donde la imaginación cambia el sentido del mundo, creándolo continuamente, en Gubbinal el sol es el ojo de un animal, un montón de plumas, una extraña flor, una semilla; en Una anciana cristiana pretenciosa la mente se convierte en unas palmeras, y estas asemejan saxofones curvos; en Las cortinas en casa del metafísico el movimiento de las nubes no es diferente del de las cortinas; en Dominación del negro el movimiento de los planetas y de las hojas en el piso son idénticos; igualmente en los poemas largos como El comediante como la letra C y Mañana de domingo, asistimos a los viajes llevados a cabo por un poeta en su afán de crear un mundo propio y al paganismo que conlleva el ver la religión como una como una cosa imaginada más. Para Stevens la imaginación y la poesía son un flujo interminable de imágenes, de nuevas relaciones entre los acontecimientos y nosotros mismos, por lo que entre la imaginación y el mundo la relación nunca es igual, es aleatoria, es contradictoria, podemos leerlo palmariamente en Anécdotas de los hombres a miles y Té en el palacio de Hoon. El primero afirma: El alma, dijo, se compone del mundo externo. Mientras que en el segundo escribe: Yo fui el mundo por el que caminé. La contradicción es evidente, en uno el mundo determina la subjetividad, en otro la subjetividad determina el mundo, ambas son igualmente factibles e intercambiables ¿pero cuál es el mundo de Stevens? No es un mundo de ideas ni de racionalidades, es el clima, las estaciones, la sensación, las lilas, el mar, la nieve: La naturaleza y la imaginación en movimiento, y que como móviles, no conceptualizan ni se aíslan una de otra. Stevens es un poeta que se ve a sí mismo y al mundo como cosas idénticas, pero no por eso conocidas, si yo soy el mundo por el que camino ¿qué tanto me conozco y qué tanto he visto de mí mismo? Tal y como se observa en la última estrofa de Té en el palacio de Hoon:

Yo fui el mundo por el que caminé, y lo que vio escuché o sentí no vino sino de mí mismo;y ahí me encontré a mi mismo más verdadero y más extraño.

¿Y qué hay más poético que asombrarse continuamente del mundo y de nosotros mismos?