ratzinger, joseph - vía crucis 2005 a5

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  • 7/29/2019 Ratzinger, Joseph - Va Crucis 2005 A5

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    Meditaciones del Va Crucis en el Coliseo

    Viernes Santo 24 marzo 2005

    por el cardenal Joseph Ratzinger

    PRESENTACIN

    El tema central de este Va crucis se indica ya al comienzo, en laoracin inicial, y despus de nuevo en la XIV estacin. Es lo quedijo Jess el Domingo de Ramos, inmediatamente despus de suingreso en Jerusaln, respondiendo a la solicitud de algunos griegos

    que deseaban verle: Si el grano de trigo no cae en tierra y muere,queda infecundo; pero si muere, dar mucho fruto (Jn 12, 24). Deeste modo, el Seor interpreta todo su itinerario terrenal como elproceso del grano de trigo, que solamente mediante la muerte llegaa producir fruto. Interpreta su vida terrenal, su muerte y resurrec-cin, en la perspectiva de la Santsima Eucarista, en la cual se sin-tetiza todo su misterio. Puesto que ha consumado su muerte comoofrecimiento de s, como acto de amor, su cuerpo ha sido transfor-mado en la nueva vida de la resurreccin. Por eso l, el Verbo he-cho carne, es ahora el alimento de la autntica vida, de la vidaeterna. El Verbo eterno la fuerza creadora de la vidaha bajadodel cielo, convirtindose as en el verdadero man, en el pan que seofrece al hombre en la fe y en el sacramento. De este modo, el Vacrucis es un camino que se adentra en el misterio eucarstico: ladevocin popular y la piedad sacramental de la Iglesia se enlazan y

    compenetran mutuamente. La oracin del Va crucis puede enten-derse como un camino que conduce a la comunin profunda, es-piritual, con Jess, sin la cual la comunin sacramental quedaravaca. El Va crucis se muestra, pues, como recorrido mistag-gico.

    A esta visin del Va crucis se contrapone una concepcin mera-mente sentimental, de cuyos riesgos el Seor, en la VIII estacin,

    advierte a las mujeres de Jerusaln que lloran por l. No basta el

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    simple sentimiento; el Va crucis debera ser una escuela de fe, deesa fe que por su propia naturaleza acta por la caridad (Ga 5, 6).Lo cual no quiere decir que se deba excluir el sentimiento. Para los

    Padres de la Iglesia, una carencia bsica de los paganos era precisa-mente su insensibilidad; por eso les recuerdan la visin de Ezequiel,el cual anuncia al pueblo de Israel la promesa de Dios, que quitarade su carne el corazn de piedra y les dara un corazn de carne(cf. Ez 11, 19). El Va crucis nos muestra un Dios que padece lmismo los sufrimientos de los hombres, y cuyo amor no perma-nece impasible y alejado, sino que viene a estar con nosotros, hastasu muerte en la cruz (cf. Flp 2, 8). El Dios que comparte nuestras

    amarguras, el Dios que se ha hecho hombre para llevar nuestracruz, quiere transformar nuestro corazn de piedra y llamarnos acompartir tambin el sufrimiento de los dems; quiere darnos uncorazn de carne que no sea insensible ante la desgracia ajena,sino que sienta compasin y nos lleve al amor que cura y socorre.Esto nos hace pensar de nuevo en la imagen de Jess acerca delgrano, que l mismo trasforma en la frmula bsica de la existenciacristiana: El que se ama a s mismo se pierde, y el que se aborrecea s mismo en este mundo, se guardar para la vida eterna (Jn 12,25; cf. Mt 16, 25; Mc 8, 35; Lc 9, 24; 17, 33: El que pretenda guar-darse su vida, la perder; y el que la pierda, la recobrar). As seexplica tambin el significado de la frase que, en los Evangeliossinpticos, precede a estas palabras centrales de su mensaje: Elque quiera venir conmigo, que se niegue a s mismo, que carguecon su cruz y me siga (Mt 16, 24). Con todas estas expresiones,

    Jess mismo ofrece la interpretacin del Va crucis, nos enseacmo hemos de rezarlo y seguirlo: es el camino del perderse a smismo, es decir, el camino del amor verdadero. l ha ido por de-lante en este camino, el que nos quiere ensear la oracin del Vacrucis. Volvemos as al grano de trigo, a la santsima Eucarista, enla cual se hace continuamente presente entre nosotros el fruto dela muerte y resurreccin de Jess. En ella Jess camina con noso-tros, en cada momento de nuestra vida de hoy, como aquella vez

    con los discpulos de Emas.

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    ORACIN INICIAL

    En el nombre del Padre y del Hijo y del Espritu Santo.

    R. Amen.Seor Jesucristo, has aceptado por nosotros correr la suerte delgano de trigo que cae en tierra y muere para producir mucho fruto(Jn 12, 24). Nos invitas a seguirte cuando dices: El que se ama a smismo, se pierde, y el que se aborrece a s mismo en este mundo,se guardar para la vida eterna (Jn 12, 25). Sin embargo, nosotrosnos aferramos a nuestra vida. No queremos abandonarla, sino

    guardarla para nosotros mismos. Queremos poseerla, no ofrecerla.T te adelantas y nos muestras que slo entregndola salvamosnuestra vida. Mediante este ir contigo en el Va crucis quieres guiar-nos hacia el proceso del grano de trigo, hacia el camino que con-duce a la eternidad. La cruz la entrega de nosotros mismosnospesa mucho. Pero en tu Va crucis t has cargado tambin con micruz, y no lo has hecho en un momento ya pasado, porque tu amores por mi vida de hoy. La llevas hoy conmigo y por m y, de una

    manera admirable, quieres que ahora yo, como entonces Simn deCirene, lleve contigo tu cruz y que, acompandote, me ponga con-tigo al servicio de la redencin del mundo. Aydame para que miVa crucis sea algo ms que un momentneo sentimiento de devo-cin. Aydanos a acompaarte no slo con nobles pensamientos,sino a recorrer tu camino con el corazn, ms an, con los pasosconcretos de nuestra vida cotidiana. Que nos encaminemos contodo nuestro ser por la va de la cruz y sigamos siempre tus huellas.

    Lbranos del temor a la cruz, del miedo a las burlas de los dems,del miedo a que se nos pueda escapar nuestra vida si no aprove-chamos con afn todo lo que nos ofrece. Aydanos a desenmasca-rar las tentaciones que prometen vida, pero cuyos resultados, al fi-nal, slo nos dejan vacos y frustrados. Que en vez de querer apo-derarnos de la vida, la entreguemos. Aydanos, al acompaarte eneste itinerario del grano de trigo, a encontrar, en el perder la vida,la va del amor, la va que verdaderamente nos da la vida, y vida enabundancia (Jn 10, 10).

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    PRIMERA ESTACINJess es condenado a muerte

    V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.R /. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

    Lectura del Evangelio segn San Mateo 27, 22-23.26

    Pilato les pregunt: y qu hago con Jess, llamado el Mesas?Contestaron todos: que lo crucifiquen! Pilato insisti: pues qumal ha hecho? Pero ellos gritaban ms fuerte: que lo crucifi-quen! Entonces les solt a Barrabs; y a Jess, despus de azotarlo,lo entreg para que lo crucificaran.

    MEDITACIN

    El Juez del mundo, que un da volver a juzgarnos, est all, humi-llado, deshonrado e indefenso delante del juez terreno. Pilato noes un monstruo de maldad. Sabe que este condenado es inocente;busca el modo de liberarlo. Pero su corazn est dividido. Y al finalprefiere su posicin personal, su propio inters, al derecho. Tam-bin los hombres que gritan y piden la muerte de Jess no sonmonstruos de maldad. Muchos de ellos, el da de Pentecosts, sen-tirn el corazn compungido (Hch 2, 37), cuando Pedro les dir:

    Jess Nazareno, que Dios acredit ante vosotros [...], lo matasteisen una cruz... (Hch 2, 22 ss). Pero en aquel momento estn some-tidos a la influencia de la muchedumbre. Gritan porque gritan losdems y como gritan los dems. Y as, la justicia es pisoteada porla bellaquera, por la pusilaminidad, por miedo a la prepotencia dela mentalidad dominante. La sutil voz de la conciencia es sofocadapor el grito de la muchedumbre. La indecisin, el respeto humanodan fuerza al mal.

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    ORACIN

    Seor, has sido condenado a muerte porque el miedo al qu dirn

    ha sofocado la voz de la conciencia. Sucede siempre as a lo largode la historia; los inocentes son maltratados, condenados y asesi-nados. Cuntas veces hemos preferido tambin nosotros el xito ala verdad, nuestra reputacin a la justicia. Da fuerza en nuestra vidaa la sutil voz de la conciencia, a tu voz. Mrame como lo hiciste conPedro despus de la negacin. Que tu mirada penetre en nuestrasalmas y nos indique el camino en nuestra vida. El da de Pentecos-ts has conmovido en corazn e infundido el don de la conversin

    a los que el Viernes Santo gritaron contra ti. De este modo nos hasdado esperanza a todos. Danos tambin a nosotros de nuevo lagracia de la conversin.

    Todos:

    Pater noster...

    Stabat mater dolorosa,iuxta crucem lacrimosa,dum pendebat Filius.

    SEGUNDA ESTACINJess con la cruz a cuestas

    V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.R /. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

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    Lectura del Evangelio segn San Mateo 27, 27-31

    Los soldados del gobernador se llevaron a Jess al pretorio yreunieron alrededor de l a toda la compaa: lo desnudaron y lepusieron un manto de color prpura y trenzando una corona deespinas se la cieron a la cabeza y le pusieron una caa en la manoderecha. Y doblando ante l la rodilla, se burlaban de l diciendo:Salve, Rey de los judos!. Luego lo escupan, le quitaban la caay le golpeaban con ella en la cabeza. Y terminada la burla, le quita-ron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar.

    MEDITACIN

    Jess, condenado por declararse rey, es escarnecido, pero precisa-mente en la burla emerge cruelmente la verdad. Cuntas veces lossignos de poder ostentados por los potentes de este mundo son un

    insulto a la verdad, a la justicia y a la dignidad del hombre! Cuntasveces sus ceremonias y sus palabras grandilocuentes, en realidad,no son ms que mentiras pomposas, una caricatura de la tarea a laque se deben por su oficio, el de ponerse al servicio del bien. Jess,precisamente por ser escarnecido y llevar la corona del sufrimiento,es el verdadero rey. Su cetro es la justicia (Sal 44, 7). El precio dela justicia es el sufrimiento en este mundo: l, el verdadero rey, noreina por medio de la violencia, sino a travs del amor que sufre

    por nosotros y con nosotros. Lleva sobre s la cruz, nuestra cruz,el peso de ser hombres, el peso del mundo. As es como nos pre-cede y nos muestra cmo encontrar el camino para la vida eterna.

    ORACIN

    Seor, te has dejado escarnecer y ultrajar. Aydanos a no unirnos

    a los que se burlan de quienes sufren o son dbiles. Aydanos a

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    reconocer tu rostro en los humillados y marginados. Aydanos ano desanimarnos ante las burlas del mundo cuando se ridiculiza laobediencia a tu voluntad. T has llevado la cruz y nos has invitado

    a seguirte por ese camino (Mt 10, 38). Danos fuerza para aceptarla cruz, sin rechazarla; para no lamentarnos ni dejar que nuestroscorazones se abatan ante las dificultades de la vida. Anmanos arecorrer el camino del amor y, aceptando sus exigencias, alcanzarla verdadera alegra.

    Todos:

    Pater noster...

    Cuius animam gementem,contristatam et dolentempertransivit gladius.

    TERCERA ESTACINJess cae por primera vez

    V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.

    R /. Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.

    Lectura del libro del profeta Isaas 53, 4-6

    l soport nuestros sufrimientos y aguant nuestros dolores; no-sotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado, traspa-sado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crmenes.

    Nuestro castigo saludable vino sobre l, sus cicatrices nos curaron.

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    Todos errbamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y elSeor carg sobre l todos nuestros crmenes.

    MEDITACIN

    El hombre ha cado y cae siempre de nuevo: cuntas veces se con-vierte en una caricatura de s mismo y, en vez de ser imagen deDios, ridiculiza al Creador. No es acaso la imagen por excelenciadel hombre la de aquel que, bajando de Jerusaln a Jeric, cay enmanos de los salteadores que lo despojaron dejndolo medio

    muerto, sangrando al borde del camino? Jess que cae bajo la cruzno es slo un hombre extenuado por la flagelacin. El episodioresalta algo ms profundo, como dice Pablo en la carta a los Fili-penses: l, a pesar de su condicin divina, no hizo alarde de sucategora de Dios; al contrario, se despoj de su rango y tom lacondicin de esclavo, pasando por uno de tantos. Y as, actuandocomo un hombre cualquiera, se rebaj hasta someterse incluso a lamuerte, y una muerte de cruz (Flp 2, 6-8). En su cada bajo el pesode la cruz aparece todo el itinerario de Jess: su humillacin volun-taria para liberarnos de nuestro orgullo. Subraya a la vez la natura-leza de nuestro orgullo: la soberbia que nos induce a querer eman-ciparnos de Dios, a ser slo nosotros mismos, sin necesidad delamor eterno y aspirando a ser los nicos artfices de nuestra vida.En esta rebelin contra la verdad, en este intento de hacernos dio-ses, nuestros propios creadores y jueces, nos hundimos y termina-

    mos por autodestruirnos. La humillacin de Jess es la superacinde nuestra soberbia: con su humillacin nos ensalza. Dejemos quenos ensalce. Despojmonos de nuestra autosuficiencia, de nuestroengaoso afn de autonoma y aprendamos de l, del que se hahumillado, a encontrar nuestra verdadera grandeza, humillndonosy dirigindonos hacia Dios y los hermanos oprimidos.

    ORACIN

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    Seor Jess, el peso de la cruz te ha hecho caer. El peso de nuestropecado, el peso de nuestra soberbia, te derriba. Pero tu cada no essigno de un destino adverso, no es la pura y simple debilidad de

    quien es despreciado. Has querido venir a socorrernos porque acausa de nuestra soberbia yacemos en tierra. La soberbia de pensarque podemos forjarnos a nosotros mismos lleva a transformar alhombre en una especie de mercanca, que puede ser comprada yvendida, una reserva de material para nuestros experimentos, conlos cuales esperamos superar por nosotros mismos la muerte,mientras que, en realidad, no hacemos ms que mancillar cada vezms profundamente la dignidad humana. Seor, aydanos porque

    hemos cado. Aydanos a renunciar a nuestra soberbia destructivay, aprendiendo de tu humildad, a levantarnos de nuevo.

    Todos:

    Pater noster...

    O quam tristis et afflictafuit illa benedicamater Unigeniti!

    CUARTA ESTACINJess se encuentra con su Madre

    V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.R /. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

    Lectura del Evangelio segn San Lucas 2, 34-35.51

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    Simen los bendijo y dijo a Mara, su madre: Mira, ste est puestopara que muchos en Israel caigan y se levanten; ser una banderadiscutida: as quedar clara la actitud de muchos corazones. Y a ti,

    una espada te traspasar el alma. Su madre conservaba todo estoen su corazn.

    MEDITACIN

    En el Va crucis de Jess est tambin Mara, su Madre. Durantesu vida pblica deba retirarse para dejar que naciera la nueva fami-

    lia de Jess, la familia de sus discpulos. Tambin hubo de or estaspalabras: Quin es mi madre y quines son mis hermanos?... Elque cumple la voluntad de mi Padre del cielo, se es mi hermano,y mi hermana, y mi madre (Mt 12, 48-50). Y esto muestra que ellaes la Madre de Jess no solamente en el cuerpo, sino tambin en elcorazn. Porque incluso antes de haberlo concebido en el vientre,con su obediencia lo haba concebido en el corazn. Se le habadicho: Concebirs en tu vientre y dars a luz un hijo... Sergrande..., el Seor Dios le dar el trono de David su padre (Lc 1,31 ss). Pero poco ms tarde el viejo Simen le dira tambin: y ati, una espada te traspasar el alma (Lc 2, 35). Esto le hara recor-dar palabras de los profetas como stas: Maltratado, voluntaria-mente se humillaba y no abra boca; como un cordero llevado almatadero (Is 53, 7). Ahora se hace realidad. En su corazn habrguardado siempre la palabra que el ngel le haba dicho cuando

    todo comenz: No temas, Mara (Lc 1, 30). Los discpulos hanhuido, ella no. Est all, con el valor de la madre, con la fidelidadde la madre, con la bondad de la madre, y con su fe, que resiste enla oscuridad: Bendita t que has credo (Lc 1, 45). Pero cuandovenga el Hijo del hombre, encontrar esta fe en la tierra? (Lc 18,8). S, ahora ya lo sabe: encontrar fe. ste es su gran consuelo enaquellos momentos.

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    ORACIN

    Santa Mara, Madre del Seor, has permanecido fiel cuando los dis-

    cpulos huyeron. Al igual que creste cuando el ngel te anunci loque pareca increble que seras la madre del Altsimo tambinhas credo en el momento de su mayor humillacin. Por eso, en lahora de la cruz, en la hora de la noche ms oscura del mundo, tehan convertido en la Madre de los creyentes, Madre de la Iglesia.Te rogamos que nos ensees a creer y nos ayudes para que la fenos impulse a servir y dar muestras de un amor que socorre y sabecompartir el sufrimiento.

    Todos:

    Pater noster...Qu mrebat et dolebatPia mater, cum videbatNati poenas incliti.

    QUINTA ESTACINEl Cireneo ayuda a Jess a llevar la cruz

    V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.

    R /. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

    Lectura Evangelio segn San Mateo 27, 32; 16, 24

    Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simn, y loforzaron a que llevara la cruz.Jess haba dicho a sus discpulos: El que quiera venir conmigo,

    que se niegue a s mismo, que cargue con su cruz y me siga.

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    MEDITACIN

    Simn de Cirene, de camino hacia casa volviendo del trabajo, seencuentra casualmente con aquella triste comitiva de condenados,un espectculo quizs habitual para l. Los soldados usan su dere-cho de coaccin y cargan al robusto campesino con la cruz. Quenojo debe haber sentido al verse improvisamente implicado en eldestino de aquellos condenados! Hace lo que debe hacer, cierta-mente con mucha repugnancia. El evangelista Marcos mencionatambin a sus hijos, seguramente conocidos como cristianos, como

    miembros de aquella comunidad (Mc 15, 21). Del encuentro invo-luntario ha brotado la fe. Acompaando a Jess y compartiendo elpeso de la cruz, el Cireneo comprendi que era una gracia podercaminar junto a este Crucificado y socorrerlo. El misterio de Jesssufriente y mudo le llegado al corazn. Jess, cuyo amor divino eslo nico que poda y puede redimir a toda la humanidad, quiere quecompartamos su cruz para completar lo que an falta a sus padeci-mientos (Col 1, 24). Cada vez que nos acercamos con bondad aquien sufre, a quien es perseguido o est indefenso, compartiendosu sufrimiento, ayudamos a llevar la misma cruz de Jess. Y asalcanzamos la salvacin y podemos contribuir a la salvacin delmundo.

    ORACIN

    Seor, a Simn de Cirene le has abierto los ojos y el corazn, dn-dole, al compartir la cruz, la gracia de la fe. Aydanos a socorrer anuestro prjimo que sufre, aunque esto contraste con nuestrosproyectos y nuestras simpatas. Danos la gracia de reconocer comoun don el poder compartir la cruz de los otros y experimentar queas caminamos contigo. Danos la gracia de reconocer con gozoque, precisamente compartiendo tu sufrimiento y los sufrimientos

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    de este mundo, nos hacemos servidores de la salvacin, y que aspodemos ayudar a construir tu cuerpo, la Iglesia.

    Todos:

    Pater noster...

    Quis est homo qui non fleret,matrem Christi si videretin tanto supplicio?

    SEXTA ESTACINLa Vernica enjuga el rostro de Jess

    V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.R /. Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.

    Lectura del libro del profeta Isaas 53, 2-3

    No tena figura ni belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despre-

    ciado y evitado por los hombres, como un hombre de dolores,acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros;despreciado y desestimado.

    Del libro de los Salmos 26, 8-9

    Oigo en mi corazn: Buscad mi rostro. Tu rostro buscar, Seor,no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que t

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    eres mi auxilio; no me deseches, no me abandones, Dios de misalvacin.

    MEDITACIN

    Tu rostro buscar, Seor, no me escondas tu rostro (Sal 26, 8-9). VernicaBerenice, segn la tradicin griegaencarna este an-helo que acomuna a todos los hombres pos del Antiguo Testa-mento, el anhelo de todos los creyentes de ver el rostro de Dios.Ella, en principio, en el Va crucis de Jess no hace ms que prestarun servicio de bondad femenina: ofrece un pao a Jess. No se

    deja contagiar ni por la brutalidad de los soldados, ni inmovilizarpor el miedo de los discpulos. Es la imagen de la mujer buena que,en la turbacin y en la oscuridad del corazn, mantiene el bro dela bondad, sin permitir que su corazn se oscurezca. Bienaventu-rados los limpios de corazn haba dicho el Seor en el Sermnde la montaa, porque vern a Dios (Mt 5, 8). Inicialmente, Ve-rnica ve solamente un rostro maltratado y marcado por el dolor.Pero el acto de amor imprime en su corazn la verdadera imagende Jess: en el rostro humano, lleno de sangre y heridas, ella ve elrostro de Dios y de su bondad, que nos acompaa tambin en eldolor ms profundo. nicamente podemos ver a Jess con el co-razn. Solamente el amor nos deja ver y nos hace puros. Slo elamor nos permite reconocer a Dios, que es el amor mismo.

    ORACIN

    Danos, Seor, la inquietud del corazn que busca tu rostro. Prot-genos de la oscuridad del corazn que ve solamente la superficiede las cosas. Danos la sencillez y la pureza que nos permiten ver tupresencia en el mundo. Cuando no seamos capaces de cumplirgrandes cosas, danos la fuerza de una bondad humilde. Graba turostro en nuestros corazones, para que as podamos encontrarte ymostrar al mundo tu imagen.

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    Todos:

    Pater noster...

    Pro peccatis su gentisvidit Iesum in tormentiset flagellis subditum.

    SPTIMA ESTACINJess cae por segunda vez

    V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.R /. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

    Lectura del libro de las Lamentaciones 3, 1-2.9.16

    Yo soy el hombre que ha visto la miseria bajo el ltigo de su furor.El me ha llevado y me ha hecho caminar en tinieblas y sin luz. Hacercado mis caminos con piedras sillares, ha torcido mis senderos.Ha quebrado mis dientes con guijarro, me ha revolcado en la ce-niza.

    MEDITACIN

    La tradicin de las tres cadas de Jess y del peso de la cruz hacepensar en la cada de Adnen nuestra condicin de seres cadosy en el misterio de la participacin de Jess en nuestra cada. staadquiere en la historia for-mas siempre nuevas. En su primera

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    carta, san Juan habla de tres obstculos para el hombre: la concu-piscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia dela vida. Interpreta de este modo, desde la perspectiva de los vicios

    de su tiempo, con todos sus excesos y perversiones, la cada delhombre y de la humanidad. Pero podemos pensar tambin encmo la cristiandad, en la historia reciente, como cansndose detener fe, ha abandonado al Seor: las grandes ideologas y la super-ficialidad del hombre que ya no cree en nada y se deja llevar sim-plemente por la corriente, han creado un nuevo paganismo, un pa-ganismo peor que, queriendo olvidar definitivamente a Dios, haterminado por desentenderse del hombre. El hombre, pues, est

    sumido en la tierra. El Seor lleva este peso y cae y cae, para podervenir a nuestro encuentro; l nos mira para que despierte nuestrocorazn; cae para levantarnos.

    ORACIN

    Seor Jesucristo, has llevado nuestro peso y continas llevndolo.Es nuestra carga la que te hace caer. Pero levntanos t, porquesolos no podemos reincorporarnos. Lbranos del poder de la con-cupiscencia. En lugar de un corazn de piedra danos de nuevo uncorazn de carne, un corazn capaz de ver. Destruye el poder delas ideologas, para que los hombres puedan reconocer que estnentretejidas de mentiras. No permitas que el muro del materialismollegue a ser insuperable. Haz que te reconozcamos de nuevo. Haz-

    nos sobrios y vigilantes para poder resistir a las fuerzas del mal yaydanos a reconocer las necesidades interiores y exteriores de losdems, a socorrerlos. Levntanos para poder levantar a los dems.Danos esperanza en medio de toda esta oscuridad, para que sea-mos portadores de esperanza para el mundo.

    Todos:

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    Pater noster...

    Quis non posset contristari,Christi matrem contemplari,dolentem cum Filio?

    OCTAVA ESTACINJess encuentra a las mujeres de Jerusaln

    V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.R /. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

    Lectura del Evangelio segn San Lucas 23, 28-31

    Jess se volvi hacia ellas y les dijo: Hijas de Jerusaln, no llorispor m, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad quellegar el da en que dirn: dichosas las estriles y los vientres queno han dado a luz y los pechos que no han criado. Entonces em-pezarn a decirles a los montes: Desplomaos sobre nosotros; y alas colinas: Sepultadnos; porque si as tratan al leo verde, qupasar con el seco?

    MEDITACIN

    Or a Jess cuando exhorta a las mujeres de Jerusaln que lo sigueny lloran por l, nos hace reflexionar. Cmo entenderlo? Se tratarquizs de una advertencia ante una piedad puramente sentimental,que no llega a ser conversin y fe vivida? De nada sirve compade-

    cer con palabras y sentimientos los sufrimientos de este mundo, si

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    nuestra vida contina como siempre. Por esto el Seor nos adviertedel riesgo que corremos nosotros mismos. Nos muestra la grave-dad del pecado y la seriedad del juicio. No obstante todas nuestras

    palabras de preocupacin por el mal y los sufrimientos de losinocentes, no estamos tal vez demasiado inclinados a dar escasaimportancia al misterio del mal? En la imagen de Dios y de Jessal final de los tiempos, no vemos quizs nicamente el aspectodulce y amoroso, mientras descuidamos tranquilamente el aspectodel juicio? Cmo podr Dios pensamoshacer de nuestra debi-lidad un drama? Somos solamente hombres! Pero ante los sufri-mientos del Hijo vemos toda la gravedad del pecado y cmo debe

    ser expiado del todo para poder superarlo. No se puede seguir qui-tando importancia al mal contemplando la imagen del Seor quesufre. Tambin l nos dice: No lloris por m; llorad ms bien porvosotros... porque si as tratan al leo verde, qu pasar con elseco?

    ORACIN

    Seor, a las mujeres que lloran les has hablado de penitencia, delda del Juicio cuando nos encontremos en tu presencia, en presen-cia del Juez del mundo. Nos llamas a superar un concepcin delmal como algo banal, con la cual nos tranquilizamos para podercontinuar nuestra vida de siempre. Nos muestras la gravedad denuestra responsabilidad, el peligro de encontrarnos culpables y es-

    triles en el Juicio. Haz que caminemos junto a ti sin limitarnos aofrecerte slo palabras de compasin. Convirtenos y danos unavida nueva; no permitas que, al final, nos quedemos como el leoseco, sino que lleguemos a ser sarmientos vivos en ti, la vid verda-dera, y que produzcamos frutos para la vida eterna (cf. Jn 15, 1-10).

    Todos:

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    Pater noster...Tui Nati vulnerati,

    tam dignati pro me pati,poenas mecum divide.

    NOVENA ESTACINJess cae por tercera vez

    V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.R /. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

    Lectura del libro de las Lamentaciones 3, 27-32

    Bueno es para el hombre soportar el yugo desde su juventud. Quese sienta solitario y silencioso, cuando el Seor se lo impone; queponga su boca en el polvo: quiz haya esperanza; que tienda la me-jilla a quien lo hiere, que se harte de oprobios. Porque el Seor nodesecha para siempre a los humanos: si llega a afligir, se apiadaluego segn su inmenso amor.

    MEDITACIN

    Qu puede decirnos la tercera cada de Jess bajo el peso de lacruz? Quizs nos hace pensar en la cada de los hombres, en quemuchos se alejan de Cristo, en la tendencia a un secularismo sinDios. Pero, no deberamos pensar tambin en lo que debe sufrirCristo en su propia Iglesia? En cuntas veces se abusa del sacra-mento de su presencia, y en el vaco y maldad de corazn dondeentra a menudo. Cuntas veces celebramos slo nosotros sin dar-

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    nos cuenta de l! Cuntas veces se deforma y se abusa de su Pala-bra! Qu poca fe hay en muchas teoras, cuntas palabras vacas!Cunta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio,

    deberan estar completamente entregados a l! Cunta soberbia,cunta autosuficiencia! Qu poco respetamos el sacramento de laReconciliacin, en el cual l nos espera para levantarnos de nues-tras cadas! Tambin esto est presente en su pasin. La traicin delos discpulos, la recepcin indigna de su Cuerpo y de su Sangre, esciertamente el mayor dolor del Redentor, el que le traspasa el co-razn. No nos queda ms que gritarle desde lo profundo del alma:Kyrie, eleisonSeor, slvanos (cf Mt 8,25).

    ORACIN

    Seor, frecuentemente tu Iglesia nos parece una barca a punto dehundirse, que hace aguas por todas partes. Y tambin en tu campovemos ms cizaa que trigo. Nos abruman su atuendo y su rostrotan sucios. Pero los empaamos nosotros mismos. Nosotros quie-nes te traicionamos, no obstante los gestos ampulosos y las pala-bras altisonantes. Ten piedad de tu Iglesia: tambin en ella Adn,el hombre, cae una y otra vez. Al caer, quedamos en tierra y Satansse alegra, porque espera que ya nunca podremos levantarnos; es-pera que t, siendo arrastrado en la cada de tu Iglesia, quedes aba-tido para siempre. Pero t te levantars. T te has reincorporado,has resucitado y puedes levantarnos. Salva y santifica a tu Iglesia.

    Slvanos y santifcanos a todos.

    Todos:

    Pater noster...

    Eia mater, fons amoris,me sentire vim doloris

    fac, ut tecum lugeam.

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    DCIMA ESTACIN

    Jess es despojado de sus vestiduras

    V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.R /. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

    Lectura del Evangelio segn San Mateo 27, 33 -36

    Cuando llegaron al lugar llamado Glgota (que quiere decir LaCalavera), le dieron a beber vino mezclado con hiel; l lo prob,pero no quiso beberlo. Despus de crucificarlo, se repartieron suropa echndola a suertes y luego se sentaron a custodiarlo.

    MEDITACIN

    Jess es despojado de sus vestiduras. El vestido confiere al hombreuna posicin social; indica su lugar en la sociedad, le hace ser al-guien. Ser desnudado en pblico significa que Jess no es nadie, noes ms que un marginado, despreciado por todos. El momento dedespojarlo nos recuerda tambin la expulsin del paraso: ha desa-parecido en el hombre el esplendor de Dios y ahora se encuentraen mundo desnudo y al descubierto, y se avergenza. Jess asume

    una vez ms la situacin del hombre cado. Jess despojado nosrecuerda que todos nosotros hemos perdido la primera vestiduray, por tanto, el esplendor de Dios. Al pie de la cruz los soldadosechan a suerte sus mseras pertenencias, sus vestidos. Los evange-listas lo relatan con palabras tomadas del Salmo 21, 19 y nos indi-can as lo que Jess dir a los discpulos de Emas: todo se cumplisegn las Escrituras. Nada es pura coincidencia, todo lo que su-cede est dicho en la Palabra de Dios, confirmado por su designio

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    divino. El Seor experimenta todas las fases y grados de la perdi-cin de los hombres, y cada uno de ellos, no obstante su amargura,son un paso de la redencin: as devuelve l a casa la oveja perdida.

    Recordemos tambin que Juan precisa el objeto del sorteo: la t-nica de Jess, tejida de una pieza de arriba abajo (Jn 19, 23). Po-demos considerarlo una referencia a la vestidura del sumo sacer-dote, que era de una sola pieza, sin costuras (Flavio Josefo, Ant.jud., III, 161). ste, el Crucificado, es de hecho el verdadero sumosacerdote.

    ORACIN

    Seor Jess, has sido despojado de tus vestiduras, expuesto a ladeshonra, expulsado de la sociedad. Te has cargado de la deshonrade Adn, sanndolo. Te has cargado con los sufrimientos y necesi-dades de los pobres, aquellos que estn excluidos del mundo. Peroes exactamente as como cumples la palabra de los profetas. Es ascomo das significado a lo que aparece privado de significado. Esas como nos haces reconocer que tu Padre te tiene en sus manos,a ti, a nosotros y al mundo. Concdenos un profundo respeto haciael hombre en todas las fases de su existencia y en todas las situa-ciones en las cuales lo encontramos. Danos el traje de la luz de tugracia.

    Todos:

    Pater noster...

    Fac ut ardeat cor meumin amando Christum Deum,ut sibi complaceam.

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    UNDCIMA ESTACINJess clavado en la cruz

    V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.R /. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

    Lectura del Evangelio segn San Mateo 7, 37-42

    Encima de la cabeza colocaron un letrero con la acusacin: Estees Jess, el Rey de los judos. Crucificaron con l a dos bandidos,uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban, lo injuria-ban y decan meneando la cabeza: T que destruas el templo y loreconstruas en tres das, slvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios,baja de la cruz. Los sumos sacerdotes con los letrados y los sena-dores se burlaban tambin diciendo: A otros ha salvado y l no sepuede salvar. No es el Rey de Israel? Que baje ahora de la cruz y

    le creeremos.

    MEDITACIN

    Jess es clavado en la cruz. La Sbana Santa de Turn nos permitehacernos una idea de la increble crueldad de este procedimiento.Jess no bebi el calmante que le ofrecieron: asume consciente-

    mente todo el dolor de la crucifixin. Su cuerpo est martirizado;se han cumplido las palabras del Salmo: Yo soy un gusano, no unhombre, vergenza de la gente, desprecio del pueblo (Sal 21, 27).Como uno ante quien se oculta el rostro, era despreciado... Y contodo eran nuestros sufrimientos los que l llevaba y nuestros dolo-res los que soportaba (Is 53, 3 ss). Detengmonos ante esta ima-gen de dolor, ante el Hijo de Dios sufriente. Mirmosle en los mo-mentos de satisfaccin y gozo, para aprender a respetar sus lmites

    y a ver la superficialidad de todos los bienes puramente materiales.

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    Mirmosle en los momentos de adversidad y angustia, para reco-nocer que precisamente as estamos cerca de Dios. Tratemos dedescubir su rostro en aquellos que tendemos a despreciar. Ante el

    Seor condenado, que no quiere usar su poder para descender dela cruz, sino que ms bien soport el sufrimiento de la cruz hastael final, podemos hacer an otra reflexin. Ignacio de Antioquia,encadenado por su fe en el Seor, elogi a los cristianos de Es-mirna por su fe inamovible: dice que estaban, por as decir, clava-dos con la carne y la sangre a la cruz del Seor Jesucristo (1,1).Dejmonos clavar a l, no cediendo a ninguna tentacin de apar-tarnos, ni a las burlas que nos inducen a darle la espalda.

    ORACIN

    Seor Jesucristo, te has dejado clavar en la cruz, aceptando la terri-ble crueldad de este dolor, la destruccin de tu cuerpo y de tu dig-nidad. Te has dejado clavar, has sufrido sin evasivas ni compromi-sos. Aydanos a no desertar ante lo que debemos hacer. A unirnosestrechamente a ti. A desenmascarar la falsa libertad que nos quierealejar de ti. Aydanos a aceptar tu libertad comprometida y a en-contrar en la estrecha unin contigo la verdadera libertad.

    Todos:

    Pater noster...

    Sancta mater, istud agas,Crucifixi fige plagascordi meo valide.

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    DUODCIMA ESTACINJess muere en la cruz

    V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.R /. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

    Lectura del Evangelio segn San Juan 19, 19-20

    Pilato escribi un letrero y lo puso encima de la cruz; en l estabaescrito: Jess el Nazareno, el Rey de los judos. Leyeron el letreromuchos judos, estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jess yestaba escrito en hebreo, latn y griego.

    Del Evangelio segn San Mateo 27, 45-50. 54

    Desde el medioda hasta la media tarde vinieron tinieblas sobre

    toda aquella regin. A media tarde Jess grit: El, El lam saba-ktan, es decir: Dios mo, Dios mo, por qu me has abando-nado? Al orlo algunos de los que estaban por all dijeron: A Elasllama ste. Uno de ellos fue corriendo; enseguida cogi una es-ponja empapada en vinagre y, sujetndola en una caa, le dio debeber. Los dems decan: Djalo, a ver si viene Elas a salvarlo.Jess, dio otro grito fuerte y exhal el espritu. El centurin y sushombres, que custodiaban a Jess, al ver el terremoto y lo que pa-

    saba dijeron aterrorizados: Realmente ste era Hijo de Dios.

    MEDITACIN

    Sobre la cruzen las dos lenguas del mundo de entonces, el griegoy el latn, y en la lengua del pueblo elegido, el hebreoest escritoquien es Jess: el Rey de los judos, el Hijo prometido de David.

    Pilato, el juez injusto, ha sido profeta a su pesar. Ante la opinin

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    pblica mundial se proclama la realeza de Jess. l mismo habadeclinado el ttulo de Mesas porque habra dado a entender unaidea errnea, humana, de poder y salvacin. Pero ahora el ttulo

    puede aparecer escrito pblicamente encima del Crucificado. Efec-tivamente, l es verdaderamente el rey del mundo. Ahora ha sidorealmente ensalzado. En su descendimiento, ascendi. Ahora hacumplido radicalmente el mandamiento del amor, ha cumplido elofrecimiento de s mismo y, de este modo, manifiesta al verdaderoDios, al Dios que es amor. Ahora sabemos que es Dios. Sabemoscmo es la verdadera realeza. Jess recita el Salmo 21, que co-mienza con estas palabras: Dios mo, Dios mo, por qu me has

    abandonado? (Sal 21, 2). Asume en s a todo el Israel sufriente, atoda la humanidad que padece, el drama de la oscuridad de Dios,manifestando de este modo a Dios justamente donde parece estardefinitivamente vencido y ausente. La cruz de Jess es un aconte-cimiento csmico. El mundo se oscurece cuando el Hijo de Diospadece la muerte. La tierra tiembla. Y junto a la cruz nace la Iglesiaen el mbito de los paganos. El centurin romano reconoce y en-tiende que Jess es el Hijo de Dios. Desde la cruz, l triunfa siem-pre de nuevo.

    ORACIN

    Seor Jesucristo, en la hora de tu muerte se oscureci el sol. Cons-tantemente ests siendo clavado en la cruz. En este momento his-

    trico vivimos en la oscuridad de Dios. Por el gran sufrimiento, ypor la maldad de los hombres, el rostro de Dios, tu rostro, aparecedifuminado, irreconocible. Pero en la cruz te has hecho reconocer.Porque eres el que sufre y el que ama, eres el que ha sido ensalzado.Precisamente desde all has triunfado. En esta hora de oscuridad yturbacin, aydanos a reconocer tu rostro. A creer en ti y a seguirteen el momento de la necesidad y de las tinieblas. Mustrate denuevo al mundo en esta hora. Haz que se manifieste tu salvacin.

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    Todos:

    Pater noster...

    Fac me vere tecum flere,Crucifixo condolore,donec ego vixero.

    DECIMOTERCERA ESTACINJess es bajado de la cruz y entregado a su Madre

    V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.R /. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

    Lectura del Evangelio segn San Mateo 27, 54-55

    El centurin y sus hombres, que custodiaban a Jess, al ver el te-rremoto y lo que pasaba dijeron aterrorizados: Realmente ste eraHijo de Dios. Haba all muchas mujeres que miraban desde lejos,aquellas que haban seguido a Jess desde Galilea para atenderle.

    MEDITACIN

    Jess est muerto, de su corazn traspasado por la lanza del sol-dado romano mana sangre y agua: misteriosa imagen del caudal delos sacramentos, del Bautismo y de la Eucarista, de los cuales, porla fuerza del corazn traspasado del Seor, renace siempre la Igle-

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    sia. A l no le quiebran las piernas como a los otros dos crucifica-dos; as se manifiesta como el verdadero cordero pascual, al cualno se le debe quebrantar ningn hueso (cf Ex 12, 46). Y ahora que

    ha soportado todo, se ve que, a pesar de toda la turbacin del co-razn, a pesar del poder del odio y de la ruindad, l no est solo.Estn los fieles. Al pie de la cruz estaba Mara, su Madre, la her-mana de su Madre, Mara, Mara Magdalena y el discpulo que lamaba. Llega tambin un hombre rico, Jos de Arimatea: el ricologra pasar por el ojo de la aguja, porque Dios le da la gracia. En-tierra a Jess en su tumba an sin estrenar, en un jardn: dondeJess es enterrado, el cementerio se transforma en un vergel, el jar-

    dn del que haba sido expulsado Adn cuando se alej de la pleni-tud de la vida, de su Creador. El sepulcro en el jardn manifiestaque el dominio de la muerte est a punto de terminar. Y llega tam-bin un miembro del Sanedrn, Nicodemo, al que Jess haba anun-ciado el misterio del rena-cer por el agua y el Espritu. Tambin enel sanedrn, que haba decidido su muerte, hay alguien que cree, queconoce y reconoce a Jess despus de su muerte. En la hora delgran luto, de la gran oscuridad y de la desesperacin, surge miste-riosamente la luz de la esperanza. El Dios escondido permanecesiempre como Dios vivo y cercano. Tambin en la noche de lamuerte, el Seor muerto sigue siendo nuestro Seor y Salvador. LaIglesia de Jesucristo, su nueva familia, comienza a formarse.

    ORACIN

    Seor, has bajado hasta la oscuridad de la muerte. Pero tu cuerpoes recibido por manos piadosas y envuelto en una sbana limpia(Mt 27, 59). La fe no ha muerto del todo, el sol no se ha puestototalmente. Cuntas veces parece que ests durmiendo. Qu fciles que nosotros, los hombres, nos alejemos y nos digamos a noso-tros mismos: Dios ha muerto. Haz que en la hora de la oscuridadreconozcamos que t ests presente. No nos dejes solos cuando

    nos aceche el desnimo. Y aydanos a no dejarte solo. Danos una

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    fidelidad que resista en el extravo y un amor que te acoja en elmomento de tu necesidad ms extrema, como tu Madre, que tearropa de nuevo en su seno. Aydanos, ayuda a los pobres y a los

    ricos, a los sencillos y a los sabios, para poder ver por encima delos miedos y prejuicios, y te ofrezcamos nuestros talentos, nuestrocorazn, nuestro tiempo, preparando as el jardn en el cual puedetener lugar la resurreccin.

    Todos:

    Pater noster...

    Vidit suum dulcem Natummorientem, desolatum,cum emisit spiritum.

    DECIMOCUARTA ESTACINJess es puesto en el sepulcro

    V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.R /. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.

    Lectura del Evangelio segn San Mateo 27, 59-61

    Jos, tomando el cuerpo de Jess, lo envolvi en una sbana limpia,lo puso en el sepulcro nuevo que se haba excavado en una roca,rod una piedra grande a la entrada del sepulcro y se march. MaraMagdalena y la otra Mara se quedaron all sentadas enfrente delsepulcro.

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    MEDITACIN

    Jess, deshonrado y ultrajado, es puesto en un sepulcro nuevo contodos los honores. Nicodemo lleva una mezcla de mirra y loe decien libras para difundir un fragante perfume. Ahora, en la entregadel Hijo, como ocurriera en la uncin de Betania, se manifiesta unadesmesura que nos recuerda el amor generoso de Dios, la sobre-abundancia de su amor. Dios se ofrece generosamente a s mismo.Si la medida de Dios es la sobreabundancia, tambin para nosotrosnada debe ser demasiado para Dios. Es lo que Jess nos ha ense-

    ado en el Sermn de la montaa (Mt 5, 20). Pero es necesariorecordar tambin lo que san Pablo dice de Dios, el cual por nues-tro medio difunde en todas partes el olor de su conocimiento. Puesnosotros somos [...] el buen olor de Cristo (2 Co 2, 14-15). En ladescomposicin de las ideologas, nuestra fe debera ser una vezms el perfume que conduce a las sendas de la vida. En el momentode su sepultura, comienza a realizarse la palabra de Jess: Si elgrano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero simuere, dar mucho fruto (Jn 12, 24). Jess es el grano de trigo quemuere. Del grano de trigo enterrado comienza la gran multiplica-cin del pan que dura hasta el fin de los tiempos: l es el pan devida capaz de saciar sobreabundantemente a toda la humanidad yde darle el sustento vital: el Verbo de Dios, que es carne y tambinpan para nosotros, a travs de la cruz y la resurreccin. Sobre elsepulcro de Jess resplandece el misterio de la Eucarista.

    ORACIN

    Seor Jesucristo, al ser puesto en el sepulcro has hecho tuya lamuerte del grano de trigo, te has hecho el grano de trigo que muerey produce fruto con el paso del tiempo hasta la eternidad. Desdeel sepulcro iluminas para siempre la promesa del grano de trigo del

    que procede el verdadero man, el pan de vida en el cual te ofreces

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    a ti mismo. La Palabra eterna, a travs de la encarnacin y lamuerte, se ha hecho Palabra cercana; te pones en nuestras manosy entras en nuestros corazones para que tu Palabra crezca en no-

    sotros y produzca fruto. Te das a ti mismo a travs de la muertedel grano de trigo, para que tambin nosotros tengamos el valor deperder nuestra vida para encontrarla; a fin de que tambin nosotrosconfiemos en la promesa del grano de trigo. Aydanos a amar cadavez ms tu misterio eucarstico y a venerarlo, a vivir verdadera-mente de ti, Pan del cielo. Auxlianos para que seamos tu perfumey hagamos visible la huella de tu vida en este mundo. Como elgrano de trigo crece de la tierra como retoo y espiga, tampoco t

    podas permanecer en el sepulcro: el sepulcro est vaco porque lel Padreno te entreg a la muerte, ni tu carne conoci la co-rrupcin (Hch 2, 31; Sal 15, 10). No, t no has conocido la co-rrupcin. Has resucitado y has abierto el corazn de Dios a la carnetransformada. Haz que podamos alegrarnos de esta esperanza y lle-varla gozosamente al mundo, para ser de este modo testigos de turesurreccin.

    Todos:

    Pater noster...

    Quando corpus morietur,fac ut anim donetur

    paradisi goria. Amen.

    BENDICIN