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  • 7/27/2019 Rahner.karl Esencia Del Cristianismo

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    Esencia del cristianismo

    Karl Rahner

    Sacramentum Mundi, Herder, Barcelona 1976, vol II, cols. 28-54.

    I. Observaciones preliminares de orden metodolgico1. La pregunta por la esencia del cristianismo no es en definitiva una cuestin que surja por primera vezcuando se empieza a dudar del carcter singular o absoluto del mismo. Es verdad que desde la edadmoderna esta pregunta se ha planteado ms explcitamente y con mayor agudeza; y se ha planteado detal forma que, olvidando cmo el cristianismo es una accin singular, concreta, histrica, personal y rea-lizada inmediatamente por Dios mismo, dicha pregunta fue concebida como bsqueda de un mtodo -adisposicin de un individuo ajeno a la experiencia cristiana- que permita distinguir entre lo autntico ylo histricamente contingente y, por tanto, despreciable. Pero la pregunta en s se ha dado siempre, per-tenece a la esencia del cristianismo, pues ste no se entiende a s mismo como una cosa obvia. El cristi-anismo que parti de un determinado punto, a travs de un proceso histrico ha ido dilatndose y al-canzando poco a poco a los hombres. Pero como siempre apela a la libre y razonable decisin creyentedel individuo, no puede menos de presentarse diciendo qu es l y por qu exige la fe. La inteligencia des mismo es por tanto un momento de la realidad cristiana. Ahora bien, al entenderse a s mismo, elcristianismo sabe que no hay ningn sistema de coordenadas ajenas a l mediante las cuales cupieradescribirlo y enjuiciarlo crticamente.2. Sin embargo, segn la concepcin catlica de la fe, cabe hablar del cristianismo en una doble manera,ambas legtimas. La primera consiste en que el cristianismo se presente a s mismo segn su propia con-cepcin genuina (proclamando la doctrina de la Iglesia catlica sobre s misma y sobre el cristianismoen general). Y la segunda consiste en mostrar lo que, por lo menos en principio, un extrao, uno quetodava no cree (pero siempre se halla necesariamente bajo la luz de la gracia de una fe posible) puede

    ver en el cristianismo Cabe, pues, presentar el cristianismo bajo la perspectiva dogmtica y desde elpunto de vista de la teologa fundamental (este segundo mtodo incluye enunciados sobre la fenomeno-loga de la religin, sobre la historia en general, sobre la historia de la religin, sobre la cultura y la so-ciologa). La visin del cristianismo desarrollada en forma de teologa fundamental, visin que en ciertomodo lo contempla desde fuera, segn la concepcin catlica de la relacin entre fe y saber, entre fe yposibilidad de conocer racionalmente el hecho de la revelacin (motivo de la fe; teologa fundamental;apologtica), puede muy bien alcanzar la realidad cristiana, si bien su esencia ms ntima slo se descu-bre desde el mensaje creyente, con obediencia creyente y bajo la luz de la fe.3. De acuerdo con la doctrina catlica que, reconoce a determinados no catlicos como cristianos (CIC,can 1325 2), tiene por posible que se d gracia y justificacin incluso fuera de los que pertenecen actu-almente a la Iglesia (bautismo de deseo), afirma la validez de los sacramentos rectamente administradosfuera de la Iglesia, y ensea que la Escritura es en s misma palabra de Dios y no slo por su rectapredicacin actual; es legtimo no identificar sin ms el cristianismo y la Iglesia catlica. Por tanto, unenunciado sobre el cristianismo no tiene por qu identificarse con un enunciado sobre la Iglesia. Sinembargo, puesto que teolgicamente hablando el cristianismo no es simplemente la suma de los cristia-nos externamente controlables y de sus opiniones (pues ni siquiera la perspectiva de la teologa funda-mental, la mirada al cristianismo desde fuera, permite una mera suma homognea sin diferencia de nive-les), sino que l es ms bien la accin salvfica de Dios en Cristo, la cual en esencia se da en forma ple-namente concreta dentro de la nica Iglesia catlica; consecuentemente, todo enunciado sobre el cristi-anismo tiene que consumarse en un enunciado sobre la nica Iglesia concreta (pero, evidentemente,sobre una Iglesia concebida como salvacin de todos y que considere realmente posible la salvacin detodos, tambin la de aquellos que, estando fuera de ella, no obstante viven de ella).4. Como la concepcin catlica del cristianismo, de un lado, tiene por posible una fundamentacin ra-cional de la fe, y, de otro, considere el cristianismo como una realidad que en ltimo trmino formaparte de todas las cosas, tambin de todos los legtimos actos espirituales y, por tanto, incluso de la fun-cin crtica, que distingue entre lo que debera ser y la aparicin fctica; en consecuencia, a pesar del

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    carcter absoluto del cristianismo, una descripcin crtica de la realizacin de la esencia de ste y de suhistoria es plenamente legtima e incluso necesaria a la luz de la concepcin catlica del cristianismo

    Ahora bien, esa funcin compete a la Iglesia misma y no a un crtico que se halle fuera.5. Puesto que lo concreto e histrico tiene necesaria y esencialmente una primaca respecto a la reflexi-n humana (en el campo de la historia de la religin y de la teologa) y la reflexin no puede abarcarlototalmente, puesto que el cristianismo ha sido fundado por la accin salvadora de Dios y se apoya en la

    persona concreta de Jess, y puesto que se considera a s mismo como la integracin total de toda reali-dad (Dios - salvacin - mundo - historia) en su propia realidad (aun cuando de manera graduada); nopuede de antemano esperarse que haya una frmula, una definicin abstracta que exprese de tal ma-nera la esencia del cristianismo, que de ella se pueda deducir todo lo esencial, o que cuanto no puedadeducirse de ella, haya de afirmarse como algo que histricamente es accidental al cristianismo6. Este intento de expresar en una forma relativamente breve la esencia del cristianismo tiene tambinsu importancia para la predicacin. Estas breves sntesis son necesarias para predicar el cristianismo alos no cristianos y han existido siempre (empezando por el smbolo apostlico de la fe); las que nos hatransmitido la tradicin no son fcilmente asimilables en la actual situacin cultural. Si aqu se hace elensayo, casi arriesgado, de formular una breve sntesis de ese estilo, naturalmente slo puede dirigirse almundo cultural de occidente (Europa y Amrica). Para otras culturas habra que tomar otro punto de

    mira; y no hay un punto comn a todas, porque la unidad universal de la cultura racional y tcnica noha logrado an la unidad de la autocomprensin del hombre en un grado tal que sta se preste ya a serla posible base general y el destinatario de la buscada definicin del cristianismo

    II. Historia de las definiciones del cristianismo1. La historia de las definiciones del cristianismo coincide con la historia del cristianismo y de su dog-mtica (cf. I, 1). Sin embargo, bajo cierto aspecto slo puede hablarse de tal historia desde el momentoen que el hombre, guiado en la evolucin de sus ideas por el cristianismo, dirige la atencin hacia smismo en su radical subjetividad (es decir, desde la edad moderna) y, por tanto, ya no puede concebirel cristianismo como la suma del mundo religioso que de hecho lo circunda y le impone sus exigencias,sino que debe preguntar por la esencia unitaria del mismo cristianismo con miras a su propia subjetivi-

    dad. Esta cuestin, que no se plante o se pudo plantear explcita y reflejamente hasta la poca moder-na, al parecer no ha sido vista, y menos elaborada, con suficiente claridad dentro del cristianismo orto-doxo (antropologa teolgica). La dogmtica catlica no se plantea esa cuestin. Puesto que tiene quehaber herejas (en aquel tener-que bblico, segn el cual, en la historia efectiva de la salvacin, lo queno debe ser se convierte, por encima de los planes del hombre, en medio positivo de los designios deDios), puesto que las herejas (que no viven de pura negacin) pueden tener tambin mucho de cristia-no (que en el cristianismo catlico est latente en una forma ms inarticulada y menos consciente ande s), y en cuanto, por proceder del cristianismo mismo, pertenecen a la propia imagen fenomenolgi-ca de ste; hay que incluir tambin en la historia de las definiciones del cristianismo aquellas interpreta-ciones con que ella comenz. Esas interpretaciones, con tendencia a una valoracin positiva, buscabanuna definicin adecuada y normativa, partiendo de una base que, fundamentalmente, est fuera de la fe

    cristiana (como audicin incondicional y voluntaria de la revelacin histrica de la palabra), pero sinquerer por eso rechazar simplemente el cristianismo.2. As, pues, de esa historia sometida, segn decamos, a influjos herticos puede hablarse aproximada-mente a partir de la ilustracin (si bien su problemtica se anunciaba ya en la teologa escolstica poste-rior al Tridentino, especialmente en el analysis fideiy en temas parecidos). La norma y el punto de partidaajenos al cristianismo, desde donde debe determinarse normativamente la esencia de ste (y dictaminarcrtica y selectivamente sobre su aparicin histrica), ha sido desde ese tiempo hasta ahora o bien la ->naturaleza del hombre (como universalmente vlida o existencialmente nica), o bien el fenmeno de loreligioso en general (lo cual a la postre puede tambin reducirse a lo primero). As se lleg en primerlugar, bajo las ms variadas formas, a los intentos que se hicieron por interpretar la esencia del cristia-nismo como la expresin acabada de la religin natural o de la religin en general. A este respecto no

    tiene importancia decisiva en el terreno de los principios el que, con la ilustracin, se creyera que es po-sible disear esa religin natural en forma puramente racional (independientemente de verdades de he-cho y del encuentro con el cristianismo), como el patrimonio universal que, habiendo sido ya alcanzado

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    racionalmente, puede hallarse luego en todas las religiones, aunque en diferentes grados de pureza (ra-cionalismo, ilustracin, etc.), o que ms bien, con el romanticismo y el idealismo alemn, se mirara pre-ferentemente al fenmeno histrico del cristianismo, considerado como una forma histrica y contin-gente de transmitir al individuo una esencia universal (del hombre, de la religin, de la relacin a lo ab-soluto), la cual con el mismo derecho puede servirse de otros medios de transmitirse (J.G. Herder, idea-lismo alemn, F. Schleiermacher, escuela protestante de Tubinga); o que, finalmente, el problema se

    enfocara desde todo el material representativo de la historia de las religiones y de la psicologa, quedan-do el cristianismo enmarcado en medio de esa historia (W. Dilthey, E. Troeltsch, G. Mensching, etc.).A la postre es tambin indiferente el que, en esta esencia alcanzada autnomamente, la forma histri-ca del cristianismo (la teologa y dogmtica, as como la eclesistica y sociolgica) sea valorada positi-

    vamente, como la cscara accidental pero inevitable del ncleo autntico (buscado generalmente en lainterioridad individual); o, por el contrario, se intente separar la esencia pura de todas las formas enque hasta ahora se ha concretado (p. ej., modernismo, catolicismo reformador). Segn la manera comose entienda el hombre y la esencia de lo religioso universal (que siempre se busca independientementedel hecho histrico de una revelacin libre de Dios), la esencia del cristianismo es concebida tambin enforma distinta: como interioridad piadosa (pietismo); como libertad moral de la conciencia ante Dios;como intuicin del todo (matizada segn el enfoque del acto religioso, o bien en cuanto sentimien-

    to, o bien en cuanto visin intelectual); como sentimiento de absoluta dependencia; como percepci-n del valor misterioso de lo santo, etcristianismoPero si la esencia del hombre est constituida como lo absolutamente nico e incomparable en su radi-cal soledad, libertad y responsabilidad, entonces su religin slo puede consistir en la aceptacin obedi-ente y, por ende, liberadora, de la existencia, y el cristianismo ha de ser la religin donde, frente a la me-ta apariencia de los enunciados mitolgicos, que presentan lo divino como un objeto, el hombre es invi-tado a tener el valor de aceptar su existencia; pero este punto de partida pasa a su vez a ser el criterio,que slo puede manejar el individuo, para saber qu es lo que propiamente se entiende porCRISTIANISMO, o sea, qu concepto debe tener ste de s mismo. Si en alguna de estas formas se a-bandona el terreno de la teologa de la revelacin propiamente dicha, entonces no tiene ya gran impor-tancia desde un punto de vista cristiano o teolgico, cules son las filosficas fundamentales que sirven

    de presupuesto para la cuestin sobre la esencia del cristianismo; p. ej., qu relacin mutua tienen enprincipio lo universal y lo histrico; si puede haber en principio semejante esencia normativa y siemprevlida; y si ella es cognoscible o, por el contrario, hay que negar a prior todo eso en nombre de un es-cepticismo historicista y relativista y admitir solamente un conocimiento de fenmenos histricos, cu-yos presupuestos subjetivos permanecen absolutamente cerrados a una fundamentacin racional.3. Desde un punto de vista realmente cristiano, tales anlisis resultan problemticos por dos motivoscontrarios entre s. Primeramente, porque la religin concreta y sin embargo total (por haber sido fun-dada por! Dios) slo puede ser conocida y juzgada por s misma, y no hay, por ende, para ese juicioningn punto externo de apoyo, aunque s hay una posibilidad de acceso a lo cristiano, la cual no seopone el hecho de que la fe no puede deducirse de una idea. Pero, en segundo lugar, es posible que enesta interpretacin del cristianismo intentada desde fuera, el intrprete est juzgando, de una forma in-

    consciente pero operante, desde un punto de vista que no se halla fuera del cristianismo La subjetividadde que parte esta interpretacin normativa est marcada tambin por la gracia, por la luz de la fe, dadasubjetivamente, y por una concepcin cristiana de la existencia, percibida de una forma no refleja. Deah que ese intrprete pueda captar en el cristianismo ms rasgos objetivos de los que podra sospechar-se por el punto de partida explcitamente establecido y, a su vez, el cristianismo con su propia concep-cin autntica puede descubrir en esta interpretacin objetivamente no cristiana del cristianismo msrasgos genuinos de los que podra sospecharse mirando el punto de partida, que en s es inexacto o de-masiado estrecho.

    III. El cristianismo visto desde fuera en su relacin con otras religionesLo que efectivamente hay que poner aqu de relieve son las caractersticas que se puedan sealar desde

    fuera y permitan comparar el cristianismo con otras religiones. Los elementos comunes que se percibenen esta comparacin externa demuestran slo que el cristianismo puede ser la religin universal, sin quehaya de perder su momento histrico y concreto. Pero precisamente esta comparacin nos muestra u-

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    nas diferencias fundamentales entre el cristianismo y todas las dems religiones: la sntesis afortunadade los elementos que en las dems religiones son divergentes; la convergencia efectiva, en una autnticaunidad, de unas tendencias que fueron primero histricamente independientes; la presentacin pura dela esencia de la religin frente a las otras religiones, depravadas siempre en una u otra forma, las cualesno pueden tomar una postura absolutamente crtica contra su propia depravacin mediante una autori-dad oficial (y no slo mediante ciertos miembros reformadores); y el hecho de ser la mejor religin

    concreta, al menos relativamente. Esta afirmacin puede hacerse, no slo mediante una base apriorsti-ca, sino tambin por criterios objetivos, sacados en parte de la historia y de la fenomenologa compara-das de la religin. Con lo cual se ofrece una posibilidad (que implica incluso obligacin) de afirmar ab-solutamente el cristianismo tan pronto como se ve, por una parte, que en el terreno religioso concretoes imprescindible una afirmacin absoluta y, por otra, que entre las religiones slo el cristianismo tieneseriamente el valor de exigir absolutamente la adhesin a l (exigencia que no es legitimada simplementepor la presencia de lo universal en el cristianismo).1. El cristianismo se considera a s mismo (cosa que no hace toda religin ni toda comunidad religiosa yque, por ende, no es de suyo obvia) como religin del mundo y de la humanidad; aunque procede de un de-terminado punto histrico (a partir del cual se considera a s mismo como existente, a pesar de su pre-historia que l admite y se apropia como suya) y no existi siempre, se atribuye a s mismo, desde el

    principio, una misin universal; no se tiene a s mismo por una forma externa, relativa y particular de loreligioso, junto a otras formas concretas de religin (que difieren slo gradualmente, desde un punto devista regional, cultural, tnico o de cualquier otro tipo), sino como la nica relacin justificada del hom-bre con Dios (por haber sido establecida por Dios mismo para todos los hombres).Frente a esto, las otras religiones han de considerarse: como estadios previos producidos por la accinhistrica del Dios revelador, pero superados ya desde el punto de vista de la historia de la salvacin;como anteproyectos a manera de adviento -o por iniciativa humana- de la verdadera religin (pero

    vacos por s solos); como desvacin de la posibilidad de relacin con Dios que l mismo quiere y ofre-ce en su accin salvadora; como efectos, que no han llegado a pleno desarrollo o se han quedado enmutilaciones humanas, de la voluntad salvfica de Dios, la cual (por razn de Cristo) obra en todas par-tes y en todos los hombres, y los va empujando hacia una revelacin comprensible. De ah que el cristi-

    anismo considere a todo hombre, de cualquier raza o cultura que sea, como sujeto llamado a recibir sumensaje, sus dones y promesas, como posible cristiano, por ms que sabe cmo (aun sin culpa) la ac-tualizacin de esta posibilidad requiere su tiempo y unas condiciones previas que no se dan por igual entodas partes (anima naturaliter christiana). El cristianismo de hecho nunca ha pertenecido a un nico m-bito cultural homogneo y cerrado en s mismo (lo cual parece providencial a los cristianos), sino queapareci en la frontera entre oriente y occidente, de forma que sus propias races se alimentan direc-tamente de casi todas las grandes culturas anteriores. En el curso de la historia se convirti de hecho enla religin universal, lo cual en l se ve con ms claridad que en todas las otras religiones, que apenashan salido de sus originarias rbitas culturales (el budismo de oriente, debido en parte al atesmo de sutica y en parte a la radical diferencia de sus configuraciones religiosas, no se puede comparar con elcristianismo). Y, adems, ese paso a religin universal se fue realizando precisamente en la marcha de

    aquella historia europea gracias a la cual se ha logrado, en la edad moderna, la unidad planetaria de lahumanidad en una nica historia. Como ese poder unificante no creci sin el cristianismo y luego stemision tambin activamente con sus fuerzas religiosas de modo que no se difundi masivamente porla mera expansin cultural; en consecuencia podemos decir que el cristianismo es la nica religin querealmente se ha convertido a s misma en religin universal de hecho. l posee universalidad temporal yespacial.2. El cristianismo es una religin cultural. Por ms que el mismo cristianismo haga remontar sus antece-dentes histricos y su prehistoria, en cuanto historia de la salvacin operada por Dios, hasta los comi-enzos de la humanidad (revelacin primitiva, gracia de Cristo, que acta siempre y en todas partes, An-tiguo Testamento); por ms que en el culto, sobre todo, y en la prctica de la vida religiosa, mantengaconscientemente elementos arcaicos y primitivos; l es, sin embargo, una religin cultural en cuanto

    que su propia esencia abarca tambin otras cosas que slo son posibles en un grado superior de cultura.Comprende, pues, toda la gama interna de posibilidades humanas, en cuanto que son materia de la en-carnacin de lo religioso. Tiene tambin una perspectiva universal haca el futuro, y por tanto est fuera

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    del peligro de que un da quede condenada al olvido por haberse ligado a una determinada etapa cultu-ral ya superada.3. El cristianismo es una religin histrica y revelada. Aunque es verdad que el cristianismo emite unos jui-cios sobre la esencia de Dios, del mundo y del hombre que tienen una validez eterna y, de suyo y enprincipio, estn al alcance de la razn en cualquier momento de la historia, sin embargo el cristianismose concibe a s mismo esencialmente como religin histrica y revelada. Cierto que comparte tal preten-

    sin con el judasmo y el islam, de suerte que sta constituye un fenmeno relativamente universal, peroesas afirmaciones de las tres religiones estn mutuamente relacionadas entre s; se trata, por tanto, ni-camente de saber cul de las tres religiones tiene razn al pretender ser duea de la nica revelacin, entoda su amplitud y pureza.El hecho de que el cristianismo es una religin histricamente revelada significa: la realidad que l trae,la verdad que l anuncia, estn en el mundo, pues la accin reveladora del Dios vivo, distinto del mun-do, se produjo libre y gratuitamente en puntos totalmente determinados y sealados del espacio y deltiempo (a saber, en los profetas y en Cristo). Dicha accin se produjo dentro del mundo (no simple-mente a travs de l), y por eso el hombre cuya existencia es necesariamente histrica y no abstracta,est referido por la Iglesia y la tradicin, por la memoria y la sucesin a esos puntos destacados del es-pacio y del tiempo. Esa vinculacin al pasado se requiere para la realizacin plena de la unin con Dios,

    pero a la vez corresponde a la esencia del hombre, que en lo decisivo siempre ha de existir histrica-mente, pues siempre tendr su cuna en tiempos pretritos (historia e historicidad).La pretensin del cristianismo de ser esa religin revelada es incompatible con una explicacin sincretis-ta del origen del mismo, explicacin que de hecho fracasa por lo menos en la imposibilidad de explicarla persona de Jess y su conciencia de s mismo por algo distinto de l. Ya se ha indicado la importanciapositiva que reviste en el plano de la teologa fundamental la pretensin que Jess tiene de ser el porta-dor de la revelacin histrica de Dios, de la revelacin absoluta y escatolgica. Puesto que el hecho dela revelacin, como acontecimiento fctico, no slo es objeto sino tambin motivo de la fe, el cual semuestra como creble al conocimiento del dispuesto a creer, l pertenece tambin a las caractersticasdel cristianismo que se pueden comprobar desde fuera. Sin embargo, en cuanto que, segn la doctrinacatlica, lo ms ntimo y fundamental de este acontecer de la revelacin (a pesar de su realizacin hist-

    rica en un punto del tiempo y del espacio) puede llegar a todos los hombres a travs de la gracia y de lafe (debido a la voluntad salvfica universal de Dios); y en cuanto que, por otra parte, lo histricamenteconcreto del cristianismo puede y debe convertirse, a travs de los sacramentos y de la palabra (ambosentendidos en el recto sentido cristiano) en el acontecimiento ms inmediato y actual del encuentro realentre Dios y el hombre en la existencia del individuo; en consecuencia la historicidad de la religin reve-lada no implica la idea de un Dios antropomrfico, pues l acta en todas partes y en todo, sino quesignifica el carcter concreto de esta actuacin que, por ser universal y afectar por tanto a todas las di-mensiones del hombre, puede y quiere abarcar tambin la historicidad concreta de ste. Pero hemos deguardarnos aqu de caer en un antropomorfismo, atribuyndole a Dios una nica relacin frente a unaposibilidad particular del hombre (por ejemplo, a su espritu abstracto, a su interioridad, etcristianis-mo), como si ella fuera absoluta y excluyera todas las dems posibilidades.

    4. El cristianismo se considera a s mismo como una religin dogmtica. Aunque la realidad que trae alcristianismo es la accin de Dios sobre el hombre, accin que transciende toda comprensin universal yexhaustiva, pues es la comunicacin que Dios hace de s mismo a lo que no es Dios; sin embargo, estamisma incomprensibilidad queda enunciada en palabras (y es enunciable, pues todo comprender delhombre se funda precisamente en su trascendencia hacia el misterio santo de Dios). Aunque este enun-ciado se realice en trminos humanos que tienen ya una larga historia; por tanto aunque solamente serealice en analoga y de una forma imperfecta y provisional respecto a la visin inmediata de Dios; sinembargo contiene una verdad absoluta en cuanto que lo expresado es verdadera y no falsa, est garanti-zada en su verdad por el Dios que la expresa, y, por encima del enunciado conceptualmente analgico,transmite al creyente la realidad de lo significado: la comunicacin gratuita del Dios que perdona y divi-niza a la criatura. Esta verdad ha permanecido idntica dentro del autntico cristianismo de la Iglesia a

    pesar y a travs del cambio histrico (hecho empricamente comprobable e importante para el funda-mento de la fe). La evolucin dogmtica delata, por encima de la direccin y los planes del hombre, unaestructura interna y una convergencia de las lneas y tendencias particulares de dicha evolucin, conver-

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    gencia que pone de manifiesto la accin de un poder trascendente. El cristianismo posee, consiguien-temente, una doctrina formulada (junto con una autoridad doctrinal en el gobierno jerrquico de laIglesia), y se distingue as tanto de las religiones que renuncian de antemano a ir ms all de la produc-cin ritual de una experiencia misteriosa, como de las religiones y de las interpretaciones filosficas dela existencia (y de las sectas cristianas) que piensan falsamente, con resignacin escptica, que lo absolu-to sigue existencialmente presente y dispone concretamente sobre la realidad entera del hombre, aun

    cuando slo sea venerado en forma annima, y que de este modo reducen la religin del hombre totala la religin de un allende que se volatiliza.5. El cristianismo se concibe a s mismo corno religin escatolgica, es decir, toma muy en serio la historiae historicidad del hombre y la suya propia y, sin embargo, se considera a s mismo como una realidadabsoluta. Esto encierra un triple significado:a) Sin perjuicio de su propio origen histrico, el cristianis-mo no es una fase de un proceso abierto hacia un futuro inmanente de la historia de la religin, sinoque el futuro legtimo de la religin constituye su propio futuro, pues la fe cristiana es la ltima, insupe-rable y definitiva religin de este en, ya que en principio el cristianismo tiene espacio en s mismo paratoda productividad autnticamente religiosa y para toda operacin de la gracia divina que pueda darsefuera de l; y en realidad slo est a su propia altura cuando por la acomodacin integra en su esenciapermanente la experiencia espiritual y religiosa de la humanidad.

    b) El cristianismo se sabe provisional y condicionado, en cuanto l mismo, como Iglesia peregrinante,est dinmicamente orientado hacia aquel trmino en que la manifestacin de la gloria de Dios ser elfinal definitivo del tiempo y de la historia y, por ende, de la Iglesia.c) En este sentido, el cristianismo tiene que conceder necesariamente una importancia relativa a todo loque le rodea, es decir, al mundo, a la historia, a la cultura y al progreso, en cuanto que, como aguijnpermanente en la carne del mundo, se opone a la concesin de un carcter absoluto a cualquier poderde este siglo perecedero; pero al mismo tiempo reconoce un valor real en todas estas cosas (y no se li-mita a tolerarlas), pues todas ellas pertenecen al mundo creado por Dios. El cristianismo mismo es laeternidad de Dios en el tiempo, y precisamente por eso no est llamado a afirmar o negar el mundo deuna forma absoluta, sino que debe guardar y esperar hasta que Dios se manifieste y as recoja la co-secha definitiva de este mundo perecedero. Precisamente como religin revelada, escatolgica y sobre-

    natural, el cristianismo deja que las realidades terrenas subsistan en su relativa autonoma y no se encu-entra de suyo ante el dilema (propio de toda otra religin) de administrar y gobernar por s mismo todolo que existe o de abdicar como religin. El proceso histrico de la emancipacin progresiva de unaautnoma cultura profana es, por ende, fundamentalmente un resultado del cristianismo mismo, no elcomienzo de su muerte, por ms que la realizacin humana de esta independencia perjudic, sin razn,muchas veces a la permanente presencia histrica del cristianismo en el mundo.6. El cristianismo es religin integral(no integrista). El cristianismo, en cuanto instituido por el creador detoda realidad terrena, tiene una doctrina y un llamamiento que afectan a todos los mbitos de la existen-cia, sin pretender ahorrar al hombre la historicidad y la propia responsabilidad frente a un desconocidofuturo intramundano; se dirige por igual a la persona y a la comunidad, afectando a la mutua dependen-cia de ambas magnitudes. Como el cristianismo es salvacin del individuo ante Dios por la gracia y la

    decisin personal, no puede ser nunca una mera institucin cultural de la vida pblica de la sociedad.Pero como Dios se dirige a todos en su palabra de una forma histricamente comprensible, el cristia-nismo, segn la voluntad de su fundador, slo se da enteramente en la Iglesia una y visible, que, en suconstitucin social, en su jerarqua de oficios y funciones y en su continuidad histrica nunca interrum-pida, propaga a todos los tiempos y lugares la accin salvfica de Dios sobre el hombre en los sacramen-tos y en la predicacin, y constituye as la plena evidencia histrica de la accin salvadora de Dios enCristo para todos los tiempos y pueblos. En cuanto que comprende todas las dimensiones del hombre,el cristianismo es tambin una religin racional, o sea, nunca puede afirmarse a s mismo excluyendo deantemano del acto puramente religioso la reflexin racional y crtica sobre s mismo, a fin de hacerseinaccesible a la razn (fidesmo, modernismo).

    IV. El cristianismo tal corno l se presenta dogmticamente desde dentroEl cristianismo es (con la reserva indicada en I, 5) el evento de la libre comunicacin de s mismo queDios hace a lo que por su condicin creada se distingue y est distanciado de l. Esa comunicacin se

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    revela a s misma en el acto de producirse y desarrolla su eficacia mediante su aceptacin por parte delhombre. El fundamento ltimo, la realizacin suprema y la insuperable revelacin histrica de dichacomunicacin est en Jesucristo. Visto desde el hombre, el cristianismo es el acto por el que la criaturahumana, creyendo en Cristo, acepta el misterio sagrado al que llamamos Dios. En ese acto, el Dios quedesde la perspectiva humana es eljuez lejano, el fundamento del ser y del estar en s mismo que penetrela existencia del hombre, se presenta a ste colmado de benevolencia y como una realidad absolutamen-

    te cercana.1. En el cristianismo como religin histricamente revelada, el Dios infinito, personal y santo obra en elhombre y con el hombre. Este Dios es unvocamente distinto del mundo y del hombre, pues, como sucreador, de tal modo comunica una realidad distinta de l a lo que libremente ha sacado de la nada, quelo creado, por un lado, est a priorireferido a Dios como el misterio infinito y, por otro, no puede de-terminar por s mismo su relacin concreta a l, sino que debe permanecer abierto para la disposicindivina.2. Este Dios, por libre gracia, ha admitido al mundo libremente creado por l, y sobre todo a la criaturaespiritual, en la participacin de su propia vida divina, de suerte que Dios no es slo la causa eficientedel mundo, la causa que crea lo que es distinto de ella, sino tambin aquel que por libre gracia se comu-nica en su propio ser, y as descubre y revela su propia gloria y su vida ms ntima (en su trinidad de

    personas) como la meta gratuita de la criatura espiritual (ngeles y hombres). Con ello el sentido y finltimo del hombre concreto queda trasladado al misterio infinito, al misterio absoluto y a la vez suma-mente cercano. Por esto mismo todo desarrollo (o evolucin) intramundano del hombre queda ya su-perado y a la vez abierto a su consumacin infinita. Puesto que se trata de una comunicacin real deDios al mundo, es evidente que la estructura de la relacin de Dios con este su mundo creado, fundadaen dicha comunicacin sobrenatural de Dios, es la realidad interna de Dios mismo. El que se comunicasin principio alguno (Padre), el Verbo pronunciado, que tiene permanentemente la plenitud del prin-cipio (Hijo), y la amorosa afirmacin de la unidad entre el origen primero y la Palabra hablada en la pre-sencia permanente de la plenitud divina llegada a la meta, que es el principio (Espritu Santo), forman lareal Trinidad de personas del Dios uno en s mismo.3. Esta orientacin del hombre a la comunicacin de Dios mismo (existencial sobrenatural), libre y gra-

    tuitamente concedida por l, pero que determina siempre y en todas partes la esencia del hombre (y conella la del mundo), es la razn trascendental y la dinmica permanente de la historia individual y colecti-va de la salvacin y de la revelacin. As como la esencia del hombre, a pesar de ser la razn anteceden-te y permanente de la historia, se realiza, sin embargo, enla historia misma (de modo que sta no es sloun accidente que deje intacta la esencia en s) y en ellase le da y abre al hombre; as acontece tambincon el existencial sobrenatural de dicha esencia. Este existencial le es concedido al hombre solamenteen una forma histricamente concreta (que cambia y crece continuamente), y esa forma concreta (delculto, de la palabra humana, del milagro, etcristianismo) constituye la historia de la salvacin y de la re-

    velacin solamente en cuanto es realizada y entendida (explcita o implcitamente) a partir de dicho exis-tencial apriorstico y sobrenatural.4. La historia de la comunicacin de Dios aceptada o rechazada por la libertad del hombre, acontece en

    toda vida humana que consigue realizarse a s misma espiritual y libremente, y es posible en todo tiem-po debido a que la situacin histrica del hombre est cambiando constantemente. Cuando esta historiade la gracia se convierte, segn la voluntad de Dios y con ayuda de su testimonio, en una realidad cons-ciente con una forma social tangible, en una doctrina acreditada y una encarnacin institucional, que seconvierten a su vez en factores dentro de la situacin de la historia general de la gracia; entonces tene-mos historia de la revelacin y de la salvacin en sentido propio. Estas objetivaciones histricas (en ladoctrina, el culto y las instituciones religiosas) del existencial sobrenatural podemos encontrarlas bajoforma no temtica e implcita en todos los acontecimientos individuales y colectivos de la historia (par-ticularmente en los de tipo moral) y expresamente en todas las religiones. Pero estas objetivaciones es-tn inseparablemente unidas a lo meramente natural del hombre, a una concepcin falsa que ste tienede s mismo y a una realizacin de s mismo que es reprobable. Sin embargo, por razn de la universal

    voluntad salvfica de Dios, la situacin histrica del hombre permite en cualquier momento realizar porla fe el existencial sobrenatural, con tal de que el hombre no se cierre culpablemente a la trascendentalcomunicacin de Dios.

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    5. Una separacin diacrtica entre la historia de la salvacin y la del pecado (o de la perdicin), entre lahistoria de la revelacin y la de la depravacin religiosa en definitiva slo es posible partiendo de Cristo.Desde esta perspectiva, la breve e inmediata prehistoria religiosa que Jess y los apstoles reconocieroncomo propia y legtima en el Antiguo Testamento, recibe para nosotros en una medida especial el ca-rcter de historia de la revelacin y de la salvacin; y lo es objetivamente en cuanto que es monotesmo,en cuanto que interpreta la propia historia como historia de la salvacin y del pecado en sociedad viva

    con Dios, orientndola hacia la venida de la aparicin histrica de la salvacin universalen el Mesas, yen cuanto que de hecho prepar la venida del Verbo de Dios hecho carne. Esta prehistoria puede serjuzgada diacrticamente con ayuda del libro del cristianismo, a condicin de que ese libro sea ledo a laluz de Cristo.6. a) La comunicacin de Dios, que por s mismo, y no meramente a travs de algo creado, quiere ser laperfeccin del hombre, se llama gracia, en cuanto que es ofrecida; como aceptada, se llama justificacin(y la misma aceptacin existencial consiste en la fe, esperanza y caridad). Ella muestra al hombre comocapax infiniti, como la absoluta apertura (ontolgica y existencial) al misterio santo, que siendo el funda-mento de todo es a la vez incomprensible en s, al misterio que llamamos Dios. En consecuencia steno slo es el agreste horizonte y el fundamento incomprensible del conocimiento y de la libertad en lorelativo a los objetos sometidos a las categoras, sino que l mismo se entrega a la criatura espiritual.

    b) Esta capacidad receptiva frente a una verdadera comunicacin de Dios tiene su culminacin absolutaen lo que llamamos unin hiposttica, lo cual no quiere decir que, aun supuesta la posibilidad de la gra-cia, podamos conocer con certeza por nosotros mismos la posibilidad de esta forma de autocomunica-cin divina con anterioridad a su realizacin. Con todo la unin hiposttica se halla por lo menos en laprolongacin de la esencia de la gracia: como actualizacin de la potencia creada por el mismo actoincreado, como condicin de la posibilidad de la posesin de Dios y de la aceptacin de Dios por lmismo. Si esta gracia es un interno existencial sobrenatural, con l se da un principio inmanente para lainteligencia de la encarnacin. sta se presenta as como el cualitativamente singular punto cumbrede la comunicacin de Dios. En ella, la oferta que Dios hace de s mismo y su aceptacin por parte delhombre en virtud de la oferta misma, coinciden absolutamente, se realizan en la forma ms radical yadquieren fisonoma histrica. En ella se da, por tanto, el punto culminante de la autodonacin de Dios

    al mundo; punto culminante que sustenta toda la comunicacin divina y su aparicin histrica, as comoel fin es la causa del movimiento hacia la meta misma.c) El cristianismo reconoce que esta perfeccin nica de la autocomunicacin divina a la criatura se harealizado en Jesucristo. Y reconoce que se ha cumplido en l: porque el hombre por la gracia est abier-to y orientado a la expectacin de esta culminacin; porque Jess da testimonio fidedigno de s mismo(por lo menos en cuanto que se considera a s mismo portador absoluto e insuperable de la salvacineterna, y este concepto que tiene de s mismo implica tambin la idea de encarnacin) y en su resurrec-cin se muestra como el principio de la salvacin definitiva; porque Cristo ha encontrado fe en su reali-dad y misin con efectivo poder histrico, de forma que esta fe no puede ser ya rechazada como iluso-ria por un hombre que se decida con rectitud histrica (es decir, sin ensayar un racionalismo ajeno atoda historia).

    d) Este Dios-hombre, por su ser, por la aceptacin humana de este ser en la muerte (de cruz) y por laconsumadora aceptacin divina de dicha aceptacin humana (resurreccin), es el garante, el fin, la apa-ricin histrica y la revelacin de la voluntad salvfica de Dios, que diviniza y perdona, con relacin almundo, es el mediador absoluto. El hombre, en cuanto que por la fe reconoce en Jess explcita o im-plcitamente (al aceptar en ella su propia existencia como procedente de la libre disposicin de Dios,que est orientada hacia Cristo) a aquel hombre cuyo ser es el existir de Dios con nosotros, y en cuya

    vida, muerte y victoria sobre la muerte Dios mismo tom parte en nuestra existencia, aceptndola ydndole consistencia; se siente descubierto, interpretado y definitivamente confirmado en su propia rea-lidad.7. La historia de la gracia y de la salvacin significan no slo la comunicacin de Dios al mundo y a sucriatura espiritual, y el progresivo esclarecimiento de esa comunicacin, sino tambin la experiencia ca-

    da vez ms radical de lo que es el sujeto receptor de dicha donacin divina, a saber: no slo el receptorde la libre comunicacin que Dios hace de s mismo (gracia como don sobrenatural), sino tambin elreceptor que positivamente, con su propio pecado, se ha hecho indigno de este don; el pecador que por

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    s mismo se aleja de Dios -lejana que significa condenacin- y acepta esta lejana como algo definitivo(infierno), y en esta actitud desea la muerte como la manifestacin terrena de su pecado. Dios, en su

    voluntad absolutamente radical de salvacin, ha permitido, en orden a Cristo, el misterio del pecadocomo el no de la criatura, negacin que por parte de la criatura misma no tiene ninguna salida, y almismo tiempo lo ha introducido y lo ha superado en su misericordia en Cristo. El hombre, por s mis-mo, estara perdido, si Dios, a travs de la participacin del mediador sin pecado en el destino mortal de

    los pecadores y por la obediencia de este mediador hasta la muerte en la cruz, no le ofreciera su gracia,de una forma absoluta e irrevocable, como perdn de la culpa, y al mismo tiempo no le concediera lalibre aceptacin de este ofrecimiento.8. La comunidad visible de los redimidos en Cristo que participan de la vida divina y que pblicamentese reconocen como tales, es la Iglesia, la cual ha sido estructurada socialmente por voluntad del mismoCristo, su fundador. La Iglesia, estructurada orgnicamente y dirigida por la jerarqua, conserva (por serla definitiva manifestacin escatolgica de la proclamacin gracia irrevocable de Dios) la verdad deCristo en la proclamacin infalible de la fe, transmite eficazmente su gracia de una forma histrica ytangible en los sacramentos y contina el culto de su fundador en el sacrificio de la misa, en la que lest presente en santa anamnesis con la virtud de su accin redentora, creando la unidad de la Iglesia yanticipando la consumacin futura. La Iglesia, por medio de sus mandamientos e instrucciones y a tra-

    vs de los carismas que le ha concedido el Espritu, dirige a sus miembros por el camino de la salvacin.La Iglesia es el cuerpo mstico de Cristo.9. El cristianismo ve en cada una de las personas un espritu corpreo de dignidad absoluta, que, con unconocimiento intelectual y una libre decisin, en su vida terrena -nica y situada dentro de los dominiosde Cristo- se decide de una manera irrevocable por Dios (ya explcitamente, ya en forma annima: ate-

    smo), o contra l, lo que significa decidirse por su salvacin o por su condenacin definitiva. El conte-nido de esta accin vital se encuentra, como norma de la accin humana, en las tres virtudes divinas dela fe, de la esperanza y de la caridad (amor), virtudes que comprenden tambin el cumplimiento de laley natural y de las leyes positivas de Dios referentes a la fundacin de la Iglesia y a la autoridad y a lossacramentos de sta.10. La Iglesia (y con ella el mundo y su historia) va peregrinando, en cada persona individual y en cuan-

    to unidad, hacia la revelacin definitiva de Dios, en la que se pondr de manifiesto la autocomunicaci6nde Dios, que es la razn oculta de la creacin y de la historia, y l -de una forma directa y prescindiendode signos humanos que oculten su visin- se manifestar a la criatura cara a cara y sin velos y, siendo elmismo todo en todas las cosas, tendr junto a s en la bienaventuranza lo creado, lo que es distinto del: el espritu y el mundo.

    V. Sobre la historia del cristianismo1. Principios. a) Como religin histricamente revelada, el cristianismo no slo es histrico, sino que co-noce su propia historia e historicidad, y este saber en la anamnesis de su principio y en la expectacinprevidente del fin (como manifestacin consumada del principio: el retorno de Cristo) pertenece a supropia historia y recibe en la historia de la Iglesia su propio pasado como fondo que sostiene la actuali-

    dad, y al que permanece siempre obligado.b) Consiguientemente, los aspectos fundamentales de su propia inteligencia histrica son tambin datosde la revelacin. La palabra histrica de Dios trae consigo las perspectivas concretas para interpretar lahistoria de su audicin, y la produccin de su propia inteligencia es a su vez un proceso histrico. Lahistoria de la revelacin as sabida y la historia de la Iglesia no son, por tanto, miembros homogneosde una historia universal de la religin, sino una disciplina teolgica que es indispensable para la inteli-gencia actual que el cristianismo tiene de s mismo. Puesto que la Iglesia en cuanto cristianismo totalexiste histricamente, permanece siempre peregrina en la fe, y, en medio de la concreta tensin histri-ca entre aquello que debera ser (en virtud de la accin de Dios) y lo que de hecho es (por la culpa delhombre), constituye un enigma en constante mutacin; consecuentemente, a pesar de su mirada antici-pada a la consumacin final, precisamente a causa de su historicidad ella puede en principio disponer de

    pronsticos seguros sobre el propio futuro sacados de la inteligencia histrica que tiene de s misma.Ms bien, la interpretacin con fe y esperanza de su respectiva situacin bajo la luz de la victoria de Di-os, que no podra preverse por la situacin misma, es un factor esencial en la Iglesia y en su circunstan-

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    cia concreta. La Iglesia domina su situacin histrica por el hecho de creer que slo Dios es el Seor detoda historia.c) A los aspectos fundamentales de la historia del cristianismo pertenecen los factores siguientes: sta es,en ltimo trmino, la propia historia de la palabra de Dios, que se crea -ella misma- de antemano y pos-teriormente su medio o circunstancia correspondiente en la naturaleza y en la historia universal parasu propio desarrollo histrico; ya ahora ha comenzado, con el advenimiento de Cristo, la fase escatol-

    gica de toda esta historia (cf. III 5). En esa historia Dios se impone una y otra vez como el que perma-nece presente en ella y confiere su gracia, y esto a pesar de la contradiccin y claudicacin del hombre.La nica realidad eclesistica es simultneamente, incluso en su concreta fisonoma histrica, por unlado, la Iglesia invencible como signo de la victoria de la gracia de Dios sobre la rebelda del hombre, y,por otro, la Iglesia de los pecadores, en cuya aparicin tambin entran siempre los errores de planifica-cin y la claudicacin; la Iglesia est necesariamente en tribulacin. Cuando no lo est, no es corno debeser; pero de suyo la Iglesia siempre ostenta ese rasgo (a pesar y por encima de su condicin pecadora),ya que participa de la vida del Logos en la vida de Jess, cuya existencia se prolonga en ella. Aunque laIglesia, en el conjunto de su historia, claramente remite a la accin salvfica de Dios en ella (Dz 1794),cosa evidente para quien la mira en libre s con la gracia de la fe, sin embargo, el sujeto particular y suaccin, tomados en s solos, permanecen equvocos en medio del acontecer histrico, y slo la posterior

    historia de la Iglesia descubre de algn modo, y el da de Cristo lo descubrir inequvocamente, si laactuacin individual fue un factor positivo en esta historia general gobernada por Dios o un factor de laresistencia del hombre, por encima de la cual Dios sale triunfante.2.Aspectos y divisin de esta historia. No se trata aqu naturalmente de exponer esa misma historia, sino s-lo de dar algunas indicaciones sobre el contenido y la divisin de sus fases, en cuanto stas pueden es-clarecerse teolgicamente.a) Este curso histrico es tambin historia de lo subjetivo y de lo permanente. El cristianismo no essimplemente fenmeno histrico y cultural, de suerte que la exposicin de la gnesis y del ser de sussubjetivaciones en el tiempo, en el espacio y en las cosas fuera ya el juicio sobre el cristianismo en smismo. El cristianismo es en su esencia la subjetividad del hombre en gracia, mirado desde Dios y paraDios, en cuanto esta subjetividad se exterioriza difanamente en el tiempo y el espacio legitimando la fe

    ante los ojos del creyente (y, por ende, la historia teolgica de la Iglesia). De ah, p. ej., que a esta histo-ria pertenezca la historia del dogma, como historia de la fe interpretada con fe, y, por ende, como lla-mamiento y norma obligatoria de la propia existencia creyente. Lo mismo hay que decir acerca de lahistoria de lo santo y de los santos, acerca de los carismas y milagros en la Iglesia. Aqu estn en su lu-gar: la historia de las almas, de la salvacin acabada de los hombres cristianos, singular en cada caso,en cuanto es posible por la fe de la Iglesia (canonizacin, etcristianismo); la historia, eternamente idnti-ca de la conversin (metanoia), del martirio, de los consejos evanglicos, del servicio a los pobres, de lafirmeza en resistir a toda divinizacin del mundo, etc. Esta historia tiene objetivamente la primaca so-bre el desarrollo, que, naturalmente, tambin ha de exponerse, de la constitucin social y de las aporta-ciones culturales de la Iglesia o de sus relaciones con el Estado, la cultura y la comunidad de pueblos.Por muy poco que interesen, para dicho aspecto primordial la gentica y la historia evolutiva; sin em-

    bargo, la consideracin siempre nueva de cada perodo en el sentido de que Dios ha estado presente enl, es en el sentido ms eminente historiografa cristiana, pues lo que aparentemente es siempre lo mis-mo, constituye la nica y libre accin histrica del Dios que obra en la Iglesia sin cambiar nunca susdesignios.b) El cristianismo, como religin histrica y, sin embargo, universal de todos los pueblos, slo es lmismo en acto cuando se convierte de hecho en historia universal, o sea, cuando tiene actualidad tangi-ble, con podero histrico, entre todos los pueblos y culturas. Por partir de un punto histrico en el ti-empo y el espacio, la fase entera de la gnesis de esta actualidad es su primer gran perodo. El segundoperodo (imprevisible an en su forma concreta) del cristianismo global en una historia nica de toda lahumanidad unificada (lo cual no significa reconciliada) est todava en sus comienzos.Con motivos legtimos (incluso teolgicos) se acostumbra a dividir el primer perodo en estas fases: 1. la

    fundacin de la Iglesia (tiempo de la generacin apostlica); 2. asimilacin del medio cultural y polticode esta Iglesia, medio que es tambin el antecedente del occidente posterior (o sea, la fase de la Iglesiade la cultura grecorromana, en el primer encuentro polmico -hasta Constantino- y en la relacin posi-

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    tiva: Iglesia imperial; era de Constantino; 3. formacin de la potencia histricamente activa de una mi-sin global de la Iglesia, que forj el occidente como causa de la unidad actualmente lograda de la histo-ria de la humanidad (Iglesia de la edad media); 4., transicin de la Iglesia regional de occidente a Iglesiauniversal (desde el comienzo de la edad moderna hasta la actualidad). Pero esta apropiacin del ambi-ente, en el que y para el que el cristianismo debe desarrollar su autntica misin, es a la vez un perodode creciente delimitacin, en el cual el cristianismo asume cada vez ms clara y reflejamente su diferen-

    cia ontolgica (siempre conocida de algn modo) con relacin a su mundo circundante (en cierto mo-do se apea de su trono y presupone un contorno plenamente desarrollado, en lugar de suplantar el me-dio ambiente a base de un mundo crecido en su propio seno). En este movimiento inverso (despus deun primer encuentro polmico hasta Constantino), quiz deban distinguirse hasta ahora dos estadios degran estilo: 1., la Iglesia del imperio, que -as vista teolgicamente- dura por lo menos hasta la conti-enda de las investiduras: el tiempo en que la Iglesia, vista externamente (si bien como esencia indepen-diente) vive en cierto modo en el seno de la sociedad estatal (aunque cristiana); 2., la fase de la contra-posicin polar entre el imperiumconscientemente cristiano y el sacerdotium, fuertemente comprometidoinmediatamente con lo profano (en medio de la estrechez del espacio vital); un estadio que, en lo esen-cial, acaba con la revolucin francesa, pero que repercute an hasta nuestros das (tanto en la Iglesiacatlica como entre los protestantes). Qu cariz haya de presentar el nuevo perodo cuya aparicin sos-

    pechamos, es difcil de decir.Todo este primer perodo, en el mbito de la consciente reflexin subjetiva sobre la esencia del cristia-nismo (cf. II, 1-2; antropologa III), se divide igualmente en dos fases: 1., la fase del desarrollo objetivoy de la articulacin de la realidad objetiva de la fe (teologa y piedad patrstica y medieval); 2. la fase dela reflexin subjetiva desde el humanismo moderno y la reforma protestante (abandono de la apologti-ca racional; formacin de una inteligencia histrica y crtica de s mismo en la crtica bblica Biblia A, yen la historia de los dogmas; el anlisis de la fe; descubrimiento de lo cristiano fuera del cristianismosocialmente organizado; cuestin sobre la esencia del cristianismo, etcristianismo). Esa segunda faseparece tener ante s temas todava no asimilados.Puesto que el ritmo de la historia no tiene por qu discurrir sincrnicamente en cada una de sus dimen-siones, no debe extraarnos la desigualdad de estas divisiones. Pero no es difcil coordinarlas entre s.

    Como esta historia del cristianismo que empieza muy tarde (al cabo de una historia de la humanidadinmensamente larga, casi estancada, tal vez un milln de aos), tiene que ser, sin embargo, la toma deconciencia de la historia de la salvacin de toda la humanidad (pues tambin esto pertenece a la esenciade la religin universal, aunque histrica); consecuentemente su prehistoria debe abarcar toda la historiahasta sus orgenes primeros (aun cuando esto, por razones tcnicas, se omita en la efectiva historiogra-fa de la Iglesia). En cuanto la historia del cristianismo es la historia dialogstica entre Dios y el hombre,ella tiene de una parte su centro y su verdadero comienzo (frente a la prehistoria) en la absoluta y per-manente cercana dialogstica de Dios respecto de la humanidad en Jesucristo, en quien coinciden lapalabra inicial y la respuesta de este dilogo; y, por otra parte (como dilogo que, por ser humano, serealiza en forma de s y de no), tiene siempre al antagonista de fuera (de la humanidad llamada porDios) y el no de dentro (de los cristianos mismos). Y es de observar que la autocomprensin histrica,

    autnticamente teolgica, de la Iglesia, como sociedad que ha de entenderse a s misma desde el futuroprometido, debe desarrollarse desde este futuro. La historia teolgica de la Iglesia debe mirar a ese futu-ro, para poder ver rectamente el pasado. En otro caso, se torna infaliblemente un fragmento de la histo-ria universal y de la historia de las religiones.

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