religión y nacionalismos

Upload: jose-luis-cardero-lopez

Post on 06-Apr-2018

217 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 8/3/2019 Religin y nacionalismos

    1/18

    RELIGION Y NACIONALISMOS

    (Dios con nosotros)

    Jos Luis Cardero Lpez

  • 8/3/2019 Religin y nacionalismos

    2/18

    - Lo nacional y la religin

    El caldo de cultivo de lo identitario. Nuestro lugar en el mundo.Legitimacin y oracin: de la Iglesia Nacional a la razn religiosa de lonacional

    - Nosotros y los Otros

    Las coordenadas de un discurso paranoico: interrelacionar y denunciarEl juego de las oposiciones simblicas: Anglico-Demonaco, Luz-Oscuridad, Humano-Inhumano. Un juego ms interior: lo sagrado y lo

    numinoso.

    - Dios con nosotros

    Eleccin y colaboracin: la religin dominante. Las formas de unareligin propia y los esperados nuevos tipos humanos. El hombrenuevo en la frontera.

  • 8/3/2019 Religin y nacionalismos

    3/18

    Introduccin

    En ste trabajo intento acercarme a una fuerza social que se expresa

    a travs de modelos simblico-cognitivos de gran complejidad, cuya

    aparicin se remonta a etapas relativamente lejanas en la historia humana,

    pero cuyas consecuencias ltimas todava no han podido ser

    completamente determinadas en nuestros das. Esta fuerza presenta

    adems un poder tan intenso y en ocasiones tan fuera de control, como

    terribles pueden ser en ciertos momentos las consecuencias que muchos

    de sus usos acarrea.

    Me refiero a la energa que se manifiesta siempre en la relacinmantenida entre el poder poltico ms concretamente entre ciertas formas

    de ese poder- y el poder de lo religioso, considerando a ste ltimo como

    emanacin y cristalizacin histricas y culturalmente determinadas de lo

    sagrado y lo numinoso.

    Podran escogerse muchos ejemplos para poner de relieve las

    caractersticas peculiares de esa fuerza prodigiosa a la que me refiero y ello

    podra hacerse desde luego en casi cualquier lugar del planeta o encualquier periodo cronolgico. Pero por razones de economa y brevedad,

    me limitar ahora a llevar a cabo un somero anlisis centrado en nuestra

    propia poca y en ciertos mbitos geogrficos en los que se ha manifestado

    preferentemente la cultura occidental.

    A partir de ese anlisis procuraremos destacar las principales

    coordenadas en las que surge una manera comn de utilizar legitimaciones

    religiosas como justificacin de cierto tipo de pensamiento poltico. Estudiomnimo en razn sobre todo de la necesaria brevedad y limitacin expositiva

    de ste trabajo. Espero que no por ello sea menos sugerente y capaz de

    invitar, mediante la seduccin de lo que descubramos, a investigaciones

    ms detalladas.

  • 8/3/2019 Religin y nacionalismos

    4/18

    1. Lo Nacional y la Religin.

    En el nombre de la Identidad individual y grupal- y en el nombre de

    Dios, se han llevado a cabo actos tan terribles, que bastaran para calificar a

    la humana como una especie peligrosa y daina en grado mximo.

    Respaldando esos conceptos tan etreos y poco aprehensibles de lo

    identitario y lo religioso se encuentran otras figuraciones y construcciones

    culturales vinculadas con ellos, igualmente difciles de entender y de

    controlar racionalmente, como son Religin y Nacin. La mayor parte de las

    guerras y de los conflictos que han involucrado a la humanidad dejando a

    un lado por el momento en el comentario las cuestiones econmicas y de

    reparto de riqueza que subyacen- han tenido en el pasado como pretexto

    cuestiones religiosas o identitarias. Esas cuestiones son esgrimidas todava

    hoy en las guerras de nuestros dias. As, podemos considerar

    fundadamente que fantasmagoras personificadas en los colores de una

    bandera y en las diversas maneras de expresar las creencias mantenidas

    acerca de la hipottica existencia de un ser sobrenatural sobre el cual

    sabemos poco, pueblan an los abismos de lo inconsciente colectivo en la

    especie humana.

    Porque Qu es, verdaderamente, una Nacin? Qu es, en

    realidad, una Religin?

    En cuanto a Nacin se refiere, tal vez necesitemos remontarnos

    hasta los antiguos griegos cuando hablaban de ethnos o hasta la

    correspondiente expresin latina de gens, para hallar algn tipo de

    agrupaciones o colectividades que se pudieran corresponder en ciertamanera con esa entidad o entelequia. Pero all, a la sombra de dichas

    calificaciones, nos encontraramos con que, mediante ellas, los hablantes

    de la poca entendan ms bien de cuestiones tales comopueblo o familia

    igualmente discutibles y generadoras de polmica- denominando con

    aquellos denotativos incluso el conjunto de una multitud no demasiado bien

    diferenciada, sealada con la caracterstica comn de que todos sus

    miembros hubieran salido de una misma fuente o lugar. Seguramente conello no adelantaremos demasiado en nuestra bsqueda.

  • 8/3/2019 Religin y nacionalismos

    5/18

    Sin embargo, el trmino nacin se utiliz pronto. Y esa utilizacin fue

    asimismo temprana y relativamente frecuente respecto a la religin o a

    ciertos aspectos relacionados con ella. As, en el Nuevo Testamento

    (Mateo, 28, 19) se habla de la necesidad de ir y bautizar a todas las

    naciones, entendindose con ello a todos los individuos no judos

    (circuncisos) que todava no eran cristianos.

    Por su parte, Pablo de Tarso habla de las Iglesias de las naciones

    (Romanos, 16,4), es decir, de todos aquellos cristianos convertidos del

    mundo pagano y residentes en los diversos territorios que en ese momento

    comprenda el imperio romano.

    Los significados son, por tanto, bien distintos de ese que ahora

    buscamos. Lo que ocurre es que por estas pocas el concepto de nacin,

    tal como lo entendemos hoy, an no estaba dibujado. Y lo mismo suceda,

    por tanto, con el trmino o expresin iglesia nacional, nocin ausente, por

    ejemplo, en los aos de los primeros grandes concilios ecumnicos. Incluso

    suceda otro tanto con el propio trmino Religin como veremos luego,

    aunque por razones diferentes. El adjetivo nacional, no comienza a ser

    utilizado en Europa ms que a partir del siglo XVI, cuando empiezan a

    surgir soberanas fuertes que pretenden ejercer su dominio sobre la Iglesia.

    Atrs haba quedado la vieja polmica de las dos espadas y las

    contribuciones de Marsilio de Padua para establecer las bases del estado

    laico moderno, detentador no slo del poder temporal, sino tambin del

    espiritual 1. Despus del hundimiento del imperio romano, siglos y siglos de

    discusin acerca de quin, verdaderamente, haba de conservar y ejercer el

    poder si la Iglesia o el renaciente poder civil- desembocaron de alguna

    manera en una especie de entente, pero no sin antes dar lugar a tresmovimientos importantes en cuyo seno comenz a desarrollarse el

    concepto de Iglesia nacional.

    Fueron stos, el anglicanismo, nacido de la ruptura protagonizada

    por Enrique VIII de Inglaterra respecto a Roma (1533), el movimiento

    denominado josefismo, conducido en Alemania en la misma poca por

    Nicols de Hontheim coadjutor del arzobispo de Trier (Trveris)- y el

    galicanismo en Francia, que, tambin por aquellos aos, pretenda lograr unpoder fuerte de la iglesia francesa y conseguir de esa forma una autonoma

  • 8/3/2019 Religin y nacionalismos

    6/18

    real y fundada frente al Vaticano. En los textos de la poca, los

    comentaristas califican frecuentemente a la iglesia galicana como una

    iglesia nacional.

    Estos tres movimientos del siglo XVI ya marcado por la influencia de

    la Reforma de Martin Lutero- llevaban dentro de s el germen de lo que ms

    tarde habra de llamarse Iglesia nacional y que tanta importancia iba a

    cobrar en siglos posteriores, justificando es preciso decirlo bien claro- un

    enorme nmero de fechoras y de crmenes cometidos tanto por el poder

    temporal como por el religioso, aunque tambin hay que decirlo

    igualmente- propiciando algunos de los avances polticos y sociales ms

    importantes de la poca 2, cuyo fruto pleno se vera luego en el momento de

    la maduracin autonoma del poder civil. Sin embargo, uno de los resultados

    ms negativos de tal cristalizacin dogmtica y prctica fue el desarrollo, en

    muchos casos mantenido desde entonces, del nacionalismo religioso que,

    casi invariablemente, exhiba la tendencia a confundir el poder terrenal con

    la autoridad espiritual, con lo cual es posible comprobar como, en tal

    aspecto, no se haba avanzado demasiado desde los conceptos doctrinales

    mantenidos en los tiempos de Bonifacio VIII.

    La Revolucin francesa de 1789 sealar una nueva etapa en el

    desarrollo de las Iglesias nacionales. Aunque no ser hasta los siglos XIX y

    XX en que, siguiendo la corriente de los numerosos movimientos

    nacionalistas con los que cada comunidad pretenda poseer su propio

    estado, se produjeron tambien los correspondientes movimentos del

    nacionalismo religioso. Cada nacin tendra as su propio Estado y su

    propia Iglesia, la cual, a su vez, defendera celosamente los intereses de

    dicha Nacin. Por ms que semejante tendencia fue siempre discutida ycombatida por la Iglesia Catlica, celosa de su preponderancia y exclusiva

    en el poder espiritual y por tanto poco propicia a la fragmentacin de los

    feudos eclesisticos, ello dio lugar a los importantes fenmenos sociales

    que, de una manera indeleble, dejaran su huella en el desarrollo de los

    acontecimientos ocurridos en el siglo veinte.

    En cuanto a la Religin, nos encontramos con una evolucin que de

    alguna manera se puede corresponder tambin con los acontecimientoshistricos vinculados al concepto de Nacin, aunque quiz elaborado en

  • 8/3/2019 Religin y nacionalismos

    7/18

    este caso de manera mucho ms neta. Desde la implantacin del

    cristianismo como religin del estado en tiempos de Constantino el Grande3, a muy pocos se les habra ocurrido discutir la validez del trmino, o su

    oportunidad. A medida que pasaba el tiempo y el cristianismo se iba

    consolidando como ideologa dominante, no era cuestin de hablar ms que

    de una sola Religin, la nica verdadera y por tanto la nica a la que ese

    trmino podra referirse.

    Pero ello, que fue magnfico para lograr una unidad monoltica de la

    doctrina eclesistica, no lo fue tanto o no lo fue en absoluto- para

    determinar que es lo que podra entenderse por religin en un sentido

    amplio, extenso, del concepto. No es que con anterioridad a la implantacin

    del cristianismo dicho concepto gozase de mayor claridad, aunque tal vez

    con elpaganismo (al que todos se referan ahora en tono peyorativo) exista

    una mayor libertad para entender la religin como uno de los aspectos que

    podra tomar la relacin del ser humano con lo sagrado, sin el impedimento

    que, de una manera o de otra, iba a suponer todo el complejo entramado

    dogmtico-normativo consecuente al desarrollo de los primeros y

    sucesivos- grandes concilios cristianos.

    Despus de experimentar una larga influencia debida a los

    acontecimientos histricos en cuyo comentario no podemos detenernos,

    nos encontramos, una vez llegados al siglo XX, con dos trminos (Nacin y

    Religin) cuyo poder connotativo es inmenso y consecuente con la

    procelosa trayectoria sufrida por ambos. Es en ese momento histrico

    cuando la interaccin de ambos va a producir una primera gran

    transformacin, que los afecta a ellos mismos y tambin a sus significados

    futuros, pero que afecta igualmente a la propia estructura en la que ambos juegan, es decir, a las instituciones sociales, polticas y econmicas que

    nacen o se establecen como resultado de la consolidacin del capitalismo

    industrial como modo de produccin dominante en Europa y Amrica.

    Los conceptos de Nacin y Religin actan sobre todo a nivel de los

    modelos e instrumentos de socializacin, as como de los procedimientos

    mediante los cuales se va a mantener y a justificar la propiedad privada de

    los medios de produccin y de reproduccin del sistema (capitalista). La

  • 8/3/2019 Religin y nacionalismos

    8/18

    familia, en este sentido, es uno de esos mecanismos privilegiados de

    condicionamiento ideolgico a los que aludimos.

    La transformacin a que me refiero es la producida cuando la

    estructura hasta entonces bsicamente volcada hacia lo religioso- de las

    iglesias nacionales, pasa a ser sobre todo una plataforma ideolgica de

    justificacin de aquello que podramos denominar la razn religiosa de lo

    nacional, cuyo paradigma se da sin duda en la Alemania del perodo de

    entreguerras (1920-1939), aunque no sea ste, como veremos, el nico

    caso.

    No cabe duda que la proliferacin y en algunos casos, el triunfo- de

    las revoluciones obreras de principios del siglo veinte (en Rusia y casi en

    Alemania, Hungra, Polonia y otros pases de Europa, cindonos

    nicamente a nuestro mbito geogrfico ms prximo), provoc una

    especie de paranoia que acentu todava ms el condicionamiento

    ideolgico reaccionario de la Religin identificada casi exclusivamente con

    la iglesia catlica- y contribuy tambin a su temprana alianza con los

    sectores ms conservadores del movimiento nacionalista. Nacin y Religin

    pudieron formar as una Santa Alianza contra el peligro revolucionario que

    tuvo notables consecuencias para la futura evolucin de dichos conceptos y

    sus connotaciones.

  • 8/3/2019 Religin y nacionalismos

    9/18

    2. Nosotros y los Otros.

    Levi-Strauss apunta que la identidad es una especie de fondo virtual

    al cual nos es indispensable referirnos para explicar cierto nmero de

    cosas, pero sin que jams tenga una existencia real 4 y dice un poco ms

    adelante que la identidad slo existe en el esfuerzo de las ciencias

    humanas por superar ese misma nocin de identidad y ver que su

    existencia es puramente terica. Se trata por tanto de un lmite al que no

    corresponde en realidad ninguna experiencia 5.

    Pero lo cierto es que, sobre ese concepto de existencia puramente

    terica se han basado tiempo atrs y se basan todava hoy muchos

    estereotipos autnticamente funcionantes. Tan importantes son que la

    mayora de las guerras y de los enfrentamientos habidos en el mundo casi

    desde que tenemos noticia, se han apoyado bien sobre la identidad y su

    salvaguarda, bien sobre la religin y sus formas de interpretacin. Esto es

    algo banal de tan conocido. Y sin embargo, tales estereotipos, medias

    verdades y argumentos que, en realidad, tienen escaso o ningn apoyo en

    la realidad, continan funcionando. Tal vez, me pregunto yo, por alguna

    extraa propiedad de las maneras humanas de ver y entender el mundo a la

    que algunos denominanpersistencia de cosmovisiones?.

    En el proceso de individuacin del que habla Jung se integra lo

    inconsciente en la consciencia. Se trata de un proceso de sntesis con el

    que se supera la disociacin de la consciencia, que es un problema por el

    cual sta ya no es capaz de controlar lo inconsciente 6. Algn proceso de

    naturaleza semejante, aunque dedicado precisamente a conseguir todo locontrario, se puede dar en ese mecanismo que presenta un punto

    incomprensible e imposible de controlar, por medio del cual y con el auxilio

    de un figurado motor de dos mbolos (interrelacin y denuncia) se llevan a

    cabo los trabajos de determinacin de aquello que somos o creemos ser- y

    lo que son (o creemos que son) los dems.

    Es necesaria, desde luego, una definicin previa. Los espaoles, o

    los norteamericanos somos, o son, tal o cual cosa. Los africanos o los rusosson esto y aquello. Hay que decir que casi todos los pueblos del mundo se

  • 8/3/2019 Religin y nacionalismos

    10/18

    han considerado pueblos elegidos en algn momento de su historia. En

    algunos casos, en el propio idioma de ciertas colectividades humanas, se

    reserva el calificativo hombre o humano para los miembros de esa

    colectividad. El resto del mundo o bien no existe como tales humanos o, si

    finalmente se les considera porque no queda otro remedio, esa

    consideracin se hace como si fueran enemigos. El mundo entero se define,

    se juzga, se tiene en cuenta, en funcin de un cdigo de pertenencia a una

    etnia, a una sangre, a una comunidadincluso a un estatus. Lo grande, lo

    inmenso, lo infinito ms bien lo indefinido- se juzga por lo pequeo y local.

    No recuerdo exactamente sus palabras, pero el general Videla,

    criminal contra la humanidad y contra su propio pueblo, deca en ocasin de

    uno de tantos fastos con los que se conmemoraba algun evento en medio

    de la dictadura que l mismo encabezaba: Dios ha permitido que el ejrcito

    argentino diera lo mejor de s mismo para salvar a nuestra patria,

    amenazada de disolucin y quebranto por sus enemigos. No sera difcil

    encontrar palabras semejantes en algn discurso de Franco, que empe

    gran parte de su vida en luchar por igual contra enemigos internos y

    externos que tambin aqu amenazaban con disoluciones y licuefacciones

    patrias. l igualmente lo haca, desde luego, poniendo a Dios por testigo de

    sus afanes. Podramos citar algunos ejemplos ms, pero no merece

    demasiado la pena el esfuerzo.

    En cualquier caso, en el discurso de estas gentes tan preocupadas

    por las firmezas y las conservaciones se adivinan bsicamente dos cosas:

    Una, la gran inseguridad que han alcanzado construyendo su propia

    personalidad. Algo est mal articulado en la disposicin de sus coordenadas

    vitales e interrelacionales, es decir, de los lazos o vnculos establecidosdesde s mismos hacia los dems que viven en el mundo. Dos, el miedo

    que proporciona esa inseguridad y que nicamente es soportable, bien

    diseando a su propia imagen y semejanza una figura divina y configurando

    con ella o a travs de ella, una ritualidad religioso-poltica (disculpas por el

    vocablo), bien decretando de una manera inapelable las coordenadas y

    posibilidades de todo pensamiento, de toda capacidad de expresin,

    propias y ajenas. El Otro se dibuja por lo que tiene que ocultar y por las

  • 8/3/2019 Religin y nacionalismos

    11/18

    conspiraciones suyas que siempre se abortan, aunque siempre se

    renueven.

    Convendremos que la Religin, con sus posibilidades esotricas y

    con sus contactos misteriosos hacia lo alto y hacia lo incognoscible, es el

    mbito perfecto para que sobre l medren tales actitudes. Los juegos de

    oposiciones simblicas son el instrumento adecuado porque la propia

    religin nace de uno de esos juegos: el que se da entre lo numinoso que

    asalta y lo sagrado que se establece al cabo de un tiempo, ms o menos

    institucionalizado. Desde ella desde la Religin- siempre va a ser posible

    justificar el silencio forzado del Otro, su conformidad trucada con nuestro

    rden, su abandono en nuestras manos.

    Debe ser recordado que Amrica naci de progenitores morales y

    fue fundada a partir de esa base enteramente moral. Sus antecesores

    fueron cristianos de orden superior, purificados por el fuego y lavados por

    medio de la sangre 7. Tras la definicin, la prueba de calidad. Casi

    siempre el fuego y la sangre andan por medio. El fuego purificador,

    naturalmente, porque el fuego del infierno queda para los Otros, para

    algunos de ellos o, llegado el caso, para todos. Es curioso que estos

    elementos fuego y sangre- permanezcan siempre de una manera u otra

    vinculados con lo sagrado, ya casi siempre cristalizado en lo religioso: el

    altar de Apolo en Delos diseado por el propio dios y en el cual la misma

    deidad ense a sus sacerdotes el manejo correcto de la mkhaira, el

    cuchillo de degollar a las vctimas de las hecatombes. Y resulta an ms

    significativo que el fuego y la sangre estn unidos tambin con tanta

    frecuencia a las esencias patrias: el fuego del sacrificio y de los memoriales

    (la llama eterna), la sangre generosa de los hroesEn este caso que comentamos, no por casualidad ha pasado Apolo

    de serel dios del arco tenso en la epifana o tal vez en el comienzo- de su

    poder, el que atemoriza a los otros dioses en casa de Zeus al oirlo venir, la

    imagen viva de lo numinoso todava no dominado, hasta convertirse en la

    divinidad que construye templos y altares, pero que todava gusta del olor

    espeso de la grasa y la carne quemadas en el ara. Tambin Yahveh quiere

    en su templo altares en los que se quemen las carnes y de los que fluyacaliente y roja la sangre del sacrificio 8. Una fiesta pura y sangre sobre la

  • 8/3/2019 Religin y nacionalismos

    12/18

    mesa, dir de ello Detienne 9. Fiesta en la que muchas veces concurren

    juntos y comparten ofrendas el poder civil y el poder religioso.

    Una vez que tenemos la definicin de lo que somos (o creemos ser),

    de lo que son o creemos que son los otros, y adems, las pruebas

    tangibles, presentes, monumentales, que certifican y justifican nuestras

    creencias, podemos llamar al Gran Dios de las Batallas: Ven, oh Seor,

    protgenos de nuestros enemigos y danos tu gracia en esta prueba que nos

    aguarda. Confunde a quienes nos acechan y muestra as nuestra verdad y

    tu gloria 10. Si no nos encontramos en guerra directa, siempre es til atribuir

    un carcter diablico a aquellos a los que tememos, a los que odiamos o a

    los que, por algn motivo, no consideramos a nuestra altura. Pero aqu, en

    estos manejos, es un poco ms difcil encontrar a los pastores de religiones

    como las cristianas, que predican, segn afirman, la igualdad esencial de

    todos los seres humanos. Es difcil, pero no imposible. Siempre hay alguien

    que reivindica la necesidad de redefinir el Infierno o de actualizar aquello

    que dice Apartaos de m, malditos e id al fuego eterno. En la Alemania de

    1934, los obispos catlicos haban exhortado a sus feligreses a obedecer al

    nuevo rgimen E incluso respaldaron pblicamente la actitud contraria al

    bolchevismo ateo del rgimen en el punto lgido de la llamada lucha de la

    Iglesia11, y reafirmaron su lealtad a Hitler. La brutalidad de los campos de

    concentracin y la discriminacin creciente contra los judos (por no

    mencionar el asesinato masivo de los dirigentes de la S.A. en 1934, entre

    los que haba no pocos catlicos) no haban provocado protestas oficiales

    de ninguna clase ni oposicin alguna. En la iglesia protestante, ocurri lo

    mismo 12.

    As, Joseph Goebbels pudo escribir tranquilamente meses ms tardeen su Diario: Respecto de la cuestin juda, el Fhrer ha decidido ya hacer

    borrn y cuenta nueva. Profetiz a los judos que si causaban otra guerra

    mundial seran exterminados. No se trataba de palabras vacasEste

    asunto ser tratado sin sentimentalismos. No estamos aqu para

    compadecernos de los judos, sino para defender a nuestro pueblo13.

    Interrelacionar y denunciar. Esas son las etapas del discurso

    paranoico. Cuando se consigue hacerlo figurar cerca de los altares el restosuele desarrollarse de una manera sencilla. Tan solo es preciso dejar que

  • 8/3/2019 Religin y nacionalismos

    13/18

    jueguen bien las oposiciones simblicas: anglico demonaco, luminoso

    oscuro, humano no humano. Es una sencilla escalera. De fcil acceso y

    resultados probados y garantizados. Tal vez en nuestros das podramos

    agregar algunos peldaos ms: democrtico antidemocrtico, limpio

    sucio, ganadores perdedores, ricos - pobres quiz hasta algo as como

    gordo delgado, sano enfermode ste lado del muro del otro lado

    Que cada uno coloque aqu lo que ms le guste o aquello a lo que ms

    tema y aborrezca.

    En esta escalera de sombras, lo religioso se nos muestra con otra

    cara, quiz porque el juego morboso de nuestras definiciones y de nuestros

    olvidos contribuye a que proyectemos ms de una luz sobre los engranajes

    mejor escondidos de esa maquinaria con la que nos entretenemos, entre

    vistazo y vistazo al oscuro y temeroso universo que nos rodea. Existe,

    desde luego, un juego mucho ms interno y todava ms oculto: aqul que

    se articula entre lo sagrado y lo numinoso.

    Eliade se pregunta, a mi juicio, muy acertadamente: Si no importa

    que es lo que pueda incorporar la sacralidad, en qu medida permanece

    como vlida la dicotoma entre sagrado y profano?14. l se refiere, desde

    luego, a la posibilidad de que cualquier cosa se convierta en una hierofana.

    Pero quiz nosotros podamos dar a su cuestin terico-metodolgica un

    contenido ligeramente distinto, aunque indudablemente ms siniestro. Si

    desde la sacralidad puede emigrar hacia lo religioso cualquier contenido,

    bien se trate de un simple objeto arbol, piedra, planta- al que se pueda

    considerar como texto, bien sea algo ms contundente una manera de

    pensar, un estereotipo, una costumbre o una falsa conciencia (y

    recordemos el contenido tan importante que la percepcin del otro tiene enla falsa conciencia), tambien es posible que emigren aquellas formas

    capaces ya no solo de borrar la dicotoma, sino de eliminar por completo de

    las cabezas de la gente la posibilidad de establecer siquiera esa distincin

    sagrado-profano, cuando lo sagrado ya ha sido sustituido por lo

    conveniente, lo adecuado o lo necesario.

    O, lo que tal vez sera peor. Que llegue hasta nosotros, desde los

    dominios de algn dios ignorado y hostl, la sacralizacin de las jerarquasdiferenciadoras que dicen desde su altar o desde su trono, o desde su

  • 8/3/2019 Religin y nacionalismos

    14/18

    Libro- lo que es, lo que debe ser y lo que tiene que ser. Que, contra viento y

    marea, esgrimen justificaciones para toda denuncia y bendiciones para todo

    combate contra lo diferente, lo desigual, lo marginal y lo dispar, es decir,

    contra todo aquello que se muestra como disconforme o no ajustado a la

    puesta al paso global.

    Al fin, como dice San Josemara Escriv: Obedeced, como en manos

    del artista obedece un instrumento que no se para a considerar por qu

    hace esto o lo otro- seguros de que nunca se os mandar cosa que no sea

    buena y para toda gloria de Dios 15.

  • 8/3/2019 Religin y nacionalismos

    15/18

    3. Dios con nosotros.

  • 8/3/2019 Religin y nacionalismos

    16/18

    Bibliografa utilizada.

    - BIESCAS, J.A.-TUON DE LARA, M., Espaa bajo la dictadura

    franquista (1939-1975). Historia de Espaa. Editorial Labor, Madrid,

    1985.

    - CAEQUE, CARLOS, Dios en Amrica. Una aproximacin al

    conservadurismo poltico-religioso en los Estados Unidos. Ediciones

    Pennsula. Barcelona, 1988.

    - DIAZ-SALAZAR, R.- S. GINER (Eds.), Religin y sociedad en Espaa,

    CIS, Madrid, 1994

    - ELIADE, MIRCEA, Trait dhistoire des religions, Payot, Paris, 1964.

    - GRUNBERGER, RICHARD, Historia social del Tercer Reich, Ediciones

    Destino, Barcelona 1976.

    - PUJADAS, JOAN JOSEP, Etnicidad. Identidad cultural de los pueblos.

    Ediciones de la Universidad Complutense, S.A., Madrid, 1993.

    - VEIGA, F., La mstica del ultranacionalismo (Historia de la Guardia de

    Hierro). Rumania 1919-1949. Publicaciones de la Universidad Autnoma

    de Barcelona, Bellaterra, 1989

  • 8/3/2019 Religin y nacionalismos

    17/18

    Notas.

  • 8/3/2019 Religin y nacionalismos

    18/18

    1 Marsilio de Padua,Defensor pacis , 1324. La teora de las dos espadas (la espada material y la espada espiritual) haba sido

    retomada por el papa Bonifacio VIII en la Bula Unam Sanctum (18 noviembre de 1302),el cual afirmaba que ambas espadas

    deban estar en poder de la Iglesia (in potestate Ecclesiae).2 Por ejemplo el asociacionismo y el nacimiento de las primeras instituciones civiles (Ayuntamientos, universidades

    ciudadanas, etc.)3 En el ao 313 de nuestra Era promulg el Edicto de Miln y llev a cabo el primer Concilio de Nicea que otorgaron

    legitimidad legal al cristianismo en el imperio romano.4 C. Lvi-Strauss,La identidad. Seminario interdisciplinario College de France 1974-75. En Pujadas, J.J. Etnicidad.

    Identidad cultural de los pueblos, p. 10-11.5 Ibid.6 C.G. Jung,Los arquetipos y lo inconsciente colectivo. Obras Completas, Vol. 9 /I. Ed. Trotta. Pp. 39 y s.7 David Kennedy, The Presbiterian, enero de 1920. En C. Caeque, Dios en Amrica, p. 62.8 Ver Jean Soler, Sacrifices et interdits alimentaires dans la Bible, Hachette, 2006. Les sacrifices p. 87 y s.9 Marcel Detienne,Apolo con el cuchillo en la mano. Akal, Madrid 2001. p. 21 y s.10 Oracin del general Patton (Ejrcito de los Estados Unidos) antes de la batalla de Bastogne contra los alemanes en las

    postrimeras de la segunda guerra mundial. Pierre Miquel,La seconde guerre mondiale, Fayard, 1994.11 Es decir, de la pretendida resistencia de la Iglesia catlica frente a las medidas antirreligiosas del nuevo gobierno de

    mayora nacionalsocialista, con Hitler como canciller.12 En Ian Kershaw, Hitler 1936-1945, p. 15.13 Friedlnder,Nazi Germany and the Jews, p. 146-147. En Mark Roseman, La villa, el lago, la reunin. La conferencia de

    Wansee y la Solucin Final. RBA. Barcelona, 2001. p. 188.

    14 Mircea Eliade, Trait dhistoire des religions, Payot, Paris 1964. p. 24.15 Josemara Escriv, Camino, cap. 28, 617.