¿qué es troya?

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Se dice que Troya fue fundada por el príncipe Escamandro que, a causa del hambre, se marchó navegando hacia el este, desde la isla de Creta, con un gran número de seguidores, dispuesto a fundar una colonia en algún lugar fértil. Un oráculo le ordenó instalarse en cualquier lugar donde los enemigos nacidos de la tierra desarmaran a sus hombres al caer la noche. Atracó en la costa de Frigia, a la vista de una montaña alta cubierta de pinos a la que llamó Ida en honor al monte cretense del mismo nombre y acampo al lado de un río al que puso su propio nombre, Escamandro. A la mañana siguiente, cuando se despertaron los cretenses, vieron que un tropel de ratones hambrientos había roído las cuerdas de sus arcos, las correas de cuero de sus escudos y todas las partes comestibles de sus armaduras. Por lo tanto, éstos debían de ser los enemigos nacidos de la tierra de los que hablaba el oráculo. Escamandro ordenó una parada, hizo amistad con los nativos de Frigia y comenzó a cultivar la tierra. No mucho tiempo después, atracó cerca de allí una colonia de locrenses griegos y se pusieron bajo sus órdenes. A pesar de que los frigios le dejaron construir una ciudad cerca del río, Escamandro todavía no había decidido cuál era el mejor lugar. Entonces alguien propuso enviar a la llanura una vaca moteada para ver dónde se acomodaba para rumiar. La vaca eligió una pequeña colina y los hombres de Escamandro fijaron a su alrededor los límites de Troya. Construyeron casas en su interior, pero estuvieron algunos años sin construir la muralla porque estaban demasiado ocupados mejorando sus granjas. Finalmente, un rey troyano llamado Laomedonte consiguió toda la ayuda que necesitaba de dos importantes dioses, Poseidón y Apolo. Éstos se había rebelado contra Zeus todopoderoso, líder de los dioses del Olimpo, quien les había sentenciado a ser esclavos de Laomedonte durante todo un año. Poseidón construyó gran parte de la muralla bajo las órdenes del rey, mientras que Apolo tocaba el arpa y cuidaba de los rebaños reales. Eaco, un colono locrense, construyó la muralla delante del mar. Desde luego, no era tan fuerte como las construidas por los dioses. 1

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LA FUNDACIN DE TROYA

Se dice que Troya fue fundada por el prncipe Escamandro que, a causa del hambre, se march navegando hacia el este, desde la isla de Creta, con un gran nmero de seguidores, dispuesto a fundar una colonia en algn lugar frtil. Un orculo le orden instalarse en cualquier lugar donde los enemigos nacidos de la tierra desarmaran a sus hombres al caer la noche. Atrac en la costa de Frigia, a la vista de una montaa alta cubierta de pinos a la que llam Ida en honor al monte cretense del mismo nombre y acampo al lado de un ro al que puso su propio nombre, Escamandro. A la maana siguiente, cuando se despertaron los cretenses, vieron que un tropel de ratones hambrientos haba rodo las cuerdas de sus arcos, las correas de cuero de sus escudos y todas las partes comestibles de sus armaduras. Por lo tanto, stos deban de ser los enemigos nacidos de la tierra de los que hablaba el orculo. Escamandro orden una parada, hizo amistad con los nativos de Frigia y comenz a cultivar la tierra. No mucho tiempo despus, atrac cerca de all una colonia de locrenses griegos y se pusieron bajo sus rdenes. A pesar de que los frigios le dejaron construir una ciudad cerca del ro, Escamandro todava no haba decidido cul era el mejor lugar. Entonces alguien propuso enviar a la llanura una vaca moteada para ver dnde se acomodaba para rumiar. La vaca eligi una pequea colina y los hombres de Escamandro fijaron a su alrededor los lmites de Troya. Construyeron casas en su interior, pero estuvieron algunos aos sin construir la muralla porque estaban demasiado ocupados mejorando sus granjas.

Finalmente, un rey troyano llamado Laomedonte consigui toda la ayuda que necesitaba de dos importantes dioses, Poseidn y Apolo. stos se haba rebelado contra Zeus todopoderoso, lder de los dioses del Olimpo, quien les haba sentenciado a ser esclavos de Laomedonte durante todo un ao. Poseidn construy gran parte de la muralla bajo las rdenes del rey, mientras que Apolo tocaba el arpa y cuidaba de los rebaos reales. Eaco, un colono locrense, construy la muralla delante del mar. Desde luego, no era tan

fuerte como las construidas por los dioses.

Laomedonte prometi pagarles un buen sueldo a Apolo, Poseidn y aco por su trabajo, pero como era el ms tacao de los hombres, los ech con las manos vacas. Eaco, disgustado, regres a Grecia navegando, Apolo envenen los rebaos troyanos con races ponzoosas y Poseidn se veng envindoles a tierra un monstruo marino cubierto de escamas para que se tragara vivo a cualquier troyano que se cruzara por su camino. Cuando los troyanos culparon a Laomedonte por sus infortunios, ste consult el orculo de Apolo. La sacerdotisa le dijo que el monstruo no se marchara hasta que se hubiera comido a su hija Hsione. Entonces el rey la at desnuda a una roca. Sin embargo, en aquel preciso momento, pasaba Heracles, el hroe, camino de una de sus tareas y se apiad de Hsione. Prometi destruir al monstruo si Leomedonte le daba permiso para casarse con ella y, adems, le entregaba dos maravillosos caballos blancos como la nieve, regalo de Zeus todopoderoso. Leomedonte acept encantado. En consecuencia, Heracles le parti el crneo al monstruo con un golpe de su garrote de olivo y rescat a Hsione. Laomedonte, avaro como siempre, enga a Heracles no slo denegndole a Hsione, sino tambin los caballos. Heracles se march maldicindole y regres, al cabo de unas pocas semanas, al mando de una pequea escuadra que haba tomado prestada del hijo de Eaco, Telamn. Tomaron Troya por sorpresa, vencieron a Laomedonte, mataron a todos sus hijos (excepto el ms joven, cuyo nombre era Pramo) y se llevaron a Hsione.

Pramo fue proclamado rey de Troya. Habiendo reforzado la ciudad ms de lo que estaba antes, despus de un reinado largo y sabio, organiz un consejo para decidir la mejor manera de recuperar a su hermana Hsione. Cuando sugiri que se enviara una flota para rescatarla, el consejo le advirti que primero tena que pedir de forma educada que se la entregasen. De acuerdo con ello, los mensajeros de Pramo visitaron Salamina, donde les dijeron que viva. Se les record que, previamente, Laomedonte haba prometido Hsione a Heracles, pero que le enga; que Heracles volvi, saque Troya, se llev a la princesa y la entreg en matrimonio a su amigo Telamn; que el padre de Telamn, aco, tambin fue engaado por Laomedonte; y, finalmente, que Hsione le dio a Telamn un hijo llamado Teucro el arquero (ahora ya mayor) y que no quera irse de Salamina, ni siquiera para una visita corta.

PARIS Y LA REINA HELENA

El rey Pramo se enfad al or la informacin de la visita de los mensajeros a Salamina y cuando su hijo Paris se march con la reina Helena de Esparta y se la llev a Troya, tambin se neg a devolverla. Esta decisin fue la que provoc la larga y desastrosa guerra de Troya, que no benefici a nadie, ni siquiera a los conquistadores.

Esta es la historia de Paris y Helena. Paris era el hijo de Pramo y de la reina Hcuba, la que so, antes del nacimiento de su hijo, que en lugar de un nio iba a dar a luz a un haz de lea encendido del que saldran innumerables serpientes. Pramo le pregunt a Calcante, el profeta de Apolo, qu significaba el sueo. Este respondi:

-Este nio ser la ruina de Troya. Crtale el cuello tan pronto como nazca!

Pramo no tena el valor de matar a ningn beb, especialmente su propio hijo, pero la advertencia le asust; as que entreg el nio a su capataz de pastores dicindole:

-Djalo detrs de un arbusto en algn lugar del bosque del monte Ida y no vuelvas all en diez das.

El pastor obedeci. Pero al noveno da, al pasar por el tupido valle de arbustos en el que Paris fue abandonado, el pastor encontr una osa amamantndole. Asombrado ante aquella situacin, llev a Paris junto a sus propios hijos.

Paris creci alto, atractivo, fuerte e inteligente. Los otros pastores siempre le invitaban para que juzgase las corridas de toros. Zeus todopoderoso, observndole desde su palacio del lejano Olimpo, se dio cuenta de lo honesto que era al dar sus veredictos en ciertas ocasiones y un da le eligi para que presidiera un concurso de belleza al cual l prefera no ir. Esto es lo que ocurri: la diosa de la discordia, llamada Eris, no fue invitada a una famosa boda (la de la nereida Tetis con el rey Peleo de Ftitide) a la que s asistieron el resto de dioses y diosas. Eris lanz con rencor una manzana de oro a los invitados despus

de haberle escrito en la piel: Para la ms bella!. Le habran llevado la manzana a Tetis, ya que era la novia, pero tuvieron miedo de ofender a las tres diosas ms importantes all presentes: Hera, la esposa de Zeus todopoderoso; Atenea, su hija soltera, no slo diosa de la sabidura sino tambin de la guerra; y su nuera Afrodita, diosa del amor. Cada una de ellas crea ser la ms hermosa, y comenzaron a pelearse por la manzana, tal como Eris haba previsto. La nica esperanza de Zeus para conseguir la paz domstica era organizar un concurso de belleza y elegir a un juez justo.

As pues, Hermes, el heraldo de los dioses, descendi con la manzana y un mensaje de Zeus para Paris:

-Tres diosas -anunci- vendrn a visitarte aqu, en el monte Ida, y las rdenes de Zeus todopoderoso son que t debers premiar con esta manzana a la ms bella. Por supuesto, todas ellas se conformarn con tu decisin.

A Paris le desagradaba la tarea, pero no poda evitarla.

Las diosas llegaron juntas, y cada una, al llegar su turno, descubri su belleza; y cada una, al llegar su turno, le ofreci un soborno. Hera se comprometi a nombrarle emperador de Asia. Atenea a convertirle en el hombre ms sabio y ms victorioso en todas las batallas. Pero Afrodita se acerc cautelosamente y le dijo:

-Querido Paris, declaro que eres el muchacho ms atractivo que he visto desde hace muchos aos! Por qu perder el tiempo aqu, entre toros, vacas y pastores estpidos? Por qu no te mudas a alguna ciudad rica y llevas una vida ms interesante? Mereces casarte con una mujer casi tan hermosa como yo, djame que te sugiera a la reina Helena de Esparta. Una mirada y har que se enamore de ti tan profundamente que no le importar dejar a su marido, su palacio, su familia... Todo por ti!

Excitado por el relato de Afrodita sobre la belleza de Helena, Paris le dio a ella la manzana, mientras que Hera y Atenea se marcharon enfurecidas, cogidas del brazo, para planear la destruccin de toda la raza troyana.

Al da siguiente, Paris hizo su primera visita a Troya y se encontr con que se estaba celebrando un festival de atletismo. Su padrastro, el pastor, que tambin haba ido con l, le advirti de que no participara en la competicin de boxeo que estaba teniendo lugar delante del trono de Pramo; pero Paris se avanz y gan la corona de la victoria al mostrar ms su

valor que su destreza. Tambin se apunt para participar en la carrera y lleg el primero. Cuando los hijos de Pramo le desafiaron a una carrera ms larga, les volvi a ganar. Les molest tanto que un campesino hubiera conseguido tres coronas de victoria seguidas que desenvainaron las espadas. Paris corri hacia el altar de Zeus en busca de proteccin, mientras que su padrastro se arrodillaba ante Pramo suplicando:

-Majestad perdonadme! ste es vuestro hijo perdido.

El rey llam a Hcuba y el padrastro de Paris le mostr un sonajero que haba encontrado en sus manos cuando ste era un beb. Ella lo reconoci al instante; de manera que se llevaron a Paris con ellos y en el palacio celebraron un enorme banquete en honor de su vuelta. Sin embargo, Calcante y los dems sacerdotes de Zeus advirtieron a Pramo que si Paris no mora inmediatamente, Troya se convertira en humo. l respondi:

-Prefiero que se queme Troya a que se muera mi maravilloso hijo!

Pramo prepar una flota para navegar hacia Salamina y rescatar a la reina Hsione con las armas. Paris se ofreci para tomar el mando, y aadi:

-Y si no podemos llevar a mi ta a casa, quiz yo pueda capturar a alguna princesa griega a la que podamos retener como rehn.

Sin duda alguna, ya estaba planeando llevarse a Helena, y no tena ninguna intencin de llevar a casa a su vieja ta, que no despertaba el ms mnimo inters en ningn troyano, excepto Pramo, y adems se senta perfectamente feliz en Salamina.

Mientras Pramo decida si le dejaba tomar el mando a Paris, Menelao, rey de Esparta, visit Troya por un asunto de negocios. Se hizo amigo de Paris y le invit a que fuera a Esparta, cosa que le permiti llevar a cabo su plan fcilmente, utilizando slo una nave rpida. l y Menelao zarparon tan pronto como el viento les sopl favorablemente y al llegar a Esparta lo festejaron juntos durante nueve das seguidos. Segn lo que dijo Afrodita, Helena se enamor de Paris a primera vista, pero le dio vergenza el descarado comportamiento del chico. Incluso se atrevi a escribir Quiero a Helena! con el vino vertido sobre la mesa del banquete. Menelao, entristecido por la noticia de la muerte de su padre en Creta, no se dio cuenta de nada y, transcurridos los nueve das, embarc para ir al funeral, dejando a Helena que gobernara en su ausencia. Al fin y al cabo, era el deber de Helena, ya que l era rey de Esparta por haberse casado con ella.

Aquella misma noche, Helena y Paris se fugaron en su rpida nave, tras subir a bordo la mayora de los tesoros de palacio que ella haba heredado de su padrastro. Paris rob una gran cantidad de oro del templo de Apolo como venganza por la profeca hecha por sus sacerdotes segn la cual debera haber sido asesinado al nacer. Hera levant, con rencor, una

fuerte tormenta que empuj su nave hacia Chipre; y Paris decidi quedarse all algunos meses antes de volver a casa (Menelao deba de estar anclado en Troya, esperando para atraparle). En Chipre, donde tena amigos, reuni una flota para atacar Sidn, una rica ciudad en la costa de Palestina. El ataque fue un gran xito: Paris mat al rey de Sidn y consigui una vasta cantidad de tesoros.

Finalmente, cuando volvi a Troya, su nave estaba cargada de plata, oro y piedras preciosas y los troyanos le dieron la bienvenida entusiasmados. Todos pensaron que Helena era tan hermosa, ms all de cualquier comparacin, que el mismo rey Priamo jur que nunca la ofrecera, ni siquiera a cambio de su hermana Hsione. Paris tranquiliz a sus enemigos, los sacerdotes troyanos de Apolo, dndoles el oro robado del tesoro del dios de Esparta; y casi las nicas personas que no vean muy claro lo que ahora poda pasar eran la hermana de Paris, Casandra, y su hermano gemelo, Heleno, que posean el don de la profeca. Este don lo adquirieron accidentalmente, siendo todava nios, al quedarse dormidos en el templo de Apolo. Las serpientes sagradas salieron y les lamieron las orejas, cosa que les permiti escuchar la voz secreta del dios. Esto no fue muy bueno para ellos, porque Apolo se las ingeni para que nadie creyera sus profecas. Casandra y Heleno advirtieron a Pramo una y otra vez que nunca permitiera a Paris visitar Grecia. Ahora le advirtieron que devolviera a Helena y a su tesoro inmediatamente si quera evitar una guerra larga y terrible. Pramo no les prest la ms mnima atencin

.

LA EXPEDICIN ZARPA

Cuando Helena ya se haba hecho mujer en Esparta, en el palacio de su padrastro Tindreo (era la hija de Zeus todopoderoso y de Leda, reina de Esparta y hermana de los gemelos celestiales Cstor y Plux), la mayora de los reyes y prncipes de Grecia queran casarse con ella. Entre ellos estaban Diomedes de Argos, Idomeneo de Creta, Ciniras de Chipre, Patroclo de Fitiotida, Palamedes de Eubea, yax de Salamina, su medio hermano Teucro el arquero (hermano griego de Hsione) y Ulises de Itaca. Todos llevaban ricos regalos, todos menos Ulises, que, sin tener esperanzas de xito, lleg con las manos vacas. El marido elegido fue, obviamente, Menelao, hermano del alto rey Agamenn de Micenas casado con la hermana de Helena, Clitemnestra.

Aunque Tindreo no expuls a ninguno de estos pretendientes, no se atrevi a aceptar sus regalos por miedo a ser acusado de favoritismo. Pero como todos haban puesto el corazn para ganarse a Helena, la ms adorable de Grecia, el miedo de Tindreo iba creciendo ante la posibilidad de que hubiera una batalla abierta en su palacio. Ulises se acerc a l dicindole:

-Si os explico cmo podis evitar una lucha, rey Tindreo, me dais vuestro permiso para casarme con vuestra sobrina Penlope?

-Trato hecho! -exclam Tindreo-.

-Muy bien -dijo Ulises-. Debis conseguir lo siguiente: hacer que os juren que defendern al que llegue a ser el marido de Helena contra cualquiera que le guarde rencor por su buena suerte.

-Vaya consejo ms sensato! -dijo Tindreo, sonriendo agradecidamente.

De inmediato sacrific un caballo a Poseidn, cort su cuerpo en doce pedazos e hizo que cada pretendiente se quedara al lado de uno de ellos y repitiese con l el juramento sugerido por Ulises. Entonces enterr los pedazos tras un montculo llamado La tumba del caballo y explic que el hombre que rompiera su juramento caera bajo la ira ms extrema del dios. Despus de todo esto, anunci que Menelao iba a ser el marido de Helena y lo nombr heredero del trono de Esparta.

Si Hera y Atenea no hubieran estado tan enfadadas con Paris por haberle dado la manzana a Afrodita, nunca habra comenzado la guerra de Troya. Pero tan pronto como Hera se enter de que l se llevaba a Helena (que, por cierto, abandon a su hija de nueve aos, Hermione) mand a Iris, diosa del arco iris, para que le diera la noticia a Menelao. Este se apresur a marchar de Creta a casa y se quej a su hermano Agamenn:

-Ese bribn de Paris vino a Esparta como un invitado y el muy villano se ha fugado con mi esposa Helena. Envidiaba mi buena suerte. Cuento contigo para que recuerdes a todos los pretendientes el juramento que realizaron ante Poseidn. Deben unirse inmediatamente a nosotros en una expedicin en contra de Troya.

Agamenn, sabiendo que Troya era una ciudad casi inexpugnable y que el rey Pramo tena poderosos aliados en Asia Menor y en Tracia, dud por un momento. Entonces dijo:

-S, me temo que tendremos que hacer lo que pides, hermano. Pero primero mandaremos mensajeros a Troya para que pidan el regreso de Helena y de los tesoros robados. Si Priamo es sensato, seguramente no se arriesgar a llevar a cabo una guerra contra Grecia.

Cuando los mensajeros de Agamenn llegaron a Troya, Pramo les dijo que no saba nada de aquel asunto, cosa que era cierta, porque Paris todava no haba vuelto de Sidn. Entonces aadi:

-No obstante, seores mos, si realmente la reina Helena se ha ido de Esparta con mi hijo y con los tesoros de palacio, lo habr hecho por propia voluntad. Paris slo se llev un navo, y sus pocos marineros difcilmente habran podido derrumbar el palacio del rey Menelao y el templo de Apolo sin la ayuda de ella.

Esta razonable respuesta enoj a Agamenn, que envi mensajeros por toda Grecia para recordar a los pretendientes de Helena el juramento y para reunir voluntarios.

-Los dioses estn de nuestra parte -explic- por el comportamiento traicionero de Paris. No tendremos ningn problema para saquear Troya, que es inmensamente rica. Su cada nos permitir el paso hacia el mar Negro. Los troyanos, que guardan los estrechos, ahora nos hacen pagar el doble por todos los productos importados de Oriente, como la madera, el hierro, las pieles, los perfumes, las especias y las piedras preciosas. Qu placer, ahorrarnos tanto dinero!

Agarnenn y Palamedes fueron a visitar a Ulises, rey de Itaca, pero lo encontraron con muy poca voluntad para unirse a la expedicin. De hecho, cuando le dijeron que llegaban, se puso un birrete redondo de fieltro de profeta y labr un campo con un buey y un burro unidos con un yugo arrojando sal sobre su espalda mientras trabajaba. Haca esto porque un orculo le haba advertido que, una vez que hubiera abandonado Itaca para ir a Troya a luchar, no volvera hasta despus de veinte aos, solo y andrajoso. Labrar con un buey y un burro era un proverbio que quera decir trabajar verano e invierno, y cada

surco sembrado con sal vala por un ao perdido. Pero cuando el arado lleg al dcimo surco, Palamedes se llev al hijo de Ulises, Telmaco, de los brazos de Penlope y lo puso delante de los animales, forzando a su padre a detenerlos. Con ello Palamedes profetiz que telmaco, o la batalla final, tendra lugar el dcimo da. Ulises se comprometi a aportar una pequea flota, ya que no pudo negarse a ello.

Los mensajeros de Agamenn fueron tambin a Chipre, donde el rey Cniras les prometi cincuenta navos, pero les enga envindoles slo uno de verdad y cuarenta y nueve de juguete, con muecos por tripulantes, que el capitn arroj al pasar cerca de la costa de Grecia. Agamenn pidi a Apolo que castigara el fraude, y Apolo hizo que Cniras muriera de una enfermedad repentina.

A Calcante, el sacerdote troyano de Apolo, que consult el orculo dlfico por sugerencia de Pramo, la sacerdotisa le orden unirse a los griegos y no abandonar su lugar en Troya, pasara lo que pasara. En aquel momento profetiz que Troya no podra ser tomada sin la ayuda de un joven hroe llamado Aquiles, hijo del rey Peleo y de la nereida Tetis, en cuya boda fue lanzada la fatal manzana. Tetis se cans pronto de su marido mortal porque envejeca, se debilitaba y cada da era ms aburrido; mientras que ella, una diosa, siempre permaneca joven y vigorosa. Pero decidi hacer invulnerable a su hijo Aquiles

sumergindolo en el Estigia, el ro sagrado, cogido por un taln; y, despus de esto, lo llev a Quirn, el centauro (los centauros eran mitad hombres mitad caballos), de quien recibi la mejor educacin posible: monta de caballo, caza, msica, medicina e historia. Aquiles mat su primer jabal cuando empez a caminar, y poco tiempo despus ya poda correr lo suficientemente deprisa como para capturar y cazar ciervos. Al ser hijo de una diosa, ya haba crecido del todo a la edad en que otros nios todava se aferraban, a las faldas de sus madres.

La diosa del destino le dijo a Tetis que si su hijo iba a Troya, nunca volvera vivo: su destino poda ser tanto una vida larga y tranquila como corta, excitante y gloriosa. As que, al suponer que Ulises intentara reclutar a Aquiles para la guerra, Tetis lo apart de Quirn y lo envi a la isla de Esciros. All vivi con las hijas del rey, disfrazado de muchacha.

Ulises oy un rumor sobre el paradero de Aquiles y zarp hacia Esciros con un cofre de valiosas joyas y ropa para regalar a las princesas. Cuando todas ellas se reunieron a su alrededor y eligieron sus regalos, Ulises orden a su trompeta que tocara alarma a la entrada del palacio. Una de las chicas se quit inmediatamente la tnica de lino y se colg la espada

y el escudo que haba dentro del cofre con los otros regalos. No haba duda de que esa chica era Aquiles, que fue fcilmente persuadido por Ulises para unirse a la expedicin. El rey Peleo le dio a Aquiles el mando de una pequea flota, aunque insista en que era demasiado joven para ir a la guerra sin su tutor, un hombre sabio llamado Fnix, rey de los dlopes. El

inseparable acompaante de Aquiles, su primo Patroclo, tambin fue aunque, como haba sido uno de los pretendientes de Helena, hubiera ido de todos modos. Peleo contaba con Patroclo para proteger a Aquiles en la batalla y con Fnix para darle buenos consejos.

La flota griega se reuni en Aulis, una playa protegida delante de la isla de Eubea. Alrededor de unas mil naves, con unos treinta hombres cada una, atracaron en la arena blanca, algunas venidas desde lugares tan lejanos como el noroeste de Grecia y las islas de Cos, Rodas y Creta.

Agamenn, el comandante en jefe, sacrific cien toros a Zeus todopoderoso y a Apolo, pero, tan pronto como lo hizo, una serpiente azul con marcas rojas como la sangre sali de detrs del altar y se subi a un pltano que creca cerca de all. Un gorrin haba construido su nido en la rama ms alta y en l haba ocho cras. La serpiente se las comi todas, una a una; despus tambin se comi a la madre. Calcante lo interpret como una seal de que, aunque pasaran nueve aos antes de la cada de Troya, sta caera finalmente.

La inmensa flota se dirigi hacia Troya empleando remos y velas, pero Afrodita envi una tormenta por el noroeste para desviar su rumbo. Al llegar a Asia Menor, los griegos saquearon el lugar pensando que era parte de Frigia. En realidad estaban en Misia, mucho ms lejos al sur. Una dura batalla en contra de los misios les cost doscientos o trescientos hombres antes de descubrir su error. Cuando volvieron otra vez al mar, Afrodita dispers la flota con una espantosa tormenta y las naves que se mantuvieron a flote volvieron a Aulis como pudieron. Se perdi un tercio de la expedicin.

Agamenn se impacientaba. Los vientos todava eran desfavorables y las provisiones escaseaban. Consult con Calcante. Eso s, cuando Calcante no era inspirado profticamente por Apolo, acostumbraba a hacer suposiciones al azar. En esta ocasin dijo:

-Seor mi rey, Artemis est enfadada porque, cuando estuvisteis cazando hace algunos das y disparasteis al cuello de un ciervo desde una gran distancia, alardeasteis estpidamente: Ni la misma Artemis podra haberlo hecho mejor!.

-Qu tengo que hacer para apaciguar a la diosa?-pregunt Agamenn-.

-Sacrificarle la ms bella de tus hijas -respondi Calcante.

-Te refieres a Ifigenia? -exclam Agamenn- Pero mi mujer nunca lo permitir!

-Entonces, por qu decirselo? -pregunt Calcante.

-Me niego a sacrificar a mi hija! -fueron las ltimas palabras de Agamenn.

Cuando los jefes griegos supieron que la expedicin se detuvo porque su comandante en jefe no quera escuchar a los profetas de Apolo, algunos de ellos quisieron deponerlo en favor del prncipe Palamedes de Eubea; y Ulises avis a Agamenn de lo que estaba pasando. As pues, despus de todo, un heraldo real fue a buscar a Ifigenia de Micenas, con la falsa excusa, inventada por Ulises, de que Agamenn quera premiar a Aquiles por sus valientes proezas en Misia hacindolos marido y mujer. A pesar de esto, Agamenn mand un mensaje secreto a Clitemnestra: No le hagas caso al heraldo!, pero este mensaje nunca le lleg. Menelao lo intercept e Ifigenia lleg a Aulis.

Aquiles, al or que Ifigenia haba sido atrada a la muerte por el uso malicioso del nombre de l, protest de forma airada e intent salvarle la vida. Sin embargo, ella consinti, noblemente, en morir por Grecia y ofreci su joven cuello al hacha de sacrificio. Pero antes de que la hoja cayera, son un trueno, destell un relmpago e Ifigenia desapareci. Artemis se la llev por el aire a una lejana pennsula ahora llamada Crimea, donde se convirti en la sacerdotisa de los salvajes turides.

El vendaval del noroeste afloj y la enorme flota se dirigi de nuevo hacia Troya.

LOS PRIMEROS OCHO AOS DE GUERRA

Los griegos tomaron tierra en Tenedos, una isla visible desde Troya, y saquearon la ciudad. Fue aqu donde tuvo un accidente el rey Filoctetes de Metona, que haba heredado los famosos arcos y flechas de Heracles. Mientras le ofreca un enorme sacrificio a Apolo en gratitud por la victoria conseguida por sus tropas, una serpiente venenosa le mordi el taln.

Ningn tipo de unguento pudo reducir la hinchazn. La herida heda y Filoctetes gritaba con tanto sufrimiento que, al cabo de unos pocos das, Agamenn no pudo soportarlo ms. Se llev a Filoctetes en un pequeo bote a una isla rocosa cerca de Lemnos y all lo dej en la orilla. La herida de Filoctetes continuo causndole un intenso dolor, pero sobrevivi comiendo races y semillas de asfdelo y cazando pjaros salvajes.

Antes de dejar Tenedos, Agamenn envi a Menelao, Ulises y Palamedes a una misin relacionada con el rey Pramo, amenazndole con arrasar Troya s no devolva a Helena y todos los tesoros robados, adems de pagar una enorme suma de oro para cubrir los gastos ya causados. Pramo y la mayora de los troyanos no tenan ninguna intencin de liberar a Helena ni de pagar por las naves naufragadas. Slo un miembro del consejo real, Antenor, que fue el mensajero de Pramo en Grecia cuando reclam el retorno de Hsione, y cuya mujer, Tano, actu como sacerdotisa de Atenea en Troya, fue capaz de decir que Helena, por justicia, debera ser devuelta a su marido. El consejo hizo que se callara a gritos, pero al menos les convenci para que no asesinaran a los mensajeros de Agamenn. Lo que ocurra era que el amor mgicocon el que Afrodita haba investido a Helena tena un efecto tan fuerte en casi todos los hombres de la ciudad, incluyendo al mismo anciano rey Pramo, que gustosamente se habran enfrentado a la tortura por una sonrisa de sus adorables labios.

Cuando los griegos partieron al alba hacia Troya, los troyanos se congregaron en la playa dos das despus, desde donde dispararon flechas y lanzaron lluvias de piedras para evitar que las naves atracaran en tierra. Calcante haba profetizado que el primer hombre que llegara a la orilla morira despus de una corta pero gloriosa batalla e incluso Aquiles dud en arriesgar su vida. Slo Protesilao, el tesaliense, se atrevi a desafiar al destino. Salt de su nave y mat a un cierto nmero de troyanos antes de que el hijo de Pramo, Hctor, lo atravesase con una lanza. Protesilao se haba casado haca poco, y su mujer, al soar con su muerte, le rog a Persfone, diosa de la muerte, que permitiera que su marido la visitara aunque slo fuera durante tres horas. Persfone le concedi la peticin y liber a Protesilao bajo palabra. Despus de una charla amorosa de tres horas con l, su mujer se mat y los dos, cogidos de la mano, descendieron a las penumbras subterrneas.

Aquiles esper hasta el final. Entonces dio un salto tan prodigioso que una fuente de agua brot desde el lugar en que sus pies pisaron suelo troyano. Cincno, hijo de Poseidn, cuyo cuerpo era invulnerable a las piedras y las armas, dirigi a los troyanos hasta este punto y mat griegos en grandes cantidades. Aquiles, igualmente invulnerable, intent atravesarle

con una lanza o cortarle la cabeza, pero lo hizo en vano. Al final, le golpe la cara con la empuadura de la espada, hacindole retroceder hacia una roca; entonces se arrodill sobre su pecho y lo ahog con la correa de su casco.

Los troyanos huyeron cuando vieron que Cincno yaca all sin vida; y los griegos, habiendo hundido la flota mayor troyana, que estaba amarrada en la boca del ro, arrastraron sus propias naves playa arriba y construyeron una empalizada de troncos de pino a su alrededor. Al da siguiente formaron en largas filas y marcharon para atacar; pero al encontrar que las entradas de la ciudad estaban tan bien protegidas y que las murallas eran tan enormes y tan bien construidas, sufrieron muchas prdidas y se vieron forzados a retirarse. Despus de tres intentos ms sin xito, Agamenn convoc un consejo real en el que se decidi dejar morir a Troya de hambre. Este plan tambin result dificultoso. No haban trado suficientes hombres para proteger la flota y, al mismo tiempo, tenan que mantener cierta cantidad de campamentos armados alrededor de la ciudad, capaz de resistir un ataque masivo del enemigo. Cada noche los troyanos entraban comida y suministros por las entradas que daban a tierra y los griegos se quedaban impotentes all donde haban desembarcado.

En otra reunin del consejo, Ulises habl claro:

-Calcante tena razn -dijo-. La guerra durar aos, pero estamos seguros de que, al final, saldremos victoriosos. Es como una batalla entre un len y un monstruo del mar: aunque los griegos tengan el dominio del mar, los troyanos todava tienen el dominio de la tierra. Sugiero que nos quedemos en nuestra empalizada y que mandemos naves para atacar por sorpresa a todas las islas y ciudades aliadas del rey Pramo. As podremos conservar nuestra comida y debilitar al enemigo. Puesto que Priamo no puede proteger a sus aliados sin una flota, stos le abandonarn uno a uno. Y sugiero que el prncipe Aquiles lidere estas expediciones.

El consejo estuvo de acuerdo. Por lo tanto, los griegos emplearon ocho aos en este cerco, que en realidad no fue un cerco, y que cada ao era ms y ms tedioso. Deseaban ver de nuevo a sus amantes o a sus mujeres e hijos; y las deplorables cabaas que haban construido en filas detrs de la empalizada nunca podran ser hogares adecuados. Surgan peleas por triviales y estpidas razones que a menudo causaban muertos. An ms, si un soldado se atreva a decir que la paz tena que llegar como fuera, le acusaban de cobarde y le obligaban a arriesgar la vida en la siguiente incursin.

El gran yax de Salamina, hijo de Telamn, atrac dos veces en Tracia y se llev gran cantidad de tesoros. Pero la mayora de las incursiones eran lideradas por Aquiles, que saque unas treinta ciudades arriba y abajo de la costa de Asia Menor, entre las que se encontraban Lesbos, Focea, Colofn, Esmirna, Clazmenas, Cime, Egalos, Tenos, Adramitio, Colona, Antandros y la Tebas Hipoplacia, donde mat al suegro y a siete cuados de Hctor. Los cautivos de Tebas incluyeron una hermosa muchacha llamada Criseida, hija de Crises, un sacerdote de Apolo, que estaba all de visita. Ms tarde, esta Criseida caus la agria disputa entre Agamenn y Aquiles que casi llev a los griegos al desastre.

Aquiles tambin atac Dardania, una ciudad no muy lejos de Troya. Estaba gobernada por Eneas, un primo del rey Priamo, en nombre de su anciano padre Anquises. Puesto que, por una u otra razn, Pramo trataba a Eneas friamente, aunque fuera su primo y el hijo de la misma Afrodita, los drdanos se mantuvieron neutrales. Aquiles, sin respetar la neutralidad de Eneas, lo expuls de los bosques de Ida, ahuyent su ganado, mat sus pastores y saque Lirnesos, ciudad en la que se haba refugiado. Eneas fue rescatado por Zeus todopoderoso, pero el comportamiento de Aquiles le enfureci tanto que se dirigi hacia los troyanos y luch bravamente a favor de ellos, ayudado por su madre Afrodita.

Entonces comenz una disputa entre Palamedes de Eubea y Ulises, con resultados a largo trmino. Palamedes invent faros, balanzas, pesos y medidas, el alfabeto, el lanzamiento de disco y el arte de situar al centinela. Ulises estaba celoso de su genialidad. Cuando un da Agamenn envi a Ulises a un ataque contra Tracia en busca de maz, ste volvi con las manos vacas y Palamedes se ri de l por su escaso xito.

-No ha sido culpa ma -dijo Ulises-. Lo que ha pasado es que no haba maz en ninguna de las ciudades que he atacado. T no lo habras hecho mejor.

-Ests seguro? -pregunt Palamedes.

Zarp inmediatamente y, pocos das despus, volvi con una nave llena de maz.

-Cmo lo has hecho? -pregunt Ulises.

-Usando el sentido comn -fue la nica respuesta que Palamedes le dio.

Ulises decidi que se la devolvera y, despus de estar un rato meditando, se le ocurri un plan malvado. Un da, temprano por la maana, se dirigi hacia la cabaa de Agamenn.

-Los dioses -dijo- me han avisado en un sueo que entre nosotros hay escondido un traidor. Dicen que el campamento debe ser trasladado en veinticuatro horas.

Agamenn dio las rdenes necesarias, y aquella noche Ulises enterr en secreto un saco de oro en el lugar donde se encontraba la cabaa de Palamedes. Entonces forz a un prisionero frigio a escribir una carta en su propia lengua, como si fuera del rey Priamo, para Palamedes. En ella deca: El oro que aqu os envio es el precio acordado entre nosotros para que drogues a los centinelas griegos. Mi hijo, el prncipe Hctor, estar listo para entrar al campo naval por la maana, dentro de tres das. Ulises le dijo al prisionero que le diera a Palamedes esta carta, pero lo mat en cuanto se dispona a partir. Cuando se volvi a organizar el campo, alguien vio el cuerpo del prisionero y llev la carta al consejo de Agamenn. Un intrprete se la ley y Palamedes fue inmediatamente acusado de traicin. Cuando neg haber aceptado ningn oro de Priamo, Ulises sugiri una bsqueda completa en su tienda. Debajo de ella se encontr el oro y Agamenn, que odiaba a Palamedes porque haba sido elegido comandante en jefe del ejrcito en Aulis, lo sentenci a morir apedreado.

En su camino hacia el lugar de la ejecucin, Palamedes grit:

-En verdad, lamento tu destino! Has muerto antes que yo.

Palamedes se haba ganado la gratitud de todos al inventar los dados, hechos de huesos de oveja, que ayudaban a entretener a los soldados aburridos y con aoranza de la familia. Pero Ulises les convenci de que era un traidor.

Todo este asunto lleg al padre de Palamedes, Nauplio, rey de Eubea, que fue a Troya enfurecido, quejndose de que su hijo haba sido vctima de una vil trampa. Agamenn le dijo speramente que se fuera.

-Palamedes -dijo- ha sido juzgado con limpieza y condenado con justicia.

Nauplio jur venganza, retir sus naves y sus hombres del campamento y, cuando volva a casa de nuevo, lo hizo por Grecia, visitando, una a una, a todas las esposas de los enemigos de Palamedes y haciendo que cada una de ellas creyera la misma historia:

-Tu marido ha capturado a una esclava adorable y tiene la intencin de divorciarse de ti y de casarse con ella.

Algunas de estas infelices reinas se suicidaron, pero el resto se veng teniendo amantes, como Clitemnestra, la esposa de Agamenn, y la esposa de Diomedes, rey de Argos, y la esposa de Idomeneo el cretense, y, segn dicen, Penlope, la esposa de Ulises. Y planearon matar a sus maridos en cuanto volvieran.

La clera de Aquiles contra Agamenn creca. Adems de estar convencido de la inocencia de Palamedes, odiaba la injusta manera en que el alto rey distribua el tesoro capturado. En vez de permitir que el jefe de cada expedicin se quedara con dos tercios del tesoro para l y para sus hombres, dejando el resto para el fondo comn, Agamenn lo reparti todo entre los consejeros de acuerdo con su rango. Esto quera decir que si se capturaban cien libras de oro, Agamenn reclamara diez, Idomeneo ocho, Menelao, Nstor, Diomedes y Ulises cinco cada uno, y as sucesivamente; mientras que el mismo Aquiles o el gran Ayax, al ser slo prncipes y no reyes, nicamente podan reclamar una libra, a no ser que el consejo accediera a darle un pequeo premio de honor adicional.

Aquiles se sinti engaado porque estos reyes, excepto Ulises, nunca luchaban, pues pensaban que quedaba por debajo de su dignidad. El consejo se neg a alterar la norma.

Justo a las afueras de Troya, se alzaba el templo de Apolo, considerado por los griegos y los troyanos como suelo neutral por mutuo acuerdo. Una maana, cuando Aquiles se encontraba all, desarmado, para ofrecer un sacrificio, entr inesperadamente la reina Hcuba, acompaada por su hermosa hija Polixena, que llevaba un vestido de lino escarlata y un pesado collar de oro. Aquiles se enamor inmediata y violentamente. En aquel momento no dijo nada, pero volvi al campamento atormentado, y, de inmediato envi a su auriga al templo, sabiendo que Hctor ira a sacrificar esa misma tarde. El auriga tena que preguntar a Hctor en privado:

-En qu trminos podra esperar el prncipe Aquiles casarse con tu hermana Polxena?

Hctor, aunque estaba enfurecido porque Aquiles haba matado a su suegro y a sus siete cuados, antepuso el bien de Troya a cualquier rencor personal. Le dio al auriga una carta sellada, dirigida a Aquiles, que deca: He odo, prncipe, que el rey Agamenn y su consejo te han insultado en muchas ocasiones. Al no ser su sbdito, pero si un voluntario, y al ser tambin demasiado joven para haber sido uno de los pretendientes de Helena, quiz te sientas inclinado a actuar por inters propio, admitindome a m y a mis hombres en el campamento griego durante una noche. Cuando hayamos matado al rey Agamenn y a su hermano Menelao, mi hermana Polxena ser tuya para casarte.

Aquiles consider seriamente esta oferta, pero tena miedo de que si dejaba entrar a los troyanos al campamento, algunos de sus amigos (como sus primos, el gran Ayax y el pequeo Ayax) podan ser asesinados por error. As que decidi esperar hasta que Troya cayera y entonces ganarse a Polxena sin tener que efectuar ningn pago a Hctor

AQUILES SE PELEA CON AGAMENN

Hacia el principio del fatdico noveno ao, la misma Troya sufri poco, pero muchos de sus aliados haban desertado, y otros slo se mantenan leales a cambio de enormes primas de oro. El tesoro de Pramo casi se haba agotado. Sin embargo, ninguna ciudad ni tribu de Asia Menor quera que los griegos derrotaran a los troyanos y se enriquecieran controlando el comercio por el mar Negro; as que, cuando se difundi la noticia que se estaba planeado un ataque griego contra Troya para principios del verano, llegaron gran cantidad de refuerzos de la lejana Licia, Paflagonia y de otros lugares para ayudar al rey

Priamo.

Zeus todopoderoso se encontr en una posicin violenta. Pramo siempre le haba hecho sacrificios esplndidos y los troyanos se comportaban honorable y bravamente, que era ms de lo que se poda decir de los griegos. Zeus no poda negar haber amaado el concurso de belleza y bien saba que la irresistible diosa del amor, Afrodita, tambin haba intervenido en la escandalosa aventura amorosa entre Paris y Helena, que era la causa de la guerra. Por eso no se atreva a enfrentarse a su mujer Hera y su hija Atenea, las cuales pedan venganza contra Troya. As que l permaneci neutral, aunque procurando hacer que las cosas les resultasen a los griegos lo ms desagradable posible.

Hay que recordar que Aquiles tom como prisionera a la adorable Criseida, hija de Crises, sacerdote de Apolo. En el reparto del botn, fue adjudicada como esclava a Agamenn, a quien cada vez le gustaba ms; pero un da, de repente, Crises se dirigi hacia el campamento griego, llevando una vara de oro (envuelta en una cinta de lana para la cabeza consagrada a Apolo) y exigi el retorno de Criseida, ofreciendo un gran rescate por ella. Aunque el consejo real urgi a Agamenn a que aceptara, ste se enfureci mucho, y le dijo a Crises, speramente, que se fuera y que nunca volviera a mostrar su cara por all si no quera recibir una severa paliza.

-Criseida es ma -grit- y no tengo intencin de entregarla!

Crises se retir y, estando en la orilla, le rog venganza a Apolo. Apolo baj del Olimpo muy irritado, con un arco de plata en su mano y flechas agitndose en su aljaba. Se sent en una colina cercana y comenz a disparar a los griegos. Cada flecha estaba infectada con la peste y, como tenan el campamento en un estado mugriento y raramente sacaban los desperdicios, se aseaban o se cambiaban de ropa, enseguida se contagi de hombre a hombre. Antes de diez das murieron cientos de ellos y sus camaradas tenan cada vez ms dificultades para quemar los cadveres, pues el abastecimiento de lea se acababa. Esta catstrofe alarm a Hera, que visit a Aquiles en un sueo.

-Prncipe -le dijo-, avisa inmediatamente al consejo real, y mira qu puedes hacer para salvar la expedicin.

Aquiles hizo lo que le orden, y cuando el consejo se reuni, les sugiri que Agamenn preguntara a algn profeta de confianza por qu Apolo les haba enviado la peste. Llamaron a Calcante. Este se alz y dijo:

-Si os digo la verdad, seores mos, y si sta no complace al alto rey, quin me proteger contra su enfado?

-Yo lo har -contest Aquiles-, confa en mi!

Entonces Calcante dijo con franqueza al consejo que si no se devolva Criseida a su padre sin ningn tipo de rescate, la peste perdurara hasta que no sobreviviera ningn griego.

Agamenn llam mentiroso a Calcante.

-Es un truco de rencoroso -estall- para robarme a Criseida, a la que, por cierto, prefiero antes que a mi esposa Clitemnestra, y que me fue entregada por el consejo real como premio de honor. A pesar de todo, la entregar si insists en creeros esta increble historia, pero con la condicin de que sea recompensado por mi prdida con una esclava de igual talento y belleza.

Aquiles tambin perdi los estribos, llamando a Agamenn pcaro avaro.

-Sabes bastante bien -dijo- que no hay ningn botn comn del que podamos sacar nada. Todo fue repartido en cuanto lleg, la mayora injustamente, adems. Y quin de nosotros ser el elegido para cederte su propia bella esclava? Eso es lo que quiero saber.

-Cierra la boca! -grit Agamenn-. Tengo que decir que esperas conservar tu premio de honor mientras que yo, aunque sea el alto rey y el comandante en jefe de los griegos, me quede con las manos vacas? Este consejo tiene que hacer lo que digo o tendr que dejar la ley en mis manos y elegir el premio de honor que a m me plazca, sea de quien sea la esclava que yo necesito: tanto si es del gran Ayax, Ulises o, incluso, tuya. Pero, mientras tanto, supongo que hay que devolver Criseida a su padre.

Aquiles se enfureci ms que nunca.

-Yo no estoy bajo tus rdenes! -grit-. Vine aqu voluntariamente. Adems, mis hombres y yo hemos llevado a cabo la mayora de los enfrentamientos y nos han dado la menor parte de los botines repartidos. Amenazas con arrebatarme el premio que el consejo me ha otorgado despus de mi saqueo en la Tebas de Hipoplacia? Entonces, no tengo intencin de humillarme ms con esfuerzos desagradecidos para llenar vuestro tesoro privado! Me voy a casa.

-Pues vete -dijo Agamenn-. Obviamente eres cobarde, adems de traidor. Vete a casa si tienes que hacerlo, pero te juro por Zeus todopoderoso que primero ir a tu tienda y me llevar a la esclava Briseida, usando la fuerza si es necesario! Esto te ensear que nunca debes discutir con tus mayores y superiores.

Aquiles medio desenvain su espada y all mismo habra matado a Agamenn si Atenea no hubiera comprendido que esto poda provocar una guerra civil en el campamento griego y salvar a Troya de la destruccin. Ella apareci, repentinamente, al lado de Aquiles, invisible para todos menos para l, y detuvo su mano.

-Insulta a Agamenn todo lo que te plazca dijo ella-, pero no uses la violencia! Juro solemnemente que, antes de que pasen muchos das, Agamenn te pedir perdn y te ofrecer tesoros muchsimo ms valorados que tu esclava tebana.

Aquiles envain la espada, malhumorado:

-Siempre es sabio obedecer a los dioses inmortales.

Entonces se dirigi a Agamenn, lanzndole todos los insultos de la lengua griega y diciendo lo sorprendido que estaba de que ningn otro miembro del consejo se atreviera a apoyarle. Vendra el tiempo, dijo, en que los griegos, cuando estuvieran a punto de ser aniquilados por los troyanos de Hctor, le suplicaran que les salvara la vida; pero l se cruzara de brazos con desprecio y se limitara a observar, mientras que Agamenn se crispara de desesperacin y maldecira su propia avaricia y testarudez.

El viejo Nstor intent, sin xito, detener la disputa. El consejo se dispers y Agamenn, habiendo enviado a Criseida a casa por mar bajo la responsabilidad de Ulises, llam a sus dos heraldos reales y dijo:

-Traedme a la esclava Briseida de la tienda de Aquiles.

Fueron temiendo por sus vidas, pero Aquiles, que confiaba en el juramento de Atenea, no se resisti a ellos. Slo repiti su advertencia de lo que pasara cuando Hctor atacara el campamento griego. Despus de caminar por la orilla, sumergido en la melancola, se detuvo y le pidi ayuda su madre, la nereida Tetis. Esta sali a la superficie de su cueva submarina, se sent en la arena y le escuch compasivamente mientras explicaba sus problemas; entonces le prometi visitar a Zeus todopoderoso y hacer que castigara a Agamenn.

Aquella misma tarde, Hera vio a Tetis en una enrgica conversacin con Zeus, y a la hora de cenar le pregunt sobre qu haban estado hablando. l se neg a contestar y Hera dijo con brusquedad:

-Supongo que te estaba pidiendo un favor para su hijo Aquiles... Dejar que Hctor diera a los griegos una severa paliza?

Zeus amenaz con azotara hasta dejarla amoratada. Hera no se atrevi a decir nada ms, y su hijo Hefesto el herrero, el marido cojo de Afrodita, se apresur a traerle una copa de vino dulce.

-Por favor no te enfades -dijo l en voz baja-. El padre Zeus es muy capaz de mandamos el rayo y, entonces, qu ser de nosotros? Bbete esto, querida madre!

Zeus decidi mantener la promesa que le haba hecho a Tetis, y mand un sueo falso disfrazado del viejo rey Nstor. Aquella noche, el sueo falso le dijo a Agamenn:

-Un mensaje de Zeus todopoderoso. La reina Hera le ha persuadido para que te permita capturar Troya. Forma tus tropas al alba y avanza!

Agamenn convoc el consejo de inmediato y les transmiti el mensaje. El viejo Nstor, orgulloso de haber formado parte de un sueo divino, pens que deba de ser real y les aconsej obediencia instantnea. Pero Agamenn convoc una asamblea general de todas sus tropas, y, muy estpidamente, decidi probar su coraje recordndoles los pocos que

eran comparado con los troyanos, lo larga que estaba siendo la guerra y la poca esperanza de victoria que tenan.

-Por qu luchar en contra del destino? -les pregunt-. Quiz, despus de todo, no deberamos volver a casa, antes de que nos caiga encima lo peor?

En lugar de que todo el mundo protestara en voz alta, como l esperaba, y gritara No, no, hemos jurado tomar Troya!, se oyeron gritos de Bien dicho, bien dicho, su majestad, partamos inmediatamente!. Hera oy los gritos de jbilo, los sonidos de los pasos y el ruido de las embarcaciones cargndose. Se apresur en enviar a Atenea para corregir el error del alto rey. Atenea vio a Ulises triste, de pie junto a su nave y le dijo que usara el cetro de Agamenn para reconducir a los hombres a la obediencia. As lo hizo, y les prohibi que zarparan amenazndoles con que cualquiera que tomara en serio la broma de Agamenon e intentara partir, seria ejecutado como un desertor. Entonces convoc otra asamblea general, en la que record la profeca de Calcante sobre la serpiente y los gorriones, a la vez que mencion el sueo divino de Agamenn.

-Comamos un buen desayuno, camaradas -dijo-, y despus atacaremos Troya, que est destinadaa caer. Zeus todopoderoso nos lo ha prometido!

Un soldado raso llamado Tersites, el hombre ms feo de todo el ejrcito (patizambo, jorobado y casi calvo), empez a quejarse de los jefes griegos:

-Por qu tenemos que quedarnos aqu y sufrir por un grupo de reyes avaros y cobardes? Fijaos en la manera mezquina con que Agamenn ha tratado a Aquiles: todo lo que quiere es el botn y la gloria a costa de los dems! Por qu no nos vamos a casa, como l nos ha sugerido, y le dejamos que haga solo esta guerra?

Ulises se dirigi hacia Tersites y grit:

-Silencio, charlatn miserable! No permitir que insultes a nuestro gran comandante en jefe.

Entonces golpe a Tersites con el pesado cetro dorado hasta que empezaron a caerle lgrimas por las mejillas.

Tersites tena la lengua tan sucia y tantos enemigos que todos los presentes vitorearon a Ulises estrepitosamente y, despus de una buena comida de ternera asada y de copiosos tragos de rico vino de Lemnos, todo el ejrcito, excepto los mirmidones de Aquiles, formaron para la batalla. Los troyanos, que vigilaban desde las altas murallas, se pusieron rpidamente las armaduras, colocaron los arneses en los carros, abrieron las puertas de la ciudad y salieron para enfrentarse al ataque. A ambos lados de la llanura se levantaron grandes nubes de polvo que oscurecan el sol.

LOS GRIEGOS CONSIGUEN VENTAJA

La batalla todava no haba empezado cuando Paris, vestido con una capa de piel de pantera, se lanz entre los dos ejrcitos con una espada, dos lanzas y un arco. Grit desafiando a cualquier griego que se atreviera a enfrentarse a l en Un combate individual. Bramando encolerizado, Menelao salt desde su carro y corri hacia su enemigo mortal. Puesto que Menelao llevaba una armadura completa (casco, coraza pectoral, espinilleras y todo lo dems), Paris se lo pens mejor y retrocedi de nuevo hasta las filas troyanas. Su hermano Hctor grita disgustado:

-T, cobarde, guapo, ricitos mentiroso, intil! Ojal nunca hubieras nacido! El enemigo se est riendo de nuestra desgracia. Palabra que tenemos que estar locos por no haberte apedreado ya hace tiempo!

Paris contest:

-Hablas sensatamente, hermano, pero por qu culpas a mi belleza, que me dieron los dioses cuando nac? Parece que insistes en que rete al rey Menelao, muy bien, estoy listo! Es justo que slo nosotros dos luchemos. Si me mata, no le envidio Helena ni su fortuna. Si le mato, ella se queda aqu. Entonces podremos devolver el tesoro de Apolo a su templo de Esparta y todo quedar solucionado Pero primero tengo que armarme como Menelao.

Hctor, aliviado por la respuesta de Paris, recorri la lnea troyana llevando su lanza al nivel del pecho y presionando a los soldados hacia atrs.

-Deteneos y sentaos! -grit.

Aunque las flechas y las piedras de las hondas griegas caan sobre Hctor como la lluvia, erraban el blanco; y cuando Agamenn vio lo que ocurra orden:

-Dejad solo al prncipe Hctor, camaradas! Probablemente tiene algo importante que decir.

Hctor se dio la vuelta:

-Troyanos y griegos -anunci-, mi hermano, cuya huida con la reina Helena ha causado esta terrible guerra, os pide que depongis las armas y os sentis. El y el rey Menelao lucharn a muerte por esta hermosa dama y su fortuna. Mientras tanto, deberamos pactar una tregua.

Menelao acept el desafo de Paris; Agamenn acept la tregua; y, despus de algn retraso debido a la necesidad de sacrificar algunos corderos, ambos bandos depusieron las armas y los jefes se apearon de sus carros. Todos dieron la bienvenida a la posibilidad de una paz honorable.

Pnamo, sus ancianos consejeros y la reina Helena, mirando desde las murallas de Troya, vieron que Hctor pona dos piedras marcadas en su casco y lo agitaba para decidir si era Paris o Menelao el que tena que lanzar primero. Salt la piedra de Paris. Una vez que haba tomado prestados una esplndida coraza del primero de sus hermanos, un escudo y un casco del segundo y un par de espinilleras del tercero, los campeones avanzaron para combatir blandiendo las armas.

La lanza de Paris dio de lleno en el escudo de Menelao, pero la punta no fue capaz de atravesar las gruesas tiras de piel de toro bajo la carcasa de bronce. Menelao, a cambio, ofreci una plegaria a Zeus todopoderoso, y lanz su lanza con terrorfica fuerza. Atraves el escudo de Paris, pero se desvi hacia un lado y slo le roz la coraza. Entonces Menelao corri hacia delante, espada en mano, y golpe el casco de Paris tan fuertemente que la hoja de la espada se rompi en cuatro pedazos. Al tambalearse Paris, Menelao lo cogi por la crin de caballo del casco y lo volte. Medio ahogado por la correa del casco, Paris se vio arrastrado hacia las lneas griegas.

El duelo habra acabado en un glorioso triunfo para Menelao si Afrodita no hubiera bajado para rescatar a Paris. Con una mano invisible, rompi la correa del casco y dej a Menelao llevando un casco vaco. Lo arroj a sus camaradas, cogi la lanza de Paris y se dio la vuelta para matarlo. Pero Paris ya no estaba all! Afrodita hizo invisible a su favorito y se lo llev, sano y salvo, tras sus lneas.

Al no ver a Paris por ninguna parte, Agamenn grit:

-Prestadme atencin, troyanos! Declaro ganador a mi hermano Menelao! Ahora tenis que entregar a la reina Helena y su fortuna; y tambin tenis que pagarme una enorme indemnizacin para cubrir los gastos de la expedicin.

Sus hombres gritaron en aplausos, y aunque los troyanos murmuraban maldiciones en contra de Paris, no podan discutir la victoria de Menelao. Ms tarde, Helena, que haba cerrado los ojos cuando pareca que Paris estaba a punto ser asesinado, oy de un viejo sirviente que haba vuelto a su habitacin. Se fue hacia all para regaarle por su cobarda, pero l se limit a sonrer, y dijo:

-Atenea ayud a Menelao; Afrodita me ayud a m. Lo que es ms, ella me salv la vida, como ya saba que hara. Bien, Menelao ha ganado este asalto; quiz yo gane el prximo.

Mientras tanto, en el cielo haba una disputa entre Zeus todopoderoso y el resto de los dioses y diosas. Zeus quera perdonar a Troya, pero tanto Hera como Atenea protestaron de tal manera que dej que lo hicieran a su manera. Hera incluso dijo:

-Destruye Argos, Micena, Esparta o cualquiera de mis ciudades favoritas. Pero insisto en la cada de Troya!

Atenea vio que era mejor mantener viva la guerra (ahora que los troyanos se haban comprometido honorablemente a no devolver a Helena ni su tesoro) haciendo que algn aliado troyano rompiera la tregua. As que se disfraz de uno de los hijos de Pramo

y le dijo al rey Pndaro de Licia:

-Hazme caso, Pndaro, y dispara a Menalo cuando est al aire libre. Si lo matas, te ganars la gloria inmortal, y Paris tambin te dar una atractiva recompensa.

Pndaro sigui, imprudentemente la advertencia de Atenea. Fue a buscar el arco, hecho de un par de cuernos de orix de ocho palmos unidos por las bases; lo mont, fij una flecha en la cuerda y dispar. Naturalmente, Atenea no tena ninguna intencin de dejar que su amigo Menelao fuera asesinado. Se puso delante de l y gui la flecha hacia donde pudiera causar el mnimo dao. La punta slo le hiri en un costado y le hizo sangrar un poco. Pero se rompi la tregua.

Unos minutos despus, los dos ejrcitos se enfrentaron, con estruendo de escudos y choque de armas. Centenares de muertos cubrieron pronto la llanura, la lucha empujaba por uno y otro lado, hasta que al final los troyanos de Hctor se retiraron y los griegos comenzaron, codiciosamente, a quitarles las armas y armaduras a los cadveres de los enemigos.

Diomedes, rey de Argos, fue el mejor guerrero del da, aunque Agamenn, Menelao, el gran Ayax y otros jefes griegos lucharon contra un gran nmero de enemigos. La misma Atenea ayud a Diomedes cuando lanzaba tempestuosamente su carro al campo de batalla, atravesando montones de hombres y molestndose raras veces en desnudar sus cadveres. Pndaro lo detuvo un momento con una flecha que agujere su hombro; pero cuando fue extrada por su auriga, Atenea le dio fuerza renovada para matar a muchos

enemigos mas.

Entonces, Eneas invit a Pndaro a subir a su carro, tirado por dos yeguas de dinasta divina, ms rpidas que el viento.

-Yo conducir, t lucha -sugiri-. Juntos destruiremos fcilmente a este campen argivo.

Pndaro mont.

-Pensaba -dijo- que mi flecha haba dado en el blanco, pero Diomedes parece estar protegido por algn dios o diosa. Esta vez usar mi lanza y me asegurar de darle.

Diomedes vio que se acercaban al galope. Le dijo a su auriga:

-No tengas miedo! Estamos protegidos por Atenea. Tan pronto como haya matado a esos dos reyes, abandona nuestro carro, coge al prncipe Eneas y lIvatelo al campamento. Sus yeguas son de una dinasta divina y valen por veinte de las mas.

Pndaro arroj la primera lanza. Atraves el escudo de Diomedes, abollando la coraza del pecho, pero sin ir ms all. La lanza de Diomedes, guiada por Atenea, le dio a Pndaro entre los ojos y lo mat al instante. Eneas baj del carro para proteger el cuerpo cado. Diomedes tambin baj del carro; cogi y lanz una enorme roca que rompi el hueso del muslo de Eneas. Cuando Afrodita descendi y lo envolvi en un pliegue de su blanca tnica, ,Diomedes supo de inmediato de quin se trataba. El, osadamente, atac con su lanza y la hiri en la mano, justo debajo de la mueca. Los dioses y las diosas nunca sangran, pero un lquido incoloro llamado icor manaba de la herida producida por la lanza. Afrodita dej caer a Eneas, grit, vol hacia el dios de la guerra, Ares, que miraba la batalla sentado en una colina cerca de all, y se desplom en su carro. Iris, la mensajera de los dioses, la devolvi gentilmente al Olimpo, llorando de dolor.

Mientras tanto, Diomedes hubiera acabado con Eneas, cuyo carro ya estaba de camino hacia el campo naval, si Apolo no hubiera hecho aparecer una espada mientras gritaba con voz terrible:

-Ten cuidado, temerario mortal! Te has atrevido a atacar a la diosa Afrodita, pero yo soy el dios Apolo!

Hctor, ayudado por Ares, que estaba de parte de los troyanos, emprendi entonces un audaz contraataque. Eneas, a quien Apolo haba llevado a su templo vecino, se reanim enseguida, corri a ayudarle y juntos mataron compaas griegas enteras.

LOS TROYANOS CONSIGUEN VENTAJA

Con el permiso de Zeus todopoderoso Atenea mont en el carro divino y fue en busca de Diomedes. Le encontr con la cara plida y tranquila, todava perdiendo sangre de la herida de la flecha.

-Sube y lucha contra Ares! -le mand, dndole una fuerza renovada.

Diomedes obedeci y salieron juntos al galope. Atenea se hizo invisible y cuando Ares iba a herir de muerte a Diomedes, ella desvi la lanza mientras Diomedes le atacaba al estmago. Cuando le penetr la hoja de la espada, Ares bram ms fuerte que nueve o diez mil hombres, entonces vol hacia el Olimpo, donde le ense a Zeus el icor que brotaba a chorro de su herida.

-Cmo se atreven los mortales a tratar sin piedad a los dioses? -se quej.

Zeus le llam testarudo, loco y violento, y que era incluso peor que su madre Hera; pero dej que Apolo le curara. Por justicia, tambin detuvo la batalla de Atenea.

Diomedes se encontr cara a cara con un licio llamado Glauco y, despus de desafiarle, descubri que su propio abuelo Eneo el argonauta, que plant el primer viedo de Grecia, era muy amigo del abuelo de Glauco, Belerofonte, que mat a la monstruosa Quimera. A causa de este lazo familiar, decidieron no enfrentarse y Diomedes dijo:

-Intercambiemos nuestras armas en reconocimiento abierto de nuestra amistad!

Glauco, al darse cuenta de que no tena ninguna posibilidad ante un campen tan poderoso, estuvo de acuerdo con el cambio aunque llevaba una armadura dorada y Diomedes simplemente una de bronce.

Hctor hizo una visita rpida a Troya. Montones de mujeres se arremolinaron a su alrededor, pidindole noticias de sus hijos o maridos, pero las apart y fue en busca de su madre, la reina Hcuba.

-Si no haces que estas mujeres ofrezcan ruegos y sacrificios pblicos -dijo l-, estamos perdidos. Sobre todo deben honorar a Atenea. Hoy ha sido ms dura de lo habitual con nosotros.

Entonces visit la casa de Paris y le encontr puliendo su coraza con un pedazo de piel suave.

-T, cobarde bribn! -grit-. Cmo te atreves a alejarte de una batalla en la que tantos troyanos valientes estn muriendo por ti?

Paris respondi:

-Hablas con sentido, hermano; pero la verdad es que, al sentirme un poco triste despus de haber luchado contra Menelao, volv a casa para llorar a gusto en esta silla. La querida Helena me acaba de sugerir que debera salir de nuevo y estoy preparando mi armadura. Nunca se sabe quin ganar la prxima, verdad?

Helena le pidi a Hctor que la perdonara:

-Todos los desastres que he trado a Troya en realidad no han sido por mi culpa -solloz-. Todo lo han hecho los dioses. Yo no poda desobedecer a Afrodita. Por favor, sintate y descansa un rato. Pareces tan cansado!

Hctor no quiso esperar. Sali corriendo y se encontr con su esposa Andrmaca llevando a Escamandro, su hijo de tres aos. Andrmaca intent retenerle:

-Qudate aqu, a salvo -le suplic-. No me hagas viuda, no hagas hurfano a nuestro querido hijo!

l respondi:

-El honor me prohbe evitar la lucha, incluso sabiendo que mi familia y amigos estn condenados. Confieso que lo peor de todo es pensar que algn cruel prncipe griego te conducir a la esclavitud llorando, y te forzar a trabajar como sirvienta y a ser mirada con menosprecio cuando la gente diga:

-Mirad, sa es Andrmaca, la que una vez fue esposa de Hctor el troyano!

Escamandro empez a llorar, asustado por las lgrimas de Andrmaca y por el alto penacho de su padre; as que Hctor se quit el casco y cogi al nio en sus brazos, pidindole a Andrmaca que se dominara y que no hiciera las cosas todava ms difciles.

-La guerra es una labor de hombres. Djame! Si tengo que morir, morir.

Se separaron. Entonces Paris sali corriendo, completamente armado, se disculp por haber llegado tarde y los hermanos se marcharon a la guerra juntos.

Hctor desafi en voz alta a cualquier prncipe griego que quisiera enfrentarse a duelo con l. Nadie se atreva a aceptar, hasta que el rey Menelao dio un paso hacia delante. Rezongaba en voz baja, muy consciente de la poca esperanza que tena de derrotar a Hctor; as que los otros consejeros le retuvieron y nueve de ellos incluso se ofrecieron a ocupar su lugar. Entre ellos estaban Agamenn, Diomedes, el gran Ayax, el pequeo Ayax, Idomeneo de Creta y Ulises. Marcaron nueve piedras y las pusieron en un casco que agit el viejo Nstor. La piedra del gran Ayax salt, con gran alegra por su parte, y tuvo lugar una pelea extraordinaria entre l y Hctor. Ayax llevaba un enorme escudo largo, hecho de nueve capas de piel de toro enfundadas en bronce; Hctor prefiri un pequeo broquel redondo. Cuando cada uno lanz un dardo y fall, empezaron a arrojar enormes piedras. A pesar de que Ayax tumb a Hctor con una tan grande como una piedra de molino, ste se levant de nuevo y desenvain la espada. Ayax tambin la desenvain. Pero antes de que pudieran atacarse, los heraldos salieron corriendo tanto del lado griego como del troyano y usaron sus varas sagradas para separar a los dos campeones.

-Dejad de luchar! -gritaron-. Respetad a la diosa de la noche que est a punto de bajar el teln sobre vuestra batalla.

Ambos estuvieron cortsmente de acuerdo, y Hctor propuso que despus de un duelo tan noble deberan intercambiarse regalos de amistosa admiracin.

-Nada me complacera ms -respondi Ayax.

Le dio a Hctor un cinturn prpura bordado y a cambio recibi una espada con incrustaciones de plata (ms tarde, Hctor fue arrastrado a la muerte con este cinturn; y ms tarde, Ayax se mat con esta espada). Acto seguido, los ejrcitos se fueron a cenar.

Antenor habl en la reunin del consejo del rey Pramo. Destac que Paris, al haber violado las leyes de hospitalidad cuando rapt a Helena, haba incluso empeorado ms las cosas al huir de Menelao en el duelo.

-Le juramos a Zeus que el vencedor se quedara con Helena; por lo tanto, ella debe ser enviada a casa con todo su tesoro.

Paris se alz:

-Me niego a devolver a Helena -grit-, porque yo no la rapt. Ella vino aqu por propia voluntad. Sin embargo, como el botn que captur en Sidn me ha enriquecido, estoy dispuesto a compensar completamente a Menelao.

Pramo le agradeci a Paris esta declaracin tan noble. Mientras tanto, sugiri una tregua de cuatro horas, durante las cuales ambos bandos deberan enterrar a sus muertos. Los griegos, aunque rechazaron la oferta de Paris, dieron la bienvenida a la tregua y, trabajando como hormigas durante todo el da siguiente. levantaron un montn de tierra sobre sus muertos. Lo hicieron como una muralla a lo largo del campamento y lo fortificaron con un muro de piedra y torres. El movimiento de tanta tierra form una profunda zanja o foso delante.

Su nico error fue no ofrecer el gran sacrificio que Zeus todopoderoso esperaba en tales ocasiones; y cuando el alba termin con la tregua, les mostr su enfado premiando a los troyanos con una seal favorable, un trueno por su lado derecho desde el monte Ida, que, a la vez, asust a los griegos. Ulises abandon al rey Nstor, que, aunque era demasiado viejo para luchar, haba estado ocupado cabalgando en su carro por el campo de batalla, animando a sus tropas. Diomedes lo salv de ser capturado; pero cuando un rayo lanzado por Zeus choc contra el suelo, cerca de las pezuas de su caballo, incluso l se retir.

Los troyanos de Hctor avanzaron hacia delante, esquivando a los atemorizados griegos a su paso, y pronto empujaron a los supervivientes detrs de sus murallas. Unos cuantos minutos ms y habran quemado la flota; sin embargo, Agamenn elev una plegaria piadosa a Zeus, que cedi e inspir a Diomedes para que encabezase la salida de los carros.

El guerrero ms victorioso de aquella maana fue el medio hermano del gran yax, Teucro el arquero, el hijo de Hesione. Usando como proteccin el gran escudo de yax, se asomaba por el borde, apuntaba rpidamente a un troyano, disparaba y se esconda de nuevo. Mat a nueve hombres antes de que Hctor le rompiera la clavcula con una piedra bien lanzada. Una vez ms, los griegos se dieron la vuelta y huyeron perseguidos por el triunfante Hctor, que se encarniz con ellos hasta el anochecer.

En el cielo, Hera bramaba como una fiera:

-Ten un poco de paciencia -dijo Atenea-. Espera un poco ms a que mi padre cumpla la promesa que le hizo a Tetis. Ha jurado hacer que Agamenon pida perdn a Aquiles y que le ofrezca enormes tesoros si deja de estar de mal humor en su tienda y lucha de nuevo.

Sin embargo, Hera forz a Atenea a subir a su carro dorado.

-Juntas, muchacha, cambiaremos la inclinacin de la batalla -le anunci en tono grave.

Zeus, que miraba desde el monte Ida, les envi un mensaje a travs de Iris: Si no sals de ese carro inmediatamente, le lanzar un rayo!. Obedecieron y Zeus le dijo a Hera en aquel instante:

-1Muy bien, esposa, slo para castigarte por tu intromisin, dejar que los troyanos consigan maana una victoria incluso mayor!

Aquella noche los troyanos acamparon cerca de la muralla del enemigo, confiados en su victoria. Los griegos estaban tan desanimados por sus prdidas que, cuando en una reunin del consejo Agamenon quiso levantar el sitio y volver a casa, slo Diomedes se atrevi a decir:

-Sera el acto de un cobarde. Voy a quedarme y luchar hasta el final, incluso si todos vosotros me abandonis!

El viejo Nstor apoy a Diomedes aadiendo:

-Seores mos, nuestra nica esperanza de sobrevivir recae ahora en calmar a Aquiles y persuadirle para que vuelva al campo de batalla.

Y Agamenn, ya que Nstor no haba dicho nada irrespetuoso, admiti enseguida su estupidez anterior, a la vez que prometi que se disculpara y dara a Aquiles una enorme recompensa por el insulto (tres ollas de bronce de tres pies, diez lingotes de oro de unas ochenta libras cada pieza, veinte calderos de cobre pulidos, seis pares de caballos de carro ganadores de premios, siete hermosas chicas cautivas que bordaban maravillosamente y la devolucin de Briseida).

-Tambin, una vez est en casa, en Grecia -dijo-, premiar a Aquiles con el mismo rango y honores que a mi propio hijo Orestes y le ofrecer una de mis tres hijas como esposa, la que l prefiera, y siete ciudades para gobernar.

Nstor se lo agradeci a Agamenn en nombre del consejo. Propuso que el gran Ayax y Ulises llevaran la oferta a Aquiles, acompaados por su viejo tutor Fnix. Cuando llegaron, Aquiles se neg a aceptar cualquier regalo de Agamenn.

-Ese bribn se comport -dijo- con una avaricia imperdonable. Nunca podr olvidar cmo me arrebat a Briseida, con la que me iba a casar.

A pesar de que trataba a sus tres visitantes con cortesa, les dijo francamente:

-Maana partir hacia Grecia, y dejo Agamenn a su suerte.

Fnix le llam testarudo y corazn de piedra. Sin embargo, como no se poda hacer nada ms, se sec las lgrimas y tambin decidi irse

EL CAMPAMENTO, EN PELIGRO

Aquella noche, Agamenn no poda dormir. Se levant, se arm y sali en busca de su hermano Menelao.

-Lo que necesitamos -le dijo a Menelao-, es un esquema realmente inteligente para salvar al ejrcito y la flota. Despierta al gran yax y al rey Idomeneo de Creta! Algo se les ocurrir.

Todos se enfadaron cuando les hicieron levantarse de la cama, en la negra oscuridad y despus de un duro da de lucha. Agamenn insisti tanto pidiendo una accin inmediata que el consejo decidi enviar espas a tierra de nadie, entre el campamento y las lneas troyanas, con la vaga esperanza de que pudieran traerles noticias sobre los planes de Hctor.

Diomedes se ofreci como voluntario y, cuando se le pidi que eligiera un acompaante, eligi a Ulises. Ulises acept ir con l, recordando que Diomedes le haba visto abandonar deshonrosamente a Nstor en el campo de batalla unas pocas horas antes. Quera limpiar su buen nombre.

Cruzaron el foso juntos y pronto tropezaron en la oscuridad con un espa troyano llamado Doln. Despus de haberle sonsacado toda la informacin til que pudieron, lo degollaron sin compasin. Ulises escondi la gorra de piel de hurn de Doln, la capa de piel de lobo, el arco y la lanza en un arbusto de tamarisco; entonces corri con Diomedes hacia el flanco derecho troyano, donde, como les dijo Doln, encontraran al rey Reso de Tracia acampado. No haba ningn centinela de guardia, as que treparon furtivamente, asesinaron a Reso y a diez oficiales que dorman a su lado, y despus se llevaron sus magnficos caballos: blancos como la nieve y ms veloces que el viento Al volver a casa, recuperaron tambin el botn de Doln. Reso haba llegado a Troya aquella misma tarde, y la captura de sus caballos fue una notable seal de suerte para Diomedes y Ulises a causa de una profeca que dice que los griegos nunca podran capturar Troya una vez que estos caballos hubieran bebido agua del Escamandro, cosa que todava quedaba por cumplir.

Al da siguiente, Zeus todopoderoso sigui favoreciendo a Troya, aunque el rey Agamenn disfrut de un poco de gloria. Dirigi una carga de carros, esquivo a algunos nobles troyanos y lleg a estar cerca de las murallas de la ciudad cuando Zeus decidi cambiar la suerte de la batalla.

Envi a Hctor la orden de reunir y alentar a sus fuerzas, pero que no intentara hacer nada durante la prxima media hora; en cuanto Agamenn abandon el campo, los troyanos podran haber matado a los griegos, carentes de mando, sin pausa durante toda la tarde. Despus, Agamenn mat a los dos hijos de Antenor; pero uno de ellos, antes de morir, le atraves el brazo con la lanza, justo debajo del codo. Agamenn sigui luchando, hasta que su herida fue tan dolorosa que volvi a su carro y se march, llorando desconsoladamente

Entonces, Hctor dirigi un fuerte ataque y, aunque se qued sorprendido por un instante cuando Diomedes le arroj una lanza que le alcanz el penacho del casco, comenz a rechazar a los griegos. Entonces Paris, escondido tras un pilar de piedra que marcaba la tumba de su abuelo, apunt hacia el pie de Diomedes y se lo clav en el suelo con una flecha. Diomedes llam a Paris bocazas, tacao, alborotador y celoso, ricitos y orgulloso de su arco de juguete.

-Si nos encontramos lanza contra lanza, qu posibilidades de victoria tendras? -grit.

Sin embargo, despus de haberse extrado la flecha, se sinti tan mal que tambin tuvo que dejar el campo de batalla y Ulises tuvo que luchar por su vida contra las espadas troyanas. Hctor condujo el carro a lo largo de la orilla del ro Escamandro, donde los tesalienses le ofrecan una fuerte resistencia, hasta que Paris clav una flecha en el hombro del rey Macan, que adems de ser el mejor cirujano de Grecia, era uno de los ms valientes guerreros de carro. Nstor rescat a Macan y lo condujo sano y salvo al campamento; despus, slo la firmeza del gran Ayax salv al ejrcito griego de una derrota completa.

Aquiles, que miraba la lejana batalla de pie en la popa de su nave anclada, vio que Nstor volva al galope. Su amigo Patroclo, al que envi a preguntar el nombre del rey herido, encontr a Nstor ya en su tienda. Una esclava le serva a Macan una fra bebida de cebada hervida en jugo de cebolla y endulzada con miel. Invitaron a Patroclo, que acept. Despus de lamentarse de las prdidas griegas, Nstor remarc:

-Parece que Aquiles no luchar debido a algn tipo de mensaje divino, pero, seguramente, no deseara vemos aniquilados. Quiz, si se lo preguntas con tacto, te dejara dirigir sus famosos mirmidones contra Hctor. Son buenas tropas, frescas y bien entrenadas, y su presencia en el campo podra cambiar el rumbo de la batalla a nuestro favor.

Las fuerzas de Hctor ya estaban listas para asaltar la muralla griega y quemar la flota. Invadieron el foso, treparon por el parapeto y rpidamente se hicieron con gran parte del muro, a pesar de la empecinada defensa del gran yax, que siempre luchaba sin armadura y cuyas jabalinas raramente fallaban su objetivo.

Zeus todopoderoso concedi a Hctor el honor supremo de entrar el primero en el campamento griego. Este cogio una enorme piedra y corri hacia la entrada principal. Las puertas altas y macizas estaban reforzadas con tablones cruzados y trabados. Plantndose a una cierta distancia y avanzando un paso, apunt al centro de las puertas y dispar. Se abrieron por completo y Hctor entr, con la luz de la victoria en sus ojos, seguido por una columna de troyanos triunfantes. Los griegos volaban, presas del pnico, hacia sus naves.

Poseidn, irritado por el xito de Hctor, descendi rpidamente del Olimpo hacia su palacio submarino, a las afueras de la isla de Eubea, donde prepar un carro tirado por bestias marinas. Se puso una coraza dorada, empu un elegante ltigo de oro y se dirigi hacia Troya a travs de las olas. All, dej su carro en la cuadra de una cueva marina, entre las islas de Imbros y Tenedos, y se adentr en el campo andando, disfrazado de Calcante. Poseidn no se atrevio a formar parte de la guerra abiertamente por miedo a molestar a su hermano, Zeus todopoderoso; no obstante, anim a los griegos, y con dos golpes de su palo proporcion al gran Ayax, al pequeo Ayax y a Teucro tal furia blica que sus manos y pies parecan no pesar nada. Sin embargo, Hctor y Paris mantenan el ataque troyano y la batalla continuaba.

Entonces Hera tom prestado de Afrodita el mundialmente famoso cinturn que, cuando se lo pona, forzaba a enamorarse de ella a todo aquel que se le antojara.

-Lo necesito -minti Hera dulcemente- para una vieja ta ma, una nereida cuyo marido se cans de ella hace siglos. Me gustara renovar su amor. Viven una vida de lo ms desgraciada en el fondo del mar, siempre regandose mutuamente por cualquier vieja disputa.

En realidad, Hera quera usar ella misma el cinturn. Cuando se lo abroch, su marido, Zeus todopoderoso, que ltimamente la consideraba como la ms fea y estpida de todas las diosas, sinti un amor tan pasional por ella que perdi todo inters por la guerra. Hera lo acarici afectuosamente y se ech a su lado en un valle del monte Ida, donde, de inmediato, comenzaron a brotar de la tierra y alrededor de ellos hierba, trboles, azafranes y jacintos.

Despus, persuadi al dios del sueo para que le cerrara los ojos, y cuando empez a roncar, le envi un mensaje a Poseidn: Haz lo que te plazca, no hay nada en la costa!. Entonces Poseidn dirigi con audacia el ataque griego. Diomedes y Ulises le seguan justo detrs. Hctor y el gran yax volvieron a encontrarse cara a cara. Ayax lanz una piedra que vol por encima del escudo de Hctor, tocndole por debajo del cuello. Comenz a girar como una peonza y le sacaron del campo quejndose y vomitando sangre. Los troyanos huyeron.

Cuando Zeus se despert y vio a Poseidn persiguiendo a una pandilla de fugitivos troyanos, amenaz con castigar a Hera como se mereca. Sin embargo, Hera, que todava llevaba el cinturn de Afrodita, pudo permitirse el rerse de sus amenazas y negar que haba animado a Poseidn a aparecer en el campo de batalla. As pues, Zeus simplemente le avis a travs de Iris: Detn la lucha de inmediato, hermano, o sufre las consecuencias!.

La respuesta de Poseidn fue tan dura que ella, con tacto, esper en silencio hasta que l se lo pensara mejor y, despus de un rato, en efecto, obedeci las rdenes de mala gana. Despus, Zeus le dej a Apolo su escudo mgico, que puso de cara a los griegos, los cuales se detuvieron del susto. Entonces vol hacia el lado de Hctor y le cur al instante.

Los griegos perdieron coraje y, unos pocos minutos despus, los troyanos, guiados por Hctor y Eneas, los mataban a centenares. Rpidamente forzaron su vuelta al campamento, y esta vez llegaron a las naves que, como conviene recordar, estaban varadas en filas, separadas por lneas de tiendas. Todos los griegos, excepto el gran Ayax, abandonaron la primera fila. Ayax se qued a bordo de la nave que haba pertenecido a Protesilao, sujetando una pica de sesenta palmos, de esas que en las batallas navales tienen que blandir al menos cinco marineros, y ensartando docenas de troyanos que llevaban antorchas con la intencin de quemarle.

AQUILES VENGA A PATROCLO

Patroclo le pidi a Aquiles que le prestase la armadura y el mando de sus guerreros mirmidones.

-Con su ayuda -aleg-, podr alejar a los troyanos antes de que quemen la flota y aniquilen a nuestros amigos supervivientes.

Aquiles lo consinti, pero le hizo prometer a Patroclo que una vez que el campamento estuviera limpio de enemigos, no intentara ganarse ms gloria persiguindoles y atacando la misma Troya.

El gran Ayax ya no poda defender su nave, porque Hctor haba recortado la punta de la pica y la haba dejado slo en el palo. Baj de un salto y se uni a sus camaradas, que aguantaban la lnea de tiendas ms cercana. Esto permiti a los troyanos quemar las naves. Cuando Aquiles vio una fina columna de humo que suba hacia el cielo, prest a Patroclo sus magnficas armas y la armadura, hizo formar a los mirmidones y les envi hacia all para salvar la flota. Su carga fue irresistible. Al confundir a Patroclo con Aquiles, los troyanos volvieron a ser expulsados y sufrieron una gran prdida.

Zeus todopoderoso, mirando desde el monte Ida, en un principio no poda decidir si Patroclo tena que ser inmediatamente destruido por Hctor y despojado de la armadura de Aquiles o si tena que ser premiado con nuevas victorias. Al final, Zeus le dej seguir durante otra media hora. Patroclo olvid la promesa que le haba hecho a Aquiles mientras estaba persiguiendo troyanos fugitivos por la llanura. Una compaa de mirmidones estaba lista para trepar por las murallas de Troya, la parte dbil construida por Eaco, cuando Apolo apareci en la ciudadela y les puso delante su terrible escudo. Ellos se retiraron espantados.

Entonces Hctor desafi a Patroclo a un duelo. Casi no haban bajado de los carros cuando Apolo se situ, silenciosamente, detrs de Patroclo y le golpe en el cuello con el borde de su mano. El casco de Aquiles se cay, la dura lanza de Aquiles se hizo pedazos, el escudo de Aquiles cay al suelo y Patroclo se qued all, desarmado, aturdido y temblando. Con la lanza en alto, Hctor le alcanz la parte baja del vientre y los troyanos se abalanzaron sobre l al ver que caa.

A continuacin hubo una tremenda pelea por el cadver. Tanto los griegos como los troyanos lo trataban como una piel de toro recin desollada, como las que los granjeros estiran por todos lados para extenderlas y hacerlas flexibles. Finalmente, Menelao y el lugarteniente de Idomeneo, Meriones el cretense, consiguieron llevar el cuerpo de vuelta al campamento, mientras que el gran y el pequeo Ayax se quedaron en la retaguardia.

Uno de los hijos de Nstor, cegado por las lgrimas, llev las malas noticias a Aquiles. Los dos caballos de Aquiles, Chanto y Balio, que haban sido montados por Patroclo, tambin lloraron (enormes lgrimas bajaban hacia sus hocicos). Pero l ya lo saba. Hera le haba enviado un mensaje a travs de Iris ordenndole que se quedara en el parapeto cuando aparecieran los troyanos y que les desafiara. Esto les hara retroceder con miedo porque, habiendo visto a Hctor quitndole la famosa armadura a Patroclo, pensaron que estaba muerto. Aquiles grit tan fuerte y los griegos se detuvieron en tal confusin que cuarenta de ellos resultaron heridos por las lanzas de los hombres que les seguan por detrs o por los carros que les pasaron por encima.

Aquiles llor, puso sus enormes manos sobre el ensangrentado pecho de Patroclo, gimiendo horriblemente, como una leona a la que hubieran matado los cachorros, y estuvo lamentndose toda la noche.

Entonces Tetis persuadi a Hefesto, el herrero cojo, para que forjara un nuevo equipo de armas sagradas y armadura para su hijo. Hefesto empez su trabajo enseguida, ornamentando el escudo con escenas del campo y de la ciudad en plata, oro y piedras preciosas. Al alba, Tetis llev su esplndido regalo a la tienda de Aquiles. ste se lo puso encantado y, al instante, ya estaba pronunciando un discurso en una asamblea general.

-Rey Agamenn -dijo-, ninguno de nosotros se ha beneficiado lo ms mnimo de nuestra reciente y desafortunada disputa sobre mi esclava. Los resultados han sido tan malos tanto para ti como para m que casi deseo que nunca la hubiera capturado viva. Venga, que el pasado sea pasado! Y ya que tu brazo herido todava te mantiene fuera de la batalla, por que no me nombras, temporalmente, comandante en jefe?

Agamenn estuvo de acuerdo. Incluso admiti su injusto comportamiento hacia Aquiles, aunque culpando por ello a la fatalidad y a la oscura furia, llamada Malicia, que, juntas, le arrebataron el sentido comn.

Cuando Aquiles pidi permiso para avanzar inmediatamente, Agamenn contest:

-Me temo que no puedo concederte este favor. Los hombres todava no han desayunado. Pero mientras se prepara la comida, enviar sirvientes a mi tienda almacn para que me traigan todos los tesoros que te ofrec hace poco.

-No quiero tesoros -grit Aquiles-, y slo de pensar en el desayuno me entran nuseas, con tantos muertos cubriendo el campo!

Sin embargo, los sirvientes de Agamenn le trajeron los lingotes de oro, los trpodes, los calderos, las esclavas (incluida Briseida) y los caballos de carrera. Briseida abraz el cadver de Patroclo, lamentndose en voz alta y alabando su naturaleza caballeresca y

generosa.

-l siempre me prometa -solloz- que el prn-cipe Aquiles y yo nos casaramos en Grecia cuando Troya cayera.

Pareca que Aquiles haba mantenido su amor por Polxena en secreto, incluso para Patroclo.

Aquiles todava se negaba a comer, pero Atenea le dio alimento divino untndole la piel con nctar y ambrosa, lo que le proporcion una fuerza enorme. Entonces, ambos ejrcitos se dirigieron hacia la llanura, donde Zeus todopoderoso le dio variedad a la batalla del da permitiendo que todos los dioses y las diosas tomaran parte y lucharan entre ellos si queran. Haba cinco por cada bando. Para los griegos: Hera, Atenea, Poseidn, Hermes el heraldo y Hefesto el herrero. Para los troyanos: Ares, el dios de la guerra, Apolo, su hermana Artemis la cazadora, su madre la diosa Leto y el dios del ro Escamandro.

Cuando las primeras lneas de batalla se encontraron, Apolo evit que Aquiles se topase con Hctor. Fue hacia Eneas disfrazado y le record su fanfarronada de borracho en un reciente banquete:

-Estoy dispuesto a desafiar al ms valiente de los griegos, incluso al prncipe Aquiles!

Eneas respondi:

-Eso es muy cierto. La ltima vez que nos encontramos yo iba desarmado y era neutral; tuve que correr para salvar mi vida. Adems, Atenea le ayudaba, y ningn hombre sabio se opone a los dioses.

Apolo le infundi coraje.

-T tambin ests bajo proteccin divina, Eneas -le dijo-, y mejor nacido que Aquiles. Su madre, Tetis, es una diosa sin importancia; tu madre es Afrodita, un miembro respetado del consejo del Olimpo de Zeus.

As que Eneas desafi a Aquiles, que se limit a burlarse de l preguntndole:

-Has salido para ganarte el favor del rey Pramo y que te nombre su sucesor? Por qu te engaas?

Como Eneas no responda, Aquiles prosigui:

-Pramo todava tiene muchos hijos propios. Nunca antepondra un primo ante un hijo. Qudate con mi advertencia: retrate sano y salvo!

-Y t, supongo, te imaginas sucesor de Agamenon? -grit Eneas muy furioso.

Aquiles encontr palabras igualmente desagradables como rplica, pero, al final, Eneas, dominando su temperamento como pudo, dijo:

-Por qu nos quedamos discutiendo como nios? Las palabras son baratas y tambin los insultos. Si nos sobrara tiempo, podramos intercambiar las suficientes como para llenar una galera de doscientos remos. Vine aqu a luchar, no a chismorrear. Protgete la cabeza!

La lanza, arrojada con toda su fuerza, no aboll el maravilloso escudo que Hefesto haba forjado; mientras que la lanza de Aquiles pas, netamente, por encima del de Aquiles, clavndose en el suelo detrs de l. Eneas cogi una enorme roca que, si la hubiera lanzado, simplemente habra rebotado en la armadura divina. Poseidn ya saba que Zeus todopoderoso se irritara si Eneas, cuya vida haba decidido ahorrarse por razones muy propias, mora, as que envolvi los ojos de Aquiles en una niebla mgica y aspir a Eneas hacia arriba sobre el campo de batalla y lo deposit ms all de las lneas troyanas, donde su llegada sorprendi enormemente a algunas tropas aliadas que se haban retrasado en armarse. Aquiles, no menos sorprendido por su desaparicin, se encogi de hombros y fue en busca de Hctor. Vio a Polidoro, de doce aos, el hijo preferido y ms joven del rey Pramo. El chico, a pesar de las estrictas rdenes de evitar el peligro, estaba esquivando la primera fila de guerreros. Aquiles atraves su cuerpo con una jabalina. Aunque Hctor haba sido advertido por Apolo de que evitara la ira de Aquiles, la muerte de su hermano pequeo le enfureci tanto que se puso a correr agitando vengativamente una lanza larga.

-Al final nos encontramos! -grit Aquiles.

Hctor arroj la lanza, pero una rfaga de viento enviada por Atenea, hizo que diera la vuelta y le cayera a los pies. Cuando Aquiles corri hacia delante pidiendo venganza a gritos, Apolo envolvi a Hctor en otra niebla espesa. Aquiles carg tres veces en vano sobre su enemigo invisible, entonces volvi su clera contra troyanos menos altos, rugiendo como un fuego de bosque, mientras ellos rompan filas y corran hacia el Escamandro. All, en los bajos y los huecos bajo las orillas del ro, aniquil a cientos de ellos. El furioso dios del ro Escamandro apareci en forma humana, gritando Vete!. Aquiles salt, furiosamente, hasta el medio del ro y le desafi. Escamandro acumul un buen caudal de agua y se la ech de golpe a Aquiles, que se aferr a un olmo. El rbol fue arrancado pronto, pero l se arrastr hasta la orilla perseguido por Escamandro en forma de enorme ola verde. Aquiles se habra ahogado como una rata si Poseidn y Atenea no le hubieran arrastrado hacia fuera, cogindole cada uno de una mano.

Escamandro y su compaero, el dios ro Simunte, persiguieron juntos a Aquiles cuando ste se apresuraba a salir, pero Hera orden a su hijo Hefesto que se enfrentara a ellos. Encendi una violenta hoguera en la llanura que quem los olmos, sauces, tamariscos, arbustos y juncias de la orilla del ro. El agua de Escamandro pronto hirvi tan caliente que acudi a Hera presa del dolor y el terror.

-Por favor, calma a tu hijo! -suplic Escamandro-. Prometo que nunca volver a ayudar a Troya.

Hera hizo lo que le pidi, y Aquiles continu su matanza de troyanos.

Algunos de los otros dioses y diosas ya haban llegado para participar. Ares atac a Atenea, pero su lanza result intil contra el escudo que Zeus todopoderoso le haba prestado y, lanzando un enorme mojn negro contra su cabeza, ella lo tumb cuan largo era. El cuerpo cado de Ares cubri siete acres de tierra. Afrodita le estaba ayudando a levantarse, cuando Atenea, bajo las rdenes de Hera, la hizo caer de un contundente golpe en el pecho.

Hermes no quera luchar contra la diosa Leto, madre de Apolo y Artemis. Educadamente, respondi a su invitacin:

-Seora, la victoria ya es vuestra.

Entonces Poseidn desafi a Apolo a un combate individual, que tambin rechazo.

-Por qu nosotros, dioses, tenemos que herirnos entre nosotros por unos pocos miserables mortales? -pregunt con calma.

Artemis la cazadora grit a su hermano y le llam cobarde despreciable, pero Hera se alz, agarrando ambas muecas de Artemis con una mano, le arrebat el arco y las flechas y le abofete, sonoramente, ambas mejillas.

Mientras tanto, Aquiles conduca a los troyanos precipitadamente hacia Troya, donde Pramo abri todas la