quien fue ernesto miranda

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Formación UNIDADES MURALISTAS LUCHADOR ERNESTO MIRANDA Quien fue Ernesto Miranda Ernesto Miranda Rivas comenzó su militancia en el movimiento obrero chileno el año 1932, a la edad de 20 años, desempeñándose profesionalmente en la industria del calzado como cortador de forros. Hugo Carter recuerda los primeros pasos de Ernesto Miranda, en los siguientes términos: “Miranda, por los antecedentes que tengo yo, era un joven que se preparó en el movimiento sindical, y para poder tener sus primeras expresiones el compañero, para poder dominar la gente; me contaban los más viejos de que Miranda se iba a un cerro y le cedía el uso de la palabra a las piedras, para poder desarrollar un discurso, prepararse. Seguramente eran métodos muy primitivos, pero era una forma de prepararse. Y él partió muy joven en la lucha sindical como ayudante, junto con su hermano que era más zapatero; Manuel Miranda, que era ciento por ciento zapatero, que hacía el zapato plantilla y otras cosas que hoy día no se usan. Y Ernesto era solamente cortador de forros, o sea el forro que se llama la badana... Y él creó, se organizó donde trabajó. Incluso el industrial lo calumnió, lo golpearon en presencia de su propia madre y se lo llevaron detenido al compañero siendo muy joven. Así que sufrió los vejámenes de muy joven Ernesto...”. En una semblanza especial, preparada por un periódico sindical a comienzos del año 1957, se ponía de relieve la fidelidad del sindicalista, con más de 25 años al servicio de su clase: “Ernesto Miranda ha permanecido desde su iniciación en el año 32, fiel a los principios que informan su doctrina sindicalista, tanto en su gremio como en el movimiento general de los trabajadores. Se destacó en las luchas contra el nazismo criollo, en las luchas callejeras, como asimismo en la acción organizativa de los obreros chilenos. Ha sido detenido y relegado innumerables veces y ha vuelto de nuevo a sus tareas como el primer día. Además de ser Secretario General de su gremio ha sido dirigente de la C.N.S., de la C.G.T. ( confederación general de trabajadores de inspiración anarcosindicalista) y de innumerables comités unitarios...”. En este mismo artículo también se establecía que Ernesto Miranda había sido el fundador de la Unión del Cuero en 1932; organización que duró hasta el año 1934, fecha en la cual se fundió con la recién constituida Federación de Sindicatos del Cuero y Calzado. “En 1935, fue dirigente de la Confederación General de Trabajadores, año en que fue relegado a Aysén por el gobierno del señor Alessandri cuando ocupaba la Secretaría General de la CGT. Esta relegación duró hasta marzo de 1936 y fue la consecuencia del paro ferroviario del año 35 que terminaría con la huelga general contra el gobierno del señor Alessandri”. La figura de Ernesto Miranda, como líder gremial, se forjó bajo el alero de los valores de esa vieja estirpe de sindicalistas ácratas que venía

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Page 1: Quien Fue Ernesto Miranda

Formación

UNIDADES MURALISTAS LUCHADOR ERNESTO MIRANDA

Quien fue Ernesto Miranda

Ernesto Miranda Rivas comenzó su militancia en el movimiento obrero chileno el año 1932, a la edad de 20 años, desempeñándose profesionalmente en la industria del calzado como cortador de forros. Hugo Carter recuerda los primeros pasos de Ernesto Miranda, en los siguientes términos: “Miranda, por los antecedentes que tengo yo, era un joven que se preparó en el movimiento sindical, y para poder tener sus primeras expresiones el compañero, para poder dominar la gente; me contaban los más viejos de que Miranda se iba a un cerro y le cedía el uso de la palabra a las piedras, para poder desarrollar un discurso, prepararse. Seguramente eran métodos muy primitivos, pero era una forma de prepararse. Y él partió muy joven en la lucha sindical como ayudante, junto con su hermano que era más zapatero; Manuel Miranda, que era ciento por ciento zapatero, que hacía el zapato plantilla y otras cosas que hoy día no se usan. Y Ernesto era solamente cortador de forros, o sea el forro que se llama la badana... Y él creó, se organizó donde trabajó. Incluso el industrial lo calumnió, lo golpearon en presencia de su propia madre y se lo llevaron detenido al compañero siendo muy joven. Así que sufrió los vejámenes de muy joven Ernesto...”. En una semblanza especial, preparada por un periódico sindical a comienzos del año 1957, se ponía de relieve la fidelidad del sindicalista, con más de 25 años al servicio de su clase: “Ernesto Miranda ha

permanecido desde su iniciación en el año 32, fiel a los principios que informan su doctrina sindicalista, tanto en su gremio como en el movimiento general de los trabajadores. Se destacó en las luchas contra el nazismo criollo, en las luchas callejeras, como asimismo en la acción organizativa de los obreros chilenos. Ha sido detenido y relegado innumerables veces y ha vuelto de nuevo a sus tareas como el primer día. Además de ser Secretario General de su gremio ha sido dirigente de la C.N.S., de la C.G.T. ( confederación general de trabajadores de inspiración anarcosindicalista) y de innumerables comités unitarios...”. En este mismo artículo también se establecía que Ernesto Miranda había sido el fundador de la Unión del Cuero en 1932; organización que duró hasta el año 1934, fecha en la cual se fundió con la recién constituida Federación de Sindicatos del Cuero y Calzado. “En 1935, fue dirigente de la Confederación General de Trabajadores, año en que fue relegado a Aysén por el gobierno del señor Alessandri cuando ocupaba la Secretaría General de la CGT. Esta relegación duró hasta marzo de 1936 y fue la consecuencia del paro ferroviario del año 35 que terminaría con la huelga general contra el gobierno del señor Alessandri”.

La figura de Ernesto Miranda, como líder gremial, se forjó bajo el alero de los valores de esa vieja estirpe de sindicalistas ácratas que venía forjándose desde fines del siglo XIX, cuya entrega a la causa obrera era a toda prueba. Este tipo de dirigentes estuvo estrechamente ligado a las masas trabajadoras y a la militancia de sus sindicatos, sin ninguna pretensión de obtener una posición social más elevada o identificarse de algún modo con la clase media. Debido a esta relación directa con la clase obrera, fueron portadores de un imaginario popular propio, antes que reproductores de un imaginario burgués, lo cual sin duda creó hondas simpatías entre los obreros y ayudó también a despertar en muchos trabajadores un profundo sentimiento de orgullo de clase. Además de llevar a cabo una gestión seria y eficiente, profundamente honesta y con contenidos revolucionarios; era bien conocida la estoica disposición de los sindicalistas libertarios a sufrir privaciones personales, desempleos, vejaciones, arrestos, cárceles, destierros, etc., en pro de la lucha sindical. Los líderes más destacados y recordados (Magno Espinoza, Luis Olea, Pedro Nolasco Arratia, Ernesto Miranda; entre otros), fueron aquellos que pese a todo, nunca desanimaron en su lucha y se mantuvieron cercanos a sus gremios y a sus ideas hasta el fin de sus días. También fue muy notorio entre los líderes anarcosindicalistas su reconocida capacidad oratoria: “El movimiento libertario siempre se caracterizó por tener grandes oradores, oradores de mucho fuste”. Ernesto Miranda no fue la excepción, y tal virtud era reconocida incluso por nuestro díscolo entrevistado, Guillermo González: “Miranda era un gran líder, un gran tribuno. Miranda se subía ahí al Teatro Caupolicán, en las concentraciones que se hacían, y hacía temblar el Teatro Caupolicán; el Monumental que se llama ahora. ¡Buh!, Miranda se lo echaba al bolsillo, con el estadio pero lleno, lleno. Miranda hacía vibrar ahí a todo el mundo, lo hacía aplaudir y pararse a cada rato, y gritar; era capo”. Otra característica

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de Miranda, presente también entre los ácratas de comienzos del siglo XX, fue el incesante internacionalismo revolucionario profesado en los hechos; convicción que lo llevó a conocer personalmente y a apoyar solidariamente distintos procesos revolucionarios en Latinoamérica. El elemento de internacionalismo latinoamericano es posible encontrarlo incluso en la Declaración de Principios del Movimiento Libertario: “La corriente Libertaria es una Doctrina Antropocéntrica e Indoamericana cuya finalidad tiene por objeto obtener la emancipación integral de los individuos...”1.

Los años de Miranda

La reestructuración del Estado a partir de la instalación del modelo desarrollista (substitución de importaciones) generó, en la década de 1920, un impulso en la creación de leyes sociales que regularan las condiciones de trabajo y de seguridad social por la que había luchado largamente la clase obrera; estas prebendas sociales buscan encausar al movimiento sindical a la solución de sus demandas dentro del “nuevo trato” del estado en cuanto ente garante, como lo concebía el programa cooperativista de Carlos

Ibáñez del Campo, de la paz social y cooperación entre los trabajadores y la burguesía. Esto se manifiesta a través de la participación de los “rotos” a través de “los partidos obreros” en las estructuras del estado, y de la legalización del sindicato. La implementación de esta nueva etapa sumado a las estrategias divergentes en el campo popular trae consigo una crisis al interior del movimiento sindical, las cuales se resumen en la estrategia de los “partidos obreros” de transformar los sindicatos en correas de trasmisión hacia el parlamento (bases de apoyo parlamentarias y por tanto la necesidad de legalizarlos) y la estrategia del sindicalismo puro, pregonada por el anarcosindicalismo, que concebía a los sindicatos como motor central de la revolución social por

tanto esencialmente sociales y autónomos de la reglamentación estatal; esta última estrategia entra en crisis por la carencia de respuestas concretas, en una nueva realidad o periodo, a un movimiento popular que si bien había tomado hecho suya la acción directa, empieza a ver que puede seguir arrancando reivindicaciones entregando la solución de sus demandas a los partidos obreros; en conclusión la falta de un programa político de largo aliento que pudiera entrar en disputa con el reformismo. Una nueva perspectiva libertaria se hacía urgente lo cual genera disputas internas en el medio anarcosindicalista criollo.

Durante los años cuarenta comenzará a destacar en el mundo ácrata, como líder en el gremio del calzado, Ernesto Miranda Rivas; quien propugnará una nueva línea de acción basada en el acercamiento hacia otros grupos ideológicos sindicalistas, y en la utilización de la legislación laboral como carta ‘comodín’ que también de podía ser empleada por los anarcosindicalistas. Hugo Carter, otro de nuestros entrevistados, (trabajó en el gremio gráfico y del calzado), nos cuenta en forma precisa, una de las diferencias principales entre Miranda y Arratia: “en aquella época, de las historias que yo sé, se arrastra [la diferencia] del momento en que Recabarren organiza los movimientos sindicales y los adhiere a la Tercera Internacional. Y después se van sabiendo los grandes daños que estaban haciendo los comunistas, con las grandes matanzas que habían dentro de la propia Unión Soviética, y cómo le coartaba el derecho a hacer el sindicalismo ajeno al Partido Comunista. Y el Partido Comunista [de Chile] dio órdenes a toda su gente de penetrar el campo sindical; y de poner el sindicato a disposición del partido, y no el partido a disposición de los sindicatos. Entonces los compañeros, Arratia por ejemplo, eran de la idea de conservar el movimiento ajeno a toda organización en que participaran los sectores marxistas, ...y a la larga veía que podía triunfar el movimiento libertario en virtud de los errores que cometían las organizaciones de los partidos políticos de izquierda, que tenían la vía electorera. Los compañeros hablaban de la vía directa. Y Miranda era de la opinión de crear una gran organización obrera, con una buena declaración de principios; y creía que por ahí podía aglutinar a todas las organizaciones y hacer una transformación social”.

1 Ver “Declaración de Principios del Movimiento Libertario Chileno”. Tras los acontecimientos revolucionarios de Bolivia en abril de 1952, en los cuáles se vio involucrada directamente la Central Obrera Boliviana (COB), partió desde Chile una delegación obrera solidaria, encabezada por Miranda, a conocer detalles y a apoyar el proceso de consolidación del movimiento. Posteriormente, en 1959, Ernesto Miranda viaja a Cuba a conocer la reciente experiencia revolucionaria, donde fue declarado “ciudadano cubano” por el Consejo de Trabajadores Cubanos. La Tercera, 1° de junio de 1972, p. 5. “Llegado a Chile crea el “Comité de Defensa de la Revolución Cubana”, siendo la primera organización que apoya la gesta en el país”. Mendoza, Marcelo. “El anarquismo en Chile. II parte” en Apsi, del 12 al 25 de enero, 1987, p. 36. Para más detalles del viaje de Miranda a Cuba, ver “Entrevista a Hugo Carter”.

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La estrategia que implementó Ernesto Miranda permitió ampliar el radio de acción para el anarcosindicalismo, y esto estratégicamente facilitó el hecho de que la corriente libertaria pudiera tener una incidencia de primer orden en el movimiento obrero de la década de 1950. Pero Miranda, como anarcosindicalista consecuente que era, comenzó la tarea por casa, o sea, en su gremio.

Jorge Rojas Flores plantea que durante el gobierno de Ibáñez, el predominio del ‘sindicalismo puro’ llevó directamente a la crisis del anarcosindicalismo, lo cual sumado al hecho de que muchos dirigentes ácratas se transformaran en defensores del sindicalismo legal, llevó finalmente a la pérdida de influencia del sindicalismo libertario en el movimiento obrero; influencia nunca más recuperada tras la caída del gobierno ibañista en 1931. A nuestro entender, más que el empuje del proyecto ibañista, lo que entra realmente en crisis durante la segunda mitad de 1920, es el proyecto anarcosindicalista mismo, el cual no evoluciona acorde a los requerimientos del momento. A nivel local, cotidiano, de realidades comunes y coordinaciones específicas frente a determinados problemas, daba soluciones eficientes y rápidas; pero a un nivel mayor, nacional, esta política (de acción directa y radicalización de huelgas) necesariamente va a topar con un techo, va a mostrar evidentes limitaciones en abarcar la realidad en cuanto país. Haber enfrentado este desafío por parte de los anarquistas requería de un salto político cualitativo, que replanteara a un nuevo nivel, fundamentalmente de carácter político y alcance nacional, un programa propositivo. De la constatación de este fenómeno mundial en el anarquismo, arrancarán las críticas que hace al movimiento ácrata Néstor Makhno, en orden a la necesidad de establecer una plataforma programática que proyecte al anarquismo hacia nuevas esferas2. Lo más probable, y con mucho, es que Ernesto Miranda nunca leyera los planteamientos de Makhno; pero él, en base a su experiencia e intuición, tiene que haber llegado a las mismas conclusiones prácticas que el ucraniano: la necesidad de una plataforma programática nacional. De aquí nace su inquietud por fundar una central obrera nacional, de principios revolucionarios, clasista, que si bien por fundamento no se definirá anarcosindicalista ni de otra corriente doctrinaria por su afán unitario; sí establece claramente en su Declaración de Principios un carácter socialista, productivista, profundamente democrático y libertario. Esta aspiración podrá concretarse en un contexto coyuntural determinado, a comienzos de la década del ’50; y pondrá a Miranda en abierta oposición con los anarcosindicalistas de la ‘vieja escuela’, quiénes en más de una ocasión lo acusarán de ‘hereje’, por quebrar los tradicionales planteamientos anarquistas.

Salir del marasmo con una apuesta de clase

El hecho de que los anarcosindicalistas terminaran aceptando a los sindicatos legales en sus federaciones libertarias, lejos de opacar las diferencias que existían entre ambas alternativas, las acentuaron, llevándolas a un plano más profundo. Ya no se trataba solamente de elegir entre crear sindicatos legales o libres, sino más bien de tomar posición - en el escenario de una institucionalización generalizada - entre la alternativa por la vía de un desarrollo sindical propio o que siguiera los lineamientos dictados por los partidos políticos. Estas visiones contrapuestas fueron las que en última instancia se enfrentaron al interior de la CUT a mediados de la década del cincuenta, teniendo al sector anarcosindicalista como a uno de sus protagonistas.

Pero la aceptación del sindicalismo legal, no dio necesariamente mayor ventaja a los sindicalistas libertarios frente a los legalistas. De hecho, a medida que los sindicatos legales se multiplicaban, que el Estado estrechaba el cerco coercitivo sobre la libre sindicación y el sistema de partidos dominaba las

2 El fenómeno de la debilidad orgánica de los grupos ácratas en la década de 1920 también es percibido por un sociólogo, en un trabajo sobre el movimiento de pobladores: “se hace evidente poca fortaleza orgánica del movimiento anarquista en cuanto tal; se puede decir que las organizaciones que constituían su “fuerza” eran más bien débiles. Por esta razón promovían la creación de “coordinaciones” en torno a problemas concretos, en los cuales tenían la posibilidad y la tribuna para encarnar sus planteamientos. Los límites de este accionar son claros: bastaba que las organizaciones convocadas no apoyaran tales planteamientos, para que todo el edificio se debilitara. De aquí nacen sus profundos repliegues hacia el principismo, en los momentos en que no lograba incidir en los movimientos de masas.” Espinoza, Vicente. Para una historia de los pobres de la ciudad, Santiago, Ediciones SUR, 1988, p. 107. DeShazo, por su parte, constata lo limitado de la organización anarcosindicalista en general: “El fracaso de los anarcosindicalistas para formar una organización nacional o incluso regional, a partir de sus numerosos sindicatos, fue el resultado en parte de la rivalidad intersindical, pero también de la aversión natural a la autoridad centralizada... el sindicalismo industrial normalmente no cruzó las líneas municipales. Las federaciones de Zapateros e Imprenta (las federaciones más importantes al interior del anarcosindicalismo) tenían adherentes en otras ciudades aparte de Santiago y Valparaíso, pero todos los sindicatos miembros funcionaban en completa autonomía. Los sindicatos autónomos confinaron a los trabajadores a una sola industria y ciudad, configurándose así al movimiento obrero organizado en Santiago y Valparaíso” DeShazo, op. cit, p. 245. Aquí hay otro hallazgo interesante por parte del estadounidense, pues también establece que las sociedades en resistencia, a pesar de que afirmaban ser organizaciones por oficio, en realidad, estaban orientadas industrialmente, y por tanto, la base de la acción reivindicativa de las federaciones libertarias (USP, FOI, FZA) será el sindicato de planta. Ibid, p. 96. (Las organizaciones obreras marítimas y de la construcción, que participaron en la IWW –organización tachada como centralista y autoritaria por las federaciones anarcosindicalistas autónomas--, tuvieron una actuación mucho más corporativa y gremial en sus conflictos. La influencia de la IWW en estos gremios, está en directa relación con la naturaleza del trabajo realizado, donde el triunfo en las huelgas requería de una alta participación gremial y de una conducción centralizada; pero tal influencia disminuyó mucho a partir de 1924, cuando la IWW comienza a retroceder).

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opciones políticas de la masa de trabajadores, los anarcosindicalistas tuvieron que elaborar respuestas desde unas posiciones que no habían elegido y que más bien les eran impuestas por la iniciativa arrolladora de las clases en el poder. La multiplicación de sindicatos legales durante este período no implicó, en todo caso, una moderación generalizada de los conflictos capital-trabajo, en 1935 las huelgas ilegales duplicaron en número a las legales. Al año siguiente las cuadruplicaron, todo esto en el contexto de una creciente oposición popular al gobierno de Alessandri.. El ascenso del Frente Popular, en el marco de la estrategia de los “partidos obreros” de generar alianzas políticas con sectores de la burguesía (es decir la forma en que la clase trabajadora podía atraer a otras clases o sectores a su lado fue desplazada desde su capacidad de vencer al enemigo de clase a través de la efectividad de su acción directa, hacia su capacidad de negociar y formar pactos electorales, elaborada por la III internacional y aplicada por el PC) y su llegada al gobierno impone la aplicación profunda de la estrategia de sustitución de importaciones la que genera una crisis estructural que se expresa en una inflación rampante, a la que salen del paso los sindicatos a través de álgidas movilizaciones que terminan en represión; la afixia de los sectores populares es coronada con la dictacion de la Ley de Defensa de la Democracia por Gabriel Gozalez Videla, en un intento de desarticualar a la lucha sindical y sacar al PC del mapa político representativo.

A mediados de 1950, la percepción generalizada entre la masa de asalariados era que involucrar sus intereses directamente con las alianzas políticas de gobierno había resultado nefasto para su organización y sus demandas. Un aspecto clave del escenario abierto con el fin del gobierno de González Videla fue la posibilidad de introducir reformas a la regulación laboral vigente, cuyo eje central radicaba en la proscripción legal de la solidaridad entre los diversos sectores de asalariados. En este plano, las asociaciones gremiales no esperaron que la ley ratificara la coordinación amplia entre sindicatos, y por el contrario, se embarcaron en diversas iniciativas tendientes a unificar las luchas del movimiento de trabajadores que a la fecha arrastraba un pesado lastre de dispersión. Esta unidad tenía como fundamento la lucha contra la inflación y el incremento salarial para el conjunto de los trabajadores

Los anarcosindicalistas también jugaron un papel vital en la reestructuración del movimiento sindical en esta fase y en especial Ernesto Miranda: “van a ser los adherentes a la antigua Confederación General de Trabajadores, y en especial la recién unificada Federación Obrera Nacional del Cuero y Calzado los que van a tomar la iniciativa en julio de 1950 para echar las bases de lo que se denominó el Movimiento Unitario Nacional de Trabajadores (MUNT)”3. Este movimiento se planteó como principios rectores “terminar con las viejas prácticas del reformismo sindical” y “desterrar para siempre el tutelaje político y gobiernista de las organizaciones sindicales”4. La agrupación de doce federaciones en este movimiento estimuló a otras seis federaciones obreras autónomas a reagruparse, poco tiempo después, en el Comité Relacionador de Unidad Sindical (CRUS). En octubre de 1950 estas dos organizaciones firmaron un pacto en que se comprometían a impulsar un Congreso que unificara al movimiento obrero chileno. Este acuerdo se hizo extensivo poco después a la JUNECH.

Ernesto Miranda señala respecto a los nuevos vientos de unidad: “Soy partidario de una sola Central, como lo demuestra la labor que desarrollo desde el MUNT, junto a dirigentes gremiales de ascendencia libertaria... Trabajadores no solamente obreros, sino también los empleados, campesinos, técnicos, profesionales e intelectuales; todos ellos en su conjunto, contribuyen con su trabajo intelectual y físico al progreso de los pueblos y como trabajadores tienen la obligación de ir creando los fundamentos sobre los que debe construirse la sociedad futura, que descansará sobre la base de las organizaciones del trabajo y no sobre la actual base burguesa, capitalista y falsa, de los partidos políticos... Mientras luchamos por la abolición del capitalismo, debemos luchar también por el aumento del poder adquisitivo de sueldos y salarios, el respeto a los derechos humanos, a los derechos de organización, reunión y huelga, la defensa de los intereses nacionales, frente a los intereses antinacionales de los capitalistas chilenos y extranjeros y por todo lo que constituye el panorama casi permanente de reivindicaciones inmediatas de los trabajadores; pero la lucha fundamental debe darse para derrotar al capitalismo y reemplazarlo por un sistema de convivencia socialista dentro de normas de libertad que permitan al hombre, al ser humano, manifestarse como tal... La Central Única debe generarse en un amplio Congreso de Unidad, sin ninguna exclusión, y por medio de delegados nombrados directamente por las asambleas sindicales. Otro procedimiento sería espurio... Los sindicatos deben agruparse en federaciones o asociaciones nacionales, bases de la Central, más los consejos locales, departamentales y provinciales. Creo que deben crearse organismos regionales de acuerdo con la diversificación natural de Chile y de nuestra producción minera, industrial y agropecuaria... La actitud de toda central de trabajadores debe ser no solamente de independencia, sino de permanente defensa de los intereses que ella representa sin concesiones, ni aún cuando en algunas ocasiones los gobernantes se manifiesten a veces, política o ideológicamente afines con algunos sectores componentes de la Central. Hay que mantener independencia absoluta frente a los partidos políticos, pero no se puede discriminar sobre la ideología o el credo de los integrantes de la

3 Barría, Jorge. Trayectoria..., op. cit, p. 29. 4 Id.

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Central... Las condiciones para realizar la unidad son: terminar toda colaboración con los partidos políticos, la burguesía y el Estado, con las combinaciones políticas o electorales; es decir, recuperar los sindicatos para la defensa de los intereses de los trabajadores. Nada con el capitalismo. Hay que reencontrar la antigua línea de combate de los sindicatos”. Vemos claramente como en este proyecto se rescatan los elementos de antaño del sindicalismo, se conjuga una línea ascendente de constante retroalimentación entre la micro-lucha reivindicativa y la macro-lucha emancipadora y se pone de relieve la lucha de clases, condenándose el colaboracionismo; elementos todos pertenecientes a una cultura obrera proveniente de larga data, este es el sustento ideológico que imprímenlos anarquistas a la CUT de 1953.

La Fundación de la CUT

La Central Única nació y dentro de su plataforma de lucha, los pedestales de la Central Única fueron los anarquistas, los anarcosindicalistas... y dentro de la Declaración de Principios se sacó la parte medular de los anarquistas, vale decir que la emancipación de los trabajadores es obra de los propios trabajadores; y

la CUT decía en su declaración: “la Central Única luchará hacia la toma del poder para llegar a un socialismo integral” ”5. En efecto, la Declaración de Principios establecía en su 5° párrafo, “la lucha contra la explotación del hombre por el hombre hasta llegar al socialismo integral”6. El término “socialismo integral” era por esencia una definición anarcosindicalista, y de esto da cuenta Jorge Rojas Flores cuando establece que “la finalidad primordial, declarada por la Confederación (General de Trabajadores en la década del ’30), era la de organizar a todos los obreros sin distinción para la lucha contra la explotación del régimen capitalista hasta llegar al socialismo integral”.

También es posible encontrar, y de modo más evidente, el sello anarcosindicalista, en otros puntos de la Declaración de Principios: “el régimen capitalista actual... debe ser substituido por un régimen económico-social que liquide la propiedad privada hasta llegar a la sociedad sin

clases... la Central Única de Trabajadores desarrollará una acción reivindicacionista encuadrada dentro de los principios y métodos de lucha de clases, conservando su plena independencia de todos los gobiernos y sectarismos políticos partidistas. Sin embargo, la Central Única de Trabajadores no es una Central apolítica: por el contrario, representando la conjunción de todos los sectores de la masa trabajadora, su acción emancipadora la desarrollará por sobre los partidos políticos, a fin de mantener su cohesión orgánica...”. En el último párrafo de la Declaración, queda estampada; en forma categórica, los lineamientos ácratas: “Que la Central Única de Trabajadores considera que la lucha sindical es parte integrante del movimiento general de clases del proletariado y de las masas explotadas, y en esta virtud no puede ni debe permanecer neutral en la lucha social y debe asumir el rol de conducción que le corresponde. En consecuencia, declara que los sindicatos son organismos de defensa de los intereses y fines de los trabajadores dentro del sistema capitalista. Pero, al mismo tiempo, son organismos de lucha clasista que señalan como meta la emancipación económica de los mismos, o sea, la transformación socialista de la sociedad, la abolición de clases y la organización de la vida humana mediante la supresión del estado opresor”7. Los fundamentos de esta Declaración, estriban en el proyecto anarcosindicalista encabezado por Miranda, que apuntaba a la conducción de la sociedad a partir de los gremios; proyecto que genéricamente llegó a ser conocido en la época como la “República de los Trabajadores”. Este ideario político-gremial será totalmente opuesto al proyecto ibañista de 1927, cuyos fundamentos fueron la base de un “corporativismo estatal”; pero que compartía con él su rechazo hacia la conducción político-partidista de la sociedad. Así y todo, es difícil creer que una corriente que logró una representación neta de 12,5% en el Consejo Directivo Nacional de la CUT, haya podido estampar sus principios doctrinarios en forma más

5 Entrevista a Hugo Carter”.6 Ver “Declaración de Principios de la Central Única de Trabajadores”.7 Ver “Declaración de Principios de la Central Única de Trabajadores”. De hecho, son estos mismos puntos de la Declaración los que se cambian en 1957, tras la salida de los dirigentes anarcosindicalistas de la CUT.

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evidente; pero esto tenía su razón de ser, ubicada incluso por sobre la contingencia de los propios anarcosindicalistas, como veremos más adelante.

Pero la influencia ácrata no se quedó sólo en el ámbito de las declaraciones doctrinarias; también sustentó propuestas concretas de acción a seguir. “En la sesión plenaria del sábado (14 de febrero de 1953) se aprobó un plan de estructuración medular, propuesto por los anarcosindicalistas. En virtud de este plan, que pocos han analizado en detalle; la CUT preparará expertos en finanzas, obras públicas, economía y comercio, salubridad, educación, etc. En esta virtud, la Central Única de Trabajadores, llegado el caso estará en condiciones de ejercer o desarrollar funciones gubernativas”8. Según Oscar Ortiz, los anarcosindicalistas chilenos siguieron el ejemplo de la CNT española, al procurar la preparación expertos obreros en distintos ámbitos sociales, para que llegado el caso, la Central Sindical llevara a cabo funciones político-económicas, siendo efectivamente una “alternativa de dirección revolucionaria”9.

La estrategia que implementó Ernesto Miranda permitió ampliar el radio de acción para el anarcosindicalismo, y esto estratégicamente facilitó el hecho de que la corriente libertaria pudiera tener una incidencia de primer orden en el movimiento obrero de la década de 1950. Y justamente las gestiones unitarias en serio, sólo cobrarán fuerza en todo el mundo sindical, una vez que Carlos Ibáñez arrasara en las elecciones del 5 de septiembre de 1952 a través de una campaña populista arrolladora.

La primera manifestación significativa de fuerza de la CUT, fue hecha en mayo de 1954, tras la detención de su presidente; Clotario Blest; en un paro que sumó aproximadamente a unos 500.000 trabajadores. A partir de esa fecha, la CUT inicia una etapa de ascenso meteórico en cuanto a acumulación de fuerzas laborales en el país y, a la vez, como portavoz frente a la sociedad chilena, ampliamente reconocido por los trabajadores, debido a la fuerza de su representatividad. Todo este ascenso fue desarrollándose en contrapunto con la derechización del gobierno de Ibáñez.

La Huelga General del 7 de julio de 1953

En Chile, mientras tanto, la situación se volvía realmente explosiva. De una parte, a situación económica en Chile era francamente desastrosa, alcanzando una de las cifras de inflación promedio más altas en el mundo. Entre 1953 y 1954 el promedio de las alzas había alcanzado un 71%; alcanzando hacia

abril de 1955 un promedio anual de 108%. De otra parte, el clima político-social del país se enrarecía, a causa de la existencia de un complot militar que amenazaba con dar un inminente golpe de Estado, a fin de afirmar al gobierno de Ibáñez; quien a esa altura ya no era ni la sombra del ‘general de la esperanza’. El intento golpista fracasó por la renuncia de dos generales, para quienes resultaba inaceptable el hostigamiento indisciplinario incitado por el jefe de Estado. Todo esto desprestigiaba y debilitaba aún más la alicaída gestión presidencial; y por otra parte, daba señales inconfundibles a la CUT (en virtud de su Declaración de

Principios), para que ésta asumiera un rol protagónico en la política chilena; cuestión que el sector de ‘acción directa’, interpretaba como el momento coyuntural de asumir sin rodeos la conducción política y económica del país.

Es en este contexto, que la CUT convoca a una jornada de paralización indefinida para el día 7 de julio de 1955, es entonces cuando la clase obrera chilena vivió una de sus jornadas más trascendentes dentro la historia sindical, donde logró poner en jaque directo a la institucionalidad vigente, con un paro nacional que convocó al 90 % de la población trabajadora activa de ese entonces: aproximadamente un millón doscientas mil personas. De hecho, ha sido la huelga con más convocatoria que ha tenido Chile, y es un comentario común entre la gente que vivió este movimiento huelguístico decir que ese día “no se movió ni un alma”. Y por cierto, que las fuerzas anarcosindicalistas fueron protagonistas de primera línea de esta movilización, la cual fue encabezada desde el interior de la Central Única de Trabajadores (CUT).

Durante ese día jueves 7, la decisión de continuar o dar término al paro nacional, hizo deliberar a los dirigentes de la CUT desde las 15: 30 hasta las 23:45 hrs. De acuerdo a lo estipulado, el Consejo de

8 Vea. 18 de febrero de 1953, p. 4.9 Ortiz, Oscar. “Una fecha para rememorar: 7 de julio de 1955” en Hombre y Sociedad, n° 5, abril-julio de 1998, pp. 13-14.

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Federaciones de la CUT sería el que en última instancia decidiría la mantención o suspensión del Paro. La reunión de este Consejo se extendió desde las 22: 15 hasta las 23:45, donde hubo acuerdo de suspender el paro a las 24 horas. La votación aquí fue la siguiente: por la suspensión del paro, 29 federaciones; 16 federaciones por el paro indefinido; 4 abstenciones y 3 inasistencias (cobre, marítimos y municipales).

A los partidos políticos de izquierda les interesaba sólo un paro de advertencia por 24 horas, y no uno indefinido, pues el paro indefinido abría las puertas para que la CUT pasara a controlar el gobierno. Esto último iba en contra de los intereses partidistas, a los que les interesaba en definitiva llegar al poder. En tales maniobras, fueron fundamentales las negociaciones que llevó a cabo Salvador Allende entre los diversos partidos de izquierda.

A continuación presentamos una tabla con los porcentajes frente a cada una de las posturas respecto al paro. A la vez, este gráfico nos da una idea de la fuerza de cada uno de los dos sectores en pugna al interior de la CUT:

Porcentajes asignados a cada una de las posibilidades de votación al interior de la CUT en la huelga del 7 de julio de 1955 *

Consejo Directivo Nacional

Consejo de Federaciones

Índice promedio de las dos votaciones

Paro por 24 horas 45,8% 53% 49,4%Paro indefinido 29,1% 32,6% 30,8%Inasistencias 25% 6,1% 15,5%Abstenciones -- 8,1% 4%TOTAL 100% 100% 100%

La posición del Partido Comunista en el Consejo de Federaciones fue la siguiente: “el Paro Indefinido no es otra cosa que entregarse maniatado al enemigo, dejando libre el campo para que en su propio terreno resuelva la lucha a favor suyo. Algunos de nuestros compañeros han llegado incluso a plantear que la huelga general proletaria es la arma máxima del movimiento obrero, la ‘antesala de la insurrección’. Pero es un grave error. Creadas las condiciones para la toma del poder, la clase obrera no puede apelar a tal ‘arma máxima’ pues puede ser aprovechada finalmente por los elementos aventureros y golpistas con finalidades reaccionarias y antiobreras... (Este paro) es la iniciación de las luchas de los trabajadores por obtener finalidades exclusivamente económicas, exigiendo al Ejecutivo y al Parlamento el

despacho de las iniciativas tendientes a dar satisfacción a sus aspiraciones.”i. Sin duda, tal posición exigía a la larga, la clientelización del conjunto de los trabajadores tras el alero de los partidos políticos de izquierda, quienes en definitiva dictaminarían el devenir político.

El desarrollo y conclusión del paro, junto al posterior acuerdo de la CUT con el gobierno, indicaba varias cosas. Primero, que la magnitud del paro, rebalsaba con creces las demandas reivindicativas gremiales, y apuntaba decisivamente hacia un cambio económico estructural de características socializantes. Lo segundo, es que el grueso de las fuerzas político-partidistas, estimaba que la CUT no era el instrumento político adecuado para canalizar dicho cambio, y que este proceso debía ser

conducido sin mayores interferencias, por los partidos políticos –fueran de centro, izquierda o de una coalición de ambos-. Y aquí, más importante que la salida legalista o ‘responsable’ frente a la posibilidad de paro indefinido, revolucionario y ‘aventurero’; era mucho más trascendente la reconfiguración de la legitimidad de los partidos políticos como conductores de los destinos sociales.

* No se incluyó en el porcentaje total del CDN a Clotario Blest, puesto que éste de antemano se autoexcluyó de la votación de la CUT; por lo tanto, el 100 % está tomado en relación a 24 consejeros.Los datos de esta tabla están tomados de las notas 23 y 24.

i

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Con esta jugada –de la cual Salvador Allende fue artífice-, fue eliminada la posibilidad de un despliegue revolucionario autónomo por parte del sindicalismo chileno, la cual fue reemplazada por una combinación electoral de centro-izquierda, que con el tiempo cristalizaría en la Unidad Popular de 1970. Como epílogo insertamos la declaración de un dirigente anarcosindicalista que participó en la movilización del 7 de julio: “Se perdió el objetivo principal, se dividió la CUT, y los comunistas la siguieron manteniendo. El movimiento anarcosindicalista se retiró, se rompió ya definitivamente; dijimos: ‘ya, qué más vamos a hacer’; no íbamos a estar dándole patente a una organización sindical que se iba a convertir en un apéndice del Partido Comunista. También se rompió el Frente de Clase. Los socialistas populares hicieron alianza con los socialistas de Chile para formar el FRAP, frente de trabajadores para participar en el proceso electoral, y se acabó el movimiento sindical; se reemplazó por una combinación electoral. En vista de eso ya no quedaba más que hacer, y nosotros nos retiramos. Dijimos: ‘vamos a perder el tiempo como siempre con estos gallos, y esto no va a tener objetivo’. La CUT nunca más se paró. Lo doloroso fue con los trabajadores; que ese Frente de Clase que habían conducido los socialistas populares con nosotros, hacíamos un gran peso en el movimiento sindical; y con los trotskistas, que no eran muchos pero que eran valiosos y estaban en una línea similar a la nuestra, podríamos haber hecho grandes cosas. En cambio con el proceso electoral, al tiempo después salió el señor Allende, después de algunas aventuras electorales que tuvo; y los trabajadores fueron asesinados una vez más. Tuvimos la oportunidad de hacer la revolución, no hecha por el PC, sino que hecha por los trabajadores…”ii.

El Movimiento Libertario 7 de Julio

Los libertarios, una vez abandonada la CUT en 1957, formarán el Movimiento Libertario 7 de Julio —de los restos del MSR—; aunque otros como Ernesto Miranda10 continúan apoyando al secretario general de ese organismo, Clotario Blest hasta su renuncia en 1961.11

De la mano de Ernesto Miranda se forma en 1957 el Movimiento Libertario “7 de Julio”, en honor a la huelga general efectuada en 1955. Esa orgánica agrupa a gran parte de los anarquistas y sindicalistas dispersos luego de su salida de la CUT. Ese grupo posee una fuerte raigambre de trabajadores y características de las viejas dinámicas anarcosindicalistas. Pero, a la vez, se trata de un movimiento político radical que posee una perspectiva de cambio más amplia que la del mundo laboral. Esta agrupación logra tener representantes en Osorno, Temuco, Concepción, Linares y Talca:

Ese movimiento ve en el ámbito económico el motor del cambio político. Considera que la administración pública, llevada a cabo por los partidos políticos, debe ser sustituida por organizaciones sindicales y comunales de trabajadores. Las propuestas para llevar a cabo ese cambio estructural son la abolición del latifundio, abolición de los monopolios y expropiación de empresas y fuentes de riqueza nacionales, entre muchas otras medidas, destacando el énfasis en la educación del pueblo.

El proyecto político del Movimiento Libertario “7 de julio” es concebido como un programa de reconstrucción política y económica. Los mecanismos de presión o de acción que sustentan –pese a que no lo expresan literalmente–, no descartan la violencia en la medida que sea necesaria, desarrollada ésta por medio de la huelga, el boicot, sabotaje o la desobediencia civil,12 constante que se desarrolla a lo largo de toda la década del sesenta.

Esa agrupación, como mencionamos antes, mantiene muchas premisas existentes en el sindicalismo. Para ingresar al movimiento, por ejemplo, simplemente era necesario asistir a las reuniones, integrar comisiones y no pertenecer a partidos políticos. Donde se marca la diferencia es en el requisito de asistir a los cursos de estudios; es decir, existe una voluntad de formación política definida dentro de una concepción libertaria. Además de su mención expresa, se lleva a cabo en la práctica, pues los derechos de los integrantes son absolutos dentro de una dinámica horizontalista, inclusive al defender los puntos de

10 “Voto sindical presentado por el PC ante el Consejo de Federaciones de la CUT”, Archivo Clotario Blest, julio de 1955; citado por

Oscar Ortiz en “Una fecha para rememorar: 7 de julio de 1955”, Hombre y Sociedad, n.° 5, abril-julio de 1998. ? Entrevista a Celso Pobrete

? Ernesto Miranda Rivas (1912-1978) ingresa a muy temprana edad al sindicato del Calzado, al que con el tiempo logra unificar, creando el gremio del Cuero y del Calzado, la que logra en 1951 al fundar la Federación Nacional del Cuero y Calzado (FONACC). Es también uno de los protagonistas de la conformación del MUNT y de la CUT, organizaciones en las que integra su Comité Central. Posteriormente, fue uno de los dirigentes del Movimiento 7 de julio, Movimiento 3 de noviembre (M3N), Movimiento de Fuerzas Revolucionarias (MFR) y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Durante la década de los setenta se presenta como candidato a la presidencia de la CUT, en la que es derrotado. Según testimonios recogidos tanto de sus partidarios como detractores, Miranda era un hombre carismático, inclusive, algunos llegan a hablar de “anarcomirandismo” o simplemente de “mirandismo”. Miranda es clave en el periodo que estamos estudiando, pues más allá de haber sido protagonista en gran parte de los referentes políticos de la izquierda revolucionaria en Chile, se aglutinan a su alrededor individuos que seguirán la senda libertaria en las décadas posteriores.11 VITALE, Op. Cit. Capítulo III.12 Declaración de principios del movimiento libertario chileno.ii

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vista particulares, debatiendo, discutiendo, siempre en un tono fraternal y de compañerismo; vale decir, no hay una adhesión rigurosamente anarquista, pero la concepción libertaria que se maneja, no se comprende sin la ideología ácrata.

La Unidad del Campo Revolucionario, el Movimiento de Fuerzas Revolucionarias

A pesar a la absoluta hegemonía de los partidos políticos como referentes de masas –definitivamente a partir de 1960–, existe otro referente que va ganando paulatinamente fuerza: la Revolución Cubana. En ese sentido, se produce una diferencia profunda en como encausar los procesos sociales. Por un lado, se encuentra la legalidad político-electoralista; por otro lado, la vía armada revolucionaria-insurreccional. Esos dos referentes marcan los lineamientos de las alianzas políticas de esos años.

Los anarquistas, que en ese periodo se encuentran en su mayoría en el Movimiento 7 de Julio, optan por la vía insurreccional; sin embargo, no existe un referente amplio y aglutinador de los sectores radicales de izquierda. Según los testimonios recogidos y algunas fuentes que mencionan de manera vaga ese acontecimiento, sabemos que durante 1960 Clotario Blest realiza una visita a Cuba para entrevistarse con el mítico Che Guevara. Es durante esa reunión cuando le surge el germen de la vía armada como único medio de transformación social. A su regreso a Chile, Blest forma el Movimiento 3 de Noviembre (M3N), que tiene como finalidad “impulsar la revolución”.13 Para ello comienza a reunir a los sectores de la izquierda revolucionaria para generar un frente común contrario a la vía electoral.

De esa manera se crea en 1961 el Movimiento de Fuerzas Revolucionarias (MFR), que agrupa en su seno a anarquistas, trotskistas, maoístas, socialistas y comunistas no-alineados, dando inicio a la vía insurreccional con importante presencia en el mundo sindical. Aún los viejos actores políticos son los impulsores del cambio social.

Los realineamientos y las nuevas alianzas se desarrollan lentamente, siendo el norte común la vía revolucionaria. Hacia 15 de agosto1965 confluyen el MFR, el Partido Socialista Popular (PSP), la Vanguardia Revolucionaria Marxista (VRM) entre otros sectores, para crear un referente amplio denominado Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). No deja de ser singular que el congreso fundacional de esa orgánica se lleve a cabo en la sede de los anarquistas, ubicada en San Francisco 268, en Santiago. Sin embargo, los anarquistas se mantienen al margen de esa organización debido a diferencias políticas.

Paulatinamente los viejos revolucionarios, Clotario Blest, Humberto Valenzuela y Enrique Sepúlveda, comienzan un proceso de alejamiento del MIR, dando paso a la juventud, centrada en la figura de Miguel Enríquez, quien toma la dirección política del MIR transformándolo de lleno en un referente marxista-leninista hacia su tercer congreso en 1967.14

Miranda continua trabajando a la interna del gremio del calzado, para recuperar la presencia y conducción perdida por medio de las maniobras del Partido Socialista, en eso estaban cuando se produce un proceso de ascenso del movimiento de masas y es asi en que los anarcosindicalistas levantan el Movimiento Sindical Libertario (MSL), organización que inscribe una lista en las elecciones generales dela CUT, cuyo candidato a presidente fue Ernesto Miranda. Sin embargo, esa lista tuvo carácter marginal, y sin gran despliegue publicitario. De ese modo, los medios de comunicación de la época no le dieron cabida, ya que la gran mayoría de los periódicos están monopolizados por los partidos políticos como la DC, el PC y PS.

En ese escenario Miranda por sí solo no pudo tener buenos resultados. La elección se lleva a cabo en julio de 1972 y el MSL obtiene cerca de 1000 votos (0,35%),15 que si bien es una baja votación, no deja de ser significativo ante las circunstancias adversas en esa campaña electoral para los sectores anarquistas, como el mismo Miranda precisa:

“(...) en esta elección sindical el resultado será el mismo de las elecciones políticas; ganarán los partidos que ya tienen el poder sindical en sus manos (....) Si a esto se agrega que dichos partidos disponen de millones de escudos para movilizar todos los medios de transporte y comunicaciones, prensa, radio, televisión (...) mientras nosotros no tenemos medios informativos ni económicos de ninguna clase y nuestros comunicados de prensa no los ha publicado nadie, ya puede calcularse cual será el resultado”.16

13 ORTIZ, Oscar. “Los secretos de la prehistoria del MIR”, en diario El Metropolitano, Santiago 15 Agosto 2000.14 Ibid, p. 140.15 Central Única de Trabajadores (CUT): Resultados oficiales sobre la elección de la CUT (julio de 1972), en La Izquierda en Chile, Op.Cit. p.2862. 16 Movimiento Sindical Libertario, “La Tercera de la Hora”, jueves primero de junio de 1972, p.5.

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El final de la vida de Miranda y su participación en el Codehs

Clotario Blest invita a Miranda a participar del CODHES Comité de Derechos Humanos y Sindicales, hacia 1975, trabajo centrado en el rescate y salida del país de prisioneros políticos.

A juicio del historiador Oscar Ortiz, Miranda fue quien creó las primeras fichas de violaciones a derechos humanos que luego ocuparía la Vicaria de la Solidaridad para clasificar los casos de prisioneros políticos, pues él tenía experiencia en ese tipo de trabajo, ya que lo había realizado para refugiados de la Guerra Civil Española. Posteriormente a la articulación de organizaciones de derechos humanos más amplias, el Codehs se dedica a sacar del país a gente que no tenía apoyo partidista, como fue el caso de los integrantes de la Vanguardia Organizada del Pueblo (VOP).

Grupos anarcosindicalistas de Suecia, Noruega, Alemania y Francia, donde se encuentran militantes anarcosindicalistas chilenos exiliados, mandan cupos para sacar gente. De esa manera, comienza el proceso de clasificación donde se designaban las prioridades de extradición según edad y situación familiar, entre otras variables. Ese trabajo fue en coordinación con el Alto Comisionado de Naciones Unidas (Acnur) y el Comité de Seguridad para la Inmigración Europea (Cime), organismos que ayudaban a presionar y apresurar la salida de algunos individuos.

El Codehs es también el organismo que logra en 1977 y 1978 organizar el primer acto conmemorativo del 1º de Mayo, situación que va generando confianza y rompiendo paulatinamente el miedo instaurado por la dictadura militar.

Con toda una vida entregada a la lucha de los oprimidos, nuestro compañero Ernesto Miranda Rivas deja este mundo el 17 de octubre de 1978 producto de una complicación en una operación: no se sabe bien si a la vesícula y por tanto peritonitis, o pancreatitis. Incluso hay versiones más polémicas respecto a su muerte, como que lo habrían envenenado en su operación (al igual que Arturo Frei Montalva, produciéndole un shock séptico) por participar en el CODHES, pero esas versiones  no son plenamente verificables por ahora y caen en el terreno de la especulación; para concluir es necesario mencionar que en su funeral, en los años mas oscuros de nuestra patria, ondea por última vez la bandera roja y negra del anarquismo militante con las siglas de la gloriosa FONAC; hoy a 28 años retomamos esas banderas y ese camino que el compañero nos indicó avanzando día a día, paso a paso y muro a muro hacia la revolución y las estrellas.