¿Quién soy?

Por Abraham Carretero Morilla

Quién soy• Mi eneagrama, el tipo 9, dice así: Personas que son receptivas a su

ambiente y minimizan su propia presencia. Cuando sanos a menudo son afectuosos, modestos y confiados. En su estado más bajo pueden ser tercos, perezosos y muertos de alma. Ahondando un poco más en la lectura del eneagrama me doy cuenta de que en algunas cosas acierta, pero en otras no estoy muy de acuerdo. Creo que soy una persona afectuosa, pero no soy confiado, sino más bien confío en la gente en la que sé que puedo confiar. Respecto a minimizar mi presencia, no es que me guste ser el centro de atención de todos los lugares, me gusta más observar y actuar cuando tengo que hacerlo, pero tampoco me quedo agazapado esperando mi momento. Soy perezoso, eso no tiene ninguna discusión. En cuanto al término de terco, quizá lo sea cuando creo llevar razón, pero normalmente me gusta escuchar la opinión de la gente y compararla con la mía, estando abierto a modificar esta última.

A dónde voy

• Creo que mi camino, con final incierto, va dirigido hacia la felicidad, tanto mía como de la gente que me rodea. No creo en segundas vidas, en reencarnaciones, ni en el cielo o el infierno, y por supuesto no creo que un ser superior sea juez de tus actos durante tu vida, pero creo en las personas. Para mí es muy importante poder decir al finalizar la vida que he formado una familia, que es la mejor huella que puedes dejar en el mundo, y que al conocer a la gente, has podido hacer dos cosas: o no alterar su estado o ayudar a mejorarlo.

De dónde vengo. Provengo de una familia de clase media, asentada en Madrid desde antes de nacer

yo. La familia de mi madre es andaluza, de la Puebla de Cazalla, en Sevilla. Es la familia que más conozco y con la que me reúno de forma más asidua. Por otra parte, la familia de mi padre es de Castilla la Mancha, aunque ya mi padre nació en Madrid. Esta parte de mi familia es mucho más desapegada y no los veo demasiado, de hecho, llevo varios años sin ver a algunos de mis familiares directos, lo que muchas veces me da algo de pena, y me hace reflexionar sobre el estilo de familia que quiero para mí, más parecido al de la familia de mi madre, donde todo el mundo se apoya y queda para celebrar eventos o simplemente visitarse. Tengo un hermano 6 años menor, muy distinto a mí en prácticamente todo. Cuando yo tenía 12 años, mis padres se separaron, quedándonos con mi madre. Esto quizá pudo influir en mi relación con mi hermano y sin duda influyó en la relación que tiene mi hermano con mi padre, que es prácticamente nula, lo que a mí no me gusta, pero respeto. Mi relación con mi padre es buena, aunque mi figura de referencia en la familia siempre será mi madre, que es la persona con la que he convivido más tiempo y a la que he visto luchar por mi familia.

Quién me bloquea para llegar a donde quiero

• Pues sinceramente creo que la persona que puede torpedear mi meta soy yo mismo. En general, aunque me gusta saber la opinión de la gente sobre mí, suelo tener mi propio concepto, con las cosas claras respecto a mí mismo, tanto las buenas como las malas. Es muy probable, que desconozca parte de las dos, de las buenas y de las malas, que solo los demás sepan apreciarlas, pues incluso aunque se quiera, no creo que seamos 100% sinceros con nosotros mismos, aún así, sé mis puntos fuertes y débiles. Soy una persona muchas veces conformista, que en pro de estar bien y tranquilo, muchas veces peco de cierta parsimonia. Me han tildado a veces de vago, y no les puedo quitar razón, pues cuando no es estrictamente necesario, a veces no hago ciertas cosas, que unas veces son de poca importancia y sin repercusión, y otras veces pueden cerrar puertas que en el futuro las preferiría abiertas.

• Por otra parte, y aunque intento mejorar esto, tampoco quiero perder una parte de mí que más que ser vaga es coherente. Como dijera Fito, “a veces lo urgente no es lo importante”, y que razón tiene. A veces es más importante darte unos minutos, horas…el tiempo que se necesite, para dedicar a lo importante para ti, lo que te hace verdaderamente sentir vivo. Etiquetamos de urgente de forma indiscriminada, juntando verdaderas situaciones críticas con algunas que verdaderamente pueden esperar, metiendo en el saco muchas relacionadas con el trabajo y los estudios que más que labrarte un futuro, te lo quitan. No quiero decir que no sea importante cumplir con nuestras obligaciones, pero no hay que olvidar que nuestra primera obligación es vivir. Uno de mis miedos es llegar a cierta edad y preguntarme: ¿he disfrutado de mi vida?. Espero que la respuesta sea sí. Para ello siempre que pueda pienso alternar las obligaciones autoimpuestas o impuestas por agentes externos que ayuden a mejorar mi futuro, y las obligaciones conmigo mismo, que son las necesidades que cada persona debe saber que tiene para ser feliz y cuyo único fin debe ser la expresión de uno mismo, sin albergar ningún otro sentido, ya sea a través de un dibujo, de la lectura de un libro, o de pasear por el pueblo un día, solo o acompañado. Cuantas veces he escuchado la frase “no tengo tiempo para….” A veces es cierto que no hay tiempo, porque ya se lo hayas dedicado, pero otras veces nos olvidamos de hacerlo, y con ello perdemos una parte imprescindible de la vida.