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La autora investiga, desde hace diez años, las nuevas formas de religiosidad (seguidores de los bu- dismos como Osho, Hare Krisnha y Santo Daime). Éste es uno de los fenómenos más interesantes dentro del campo religioso brasileño,aunque todavía sea cualitativamente insignificante en un país de mayoría católica, donde en las últimas décadas crece mucho el neopentecostalismo, otro fenó- meno que de manera creciente llama la atención de los estudiosos en la materia. De ahí el énfasis que se le da a los neopentecostales, quienes buscan legitimación recurriendo a los medios masivos y a su participación en la esfera pública. Esta reflexión concluye con una comparación de los neo- pentecostales —que luchan por conseguir inclusión social— con aquellos que buscan una nueva religiosidad como forma de escape de la modernidad globalizada. P ALABRAS CLAVES: religiosidad brasileña, neopentecostalismo, nuevas religiosidades, medios, mo- dernidad. For the past ten years,the author has been investigating the new forms of religiousness (followers of the main branches of buddhism as Osho, Hare Krishna and Santo Daime).This is one of the most instigating phenomenom in the religious culture in Brazil, eventhough it is still an insignificant figure in a predominantly catholic country, where we have been witnessing, in the las decades, a rapi expression of the neopentecostalist churches. The other phenomenom that continues to attract a high level of attention among the researches specialized in the analysis of the religioun. Thence, the focus of the neopentecostalist churches fighting to gain legitimation through a strong use of modern methods of marketing and mass-communication, the public sphere.This analysis intended to be more a reflection, is concluded by the comparison of both: the neopentecostalist churches,who are striving for social inclusion,and those who are searching for new religious paths, in an affort to escape from modernized globalization. KEY WORDS: brasilian religiousness, neopentecostalism, new religiousness, media, modernity. Religiosidad contemporánea brasileña: mercado, medios, virtualidad y reflexividad Deis Siqueira : Universidad de Brasilia. [email protected] Desacatos, núm. , mayo-agosto , pp. -. Recepción: de noviembre de / Aceptación: de marzo de Traducción: Brigitte Sanabria.

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Page 1: Religiosidad contemporánea brasileña: mercado,medios ... · que se le da a los neopentecostales,quienes buscan legitimación recurriendo a los medios masivos y a su participación

La autora investiga, desde hace diez años, las nuevas formas de religiosidad (seguidores de los bu-dismos como Osho, Hare Krisnha y Santo Daime). Éste es uno de los fenómenos más interesantesdentro del campo religioso brasileño, aunque todavía sea cualitativamente insignificante en un paísde mayoría católica, donde en las últimas décadas crece mucho el neopentecostalismo, otro fenó-meno que de manera creciente llama la atención de los estudiosos en la materia. De ahí el énfasisque se le da a los neopentecostales, quienes buscan legitimación recurriendo a los medios masivosy a su participación en la esfera pública. Esta reflexión concluye con una comparación de los neo-pentecostales —que luchan por conseguir inclusión social— con aquellos que buscan una nuevareligiosidad como forma de escape de la modernidad globalizada.

PALABRAS CLAVES: religiosidad brasileña, neopentecostalismo, nuevas religiosidades, medios, mo-dernidad.

For the past ten years, the author has been investigating the new forms of religiousness (followersof the main branches of buddhism as Osho, Hare Krishna and Santo Daime).This is one of themost instigating phenomenom in the religious culture in Brazil, eventhough it is still an insignificantfigure in a predominantly catholic country, where we have been witnessing, in the las decades, arapi expression of the neopentecostalist churches. The other phenomenom that continues toattract a high level of attention among the researches specialized in the analysis of the religioun.Thence, the focus of the neopentecostalist churches fighting to gain legitimation through a stronguse of modern methods of marketing and mass-communication, the public sphere.This analysisintended to be more a reflection, is concluded by the comparison of both: the neopentecostalistchurches,who are striving for social inclusion, and those who are searching for new religious paths,in an affort to escape from modernized globalization.

KEY WORDS: brasilian religiousness, neopentecostalism, new religiousness, media, modernity.

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Religiosidad contemporánea brasileña:mercado, medios, virtualidad y reflexividad

Deis Siqueira

: Universidad de [email protected]

Desacatos, núm. , mayo-agosto , pp. -.

Recepción: de noviembre de / Aceptación: de marzo de

Traducción: Brigitte Sanabria.

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INTRODUCCIÓN

E l dato más interesante del Censo DemográficoBrasileño del Instituto Brasileño de Geografía yEstadística (IBGE) del año muestra que los

evangélicos1 constituyen el grupo religioso que más cre-ció en la última década del siglo XX. Por esta razón seránanalizados de manera particular, pues resultan fundamen-tales en la reflexión sobre la religiosidad brasileña en laactualidad.

La heterogeneidad del grupo evangélico es un aspectoque sobresale. Es patente su fragmentación y su carenciade una unidad institucional equivalente a la que existeen el catolicismo. Las diversas iglesias y congregacionesque existen en Brasil se caracterizan por una diversidadorganizacional, teológica y litúrgica.

Esta división resulta de varios factores. El primero serelaciona con las distintas reformas europeas (luterana,calvinista, anabaptista) que influyeron, aunque de formasilenciosa, en suelo brasileño gracias al trabajo de los mi-sioneros originarios de aquellas regiones (Azevedo, ).2

El Censo Demográfico Brasileño de reveló la exis-tencia de evangélicos, lo que representa cercade % de la población nacional. El censo de con-tabilizó evangélicos, es decir, aproximadamen-te .% de la población. En una década, el número deevangélicos casi se duplicó. Según Freston (), Brasilcuenta, en la actualidad, con la comunidad evangélica másgrande del Tercer Mundo, en términos absolutos, y la se-gunda a nivel mundial, después de Estados Unidos.

Hoy en día el grupo de los creyentes evangélicos pue-de dividirse en tres grandes ramas. La primera incluye a

los evangélicos independientes, históricos o tradicionales,que constituyen % del total de fieles. Entre éstos des-tacan los presbiterianos, los metodistas, los bautistas tra-dicionales y los luteranos (Mafra, ; Mariano, ).

Sin embargo, en conjunto, sobresale el grupo llamadopentecostal. Entre más de millones de evangélicos bra-sileños, cerca de % declara ser pentecostal. Elloscomprenden la segunda ramificación de los evangélicoso “primera ola pentecostal”. Brasil posee la comunidadpentecostal más grande del mundo (Asamblea de Dios,Congregación Cristiana de Brasil, la Iglesia Cuadrangu-lar del Evangelio Completo, Brasil para Cristo y Dios esAmor). De ahí que podamos decir que se está dando unapentecostalización del protestantismo y un desarraigo dela tradición religiosa, pues en estos grupos cada vez se damayor cabida a la disminución de la fidelidad. Esto su-cede de manera simultánea a un desmoronamiento cre-ciente de la hegemonía católica.

La tercera vertiente o “tercera ola” es la de los neopen-tecostales. Las principales iglesias neopentecostales sonla Iglesia Universal del Reino de Dios, la Iglesia Interna-cional de la Gracia de Dios, Renacer en Cristo y la IglesiaSara Nuestra Tierra (fundadas respectivamente en ,, y -).

A partir de las investigaciones realizadas por varios es-tudiosos de la materia (Oro, ; Mariano, ; Oro ySemán, ; Freston, ; Siepierski, ) es posibleafirmar, de forma suscinta, que se trata de iglesias autóc-tonas (son fundadas por brasileños y utilizan fondos na-cionales) que cuentan con liderazgos fuertes, se oponena los cultos afrobrasileños, sus cultos estimulan la expre-sividad emocional, ponen énfasis en los rituales de sa-nación y exorcismo, en la guerra espiritual y en la pros-peridad y son bastante liberales en lo concerniente a losestereotipos de usos y costumbres.3 Cuentan con una

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1 Actualmente existe en Brasil el consenso de denominar evangélicas atodas las divisiones, denominaciones e iglesias originadas a partir delprotestantismo europeo o estadounidense.“Protestantismo” constitu-ye únicamente una referencia histórica.2 El establecimiento del protestantismo en Brasil se reconoce oficial-mente con la llegada de la familia real portuguesa en , aunqueexistieron algunas incursiones rápidas de grupos protestantes en sue-lo brasileño a principios del siglo XVI. Con el Tratado de Comercio yNavegación de se abrieron las puertas a nuevas naciones, lo quepropició también la entrada de otros credos religiosos a Brasil. En la se-gunda mitad del siglo XIX tuvo lugar una profusa actividad misionera.A principios del siglo XX este movimiento adquiere nuevos bríos conla llegada de los pentecostales estadounidenses.

3 En lugar de pastores que andan con una Biblia enfundada bajo el bra-zo y que ofrecen sermones en la calle, los pentecostales prefieren pasardesapercibidos y hacen sus sermones sobre todo en templos; en vez deusar palabras rebuscadas durante el culto y citar más al demonio que aNuestro Señor, prefieren usar un lenguaje mucho más accesible; enlugar de formar sus rebaños de fieles en la periferia, aunque siguen re-clutando jóvenes en estas zonas, ponen mayor énfasis en programas cul-turales y en paseos turísticos, playas, casas de campo/granjas; en vezde usar trajes conservadores, prefieren vestir ropas modernas, coloridas.

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estructura empresarial importante, adoptan técnicas mo-dernas de marketing y administración, incluyendo unaexplotación agresiva de los medios masivos de comuni-cación y de técnicas de persuasión enérgicas. En suma,son “modernas” y “adaptadas” a la realidad, lo que cons-tituye una de sus banderas de legitimación más fuertes.

Las iglesias neopentecostales se desarrollaron en la dé-cada de . La década siguiente se caracterizó por la ex-pansión de lo que podríamos denominar como la IglesiaElectrónica, caracterizada por liderazgos muy personali-zados y autónomos, en comparación con las congrega-ciones cristianas tradicionales (Assmann, ). A partirde la década de es cuando, sobre todo, se hace másevidente el desarrollo de las llamadas iglesias pentecos-tales de la “tercera ola”. Varias de éstas cuentan con ambi-ciosos proyectos de crecimiento a nivel nacional e inter-nacional (Mariano, ).

Simultáneamente, pero en el polo opuesto de las trans-formaciones recientes en el campo religioso brasileño,existe otro movimiento que está llamando mucho la aten-ción de los especialistas brasileños y que se desarrolla ala par de la expansión del pentecostalismo. Se trata delcrecimiento de una religiosidad exótica, caracterizada anivel general como parte de la orientalización de Occi-dente, pero que no se reduce a esto ni tampoco se restrin-ge solamente al movimiento llamado New Age.

En términos de número de adeptos, los datos del cen-so de ni siquiera nos permitirían señalar algún tipode crecimiento. Los grupos místico-esotéricos que con-forman la nebulosa esotérica (Champion, , )—el campo religioso ampliado, la religión difusa, la reli-giosidad flexible fluctuante, el espacio religioso o las nue-vas formas de lo sagrado, la nueva sensibilidad místico-esotérica, esotérica-holista del New Age, las nuevas formasde religión, crédulos difusos, la nebulosa heterodoxa, re-ligiones seculares, la religiosidad inorgánica, la nebulosapolivante de la Nueva Era, son algunas de las muchascategorías que pueden ser encontradas en la literaturaque existe al respecto— resultan insignificantes dentrodel conjunto de la población brasileña.

No obstante, la expansión de los grupos místico-eso-téricos es algo que destaca en la sociedad brasileña, y Bra-silia sobresale cada vez más como la capital místico-eso-

térica, la capital del tercer milenio. Don Bosco, un sale-siano italiano, tuvo el sueño premonitorio de que se cons-truiría la capital del tercer milenio en el lugar donde bro-tase leche y miel, allí en la región donde más tarde seedificó la capital de Brasil. A pesar de las manipulacio-nes políticas de dicho sueño, éste se está convirtiendo enuna leyenda materializada como representación social,a la que se va conformando cada vez más la capital real.Incluso grupos místico-esotéricos que nunca tuvieron unsueño o una premonición que los incitara a instalarse enla región, deben enviar representantes pues, a fin de cuen-tas, se trata de la capital mística del país o de la regióndonde se ubica el chakra cardiaco del planeta.

Sin embargo, analizaré de forma más detenida lo quecuantitativamente tiene mayor peso, según muestran losdatos obtenidos en el Censo Demográfico Brasileño, esdecir, el crecimiento del número de neopentecostales, y

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regresaré más adelante a las nuevas formas de religiosi-dad con la finalidad de hacer una reflexión comparativa.

RELIGIÓN, MEDIOS Y ESFERA PÚBLICA4

No todas las denominaciones evangélicas andan de la ma-no con la política y los medios. Por ejemplo, los Testigosde Jehová y los miembros de la Congregación Cristiana deBrasil se niegan a actuar políticamente por medio del vo-to y hasta a servir en el ejército, para hacer patente unaseparación radical entre religión y acción en el mundo,a pesar de que han demostrado un fuerte crecimiento enlos últimos años.5

En contraposición, el pentecostalismo y la acción po-lítica tienden a andar de la mano. Según parece, este seg-mento de los evangélicos está adoptando, con más énfasis,la actuación política como uno de sus pilares. La patentenotoriedad pública del crecimiento de la presencia for-mal de los evangélicos en el escenario político de Brasiles irrefutable. Es preciso destacar que a partir de esta pre-sencia política consiguen concesiones de estaciones de ra-dio y canales de televisión, así como la aprobación deproyectos, la promulgación o modificación de leyes quepermiten, entre otras cosas, que propiedades públicaspuedan ser donadas para la construcción de iglesias otemplos, o que pueden servirse de su bien equipada infra-estructura electrónica para transmitir a todo volumen(una constante en sus eventos), a pesar de la legislaciónque regula la contaminación sonora. Los concejales, dipu-tados estatales y federales que pertenecen a estas congre-gaciones, electos en número cada vez mayor, centralizansus preocupaciones en torno a la defensa y presentaciónde proyectos que coincidan con los intereses de estas

iglesias, pues fue la defensa de los mismos lo que los be-nefició con su elección.6

No está de más recordar, como lo hace Guerra (),que las iglesias actúan como empresas sociales cuyo ob-jetivo es mantener y proporcionar religión para un con-junto de individuos y, en su calidad de instituciones, de-sarrollar intereses y luchar por los mismos. En este sentido,Chiavenato () afirma que las iglesias también son or-ganizaciones, en la medida en que actúan como unida-des sociales (o agrupaciones humanas), intencionalmenteconstruidas y reconstruidas que buscan alcanzar obje-tivos específicos.

La Asamblea de Deus (la mayor de las iglesias evangé-licas brasileñas) pasó de . a . millones de miembros,lo que representa un crecimiento de casi % entre y. Esto resulta menos espectacular que el conseguidopor otra denominación que conjuga, de manera relevan-te, crecimiento numérico con acción política: la IglesiaApostólica Ministerio Comunidad Cristiana, que entre y , aumentó de tres mil a mil miembros.

En el grupo de las iglesias con una actuación políticamás constante pueden citarse la Iglesia Universal del Rei-no de Dios y la Iglesia Sara Nuestra Tierra, que tambiéntuvieron un crecimiento numérico bastante similar al dela Iglesia Apostólica Ministerio Comunidad Cristiana.

En lo referente a la representación política del grupoevangélico, éste contaba con diputados a nivel federalen , creció % en las últimas elecciones (octubre de) y llegó a tener diputados, de los cuales per-tenecen a la Iglesia Universal del Reino de Dios.

No está de más recordar que, como escribió Max We-ber (, ), una de las características típicas de loslíderes religiosos es su carisma, rasgo que comparten conlos políticos. Muchos pastores son una mezcla de sacerdo-te y profeta. Hay un poder que proviene de la dimensiónprofética, proveniente de dones personales. En muchas si-tuaciones esto permite que dichos líderes rompan con las

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4 Estoy muy agradecida con las contribuciones sobre este tema, otor-gadas con competencia y creatividad por Itelvides José de Morais, miasesor de doctorado en el Departamento de Sociología de la Universi-dad de Brasilia.5 Según el Censo Demográfico de la Congregación Cristiana enBrasil fue la que más creció entre las denominaciones que buscan dis-tanciarse de las acciones políticas y de los medios (radio, periódicos ytelevisión). Mostró un crecimiento de .% en la última década delsiglo XX, pasando de . millones de fieles a . millones.

6 Es significativo que en la segunda ronda de las últimas eleccionespresidenciales de , ambos candidatos se esforzaron, a través delos medios, en mostrar que contaban con el apoyo de la mayoría delos líderes de los grupos evangélicos brasileños, en un intento porinfluir en los fieles de este credo.

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iglesias institucionalizadas y funden una nueva congre-gación (Weber, ). Esta característica es patente enBrasil: la inmensa mayoría de los líderes de las iglesiaspentecostales de la “tercera ola” (neopentecostales) em-pezaron su ministerio en otra congregación y fundaronposteriormente la suya. En buena medida lo hicierondejando de lado su aspecto sacerdotal (el cual, la mayorparte del tiempo, se encarga de mantener las tradiciones)y destacando su parte profeta (que rompe con la tradi-ción y funda un culto nuevo, una nueva congregación).

Por lo tanto, estos dones no sólo están al servicio de lareligión. No existe una barrera inquebrantable que deli-mite los momentos en que se deba estar preocupado porla fe y aquellos en los que se deba estar preocupado porotros problemas sociales. Incluso cuando el núcleo cen-tral de una iglesia sea la propagación de la fe por mediode sus mensajes religiosos, sus actos litúrgicos y sus prác-ticas pastorales, también defenderá, como institución quees, otros intereses. En este sentido, es relevante el núme-ro de sacerdotes y de seguidores con los que cuenta, susituación financiera, el intercambio que realiza con lospoderes establecidos, su inserción en el mundo de las re-laciones socioeconómicas y en las estructuras de la so-ciedad que la rodea.

El líder religioso, aunque pueda ser comprendido apartir de sus propios símbolos y fines (Weber, ),también tiene contacto directo con otros elementos quecomponen la sociedad a la cual pertenece. De la mismaforma que el pastor, el líder político también puede, enmuchas ocasiones, ser visto casi como un salvador. Enconsecuencia, en su relación con los fieles, el pastor o elpadre pueden tener influencia en asuntos que no estánvinculados directamente con la religión. De manera es-pecífica una de estas esferas puede ser la dimensión po-lítica, pero, históricamente, este espacio no era ocupadopor los pastores protestantes en un país considerado ca-tólico —aunque esto ya no sea tan claro— y que cuen-ta, en la actualidad, con el mayor número de personasque se declaran católicas en el mundo.

Los misioneros protestantes tendían a otorgar mayorvalor a la construcción de una buena relación con los lí-deres políticos brasileños, mientras que los sacerdotes ca-tólicos siempre fueron los líderes religiosos de la mayoría

y, por esta razón, sus palabras tenían más fuerza en elámbito donde convergen la religión y las otras dimen-siones sociales. De ahí parece provenir la tradición de loslíderes católicos brasileños de considerarse como repre-sentantes de la totalidad de la población. El discurso delos sacerdotes católicos se basaba en la autoridad de lainstitución a la cual pertenecían. Hablaban en nombrede una mayoría tan aplastante que acababan, consciente-mente o no, convirtiéndose en representantes del país en-tero, por lo menos hasta la década de . Dicha décadaestuvo marcada por importantes movimientos socialesque pedían mayor libertad política, elecciones directas, yque abrían nuevas perspectivas de participación políticaen varios segmentos de la sociedad, entre los cuales seencontraba el religioso. Aunado a lo anterior, en esta mis-ma época surgieron congregaciones pentecostales conintereses definidos en términos de mayores índices decrecimiento, y que establecieron como uno de sus pilaresuna acción política más incisiva.

En este sentido, la afirmación de Fonseca (: ) re-ferida a la Iglesia Universal del Reino de Dios puede, cier-tamente, ser aplicada para, al menos, las iglesias neopen-tecostales:

La “evangelización de los medios” es la parte medular delser/quehacer de la iglesia, la cual, conjuntamente con laacción política, las campañas, los grandes eventos, sustemplos, y más recientemente, su “preocupación social”[…] delimitan las principales características de una iglesiaque pretende alcanzar un estatus similar al de la Iglesia ca-tólica en la sociedad brasileña.

El concepto de “esfera pública” de Habermas puede au-xiliarnos en la reflexión. Según Habermas (), en lossiglos XVI y XVII surge un tipo específico de esfera públi-ca, compuesto en gran medida por burgueses en ascensodentro de las sociedades europeas que se encaminabanhacia el capitalismo. Una de las características de esta esfe-ra era contar con un espacio en donde, principalmente enlas negociaciones económicas, las posturas de un grupo(o de un individuo, por medio de un lenguaje accesible aotros individuos) podían ser transmitidas y comprendi-das por todos aquellos a quienes el mensaje estaba dirigi-do, aun cuando las negociaciones implicasen tensiones.

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En ese periodo, la actuación del Estado, comparadacon la actual, podía considerarse como débil. A partir delsiglo XIX, la forma política y económica de actuar en laesfera pública comienza a sufrir modificaciones y la pre-sencia del Estado se hace más visible.

A partir de entonces, aquel que quiera incidir con unavoz activa y, entre otras cosas, conquistar mercados parasus productos (no quedar relegado, culturalmente ence-rrado) y ocupar lugares dentro del mercado de la cultu-ra, debe tomar en cuenta no sólo el diálogo racional, sinotambién “seguir” las reglas de este “nuevo juego” que va-loriza cada vez más la imposición de puntos de vista apartir de la actuación política. A la lucha por conseguirla influencia política se incorporan, de manera creciente,partidos, funcionarios de alto rango u organizaciones conprestigio a nivel nacional o internacional. En ella tam-bién participan líderes políticos, artistas y todo tipo de“formadores de opinión” (Habermas, ).

En la actualidad es posible identificar el esfuerzo in-vertido en demostrar que proyectos benéficos para losfieles de una determinada congregación evangélica sonlegítimos y anhelados por una gran parte de la pobla-ción. De la misma forma que en la esfera pública de Ha-bermas, el factor convencimiento es fundamental.

Existe algo más en juego que los simples permisos pa-ra que los cultos utilicen toda una parafernalia electró-nica sonora. La adquisición o financiamiento de canalesde televisión, permisos para el registro o funcionamien-to de radiodifusoras y hasta de periódicos; la transfor-mación de una propiedad pública en templo, son mani-festaciones de un vínculo con la política, ya que sólo elpoder público puede otorgar permisos para el funciona-miento de emisoras de radio y televisión.

Finalmente, ésa es la forma en que actúan el resto delos grupos dentro la esfera política. A partir del pensa-miento de Habermas () es posible darnos cuenta

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que, para el logro de sus objetivos políticos, los pen-tecostales deben seguir en primer lugar, si actúan en estaesfera, las reglas que imperan en la misma. La acciónpolítica dentro de los moldes impuestos es la única for-ma, o la más competente, de ser practicada. Según esteautor, no existe otra forma de actuación política accesi-ble a los diferentes segmentos sociales, incluyendo eneste caso a los evangélicos, que proporcione resultadostan compensadores. Incluso cuando, en muchas ocasio-nes, esta actuación pueda estar en franco desacuerdo conlos valores propiamente religiosos.

Por lo tanto, la relación entre la esfera pública y los in-tereses de los diferentes grupos puede servir como uneje importante en la reflexión sobre la religión en lasociedad contemporánea, ya que los grupos religiosostambién actúan, en ocasiones, siguiendo los patrones dequienes “quieren vender sus productos en el mercadode bienes de consumo”, es decir, se comportan como em-presas capitalistas, pues uno de sus objetivos es el deaumentar su espacio de participación en el “mercadoreligioso”. Por esta razón, procuran también actuar po-líticamente, enfocándose más que nada —pero no li-mitándose— a la aprobación de leyes que faciliten sudesarrollo. Los medios electrónicos han sido uno de losaliados más poderosos en la construcción en Brasil delespacio político de los evangélicos y, sobre todo, de losneopentecostales.

Los medios de comunicación pueden ser consideradosprincipalmente como mercancías (Lima, , Fonseca,). También, desde otra perspectiva teórica, son defi-nidos, más que nada, como cultura:

como un lugar de conformación de identidades y como unespacio para la formación de comunidades […] No setrata solamente de un fenómeno económico o un ins-trumento político. Más que esto, los medios deben serestudiados como un proceso de creación de identidadesculturales, un factor central en la consolidación de actoressociales y en la producción y distribución de bienes sim-bólicos (Fonseca, : ).

Por lo que también pueden ser considerados como me-canismos de apropiación de la esfera pública.

RELIGIÓN, MERCADO Y EL EVANGELIO DE LA PROSPERIDAD

El vínculo entre religión y medios no es algo reciente. Esmuy antiguo el uso de los medios (libros, revistas, pe-riódicos, radio), es decir, de los canales de transmisión,de difusión, por lo menos por parte del cristianismo. Noobstante, a nosotros nos toca reflexionar sobre el movi-miento más reciente de mediatización, pensando, parti-cularmente, en términos de una sobreposición de tec-nologías computacionales y de telecomunicaciones en larealidad con una simultánea virtualización de lo real. Es-toy refiriéndome a la red que se teje entre los medios y lareligión, o viceversa. Este movimiento incita a los dife-rentes actores sociales, especialmente a los evangélicos, yentre éstos a los neopentecostales, a buscar el control delos canales y espacios en los medios.

Según Fonseca (), parece que en Brasil el uso quehacen los evangélicos de la televisión tiene origen más enla percepción de los líderes de estos grupos, o comuni-dades religiosas, del potencial que tienen los medios decomunicación, que en la inspiración o copia de los mo-delos estadounidenses.

A finales de existían siete emisoras de televisión,propiedad de iglesias evangélicas: la Iglesia Universal delReino de Dios, Asamblea de Dios, Iglesia Internacionalde la Gracia de Dios (con la presencia más fuerte en losmedios), Iglesia Renacer, Sara Nuestra Tierra y la IglesiaBautista de Lagoinha. Una vez más, destacan las iniciati-vas de La Iglesia Universal del Reino de Dios, cuyo canal,“La Record” (adquirido en ), es una de las principa-les emisoras abiertas, con cobertura en casi todo el terri-torio nacional:7

Además de las emisoras de televisión, empiezan a consoli-darse empresas en el área de las comunicaciones que tie-nen en la mira a los evangélicos. Las intenciones tambiénestán dirigidas a hacer que los no evangélicos lleguen a for-mar parte de estas iglesias gracias al proselitismo, cada vezmás intenso, que se hace en estos medios. En el primer se-

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7 En Brasil, % de los hogares tienen televisión y % cuentan conun radio (Fonseca, : ).

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mestre de , los programas de televisión evangélicosrepresentaban cerca de horas semanales de transmisión[…] en esta cifra no llegaba ni a horas (Fonseca,: ).

Los programas tienden al proselitismo, a desempeñar unpapel importante en la sanación, ofrecen entretenimien-to8 y diseminan una cultura evangélica que, además delos programas televisivos, cuenta con otras empresas enel área de la comunicación, tales como editoriales, dis-queras, revistas,

con lo cual se crean las condiciones para una conjunciónentre religión y consumo sin precedentes […] Las críticas enrelación con el uso de los medios por parte de los religiososse basa generalmente en dos factores: su impersonalidad ylos altos costos. Los analistas señalan que este uso es unode los principales reflejos de la “mercantilización” de la fe, yentre los académicos existen varias divergencias en relacióncon la “validez” de los medios de comunicación electrónicosy de la cultura de masas como un lenguaje específico sinvariedad […] Los medios son un espacio importante detransmisión de propaganda y para la venta, y la Iglesia Uni-versal asumió la concepción de religión como una mer-cancía al implementar una estructura transnacional parallevar a cabo, de la mejor manera posible, la exposición yexpansión de su producto (Fonseca, : , , ).

La constitución de iglesias evangélicas como empresas,sobre todo en el caso de las congregaciones pentecos-tales de la llamada “tercera ola” (neopentecostales), sedio de manera simultánea y se hizo evidente a partir delas últimas décadas del siglo XX. Al igual que las empresascapitalistas de producción de bienes, estas iglesias bus-can aumentar su participación en el mercado de los con-sumidores, utilizando para ello muchos componentes deracionalidad, en el sentido que expone Max Weber (),es decir, alcanzar el mayor número de fieles (especie deconsumidores) con un mínimo esfuerzo, lo que sin dudaimplica una forma de elevar su participación en el mer-cado religioso.

Es dentro de este contexto que se puede analizar me-jor la articulación religión-entretenimiento. También apartir de la década de la aventura, los viajes, el ocio,son transformados dentro del imaginario brasileño bajoel concepto de “turismo”. Y con el turismo adquieren unnuevo significado las nociones de descanso y entreteni-miento, valorizadas en particular en la década de

por el régimen militar, en un esfuerzo por controlar ydomesticar la fuerza laboral.9 Insertarse dentro de la “oladel turismo” constituye otra forma que tienen estos gru-pos de buscar legitimación, vía “la iglesia moderna”.10

Esta dimensión en expansión de la religión como mer-cancía permite una presencia cada vez mayor dentro delos espacios públicos, y la percepción creciente de la mis-ma como entretenimiento. A final de cuentas, de esa ma-nera consigue reunir públicos numerosos, en espacios fí-sicos espectaculares (estadios, antiguas salas de teatro ocines), lo que estimula el surgimiento de “comunidadesde sentimiento” (Hervieu-Léger, ), que no se extin-guen en una membresía rigurosa, como sucedía en lascongregaciones evangélicas anteriores a las décadas de o . Se está llevando a cabo un desplazamientode la experiencia religiosa hacia el espacio-ambiente delos medios. Pienso, en particular, en el público que asistea eventos, ceremonias con forma de “programas religio-sos” que no son, necesariamente, fieles de una congre-gación en particular y que no frecuentan los tradiciona-les cultos personalizados de las iglesias, los templos, loslugares tradicionales de “culto”. Burity (: ) dice:

Lo sagrado se encuentra con la espectralidad del mundovirtual […] una espiritualidad espectacular de performancedirigida a las grandes masas, y en la cual éstas son exhi-bidas, hecha de mucha luz, sonido, música y figuras “caris-máticas” […] y transmitida de diversas formas por losmedios establecidos y los nuevos.

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8 Según Fonseca (), en la investigación de dos programas de dosiglesias pentecostales —“Show da Fe” (Iglesia de la Gracia) y “Desper-tar da Fe” (Iglesia Universal del Reino de Dios)—, se determinó que elénfasis que comparten es ofrecer entretenimiento a sus audiencias:“Ocupar el tiempo de los televidentes” (Fonseca, : ).

9 Véase D. Siqueira,“Turismo y religiosidad en Brasilia”, en T. S. Mon-toro (coord.), Cultura do Turismo. Desafíos e práticas socioambien-tais, Thesaurus, Brasilia, .10 También Meyer (), pensando en la expansión del pentecosta-lismo en Ghana a partir de mediados de la década de y su vin-culación con el cine popular, sugiere que su actuación en la esfera dela diversión, las películas en video, su focalización en el consumo,popularizaron al pentecostalismo más allá del ámbito de las iglesias.

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Otro elemento se impone como central en el análisis dela relación existente entre religiosidad actual, política,mercado, virtualidad y, de forma concomitante, en laconformación del pentecostalismo brasileño, principal-mente el de la “tercera ola”: el Evangelio o la Teoría de laProsperidad. Dios desea que sus hijos disfruten de la vi-da antes de morir. Abre la posibilidad de construir un pa-raíso en la Tierra. El futuro es ahora: el reino de los cie-los está al alcance del deseo de todos los consumidores.De esta forma, el éxito material, financiero, y el ascensosocial son bendiciones divinas. Es por esto que el con-sumo se vuelve fundamental en la vida de los fieles, comosi ellos pasaran a ser construidos, al anclarse en los va-lores centrales de la religión, como fieles-consumidores,reorquestando así el consumo en la articulación entremodernidad y religión cristiana.

Puede afirmarse que en Brasil se construyó un mer-cado de religiones, caracterizado por una fuerte com-petencia entre sus agrupaciones, que ofrecen serviciosreligiosos —con énfasis en las sanaciones y los mila-gros— como mercancías a sus fieles, quienes son trata-dos como consumidores y clientes. Hasta aquí no he-mos planteado nada nuevo. El eslabón unificador quepretendo retratar es la articulación que se establece entrelas promesas de modernidad y el acceso de la mayorparte de la población a esta modernidad.

RELIGIÓN, CIBERCULTURA Y VIRTUALIDAD:EL ETERNO RETORNO DEL NUMINOSO

Pensar en los medios de comunicación es pensar, al mis-mo tiempo, que lo “real” es cada vez más un producto,una mezcla de lo material con lo simbólico.

Al seguir algunas pistas ofrecidas por Derrida, Buri-ty (: ) señala ciertas características centrales quetransitan por nuestra experiencia de la actualidad, mar-cada profundamente por los medios. Se trata de estaamalgama: existencia simultánea de lo real-aparente y loreal-virtual, del hecho y la invención. A fin de cuentas larealidad no está dada, es constantemente producida e in-terpretada como un performance. Derrida nos recuerdaque cuando un periodista o un político aparece en tele-

visión, hablando directamente a cada uno de nosotros,en realidad está leyendo un texto que fue producido enotro lugar, en una situación diferente, tal vez creadopor otra persona o por un grupo de personas, o quizásincluso anónimo. De ahí que sea posible identificar unadimensión de síntesis artificial (imágenes, voces sintéti-cas) y una dimensión de virtualidad. A partir de la tecno-logía digital se refuerza la virtualidad, es decir, las imáge-nes virtuales, los espacios, resultados y acontecimientosvirtuales. Esta virtualidad afecta al tiempo y al espacio delas imágenes, los discursos, las noticias, la información,que nos conectan con la actualidad. En ella se vivenciaun modelo cuya referencia está en lo digital y en lo vir-tual, en lugar del modelo social basado en la maquinariay en la industria. Los mecanismos dan lugar a un padrónanclado en movimientos y virtualidades.

Es plausible admitir el carácter religioso, misterioso,de esta conexión entre lo real y lo virtual, propiciado porla tecnología, por la cultura cibernética, porque nos es-tamos enfrentando a fuerzas extraordinarias, y en buenamedida incomprensibles para la mayoría de los morta-les, que ejercen un control y un poder también extraor-dinarios. Los medios parecen estar al servicio de loshombres, pero simultáneamente están por encima delos mortales, como algo que lo “ve todo”.

Machado (: ), al analizar las investigacionesrealizadas por intelectuales, jefes de laboratorios univer-sitarios, sociólogos y filósofos, encuentra diferentes ca-tegorías religiosas y concluye que éstas

“presentan” el ciberespacio con tonos proféticos y mágicos,y de esta forma, realimentan el sentir común con respectoa los procesos evolutivos de la ciencia, que son capaces decomprobar las verdades más recientes de ciertos princi-pios de fe.

Y estas personas que navegan en el ciberespacio

lo consideran como una dimensión sagrada; una gama deinformaciones que debidamente accesadas y manipuladasconducen a otra “dimensión” existencial y simbólica; elciberespacio encarna virtudes religiosas (en el sentido clá-sico de la religión); conectarse al ciberespacio es tener laexperiencia de una revelación de otro mundo, de una irrup-ción de lo sagrado en plena luz de lo cotidiano (Machado,: ).

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Este autor se pregunta, entonces: ¿cuál será la relaciónentre tecnología y religión? Según él, se puede hablar deuna cosmología religiosa de la virtualidad, al igual quede una cosmología ciber-religiosa, citada por los autoresque discuten las nuevas tecnologías, la cibercultura y elciberespacio. Al identificar una articulación recurrenteentre religión y tecnología digital, creada por los queconstruyen este ciberespacio (ingenieros, informáticos)y por los que lo analizan, el autor plantea la hipótesis deque tal vez nuestra fascinación por las computadoras sedeba más a factores espirituales que utilitarios.

Machado explica la paradoja: por un lado, la religiónse tecnifica y, por otro, la ciencia se vuelve mágica (resultainteresante leer y relativizar este argumento en relacióncon lo desarrollado por B. Latour, especialmente en “Ano-ther Take in Science and Religion”):

Lo que nos interesa entender es cómo, en todas las versio-nes de esta relación entre ciencia y religión, es apropiadala ciber-realidad, permitiendo de este modo la aparición deun nuevo escenario de profecías relacionado con los nuevosmodelos de vida social (Machado, : ).

A final de cuentas, los teóricos del ciberespacio son pro-fetas de una eternidad posiblemente alcanzable por me-dio de la evolución científica y tecnológica llevada a susúltimas consecuencias, a tal grado que llega a presentar-se la posibilidad de la inmortalidad, aunque sus princi-pios se encuentren desde siempre anclados en una dimen-sión religiosa. Los autores que Machado revisó analizany prescriben. Este autor enfatiza la articulación de las pro-fecías con el potencial unificador del ciberespacio en lasociedad contemporánea. Deduce que, a la par que losautores anuncian el fin de la religión, la profetizan enotros términos. Aquí surge un nuevo enigma: ¿qué otrostérminos resultan necesarios, en el contexto que esta-mos tratando, para la elaboración del ciberespacio?

Bien, la virtualidad puede ser definida, dialécticamen-te hablando, en términos de una oposición con lo real,así como una ampliación de la misma:

La virtualidad es entendida […] como una oposición fa-vorable para el análisis de aspectos que muchas veces pa-san desapercibidos en la configuración de la trama social,lo que conduce a una reflexión sobre las fronteras y el hi-

bridismo entre estas categorías: lo real y lo virtual […] Lanoción de virtualidad, reanimada por la cibercultura, au-mentó su campo de aplicación, convirtiéndose en un ins-trumento apropiado para definir estas esferas inmaterialesde gran peso en la vida humana: los sueños, la religión y,actualmente, el propio ciberespacio. Esta relación entrevirtualidad cibernética del ciberespacio y la virtualidad clá-sica […] de la religión se convierte en una interesante clavede análisis de la intimidad entre estas esferas encontradasen los autores analizados (Machado, : ).

Según el autor, el concepto de virtual, más allá de con-ceder un estatuto a lo inmaterial, orienta los cuestiona-mientos sobre la propia realidad de lo que aprendemosa concebir como real en la cultura. A final de cuentas, seda una interconexión entre lo sagrado y lo profano: lacirculación mágica de información y la trivialidad de locotidiano. Navegar en el ciberespacio no deja de ser unaforma de vivir una experiencia en otro mundo, como silo sagrado invadiera o tomase el lugar de lo cotidiano. Pa-reciera que existe una idealización del ciberespacio co-mo un paraíso de libertad y se crea una percepción deracionalidad comunicacional entendida como lo mejorde los mundos posibles (Sodré, 2003).

La trascendencia y el misterio alcanzan, una vez más,su estatus, aunque sea bajo nuevos términos. En un lu-gar-momento donde se esperaría, por excelencia, la au-sencia de la trascendencia, ésta viene de regreso de unmundo misterioso, mágico y nada olvidado.A fin de cuen-tas, como diría Giddens (: ), el eje o el orden de lamodernidad (la que el autor denomina como moderni-dad alta o tardía) es postradicional, pero esto no implicaque las convicciones de la tradición y el hábito hayan si-do sustituidos por las convicciones del conocimiento ra-cional. Entonces, tal vez valga la pena considerar la lec-tura del concepto weberiano de secularización, sobre todocomo un proceso social de diferenciación y separaciónde las esferas (sociales, culturales, institucionales), comolo hace Pierucci (), porque la secularización, segúnnos dice, prosigue, por lo que no se puede abandonar es-te concepto central de la sociología. A la vez, estamos, dehecho, en un proceso de re-encantamiento del mundo.De ahí que sea posible opinar que la secularización noha significado desencantamiento del mundo.

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REFLEXIVIDAD: LOS NEOPENTECOSTALESCOMBATIENDO LA EXCLUSIÓN

Lo acelerado de la globalización ha exacerbado el incum-plimiento de las innumerables promesas que la moder-nidad dirige a sectores cada vez más grandes en paísescomo Brasil: juramentos emancipatorios, basados en lainstrumentación de la técnica y en un poder fantásticode la razón y de la ciencia, de construir un mundo des-pojado de misterio, libre de los poderes inefables de lanaturaleza y de la religión. Pero la globalización imponecontradicciones cotidianas entre la inclusión prometiday deseada, y la exclusión, vivenciada cotidianamente enlas esferas de lo material, económico, social y cultural.

El discurso neopentecostal centraliza el consumo, co-mo ya fue expuesto (Evangelio de la Prosperidad), por loque el éxito material acaba funcionando como un ecuali-zador imaginario (Meyer, ): el consumo puede per-

mitir que las personas se conviertan en una clase por símismas, a pesar de las diferencias abismales presentes enlos espacios de producción y distribución de bienes, tan-to a nivel nacional como internacional. Y en este proce-so parece medular el papel que desempeñan los medios,tal como es orquestado por el pentecostalismo.

Porciones significativas de la población brasileña, de-cepcionadas ante el incumplimiento de las promesasde modernidad, se aferran a las promesas del pentecos-talismo, basadas en el mágico acceso al consumo, vía laentrega a Dios, a Jesucristo, al Espíritu Santo; y encuen-tran en esta religión un mensajero de una prosperidadposible. Como diría Meyer (: ) refiriéndose a Gha-na, el pentecostalismo se convierte en una “guía con-fiable para practicar la globalización”.

En este sentido, es válido recuperar una cuestión im-portante (Burity, ; Sodré, ): existiría un vínculoentre religión y medios en el que se construye un discurso

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moral sobre el mundo, donde el deber sería asumido porlos propios medios, a partir de un discurso autoproféticode sí mismo. A fin de cuentas, consumo y moralidad pa-san a ser equivalentes (el futuro: el reino de los cielos es-tá aquí y ahora). Esta lógica mercantilista moralizantefusionaría el comportamiento del mercado, el individua-lismo y la llegada del futuro. Según Burity (: ):

El papel de la mediación cultural y del manejo de la sub-jetividad que tradicionalmente han sido llevados a cabopor la religión están pasando cada vez más a ser terreno dela intervención de la moralidad mediática. Entre lo“desconocido” de las estructuras y los procesos sociales,políticos, económicos y culturales que se revisten de unacreciente complejidad; y la conciencia y el lenguaje popu-lar, más acostumbrados a los mecanismos simplificadoresde formación de opinión y de gusto, los medios circulan,promueven y difunden valores de una cultura de consu-mo y de masas, aunque transmiten también discursos crí-ticos del orden vigente.

Pero esta afirmación merece consideraciones. Hasta lasdécadas de o , un evangélico era fácilmente re-conocido por su conducta, su vestimenta, su postura,por su forma de cargar la Biblia. Las prohibiciones eraninfinitas y específicas para los miembros de estas congre-gaciones. La membresía estaba inscrita en sus cuerpos,más allá de sus comportamientos y prácticas. En la ac-tualidad es difícil distinguir a un pentecostal, sobre to-do a un neopentecostal, de los fieles de otras religiones o,hasta de los no fieles como los ateos, espiritualistas o per-sonas sin religión. Cada día que pasa la tradición vaperdiendo terreno. En esto se basa Giddens () parahablar de un orden postradicional o de una modernidadtardía. Y es que a la par, incluso entre los neopentecos-tales, aumenta, en la construcción de una conducta talcomo la definió Weber, la tendencia a considerar al indi-viduo como referencia en términos de autocontrol per-manente, en perjuicio de la percepción anterior, queconsideraba al individuo como un receptáculo que po-día ser ocupado por Dios o por el diablo. O, como diríaGiddens (: ): “[…] la auto-identidad se convierteen un emprendimiento, reflexivamente organizado”. Deesta forma, según el autor, el proyecto reflexivo del Yo semanifiesta dentro de un contexto de múltiples opciones,

que es filtrado continuamente por sistemas abstractos,en un movimiento dialéctico con los procesos que pre-tenden uniformizar, debido, principalmente, a la mer-cantilización general de la vida “mientras más la vidadiaria es construida en términos del juego dialéctico en-tre lo local y lo global, tanto más los individuos son for-zados a escoger un estilo de vida a partir de una diversi-dad de opciones” (Giddens, : ). Finalmente, la vidaactual es una cultura de riesgo y la confrontación con elriesgo encierra muchos imponderables.

Meyer (: ), al estudiar el fenómeno en Ghana, nosrecuerda que el poder exterior (posesión, diablo, malos es-píritus) no queda descartado, pero crece la responsabi-lidad personal del creyente. Se refiere a los regímenespentecostales de subjetividad y de tecnologías del Yo,enaltecidos como la garantía más adecuada para conse-guir el éxito personal.

Entonces se puede reflexionar en términos de un ma-terialismo idealizado, que agrega mercado, individualis-mo y futuro en el presente, pero que es moralmentecontrolado. Es decir, que, por un lado, el éxito materiales bendecido; pero por el otro, la modernidad guardasus tentaciones y seducciones. La mayoría de las pelícu-las en video actualmente producidas en Ghana afirman lanecesidad de adoptar una religión pentecostal para po-der envolverse con la modernidad de forma segura y dis-ciplinada. Estas anotaciones sobre Ghana encajan conlas investigaciones realizadas por Oosterbaan () so-bre los pentecostales en Río de Janeiro. El autor resaltacómo la cultura visual pentecostal no se define solamen-te por los programas de televisión que los fieles deseanver, sino también por aquellos que no quieren ver. Mirarla televisión se vuelve referencia de un movimiento deatracción y rechazo, ya sea de imágenes como de narra-tivas, que deja en las manos del creyente la cautela, laselección, el manejo de situaciones que se presentan co-mo tentadoras, pero que no se apegan a las enseñanzasde la Biblia, obligándolos a cubrirse los ojos en ciertosmomentos, por ejemplo. Meyer enfatiza la reflexión in-terior y Oosterbaan el estar atento al cuerpo. Finalmente,el ser humano también es carne, y el Espíritu Santo pue-de abandonar el cuerpo de un creyente, lugar donde de-bería habitar.

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La ambivalencia está expuesta. Por un lado, la búsque-da de la legitimación; a final de cuentas se trata de unaiglesia moderna, tal como lo esclarece un pastor neopen-tecostal en una entrevista reciente:11

Puede hablar caló, ir al gimnasio, y hasta ingerir algo dealcohol los fines de semana […] no podemos quedarnosfuera de este universo [universo propio de los jóvenes delmundo moderno actual] […] Encaminar nuestra vidahacia el Señor dejó de ser un sinónimo de religión. Se con-virtió en un estilo de vida.

Por otro lado está el espacio inevitable de la subjetividadde cada uno. Porque, al mismo tiempo, como queda dichoen el mismo artículo periodístico citado anteriormente, elpresidente del Consejo de Pastores de las iglesias evan-gélicas comentó: “Nosotros nunca abriremos totalmen-te las puertas de la iglesia al mundo.”

Las fronteras entre lo profano y lo sagrado, diferencia-ción medular para algunos sociólogos, como Durkheim,residen cada vez más en los mismos fieles pentecostales;lo que significa, por otra parte, una invitación para losque buscan una nueva forma de religiosidad o una nue-va religión, no anclada en una verdad única, en un solodogma y en un único Señor. Una ética construida demanera creciente por el sujeto, por la subjetividad. Mu-chas otras fronteras de la sociedad moderna, ancladas endualidades excluyentes, comienzan a ser sustituidas porconceptos más flexibles. Cada vez gana más terreno elespacio de la subjetividad, del Yo reflexivo del que noshabla Giddens (), especialmente entre los evangéli-cos, quienes deben decidir, de manera más recurrente yde forma cotidiana, entre lo correcto y lo incorrecto, aun-que continúen, de alguna forma, teniendo como refe-rencia a Dios o al diablo, polaridad que se encuentra enfranca decadencia.

Finalmente, como nos recuerda Giddens (), a pe-sar de que las diferencias de clase, género, raza o etnia,impliquen diferentes formas de tener acceso a los bienesmateriales y simbólicos, también los excluidos, los mar-

ginados, tratan de construir un estilo de vida, porque és-te, asimismo, depende de las decisiones tomadas per-sonalmente, aun en condiciones severas de privación. Elpentecostalismo crece principalmente entre los exclui-dos de la sociedad, que sufren problemas básicos comoel desempleo.

¿Y qué decir de los adeptos a los grupos místico-eso-téricos, o aquellos que buscan una nueva forma de reli-giosidad y que constituyen el otro hilo conductor quemencioné, sobre todo los adeptos que cuentan con nive-les de escolaridad altos y, en general, una situación eco-nómica resuelta?12

REFLEXIVIDAD: BUSCADORES DE UNA NUEVA FORMA DE RELIGIOSIDAD QUE LIDIAN CON LA INCLUSIÓN

Los adeptos de las nuevas formas de religiosidad sonpersonas que buscan una manera de vivenciar una reli-giosidad antijerárquica, antidogmática, anti, extra o pa-ra eclesiástica. Tanto así, que se autodenominan como“centro”, “escuela”, “grupo”, “legión”, “filosofía” porqueno se consideran como una religión. Y si lo hacen, tal as-pecto pasa a un segundo término. Aun religiones ante-riores al cristianismo, como pueden ser las diferentesramificaciones del budismo, son vivenciadas como unafilosofía o un estilo de vida: una nueva forma de viven-ciar la religiosidad.

Estos grupos tienden al holismo y al ecumenismo; nose restringen a estar anclados a un líder único, un ser su-perior o iluminado, porque transitan entre Buda, Cristo,Hare Krishna, Bahay’u’lá, S. Germain, Maitreya, otros lí-deres que encontraron la iluminación en el Amazonaspor medio de enteógenos indígenas o de personas quefueron iluminadas durante la construcción de la capitalde Brasil, como Tía Neiva, una conductora de camionesque creó el Valle del Amanecer, o el Maestro Yucanaan, quefundó ahí la Cidade Eclética (Ciudad Ecléctica). Y quizásel fenómeno más intrigante del proceso sea el hecho de

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11 Entrevista concedida por un pastor de la Iglesia Sara Nuestra Tierraal periódico Correio Braziliense, de octubre de . 12 Véase Siqueira, en particular, a; y Siqueira y De Lima, .

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que existen muchos buscadores que, después de transitarpor varios grupos, fundan una forma de religiosidad porcuenta propia, una especie de “amalgama” religiosa, queincorpora varias prácticas y creencias de distintas fuen-tes, incluyendo las cristianas.

Basados en valores tales como “lo divino se encuentraen cada uno de nosotros; tenemos que desarrollarlo”,insisten en la posibilidad casi perdida —por el procesode socialización (persona) y por los valores hegemóni-cos de la sociedad actual (anclada, por excelencia, enun consumismo ilusorio)— de conectarse con un “Yosuperior”, un “Yo divino”, un “Yo místico”. De ahí se ori-gina inclusive la identificación y aproximación de estosbuscadores con prácticas alternativas o no convenciona-les (homeopatía, yoga, flores de Bach, cartas astrales, tarot,meditación, alimentos orgánicos, medicina preventiva yno curativa), pues las convencionales están marcadas

por la visión del mundo y de los valores de la sociedadmoderna (destructiva, consumista, curativa y no preven-tiva, ancladas en la fragmentación y no en el holismo, enuna ciencia autoritaria orientada a lo técnico).

Es necesario disminuir, pasar a segundo término o has-ta anular el ego y construir un nuevo estilo de vida queno dé prioridad a la monetarización y mercantilización nia la destrucción de la vida, características de la sociedadenvolvente. Esta búsqueda llega a involucrar a personasque, en el límite, admiten vivir sin alimentarse, que dicensobrevivir sólo nutriéndose “de luz”, de lo que se ve, de loque se escucha, de lo que se percibe con el olfato, en unestado contemplativo y meditativo permanente.

¿Cuáles serían los puntos de conexión que nos permi-tan pensar, de manera simultánea, en los dos extremosdel continuum social, que serían los más y los menos ex-cluidos? A pesar de estas diferencias hay algo en común:

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la subjetividad y la reflexividad. La individualidad mo-derna, llevada a sus últimas consecuencias, impone la exi-gencia de un “Yo reflexivo”, que implica por igual a losmás incluidos y a los más excluidos.

INCURSIONES SOCIOLÓGICAS CASI CONCLUSIVAS

Por un lado, llama la atención en Brasil el crecimiento delos evangélicos y, sobre todo, de los neopentecostales,tanto en términos numéricos como por su participaciónen los medios, en la esfera pública, en la representativi-dad política, y su uso simultáneo de los medios, el con-sumo, la prosperidad, lo profano y lo sagrado. Más alláde la religión, se trata de una religiosidad que continúasiendo el eje de atribución de sentido a la vida, de resolu-ción de los dramas cotidianos para la mayoría de los po-bres, de los excluidos de la sociedad brasileña.

Por otra parte, los buscadores de nuevas formas dereligiosidad anticlericales, anti-institucionales, son so-bre todo personas con una situación material holgada,que cuentan con niveles de escolaridad y renta altos, que,en su mayoría, están incluidos en el sistema y puedentener acceso a los escasos bienes materiales y simbólicosde la sociedad actual, modernidad alta o tardía, como di-ría Giddens.

Los primeros, pentecostales anclados en la Teologíade la Prosperidad, ya no son protestantes. No protestan:son evangélicos. Y si protestan, es porque están luchan-do por alcanzar la inclusión. Se valen de los medios, laesfera y los cargos públicos, el caló, los itinerarios turís-ticos, en fin, lo que la sociedad actual ofrece, para esta-blecer una legitimidad y conseguir su inclusión en la so-ciedad envolvente. Esto sin abandonar la convicción dela palabra y de la vida de Cristo. El Evangelio sigue sien-do el eje, y, por encima de todo, el sufrimiento de Cristopor y para todos los humanos.

Los segundos, buscadores de una nueva forma de reli-giosidad, ecuménicos, anhelan desapegarse de la mate-rialidad, de la ilusión consumista, de los dogmas, de lospoderes institucionales y sus ultraenvejecidas prácticasde representatividad política hegemónica (sindicatos,

partidos políticos). Eliminar el sufrimiento de la condi-ción humana, diría Buda. Se trata de un nuevo estilo devida anclado en prácticas alternativas o no convenciona-les. La intención es huir, como sea, de todo lo que es he-gemónico: los medios de comunicación, las invocacio-nes al consumo, los fast foods, la revista Playboy.

Sin embargo, ambos pregonan un nuevo estilo de vida.¿A qué estilo de vida se refieren? Muy distinto, a primeravista. Pero la referencia común es la sociedad anclada enla mercantilización y monetarización, pues estos estilosde vida están marcados, sobre todo, por la inclusión o labúsqueda de romper con la misma. En el caso de los neo-pentecostales, por la inclusión, a partir del Evangelio deCristo. Para los buscadores de una nueva forma de reli-giosidad, ecuménica, por el distanciamiento con los valo-res y prácticas básicas de la modernidad. El eje de ambasposturas refleja un posicionamiento frente a un procesode acelerada globalización.

Marx murió, pero la sociedad capitalista, cada vezmás excluyente, marginalizadora, creadora de diferen-cias, continúa bastante viva. Vivimos una nueva etapade globalización, más capitalista que nunca. En la actua-lidad podemos observar, a partir de las dos tendenciasreligiosas más significativas de nuestro tiempo, en prin-cipio opuestas, muy distintas, en un país del Tercer Mun-do, cómo la religión nos habla sobre nuestra sociedadoccidental.

La religiosidad, más allá de la religión, siempre contie-ne sorpresas. A fin de cuentas, históricamente, fue ella laresponsable más importante de la mediación cultural ydel trabajo sobre la subjetividad. Pero la sociología ten-dió a privilegiar la dimensión institucional, es decir, laIglesia. De esta forma, permitimos que la piedad, la cari-dad, la dádiva, fuesen entregadas a la teología, como si nofueran parte constitutiva de nuestras relaciones socialescotidianas. Nosotros, los científicos sociales, no pode-mos perder más tiempo. La religiosidad, esta dimensiónconformadora de la condición humana (búsqueda de lonuminoso, lo misterioso, lo sagrado, lo trascendental),puede ser acoplada, pero no subordinada, a otro elemen-to estructurante de la condición humana.

Al conformar grupos, las personas (“el hombre es unser gregario”) son actores sociales, que tienden a estable-

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cer reglas, jerarquías, relaciones asimétricas de poder. Yfinalmente, instituciones. La búsqueda de una nueva for-ma de religiosidad que sea anticlerical, anti-institucio-nal, es un fenómeno que se expande, por lo menos, entodo Occidente. Y aun en Japón las religiones que máscrecen desde el final de la Segunda Guerra Mundialtambién son de este tipo, nuevas formas de religiosidad.Enfrentar este movimiento, que incluye las dos dimen-siones: una búsqueda por la religiosidad y por la orques-tación institucional, no se refiere solamente a la filosofía.Como mínimo es una de las matrices de las ciencias so-ciales. O debería serlo. Espero haber contribuido a estareflexión.

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