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277 DAVID M. NEUHAUS REENCUENTRO CON PABLO. ¿UN CAMBIO DE PARADIGMA? Desde el comienzo de la época crítica, la figura de Pablo ha sido objeto de un interés que va mucho más allá del marco meramente técnico o académico. El comienzo del siglo XX se llegó a preguntar si el cristianismo había sido fundado precisamente por Pablo, no por Jesús.Además, en las últimas décadas del siglo pasado aparecieron un buen número de obras sobre la figura de Pablo que han dado un verdadero vuelco a los planteamientos clásicos de la época crítica. Este artículo ofrece un resumen importante de nuevos enfoques en el estudio de la figura de Pablo, que llevan al autor a hablar de un nuevo paradigma en la reconstrucción de su realidad histórica en el marco de la cultura de su época, y de su significado en los comienzos del cristianismo. À la rencontre de Paul. Connaître Paul aujourd’hui – un changement de paradigme? Recherches de Science Réligieuse 90 (2002) 353- 376. La figura de Pablo jugó un pa- pel esencial en el desarrollo del cristianismo primitivo. Marca el tránsito de Jesús de Nazaret, re- conocido por sus discípulos, tras su muerte, como el Mesías resu- citado, a la Iglesia universal que predica el Evangelio de la salva- ción a todos los pueblos. El NT conserva, al menos, siete cartas de Pablo; además, el libro de los He- chos de los Apóstoles narra el paso de Jesús a Pablo pasando por los apóstoles, y el paso de Jerusa- lén a Roma por medio de Antio- quia. Pero la pregunta que surge es: ¿dónde hay que situar a Pablo en la cadena Jesús – los Apósto- les – la Iglesia Universal?, ¿qué papel jugó? Si la Iglesia primitiva, los Padres, Lutero y la Reforma dibujaron un retrato de Pablo bien conocido por muchos, no lo es menos que la exégesis histórico- crítica de los dos últimos siglos también nos ofrece numerosas imágenes de Pablo: algunos han visto en Pablo al verdadero fun- dador del cristianismo, un inicia- dor de la teología cristiana, un pio- nero de la misión cristiana, un fer- viente pensador apocalíptico, un rabino fariseo convertido al cris- tianismo, un helenista culto, un gnóstico sincretista, un converti- do bastante incoherente, y hasta un profeta de la reconciliación. Pero hoy día se reconoce que to- das estas imágenes de Pablo nos hablan más de los lectores y sus ideas que no del mismo Pablo. ¿Podemos llegar a hacer un retrato de Pablo que no sea una interpretación deformada?, ¿de qué medios disponemos para ob- tener nuestro objetivo? Hacernos estas preguntas es lo mismo que preguntarse sobre la relación en-

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DAVID M. NEUHAUS

REENCUENTRO CON PABLO.¿UN CAMBIO DE PARADIGMA?

Desde el comienzo de la época crítica, la figura de Pablo ha sidoobjeto de un interés que va mucho más allá del marco meramentetécnico o académico. El comienzo del siglo XX se llegó a preguntar siel cristianismo había sido fundado precisamente por Pablo, no porJesús. Además, en las últimas décadas del siglo pasado aparecieron unbuen número de obras sobre la figura de Pablo que han dado unverdadero vuelco a los planteamientos clásicos de la época crítica.Este artículo ofrece un resumen importante de nuevos enfoques en elestudio de la figura de Pablo, que llevan al autor a hablar de un nuevoparadigma en la reconstrucción de su realidad histórica en el marcode la cultura de su época, y de su significado en los comienzos delcristianismo.

À la rencontre de Paul. Connaître Paul aujourd’hui – un changementde paradigme? Recherches de Science Réligieuse 90 (2002) 353-376.

La figura de Pablo jugó un pa-pel esencial en el desarrollo delcristianismo primitivo. Marca eltránsito de Jesús de Nazaret, re-conocido por sus discípulos, trassu muerte, como el Mesías resu-citado, a la Iglesia universal quepredica el Evangelio de la salva-ción a todos los pueblos. El NTconserva, al menos, siete cartas dePablo; además, el libro de los He-chos de los Apóstoles narra elpaso de Jesús a Pablo pasando porlos apóstoles, y el paso de Jerusa-lén a Roma por medio de Antio-quia. Pero la pregunta que surgees: ¿dónde hay que situar a Pabloen la cadena Jesús – los Apósto-les – la Iglesia Universal?, ¿quépapel jugó? Si la Iglesia primitiva,los Padres, Lutero y la Reformadibujaron un retrato de Pablo bienconocido por muchos, no lo esmenos que la exégesis histórico-

crítica de los dos últimos siglostambién nos ofrece numerosasimágenes de Pablo: algunos hanvisto en Pablo al verdadero fun-dador del cristianismo, un inicia-dor de la teología cristiana, un pio-nero de la misión cristiana, un fer-viente pensador apocalíptico, unrabino fariseo convertido al cris-tianismo, un helenista culto, ungnóstico sincretista, un converti-do bastante incoherente, y hastaun profeta de la reconciliación.Pero hoy día se reconoce que to-das estas imágenes de Pablo noshablan más de los lectores y susideas que no del mismo Pablo.

¿Podemos llegar a hacer unretrato de Pablo que no sea unainterpretación deformada?, ¿dequé medios disponemos para ob-tener nuestro objetivo? Hacernosestas preguntas es lo mismo quepreguntarse sobre la relación en-

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tre la aproximación, sus modali-dades y sus resultados; al final,veremos cómo ha cambiado el

paradigma metodológico y, con él,nuestro conocimiento de Pablo.

LA IMPORTANCIA DEL MÉTODO

Hoy día nuestro conocimien-to de la cultura y de la religión dePablo ha avanzado mucho, graciasa la arqueología, los descubrimien-tos y estudios de los textos anti-guos, gracias, también, a la exége-sis crítica de los textos bíblicos, ala aplicación de las ciencias huma-nas para reconstruir la historia deese período y a la relectura deljudaísmo del primer siglo. Es im-portante situar a Pablo y sus es-critos en un contexto que ha deser comprendido mediante losinstrumentos históricos y críticosde que hoy día disponemos.

Fueron F.C. Baur y la escuelade Tubinga los primeros en apar-tarse de las lecturas tradicionales.Baur critica la lectura luterana quesubraya la ruptura entre Pablo yel medio judío, ruptura debida asu experiencia de conversión; de-muestra también que la Iglesiaprimitiva está menos unida de loque la lectura católica decía, puesexistían disensiones entre helenis-tas y judaizantes (Ac 6,1) y espe-cialmente entre Pablo y Pedro;pone de manifiesto las contradic-ciones entre Ac 15 y Gal 1-2 parademostrar la existencia de un par-tido petrino y otro paulino queirían borrando diferencias paracrear una sola Iglesia. A. Ritschldemuestra que el sistema bipolarde Baur es demasiado simplista,ya que el cristianismo primitivo esmás bien una explosión de co-rrientes: gentiles, helenizantes, ju-

díos de cultura griega, apóstolesy judaizantes. Pero, por más quese critiquen las tesis de Baur, nose puede negar que han influidonotablemente en la lectura críti-ca de Pablo.

Uno de los primeros en ensa-yar una biografía de Pablo sin pre-supuestos teológicos fue W. Wre-de. Sitúa a Pablo en el mundo ju-dío de su época. Las corrientesapocalípticas y la literatura inter-testamentaria le sirven de matrizpara comprender a Pablo. Coloca,como centro del pensamiento dePablo, la cristología y, más concre-tamente, la encarnación, la muer-te y la resurrección del Mesías.

Las lecturas tradicionales dePablo insisten en la ruptura entreel judaísmo y el cristianismo y, fre-cuentemente hacen de Pablo elhéroe de dicha ruptura. Pero Baur,Schweitzer y, tras ellos, otros exe-getas rechazan que Pablo sea “cris-tiano”. Dice Schweitzer: “Para Pa-blo sólo había una religión, el ju-daísmo (...). El cristianismo no esuna nueva religión (...), sino quees el mismo judaísmo cuyo cen-tro de gravedad ha cambiado acausa de la nueva era”.J. Dunn,recientemente, reasume la mismatesis: “Es posible que Pablo recha-zara el judaísmo en el que se ha-bía formado (Gal 1,13-14), perolo rechaza en tanto que israelita,es decir, como alguien que buscamantener y promover el verda-dero carácter de la elección de

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Israel”. Este exegeta añade que laactitud del mundo judío de enton-ces respecto al Templo y a la mi-sión con los paganos estaba muylejos de ser uniforme.

Tres tesis marcan, hoy día, unalectura contextual de Pablo: 1)para comprender su pensamien-to son preferibles sus cartas an-tes que los Hechos de los Após-toles; 2) el Pablo de las cartas esciertamente judío; 3) la ruptura

entre judaísmo y cristianismo esposterior a Pablo. Si, por otra par-te, se admite la necesidad de in-terpretar a Pablo en su contexto,no es menos cierto que el pro-blema de la interpretación de lasotras fuentes de su época sigueen pie: ¿cómo hay que utilizar elNT, las otras fuentes judías delprimer siglo y las fuentes del ju-daísmo rabínico para poder leery comprender mejor a Pablo?

EL NUEVO TESTAMENTO

El NT es la fuente primordialpara el estudio de sus propios tex-tos. Durante mucho tiempo losexegetas han intentado buscarpuntos de apoyo en otros docu-mentos. Pero hemos de recono-cer la pobreza de las fuentes es-critas del primer siglo de nuestraera. Así como Pablo es la perso-nalidad central de los Hechos yde sus propios escritos, no encon-tramos trazas de él en los escri-tos de Josefo o de Filón, ni en lostextos intertestamentarios ni enlos de Qumran.

Los exegetas admiten que essólo partiendo de Pablo como sepuede llegar a conocer su identi-dad, su vocación y su misión. Perola pregunta es: ¿escribe Pablo unrelato de su vida? De hecho sólohabla de sí, cuando lo juzga útil ycon el objeto de fundamentar susargumentos teológicos. Práctica-mente no habla de su pasado dejudío celoso (Ga 1), juzgándolo sinvalor alguno en Flp 3. Y cuandonos habla de ese antes, lo hacesiempre a la luz de un después.

Por otra parte, ¿qué cartaspodemos usar? Los críticos están

generalmente de acuerdo en de-cir que sólo podemos apoyarnosen las siete que están reconoci-das como auténticas por la críti-ca. Entre la primera y la últimacarta hay todo un proceso teoló-gico: la teología de Tesalonicensesno es la misma que la de Roma-nos. También se ha de tener encuenta el carácter polémico ycontextual de las cartas, que noson tratados sistemáticos, salvo talvez Romanos. Dicho todo esto, ¿laimagen de Pablo que surge de es-tos pasajes es una imagen unifica-da?

En estos últimos decenios, laexégesis no subordina ya les car-tas paulinas al relato de los He-chos, ya que está plenamente ad-mitido que Lucas es tan buen teó-logo como historiador. M. Hengello ha resumido en esta fórmula:“historiador teológico”. Esto noimplica que Lucas sea menos fia-ble que los historiadores contem-poráneos con los que se puedecomparar, Tito Livio, Plutarco oJosefo. Con Hengel, Becker subra-ya la necesidad de una evaluaciónmatizada de los Hechos, ya que

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testimonian “una cierta verosimi-litud histórica, aunque su valorhistórico puede ser discutido”.

Tres temas muestran cómo elrelato lucano y las cartas paulinastratan de manera diferente laidentidad de Pablo.

a. La ‘conversión’ de Pablo

Según diversos exegetas, laconversión de Pablo en el cami-no de Damasco, es la experienciafundante del pensamiento y acti-vidad de Pablo. Hallan correspon-dencias entre el relato lucano ylos relatos de su visión. G. Lohfinksubraya que, mediante la presen-tación de Pablo como un judíoortodoxo con un celo persecu-torio hacia los cristianos, Lucasmuestra que la misión de Pablocon los gentiles encuentra su ori-gen en Cristo mismo.

Por tres veces, Lucas describela narración de este encuentro(cada vez con diferencias), pero sinutilizar el vocabulario propio deuna conversión, cosa que tambiénse da en Pablo. Becker nota queel apóstol usa verbos típicos deuna visión para hablarnos de suencuentro con Cristo: lo ha visto(1Co 9,1), Cristo se le apareció(1Co 15,8), y el Hijo le ha sidorevelado (2Co 4,5-6; 12,1-7; Ga1,16). La visión y la aparición per-tenecen al lenguaje pascual, y larevelación al lenguaje profético;Pablo se inscribe en una tradiciónya presente; habla del suceso conel lenguaje típico de las vocacio-nes proféticas del AT: se ha com-parado Ga 1,15-16 con la llamadade Jeremías (1,4-10) y de Isaías(6,1-13). Su lenguaje no es ni psi-

cológico, ni existencial, sino que esmás bien revelador de un horizon-te teológico que indica el pareci-do entre su encuentro con Jesúsy los de los profetas de Israel conel Dios vivo. En los Hechos, por elcontrario, la revelación se sitúa enel orden de la escucha: Pablo oyela voz de Jesús.

b. Pablo ‘apóstol’

A diferencia de los Hechos,donde la palabra “apóstol” siem-pre se usa en plural y reenvía a lacolegialidad de los apóstoles es-cogidos por Jesús, las cartas pau-linas destacan la identidad apos-tólica de Pablo, hasta el punto deque “aquéllos que osaban atacar-le en este punto atacaban la com-prensión más íntima que él teníade sí mismo” (Lohfink). La misiónrecibida directamente de Cristohace a Pablo digno de este títuloapostólico y forma un lazo esen-cial entre Jesús y la misión con lospaganos.

Pablo es apóstol por su en-cuentro con Cristo resucitado, ylos doce lo son por su lazo histó-rico con Jesús de Nazaret. Pablono se interesa por aquél a quienno ha conocido, Jesús según lacarne. Del término “apóstol” su-braya el conocimiento del Resu-citado (2Co 5,16-17), de quien élda testimonio. “La experiencia quePablo tiene de Jesucristo comien-za con su vocación. Se siente re-querido (sic) para su serviciopor Dios, quien le revela al Resu-citado como la obra de su bene-volencia. Desde entonces, Pablo serefiere a este Señor exaltado. Apartir de este realidad del seño-

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río de Cristo, Pablo contempla lahistoria del Jesús terrestre y, antetodo, su muerte salvífica en la quereconoce igualmente la obra deDios que revela a Jesús como elsalvador de la humanidad” (Bec-ker). El lazo entre Jesús de Naza-ret y Pablo no nos habla de unahistoricidad contingente: nunca sehan encontrado, pero Cristocomo el Resucitado está siemprepresente en el pensamiento dePablo. El Jesús terrestre y el rela-to de su vida, como el de los evan-gelios, está ausente de las cartasde Pablo.

c. Pablo enviado a los incir-cuncisos

Una última diferencia entre lascartas paulinas y el relato de Lu-cas estriba en que Pablo habla dedos misiones, la suya, a los genti-les, y otra la de Pedro a los judíos(Ga 2,7). Por otra parte, en losHechos, Pablo, aunque decepcio-nado por los judíos, continuaanunciándoles la Buena Nuevahasta el final y en dicho libro nun-ca encontramos una división dela misión cristiana en dos, comoen Ga 2,7-8. G Bornkamm inten-ta comprender esta división entérminos geográficos y étnicos yconcluye: “Más que tomar estaexpresión a la letra, lo que hay quehacer es referirla a dos tipos depredicación misionera. Esto signi-fica, sin duda, que la misión paga-no-cristiana debía proseguir sucamino sin obstáculos y que, tan-to de una parte como de la otra,se renunciaba a toda rivalidad”.

La llamada a creer en Jesús yel anuncio del Evangelio a los pa-

ganos están fuertemente entrela-zados en Pablo: predicar el Evan-gelio, y no transmitir una tradición,tal es la función propia de un após-tol. Por lo que hace a la universa-lidad de los destinatarios, la acti-tud de Pablo se parece a la delJesús de los evangelios. Ambos in-tentan responder a la pregunta dela universalidad del designio deDios y de la salvación ofrecida atodos los hombres. Dicha pregun-ta no era nueva en el judaísmo dela época. Pero sí que estaba lejosde ser resuelta y era un tema decrisis entre los diferentes movi-mientos que constituían la diver-sidad del mundo judío en los años70. Para Jesús, la solución es ex-plícitamente de orden escatoló-gico: ¡El Reino de Dios ha llega-do! Para Pablo, la misión a los pa-ganos es la expresión formal desu Evangelio.

Sanders señala que el punto deentrada en el Evangelio paulinoreside en el hecho de que Jesu-cristo es el mediador de la salva-ción y que la misión de Pablo con-siste en anunciar este suceso a losGentiles: los paganos son llama-dos a la filiación adoptiva de lamisma manera que Pablo es lla-mado a ser apóstol. En la mismaperspectiva, Lyons afirma que Pa-blo habla de sí mismo para dar unejemplo a los paganos. Contrarioa muchos exegetas, para quienesPablo sólo habla de sí mismo encontextos polémicos y apologé-ticos, Lyons asegura: “La presen-tación que hace Pablo de sí mis-mo en tanto que representanteideal del Evangelio es comparablea la reivindicación propia del filó-sofo de encarnar su filosofía... Pa-

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blo presenta su propia vida comoparadigma del Evangelio de la li-bertad cristiana que desearía verafirmada por sus lectores”. Estonos permitiría comprender porqué los numerosos rasgos auto-biográficos de las cartas de Pabloestán íntimamente enlazados consu vocación y con el Evangelio queél proclama y bajo cuya autoridadvive.

A pesar de su identidad deapóstol de los Gentiles, Pablosiempre se interesa por la totali-dad de la humanidad, Judíos yGentiles: “No es sin razón que lapalabra “todo”, con su referenciaa la totalidad, es tan característi-ca en Pablo” (Becker). El quiereque todos sean salvados en Jesu-cristo.

Concluyamos. Todos admitenhoy día que para comprender aPablo las cartas son las primeras.

La mayoría de los exegetas estánde acuerdo en este punto. Al mis-mo tiempo, no disocian a Pablode su retrato lucano. Lohfink afir-ma: “No es necesario decir quepor lo que se refiere a su vida eltestimonio de las cartas paulinases más seguro que el de los He-chos”, pero queda, con todo, conuna cierta dependencia del relatolucano. Se comprende esta nece-sidad de usar los Hechos, ya quePablo nunca ha contado su vidade una manera sistemática. Porotra parte, el problema de su“conversión” y de su vida antesde este acontecimiento permane-cen enigmáticas. “Pablo no descri-be jamás su experiencia de Da-masco para relatarnos un acon-tecimiento que él ha vivido, sinosólo en función de los resultadosy del sentido que para él sigueteniendo” (Becker).

LAS OTRAS FUENTES JUDÍAS CONTEMPORÁNEAS

Para comprender a Pablo hayque conocer el mundo judío desu época, que, como ya hemos di-cho, no se ha tenido en cuenta nicomprendido hasta hace bienpoco. A cada generación, el judaís-mo para los lectores de Pablo hasido, más bien, un punto de pro-yección y objeto de numerososprejuicios. En su obra Paul and Pa-lestinian Judaism, Sanders muestrahasta qué punto esas lecturas hanestado marcadas por las preocu-paciones teológicas, especialmen-te las lecturas luteranas y existen-cial (Barth y Bultmann).

Uno de los problemas másarduos con el que se enfrenta laexégesis neotestamentaria y pau-

lina, en particular, es el de hacerun retrato preciso de la religiónjudía, que era la de Pablo antes desu encuentro con Cristo. En suscartas, se ve claramente cómo lallamada de Dios ha trastocado laidea que él tenía de la salvación,pero permanece en fuerte conti-nuidad con su identidad judía. Yuna conversión, como la que Lu-cas nos describe, supone la exis-tencia de una religión cristiana ala que Pablo se habría convertido.Pero los exegetas han rechazadola idea según la cual el cristianis-mo y el judaísmo se habrían sepa-rado antes del año 70. Por el con-trario, en la época de Pablo, “eljudaísmo y el cristianismo no eran

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dos religiones separadas. En reali-dad, Pablo cambia de corriente,pero permaneciendo en el judaís-mo, sustituyendo un judaísmo fa-riseo por otro cristiano”(Betz).

Para quien quiere conocer elmundo de Pablo, la mayor dificul-tad es la escasez de fuentes escri-tas del primer siglo. A excepciónhecha de Filón, Flavio Josefo,Qumran y algunos escritos para-testamentarios, las fuentes de lasque disponemos son difíciles dedatar y, más difícil aún, el usarlas.Desde hace tiempo, se estudió elmundo de Pablo a partir de lasfuentes posteriores, rabínicas yeclesiales, de cuya lectura se des-prende que los grupos existenteseran ya entidades formadas. Hoyya se admite que el mundo judíocontemporáneo de Pablo eramucho más complejo.

Hemos dicho que, para com-prender ese mundo, el NT ha deser nuestra primera fuente. Pero,¿hay otras? Para intentar com-prender el contexto en el queSaulo se convierte en Pablo, San-ders ha hecho un resumen bas-tante completo de las fuentes ju-días del judaísmo de la época dePablo. Constata que “probable-mente, no poseemos ninguna li-teratura saducea y, apenas, litera-tura farisea, salvo algunos frag-mentos del material rabínico”. Ensu investigación, examina tres ti-pos de fuentes: a) las fuentes tan-naíticas (Misna y Tosefta); b) la li-teratura del Mar Muerto; c) la li-teratura intertestamentaria. Trassu análisis, concluye que es posi-ble una visión objetiva sobre eljudaísmo, siempre que se tenganen cuenta los tres tipos de fuen-

tes. Según él, el judaísmo de estaépoca es un nomismo de alianza,es decir, el sistema mosaico comosigno y sello de la alianza entreDios y su pueblo. Y sólo mante-niendo el marco fundamental del‘nomismo de alianza’ se puedemantener el equilibrio entre eldon y la exigencia de Dios. La Leyes observada hasta en sus porme-nores en base a los grandes prin-cipios de la religión y en razón deun compromiso con Dios. Estosuscita una actitud de humildadante Aquél que ha escogido a Is-rael y lo salvará” (Sanders).

Dunn demuestra igualmenteque el análisis crítico de las fuen-tes judías contribuye a la com-prensión del mundo de Pablo y lositúa en su propio background.“Ahora es claro que el judaísmodel segundo Templo estaba cons-tituido por numerosos grupos di-versos y fragmentados. Todos par-ticipaban de una herencia común(...), pero expresaban esa heren-cia de varias maneras”. El descu-brimiento de los manuscritos delMar Muerto confirma esta diver-sidad. La toma de conciencia dela importancia de la literatura pa-ratestamentaria y la historia delcanon de las Escrituras llenanmuchas lagunas en nuestra com-prensión de esta época, y el estu-dio crítico de las fuentes tannaíti-cas ayuda a una cierta reconstruc-ción del mundo de Pablo.

Una de las fuentes más utiliza-da para comprender el mundojudío del primer siglo son los es-critos de Flavio Josefo. Todos asu-men la disección del judaísmo delprimer siglo establecida por F. Jo-sefo con el fin de diferenciar los

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saduceos, los fariseos, los eseniosy los zelotes. Pero hoy ha sidocuestionada por un conocimien-to más profundo de la literaturade aquella época. Dicha disecciónda a entender que existían cua-tro corrientes bien delimitadas enun mundo judío palestino pocohelenizado. Estas distinciones, aveces necesarias, ignoran algúntanto el hecho de que en la épo-ca de Jesús, Palestina estaba yabajo dominio helenístico desdehacía unos 360 años”. Hengelmuestra lo mucho que estaba yahelenizado el judaísmo anterior aJesús y a Pablo.

Pablo piensa, habla y escribeen griego. “La lengua griega dePablo está exenta de pesados se-mítismos y, sin duda, no es unalengua aprendida como lenguaextranjera”. Fitzmyer piensa igual:“la utilización que él hace de lalengua griega demuestra no sólouna buena formación helenísticay una cierta dependencia respec-to a los filósofos y retóricos desu época, sino también respectoa su formación judía (...). Su escri-tura no está parcheada de semi-tismos (arameos o hebraicos)”.Por lo demás, no hay pruebas, ensus cartas, de que haya hablado elhebreo ni tan siquiera el arameo.Pablo, Josefo, Filón y sus contem-poráneos son tan judíos comohelenistas, y el judaísmo de sumedio es un judaísmo helenizado.Lo que se ventila no es simple-mente la identidad judía o griegade Pablo; si el judaísmo de Pabloestaba ya helenizado, ¿no habríaque replantearse las tesis sobrela ‘helenización’ del cristianismo?Siempre estamos tentados de in-

sistir en una ruptura entre una raízjudía del cristianismo y un desa-rrollo helenístico posterior. O.Cullman, en una crítica a la tesisde J. Daniélou sobre dicha ‘hele-nización’, muestra que, con el re-conocimiento de los varios judaís-mos, tanto el helenismo como eljudaísmo están ya presentes en-tre los primeros discípulos de Je-sús, bastante antes de Pablo

El judaísmo del primer sigloestaba también fuertemente pre-ocupado por la universalidad desu mensaje. El mundo judío deltiempo de Pablo se configura deuna manera muy compleja, no sólopor la multiplicidad de sectas, sinotambién porque muchos paganosse sentían atraídos por la religiónjudía y eran animados por misio-neros judíos: iban desde los con-versos totales (circuncisos) quepracticaban toda la Ley, hasta lossimples simpatizantes que fre-cuentaban a veces el Templo y lassinagogas. Ya en tiempos de Pablola circuncisión era un tema dedebate dentro del judaísmo. Estaacción misionera y universalistadel judaísmo la hemos olvidadocon bastante frecuencia, llegandoa oponer frente a un judaísmocerrado y particularista la univer-salidad cristiana.

La literatura judía en lenguagriega (la traducción griega llama-da de los Setenta, los apócrifos yla literatura exegética y filosóficadel judaísmo helenístico) es lafuente más importante para com-prender a Pablo y sus cartas. Hoyse puede afirmar que Pablo sóloutilizó traducciones griegas del AT.Este uso exclusivo de las traduc-ciones griegas se da también en

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otros contemporáneos judíos dePablo como F. Josefo y Filón. El ATen su traducción griega juega unpapel esencial en el paso del ju-daísmo bíblico al cristianismo. Latraducción de los Setenta revelaya influencias del pensamientogriego en la traducción de térmi-nos hebreos. Una lengua, en efec-to, es inseparable del pensamien-to de esa cultura: el judaísmo ex-presado en griego muestra ya unpensamiento helenizado.

Según J. Murphy-O’Connor,Pablo no solamente se desenvol-vía fácilmente hablando el griego,sino que había leído los escritosde Filón, personaje bien conoci-do en las sinagogas de la Diáspo-ra y por tanto habría conocido “latradición del judaísmo helenísti-co del que Filón, contemporáneode Pablo, era la gran figura. La in-fluencia de esta tradición en supensamiento aparece en los pa-ralelismos entre sus cartas y laobra del filósofo judío, no obstan-te sus personalidades distintas yla diferencia de sus preocupacio-nes”. ¿Influyó en Pablo la filosofíadel judaísmo helenístico? Es unpunto discutido. Una de las pocascitas filosóficas del NT se atribu-ye a Pablo en su discurso a losfilósofos griegos (Act 17,28). Peroeste discurso es una creación li-teraria de Lucas. Los exegetasadmiten que Pablo, en este discur-so, no demuestra conocimientoalguno de dicha filosofía griega. Enesto se aparta ostensiblemente desu contemporáneo Filón que estan judío como platónico. Es cla-ro que el pensamiento de Pabloestá impregnado de conceptossurgidos de la filosofía de su tiem-

po. Bornkamm encuentra influen-cias estoicas en el pensamientopaulino, bajo formas muy vulgari-zadas; según él, Pablo domina “elarte de la retórica antigua y lasformas didácticas”. A. Malherbetambién dice que los cínicos haninfluido en la manera que Pablotiene de enfocar su misión. Lyonsmuestra que la autobiografía enPablo adopta las normas de la li-teratura greco-romana, aunque“sus ideales dan una expresiónpeculiar de sus compromisos teo-lógicos cristianos”. En general, lascartas paulinas están todas ellasconstruidas según las normas envigor en la Antigüedad. Posee,como todos sus contemporáneos,un conocimiento del estoicismoy del platonismo populares.

La comprensión que los exe-getas tienen de este backgroundcultural está a menudo marcadapor la preocupación de demos-trar la novedad del pensamientode Pablo tras su conversión, fren-te a su religión judía y a su propiacultura griega. Según Sanders, laidea de un judaísmo estéril y secoen tiempo de Pablo viene de laReforma. Sería una pura proyec-ción: “lo que tenemos es la pro-yección del debate protestante-católico sobre la historia antigua,en el que el judaísmo tendría elpapel del catolicismo y el cristia-nismo el del luteranismo”. Paraestos exegetas, la ruptura con eljudaísmo que Pablo anuncia, acen-túa la naturaleza legalista del ju-daísmo: oponen judaísmo a cris-tianismo, pero tal antítesis es puracreación de ellos, como bien haseñalado Sanders. Para la Refor-ma, Pablo articula su predicación

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a partir de una teología del cum-plimiento; desde esta perspectiva,“el judaísmo no tenía ningún me-dio de acceso al Dios lejano fuerade la obediencia a la Torá. Esta si-tuación lleva, por un lado, a unareligión de angustia (¿somos ca-paces de ganarnos el favor de eseDios?) y, por otro, a la arroganteconfianza en sí mismo (¡para losque sí son capaces!)”. La religiónjudía viene a ser, por tanto, unadegeneración de la religión bíbli-ca tal como la expresaban los pro-fetas: la antigua y noble idea deuna alianza ofrecida por la graciade Dios y de una obediencia comoconsecuencia de este don gratui-to, ha degenerado en la idea deun legalismo de pequeños deta-lles, según el cual tendríamos queganarnos la misericordia de Diosmediante la observancia de orde-nanzas insustanciales” (Sanders).Esta lectura deja entrever la nece-sidad teológica que los exegetascristianos han tenido de definir eljudaísmo como una religión delpasado, incompleta, encontrandoen el mensaje cristiano su cum-plimiento en la novedad.

Esta misma necesidad teológi-ca se manifiesta en la valoraciónde la cultura griega de Pablo: “Pa-blo guarda su libertad de pensa-miento. No se deja dominar poruna filosofía y utiliza los métodosde enseñanza propios del helenis-mo o de la sinagoga (...). La lectu-ra de sus escritos se hace difícilpor la multiplicidad de los proce-sos a los que recurre y nos puedeinducir al error si leemos esostextos, buscando en su trasfondoideas filosóficas que podrían su-gerir los términos empleados,

cuando en verdad no tienen nadaque ver” (Reynier). Otros exege-tas llegan a decir que paulinismoy pensamiento griego no tienennada en común. Para ellos, se opo-nen el uno al otro. Definen al ju-dío por oposición al griego. Dicenque los únicos antecedentes de ladoctrina de Pablo son los escri-tos rabínicos y apocalípticos. Másaún, señalan pretendidos arameís-mos y hebraísmos en el lenguajede Pablo. Esta opinión, según lacual Pablo fue un rabino, totalmen-te extraño a la cultura griega, hasido, durante mucho tiempo, dog-ma en ciertas escuelas exegéticas,como dice N. Hugedé.

Se ha de reconocer que la pre-ocupación por mostrar que la fi-gura y el pensamiento de Pabloson totalmente nuevos, viene másde una preocupación teológicaque no de un análisis objetivo. QuePablo estuviera empapado de he-lenismo no va en contra de suidentidad judía; lo mismo digamosdel uso que hace de la traducciónde los Setenta, o que su griego seael de la koiné de su tiempo; lo úni-co que logra todo esto es situar-lo entre los judíos cultos de suépoca. Pero solamente recurrien-do a los estudios socio-históricospodemos profundizar en nuestroconocimiento del mundo de Pa-blo, por más que los teólogos si-gan mostrándose recelosos antela aplicación de los estudios so-cio-históricos a la Iglesia primiti-va y, en particular, a Pablo. Un usocrítico de los mismos se muestranotablemente útil, por no decirnecesario, si queremos leer a Pa-blo en su contexto religioso, so-cial y humano. Los parámetros que

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se proponen tienen su importan-cia, ya que nos ayudan a captar eltránsito de un Jesús “provinciano”,originario de una aldea de Galileaal igual que sus apóstoles, a unPablo oriundo de una ciudad.

Resumiendo, Pablo represen-ta un mundo donde el judaísmoestá todo él impregnado de hele-nismo. Sus contemporáneos sonJosefo y Filón, no los rabinos quevivieron mucho después o recha-

zaron la cultura griega. En su per-sona, el cristianismo se muestrael heredero de un mundo judeo-helenístico, con su Biblia, la tra-ducción de los Setenta, con su len-gua, el griego, y con su preocupa-ción por la difusión universal delmensaje divino. A este respecto,la apertura insoslayable de Pablohacia las Naciones, cuyo apóstolserá, confirma ampliamente todosestos datos.

LAS FUENTES RABÍNICAS

Uno de los campos a los queapela la exégesis histórico-críticapara conocer y comprender elmundo de Pablo es el de la litera-tura rabínica (la Misna y la Gema-ra, las dos partes del Talmud, for-man la Torá oral que con la Toráescrita forman el conjunto de lasescrituras rabínicas). Según las tra-diciones judías, esta vasta litera-tura se deriva de las fuentes fari-seas del primer siglo, recopiladasmás tarde por los rabinos. Estemundo del judaísmo rabínico,como fuente para comprender elmundo judío del primer siglo, fuedescubierto por los exegetas cris-tianos en los primeros balbuceosde la exégesis crítica. Richard Si-mon (s. XVII) hizo estudios muyprecisos sobre las costumbres ju-días de la Sinagoga para compren-der el ambiente de la Biblia.

En el siglo XIX, los estudiosrealizados sobre el judaísmo deltiempo de Pablo y de Jesús, comolos de Schürer y Weber, así comolas compilaciones de la literaturatalmúdica de Billerbeck y Strack,marcaron la exégesis paulina. Lanovedad de Pablo era resaltada en

relación con los rabinos de la Mis-na, frecuentemente presentadoscomo encerrados en el legalismo.La Misna, libro de leyes, ha sidoutilizado para estigmatizar dicholegalismo estrecho. Era el tipo deexégesis que, como ejemplo, se-guía J. Bonsirven, para quien Pa-blo era un “rabino convertido enevangelizador cristiano”. Otros,como W. D. Davies, mostraron loque Pablo debe al ambiente judíoy presentan su trabajo como unatentativa “para enmarcar aspectoscentrales de la vida de Pablo y desu pensamiento en la matriz deljudaísmo rabínico de su tiempo.Todo esto para demostrar cómoPablo, a pesar de su apostoladocon los Gentiles, ha permanecido,en la medida de lo posible, hebreoentre los hebreos, y cómo ha sidocapaz de bautizar su herencia ra-bínica en Cristo”. El mismo autorinsiste en los paralelismos entrePablo y los rabinos de la Misna,concluyendo así: “Tanto en su vidacomo en su pensamiento, ha que-dado demostrada la íntima rela-ción existente entre Pablo y el ju-daísmo rabínico. No podemos in-

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sistir demasiado en el hecho deque para él su aceptación delEvangelio no era un rechazo deljudaísmo antiguo y el descubri-miento de una nueva religión to-talmente opuesta a él (...), sinomás bien el reconocimiento de lavenida del verdadero judaísmocumplido”.

¿Quiénes son esos fariseos delNT, entre los que Pablo se cuen-ta? Durante largo tiempo se cre-yó que los rabinos después delaño 70 eran fariseos o, al menos,sus herederos. Los trabajos deJacob Neusner sobre el Talmudcuestionan dicha afirmación, obli-gándonos a cambiar profunda-mente nuestra comprensión delmundo de Pablo. Aunque este he-cho había sido ya admitido poralgunos, Neusner estudió la pri-mera parte del Talmud, la Misna,recopilada hacia el 220, con unenfoque histórico-crítico, demos-trando que la creación del judaís-mo rabínico fue el proyecto de losrabinos después de los 70, conmucho posteriores a Pablo y quelas fuentes rabínicas fueron redac-tadas desde la primera mitad delsiglo III hasta el siglo VII. Conclu-ye Neusner que no podemos usara la ligera las fuentes rabínicas paracomprender el mundo de Pablo,ya que dichas fuentes se redacta-ron en un mundo que es muyposterior y que manifiesta unatransformación radical del judaís-mo. Neusner muestra cuán incier-to es que la Misna, el NT o losescritos de Josefo nos hablen delos fariseos de la historia. Al finalde su investigación sobre los fari-seos del primer siglo, concluye: “Senos escapan los fariseos de la his-

toria. Nuestro estudio nos llevasiempre a la problemática del ju-daísmo antiguo después de la des-trucción del Templo”. J. Becker, porsu parte, y tras un estudio de lasfuentes rabínicas, concluye: “Pablono ha sido el alumno asignado aun rabino y formado en la inter-pretación farisea de la Ley paraejercer él mismo, más tarde, laprofesión de rabino; pero sí quefue educado en la línea farisea porlo que respecta a su actitud antela vida”. Efectivamente, para Pa-blo y Jesús el mismo título de “ra-bbi” no puede utilizarse con elsentido concreto que tendrá des-pués en el judaísmo rabínico. Esen Juan, evangelio más tardío, don-de el título adquiere un sentidounido al del contexto rabínico, elde maestro de enseñanza.

El judaísmo rabínico fue lu-chando contra la interpretacióncristiana de las Escrituras y con-tra la impregnación griega de lacultura judía. En un primer mo-mento, los rabinos solamente re-chazaron la traducción de los Se-tenta, pero autorizaron otras tra-ducciones griegas para mantener-se unidos con los judíos heleni-zantes. Después, en un segundomomento, hasta la misma traduc-ción de la Escritura fue desacre-ditada.

En su tentativa por reconstruirlos fariseos de la historia, Neus-ner no ha utilizado las cartas pau-linas. Hoy en día, se cree que di-chas cartas son necesarias pararedescubrir el medio fariseo es-tudiado durante mucho tiempo ala sombra de un judaísmo rabíni-co posterior. A. Segal ha demos-trado la importancia de Pablo para

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una reconstrucción del fariseísmo,ya que Pablo es el único fariseode antes del año 70 que nos halegado sus escritos. Actualmente,alumnos de Neusner, como Segaly Boyarin, creen que es más lógi-co, de cara a leer la Misna, utilizarel NT y, especialmente, los escri-

tos de Pablo. La perspectiva hasido totalmente trastocada. Lanovedad ya no es de Pablo res-pecto a los rabinos, sino, más bien,la novedad es la de los rabinosrespecto a Pablo, y esta manerade ver es, cronológicamente ha-blando, mucho más lógica.

CONOCER A PABLO HOY

Si analizamos el mundo de Pa-blo anterior a los períodos rabí-nico y eclesial, no podemos seguirmanteniendo la dicotomía entrejudeo-cristianismo y pagano-cristia-nismo. Esta distinción separadora,creada por Baur, fue adoptada porBultmann y Daniélou, pero hoy díaparece que las fronteras entre losmúltiples grupos del judaísmo delprimer siglo y el cristianismo na-ciente son bastante más comple-jas. (se llega a hablar hasta de un“cristianismo judeo-pagano”).Sólo después del 70 llegan a defi-nirse las ortodoxias instituciona-les judías y cristianas y es enton-ces cuando desaparece la diversi-dad que marca al mundo de Pa-blo. Estas ortodoxias se definenla una en referencia a la otra, uti-lizando ambas a Pablo en un con-texto que ya no es el suyo.

En segundo lugar, Pablo perma-nece judío en un mundo en el queno hay ninguna dicotomía entrepertenencia judía y cultura griega.Si E. P. Sanders afirma que existeuna verdadera ruptura entre Pa-blo, que presenta una religión di-ferente, y el judaísmo, con todoinsiste en que esa diferencia nonos permite juzgar el judaísmo.Según Sanders, el reproche másgrande de Pablo al judaísmo sería

el de no ser cristiano. Según miopinión, es mejor decir que Pablono se interesa ni por el judaísmo,ni por el helenismo, ni tan siquie-ra por el cristianismo, sólo se inte-resa por el Evangelio. Para Bec-ker, no importa que Pablo haya ono comprendido el judaísmo desu época, lo esencial es que hayaquerido anunciar el Evangelio deJesús a los Gentiles y a los Judíos,marcando así una continuidad realentre el AT y el NT. Para compren-der cómo el cristianismo llegó adiferenciarse del judaísmo, hay queanalizar el período en el que sedio la separación entre la Sinago-ga rabínica y la Iglesia post-apos-tólica. A los ojos de Pablo, el ju-dío, la fidelidad a la alianza de Is-rael pasa, para los hombres de sutiempo, por la continuidad de Je-sús resucitado, anunciado a todoslos pueblos; los judíos que noaceptan esta apertura hacia los pa-ganos le parecen a Pablo infielesa los designios de Dios. En estesentido, podemos decir que paraPablo no hay ninguna ruptura en-tre el judaísmo del AT y la conti-nuidad de Jesús en el NT: siguien-do a Cristo, Pablo no cambió dereligión, sino que fue llamado a unamayor fidelidad.

En tercer lugar, una vez des-

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cubiertas las exigencias de la fe,Pablo está convencido de que elrechazo de Cristo por los judíosera temporal: la ceguera judía des-aparecerá (2Co 3,14-16). Sin em-bargo, tras la desaparición de Pa-blo se impone una nueva situación.Durante el período que va del 70al 250, el judaísmo rabínico seconstituye sin Templo, sin sacer-docio, sin Jerusalén, sin poder po-lítico, mientras que va creciendoel éxito del cristianismo entre lospaganos. El judaísmo rabínico ins-taura otra lectura del “Antiguo”Testamento, que, ignorando abso-lutamente a Cristo, para quien loscristianos reivindican el Señoríofundado en el AT, insiste en la uni-dad de las antiguas Escrituras (ex-cluyendo algunos libros griegos)y las define como Torá escrita in-disociablemente unidas a la Toráoral; de esta forma se opone a launidad entre el AT y el NT, reco-nocida por la Iglesia. Añadamosque la teología rabínica se desa-rrolla bastante después que la dePablo. Si las cuestiones que Pabloplantea respecto de la Ley, de larevelación divina y de la elecciónde Israel, conciernen directamen-te a sus contemporáneos judíos,las que plantean los rabinos sonde otra época. Así se ve cómo hayque comprender a Pablo con lanovedad que representa su des-cubrimiento de Cristo y la conti-nuidad que él establece entre estanovedad y la revelación de Dios.

En cuarto lugar, en este con-texto, podemos preguntarnosteológicamente: ¿puede conside-rarse el judaísmo contemporáneocomo el único heredero en con-

tinuidad con el judaísmo bíblico, yel cristianismo como una ruptu-ra? Esta problemática fue suscita-da con mucha virulencia durantelos siglos siguientes, cuando judíosy cristianos se han considerado eluno y el otro como los herede-ros exclusivos de la Alianza. Dehecho, es en el período que siguea la destrucción del Templo, en elaño 70, y la expulsión de los ju-díos de Jerusalén en el 135, esdecir, bastante después de Pablo,que la problemática de la rupturaqueda claramente expuesta:“¿Cuál de los dos hijos surgidosdel judaísmo del Segundo Temploes el más fiel al origen y al impul-so característico de la llamada deDios y sus dones?” (J. Dunn).

El retrato del judaísmo de laépoca de Pablo que hemos traza-do, contradice a otros que subra-yan el legalismo, la hipocresía y lacasuística de esta religión. ParaPablo y su mundo , la distinciónentre Judío y Pagano no es ni cul-tural ni filosófica; sólo atañe a larelación con el Dios de Israel y sualianza, pues se trata de saber sila totalidad de la humanidad pue-de ser integrada en el plan de unmismo Padre y Creador. Si estaproblemática de la universalidaddel plan divino está ya formuladapor el judaísmo del tiempo dePablo, la novedad que aporta esteúltimo consiste en ver el Señoríode Jesucristo resucitado como loúnico capaz de integrar todos lospueblos en un mismo cuerpo. Eneste sentido, podemos compren-der la misión universal de Pablocomo la actualización de la esca-tología de Jesús.

Tradujo y condensó: GERMAN AUTE