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PROVINCIA DE SAN NICOLÁS DE TOLENTINO

Prot. SNT 195/2020

Estimados hermanos: Tengo el sentimiento de comunicarles que el día 15 de mayo de 2020, a los 81 años

de edad, falleció en la Residencia San Ezequiel Moreno de Valladolid el P. MANUEL

SILVA RUIZ, a consecuencia de cáncer de colón con metástasis. Fr. Manuel nació en Ágreda, Soria, España, el día 12 de agosto de 1938. Realizó

sus estudios primarios en su pueblo natal y los secundarios en Lodosa -Navarra- y Fuenterrabía -Guipúzcoa- (1950-1954), donde cursó también los estudios de filosofía (1954-1957). Vivió el año de noviciado en Monteagudo, Navarra, donde profesó el 6 de septiembre de 1958. Los estudios de teología los cursó en Marcilla (1958-1962), y allí hizo la profesión solemne el 6 de septiembre de 1961 y recibió la ordenación sacerdotal el 25 de julio de 1962 de manos de Monseñor Arturo Quintanilla, OAR.

Tras su ordenación sacerdotal, los diez primeros años de su actividad apostólica estuvo centrada en la formación de los seminaristas como vice prefecto en el colegio San Agustín de Valladolid (1962-1965), seminario apostólico San Nicolás de Tolentino de Fuenterrabía (1965-1966) y nuevamente en el colegio San Agustín de Valladolid (1966-1972).

El año 1972 su vida dio un giro radical dedicándose durante dieciséis años a la actividad parroquial en La Zaida, Zaragoza (1972-1973); La Elipa de Madrid (1973-1979); Santa Rita de Madrid (1979-1985); y Santa Mónica de Zaragoza (1985-1988). En las tres últimas parroquias, además de ejercer como párroco, tuvo que asumir el servicio de prior.

Tras un año como maestro de profesos en el convento de Marcilla, Navarra (1988-1989) su vida dio un nuevo giro radical, giro que marcaría el resto de su vida convirtiéndole en un enamorado de la misión en el Amazonas brasileño. Su primer destino en Brasil fue la parroquia de Santa Rita de Casia en Manaos (1989-1997); de allí pasó a la comunidad de Lábrea, donde ejerció como prior, párroco y delegado provincial de 1997 hasta 2003; y de nuevo vuelta a la parroquia de Santa Rita de Casia en Manaos, donde ejerció como prior y vicario parroquial hasta el momento en que la enfermedad obligó a trasladarlo a España para ser tratado de cáncer.

Poco tiempo duraría ya en España antes de que el Señor lo llamara a gozar de su presencia eterna: casi diez meses en la Curia provincial del Paseo de La Habana en Madrid, operándose y recuperándose del cáncer, y casi otros diez meses en la residencia San Ezequiel Moreno de Valladolid.

Frei Manuel tenía una autoridad moral especial entre religiosos y feligreses, reflejo de su integridad de vida. Fue un hombre austero, coherente de vida, vocación y ministerio; religioso de convicciones firmes que expresaba lo que quería vivir e interpelaba a sus hermanos de comunidad con obras y palabras para que juntos lo consiguieran. Junto a su carácter fuerte y aparente rigidez, conjugó la afabilidad de la agradable conversación y el

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aprecio de la vida común. Cuantos convivieron con él decían: “Manolo nos ayuda a rezar en común, a comer y a convivir”, actividades no siempre factibles en la misión. Con arte sabía poner a debate asuntos religiosos y pastorales para tomar postura ante ellos.

Los treinta años de misionero en Amazonas moldearon al pastor solícito, enriqueciéndolo con una sensibilidad especial por los pobres y los enfermos. A su llegada a Lábrea le asignaron el barrio donde estaban los leprosos, a quienes acompañó con dedicación y ya no quiso abandonar a pesar del cambio de área pastoral. La atención a los enfermos y despedida de los difuntos fueron siempre de sus principales ocupaciones pastorales.

Como buen pastor, hablaba con las familias, las conocía, compartía sus preocupaciones, las servía con simplicidad y amor y las acercaba a la vida de la iglesia. Multiplicaba las donaciones que recibía para las misiones con la ayudas de su familia y de sus paisanos, a las que sumaba el dinero que le daban para vacaciones y gastos personales. Ya convaleciente en España, seguía preocupado por familias concretas, quienes seguramente lo estaban pasando muy mal sin su ayuda.

Enamorado siempre de su vida agustino-recoleta, supo acompañar a los feligreses del camino neo-catecumenal, en quienes encontró sabia y vitalidad para la parroquia. En ocasiones comentaba que la Orden necesitaba de un proceso de formación semejante si realmente quería que sus religiosos se revitalizaran.

Ya convaleciente en la Curia provincial, en la intimidad de la conversación me confesaba que lo que más le preocupaba era lo cansado que se sentía y las pocas ganas que tenía de orar. Esto no obstaba para que pasara largos momentos en silencio ante el sagrario. Murió con el deseo de volver a Brasil para continuar su ministerio sacerdotal.

El Señor ya le tenía asignada una de las Moradas eternas para hacerlo partícipe de su Pascua. Descanse en paz.

Madrid, 17 de mayo de 2020.

Fr. Sergio Sánchez Moreno Prior provincial

Fr. Benjamín Miguélez Secretario provincial

A TODOS LOS RELIGIOSOS DE LA PROVINCIA PRIORES PROVINCIALES PRIOR GENERAL