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Para todo lo que quieres vivir... la respuesta es... Pueblos Patrimonio de Colombia Buga Guadalajara de ISBN 978-958-99726-6-3 • DISTRIBUCIÓN GRATUITA

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Para todo lo que quieres vivir...

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Pueblos Patrimonio de Colombia

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“Buga, la muy noble y muy leal ciudad de los caballeros, la dulce tierra de mi infancia, la tierra sagrada de mi madre, mi tierra”. Cornelio Hispano.

La ‘Ciudad Señora’, fundada tres veces y tras-ladada otras dos, ubicada entre las cordilleras Occidental y Central, y una de las más anti-guas de Colombia, es un lugar donde se res-pira devoción y fe. El misticismo se refleja en

cada rincón de esta generosa y cordial ciudad que se transforma para ofrecer a sus visitantes una experien-cia enriquecedora, que se proyecta como camino de la ruta espiritual de las Américas, en medio de un paisaje rodeado por grandes cultivos de caña de azúcar.

La ciudad entera es un templo de la espiritualidad, identificado por el fervor hacia el Señor de los Milagros y la simbología reflejada en la retícula de su trazado, en las ventanas “arrodilladas”, en las figuras plasmadas en portones, en sus iglesias que hacen que la mirada se ele-ve al cielo, en la riqueza de sus recursos naturales, en el ánimo emprendedor de sus habitantes, en las aguas del río Guadalajara, en las miles de imágenes, escapularios y estampitas que abundan y en el sentimiento que crece en nuestro interior.

Guadalajara de Buga, meca del turismo religioso en Colombia, enaltece el espíritu.

El Cristo que había crecido“Todavía Guadalajaranarra el suceso magníficoque hace siglos ocurrieraen su seno cristalinodel que nació nuevamente,igual que en Belén, el Cristo;mas quiso abreviar su historiay en vez de mostrarse niño,para redimir más prontose ofrece en el crucifijo”.

“Señor de los Milagros” de Rafael Maya. Cuenta la leyenda que hacia 1570 una humilde mujer

indígena que lavaba ropa en el río Guadalajara, antes llamado río Piedras, tenía el deseo de comprar un Cristo para tenerlo en su casa; por lo que ahorró hasta comple-tar los 70 reales que costaba. Un día, vio por el camino que un hombre, padre de familia, era llevado a la cárcel por una deuda –igual al dinero que ella poseía– que no había podido pagar. Ella, compasiva, entregó sus aho-rros para que el hombre recobrara su libertad.

Guadalajara de Buga: meca del turismo religioso Con la bendición dada por mi madre y las peticiones de mis amigos al ‘Milagroso’ escritas en papel, salí con mi amigo José rumbo a Guadalajara de Buga, el pueblo patrimonio que, con su fervor religioso, arquitectura ecléctica, protagonismo histó-rico, ceibas y palmeras vistosas, dulzura manifiesta no solo en sus manjares sino en las sonrisas de sus habitantes, invita a adentrarse en sus costumbres y creencias, a recorrer sus calles, a involucrarse con su pasado, a vivir su presente y a vislumbrar un promisorio futuro.

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Empieza de nuevo a ahorrar mientras sigue con su labor de lavandera. Tiempo después encuentra un cru-cifijo en el río, el cual lleva a su casa y guarda en una caja de madera. Una noche empezó a escuchar unos golpeci-tos que provenían de la caja; al acercarse ve, asombrada, que el Cristo había crecido.

La noticia se propagó por toda la región, lo que pro-vocó que la choza de la humilde mujer se convirtiera en centro de romerías, y el Cristo en motivo de veneración. Las ansias de los fieles por poseer un recuerdo del her-moso Cristo hacen que lo vayan destruyendo al llevarse algunas de sus partes. Al conocer esto, el obispo de Popayán considera que la imagen ya no es digna de de-voción, por lo que ordena que se queme y se reemplace por una nueva. Contrario a lo que se esperaba, el Cristo no se quema sino que, empieza a recobrar su hermosura y a sudar, lo que provoca en la gente ansiedad por reco-ger el sudor en algodones que posteriormente aplican sobre los enfermos, y logran el milagro de la sanación. Desde entonces la imagen se convierte en el venerado Señor de los Milagros.

Conocer esta conmovedora leyenda nos entusiasmó a adentrarnos en la almendra de esta ciudad, sus habi-tantes y tradiciones. Estar aquí y acercarnos a la pasión que inspira el Cristo negro significó para nosotros, un par de viajeros creyentes, reencontrarnos con nuestro interior y reflexionar sobre la vida y el valor de la soli-daridad humana.

Desde nuestra llegada a Buga, solo escuchamos las historias de niños, jóvenes y adultos que hablan con especial sentimiento sobre los favores recibidos de ‘El Milagroso’. Todos los días, desde tempranas horas los fieles llegan al templo, unos a encomendar su vida, otros a dar gracias, otros a cumplir promesas.

La devoción hacia el Señor de los Milagros se mani-fiesta especialmente en dos momentos: en la romería de los días 14 de cada mes cuando la alameda y los al-rededores del templo se ven colmados de feligreses que acuden desde distintos puntos de la geografía nacional a hacer sus peticiones por los enfermos. Es un ritual que reúne cerca de 20 mil personas cada año. Y el otro, las rogativas del mes de septiembre, esa novena solemne que cada 7 años se realiza en honor al Señor de los Mila-gros y que congrega a miles de creyentes de la región, del país y del mundo que acuden a elevar sus plegarias. Esta es la única ocasión en que la imagen original sale del camarín por las calles de la ciudad. (Las próximas rogativas serán en el 2018).

Con el deseo de vivir esta experiencia nos vamos a descansar al hotel, un antiguo edificio de estilo republi-

cano situado a orillas del río Guadalajara que le da el nombre a esta apacible ciudad.

Más vale la libertad de un hombre… Al día siguiente, a las cinco y media de la mañana,

escuchamos el ‘Ángelus’, interpretado por las cinco campanas de la basílica menor del Señor de los Mila-gros, mientras caminamos por el piso de la alameda peatonal que da al templo, donde leemos la hermosa frase que originó esta historia: “Más vale la libertad de un hombre que la posesión de una imagen”, expresión que permanecería en nuestra mente y sería motivo de inspiración en este peregrinaje por la ‘Ciudad Señora’.

Un religioso que estaba a la entrada nos comentó que la construcción del templo fue posible gracias al trabajo y dedicación de los fieles, quienes donaron di-nero y tiempo para empezar a ensamblar cada uno de los cuatro millones de ladrillos con los que se erigió la imponente iglesia. Se dice que ante el llamado de las campanas, todos los vecinos salían presurosos al río a conseguir los materiales para su construcción. Luego de 15 años de trabajo continuo, se inauguró en 1907.

Nuestro improvisado guía nos hizo notar varios es-tilos arquitectónicos, entre los que predomina el romá-nico con sus arcos característicos, bóvedas de cañón y cúpulas formadas sobre una planta cuadrada. Sobre el frontis se destaca el reloj traído de Francia (a un costo de 1.500 pesos), el pedestal donde está la imagen del Santo Redentor, fabricado en hierro fundido, y las im-ponentes torres.

En las puertas, finamente talladas en madera, el reli-gioso nos mostró 32 figuras que nos cautivaron y per-mitieron hacer un recorrido por esta especie de libro bíblico abreviado: en la puerta central está representada la pasión de Jesucristo, con las figuras de la cruz y la es-calera, la columna de flagelación y los látigos, el manto de La Verónica y la corona de espinas, entre otras.

La puerta derecha representa el culto del antiguo Israel, que recuerda los acontecimientos del pecado original con la serpiente en el árbol del bien y del mal, el arca de la Alianza y el becerro de oro, entre otros; en la puerta izquierda está el culto de la Iglesia católica con sus símbolos, como la tiara pontificia y las vinajeras para el agua y el vino; la puerta lateral está dedicada a los títulos de la Virgen María: ‘Estrella de la mañana’, ‘Virgen dolorosa’ y ‘Rocío mañanero’.

La iglesia comienza a inundarse de feligreses que van deteniéndose en los diferentes altares a elevar sus plegarias, bien sea a la Virgen del Carmen – en una alegoría al purgatorio–, o a la Sagrada Familia o al Sa-

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grado Corazón de Jesús. Se escucha el murmullo de las oraciones y de los pasos como una ola que va y viene…

Los rayos del sol aumentan el brillo de santa Rosa de Lima, san Roque y santa Bárbara, los vitrales de santos que se mezclan con las representaciones de pasajes bí-blicos que se ubican debajo de los altares. Nuestro guía espiritual nos señala uno de los vitrales que representa un pelícano, de cuyo pecho herido mana la sangre que alimenta sus polluelos y nos cuenta que es una alegoría de la iglesia, siempre dispuesta a derramar la sangre por sus hijos… es estremecedor.

El religioso nos hace notar que el retablo principal armoniza con el altar de mármol. Nos muestra los 10 nichos con efigies de ángeles y santos, entre los que José, mi compañero de viaje, reconoce a la Verónica y a santa Bárbara, imágenes traídas a comienzos del siglo XX.

El amable sacerdote nos comenta que pertenece a la Orden de los padres Redentoristas, la cual adminis-tra la basílica desde finales del siglo XIX. Se despide de nosotros y desaparece, para reaparecer unos minu-tos después en el altar y dar inicio a la misa. Concluida la misma, una oleada de devotos comienza a ascender a la capillita localizada detrás del altar. Nos dejamos llevar por esta fuerza irresistible hasta quedar frente a la venerada imagen del Señor de los Milagros.

Es, sin duda, un momento único en nuestras vidas. La sencillez y profundidad de este encuentro aumenta nuestro fervor. Elevamos en silencio nuestras oraciones y las peticiones que mis amigos me solicitaron entregar. Nos santiguamos ante la imagen enternecedora, de color oscuro, y salimos por el otro costado con la con-vicción de que los milagros suceden.

Sentimos que con la fe renovada gozamos de una nueva forma de libertad…

De lo divino……Iniciamos el día con desayuno en una posada cer-

cana al centro histórico, famosa por sus platos típicos: tamal valluno, champús y pandebono. Necesitaríamos energía para recorrer, en una cita con otros viajeros, los templos y lugares sagrados que han hecho de Buga, epicentro religioso del mundo.

Por sugerencia de Pedro, uno de los turistas de mayor edad, ingresamos al Museo del Señor de los Milagros, pues según nos contaría, sabía que allí estaba la ofrenda en forma de traje deportivo de un reconocido futbolista colombiano a quien su petición para volver a jugar, después de haber sido declarado desahuciado, le fue concedida por, según él, el Cristo negro.

Mientras el joven guía nos cuenta que aquí se conser-van algunos elementos que hicieron parte de la ermita, la antecesora de la Bbasílica, como la cruz de la Santí-sima Cofradía de La Veracruz, las llaves del sagrario y un cáliz bañado en oro, con las figuras de los cuatro evangelistas talladas en marfil, Mariela, una veterana profesora, nos empuja hacia otra sala en la que muestra el cuchillo con el que un “loco”- –diría ella–- atentó con-tra la vida de un párroco durante una misa lanzándole el arma,; y cómo milagrosamente el cuchillo se había partido en tres partes antes de golpear al sacerdote.

Agrega que, además, se conserva el machete con el que un hombre golpeó la imagen del Milagroso y le hizo una herida en un costado. Según la historia, un joven quiso atacar la imagen, pues según él, ‘El Milagroso’ era muy caprichoso y no le quería cumplir sus peticiones, por lo que decidió saltar la barda y acercarse al altar; se echó la bendición y atacó al Cristo con el machete cau-sándole una herida en el costado derecho. Gracias a la

DATOSDE INTERÉS

• Guadalajara de Buga fue fundada el 4 de marzo de 1570.• Fue trasladada dos veces y fundada en tres ocasiones. • Fue erigida municipio en 1884.• El Libertador Simón Bolívar visitó la ciudad en dos ocasiones, en enero de 1822 y diciembre de 1829.• En 1810, Buga formó parte de las ciudades confederadas del Valle del Cauca junto con Cali, Buga, Caloto, Toro, Cartago, Anserma • Guadalajara de Buga posee cuatro declaratorias de Monumentos nacionales, hoy Bienes de Interés Cultural del ámbito nacional: sector antiguo de la ciudad, Estación del Ferrocarril, Casa hacienda La Julia y el Teatro Municipal.

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intervención oportuna del sacristán, el suceso no pasó a mayores. Sin embargo, la imagen quedó con la herida.

Pedro camina con ansias hacia la sala de los exvotos, pues allí yacen las placas que él y su familia dejaron hace algunos años, en muestra de agradecimiento por un milagro concedido.

Nuestra peregrinación continuó en el templo de San Francisco de Asís, localizado a una cuadra de la basí-lica. Esta sencilla construcción, de una nave hecha en piedra labrada, circundada por una pequeña plazoleta también en piedra, guarda la misteriosa historia de que existe un túnel subterráneo que comunica a la iglesia con las instalaciones del colegio académico, sin que hasta el momento se haya podido determinar con toda seguridad su ubicación.

Se aprecian, como en todas las construcciones co-loniales, las columnas en montera que sostienen los techos y las vigas a la vista amarradas con cuero.

Al segundo nivel de la iglesia se sube por unas esca-leras angostas, que nos conducirían hacia el corredor donde quedamos fascinados ante una muestra de arte plasmada en la decoración de una pintura mural del siglo XVIII, en la que sobresalen colores tierra y figuras geométricas, flores y símbolos ancestrales.

La curiosidad nos llevó posteriormente a la catedral de San Pedro Apóstol, la iglesia matriz, una de las construcciones más antigua, ubicada en la esquina de la carrera 15 con calle 6ª., pues queríamos ver de cerca esa abertura en la parte superior de la entrada en la que se encuentra el ojo de buey, el espacio por donde todos los 17 de mayo, hacia las 3:15 de la tarde, la luz del sol baña la fachada y se proyecta la forma circular del óculo en el interior del templo. Un fenómeno que, según estudios del arquitecto e historiador bugueño Jaime Salcedo Salcedo, es el resultado de la aplica-ción de la astrología en el diseño y ubicación de las construcciones, especialmente de las iglesias, y en la fundación de ciudades.

El párroco que nos recibió ese día nos contó que existe una leyenda según la cual en ese predio estaba el primer cementerio en donde reposan los restos de los fundadores de la ciudad y que de vez en cuando, especialmente en las noches, se oyen murmullos.

La catedral consta de tres naves, con pilares de ma-dera, en cuyo interior se encuentran obras de arte colo-nial como la imagen de san Pedro Apóstol, san José y la Purísima Concepción de María (de origen quiteño) y cuadros de Nuestra Señora de Guadalupe y la Virgen y el Niño. Me impactó el púlpito en forma de copa, que actualmente está como ornamento.

En su interior pudimos apreciar una talla quiteña de la Virgen de Nuestra Señora de La Concepción de la Victoria, patrona de Buga, y un Cristo antiquísimo con detalles en baño de oro.

Santo Domingo de Guzmán, contigua al Palacio Mu-nicipal, es la iglesia de estilo románico con delicados or-namentos en el cielo raso, las cornisas y escaleras, cons-truida a finales del siglo XVI. Sus tres entradas evocan a la Santísima Trinidad. En un costado del presbiterio hay dos frescos alegóricos a la fe y a la esperanza. A un costado hay una capilla con las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús, del Niño Jesús de Praga y de Nuestra Señora de Chiquinquirá.

La iglesia de Santa Bárbara se destaca por su forma de castillo medieval y sus torres sobresalen en este cie-lo bugueño. Orlando, nuestro guía acompañante, nos recordaba la leyenda sobre la joven mora Bárbara que se convierte al cristianismo, y que fue encerrada por su padre en la torre del castillo para presionarla para que volviera a sus orígenes, ante lo cual ella se niega, por lo cualque es sentenciada a ser decapitada. Cuando el padre iba a lograr su cometido, cae sobre él un rayo que lo mata. Desde entonces Ssanta Bárbara es invocada por los fieles para pedir su protección en las tormentas y tempestades. Por eso, diría Orlando, después de un rayo no hay Ssanta Bárbara que valga.

La iglesia del Divino Niño, en el barrio del mismo nombre, con un estilo semigótico, o la imponente igle-sia de Nuestra Señora del Pilar, en el antiguo Colegio de La Enseñanza (hoy sede de otra joya para visitar, el Seminario Mayor Diocesano ‘Los Doce Apóstoles’) en la que destacan la superposición de formas geométricas que sobresalen en su fachada y los vitrales en el interior.

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Solemnidad, ritualidad, oración y fe, presentes en este encuentro con lo divino...

Con el espíritu cargado de tan hermosas sensaciones nos retiramos a descansar.

… y lo humanoLa mañana inició con el canto de aves que circulaban

libremente por los pasillos del hotel, de estilo republica-no. El bosque que lo circunda nos invita a conocer otros espacios de la acogedora Buga, una ciudad que se ca-racteriza por una rica arquitectura doméstica que ena-mora con sus construcciones de tapia pisada, tejas de barro cocido, balcones, aleros, portones adornados con pedestales y figuras en hierro, ventanas acompasadas y elegantes, amplitud de áreas, plazuelas, de influencia hispánica reflejada en el uso de la mampostería, adobe, ladrillo, hierro forjado y piedra. En los solares abundan los árboles frutales y las huertas.

En las casas coloniales se ubican simétricamente el zaguán, el corredor, el patio principal, que en ocasiones se halla en el centro y otras a un costado, formando una L, las habitaciones y el solar. De la época republicana se distingue la techumbre menos inclinada y pisos más altos. Se mezclan estilos mudéjares y barrocos con neo-clásicos y modernos con frisos, columnas y pilastras.

Caminar por estas calles significa hacer un viaje a la historia de la arquitectura y maravillarse ante las obras hechas por esta comunidad.

Hicimos este recorrido en compañía del arquitecto Jorge Salas, quien nos esperaba en el parque José Ma-ría Cabal, que originalmente fue trazado como plaza mayor en 1573, y en 1920 fue convertido en parque en homenaje al mártir de la independencia que lleva su nombre. Hoy es epicentro de reuniones familiares y de amigos. Allí nos sentamos a escuchar las historias de los ancianos, a contemplar los árboles frondosos, ver a las ardillas corretear por las ramas y a los niños correr por los senderos, a tomarnos un champús –esa bebida refrescante preparada con piña, hojas de naranjo agrio, clavos de olor, astillas de canela, agua, maíz quebra-do y lulo–. El parque Cabal, como es conocido popular-mente, fue diseñado de acuerdo con los modelos de los parques europeos, especialmente los franceses. Está rodeado por una cerca en hierro, con entradas por sus cuatro esquinas. Posee senderos adoquinados en ladri-llo y bancas de madera propicias para compartir un rato amable. Es una sensación de tranquilidad y bienestar ¡incomparable!

Alrededor de este lugar se concentran algunas de las más representativas construcciones y entidades: el

Palacio de Justicia ‘Manuel Antonio Sanclemente’, en honor al único bugueño que fue presidente de Colom-bia (entre 1898 y 1900). El edificio ha sido restaurado en varias ocasiones, en las que se ha tratado de mantener su diseño original de estilo republicano neoclásico; fue casa de la Gobernación (cuando la ciudad fue capital de departamento) y cárcel. Hoy es la sede del Distrito Judicial de Buga, el más antiguo de Colombia. Emo-ciona ver sus 42 ventanas alineadas, balcones y cenefas decoradas. Sobre el patio central se eleva un busto en homenaje al ilustre personaje.

A su lado se encuentra la que se considera la casa más antigua de Buga. Se trata de la vivienda del capitán Luis Velásquez de Rengifo, uno de los primeros alcal-des de la ciudad. Construida a finales del siglo XVI, con muros de tapia y tejas de barro, sobresale por el balcón con pilares (que significaban que la persona que habi-taba allí tenía un gran reconocimiento social y poder). En el patio se construyó un moderno edificio, sede de la Fiscalía General de la Nación.

Sobre otro costado se localiza el edificio Los Portales de Fuenmayor, de finales del siglo XIX. Esta fue casa del capitán Rodrigo Díez de Fuenmayor, quien donó los terrenos para el traslado de Buga. El diseño estuvo a cargo del ingeniero alemán Joseph Binder, con una tendencia a la arquitectura republicana. Los soportes en arco, dicen, fueron diseñados en la cuadra más soleada de la plaza. Actualmente funcionan establecimientos comerciales sobre los 23 balcones que conforman su fachada en forma de L.

Otro lugar sobre esta cuadratura es El Canaima, un lugar de frecuente y constante afluencia de personas, especialmente mayores, que se sientan a hacer tertulia alrededor de una taza de café y de unos pandebonos frescos. Esta construcción pertenece al brutalismo, es-tilo arquitectónico en el que predomina el uso de mate-riales en bruto, en el que sobresale el hormigón.

Llegamos al edificio de la Alcaldía Municipal, una hermosa construcción de color amarillo con visos blan-cos, de influencia republicana y estilo romántico, con detalles ornamentales que se expresan en la fachada, cielo raso, ventanas y cornisas. Fue el convento de la Orden de Santo Domingo hasta cuando el Congreso de Cúcuta ordenó la supresión de estas instituciones y su transformación en colegios. Las puertas de ingreso se encuentran enmarcadas por un par de columnas jóni-cas, rematadas por un frontón. En su interior destacan los techos de latón.

El edificio del Colegio Académico, hoy sede de la Universidad del Valle, es uno de los más emblemáti-

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cos, en los que se mezclan también diversos estilos arquitectónicos. Es una ca-sona de planta cuadrada, de dos pisos con patio cen-tral y amplios zaguanes, ubicada en una esquina. Sobre una de sus fachadas se resalta un estilo repu-blicano y sobre la otra, de arquitectura colonial, una clara muestra del eclec-ticismo de las construc-ciones de Guadalajara de Buga. En las portadas, en mampostería, sobresalen balcones ingleses en hie-rro. Durante las guerras civiles, el colegio cerraba sus aulas para ser utilizado como cuartel.

En la Academia de Historia ‘Leonardo Tas-cón’ se sentaron con noso-tros tres de sus miembros, Hernán Escobar Rengifo, José Roberto Jaramillo y Édgar Neira Trujillo, quie-nes nos ilustraron sobre hechos, historias, lugares y personajes; recorrimos junto a ellos esta casa que alberga archivos judicia-les y notariales, piezas ar-queológicas, obras de arte pictórico, fotografías de la Buga antigua, cámaras fotográficas, radios, discos de acetato, una biblioteca con cerca de 30.000 vo-lúmenes, entre los cuales hay libros de 1560, que se están digitalizando y se encuentran disponibles en Internet.

Gracias a la generosi-dad de estos honorables guardianes de la histo-ria colombiana pudimos apreciar dos tesoros cuyo

recuerdo será imborrable: la imagen original de la pa-trona de Buga, traída por los españoles en el siglo XVI, y la carta que Simón Bolívar respondiera al municipio cuando este se ofreció como refugio en los últimos días del Libertador.

Comprendimos, al despedirnos, la profundidad de esta sentencia de Cervantes que se encuentra a la entrada de la venerable Academia: “Es la historia émulo del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo de aviso de lo presente, advertencia de lo por venir”.

A la estación del ferrocarril fuimos en carro, pues ese día la temperatura subió unos cuantos grados cen-tígrados. Este monumento, construido por el Ferroca-rril del Pacífico a principios del siglo XX, lo conforman dos edificaciones rectangulares, de estilo neocolonial, de dos niveles, que se edificó para unir las redes férreas del Pacífico con el centro del país y mejorar la conec-tividad y el desarrollo de la región. Fue restaurado a principios del año 2000 y ahora funciona como espa-cio turístico y cultural.

Al caer la tarde caminamos por la ribera del Guadala-jara hasta llegar a un parque con vegetación abundante, adornado con macetas y sillas en cemento, donde al final nos topamos con el monumento a Alejandro Ca-bal Pombo, construido en forma de Faro; nuevamente nuestras miradas se elevaron al cielo. (En Buga parecie-ra que todo conduce hacia allá: la basílica, las torres de las iglesias, los árboles…)

Orlando, uno de nuestros nuevos amigos y espontá-neos guías, nos animó a subir los más de 100 peldaños que llevan hasta la cima. Desde allí se tiene una de las mejores panorámicas de ciudad. Los techos de teja de barro de las casas, las cúpulas de la basílica y de la igle-sia de Las Mercedes, la punta de la iglesia del Divino Niño, el trazado de las calles y las ramas de las ceibas y las altivas palmeras se conjugan en un conjunto urba-nístico armónico.

El descenso lo hicimos un poco más rápido, no sin antes recordar la historia que nos habían contado sobre quién fue este ilustre caballero al que se le considera el precursor de la construcción de la carretera Buga-Madroñal-Buenaventura, obra que facilitó la salida al mar y el crecimiento económico de la zona.

Erigido sobre cuatro pilares, está rodeado de árboles nativos, jardines florecidos y bancas en granito, en un espacio que lo hace propicio para el disfrute. Al bajar nos presentan a un joven que recibe a los turistas en el punto de información que instaló el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (en la alameda que con-

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duce a la basílica), quien nos dice que estudia cuidado-samente la historia de la ciudad, que habla inglés y está aprendiendo francés porque espera recibir y atender bien a los visitantes en su estadía en la ‘Ciudad Señora’.

En este heterogéneo, y a la vez armonioso, conjunto sobresalen otros parques, diseñados con amplios es-pacios y zonas verdes. El parque Bolívar, inaugurado en 1930 en el centenario de la muerte del Libertador, se localiza sobre la ronda del río Guadalajara, tiene in-fluencia de la época republicana, con un sendero inter-no en forma de círculo, en donde se destaca la estatua de Simón Bolívar, realizada por el reconocido escultor italiano Pietro Tenerani, copia de la que está en la Plaza Mayor en Bogotá.

El parque Bolívar se ubica en un entorno rodeado de construcciones de arquitectura variada, como el Hotel Guadalajara, de estilo californiano, surgido en la costa oeste de Estados Unidos a principios del siglo XX; el Hostal El Regidor, de estilo republicano, y el puente de la Libertad, con arcos de medio punto, sobre el río Guadalajara, que hace parte del camino que desde el período colonial conectaba a Cali y Popayán con otras poblaciones del suroccidente colombiano.

El parque Santa Bárbara, conocido como ‘de los leo-nes’ (por las dos figuras de este animal hechas de barro quemado) o ‘de las victorias’, en cuyo centro se levanta un obelisco en homenaje a los batalladores de la guerra de San Juanito, sucedida el 28 de septiembre de 1819, que le dio la independencia al valle del río Cauca. Se cuenta, asimismo, que allí se amotinaron las fuerzas del general José María Obando y, posteriormente, sucedió la toma de la ciudad por el general Tomás Cipriano de Mosquera, en la llamada batalla del ‘Derrumbado’ al suroriente de Buga.

Es el sitio preferido por los aficionados al ajedrez, el juego ciencia, que se congregan todas las tardes en torno al tablero como si fuera un rito muy antiguo.

Allí, sobre la cima del obelisco, se dibujó un hermoso atardecer en tonos naranja. ¡Qué maravilloso pueblo patrimonio el que ha surgido de la inspiración y el amor cívico de sus habitantes!

Esa noche quisimos conocer otros espacios que le brinda la ‘Ciudad Señora’ al turista y fuimos a una fun-ción cultural en el Teatro Municipal ‘Ernesto Salcedo Ospina’, inaugurado en 1922. Es, sin duda, una joya de la arquitectura neoclásica republicana, ubicado en la esquina de la calle Bolívar con la de Los Coches. Tiene forma circular en su interior, de tres cuerpos, en los que se ubican el vestíbulo, el escenario, la platea y los palcos (sostenidos por columnas de madera y

barandas con diseños her-mosos), pasillos circulares, amplias escaleras en made-ra y un par de terrazas, una adornada por cuatro colum-nas corintias en medio de las cuales se destacan los bustos de los grandes compositores Beethoven, Mozart y Franz Liszt, y alegorías al drama y la comedia, lo cual le da un aire cosmopolita al edificio.

Supimos que por ese esce-nario han desfilado grandes artistas nacionales y extranje-ros y, sobre todo, se adelantan programas permanentes de formación artística con niños, niñas y adolescentes. Preci-samente esa noche se ofrecía una muestra de los mejores artistas surgidos de esta can-tera. ¡Fue una velada mágica!

Alimento para el alma… Este ejercicio espiritual y

de contemplación lo expe-rimentamos también en las riquezas naturales que posee la ‘Ciudad Señora’, primero en la laguna de Sonso, o de Chircal, una reserva natural y ecosistema lacustre con una extensión de 2.000 hec-táreas, ubicada en la vía a Madroñal, área de conserva-ción de vital importancia por su biodiversidad, en la que nos deleitamos con el canto de las aves, las aguas apaci-bles, las ramas de los árboles y la brisa tibia. Armados con nuestras cámaras, subimos en una lancha de motor para hacer un recorrido de cinco kilómetros, hasta donde es-taba permitido.

El aleteo de las aves mi-gratorias y endémicas, los espejos de agua, el cielo

despejado y los rayos de sol se convirtieron en el es-cenario vivo de una experiencia inolvidable, en la que nos acompañó un funcionario experto de la Cor-poración Autónoma Regional del Valle del Cauca, quien con guía en mano nos indicaba qué tipos de aves íbamos encontrando y otras especies que hacen parte del complejo lagunar: el gallito de ciénaga (ja-cana jacan), el águila pescadora (Pandion haliaetus) e iguanas, entre otras, y árboles como el manteco y el campano.

Allí mi amigo José nos recuerda que hacía poco había desistido de un viaje a Europa (al que lo habían invitado con todo pago), para venir a esta región que emociona, conmueve y sensibiliza. Su conclusión fue: gracias a Dios, porque valió la pena. Ver pasar y es-conderse al ‘martín pescador’, escuchar el sonido del ‘buitre de ciénaga’ (el ave insigne) y ver la armonía en el vuelo de cientos de garzas que nos recibían y posa-ban para las fotos, significó reconocer el inmenso va-lor patrimonial natural que tenemos en nuestro país.

La madre naturaleza también nos premió con nuestra visita al parque natural regional El Vínculo, reserva de bosque seco tropical y centro de investiga-

ción, a tres kilómetros de la ciudad por la vía Paname-ricana. El recibimiento nos los dieron un camino de palmeras, Hugo, el guía del lugar, ‘Saturnina’ (la gan-za) y ‘Chuma’, una tortuga morrocoy que nos siguió lentamente por un breve tiempo. Por senderos de interpretación (en medio de una nube de mosquitos) caminamos parte de estas 70 hectáreas que albergan gran riqueza de vegetación y especies animales.

Es un lugar para la investigación, la recreación y la formación ecológica, que recibe visitas de expertos, estudiantes y extranjeros (especialmente interesados en hacer avistamiento de aves) en zonas de camping y un espacio para alojamiento con capacidad para once personas. Este hábitat de pavas, guacharacas, pájaros carpinteros, canarios, liebres de monte, ve-nados de cola blanca, de osos hormigueros, nos con-duce por senderos debidamente demarcados hasta el mirador, desde donde observamos este inmenso Valle del Cauca coloreado de verde por los cultivos de caña de azúcar. En nuestra memoria todavía tene-mos grabado ese instante en el que un “ejército” de mariposas blancas surcó sobre la espesa vegetación y bailó acompasado como dándonos la bienvenida.

“A orillas del río, después de refrigerante baño en pozos cristalinos, se servían deliciosa colación y regaladas mistelas y la tarde terminaba con danza sobre la grama a la sombra de arrayanes y chiminangos al acompasado son de guitarras y bandolas”. Luciano Rivera y Garrido

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El extenso recorrido culminó con un refrescante ba-ño en la vereda de Alaska, donde en un establecimiento turístico disfrutamos de las frías aguas de su piscina natural y un reconfortante ejercicio de sanación.

Nuestra ruta verde continúo al día siguiente por las veredas de La María y La Habana, otros espacios ideales para el baño en piscinas naturales, terapias de relajación y para la práctica de deportes extremos. Estas zonas tienen establecimientos y complejos turísticos adecuados para los llamados ‘pasadías’ o paseos de olla.

Sin lugar a dudas la naturaleza reconforta, purifica y revitaliza.

…y el cuerpoEn Buga no solo alimentamos el espíritu. Esta ciu-

dad desde 1951 se convirtió en la sede de la Feria Na-cional Agropecuaria gracias a la diversidad de sus productos. Por eso es explicable la variada gastrono-mía que podemos encontrar y, nosotros, con deseos de experimentar, fácilmente nos dejamos tentar por las exquisiteces como pandebonos, champús, frituras, el manjar blanco y el sancocho de gallina preparado en horno de leña.

Justamente, con base en este plato vivimos una ex-periencia única: la preparación de un sancocho bugue-ño bajo la experta guianza de la señora María. Desde su cocina rústica emanaba un olor exquisito que nos hacía sentir ansiosos. De acuerdo con ella, para prepa-rar el sancocho debemos seleccionar la mejor gallina criolla o campesina, así como unos buenos plátanos verdes y yuca de su huerta.

Con un poco de timidez, que fuimos venciendo con su comprensivo apoyo, iniciamos la picada de las espe-cias, cebollas y tomates, que pusimos a hervir en agua, con la cola de res; tapamos la olla y llevamos a fuego alto por una hora, aproximadamente. Luego agregamos las generosas presas de gallina y los plátanos. Bajamos el fuego a medio, tapamos la olla y dejamos cocinar otros 30 minutos, tiempo después del cual agregamos yuca, sal, pimienta, comino y color.

El resultado de estos asustados turistas fue deter-minado por la señora María al probar con una cuchara de palo: ¡Exquisito! Con inmensa alegría nos sentamos a devorar nuestra obra de arte acompañada de arroz blanco, mazorca y patacones. Sin duda, una de las ex-periencias inigualables vividas en la maravillosa Buga.

La tarde la cerramos con otra experiencia gastronó-mica típica de este pueblo patrimonio lleno de sorpre-sas: visitamos una de las fábricas de manjar blanco. La jefa de producción nos guió por los sucesivos pasos de elaboración de este icono de la gastronomía vallecau-cana, no sin antes recordar que la empresa nació por la costumbre que tenían las familias de intercambiar, en las fiestas navideñas, el manjar blanco y las conservas de frutas, elaborados artesanalmente.

Entramos al salón donde se encuentran las marmi-tas, unas ollas grandes que funcionan con vapor y que reemplazaron a las de cobre, en las que se cocinan los productos que tienen como base la leche y el azúcar. De la marmita más grande salen cerca de 480 kilos diarios del exquisito dulce. La mezcla ahora se hace a través de motores que funcionan como cucharas (que reempla-zaron la cagüinga, el agitador de madera que se usaba anteriormente).

Hay unas bases frías y otras calientes con las que se elaboran, además, productos como la jalea, el bocadillo, los cortados de leche y el arequipe. Pudimos ver que, dependiendo de la característica de cada producto, se requiere un tiempo de enfriamiento o reposo (unos pueden durar un día y otros hasta tres) y otras deben ser dosificadas de inmediato por su textura. Esta etapa de producción demora, en promedio, dos horas y media. Luego del proceso de elaboración se sacan las porcio-nes necesarias para pasar al empaquetado y etiquetado.

Lo más maravilloso fue la degustación que hicimos del manjar blanco recién empacado. ¡Sublime!

Guadalajara de Buga, la “Ciudad Señora”, ofrece ex-periencias inolvidables que la convierten en uno de los pueblos patrimonios más hermosos de Colombia y América. ¡Es un destino turístico privilegiado!

El portal de Internet Ehow en español escribió: “Colombia es un hermoso país con una amplia geografía llena de lugares fascinantes y exóticos que lo convierten en un destino turístico digno de visitar, conocer y admirar”.

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FIESTAS Y OTRAS CELEBRACIONES Julio: Feria Nacional Agropecuaria.Marzo- abril: Semana Santa.Septiembre: Novenas y Rogativas al señor de los Milagros (Cada 7 años).Noviembre: Festival Internacional de Narradores de Historias y Leyendas.

Guadalajara de Buga

ALTITUD: 969msnm.EXTENSIÓN TOTAL: 832kilómetros cuadrados.UBICACIÓN: a 57 kilómetros de Santiago de Cali.TEMPERATURA PROMEDIO: 25°C.MUNICIPIOS CERCANOS: San Pedro, Tuluá, Guacarí y Ginebra.

INDICATIVO TELEFÓNICO: (57- 2)HOTELES: Existe una amplia oferta de hoteles hasta de cuatro estrellas y hostales.RESTAURANTES: La oferta incluye establecimientos de comida tradicional vallecaucana, pescaderías y panaderías.

Buga, un espacio de encuentro con el dulce sabor... de la fe

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Guadalajara de Buga

Bogotá

Cali

Estación del Ferrocaril

Palaciode Justicia

Palacio Municipal

Teatro Municipal

Monumento a Alejandro Cabal Pombo

Portales de Fuenmayor

Parque José María Cabal

Catedral san Pedro Apóstol

Basílica menor del Señor de los Milagros