€¦ · ran justamente su poema: calafia, que fue la composición triunfadora en los juegos...

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El otro México ••••••••••••••••• ••••••••••••••••• Biografía poética de Baja California por Moisés Coronado Mucho se ha leído en Baja California el libro El otro México, de Fernando Jor- dán:* un documento, una geografía, una crónica, un libro de viajes que, partiendo de lo hoyes -desde el 16 de enero de 1952- el Estado de Baja California, recorre "Los bastiones de la patria", realiza "Una aventura en las islas", continúa "En busca del otro México", camina por "La ruta sobre el desierto", atravesando el paralelo 28 que divide a la península bajacalifor- niana en dos entidades: un Estado al norte y un Territorio al sur, experimenta "Una aventura en el canal", incursiona "En el país de los oasis" y concluye en "La tierra del futuro". En la introducción de esta obra que nosotros insistimos en llamar "una biogra- fía poética de Baja California", Jordán afir- ma "sin pudor alguno, que se originó en el desconcierto. En el desconcierto y ... en el amor. Ni más ni menos". (Crasa reiteración de algo que será constante en su libro y en todo lo que escriba acerca de la California mexicana.) " ... De la realidad bajacaliforniana, has- ta entonces, había escrito precisamente lo obvio, lo superficial, lo sensacional y lo que creí oportuno. Se me había escapado lo más importante: lo que tenía sentido, lo que llevaba implícito un mensaje y un signo." Afortunadamente encuentra el camino y expresa: " ...Hubo que volver atrás. Regresar nuevamente a los caminos, al desierto, a los hombres. ¡Más atrás aún! A la historia, a los hechos que fueron... la clave de los hechos que son." y en virtud de este descubrimiento es como se inicia la gestación de la obra: " ... en una revisión regresiva ... , tratan- do de aclarar el significado de una intem- pestiva y sincera respuesta". Fernando Jordán Juárez nació en la ciu- dad de México en abril de 1920 y murió, por voluntad personal, en La Paz, capital del Territorio de Baja California, en mayo de 1956. Iniciado en la Ingeniería, antropó- * La obra a la que aquí se hace referencia es: Fernando Jordán. El otro México, biografía de la Baja California, México, Biografías Gandesa, 1951, 269 p. De esta obra existe una reproducción facsimi- lar publicada en 1968 por el gobierno del Terri- torio de Baja California. lago con especialización en Etnología, pe- riodista (en el diario Novedades se publica- ron sus primicias de escritor acucioso; en Mañana, a invitación a don Regino Hernán- dez Llergo, edita una serie de reportajes acerca de una expedición a las islas Revi- llagigedo. A poco tiempo de fundarse la revista Impacto, inicia en Mexicali un reco- rrido por toda la península, de donde nació la colección de reportajes que hubo de titular La tierra incógnita y que dieron origen al libro que nos complace comentar). Escritor y finalmente poeta, es autor, ade- más, de lo que los sudcalifornianos conside- ran justamente su poema: Calafia, que fue la composición triunfadora en los juegos florales de 1955, elaborada veinticuatro ho- ras antes de realizarse el certamen. Jordán es, como afirma Enrique Peña Moyrón, uno de sus más autorizados biógrafos, "el más insigne literato de la época actual que haya cantado las glorias y las bellezas de la península de Baja California". "Si he tenido o no razón -admite el escritor- de llamar a este libro El otro México, no es asunto que yo deba diluci- dar. Sin embargo, quisiera afirmar que el nombre de esta biografía de Baja California no me llevó al libro, sino que el libro me confirmó el nombre que lleva. Mi preocupa- ción personal fue la de mantenerme objeti- vo en el tratamiento histórico· y en el dibujo geográfico. No creo haber violado ninguno de los preceptos del historiador, del geógrafo o del biógrafo." Efectivamente. En la página 72 de un total de 268 que comprende la obra, termi- na la historia y se aclara: "En los próximos capítulos el lector descansará de fechas y citas, y no encontrará más relatos de héroes ni de gestas. Lo que seguirá después, será lo que vi, no lo que aprendí de otros libros; lo que se me quedó metido en el fondo de los sentidos y no lo que llevo en la memo- . " na. Es precisamente ahí donde tal vez em- pieza la historia; la historia de una parte de México con fisonomía propia, a la cual no se debe enmarcar dentro de los aconteci- mientos generales del devenir nacional, so pena de no llegar a entender hechos y causas que definitivamente no se ajusten al contexto injustamente totalizado de lo que se conoce como historia de México. y Jordán termina la introducción de su obra, diciendo: " ...Me han dicho que éste es un libro apasionado. ¡Enhorabuena! No importa que sea ése el menor de sus defectos. Si eso es verdad, para representa un motivo de orgullo. Sentiría vergüenza de haber escrito acerca de un trozo lejano de mi patria sin calor, sin emoción, sin amor." Calor, emoción y amor que se manifies- tan en cada renglón de la prosa jordaniana. ¿No hay acaso calor cuando, recordando la frase que durante el gobierno de Roosevelt se pronunció en el senado norteamericano: "Baja California es solamente un lujo para México; pero para nosotros [Estados Uni- dos) es una necesidad", advierte: "¿Pala- bras necias? j Quién sabe! Los vecinos parecen haberlas olvidado. ¡Mejor sería que nosotros las tuviéramos en cuenta para el presente y para el futuro! " ¿No hay acaso emoción cuaqdo, al des- cribir el Mar de Cortés asegura que "se formó con el exclusivo propósito de ser el más original de los golfos de los siete mares"? y hay también amor cuando invita: "Detengámonos, pues, en el paralelo 28, y volvamos los ojos atrás. Dejemos la huella estrecha del camino y viajemos un poco desordenadamente, recorriendo a vuelo de pájaro la desolada ternura del desierto". Jordán es indudablemente sincero cuan- do confiesa "mi profundo efecto hacia to- do lo bajacaliforniano". Es extraordinario poeta cuando, al referirse a los gambusinos, descubre que "se vive entre la tierra, con- fundido con el polvo que, a zarpazos, le- vanta la propia ambición". Al hablar de "Chepo" un guía para caza de ballenas, dice de él: "es descuidado en su persona y se rasura solamente cada mes. Es bajo de estatura y singularmente feo. Se dedica a la pesca en los ratos que le deja libre el ocio" Cuánta sensibilidad hay en el escritor, en el poeta, en el hombre, en aquellos momentos de expectación, cuando la natu- raleza le descubre sus prodigios, como si penetrara a un universo excepcional. Qué inmensamente admirable es, por ejemplo, el

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Page 1: €¦ · ran justamente su poema: Calafia, que fue la composición triunfadora en los juegos florales de 1955, elaborada veinticuatro ho ras antes de realizarse el certamen. Jordán

El otro México••••••••••••••••••••••••••••••••••Biografía poéticadeBaja California

por Moisés Coronado

Mucho se ha leído en Baja California ellibro El otro México, de Fernando Jor­dán:* un documento, una geografía, unacrónica, un libro de viajes que, partiendode lo ~lJe hoyes -desde el 16 de enero de1952- el Estado de Baja California, recorre"Los bastiones de la patria", realiza "Unaaventura en las islas", continúa "En buscadel otro México", camina por "La rutasobre el desierto", atravesando el paralelo28 que divide a la península bajacalifor­niana en dos entidades: un Estado al nortey un Territorio al sur, experimenta "Unaaventura en el canal", incursiona "En elpaís de los oasis" y concluye en "La tierradel futuro".

En la introducción de esta obra quenosotros insistimos en llamar "una biogra­fía poética de Baja California", Jordán afir­ma "sin pudor alguno, que se originó en eldesconcierto. En el desconcierto y... en elamor. Ni más ni menos". (Crasa reiteraciónde algo que será constante en su libro y entodo lo que escriba acerca de la Californiamexicana.)

"...De la realidad bajacaliforniana, has­ta entonces, había escrito precisamente loobvio, lo superficial, lo sensacional y lo quecreí oportuno. Se me había escapado lomás importante: lo que tenía sentido, loque llevaba implícito un mensaje y unsigno."

Afortunadamente encuentra el camino yexpresa:

" ...Hubo que volver atrás. Regresarnuevamente a los caminos, al desierto, a loshombres. ¡Más atrás aún! A la historia, alos hechos que fueron... la clave de loshechos que son."

y en virtud de este descubrimiento escomo se inicia la gestación de la obra:

"...en una revisión regresiva... , tratan­do de aclarar el significado de una intem­pestiva y sincera respuesta".

Fernando Jordán Juárez nació en la ciu­dad de México en abril de 1920 y murió,por voluntad personal, en La Paz, capitaldel Territorio de Baja California, en mayode 1956. Iniciado en la Ingeniería, antropó-

* La obra a la que aquí se hace referencia es:Fernando Jordán. El otro México, biografía de laBaja California, México, Biografías Gandesa,1951, 269 p.

De esta obra existe una reproducción facsimi­lar publicada en 1968 por el gobierno del Terri­torio de Baja California.

lago con especialización en Etnología, pe­riodista (en el diario Novedades se publica­ron sus primicias de escritor acucioso; enMañana, a invitación a don Regino Hernán­dez Llergo, edita una serie de reportajesacerca de una expedición a las islas Revi­llagigedo. A poco tiempo de fundarse larevista Impacto, inicia en Mexicali un reco­rrido por toda la península, de donde nacióla colección de reportajes que hubo detitular La tierra incógnita y que dieronorigen al libro que nos complace comentar).Escritor y finalmente poeta, es autor, ade­más, de lo que los sudcalifornianos conside­ran justamente su poema: Calafia, que fuela composición triunfadora en los juegosflorales de 1955, elaborada veinticuatro ho­ras antes de realizarse el certamen. Jordánes, como afirma Enrique Peña Moyrón, unode sus más autorizados biógrafos, "el másinsigne literato de la época actual que hayacantado las glorias y las bellezas de lapenínsula de Baja California".

"Si he tenido o no razón -admite elescritor- de llamar a este libro El otroMéxico, no es asunto que yo deba diluci­dar. Sin embargo, quisiera afirmar que elnombre de esta biografía de Baja Californiano me llevó al libro, sino que el libro meconfirmó el nombre que lleva. Mi preocupa­ción personal fue la de mantenerme objeti­vo en el tratamiento histórico· y en eldibujo geográfico. No creo haber violadoninguno de los preceptos del historiador,del geógrafo o del biógrafo."

Efectivamente. En la página 72 de untotal de 268 que comprende la obra, termi­na la historia y se aclara: "En los próximoscapítulos el lector descansará de fechas ycitas, y no encontrará más relatos de héroesni de gestas. Lo que seguirá después, será loque vi, no lo que aprendí de otros libros;lo que se me quedó metido en el fondo delos sentidos y no lo que llevo en la memo-. "na.

Es precisamente ahí donde tal vez em­pieza la historia; la historia de una parte deMéxico con fisonomía propia, a la cual nose debe enmarcar dentro de los aconteci­mientos generales del devenir nacional, sopena de no llegar a entender hechos ycausas que definitivamente no se ajusten al

contexto injustamente totalizado de lo quese conoce como historia de México.

y Jordán termina la introducción de suobra, diciendo:

" ...Me han dicho que éste es un libroapasionado. ¡Enhorabuena! No importaque sea ése el menor de sus defectos. Si esoes verdad, para mí representa un motivo deorgullo. Sentiría vergüenza de haber escritoacerca de un trozo lejano de mi patria sincalor, sin emoción, sin amor."

Calor, emoción y amor que se manifies­tan en cada renglón de la prosa jordaniana.¿No hay acaso calor cuando, recordando lafrase que durante el gobierno de Rooseveltse pronunció en el senado norteamericano:"Baja California es solamente un lujo paraMéxico; pero para nosotros [Estados Uni­dos) es una necesidad", advierte: "¿Pala­bras necias? j Quién sabe! Los vecinosparecen haberlas olvidado. ¡Mejor sería quenosotros las tuviéramos en cuenta para elpresente y para el futuro! "

¿No hay acaso emoción cuaqdo, al des­cribir el Mar de Cortés asegura que "seformó con el exclusivo propósito de ser elmás original de los golfos de los sietemares"?

y hay también amor cuando invita:"Detengámonos, pues, en el paralelo 28, yvolvamos los ojos atrás. Dejemos la huellaestrecha del camino y viajemos un pocodesordenadamente, recorriendo a vuelo depájaro la desolada ternura del desierto".

Jordán es indudablemente sincero cuan­do confiesa "mi profundo efecto hacia to­do lo bajacaliforniano". Es extraordinariopoeta cuando, al referirse a los gambusinos,descubre que "se vive entre la tierra, con­fundido con el polvo que, a zarpazos, le­vanta la propia ambición". Al hablar de"Chepo" un guía para caza de ballenas,dice de él: "es descuidado en su persona yse rasura solamente cada mes. Es bajo deestatura y singularmente feo. Se dedica a lapesca en los ratos que le deja libre el ocio"

Cuánta sensibilidad hay en el escritor,en el poeta, en el hombre, en aquellosmomentos de expectación, cuando la natu­raleza le descubre sus prodigios, como sipenetrara a un universo excepcional. Quéinmensamente admirable es, por ejemplo, el

Page 2: €¦ · ran justamente su poema: Calafia, que fue la composición triunfadora en los juegos florales de 1955, elaborada veinticuatro ho ras antes de realizarse el certamen. Jordán

retrato que hace de los elefantes marinos,"figuras arrancadas a un libro de imágenesprehistóricas", habitantes de la Isla de Gua­dalupe:

...EI nombre científico de los elefantesmarinos es tina maravilla de descripción:machrorhinus angustirostris, que literal­mente puede traducirse por "nariz largay rostro angustioso". El nombre les vie­ne de perilla. Lo~ elefantes marinos pare­cen sufrir su vida perezosa. Tienen unacara infmitamente triste, y, cuando estándormitando sobre la playa, lloran lágri­mas gelatinosas que les humedecen desdelos párpados hasta el hocico. Al verlosasí, realmente los encuentra uno angus­tiados, como si estuvieran profundamen­te amargados por su inadaptabilidad, susoledad biológica y su aislamiento geo­gráfico; como si sufrieran por su pobreestado evolutivo y su desventajoso físi­co, que los hace víctimas del hombre, delas moscas y de los tiburones.

Preocupado por el panorama económicode la península, se lamenta de que se hanido "mutilando paulatinamente las ventajasde la zona libre", después de su estableci­miento en 1939 y cuyo régimen fiscalconsidera UIt factor que reafirmó la prospe­ridad de Baja California.

Es acaso el encuentro -suspendido porsiglos- del mexicano del macizo continen­tal con el alma del paisaje físico y humanode Baja California; el retorno consciente alo que dice en la tercera parte del poemaCalaf/II, cuando habla "el hombre, el hijode la patria":

Tierra larga y lejana: te he escuchado.Ante tu angustia lloro mi egoísmopor no haberte sentido.Rompo mi llanto,por no haber comprendidoque la patria es sólo una,y tu cuerpo un pedazo de mi mapa.

y en la génesis del encuentro resultamaravillado, con asombro sincero y genero­so, lo que hace legítima un poco la exage­ración entusiasmada, que nunca llega a es­tar fuera de tono.

y termina la obra diciendo: ...Por eso,cuando, desde la plataforma arenosa delfaro de Cabo Falso, ha visto su luminosoparpadeo perderse en la infinita super­ficie del mar, he pensado que sus hacesde luz no son una sellal de alerta, sinode acogida; no de temor, sino de espe­ranza. Creo que son como un signo quese enciende por las noches para avisar atodos los puntos de la rosa de los vien­tos que, hacia el Norte, desde la TierraPerfumada hasta los Bastiones de la Pa­tria, a todo lo largo de un cuerpo dedesierto, hay un otro México de belle­zas, de promesas y de futuro. Un otroMéxico que cuida un flanco de la nacióny se ofrece a ella con un abrazo filial,cálido y generoso, olvidando los siglosde abandono; olvidando, inclusive, lomás difícil de olvidar: aquella frase decompasión y desprecio que escuchara delabios de un presidente dictador: ¡PobreBaja California!

La expresión se atribuye áPorfirio Díaz.

Filosofía••••••••••••••••••••••••••••••••••Américascomplementarias

por J. Ovalle Arévalo

Un nuevo libro de Leopoldo Zea,* filósofomexicano, en el que se reúnen una serie deensayos que expresan la esencia de lo ame­ricano, surgidos de la dedicación de largosafias de estudio sobre el fenómeno social ycultural que se produjo en América, apartir del siglo XVI con el proceso deconquista y colonización que realizó Euro­pa en este continente. De lo que el mismoZea refiere, cuando dice "que fue en el añode 1945 que se inició el agrandamien to deesta circunstancia concreta que es su Méxi­co, a partir de la cual pudo toparse yconocer a otros americanos que, al igualque él, se preocupaban ya por esa realidadque les era común: América"

Señala el autor que lo que caracteriza ala preocupación por lo americano es, preci­samente, esta conciencia de la accidentali­dad de nuestra cultura y nuestro ser. Pormotivo de que el americano a diferencia deleuropeo, nunca se ha sentido universal, ysu preocupación ha sido la preocupaciónpor insertarse en lo universal, como unhombre entre hombres con independenciade su situación, y con la única característi­ca que lo liga a los demás hombres, la desu humanidad.

Siendo este, cabalmente, a juicio de Zea,el problema de la filosofía en América: esaconciencia de la existencia marginal quetiene frente a Europa y las naciones desa­rrolladas y de la cual quiere escapar elhombre de estas latitudes. Pero no comouna evasión en lo universal, sino a partir deafirmar su propia circunstancia, como hom­bre concreto que es frente a los demáshombres, de carne y hueso, y para que nose siga regateando su mundo y su humani­dad.

Zea aclara que esta cuestión sólo esrelativa para la América ibera, ya que laotra América, la anglosajona, es consideradacomo parte del mundo occidental. Y loconfirman las opiniones de destacados pen­sadores de Occidente, como Arnold Toyn­bee, quien llama a los norteamericanos "oc­cidentales americanos" y dice que la Améri­ca ibera, habiendo sufrido el impacto deOccidente, reacciona ahora frente a esemundo al igual que lo han hecho la India,China, Rusia y el Africa, de lo cual es

* Leopoldo Zea: La esencia de lo americano,Buenos Aires, Pleamar, 1971 (Itinerario America­no). 208 pp.

significativo el movimiento iniciado con laRevolución Mexicana de 1910, que puedeinterpretarse como el primer movimientoen Latinoamérica -a juicio de Toynbee­que trata de sacudirse de la estructura yrelación de dominio impuesta por Europadesde el siglo XVI y puede repetirse maña­na en los países de América del Sur.

En un magnífico estudio sobre el espíri­tu que animó a los conquistadores en Amé­rica, Zea alcanza en esta obra la conclusiónde que el espíritu religioso se hace patentetanto en iberos como en sajones en suexpansión en América, y que fue el calvi­nismo en su expresión puritana el que hizoa Norteamérica, así como el catolicismomisionero conformó a la América Latina.

Actitudes religiosas que son, a su vez,expresión, la primera, del individualismomoderno que ve al mundo en función conel individuo que es el eje de la nuevaconcepción, y la segunda, con un sentidomás cristiano y comunal, también caracte­rístico de la España de ese entonces. Por loque tanto iberos como anglosajones, se hanvisto obligados a actuar y a pensar enfunción con esa acción.

La filosofía norteamericana, fiel a latradición imperialista de la cultura de lacual era originaria, se orientó hacia el domi­nio cada vez más amplIO de la naturaleza. EIberoamérica, fiel igualmente a su origencultural, se orientó al mundo de la ética yla poI ítica como instrumento de acciónconcreta, a lo que habría que añadirse laincorporación y asimilación del modo deser peculiar de los indios naturales' de estaparte de América, con tendencia al arte y ala religión como producto de sus raícesorientales. Como señala el chileno Francis­co Bilbao, la diferencia en el proceso habi­do en las dos Américas, se debió a queEspaña conservó a las razas indígenas, a lasque ha ido incorporando y asimilando pau­latinamente, en tanto que en la Américadel Norte se les exterminó y se impuso elespíritu sajón, cuyas metas utilitaristas noalcanzaban a considerar nada que no fuerasu pragmatismo y dominio sobre la natura­leza.

La filo sofía europea tuvo que seradaptada en uno y otro caso, pero entre los

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