proyecto guirnaldas: investigación arqueológica

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Investigar, conservar, difundir El Proyecto Guirnaldas en el Conjunto Arqueológico de Carmona Ignacio Rodríguez Temiño (coordinador)

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Análisis arqueológico del sector de las Guirnaldas en la Necrópolis romana de Carmona

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Page 1: Proyecto Guirnaldas: Investigación arqueológica

La remodelación y valorización del sector que ocupa la “Tumba de las Guirnaldas” en la necrópolis romana de Carmona ha respondido a la ejecución de un proyecto integral multidisciplinar destinado al análisis del estado de conservación y de los procesos de deterioro de las tumbas del Conjunto Arqueológico de Carmona, así como al establecimiento de medidas de conservación preventiva y para la mejor comprensión de los complejos funerarios por parte del público visitante.

El Proyecto Guirnaldas se ha mostrado innovador por el empleo de nuevas tecnologías que favorecen la compatibilidad entre conservación preventiva y disfrute público.

Investigar, conservar, difundirEl Proyecto Guirnaldas en

el Conjunto Arqueológico de Carmona

Investigar, conservar, difundirEl Proyecto Guirnaldas en

el Conjunto Arqueológico de Carmona

María Isabel Baceiredo RodríguezCrest Arte S.L., Conservación y Restauración

David BenaventeLaboratorio de Petrología Aplicada, Departamento de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente (Universidad de Alicante)

Juan Carlos CañaverasLaboratorio de Petrología Aplicada, Departamento de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente (Universidad de Alicante)

Manuel de la Calle VaqueroDepartamento de Geografía Humana (Universidad Complutense de Madrid)

Soledad CuezvaLaboratorio de Petrología Aplicada, Departamento de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente (Universidad de Alicante)

Javier ÉlezGeomnia Natural Resources, S.L.N.E.

Ángel Fernández-CortésDepartamento de Geología, Museo Nacional de Ciencias Naturales (Consejo Superior de Investigaciones Científicas)

Esther Fernández SánchezBecaria (Universidad Pablo de Olavide)

Ventura Galera NavarroArquitecto

María García HernándezDepartamento de Geografía Humana (Universidad Complutense de Madrid)

Daniel González AcuñaConjunto Arqueológico de Carmona (Junta de Andalucía)

Alejandro Jiménez Hernández TCA S.A.

María del Carmen Mínguez GarcíaDepartamento de Geografía Humana (Universidad Complutense de Madrid)

José Manuel López SánchezTCA S.A.

José Antonio Peña RuanoInstituto Andaluz de Geofísica y Prevención de Riesgos Sísmicos (Universidad de Granada)

Ignacio Rodríguez TemiñoConjunto Arqueológico de Carmona (Junta de Andalucía)

José Ildefonso Ruiz CeciliaConjunto Arqueológico de Carmona (Junta de Andalucía)

Cesáreo Sáiz-JiménezInstituto de Recursos Naturales y Agrobiología (Consejo Superior de Investigaciones Científicas)

Sergio Sánchez-MoralDepartamento de Geología, Museo Nacional de Ciencias Naturales (Consejo Superior de Investigaciones Científicas)

Teresa Teixidó UllodInstituto Andaluz de Geofísica y Prevención de Riesgos Sísmicos (Universidad de Granada)

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Ignacio Rodríguez Temiño(coordinador)

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Investigar, conservar, difundirEl Proyecto Guirnaldas en

el Conjunto Arqueológico de Carmona

Ignacio Rodríguez Temiño(coordinador)

SEVILLA 2014

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Serie: Historia y GeografíaNúm.: 273

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o trasmitirse por ningún pro-cedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier almacenamiento de infor-mación y sistema de recuperación, sin permiso escrito del Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla.

© SECRETARIADO DE PUBLICACIONES DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA 2014 c/ Porvenir, 27 - 41013 Sevilla. Tlfs.: 954 487 447; 954 487 451; Fax: 954 487 443 Correo electrónico: [email protected] web: <http://www.publius.us.es>© IGNACIO RODRÍGUEZ TEMIÑO (COORD.) 2014© POR LOS TExTOS, LOS AUTORES 2014Impreso en papel ecológicoImpreso en España-Printed in SpainISBN: 978-84-472-1561-4Depósito Legal: Maquetación e Impresión: Pinelo Talleres Gráficos, Camas-Sevilla.

Motivo de cubierta: Cubierta del sector de la tumba Guirnaldas. Conjunto Arqueológico de Carmona. (foto Daniel González Acuña/CAC).

Comité editorial:Antonio Caballos Rufino(Director del Secretariado de Publicaciones)Eduardo Ferrer Albelda(Subdirector)

Manuel Espejo y Lerdo de TejadaJuan José Iglesias RodríguezJuan Jiménez-Castellanos BallesterosIsabel López CalderónJuan Montero DelgadoLourdes Munduate JacaJaime Navarro CasasMª del Pópulo Pablo-Romero Gil-DelgadoAdoración Rueda RuedaRosario Villegas Sánchez

Page 4: Proyecto Guirnaldas: Investigación arqueológica

Índice

IntroduccIón.El conjunto ArquEológIco dE cArmonA y El ProyEcto guIrnAldAs ......................................................... 9Ignacio rodríguez temiño

cAPítulo I.luchAndo contrA El tIEmPo .................................................. 33Ignacio rodríguez temiño

cAPítulo II.lAs cAusAs dE lA dEgrAdAcIón ................................................ 59juan carlos cañaveras, david Benavente, Ángel Fernández-cortés, javier Élez, soledad cuezva, cesáreo sáiz-jiménez y sergio sánchez-moral

cAPítulo III.IntErvEncIón dE urgEncIA En los rEvEstImIEntos y PInturAs murAlEs dE lA tumBA dE lAs guIrnAldAs ...... 79maría Isabel Baceiredo rodríguez

cAPítulo Iv.lA InvEstIgAcIón ArquEológIcA ........................................... 97daniel gonzález Acuña, josé Ildefonso ruiz cecilia y Alejandro jiménez hernández

cAPítulo v.lA ProsPEccIón gEoFísIcA .......................................................... 135teresa teixidó ullod y josé Antonio Peña ruano

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cAPítulo vI.lA vIsItA En El conjunto ArquEológIco dE cArmonA ............................................................................................ 149maría del carmen mínguez garcía, manuel de la calle vaquero y maría garcía hernández

cAPítulo vII.lA cAPAcIdAd dE cArgA turístIcA dEl conjunto ArquEológIco dE cArmonA ..................................................... 171maría garcía hernández, manuel de la calle vaquero y mª del carmen mínguez garcía

cAPítulo vIII.lAs EstrAtEgIAs dE dIFusIón y dE ActIvIdAdEs EducAtIvAs En El conjunto ArquEológIco dE cArmonA ............................................................................................ 189Ignacio rodríguez temiño, daniel gonzález Acuña y josé Ildefonso ruiz cecilia

cAPítulo IX.lA IntErvEncIón ArquItEctónIcA ........................................ 249ventura galera navarro

cAPítulo X.musEologíA y musEogrAFíA dEl ProyEcto guIrnAldAs ....................................................................................... 273Ignacio rodríguez temiño, Alejandro jiménez hernández, josé manuel lópez sánchez y Esther Fernández sánchez

lIstAdo dE AutorEs ...................................................................... 303

índIcE dE FIgurAs .......................................................................... 307

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capítulo Ivla investigación arqueológica

Daniel González AcuñaJosé Ildefonso Ruiz Cecilia

Alejandro Jiménez Hernández

El sector de la necrópolis en el que se ha desarrollado el «Proyecto Guirnal-das» se enclava en lo que la tradición historiográfica ha venido denominando

Campo de los Olivos (figura IV.1). En la actualidad aglutina un total de diez es-tructuras funerarias excavadas en el sustrato rocoso: ocho complejos hipogeos y dos busta (figura IV.2).

Concretamente el grupo de tumbas en el que se ha centrado la actuación ya había sido excavado con anterioridad a 1889, cuando se publica el Itinerario de la Necrópolis Romana de Carmona (1889: 10-11). El núcleo principal, compuesto por las de los Cuatro Departamentos, la del Ustrinum y la de las Guirnaldas, fue exhumado durante el otoño de 1884 (Rada y Delgado 1884: 8). Uno de los busta fue localizado el día 21 de abril de 1885 mientras se abría una escalera para faci-litar el acceso a la tumba de los Cuatro Departamentos21 y el otro el 6 de marzo de 188622. Del resto de complejos hipogeos no hemos encontrado datos concre-tos relativos a su excavación.

Estas tumbas hipogeas poseen una o varias cámaras subterráneas a las que se accede mediante un pozo de sección cuadrada o una escalera. Esta entrada da ac-ceso bien a un pasillo, bien directamente a la propia cámara funeraria, que suele te-ner planta rectangular y techo abovedado o a veces plano. Su interior incorpora los elementos comunes de este tipo de enterramientos: un banco perimetral que bor-dea parte o la totalidad de la pared de la cámara y, sobre éste, una serie de nichos en

21. Archivo del Conjunto Arqueológico de Carmona [en lo sucesivo ACAC] III.1.3, caja 1, lib. 3, «Diario de Excavaciones, 1885-1905», fol. 14r.

22. ACAC III.1.3, caja 1, lib. 3, «Diario de Excavaciones, 1885-1905», fol. 27r.

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DANIEL GONZÁLEZ ACUÑA / JOSÉ ILDEFONSO RUIZ CECILIA / ALEJANDRO JIMÉNEZ HERNÁNDEZ

Figura IV.1. Plano de la necrópolis de Carmona (Rada y Delgado 1885).

Figura IV.2. Plano del sector de la tumba de las Guirnaldas.

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LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA

los que se colocan las urnas cinerarias, pues el rito predominante en este sector de la necrópolis es la cremación23. Todo ello iba recubierto de un enlucido de mortero que, tras el estucado, se decoraba en ocasiones con pinturas24.

A pesar de la ausencia de un registro estratigráfico completo, los ajuares recu-perados y los paralelos formales conocidos apuntan a que estas estructuras fune-rarias estuvieron en uso durante el siglo I d.C.

traBajos arqueológicos

La actuación arqueológica inicial estuvo encaminada a controlar los traba-jos de adecuación de la superficie del terreno a las directrices establecidas por los informes del CSIC, esto es, a la vigilancia de las tareas de eliminación de los par-terres del siglo xIx, así como a llevar a cabo la documentación intensiva de los vestigios descubiertos.

El sistema de excavación llevado a cabo por Fernández López y Bonsor a fines del siglo xIx comportaba la extracción de las tierras del interior de las estructuras funerarias y su acopio en los márgenes de las áreas excavadas. Se-guidamente, estas terreras eran reforzadas mediante muretes de contención de mampostería, lo que conformó una estructura de grandes jardineras, en las cua-les se plantaron árboles y arbustos autóctonos. Estas isletas delimitaron a su vez la red de caminos que articulaba el recorrido de los visitantes por la Necrópolis (Gómez Díaz 2006: 285-287) (figura IV.3). Esta configuración tardorromán-tica de ajardinamiento derivó, de forma involuntaria, en un factor fundamental de deterioro de las estructuras arqueológicas25.

Por tanto, la primera de las acciones consistió en el saneado del terreno me-diante la eliminación de estos parterres, de los bancos de fábrica para los visitan-tes ubicados en este sector, así como la excavación de esta superficie hasta alcanzar la roca original (figura IV.4).

En un segundo momento se llevó a cabo la completa documentación de las estructuras conocidas, en la que se integraron los datos correspondientes a otras nuevas descubiertas durante la prospección geofísica del sector26. Aparte

23. Sólo en algunos casos, como ocurre probablemente en la denominada tumba del Ustrinum, se atestigua la presencia de inhumaciones en estas tumbas hipogeas.

24. Existe un importante repertorio bibliográfico en el que se describen los enterramientos de la Necrópolis de Carmona. Tan sólo citaremos algunas obras básicas que tienen como objeto central la propia Necrópolis o su incardinación con el fenómeno funerario en la Bética: Rada y Delgado 1885, Itinerario 1889, Paris 1910: 124-141, Bonsor 1931, Thouvenot 1940: 553-567, Fernández-Chicarro y de Dios 1969, Bendala Galán 1976 y Vaquerizo Gil 2010: 238-254. Una reciente puesta al día puede consultarse en Rodríguez Temiño et alii (2012).

25. Véase el capítulo referido a los factores de degradación26. Véase el capítulo referido a la prospección geofísica.

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Figura IV.3. Jardineras decimonónicas (fotos Daniel González Acuña/CAC).

Figura IV.4. Sector de la tumba de las Guirnaldas tras la eliminación de los parterres (foto CAC).

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LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA

del habitual reportaje fotográfico intensivo, se realizó un completo escaneado lá-ser en 3D de los vestigios existentes, integrándose sus resultados en el Sistema de Información del Conjunto27.

DescripcióN De las estructuras fuNerarias

Las tumbas visibles hoy en día sólo constituyen una parte de las existentes en época romana28. Las estructuras conservadas y musealizadas corresponden fundamen-talmente a aquellas dotadas de infraestructuras hipogeas. De hecho, en el libro dia-rio de las excavaciones se describen estructuras funerarias no conservadas y otras que lo fueron parcialmente29. Esta circunstancia responde a criterios monumentalistas de valorización del yacimiento, plasmados por Juan Fernández López y Jorge Bonsor a fines del siglo xIx en este sector de la necrópolis, y cuyo conocimiento tiene una enorme relevancia a la hora de abordar la reconstrucción del paisaje funerario original.

Tumba del ustrinum

Esta estructura funeraria se compone de dos partes englobadas tradicional-mente dentro del mismo recinto: el ustrinum y la cámara hipogea (figura IV.5).

El elemento más característico de esta tumba es el ustrinum, espacio destinado a la cremación del cadáver. Éste se sitúa al noreste del pozo de acceso, configurán-dose como un receptáculo rectangular con reborde en sus laterales largos excavado en el terreno, mostrando unas dimensiones de 1,76 x 1 m y una profundidad bajo rasante de la superficie rocosa de 1,82 m (figura IV.6). En su extremo occidental, esta gran fosa conecta con el pozo de acceso a la cámara hipogea a través de un pe-queño vano. Este quemadero comparte ciertos rasgos con el cercano bustum 445. A la presencia de un hueco/nicho en uno de los extremos cortos de la fosa se añade los evidentes paralelismos que comparten en cuanto a su tamaño, forma y profundi-dad con respecto a la rasante del terreno. Más adelante desarrollaremos esta cuestión

27. La descripción pormenorizada del procedimiento de escaneo y renderizado de las estruc-turas funerarias se realiza en el capítulo dedicado a la museografía. El Sistema de Información del Conjunto (SICAC) ha sido presentado en el «I Congreso Internacional de Arqueología e Informá-tica Gráfica, Patrimonio e Innovación. Arqueológica 2.0» celebrado en Sevilla en 2009 (Jiménez Hernández, López Sánchez y Rodríguez Temiño 2010) y en el congreso «Computer applications and quantitative methods in Archaeology 2012» celebrado en Southampton (Reino Unido). Véase también Rodríguez Temiño et alii 2013.

28. La denominación de las tumbas que empleamos en el texto utiliza un doble criterio: de un lado, respetamos la nomenclatura consolidada en la bibliografía al uso y, en los casos en que no se ha definido una designación propia, se cita la numeración asignada por Bonsor y Fernández López, con referencia también al código establecido en el Sistema de Información del Conjunto Arqueológico de Carmona (SICAC).

29. Por ejemplo, en este mismo sector, podemos citar la cubierta de tegulae de uno de los busta localizado delante de la entrada de la tumba de los Cuatro Departamentos (véase más adelante).

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Figura IV.5. Vista general de la tumba del Ustrinum.

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LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA

pero baste indicar que este hueco de conexión con el pozo de la tumba estaba ocu-pado en el momento de su descubrimiento por «un catino o plato de barro y una urna cuadrangular de piedra, que contenía huesos calcinados, y un vaso de los lla-mados vulgarmente lacrimatorios» (Rada y Delgado 1885: 108).

El acceso al interior de la cámara se realizaba por un pozo mediante gateras, las cuales sólo se conservan algo reconocibles en la pared noroeste entrando en con-tradicción con la ubicación del nicho/hueco de conexión con el ustrinum, y un pe-queño pasillo que da acceso en recodo a la cámara a través de tres escalones. A la altura del primer peldaño, en la pared oriental del pozo, se encuentra el hueco de comunicación con el ustrinum, del que después hablaremos (figura IV.7).

En ese mismo lateral se dispone el acceso a la cámara funeraria. La entrada pre-senta mochetas en ambos laterales con objeto de servir de apoyo a las piezas desti-nadas al cierre de la cámara, usualmente de piedra, como ha sido testimoniado en otras tumbas de la necrópolis.

La cámara, ligeramente abovedada, se encuentra excavada en la roca, presen-tando un banco corrido perimetral, para la colocación de ofrendas funerarias, así como cuatro nichos adintelados para albergar las urnas cinerarias30 repartidos en los

30. Con unas dimensiones medias de 50 cm de altura x 67 cm de anchura x 39 cm de profundidad; esto es, mayores que el tamaño estándar documentado en la necrópolis.

Figura IV.6. Planta y sección de la tumba del Ustrinum.

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Figura IV.7. Pozo de la tumba con presencia de hueco que comunica con el Ustrinum.

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LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA

lados noreste y sureste, opuestos al lateral paredaño con el ustrinum. En la parte más ancha del banco, la sureste, se abre una fosa oval con cabecera triconque que, a jui-cio de Rada y Delgado (1885: 108-109), estaría destinada a recibir un enterramiento de inhumación infantil no localizado por sus excavadores (figura IV.8). De hecho, Rada postula como funcionalidad del hueco central la de albergar la cabeza del cadá-ver, mientras que los otros dos servirían para depositar vasos funerarios, los cuales en efecto allí se hallaron. La inclusión de esta fosa en la masa de piedra del banco se rea-lizó de forma poco cuidada puesto que uno de los huecos laterales excedió el tamaño previsto para la fosa, introduciéndose parcialmente en la pared del banco.

Rada y Delgado (1885: 109) da cuenta de los materiales hallados en esta tumba. Así, se indica que «en los escalones de la escalera que daba acceso a la cá-mara, se encontraron dos vasijas de barro; un vaso de libaciones; recipiente con dibujo en relieve; tres lacrimatorios de vidrio, y varios fragmentos de objetos de cobre; cerca de la puerta, una pequeña lámpara común de barro; y en el interior dos vasos de libaciones, uno en cada banco o poyo de uno y otro lado, y un ani-llo con una piedra grabada, representando un animal en actitud de pastar. En el suelo había, además, cuatro lacrimatorios de vidrio». Con respecto a los mate-riales localizados en el ustrinum, se afirma que «en el fondo de éste encontraron los descubridores restos de tejas, fragmentos de hierro quemado y una pequeña lámpara de barro, cuyo frente se adorna con un gallo en relieve». Por su parte, Bendala Galán (1976: 85-86), identifica la citada taza con un dibujo en relieve

Figura IV.8. Cámara hipogea de la tumba del Ustrinum.

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como un vaso de paredes finas con decoración a la barbotina y la lámpara de ba-rro con la de su lámina LxxIx, 11, ofreciendo para el conjunto una datación anterior a la mitad del siglo I d.C.

Esta tumba fue ejecutada en una parcela de terreno rocoso recorrido por una veta que, con el tiempo, se resquebrajó, debilitando las paredes de la estructura y generando desprendimientos y conexiones artificiales como la que actualmente puede observarse entre el interior del ustrinum y la cámara. Es posible que esta inestabilidad estructural se detectara ya de antiguo y que se intentara corregir me-diante la colocación de puntales que consolidaran la entrada y parte de la bóveda, quedando como posibles testimonios de estos arreglos los dos huecos circulares conservados en el suelo (figura IV.9).

La curiosa conexión entre el ustrinum y el pozo de la tumba, unicum en la ne-crópolis, parece responder más a circunstancias posdeposicionales que a una ver-dadera razón funcional. De hecho, como ya se adelantó arriba, los excavadores encuentran originalmente un nicho ocupado con una urna funeraria y su ajuar, no un hueco expedito que conectara con el ustrinum. De esta manera, Rada y Delgado (1885: 108) afirma: «A 30 centímetros de altura sobre este banco se ven a la derecha dos nichos y otros dos en el fondo, y en el lado izquierdo ninguno, lo cual hizo pensar a los descubridores que habría hacia aquel lado un quemadero. En efecto, profundizando la misteriosa abertura o nicho del pozo de entrada a que ya hemos hecho referencia, se descubrió aquel». Dado además que la pared en la cual se abre el nicho presenta importantes debilidades estructurales, como hemos podido observar, es más que plausible que la conexión entre ambos espacios fuese fruto en parte del proceso de excavación de los descubridores, en su afán de loca-lizar el misterioso motivo de la ausencia de nichos en el lateral norte de la cámara, y en parte de la posible disgregación de la roca, en un punto en el cual el gro-sor de la misma entre el hueco del ustrinum y del nicho del pozo era muy escaso.

De esta forma, el ustrinum se asemejaría aún más al tipo mostrado por el bus-tum 445 y el pozo con nicho se incardinaría dentro de las soluciones usuales do-cumentadas en la necrópolis. En este sentido, la defensa de la asociación funcional entre el ustrinum y la tumba parece mantenerse pero dentro de los esquemas es-tructurales habituales.

No contamos con evidencias acerca de posibles estructuras por encima del nivel de la rasante.

Tumba 418

En la zona oriental del sector se localiza una estructura funeraria31 singular cuya principal característica es el desarrollo longitudinal de la cámara hipogea (figura IV.10).

31. Tumba E4f101 del SICAC.

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LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA

Figura IV.9. Entrada a la cámara con oquedad en el suelo.

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El ingreso se llevaba a cabo mediante un pozo, dotado de gateras, si bien en la musealización decimonónica del sector se le incorporaron varios escalones para facilitar el acceso al pozo.

La entrada a la cámara hipogea se encuentra marcada por una puerta con mochetas destinadas a la colocación de las piezas de cierre. No se conserva nin-gún tipo de revestimiento en esta zona.

La cámara hipogea presenta una planta alargada, con unas dimensiones máxi-mas de 4,34 m de longitud y 1,66 m de anchura, y techo plano. A ella se accede me-diante un escalón que da paso a un corredor bordeado por un alto banco perimetral en tres de sus lados, de unos 22 cm de anchura y 1,40 m de altura. Esta inusual ele-vación del banco provoca igualmente que los nichos, de reducido tamaño, queden limitados en su parte superior por el techo de la cámara (figura IV.11).

Los nichos se disponen longitudinalmente a lo largo de las paredes de la cá-mara en una disposición concreta, alternándose de forma poco ordenada nichos de ancho sencillo con otros del doble de tamaño aproximado32. Éstos albergarían una o dos urnas cinerarias respectivamente. Al fondo de la cámara, frente a la en-trada, se sitúa el nicho más grande, con una anchura de 80 cm.

32. 36 cm de anchura en los pequeños y 60 cm en los grandes.

Figura IV.10. Planta y sección de la tumba 418.

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LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA

No se conserva revestimiento alguno en la cámara, notándose igualmente un tallado basto de la roca, especialmente en la superficie del banco (figura IV.11).

Tumba de los Cuatro Departamentos

La denominación de esta estructura funeraria procede de la multiplicidad de cámaras de su parte hipogea33 (figura IV.12). El acceso se realizaba originalmente a través de un pozo con gateras, ampliado en 1885 para la colocación de una es-calera que facilitara su visita34. Durante los trabajos de apertura de la zanja para la construcción de esta escalera fueron localizados los busta 444 y 445, los cuales se-rán descritos más adelante.

Una vez se ha bajado por el pozo, se encuentra la entrada que da acceso a la estructura subterránea. Esta entrada, al contrario que en los ejemplos anteriores, no presenta mochetas en sus jambas (figura IV.13). Cuenta con una serie de hue-cos, a modo de mechinales, dispuestos asimétricamente a ambos lados de la en-trada35. No queda claro, por tanto, el sistema de cierre de este acceso, por lo que no se puede descartar la diacronía de estos huecos ya que alguno parece romper el revestimiento de la pared.

El acceso descrito da paso a una cámara subterránea36 de tendencia abo-vedada, compartimentada en cuatro salas que abren simétricamente a los la-dos de un pasillo central (figura IV.12). Toda ella presenta un revestimiento blanco bastante bien conservado. Cada una de estas cuatro cámaras reproduce la misma estructura rectangular con banco perimetral en tres de sus lados y

33. Bendala Galán (1976: 86) resalta su semejanza con aquella denominada de los Tres Depar-tamentos, en la que se encontró, además de algunos fragmentos cerámicos, una moneda de Claudio en la base de la escalera (Itinerario 1889: 17; Bonsor 1931: 29).

34. ACAC III.1.3, caja 1, lib. 3, «Diario de Excavaciones, 1885-1905», fol. 14r.35. Dos en la jamba occidental y uno en la oriental.36. El suelo de la cámara sitúa a la misma altura que el del pozo de acceso.

Figura IV.11. Interior de la cámara de la tumba 418.

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cinco nichos, cuatro en los laterales37 y uno en el fondo38 (figura IV.14). Este banco39 deja tan solo un espacio de circulación de 30 cm de anchura en cada compartimento.

En el pasillo central también se disponen sendos bancos en sus laterales, observándose varios huecos circulares en la superficie del situado al oeste, posi-blemente destinados a depositar algún tipo de recipiente (figura IV.15). Esta hi-pótesis es apenas perceptible en los restantes bancos documentados debido a la fuerte disgregación de los revestimientos.

Al final del pasillo, frente a la entrada, la cámara presenta un pequeño resalte, a modo de banco, de ignoto destino pues no se asocia a ningún nicho ni parece responder a la presencia de algún tipo de altar, dada la ausencia de anclajes en la pared y la conservación del revestimiento sin decoración pictórica.

Según el diario de excavaciones, en esta tumba «había un número verdadera-mente considerable de obgetos (sic) de cristal y de barro»40, sin que actualmente puedan identificarse dentro del elenco de materiales conservados en el Conjunto.

37. Con unas dimensiones de 42 cm de anchura y 39 cm de altura media.38. De 49 cm de anchura y 38 cm de altura.39. De unos 60 cm de altura y 25/30 cm de anchura.40. ACAC III.1.3, caja 1, lib. 3, «Diario de Excavaciones, 1885-1905», fol. 14r.

Figura IV.12. Planta y secciones N-S y E-O de la tumba de los Cuatro Departamentos.

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LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA

Figura IV.13. Entrada a la cámara hipogea de la tumba de los Cuatro Departamentos.

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Figura IV.14. Una de las salas de la cámara hipogea de la tumba de los Cuatro Departamentos.

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LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA

Busta 444 y 445

Como ya se indicó anteriormente, la construcción de la escalera de acceso a la tumba de los Cuatro Departamentos en 1885 tuvo como consecuencia el ha-llazgo de un bustum con cubierta de tegulae.

Según el diario de las excavaciones: «al llevar á efecto el trabajo anterior con-sistente en sacar ó limpiar de tierra hasta la roca en un espacio de dos metros delante del pozo [de la tumba de los Cuatro Departamentos], se encontró una sepultura ordinaria de tejas en número de seis con sus fíbulas correspondientes. Quitada la tierra y separadas las tégulas se encontró la tierra negruzca propia de los Bustum (sic) ordinarios y en ella los objetos siguientes:

•1º. Un vaso común de barro roto en la parte media.•2º. Un espejo, un lacrimatorio y otro grande ó vaso de libaciones de cris-

tal, una cadena de bronce con varias argollas, la cerradura y algunos ador-nos de la caja mortuoria, una piedra de anillo, turquesa, y una cajita de marfil ó ungüentario cilíndrico y de relieves representando; la tapadera una cara de muger (sic), y en el frente ó alrededor de la caja un canasto de frutas y dos espíritus alados ó genios q.º introducen las manos den-tro del canasto.»41.

41. ACAC III.1.3, caja 1, lib. 3, «Diario de Excavaciones, 1885-1905», fol. 14r. Este ajuar fue representado en el diario mediante esbozos intercalados entre el texto.

Figura IV.15. Pasillo de conexión entre las diversas salas.

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El autor del diario, Juan Fernández López, relacionó este bustum con la tumba de los Cuatro Departamentos preguntándose, de forma algo ingenua y sin fundamento alguno, si no correspondería este enterramiento a un criado de los inquilinos del sepulcro cuatripartito.

De la misma manera, se apunta en el libro diario que el día 6 de marzo de 1886, «[…]. Junto al sepulcro de los cuatro departamentos se encontró en un quemadero una pequeña fosa en el frente y en ella colocada una caja pequeña con cerradura y llave, su cadena y asa y dentro dos lacrimatorios, un espejo y una preciosa piedra preciosa (sic) roja y trasparente (sic) ¿granate?»42.

La información con la que contamos impide actualmente adscribir los ves-tigios conservados a uno u otro bustum. Por su parte, Bonsor (1931: 66 y 65, láminas xxxIII y xxxIV) presenta planimetría y dibujo de estos hallazgos, sin relacionarlos con su proceso de descubrimiento.

La materialidad de lo conservado se circunscribe a las fosas destinadas a la colocación de la pira funeraria, siendo perceptible en la actualidad la presencia de un pequeño nicho o fosa en el extremo septentrional del numerado como 44543 para la colocación de un recipiente con los restos del difunto (figura IV.16). Este bustum 445 presenta una planta rectangular, con unas dimen-siones aproximadas de 2,16 m de longitud por 1,27 m de anchura. Dentro, se reproduce el esquema ya detectado en el quemadero de la denominada tumba del Ustrinum con un reborde perimetral y nicho. Por su parte, el bus-tum 444 muestra un esquema compuesto por fosa rectangular, con oquedad de la misma planta en su centro, y un posible nicho en su extremo occidental, siendo de factura aún más tosca que el anterior y pésimo su estado de conser-vación (figura IV.17).

Como ya se indicó, el bustum 445 alcanza una mayor profundidad con res-pecto a la rasante, aproximándose a la del quemadero de la denominada tumba del Ustrinum, y superando con creces a la del bustum 444. Quizás sea posible, establecer en este sentido una secuencia temporal, asumiendo que los parecidos entre el bustum 445 y el quemadero de la tumba del Ustrinum (forma, cotas) indiquen su proximidad cronológica.

Del mismo modo, recientemente se ha propuesto una datación del pri-mero de los busta localizados, a través del análisis formal de los ungüentarios de su ajuar44 reconocibles por su forma característica en los someros dibujos de las piezas del diario de excavaciones, en el siglo II d.C. (Rodríguez Temiño et alii 2012).

42. ACAC III.1.3, caja 1, lib. 3, «Diario de Excavaciones, 1885-1905», fol. 27r.43. Estructura E4e105 del SICAC.44. Asimilables a los tipos Ising 82.A1 y 82.B2

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Figura IV.16. Vista general del bustum 445.

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Figura IV.17. Vista general del bustum 444.

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Tumba 175

La denominada tumba 17545 responde a la tipología común de tumba con cámara hipogea (figura IV.18).

El acceso se realiza a través de un pozo dotado de gateras, sólo conservadas en su pared meridional, y un escalón (figura IV.18). La entrada a la cámara no pre-senta mochetas pero sí otro pequeño escalón hacia el interior. Dicha cámara pre-senta un techo abovedado, un banco perimetral en sus laterales sur y este, y cinco nichos asociados a este banco (figura IV.19). Los nichos formalizan arcos con ten-dencia al medio punto, mostrando unas dimensiones aproximadas de 41 cm de anchura, 41 cm de altura y 25 cm de profundidad.

La tumba presenta un estado de conservación malo, con pérdidas de masa y derrumbes en su lateral septentrional. No se documenta revestimiento alguno ni trazas de estructuras emergentes sobre la rasante.

Tumba 176

Lindera por el Oeste con la anterior se encuentra la denominada tumba 17646 (figura IV.20). Su estado de conservación es bastante deficiente, habiéndose derrumbado la parte baja de la pared sureste de la cámara, lo que ha provocado la disgregación y pérdida de su suelo original.

El acceso a esta estructura se realiza a través de un pozo en el que no se han conservado huellas de gateras. En su pared occidental se ubica un nicho y en su base se observa una especie de resalte, a modo de escalón, en tres de sus lados: este, oeste y norte (figura IV.21).

La entrada a la cámara presenta mochetas, detectándose la presencia de un hueco en el centro del suelo del vano, quizás destinado a la colocación de un pun-tal para el refuerzo de la maltrecha estructura (figura IV.21).

La cámara funeraria, abovedada, contiene tres nichos de gran tamaño47 en sus lados este, oeste y sur, coincidiendo con la presencia de un banco perimetral de ca. 18 cm de profundidad (figura IV.22). Como ya se ha indicado, la rotura de una de sus paredes ha permitido la erosión del suelo debido a la formación de escorrentías hacia una fosa provocada por un derrumbe situado en uno de sus laterales (figura IV.23).

Tumba 174

En el extremo oriental del sector se encuentra la tumba numerada como 17448. Su acceso parece combinar un primer tramo en escalera, con dos peldaños,

45. Estructura E4e104 del SICAC.46. Estructura E4e103 del SICAC.47. Entre 70/85 cm de anchura, 30/40 cm de altura y unos 25 cm de profundidad.48. Estructura E4e202 del SICAC.

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Figura IV.19. Cámara subterránea de la tumba 175.

Figura IV.18. Pozo de la tumba 175.

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Figura IV.21. Detalle del acceso a la tumba 176.

Figura IV.20. Planta y sección de la tumba 176.

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Figura IV.22. Interior de la cámara hipogea de la tumba 176.

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Figura IV.23. Hundimiento del terreno provocado por el derrumbe de una de las paredes de la cámara.

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y un pequeño recodo en forma de pozo, en cuya base se apuntan otros dos pel-daños de bajada (figura IV.24). En este espacio de tránsito se sitúan tres nichos, uno frente a la entrada a la cámara y dos a los lados de la puerta (figura IV.25). La ausencia de registro del proceso de excavación impide conocer el destino final de estos nichos.

El acceso a la cámara se realiza mediante un vano con mochetas. Su inte-rior, de planta con tendencia cuadrangular, muestra un estado de conservación pésimo (figura IV.26). Sólo es posible identificar claramente tres nichos, si bien es muy probable que, frontero a la entrada, se localizara otro de mayor tamaño que los anteriores. Se atestigua igualmente la existencia de un banco perime-tral para ofrendas en tres de los lados de la cámara y de algunos restos de reves-timiento parietal.

Tumba de las Guirnaldas

Esta estructura funeraria presenta algunas características que la dotan de espe-cial singularidad49. Al igual que la tumba del Ustrinum, esta tumba engloba un que-madero y una cámara hipogea dentro de un mismo recinto (figuras IV.27 y IV.28).

49. Estructura E4d202 del SICAC.

Figura IV.24. Planta y sección de la tumba 174.

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Figura IV.25. Acceso a la cámara hipogea de la tumba 174.

Figura IV.26. Interior de la cámara subterránea de la tumba 174.

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Figura IV.27. Planta y sección de la tumba de las Guirnaldas.

Figura IV.28. Vista general del exterior de la tumba de las Guirnaldas.

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La parte emergente de la tumba de las Guirnaldas se compone de un recinto, del cual no se conservan límites edificados, en el que tradicionalmente se ha inte-grado un ustrinum y el acceso a la cámara hipogea, separados ambos por los escasos e inseguros restos de un murete50. El quemadero consiste en una oquedad cuadran-gular en el terreno, de 2,6 m de longitud por 1,6 m de anchura aproximada, defi-cientemente conservada (figura IV.29).

El acceso a la parte hipogea se realiza a través de una escalera en recodo de ocho peldaños que conserva parte del revestimiento parietal (figura IV.30). La en-trada a la cámara muestra mochetas laterales, aunque la jamba occidental se en-cuentra parcialmente derrumbada.

La cámara muestra una planta con tendencia cuadrangular y techo above-dado, en cuyo centro se abre un lucernario (figura IV.31). Según sus excavadores, este óculo conectaría con la parte exterior de un mausoleo y serviría para realizar libaciones (Itinerario 1889: 11). El interior de la cámara consta de un banco peri-metral en tres de sus frentes, pintado en rojo, sobre el que se sitúan trece nichos de diversos tamaños. De hecho, aquellos situados en los laterales occidental y orien-tal miden alrededor de 40 cm de anchura, siendo más anchos los dos situados en el extremo sur de cada lateral, alcanzando los 63 cm (figura IV.32). Sin embargo, los que ocupan la pared frontera a la entrada son de dimensiones más reducidas, mostrando una anchura media de 30 cm.

Sobre las paredes de la tumba se conservan parcialmente restos de decoración pictórica, objeto de consolidación por parte de esta intervención integral. En ori-gen51, mostraba una decoración consistente en una sucesión de guirnaldas pintadas de color rojo atadas mediante lazos de cintas del mismo color en el espacio existente entre los nichos; los rincones de la tumba se decoraban con tallos de hojas termi-nadas en flores alargadas, mientras que el encuentro entre paredes y techo se re-suelve con una franja también de color rojo. Indica Rodríguez Jaldón que el fondo se encontraba pintado previamente en color amarillento52. En cuanto a su factura,

50. Así lo identifican Bonsor (1931: 91), Hernández Díaz, Sancho Corbacho y Collan-tes de Terán y Delorme (1943: 100), Fernández-Chicarro y de Dios (1969: 23) y Abad Casal (1982: 175).

51. Estas pinturas fueron reproducidas tanto por George E. Bonsor (1931: LII), como por Juan Rodríguez Jaldón, pintor de formación y conservador de la Necrópolis a finales de la década de 1920 y durante la República (Fernández Gómez y Baceiredo Rodríguez 2001): ACAC IV.1.2, J. Rodríguez Jaldón: «El arte decorativo en la Necrópolis Romana de Carmona», Lám. xIx (es-tado actual) y Lám. xx (reconstrucción). Además, han sido descritas por el Itinerario (1889: 11), Bonsor (1931: 92), Thouvenot (1940: 558), Fernández-Chicarro y de Dios (1969: 23), Bendala Galán (1976: 93), Abad Casal (1979: 48; 1982: 175), así como por Rodríguez Jaldón en un ma-nuscrito custodiado en el archivo del Conjunto Arqueológico de Carmona (ACAC III.1.6, caja 2, doc. 32, Rodríguez Jaldón, J.: «El arte decorativo en la Necrópolis Romana de Carmona», Sep-tiembre 1931, pp. 38-39).

52. ACAC III.1.6, caja 2, doc. 32, Rodríguez Jaldón, J.: «El arte decorativo en la Necrópolis Romana de Carmona», Septiembre 1931, p. 38.

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Figura IV.29. Ustrinum de la tumba de las Guirnaldas.

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Figura IV.30. Escalera de acceso a la cámara sepulcral.

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Figura IV.31. Vista general del interior de la cámara de la tumba de las Guirnaldas.

Figura IV.32. Detalle de los nichos y decoración pictórica.

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muestra una ejecución poco cuidada; de hecho, en algunos casos, el trazado de las guirnaldas penetra en el interior de los nichos, circunstancia que no es contemplada en las reproducciones de las pinturas de esta tumba realizadas tanto por Bonsor como Rodríguez Jaldón53, quienes, en un ejercicio de idealización, reproducen las guirnaldas siempre por encima del hueco de los nichos (figura IV.33). Esta decora-ción pictórica ha sido fechada en el siglo I d.C. (Abad Casal 1979: 48)

El nivel de suelo conservado no correspondería con el original de la tumba pues se observa que los estucos cuelgan uniformemente a una altura superior (figura IV.34). Esta regularización del nivel de tránsito a una cota inferior bien pudo responder a la sobreexcavación del mismo por parte de los descubridores, quizás con el objeto de facilitar la visita a la tumba.

Tumba 177

Esta estructura funeraria54 responde al tipo de tumba hipogea mayoritario en este sector de la necrópolis (figura IV.35).

53. Reproducciones en las que se basa Lorenzo Abad Casal en su descripción de las pinturas de esta tumba (Abad Casal 1982: 175).

54. Denominada E4e201 en el SICAC.

Figura IV.33. Dibujo idealizado de las pinturas de la cámara (Rodríguez Jaldón 1931).

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Figura IV.34. Detalle de la pérdida de la pavimentación original de la cámara.

Figura IV.35. Planta y sección de la tumba 177.

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Figura IV.36. Detalle de la entrada a la cámara hipogea de la tumba 177.

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El acceso a la parte hipogea se realiza mediante un pozo, dotado de gateras, sin que se haya identificado ningún resto de estructura emergente en el terreno. La entrada a la cámara presenta mochetas algo irregulares, tallándose las jambas unitariamente con el banco perimetral del interior de la cámara (figura IV.36). La planta de ésta configura un rectángulo perpendicular al eje de acceso desde el pozo, contando con techo plano, un banco perimetral en tres de sus lados y cinco nichos situados sobre él (figura IV.37). El nicho central de la pared frontera a la entrada es el más ancho, unos 75 cm, seguido de los dos existentes en las paredes laterales noroeste y sureste, de 65 cm. Los dos restantes, emplazados a los lados del gran nicho central, cuentan con una anchura de unos 30 cm.

Esta tumba no conserva revestimiento alguno.

orDeNacióN espacial

La organización espacial de este sector de la necrópolis se articula sobre una planificación previa, repartiéndose el terreno en lotes adecuados al tamaño y disposición de las estructuras funerarias (figura IV.38). Esta ordenación de-finió un complejo sistema de parcelas que respetaba incluso la extensión de las partes subterráneas de las tumbas, evitando colisiones y daños en la ejecución de los sepulcros colindantes. Hecho, especialmente evidente en la zona más cer-cana a la tumba de Postumio, donde la planta de las tumbas repite un esquema concreto y unas dimensiones estandarizadas. Desconocemos los hitos que mar-carían esta parcelación sobre el terreno, ya que no se han conservado vestigios emergentes, pero la precisión que se observa en su definición induce a plantear su existencia.

Figura IV.37. Vista general de la cámara subterránea de la tumba 177.

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Este hecho comporta la existencia de una implantación bien estructurada so-bre el terreno. De esta manera, las líneas maestras de la ordenación del sector in-dican una adecuación a la topografía de este sector de la necrópolis, así como a los caminos que daban acceso a los sepulcros. A pesar de ello, en determinadas zonas, la escasez de superficie conocida y la presencia de estructuras funerarias de plantas singulares plantea dificultades a la hora de definir la articulación concreta de estos espacios.

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Fernández-Chicarro y de Dios, C. (1969): Guía del Museo y Necrópolis Romana de Carmona (2ª edición), Madrid.

Figura IV.38. Planta del área situada entre la tumba de Postumio y el sector de la tumba de las Guirnaldas.

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