reflexiones sobre el corona-virus y sus implicaciones
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COLEGIO DE FILOSOFÍA UVAM-FAAC
ANTOLOGÍA II
REFLEXIONES SOBRE EL CORONA-VIRUS Y SUS IMPLICACIONES EXISTENCIALES Y SOCIALES
CÉLIDA GODINA (COMPILADORA)
UNIVERSIDAD VIRTUAL ATENEA DE MÉXICO
COLEGIO DE FILOSOFÍA
Compiladora de la Antología, reflexiones sobre el corona-virus y sus implicaciones existenciales y sociales CÉLIDA GODINA HERRERA
Ilustración de portada: tomada del sitio de rebelion.org
DATOS DE LA UVAM-FAAC
SECCIÓN D NÚM.16 COL. UNIDAD GUADALUPE, C. P. 72560
PUEBLA, PUEBLA, MÉXICO.
CORREO: [email protected]
PAGINA WEB: WWW.FUNDACIONATENEAONLINE.COM.MX
TEL. 222 2 44.78.18
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ÍNDICE
CÉLIDA GODINA / PRESENTACIÓN 4
MARKUS GABRIEL / EL ORDEN MUNDIAL PREVIO AL VIRUS
ERA LETAL 12
ALAIN BADIOU / SOBRE LA SITUACIÓN
EPIDÉMICA 19
BYUNG-CHUL HAN / LA EMERGENCIA VIRAL Y EL MUNDO
DE MAÑANA. BYUNG-CHUL HAN, EL FILÓSOFO
SURCOREANO QUE PIENSA DESDE BERLÍN 30
YUVAL NOAH HARARI / EL MUNDO DESPUÉS
DEL CORONAVIRUS 45
JESÚS RODOLFO SANTANDER / COMENTARIO A DELIA
RUIZ SOBRE EL TEXTO DE YUVAL NOAH HARARI: ”EL
MUNDO DESPUÉS DEL CORONAVIRUS” 59
JUAN GOROSTIDI BERRONDO / LAS TRAMPAS
INTELECTUALES DEL AUTOR DE 'SAPIENS' POR QUÉ
HARARI NO TIENE RAZÓN (AUNQUE ESTUVIERA
CARGADO DE ELLA) 61
ENTREVISTA A GIORGIO AGAMBEN 68
ENRIQUE DANS / LA SOCIEDAD
2
DE LA VIGILANCIA 74
ELVIRA POLLINA , DOUGLAS BUSVINE / LOS
OPERADORES MÓVILES EUROPEOS COMPARTEN DATOS
PARA LA LUCHA CONTRA EL CORONAVIRUS 77
YAN LIANKE / QUE CUANDO ESTA EPIDEMIA ACABE NOS
QUEDE LA MEMORIA 81
JUAN CRUZ / EL FILÓSOFO DE LA
LECTURA ITALIANO… 91
ANTONIN ARTAUD / EL TEATRO Y LA PESTE 97
LA REDBIOÉTICA SE PRONUNCIA SOBRE EL DERECHO
UNIVERSAL A LA SALUD, EN OCASIÓN DE LA PANDEMIA
COVID 19 102
3
4
PRESENTACIÓN
CÉLIDA GODINA1
Las noticias que aparecen en distintos medios a partir del 31 de enero
de este año tratan del coronavirus, bautizado también como COVID-19.
Por los informativos sabemos que el origen del virus tuvo lugar en China,
que se trasmitió al ser humano por comer un animal (murciélago o
pangolín), es decir, su origen es zoonotico pero hay teorías
“conspirativas” que hablan de que fue creado en un laboratorio.
Día a día nos preguntamos si lo publicado en distintos medios es
verdad o tiene otros fines. Creer que el virus fue inventado en algún
laboratorio no es descabellado toda vez que las armas químicas han sido
utilizadas por grandes potencias para someter al enemigo. Sin embargo,
al no haber pruebas, son meras especulaciones o “teorías de la
sospecha” que alimentan el “imaginario” de analistas de la geopolítica.
Lo cierto que a la fecha, 28 de marzo de 2020, hay 30,000 personas
fallecidas, cerca de 662,000 contagiados y 176 regiones del mundo con
1 Es doctora en filosofía, profesora- investigadora y rectora de la Universidad Virtual Atenea de México.
Líneas de investigación en que trabaja: filosofía de la existencia, filosofía de la técnica, bioética
latinoamericana y estudios de género.
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COVID-19. Se ha confirmado que la población más vulnerable son las
personas mayores y los que tienen enfermedades crónicas (por ejemplo,
diabetes).
En el último mes hemos sido testigos de las declaraciones de altos
funcionarios y médicos que declaran que estamos en “guerra” y que por
esta razón eligen atender a pacientes con más perspectivas de vida que
un viejo, asombroso, digo asombroso porque no puedo aceptar que, en
una situación como la que vivimos, se proteja la vida de una persona
joven y se descarte la vida de una persona vieja, por el sólo hecho de
ser mayor. Estas declaraciones han producido algunos debates, mientras
unos opinan que el factor edad debe ser determinante para “elegir” si
una persona vive o muere…, otros están a favor de considerar distintas
variantes médicas.
Los medios de comunicación informan cada segundo sobre el
número de muertos en el mundo. Las noticias, acompañadas de
imágenes de sufrimiento, dolor y muerte producen pánico, horror,
miedo, al grado de que la sociedad está desgarrada, el miedo a morir
contagiados por un estornudo produce que se vea a cualquier persona
como potencial trasmisor del letal virus. Somos testigos del
desmoronamiento de los lazos sociales, del sacudimiento de las
conciencias y de la parálisis de los cuerpos.
Leemos en las fuentes míticas del pánico que Pan conducía sus
rebaños apaciblemente en Arcadia, país de la tranquilidad y la felicidad.
Pan, dios de los pastores, era mitad hombre, mitad macho cabrío, al
mismo tiempo monstruo y seductor, era virtuoso de la flauta y amante
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insaciable de las ninfas. Sus rasgos inquietaban porque aparecía
súbitamente atrás de un arbusto o inspiraba un terror repentino, es
decir, el pánico. Hoy llamamos pánico al fenómeno que aparece y nos
inquieta porque pone en peligro nuestra estabilidad emocional y
material, trastoca todo.
El coronavirus ha provocado una tensión extrema y el sentimiento
de estar amenazados por el caos, con miedo a que nuestra relativa
seguridad desaparezca. Atomizados como estamos, a través de las redes
sociales llegan mensajes de psicología positiva, mensajes que apelan a
las facultades afectivas como la simpatía, la solidaridad y el amor, lo que
hace pensar que cuando acabe la pandemia la humanidad será otra, del
individualismo pasaremos a una forma de ser que trasciende las
consciencias individuales y las acciones humanas estarán encaminadas
a una mejor convivencia común. Esto último lleva a preguntarnos, si una
vez acabada esta inquietante situación, ¿seremos otros? Personalmente
tengo dudas, la historia nos ha enseñado que en otras pandemias,2
como la peste, la fiebre amarilla de 1800, la gente también se quedó en
casa, rezó, leyó, meditó, bailó, aprendió nuevas formas de ser e hizo
2 Luca Dobry recuerda que: “En un pasaje clave de Vigilar y castigar, de Michel Foucault, se detallan
las medidas que toma el gobierno local de una ciudad francesa en el siglo XVIII para hacer frente y gestionar un brote de peste que ha golpeado a parte de sus habitantes. A saber: confinación al hogar,
prohibición de salida bajo pena de muerte, control total sobre los recursos y su racionamiento, establecimiento y marcaje de una jerarquía y cadena de mando claras y la elaboración de un registro
detallado de los individuos, con sus nombres, edades, domicilios, detalles fisiológicos y estado de salud. Foucault usa este ejemplo para demostrar cómo un período de crisis de este tipo sirve para
poner en práctica e instalar definitivamente una nueva forma de poder: el poder disciplinario y
biopolítico. Es uno que individualiza, numera, hace estadística, ordena en el espacio, determina límites físicos e intelectuales y establece rangos de acceso al conocimiento y, por lo tanto, a la toma de
decisiones. A esta teoría debemos el ya lugar común de que ‘el conocimiento es poder’”. Ver en su artículo: “Ensayo general de distopía”. https://rebelion.org/ensayo-general-de-distopia/ Consultado
el 28 de marzo de 2020.
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promesas para curar su espíritu y curar al mundo que habitaba pues
sintió que lo había dañado…; estos pensamientos duraron poco, la vida
siguió y los conflictos nuevamente aparecieron, guerras sin fin, nuevas
enfermedades, el avance científico tecnológico no tuvo límite y, hoy en
pleno siglo veintiuno, nuestra libertad se encuentra amenazada de
múltiples formas, lamentablemente la gran mayoría de habitantes del
planeta o no están informados, o no les preocupa, si tienen que elegir
entre salud y libertad, eligen la salud, si tienen que elegir entre
seguridad y libertad, eligen seguridad, esta elección trae como
consecuencia que la libertad poco a poco sea el sueño de unos pocos.
Es asombroso cómo los mecanismos de control invaden nuestras
vidas y la gente las acepta sin más, sin cuestionarse. Estas nuevas
formas de control invaden nuestra vida privada y ante estos hechos unas
cuantas voces de protesta se escuchan, la gran mayoría calla. Edward
Snowden, exempleado de la CIA (Agencia Central de Inteligencia de
Norteamérica) y de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional de Vigilancia
de Estados Unidos) fue quien reveló al mundo el sistema de espionaje
de vigilancia masiva que su país realizaba a distintos jefes de estado. En
opinión de Snowden, las herramientas de vigilancia que se emplean
actualmente para dar seguimiento a los portadores del coronavirus, son
similares a los programas de espionaje de la NSA que justifican su
existencia porque dicen luchar contra el terrorismo. Este activista siente
temor de que el estado de emergencia se amplíe y los instrumentos de
control se instalen como un modo de vida, tal como sucede en algunos
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países (China, Corea del Sur, Taiwán, Japón, Hong Kong, USA,
Inglaterra, Alemania, Francia, Suiza…).
Como es bien sabido la inteligencia internacional no sólo vigila sino
almacena millones de registros telefónicos, contactos, fotografías,
mensajes, datos que les permiten crear perfiles de cualquier individuo.
A partir de esta información deducen y recrean modos de vida, país de
origen, edad, sexo, ingresos, gustos. También tienen información sobre
transacciones financieras electrónicas y acceso a cualquier dato
bancario.
Las empresas mundiales de telecomunicaciones y de internet
colaboran con los departamentos de inteligencia internacional, venden
a empresas los datos de sus clientes, por ejemplo, Microsof, Google,
Apple, Facebook, Yahoo, entre otras. Sin embargo, el sistema de
vigilancia ha ido más allá, esto es, las autoridades utilizan tecnología
altamente desarrollada para controlar la vida de las personas, las
aplicaciones que utilizan permiten rastrear y monitorear en tiempo real
a los ciudadanos para “controlar la propagación del coronavirus”. Ya no
es un secreto que el gobierno norteamericano se encuentra en
conversaciones con representantes de Google y otras empresas
tecnológicas para desarrollar procedimientos que usen los datos de
ubicación de un usuario de teléfono móvil para geolocalizarlo, esta
tecnología permitirá a los profesionales de salud analizar la forma en
que se propaga el virus COVID-19. Cabe mencionar que Benjamín
Netanyahu, primer ministro israelí, a través de la agencia de seguridad
doméstica del país, autorizó aprovechar el conjunto de datos que se
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tienen en los teléfonos móviles “para ayudar a rastrear los movimientos
de las personas que han contraído el virus”, a esto último han llamado
“mapeo de distanciamiento social”, lo que ha alarmado a quienes
defienden el derecho a la privacidad de los individuos. Lamentablemente
las tecnologías que están utilizando como apoyo para controlar el
esparcimiento del virus sirven de “ensayo y puesta en práctica de
mecanismos que deberán más que probablemente devenir normalidad”
en nuestras sociedades actuales, la hipervigilancia se convertirá en un
modo de vida que los gobiernos del mundo implementarán y que, más
temprano que tarde, será socialmente aceptada.
Inteligencia artificial, escáneres térmicos, datos biométricos,
geolocalización, big data y otras tecnologías atentan contra la libertad
sin que el usuario lo perciba, simplemente da clic a la casilla siguiente y
otorga su consentimiento voluntario para el procesamiento de datos.
Esta acción tendrá consecuencias si se presenta un problema de tipo
legal, pues no podrá dar marcha atrás, es la “letra chica” del contrato.
La inclinación por la seguridad trae implícita la renuncia por la libertad,
elegir los privilegios adquiridos son razones más fuertes que tener
libertad.
Un artefacto que el ser humano usa continuamente es el teléfono
móvil o teléfono inteligente (smartphone). Este aparato ha cambiado
nuestro modo de ser, de ver, de entender y de aprender. Los teléfonos
se cuentan por millones en el planeta y han pasado de ser un mero
artefacto, producto de la moderna tecnología, a ser un instrumento cuyo
impacto cultural y social ha cambiado la forma de vida tanto de mujeres
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como de hombres. Encontrar el equilibrio entre el móvil como un
accesorio más en la vida humana y móvil como forma de vida es cada
día más difícil.
La pregunta ¿dónde estás? es la pregunta más escuchada hoy en
día. Hace años apareció en el diario una nota periodística que daba
cuenta de que en Cisjordania secuestraron a soldados israelíes. La mujer
de uno de los soldados quiso llamar por teléfono a su esposo para
preguntar dónde se encontraba, grande fue su sorpresa cuando escuchó
una voz desconocida, era la voz de un terrorista que respondió “todo en
orden, acabamos de degollar a su marido”. Los móviles también sirven
para guiar misiles inteligentes que matan a familias en Afganistán. Ni
qué decir del aislamiento deliberado que el uso del móvil produce en la
sociedad actual. La conversación es leyenda…, lo cotidiano es observar
familias, amigos, parejas, hasta salones de clases, donde cada persona
se encuentra atendiendo su teléfono. La desconexión humana
potenciada por este artefacto.
Vivimos una especie de desbarajuste existencial que nos lleva a
pensar que “somos” porque “tenemos” un móvil. Tener un móvil nos da
cobertura (ser-en-el-mundo, en términos heideggerianos, ha cambiado
a ser-conectado) a cambio de pérdida de libertad. En la hora actual del
mundo es obligado tener un móvil, como fantasía orwelliana es lo más
verosímil que existe. El teléfono móvil es el instrumento que más circula
en la vida cotidiana, es “el instrumento absoluto, el útil de los útiles, el
útil utilísimo” que si se cae, si se moja, si lo olvidamos, si lo perdemos,
si se acaba el crédito, si no hay cobertura o si se descompone, caemos
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en una crisis existencial de gran tamaño…, nos ha traído un nuevo modo
de vivir: la conexión total, la vida humana se ha transformado.
Martin Cooper, ingeniero electrónico estadunidense, creó el móvil
en 1973, seguramente no imaginó que su invento traería un cambio de
paradigma. Con el móvil el ser humano se transformó en un homo
celullaris, de relacionarse con el mundo y con sus semejantes de forma
natural, pasó a percibir su entorno inmediato a través de una pantalla,
convirtiéndose dependiente de esta tecnología.
Como sostiene el filósofo Maurizio Ferraris, es posible hablar de
una metafísica del uso del móvil, pues en este artefacto se concentra
escritura, lectura, datos. Además, el móvil posee la técnica que posibilita
estar conectados, fotografiar, grabar, enviar mensajes, entrar a internet
y leer un sinfín de artículos, libros, diarios, etc., todo al alcance de la
mano…, en este aparato se encuentra depositada nuestra vida, los
gobiernos, cada vez más, se valen de los móviles para vigilar y controlar
a los ciudadanos, las consecuencias sociales son inimaginables. Por tal
motivo es urgente reflexionar sobre el peligro de: 1. No considerar
nuestra privacidad como algo valioso; 2. No pensar que los datos que
suministramos son usados en nuestra contra, son una mercancía; 3. No
hacer nada para cambiar esta situación.
Los artículos que conforman esta antología dan cuenta de cómo
la sociedad capitalista normaliza el uso de instrumentos tecnológicos y
las utiliza con distintas finalidades. Les invito a su atenta lectura para
tomar conciencia de la preocupante situación a la que nos adentramos.
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EL ORDEN MUNDIAL PREVIO AL VIRUS ERA LETAL
MARKUS GABRIEL3
Para el filósofo Markus Gabriel, la cadena infecciosa del capitalismo
destruye la naturaleza y atonta a los ciudadanos para convertirlos en
meros consumidores y turistas. El pensador llama a impulsar "una
nueva Ilustración global" que deje atrás un modelo "suicida".
Una pintada en el barrio berlinés de Prenzlauer Berg,
con el Gollum diciendo 'Mi tesoro'. MARKUS SCHREIBER/AP
El orden mundial está trastocado. Por la escala del universo, invisible
para el ojo humano, se propaga un virus cuya verdadera magnitud
3 Markus Gabriel (6 de abril de 1980, Renania-Palatinado) es un filósofo alemán y profesor
universitario de filosofía. Junto al filósofo italiano Maurizio Ferraris, padre de la nueva corriente
filosófica denominada nuevo realismo, encabeza en Alemania este movimiento.
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desconocemos. Nadie sabe cuántas personas están enfermas de
coronavirus, cuántas morirán aún, cuándo se habrá desarrollado una
vacuna, entre otras incertidumbres. Tampoco sabe nadie qué efectos
tendrán para la economía y la democracia las actuales medidas radicales
de un estado de excepción que afecta a toda Europa.
El coronavirus no es una enfermedad infecciosa cualquiera. Es una
pandemia vírica. La palabra pandemia viene del griego antiguo, y
significa "todo el pueblo". En efecto, todo el pueblo, todos los seres
humanos, estamos afectados por igual. Pero precisamente eso es lo que
no hemos entendido si creemos que tiene algún sentido encerrar a la
gente dentro de unas fronteras. ¿Por qué debería causar impresión al
virus que la frontera entre Alemania y Francia esté cerrada? ¿Qué hace
pensar que España sea una unidad que hay que separar de otros países
para contener el patógeno? La respuesta a estas preguntas será que los
sistemas de salud son nacionales y el Estado debe ocuparse de los
enfermos dentro de sus fronteras.
Cierto, pero precisamente ahí reside el problema. Y es que la
pandemia nos afecta a todos; es la demostración de que todos estamos
unidos por un cordón invisible, nuestra condición de seres humanos.
Ante el virus todos somos, efectivamente, iguales; ante el virus los seres
humanos no somos más que eso, seres humanos, es decir, animales de
una determinada especie que ofrece un huésped a una reproducción
mortal para muchos.
14
"En griego, pandemia significa "todo el pueblo". Todos estamos
unidos por un cordón invisible"
Los virus en general plantean un problema metafísico no resuelto.
Nadie sabe si son seres vivos. La razón es que no hay una definición
única de vida. En realidad, nadie sabe dónde comienza. ¿Para tener vida
basta con el ADN o el ARN, o se requiere la existencia de células que se
multipliquen por sí mismas? No lo sabemos, igual que tampoco sabemos
si las plantas, los insectos o incluso nuestro hígado tienen consciencia.
¿Es posible que el ecosistema de la Tierra sea un gigantesco ser vivo?
¿Es el coronavirus una respuesta inmune del planeta a la insolencia del
ser humano, que destruye infinitos seres vivos por codicia?
El coronavirus pone de manifiesto las debilidades sistémicas de la
ideología dominante del siglo XXI. Una de ellas es la creencia errónea
de que el progreso científico y tecnológico por sí solo puede impulsar el
progreso humano y moral. Esta creencia nos incita a confiar en que los
expertos científicos pueden solucionar los problemas sociales comunes.
El coronavirus debería ser una demostración de ello a la vista de todos.
Sin embargo, lo que quedará de manifiesto es que semejante idea es un
peligroso error. Es verdad que tenemos que consultar a los virólogos;
solo ellos pueden ayudarnos a entender el virus y a contenerlo a fin de
salvar vidas humanas. Pero ¿quién los escucha cuando nos dicen que
cada año más de 200.000 niños mueren de diarrea viral porque no
tienen agua potable? ¿Por qué nadie se interesa por esos niños?
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Por desgracia, la respuesta es clara: porque no están en Alemania,
España, Francia o Italia. Sin embargo, esto tampoco es verdad, ya que
se encuentran en campamentos para refugiados situados en territorio
europeo, a los que han llegado huyendo de la situación injusta
provocada por nosotros con nuestro sistema consumista. Sin progreso
moral no hay verdadero progreso. La pandemia nos lo enseña con los
prejuicios racistas que se expresan por doquier. Trump intenta por todos
los medios clasificar el virus como un problema chino; Boris Johnson
piensa que los británicos pueden solucionar la situación por la vía del
darwinismo social y provocar una inmunidad colectiva eugenésica.
Muchos alemanes creen que nuestro sistema sanitario es superior al
italiano y que, por lo tanto, podremos dar mejor respuesta. Estereotipos
peligrosos, prejuicios estúpidos.
Todos vamos en el mismo barco. Esto, no obstante, no es nada
nuevo. El mismo siglo XXI es una pandemia, el resultado de la
globalización. Lo único que hace el virus es poner de manifiesto algo que
viene de lejos: necesitamos concebir una Ilustración global totalmente
nueva. Aquí cabe emplear una expresión de Peter Sloterdijk dándole una
nueva interpretación, y afirmar que no necesitamos un comunismo, sino
un coinmunismo. Para ello tenemos que vacunarnos contra el veneno
mental que nos divide en culturas nacionales, razas, grupos de edad y
clases sociales en mutua competencia. En un acto de solidaridad antes
insospechado en Europa, estamos protegiendo a nuestros enfermos y
nuestros mayores. Por eso metemos a los niños en casa, cerramos los
centros de enseñanza y declaramos el estado de excepción sanitaria.
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Por eso se invierten miles de millones de euros para volver a reactivar
la economía.
Pero si, una vez superado el virus, seguimos actuando como antes,
vendrán crisis mucho más graves: virus peores, cuya aparición no
podremos impedir; la continuación de la guerra económica con Estados
Unidos en la que ya está inmersa la Unión Europea; la proliferación del
racismo y el nacionalismo contra los emigrantes que huyen hacia
nuestros países porque nosotros hemos proporcionado a sus verdugos
el armamento y los conocimientos para fabricar armas químicas. Y, no
lo olvidemos, la crisis climática, mucho más dañina que cualquier virus
porque es el producto del lento autoexterminio del ser humano. El
coronavirus no hará más que frenarla brevemente.
"Si, superado el virus, seguimos actuando igual, vendrán crisis
mucho más graves: virus peores, racismo y nacionalismo"
El orden mundial previo a la pandemia no era normal, sino letal. ¿Por
qué no podemos invertir miles de millones en mejorar nuestra
movilidad? ¿Por qué no utilizar la digitalización para celebrar vía Internet
las reuniones absurdas a las que los jefes de la economía se desplazan
en aviones privados? ¿Cuándo entenderemos por fin que, comparado
con nuestra superstición de que los problemas contemporáneos se
pueden resolver con la ciencia y la tecnología, el peligrosísimo
coronavirus es inofensivo? Necesitamos una nueva Ilustración, todo el
mundo debe recibir una educación ética para que reconozcamos el
enorme peligro que supone seguir a ciegas a la ciencia y a la técnica.
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Por supuesto que estamos haciendo lo correcto al combatir el virus con
todos los medios. De repente hay solidaridad y una oleada de moralidad.
Está bien que sea así, pero al mismo tiempo no debemos olvidar que en
pocas semanas hemos pasado del desdén populista hacia los expertos
científicos a un estado de excepción que un amigo de Nueva York ha
calificado con acierto de "Corea del Norte cientifista".
Tenemos que reconocer que la cadena infecciosa del capitalismo
global destruye nuestra naturaleza y atonta a los ciudadanos de los
Estados nacionales para que nos convirtamos en turistas profesionales
y en consumidores de bienes cuya producción causará a la larga más
muertes que todos los virus juntos. ¿Por qué la solidaridad se despierta
con el conocimiento médico y virológico, pero no con la conciencia
filosófica de que la única salida de la globalización suicida es un orden
mundial que supere la acumulación de estados nacionales enfrentados
entre sí obedeciendo a una estúpida lógica económica cuantitativa?
Cuando pase la pandemia viral necesitaremos una pandemia metafísica,
una unión de todos los pueblos bajo el techo común del cielo del que
nunca podremos evadirnos. Vivimos y seguiremos viviendo en la tierra;
somos y seguiremos siendo mortales y frágiles. Convirtámonos, por
tanto, en ciudadanos del mundo, en cosmopolitas de una pandemia
metafísica. Cualquier otra actitud nos exterminará y ningún virólogo nos
podrá salvar.
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Fuente:
https://elpais.com/cultura/2020/03/21/babelia/1584809233_534841.ht
ml?ssm=TW_CC&fbclid=IwAR14MC-
UIy6KDBgOy3cQTXWv_8pGLvMeaD8XtHAn-cc8-DiSYu3Ldql9Enc
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SOBRE LA SITUACIÓN EPIDÉMICA
ALAIN BADIOU4
(traducido del francés por Luis Martínez Andrade)
Siempre he considerado que la situación actual, marcada por una
pandemia viral, no tenía nada de excepcional. Desde la pandemia -
también viral- del Sida, pasando por la gripe aviaria, el virus del Ébola,
el virus SARS-1, sin mencionar otras (por ejemplo, el regreso del
sarampión o de las tuberculosis que los antibióticos no curan más),
sabemos que el mercado mundial, en conjunto con la existencia de
muchas zonas con un débil sistema médico y la insuficiencia de disciplina
mundial en las vacunas necesarias, produce inevitablemente serias y
desastrosas epidemias (en el caso del Sida, millones de muertes).
Además del hecho de que la situación de la pandemia actual golpea esta
vez a gran escala al llamado mundo occidental, bastante cómodo (hecho
en sí mismo privado de significado nuevo y llamando sobre todo a
lamentaciones sospechosas y tonterías repugnantes en las redes
sociales), no consideraba que más allá de medidas de protección
4 Alain Badiou (Rabat, Protectorado francés de Marruecos, 1937) es
un filósofo, dramaturgo y novelista francés.
20
evidentes y del tiempo que tomará para que el virus desaparezca en la
ausencia de nuevos blancos, habría que montar en cólera.
Por otra parte, el verdadero nombre de la epidemia en curso
debería indicar que ésta muestra en cierto sentido el “nada nuevo bajo
el cielo contemporáneo”. Este verdadero nombre es SARS 2, es decir
“Severe Acute Respiratory Syndrom 2”, nominación que inscribe de
hecho una identificación “en segundo tiempo”, después la epidemia
SARS 1, que se desplegó en el mundo durante la primavera de 2003.
Esta enfermedad fue nombrada en aquel momento como “la primera
enfermedad desconocida del siglo XXI”. Es pues claro que la actual
epidemia no es definitivamente el surgimiento de algo radicalmente
nuevo o increíble. Esta es la segunda de su tipo del siglo y se sitúa en
su origen. Al punto que, actualmente, la única crítica seria en materia
predictiva dirigida a las autoridades es la de no haber apoyado
seriamente, después del SARS 1, la investigación que habría puesto a
disposición del mundo médico los verdaderos medios de acción contra
el SARS 2.
Así que no veía más que hacer que tratar, como todo el mundo,
de confinarme y exhortar a los demás a hacer lo mismo. Respetar sobre
ese particular una estricta disciplina es más que necesario, ya que es un
apoyo y una protección fundamental para todos aquellos que son los
más expuestos: por supuesto, todo el personal ligado a cuestiones de
salud, que está directamente en el frente, las personas infectadas, pero
también los más débiles, como las personas de edad avanzada,
principalmente en las residencias, y todos aquellos que acuden al trabajo
21
y corren el riesgo de ser contagiados. Esta disciplina de aquellos que
pueden obedecer al imperativo “quedarse en casa” debe también
encontrar y proponer los medios para que aquellos que “no tienen casa”
puedan encontrar un refugio seguro. Podemos pensar para eso la
disposición general de los hoteles.
Estas obligaciones son, es cierto, cada vez más imperativas, pero
no implican, al menos en un primer examen, grandes esfuerzos de
análisis o constitución de un pensamiento nuevo.
Pero ahora, realmente, leo demasiadas cosas, escucho demasiadas
cosas, incluyendo en mi entorno, que me desconciertan por la
perturbación que expresan y por su inadecuación total, francamente
simples, en relación con la situación en la que nos encontramos.
Estas declaraciones perentorias, estos llamados patéticos, estas
acusaciones enfáticas son de diferente tipo, pero todas tienen en común
un curioso desdén por la aterradora simplicidad, y por ausencia de
novedad sobre la situación epidémica actual. Sea que éstas son
innecesariamente serviles a los poderes, que de hecho solo hacen
aquello a lo que les empuja la naturaleza del fenómeno. Sea que éstas
sacan a relucir al planeta y su mística, y no nos hace avanzar en nada.
Sea que éstas responsabilizan al pobre [Emmanuel] Macron, quien no
hace, ni peor que otro, que su trabajo de jefe de Estado en tiempos de
guerra o de epidemia. Sea que claman por el evento fundador de una
revolución increíble, que no vemos qué conexión tendría con el
exterminio del virus, del cual, además, nuestros “revolucionarios” no
tienen el mínimo medio nuevo. Sea que éstas se hunden en un
22
pesimismo del fin del mundo. O están exasperados en el punto de que
el “primero yo”, la regla de oro de la ideología contemporánea, no tiene
ningún interés, no ayuda e incluso puede aparecer como cómplice de
una continuación indefinida del mal.
Parece que la prueba epidémica disuelve en todas partes la
actividad intrínseca de la Razón, y que obliga a los sujetos a regresar a
los tristes efectos (misticismo, fabulaciones, rezos, profecías y
maldiciones) que en la Edad Media eran habituales cuando la peste
barría los territorios.
De repente, me siento obligado a reagrupar algunas ideas simples.
Con mucho gusto diría: cartesianas.
Aceptemos comenzar por definir el problema, muy mal definido, por
cierto, y por consiguiente tratado de manera errónea. Una epidemia es
compleja porque siempre es un punto de articulación entre
determinaciones naturales y determinaciones sociales. Su análisis
completo es transversal: debemos captar los puntos donde las dos
determinaciones se cruzan para obtener las consecuencias.
Por ejemplo, el punto inicial de la epidemia actual se sitúa muy
probablemente en los mercados de la provincia de Wuhan. Los mercados
chinos todavía son conocidos por su peligrosa suciedad y por su
incontenible gusto por la venta al aire libre de todo tipo de animales
vivos amontonados. Por tanto, el virus se encontró en algún momento
presente, en una forma animal legada por los murciélagos, en un
ambiente popular muy denso y con una higiene precaria.
23
La llegada natural del virus de una especie a otra transita luego
hacia la especie humana. ¿Exactamente, cómo? No lo sabemos todavía
y solo los procedimientos científicos nos los dirán. Estigmaticemos de
pasada, todos aquellos que lanzan, en redes del internet, las fabulas
típicamente racistas, respaldadas por imágenes manipuladas según las
cuales todo proviene de que los chinos comen murciélagos casi vivos…
Este tránsito local entre especies animales hasta el hombre
constituye el punto de origen de todo el asunto. Después de lo cual, solo
opera un dato fundamental del mundo contemporáneo: el acceso del
capitalismo de Estado chino a un rango imperial, es decir, una presencia
intensa y universal en el mercado mundial. De ahí las innumerables
redes de difusión, evidentemente antes de que el gobierno chino pudiera
limitar totalmente el punto de origen (de hecho, una provincia entera,
40 millones de personas), lo que, sin embargo, terminará haciendo con
éxito, pero demasiado tarde para evitar que la epidemia pudiera partir
sobre otros caminos -y aviones y barcos- de la existencia mundial.
Un detalle revelador de aquello que llamo la doble articulación de
una epidemia: hoy, el SARS-2 está suprimido en Wuhan, pero hay
muchos casos en Shanghái, principalmente debido a personas, chinos
en general, provenientes del extranjero. China es pues un lugar donde
observamos el anudamiento, por una razón arcaica y luego moderna,
entre un cruce naturaleza-sociedad en los mercados mal mantenidos, de
manera antigua, causa de la aparición de la infección, y una difusión
planetaria de ese punto de origen, acarreada por el mercado mundial
capitalista y sus desplazamientos tan rápidos como incesantes.
24
Enseguida, entramos en la etapa donde los Estados intentan,
localmente, frenar esta difusión. Tengamos en cuenta que esta
determinación sigue siendo fundamentalmente local, a pesar que la
epidemia es transversal. A pesar de la existencia de algunas autoridades
transnacionales, es claro que son los Estados burgueses locales que se
encuentran dispuestos a atacar.
Aquí llegamos a una contradicción mayor del mundo
contemporáneo: la economía, incluido el proceso de producción en masa
de objetos manufacturados, es parte del mercado mundial. Sabemos
que la simple fabricación de un teléfono móvil moviliza el trabajo y los
recursos, incluyendo minerales, al menos en siete estados diferentes.
Pero, por otro lado, los poderes políticos siguen siendo esencialmente
nacionales. Y la rivalidad de los imperialismos, antiguos (Europa y
Estados Unidos) y nuevos (China, Japón…) prohíbe todo proceso de un
Estado capitalista mundial. La epidemia también supone un momento
donde esta contradicción entre economía y política es obvia. Incluso los
países europeos no logran ajustar sus políticas a tiempo para enfrentar
al virus.
Bajo esta contradicción, los Estados nacionales intentar hacer
frente a la situación epidémica respetando al máximo los mecanismos
del Capital, aunque la naturaleza del riesgo los obliga a modificar el estilo
y los actos del poder.
Sabemos desde hace mucho tiempo que, en caso de guerra entre
países, el Estado debe imponer, no solamente a las masas populares
sino también a los burgueses, restricciones importantes para salvar al
25
capitalismo local. Las industrias son casi nacionalizadas en beneficio de
una producción de armamentos desencadenada pero que no produce
ningún plusvalor monetario en ese momento. Una gran cantidad de
burgueses son movilizados como oficiales y expuestos a la muerte. Los
científicos buscan, noche y día, inventar nuevas armas. Un buen número
de intelectuales y de artistas son requeridos para alimentar la
propaganda nacional, etcétera.
Frente a una epidemia, este tipo de reflejo estatal es inevitable. Es
por ello que, contrariamente a lo que se dice, las declaraciones de
[Emmanuel] Macron o de [Édouard] Philippe sobre el Estado que de
repente se ha convertido en un estado “de bienestar”, un gasto de apoyo
a las personas sin trabajo o a los autónomos que cierran su negocio,
comprometiendo cien o doscientos millones del dinero del Estado, el
anuncio de “nacionalización”: todo ello no tiene nada de asombroso, ni
de paradójico. Y se deduce que la metáfora de [Emmanuel] Macron,
“estamos en guerra”, es correcta: Guerra o epidemia, el Estado es
obligado, incluso yendo más allá el juego normal de su naturaleza de
clase, a aplicar prácticas tanto más autoritarias como más globales para
evitar una catástrofe estratégica.
Es una consecuencia perfectamente lógica de la situación, cuyo
objetivo es frenar la epidemia (ganar la guerra, para retomar la metáfora
de Macron), lo más seguro posible, todo esto dejando sin trastocar el
orden social establecido. No se trata de una comedia, es una necesidad
impuesta por la difusión de un proceso mortal que cruza la naturaleza
(de ahí el papel eminente de los científicos en este asunto) y del orden
26
social (de ahí la intervención autoritaria, y ella no puede ser otra cosa,
del Estado).
La aparición en este esfuerzo de grandes deficiencias es inevitable.
Por ejemplo, la falta de máscaras protectoras o la ineficiencia en el
internamiento en los hospitales. ¿Pero quién puede jactarse realmente
de haber “previsto” este tipo de cosas? De cierta manera, el Estado no
había previsto la situación actual, es cierto. Incluso, se puede decir que,
debilitando -desde hace décadas- el aparato nacional de salud, y en
verdad todos los sectores del Estado que estaban al servicio del interés
general, habían actuado como si nada parecido a una pandemia
devastadora pudieran afectar a nuestro país. Lo que es erróneo, no
solamente bajo su forma Macron, sino bajo la de todos los que lo habían
precedido, por lo menos, desde hace treinta años.
Pero todavía es correcto mencionar aquí que nadie había previsto,
o imaginado, el desarrollo en Francia de una pandemia de este tipo,
salvo quizá algunos sabios aislados. Muchos pensaban probablemente
que este tipo de historia era válida para una África tenebrosa o la Chinta
totalitaria, pero no para la democrática Europa. Y seguramente no son
los izquierdistas (o los chalecos amarillos, o incluso los sindicalistas) los
que pueden tener un derecho particular para pasar por alto este punto
y continuar haciendo ruido a Macron, su ridículo objetivo desde siempre.
Ellos tampoco lo vieron venir. Al contrario: mientras la epidemia ya
estaba en marcha en China, ellos multiplicaron hasta muy recientemente
los reagrupamientos incontrolados y las manifestaciones ruidosas, eso
debería de evitar hoy, sean lo que sean, que desfilen frente a las
27
demoras impuestas por el poder para tomar las medidas de aquello que
sucedía. En realidad, ninguna fuerza política en Francia, había tomado
esta medida ante el Estado macroniano.
Del lado de este Estado, la situación es aquella donde el Estado
burgués debe, explícitamente y públicamente, hacer prevaler los
intereses, de alguna manera, más generales que de aquellos de la
burguesía, mientras preserva estratégicamente, en el futuro, la primacía
de los intereses de clase de los cuales este Estado representa la forma
general. O, en otras palabras, la coyuntura obliga al Estado a no poder
manejar la situación de otra forma que integrando los intereses de clase,
de la cual él es el representante de poder, en los intereses más
generales, y eso debido a la existencia interna de un “enemigo” de suyo
general, que puede ser, en tiempos de guerra, el invasor extranjero y
que es, en la situación presente, el virus SARS- 2.
Este tipo de situación (guerra mundial o epidemia mundial) es
particularmente “neutral” en el plano político. Las guerras del pasado
solo han provocado la revolución en dos casos, si se puede decir
excéntricos en comparación con lo que fueron las potencias imperiales:
Rusia y China. En el caso ruso, eso fue porque el poder zarista era, en
todos los aspectos y durante mucho tiempo, atrasado, incluso como
poder posiblemente ajustado al nacimiento de un verdadero capitalismo
en ese inmenso país. Y, por otro lado, existía con los bolcheviques, una
vanguardia política moderna, fuertemente estructurada por líderes
notables. En el caso chino, la guerra revolucionaria interior precedió la
guerra mundial y el Partido comunista, en 1940, ya estaba a la cabeza
28
de un ejército popular probado. Empero, en ninguna potencia occidental
la guerra provocó una revolución victoriosa. Incluso, en el país derrotado
en 1918, Alemania, la insurrección espartaquista fue rápidamente
aplastada.
La lección de todo esto es clara: la epidemia actual no tendrá,
como tal, como epidemia, ninguna consecuencia política significativa en
un país como Francia. Incluso, suponiendo que nuestra burguesía
piense, dado el aumento de gruñidos sin forma y de las consignas
inconsistentes pero generalizadas, que ha llegado el momento de
deshacerse de Macron, esto no representará absolutamente un cambio
significativo. Los candidatos “políticamente correctos” se encuentran
detrás de escena, al igual que los defensores de las formas más mohosas
de un “nacionalismo” obsoleto y repugnante.
En cuanto a nosotros, que deseamos un cambio real en los hechos
políticos en este país, hay que aprovechar el interludio epidémico, e
incluso, el confinamiento (por supuesto, necesario), para trabajar en
nuevas figuras de la política, en el proyecto de lugares políticos nuevos
y en el progreso transnacional de una tercera etapa del comunismo,
después de aquella brillante de su invención, y de aquella, interesante
pero finalmente vencida de su experimentación estatal.
También implicará una crítica rigurosa de toda idea que plantee
que fenómenos como una epidemia abren algo políticamente innovador
por ellos mismos. Además de la transmisión general de los datos
científicos de la epidemia, sólo quedará la fuerza política de nuevas
afirmaciones y convicciones nuevas en lo que respecta a los hospitales
29
y a la salud pública, las escuelas y la educación igualitaria, el cuidado de
los ancianos y otras cuestiones del mismo género. Estas son las únicas
que podrían articularse en un balance de las debilidades peligrosas
puestas a la luz por la situación actual.
Por cierto, mostraremos con valentía, públicamente, que las
pretendidas “redes sociales” muestran una vez más que ellas son
(además del hecho de que engordan a los multimillonarios del momento)
un lugar de propagación de la parálisis mental fanfarrona, de los
rumores fuera de control, del descubrimiento de las “novedades”
antediluvianas, cuando no es más que simple oscurantismo fascista.
Demos crédito, incluso y sobre todo confinados, únicamente a las
verdades verificables de la ciencia y a las perspectivas fundadas sobre
una nueva política, de sus experiencias localizadas y de su objetivo
estratégico.
Fuente: https://lavoragine.net/sobre-la-situacion-
epidemica/?fbclid=IwAR3rao0epgviv28DNLSIQVZhkdYvagnj9crRJYisu5
JJ_9LhLIFi_cnpJDQ
30
LA EMERGENCIA
VIRAL Y EL MUNDO DE MAÑANA. BYUNG-
CHUL HAN, EL FILÓSOFO
SURCOREANO QUE PIENSA DESDE
BERLÍN
BYUNG-CHUL HAN5
Un oficial de policía vigila ante un cartel el pasado 23 de enero en Pekín.
KEVIN FRAYER/GETTY IMAGES
Los países asiáticos están gestionando mejor esta crisis que Occidente.
Mientras allí se trabaja con datos y mascarillas, aquí se llega tarde y se
levantan fronteras
El coronavirus está poniendo a prueba nuestro sistema. Al parecer
Asia tiene mejor controlada la pandemia que Europa. En Hong Kong,
Taiwán y Singapur hay muy pocos infectados. En Taiwán se registran
108 casos y en Hong Kong 193. En Alemania, por el contrario, tras un
período de tiempo mucho más breve hay ya 15.320 casos confirmados,
y en España 19.980 (datos del 20 de marzo). También Corea del Sur ha
superado ya la peor fase, lo mismo que Japón. Incluso China, el país de
origen de la pandemia, la tiene ya bastante controlada. Pero ni en
5 Byung-Chul Han (o Pyong-Chol Han) (Seúl, 1959) es un filósofo y ensayista surcoreano experto en estudios culturales y profesor de la Universidad de las Artes de Berlín. Escribe en idioma alemán y está considerado como uno de los filósofos más destacados del pensamiento contemporáneo por su crítica al capitalismo, la sociedad del trabajo, la tecnología y la hipertransparencia.
31
Taiwán ni en Corea se ha decretado la prohibición de salir de casa ni se
han cerrado las tiendas y los restaurantes. Entre tanto ha comenzado
un éxodo de asiáticos que salen de Europa. Chinos y coreanos quieren
regresar a sus países, porque ahí se sienten más seguros. Los precios
de los vuelos se han multiplicado. Ya apenas se pueden conseguir
billetes de vuelo para China o Corea.
Europa está fracasando. Las cifras de infectados aumentan
exponencialmente. Parece que Europa no puede controlar la
pandemia. En Italia mueren a diario cientos de personas. Quitan los
respiradores a los pacientes ancianos para ayudar a los jóvenes. Pero
también cabe observar sobreactuaciones inútiles. Los cierres de
fronteras son evidentemente una expresión desesperada de soberanía.
Nos sentimos de vuelta en la época de la soberanía. El soberano es quien
decide sobre el estado de excepción. Es soberano quien cierra fronteras.
Pero eso es una huera exhibición de soberanía que no sirve de nada.
Serviría de mucha más ayuda cooperar intensamente dentro de la
Eurozona que cerrar fronteras a lo loco. Entre tanto también Europa ha
decretado la prohibición de entrada a extranjeros: un acto totalmente
absurdo en vista del hecho de que Europa es precisamente adonde nadie
quiere venir. Como mucho, sería más sensato decretar la prohibición de
salidas de europeos, para proteger al mundo de Europa. Después de
todo, Europa es en estos momentos el epicentro de la pandemia.
32
Las ventajas de Asia
En comparación con Europa, ¿qué ventajas ofrece el sistema de Asia
que resulten eficientes para combatir la pandemia? Estados asiáticos
como Japón, Corea, China, Hong Kong, Taiwán o Singapur tienen una
mentalidad autoritaria, que les viene de su tradición cultural
(confucianismo). Las personas son menos renuentes y más obedientes
que en Europa. También confían más en el Estado. Y no solo en China,
sino también en Corea o en Japón la vida cotidiana está organizada
mucho más estrictamente que en Europa. Sobre todo, para enfrentarse
al virus los asiáticos apuestan fuertemente por la vigilancia digital.
Sospechan que en el big data podría encerrarse un potencial enorme
para defenderse de la pandemia. Se podría decir que en Asia las
epidemias no las combaten solo los virólogos y epidemiólogos, sino
sobre todo también los informáticos y los especialistas en macrodatos.
Un cambio de paradigma del que Europa todavía no se ha enterado. Los
apologetas de la vigilancia digital proclamarían que el big data salva
vidas humanas.
Varios ciudadanos, todos ellos con mascarilla, hacen cola para coger el autobús el pasado 20 de
marzo en Pekín.KEVIN FRAYER / GETTY IMAGES
33
La conciencia crítica ante la vigilancia digital es en Asia prácticamente
inexistente. Apenas se habla ya de protección de datos, incluso en
Estados liberales como Japón y Corea. Nadie se enoja por el frenesí de
las autoridades para recopilar datos. Entre tanto China ha introducido
un sistema de crédito social inimaginable para los europeos, que permite
una valoración o una evaluación exhaustiva de los ciudadanos. Cada
ciudadano debe ser evaluado consecuentemente en su conducta social.
En China no hay ningún momento de la vida cotidiana que no esté
sometido a observación. Se controla cada clic, cada compra, cada
contacto, cada actividad en las redes sociales. A quien cruza con el
semáforo en rojo, a quien tiene trato con críticos del régimen o a quien
pone comentarios críticos en las redes sociales le quitan puntos.
Entonces la vida puede llegar a ser muy peligrosa. Por el contrario, a
quien compra por Internet alimentos sanos o lee periódicos afines al
régimen le dan puntos. Quien tiene suficientes puntos obtiene un visado
de viaje o créditos baratos. Por el contrario, quien cae por debajo de un
determinado número de puntos podría perder su trabajo. En China es
posible esta vigilancia social porque se produce un irrestricto intercambio
de datos entre los proveedores de Internet y de telefonía móvil y las
autoridades. Prácticamente no existe la protección de datos. En el
vocabulario de los chinos no aparece el término “esfera privada”.
En China hay 200 millones de cámaras de vigilancia, muchas de
ellas provistas de una técnica muy eficiente de reconocimiento facial.
Captan incluso los lunares en el rostro. No es posible escapar de la
cámara de vigilancia. Estas cámaras dotadas de inteligencia artificial
34
pueden observar y evaluar a todo ciudadano en los espacios públicos,
en las tiendas, en las calles, en las estaciones y en los aeropuertos.
Toda la infraestructura para la vigilancia digital ha resultado ser
ahora sumamente eficaz para contener la epidemia. Cuando alguien sale
de la estación de Pekín es captado automáticamente por una cámara
que mide su temperatura corporal. Si la temperatura es preocupante
todas las personas que iban sentadas en el mismo vagón reciben una
notificación en sus teléfonos móviles. No en vano el sistema sabe quién
iba sentado dónde en el tren. Las redes sociales cuentan que incluso se
están usando drones para controlar las cuarentenas. Si uno rompe
clandestinamente la cuarentena un dron se dirige volando a él y le
ordena regresar a su vivienda. Quizá incluso le imprima una multa y se
la deje caer volando, quién sabe. Una situación que para los europeos
sería distópica, pero a la que, por lo visto, no se ofrece resistencia en
China.
Los Estados asiáticos tienen una mentalidad autoritaria. Y los
ciudadanos son más obedientes
Ni en China ni en otros Estados asiáticos como Corea del Sur, Hong
Kong, Singapur, Taiwán o Japón existe una conciencia crítica ante la
vigilancia digital o el big data. La digitalización directamente los
embriaga. Eso obedece también a un motivo cultural. En Asia impera el
colectivismo. No hay un individualismo acentuado. No es lo mismo el
individualismo que el egoísmo, que por supuesto también está muy
propagado en Asia.
35
Al parecer el big data resulta más eficaz para combatir el virus
que los absurdos cierres de fronteras que en estos momentos se están
efectuando en Europa. Sin embargo, a causa de la protección de datos
no es posible en Europa un combate digital del virus comparable al
asiático. Los proveedores chinos de telefonía móvil y de Internet
comparten los datos sensibles de sus clientes con los servicios de
seguridad y con los ministerios de salud. El Estado sabe por tanto dónde
estoy, con quién me encuentro, qué hago, qué busco, en qué pienso,
qué como, qué compro, adónde me dirijo. Es posible que en el futuro el
Estado controle también la temperatura corporal, el peso, el nivel de
azúcar en la sangre, etc. Una biopolítica digital que acompaña a la
psicopolítica digital que controla activamente a las personas.
En Wuhan se han formado miles de equipos de investigación
digitales que buscan posibles infectados basándose solo en datos
técnicos. Basándose únicamente en análisis de macrodatos averiguan
quiénes son potenciales infectados, quiénes tienen que seguir siendo
observados y eventualmente ser aislados en cuarentena. También por
cuanto respecta a la pandemia el futuro está en la digitalización. A la
vista de la epidemia quizá deberíamos redefinir incluso la soberanía. Es
soberano quien dispone de datos. Cuando Europa proclama el estado de
alarma o cierra fronteras sigue aferrada a viejos modelos de soberanía.
La lección de la epidemia debería devolver la fabricación de
ciertos productos médicos y farmacéuticos a Europa
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No solo en China, sino también en otros países asiáticos la vigilancia
digital se emplea a fondo para contener la epidemia. En Taiwán el Estado
envía simultáneamente a todos los ciudadanos un SMS para localizar a
las personas que han tenido contacto con infectados o para informar
acerca de los lugares y edificios donde ha habido personas contagiadas.
Ya en una fase muy temprana, Taiwán empleó una conexión de diversos
datos para localizar a posibles infectados en función de los viajes que
hubieran hecho. Quien se aproxima en Corea a un edificio en el que ha
estado un infectado recibe a través de la “Corona-app” una señal de
alarma. Todos los lugares donde ha habido infectados están registrados
en la aplicación. No se tiene muy en cuenta la protección de datos ni la
esfera privada. En todos los edificios de Corea hay instaladas cámaras
de vigilancia en cada piso, en cada oficina o en cada tienda. Es
prácticamente imposible moverse en espacios públicos sin ser filmado
por una cámara de vídeo. Con los datos del teléfono móvil y del material
filmado por vídeo se puede crear el perfil de movimiento completo de
un infectado. Se publican los movimientos de todos los infectados.
Puede suceder que se destapen amoríos secretos. En las oficinas del
ministerio de salud coreano hay unas personas llamadas “tracker” que
día y noche no hacen otra cosa que mirar el material filmado por vídeo
para completar el perfil del movimiento de los infectados y localizar a las
personas que han tenido contacto con ellos.
Ha comenzado un éxodo de asiáticos en Europa. Quieren
regresar a sus países porque ahí se sienten más seguros
37
Una diferencia llamativa entre Asia y Europa son sobre todo las
mascarillas protectoras. En Corea no hay prácticamente nadie que vaya
por ahí sin mascarillas respiratorias especiales capaces de filtrar el aire
de virus. No son las habituales mascarillas quirúrgicas, sino unas
mascarillas protectoras especiales con filtros, que también llevan los
médicos que tratan a los infectados. Durante las últimas semanas, el
tema prioritario en Corea era el suministro de mascarillas para la
población. Delante de las farmacias se formaban colas enormes. Los
políticos eran valorados en función de la rapidez con la que las
suministraban a toda la población. Se construyeron a toda prisa nuevas
máquinas para su fabricación. De momento parece que el suministro
funciona bien. Hay incluso una aplicación que informa de en qué
farmacia cercana se pueden conseguir aún mascarillas. Creo que las
mascarillas protectoras, de las que se ha suministrado en Asia a toda la
población, han contribuido de forma decisiva a contener la epidemia.
Los coreanos llevan mascarillas protectoras antivirus incluso en los
puestos de trabajo. Hasta los políticos hacen sus apariciones públicas
solo con mascarillas protectoras. También el presidente coreano la lleva
para dar ejemplo, incluso en las conferencias de prensa. En Corea lo
ponen verde a uno si no lleva mascarilla. Por el contrario, en Europa se
dice a menudo que no sirven de mucho, lo cual es un disparate. ¿Por
qué llevan entonces los médicos las mascarillas protectoras? Pero hay
que cambiarse de mascarilla con suficiente frecuencia, porque cuando
se humedecen pierden su función filtrante. No obstante, los coreanos ya
han desarrollado una “mascarilla para el coronavirus” hecha de nano-
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filtros que incluso se puede lavar. Se dice que puede proteger a las
personas del virus durante un mes. En realidad es muy buena solución
mientras no haya vacunas ni medicamentos. En Europa, por el contrario,
incluso los médicos tienen que viajar a Rusia para conseguirlas. Macron
ha mandado confiscar mascarillas para distribuirlas entre el personal
sanitario. Pero lo que recibieron luego fueron mascarillas normales sin
filtro con la indicación de que bastarían para proteger del coronavirus,
lo cual es una mentira. Europa está fracasando. ¿De qué sirve cerrar
tiendas y restaurantes si las personas se siguen aglomerando en el
metro o en el autobús durante las horas punta? ¿Cómo guardar ahí la
distancia necesaria? Hasta en los supermercados resulta casi imposible.
En una situación así, las mascarillas protectoras salvarían realmente
vidas humanas. Está surgiendo una sociedad de dos clases. Quien tiene
coche propio se expone a menos riesgo. Incluso las mascarillas normales
servirían de mucho si las llevaran los infectados, porque entonces no
lanzarían los virus afuera.
En la época de las ‘fake news’, surge una apatía hacia la
realidad. Aquí, un virus real, no informático, causa conmoción
En los países europeos casi nadie lleva mascarilla. Hay algunos que las
llevan, pero son asiáticos. Mis paisanos residentes en Europa se quejan
de que los miran con extrañeza cuando las llevan. Tras esto hay una
diferencia cultural. En Europa impera un individualismo que trae
aparejada la costumbre de llevar la cara descubierta. Los únicos que van
enmascarados son los criminales. Pero ahora, viendo imágenes de
39
Corea, me he acostumbrado tanto a ver personas enmascaradas que la
faz descubierta de mis conciudadanos europeos me resulta casi obscena.
También a mí me gustaría llevar mascarilla protectora, pero aquí ya no
se encuentran.
En el pasado, la fabricación de mascarillas, igual que la de tantos
otros productos, se externalizó a China. Por eso ahora en Europa no se
consiguen mascarillas. Los Estados asiáticos están tratando de proveer
a toda la población de mascarillas protectoras. En China, cuando
también ahí empezaron a ser escasas, incluso reequiparon fábricas para
producir mascarillas. En Europa ni siquiera el personal sanitario las
consigue. Mientras las personas se sigan aglomerando en los autobuses
o en los metros para ir al trabajo sin mascarillas protectoras, la
prohibición de salir de casa lógicamente no servirá de mucho. ¿Cómo se
puede guardar la distancia necesaria en los autobuses o en el metro en
las horas punta? Y una enseñanza que deberíamos sacar de la pandemia
debería ser la conveniencia de volver a traer a Europa la producción de
determinados productos, como mascarillas protectoras o productos
medicinales y farmacéuticos.
A pesar de todo el riesgo, que no se debe minimizar, el pánico que
ha desatado la pandemia de coronavirus es desproporcionado. Ni
siquiera la “gripe española”, que fue mucho más letal, tuvo efectos tan
devastadores sobre la economía. ¿A qué se debe en realidad esto? ¿Por
qué el mundo reacciona con un pánico tan desmesurado a un virus?
Emmanuel Macron habla incluso de guerra y del enemigo invisible que
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tenemos que derrotar. ¿Nos hallamos ante un regreso del enemigo? La
“gripe española” se desencadenó en plena Primera Guerra Mundial. En
aquel momento todo el mundo estaba rodeado de enemigos. Nadie
habría asociado la epidemia con una guerra o con un enemigo. Pero hoy
vivimos en una sociedad totalmente distinta.
En realidad hemos estado viviendo durante mucho tiempo sin
enemigos. La guerra fría terminó hace mucho. Últimamente incluso el
terrorismo islámico parecía haberse desplazado a zonas lejanas. Hace
exactamente diez años sostuve en mi ensayo La sociedad del
cansancio la tesis de que vivimos en una época en la que ha perdido su
vigencia el paradigma inmunológico, que se basa en la negatividad del
enemigo. Como en los tiempos de la guerra fría, la sociedad organizada
inmunológicamente se caracteriza por vivir rodeada de fronteras y de
vallas, que impiden la circulación acelerada de mercancías y de capital.
La globalización suprime todos estos umbrales inmunitarios para dar vía
libre al capital. Incluso la promiscuidad y la permisividad generalizadas,
que hoy se propagan por todos los ámbitos vitales, eliminan la
negatividad del desconocido o del enemigo. Los peligros no acechan hoy
desde la negatividad del enemigo, sino desde el exceso de positividad,
que se expresa como exceso de rendimiento, exceso de producción y
exceso de comunicación. La negatividad del enemigo no tiene cabida en
nuestra sociedad ilimitadamente permisiva. La represión a cargo de
otros deja paso a la depresión, la explotación por otros deja paso a la
autoexplotación voluntaria y a la autooptimización. En la sociedad del
rendimiento uno guerrea sobre todo contra sí mismo.
41
Umbrales inmunológicos y cierre de fronteras.
Pues bien, en medio de esta sociedad tan debilitada inmunológicamente
a causa del capitalismo global irrumpe de pronto el virus. Llenos de
pánico, volvemos a erigir umbrales inmunológicos y a cerrar fronteras.
El enemigo ha vuelto. Ya no guerreamos contra nosotros mismos, sino
contra el enemigo invisible que viene de fuera. El pánico desmedido en
vista del virus es una reacción inmunitaria social, e incluso global, al
nuevo enemigo. La reacción inmunitaria es tan violenta porque hemos
vivido durante mucho tiempo en una sociedad sin enemigos, en una
sociedad de la positividad, y ahora el virus se percibe como un terror
permanente.
Pero hay otro motivo para el tremendo pánico. De nuevo tiene que
ver con la digitalización. La digitalización elimina la realidad. La realidad
se experimenta gracias a la resistencia que ofrece, y que también puede
resultar dolorosa. La digitalización, toda la cultura del “me gusta”,
suprime la negatividad de la resistencia. Y en la época posfáctica de
las fake news y los deepfakes surge una apatía hacia la realidad. Así
pues, aquí es un virus real, y no un virus de ordenador, el que causa
una conmoción. La realidad, la resistencia, vuelve a hacerse notar en
forma de un virus enemigo. La violenta y exagerada reacción de pánico
al virus se explica en función de esta conmoción por la realidad.
La reacción pánica de los mercados financieros a la epidemia es
además la expresión de aquel pánico que ya es inherente a ellos. Las
convulsiones extremas en la economía mundial hacen que esta sea muy
42
vulnerable. A pesar de la curva constantemente creciente del índice
bursátil, la arriesgada política monetaria de los bancos emisores ha
generado en los últimos años un pánico reprimido que estaba
aguardando al estallido. Probablemente el virus no sea más que la
pequeña gota que ha colmado el vaso. Lo que se refleja en el pánico del
mercado financiero no es tanto el miedo al virus cuanto el miedo a sí
mismo. El crash se podría haber producido también sin el virus. Quizá el
virus solo sea el preludio de un crash mucho mayor.
Zizek afirma que el virus asesta un golpe mortal al capitalismo,
y evoca un oscuro comunismo. Se equivoca
Žižek afirma que el virus ha asestado al capitalismo un golpe mortal, y
evoca un oscuro comunismo. Cree incluso que el virus podría hacer caer
el régimen chino. Žižek se equivoca. Nada de eso sucederá. China podrá
vender ahora su Estado policial digital como un modelo de éxito contra
la pandemia. China exhibirá la superioridad de su sistema aún con más
orgullo. Y tras la pandemia, el capitalismo continuará aún con más
pujanza. Y los turistas seguirán pisoteando el planeta. El virus no puede
reemplazar a la razón. Es posible que incluso nos llegue además a
Occidente el Estado policial digital al estilo chino. Como ya ha dicho
Naomi Klein, la conmoción es un momento propicio que permite
establecer un nuevo sistema de gobierno. También la instauración del
neoliberalismo vino precedida a menudo de crisis que causaron
conmociones. Es lo que sucedió en Corea o en Grecia. Ojalá que tras la
conmoción que ha causado este virus no llegue a Europa un régimen
43
policial digital como el chino. Si llegara a suceder eso, como teme Giorgio
Agamben, el estado de excepción pasaría a ser la situación normal.
Entonces el virus habría logrado lo que ni siquiera el terrorismo islámico
consiguió del todo.
El virus no vencerá al capitalismo. La revolución viral no llegará a
producirse. Ningún virus es capaz de hacer la revolución. El virus nos
aísla e individualiza. No genera ningún sentimiento colectivo fuerte. De
algún modo, cada uno se preocupa solo de su propia supervivencia. La
solidaridad consistente en guardar distancias mutuas no es una
solidaridad que permita soñar con una sociedad distinta, más pacífica,
más justa. No podemos dejar la revolución en manos del virus.
Confiemos en que tras el virus venga una revolución humana. Somos
NOSOTROS, PERSONAS dotadas de RAZÓN, quienes tenemos que
repensar y restringir radicalmente el capitalismo destructivo, y también
nuestra ilimitada y destructiva movilidad, para salvarnos a nosotros,
para salvar el clima y nuestro bello planeta.
Byung-Chul Han es un filósofo y ensayista surcoreano que imparte
clases en la Universidad de las Artes de Berlín. Autor, entre otras obras,
de ‘La sociedad del cansancio’, publicó hace un año ‘Loa a la tierra’, en
la editorial Herder.
Traducción de Alberto Ciria.
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Fuente: https://elpais.com/ideas/2020-03-21/la-emergencia-viral-y-el-
mundo-de-manana-byung-chul-han-el-filosofo-surcoreano-que-piensa-
desde-berlin.html
45
EL MUNDO DESPUÉS
DEL CORONAVIRUS
Esta tormenta pasará. Pero las elecciones que hacemos ahora
cambiarán nuestras vidas en los años venideros
YUVAL NOAH HARARI6
La humanidad ahora se enfrenta a una crisis global. Quizás la mayor
crisis de nuestra generación. Las decisiones que tienen las personas y
los gobiernos en las próximas semanas probablemente darán forma al
mundo en los próximos años. Darán forma no solo a nuestros sistemas
de salud, sino también a nuestra economía, política y cultura. Debemos
actuar rápidamente y decisivamente. También debemos tener en cuenta
las consecuencias a largo plazo de nuestras acciones. Al elegir entre
alternativas, debemos preguntarnos no solo cómo superar la amenaza
inmediata, sino también qué tipo de mundo habitaremos una vez que
pase la tormenta. Sí, la tormenta pasará, la humanidad sobrevivirá, la
mayoría de nosotros aún viviremos, pero habitaremos en un mundo
diferente.
Muchas medidas de emergencia a corto plazo se convertirán en un
elemento vital. Esa es la naturaleza de las emergencias. Avanzan
rápidamente los procesos históricos. Las decisiones que en tiempos
6 Yuval Noah Harari (Kiryat Atta, 24 de febrero de 1976) es un historiador y escritor israelí, profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Entre sus obras se encuentran Sapiens: De animales a dioses, Homo Deus: Breve historia del mañana1 y 21 lecciones para el siglo XXI.
46
normales pueden llevar a cabo años de deliberación se aprueban en
cuestión de horas. Se ponen en servicio tecnologías inmaduras e incluso
peligrosas, porque los riesgos de no hacer nada son mayores. Países
enteros sirven como conejillos de indias en experimentos sociales a gran
escala. ¿Qué sucede cuando todos trabajan desde casa y se comunican
solo a distancia? ¿Qué sucede cuando las escuelas y universidades se
conectan? En tiempos normales, los gobiernos, las empresas y las juntas
educativas nunca aceptarían realizar cuentos experimentos. Pero estos
no son tiempos normales.
En este momento de crisis, enfrentamos dos opciones específicas
importantes. El primero es entre la vigilancia totalitaria y el
empoderamiento ciudadano. El segundo es entre el aislamiento
nacionalista y la solidaridad global.
Vigilancia bajo la piel
Para detener la epidemia, las poblaciones enteras deben cumplir con
ciertas pautas. Hay dos formas principales de lograr esto. Un método es
que el gobierno monitoree a las personas y castigue a quienes infringen
las reglas. Hoy, por primera vez en la historia humana, la tecnología
hace posible monitorear a todos todo el tiempo. Hace cincuenta años, el
KGB no podía seguir a 240 millones de ciudadanos soviéticos las 24
horas del día, ni podía esperar efectivamente toda la información
reunida. La KGB depende de agentes y analistas humanos, y
simplemente no puede ubicar a un agente humano para seguir a todos
47
los ciudadanos. Pero ahora los gobiernos pueden confiar en sensores
ubicuos y algoritmos poderosos en lugar de fantasmas de carne y hueso.
En su batalla contra la epidemia de coronavirus, varios gobiernos
ya han implementado las nuevas herramientas de vigilancia. El caso más
notable es China. Al monitorear de cerca los teléfonos inteligentes de las
personas, hacer uso de cientos de millones de cámaras que reconocen
la cara y obligar a las personas a verificar e informar sobre su
temperatura corporal y condición médica, las autoridades chinas no solo
pueden identificar rápidamente portadores sospechosos de coronavirus,
sino también rastrear sus movimientos e Identificar a cualquiera con
quienes hayan entrado en contacto Una variedad de aplicaciones
móviles advierten a los ciudadanos sobre su proximidad a los pacientes
infectados.
Este tipo de tecnología no se limita al este de Asia. El primer
ministro israelí, Benjamin Netanyahu, recientemente autorizó a la
Agencia de Seguridad de Israel a desplegar tecnología de vigilancia
normalmente reservada para combatir terroristas para rastrear a
pacientes con coronavirus. Cuando el subcomité parlamentario
pertinente se negó a autorizar la medida, Netanyahu la aplicó con un
“decreto de emergencia”.
Podría argumentar que no hay nada nuevo en todo esto. En los
últimos años, tanto los gobiernos como las corporaciones han estado
utilizando tecnologías cada vez más sofisticadas para rastrear,
48
monitorear y manipular a las personas. Sin embargo, si no tenemos
cuidado, la epidemia podría marcar un hito importante en la historia de
la vigilancia. No solo porque podría normalizar el despliegue de
herramientas de vigilancia masiva en países que hasta ahora las han
rechazado, sino aún más porque significa una transición dramática de la
vigilancia “sobre la piel” a “bajo la piel”.
Hasta ahora, cuando su dedo toca la pantalla de su teléfono
inteligente y hizo clic en un enlace, el gobierno quería saber
exactamente en qué estaba haciendo clic. Pero con el coronavirus, el
foco de interés cambia. Ahora el gobierno quiere saber la temperatura
de su dedo y la presión arterial debajo de su piel.
El pudin de emergencia
Uno de los problemas que enfrentamos al determinar dónde estamos
parados en la vigilancia es que ninguno de nosotros sabe exactamente
cómo estamos vigilando y lo que pueden traer los próximos años. La
tecnología de vigilancia se encuentra a una velocidad vertiginosa, y lo
que consideró la ciencia ficción hace 10 años son hoy viejas noticias.
Como experimento mental, considere un gobierno hipotético que exige
que cada ciudadano use un brazalete biométrico que monitorea la
temperatura corporal y la frecuencia cardíaca las 24 horas del día. Los
datos resultantes son atesorados y analizados por algoritmos
gubernamentales. Los algoritmos sabrán que estás enfermo incluso
antes de que lo separe, y también sabrán dónde ha estado y quiénes
49
son sus conocidos. Las cadenas de infección también pueden acortarse
drásticamente e incluso cortarse por completo. Tal sistema podría
detener la epidemia en cuestión de días. Suena maravilloso, ¿verdad?
La desventaja es, por supuesto, que esto le daría legitimidad a un
nuevo y aterrador sistema de vigilancia. Si sabe, por ejemplo, qué hice
clic en un enlace de Fox News en lugar de un enlace de CNN, eso puede
enseñar algo sobre mis puntos de vista políticos y tal vez incluso mi
personalidad. Pero si puede controlar lo que sucede con la temperatura
de mi cuerpo, la presión arterial y la frecuencia cardíaca mientras veo el
video clip, puedo aprender qué me hace reír, qué me hace llorar y qué
me enoja mucho.
Es crucial recordar que la ira, la alegría, el aburrimiento y el amor
son fenómenos biológicos al igual que la fiebre y la tos. La misma
tecnología que identifica la tos también podría identificar las risas. Si las
corporaciones y los gobiernos comienzan a recolectar nuestros datos
biométricos en masa, pueden llegar a conocer mucho mejor que
nosotros mismos, y no solo pueden predecir nuestros sentimientos sino
también manipularlos y vender lo que quieran, ya sea un producto o un
político. El monitoreo biométrico haría que las tácticas de piratería de
datos de Cambridge Analytica parecieran algo de la Edad de Piedra.
Imagine una Corea del Norte en 2030, cuando cada ciudadano tiene que
usar un brazalete biométrico las 24 horas del día. Si escuchas un
discurso del Gran Líder y el brazalete recoge los signos reveladores de
ira, estás listo.
50
Podría, por supuesto, defender la vigilancia biométrica como una
medida temporal tomada durante un estado de emergencia. Se iría una
vez que termine la emergencia. Pero las medidas temporales tienen la
desagradable costumbre de durar emergencias, especialmente porque
siempre hay una nueva emergencia al acecho en el horizonte. Mi país
de origen, Israel, por ejemplo, declaró un estado de emergencia durante
su Guerra de Independencia de 1948, lo que justificó una serie de
medidas temporales, desde la censura de la prensa y la confiscación de
tierras hasta las regulaciones especiales para hacer budines (no es
broma). La Guerra de la Independencia ganó mucho tiempo,
pero Israel nunca declaró que la emergencia había terminado y no había
abolido muchas de las medidas “temporales”.
Incluso cuando las infecciones por coronavirus se reducen a cero,
algunos gobiernos hambrientos de datos pueden argumentar que
necesitan mantener los sistemas de vigilancia biométrica en su lugar
porque hay una nueva ola de coronavirus, o porque hay una nueva cepa
de Ébola en África central, o porque. . . entiendes la idea. Se ha librado
una gran batalla en los últimos años por nuestra privacidad. La crisis
del coronavirus podría ser el punto de inflexión de la batalla. Para
cuando las personas tengan la opción de elegir entre privacidad y salud,
normalmente elegirán la salud.
51
La policía de jabón
Pedirle a la gente que elija entre privacidad y salud es, de hecho, la raíz
del problema. Porque esta es una elección falsa. Podemos y debemos
disfrutar tanto de la privacidad como de la salud. Podemos elegir
proteger nuestra salud y detener la epidemia de coronavirus no
instituyendo regímenes de vigilancia totalitaria, sino empoderando a los
ciudadanos. En las últimas semanas, Corea del Sur, Taiwán y Singapur
organizan algunos de los esfuerzos más exitosos para contener la
epidemia de coronavirus. Si bien estos países han utilizado algunas
aplicaciones de seguimiento, se han basado mucho más en pruebas
exhaustivas, en informes honestos y en la cooperación voluntaria de un
público bien informado.
El monitoreo centralizado y los castigos severos no son la única
forma de hacer que las personas cumplan con pautas beneficiosas.
Cuando las personas se les informan los hechos científicos, y cuando las
personas confían en las autoridades públicas para contar estos hechos,
los ciudadanos pueden hacer lo correcto incluso sin un Gran Hermano
que vigile sobre sus hombros. Una población motivada y bien informada
suele ser mucho más poderosa y efectiva que una población ignorante
y vigilada.
Considere, por ejemplo, lavar las manos con jabón. Este ha sido
uno de los mayores avances en la higiene humana. Esta simple acción
salva millones de vidas cada año. Si bien lo damos por sentado, recién
52
en el siglo XIX, los científicos descubrieron la importancia de lavar las
manos con jabón. Anteriormente, incluso los médicos y enfermeras
procesan de una operación quirúrgica a la siguiente sin lavar las manos.
Hoy, miles de millones de personas se lavan las manos todos los días,
no porque tengan miedo de la policía de jabón, sino porque entienden
los hechos. Me lavo las manos con jabón porque he oído hablar de virus
y bacterias, entiendo que estos pequeños organismos causan
enfermedades y sé que el jabón puede eliminarlos.
Pero para lograr ese nivel de cumplimiento y cooperación, necesita
confianza. La gente necesita confiar en la ciencia, confiar en las
autoridades públicas y confiar en los medios de comunicación. En los
últimos años, los políticos irresponsables han socavado deliberadamente
la confianza en la ciencia, en las autoridades públicas y en los medios
de comunicación. Ahora, estos mismos políticos irresponsables podrían
versos tentados a tomar el camino al autoritarismo, argumentando que
simplemente no se puede confiar en que el público haga lo correcto.
Normalmente, la confianza que se ha erosionado durante años no
se puede reconstruir de la noche a la mañana. Pero estos no son tiempos
normales. En un momento de crisis, las mentes también pueden cambiar
rápidamente. Puede tener problemas amargos con sus hermanos
durante años, pero cuando ocurre alguna emergencia, de repente
descubre un depósito oculto de confianza y amistad, y se apresura a
ayudar mutuamente. En lugar de construir un régimen de vigilancia, no
es demasiado tarde para reconstruir la confianza de la gente en la
53
ciencia, las autoridades públicas y los medios de comunicación.
Definitivamente deberíamos hacer uso de las nuevas tecnologías
también, pero estas tecnologías empoderar a los ciudadanos. Estoy
totalmente a favor de controlar la temperatura de mi cuerpo y mi presión
arterial, pero esos datos no necesarios para crear un gobierno
todopoderoso. Más bien, esos datos pueden permitirme tomar
decisiones personales más informadas,
Si podría rastrear mi propia condición médica las 24 horas del día,
aprendería no solo si me he convertido en un peligro para la salud de
otras personas,
sino también qué
síntomas afectados a
mi salud. Y si pudiera
acceder y analizar
estadísticas
confiables
sobre la propagación del coronavirus, podría juzgar si el gobierno me
está diciendo la verdad y si está adoptando las políticas adecuadas para
combatir la epidemia. Siempre que la gente hable de vigilancia, recuerde
que la misma tecnología de vigilancia puede ser utilizada no solo por los
gobiernos para monitorear a las personas, sino también por las personas
para monitorear a los gobiernos.
La epidemia de coronavirus es, por lo tanto, una prueba
importante de ciudadanía. En los próximos días, cada uno de nosotros
54
deberíamos optar por confiar en los datos científicos y los expertos en
atención médica en el lugar de teorías de conspiración infundadas y
políticos egoístas. Si no tomamos la decisión correcta, podríamos
encontrarnos renunciando a nuestras libertades más preciadas,
pensando que esta es la única forma de salvaguardar nuestra salud.
Necesitamos un plan global
La segunda opción importante que enfrentamos es entre el aislamiento
nacionalista y la solidaridad global. Tanto la epidemia como la crisis
económica resultante son problemas mundiales. Solo se pueden resolver
de manera efectiva mediante la cooperación global.
En primer lugar, para vencer al virus, necesitamos compartir
información a nivel mundial. Esa es la gran ventaja de los humanos
sobre los virus. Un coronavirus en China y un coronavirus en los Estados
Unidos no pueden intercambiar consejos sobre cómo infectar a los
humanos. Pero China puede enseñar a los Estados Unidos muchas
lecciones valiosas sobre el coronavirus y cómo tratarlo. Lo que un
médico italiano descubre en Milán a primera hora de la mañana bien
podría salvar vidas en Teherán al anochecer. Cuando el gobierno del
Reino Unido duda entre varias políticas, puede recibir consejos de los
coreanos que ya se han enfrentado a un dilema similar hace un mes.
Pero para que esto suceda, necesitamos un espíritu de cooperación y
confianza global.
55
Los países que estén ubicados compartirán información
abiertamente y buscarán consejo humildemente, y tendrán el poder de
confiar en los datos y las percepciones que recibirán. También
necesitamos un esfuerzo global para producir y distribuir equipos
médicos, especialmente kits de prueba y máquinas respiratorias. En
lugar de cada país intente hacerlo localmente y atesore cualquier equipo
que pueda obtener, un esfuerzo global coordinado podría acelerar en
gran medida la producción y acelerar el equipo que salva vidas se
distribuya de manera más justa. Así como los países nacionalizan
industrias clave durante una guerra, la guerra humana contra el
coronavirus puede requerir que “humanicemos” las líneas de producción
cruciales.
Podríamos considerar un esfuerzo global similar para agrupar al
personal médico. Los países menos afectados actualmente pueden
enviar personal médico a las regiones más afectadas del mundo, tanto
para ayudarlos en su momento de necesidad como para adquirir una
experiencia valiosa. Si más tarde en el foco de los cambios epidémicos,
la ayuda podría comenzar a fluir en la dirección opuesta.
La cooperación global también es vital en el frente económico.
Dada la naturaleza global de la economía y de las cadenas de suministro,
si cada gobierno hace lo suyo sin tener en cuenta a los demás, el
resultado será un caos y una crisis cada vez más profunda. Necesitamos
un plan de acción global, y lo necesitamos rápido.
56
Otro requisito es llegar a un acuerdo global sobre viajes.
Suspender todos los viajes internacionales durante meses causando
grandes dificultades y obstaculizará la guerra contra el coronavirus. Los
países deben cooperar para permitir que al menos un goteo de viajeros
esenciales continúen cruzando fronteras: científicos, médicos,
periodistas, políticos, empresarios. Esto puede llegar a alcanzar un
acuerdo global sobre la preselección de los viajeros por su país de
origen. Si sabe que solo los viajeros elegidos fueron permitidos en un
avión, estaban más dispuestos a aceptarlos en su país.
Desafortunadamente, en la actualidad, los países apenas hacen
ninguna de estas cosas. Una parálisis colectiva se ha apoderado de la
comunidad internacional. Parece que no hay adultos en la habitación.
Uno esperaría ver hace unas semanas una reunión de emergencia de
líderes mundiales para elaborar un plan de acción común. Los líderes del
G7 logran organizar una videoconferencia solo esta semana, y no resultó
en ningún plan de este tipo.
En crisis mundiales anteriores, como la crisis financiera de 2008 y
la epidemia de ébola de 2014, Estados Unidos asumió el papel de líder
mundial. Pero la administración estadounidense actual ha abdicado el
trabajo de líder. Ha dejado muy claro que le importa mucho más la
grandeza de Estados Unidos que el futuro de la humanidad.
Esta administración ha abandonado incluso a sus aliados más
cercanos. Cuando prohibió todos los viajes desde la UE, no se molestó
57
en darle la bienvenida a la UE un aviso previo, y mucho menos consultar
con la UE sobre esa medida dramática. Escandalizó a Alemania al ofrecer
supuestamente millones de dólares a una compañía farmacéutica
alemana para comprar los derechos de monopolio de una nueva vacuna
Covid-19. Incluso si la administración actual eventualmente cambia de
táctica y elabora un plan de acción global, pocos seguirían a un líder que
nunca se responsabiliza, que nunca admite errores y que habitualmente
toma todo el crédito para sí mismo mientras deja toda la culpa a los
demás.
Si el vacío dejado por los EE. UU. No lo llenan otros países, no solo
será mucho más difícil detener la epidemia actual, sino que su legado
continuará envenenando las relaciones internacionales en los próximos
años. Sin embargo, cada crisis es también una oportunidad. Esperamos
que la epidemia actual ayude a la humanidad a darse cuenta del grave
peligro que representa la desunión global.
La humanidad necesita tomar una decisión. ¿Grabar el camino de
la desunión, o adoptar el camino de la solidaridad global? Si elegimos la
desunión, esto no solo prolongará la crisis, sino que probablemente
tendrán lugar a catástrofes aún peores en el futuro. Si elegimos la
solidaridad global, será una victoria no solo contra el coronavirus, sino
contra todas las futuras epidemias y crisis que podrían asaltar a la
humanidad en el siglo XXI.
58
Derechos de autor © Yuval Noah Harari 2020
Fuente: https://diariojudio.com/opinion/yuval-noah-harari-el-mundo-
despues-del-coronavirus/326282/
59
COMENTARIO A DELIA RUIZ
SOBRE EL TEXTO DE YUVAL
NOAH HARARI: ”EL MUNDO
DESPUÉS DEL CORONAVIRUS”
JESÚS RODOLFO SANTANDER7
Creo que Harari tiene razón en advertirnos sobre el siniestro peligro
contra la privacidad -y contra las libertades- que contienen las eficaces
tecnologías empleadas por China para combatir el corona virus, y señalar
que estamos ante una alternativa crucial frente, de un lado, a la
posibilidad de que se establezca -precisamente en mérito del "éxito" de
esas tecnologías- un control orweliano extremo sobre la existencia
humana y, del otro, frente a la posibilidad de una opción de seres
humanos que en cuanto personas optan por la acción responsable y
solidaria para enfrentar este grave desafío que pone en peligro
existencial a la humanidad y los otros que se presentarán en el futuro.
Desde hace muchos años me ha mortificado como una pesadilla,
Delia, la idea de un advenimiento de una sociedad orweliana como una
posibilidad real. Ahora la tenemos a las puertas. Lo de China, la
tecnología de las armas (el DARPA por ejemplo, de Estados Unidos, que
desarrolla tecnologías emergentes para uso militar), lo del sistema de
7 Jesús Rodolfo Santander, es doctor en filosofía, profesor-investigador en la Facultad de Filosofía y
Letras de la BUAP, México. Fundador de la revista de filosofía La Lámpara de Diógenes. Autor del
libro Técnica planetaria y nihilismo, sus líneas de investigación son las siguientes: ontología,
fenomenología, hermenéutica, filosofía de la técnica y filosofía del trabajo.
60
espionaje totalitario destapado por
Edward Snowden, la biotecnología, la
lógica de acumulación y de
empobrecimiento del capital, el poder
de los media, normalizadores de
las masas, todo eso y mucho más junto
al hecho de que las sociedades
apostaron por el progreso técnico
olvidando las grandes tradiciones
espirituales de la humanidad, todo eso me hacía pensar que nos
dirigimos de manera inequívoca e inevitable a esa conclusión de
pesadilla. Por eso una crisis como esta, en la que de golpe nada está
decidido, en la que todo está en el aire, como en momento mágico -algo
así como las cosas ingrávidas en el cuadro “Ledda” (1949) de Dalí - es
una oportunidad única (y a la ocasión la pintan calva) para tomar todos
juntos la dirección de nuestra existencia, evitando que los poderes
actuales la sigan oprimiendo. Hay que intentarlo. Por cierto que contra
semejante intento está el que por lo general la gente prefiere la
seguridad a la libertad. Y por eso, en esta situación, podría preferir la
eficacia del control técnico, que destruiría la privacidad y las libertades,
a confiar en la responsabilidad, que supone el riesgo de la libertad y
menor seguridad. No hay duda que es la segunda opción la que preserva
lo propiamente humano del hombre.
Puebla, México, 22 de marzo de 2020
61
LAS TRAMPAS
INTELECTUALES DEL
AUTOR DE 'SAPIENS' POR
QUÉ HARARI NO TIENE
RAZÓN (AUNQUE
ESTUVIERA CARGADO DE
ELLA)
JUAN GOROSTIDI BERRONDO8
Yo también leí Sapiens y quedé sorprendido… de la forma en que el
formato best seller puede ser aplicado a la divulgación académica: una
narración sin escollos y fácil de seguir; una simplificación de los
personajes y las situaciones de forma en que el bien y el mal puedan
ser fácil y consoladoramente diferenciables y, por último, un optimismo
a toda prueba: “No debemos cegarnos” nos dice constantemente, “la
humanidad en su conjunto se encuentra mejor que nunca, y todo indica
que con unos pocos ajustes técnicos, podrá realizar al fin su sueño de
construir un Cielo sobre la Tierra”. 15 millones de ejemplares vendidos
en traducciones a 45 idiomas atestiguan el éxito de la fórmula.
¡Cuánto nos gustaría estar de acuerdo con él! Pero la realidad –o,
más bien lo Real[1]– es recalcitrante, y dibuja un panorama distinto.
8 Juan Gorostidi Berrondo (San Sebastián, 1956) es el fundador de Tai Chi Chuan eskola en 1991 y dirige una formación de profesores y distintos programas aplicados a colectivos como músicos o
educadores.
62
No voy a entrar aquí en una discusión con las tesis de Harari en
sus famosos libros –o más bien con las trampas que se hace para que
sus datos y pronósticos cuadren–, sólo apuntaré hacia un par de asuntos
relevantes a partir de una entrevista reciente. Denuncia, cargado de
razón que “en los últimos años, políticos irresponsables han socavado
deliberadamente la confianza en la ciencia y en la cooperación
internacional. Ahora estamos pagando el precio. No hay ningún adulto
en la habitación”. Esta última frase no deja de ser significativa: el
deslizamiento hacia la psicología que todos realizamos (“los políticos o
los militares son unos críos que juegan con armas capaces de destruir
el planeta”; son “monos con pistolas”, etc.). ¿Y si esos dirigentes no
fueran “irresponsables” –o “inmaduros”– sino perfectamente
conscientes de sus opciones y decisiones en base a los intereses que
representan y defienden, dispuestos a morir matando si alguien se
opone resueltamente a sus políticas?
A continuación, Harari nos propone su plan en cinco puntos
aplicado a la pandemia del coronavirus: (1) “compartir información
fiable”, (2) “coordinar la producción mundial y la distribución equitativa
de equipo médico esencial”, (3) que “los países menos afectados envíen
médicos, enfermeras y expertos a los países más afectados”, (4) “crear
una red de seguridad económica mundial para salvar a países y sectores
más afectados” y (5) “formular un acuerdo mundial sobre la preselección
de viajeros, que permita que un pequeño número de personas
esenciales sigan cruzando las fronteras”. Sin entrar en matizar en cada
uno de los puntos de su programa, la pregunta salta a la vista: ¿En qué
63
mundo cree vivir Harari? Mi impresión es que se encuentra en la posición
de aquellos astronautas que divisaron por primera vez desde el espacio
la maravilla del “planeta azul” y, bañados en lágrimas, proclamaron la
hermandad universal.
Pero Harari insiste en su optimismo evolutivo y nos pone el
ejemplo de la erradicación de enfermedades como la viruela gracias a la
vacunación universal. Es el buldócer del pensamiento unánime de la
inmunización masiva como remedio incuestionable frente a las
pandemias –excepto para esos psicópatas antisociales que hay que
reducir llamados “anti-vacunas”–. Pero el hecho histórico es que el
descenso de la curva de la viruela en Europa no tuvo que ver con la
generalización de la vacuna (y que en casos como la ciudad inglesa de
Leicester, donde el 95% de los bebés estaban vacunados cuando se
produjo la epidemia de 1871-1872, las autoridades la descartaron a
continuación por su demostrada ineficacia, optando por medidas
higiénicas [2]. El segundo hecho es que la vacunación universal no se
produjo –cualquiera que haya participado en una campaña de
vacunación en África, y yo lo he hecho, sabe que es inviable, y que los
datos sobre su realización son falsos, y tienen como principal objetivo la
justificación de los planes neocoloniales de los antiguas metrópolis–.
Según esta lógica, la existencia de enfermedades endémicas como la
malaria no han sido erradicadas por ausencia de vacunas, cuando de
Europa desapareció sin ellas –por el cambio en las condiciones
higiénicas, entre otras–. Como de costumbre entre los que comparten
su posición, las soluciones universales dependen de cuestiones técnicas
64
que, en este caso, se traducen en “vacunar a todas las personas de
todos los países. Si un solo país no vacunaba a su población podría haber
puesto en peligro a la humanidad, porque mientras el virus de la viruela
existiera y evolucionara en algún lugar, podía volver a propagarse”.
Ocurre que esta afirmación es simplemente falsa y que, incluso si
aceptamos que la vacunación funciona, los problemas siempre son más
complejos –por no hablar de las implicaciones de todo tipo en la carrera
por la creación de la vacuna contra el covid 19, ya en marcha–. Harari
explica a continuación que la lucha contra el cambio climático pasa por
una sencilla decisión técnica parecida. Habla de la catástrofe ecológica
como algo que está en el futuro y que se puede atajar, no como algo
presente, consustancial e irreversible en muchos aspectos. Por
supuesto, aprovecha para arremeter contra los cenizos que cuestionan
el crecimiento económico: “Algunas personas creen que para detener el
cambio climático tendremos que detener el crecimiento económico y
volver a vivir en cuevas y comer raíces. Eso es una tontería”. ¿Cuál es la
tontería, el cuestionamiento del dogma del progreso o la alternativa
entre crecimiento y “comer raíces”? La arrogancia implícita en estos
planteamientos no deja de ser pasmosa.
Apuntaré a una cuestión más: Hariri hace gala en sus
declaraciones de combinar su activismo con sus retiros espirituales.
Cada poco, se retira a meditar y nos invita a los demás seguir su
ejemplo. Yo también medito, así que puedo contestarle. El segundo libro
de su exitosa trilogía está dedicado a su maestro Goenka, y los retiros
que organizan por todo el mundo sus seguidores representan la red más
65
extensa de este tipo de eventos. He participado en ellos. Entre otras
muchas cosas, la doctrina enlatada que se difunde en estos retiros –las
únicas palabras pronunciables son grabaciones del maestro traducidas
al resto de los idiomas del mundo– es una versión extremadamente
simplista y, desde luego revisionista, del budismo primitivo. Como ocurre
con la inmensa mayoría de los budistas occidentales, niegan mientras
proclaman la primera “noble verdad” del discurso búdico sarvam
dukkha (defectuosamente traducido como “todo es sufrimiento”), en
cuanto se cuestionan la naturaleza ontológica –consustancial a la
condición humana– de dicha afirmación. También aquí se trataría de una
“cuestión técnica”: “pongamos a todos los humanos a meditar –después
de haber recibido su correspondiente vacuna– y dukkha será parte de la
noche de la prehistoria”.
Hariri es un ciudadano israelí que no parece estar interesado en
entrar en pequeños problemas locales como el apartheid palestino o la
guerra en la que su país está inmerso, y que irradia desde el Medio
Oriente a cada vez más países y millones de seres humanos,
determinando la geopolítica mundial. Supongo que –más allá de su
opinión al respecto– habrá hecho un cálculo que salta a la vista: un desliz
en este terreno le haría desaparecer de la mesa de los mandatarios
(“Consultado por líderes de todo tipo, desde Emmanuel Macron a Bill
Gates o Ángela Merkel” dice el reportaje al que hago referencia) y, quién
sabe, le crearía serios problemas en su propio país, y él tiene mucho que
decir –y que vender.
66
Notas:
[1] Este concepto sobre el que teorizó Lacan en su tríada borromea Real/
Simbólico/ Imaginario adquiere especial relevancia en situaciones
críticas como la presente. Lo Real es justamente lo que configura el resto
de los aspectos en cuanto que es aquello (monstruoso, intratable,
traumático por naturaleza) que condiciona y determina los aspectos
“visibles” (imaginarios o simbólicos) en el sentido en que éstos se
construyen como parapeto ante la irrupción de lo Real (“Cultura es
aquello que hacemos con la muerte”, definió alguien). Cuando ocurre su
emergencia –una guerra, una catástrofe, un atentado, la muerte, sin
más–, todo se conjura para minimizar sus efectos pero, sobre todo, para
que vuelva a la oscuridad de lo intratable. En medio de la crisis –la
guerra, o esa otra guerra llamada pandemia –todos convergen en esa
sospechosa denominación militar– cualquiera que vaya más allá de la
unanimidad que se construye en relación al enemigo declarado y a la
lucha sin cuartel contra él es visto con recelo, cuando no tratado como
el peor de los enemigos, un quintacolumnista que hay que
desenmascarar y destruir. En el plano personal –y también
colectivamente– el duelo es el proceso saludable para volver a la
vida más allá del zarpazo de la muerte, la pérdida, el trauma. El profeta
es tradicionalmente excomulgado –“excluido de la comunión-
comunidad”– cuando no empujado al exilio o a la muerte, porque se
convierte en el pájaro de mal agüero que señala lo Real (y no sólo la
corrupción, la hipocresía, etc.). Cuando Santiago Alba Rico habla de La
Realidad, creo que se refiere a esto.
67
[2] Alfred Russel Wallace, The Wonderful Century. Cambridge University
Press, 1898.
Fuente: https://rebelion.org/por-que-harari-no-tiene-razon-aunque-
estuviera-cargado-de-ella/
68
GIORGIO AGAMBEN EN ENTREVISTA: «LA EPIDEMIA MUESTRA QUE EL ESTADO DE EXCEPCIÓN SE HA CONVERTIDO
EN LA CONDICIÓN NORMAL»
Traducción de Artillería Inmanente de una entrevista a Giorgio
Agamben con Le Monde, a cargo de Nicolas Truong y publicada
el 24 de marzo de 2020, donde el filósofo italiano analiza «las
gravísimas consecuencias éticas y políticas» de las medidas de
seguridad aplicadas para frenar la pandemia.
En un texto publicado por Il Manifesto, usted escribió que la pandemia
mundial de COVID-19 era «una supuesta epidemia», nada más que
«una especie de influenza». En vista del número de víctimas y de la
rápida propagación del virus, en particular en Italia, ¿se arrepiente de
esas palabras?
69
No soy ni virólogo ni médico, y en el artículo en cuestión, que data de
hace un mes, me limitaba a citar textualmente lo que entonces era la
opinión del Consejo Nacional de Investigación italiano. Pero no voy a
entrar en las discusiones entre los científicos sobre la epidemia; lo que
me interesa son las gravísimas consecuencias éticas y políticas que se
derivan de ella.
«Parecería que, habiendo agotado el terrorismo como causa de las
disposiciones de excepción, la invención de una epidemia puede ofrecer
el pretexto ideal para extenderlas más allá de todos los límites», escribe
usted. ¿Cómo puede argumentar que esto es un «invento»? ¿No puede
el terrorismo, como una epidemia, dar lugar a políticas de seguridad,
que pueden considerarse inaceptables, pero que son reales?
Cuando se habla de invención en un ámbito político, no hay que
olvidar que no debe entenderse en un sentido puramente subjetivo. Los
historiadores saben que hay conspiraciones, por así decirlo objetivas,
que parecen funcionar como tales sin ser dirigidas por un sujeto
identificable. Como lo mostró Michel Foucault antes que yo, los
gobiernos securitarios no funcionan necesariamente produciendo la
situación de excepción, sino explotándola y dirigiéndola cuando se
produce. Ciertamente no soy el único que piensa que para un gobierno
totalitario como el de China la epidemia era la forma ideal de probar la
posibilidad de aislar y controlar una región entera. Y el hecho de que en
Europa podamos referirnos a China como modelo a seguir muestra el
grado de irresponsabilidad política al que nos ha arrojado el miedo.
70
Deberíamos preguntarnos si es al menos extraño que el gobierno chino
declare de repente la epidemia cerrada cuando le conviene.
¿Por qué el estado de excepción es, en su opinión, injustificado,
cuando el confinamiento parece ser para los científicos uno de los
principales medios para detener la propagación del virus?
En la situación de confusiones babélicas de las lenguas que nos
caracterizan, cada categoría persigue sus propias razones particulares
sin tener en cuenta las razones de las demás. Para el virólogo, el
enemigo a combatir es el virus; para los médicos, el objetivo es la
curación; para el gobierno, se trata de mantener el control, y yo puedo
hacer lo mismo al recordar que el precio a pagar por esto no debe ser
muy alto. En Europa ha habido epidemias mucho más graves, pero a
nadie se le había ocurrido declarar un estado de emergencia como el
que, en Italia y Francia, prácticamente nos impide vivir. Teniendo en
cuenta que la enfermedad ha afectado hasta ahora a menos de una de
cada mil personas en Italia, uno se pregunta qué se haría si la epidemia
empeorara realmente. El miedo es un mal consejero y no creo que
convertir el país en un país pestífero, donde cada uno mira al otro como
una ocasión para el contagio, sea realmente la solución correcta. La falsa
lógica es siempre la misma: así como frente al terrorismo se afirmaba
que la libertad debía ser suprimida para defenderla, también se nos dice
que la vida debe ser suspendida para protegerla.
¿Asistimos a la instauración de un estado de excepción permanente?
71
Lo que la epidemia muestra claramente es que el estado de excepción,
al que los gobiernos nos han familiarizado desde hace tiempo, se ha
convertido en la condición normal. Los hombres se han acostumbrado
tanto a vivir en un estado de crisis permanente que no parecen darse
cuenta de que su vida se ha reducido a una condición puramente
biológica y ha perdido no sólo su dimensión política sino también
cualquier dimensión humana. Una sociedad que vive en un estado de
emergencia permanente no puede ser una sociedad libre. Vivimos en
una sociedad que ha sacrificado su libertad por las llamadas «razones
de seguridad» y que así se ha condenado a vivir continuamente en un
estado de miedo e inseguridad.
¿En qué sentido estamos experimentando una crisis biopolítica?
La política moderna es de principio a fin una biopolítica, donde la
puesta en juego última es la vida biológica como tal. El nuevo hecho es
que la salud se está convirtiendo en una obligación jurídica que debe
cumplirse a toda costa.
¿Por qué el problema, en su opinión, no es la gravedad de la
enfermedad, sino el colapso o la caída de cualquier ética y política que
haya producido?
El miedo hace que aparezcan muchas cosas que uno pretende no ver.
Lo primero es que nuestra sociedad ya no cree en nada más que en la
72
nuda vida. Es evidente para mí que los italianos están dispuestos a
sacrificar prácticamente todo, las condiciones normales de vida, las
relaciones sociales, el trabajo, incluso las amistades, los afectos y las
convicciones políticas y religiosas ante el peligro de contaminarse. La
nuda vida no es algo que una a los hombres, sino que los ciega y los
separa. Los demás seres humanos, como en la peste descrita por
Manzoni en su novela Los novios, no son más que agentes de contagio,
a los que hay que mantener al menos a un metro de distancia y
encarcelar si se acercan demasiado. Incluso los muertos —esto es
verdaderamente bárbaro— ya no tienen derecho a un funeral y no está
claro qué pasa con sus cadáveres.
Nuestro prójimo ya no existe y es verdaderamente espantoso que las
dos religiones que parecían regir en Occidente, el cristianismo y el
capitalismo, la religión de Cristo y la religión del dinero, permanezcan en
silencio. ¿Qué pasa con las relaciones humanas en un país que se
acostumbra a vivir en tales condiciones? ¿Y qué es una sociedad que ya
no cree en nada más que en la supervivencia?
Es un espectáculo verdaderamente triste ver a toda una sociedad,
enfrentada a un peligro por lo demás incierto, liquidar en bloque todos
sus valores éticos y políticos. Cuando todo esto termine, sé que ya no
podré volver al estado normal.
¿Cómo cree que será el mundo después de esto?
Lo que me preocupa no es sólo el presente, sino también lo que
vendrá después. Así como las guerras han legado a la paz una serie de
73
tecnologías nefastas, de la misma manera es muy probable que se
buscará continuar, después del fin de la emergencia sanitaria, los
experimentos que los gobiernos no habían conseguido realizar aún: que
las universidades y las escuelas cierren y sólo den lecciones en línea,
que dejemos de reunirnos y hablar por razones políticas o culturales y
sólo intercambiemos mensajes digitales, que en la medida de lo posible
las máquinas sustituyan todo contacto —todo contagio— entre los seres
humanos.
Fuente:
https://artilleriainmanente.noblogs.org/?paged=3&tag=giorgio-
agamben
74
LA SOCIEDAD DE LA
VIGILANCIA
ENRIQUE DANS9
Watrix, una compañía china, anuncia el inicio del despliegue de su
tecnología de reconocimiento del paso por parte de las autoridades
chinas, un desarrollo capaz de identificar personas a una distancia de
hasta cincuenta metros, aunque tengan su cara cubierta o no estén
mirando hacia la cámara, en función de las características de su cuerpo
y de su locomoción. La tecnología analiza el movimiento de todo el
cuerpo, y la compañía afirma que la identificación mediante su
tecnología no es afectada por el hecho de que alguien trate de disimular
mediante un patrón de locomoción anómalo o adoptando una postura
diferente.
El análisis de la locomoción pasa así a complementar los modelos
biométricos faciales, con unos requerimientos más estrictos en términos
de proximidad o de calidad de la imagen, permitiendo que las
9 Enrique Dans es profesor de innovación en IE Business School, es investigador, divulgador y asesor estudia los efectos de la innovación tecnológica sobre las personas, las empresas y la sociedad en su
conjunto.
75
autoridades tomen muestras de la locomoción de las personas a través
de la enorme cantidad de cámaras situadas en lugares públicos, y
puedan compararlos con otras imágenes tomadas en otro momento. La
tecnología se une así al arsenal de herramientas disponibles para un
gobierno chino que emprendió hace mucho tiempo el proyecto de
mantener los movimientos de sus ciudadanos controlados en todo
momento, un modelo de sociedad que en el mundo occidental suena
extremadamente distópico, pero que está adquiriendo un nivel de
realidad en el gigante asiático que lo convierte ya en algo
completamente real. En realidad, el análisis del paso lleva mucho tiempo
planteándose como un posible modo de identificación viable incluso sin
necesidad de una cámara, utilizando por ejemplo los acelerómetros de
los smartphones.
Cuando una tecnología de este tipo pasa a su fase de adopción
gubernamental en un país con la escala de China, su uso por parte de
otros países y en otros entornos es simplemente una cuestión de
tiempo. ¿Cuáles son las consecuencias del uso de un portfolio de
tecnologías que permiten identificar en cualquier momento a cualquier
persona de manera relativamente rápida, sencilla y con un escaso nivel
de error? En todo el mundo, la biometría está transformando las
sociedades humanas y dando lugar a todo tipo de cambios: en India, la
huella digital o la cara sirve para proporcionar una identificación
fehaciente a la hora de pagar o contratar servicios, mediante
un sistema no exento de polémica que ha llevado a toda una redefinición
del concepto de privacidad en el país, pero que se sigue viendo como
76
un modo válido de integrar y dotar de derechos al porcentaje de
población en zonas mayoritariamente rurales del país que permanecía
en situación no documentada.
¿Debemos aceptar como sociedad que, en el futuro, es muy
posible que estemos identificados en todo momento, aunque no
mostremos ningún tipo de documento, simplemente en función de
características que pueden ser determinadas por cámaras o por otro tipo
de tecnologías? El smartphone que llevamos con nosotros en todo
momento permite, en la gran mayoría de los casos, determinar
fehacientemente la localización de una persona y se ha convertido ya en
un método utilizado de manera habitual en investigaciones policiales.
¿Cómo cambia nuestra percepción de la sociedad en la que vivimos
cuando nos vemos, de manera realista, obligados a aceptar que todo lo
que hacemos va a ser inequívocamente adscrito a nuestra identidad
mediante el terminal que llevamos en el bolsillo o las cámaras que
cubren la práctica totalidad de los lugares públicos en nuestras
ciudades? ¿Cómo funciona el balance entre privacidad y seguridad en
una sociedad en la que la tecnología lo redefine tan rápidamente y de
una manera tan drástica? ¿Estamos completamente seguros de las
consecuencias que tiene pasar a vivir en una sociedad en la que todos
nuestros movimientos pasan a estar completamente vigilados en todo
momento?
Fuente: https://www.enriquedans.com/2018/11/la-sociedad-de-la-
vigilancia.html
77
LOS OPERADORES
MÓVILES EUROPEOS
COMPARTEN DATOS PARA LA LUCHA CONTRA
EL CORONAVIRUS
ELVIRA POLLINA , DOUGLAS BUSVINE
MILÁN / BERLÍN (Reuters) - Los operadores de telefonía móvil están
compartiendo datos con las autoridades sanitarias de Italia, Alemania y
Austria, ayudando a combatir el coronavirus al monitorear si las
personas cumplen con las restricciones en el movimiento y al mismo
tiempo respetan las leyes de privacidad de Europa.
Los datos, que son anónimos y agregados, permiten mapear las
concentraciones y movimientos de clientes en 'zonas calientes' donde
COVID-19 se ha apoderado.
Eso es menos invasivo que el enfoque adoptado por países como
China, Taiwán y Corea del Sur, que utilizan lecturas de ubicación de
teléfonos inteligentes para rastrear los contactos de las personas que
dieron positivo o para hacer cumplir las órdenes de cuarentena.
En Alemania, donde las escuelas y restaurantes están cerrando y
a las personas se les ha dicho que trabajen en casa si pueden, los datos
78
donados por Deutsche Telekom ofrecen información sobre si las
personas están cumpliendo, dijo el zar de la salud Lothar Wieler.
"Si las personas permanecen tan móviles como lo fueron hasta
hace una semana, será difícil contener el virus", dijo el miércoles Wieler,
presidente del Instituto Robert Koch.
Alemania está entrando en la fase exponencial de la epidemia,
agregó Wieler, advirtiendo que sin progreso en la reducción de los
contactos de persona a persona, hasta 10 millones de personas podrían
infectarse en dos o tres meses.
Sin embargo, los defensores de la privacidad son escépticos sobre
si compartir datos de clientes es útil o proporcionado, incluso en tiempos
de crisis. Uno dijo que, si las personas saben que sus teléfonos están
siendo rastreados, simplemente los dejarán en casa.
"Dudo mucho el valor de compartir esa información de los
clientes", dijo la legisladora de la oposición Greens Tabea Roessner.
ITALIA, AUSTRIA
En Italia, los operadores de telefonía móvil Telecom Italia, Vodafone y
WindTre han ofrecido a las autoridades datos agregados para
monitorear los movimientos de las personas.
La región de Lombardía está utilizando los datos para ver cuántas
personas están observando un bloqueo estricto. Los movimientos que
superan los 300-500 metros (yardas) han disminuido en
79
aproximadamente un 60% desde el 21 de febrero, cuando se descubrió
el primer caso en el área de Codogno, según muestran los datos.
"Siempre que sea técnicamente posible, y legalmente permitido,
Vodafone estará dispuesto a ayudar a los gobiernos a desarrollar ideas
basadas en grandes conjuntos de datos anónimos", dijo el CEO Nick
Read.
Austria impuso un bloqueo regional después de que el coronavirus
se extendió entre los turistas de esquí en Tirol que, cuando se dirigían a
casa, propagaron la infección en Europa central y norte.
A1 Telekom Austria Group, la compañía de telefonía móvil más
grande del país, comparte resultados de una aplicación de análisis de
movimiento desarrollada por Invenium, un spin-off de la Universidad
Tecnológica de Graz que ha respaldado.
La herramienta cumple con el reglamento de privacidad de la UE,
el Reglamento general de protección de datos, que restringe el
procesamiento de datos personales confidenciales sin el consentimiento
explícito de su propietario.
Invenium analiza cómo los flujos de personas afectan la
congestión del tráfico o qué tan ocupado se encontrará un sitio turístico,
dijo el cofundador Michael Cik, pero su tecnología es igualmente
aplicable para evaluar la efectividad de las medidas para reducir el
contacto social o el movimiento que buscan contener una epidemia.
80
El activista austríaco Max Schrems, quien ha peleado una serie de
batallas legales sobre las prácticas de privacidad de Facebook, tenía sus
dudas.
"Siempre y cuando los datos estén correctamente anonimizados,
esto es claramente legal", dijo a Reuters.
"Pero para ser sincero, en Austria solo tienes que mirar por la ventana
para ver que la gente se queda en casa".
(Esta historia corrige el párrafo 12 para mostrar que Austria impuso un
bloqueo regional; corrige el nombre de la compañía en el párrafo 13)
Escrito por Douglas Busvine; Informes adicionales de Nadine
Schimroszik y Paul Sandle; Edición de Gareth Jones y David Goodman
Fuente: https://www.reuters.com/article/us-health-coronavirus-europe-
telecoms/european-mobile-operators-share-data-for-coronavirus-fight-
idUSKBN2152C2
81
QUE CUANDO ESTA EPIDEMIA ACABE NOS QUEDE LA MEMORIA
Yan Lianke, uno de los grandes de la literatura china actual y
censurado en su país, dirigió a sus estudiantes de la
Universidad de Hong Kong este mensaje en el que advierte de
la necesidad de no olvidar esta crisis y de escribir sobre ella
YAN LIANKE10
Una mujer camina con mascarilla por una calle de Wuham, principal
foco del coronavirus en China, el pasado 31 de enero. GETTY IMAGES
10 Yan Lianke ( chino, nacido en agosto de 1958) es un escritor chino de novelas y cuentos, con sede
en Beijing . Su trabajo es altamente satírico, lo que ha resultado en la prohibición de algunas de sus obras más famosas en China. [1] Ha admitido autocensurarse mientras escribe sus historias para
evitar la censura.
82
Queridos alumnos:
Hoy damos nuestra primera clase virtual del posgrado de la Universidad
de Ciencia y Tecnología de Hong Kong. Permitidme, antes de comenzar
con la lección, decir unas palabras que nada tienen que ver con ella.
Cuando de niño cometía el mismo error una y otra vez, mis padres me
llamaban a su lado y me preguntaban, apuntándome a la frente con el
dedo extendido:
“¡¿Es que no tienes memoria?!”.
Cuando era incapaz de recordar la lección de lengua tras repetidas
lecturas, el profesor me hacía ponerme en pie en medio del aula y me
preguntaba delante de todos:
“¡¿Es que no tienes memoria?!”.
La capacidad de recordar es la tierra de cultivo en la que nace y crece
el recuerdo. Memoria y recuerdo constituyen elementos fundamentales
que nos distinguen de los animales y las plantas, así como la primera
condición de nuestro crecimiento y nuestra madurez. Son, a menudo,
más importantes que comer, vestir o respirar, pues su pérdida puede
conllevar el olvido de las herramientas y los modos que nos permiten
alimentarnos y labrar la tierra; puede provocar que un día nos
levantemos en mitad de la noche y no recordemos dónde habíamos
dejado la ropa, o inducirnos a creer que el emperador se ve mucho mejor
desnudo. ¿Por qué hablo hoy de esto? Por el nuevo coronavirus, esa
83
tragedia que recorre el país y el mundo entero, aún sin controlar de
verdad y cuyos contagios están lejos de acabar, a pesar de que en estos
momentos en que todavía tenemos muy presentes las pérdidas de
familias rotas y el llanto en Wuhan, Hubei y muchas otras ciudades,
provincias y regiones de todo el país, oímos y vemos cómo a nuestro
alrededor comienzan a prepararse fanfarrias de celebración y voces de
júbilo ante una mejora de los datos de la epidemia.
Los sollozos no han cesado y los cuerpos no están aún fríos cuando
ya comienzan a alzarse cantos triunfales, de sabiduría y grandeza.
Todavía no hemos llegado a saber cuántas muertes se han
producido en realidad desde que el nuevo coronavirus entrara poco a
poco en nuestras vidas, cuántas han ocurrido en los hospitales y cuántas
más fuera de ellos. No ha dado tiempo a investigarlo; también es posible
que siga siendo un misterio para siempre, aun cuando las
investigaciones concluyan, pasado un tiempo. Quedará una
reminiscencia sin pruebas, un relato confuso sobre la vida y la muerte
que dejaremos a quienes vengan después de nosotros. Ciertamente,
cuando esta epidemia quede atrás, no hemos de parecernos a la tía
Xianglin, que a diario se lamentaba: “Sabía que los animales salvajes
bajaban del monte a la aldea cuando nevaba y no encontraban qué
llevarse a la boca, pero no tenía ni idea de que también pudieran venir
en primavera”. De un mismo modo, hemos de evitar convertirnos en
seres como A Q, que, aun siendo golpeado, humillado y llevado a las
puertas de la muerte, se vanagloriaba de ser un héroe y un triunfador.
84
¿Por qué siempre se suceden el dolor y la tragedia —individuales,
familiares, sociales, generacionales o nacionales— en nuestras vidas, en
nuestra historia y nuestra realidad? ¿Cómo es posible que los infortunios
y sufrimientos de la historia y de los tiempos siempre se sirvan y se
nutran de la muerte y las vidas de miles de personas anónimas? Entre
los muchos factores que desconocemos, que no preguntamos ni
cuestionamos porque no está permitido hacerlo, se encuentra también
el hecho de que somos personas —anónimas, insignificantes— sin
capacidad de recordar. Nuestras memorias individuales han sido
programadas, suplantadas y eliminadas. Siempre son otros los que
deciden qué debe ser recordado y qué olvidado; cuándo es tiempo de
silencio y cuándo de algarabía. La memoria individual se ha convertido
en una herramienta de los tiempos; la memoria colectiva o nacional, en
el olvido o asignación de recuerdos de la gente. Deteneos un instante a
pensarlo. Dejemos a un lado la historia y el pasado lejano que se narra
en libros cuyas portada e ISBN han cambiado, y rememoremos
únicamente lo ocurrido en los últimos 20 años. Los desastres que han
vivido y recuerdan jóvenes como vosotros, nacidos en la década de los
ochenta o de los noventa, ¿son fruto de la mano del hombre, como el
sida, el SARS o este Covid-19, o catástrofes naturales como los
terremotos de Tangshan y Wenchuan, ante los que difícilmente
podemos hacer nada? ¿Por qué se equipara el factor humano en unos y
en otros? Tanto es así en lo que se refiere a la propagación y el azote
de las epidemias del SARS —ocurrida hace 17 años— y el actual Covid-
19 que parecerían obra de un mismo director, empeñado una vez más
85
en poner en escena la fatalidad. Nosotros, en tanto que personas
insignificantes, carecemos de toda capacidad de indagar en la identidad
de ese director. Tampoco dominamos el conocimiento técnico necesario
para recomponer la idea, los conceptos y el trabajo de su guionista. Así
pues, ante este nuevo remake de la muerte, podemos al menos
preguntarnos: ¿dónde ha ido a parar nuestro recuerdo de aquel drama
anterior?
¿Quién nos ha borrado y arrebatado la memoria?
La persona sin memoria es, en esencia, como la tierra de un campo o
un camino; los zapatos deciden dónde pisar y son las hendiduras de sus
suelas las que tienen la última palabra.
La persona sin memoria es, en esencia, como el madero sin vida;
serán el serrucho y el hacha los que determinen su forma futura.
Para aquellos que, como nosotros, encuentran el sentido de la vida
en su amor por la escritura y sobreviven gracias a la palabra escrita —
como es el caso de los estudiantes de posgrado que siguen esta clase a
través de la Red y de los escritores que cursan o han cursado el Máster
de Escritura Creativa de la Universidad Renmin de China—, ¿qué sentido
tendría la escritura si renunciamos al recuerdo y a la memoria que brotan
de nuestra sangre y de nuestras vidas? ¿Cuál sería su valor? ¿Qué podría
esperar esta sociedad de sus escritores? ¿Qué diferencia habría entre
una marioneta, cuyos hilos controlan otros, y vuestra escritura
incansable, un esfuerzo tenaz y una obra prolífica? Si los periodistas no
86
describen lo que ven ni los escritores relatan aquello que recuerdan y
han vivido; si quienes tienen la posición y capacidad de emitir juicios en
la opinión pública lo hacen siempre empleando las expresiones puras
que dicta el país, ¿quién podrá venir a decirnos en qué consiste la vida
humana, nuestra realidad, nuestra verdad y nuestra existencia
individuales en este mundo?
Paraos a pensar en qué estaríamos oyendo y viendo en estos
momentos de no tener en Wuhan a una escritora como Fang Fang,
poniendo por escrito sus recuerdos y experiencias, ni a los otros miles
de personas que, como ella, nos hacen llegar a través de sus teléfonos
móviles el sonido del llanto y los gritos de auxilio.
En la colosal corriente de los tiempos, la memoria individual se ha
considerado siempre como la espuma superficial, las salpicaduras y el
ruido de las olas que esos mismos tiempos se han encargado de
eliminar, desechar o apartar a un lado, silenciándolos, privándolos de
una voz, como si nunca hubieran existido. Como consecuencia de esto,
a medida que el tiempo fluye y va quedando atrás, sobreviene un olvido
inmenso. La carne pierde el alma. Y cuando todo recobra la calma, ese
minúsculo sustento de una verdad que podría remover el mundo deja
también de existir. La historia se convierte así en una leyenda, un olvido
y una ficción sin base ni fundamentos. Desde esta perspectiva, es
sumamente importante que desarrollemos nuestra capacidad de
recordar y retener memorias inmutables e imborrables, la verdad y las
pruebas últimas de un discurso veraz. Apelo en especial a los estudiantes
87
de este curso de escritura: hemos de ser ante todo personas que a lo
largo de toda nuestra existencia nos apoyemos en el recuerdo para
escribir, buscar la verdad y vivir. ¿Podrá seguir existiendo una certeza
individual e histórica el día que ni tan solo nosotros contemos ya con
esa triste verdad y esos pobres recuerdos?
Lo cierto es que tenemos memoria y recuerdos, y aun cuando
carezcamos de la capacidad de cambiar el mundo y la realidad, podemos
al menos, ante una verdad centralizada y programada, musitar para
nuestros adentros: “¡Las cosas no son así!”. De este modo, al menos,
cuando se produzca de verdad el punto de inflexión de esta epidemia,
seremos capaces de oír y recordar los lamentos y el llanto que nos llegan
de personas, familias y periferias en medio del estruendo y la algarabía
de celebración victoriosa.
La memoria no puede transformar el mundo, pero sí dotarnos de
una verdad interior.
La memoria individual no puede devenir en una fuerza que cambie
la realidad, pero sí ayudarnos al menos a interrogarnos ante la mentira.
Como poco, si algún día se produjera un nuevo Gran Salto Adelante y
volvieran los tiempos de la fundición masiva de acero, sabremos que no
es posible extraer hierro de la arena ni producir miles de libras de cereal
a partir de una única parcela; prevalecerán los saberes conocidos sobre
las fabricaciones conscientes y los milagros que presumen de sacar
alimento de la nada. Y como poco, si vuelve a acaecer otra década
88
catastrófica como la de aquella revolución, podremos garantizar que no
enviaremos a nuestros padres a la cárcel ni al cadalso.
Queridos alumnos, somos estudiantes de letras y es posible que a
lo largo de toda nuestra vida dependamos de la palabra, la verdad y el
recuerdo para relacionarnos. Hemos de hablar desde la memoria. Si no
expresamos nuestros miles de recuerdos individuales, la memoria
colectiva, estatal y nacional siempre ocultará y modificará, por razones
históricas, nuestra memoria individual. En estos momentos en los que el
Covid-19 aún no ha coagulado en forma de recuerdos, comenzamos a
escuchar a nuestro alrededor alabanzas y celebraciones a bombo y
platillo. Es por esto por lo que espero que todos vosotros, todos quienes
hemos atravesado por esta epidemia, logremos conservar la memoria
cuando todo termine.
Espero que, en un futuro previsible y no muy lejano, cuando este
país comience a anunciar a los cuatro vientos con toda fanfarria y épica
su victoria en la guerra contra la epidemia, no nos convirtamos en esos
escritores que entonan cantos vacíos, sino únicamente en personas
honestas y con memoria. Deseo que, cuando se ponga en escena la gran
representación, no seamos los actores que recitan sobre las tablas, ni la
comparsa que acompaña a la función; en su lugar, espero que
permanezcamos alejados del escenario como personas débiles e
impotentes que contemplan el espectáculo en silencio con ojos llorosos.
Si nuestro talento, valor y determinación no nos convierten en escritores
como Fang Fang, que nuestra sombra ni nuestra voz se encuentren al
89
menos entre quienes la envidian y se mofan de ella. Cuando al cabo
regrese la tranquilidad y no podamos, en medio de cantos de sirena,
lanzar en voz alta nuestras dudas sobre la aparición y propagación de
este coronavirus, los susurros servirán como muestra de consciencia y
valentía. Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie,
pero guardar silencio y olvidar son barbaries aún más terribles.
Si no podemos actuar como el médico Li Wenliang que dio la voz
de alarma, seamos al menos aquellos que escuchan la llamada de
alarma.
Si no podemos alzar la voz, susurremos; si no podemos susurrar,
guardemos silencio y conservemos la memoria y los recuerdos. Que
cuando lleguen los cantos —a punto de producirse— por la que ha
venido a llamarse una victoria bélica contra la aparición, azote y
propagación de este Covid-19, permanezcamos a un lado en silencio,
con nuestra tumba interior. Que nuestra memoria sea indeleble, para
que podamos algún día transmitirla a las generaciones venideras.
Yan Lianke, autor de Los besos de Lenin (Automática), dirigió este
mensaje a sus estudiantes de la Universidad de Hong Kong al comienzo
de su primera clase virtual el 21 de febrero. Traducción de Belén Cuadra
Mora.
90
Fuente:
https://elpais.com/cultura/2020/03/20/babelia/1584729446_793122.ht
ml?fbclid=IwAR0kn86fu3yGBJ_HVePB1HlFNSQIYPkCq4Hrl-cJ5QEGY-
V2DvO1qB2jp04
91
EL FILÓSOFO DE LA LECTURA ITALIANO, EN
CONVERSACIÓN DESDE SU CASA, AFIRMA QUE LA LITERATURA
TIENE UNA FUNCIÓN PROFÉTICA Y A LA VEZ NOS ENSEÑA
SOBRE EL PASADO
JUAN CRUZ
Nuccio Ordine11 (Diamante, 1958) habla desde su casa en Calabria, la
región del sur de Italia donde vive y en cuya universidad enseña. Filósofo
de la lectura, autor de La utilidad de inútil, un manifiesto a favor de la
enseñanza clásica, y de Clásicos para la vida (ambos en Acantilado),
afirma que la crisis de salud que ha golpeado su pueblo y el mundo es
la consecuencia de una política neoliberal “que ha descuidado y puesto
en riesgo los dos pilares de la dignidad humana, el derecho a la salud y
el derecho al conocimiento”. Respaldado por su biblioteca inmensa, no
abandona a través de Skype su pasión oratoria a favor de una educación
de calidad, que ha atraído multitudes a sus clases y le ha reportado
reconocimientos, como el último honoris causa que recibió en Lovaina
(Bélgica).
Pregunta. Como George Steiner, usted considera que “una enseñanza
de mala calidad es, casi literalmente, un asesinato”, y la ve venir.
11 Nuccio Ordine (Diamante, Calabria, 18 de julio de 1958) es profesor, filósofo y uno de los mayores
conocedores del Renacimiento y del pensamiento de Giordano Bruno.
92
Respuesta. Coincido con mi querido amigo. No dudo de que la crisis
actual, que ha puesto al servicio de los profesores la enseñanza
telemática, despierta tentaciones cuyo cumplimiento devaluaría el
espíritu de la educación. Además, no tenemos suficientes profesores, no
hay suficiente financiación, no se presta atención a la escuela. El
neoliberalismo ha mirado para otro lado cuando ha tenido que ocuparse
de los dos pilares de la dignidad.
En los recortes salvajes que dañaron a los hospitales, donde no hay sitio
ni medios para las urgencias. Invertir en sanidad e instrucción da un
impulso económico enorme a los países. Miremos a Estados Unidos: qué
hace la gente para sobrevivir donde la sanidad privada es prácticamente
el único recurso, donde un test cuesta más de 2.000 dólares, de modo
que serán los ricos los únicos que se sientan seguros y millones de
pobres contagiados no podrán ser curados porque no tendrán asistencia
sanitaria.
P. ¿La economía, pues, manda más que la vida incluso en esta crisis?
R. Hay signos evidentes en ese sentido. Hay un conflicto entre las
razones económicas y las razones de la vida. Produce horror el discurso
de Boris Johnson, el premier inglés. Dijo al principio que el virus
provocaría muchas muertes y al fin la población se quedaría
inmunizada… ¡Una selección natural darwiniana! ¡Los débiles se mueren
y los fuertes sobreviven! La idea de Johnson era la de la inmunidad del
rebaño, rebatida desde la ciencia. Una selección de la raza. Como el
nazismo.
93
P. El primer ministro de su país y la canciller alemana dijeron que esto
es lo peor que ha ocurrido desde la Segunda Guerra Mundial. Coincide,
además, con el auge de los hipernacionalismos.
R. Pero hay una diferencia: el hipernacionalismo de hoy es muy distinto
al que precedió a esa guerra y no tiene el poder del neoliberalismo, que
domina el mundo y no responde tan solo a la reacción de un único país.
Por eso insisto en esta idea: el coronavirus desenmascara los límites del
neoliberalismo, nos está mostrando sus contradicciones. Johnson no
quería tomar medidas porque no quería frenar la economía. En la lógica
neoliberal, la economía vale más que la vida humana. En 1968 John F.
Kennedy pronunció un discurso en el que dijo: “El PIB, por desgracia,
no mide las cosas más importantes de la vida. No incluye la belleza de
nuestra poesía, la inteligencia de nuestro debate público, la integridad
de nuestros funcionarios”. Un exceso de economía nos hace perder el
sentido de la vida.
P. Se tiende a decir que de esta crisis saldremos mejores.
R. Quién sabe. Si queremos dar un giro y atesorar lo aprendido no
debemos olvidar los males que de antiguo afligen a la humanidad. La
lucha es entre la memoria y el olvido. Y para ello nos sirve la literatura,
que tiene una función profética y nos enseña sobre el pasado. Se lee a
Boccaccio, a Saramago, a Camus, sobre las epidemias. Leyéndolos
entiendes el miedo, la soledad, la impotencia ante un enemigo invisible,
el tema del chivo expiatorio, el sufrimiento, la pérdida de la libertad, la
ciudad fantasma…
94
P. Esta es la guerra de su generación, y de la de los más jóvenes. ¿Siente
una responsabilidad mayor como ciudadano?
R. Yo la siento como profesor. Cuando las escuelas y las universidades
están cerradas, cuando la relación con los estudiantes se desmorona, no
tenemos más elección que utilizar los medios, las clases a distancia, para
mantenerla viva la relación con nuestros estudiantes. Pero atisbo un
peligro: debemos estar presentes y luchar, hacer que se oiga nuestra
voz. Algunos rectores de universidades están diciendo que esta no es la
crisis, sino el futuro de la educación. La auténtica lección es la que se
da en las aulas, la experiencia humana que tenemos los profesores y los
estudiantes juntos. Un ordenador nunca cambiará la vida de un
estudiante, pero la palabra de un profesor puede cambiar la vida de un
muchacho.
P. ¿Aún así, se cantará después de los tiempos oscuros, como sugería
Bertolt Brecht?
R. Solo una fraternidad universal, la conciencia de una solidaridad
humana, podrá hacer mejor la sociedad, resolver la injusticia y la
desigualdad. Si somos indiferentes o egoístas, si no somos solidarios y
generosos con los demás, no podremos vivir en un mundo mejor, no
podemos cantar felices. Esta es mi visión del mundo… No tenemos
contacto con los hijos, con las madres, con los hermanos; en este clima
de encierro estamos descubriendo la importancia del otro en la vida, que
no somos islas separadas.
95
Nuccio Ordine, dice, antes de apagar su Skype y fundirse, con su perro,
en el confinamiento: “Esta es mi agenda. ¿Ves todo lo tachado? Este es
el momento, la vida tachada, una vida sin fechas. Esta es, de veras, una
terrible incertidumbre”.
LA ENSEÑANZA DEL ESTUPOR
Acaso el intelectual italiano más viajero, Nuccio Ordine, confinado en
casa, con su perro, Quirón, como el centauro mitológico, “negro como
la noche”. “¡Diez años que no me veía a cada hora!” Lo acompaña en
los paseos, en la lectura. ¿En el miedo también? “No he sentido miedo.
He sentido angustia. Y sufrimiento y preocupación por personas de
riesgo. He pensado en que mi madre, 84 años, no sobreviviría a un
coronavirus. En jóvenes de 30 años, enfermos que podrían curarse y
vivir, y que si se contagian podrían morir. No he pensado en el miedo,
sino en el cambio de vida, en este abismo…” “Como dice José Saramago,
hemos estado ciegos porque no hemos visto el egoísmo y la indiferencia
que domina la sociedad. Es lo que nos enseña el coronavirus, el estupor
de la enfermedad, como en 'Ensayo sobre la ceguera'. Es lo que, en 'La
peste', de Albert Camus, cuenta este pasaje: ‘¿Qué se aprende durante
la peste? Que hay en los hombres más cosas dignas de admiración que
de desprecio’. Estamos viendo gestos de solidaridad entre las personas,
médicos jubilados que vuelven al oficio de curar. Veo cosas que hacen
que tenga esperanza. El peligro es que olvidemos las necesidades
principales de la vida. Mira lo que dice Milan Kundera en 'El libro de la
risa y el olvido': ‘Contrapoder es la lucha de la memoria contra el olvido’.
Yo creo que, si olvidamos, volveremos a estar como antes. En la historia
96
hemos olvidado muchas veces. No tengo una certeza, ni una respuesta,
pero sé que si olvidamos no atesoraremos lo que hemos aprendido
ahora. Podemos caer en el tiempo de los idiotas, los que en la
antigüedad griega se ocupaban exclusivamente de su interés, en
oposición a los intereses de la ciudad, polis, la palabra de la que procede
la política. Pues, bien, yo considero que estos políticos de ahora son
idiotas, estúpidos, no solo porque piensan únicamente en sí mismos,
sino también porque son ignorantes, ignoran que todos los seres
humanos están relacionados entre sí, como demuestra ahora esta crisis
del virus”.
Fuente: https://elpais.com/cultura/2020-03-25/nuccio-ordine-la-
politica-neoliberal-ha-descuidado-los-pilares-de-la-dignidad-
humana.html
97
EL TEATRO Y LA PESTE,
UN TEXTO DE ANTONIN ARTAUD12
Cuando la peste se establece en una ciudad, las formas regulares se
derrumban. Nadie cuida los caminos; no hay ejército, ni policía, ni
gobiernos municipales; las piras para quemar a los muertos se
encienden al azar, con cualquier medio disponible. Todas las familias
quieren tener la suya. Luego hay cada vez menos maderas, menos
espacio, y menos llamas, y las familias luchan alrededor de las piras, y
al fin todos huyen, pues los cadáveres son demasiado numerosos. Ya
los muertos obstruyen las calles en pirámides ruinosas, y los animales
mordisquean los bordes. El hedor sube en el aire como una llama. El
amontonamiento de los muertos bloquea calles enteras. Entonces las
casas se abren, y los pestíferos delirantes van aullando por las calles con
el peso de visiones espantosas. Otros apestados, sin bubones, sin
delirios, sin dolores, sin erupciones, se miran orgullosamente en los
12 Antoine Artaud (Marsella; 4 de septiembre de 1896 - París; 4 de marzo de 1948), fue
un poeta, dramaturgo, ensayista, novelista, director escénico y actor francés. Artaud es autor de una
vasta obra que explora la mayoría de los géneros literarios, utilizándolos como caminos hacia un arte absoluto y "total".
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espejos, sintiendo que revientan de salud, y caen muertos con las bacías
en la mano, llenos de desprecio por las otras víctimas.
La hez de la población, aparentemente inmunizada por la furia de
la codicia, entra en las casas abiertas y echa mano a riquezas, aunque
sabe que no podrá aprovecharlas. Y en ese momento nace el teatro. El
teatro, es decir la gratuidad inmediata que provoca actos inútiles y sin
provecho.
Pero si se necesita un flagelo poderoso para revelar esta gratuidad
frenética, y si ese flagelo se llama la peste, quizá podamos determinar
entonces el valor de esa gratuidad en relación con nuestra personalidad
total. El estado del apestado que muere sin destrucción de materias, con
todos los estigmas de un mal absoluto y casi abstracto, es idéntico al del
actor, penetrado integralmente por sentimientos que no lo benefician ni
guardan relación con su condición verdadera. Todo muestra en el
aspecto físico del actor, como en el del apestado, que la vida ha
reaccionado hasta el paroxismo; y, sin embargo, nada ha ocurrido.
Pero así como las imágenes de la peste, en relación con un potente
estado de desorganización física, son como las últimas andanadas de
una fuerza espiritual que se agota, las imágenes de la poesía en el teatro
son una fuerza espiritual que inicia su trayectoria en lo sensible y
prescinde de la realidad.
Si admitimos esta imagen espiritual de la peste, descubriremos en
los humores del apestado el aspecto material de un desorden que, en
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otros planos, equivale a los conflictos, a las luchas, a los cataclismos y
a los desastres que encontramos en la vida. Y así como no es imposible
que la desesperación impotente y los gritos de un lunático en un asilo
lleguen a causar la peste, por una suerte de reversibilidad de
sentimientos e imágenes, puede admitirse también que los
acontecimientos exteriores, los conflictos políticos, los cataclismos
naturales, el orden de la revolución y el desorden de la guerra, al pasar
al plano del teatro, se descarguen a sí mismos en la sensibilidad del
espectador con toda la fuerza de una epidemia.
San Agustín en La ciudad de Dios, lamenta esta similitud entre la
acción de la peste que mata sin destruir órganos, y el teatro, que, sin
matar, provoca en el espíritu, no ya de un individuo sino de todo un
pueblo, las más misteriosas alteraciones.
“Sabed –dice-, quienes lo ignoráis, que esas representaciones,
espectáculos pecaminosos, no fueron establecidos en Roma por los
vicios de los hombres, sino por orden de vuestros dioses. Sería más
razonable rendir honores divinos a Escipión* que a dioses semejantes;
¡valían por cierto menos que su pontífice!
“Para apaciguar la peste que mataba los cuerpos, vuestros dioses
reclamaron que se les honrara con esos espectáculos, y vuestro
pontífice, queriendo evitar esa peste que corrompe las almas, prohíbe
hasta la construcción del escenario. Si os queda aún una pizca de
inteligencia y preferís el alma al cuerpo, mirad a quién debéis
reverenciar; pues la astucia de los espíritus malignos, previendo que iba
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a cesar el contagio corporal, aprovechó alegremente la ocasión para
introducir un flagelo mucho más peligroso, que no ataca el cuerpo sino
las costumbres. En efecto, es tal la ceguera, tal la corrupción que los
espectáculos producen en el alma, que aún en estos últimos tiempos
gentes que escaparon del saqueo de Roma y se refugiaron en Cartago,
y a quienes domina esta pasión funesta, estaban todos los días en el
teatro, delirando por los histriones”.
Es inútil dar razones precisas de ese delirio contagioso. Ante todo
importa admitir que, al igual que la peste, el teatro es un delirio, y es
contagioso.
El espíritu cree lo que ve y hace lo que cree: tal es el secreto de la
fascinación. Y el texto de San Agustín no niega en ningún momento la
realidad de esta fascinación.
Sin embargo, es necesario redescubrir ciertas condiciones para
engendrar en el espíritu un espectáculo capaz de fascinarlo: y esto no
es simplemente un asunto que concierna al arte. Pues el teatro es como
la peste y no sólo porque afecta a importantes comunidades y las
transforma en idéntico sentido. Hay en el teatro, como en la peste, algo
a la vez victorioso y combativo.
La peste toma imágenes dormidas, un desorden latente, y los
activa de pronto transformándolos en los gestos más extremos; y el
teatro toma también gestos y los lleva a su paroxismo. Como la peste,
rehace la cadena entre lo que es y lo que no es, entre la virtualidad de
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lo posible y lo que ya existe en la naturaleza materializada. Redescubre
la noción de las figuras y de los arquetipos, que operan como golpes de
silencio, pausas, intermitencias del corazón, excitaciones de la linfa,
imágenes inflamatorias que invaden la mente bruscamente despierta. El
teatro nos restituye todos los conflictos que duermen en nosotros, con
todos sus poderes, y da esos poderes nombres que saludamos como
símbolos; y he aquí que ante nosotros se desarrolla una batalla de
símbolos, lanzados unos contra otros en una lucha imposible; pues sólo
puede haber teatro a partir del momento en que se inicia realmente lo
imposible, y cuando la poesía de la escena alimenta y recalienta los
símbolos realizados.
Una verdadera pieza de teatro perturba el reposo de los sentidos,
libera el inconsciente reprimido, incita a una especie de rebelión virtual
(que por otra parte sólo ejerce todo su efecto permaneciendo virtual) e
impone a la comunidad una actitud heroica y difícil.*Escipión Nasica,
gran pontífice, que ordenó nivelar los teatros de Roma, y tapar con tierra
sus sótanos.
Fuente: https://malsalvaje.com/2020/03/13/el-teatro-y-la-peste-un-
texto-de-antonin-artaud/
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LA REDBIOÉTICA SE PRONUNCIA SOBRE EL
DERECHO UNIVERSAL A LA SALUD, EN OCASIÓN DE LA
PANDEMIA COVID 19
Declaración de la Redbioética UNESCO Respecto a la
preocupante pandemia por el coronavirus COVID-19
recientemente declarada por la Organización Mundial de la
Salud, la Red Latinoamericana y del Caribe de Bioética UNESCO
declara
1. Esta situación revela la importancia que tienen sistemas de salud con
acceso universal que realmente garanticen el acceso a la salud de toda
la población, y las grandes fragilidades que representan los llamados
sistemas de salud con “cobertura universal” en cuanto llevan a que la
atención a la salud de individuos y comunidades dependa de su
capacidad adquisitiva. Esto deriva por tanto en una no atención de sus
necesidades de salud de modo integral (incluyendo la prevención de la
enfermedad y la promoción de la salud), lo que, además de fomentar la
desigualdad, facilita la propagación de enfermedades como el nuevo
coronavirus a toda la sociedad. Los estados están obligados a dar
cumplimiento al derecho a la salud: “No adoptar medidas apropiadas
para dar plena efectividad al derecho universal a disfrutar del más alto
nivel posible de salud” y el no contar con una política nacional sobre la
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seguridad implica una violación de este derecho. Pandemias como la del
COVID-19 ponen de manifiesto el grado de vigencia del mismo, en cada
país y comunidad.
2. Esta pandemia refuerza que es esencial contar con presupuestos en
salud y educación que no estén limitados ni condicionados por
coyunturas políticas o económicas, pues en casos de riesgo, la salud
pública debe asegurar que toda la población cuente con lo necesario
para garantizar el acceso a los cuidados de salud certificando el
bienestar individual y colectivo.
3. Esta emergencia sanitaria debe conducir al definitivo establecimiento
de instituciones como consejos y comisiones de bioética, formadas por
expertos bioeticistas, que asesoren a los poderes públicos, en particular,
y a la sociedad civil, en general, en temas relativos a distribución de
recursos, atención a poblaciones vulnerables afectadas por
enfermedades en toda circunstancia, condiciones necesarias y mejores
formas de tratamiento en todas las situaciones.
4. La Redbioética manifiesta además su preocupación respecto a los
criterios que se adopten cuando los recursos no sean suficientes y
reclama que estén regidos por rigurosos estándares médico científicos y
particularmente éticos, en todos los casos, evitando toda forma de
discriminación o selección que limite el acceso de algunos individuos en
favor de otros. Por ello hace un llamado a la solidaridad y a fortalecer
los vínculos como sociedad que permita unirse a la necesidad y el dolor
de los más vulnerables, cooperando unos con otros, a fin de que las
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redes de contención social sean su mayor fortaleza. Los gestos solidarios
suponen dejar de lado conductas individualistas, que solo miran el
interés personal o de grupo de pertenencia. Estos son tiempos de
mostrar actitudes éticas que transformen a las personas y sociedades
haciéndolos mejores, en el marco de una ciudadanía activa que
promueva la plena vigencia de la igualdad y los derechos de todas y
todos.
María Luisa Pfeiffer Presidenta Redbioética UNESCO
Fuente: https://es.unesco.org/news/redbioetica-se-pronuncia-derecho-
universal-salud-ocasion-pandemia-covid-
19?fbclid=IwAR1SwRfYHdqsbldryLMHmUg307spb4qoVA8aofFlXNiORky
t2DPXd8VIpAw
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