recensiÓn crÍtica la protesta de un pueblo. acción colectiva y organización obrera

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RECENSIÓN CRÍTICA La protesta de un pueblo. Acción colectiva y organización obrera. Madrid 1901-1923 Autor: Francisco Sánchez Pérez ISBN: 84-934759-0-4 Páginas: 426 páginas Fecha de publicación: diciembre 2005 Formato: 17 x 24 cm Asignatura H. de Madrid Contemporáneo. Profesora: Dª. Gloria Nielfa Facultad de Geografía e Historia de la UCM. Curso 2011-2012 Alumno: Francisco Gracia

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RECENSIÓN CRÍTICA La protesta de un pueblo. Acción colectiva y organización obrera. Madrid 1901-1923 Autor: Francisco Sánchez Pérez ISBN: 84-934759-0-4 Páginas: 426 páginas Fecha de publicación: diciembre 2005 Formato: 17 x 24 cm

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RECENSIÓN

CRÍTICA

La protesta de

un pueblo. Acción colectiva y

organización obrera.

Madrid 1901-1923

Autor: Francisco Sánchez Pérez

ISBN: 84-934759-0-4

Páginas: 426 páginas

Fecha de publicación: diciembre 2005

Formato: 17 x 24 cm

Asignatura H. de Madrid Contemporáneo. Profesora: Dª. Gloria Nielfa Facultad de Geografía e Historia de la UCM. Curso 2011-2012 Alumno: Francisco Gracia

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ÍNDICE

- INTRODUCCIÓN. El autor y la época 2

- ESTRUCTURA Y CONTENICO DE LA OBRA 3

- PRINCIPALES IDEAS Y TESIS DEFENDIDAS 7

- VALORACIÓN DE LA APORTACIÓN 8

- CONCLUSIÓN Y COMENTARIO PERSONAL 9

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INTRODUCCIÓN

El autor

Francisco Sánchez Pérez es Profesor Asociado de Historia Contemporánea del

departamento de Humanidades: Historia, Geografía y Arte de la Universidad

Carlos III de Madrid. Es licenciado en Geografía e Historia (Sección: Historia

Contemporánea), por la Universidad Complutense de Madrid desde junio de

1986. Desde 1994 es doctor con premio extraordinario con la tesis "Protesta

colectiva y cambio social en los umbrales del siglo XX. Madrid 1914-1923",

dirigida por D. Ángel Bahamonde Magro. Está tesis es la base sobre la que en

2005 se publicó el libro que ahora nos ocupa, editado por la Fundación Largo

Caballero.

Cuando nos disponemos a realizar una breve reseña de un autor que nos es

desconocido, podemos caer en la tentación, como he hecho al principio, de

reflejar las primeras líneas que nos encontramos en la solapa de un libro o en

los primeros resultados de algún buscador de Internet, pero lo que más nos

puede ayudar para conocerlo es acudir a un currículo académico que nos

muestre, a través de las publicaciones del autor, los congresos en los que ha

participado, etc., que nos muestre cuáles son sus áreas de interés.

Atendiendo a estas razones, si analizamos el currículo de Francisco Sánchez

observaremos que es un historiador social por antonomasia, puesto que tanto

en su tesis, como en la mayor parte de sus líneas de investigación y sus

publicaciones, su objeto de estudio es la clase obrera y, en concreto, sus

formas de protesta y acción colectiva.

Además de la etiqueta de historiador social y de su interés por la investigación

pura, su trayectoria nos muestra que se interesa, y mucho, por la pedagogía,

algo que queda claro cuando observamos que compagina su actividad de

profesor de universidad con la de Instituto, y que completa esta pasión siendo

el autor de varios manuales para el alumnado.

Cuando analizamos su obra debemos estar atentos también a la influencia

que tiene en ella el momento y el entorno en el que le ha tocado vivir, porque

como dice Hobsbawm, “hablamos como hombres y mujeres de un tiempo y

un lugar concretos”1. Lo que también nos puede servir para entender el

porqué en sus líneas de investigación aparecen categorías como movimientos

sociales o la ciudad de Madrid como marco espacial. Así, vemos que

Francisco Sánchez se licenció en Historia en la Universidad complutense en el

año 1986, por lo que cursó su carrera a principios de los años 80, un momento

clave en la historiografía contemporánea española, que tras el desierto

provocado por la dictadura que había hecho que la historia del movimiento

obrero español se escribiera desde el extranjero, ahora experimentaba un

1 Hobsbawm, E. J. “Historia del s. XX” p. 13. Editorial Crítica. Madrid 1995

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momento de auge, puesto que se estaba produciendo un momento de

renovación historiográfica por el aporte de nuevas fuentes y nuevas preguntas,

sobre todo en lo que a estudios del movimiento obrero se refiere.

Además el prólogo de este libro está firmado por D. Ángel Bahamonde Magro,

profesor y director de tesis del autor y gran estudioso de la ciudad de Madrid,

lo que nos da pistas sobre su interés por la ciudad de Madrid, algo por otra

parte nada raro en la Contemporánea española, caracterizada por una

“ingente historiografía de carácter local y regional.”2

La época.

Este libro nos traslada al Madrid de principios de siglo. El propio título de la obra

nos sitúa el objeto de estudio entre 1901-1923, aunque el autor no duda, tanto

en la introducción como en los sucesivos capítulos, en echar la vista hacia

atrás para entender el momento del que nos habla.

Ese Madrid de principios de siglo se nos presenta en continua transición, en

proceso de cambio, algo que observaremos muy bien cuando expliquemos la

primera parte de la obra, dedica a la propia ciudad. A finales del s. XIX

todavía perduran los ecos del antiguo régimen, y la entrada de Madrid en el

s. XX será, como en Europa, muy lenta y pausada, por lo que también para

Madrid podemos hablar de un “siglo corto” que tiene su punto de arranque

durante la Gran Guerra, ya que a pesar de que España permaneció neutral,

no fue ajena a sus efectos, que se dejaron notar en la economía y sociedad

española y, también y de manera especial, en Madrid y en la configuración

de su clase obrera.

ESTRUCTURA DE LA OBRA

Ya en la introducción de su estudio, que no es otra cosa que unos breves

descriptores de lo que nos vamos a encontrar en cada capítulo, aprovecha el

autor para enmarcar la obra en el contexto histórico en el que se desarrolla, el

Madrid de principios del s. XX, y para anunciar la línea maestra sobre la que

pivota su libro: las “olas” de protesta popular como motor de cambio y

progreso, que “resultan la espina dorsal de la evolución social del mundo

contemporáneo”3.

El interés de este intervalo temporal viene dado por tratarse de un momento

de cambio, un mundo dual y en transición entre el ámbito preindustrial e

industrial y, debido a esto, de un cambio en las formas de protesta popular.

2 Forcadell, C. “La fragmentación espacial en la historia contemporánea: la historia regional/local y el temor a la síntesis” Studia Historica. Historia contemporánea, 13-14 /1995-1996) 3 Sánchez Pérez, F. “La protesta de un pueblo. Acción colectiva y organización obrera. Madrid 1901-1923” Fundación Largo Caballero, 2005 Madrid. Pág. XX

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Centra su estudio en Madrid sobre todo por el “olvido historiográfico” que ha

sufrido para este periodo y esta temática.

Así pues, nos encontramos con que la ciudad de Madrid no es solo el marco

geográfico donde tienen lugar los hechos objeto de estudio (la protesta

popular) sino que la propia ciudad se convierte en sujeto activo que influye en

la evolución de esas formas de protesta. Por eso en la primera parte de las

cuatro que componen este libro, Francisco Sánchez realiza un exhaustivo

análisis de cómo encontraba la ciudad a principios de siglo, y vemos, al igual

que pasaba cuando nos enmarca el momento histórico, que la ciudad

también se encuentra en un proceso de transición no culminado, por lo que

también tenemos un mundo dual, con pervivencias del modo de vida rural

frente a la cada vez más implantada forma de vida urbana, una sociedad

encaminada hacia al capitalismo pero en la que existen “elementos de

pervivencia del antiguo régimen.

Es de destacar que el autor no se limita a la mera descripción del espacio en

el que se da su objeto de estudio (la forma de protesta) sino que tiene la

capacidad para relacionar urbanismo y sociedad, poniendo de manifiesto

tanto los cambios que el “progreso” realiza en el urbanismo como los que estas

transformaciones urbanísticas producen en las formas de trabajo y, por

extensión, en las asociaciones de obreros, como ocurre con la construcción de

la Gran Vía, el Metro, etc.

Situado el marco espacio-temporal, al que ha añadido las gentes que viven

en Madrid y sus ocupaciones, el autor salta a la segunda parte, que analiza

minuciosamente las protestas del pan, último reducto de una forma de

protestas en vías de extinción: el motín de subsistencia. El autor echa la vista

atrás todo lo que sea necesario para que seamos capaces de entender lo que

nos está contando, en este caso una forma de protesta con mucha

“tradición” en Madrid que, como ya demostró Thompson para el caso inglés,

tiene más que ver con el criterio de lo que es justo (economía moral) que con

el hambre. Para Sánchez Pérez la turba es capaz de corregir injusticias que el

propio gobierno no tiene fuerza para solucionar.

Analiza detenidamente los motines de 1907 y 1914, también las diversas

protestas que se produjeron por el alza de precios debido a la Gran Guerra

(1914-1917) para llegar a su agonía, que se produce no sin antes un estallido

final en 1919, que para el autor es el pistoletazo de salida del bienio del “virus”

huelguístico. Estos motines, aunque lo puedan parecer, no los producen masas

incontroladas, si no que saben muy bien lo que hacen y ejercen una violencia

selectiva en función de sus intereses.

Tenían unas características similares que se repiten a lo largo de los tiempos: las

protagonistas y las que inician los tumultos son las mujeres, suelen comenzar en

lunes, normalmente se inician en los barrios bajos y de ahí se extienden hacia

arriba, por la tarde se une “los hombres” que salen de trabajar, cuentan con

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cierta pasividad (casi complacencia) de las fuerzas del orden y sirven como

mecanismo corrector de injusticias.

Pero, con el paso de los años algunos factores cambian (baja la lenidad de las

autoridades) y se van sumando otros que les insuflan un contenido más

político, algo que se debe principalmente a los socialistas, que organizan,

paralelas a los disturbios “tradicionales”, campañas “modernas” (“Pan, Luz y

Tranvías, Maura no, Guerra de Marruecos, etc.) culminadas con huelgas de 24

horas y mítines, a lo que suman su presencia en el ayuntamiento, que se

convierte en un canal para elevar la protesta popular al consistorio.

Una vez que ha analizado la protesta de los consumidores madrileños, el autor

estudia, en la tercera parte, las protestas del trabajo, primero desde el plano

teórico y después descriptivo, en los que la forma de protesta por excelencia

va a ser la huelga.

No se puede hablar de las protestas del trabajo en España sin hablar de la

Casa del Pueblo y de la UGT. Tampoco en Madrid. La Casa del Pueblo de la

calle Piamonte fue inaugurada en 1908. Ahí tenían su sede la mayoría de las

asociaciones de oficio, muchas vinculadas a la UGT socialista, lo que hace que

todas ellas compartan una estrategia similar: “la importancia de la

organización, la prudencia reivindicativa y la existencia de un horizonte

político”4 para todas sus reivindicaciones económicas.

Estas tres premisas, “cobertura, provisión y prudencia”, van a marcar el modo

de afrontar la protesta desde la UGT y sus afines, convirtiendo la huelga en el

último recurso a utilizar como arma de protesta. Por otro lado, históricamente

la UGT se había impregnado de cierto apoliticismo, con el fin de ser capaz de

atraer más trabajadores para luego “educarlos” en el socialismo, por lo que

todavía, a principios de siglo, era reticente a huelgas de carácter general.

En este capítulo hace un repaso a las sociedades obreras radicadas en la

Casa del Pueblo, ligadas al mundo de los oficios más que al de la industria,

impregnadas todas ellas de las formas de hacer de la UGT. Pero conforme nos

adentramos en el siglo XX, la UGT también experimenta, a partir de 1914, un

proceso de cambio y adaptación a los nuevos tiempos, se hace más política,

se organiza mejor y contempla incluso la huelga general entre sus formas de

protesta.

En esta tercera parte también incluye un apartado descriptivo sobre el tipo de

huelgas que se realiza en el periodo, su duración, el número de trabajadores

que participa, si terminan con éxito o no; lo que permite al autor teorizar sobre

el cambio en el “tipo” de huelgas a lo largo del tiempo y su influencia en el

resultado de las mismas. Así, establece que hasta 1919-1920 “las huelgas son

4 Sánchez Pérez, F. “La protesta de un pueblo. Acción colectiva y organización obrera. Madrid 1901-1923” Fundación Largo Caballero, 2005 Madrid. Pág. 107

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pequeñas, aisladas y circunscritas a talleres” y ligadas a “organizaciones

obreras sólidas” pero que se perdían con facilidad. Por el contrario en el bienio

de 1919-1920 encuentra el punto de inflexión por el que las huelgas pasan a un

primer plano: son más grandes, más numerosas y más breves; de industria la

mayoría.

Vista la teoría y esbozado un panorama general de la acción colectiva, el

autor aumenta la potencia la lente con que observa su objeto de estudio y nos

acerca a la experiencia particular de los sectores más importantes dentro de

la clase obrera madrileña. Esto lo recoge en la cuarta y última parte de su

estudio, la más extensa, tal vez porque sea donde entra en más detalles y

donde se exponen en casos particulares todas las prácticas que nos ha

explicado en el capítulo anterior.

Aquí, Francisco Sánchez pone la lupa en lo que él denomina “los cuatro palos”

de la baraja sindical: los tipógrafos, los panaderos, los albañiles y el transporte5.

La descripción para cada palo sigue el mismo esquema: antecedentes, cómo

afecta la guerra a su sector, cómo se comportan durante el virus de huelgas

de 1918-19 y el posterior reflujo. En todos estos casos podemos observar

procesos similares de formación de grandes sindicatos de industria partiendo

de las atomizadas asociaciones de oficio, donde una asociación

predominante arrastra a las demás, con muchos tiras y aflojas, en los que se

mezclan intereses contrapuestos, donde tan pronto el pez grande tiene miedo

de que al unirse se lo coman los peces chicos, como al contrario.

Se trata de procesos no exentos de tensiones y pasos atrás que, en ocasiones,

hacen que amplios sectores, como el de la madera, salgan de la órbita de la

UGT. A pesar de ello, veremos la conformación de tres grandes sindicatos de

industria: La FLE (Federación Local de la Edificación), el SAB (Sindicato de Artes

Blancas) y la Federación Gráfica Española, que a pesar de los cambios sufridos

van a mantener, sobre todo, el espíritu prudente de las primeras asociaciones

de obreros.

Capítulo aparte merecen para el autor los ”refractarios”, sectores donde la

penetración de la UGT había sido desde antaño difícil. Aquí tenemos a los

tranviarios, los dependientes, los trabajadores de “cuello duro”, los

funcionarios, etc. Todos ellos alejados de la UGT, en unos casos porque son

trabajadores que sufren relaciones casi feudo-vasalláticas más que laborales,

como los dependientes o tenderos, o donde corporaciones ejercían una

férrea vigilancia para despedir a trabajadores asociados, como en los tranvías

5 […] la baraja de la casa del pueblo debía haber tenido cuatro palos. Tres ya los vimos estaban repartidos: los oros para el carisma de los tipógrafos, las copas para la incontinencia de los panaderos y las espadas para la vasta tropa de los albañiles, carpinteros y cerrajeros […]. El palo restante debería haber sido el transporte urbano, encarnado en los trabajadores de los tranvías Sánchez Pérez, F. “La protesta de un pueblo. Acción colectiva y organización obrera. Madrid 1901-1923” Fundación Largo Caballero, 2005 Madrid. Pág. 325, nota 357.

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o, simplemente, como los empleados de banca, cuya única forma de protesta

que les era posible, la impulsiva, no concordaba con las tácticas de la UGT. A

pesar de todo, veremos como en todas ellas prende el virus de las huelgas y la

protesta popular, siendo ellas las protagonistas del reflujo de la ola y de las

formas más avanzadas de protesta social.

Un estudio tan amplio como el que nos presenta Francisco Sánchez Pérez no

podía terminar sin una conclusión, la cual, a pesar de su brevedad, es tan

certera como lo ha sido el conjunto de la obra. Realiza una buena síntesis de lo

que hemos visto y, no menos importante, esboza una proyección de cómo

este momento histórico repercute en las décadas siguientes.

PRINCIPALES IDEAS Y TESIS DEFENDIDAS

A lo largo del resumen del contenido del libro, he ido esbozando las principales

ideas que el autor defiende. Teniendo como trasfondo el ciclo de protesta y el

cambio, son varias las ideas fuerza que discurren a lo largo de los capítulos.

Ante todo nos hace un retrato de un mundo dual entre lo antiguo y lo nuevo,

pero que cada vez, y en todos los ámbitos de la protesta social, deja atrás un

mundo de talleres y oficios para pasar a otro de industria y servicios.

Hay que destacar la metáfora del ciclo de protestas que asoló Madrid visto

como una “ola” que se lleva por delante una forma de protestas, la del motín,

ligado a “conflictos preindustriales, para encumbrar una nueva forma de

protesta, la huelga, ligada al “conflicto industrial”. Esa ola se gesta y coge

impulso en los años de la Gran Guerra, rompe en el bienio 1919-1920 (los años

del “virus” de las huelgas) pero mantiene un reflujo muy importante en los años

1921-1923, sobre todo en sectores hasta entonces inmunes al virus de la huelga

y el asociacionismo. Son estos años en los que Francisco Sánchez pone el

acento de su investigación, cuya “cicatriz en la memoria colectiva” como un

periodo inconcluso hará reverdecer la protesta en la década de los 30.

A lo largo de este recorrido queda patente la influencia y la importancia de la

idiosincrasia de una organización, la UGT, renuente al principio a entender la

huelga como un fin en sí mismo por influencia de su origen Pablista, entre otros

factores. Sánchez Pérez le da la importancia que se merece a una

organización nacida en el siglo XIX que se hace adulta en este primer tercio

del XX, sin renunciar del todo a los valores con los que nació.

Para terminar este repaso a las ideas que nos plantea el autor, retomo la que

considero principal, expuesta en la introducción, que considera la protesta

popular como motor de cambio. Sí que podemos afirmar, por lo expuesto en

su obra que, como poco, esta protesta es un acelerante espectacular de los

cambios que se producen en el Madrid de este primer tercio de siglo y

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también un condicionante del resultado que producen estos cambios en el

Madrid de principios de siglo.

Pero Francisco Sánchez no se queda en la mera descripción de estos hechos,

sino que también los explica, y recurre para ello a causas exógenas (contagio

bolchevique, fiebre tercerista, etc.) pero sobre todo a causas endógenas y

particulares que se dan en la ciudad de Madrid, que tienen que ver, como

hemos apuntado, con los cambios que se producen y en cómo los obreros

responden a ellos.

VALORACIÓN DE LA APORTACIÓN

El movimiento obrero en España está muy bien estudiado desde los pioneros

estudios de Tuñón de Lara que comienzan a regar el desierto español de la

historia social en España, propiciado, como en tantos otros campos, por los

años oscuros de la dictadura española, que hizo que la historia española

estuviera basada en la una historia medieval llena de mitos, dejando poco

espacio para la contemporánea, centrado en la entonces vieja historia

política dejando a la historia social literalmente en el exilio, ya que solo era

practicada por aquellos historiadores que estaban fuera de España.

Desde entonces, han sido muchos los estudios, tanto a nivel peninsular como

regional y local, que han tratado diversos aspectos de la historia del

movimiento obrero español. Los estudios sobre el movimiento obrero español

se dan en el exilio desde la década de los 60 del pasado siglo, donde

destacan estudios como los ya dichos de Tuñón de Lara, C. Martí, J. Termes, A.

Elorza y J. Álvarez Junco, entre otros. Más tarde, en los 80 se suman autores

como C. Forcadell, Pérez Ledesma y un largo etcétera al que todavía hoy se

siguen sumando historiadores. Sobre los estudios parciales existentes sobre

Madrid o sobre colectivos obreros particulares no me voy a extender, remito a

la magnífica bibliografía que expone Francisco Sánchez Pérez en esta

publicación.

Así pues, ¿tiene cabida y aporta algo nuevo una obra sobre las formas de

protesta del movimiento obrero en Madrid a principios del siglo pasado?

Aunque parezca difícil, yo apostaría por contestar afirmativamente a la

pregunta. Por un lado, y como apunta el propio autor en su introducción, se ha

estudiado con profundidad este periodo en Barcelona, Andalucía, Asturias,

Euskadi, etc. mientras que, por el contrario, Madrid carecía de un estudio

general y en profundidad del mismo intervalo de tiempo, tal vez por no ser,

aparentemente, un momento tan violento como los nombrados. Así, nos

encontramos con algún estudio parcial de determinados conflictos

(dependientes, artes gráficas, etc.) pero no con una visión global que atienda

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a los desarrollos de las formas de protesta general que se dieren durante este

tiempo en Madrid.

Otro aspecto que nos proporciona información sobre la oportunidad de esta

obra lo podemos observar en la procedencia y tratamiento de las fuentes. Si

para la primera parte, la que nos sitúa en el Madrid de la época, son la

mayoría de carácter secundario, en cuantos entramos, a partir de la segunda

parte, en el objeto de estudio propiamente dicho (las formas de protesta en

Madrid a principios de siglo) la mayoría de las fuentes son de carácter

primario, sobre todo prensa y documentos de la época, entre los que me

gustaría destacar por el lado de la prensa, El Socialista, auténtico boletín oficial

del PSOE y la UGT y gran cronista de la época, como por el lado de los

documentos, la documentación del Instituto para la Reforma Social (IRS).

También me gustaría recalcar el buen uso que realiza el autor de fuentes

literarias de la época, como por ejemplo la obra de Arturo Barea. Estás fuentes

primarias son completadas en esta parte de la investigación (parte II, III y IV del

libro) con estudios sobre aspectos parciales del objeto de su investigación y

también con estudios generales que caracterizan la época y el movimiento

obrero español

CONCLUSIÓN Y COMENTARIO PERSONAL

Magna obra de Francisco Sánchez Pérez sobre las formas de protesta y

organización colectiva de los obreros de principios del siglo XX en Madrid. Un

ejemplo de tesis doctoral bien elaborada, con una buena búsqueda y

tratamiento de fuentes y una no menos ejemplar puesta de largo de la

información que nos proporcionan estas fuentes sobre el papel.

Tal vez, como ya he adelantado al realizar el Estado de la Cuestión, una de sus

grandes virtudes sea el aprovechamiento mayúsculo que realiza de las

fuentes. Si la labor del historiador ha de ser la de acercarse a la verdad a

través de fuentes verificables, se puede decir que el autor es un historiador con

mayúsculas.

Por la tanto, pocas pegas se le puede poner a esta obra, aunque seguro que

los críticos con el peso que la historia local tiene en la historiografía española

cuestionarían la oportunidad de la obra o rebuscarían en ella para encontrar

un modelo de la formación de la clase obrera española en el laboratorio de

Madrid, pero, al igual que Thompson, creo que la pretensión de Sánchez Pérez

es analizar una realidad local, que no requiere de modelos y sí de gobernar las

fuentes para demostrar cuál era la realidad existente en ese tiempo y en ese

lugar.

Tal vez, si quisiéremos añadir alguna crítica, debamos hacerlo sobre la propia

virtud de la obra, su magnitud. Aunque soy un acérrimo defensor de la

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publicación de tesis, sobre todo para facilitar investigaciones futuras de otros

historiadores, creo que además de una puesta en común de las mismas en el

ámbito académico sería necesario llegar a un público más amplio, por lo que

sería bueno y conveniente acompañar estos ambiciosos estudios con versiones

más narrativas que permitan ese acercamiento. Porque en muchas ocasiones,

los historiadores no saben (sabemos) distinguir entre publicación científica y

divulgación. Y tan importante es la una como la otra, sobre todo si esta última

se asienta sobre una buena base de investigación.

Por eso tal vez debamos caminar hacia lo que Hobsbawm denominó “haute

vulgarisation” cuyo “lector ideal será el formado teóricamente, el ciudadano

inteligente y culto, que no siente una mera curiosidad por el pasado, sino que

desea saber cómo y por qué el mundo [en este caso Madrid y las formas de

protestas que en él se dieron] ha llegado a ser lo que es hoy y hacia dónde

va.”6

Si la intención de este libro es “divulgar” y explicar cómo se dio el paso de una

forma de protesta y acción colectiva “antigua” a una moderna tal vez sea

excesivamente pesado para el lector medio, al que le pueden abrumar las

cifras y los datos que, sin embargo, tanto sentido le dan a la obra cuando la

lee un Historiador. Aún así, la obra de Francisco Sánchez Pérez es un espejo en

el debiéramos mirarnos todos los aprendices de historiador a la hora de

afrontar una investigación.

6 Hobsbawm, E. J. “La era de la revolución. 1789-1848”. Labor Universitaria. 1991. Pág. 5 Prefacio.