pueblossombras mundo egeo

2
BUS £Ki LAS SCM/ CAPÍTULO III PUEBLOS, PRÍNCIPES Y ESTADOS EN EL MUNDO EGEO Los hitiías y «ahhiyawa». La «creencia en Hornero» y el fantasma de un gran reino micénico Los Estados griegos arcaicos en los siglo XIV y XIII a. C. — Palacios, tumbas reales, pueblos y caminos en la Grecia continental. Los griegos de época micénica y el mar. Creta, las Cicladas, el Dodecaneso y el suroeste de Asia Me- nor. El ángulo nordeste del mar Mediterráneo y la isla de Chipre. Reyes y cortes principescas casi de época micénica. El «epos» homérico y el mundo histérico de época micénica. Escritura, archivos de palacio y administración. — Los documentos de la «casa del comerciante de aceites» en Micenas. ¿Literatura y libros en la antigua Creta y en la Grecia de época micénica? — Los no griegos en el mundo egeo de época micénica. Eteocretenses y eteocarpáticos. El nordeste del Egeo y sus centros de cultura no griega. Poliocni en Lemnos, Thermi en Lesbos, Emporio en Qufos. Buruncuk al norte de Izmir-Esmirna. Troya y la historia de la Guerra de Troya. El «disco de Festo». Entre los diversos nombres de pueblos del oeste y el suroeste, que se men- cionan en textos hititas, aparece también el nombre ahhiyawa; se menciona en unos veinte documentos de la segunda mitad de los siglo xrv y xn a. C. Entre el imperio hitita y los ahhiyawa existían al principio, al parecer, relacio- nes pacíficas, pero después se llegó a confrontaciones bélicas. Alcanzaron su apogeo en la segunda mitad del siglo xra a. C., bajo Tuthaliyas IV (hacia el 1250-1220 a. C.) y Arnuwanda III (alrededor del 1250-1205 a. C.). Las lu- chas tuvieron lugar por tierra, pero en la época del rey Arnuwanda III, un tal Attarishiya de Ahhiyawa emprendió una expedición contra Alasia, por tan- to contra Chipre. Desde hace más de medio siglo se han escrito un montón de tratados cientí- ficos sobre el «problema de los ahhiyawa», sin que se haya hallado una solu-Tj - '-- —.«+Jn«í»c rvianteadas en el debate. EÍJ Mundo egeo güística y materialmente, con el concepto de «aqueos», que desde los opon homéricos, escritos en el siglo VIH a. C., designa a los griegos de ¿poca micéni- ca? Hasta hoy no puede aducirse una prueba en sentido positivo ni negativo, pero la probabilidad se inclina considerablemente más a favor que en contra de la equiparación de ambos conceptos. Pero aunque se llegara a afirmar con seguridad esta elevada probabilidad, siguen planteadas toda una posible serle de cuestiones aún más importantes, si cabe. Sobre todo: ¿dónde estuvo el Im- perio Ahhiyawa —pues en las citas de los hititas se trataba sin duda de un concepto que había que entender también en sentido político— y qué extensión tuvo? Aun hoy, algunos eruditos y además numerosos amigos de la Antigüedad clásica se han quedado fascinados consciente o inconscientemente de las des- cripciones de Hornero, tan atrayentes literariamente, sobre el poderoso imperio de Agamenón de Micenas. Resulta de ahí la idea de un vasto impero, domina- do desde el palacio de Micenas. Tal «fe en Hornero» se encuentra en un plano semejante al de una exagerada «creencia en la Biblia», que precisamente en nuestros días se ha convertido casi en moda, según la cual el Antiguo '('esta- mento se considera a veces una explicación de la historia nacional-mitológica. La investigación sensata de los monumentos de época micénica, y no en último término los hallados en los palacios de los señores y las tablillas de escritura legible, han llevado al reconocimiento de que Hornero y su época tenía ideas totalmente desfiguradas de las circunstancias políticas, sociales, espirituales y económicas de la época micénica. Con toda probabilidad, los señores que resi- dían en el palacio de Micenas no llegaron a dominar nunca sobre todo el Pelo- poneso, sin mencionar el Ática o Beocia, en el centro de la zona griega conti- nental, o sobre las islas del Egeo, por ejemplo Creta o Rodas. El nombre «aqueos» podría haber sido una autodenominación ya extendida ampliamente en los siglos xrv y xm a. C. Pero el hecho de que los hititas hablaran de un reino ahhiyawa, por tanto de un Estado aqueo, no debe llevar a concluir erró- neamente que haya habido un imperio de todos los aqueos al que perteneció también una zona tan alejada de Asia Menor hitita como la Argólide con el palacio real de Micenas. El concepto de «helenos», una época de siglos más reciente, tampoco designaba a los miembros de una comunidad política; hasta el siglo xix d. C. no existió un Estado llamado «Helias» : . La «cuestión ahhi- yawa» se centra sobre todo en fijar, según el estado de la cuestión, dónde pudieron los hititas haber entrado en contacto con los «aqueos» en los siglos xrv y xm a. C. ¿Dónde había entoces centros de la cultura griega antigua y qué extensión tenían los diversos Estados? El más conocido con mucho es el palacio real i de Micenas en la Argólide, tan conocido que la expresión «cultura micénica» ¿fc I»' ! !:•? on razon compara M. I. Finley el concepto de los griegos de la Antigüedad con el de

Upload: helga-riquelme-ulloa

Post on 13-Jul-2016

10 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

mundo egeo

TRANSCRIPT

Page 1: PueblosSombras Mundo Egeo

BUS £Ki LAS S C M /

CAPÍTULO III

PUEBLOS, PRÍNCIPES Y ESTADOS EN EL MUNDO EGEO

Los hitiías y «ahhiyawa». — La «creencia en Hornero» y el fantasma de un granreino micénico — Los Estados griegos arcaicos en los siglo XIV y XIII a. C. — Palacios,tumbas reales, pueblos y caminos en la Grecia continental. — Los griegos de épocamicénica y el mar. — Creta, las Cicladas, el Dodecaneso y el suroeste de Asia Me-nor. — El ángulo nordeste del mar Mediterráneo y la isla de Chipre. — Reyes y cortesprincipescas casi de época micénica. — El «epos» homérico y el mundo histérico deépoca micénica. — Escritura, archivos de palacio y administración. — Los documentosde la «casa del comerciante de aceites» en Micenas. — ¿Literatura y libros en la antiguaCreta y en la Grecia de época micénica? — Los no griegos en el mundo egeo de épocamicénica. — Eteocretenses y eteocarpáticos. — El nordeste del Egeo y sus centros decultura no griega. — Poliocni en Lemnos, Thermi en Lesbos, Emporio en Qufos. —Buruncuk al norte de Izmir-Esmirna. — Troya y la historia de la Guerra de Troya. —

El «disco de Festo».

Entre los diversos nombres de pueblos del oeste y el suroeste, que se men-cionan en textos hititas, aparece también el nombre ahhiyawa; se mencionaen unos veinte documentos de la segunda mitad de los siglo xrv y xn a. C.Entre el imperio hitita y los ahhiyawa existían al principio, al parecer, relacio-nes pacíficas, pero después se llegó a confrontaciones bélicas. Alcanzaron suapogeo en la segunda mitad del siglo xra a. C., bajo Tuthaliyas IV (haciael 1250-1220 a. C.) y Arnuwanda III (alrededor del 1250-1205 a. C.). Las lu-chas tuvieron lugar por tierra, pero en la época del rey Arnuwanda III, untal Attarishiya de Ahhiyawa emprendió una expedición contra Alasia, por tan-

to contra Chipre.Desde hace más de medio siglo se han escrito un montón de tratados cientí-

ficos sobre el «problema de los ahhiyawa», sin que se haya hallado una solu-Tj- '-- —.«+Jn«í»c rvianteadas en el debate. EÍJ

Mundo egeo

güística y materialmente, con el concepto de «aqueos», que desde los oponhoméricos, escritos en el siglo VIH a. C., designa a los griegos de ¿poca micéni-ca? Hasta hoy no puede aducirse una prueba en sentido positivo ni negativo,pero la probabilidad se inclina considerablemente más a favor que en contrade la equiparación de ambos conceptos. Pero aunque se llegara a afirmar conseguridad esta elevada probabilidad, siguen planteadas toda una posible serlede cuestiones aún más importantes, si cabe. Sobre todo: ¿dónde estuvo el Im-perio Ahhiyawa —pues en las citas de los hititas se trataba sin duda de unconcepto que había que entender también en sentido político— y qué extensióntuvo?

Aun hoy, algunos eruditos y además numerosos amigos de la Antigüedadclásica se han quedado fascinados consciente o inconscientemente de las des-cripciones de Hornero, tan atrayentes literariamente, sobre el poderoso imperiode Agamenón de Micenas. Resulta de ahí la idea de un vasto impero, domina-do desde el palacio de Micenas. Tal «fe en Hornero» se encuentra en un planosemejante al de una exagerada «creencia en la Biblia», que precisamente ennuestros días se ha convertido casi en moda, según la cual el Antiguo '('esta-mento se considera a veces una explicación de la historia nacional-mitológica.La investigación sensata de los monumentos de época micénica, y no en últimotérmino los hallados en los palacios de los señores y las tablillas de escrituralegible, han llevado al reconocimiento de que Hornero y su época tenía ideastotalmente desfiguradas de las circunstancias políticas, sociales, espirituales yeconómicas de la época micénica. Con toda probabilidad, los señores que resi-dían en el palacio de Micenas no llegaron a dominar nunca sobre todo el Pelo-poneso, sin mencionar el Ática o Beocia, en el centro de la zona griega conti-nental, o sobre las islas del Egeo, por ejemplo Creta o Rodas. El nombre«aqueos» podría haber sido una autodenominación ya extendida ampliamenteen los siglos xrv y xm a. C. Pero el hecho de que los hititas hablaran de unreino ahhiyawa, por tanto de un Estado aqueo, no debe llevar a concluir erró-neamente que haya habido un imperio de todos los aqueos al que perteneciótambién una zona tan alejada de Asia Menor hitita como la Argólide con elpalacio real de Micenas. El concepto de «helenos», una época de siglos másreciente, tampoco designaba a los miembros de una comunidad política; hastael siglo xix d. C. no existió un Estado llamado «Helias» :. La «cuestión ahhi-yawa» se centra sobre todo en fijar, según el estado de la cuestión, dóndepudieron los hititas haber entrado en contacto con los «aqueos» en los siglosxrv y xm a. C.

¿Dónde había entoces centros de la cultura griega antigua y qué extensióntenían los diversos Estados? El más conocido con mucho es el palacio real

i de Micenas en la Argólide, tan conocido que la expresión «cultura micénica»¿fcI»' !

!:•? on razon compara M. I. Finley el concepto de los griegos de la Antigüedad con el de

Page 2: PueblosSombras Mundo Egeo

se ha impuesto en un sentido muy amplio. Así, se sigue hablando de «cerámicamicénica», cuando se hace referencia a los descubrimientos hechos por ejemploen las islas Lípari al nordeste de Sicilia o en Mileto, al oeste de Asia Menoro en la isla de Chipre correspondiente a la época en cuestión. Sin embargo,esta expresión es equívoca y por ello podría hablarse más bien de «culturade época micénica». Sin duda, la comarca de la Argólide en el nordeste delPeloponeso era un importante centro cultural y político. Micenas, «en el rincónmás escondido de la Argólide», apareció por primera vez hacia el paso delsiglo xvn al xvi a. C. Surgieron entonces una serie de enterramientos en pozo,rodeados de un doble muro de piedra en anillo; los hallaron arqueólogos grie-gos, al principio de los años cincuenta, fuera pero cerca del palacio de Micenas,edificado después. Aproximadamente un siglo después se añadió un segundocírculo de enterramientos en pozo muy semejante, que posteriormente fue in-

; cluido dentro del recinto amurallado del palacio; ya lo descubrió Heinrich Schlie-mann hace más de cien años. De estos enterramientos reales —pues de tales

1 debe haberse tratado— proceden las conocidas máscaras funerarias de oro yi el resto de las ricas ofrendas funerarias que se encuentra hoy en el Museo! Arqueológico Nacional de Atenas. Dejfóchajnás reciente que lo_s enterramien-

tos en pozos redondos son las imponentes murallas y el palacio re^rríárBieñmodesto, dentro de este recinto fortificado. La realeza que residió aquí viviósu época de apogeo en el siglo xrv y sobre todo en el xm a. C.; la ultimagran construcción del recinto se realizó en el siglo xra a. C. cuando se hizola muralla, aun hoy tan impresionantemente conservada, _de. unos 900 metros

¡ de longitudlyy la imponente puerta principal con el relieve de los leones sobrela entrada. Aparte de su residencia, los príncipes se construyeron los lugaresde su último descanso, ahora en forma de tumbas monumentales en formade cúpula, con su camino de acceso ribeteado de losas. Nos son conocidasen la Argólide doce de estas tumbas en forma de cúpula, nueve de ellas enla misma Micenas y tres en los alrededores. Aunque el acceso a cualquierade estas tumbas quedaba cerrado después de la ceremonia del enterramiento,y se volvía a abrir en posteriores enterramientos en la misma y se volvía asellar varias veces, las tumbas de Micenas fueron despojadas todas sin excep-ción de los tesoros, que, en gran cantidad, se ofrendaban sin duda a los prínci-pes. Esto sucedía muchos siglos antes de que fueran conocidas para la ciencia.Indudablemente, a los reyes de Micenas jamás se les ocurrió la idea de quesus monumentos funerarios, tan próximos al palacio real, podrían alguna vezestar desprotegidos, ser abiertos y sometidos al pillaje por cualquier saqueador.Estas tumbas en forma de cúpula como colinas quedaban tan a la vista comolas imponentes murallas del recinto, incluso cuando ya hacía tiempo que no

existía ningún rey de Micenas.A unos 15 kilómentros al sur de Micenas, muy cerca de la orilla llana

.- cnv.ro una haia colina, se asienta el más pequeño pero

Mundo egeo 69

que el de Micenas y pertenecía sin duda alguna a losjtnismos príncipes, comouna segunda residencia situada junto al mar. Además, en distintos puntos dela Argólide, hubo todavía otros palacios menores; allí debió residir gente noblede la corte de los reyes. Uno de estos palacios estaba situado al nordeste deTirinte, en Midea, junto al actual pueblo de Dendra; aquí, los arqueólogo*suecos descubrieron tambiénjma_ tumba en forma de cúpula muy hermosa,junto a una serie de enterramientos en cámara. Otro recinto se encuentra enAsine, en la bahía de Tolón, mientras que la península, en la que en la Anti-güedad clásica y sobre todo a partir de la Edad Media estaba situada unaciudad tan importante como Nauplion, en época micéncia no tenía importanciaalguna. Apartide las fortalezas, conocemos*un número mayor de asentamien-tos, a los que a veces llamamos también «ciudades»; sin embargo, esta expre-sión debería evitarse, ya que aquéllas tenían un carácter rústico y no urbano.

Con frecuencia apenas se tiene en cuenta una de las más importantes einteresantes creaciones de los señores de Micenas: la jejLde-carreteras construí-da por ellos. La imponente puerta de piedra^de los Leones de Micenas muestrados cortes en forma de ruedas, para facilitar el .gasojíJos; veloces carros decombate de dos ruedas. De la Puerta de los Leones de Micenas partían diverso»caminos. En las llanuras no ha quedado nada de ellos, pero algunos tro/.osdesgajados de la roca y amontonados en algunos lugares de la montaña nos per-miten detectar todavía que se construyó un sistema de caminos_de_ tr.es. metrosy medio de ancho para los carrQS._de combate. En una carretera que llevabahacia el este, en dirección a(Epidauro, se ha conservado incluso un imponente

jneijfc HP pjprfra ; a unos catorce kilómetros y medio al este de Nauplion; pue-den observarse además toda una serie de puentes menores sobre ríos. En direc-ción norte, puede seguirse la red de carreterasJhasta,eListmo.jde.CQrint.Q_cpnayuda de los restos conservados. Hasta la época romana no se hicieron earrete-

_ ras en terreno griego que pudieran compararse como construcciones del mismorango con el sistema micénico de carreteras para los carros de combate.

¿Pero hasta dónde llegaba el dominio de los reyes de Micenas sobre el nor-deste del Peloponeso? Haremos bien en recordar que en la misma época queMicenas y Tirinte, '^oreciergn muchos otros centros de podér^Uno es^eloalacioexcavado desde 1939 al nordeste de la gran bahía de Navarino((Pilo),> en elsuroeste del Peloponeso. Faltan aquí las murallas tan características de Micenasy Tirinte, pero el complejo del palacio propiamente dicho deja más bien peque-ño a los recintos de la Argólide. También hay varias jtumbas en forma de cúpu-la, con excepción de una ciertamente en muy mal estado. La tumba mejorconservada, está sólo a unos cien metros fuera del palacio; su cúpula se recons-truyó en 1957 e incluso a los ojos del visitante produce la impresión del_újtjrnolugar de jeppsode_ ua-poderosxLseftpr. Al menos una parte de las valiosasofrendas funerarias, entre ellas algunas de oro, se libraron de los saqueadores,y con ello quedaron conservadas para la ciencia. Aún más ricos son los hallaz-