qué significa pensar-serenidad
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Qu significa pensar (1951)
por MARTIN HEIDEGGER
Versin castellana de H. Kahmemam, Buenos Aires, Nova.
QUINTA LECCIN.
el aprender no se puede lograr a fuerza de regaos. Y sin embargo, en ocasiones uno tiene que
alzar la voz mientras est enseando. Hasta tiene que gritar y gritar, aun donde se trata de hacer
aprender un asunto tan silencioso como es el pensar. Nietzsche que era uno de los hombres ms
silencioso y retrados, saba de esta necesidad. Sufri el tormento de tener que gritar. En un
dcada en que la opinin pblica no saba todava nada de guerras mundiales, en que la fe en el
progreso casi se estaba haciendo la religin de los pueblos y estado civilizados, Nietzsche lanz
el grito: El desierto est creciendo...
Este grito escrito de su pensamiento es el libro que intitul: As habl Zaratustra. Esta obra de
Nietzsche piensa el nico pensamiento de este pensador: el pensamiento del eterno retorno de lo
Mismo. Cada pensador piensa solamente un nico pensamiento.
As hablo Zaratustra. Un libro para todos y ninguno. Qu inquietante es la forma en que este
subttulo de la obra se ha verificado en los setenta aos que han pasado desde su aparicin -pero
en el sentido exactamente inverso! Lleg a ser un libro para cualquiera, y no asoma ningn
pensante que est a la altura del pensamiento fundamental de este libro y de su oscuridad. En la
cuarta y ltima parte de este libro, escribi Nietzsche la palabra: El desierto est creciendo...,
escribiendo en esta palabra todo cuanto saba. Porque esta palabra es el ttulo de un canto que
escribi Nietzsche cuando estaba ms alejado que nunca de la vieja Europa nubosa, hmeda y
melanclica. La palabra completa dice as: El desierto est creciendo: ay del que alberga
desiertos! A quin va dirigido este ay!? Pens Nietzsche aqu es s mismo? Y qu si hubiera
sabido que precisamente su pensar haba de acarrear primero una devastacin en medio de la
cual alguna vez, y procedente de otra parte, naceran aqu y all oasis y brotaran manantiales? Y
qu si hubiera sabido que l haba de ser una transicin provisional que seala tanto hacia el
porvenir como hacia el pasado, siendo por esto ambigua en todas sus partes, hasta en la forma y
el sentido de la misma transicin? Todo lo indica as, como el mismo Nietzsche lo saba y lo cual
por esta razn, expreso a menudo en palabras enigmticas. sta es tambin la razn por la que un
dilogo pensante con l se va trasponiendo de continuo a otras dimensiones. Por eso, frente a su
pensar fracasan en un sentido especial todas las frmulas y ttulos. Esto no quiere decir en manera
alguna que el pensar de Nietzsche no sea ms que un juego con imgenes y signos del que pueda
uno desdecirse y retirar lo dicho en cualquier momento. Lo pensado de su pensamiento es
unvoco si lo hubo; pero lo unvoco es pluridimensional, en dimensiones que ensamblan unas con
otras. Una de las razones que para ello hay est en que en los pensamientos de Nietzsche estn
reunidos convenientemente, aunque transformados sin excepcin, todos los motivos del
pensamiento occidental.
En su pensamiento se traduce al lenguaje lo que es, o ms precisamente, lo que todava ha de
venir al ser. Porque la poca moderna no ha tocado a su fin en manera alguna. Por el contrario,
est entrando recin en los comienzos de su consumacin que presumiblemente ha de ser de
larga duracin. Y el pensamiento de Nietzsche? Es parte de lo que da que pensar que an no hasido hallado. Es parte de lo que por antonomasia incita a pensar el que no estemos preparados en
lo ms mnimo para perder en verdad lo hallado, en lugar de slo pasarlo por alto y esquivarlo.
Este esquivarlo se realiza a menudo en forma inocua, a saber, presentando una exposicin
completa de la filosofa de Nietzsche. Como si pudiese haber una exposicin que no deba ser
necesariamente, y hasta en los ltimos resquicios, una interpretacin. Como si pudiese haber
interpretacin alguna que se salva de ser una toma de posicin, cuando no, por su punto de
partida, ya un tcito rechazo y refutacin. Pero nunca ser posible superar a un pensador
refutndolo y amontonando en torno a l una literatura refutatoria. Lo pensado por un pensador
solamente puede superarse reduciendo lo impensado de su pensamiento a una verdad esencial.
SEXTA LECCIN
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un momento histrico que Nietzsche fue el primero en comprender claramente, siendo tambin
el nico hasta el momento que meditase metafsicamente sobre todos su alcances. Es el momento
en que el hombre se apresta a asumir el poder sobre la tierra en su totalidad.
Nietzsche es el primero que se plantea la pregunta: el hombre en cuanto hombre con su esencia
tal como sta ha sido hasta el presente, est preparado para la asuncin del poder? Y de no seras, qu deber producirse en el hombre tal como ha sido hasta el presente, para que pueda
someter a la tierra, dando cumplimiento de esta manera a una palabra del Antiguo Testamento?
Dentro del horizonte de su pensamiento, Nietzsche llama a este hombre tal como ha sido hasta el
momento, el ltimo hombre. El ltimo hombre es aquel que ya no es capaz de ver ms all de s
mismo y de ascender antes que nada por encima de s mismo hasta el mbito de su misin, para
hacerse cargo de la misma, conforme a su esencia. Nietzsche aclara: esta esencia del hombre
todava no ha sido definida, es decir, no ha sido hallada ni determinada. Por esto dice Nietzsche :
El hombre es el animal an no definido. Esta afirmacin suena extraa. Sin embargo, no hace
sino pronunciar lo que el pensamiento occidental pens en todo momento acerca del hombre. El
hombre es el animal rationale, el animal racional. Por la razn el hombre se eleva sobre elanimal, pero de tal manera que en todo momento tiene que mirar hacia abajo a la altura del
animal, para someterlo, para dominarlo. Si tomamos lo animal como lo sensible, y la razn como
lo no sensible y suprasensible, entonces aparece el hombre, el animal rationale como el ser
sensible-suprasensible. Si, de acuerdo a la tradicin denominamos lo sensible como lo fsico,
entonces la razn, lo suprasensible se muestra como algo que trasciende lo sensible lo fsico. Ms
all se dice en griego met; met ta fnsic: ms all de lo fsico, sensible, lo suprasensible, en su
ms all de lo fsico es lo metafsico. El hombre en cuanto se lo representa como animal rationale,
es lo fsico en la superacin de lo fsico; dicho en una palabra: en la esencia del hombre como
animal rationale se congrega el ms-all-de lo fsico hacia lo no-fsico: de esta manera el hombre
es lo metafsico mismo.
El hombre tal como es hasta el presente es el ltimo hombre, en el sentido de que no es capaz, y
esto equivale a decir que no quiere someterse a s mismo y despreciar lo despreciable de su
manera de ser hasta ahora. Por esto hay que buscar para el hombre la transicin hacia el ms all
de s mismo; por esto hay que encontrar el puente que conduce a la esencia en virtud, de la cual el
hombre tal como fue hasta ahora puede ser el vencedor de la esencia que ha sido hasta el
presente, y que es la ultima. Nietzsche llama al hombre que va ms all del que existi hasta
ahora, el super-hombre. Lo que Nietzsche precisamente no quiere decir con este nombre es un
hombre tal como ha sido hasta ahora y solamente superdimensionado. Tampoco designa una
especie de hombre que desecha lo humano, entronizando el arbitrio como ley y haciendo unaregla del delirio titnico. El superhombre es aquel que traspone la esencia del hombre que ha sido
hasta ahora, a su verdad, incorporndose esta ltima. El hombre que ha sido hasta ahora
determinado as en su esencia, ha de ponerse en condiciones, por este medio, de ser en el futuro
el amo de la tierra, es decir, de administrar las posibilidades que ad-vienen al hombre futuro a
partir de la esencia de la trasformacin tcnica de la tierra y de la accin humana. Pero jams
debemos buscar la figura de la esencia del superhombre en aquellos personajes que son
promovidos como altos funcionarios de una voluntad de poder superficial y mal interpretada a los
puestos cumbres de las diversas formas de organizacin de aqulla.
El desierto est creciendo, desventurado el que alberga desiertos! A quin se dirige este
desventurado? Es el superhombre: porque el transente ha de ser un decadente; el camino del
superhombre se inicia en su ocaso.
El superhombre va ms all del hombre cual ha sido hasta ahora y que por esto, es el ltimo
hombre. De no quedarse estancado en la especie del hombre cual ha sido hasta ahora, el hombre
es una transicin: es un puente: es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre.
Zaratustra no es todava el mismo superhombre, sino el primero absolutamente que transita hacia
aqul, o sea, que es el que se est haciendo superhombre.
Nietzsche caracteriza al ltimo hombre como el que ha sido hasta ahora, el que, por as decirlo,
consolida en s mismo la esencia del hombre tal cual existe hasta el presente. Por esto es
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precisamente el ltimo hombre quien se mantiene ms alejado de la posibilidad de pasar ms all
de s mismo. Debido a la manera de ser del ltimo hombre, la razn, el representar tienen en
consecuencia que perecer de un modo peculiar, y por as decirlo, obstruirse en s mismo. El
representar acaba entonces por atenerse solamente a lo que le sea yuxta-puesto o pro-puesto, y
esto en calidad de tal, cuya proposicin queda regulada por el manejo y el arbitrio del representar
humano y que por mutuo convenio se ajusta a la comprensibilidad y conveniencia generales. Todolo que es, llega a manifestarse solamente en la medida que merced a este representar tcitamente
convenido se propone como objeto o un estado de cosas, obteniendo de esta manera su licencia
de admisin. El ltimo hombre, la especie definitiva del hombre tal cual ha sido hasta ahora se
confiere en general as mismo y todo lo que es, la estabilidad, por medio de una manera especial
de representar.
TRANSITO DE LA SEXTA LECCIN A LA SPTIMA
El hombre actual no est preparado para la formacin y asuncin de un gobierno de la tierra;porque el hombre actual no solamente aqu y all, sino en toda su manera de ser, est cojeando
rezagado de un modo extrao detrs de lo que hace mucho que es. Pero lo que propiamente es el
ser que predetermina todo ente, no se deja nunca circunscribir registrando hechos, ni invocando
circunstancias especiales. La sana razn, tantas veces y tan solcitamente citada con ocasin de
semejantes tentativas, no es tan sana ni tan natural como suele aparentar. Sobre todo, no es tan
absoluta como se presenta, sino que es el producto superficial de aquella manera de representar
que caracterizaba finalmente la poca de las luces en el siglo XVIII. La sana razn queda amoldada
a una determinada concepcin de lo que es, debe ser y se permite que sea.
A ste [al superhombre] empero, no le encontraremos jams mientras vayamos a buscarle en loslugares de la opinin pblica teleguiada y en las ferias del comercio cultural, donde es siempre y
slo el ltimo hombre quien maneja el mecanismo. El superhombre no aparece nunca en los
ruidosos desfiles de supuestos poderosos, ni en los encuentros convenientemente arreglados de
los estadistas. La aparicin del superhombre queda tambin inaccesible para los telerregistradores
y los cables de los corresponsales que suministran, es decir, pre-sentan los acontecimientos a la
opinin pblica, aun antes de haber acontecido. Estas formas del re-presentar con arreglos y mise-
en-scne, falsifican lo que propiamente es. Tal falsificacin no ocurre al margen, sino obedeciendo
el principio de una manera de ver las cosas uniformemente imperante. Esta clase de
representacin falsificadora tiene siempre de su lado la sana razn. Es el ya famoso hombre de la
calle quien se hace presente hoy da en todos los sectores, tambin el del comercio literario.
Cul es el espritu de este representar? De qu ndole es el pensar del hombre tal como ha sido
hasta el presente?
La respuesta que Nietzsche da a nuestra pregunta sobre ese representar que predomina de
antemano en todo el parpadeo del ltimo hombre, est escrito en el prrafo antepenltimo de la
segunda parte de As habl Zaratustra (1883). Tiene por ttulo las palabras De la redencin, y
dice as:
El espritu de la venganza: amigos mos, esto ha sido hasta ahora lo mejor a donde lleg el pensar
de los hombres, y donde haba sufrimiento, all deba estar siempre el castigo
Venganza, vengar, wreken, urgere, significan: empujar, aguijonear, perseguir, acechar. El pensar,
el re-presentar de hombre tal como ha sido hasta ahora, est determinado por la venganza, el
acechar.
En qu piensa Nietzsche al buscar este puente, para llegar del ltimo hombre al super-hombre?
Pues que el hombre sea redimido de la venganza: esto es para m el puente hacia la suprema
esperanza y un arco iris al cabo de muchas tormentas
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NOVENA LECCIN
El pensamiento de Nietzsche est dedicado a la redencin del espritu de la venganza. En la
dimensin de la libertad de la venganza Nietzsche ve la esencia del superhombre. Hacia esta
dimensin se va encaminando el transente -el superhombre- Csar con el alma de Cristo.
Desde un principio debemos situar el pensamiento de Nietzsche sobre la venganza y la redencin
de la venganza en el ms amplio mbito de la metafsica, ms an , en el mismo centro de este
mbito.
Para percatarnos de que, y en qu medida, Nietzsche piensa desde un principio metafsico la
venganza y la redencin de la venganza, es decir, a partir del ser que define todo ente, es
menester que consideremos con qu carcter esencial se manifiesta el ser del ente en la poca
moderna. El aludido carcter esencial del ser sale a la luz en forma clsica con una pocas frases
que Schelling dej estampadas en el ao de 1809 en sus Investigaciones filosficas sobre la
esencia de la libertad humana y los objetos con ella relacionados. Las siguientes frases estn
apartadas expresamente en el texto original por un guin respecto de lo que antecede,destacndose as de propsito su significacin fundamental. Dicen as:
En ltima y suprema instancia no hay otro ser alguno sino el querer. Querer es el ser primigenio y
solamente a ste [a saber el querer], le cuadran todos los predicados del mismo [a saber del ser
primigenio]: ser-sin-fondo, eternidad, independencia del tiempo, autoafirmacin. Toda la filosofa
no tiende sino a encontrar esta expresin suprema
Para la metafsica moderna el ser del ente aparece como voluntad. Ahora bien: en la medida que
el hombre, segn su esencia como el animal pensante, se refiere por va de representacin al ente
en su ser y, consecuentemente, a este ltimo, siendo por esto determinado a partir del ser en esta
medida y de acuerdo con esta relacin del ser (que ahora es la voluntad) con la esencia del
hombre, debe aparecer el ser-hombre de manera expresa como querer.
Cmo piensa, pues, Nietzsche la esencia de la venganza al pensarla metafsicamente? Aclaremos
esta pregunta por la siguiente: Cul es la esencia de la venganza si determina a toda
representacin como acechanza? El re-presentar propone lo que es. Determina y establece lo que
puede tener vigencia como ente. As pues, la definicin de lo que es se halla en cierto modo bajo
el yugo de un representar que acecha a todas las cosas para establecerlas a su manera y
mantenerlas en este estado.
El representar y su querer choca contra el fu. Frente a lo que fu, el querer ya no puede hacernada. Ante todo lo que fu el querer ya no tiene nada que hacer. Este fu se subleva contra el
querer de la mencionada voluntad. El fu llega a ser la piedra de escndalo para todo querer. Es
aquella piedra que la voluntad yo no logra remover. De esta manera, el fu se va haciendo una
pesadumbre y un rechinar de dientes de todo querer que como tal, siempre quiere avanzar; y es
esto justamente lo que no puede hacer frente a lo que est ya determinado y dejado atrs en
calidad de pasado. As, pues el fu es la contrariedad para todo querer. De ah que, en presencia
de esta contrariedad, surja en la misma voluntad la repugnancia contra el fu. Pero debido a
esta repugnancia, la contrariedad se va anidando en el mismo querer. la voluntad sufre por si
misma. El querer aparece ante s mismo como este sufrimiento por el fu, como sufrimiento por
el pasado. Mas el pasado tiene su origen en el pasar. En cuanto la voluntad sufre por el pasar,siendo ella misma lo que es precisamente como tal sufrimiento, a saber la voluntad, en tato la
voluntad queda entregada en su querer al pasar. Es as como la misma voluntad quiere el pasar,
queriendo en esto el pasar de su sufrimiento y consecuentemente, el pasar de s misma. La
repugnancia contra todo fu aparece como voluntad de pasar, la cual quiere que todo lo que es,
valga que perezca. De esta manera la repugnancia que surge en la voluntad es la voluntad en
contra de todo lo que va pasando. As pues, la voluntad es un representar que, en el fondo acecha
a todo cuanto pasa, subsiste y adviene, para degradarlo en su subsistencia y finalmente
desintegrarlo. Esta repugnancia dentro de la misma voluntad, es, segn Nietzsche, la esencia de la
venganza.
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Esto, si, esto solo es la venganza misma: la repugnancia de la voluntad contra el tiempo y su
fu. (As habl Zaratustra, parte 2, De la redencin)
Pero la venganza jams se llama a s misma por su propio nombre, y menos all donde est
vengndose. La venganza se llama castigo. As le da una aureola de justicia a su esencia hostil;
encubre su esencia impugnadora por la apariencia de dar a cada uno su merecido.
Pues la venganza se llama a s misma castigo: con una palabra me ntirosa est fingiendo una
conciencia tranquila (l. c.)
DCIMA LECCIN
Qu hay de entitativo en el tiempo? Tan pronto como el pensar metafsico plantea esta pregunta,
ya queda decidido para este pensar lo que entiende por entitativo (seiend) y en qu sentido
piensa la palabra ser. Entitativo significa: presente. Lo que es siendo, es tanto ms entitativo
cuanto ms presente est. Se hace cada vez ms presente cuanto ms permanentemente
permanezca, cuanto ms duradero sea el permanecer. Qu hay de presente y,consecuentemente de actual en el tiempo? Actual en el tiempo es solamente el ahora. Lo futuro
es el todava no; lo pasado es el ya no. Lo futuro es lo todava ausente, lo pasado es lo ya
ausente. Siendo: es decir, presente en el tiempo es en cada caso solamente el estrecho filo del
fugaz ahora respectivo que, acercndose desde el todava no se aleja hacia el ya no.
Aqu la esencia del tiempo es representada a partir del ser y, atindase bien, de una interpretacin
enteramente especial del ser, a saber, como presencia. Esta interpretacin del ser hace mucho
se nos ha hecho la ms comn y sobreentendida. Por significar el ser, desde los comienzos del
pensar occidental, para toda metafsica: presencia, el ser, si quiere pensrselo en ltima instancia,
tiene que pensarse como el puro estar presente, es decir, como la presencia presente, como la
actualidad permanente, como el constante y esttico ahora.
La venganza es para Nietzsche la repugnancia de la voluntad contra el pasar y su pasado, contra el
tiempo y su fu. La renuencia no se dirige contra el mero pasar, sino contra el pasar en cuanto
hace ser nada ms que pasado lo que pas, dejndolo congelarse en esta rigidez de algo definitivo.
La repugnancia de la venganza se dirige contra el tiempo en cuanto deja disolverse todo en el
fu La repugnancia de la venganza queda encadenada a este fue; as como tambin el odio se
oculta en la ms abismal dependencia de aquello de lo cual el odio quisiera, en el fondo
independizarse, sin lograrlo jams y tanto menos cuanto mayor sea su odio.
Ms que es entonces la redencin de la venganza, siendo as que la venganza encadena alhombre al pasado consolidado? La redencin es el desprenderse de lo que contrara a la
repugnancia de la venganza. La redencin de la venganza no es liberarse de la voluntad
simplemente. En este caso la redencin como disolucin del querer conduce a la nada ftil, como
quiera que la voluntad es el ser. La redencin de la venganza es la liberacin de lo que contraria a
la voluntad, a fin de que pueda ser voluntad ms que nunca.
desaparece lo que contrara a la voluntad cuando lo pasado deja de petrificarse en un mero
fue, fijando como tal su mirada helada e inmvil en el querer. Lo que contrara desaparece en
cuanto el pasar ya no sea un mero pasar que hace hundirse lo pasado en un mero fue. La
voluntad queda libertada de lo que la contraria, al quedar libre como voluntad, es decir, libre parael transcurrir en el pasar, pero por un transcurrir tal que no se sustrae a la voluntad sino que
retorna trayendo de vuelta lo transcurrido. La voluntad queda libre de la repugnancia contra el
tiempo, contra su mero pasado, cuando quiere constantemente el ir y venir, el transcurrir y
retornar de todas las cosas. La voluntad queda libre de lo que la contraria en el fue cuando
quiere el constante retorno de todo fue. La voluntad queda redimida de la repugnancia cuando
quiere el constante retorno de lo mismo. De esta manera la voluntad quiere la eternidad de lo
querido. La voluntad quiere la eternidad de s misma. La voluntad es el ser primigenio. El sublime
producto del ser primigenio es la eternidad. El ser primigenio del ente es la voluntad en cuanto
querer eternamente retornante del retorno eterno de lo mismo. El eterno retorno de lo mismo, es
el supremo triunfo de la metafsica de la voluntad que quiere eternamente su propio querer. Laredencin de la venganza es la transicin de la repugnancia de la voluntad contra el tiempo y su
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fue a la voluntad que quiere eternamente el retorno de lo mismo, queriendo en este querer a s
misma como razn de s misma. La redencin de la venganza es la transicin al ser primigenio de
todo ente.
Hay una anotacin que, segn el manuscrito del ao 1885, se remonta a lo sumo a principios de
1886, y que lleva el ttulo subrayado de Recapitulacin. Este resumen se encuentra en Lavoluntad de poder como n 617, donde se dice: El que todo retorna es la extrema aproximacin
de un mundo del devenir al mundo del ser: cumbre de la meditacin
Pero esta cumbre no se yergue con claros y firmes contornos en la claridad del ter trasparente.
Esta cumbre queda envuelta en pesadas nubes -no slo para nosotros, sino tambin para el propio
pensar de Nietzsche. El asunto mismo, mencionado bajo el titulo El eterno retorno de lo mismo,
est envuelto en una oscuridad ante la cual hasta un Nietzsche tuvo que retroceder espantado.
El pensamiento del eterno retorno de lo mismo permanece velado -no solamente por un velo.
Pero lo oscuro de este ltimo pensamiento de la metafsica no debe inducirnos a eludirlo
mediante subterfugios.
por lo que se refiere al primer subterfugio, segn el cual el pensamiento de Nietzsche del eterno
retorno de lo mismo es una mstica fantstica, es de creer que el tiempo venidero, cuando salga a
la luz la esencia de la tcnica moderna, es decir: el retorno de lo mismo en constante rotacin,
habr de ensear al hombre que los pensamientos esenciales de los pensadores nada pierden de
su verdad por el hecho de que se omita pensarlos.
Serenidad (Dejidad) (1955)
Gelassenheit
por MARTIN HEIDEGGER
Versin castellana de Yves Zimmermann, publicada por Ediciones del Serbal, Barcelona, 1994.
Este texto es la transcripcin de un discurso pronunciado el 30 de octubre de 1955 en Mekirch, con ocasin
de las festividades para el 175 aniversario del compositor Conradin Kreutzer. Tratndose de una ocasin
conmemorativa, Heidegger juega con las palabras celebracin rememorante y pensamiento y aprovecha
este discurso para exponer algunas reflexiones sobre la condicin actual del pensamiento, en medio del
mundo altamente tecnificado que vivimos.
Hay que prestar una atencin especial a la distincin entre pensamiento calculador y pensamiento reflexivo
(reflexin meditativa). Adems es importante destacar cmo entiende Heidegger la Serenidad y el Arraigo.
Siendo lassen un verbo alemn que significa dejar, abandonar, y gelassen el participio que
corresponde a dejado o abandonado, la expresin Geassenheit -que significa usalmente serenidad-
puede tambin traducirse como dejidado dejar ser.
Serenidad (Gelassenheit)
La primera palabra que me permito decir pblicamente en mi ciudad natal slo puede ser una
palabra de agradecimiento.
Agradezco a mi pas natal todo lo que me ha dado en un largo camino. He intentado exponer en
qu consisten estas dotes en unas pocas pginas que aparecieron por vez primera bajo el ttulo de
El camino de campo en el ao 1949 para conmemorar el centenario de la muerte de Conradin
Kreutzer. Agradezco al Seor Alcalde Schhle su clida salutacin. Y agradezco adems
particularmente la agradable tarea de pronunciar una alocucin conmemorativa con ocasin de la
celebracin de hoy.
Distinguidos invitados!
Queridos paisanos!
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Estamos reunidos para conmemorar a nuestro paisano, el compositor Conradin Kreutzer. Cuando
queremos celebrar a uno de estos hombres que ha sido llamado para crear obras, debemos en
primer lugar rendir a la obra el homenaje debido. En el caso de un msico esto sucede cuando
llevamos a resonar las obras de su arte.
Desde la obra de Conradin Kreutzer suenan hoy el canto y el coro, la pera y la msica de cmara.En estos sonidos est presente el artista mismo, pues la presencia del maestro en la obra es la
nica autntica. Cuanto ms grande el maestro tanto ms puramente desaparece su persona
detrs de la obra.
Los msicos y los cantantes que participan en la celebracin de hoy garantizan que la obra de
Conradin Kreutzer resuene para nosotros en este da.
Pero es la celebracin ya por ello una celebracin conmemorativa (Gedenkfeier)? Una
celebracin conmemorativa exige que pensemos (denken). Con todo, qu pensar y qu decir en
una celebracin conmemorativa dedicada a un compositor? No se caracteriza la msica por el
hecho de que habla ya por la mera sonancia de sus sonidos de modo que no precisa del hablacomn, del habla de la palabra? As se dice. Pese a todo, la pregunta persiste: es la celebracin
con msica y canto ya por esto una celebracin conmemorativa, una celebracin donde
pensamos? Presumiblemente no lo es. Por eso los organizadores han incluido una alocucin
conmemorativa en el programa. Debe ayudarnos a pensar especialmente en el compositor
homenajeado y en su obra. Esta conmemoracin se hace viva desde el momento en que
recordamos nuevamente la vida de Conradin Kreutzer y enumeramos y describimos sus obras. Por
obra de esta narracin podemos hacer la experiencia de bien de cosas, unas, felices y tristes, otras,
instructivas y dignas de imitacin. Pero en el fondo, con semejantes palabras slo nos dejamos
entretener. No es en absoluto necesario pensar cuando las escuchamos, esto es, meditar acerca
de algo que a cada uno de nosotros nos concierne directamente y en cada momento en su
esencia. Por esto, incluso una alocucin conmemorativa no asegura todava que una celebracin
conmemorativa sea, para nosotros, una ocasin de pensar.
No nos hagamos ilusiones. Todos nosotros, incluso aquellos que, por as decirlo, son profesionales
del pensar, todos somos, con mucha frecuencia, pobres de pensamiento (gedanken-arm); estamos
todos con demasiada facilidad faltos de pensamiento (gedanken-los). La falta de pensamiento es
un husped inquietante que en el mundo de hoy entra y sale de todas partes. Porque hoy en da
se toma noticia de todo por el camino ms rpido y econmico y se olvida en el mismo instante
con la misma rapidez. As, un acto pblico sigue a otro. Las celebraciones conmemorativas son
cada vez ms pobres de pensamiento. Celebracin conmemorativa (Gedenkfeier) y falta depensamiento (Gedankenlosigkeit) se encuentran y concuerdan perfectamente.
Sin embargo, cuando somos faltos de pensamiento no renunciamos a nuestra capacidad de
pensar. La usamos incluso necesariamente, aunque de manera extraa, de modo que en la falta de
pensamiento dejamos yerma nuestra capacidad de pensar. Con todo, slo puede ser yermo
aquello que en s es base para el crecimiento, como, por ejemplo, un campo. Una autopista, en la
que no crece nada, tampoco puede ser nunca un campo yermo. Del mismo modo que solamente
podemos llegar a ser sordos porque somos oyentes y del mismo modo que nicamente llegamos a
ser viejos porque ramos jvenes, por eso mismo tambin nicamente podemos llegar a ser
pobres e incluso faltos de pensamiento porque el hombre, en el fondo de su esencia, posee lacapacidad de pensar, espritu y entendimiento, y que est destinado y determinado a pensar.
Solamente aquello que poseemos con conocimiento o sin l podemos tambin perderlo o, como
se dice, desembarazarnos de ello.
La creciente falta de pensamiento reside as en un proceso que consume la mdula misma del
hombre contemporneo: su huida ante el pensar. Esta huida ante el pensar es la razn de la falta
de pensamiento. Esta huida ante el pensar va a la par del hecho de que el hombre no la quiere ver
ni admitir. El hombre de hoy negar incluso rotundamente esta huida ante el pensar. Afirmar lo
contrario. Dir - y esto con todo derecho - que nunca en ningn momento se han realizado planes
tan vastos, estudios tan variados, investigaciones tan apasionadas como hoy en da. Ciertamente.
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Este esfuerzo de sagacidad y deliberacin tiene su utilidad, y grande. Un pensar de este tipo es
imprescindible. Pero tambin sigue siendo cierto que ste es un pensar de tipo peculiar.
Su peculiaridad consiste en que cuando planificamos, investigamos, organizamos una empresa,
contamos ya siempre con circunstancias dadas. Las tomamos en cuenta con la calculada intencin
de unas finalidades determinadas. Contamos de antemano con determinados resultados. Esteclculo caracteriza a todo pensar planificador e investigador. Semejante pensar sigue siendo
clculo aun cuando no opere con nmeros ni ponga en movimiento mquinas de sumar ni
calculadoras electrnicas. El pensamiento que cuenta, calcula; calcula posibilidades
continuamente nuevas, con perspectivas cada vez ms ricas y a la vez ms econmicas. El
pensamiento calculador corre de una suerte a la siguiente, sin detenerse nunca ni pararse a
meditar. El pensar calculador no es un pensar meditativo; no es un pensar que piense en pos del
sentido que impera en todo cuanto es.
Hay as dos tipos de pensar, cada uno de los cuales es, a su vez y a su manera, justificado y
necesario: el pensar calculador y la reflexin meditativa.
Es a esta ltima a la que nos referimos cuando decimos que el hombre de hoy huye ante el pensar.
De todos modos, se replica, la mera reflexin no se percata de que est en las nubes, por encima
de la realidad. Pierde pie. No tiene utilidad para acometer los asuntos corrientes. No aporta
beneficio a las realizaciones de orden prctico.
Y, se aade finalmente, la mera reflexin, la meditacin perseverante, es demasiado elevada
para el entendimiento comn. De esta evasiva slo es cierto que el pensar meditativo se da tan
poco espontneamente como el pensar calculador. El pensar meditativo exige a veces un esfuerzo
superior. Exige un largo entrenamiento. Requiere cuidados an ms delicados que cualquier otro
oficio autntico. Pero tambin, como el campesino, debe saber esperar a que brote la semilla yllegue a madurar.
Por otra parte, cada uno de nosotros puede, a su modo y dentro de sus lmites, seguir los caminos
de la reflexin. Por qu? Porque el hombre es el ser pensante, esto es, meditante. As que no
necesitamos de ningn modo una reflexin elevada. Es suficiente que nos demoremos junto a lo
prximo y que meditemos acerca de lo ms prximo: acerca de lo que concierne a cada uno de
nosotros aqu y ahora; aqu: en este rincn de la tierra natal; ahora: en la hora presente del
acontecer mundial.
En el caso de que nos hallemos dispuestos a meditar, qu es lo que nos sugiere esta celebracin?
Observaremos entonces que en este caso ha florecido una obra de arte de la tierra natal. Si
reflexionamos sobre este simple hecho, pararemos mientes de inmediato en el hecho de que la
tierra suaba ha dado a luz grandes poetas y pensadores durante el siglo pasado y el anterior.
Pensndolo bien, se ve enseguida que la Alemania Central tambin ha sido en este sentido una
tierra frtil, lo mismo que la Prusia Oriental, Silesia y Bohemia.
Nos tornamos pensativos y preguntamos: no depende el florecimiento de una obra cabal del
arraigo a un suelo natal? Johann Peter Hebel escribi una vez: Somos plantas - nos guste o no
admitirlo - que deben salir con las races de la tierra para poder florecer en el ter y dar fruto.
(Obras, ed. Altwegg, III, 314).
El poeta quiere decir: para que florezca verdaderamente alegre y saludable la obra humana, el
hombre debe poderse elevar desde la profundidad de la tierra natal al ter. ter significa aqu: el
aire libre del cielo alto, la abierta regin del espritu.
Nos volvemos an ms pensativos y preguntamos: qu hay, hoy en da, de esto que dice Johann
Peter Hebel? Se da todava ese apacible habitar del hombre entre cielo y tierra? An prevalece
el espritu meditativo en el pas? Hay todava tierra natal de fecundas races sobre cuyo suelo
pueda el hombre asentarse y tener as arraigo?
Muchos alemanes han perdido su tierra natal, tuvieron que abandonar sus pueblos y ciudades,
expulsados del suelo natal. Otros muchos, cuya tierra natal les fue salvada, emigraron sin embargo
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El poder oculto en la tcnica moderna determina la relacin del hombre con lo que es. Este poder
domina la Tierra entera. E1 hombre comienza ya a alejarse de ella para penetrar en el espacio
csmico. En apenas dos decenios se han conocido tan gigantescas fuentes atmicas, que en un
futuro previsible la demanda mundial de energa de cualquier clase quedar cubierta para
siempre. El suministro inmediato de las nuevas energas ya no depender de determinados pases
o continentes, como es el caso del carbn, del petrleo y la madera de los bosques. En un tiempoprevisible se podrn construir centrales nucleares en cada lugar de la tierra.
As, la pregunta fundamental de la ciencia y de la tcnica contemporneas no reza ya: de dnde
se obtendrn las cantidades suficientes de carburante y combustible? La pregunta decisiva es
ahora: de qu modo podremos dominar y dirigir las inimaginables magnitudes de energa
atmica y asegurarle as a la humanidad que estas energas gigantescas no vayan de pronto - aun
sin acciones guerreras - a explotar en algn lugar y aniquilarlo todo?
Si se logra el dominio sobre la energa atmica, y se lograr, comenzar entonces un desarrollo
enteramente nuevo del mundo tcnico. Lo que hoy conocemos como tcnica cinematogrfica y
televisiva; como tcnica del trfico, especialmente la tcnica area; como tcnica de noticias;
como tcnica mdica; como tcnica de medios de nutricin, re presenta, presumiblemente, tan
slo un tosco estado inicial. Nadie puede prever las radicales transformaciones que se avecinan.
Pero el desarrollo de la tcnica se efectuar cada vez con mayor velocidad y no podr ser detenido
en parte alguna. En todas las regiones de la existencia el hombre estar cada vez ms
estrechamente cercado por las fuerzas de los aparatos tcnicos y de los autmatas. Los poderes
que en todas partes y a todas horas retan, encadenan, arrastran y acosan al hombre bajo alguna
forma de utillaje o instalacin tcnica, estos poderes hace ya tiempo que han desbordado la
voluntad y capacidad de decisin humana porque no han sido hechos por el hombre.
Pero tambin es caracterstico del nuevo modo en que se da el mundo tcnico el hecho de que sus
logros sean conocidos y pblicamente admirados por el camino ms rpido. As, hoy todo el
mundo puede leer lo que se dice sobre el mundo tcnico en cualquier revista llevada con
competencia, o puede orlo por la radio. Pero... una cosa es haber odo o ledo algo, esto es, tener
meramente noticia de ello y otra cosa es reconocer lo odo o lo ledo, es decir, pararse a pensarlo.
En el verano de este ao de 1955 volvi a tener lugar de nuevo en Lindau el encuentro
internacional de los premios Nobel. En esta ocasin, el qumico norteamericano Stanley dijo lo
siguiente: Se acerca la hora en que la vida estar puesta en manos del qumico, que podr
descomponer o construir, o bien modificar la sustancia vital a su arbitrio. Se toma nota de
semejante declaracin. Se admira incluso la audacia de la investigacin cientfica y no se piensanada al respecto. Nadie se para a pensar en el hecho de que aqu se est preparando, con los
medios de la tcnica, una agresin contra la vida y la esencia del ser humano, una agresin
comparada con la cual bien poco significa la explosin de la bomba de hidrgeno. Porque
precisamente cuando las bombas de hidrgeno no exploten y la vida humana sobre la Tierra est
salvaguardada ser cuando, junto con la era atmica, se suscitar una inquietante transformacin
del mundo.
Lo verdaderamente inquietante, con todo, no es que el mundo se tecnifique enteramente. Mucho
ms inquietante es que el ser humano no est preparado para esta transformacin universal; que
an no logremos enfrentar meditativamente lo que propiamente se avecina en esta poca.
Ningn individuo, ningn grupo humano ni comisin, aunque sea de eminentes hombres de
estado, investigadores y tcnicos, ninguna conferencia de directivos de la economa y la industria
pueden ni frenar ni encauzar siquiera el proceso histrico de la era atmica. Ninguna organizacin
exclusivamente humana es capaz de hacerse con el dominio sobre la poca.
As, el hombre de la era atmica se vera librado, tan indefenso como desconcertado, a la
irresistible prepotencia de la tcnica. Y efectivamente lo estara si el hombre de hoy desistiera de
poner en juego, un juego decisivo, el pensar meditativo frente al pensar meramente calculador.
Pero, una vez despierto, el pensar meditativo debe obrar sin tregua, aun en las ocasiones ms
insignificantes; por tanto, tambin aqu y ahora, y precisamente con ocasin de esta celebracin
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conmemorativa. Ella nos da que pensar algo particularmente amenazado en la era atmica: el
arraigo de las obras humanas.
Por eso preguntamos ahora: Si incluso el viejo arraigo se est perdiendo, no podrn serle
obsequiado al hombre un nuevo suelo y fundamento a partir de los que su ser y todas sus obras
puedan florecer de un modo nuevo, incluso dentro de la era atmica?
Cules seran el suelo y el fundamento para un arraigo venidero? Lo que buscamos con esta
pregunta tal vez se halla muy prximo; tan prximo que lo ms fcil es no advertirlo. Porque para
nosotros, los hombres, el camino a lo prximo es siempre el ms lejano y por ello el ms arduo.
Este camino es el camino de la reflexin. El pensamiento meditativo requiere de nosotros que no
nos quedemos atrapados unilateralmente en una representacin, que no sigamos corriendo por
una va nica en una sola direccin. El pensamiento meditativo requiere de nosotros que nos
comprometamos en algo que, a primera vista, no parece que de suyo nos afecte.
Hagamos la prueba. Para todos nosotros, las instalaciones, aparatos y mquinas del mundo
tcnico son hoy indispensables, para unos en mayor y para otros en menor medida. Sera necioarremeter ciegamente contra el mundo tcnico. Sera miope querer condenar el mundo tcnico
como obra del diablo. Dependemos de los objetos tcnicos; nos desafan incluso a su constante
perfeccionamiento. Sin darnos cuenta, sin embargo, nos encontramos tan atados a los objetos
tcnicos, que caemos en relacin de servidumbre con ellos.
Pero tambin podemos hacer otra cosa. Podemos usar los objetos tcnicos, servirnos de ellos de
forma apropiada, pero mantenindonos a la vez tan libres de ellos que en todo momento
podamos desembarazarnos de ellos. Podemos usar los objetos tal como deben ser aceptados.
Pero podemos, al mismo tiempo, dejar que estos objetos descansen en s, como algo que en lo
ms ntimo y propio de nosotros mismos no nos concierne. Podemos decir s al inevitable usode los objetos tcnicos y podemos a la vez decirles no en la medida en que rehusamos que nos
requieran de modo tan exclusivo, que dobleguen, confundan y, finalmente, devasten nuestra
esencia.
Pero si decimos simultneamente s y no a los objetos tcnicos, no se convertir nuestra
relacin con el mundo tcnico en equvoca e insegura? Todo lo contrario. Nuestra relacin con el
mundo tcnico se hace maravillosamente simple y apacible. Dejamos entrar a los objetos tcnicos
en nuestro mundo cotidiano y, al mismo tiempo, los mantenemos fuera, o sea, los dejamos
descansar en s mismos como cosas que no son algo absoluto, sino que dependen ellas mismas de
algo superior. Quisiera denominar esta actitud que dice simultneamente s y no al mundotcnico con una antigua palabra: la Serenidad (Dejidad: Gelassenheit) para con las cosas.
Con esta actitud dejamos de ver las cosas tan slo desde una perspectiva tcnica. Ahora
empezamos a ver claro y a notar que la fabricacin y utilizacin de mquinas requiere de nosotros
otra relacin con las cosas que, de todos modos, no est desprovista de sentido (sinn-los). As, por
ejemplo, la agricultura y la agronoma se convierten en industria alimenticia motorizada. Es cierto
que aqu - as como en otros mbitos - se opera un profundo viraje en la relacin del hombre con
la naturaleza y el mundo. Pero el sentido que impera en este viraje es cosa que permanece oscura.
Rige as en todos los procesos tcnicos un sentido que reclama para s el obrar y la abstencin
humanas (Tun und Lassen), un sentido no inventado ni hecho primeramente por el hombre. Nosabemos qu significacin atribuir al incremento inquietante del dominio de la tcnica atmica. El
sentido del mundo tcnico se oculta. Ahora bien, si atendemos, continuamente y en lo propio, al
hecho de que por todas partes nos alcanza un sentido oculto del mundo tcnico, nos hallaremos al
punto en el mbito de lo que se nos oculta y que, adems, se oculta en la medida en que viene
precisamente a nuestro encuentro. Lo que as se muestra y al mismo tiempo se retira es el rasgo
fundamental de lo que denominamos misterio. Denomino la actitud por la que nos mantenemos
abiertos al sentido oculto del mundo tcnico la apertura al misterio.
La Serenidad para con las cosas y la apertura al misterio se pertenecen la una a la otra. Nos hacen
posible residir en el mundo de un modo muy distinto. Nos prometen un nuevo suelo y
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fundamento sobre los que mantenernos y subsistir, estando en el mundo tcnico pero al abrigo de
su amenaza.
La Serenidad para con las cosas y la apertura al misterio nos abren la perspectiva hacia un nuevo
arraigo. Algn da, ste podra incluso llegar a ser apropiado para hacer revivir, en figura mudada,
el antiguo arraigo que tan rpidamente se desvanece.
De momento, sin embargo - no sabemos por cunto tiempo - el hombre se encuentra en una
situacin peligrosa en esta tierra. Por qu? Slo porque podra de pronto estallar una tercera
guerra mundial que tuviera como consecuencia la aniquilacin completa de la humanidad y la
destruccin de la tierra? No. Al iniciarse la era atmica es un peligro mucho mayor el que
amenaza, precisamente tras haberse descartado la amenaza de una tercera guerra mundial.
Extraa afirmacin! Extraa, sin duda, pero solamente mientras no reflexionemos sobre su
sentido.
En qu medida es vlida la frase anterior? Es vlida en cuanto que la revolucin de la tcnica que
se avecina en la era atmica pudiera fascinar al hombre, hechizarlo, deslumbrarlo y cegarlo de talmodo, que un da el pensar calculador pudiera llegar a ser el nico vlido y practicado.
Qu gran peligro se avecinara entonces? Entonces, junto a la ms alta y eficiente sagacidad del
clculo que planifica e inventa, coincidira la indiferencia hacia el pensar reflexivo, una total
ausencia de pensamiento. Y entonces? Entonces el hombre habra negado y arrojado de s lo que
tiene de ms propio, a saber: que es un ser que reflexiona. Por ello hay que salvaguardar esta
esencia del hombre. Por ello hay que mantener despierto el pensar reflexivo.
Slo que la Serenidad para con las cosas y la apertura al misterio no nos caen nunca del cielo. No
acaecen (Zu-flliges) fortuitamente. Ambas slo crecen desde un pensar incesante y vigoroso.
Tal vez la celebracin conmemorativa de hoy sea un impulso a ello. Cuando respondemos a su
pulso, pensamos entonces en Conradin Kreutzer, al pensar en la proveniencia de su obra, en la
savia vital de la tierra natal, Heuberg. Y somos nosotros los que as pensamos cuando, aqu y
ahora, nos sabemos los hombres que deben encontrar y preparar el camino a la era atmica, a
travs y fuera de ella.
Cuando se despierte en nosotros la Serenidad para con las cosas y la apertura al misterio,
entonces podremos esperar llegar a un camino que conduzca a un nuevo suelo y fundamento. En
este fundamento la creacin de obras duraderas podra echar nuevas races.
As, de una manera cambiada y en una poca modificada, podra nuevamente ser verdad lo que
dice Johann Peter Hebel:
Somos plantas - nos guste o no admitirlo - que deben salir con las races de la tierra para poder
florecer en el ter y dar fruto.