pueblos bonitos cerca de gijón

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PUEBLOS DE ASTURIAS (CERCA DE GIJÓN-OVIEDO) VILLA MARINERA DE LUANCO Luanco, una villa muy típica Sentirse a gusto aquí es muy fácil, por lo que la magia de Luanco es un secreto a voces. Desde el siglo XIX se ha venido consagrando como un enclave de veraneo. Su encanto de pueblo asturiano y su mar en propiedad bien merece, sin embargo, una visita fuera de los meses estivales. Dentro del tipismo de la costa asturiana, Luanco sobresale como una de sus villas más pintorescas. Con una idiosincrasia estrictamente marinera, la capital del municipio de Gozón, en el epicentro de la costa central asturiana, combina el sabor del Cantábrico más agreste en el cercano Cabo Peñas , con la esbeltez de sus playas y su recogido casco urbano. Son muchos sus atractivos diarios: el carácter amable de sus gentes, su excelente cocina, los paisajes marinos o la autenticidad de su casco urbano, en el que la actividad marinera ha generado un tipo característico de vivienda, con corredores que más tarde se transformarán en galerías, pintadas por lo general con la misma pintura de las embarcaciones. Luanco: sabor marinero Todos estos alicientes siguen perviviendo cuando el verano y sus veraneantes se despiden de playas y terrazas, dejando Luanco con menos gente pero también con más libertad para que los visitantes ocasionales admiren su envolvente fachada marítima, degusten su carta marinera o disfruten en solitario de las olas rompiendo en los muros del muelle. Dos playas tiene Luanco en su casco urbano: una que lleva su mismo nombre y la playa de la Ribera. La primera es uno de los principales reclamos para turistas, con una primera línea de construcciones coquetas, derivada de los primeros asentamientos burgueses y sus chales a medida. Un espigón cierra esta bahía. Podemos pasear desde el Gayo (el puerto) hasta el Cabildo (Iglesia de Santa María). La playa de la Ribera, la segunda playa, se abre al mar cerca del muelle. Goza de unas vistas inmejorables, con las lanchas y los barcos anclados a lo lejos y la Isla del Carmen al fondo. Cuando hay pleamar la gente acostumbra a pescar en sus aguas desde el muro. El puerto de Luanco es el centro neurálgico de esta villa. En la Edad Media servía de abrigo para una gran flota pesquera que se dedicó a la pesca de la ballena. Posteriormente al bonito, la sardina, xarda, pixín, congrio… Hoy en día en el puerto atracan las lanchas marisqueras que capturan centollos, nécoras, langostas o percebes, y que nutren a diario las cartas de los restaurantes y las tapas de las sidrerías, muy abundantes en el entorno del puerto mismo. A primeros de Julio se celebran las Jornadas Gastronómicas del Bonito. Existe un amplio recetario de platos con este protagonista que se pueden ir saboreando a lo largo de todo el verano, mientras dura la costera. El bonito es el producto más típico de las costas

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PUEBLOS DE ASTURIAS (CERCA DE GIJÓN-OVIEDO)

VILLA MARINERA DE LUANCO

Luanco, una villa muy típica

Sentirse a gusto aquí es muy fácil, por lo que la magia de Luanco es un secreto a voces. Desde el siglo XIX se ha venido consagrando como un enclave de veraneo. Su encanto de pueblo asturiano y su mar en propiedad bien merece, sin embargo, una visita fuera de los meses estivales.

Dentro del tipismo de la costa asturiana, Luanco sobresale como una de sus villas más pintorescas. Con una idiosincrasia estrictamente marinera, la capital del municipio de Gozón, en el epicentro de la costa central asturiana, combina el sabor del Cantábrico más agreste en el cercano Cabo Peñas, con la esbeltez de sus playas y su recogido casco urbano.

Son muchos sus atractivos diarios: el carácter amable de sus gentes, su excelente cocina, los paisajes marinos o la autenticidad de su casco urbano, en el que la actividad marinera ha generado un tipo característico de vivienda, con corredores que más tarde se transformarán en galerías, pintadas por lo general con la misma pintura de las embarcaciones.

Luanco: sabor marinero

Todos estos alicientes siguen perviviendo cuando el verano y sus veraneantes se despiden de playas y terrazas, dejando Luanco con menos gente pero también con más libertad para que los visitantes ocasionales admiren su envolvente fachada marítima, degusten su carta marinera o disfruten en solitario de las olas rompiendo en los muros del muelle.

Dos playas tiene Luanco en su casco urbano: una que lleva su mismo nombre y la playa de la Ribera. La primera es uno de los principales reclamos para turistas, con una primera línea de construcciones coquetas, derivada de los primeros asentamientos burgueses y sus chales a medida. Un espigón cierra esta bahía. Podemos pasear desde el Gayo (el puerto) hasta el Cabildo (Iglesia de Santa María). La playa de la Ribera, la segunda playa, se abre al mar cerca del muelle. Goza de unas vistas inmejorables, con las lanchas y los barcos anclados a lo lejos y la Isla del Carmen al fondo. Cuando hay pleamar la gente acostumbra a pescar en sus aguas desde el muro.

El puerto de Luanco es el centro neurálgico de esta villa. En la Edad Media servía de abrigo para una gran flota pesquera que se dedicó a la pesca de la ballena. Posteriormente al bonito, la sardina, xarda, pixín, congrio… Hoy en día en el puerto atracan las lanchas marisqueras que capturan centollos, nécoras, langostas o percebes, y que nutren a diario las cartas de los restaurantes y las tapas de las sidrerías, muy abundantes en el entorno del puerto mismo.

A primeros de Julio se celebran las Jornadas Gastronómicas del Bonito. Existe un amplio recetario de platos con este protagonista que se pueden ir saboreando a lo largo de todo el verano, mientras dura la costera. El bonito es el producto más típico de las costas

luanquinas; en épocas pasada la abundancia de éste supuso el nacimiento de una importante industria conservera.

Abundan por doquier las botellas de sidra, los bígaros (pequeños caracoles de mar), los oricios (erizos de mar), las almejas… el saber culinario de la localidad también se especializa en estupendos arroces y paellas. Los locales, muchos con vistas al mar, son un lugar idóneo, un nuevo tipo de “restaurantes fusión” que combinan las sensaciones del paladar con las de la vista.

En Luanco nos sorprenden sus callejuelas cargadas de sidrerías y restaurantes, pero también un rico patrimonio que salpica plazas y rincones. La Iglesia de Santa María, cuya construcción data del siglo XVII, es un inmueble Barroco que compone una fotografía única al pie del mar. Tiene una nave alargada y una robusta torre de campanario. En el interior descubrimos siete altares y un retablo mayor de excelente factura. En el exterior destaca el gran Cabildo que rodea el templo sostenido por columnas sobre pedestal. La iglesia pone a resguardo la imagen del Santísimo Cristo del Socorro, cuya festividad se repite todos los 5 de Febrero rememorando el milagro ocurrido tal día de 1776: por su intercesión una lanchas de pescadores de Luanco se vieron libres de naufragar en medio de una galerna. Otras joyas arquitectónicas son la casa noble de Menendez de la Pola, también del siglo XVII, o la Torre del Reloj, situada en la plaza del mismo nombre y construida en 1705.

Luanco tiene también un denso museo dedicado, como no podía ser de otra manera, al mar. Un inmueble que es la sede del Museo Marítimo de Asturias; como un enorme barco, pero también como un submarino, una lata de conservas gigante, una red de la que no se puede escapar, un paraíso de corales, un anzuelo que nos hace picar. Es, además, un museo con nombre propio: el decano de los museos asturianos. Fue fundado en 1948 gracias a una destacada participación popular.

LA CUEVONA DE CUEVAS DEL AGUA

Una cueva en el camino

La Cuevona de Ribadesella

Habitualmente llamamos túnel a un paso subterráneo abierto de forma artificial. Cuando el túnel se encuentra en la misma carretera, lo normal es encontrarnos una cavidad perfectamente estandarizada, de forma cilíndrica, por la que se hace circular el aire a velocidad conveniente gracias a más artificios.

Esta realidad tan cotidiana en las carreteras, tiene su contrapunto en un túnel nada común y muy poco artificial que debemos atravesar con nuestro vehículo si queremos llegar al otro lado.

La Cuevona de Cuevas del Agua (no confundir con la Cuevona de Ardines, referente rupestre en las inmediaciones de Tito Bustillo), es uno de los escasos ejemplos mundiales de cavidades por las que serpentea el asfalto.

La grandiosidad de sus bóvedas, iluminadas para mayor satisfacción de conductor y acompañantes, y los cerca de 300 metros de recorrido conceden una sensación desconocida frente al volante. Es fácil deducir que esta inmensa caverna ha sido desde siempre el único acceso a la aldea de Cuevas del Agua. Un paso que anteriormente discurría

por un vial habilitado por los vecinos, y que la modernidad y la urgencia de las comunicaciones, convirtió en el último tramo de una carretera local que muere poco después de atravesar la cueva.

Conserva unas excelentes formaciones calcáreas, y es un campo de experimentación privilegiado para los más pequeños, que acompañados de sus profesores pueden iniciar su primer reconocimiento de un medio a menudo poco accesible. Es fácil así identificar las diferentes zonas de la cueva, aquéllas donde se desarrolla la vida, sea en el límite con la luz, en la oscuridad total, en el medio terrestre o en el acuático. Se catalogan las algas y hongos, líquenes, musgos, helechos, condicionados siempre por la mayor o menor luminosidad. También la fauna cavernícola: los huéspedes ocasionales y los que la habitan permanentemente, con especial hincapié en los murciélagos. Los niños también efectúan mediciones de temperatura, humedad, luz…

El pueblo de Cuevas del Agua

El pueblo de Cuevas goza además de una situación privilegiada, su orografía envidiable a orillas del río Sella y al pie de la montaña, unido a su peculiar acceso, la convierten de alguna manera en una auténtica aldea pérdida, donde se conservan como en pocos lugares las señas de identidad de la vida rural. Se trata del pueblo del municipio con mayor número de hórreos. Junto con las cercanas poblaciones de Tresmonte y Xuncu ofrece numerosos elementos etnográficos y muestras de arquitectura tradicional. La teoría también se aplica en la Ruta de los molinos, senda que parte del propio pueblo y que resulta especialmente interesante porque permite asistir in situ a una demostración de cómo funcionaban estos ingenios hidráulicos de otra época.

La Cuevona es, en suma, el único paso a un paraje no inaccesible, pero si sorprendente, casi secreto, donde la tranquilidad es la misma que siglos atrás, y donde casas y hórreos conviven con el río silencioso, los hombres a caballo, las vacas y gallinas por los caminos, las hortensias y las coles.

La Cuevona de Cuevas del Agua, 8.9 out of 10 based on 13 ratings

Información de interés de La Cuevona de Cuevas del Agua

Cuevas del Agua es una localidad de apenas medio centenar de habitantes a unos siete kilómetros de la villa de Ribadesella. Para llegar aquí partimos del casco urbano, cruzamos el puente dirección a la playa y giramos a mano izquierda, hacia las Cuevas de Tito Bustillo. Unos 900 metros después, pasamos los pueblos de La Huertona y Sardalla; unos 700 metros más allá al coronar un tramo ascendente encontramos la señalización a Cuevas del Agua. Desde esta bifurcación seguimos la carretera hasta el final.

TAZONES: EL PUEBLO Y EL MAR

Desembarco en Tazones

Tazones guarda la esencia de la aldea asturiana, pero en este caso de una aldea peculiar, con hórreos, pero abierta al mar, con aires de villa. Los recovecos de su fisonomía se parecen a los pliegues caprichosos de una red que descansa en el puerto y que ha atrapado a sus 300 habitantes. Por aquí y por allá encontramos líneas, pequeños caminos que se cruzan con otros en un laberinto amable.

Calles empedradas y casas bajas. También hay caminos que no llevan a ningún sitio en particular, quizás a un promontorio inmejorable para disfrutar de la vista. Nos pongamos donde nos pongamos siempre descubrimos Tazones como un pueblo distinto, colorista, casi simétrico, en caída suave al mar. La localidad entera es un espejo gigante, y le gusta mirarse desde todas las posiciones. Su reflejo en el mar es romántico, casi narcisista, un punto sin retorno en el que la realidad se bate dulcemente y se evapora.

Tazones es un pequeño espacio de color en el cosmos asturiano. Su litoral, duro pero también respetuoso, lo acoge en brazos, lo abraza, y el pueblo ha ido creciendo en este apretón marítimo. Su amistad con el mar le viene de siempre, y las pinturas de sus balcones y ventanas son tan intensas y con tanto brillo que imitan los días de sol abierto sobre su mar cercano. De hecho, cuando nos vamos acercando al pueblo ya intuimos que no vamos a un cualquier sitio, nuestro ánimo es el de exploradores en busca de algo intenso. Desde Villaviciosa tomamos una carretera local pegada a la ría. Más adelante vemos desde las alturas la playa de Rodiles, admirable en proporciones y belleza. De ahí a Tazones descendemos continuamente por una vía asfaltada, con el suspense añadido de sus decenas de curvas en penumbra. La vegetación exhuberante parece que acabará cerrándonos el paso. Pero alcanzamos el nivel del mar de repente como quien descubre por sorpresa la antesala de una gran cueva, en este caso sin túneles de piedra, abierta a un horizonte azulado y paradisiaco con playa incluida.

El olor a sidra, marisco y pescados nos alcanza en la vía principal. Existe una oferta apetitosa de chigres y restaurantes que se nutren de la pesca autóctona. Una labor que se trata con mimo y que cuenta con puerto, cofradía, cetárea e instalaciones marineras para su desempeño. Lo que no vemos es ninguna ballena porque Tazones ha dejado atrás esa etapa de puerto ballenero, el que le dio fama de villa intrépida.

La fama también le atribuye carácter regio. La realeza de Tazones le viene de herencia. Aquí se dice que desembarcó nada menos que Carlos V, dueño de un imperio inabarcable, en su primer viaje a España el 19 de septiembre de 1517. Imaginamos que su desembarco en el Tazones finito fue como pisar un planeta minúsculo pero muy bello. Llegaba para hacerse cargo de su corona y en Tazones inició el descubrimiento de su reino ibérico.

Esta es una de las muchas razones y méritos por las que el pueblo ostenta el título de Conjunto Histórico Artístico del Principado de Asturias. Ahora bien, hay gente que no cree que esto sea un dato histórico, sino algo más cercano a la leyenda, y una postura y otra resultan irreconciliables y suelen alimentar buenas discusiones. Pero sucediera o no, ha cobrado vida propia, ha dado lugar a una tradición festiva. Los vecinos conmemoran anualmente, cadal 17 de agosto o día de “San Roquín”, esta fecha señalada con un desembarco simulado de Carlos V. Una escenificación que desde el principio ha atraido a miles de curiosos, así como a un buen dispositivo de prensa ante el carácter de autenticidad que suscita. Junto al personaje ilustre de Carlos V desfilan también, vestidos con trajes de época, numerosos vecinos, representando ser los miembros de su corte y sirvientes. Los detalles están tan bien cuidados que si fuera cierto que Carlos V no hubiese desembarcado aquí, entonces deberíamos no creernos casi nada de lo que sucede en este mundo y renegar de la historia oficial para dar más crédito a la ficción, que también se empeña en existir y suele comprometer a comunidades enteras en devociones ciertas y palpables. El desembarco ficticio se realiza en el marco de las fiestas más importantes de Tazones, que

durante los días 15, 16 y 17 de agosto rinden tributo a San Roque. La tradición manda sacar al santo en procesión por la mar, acompañado por los pescadores del pueblo con sus barcas engalanadas. Junto a San Roque se saca también en procesión a la Virgen del Carmen.

Entre las construciones de mérito del pueblo sorprende -no tanto por su solera histórica sino por su inventiva- una casita cargada de conchas, atiborrada de motivos marineros, que ejemplifica a las claras el abrazo irrompible entre Tazones y el mar, el tesón de una familia marinera enamorada del Cantábrico y los moluscos.

En los pedreros que circundan la villa descubrimos la primera historia de Tazones, su protohistoria. Nos topamos uno de los más importantes yacimientos de huellas de dinosaurios de toda Europa, una aportación generosa a la cada vez más popular costa jurásica asturiana. En las inmediaciones del faro local encontramos multitud de icnitas tridáctilas que se cruzan en varias direcciones y constituyen varios rastros, así como una huella de arrastre de cola. Por su parte, en la playa vemos otro panel explicativo que nos indica que a unos 120 metros de aquel podemos apreciar los rastros de estos monstruos del pasado. En el acantilado del extremo oeste de Tazones, pocos metros después de rebasar el espigón del puerto, se observa un magnífico ejemplo de falla vertical de composición jurásica. Unos pocos metros más adelante vemos huellas de raíces y paleosuelos.

Acercarse a Tazones es una buena idea, y una buena forma de emplear el tiempo libre. La vista se recrea, se come bien, el mar inmediato nos relaja y hay móviles suficientes como para no quedarse sentado un tiempo excesivo, caminar y dejar nuestras huellas anónimas como un buen día dejaron Carlos V o los propios dinosaurios de otra era. Para más información sobre el Jurásico en Asturias www.museojurasico.com

CALLEJERO BÁSICO DE GIJÓN

Paseando por Gijón

Gijón tiene tres playas, un puerto comercial, otro deportivo, un barrio industrial, grandes parques, un centro vibrante y un barrio histórico de esencia marinera. Con una población superior a los 270.000 habitantes es la ciudad más poblada de Asturias y la más dinámica.

Pasan muchas cosas en Gijón. Festivales de cine, de música, literatura, deporte, teatro y ferias por doquier.

Es la capital de la Costa Verde y en ella convive el desarrollo urbano con un privilegiado entorno natural. Gijón tiene algo de gran aldea. El carácter afable de sus gentes, la ausencia de estrés y la pervivencia del paisaje asturiano incluso en sus barrios más vanguardistas, la hacen aún más encantadora.

En cualquier época del año Gijón nos invita a pasear por sus calles y admirar la ciudad. La estatua de Don Pelayo preside la estampa del puerto deportivo en la plaza del Marqués. En este mismo espacio se alza el Palacio de Revillagigedo. Data de las primeras décadas del siglo XVIII y hoy en día es sede del Centro Internacional de Arte Contemporáneo. Desde aquí seguimos de frente para internarnos en Cimadevilla, el casco antiguo por excelencia, el de los primeros pobladores.

El barrio presenta un inimitable perfil de mini península, poblado de casas marineras y coloniales, restaurantes y plazas donde merece la pena detenerse. También se ubica aquí la

Torre del Reloj, edificio emblemático que en la actualidad acoge la documentación arqueológica generada durante más de una década de excavaciones en la ciudad.

Corona este barrio singular el Elogio del Horizonte, una imponente escultura diseñada por Chillida para abrazar el mar. Ubicado en el borde septentrional del Cerro de Santa Catalina, el Elogio es el símbolo universal de la ciudad. Desde este promontorio descubrimos que la costa oeste tiene un sabor claramente industrial. Vemos la playa del Arbeyal, un arenal artificial caracterizado por el mar en calma. En la distancia descubrimos el puerto del Musel, donde las grúas portuarias hacen su trabajo a todas horas y los grandes buques comerciales entran y salen de puerto cargados de mercancías.

Descendemos del cerro pero no nos salimos del casco antiguo. En la Plaza Mayor podemos admirar la construcción del Ayuntamiento (s. XIX) y disfrutar de un ambiente especialmente asturiano en las sidrerías que la circundan. Muy cerca, en la Plaza de Jovellanos, nos topamos el Museo Casa Natal de este famoso ilustrado, político y escritor. El inmueble, del siglo XVI, contiene recuerdos y obras pictóricas y escultóricas de varios artistas.

Ya estamos al lado de la principal playa de Gijon:la playa San Lorenzo. Su paseo del Muro está plagado de paseantes, deportistas y, si es verano, de bañistas. Nos encontramos en el extremo occidental de la playa, cerca de la Iglesia de San Pedro, y podemos visitar las Termas romanas, un conjunto termal único, de los más importantes restos romanos de España. Su construcción se sitúa entre los siglos I y II.

Seguimos descubriendo Gijón. La ciudad tiene un clima templado, una temperatura que como media anual se sitúa en 15 ºC. Condiciones ideales para disfrutar de la vida ciudadana en cualquier estación y pasear sin inclemencias extremas.

Recorremos el paseo del Muro hasta su final. Superado el río Piles podemos seguir al borde de la costa unos cuantos kilómetros más, gracias a una magnífica ruta conocida como la Senda del Cervigón.

También podemos optar por virar a la derecha una vez superado el puente del río Piles y caminar hacia el recinto ferial, sede permanente del Museo Etnográfico del Pueblo de Asturias y espacio en el que se desarrolla La Semana Negra Gijonesa, la Feria de Muestras de Asturias y otras numerosas citas culturales y comerciales. Tras la última ampliación, el Recinto Ferial cuenta con casi 160.000 metros cuadrados. En las inmediaciones se encuentra el Parque de Isabel La Católica, ocupando un privilegiado entorno de jardines y estanques, muy cerca también del Estadio de Fútbol de El Molinón. Más allá del estadio comienza el barrio residencial de Somió, una de las primeras ciudad-jardín que se construyeron en España. Una de estas casas acoge la Fundación Evaristo Valle, un mueso dedicado al pintor y a su obra.

Continuamos con nuestra orientación Este; un poco más alejado del centro de la ciudad podemos visitar la Universidad Laboral, parte de su campus han sido reconvertidos y ampliados para satisfacer las necesidades de nuevo Centro de Arte de La Laboral, el buque insignia de un proyecto más amplio: la Ciudad de la Cultura, que tratará de aprovechar integramente el espacio de la antigua Universidad. Un edificio mastodóntico en su conjunto, dos veces y medio mayor que El Escorial, construido durante la dictadura por el arquitecto Luis Moya Blanco y considerado la obra arquitectónica más importante de Asturias en el siglo XX.

En las inmediaciones de La Laboral se ha desarrollado un moderno parque tecnológico y planificado el Jardín Botánico Atlántico, un espacio de 16 hectáreas diseñado para albergar más de 30.000 plantas y hasta 2.000 especies diferentes.

Volvemos a Gijón. Seguimos paseando, ahora en el meollo de la parte moderna, de trazado racionalista y grandes calles, donde abundan plazas y zonas verdes como los Jardines del

Náutico, los de Begoña o de la Reina. Merece la pena recorrer los comercios de la calle Corrida, los antiguos cafés y sidrerías del Paseo Begoña o internarnos por la calle Uría y Menéndez Valdés hasta llegar al Teatro Jovellanos

LA VILLA MARINERA DE LASTRES

Al borde del mar en Lastres

Lastres, en el concejo de Colunga, sigue albergando una de las estampas portuarias más famosas de Asturias. Los barcos pesqueros con el fondo escalonado de una bella localidad marinera, conforman una de las imágenes más representativas de la esencia marítima de la región.

Calles en su mayoría estrechas y angostas, empedradas como las de antes y siempre en pendiente, son las mil y un arterias pequeñas por las que transita la vida social de unos hogares que parecen colgar hacia el abismo y que desde siempre han tenido en el mar el reflejo exacto de su propia inclinación. Destacan las hermosas balconadas por doquier y la cercanía de las casas entre sí, que parecen haber sido construídas para arroparse mutuamente de los embites del Cantábrico. El laberinto es de paredes blancas, salitre y caprichosas simetrías. Se cuentan en Lastres más angulos y perspectivas que en ningún otra villa de las inmediaciones.

El puerto de Lastres

Casi desde cualquier punto se divisa el bello puerto lastrino. Actualmente, alrededor de medio centenar de embarcaciones atracan allí. Después de ser remodelado en 1995 con la construcción de un espigón de 55 metros, se sitúa a la cabeza de actividad en la franja costera oriental. Las aproximadamente 400 toneladas de pescado anuales, con 8 toneladas al mes de merluza, 6 de congrio y 5 de rape y salmonete, siguen permitiendo que a la cofradía lastrina le cuadren las cuentas y que el pueblo siga presumiendo de vivir de cara al mar, como siempre.

En en los círculos balleneros siempre ocupó Lastres un lugar destacado, también sirvió de fortín ante posibles invasiones por mar. De ahí que antaño tuviera un fuerte, conocido como “El Castillo”, del cual aún se conservan parte de sus muros.

Hoy en día la tradición pesquera sigue alimentando su leyenda. Las especies marinas, una vez que son desembarcadas en puerto, salen a la venta en una popular subasta que, día tras día, se sucede en la lonja de pescado. Pescaderos venidos de todos los lugares de la región encuentran una garantía para sus ventas en la actividad marinera de una localidad con una curtida experiencia en la pesca de bajura y de altura.

Recientemente, y para dar mayor empuje a su propia realidad marinera, se aprecian atisbos de recuperación conservera con una iniciativa de carácter artesano integrada en las instalaciones del muelle y que ya saca al mercado 3.500 kilogramos de anchoas al año.

La nueva empresa se nutre exclusivamente de las capturas de barcos locales, y su proceso artesano y laborioso estará destinado a las tiendas de “delicatessen”. Se da, así, un primer paso para contrarrestar la huida del capital pesquero y rescatar parte de la importancia alcanzada por las conserveras locales a principios del siglo XX. Por aquel entonces se

contabilizaban en Lastres 10 empresas de este tipo, cuyos vestigios y ruinas aún se dejan ver en las inmediaciones del muelle.

En el puerto de Lastres, a pesar de las cifras menguantes de la pesca de las que se habla día sí día no, no se tiran por la borda las posibilidades que aún cabe esperar del sector. Las exigencias del turismo naútico y las nuevas perspectivas comerciales que se abren en la comarca, también colocan a esta rica villa en la actualidad marítima del oriente de Asturias.

El pueblo de Lastres

Lastres está declarado Conjunto Histórico, lo que también le convierte en un punto de interés turístico. Es sin duda una buena estancia. A la agradecida brisa marinera y a la bella formación del núcleo urbano, cabe añadir un buen número de argumentos gastronómicos, ya que siguen teniendo presencia restaurantes especializados en todo tipo de pescado. La cocina lastrina es deudora de su puerto, de las redes, nasas y anzuelos, pero también del saber culinario de las casas, que durante siglos han tenido en el pescado el primero y más sabroso de sus platos. Un buen plato de pescado es aquí una garantía y picamos por propia convicción.

Si tiene tiempo acérquese a la Torre del Reloj, una emblemática torre que conjuga las funciones de campanario y lugar de vigía, construida en 1751, y reconstruida gracias al esfuerzo de un grupo de mujeres. También es interesante la visita a la Iglesia parroquial de Santa María de Sábada, de 1751, que entremezcla los estilos clásico y barroco, o las ermitas de San José, San Roque (donde está localizado un hermoso mirador del puerto y el litoral colungués) y el Buen Suceso. Casonas y palacios como el de la familia Victorero, del s.XVIII, el de los Robledo, de principios del s.XVIII, y el de los Vallados, del s.XVIII, es otra riqueza,de tipo cultural, con la que cuenta esta villa.

Lastres y su costa adyacente se asientan además sobre los acantilados con más historia de la región. Los terrenos terciarios del jurásico son otra alternativa posible para acercarse hasta aquí, incluyendo la playa de la Griega, con imponentes huellas de dinosaurios.

La villa marinera de Lastres, 9.9 out of 10 based on 9 ratings

Información de interés de La villa marinera de Lastres

A escasos kilómetros se encuentra el Museo Jurásico de Asturias. Más información del museo www.museojurasico.com

PASEO DE LOS HÓRREOS DE BUEÑO

Los hórreos muy de cerca

La densidad de hórreos y el buen estado de las mismos permite a Bueño presumir de ser una aldea de verdad, de las que bien merece una atenta mirada. Sus caminos y callejuelas, sus quintanas y fincas guardan una armonía esencialmente asturiana; todo un arquetipo de identidad rural.

A escasos 5 kilómetros de Oviedo, la aldea asturiana tiene una de sus mayores glorias etnográficas en la localidad de Bueño (Ribera de Arriba). Con cerca de 50 hórreos y paneras, casi puede decirse que en este pueblo hay tantos graneros asturianos como viviendas.

El hórreo asturiano tiene una ruta…

El mimo a su patrimonio es realmente sorprendente y una ruta interpretativa bien señalizada, “Paseo de los hórreos de Bueño”, nos va detallando en múltiples paneles (con textos y dibujos identificativos) las características principales de estos centenarios almacenes agrarios, así como el nombre y número de piezas que lo componen. Un agradable paseo etnográfico que nos permitirá observar hórreos de distintas épocas, desde el siglo XVI al XX. Once de ellos fueron construidos durante el siglo XVIII. El más antiguo, fechado en el siglo XVI y levantado en el centro del pueblo, destaca por el enorme grosor de sus vigas de madera, lo que da testimonio de los tupidos bosques de la época. El roble y especialmente el castaño, son las maderas que conceden la nobleza imperecedera a unas construcciones que, en Bueño, nos encontramos desperdigadas alrededor del núcleo central que forman el lavadero y la fuente del pueblo, lugares tradicionalmente Comunales. Desde este punto parten los caminos a Quintaniella y Llosalín, y desde aquí se dispersan los hórreos a lo largo de varias callejuelas que ocupan el ancho del valle y se suceden casi sin interrupción. La mayoría están en uso, y muchos de ellos poseen decoraciones variadas, aunque modestas: motivos aislados, seriados y circulares, grabados en la madera de las puertas y las colondras de los hórreos.

En Asturias hay contabilizados 12.000 hórreos y paneras aproximadamente. Al declive rural acompaña siempre el abandono de estos graneros y las preocupaciones consecuentes por su conservación. Bueño quiere ser el exponente de un cambio de tendencia, esforzándose en el mantenimiento de su riqueza rural y siendo la sede del primer Centro Interpretativo del Hórreo en el Principado, una instalación museística en la que, entre otras muchas cosas, se detallan los distintos modelos de cabazos existentes en el mundo, incidiendo en la tipología decorativa asturiana, que permite dividir todos los hórreos de la región en tres estilos: Allande, Villaviciosa y Carreño, ordenados según el mayor protagonismo del color y la decoración. El primero de estos estilos data del siglo XVIII y XIX y se asocia fundamentalmente a paneras. “Villaviciosa” es el primero y más antiguo en la clasificación regional, y suele caracterizarse por un arco sobre la puerta de entrada similar a las portadas románicas. El estilo “Carreño” rinde tributo al municipio asturiano del mismo nombre, donde se localiza una de las mayores concentraciones de graneros, ampliamente decorados y dotados de una o dos puertas principales y alrededor de una decena de colondras o paredes de cierre.

Las partes del hórreo, desde los pegoyos hasta el cantapaxarinos, sin olvidar las colondras, formarán parte de este centro que abrirá sus puertas en Bueño a finales del 2007. En él también tendrán cabida los planteamientos teórico-prácticos para la adecuada puesta en valor de este patrimonio esencial.

El pueblo de Bueño…

Bueño bien merece una visita, pues en este lugar, además de su patrimonio singular, nos sorprenderá gratamente el pueblo en su conjunto: cuidado, limpio, pulcro, respetuoso con el medio ambiente y las tradiciones. Al hacer entrada en él se suceden los maizales, las huertas y los frutales. Un río dota a este lugar de gran fertilidad agraria, y las quintanas y casas de labor restauradas siguen los cánones arquitectónicos del lugar: piedra caliza de la zona que da un tono sonrosado a las paredes, balcones y galerías de madera en las fachadas, encalados con tonos blancos y cremas, buhardillas y aleros, etc.

Entre sus caleyas se esconde también la pequeña capilla de San Juan de la Mata, fundada en 1725.

Paseo de los hórreos de Bueño, 9.0 out of 10 based on 7 ratings

Información de interés de Paseo de los hórreos de Bueño

Para llegar a Bueño, entrando en Asturias por León (A-66), 4 km. antes de llegar a Oviedo, tomar la salida 35: "La Manjoya-Bueño-El Caleyo". Una vez en la N-630, seguir las indicaciones "Bueño 1,5". Entrando de Galicia, Santander, País Vasco..., ir dirección Oviedo. Una vez pasado Oviedo, seguir por la A-66: "Salida 35 Riosa-Morcín Soto de Ribera". Ya en la N-630 girar a la izquierda hacia Oviedo y a 200 mts., a la izquierda otra vez, seguir el indicador "Bueño 1,5".

PUERTO DE VEGA, PUEBLO EJEMPLAR

Un laberinto de mar y cultura

Los habitantes de Puerto de Vega se mueven, aman su pueblo. Apenas son 2.000 las personas residentes pero se empeñan en conservar su historia y su urbanismo, que deja una estela de romanticismo decimonónico difícil de encontrar en una villa asturiana. Tal parece que nos van al salir al paso los ilustrados de otro tiempo con sus togas y tratados.

La primera impresión que se tiene al llegar a Puerto de Vega es placentera por encima de todo. Lo encontramos a 7,5 kilómetros al este de la capital de Navia, comunicado por la N-632. Cuando llegamos nuestro ánimo se contagia del blanco inmaculado de sus casas. Los recovecos y laberintos que forman sus calles y callejas, que en otro enclave similar serían angostas o incluso tortuosas, son aquí un enredo ordenado y limpio por el que da gusto pasear y recrearse. Podemos acercarnos al céntrico parque “Benigno Blanco”, de amplio arbolado; descubrir la centenaria y romántica Plaza de Cupido, eje neurálgico de la villa sobre el que se asentó el primitivo poblado marinero y donde sorprenden la belleza antigua de casonas como la de la Plaza” o la de las Columnas”; asombrarnos con el inmenso Casino de 500 metros cuadrados de planta; animarnos la vista con sus variopintas casas de indianos; o conocer de primera mano la Iglesia de Santa María, con un buen número de joyas en su interior, no en vano es conocida como la Catedral del Barroco rural.

Pasado ilustre de Puerto de Vega

Tras esta fachada armoniosa, el pueblo esconde más armonía aún entre sus gentes, un pasado y presente muy activo, societario y contagioso. No es por casualidad que sean varios los personajes ilustres nacidos aquí, ni que proliferen las iniciativas culturales. Hechos que además no han caído en saco roto. La conciencia ciudadana ha sido premiada con el galardón “Pueblo Ejemplar de Asturias” que entrega cada año el Principe Felipe y que a Puerto de Vega le correspondía en 1995. Tres años más tarde, en 1998, fue elegido pueblo más bonito de Asturias. De esta manera, tanto su belleza como el carácter amable y emprendedor de sus gentes cuenta con sendos títulos para que nadie lo ponga en duda.

Quizás no sea por casualidad que el ilustre Gaspar Melchor de Jovellanos falleciese en Puerto de Vega en 1811. El pueblo le dio refugio cuando venía huido de los franceses y enfermo de muerte. En la fachada de la casa mortuoria encontramos el escudo de armas y dos placas conmemorativas, ambas dedicadas al ilustrado. También la Iglesia Santa María expone una mención en forma de placa que nos recuerda donde estuvo enterrado Jovellanos, por espacio de tres años, antes de ser trasladado a su Gijón natal. La Casa

Municipal de Cultura “Príncipe Felipe” alberga la Biblioteca Pública “Jovellanos”. El gijonés dejó una profunda huella en este pueblo culto, una calle y un monumento llevan también su nombre.

En Puerto de Vega no hay que perderse…

La economía local está ligada profundamente al mar, tanto a la pesca como a la industria derivada de conservas, salazones y escabeches que en otro tiempo estuvo firmemente asentada en el entorno portuario. La coqueta flota pesquera descansa en un pintoresco puerto con muralla incluida, almenas en perfecto estado que frenaron la piratería en la Edad Media y que protegió el pueblo frente a la invasión francesa tres siglos más tarde. En el entorno del puerto también se puede visitar el paseo del Baluarte y el mirador de La Riva. En el primero queda aún más constancia de la tenacidad lugareña por mantenerse libre de invasiones extranjeras, podemos ver dos cañones del siglo XVIII y un monolito en honor de quienes erigieron el Baluarte en 1588 junto a varias piezas náuticas. En otro bello lugar, en el rincón de la Riva, descubrimos una recreación de la mesa de mareantes realizada en 1992 para homenajear el apogeo pesquero local, incluyendo la caza de la ballena de otros tiempos. Aquí se erige un monumento con tres plantas cargadas de historia. Destaca el primer contrato ballenero que se conoce, dos imponentes quijadas de cuatro metros de longitud procedentes de ballenas de unas 30 toneladas de peso. En la segunda planta un inmenso retablo “alegoría de la caza de la ballena”, nos muestra a las claras cómo era la captura de estos gigantes marinos. En el tercer nivel destaca, sobre un cerco almenado, un moderno cañón ballenero. Inventado por Sven Foy, marinero noruego, en 1854 y probado sobradamente en su barco “Spes et fides”.

Otra seña más de esplendor marítimo de Puerto de Vega es el hecho de que entre los siglos XVII, XVIII y XIX destacase como puerto de cabotaje; surgiendo aquí la primera aduana que existió en Asturias.

Seguimos hablando de rincones inolvidables que a esta localidad no le faltan, como el paseo que nos lleva a la Capilla de la Atalaya, desde donde obtenemos una visión inmejorable del puerto. Tiene un componente milagroso, pues fue fundada por el Gremio de Marinería y Comercio hacia el año 1605, levantándose en honor de Ntra. Sra. de la Atalaya, cuya imagen, un buen día, apareció flotando en las cercanías. Rescatada por los marineros, hoy se conserva restaurada en este ugar.

Si en nuestro paseo por Puerto de Vega decidimos por un rato acercarnos a la cultura popular de la zona, tampoco hay problema. El Museo Etnográfico “Juan Pérez Villamil” a buen seguro cubrirá nuestro apetito. El museo se encuentra en los locales restaurados de una antigua fábrica conservas y salazones llamada “La Arenesca” que hoy forma parte de la Casa municipal de la Cultura. Recoge un amplio repertorio de temáticas, pero destacamos aquí la colección de oficios artesanos que se expone en la planta baja. Allí conoceremos de primera mano oficios tan arraigados como el de las rederas que trabajaban a pie de muelle, las filadoras o hiladoras, los zapateiros, ferreiros, madreñeiros, cesteiros, carpinteiros o ebanistas, o los canteiros o loseros.

Decir finalmente que el amor de sus ciudadanos ha convertido a la localidad en referente festivo del occidente astur. Sus fiestas patronales de Nuestra señora de la Atalaya convocan una inusual expectación por espacio de cuatro días, cada uno con nombre propio: el 7 de septiembre “La Víspera”, el día 8 “La Telayona”, el 9 “La Telayina” y el 10 “La Jira”. La devoción, como no podía ser de otra forma, se profesa a una virgen marinera y toma distintas formas entre paganas y católicas: cantares, vino, sidra, buenos alimentos, procesiones y entre otros actos, el homenaje al marinero más veterano.

HÓRREOS POR DOQUIER EN ESPINARÉU (ESPINAREDO)

Un alto en el camino

El ámbito rural de Espinaréu (en el concejo de Piloña), es todo un tesoro vivo de otros tiempos. Su antigüedad viene atestiguada principalmente por los hórreos que proliferan en cada esquina. Estas construcciones agrarias son un ingenio antiquísimo que servía para almacenar cosechas y carne de matanza y poner el sustento alimenticio a buen recaudo. Por eso se construían en alto, apoyados en cuatro pilares o pegoyos, para evitar las humedades y conseguir la temperatura precisa, impidiendo a la vez que roedores o alimañas acabasen con las existencias.

Los hórreos formaban parte del paisaje asturiano por la inevitable adaptación humana a un medio hóstil y húmedo. Si usted recorre Asturias comprobará que los hórreos existen. Abundan, más o menos. Sin embargo, en la mayoría de los casos existen como mera excepción diseminados y con baja densidad. En algunos núcleos rurales ni siquiera se observa esta excepción. Por otra parte, siendo excepcionales, normalmente sobreviven ruinosos y estériles, y en muchos caso apenas cumplen otro papel que el de cobijar herramientas, vehículos, o carros del país bajo su estructura.

¿Qué es un hórreo? ¿Para qué sirve?

A base de ver hórreo tras hórreo comprendemos que las aldeas eran territorios cargados de vida e ingenio, y confirmamos con la vista que en esta aldea se encuentra la mayor concentración de hórreos de toda Asturias.

Actualmente los hórreos sirven a otros menesteres, o a ninguno en particular. Sólo en su exterior se aprecia que aún cumplen la función para los que fueron creados, y no es raro verlos adornados con cebollas, ajos y demás productos de la huerta menos perecederos. En este sentido, las actuales neveras y congeladores han relegado al hórreo a un papel casi romántico.

En Espinaréu, como si no hubiese pasado el tiempo, estas construcciones parecen querer decirnos que siguen vivas. No en vano, tienen motivos para mostrarse altaneras, pues en este pueblo se encuentran las construcciones de este tipo más antiguas de Asturias. Si lo deseamos, tendremos ocasión de ver uno por dentro, teniendo en cuenta que todos lo hórreos tiene propietario y están cerrados con llave, así que para acceder a ellos es necesario pedir permiso.

Los hórreos de Espinaréu, como en el resto de Asturias, también guardan una esencia mística, o supersticiosa si se prefiere. El patrimonio etnográfico de la aldea se redondea con los signos de carácter místico-mágicos inscritos en sus tablas. Elementos persuasivos, en muchos casos para alejar los malos espíritus, de origen básicamente celta que fueron dibujados o tallados, primigeniamente, en bosques y cuevas. Estos símbolos conviven con otros meramente ornamentales y conmemorativos que son las marcas del carpintero constructor, y con un buen número de mensajes y lemas generaccionales sujetos a la interpretación y el análisis de los más curiosos.

Hórreos… y paneras en Espinaredo

En Espinaredo conviven hórreos y paneras, éstas últimas son muy parecidas a los primeros pero de mayor capacidad, con seis pegoyos en lugar de cuatro, corredor, balaustrada y

mayor número de ornamentos. Ambos tipos de construcciones se hacían principalmente en madera de castaño y sus piezas se unían sin un un solo clavo, utilizando cuñas de la propia madera para ensamblarlas.

Se sabe que hórreos y paneras eran vitales en una casa de labranza y que muchas veces, al menos las paneras, formaban parte del ajuar de la novia. Remontándonos más en el tiempo descubrimos que tienen un origen incierto. Hay quien mantiene que los grandes cajones de madera llevados sobre ruedas a los campamentos romanos en las campañas de conquista imperial, antecesores de las actuales caravanas, fueron abandonados con frecuencia y aprovechados por los lugareños, quienes los colocaron sobre unos apoyos para usarlos de almacén.

Espinaréu es un buen móvil para conocer la esencia del campo asturiano, pero es también un magnífico entorno para admirar más aún su paisaje. La cercanía de la montaña y los bosques autóctonos permiten la práctica del senderismo como en pocos lugares. También resulta un lugar muy apropiado para las rutas a caballo y la bicicleta de montaña. El territorio está surcado por los ríos Espinaréu y Sotu. En sus inmediaciones nos encontramos paneles que nos señalizan las rutas. A sólo tres kilómetros del núcleo rural, por la sinuosa carretera que lleva a Riofabar, descubrimos dos excelentes rincones para el descanso: el área recreativa de La Pesanca y el Arboreto de Miera, situadas a orillas del río Infierno e inscritas entre la Sierra de Aves y La Giblaniella. Un enclave afortunado en recursos naturales, con una de las más extensas manchas de haya, robles y castaños de toda Asturias.

UN PASEO POR AVILÉS

Descubriendo Avilés

Avilés es una ciudad por descubrir. La imagen preconcebida de esta gran villa, incluso para muchos asturianos, es la de una ciudad industrial en declive. Aunque su fisonomía aérea sí nos ofrece claras zonas industriales, en el cogollo de esta gran villa se esconde un enorme patrimonio y un casco histórico de ensueño. La vieja Avilés pervive con la más contemporánea de una forma única en el Cantábrico; la recuperación medioambiental de su ría y la puesta en valor de su centro urbano hacen que el esplendor de su arquitectura y la belleza de su entorno dominen sobre su componente industrial.

Una nueva Avilés espera al visitante para quitarle de la cabeza sus imágenes preconcebidas. Pasear por el casco urbano puede llegar a ser una de las visitas que más nos sorprendan de Asturias. No en vano, la ciudad celebra sus mil años de existencia y nos ofrece su rico pasado por todas partes. El patrimonio arquitectónico de la Villa del Adelantado (así es como se la conoció en honor a un famoso conquistador avilesino llamado Pedro Menéndez, apelado el Adelantado) es muy variado en estilos y épocas históricas. Al ser una población de gran tradición comercial y portuaria, fueron muchos los nobles que durante la Edad Media y Moderna se instalaron aquí, construyendo casonas y palacios. Desde el siglo XII, el pulso económico de esta ciudad se fue plasmando en una serie de realizaciones arquitectónicas, algunas perdidas en su integridad como las murallas y otras conservadas, aunque con sensibles reformas. Algunos de los inmuebles más representativos

de este entorno se han ido fundiendo con las nuevas infraestructuras culturales de la ciudad. Por eso en Avilés se respira un ambiente dinámico y cargado de iniciativas públicas.

Casco histórico de Avilés

La mejor forma de recorrer la villa del Adelantado es a pie. La calle Rivero y la calle Galiana discurren por los soportales más famosos del Principado, soportales que antiguamente servían de refugio para la venta ambulante los días de mercado. Rápidamente descubriremos que el casco urbano es muy paseable y que propone al turista un recorrido singular y muy valioso. El barrio de pescadores, las iglesias vieja y nueva de Sabugo, la plaza de los Hermanos Orbón o el palacio de Camposagrado bien merecen una visita, así como la plaza de España, atravesando las calles de la Fruta o la Ferrería para adentrarse después en el parque Ferrera, auténtico pulmón verde de la ciudad. De obligada visita es la actual iglesia de los padres franciscanos, antigua iglesia parroquial de San Nicolás de Bari. Se trata del edificio de mayor antigüedad de la villa. Construido entre los siglos XII y XIII, cuenta con una interesante portada románica y preciosa bóveda de crucería.

A lo largo de nuestro recorrido contemplativo, por todas partes encontraremos buenos pinchos y restauración de calidad para hacer una pausa. La gastronomía avilesina nos sorprenderá gratamente. De su carácter milenario y marinero se ha guardado el frasco de las esencias que podremos degustar en restaurantes, sidrerías y chigres. El marisco en general, los potes, fabadas, oricios y los postres autóctonos como el bollu (bizcocho de varios pisos que los padrinos regalan a los ahijados en Pascua), les casadielles o los frixuelos (típicos del carnaval). Todo ello regado con una buena sidra.

Si lo que buscamos es la movida, la encontraremos dispersa en varias calles, como Galiana, Rivero (la zona de los vinos), la Ferrería (zona de pubs). También está en auge la zona de Sabugo, plagada de sidrerías y terrazas de verano.

Nuestro paseo por la histórica Avilés nos obliga también a recrearnos en la ciudad moderna. El año 1950 supuso el inicio del periodo de transformación urbanística más importante de su historia debido a la implantación de diversas industrias, entre las que destaca sobremanera Ensidesa. Familias de todas partes de España se trasladaron aquí y forjaron la tercera urbe más poblada del Principado: actualmente supera los 80.000 habitantes y cuenta con el segundo puerto en importancia de la región.

Paseando por el puerto y la ría de Avilés

Hoy en día todos los avilesinos miran al puerto y a la ría con otros ojos. En 1980 se inauguran el nuevo muelle pesquero y la cofradía de pescadores Virgen de las Mareas, en cuya lonja se subasta casi el 70 por ciento de la pesca capturada en Asturias, lo que ha colocado a Avilés, a pesar de su escasa flota pesquera, a la cabeza de los puertos asturianos. Otra obra vital en este entorno, realizada recientemente por el Gobierno de Asturias, y que ha costado más de 14 millones de euros, ha supuesto la retirada de 170.000 metros cúbicos de lodos contaminados y la recuperación de cuatro kilómetros de paseo fluvial. La apertura de este nuevo paseo se suma a la del paseo de la Avenida de Guadalhorce, inaugurado recientemente, y a la senda peatonal entre San Juan de Nieva y El Arañón. En total, como paseantes podremos disfrutar de casi seis kilómetros de nuevos espacios en el litoral avilesino.

En el Parque del Muelle encontraremos la escultura más conocida de Avilés. Representa la figura del marino Pedro Menéndez, adelantado de la Florida y fundador de la primera ciudad de Estados Unidos, San Agustín. En este mismo parque encontramos la escultura de La Foca. El homenaje a un ejemplar muy sociable que llegó al puerto avilesino en 1950 y amenizó a los vecinos durante una larga temporada. La estatua en su honor es sólo una de las muchas obras escultóricas que adornan la ciudad y que tienen su máximo representante en La monstrua. Una escultura que supone la trasposición de la obra

pictórica del pintor avilesino Carreño Miranda a volumen. La monstrua está ubicada en pleno corazón del barrio marinero de Sabugo. El Ayuntamiento encargó la pieza en homenaje al pintor. La obra se completa con un mural posterior que también recoge la imagen de La monstrua, pero desnuda. Ambos cuadros forman parte del fondo del Museo del Prado. La escultura es, probablemente, uno de los motivos más fotografiados de la villa.

PRERROMÁNICO Y ROMÁNICO DE VILLAVICIOSA

Un denso patrimonio

La riqueza ornamental del patrimonio de Villaviciosa se descubre en todos sus remates: en los arcos triunfales, en los pórticos, capiteles… un variado repertorio iconográfico que transcurre de imágenes monstruosas a escenas juglarescas, torneos entre caballeros, representaciones de cetrería, lapidaciones o imágenes piadosas.

El concejo de Villaviciosa atesora el mayor número de monumentos del arte prerrománico y románico de Asturias, siendo su perla más famosa el Conventín de Valdediós.

Este municipio no puede entenderse sin su denso contexto monumental que nos permitirán trazar un itinerario cultural de primer orden.

Una veintena de joyas arquitectónicas

En el monasterio cisterciense de Santa María de Valdediós puede verse la evolución arquitectónica medieval sufrida en tres siglos, desde finales del siglo IX, en que se construye, a comienzos del siglo XIII, cuando se edifica la iglesia de Santa María, un austero edificio de tres amplias naves y poderosa cabecera triabsidal articulada por columnas y ventanas de medio punto. Ha sido declarado patrimonio de la Humanidad. También cuenta con el título de monumento Histórico-Artístico, al igual que la Iglesia de Santa María de la Oliva (en pleno casco urbano de Villaviciosa) y una decena más de enclaves arquitectónicos de la zona, como la singular iglesia de San Salvador de Priesca, que data del siglo X, y que ya fue declarado monumento nacional en el año 1913. Este templo, tanto por su arquitectura como por la decoración relivaria y pictórica que conserva en la actualidad, es uno de los últimos ejemplos del esplendor de arte prerrománico peninsular.

Sobresale también la Iglesia de San Juan de Amandi, ubicada en un alto a escasos kilómetros de la capital del concejo. La riqueza de su ejecución queda patente en todos sus rincones, pero destaca más en el doble piso de columnas que articulan el muro interior del presbiterio y ábside.

Los interiores de estos inmuebles varían desde la sencillez y la austeridad a decantaciones barrocas. En todos ellos se nos cuenta una larga historia: guerras y hambrunas confundidas con tiempos más felices, piedras primitivas que se mezclan con añadidos posteriores… historias de maestros arquitectos, talleres, curas, leyendas rurales, señores, vasallos, reyes.

Encontraremos tallas policromadas en los altares para limar el carácter profano de sus capiteles, tallas hieráticas con inexpresividad en el rostro, pilas bautismales imponentes como la Santa eulalia de Selorio, inscripciones fundacionales y otras inscripciones que indican una reforma posterior.

Incluso en las muestras de romanico tardío, cuando se flirteaba con los rasgos góticos, la escultura y la decoración no abandonaron sus patrones románicos.

Un “tiempo largo” transcurrido entre templos sólidos que aún se mantienen en pie por el empeño de muchas generaciones y que siguen abriendo sus puertas a los feligreses de la cultura.

Información de interés de Prerrománico y románico de Villaviciosa

Para conocer en detalle toda esta gran herencia podemos acercarnos a la capital del municipio, al lado de la Iglesia de Santa María de la Oliva encontraremos un Centro de información y recepción para las visitas al románico de Villaviciosa (La Casina de la Oliva). Monasterio de Santa María de Valdediós (siglo XIII) declarado monumento histórico-artístico. Horario de Visita: de miércoles a domingo de 11:00 a 13:00 y de 16:30 a 18:30. Martes de 11:00 a 11:45 y de 13:00 a 13:45. Lunes cerrado. Santa María de la Oliva (siglo XIII) declarado monumento histórico-artístico. Horarios de visita: julio, agosto y septiembre de martes a domingo, de 11:00 a 13:00 y de 17:00 a 19:00. Resto del año: martes y sábados de 11:00 a 13:00. Lunes cerrado. Párroco de Villaviciosa: tno. 985 89 01 79 Iglesia de San Salvador de Priesca (monumento nacional desde 1913). Data del siglo X. Horarios de visita: contactar con el párroco. Tno. 985 97 67 12 Iglesia de San Juan de Amandi (siglo XII). Monumento histórico artístico. Horarios de visita: julio, agosto y septiembre de martes a domingo, de 11:30 a 13:30 y de 17:30 a 19:30. Resto del año: martes, sábados, domingos y fiestas de precepto religioso de 11:30 a 13:30. Lunes cerrado. Información parroquia: 985 89 00 73. Iglesia de Santa María de Lugás. Monumento histórico artístico. Horarios de visita: contactar con el párroco. San Andrés de Valdebárcena (siglo IX). Monumento Histórico-artístico. Horarios de visita: contactar con el párroco. Iglesia de Santa Eulalia de La Lloraza en Oles. Horarios de visita: contactar con el párroco. Tno. 985 49 48 Iglesia de Santa Eulalia de Selorio. Monumento histórico- artístico. Horarios de visita. Contactar econ el párroco. Tno. 985 99 62 07 Iglesia de Santiago de Peón. Monumento histórico- artístico. Horarios de visita: contactar con el párroco. Tno. 985 89 40 34. Capilla de San Nicolás de Tornón Contactar con el párroco de San salvador de Priesca. Tno. 985 97 67 12 Iglesia de Santo Tomás de Coro (siglo XIII). Monumento histórico- artístico. Horarios de visita: contactar con el párroco. Iglesia de San Bartolomé en Puelles (s. XIII). Horarios de visita: contactar con el párroco.

Iglesia de Santa María de Arbazal (monumento histórico-artístico). Horarios de visita: contactar con el párroco de San Bartolomé de Buelles. Templo de Santa María de Sebrayo (siglo X) en Miravalles. Horarios de visita: contactar con el párroco de San Salvador de Priesca. Tno. 985 97 67 12 Iglesia de San Salvador de Fuentes (siglo XI). Monumento histórico-artístico. Iglesia de Santa María Magdalena de Pandos (siglo XIII).Monumento histórico-artístico. Iglesia de Santa Mera (siglo XIII). Iglesia de San Juan de Camoca (s.XIII). Monumento histórico-artístico. Iglesia de Santa Cecilia de Careñes (s.XIII). Monumento histórico-artístico.

EL CASTRO DE COAÑA

El poblado remoto

La cultura castreña pertenece a la Edad de Hierro, un periodo duro, belicoso, cargado de inseguridad. Los castros asturianos, poblados fortificados de esta época, son más de doscientos cincuenta en el Principado. El mejor conservado, y el que más frutos arqueológicos ha dado hasta la fecha es el de Coaña. Se piensa que en él llegaron a vivir entre 1.500 y 2.000 personas.

Conocido como el Castrillón, desde él se vigiló y defendió el paso de la ría de Navia. La conquista romana lo convirtió en plaza clave. La misión era garantizar el tráfico de oro proveniente de minas próximas. Bajo mando del imperio romano, su momento de mayor vitalidad será la segunda mitad del siglo I después de Cristo. Los resultados de las excavaciones constantes en este entorno, desde los primeros trabajos arqueológicos en el siglo XIX, parecen confirmar que el poblado se remonta a una época prerromana. Un primer asentamiento indígena sería el responsable de las viviendas circulares. Durante la ocupación romana se construirían las de planta rectangular. Han aparecido monedas de la época de César y anteriores, las más numerosas corresponden al gobierno de Augusto. También se han hallado monedas de Tiberio, Claudio y de Quintilo, ya en el siglo III. Si bien su origen prerromano es difícil de datar, la generalización de que los castros asturianos se vinculan a la ocupación romana se está poniendo en entredicho últimamente. Dataciones con carbono 14 ofrecen cronologías de los siglos VII y VIII antes de Cristo para otros renombrados castros asturianos como el de San Chuis o Chao San Martín, tenidos hasta ahora como de fundación romana.

Sea cual sea su origen, caminamos por la senda que se dirige al corazón del poblado ancestral. Atravesamos una impresionante muralla escalonada y observamos los restos de un torreón rectangular que defendía estratégicamente la entrada al recinto interior conocido como la acrópolis. Entre la muralla y la acrópolis, en la ladera Norte del cerro se extiende el núcleo urbano del poblado, denominado barrio norte. El tamaño de las construcciones, ya sean viviendas, almacenes, talleres… varía entre los 4 y 6 metros de diámetro para las circulares, y los 5 x 12 metros para las rectangulares. En algunas se conservan un hogar central, así como piedras de molino y grandes bloques de granito.

Sin embargo, lo que más no llamará la atención es la zona conocida como recinto sacro donde se encuentran dos grupos de construcciones, una más antigua que la otra, relacionadas, presumiblemente, con el culto al agua. La primera consta de una cámara con ábside, piscina semioval, suelo enlosado y canales; la segunda se muestra a través de una antecámara que precede a una gran cámara; una puerta da acceso a una gran piscina de granito. Aunque su antiguo uso sigue muy discutido, todo parece encajar en una instalación termal. Eso sí, muy rústica y elemental.

En una pequeña vaguada contigua al castro se encuentra el aula didáctica del Parque Arqueológico de la Cuenca del Navia, cuyos contenidos versan sobre la cultura castreña, la minería aurífera romana y el método arqueológico.

En la localidad de Coaña podemos admirar la Estela discoidea, una piedra redonda de gran dimensión. Se cree que pertenecía al castro y que estaba ligada a cultos funerarios o solares, posteriormente se cristianizó y empezó a llamársele Piedra de Nuestra Señora. Se halla situada en una casa a la salida de la Villa, y se ha convertido en elemento emblemático del municipio.

El colofón para nuestro acercamiento a esta cultura puede complementarse con una visita al Museo Arqueologico en Oviedo, donde se exponen piezas encontradas en diferentes yacimientos arqueológicos asturianos, incluyendo los de Coaña.

COLUNGA: INFORMACIÓN BÁSICA

Qué ver y hacer, rutas, dónde dormir y comer... Colunga

El municipio de Colunga es un lugar de visita obligada para aquel que quiera descubrir la auténtica Asturias rural que aún conserva su tradicional tipismo, plagada de creencias populares como el Nuberu que dice la leyenda: “trae las tormentas y suele sentarse en el Picu Pienzu”.

Limita al norte con el mar Cantábrico y con los concejos de Villaviciosa al oeste, Caravia al este y Piloña y Parres al sur. Su altitud oscila desde los 0 metros sobre el nivel del mar hasta los 1.159 metros del Picu Pienzu, en la Sierra del Sueve, produciéndose este contraste en tan sólo cinco Kms.

Cómo llegar

Lo más fácil por la carretera N-632 o por la autovía del Cantábrico a unos 25 kilómetros de Ribadesella.

Distancias

Oviedo 58 km. Gijón 40 Kms. Ribadesella 20 Kms.

Historia

Cerca de la localidad de Gobiendes se encuentran las Cuevas de Obaya, donde, junto con las de Taraxu (en Nozaleda), El Molino (en Libardón), se han encontrado restos de talla que

muestran que Colunga fue habitada ya en tiempos del Paleolítico Medio y el Paleolítico Superior.

El Concejo de Colunga es el más importante cuantitativamente de todo el Oriente de Asturias en lo que a cultura castreña se refiere. El Castiellu de La Riera, es el que muestra una especial singularidad, con un sistema defensivo construido a base de acusadas terrazas escalonadas. Gran número de hallazgos subrayan una romanización bastante intensa de la población en tierras colunguesas.

Sobre las ruinas de aquella organización romana se fue levantando el Concejo de Colunga de la Edad Media. Desde los centros de religiosidad con titulo monástico: Sta. María de Libardón, Santiago de Gobiendes y Sta. María de Tuna, se dirigían las actividades económicas del entorno.

Bajo el reinado de Alfonso X, fue fundada La Puebla de Colunga, desde entonces asumió las funciones de organizar y dirigir la economía del municipio.

En la actualidad el municipio mantiene su actividad agrícola y ganadera. La pesca también ocupa un lugar importante; Lastres, a mediados del siglo XVI, experimenta un importantísimo crecimiento al crearse el primer puerto. Cabe destacar también la práctica de la pesca de ballena en las costas colunguesas hasta comienzos del siglo XVIII. Lastres era el más importante puerto ballenero de la época.

Qué ver

Playa de La Griega. Santa María de Gobiendes. Museo Jurásico de Asturias.

Fiestas

Fiesta del Asturcón. Fiesta de Interés Turístico Regional. Se celebra en la majada de Espineres, entre los concejos de Colunga y Piloña. En medio de un ambiente festivo, tiene lugar la doma de asturcones, se marcan los nacidos en el año, y se nombra al Pastor Mayor del Sueve. (Tercer domingo de agosto).

Oficinas de Turismo

Oficina de información turística de Colunga. Centro de Recepción de Visitantes de Colunga. El Parque, s/n. 33320 Colunga. Tel. y Fax. 985 85 22 00.

Oficina de Turismo de Llastres. Ctra. General, s/n (curva el Barrigón). 33300 LLastres. Tel.: 985 85 22 00.

LUARCA, ESENCIA MARINERA

la Villa Blanca del paraíso

La belleza de Luarca adopta la forma de una gran “S” acuática, en torno a la cual ha encontrado acomodo milimétrico el hombre y su inicial actividad marinera, ahora mixta, con una gran afluencia turística en verano, cuando llega a quintuplicar su demografía autóctona. Es también por méritos la capital de un concejo, el del Valdés, que es uno de los referentes paisajísticos y culturales de la Asturias occidental.

La fama de Luarca ha traspasado muchas fronteras para convertirse en una de las villas con más nombre de toda Asturias. En parte ha sido por tener como hijo más ilustre a Severo Ochoa, premio Nobel de Medicina, pero su fama va más allá de individualidades, se la ha ganado también a base de otros muchos méritos.

El río Negro serpentea de manera continuada en su último tramo. No es éste un estuario al uso. El río sí se une al mar, pero no lo hace abiertamente, parece introvertido, y a base de rodeos, curva y contracurva, termina finalmente por desembocar en el Cantábrico en una especie de suspiro. Su puerto inscrito en este entorno fluvial, y gracias a sendos malecones, resulta una infraestructura muy propicia para el desarrollo comercial, deportivo y turístico.

En esta villa, bautizada por su encanto como la Villa Blanca de la Costa Verde, se diferencian de manera clara dos zonas. El casco antiguo acoge los barrios más vetustos y de mayor solera, todos de origen medieval, como el de La Pescadería, La Carril y El Camboral, que rodean puerto e iglesia a modo de gran anfiteatro. Hacia el interior, y a ambos margenes del río, encontramos la Luarca más contemporánea estéticamente hablando. Surgida en el siglo XIX, es actualmente el lugar que concentra la mayor parte del comercio. De un lado a otro por la villa podemos llegar a cruzar hasta siete puentes sobre el río. Comunican diariamente las dos vertientes de un casco urbano que, sin más pistas, podría resultar un enredo pero que en el fondo es sencillo, con una gran simetría en sus formas.

Luarca: vocación marinera

No podemos pasar por Luarca sin sentir el talante tradicional que aún conserva en su aspecto. Para iniciarse en el marisco y la sidra éste suele ser un sitio adecuado, pues proliferan los chigres con marcado acento marinero y asturiano. En la zona del puerto pesquero encontraremos además unos cuantos motivos para sentarnos a una mesa más elaborada, con restaurantes de gran saber culinario y olor a mar en todos sus rincones.

El viajero podrá presenciar en directo el regreso de los barcos de pesca. La captura del día se subastará en la lonja hacia las tres de la tarde, y allí se puede comprobar insitu que la profunda vocación marinera existe realmente y no es sólo apariencia. Aún se respira el talante gremial y societario de esta actividad que llegó a contar con la conocida Mesa de Mareantes y Navegantes, donde los marineros, de forma democrática, en días de mal tiempo, tomaban la decisión de hacerse o no a la mar.

El mar es indisiociable de Luarca por más que cambien los tiempos. El pueblo lo lleva en el alma. De hecho la cultura del marisqueo ya se practicaba aquí en la última etapa del paleolítico, en concreto en el llamado Asturianense, del que existen relevantes hallazgos en todo el municipio.

El mar como pesca y sustento pero también como horizonte y como escenario de batallas. Las convulsiones guerreras, iniciadas con las invasiones normandas del siglo IX, han dejado rastros como las fortificaciones de la Atalaya, un mirador excepcional.

Incluso el mar como medio de análisis y de interés ecológico. El aula del Mar de esta localidad sirve de sede a un buen número de estudios y desempeños y en su apartado expositivo cuenta con grandes atractivos. Si siente curiosidad aquí podrá observar, sin prisas y con todo detalle, uno de esos raros ejemplares de calamar gigante que han sido hallados en la costa asturiana desde 1999. Encontrar un animal de estas características, entero y en perfecto estado de conservación, es algo muy poco habitual.

El paisaje de Luarca

Vemos a vista de pájaro como el río Negro desemboca en la primera de sus tres playas, la costa es rocosa, con presencia de bosques en las inmediaciones y un verde templado de perfiles equilibrados y abundancia de valles que invitan a la contemplación. El paisaje se hace más abrupto y escarpado cuanto más al interior nos encontremos. En el mismo concejo, y un poco más alejados de la costa descubrimos cotas que llegan a sobrepasar los mil metros de altitud. Abundan los motivos para visitar Luarca y su concejo, entre otros sus pueblos, desde territorios vaqueiros en la parroquia de Trevias hasta antiguos puertos balleneros como el de Cadavedo.

Si usted se decanta por la cultura encontrará en Luarca el punto de partida ideal. La cultura neolítica es abundante en las inmediaciones, con presencia de castros. También hallamos arqueología romana y medieval. Del patrimonio artístico destacaremos los palacios de los marqueses de Gamoneda y de Ferrera, la torre y casona de Villademoros, además de las villas de indianos: Argentina, Excelsior, Tarsila, Hilda, Rosita…

De su historia ha aprendido Luarca a ser vital y bulliciosa. No se pueden pasar por alto eventos tan fervorosos y multitudinarios como las fiestas de San Timoteo (del 22 de agosto) o la Semana Santa luarquina, pasando por las fiestas paganas, con un célebre menú de Antroxu (carnaval) esta vez deudor de su gastronomía campesina: embutidos, picadillo, pote, frixuelos y arroz con leche.

CUDILLERO, EL ESPEJO DEL MAR

De peces y hombres en Cudillero

Pocos pueblos se reflejan en el agua como Cudillero. Una villa que da nombre a todo un concejo del occidente y que es siempre su imagen por duplicado. El gran espejo de Cudillero retrata casas que se escalonan hacia arriba, formando consecutivas terrazas urbanísticas que van ganando altura.

La palabra Cudillero hace referencia a la forma recogida de su desarrollo. Tiene su origen en una analogía orgánica, la del codo. En el siglo XIII se llamaba Codillero.La visión de este escenario plegado en sí mismo y pintado en el mar, bien ha merecido unas buenas secuencias cinematográficas. De esto se encargó el director Jose Luis Garci en su galardonada “Volver a empezar”, el primer Oscar del cine español. Si ustedes quieren comprender mejor la fotogenia del lugar pueden transitar inicialmente por la ruta de sus miradores: El paseo al faro, La Garita, La Atalaya, El Pico…

Cudillero: villa marinera

Desde las alturas pronto se comprende que Cudillero es una villa nacida y desarrollada en torno a la actividad pesquera. Llegó a tener la flota más grande de Asturias y una de las más importantes del Cantábrico. Una estampa que aún se repite con frecuencia es la de los barcos llegando a un abrigado puerto, que al igual que el pueblo resulta recogido y admirable. Muy cerca encontramos una moderna rula del pescado, y al lado un pequeño astillero y nuevas estructuras industrial-artesanas que se preocupan de sacarle rendimiento productivo y comercial a lo que consiguen los anzuelos.

Picar en Cudillero es fácil. Si lo prefieren: tapear. Y no cualquier cosa, sus habitantes, conocidos como “pixuetos”, son excelentes gourmets del mar y pasan por “sibaritas” a la hora de seleccionar el plato, a ser posible: un buen pescado. Cabe aclarar que en torno a las excelencias culinarias del rape, conocido aquí como pixín, surge una nueva analogía con el gentilicio de sus gentes. Pixín – Pixueto. Hombre y pez. El hombre de paladar exigente; el pez, el mejor que se haya pescado.

Ha existido siempre una pequeña rivalidad entre los habitantes de los barrios altos y los más pegados al puerto. En el de Cai, en la zona alta, viven los caízos que tradicionalmente vivían de labores agrícolas. En la parte baja, Cuideiru, habitan los pixuetos preocupados por la pesca y últimamente por el turismo que acude a la villa para visitarla y para sentarse en la mesa de una terraza en la plaza del pueblo.

Nos encontramos en la zona más espaciosa del codo. En estas mesas nos topamos de frente con lo más exquisito del mar, con el toque justo de la tradición de su cocina: merluza del pincho, el citado pixín (rape), el besugo, los pescados de roca y los mariscos de la zona, centollos, langostas, percebes y un largo etcétera. Como plato característico está el curadillo: un pescado de la familia de los escualos que se cura al aire y se guisa al modo tradicional. Cudillero y su mar deparan los mejores platos y las sobremesas más recordadas en medio de un entorno pintoresco a todas luces.

Qué no debemos perdernos

Para quien quiera atender a otro tipo de motivos para visitar esta villa, que no se preocupe, también los hay a poco que se busquen. Destaca sobre todo la localidad de El Pito, donde se encuentra el Conjunto Palaciego Selgas, conocido popularmente como el Versalles asturiano. Al margen de una decoración de ensueño: tapices, relojes, mobiliario, dentro se descubre impresionante colección de obras de arte, con óleos de Tiziano, Goya y El Greco. También en El Pito está la Iglesia de Jesús Nazareno, del siglo XIX, que conserva en su cripta el altar prerrománico más antiguo de España (siglo VIII).

En Cudillero mismo, destacar sus dos construcciones más importantes: La iglesia parroquial de estilo gótico, y la Capilla del Humilladero, su inmueble más antiguo.

Si tuviésemos que describir en breves líneas el municipio al que da nombre Cudillero, comenzaremos por decir que casi la totalidad del litoral del concejo, desde la Turbera de las Dueñas (declarada Monumento NaTural) hasta el límite con el concejo de Valdés, está incluido en la Red Regional de Espacios Naturales Protegidos, bajo el nombre de Paisaje Protegido de la Costa Occidental. En el territorio se concreta un apreciable contraste entre la costa y el interior. El litoral está dominado por los acantilados altos (de una altura media de 80 metros): Cabo Vidio y su faro (en este caso con alturas de más de 100 metros), Punta Borona, Punta de Malperro, el Cabo de la Concha de Artedo, etc. El interior del concejo es montañoso aunque menos escarpado que el resto de la comarca. Las Peñas de Cuetu marcan el techo del concejo, los 786 metros de altitud.

En los descansos de los acantilados se abren ensenadas como La Arquina, o varias playas preciosas como Aguilar, la Concha de Artedo, Oleiros, San Pedro, La Cueva, Vallina, El Silencio, Destillo o Ballota. En esta costa también quedan en ocasiones al descubierto cortantes islotes de película.

Decir por último que el 29 de junio se celebran las fiestas de L’Amuravela. Una cita con la sorna asturiana. En ellas un pregonero hace una relación en pixueto (habla de Cudillero) de los acontecimientos del año en forma irónica y crítica.

CANDAS

El puerto de Candas

El puerto de Candas es un rincón que , desde la Edad Media , guarda una autentica tradición y espíritu marineros . De esa tradición , lo que mas fama y respeto dio a los pescadores candasinos fue la pesca de la ballena . Tras un tiempo de duras obras , este Puerto fue inaugurado el 24 de enero de 2004 .Los bloques " tirados " detrás del muro , caracteristicos de este muelle , se siguieron conservando tras la reforma . En la pared del muro , puede verse la placa que el pueblo de Candas dedico a la primera expedicion cientifica española a la Antártida 1982 - 2007 . Este es el típico lugar de paseo de todos cuantos vienen , junto con el paseo marítimo , que se juntan con los pescadores que van y vienen en sus barcas . Tras el arreglo del Puerto , ahora cuentan también con un catamaran que llega hasta el Cabo Peñas . Tiene su salida a las 11 horas los martes , jueves y domingos al precio de 20 euros por persona .

El Puerto es uno de los rincones característicos de la localidad de Candás. Junto a la dársena encontramos la estatua "La Marinera", que representa a las mujeres de los pescadores. En los alrededores del puerto encontramos numerosos bares y restaurantes, en los que degustar los pescados y mariscos de la zona. También encontramos una amplia oferta hostelera y comercial. Todos los años, en la explanada del puerto se celebran festivales gastronómicos, destacando entre todos ellos el Festival de la Sardina.

Faro de Candás

La punta de San Antonio es la más saliente de la zona y sirve para proteger el puerto de Candás de los vientos del oeste. Antiguamente hubo un fuerte, con el mismo nombre de la punta, del que se conservan restos de sus murallas.

Hasta 1987 se encendían hogueras en la punta para ayudar a la navegación, pero los peligrosos arrecifes de entrada al puerto y la insistencia de los pescadores, obligaron a sustituir las hogueras por un fanal provisional de 6º orden de luz fija verde que no satisfizo a los marineros, por lo que en 1904 se encendió una luz definitiva en la peña de los Ángeles, de 6º orden, y con característica codificada en función de la peligrosidad de entrada al puerto.

El faro, que no podía ubicarse en esa zona por lo impracticable de la misma, fue finalmente construido en la punta de San Antonio, e inaugurado en 1917. Con aparato de 4º orden dotado de pantallas giratorias y un alcance de 13 millas.

En 1945 se instaló un aerogenerador que debería proveer de electricidad en caso de corte del suministro eléctrico, pero la experiencia no fue satisfactoria y se desmontó. En 1955 comenzó a funcionar una sirena antiniebla de fabricación francesa, que emite la letra C en código Morse cada 43,5 segundos cuando las condiciones meteorológicas lo exigen, con un alcance de unas 3 millas.

La gran palmera que hay en los terrenos del faro fue traída de América.

Situado en el cabo de San Antonio y al borde de un acantilado de 40 metros, señala la entrada al puerto de Candás desde el Oeste.

El edificio actual tal como lo conocemos empezó a funcionar en 1917. Es normal que en la veleta de los faros en España esté escrito el año en que empezó a funcionar.

Para llegar al mismo existe una senda que sube desde el centro urbano y lleva varios minutos. Previamente se puede apreciar un parque desde el cual disfrutamos de unas maravillosas vistas.

Se ve el espigón del Puerto de Gijón hacia el Este, y por el otro lado todo el litoral hasta el Cabo de Peñas, en el que incluimos la villa de Luanco.

Tiene una palmera a la derecha del edificio, que fue traída de América.

La Peña Furada

La Peña Furada es la imagen mas emblematica de la playa de Candas ( hasta el espigón ) , que aparece en todas las fotos de la costa candasina . Este pequeño islote de roca , en medio de la arena , tiene un agujero en su parte inferior , hecho por el agua , a modo de túnel Cuando esta la marea baja , que en esta parte de la playa sube con mayor rapidez , el " furaco " se ve perfectamente . A pesar de ser una playa con bastantes rocas para su tamaño , la Peña Furada se ha convertido en la insignia de Candas y sirve de fondo para todos cuantos se fotografian en esta zona .

La Peña Furada es la imágen típica de la localidad de Candás. Es una gran roca, situada junto a la playa, con agujero horadado en su base por la fuerza del mar. Cuando baja la marea se puede ver perfectamente el "furaco".

Paseo Marítimo

Despues de un tiempo en obras ( que falta tenia ) , el año pasado inauguraron el paseo marítimo de Candas y , la verdad es que las obras merecieron la pena . Bordeando la playa de Candas y la Playa de la Palmera , este paseo es el punto de unión de la localidad con Perlora ( pueblo siguiente ) , por lo que la gente lo frecuenta mucho para pasear .Este es el punto de acceso de la playa y en el se encuentra también la Plaza de La Armada . Al principio del paseo , por el lado de Candas , se encuentra el Hotel Marsol , el mas importante de Candas .

El Faro de San Antonio

En lo mas alto del paseo marítimo de San Antonio , se encuentra este Faro , que lleva el mismo nombre y que tiene por compañera una gran palmera que trajeron de América . Situado sobre una bonita casa blanca de dos alturas , este punto es una de las imagenes tipicas de Candas .