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Colibrí. Puntos de sutura José Luis PUCHE

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Colibrí. Puntos de sutura

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Colibrí. Puntos de sutura

José LuisPUCHE

Sa la de Expos ic iones de la Ant igua Escue la de Magister io28 de sept iembre - 12 de nov iembre de 2021

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CATÁLOGOEdiciónPublicaciones de la Universidad de JaénVicerrectorado de Proyección de la Cultura y Deporte1ª edición. Septiembre 2021

CoordinaciónManuel Jódar Mena

FotografíasJesús AlbiñanaJosé Luis PucheIgnacio del Río

ImpresiónGráficas La Paz de Torredonjimeno

© de los textos y fotografías: sus autores© de la edición: Universidad de JaénISBN978-84-9159-433-8Depósito legalJ-566-2021

EXPOSICIÓNOrganización y coordinaciónVicerrectorado de Proyección de la Cultura y DeporteServicio de Actividades Culturales

ComisarioManuel Jódar Mena

MontajeArquimera SL

RestauraciónNéstor Prieto

SeguroHISCOX Compañía Aseguradora

TransporteINART PROJECT SL

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Un año más, el mes de septiembre se convierte en sinónimo de inauguraciones. Junto a la del curso académico destacan las que se desarrollan en el ámbito de la cultura ya que un gran número de instituciones dedicadas a este sector, así como las propias galerías, presentan sus nuevos proyectos. La Universidad de Jaén, en su compromiso con la cultura y su proyección a la sociedad, no escapa de esta provechosa práctica y presenta su exposición de la sala principal de la Antigua Escuela de Magisterio.

En este otoño del curso 2021/22, hacemos un paréntesis en la ya consolidada programación de muestras temporales dedicadas a artistas giennenses y apostamos por un pintor malagueño estrechamente unido a nuestra tie-rra y a nuestra universidad, José Luis Puche (Málaga, 1976), el que fuera ganador del II Certamen Internacional “Manuel Ángeles Ortiz” de la Universidad de Jaén y uno de los artistas españoles de mayor proyección dentro y fuera de nuestras fronteras.

Son varios los motivos que nos han llevado a hacer esta elección, aunque el principal no es otro que el dis-curso y argumentación de este proyecto expositivo, pues Puche presenta los resultados de su labor creativa desarrollada durante la pandemia y, de modo especial, durante el confinamiento al que nos condujo. El artista explora su ser más interior y recorre su producción con un profundo sentido ético, y nos deja como resultado “Colibrí. Puntos de sutura”.

En todas las épocas, los momentos de mayor crisis para el hombre han tenido una respuesta creativa des-bordante y, aunque todavía es pronto para hacer valoraciones generales, parece que esta destructiva pandemia también ha generado una intensa creación cultural. Su impacto sobre la humanidad y, de manera particular, sobre el propio ar-tista, suponen una revisión de la realidad más inmediata y un duro revés a principios, aparentemente, bien cimentados. La necesaria reflexión y la consideración del Arte, en este caso de la Pintura, como un proceso de sanación física y mental son el itinerario vital seguido por Puche y a él nos acercamos a través de las diecinueve obras seleccionadas.

Desde la Universidad de Jaén seguiremos apoyando a artistas jóvenes y de mediana trayectoria que pro-yectan su creación desde Andalucía, como es el caso de José Luis Puche, al que quiero agradecer vivamente su generosa entrega y alta profesionalidad.

PRESENTACIÓN

Juan Gómez OrtegaRector Magnífico de la Universidad de Jaén

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JOSÉ LUIS PUCHE.EL ARTE COMO CATARSIS DE LA REALIDAD

Manuel Jódar

Las situaciones más adversas: conflictos bélicos, períodos de entreguerras, crisis socio-económicas…, siempre han ins-pirado a los artistas más destacados. No en vano, un repaso por los momentos más relevantes de la Historia del Arte muestra cómo en los contextos más complejos los creadores han sido capaces de producir lo mejor de su repertorio.

Desde el pasado 13 de marzo de 2020, con el imparable avance del virus COVID-19, comenzamos a vivir atenazados por un halo de incertidumbre. Así ocurrió también entre los artistas: exposiciones canceladas o aplazadas, proyectos truncados con galeristas y fundaciones… No obstante, el mundo del arte en ningún caso se ha detenido. Cierto es que se han dejado de mostrar algunos trabajos en público, pero, en general, los artistas han adaptado su actividad y compromiso con su tiempo con una gran dosis de creatividad.

Creo que en esa estela navega José Luis Puche, artista malagueño que ha realizado en los últimos tiempos trabajos de gran predicamento. A través de esta muestra, “Colibrí. Puntos de sutura”, exhibe un diario, no solo de la pan-demia, sino también del confinamiento, de esa vida desarrollada de puertas para adentro, y de la “nueva normalidad”, todo ello mediante la observación de la realidad desde una perspectiva creadora.

Puche apela al proceso creativo durante el confinamiento en un espacio limitado, con pocos medios. Aun así, más allá de reflexionar con espíritu crítico, las dosis de melancolía y nostalgia que impregnan su obra lo significan como un artista comprometido con el tiempo que le he tocado vivir.

Decidido y valiente, artista por vocación, - tal y como él mismo se define-, con esta exposición da un paso al frente en el ejercicio de su responsabilidad como creador. No en vano, este tiempo se ha convertido para él en una pausa contemplativa, una coyuntura que le ha permitido reflexionar sobre su propio trabajo, sobre el pasado, el presente y el futuro, además de valorar las posibilidades de desarrollo de su obra en este contexto tan particular.

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Las obras de esta exposición presentan como denominador común la presencia de la bruma, en forma de ojos empañados por lágrimas de un dolor que no nos deja ver con claridad la realidad, a través de ese laberinto en el que se ha convertido este tiempo de pandemia. Es por ello que Puche empezó a utilizar su arte como catarsis, como método de curación de las heridas, como bote salvavidas, como un medio capaz de despertar a su espectador la memoria del recuerdo.

Más allá de la producción del objeto, el arte se manifiesta como dinamizador y constructor de relaciones, como filtro capaz de aliviar a la sociedad, ahora más que nunca, de ese sufrimiento. En este sentido, la contemplación de una obra deviene en un ejercicio de verdadera liberación. Sin duda, porque tal y como ha confesado el mismo artista: “Si algo nos tiene que salvar…, que sea el arte”.

Su tendencia natural a la experimentación le ha llevado a trabajar con el dibujo en piezas que, habitual-mente, combinan elementos de diferentes épocas y contextos, todo ello, como consecuencia de la forma tan desinhibida que tiene de ejecutar su arte. Sobresale especialmente por su virtuosismo técnico, eso a pesar de que en el ámbito de la creación artística es autodidacta.

El arte, en general, y el dibujo, en particular, se convirtieron en sus grandes pasiones desde muy temprana edad. El aprendizaje de su estilo se forjó con la gran determinación con la que aprendió a dibujar durante los primeros años de su vida. Sin embargo, su conocimiento artístico y su evolución técnica se han fraguado como consecuencia de la voracidad de su mirada y el entrenamiento continuo.

Un detenido análisis de su obra muestra una técnica en constante evolución. Texturas especiales, fruto de la descomposición de sus procedimientos habituales de creación, todo ello, con la ayuda del agua, con la que es capaz de producir unos trazos que fluyen, que dejan un nuevo registro, completado con la ayuda de diversos materiales: carbón, lápiz de color y pastel, fundamentalmente.

Su depurada técnica le permite descomponer la perspectiva, estableciendo visiones diferentes, creando narraciones alternativas y simultáneas, convertidas en obras que muestran un diálogo sutil entre lo natural y lo artificial.

El dibujo se revela en su arte, al mismo tiempo, como su punto de partida y de final. Utiliza los colores según la demanda de su propia obra. A veces solo el blanco y el negro le bastan. Esa combinación de luces y sombras que mejor definen nuestra vida. En otras ocasiones, incorpora ciertos matices de color, que siempre consiguen captar la atención del espectador.

Estilística y temáticamente se ha vuelto, con el tiempo, más intimista. Su obra destila, a partes iguales, melancolía, incertidumbre, ironía, misterio. Su estilo está cargado de altas dosis de nostalgia, pero también de una gran sabiduría. No se trata solo de algo estético, su arte contiene una carga conceptual basada en el Humanismo y acrecen-tada por su sólida formación académica.

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Landscape, 2020. Carbón graso y lápiz de color sobre papel Saunders Waterford. 24’5 x 19 cm. Colección privada

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Se aleja, en parte, de otros destacados artistas contemporáneos por su facilidad natural de mostrar una perspectiva optimista que se filtra de forma constante en su producción artística.

La contemplación de su obra nos deja rastrear a aquellos artistas de los que ha aprendido mucho, personas que le han abierto puertas que él mismo ha podido atravesar para abrir las suyas propias: Marcel Van Eeden, Alex Katz, Víctor Man, Alexander Tinei, Adrian Ghenie, Neo Rauch, o Borremans, entre otros.

Estas referencias de autoridad no son más que guías o puntos en los que apoyarse para elaborar una obra personal, que obedece a la mirada particular del artista sobre el mundo que le rodea.

No obstante, también pespuntean en su estilo artístico sus principales referentes, por ejemplo, Paco Po-met, Antonio Motalvo, Guillermo Pérez Villalta o Jesús Zurita.

Se trata de un artista cuya obra manifiesta cierta facilidad para filtrar la mente del espectador con una extraña dosis de familiaridad. Todo ello, a través de una serie de fotogramas que parecen extraídos de un clásico del cine negro americano. Para Puche este género cinematográfico estuvo y está muy presente en su trabajo, ya que siempre le ha atraído la parte dramática visual de su formato.

La contemplación de su obra agudiza el intelecto y la mirada, como fruto del aurea de fantasía y las inquie-tantes imágenes que retrata, que en ocasiones recuerdan una especie de fotogramas de algo pasado o soñado.

Es un artista que parte del verismo y se decanta, de forma instintiva, por la figuración. Muestra una natural inclinación por representar lo real como ficción. Y para ello, en muchas ocasiones, se vale de referencias cinematográfi-cas.

Encuentra su inspiración en los “pozos arqueológicos” de los que extrae la información clave que aparecerá en sus obras, que recibe y reordena, además de añadirle matices de su propia construcción. En este sentido, me recuerda a las atinadas revelaciones realizadas en el capítulo trece del célebre ensayo, La obra de arte en la época de su reproduc-tibilidad técnica, publicado por Walter Benjamin en el año 1936.

Se trata de una obra poco leída por los interesados en el séptimo arte, precisamente porque habla de Cine, no de películas. No obstante, este ha sido un texto de gran interés para la Historia del Arte. En él, el filósofo alemán, insiste especialmente en considerar al Cine como revelador del mundo, pues nos ayuda a ver aquello que a veces no conseguimos entender de la realidad que nos rodea.

Para Benjamin, la Historia de la humanidad debe entenderse como una progresiva sucesión de imágenes o representaciones visuales. Pues bien, precisamente Puche, con su obra, actúa cual “cazador de esas imágenes”, siendo interpelado por esa incesante búsqueda entre todo lo que le rodea, valorando en ese camino tanto o más el proceso que la obra resultante.

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Cuenta la leyenda que cuandoen un jardín aparece uncolibrí, nos viene a contarque las almas de los queamamos están bien.

“Colibrí. Puntos de sutura”, el sugestivo y un tanto enigmático título de esta muestra, guarda relación con la película dirigida, con buen pulso, por el cineasta Kim Nguyen “El proyecto colibrí” (2018). La cinta analiza lo acelera-dos que podemos ir por la vida, mientras el sentido de nuestra existencia se nos escurre entre los dedos. Nuestro paso por este mundo tiene los días contados y nada es más importante que el afecto dado y recibido por parte de nuestros seres más queridos. Esto, lejos de ser una gran verdad, ha sido uno de los trasuntos vitales más recordado durante esta pandemia.

Volviendo al título de la muestra, me resulta curioso el hecho de que los colibrís sean capaces de crear música con sus plumas para cortejar. Ciertamente, cuando esta especie animal bate su cola con fuerza comienza su ritual de cortejo. Estos pájaros son capaces de mover sus alas cientos de veces por segundo en caída libre, haciendo que sus colas vibren y se produzca un efecto de órgano acústico que consigue atraer y enamorar.

De la misma manera, y estableciendo un símil entre el colibrí y la obra de Puche, su estilo, sus formas, su particular técnica le han llevado a cautivar la atención internacional. Su implicación como creador con la sociedad de su tiempo y su compromiso social, al margen de su buen hacer como artista, lo convertirán, más que probablemente, en uno de los protagonistas de la Historia del Arte en España más solicitados en los próximos años por las galerías de todo el mundo.

En resumidas cuentas, la mirada de José Luis Puche, que parte del dibujo como piedra angular, nos invade a través de esta muestra de un sentimiento nostálgico parecido al del regreso a casa. Pero en este caso, se trata de un retorno muy particular, pues, tal y como apuntaba Gabriel García Márquez, “viajar es regresar a uno mismo”. Precisa-mente, ese viaje lo podemos hacer contemplando las obras de esta exposición, que, como si de una magistral road movie se tratara, nos sobrecoge y nos identifica con sus paisajes y sus personajes.

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PUCHE O LA METAFÍSICADE LA RESISTENCIA

Siempre es osado recurrir a nombres de autores de lectura ardua para abrir un texto que no pretende compartir ese rigor esquivo. Vayan por delante, pues, las excusas. En bronce, bilingüe en la inverosímil doble versión de alemán y ruso, en la ciudad rusa de Kaliningrado, que antaño fuera prusiana y por más feliz nombre Kaliningrado, se halla una cita de Emmanuel Kant que le sirve de epitafio a pocos metros del memorial que alberga sus restos. Esas palabras, pasadas a español, son las que siguen: Dos cosas llenan el ánimo de admiración y respeto, siempre nuevos y crecientes cuanto más reiterada y persistentemente se ocupa de ellas la reflexión: el cielo estrellado que está sobre mí y la ley moral que hay en mí. La procedencia de ese involuntario autorretrato póstumo está en algún lugar de la Crítica de la razón práctica. Aquí, tan al comienzo, el lector se llevará los dedos a los ojos, en un gesto de descreimiento o tal vez de indiferente estupor. ¿Con Kant empezamos? ¿Qué tiene que ver con estas obras de Puche que cuelgan ahora en Jaén? Nada. Y todo. Pues aquí hay en juego mucho más de lo que parece. Siempre sucede con José Luis Puche. O con sus exégetas, de los que me proclamo, con orgullo y desparpajo, el primero. Aunque lo sea solo cronológicamente.

Aquí, lo dicho, hay más cera de la que arde, y si adaptamos la frase que sintetiza el ensayo de Jorge Guillén Lenguaje y Poesía, si para el vallisoletano devenido en malagueño terminal la poesía era la palabra máximamente car-gada de contenido, podremos forzar esa declaración sencilla para sostener que el gran arte (no el arte en cuyo nombre se perpetran tantos crímenes, tanta vaciedad arropada en doctrinas o causas, en credos y justificaciones) lo constituyen las formas máximamente cargadas de contenidos. Es decir, las formas de la noche estrellada y el significado de la ley moral, la autoexigencia del artista honesto, que se asoma al papel como quien se lanza desde un farallón con una marea que tal vez sea propicia. Es así como retomamos, como retomo, a pecho descubierto, al metódico prusiano y lo enlazo con Puche, tan poco mediterráneo en su obra y tanto en su persona. Hay un rigor moral, una exigencia de verdad, en su obra como se encontrará en pocos artistas. Él, que tanto ama Roma y conoció allí la seducción del Barroco y el rigor exquisito del Renacimiento, no es ajeno a los Emblemas de Alciato, o la Iconología de Cesare Ripa, aquellos manuales de iconografía para artistas, y también poetas, en los que las ideas se representaban a través de imágenes, buscando, con una intención verdaderamente moralizante, que todo concepto hallara su fórmula física a fin de que, puestas estas asociaciones de ideas e imágenes en manos de artistas lo suficientemente diestros, el espectador pudiera no intuir sino leer el significado de las obras.

Mario Virgilio Montañez Arroyo

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Algo así, en cuanto a la co-dificación de los mensajes, hay en Puche. Él nos coloca en el papel de Edipo en el momento en que este se enfrentó a la esfinge, y nos hace preguntar qué nos propone, sabiendo que él, poetas y artista a la vez, al itálico modo, no nos soltará la chapa arrojándonos una respuesta que deba ser tenida por verdadera y defini-tiva. Más bien, con esas asociaciones de imágenes, nos interroga, nos sitúa ante un espejo difícil y a veces enemigo, que se niega a la complacencia consolado-ra de repetir nuestros gestos, nuestros rasgos, nuestras cicatrices. Él habita el mundo, este erial con wifi, esta bola que durando se destruye, se deja empapar por la realidad y la trasciende, nos la muestra a través de composiciones que nos inquietan tanto como nos seducen y nos consuelan. Pues como en los viejos mapas, donde para indicar las tierras aún por explorar se las despachaba con un misterioso y amenazante hic sunt leones,

aquí hay leones, Puche juega con nosotros de manera muy seria y nos indica por dónde va la vida, esta vida de ahora, terrible y amenazada, pero lo hace a través de las veladuras, los matices, el carbón que se diluye, medios que indican tanto inestabilidad, en la frontera misma de lo efímero, y a la vez la suavidad, a medias entre los interiores nórdicos, eva-nescentes, de Vilhelm Hammershøi y las anotaciones de Byung-Chul Han en La salvación de lo bello. O las brumas de la pintura china, o la minuciosa placidez, sin embargo llena de movimiento, de Hiroshige, del que me consta su admiración por parte de Puche, que lo tomó como punto de partida para su primer grabado, de 2013, No dejan huellas tus pies tras el lanzamiento. Hay, entonces, esa dualidad prefigurada por Kant y Guillén, la de un juego con los significados (ahora en plural, dando la vuelta al naipe, por cuanto son siempre múltiples, nunca unívocos), que refleja no un país sino un tiempo. Este, el nuestro, el de la catástrofe global y la soledad entre cuatro paredes y todo, pero que todo, el tiempo del mundo. El tiempo de la espera, la esperanza y la desesperación, el tiempo de, recurro ahora a Primo Levi, de los hundidos y los salvados. El de los que hemos sobrevivido y los que no. El tiempo de nosotros y el de los que fueron asesinados por el virus. El de los puntos de sutura y el del colibrí.

Es el mismo Puche el que cuenta que estas obras, extraídas de su Suite Melancolía (aquí se hace imposible no evocar la estampa de Durero, con su ángel pensativo, su diagrama numérico y su roca de resonancias alquímicas), son

Full stars, 2017. Carbón graso y pastel graso sobre papel Saunders Waterford. 200 x 153 cm. Colección privada

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fruto del confinamiento, de la necesidad de meditar los porqués, de buscar en la creación la respuesta a la destrucción, o por no ser apocalípticos, por esa suspensión del tiempo, esa forzada espera. En sus propias palabras: El colibrí es capaz de volar hacia atrás, y nos enseña que podemos recordar nuestro pasado, sin embargo, también nos hace ver que no debemos insistir en él y tenemos que seguir adelante. Nos demuestra su feroz independencia y a luchar de una manera donde no se hace daño a nadie. Nos educan en el coraje, a abstenernos de crear un nuevo trauma al comunicarnos sin violencia con nosotros mismos y los demás, siendo esta una parte importante de la curación. La recuperación de las partes perdidas de nosotros mismos nos permite ser independientes de forma saludable. Tener las alas muy pequeñas lo ayuda a elevarse y a reducir la resistencia del aire, para así mantener su vuelo optimizando la energía. Para mantener la velocidad de las alas, el corazón de un colibrí también debe latir muy rápido, en torno a los 1.260 latidos por minuto, aunque esta velocidad puede descender hasta los 50 latidos por minuto durante la hibernación, que le permitirá aumentar las posibilidades de supervi-vencia. Comúnmente, el aleteo del colibrí en sus movimientos es un símbolo del infinito, de la eternidad y la continuidad, teniendo estos conceptos un paralelismo latente con la perdurabilidad del arte. El título del proyecto es debido a la relación de la obra del artista con el cine; en este caso concretamente tiene como punto de partida, la película belga-canadiense de Kim Nguyen titulada, “The Hummingbird Project” (2019).

Es decir, nos enfrenta Puche a una experiencia contra el tiempo, casi a un ejercicio de lenta respiración, a una invitación a acompasar el alma a las circunstancias, a aprender que solo en nuestro interior, en nuestro esfuerzo para asumir las circunstancias y no dejarnos devorar por ellas está la auténtica garantía de permanencia, de superviven-cia (aquí comparece Borges con su ensayo Nueva refutación del tiempo (1944-1946): El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo, desgraciadamente, es real; yo, desgraciadamente, soy Borges).

A la manera de las imágenes devocionales, o de los mandalas budistas, las obras de Puche que aquí com-parecen se erigen en puertas hacia nuestro interior, mapas que conducen hacia el centro del laberinto para que, al fin conscientes de la situación, de esto tan complejamente sencillo que venimos a llamar vida, podamos salir hacia el exte-rior, recuperar la velocidad de aleteo del colibrí y simplemente respirar.

Antes de entrar en harina (esta vez en tinta, en carbones, lápices y pasteles) y para añadir más matices al misterio de Puche, en quien me atrevo a ver un artista metafísico (Italia, siempre Italia), conviene aducir los valores que Giorgio de Chirico reclamaba para el arte: la imaginación, el lirismo, el sentido filosófico, el sentido irónico psicológico, el talento para la composición, la gracia, el talento narrativo, el recuerdo y la predicción. Casi profético, ¿no creen? Todos esos valores se encuentran combinados en Puche. Es más, en 1927 de Chirico pedía que la pintura nos atrape con su carga material y artesanal tanto como los aspectos enigmáticos y turbadores del mundo y de la vida. Estos últimos enriquecen la obra y hacen a la pintura más digna de existir; por su lado, la pintura permite mostrar estos aspectos no solo por su cariz turbador y enigmático, sino también por su aspecto lírico y reconfortante. Aquí, en la confortación, en el consuelo, en aquello que describía Homero Manzi en su tango Discepolín, de 1951 (La gente se te arrima con su montón de penas / y tú las acaricias casi con un temblor...), encontramos otra de las claves de esta serie, de esta exposición giennense. La mirada es aquí compasiva, como en su proyecto de esta exposición se avisa: Al ser el colibrí mensajero y un guardián del tiempo,

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Puche, desea que experimentemos, con nuestro “yo” más íntimo, expresar nuestras emociones y así sanar. Para poder recordar esta etapa que estamos viviendo, desde el más puro aprendizaje. Sin renunciar al enigma, al lirismo, a suscitar preguntas, añado yo. Y volviendo al arranque de este texto, lleno de intuiciones y de citas, acaso no sea inoportuno nombrar la afinidad del gran metafísico itálico con el filósofo alemán, al que entre otros escritos de Chirico dedicó un poema que terminaba con estos versos: Por ti, intento animar para mí la soledad / Por tus palabras tan llenas que resuenan en mi alma / Porque todos los que me rodean son extraños / El mundo me parece desierto y la vida larga.

No se preocupen: para Puche, cordial, entusiasta, puro mediterráneo, no hay nadie extraño ni ajeno. A lo más, es esta realidad de distancias, barreras y miedo, de incertidumbre repentina y forzada, la que se ha tornado turbia e inestable. Ante tanta evanescencia, de la que los efectos del agua sobre el papel son una acertada metáfora matérica, Puche nos despliega diecinueve etapas en un viaje desde nuestro interior hacia la terra incognita (hic sunt leones, ya sa-ben) de mañana, a la espera de que vuelva a salir no solo el sol, sino las estrellas de la noche de Kant teniendo en cuenta que desastre viene etimológicamente de sin estrellas, lo que viene muy a propósito de una de las piezas más coloristas de la exposición, y quizás la menos optimista de la misma, The artist (2020), en la que los brillantes zapatos rojos y el ruedo azul del vestido nos llevan a la película El mago de Oz (The wizard of Oz, Victor Fleming, 1939), reconociendo a primera vista a Dorothy, que esta vez ha sido dotada de una estrella al final de una varita mágica, mientras el tierno, viejo y despeluchado perro del personaje, Totó, aquel chucho casi terminal, y que en la película muerde ligeramente a la severísima señora Gulch, se ha transformado en un perro mayor y más peligroso, tal vez un dóberman, que muerde en la pierna, hundiendo profundamente los colmillos, anulando la magia. Es la realidad, el drama del COVID-19, destru-yendo la ilusión, el positivismo luminoso de aquel filme que nos enseñó cómo tener corazón, inteligencia y coraje. Es una interpretación que considero no alejada de la intención de Puche. No obstante, a pesar de la mordedura, tenemos el color, tenemos la vara con la estrella, la posibilidad del no-desastre, de la salvación al final del camino de baldosas amarillas, over the rainbow. The artist. La artista. El artista. Es decir, no es solo la pierna suave de Judy Garland con sus ojos siempre asombrados. Es también él, Puche, amenazado por el momento, por las horas que duelen, por la amenaza vírica al otro lado de las ventanas oscuras. Pero armado con la estrella, que es a la vez pincel, que es al tiempo lápiz. Que es testimonio. Resistencia.

El cisne (2020) vendría a ser el reverso de The artist. Aquí asistimos otra vez al encuentro de una niña y un animal. Esta vez no hay violencia: el animal está muerto y es un cisne blanco. Recordemos que fue Juvenal quien habló por primera vez de un ave rara en la tierra, y muy parecida a un cisne negro. En ese momento, siendo blancos todos los cisnes del mundo conocido, esa frase, que ha tenido especial fortuna en los análisis económicos y políticos, venía a significar la imposibilidad. Mientras tanto, en Australia vivían los cisnes negros, esos seres imposibles. Que Puche acuda al cisne blanco señala la normalidad, la cotidianeidad, la normalidad que murió en marzo de 2020. La niña que lo sostiene, con una delicada, conmovedora, expresión de candidez, convierte la escena en un trasunto sutil del tema de la Piedad y del Descendimiento en el arte sacro, una visión profana de ese lamento, aquellas lágrimas, esa ausencia. En un interior doméstico, de luz incierta, que hace más dolorosa, más real, más de confinamiento en suma, esa escena. Y he aquí que otro germano ilustre comparece para proclamar una apología del confinamiento que no es sino una actualización del tópico del hortus clausus latino, revisado después en el Cándido de Voltaire con una fórmula sencilla y

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magistral: Es necesario cultivar nuestro jardín (Il faut cultiver notre jardín). Pues bien, antes de dar paso a disquisiciones sobre el uso de los paisajes en Puche, recitemos, al fin, a Goethe: De momento estamos muy tranquilos en casa, / Entre puerta y puerta el ambiente es hogareño. / El artista disfruta de las miradas serenas / En las que la vida busca amablemente la vida. / Y aunque viajeros por países lejanos, / De ahí se sale, ahí se retorna, / Aún cuando el mundo nos seduzca / Volvemos a la estrechez que nos hace felices.

Más razones para la esperanza hay en los paisajes de Puche, en ellos el cielo ofrece una posibilidad de escape a la tiranía de la materia. Son horizontes amplios, como sucede en The soul in the sky (2019), que nos presenta la noche estrellada kantiana sobre un paisaje alpino que reúne los requisitos que hubiera exigido el más espiritual de los paisajistas, Caspar David Friedrich. En Fuga con pajarillo (2021) tenemos un bosque cerrado, a la manera centroeuropea, umbrío, en el que se adentra un invitador sendero. La luz entre los troncos de los árboles es ígnea, y sobre las copas de los árboles aparece el pajarillo del título, que no es sino, irónicamente, un gran avión cuatrimotor, con hechuras más de fortaleza volante que de vuelo comercial. Ahí tenemos, combinados, la invitación al paseo que es el sendero, la luz cálida que es a la vez una amenaza y la confirmación de la misma, junto a la incitación a la huida, a la fuga, que es el avión en trayectoria casi vertical. El año antes, Pajarillo (2020) recoge solamente, suspendido en el aire y casi desvaneciéndose, sin más referentes del paisaje, a ese mismo avión que con su sola presencia señala lo monstruoso y hasta absurdo del desarrollo industrial. El pajarillo se convierte, así, en la negación del paisaje.

La noche nunca fue tan brillante I (2020) vuelve a contraponer paisaje y presencia humana indirecta a tra-vés del patrullero policial que emerge entre la nieve asomando solo la cabina delk auto. Al fondo, tras un horizonte blanco, se percibe lejana vegetación bajo un atardecer, un rosicler furioso, que ocupa la mitad de la composición con una delicada gradación de color entre un naranja mezclado con blanco hasta un rojo oscuro. Sobre la nieve, una sucesión de pisadas se dirigen hacia el coche, no se alejan de él. Nos está contando no una huida, un rescate, sino una búsqueda de amparo en la hora incierta, una procura de soledad. Muy distinta, casi opuesta, es la otra gran composición de paisaje, y sin duda la más colorista de cuanto en estas lentas páginas se nombran: Los tañidores del bosque (2020). Sobre un idílico paisaje de montaña, dos hombres caminan alrededor de un inverosímil arroyo de aguas doradas. Ambos se tocan con sombreros de vaquero y portan sendos árboles. El que está de espaldas en segundo plano, lo está clavando en el suelo ro-coso, pródigo en riscos. El que camina hacia nosotros con paso errabundo, parece buscar una ubicación para el suyo. Así, en un ejercicio autorreferencial, el artista destapa sus cartas: el paisaje no es simplemente naturaleza, azar geológico, hijo del clima y de la benevolencia del hombre, sino construcción del artista que nos lo muestra y con él juega a capricho, colocando los árboles donde le place y permitiéndose trueques como el del torrente de agua en oro. O situando reactores sobre bosques o cielos furiosos y coches de policía sobre la nieve. El artista es, pues, un demiurgo.

Como lo demuestran Planum Australe (2020) y Valles Marineris (2020). Ambos títulos hacen referencia a Marte: el primero, a su polo sur, el segundo al sistema de cañones escarpados que recorren el ecuador del planeta. Pero lo que nos muestra Puche no tiene nada que ver con la astronomía: en Planum Australe nos muestra, emergiendo del vacío ondulante, un templo ortodoxo ruso que bien podría (permítanme ponerme estupendo) ser la Catedral de la Transfiguración de Nuestro Salvador en Pereslavl-Zalessky pero vista como en su reflejo en el agua, tal como delata la

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configuración zigzagueante de la cruz que la coro-na (una vieja fotografía del templo en cuestión lo muestra a la vera de un estanque propicio), y en la segunda un frontón sobrebajado con sombra pro-yectada hacia la derecha y que podría estar situado sobre una ventana o una puerta cuya visión se nos hurta. Hay, entonces, desde el título, un ejercicio de esa capacidad de jugar con la representación y la capacidad de sorpresa y sugerencia, de seducción, por parte del artista en cuanto demiurgo, que no llega a ser un dios pero ahí le anda cuando a ello se pone: lo relativamente cercano como ese frontón visto en la última planta del Palacio Episcopal de Málaga o en alguno de sus muchos días romanos, o lo razonablemente lejano como las iglesias de la vieja Moscovia. Todo, absolutramente todo, puede quedar tan lejano como Marte si nuestro universo es el de las cuatro paredes que tanto agradaba, ya hemos visto, a Goethe. Como igualmente puede quedar la murciana ciudad en el dibujo titulado Lorca (2020) en el que sobre el fondo amarillo sur-ge una farola callejera sobre un soporte que nos hace creer en un flexo sobre la mesa de dibujo que el artista sobredimensiona. Lo lejano tan cercano, lo cercano que se hace pura lejanía. Nostalgia de

todo. Melancolía como en la Suite, como en Durero. La sensación de sentirse, como en el soneto El desdichado de Gerard de Nerval: Yo soy el tenebroso —el viudo— el sin consuelo, / el Príncipe de Aquitania en su torre abolida, / murió mi sola estrella —mi laúd constelado / ostenta el negro Sol de la Melancolía.

Pero no nos rindamos a los llantos y a los lamentos del señor de Sainte-Colombe, las lágrimas de John Dowland, los adioses de Beethoven (sé a Puche avezado oyente de música clásica). Aún no ha terminado la jugada, no se ha abierto el Séptimo Sello y la muerte está condenada a nunca terminar la partida de ajedrez. Hay aún tiempo para la esperanza. Vayamos a la parte positiva de la exposición, desde la dulzura, con su rostro níveo y excelentemente mo-delado, de la niña Vega (2020), el color sanguíneo y cálido y su mensaje inequívoco y aún necesario de Health (2020) o la manifestación de superación de Track (2020) en la que aunque la valla se tambalee, en la oscuridad el saltador vuela. Como hay lucha en Garra en invierno (2021), un pulso sobre la arena en la que los contendientes muestran cuerpos dig-nos de la Grecia antigua. Todas estas escenas nos sirven para reafirmarnos en la vida. Otras, señalan la estupidez que es tan humana, tan demasiadamente humana. Es el caso de Desfase (2020), que visto desde ahora aúna la angustiosa

Gamelán, 2021. Carbón graso y lápiz de color sobre papel Saunders Waterford. 24 x1 9 cm. Colección privada

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requisa de papel higiénico en los primeros compa-ses del confinamiento y, a la vez, en esa algarabía de personajes, nos recuerdan los botellones y las francachelas infecciosas de cierta chavalería.

Más extraña es la escena de Are you mute too? (2020), en la que tres niñas (o niños) ne-gras juegan y celebran, ropas (y orejitas de conejo) blancas sobre piel negra alrededor de una figura de Ronald McDonald. La algarabía de los niños alre-dedor del payaso sirven para alejar las sensaciones habituales de malestar que ocasionan. O tal vez no. En todo caso, a mi juicio, son otras tres piezas, las últimas que pasamos a reseñar, las que ocupan el podio, la apuesta por el triunfo, de este proyecto, esta exposición, en la que conviven el colibrí y los necesarios hilos de sutura; son tres piezas de 2020: Madame, Yes Ma’am y Abrazos prestados. En Mada-me nos contempla, llena de gravitas y de dignitas una joven mujer negra. Sobre su nariz y boca, la preceptiva mascarilla, en sus manos, guantes, so-bre su pecho, vestida con un chándal, la cinta cru-zada de un carcaj. A su espalda, asomando tras el hombro, las plumas del manojo de flechas. Mien-tras en los tiempos de Alciato y Ripa la muerte, por mor de las epidemias, era frecuentemente representada como la muerte flechera, esta vez el género humano pasa al contraataque. La muerte puede morir, ser vencido el virus.

En Yes, Ma’am nos encontramos en el título con la manera de contestar afirmativamente a mujeres espe-cialmente respetadas y de manera formal. Así lo merece esta enfermera ataviada al modo de la Primera Guerra Mundial, desplegando su capa del modo en que se representa a veces a la Virgen María con su manto, o a los superhéroes permi-tiéndonos esta comparación. Aquí, la enfermera, protegida por una mascarilla, posee un aire monumental que lleva a pensar en Florence Nightingale, la gran heroína de la enfermería británica, en Londres. Tras ella, a pocos pasos, está el monumento del Memorial de la Guardia de la Guerra de Crimea, en el curso de la cual prestó sus servicios Nightingale. En la parte superior de ese memorial, una estatua de bronce, sujetando coronas de laurel y manteniendo la misma pos-tura que la enfermera imaginasda por Puche. La virtud de esa estatua inglesa, forjada en bronce de cañones capturados al enemigo, es el Honor.

Finalmente, digno de ser llevado a la escultura, es el dibujo Abrazos prestados, que sirvió para ilustrar la cubierta del libro colectivo que lleva este mismo nombre (Ediciones del Genal, Málaga, 2020). Cuatro figuras se abrazan,

Exit, 2020. Carbón graso y lápiz de color sobre papel Saunders Waterford. 24’5x19 cm. Colección privada

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Studio galante, 2020. Carbón graso y lápiz de color sobre papel Saunders Waterford. 24’5x19 cm. Colección privada

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de las que solo se aprecian tres cuerpos y una cuarta cabeza. Ese mensaje de unión en la adversidad, de reconciliación entre los iguales, la comunión y la comunidad de los que hemos sobrevivido y aprendido, es la mera apetecida tras la traumática experiencia que movió a Puche a emprender la Suite Melancolía.

No nos despediremos con Kant, pero no olvidaremos las noches con estrellas y el deber moral. Buscaremos algo mejor. Lo escribió Lord Tennyson en 1833 para culminar su maravilloso poema Ulysses, rico en versos afortunados. En él, Tennyson cierra, al igual que yo este texto, y tal cual es la intención de Puche, con esta declaración de persistencia y lucha: A pesar de que mucho se ha perdido, queda mucho; y, a pesar / de que no tenemos ahora el vigor que antaño / movía la tierra y los cielos, lo que somos, somos: / un espíritu ecuánime de corazones heroicos, / debilitados por el tiempo y el destino, pero con una voluntad decidida / a combatir, buscar, encontrar y no ceder.

Málaga, 20 de julio de 2021

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Mr Nostos, 2020. Carbón graso y lápiz de color sobre papel Saunders Waterford. 28x19 cm. Colección privada

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THE HUMMINGBIRD PROJECT

Presentamos “The Hummingbird Project”, un proyecto realizado durante los meses de confinamiento y post confina-miento a lo largo de 2020 a consecuencia de la COVID-19, que hoy ve la luz, con gran parte de las obras reunidas por primera vez en una exposición. Los dibujos de José Luis Puche, durante el pasado año fueron “volando” a sus destinos, alrededor del mundo, (Corea, Australia, Estados Unidos, Europa…) y los reunimos por primera vez en esta propuesta expositiva. El proyecto surge de la pulsión del artista por querer superar esta situación crítica que a día de hoy sigue azotando no solo a nuestro país, sino al mundo entero. Una situación sin precedentes recientes de la que el artista ha querido dejar una constancia pictórica.

Qué es el “El proyecto colibrí”El colibrí es capaz de volar hacia atrás, y nos enseña que podemos recordar nuestro pasado, sin embargo, también nos hace ver que no debemos insistir en él y tenemos que seguir adelante. Nos demuestra su feroz independencia y a luchar de una manera donde no se hace daño a nadie. Nos educan en el coraje, a abstenernos de crear un nuevo trauma al comunicarnos sin violencia con nosotros mismos y los demás, siendo esta una parte importante de la curación. La recu-peración de las partes perdidas de nosotros mismos nos permite ser independientes de forma saludable. Tener las alas muy pequeñas lo ayuda a elevarse y a reducir la resistencia del aire, para así mantener su vuelo optimizando la energía. Para mantener la velocidad de las alas, el corazón de un colibrí también debe latir muy rápido, en torno a los 1.260 lati-dos por minuto, aunque esta velocidad puede descender hasta los 50 latidos por minuto durante la hibernación, que le permitirá aumentar las posibilidades de supervivencia. Comúnmente, el aleteo del colibrí en sus movimientos es un sím-bolo del infinito, de la eternidad y la continuidad, teniendo estos conceptos un paralelismo latente con la perdurabilidad del arte. El título del proyecto es debido a la relación de la obra del artista con el cine; en este caso concretamente tiene como punto de partida la película belga-canadiense de Kim Nguyen titulada, The Hummingbird Project (2019).

¿Por qué el título expositivo “Colibrí. Puntos de sutura”?José Luis Puche con esta exposición nos abre su corazón. Pretende demostrarnos que, aunque el dolor nos cause ence-rrarnos en nosotros mismos, tiene la oportunidad de sanar nuestros corazones para abrirse de nuevo a la belleza. Al ser el colibrí mensajero y un guardián del tiempo, Puche, desea que experimentemos, con nuestro “yo” más íntimo, expresar nuestras emociones y así sanar. Para poder recordar esta etapa que estamos viviendo, desde el más puro aprendizaje.

La antigua Escuela de Magisterio de la Universidad de Jaén, será el primer espacio donde este proyecto verá la luz. Para el artista, como ganador del Primer Premio del Certamen Internacional “Manuel Ángeles Ortiz”, es un privilegio exponer sus obras aquí.

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COMO SE GESTÓ LA “SUITE MELANCOLÍA”

13 de marzo de 2020. Un antes y un después. Una fecha para recordar siempre. La vida dio un vuelco para todos ante la amenaza de un virus invisible, el COVID-19. Un nuevo escenario y una nueva realidad.

También ahí nace Puche, creación desde el confinamiento. Un nuevo timing y una nueva forma de trabajar, convirtiendo la casa del artista en un nuevo estudio para crear. José Luis se vio envuelto entre la incertidumbre, el miedo, la tristeza y un sinfín de sentimientos encontrados que le hacían imposible conciliar el sueño.

Esta serie está compuesta por aproximadamente 30 obras surgidas como respuesta al estado de incerti-dumbre en el que toda la población ha estado enredada durante el transcurso de la pandemia del COVID-19, desenca-denando un halo de melancolía ante un futuro incierto donde la mortalidad se ha manifestado con una certeza con-tundente. La mirada durante todos estos meses se ha visto empañada por un halo de bruma que abrasa, donde aquello que vemos no puede distinguirse con claridad, liberando a las imágenes de su propio peso. Pese a todo ello, el camino en el que ha derivado esta serie de dibujos se ha vuelto laberíntico, ya que, como bien sabemos, todo laberinto por el que andamos tenemos la certeza de que tendrá un final.

Ahora, más que en nuestro pasado más reciente, el arte y la cultura tienen que ser los filtros donde en-cuentre alivio la sociedad. No siendo más que un ejercicio de compromiso y honestidad con nuestra profesión artística, ayudando así a dejar constancia del momento que vivimos de un modo reflexivo y creativo.

En el artista, la realidad se ha manifestado por oposición de dualidades, tristeza y alegría, pesimismo y esperanza, es decir, todo ha desembocado en un halo de melancolía ante un futuro repleto de dudas, donde la morta-lidad se ha manifestado con una certeza contundente. De ahí que algunas de las obras realizadas durante el periodo de confinamiento y postconfinamiento estén teñidas de una niebla que no nos deja ver con claridad, unas imágenes liberadas de peso.

Así pues, este momento histórico ha sido aprovechado para retratar un estado melancólico, sí, pero sa-ludable, porque también ha impulsado una conducta creativa y crítica, la misma que impulsó a otros artistas en otros tiempos que tampoco fueron fáciles y donde la incertidumbre se muestra como una bruma que nos abrasa.

No sabemos si esto nos cambiará para bien o para mal, de lo que estamos seguros es que pocas cosas serán igual que antes. Solo tenemos que ser capaces de mirar con entusiasmo, amor e ilusión aquello de lo que nos ocupamos, solo con esta honestidad seremos capaces de curar y mitigar cuanto tengamos por delante.

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Catálogo

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THE SOUL IN THE SKY 2019

Carbón graso y lápiz de color sobre papel Saunders Waterford. 153 x 153 cm

Colección “José Luis Puche & María del Mar Segura”.

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MADAME 2020

Carbón graso y lápiz de color sobre papel Saunders Waterford. 76 x 56 cm

Colección privada.

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YES MA´AM 2020

Carbón graso y lápiz de color sobre papel Saunders Waterford. 76 x 56 cm

Colección privada.

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PLANUM AUSTRALE 2020

Carbón graso y lápiz de color sobre papel Saunders Waterford. 24’5 x 19 cm

Colección “Manuela Ramírez”.

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GARRA EN INVIERNO 2021

Carbón graso y lápiz de color sobre papel Saunders

Waterford. 56 x 76 cm. Colección “MUSY”.

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FUGA CON PAJARILLO 2021

Carbón graso, pastel graso y lápiz de color sobre papel Saunders Waterford. 76 x 56 cm

Colección privada.

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PAJARILLO 2020

Carbón graso y lápiz de color sobre papel Saunders Waterford. 24’5 x 19 cm

Colección “César Ramírez Plaza”.

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EL CISNE 2020

Carbón graso y lápiz de color sobre papel Saunders Waterford. 24’5 x 19 cm

Colección “José Luis Puche & María del Mar Segura”.

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HEALTH 2020

Carbón graso y lápiz de color sobre papel Saunders Waterford.

23 x 18’5 cm. Colección privada.

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ARE YOU MUTE TOO? 2020

Carbón graso y lápiz de color sobre papel Saunders Waterford. 24’5 x 19 cm

Colección “Elena Laverón”.

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THE ARTIST 2020

Carbón graso y lápiz de color sobre papel Saunders Waterford. 24’5 x 19 cm

Colección privada.

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DESFASE 2020

Carbón graso y pastel graso sobre papel Saunders Waterford. 24 x 19’5 cm

Colección “José María Ramírez Pedrosa”.

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TRACK 2020

Carbón graso y lápiz de color sobre papel Saunders Waterford. 24 x 19’5 cm

Colección “Juan Díaz”.

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LORCA 2020

Carbón graso y pastel graso sobre papel Saunders Waterford. 24 x 19’5 cm

Colección “Manuel Temboury”.

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VALLES MARINERIS 2020

Carbón graso y pastel graso sobre papel Saunders Waterford. 24’5 x 19 cm

Colección privada.

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ABRAZOS PRESTADOS 2020

Carbón graso y pastel graso sobre papel Saunders Waterford. 24 x 19’5 cm

Colección “César Ramírez Plaza”.

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LOS TAÑIDORES DEL BOSQUE 2020

Carbón graso y lápiz de color sobre papel Saunders Waterford. 153 x 113 cm

Colección privada.

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LA NOCHE NUNCA FUE TAN BRILLANTE 2020

Carbón graso y lápiz de color sobre papel Saunders Waterford. 24’5 x 19 cm

Colección “Francesco Lucidi”.

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VEGA 2020

Carbón graso, pastel graso y lápiz de color sobre cartón. 24’5 x 19 cm

Colección “Borja Arias”.

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JOSÉ LUIS PUCHE(España, 1976)

Es licenciado en Historia del Arte (Universidad de Málaga). Su carrera como artista comenzó en 2005 al realizar su prime-ra exposición individual en su ciudad natal (Málaga) y en 2008, tuvo su primera exposición internacional en Reino Unido.

El dibujo es el eje en torno al cual gira su trabajo. Desde muy joven demuestra una habilidad técnica espe-cial en este campo, considerando que es autodidacta. Como dibujante, su proceso de aprendizaje es el resultado de su determinación desde la infancia. Tanto sus conocimientos técnicos como su evolución estilística deben todo a su mirada y a la destreza de su mano. En sus dibujos miméticos utiliza los colores que exige el propio dibujo, a veces solo blanco y negro, a veces tonos muy coloridos que llaman la atención del espectador. El artista tiende a experimentar de manera natural con el lápiz y los materiales hasta el punto, por ejemplo, de utilizar carbón vegetal a base de aceite para lograr un efecto de acuarela. Muestra una clara inclinación a representar la realidad como ficción y en ocasiones consigue elevar lo aparente a la condición de real.

A lo largo de su carrera, Puche ha expuesto en lugares como el Centro Pompidou, el Centro de Arte Con-temporáneo de Málaga o la Ópera de Sídney, con la exposición colectiva ‘9 Hours Underground’. También ha expuesto en ferias como la ‘YIA Art Fair’ en París o la ‘Basel Scope Art Show’ en Nueva York y Suiza. En los últimos años, José Luis ha expuesto en ciudades como Madrid, Palma de Mallorca, Valencia, Estambul o Sídney.

También ha ganado varios premios y distinciones, entre ellos el ‘lnternational Emerging Artists Award’ en 2016 (Dubái) y el primer premio del ‘International Art Award Manuel Ángeles Ortiz’ (Universidad de Jaén). El actor y director Antonio Banderas le encargó un proyecto en solitario para el Teatro del Soho Caixabank, un mural de más de seis metros, inaugurado a finales de 2019. Fue el pintor elegido por la Agrupación de Cofradías de Málaga para realizar el Cartel de la Semana Santa 2020. Este cartel fue además presentado en Fitur 2020 (Madrid). También se pudieron ver sus trabajos en la galería ‘Nannda Hobbs’, en Sídney, en la muestra titulada “Colección de obras contemporáneas de todo el mundo”, comisariada por Kate Smith en el 2020.

Próximamente se podrán ver sus creaciones en la Universidad de Jaén y en Madrid; en diciembre en la XX edición de SCARPIA titulada “Pintura de Historias”; y en enero de 2022 en un solo show en la Galería Olsen, en Sidney. Asimismo, a mediados de 2022 verán la luz varios proyectos expositivos en México.

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EXPOSICIONES

Exposiciones individuales:

2020Cartel de la Semana Santa 2020 en Málaga. Proyecto específico encargado por la Agrupación de Cofradías.

2019Proyecto específico: “Todos los mundos posibles” (Teatro Soho Caixabank) encargado por Antonio Banderas.

2018“Los rivales del mar”. Galería Merkur. Turquía.“Lo que vieron los vientos del sur”. Galería Xavier Fiol. Palma de Mallorca.“Como nieve que baila”. CAC Málaga.“Nit de l´Art”. Galería Xavier Fiol. Palma de Mallorca.“En el nombre de los pájaros”. Proyecto de la Galería Madrid XF. Madrid.

2017Centre Pompidou Málaga. Intervención producida para el MAF. Málaga.

2016Feria Internacional de Arte Contemporáneo Marte. Espacio Nuca Castellón.

2015Feria de Arte Contemporáneo “Arte Santander”. Proyecto individual.“Presente lo ausente”. Galería Yusto-Giner. Santander.“Never before”. Galería Yusto-Giner. Marbella.

2014“La naturaleza y el éxito”. Galería Xavier Fiol. Palma de Mallorca.

2012“Hueso diminuto”. La sala de Unicaja. Antequera, Málaga.

2009“Plug & Play”. Centro de Iniciativas Universitarias. Universidad de Málaga.

2008“Next stop”. La iglesia de San Martín. Birmingham (Inglaterra). Comisaria: María Regla García Bernal.

2007“Underword”. Salón Moreno Villa. Departamento de Cultura. Ayuntamiento de Málaga.

Exposiciones colectivas:

2020“Colección de obras contemporáneas de todo el mundo”. Galería Nanadal Hobbs. Comisaria: Kate Smith. Mayo 2020, Sídney (Australia).

2019“30 II parte” Galería Xavier Fiol. Palma de Mallorca.

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2018“Manual de sabotaje” Galería Punto. Valencia.“Máxima recorre abismos”, Sala de convento, SpaiD’Art. Villa-Real.“Madre” Casa Sostoa. Málaga.“Art Marbella”. Galería Xavier Fiol. Málaga.“Art Karlsruhe”. Galería Víctor Lope. Karlsruhe (Alemania).“Extraña Varsovia”. Diputación de Málaga.“Neighbours”. Fundación Valentín de Madariaga. Sevilla.

2017“9 hours underground”. Casa de la Ópera de Sídney.“Scope New York Art Show”. Galería Víctor Lope. Nueva York (EE.UU.).“Scope Miami Beach”. Galería Víctor Lope. Nueva York (EE.UU.).“Yia Art Fair Paris”. Galería Víctor Lope. París.“Art BaselScope”. Galería Víctor Lope. Basilea (Suiza).“Art Bodensee”. Galería Víctor Lope. Dornbirn (Austria).“Yia Art Fair”. Galería Víctor Lope. Bruselas (Bélgica).“Amics de la paraula”. Galería Xavier Fiol. Palma de Mallorca.“Capital Animal”. Centre del Carme. Valencia.

2016“Equus”. Galería OlsenIrwin. Sídney (Australia).Galería TAG. Bruselas (Bélgica).“Under 1000”. E.M.A. Dubai (Emiratos Árabes Unidos).“Imago Mundi”. Fundación Cini de Venecia (Italia). Fundación Benetton.“Superstición y manipulación”. 13ª Bienal de Arte Fundación Martínez Guerricabeitia. Valencia.“Dibujos Ilustrados”. Shakespeare y Cervantes. Comisaria: Concha Hermano. Cuarto Real de Granada.

2015“Estampa”. Feria de Arte Contemporáneo. Galería Xavier Fiol. Madrid.“Nit de l’Art”. Museo Casal Son Tugores. Alaró/Mallorca.“Art Marbella”. Feria de Arte Contemporáneo. Galería Yusto-Giner. Marbella/Málaga.

2014“Neighbours”. CAC Málaga. (Colección permanente CAC Málaga). Comisario: Fernando Francés.“Summer Hours”. Xavier Fiol Gallery. Alaró. Mallorca.“Acción”. Gravura. Festival de cine del MAF. Málaga.

2013“Nord Art”. Kunstwerk Carlshütte of Büdelsdorf Contemporary Art Center (Alemania). “KM 0”. Galería Yusto/Giner. Marbella/Málaga.“Okupart”. Proyecto Maus/Soho Málaga. Comisario: Fernando Francés.“Arco Madrid”. Feria de Arte Contemporáneo. Galería Xavier Fiol. Madrid.“FACBA’13”. Sala Blas. Facultad de Bellas Artes. Granada.

2012“Trama”. Sala 59 Rivoli. París, Francia.“Amathing, Amathink, Amazing”. Galería Xavier Fiol. Palma de Mallorca.

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PREMIOS

2017 Primer premio del Premio Internacional de Arte Manuel Ángeles Ortiz. Universidad de Jaén.

2016 Finalista de la 13ª Bienal Martínez Guerricabeitia. Valencia. Finalista de los Premios Internacionales para Artistas Emergentes. Fue elegido entre 25 artistas internacionales. Dubai.

2014 Finalista de los Premios Internacionales para Artistas Emergentes. Dubai.

2013 Finalista del Concurso Internacional de Arte Contemporáneo “North Art”. Büdelsdorf, Alemania.

2008 Mención especial “Malagacrea”. Ayuntamiento de Málaga.

2006 Finalista del Concurso de Artes Plásticas de la IAJ. Consejería para la Igualdad y el Bienestar Social. Junta de Andalucía.

2004 Primer premio “Arte Joven”. Junta de Andalucía. Sevilla. Premio a la adquisición en Arte en la UMA. Universidad de Málaga. Mención de honor “Vol-Art”. Ayuntamiento de Madrid.

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AGRADECIMIENTOS

Colección “Borja Arias” Vega.Colección “Juan Díaz” Track.Colección “Elena Laverón” Are you mute too?Colección “Francesco Lucidi” La noche nunca fue tan brillanteColección “MUSY” Garra en Invierno.Colección “José Luis Puche & María del Mar Segura” The soul in the sky y El cisne.Colección “César Ramírez Plaza” Abrazos prestados y Pajarillo.Colección “Manuela Ramírez” Planum Australe.Colección “José María Ramírez Pedrosa” Desfase.Colección “Manuel Temboury” Lorca.

Y a todos los coleccionistas que desinteresadamente han prestado sus obras y han preferido permanecer en el anonimato.

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Todos los mundos posibles, 2019. Carbón graso, lápiz de color y pastel graso sobre papel Saunders Waterford. 250 x 460 cm. Colección privada

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[email protected]@JOSELUISPUCHE.COMHTTPS://WWW.INSTAGRAM.COM/JLUISPUCHE/HTTPS://JOSELUISPUCHE.COM/

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Colibrí. Puntos de sutura

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