recetas berta casáns

4
LUDOPATÍA, UNA MALA ADICCIÓN: TEXTO 1 Lamentablemente, en muchas ocasiones, algunas personas se aficionan de tal manera al juego que no pueden vivir sin él, y finalmente acaban convirtiéndose en ludópatas ingenuos que dejar al azar la oportunidad de hacerles perder su casa o todo el dinero que han ahorrado durante toda su vida, simplemente por la codicia que corre en su interior. Esto es lo que le ocurrió a un hombre humilde y trabajador que, incitado por su jefe al juego y su gran ambición de llegar a ser alguien importante en la vida, perdió las escrituras de la casa en la que vivía con su mujer e hijos. Se llamaba Alfredo. Nació medio siglo atrás, en el seno de una familia bastante pobre; por lo que sus expectativas de futuro no eran muy resplandecientes. Únicamente trabajar desde que era un niño para llevar algo de dinero a su casa y no pasar hambre. Nada de permitirse el lujo de comer tres veces al día y tener la ropa suficiente para no pasar frío en los gélidos inviernos de uno de los valles del Pirineo. Tenía cinco hermanos, dos de los cuáles eran 8 años mayores que él y sentía un gran respeto y admiración hacia ellos, debido a que tenían el valor suficiente de luchar día tras día para que sus hermanos menores pudieran ir a la escuela y tener a su disposición todo lo que ellos no tuvieron en su infancia, todavía más pobre que la de Alfredo; ya que éste, al fin y al cabo, pudo culturalizarse varios años, aunque muy limitadamente. Conforme Alfredo iba creciendo, su espíritu aventurero se iba desarrollando y la situación económica de la familia mejoraba, gracias a la abundancia de lluvias, que hacía que las plantaciones privadas de la familia produjeran grandes cosechas, aunque dentro de sus límites. Cuando Alfredo cumplió los 20 años, informó a sus padres de que había tomado la decisión de marcharse a la moderna ciudad de Zaragoza a realizar un curso para formarse como administrador de alguna pequeña empresa privada. Sus padres, atónitos con las palabras que les había dedicado su hijo, le cuestionaron cómo iba a pagar el curso si no tenía dinero. Sosegadamente, Alfredo les respondió que buscaría un trabajo para poder costeárselo él mismo. Pasados unos días desde que informó a sus padres, Alfredo puso rumbo a su viaje hacia la urbe.

Upload: teresa-losada-romero

Post on 31-Mar-2016

216 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

 

TRANSCRIPT

Page 1: Recetas berta casáns

LUDOPATÍA, UNA MALA ADICCIÓN: TEXTO 1Lamentablemente, en muchas ocasiones, algunas personas se aficionan de tal manera al juego que no pueden vivir sin él, y finalmente acaban convirtiéndose en ludópatas ingenuos que dejar al azar la oportunidad de hacerles perder su casa o todo el dinero que han ahorrado durante toda su vida, simplemente por la codicia que corre en su interior.Esto es lo que le ocurrió a un hombre humilde y trabajador que, incitado por su jefe al juego y su gran ambición de llegar a ser alguien importante en la vida, perdió las escrituras de la casa en la que vivía con su mujer e hijos.Se llamaba Alfredo. Nació medio siglo atrás, en el seno de una familia bastante pobre; por lo que sus expectativas de futuro no eran muy resplandecientes. Únicamente trabajar desde que era un niño para llevar algo de dinero a su casa y no pasar hambre. Nada de permitirse el lujo de comer tres veces al día y tener la ropa suficiente para no pasar frío en los gélidos inviernos de uno de los valles del Pirineo.Tenía cinco hermanos, dos de los cuáles eran 8 años mayores que él y sentía un gran respeto y admiración hacia ellos, debido a que tenían el valor suficiente de luchar día tras día para que sus hermanos menores pudieran ir a la escuela y tener a su disposición todo lo que ellos no tuvieron en su infancia, todavía más pobre que la de Alfredo; ya que éste, al fin y al cabo, pudo culturalizarse varios años, aunque muy limitadamente.Conforme Alfredo iba creciendo, su espíritu aventurero se iba desarrollando y la situación económica de la familia mejoraba, gracias a la abundancia de lluvias, que hacía que las plantaciones privadas de la familia produjeran grandes cosechas, aunque dentro de sus límites.Cuando Alfredo cumplió los 20 años, informó a sus padres de que había tomado la decisión de marcharse a la moderna ciudad de Zaragoza a realizar un curso para formarse como administrador de alguna pequeña empresa privada. Sus padres, atónitos con las palabras que les había dedicado su hijo, le cuestionaron cómo iba a pagar el curso si no tenía dinero. Sosegadamente, Alfredo les respondió que buscaría un trabajo para poder costeárselo él mismo.Pasados unos días desde que informó a sus padres, Alfredo puso rumbo a su viaje hacia la urbe. Cuando llegó allí, lo primero que hizo fue buscar un alojamiento económico donde pasar la noche. Al día siguiente, no madrugó demasiado debido al cansancio acumulado durante el viaje del día anterior; sin embargo, cuando se despertó, lo hizo lleno de energía y dispuesto a encontrar un trabajo y comenzar lo antes posible.No tuvo que hacer varias entrevistas de trabajo, ya que pronto consiguió uno como camarero que estaba muy bien remunerado. Una vez encontrado el oficio que le proporcionaba dinero, se inscribió en una escuela para formarse.Debido a los turnos que le tocaba cubrir en el bar donde trabajaba, faltaba varios días a clase; pero al final del curso, consiguió aprobar todas las asignaturas y conseguir el título que deseaba.Además de estudiar y trabajar, Alfredo también pasaba parte del tiempo con una chica a la que adoraba, y que posteriormente se convirtió en su esposa e hizo que tuviera descendencia.Comenzó a echar currículos en todas las empresas donde a él le interesaba trabajar.De nuevo la suerte estuvo de su lado y pronto consiguió el trabajo que a él verdaderamente le llenaba; así que dejó el puesto de camarero, y comenzó su nueva función.10 años después, a Alfredo le seguía sonriendo la vida. Tenía un puesto de trabajo del que estaba orgulloso, y le permitía mandar algo de dinero a su familia, una mujer y dos hijos.

Page 2: Recetas berta casáns

Entabló grandes amistades con su jefe. Un día, Pablo, que así se llamaba, le dijo que lo invitaba a una cena de trabajo un tanto particular y que por favor, no rechazara la oferta.Maravillado con la proposición que le había propuesto su jefe, llamó a su mujer por teléfono y le informó sobre la invitación de su jefe.Cuando llegó al lugar donde se realizaba el encuentro, se quedó absorto debido a que era un lugar con carencia de alumbrado y bastante solitario; ya que no se trataba de un restaurante. Alfredo no le dio mucha importancia y cenó todo lo que le pusieron en el plato. Al finalizar la cena, algunas de las personas que asistieron recogieron la vajilla y colocaron un tablero para jugar al pocker. Al principio, Alfredo se negaba, ya que no sabía jugar muy bien y no tenía mucho que apostar; sin embargo, su jefe lo animó y al poco tiempo, ya sabía jugar. Alfredo no se enteraba de la hora que era, pero cuando miró el reloj, vio la hora y se fue hasta una cabina de teléfono para llamar a su mujer.

- ¿Elisa? Escucha, siento no haberte llamado antes, pero estaba muy distraído y se me ha pasado el rato volando.

- Alfredo, estaba preocupada. Creía que te había pasado algo. Bueno, ahora que te escucho, ya me puedo acostar tranquila. ¿Vas a tardar mucho tiempo?

- No, creo que no. Mañana debo madrugar para ir de nuevo a la oficina. El jefe todavía no se ha ido. Esperaré a que lo haga él. Bueno cariño, te dejo. No te preocupes. Hasta mañana.

- Hasta mañana Alfredo.Cuando colgó a su mujer, pensó que no había hecho lo correcto, ya que no le había contado lo que estaba haciendo y se sintió fatal, aunque se marchó de nuevo al local donde se estaba llevando a cabo la timba.Entró por la puerta y anunció que quería seguir jugando.Al día siguiente, cuando llegó a su puesto de trabajo, su jefe el dijo que estaba encantado de que hubiera ido con él, y que pronto se realizaría otra cena. Al cabo de un tiempo, las reuniones de trabajo nocturnas hicieron sospechar a Elisa que algo grave estaba sucediendo, pero no le dio mucha importancia, ya que seguía confiando en su marido. A Alfredo le gustaba tanto el juego que pronto se convirtió en un ludópata que únicamente pensaba en jugarse el reloj, las joyas de su mujer… Elisa pudo afirmar sus dudas y en cuanto supo lo que estaba haciendo, se marchó de la ciudad a su pueblo natal con sus hijos, y abandonó a su marido.Destrozado porque lo había abandonado su mujer, Alfredo pasaba todo el tiempo jugando, hasta el punto en el que apostó su casa y la perdió.Fue entonces cuando vio todos los males que le había causado la ludopatía y marchó de nuevo al valle donde se crió. Allí fue muy bien acogido por su familia, ya que lo echaban mucho de menos.Alfredo pasó el resto de su vida en el valle, trabajando en las tierras de la familia.