representante alfonso prada‘el peorenemigo de lareforma a lajusticia’

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12 · Bucaramanga, del 6 al 19 de agosto de 2012 12 · Política Por Pastor Virviescas Gómez [email protected] A sus 47 años, Alfonso Prada Gil reconoce públicamente que es hincha de Millonarios y sabe que ese ¿defecto? no le resta méritos en la labor que ha ade- lantado como representante a la Cámara por Bogotá, a nombre del Partido Verde. Abogado de la Universidad Libre, con posgrados en Dere- chos Constitucional, Filosofía del Derecho y Teoría Jurídica, Alfonso Prada ha sido ponente o autor de proyectos sobre sostenibilidad fiscal, repara- ción de víctimas, distribución de regalías, regulación de los equipos de fútbol y defensa de los animales, así como vocero de la bancada ‘verde’. De paso por el congreso nacional de concejales que se llevó a cabo en Cenfer, 15 encontró a este parlamentario que fue destacado por la revista Semana como una de las cinco revelaciones, “que aunque están estrenando curul, se han ganado un espacio”, y respeto, más en un país donde el 64% de los habitantes no confía en el Congreso. ¿Qué tantos genes de Alfonso Prada tenía el esperpento de Reforma a la Justicia? (Sonríe) No, yo fui ponente en cuatro de los ocho debates, defendí con vehemencia y con- vicción una parte de la Reforma que es fundamental para la Justicia en Colombia: el apoyo económico y los dos billones de pesos que logramos. Esa fue una batalla que dimos durante un año largo con el ministro de Hacienda (Juan Carlos Eche- Entrevista al congresista del Partido Verde que fue excluido de la conciliación que condujo al engendro de proyecto. Prada está empeñado en que los colombianos conserven la memoria y en las próximas elecciones armen un nuevo Congreso. Representante Alfonso Prada ‘El peor enemigo de la Reforma a la Justicia’ Alfonso Prada Gil, representante a la Cámara por Bogotá a nombre del partido Verde. /FOTO PASTOR VIRVIESCAS GÓMEZ verry), a quien sacarle un peso es duro, sacarle dos billones ya podrá imaginarse lo que nos costó. Creo que la modificación al Artículo 116 responde a toda la jurispru- dencia de la Corte Constitucional que impedía la colaboración de sectores supremamente impor- tantes para la descongestión de la administración de Justicia, como son los abogados, los árbitros, los conciliadores y los notarios. Tener la posibilidad de avanzar en organizar toda esta inteligencia colombiana en miles de personas que nos hubieran ayudado a des- congestionar la Justicia, era una maravilla. Yo fui el autor de la elimi- nación del Consejo Superior de la Judicatura. De eso me siento supremamente orgulloso, porque fui derrotado en primera vuelta y después la gané en segunda vuelta con el apoyo del fiscal, la contra- lora, el ministro de Justicia y el presidente Juan Manuel Santos, y logré persuadir a mis compañeros de que me apoyaran. Mi gran frustración es que me hayan excluido de la conci- liación, me hayan marginado de un momento en donde hubo un asalto al Congreso de la Repú- blica, cambiaron esencialmente toda la fórmula de juzgamiento de aforados, cambiaron el sistema de pérdida de investidura, y el ‘mico mayor’ que fue claramente el que hubiera podido permitir la salida de las cárceles colombianas de presos por ‘parapolítica’ o por co- rrupción. A partir de ese momento me volví el peor enemigo de la Reforma a la Justicia y lideré en el Congreso su archivo, por encima de todos los beneficios que habíamos logrado, pero creo que ya los colombianos no tenían un margen de compresión alguna sobre un proyecto que se satanizó en el último momento. ¿El presidente Santos utilizó a los congresistas y luego, al ver la reacción de los medios de comu- nicación y la ciudadanía a través de las redes, optó por echarlos a la ‘boca de los leones’? El Gobierno nos pidió el apoyo para la Reforma a la Justicia desde el primer debate hasta la misma conciliación, de tal manera que el presidente Santos y el Gobierno tienen una responsabilidad gigan- tesca en la forma como se nos de- generó a última hora esta reforma. Uno de los propósitos que planteó para que lo eligieran los bogotanos, es ‘dotar de transpa- rencia a la política en Colombia’. ¿Eso es posible en un Congreso tan desprestigiado como el del que usted forma parte? Este Congreso toda cambiarlo, y no por la vía de los demagogos que plantean y recogen firmas para la revocatoria, que es una figura que no existe ni va a proceder nunca porque el Congreso no se va a revocar a sí mismo; esa es una falacia con la ciudadanía. Pero me parece que tenemos una oportunidad maravillosa para cambiar el Congreso de la Repú- blica dentro de un año y medio que tenemos elecciones. Dentro de un año y medio todo esto está muy fresco y dentro de un año y medio el pueblo colombiano tiene que hacer una valoración de que el camino no es la abstención ni el camino es la venta de conciencia a cambio de privilegios como el clientelismo o la compra del voto, porque nos sale mucho más caro elegir un Congreso malo y eso está completamente demostrado. A los ciudadanos de todos los rincones de Colombia nos sale mucho más barato elegir un buen Congreso que legisle en favor del pueblo. ¡Esa es la oportunidad! Mientras tanto pues yo no me voy a quedar con los brazos cruzados. Radiqué la semana pasada un proyecto que cambia totalmente el sistema de proposiciones, de tal manera que nadie pueda -como pasó en la Reforma a la Justicia- presentar una proposición a última hora, faltando cinco minutos, y sin que la gente sepa cómo es que es la va haciendo votar. No, tienen que publicarse las proposiciones, y no se pueden retirar ellas porque a veces las retiran cuando se sienten pillados. No se vuelve a votar en el Congreso -si me aprueban mi proyecto- una proposición que no esté sustentada por el autor, de tal forma que no haya ninguna duda de que aquí cada uno defiende lo que está presentando. Creamos un nuevo capítulo que es de las conciliaciones, para que no las nombren arbitraria- mente, para que los conciliadores seamos o sean los ponentes que han respondido por cuatro debates en el caso de las reformas cons- titucionales y que deben respon- derle al país por la forma como va el proyecto. Los conciliado- res no son nombrados de ahora en adelante por el presidente de la corporación, que fue lo que me pasó a mí, sino que deben ser nombrados por la mesa, que está compuesta por tres partidos diferentes. Los conciliadores deben radicar el informe cuaren- ta y ocho horas antes de votarse, y no a las once de la noche del día anterior porque lo vamos a votar a las ocho de la mañana. Todo esto lo organicé y lo redacté, creo un nuevo elemen- to que son las objeciones a los actos legislativos. Fue otra crea- tividad con la que tuvimos que responder para que no entrara en vigencia lo que finalmente fue el engendro en que terminó esa conciliación. Y, tal vez el tema más importante, es que radiqué el mismo 20 de julio en com- pañía de toda la bancada de mi Partido Verde y congresistas de otras bancadas, la derogatoria del Acto Legislativo número 1 de 2011, que en mi opinión fue la madre de todos los males, fue un momento de relajamiento del Gobierno y del Congreso, del que todos hicimos parte. Yo quiero hacer un mea culpa y reconocer la responsabilidad colectiva. Pero como tampoco me voy a quedar llorando sobre

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Representante Alfonso Prada ‘El peor enemigo de la Reforma a la Justicia’

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12 · Bucaramanga, del 6 al 19 de agosto de 201212 · Política

Por Pastor Virviescas Gó[email protected] sus 47 años, Alfonso Prada Gil reconoce públicamente que es hincha de Millonarios y sabe que ese ¿defecto? no le resta méritos en la labor que ha ade-lantado como representante a la Cámara por Bogotá, a nombre del Partido Verde.

Abogado de la Universidad Libre, con posgrados en Dere-chos Constitucional, Filosofía del Derecho y Teoría Jurídica, Alfonso Prada ha sido ponente o autor de proyectos sobre sostenibilidad fiscal, repara-ción de víctimas, distribución de regalías, regulación de los equipos de fútbol y defensa de los animales, así como vocero de la bancada ‘verde’.

De paso por el congreso nacional de concejales que se llevó a cabo en Cenfer, 15 encontró a este parlamentario que fue destacado por la revista Semana como una de las cinco revelaciones, “que aunque están estrenando curul, se han ganado un espacio”, y respeto, más en un país donde el 64% de los habitantes no confía en el Congreso.

¿Qué tantos genes de Alfonso Prada tenía el esperpento de Reforma a la Justicia?(Sonríe) No, yo fui ponente en cuatro de los ocho debates, defendí con vehemencia y con-vicción una parte de la Reforma que es fundamental para la Justicia en Colombia: el apoyo económico y los dos billones de pesos que logramos. Esa fue una batalla que dimos durante un año largo con el ministro de Hacienda (Juan Carlos Eche-

Entrevista al congresista del Partido Verde que fue excluido de la conciliación que condujo al engendro de proyecto. Prada está empeñado en que los colombianos conserven la memoria y en las próximas elecciones armen un nuevo Congreso.

Representante Alfonso Prada

‘El peor enemigo de la Reforma a la Justicia’

Alfonso Prada Gil, representante a la Cámara por Bogotá a nombre del partido Verde. /FOTO PASTOR VIRVIESCAS GÓMEZ

verry), a quien sacarle un peso es duro, sacarle dos billones ya podrá imaginarse lo que nos costó. Creo que la modificación al Artículo 116 responde a toda la jurispru-dencia de la Corte Constitucional que impedía la colaboración de sectores supremamente impor-tantes para la descongestión de la administración de Justicia, como son los abogados, los árbitros, los conciliadores y los notarios. Tener la posibilidad de avanzar en organizar toda esta inteligencia colombiana en miles de personas que nos hubieran ayudado a des-congestionar la Justicia, era una maravilla.

Yo fui el autor de la elimi-nación del Consejo Superior de la Judicatura. De eso me siento supremamente orgulloso, porque fui derrotado en primera vuelta y después la gané en segunda vuelta con el apoyo del fiscal, la contra-lora, el ministro de Justicia y el presidente Juan Manuel Santos, y logré persuadir a mis compañeros de que me apoyaran.

Mi gran frustración es que me hayan excluido de la conci-liación, me hayan marginado de un momento en donde hubo un asalto al Congreso de la Repú-blica, cambiaron esencialmente toda la fórmula de juzgamiento de aforados, cambiaron el sistema de pérdida de investidura, y el ‘mico mayor’ que fue claramente el que hubiera podido permitir la salida de las cárceles colombianas de presos por ‘parapolítica’ o por co-rrupción. A partir de ese momento me volví el peor enemigo de la Reforma a la Justicia y lideré en el Congreso su archivo, por encima de todos los beneficios que habíamos logrado, pero creo que ya los colombianos no tenían

un margen de compresión alguna sobre un proyecto que se satanizó en el último momento.

¿El presidente Santos utilizó a los congresistas y luego, al ver la reacción de los medios de comu-nicación y la ciudadanía a través de las redes, optó por echarlos a la ‘boca de los leones’?El Gobierno nos pidió el apoyo para la Reforma a la Justicia desde el primer debate hasta la misma conciliación, de tal manera que el presidente Santos y el Gobierno tienen una responsabilidad gigan-tesca en la forma como se nos de-generó a última hora esta reforma.

Uno de los propósitos que planteó para que lo eligieran los bogotanos, es ‘dotar de transpa-rencia a la política en Colombia’. ¿Eso es posible en un Congreso tan desprestigiado como el del que usted forma parte?Este Congreso toda cambiarlo, y no por la vía de los demagogos que plantean y recogen firmas para la revocatoria, que es una figura que no existe ni va a proceder nunca porque el Congreso no se va a revocar a sí mismo; esa es una falacia con la ciudadanía. Pero me parece que tenemos una oportunidad maravillosa para cambiar el Congreso de la Repú-blica dentro de un año y medio que tenemos elecciones. Dentro de un año y medio todo esto está muy fresco y dentro de un año y

medio el pueblo colombiano tiene que hacer una valoración de que el camino no es la abstención ni el camino es la venta de conciencia a cambio de privilegios como el clientelismo o la compra del voto, porque nos sale mucho más caro elegir un Congreso malo y eso está completamente demostrado.

A los ciudadanos de todos los rincones de Colombia nos sale mucho más barato elegir un buen Congreso que legisle en favor del pueblo. ¡Esa es la oportunidad! Mientras tanto pues yo no me voy a quedar con los brazos cruzados. Radiqué la semana pasada un proyecto que cambia totalmente el sistema de proposiciones, de tal manera que nadie pueda -como pasó en la Reforma a la Justicia- presentar una proposición a última hora, faltando cinco minutos, y sin que la gente sepa cómo es que es la va haciendo votar. No, tienen que publicarse las proposiciones, y no se pueden retirar ellas porque a veces las retiran cuando se sienten pillados. No se vuelve a votar en el Congreso -si me aprueban mi proyecto- una proposición que no esté sustentada por el autor, de tal forma que no haya ninguna duda de que aquí cada uno defiende lo que está presentando.

Creamos un nuevo capítulo que es de las conciliaciones, para que no las nombren arbitraria-mente, para que los conciliadores seamos o sean los ponentes que han respondido por cuatro debates

en el caso de las reformas cons-titucionales y que deben respon-derle al país por la forma como va el proyecto. Los conciliado-res no son nombrados de ahora en adelante por el presidente de la corporación, que fue lo que me pasó a mí, sino que deben ser nombrados por la mesa, que está compuesta por tres partidos diferentes. Los conciliadores deben radicar el informe cuaren-ta y ocho horas antes de votarse, y no a las once de la noche del día anterior porque lo vamos a votar a las ocho de la mañana. Todo esto lo organicé y lo redacté, creo un nuevo elemen-to que son las objeciones a los actos legislativos. Fue otra crea-tividad con la que tuvimos que responder para que no entrara en vigencia lo que finalmente fue el engendro en que terminó esa conciliación. Y, tal vez el tema más importante, es que radiqué el mismo 20 de julio en com-pañía de toda la bancada de mi Partido Verde y congresistas de otras bancadas, la derogatoria del Acto Legislativo número 1 de 2011, que en mi opinión fue la madre de todos los males, fue un momento de relajamiento del Gobierno y del Congreso, del que todos hicimos parte. Yo quiero hacer un mea culpa y reconocer la responsabilidad colectiva. Pero como tampoco me voy a quedar llorando sobre