prólogo de -ensayos sobre marxismo

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A MANERA DE PROLOGO Si grande es el honor de haber sido invitado para prologar la reedición de este volumen, mayor es la responsabilidad de escribirlo. Publicado por Frugoni durante su exilio en Buenos Aires, 1933-34, “Ensayos sobre Marxismo” aborda algunos aspectos de la teoría de Marx, pero esos aspectos no son separables de otros sobre el pensamiento del mismo Marx, analizados por Frugoni en diversas publicaciones que culminan con “Génesis, Esencia y Fundamentos del Socialismo”, dos volúmenes de más de cuatrocientas páginas cada uno, escrito en 1946 en Moscú cuando el autor era Ministro Plenipotenciaro del Uruguay en la URSS. Pero a la vez, estos estudios no son independientes de la propia concepción socialista de Frugoni. Tarea difícil, entonces la de intentar una síntesis, necesariamente breve, de una vastedad conceptual e ideológica que abarca centenares de páginas. Y más difícil, cuando quien la asume no tienen otro título que el muy relativo de haber militado junto al fundador del socialismo uruguayo hasta su extinción física en agosto de 1969. Con la soberanía de su estilo inconfundible, Frugoni recorre la teoría de Marx, sin eludir las zonas más áridas y arduas, no como un exégeta o un acólito, sino al modo como el propio Marx quería cuando negándose a ser apóstol de una nueva religión, dijo a los “marxistas” franceses: “Lo único que sé es que yo no soy marxista.” Tal vez no sea ocioso detenerse en esto para escozor de los dogmatismos de los variados matices, particularmente el de los que por ignorancia o para promover el partido del miedo, en defensa de estructuras definitivamente caducas, creen o dicen creer, que Marx elaboró una especie de adoquín ideológico de aplicación autimática para ser aplicado en cualquier país y en cualquier época. Desconocen o simulan desconocer que Marx no elaboró siquiera un modelo de sociedad, lo que hubiera sido antihistórico. Las sociedades no se modelan ni en los laboratorios ni en los gabinetes, ni en los libros. Marx confiaba la gran transformación histórica al “desarrollo intelectual de la clase obrera”, rechazaba la existencia de “iniciados” funcionando en el movimiento socialista y obrero como “una nueva compañía de Jesús” o como “sacerdotes de una ciencia secreta” (polémica con Bakunín). Según Charles Longuet (socialista francés) Marx despreciaba la “ferviente y temible tribu de los vulgarizadores, comentaristas y exégetas”. Y en la misma línea, Engels condenaba “una ortodoxia rígida que los obreros deberían tragarse como un artículo de fe”. Escribe: “Nuestra teoría no es un dogma...que hay que aprenderse de memoria y repetir mecánicamente..., sino una guía para la acción..., una teoría del desarrollo...”. Engels prevenía contra los vulgarizadores dogmáticos del socialismo científico en riesgo de devenir un nuevo clericalismo. Kautski por su parte consideraba al marxismo como un sistema concluido, un catálogo de leyes económicas, con desprecio del profundo humanismo de Marx, según el cual cualquier superación dialéctica pasa necesariamente por el hombre como sujeto de ella. Según Kautski, bastaría para aprender estas leyes económicas de memoria y esperar a que se cumplieran mecánicamente (Kautski “La doctrina económica de Marx”). Para Stalin (“Materialismo dialéctico y materialismo histórico”) la concepción marxista se reduce a un determinado número de dogmas inmodificables: cinco estadios del desarrollo histórico de las sociedades, cuatro leyes de la dialéctica y tres principios del materialismo. Para Frugoni, en cambio, con Marx nace el denominado socialismo científico, no como un proyecto concluido e intangible, sino como una superación del empirismo en el movimiento obrero y del socialismo utópico, afluente del marxismo que a diferencia de éste “no había logrado explicar el fundamento de la esclavitud asalariada, ni descubrir las leyes de su desarrollo, ni encontrar la fuerza social capaz de crear una sociedad nueva”. Desde entonces, dirá Engels, el socialismo deja de ser un descubrimiento de tal o cual hombre genial, y se revela como la consecuencia necesaria de las dos clases producidas por la historia: la burguesía y el proletariado. “El materialismo histórico, en opinión de Frugoni, apea al héroe individual de su pedestal de magnífico forjador supremo y espontáneo de los acontecimientos históricos; pero eleva a la función de colaborador en la obra de abrir camino al paso de la humanidad o de impulsarla en alguna dirección (…) al modesto, al oscuro ciudadano que gana el pan de cada día con el sudor de su frente como parte integrante de la masa trabajadora y como tal pone en movimiento la pesada rueda de la producción, tras de la cual marcha toda la vida de la sociedad”. Este es el hondo sentido democrático de esta teoría. Y de aquí arranca el elemento dinámico que la integra, en cuanto quiere ser no sólo na explicación de la historia, sino una incitación a realizarla (Frugoni: “Ensayos...”). Y en “Génesis,...” Frugoni complementa: “¿Qué mueve a la clase en sus acciones propias fundamentales? Su conciencia, si ésta se ha formado. Si no se ha formado aún, la noción confusa e instintiva de su interés. La conciencia colectiva de clase orienta su acción en el sentido de un interés histórico, que no puede confundirse, aunque coincida, con las aspiraciones individuales interesadas y que puede incluir aspiraciones generales e ideales, comunes a clases distintas o a hombres pertenecientes a las diversas clases” (…) “Cuando la conciencia colectiva de clase no existe, concluye Frugoni, ésta se mueve en los moldes que otras clases han forjado”... * * * A partir de la problematicidad del llamado socialismo científico (que para Frugoni es una metodología interpretativa, una explicación de la historia, una filosofía, una sociología, no un proyecto intangible, reiteramos) no más confusión ante los problemas de la estructura capitalista, no más gritos anárquicos, no más explosiones

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Prólogo de Eduardo Jaurena al libro de Emilio Frugoni "Ensayos sobre marxismo". Cortesía de Ismael Peralta

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Page 1: Prólogo de -Ensayos Sobre Marxismo

A MANERA DE PROLOGO

Si grande es el honor de haber sido invitado para prologar la reedición de este volumen, mayor es la responsabilidad de escribirlo.

Publicado por Frugoni durante su exilio en Buenos Aires, 1933-34, “Ensayos sobre Marxismo” aborda algunos aspectos de la teoría de Marx, pero esos aspectos no son separables de otros sobre el pensamiento del mismo Marx, analizados por Frugoni en diversas publicaciones que culminan con “Génesis, Esencia y Fundamentos del Socialismo”, dos volúmenes de más de cuatrocientas páginas cada uno, escrito en 1946 en Moscú cuando el autor era Ministro Plenipotenciaro del Uruguay en la URSS. Pero a la vez, estos estudios no son independientes de la propia concepción socialista de Frugoni.

Tarea difícil, entonces la de intentar una síntesis, necesariamente breve, de una vastedad conceptual e ideológica que abarca centenares de páginas. Y más difícil, cuando quien la asume no tienen otro título que el muy relativo de haber militado junto al fundador del socialismo uruguayo hasta su extinción física en agosto de 1969.

Con la soberanía de su estilo inconfundible, Frugoni recorre la teoría de Marx, sin eludir las zonas más áridas y arduas, no como un exégeta o un acólito, sino al modo como el propio Marx quería cuando negándose a ser apóstol de una nueva religión, dijo a los “marxistas” franceses: “Lo único que sé es que yo no soy marxista.”

Tal vez no sea ocioso detenerse en esto para escozor de los dogmatismos de los variados matices, particularmente el de los que por ignorancia o para promover el partido del miedo, en defensa de estructuras definitivamente caducas, creen o dicen creer, que Marx elaboró una especie de adoquín ideológico de aplicación autimática para ser aplicado en cualquier país y en cualquier época. Desconocen o simulan desconocer que Marx no elaboró siquiera un modelo de sociedad, lo que hubiera sido antihistórico. Las sociedades no se modelan ni en los laboratorios ni en los gabinetes, ni en los libros.

Marx confiaba la gran transformación histórica al “desarrollo intelectual de la clase obrera”, rechazaba la existencia de “iniciados” funcionando en el movimiento socialista y obrero como “una nueva compañía de Jesús” o como “sacerdotes de una ciencia secreta” (polémica con Bakunín). Según Charles Longuet (socialista francés) Marx despreciaba la “ferviente y temible tribu de los vulgarizadores, comentaristas y exégetas”.

Y en la misma línea, Engels condenaba “una ortodoxia rígida que los obreros deberían tragarse como un artículo de fe”. Escribe: “Nuestra teoría no es un dogma...que hay que aprenderse de memoria y repetir mecánicamente..., sino una guía para la acción..., una teoría del desarrollo...”. Engels prevenía contra los vulgarizadores dogmáticos del socialismo científico en riesgo de devenir un nuevo clericalismo.

Kautski por su parte consideraba al marxismo como un sistema concluido, un catálogo de leyes económicas, con desprecio del profundo humanismo de Marx, según el cual cualquier superación dialéctica pasa necesariamente por el hombre como sujeto de ella. Según Kautski, bastaría para aprender estas leyes económicas de memoria y esperar a que se cumplieran mecánicamente (Kautski “La doctrina económica de Marx”).

Para Stalin (“Materialismo dialéctico y materialismo histórico”) la concepción marxista se reduce a un determinado número de dogmas inmodificables: cinco estadios del desarrollo histórico de las sociedades, cuatro leyes de la dialéctica y tres principios del materialismo.

Para Frugoni, en cambio, con Marx nace el denominado socialismo científico, no como un proyecto concluido e intangible, sino como una superación del empirismo en el movimiento obrero y del socialismo utópico, afluente del marxismo que a diferencia de éste “no había logrado explicar el fundamento de la esclavitud asalariada, ni descubrir las leyes de su desarrollo, ni encontrar la fuerza social capaz de crear una sociedad nueva”. Desde entonces, dirá Engels, el socialismo deja de ser un descubrimiento de tal o cual hombre genial, y se revela como la consecuencia necesaria de las dos clases producidas por la historia: la burguesía y el proletariado.

“El materialismo histórico, en opinión de Frugoni, apea al héroe individual de su pedestal de magnífico forjador supremo y espontáneo de los acontecimientos históricos; pero eleva a la función de colaborador en la obra de abrir camino al paso de la humanidad o de impulsarla en alguna dirección (…) al modesto, al oscuro ciudadano que gana el pan de cada día con el sudor de su frente como parte integrante de la masa trabajadora y como tal pone en movimiento la pesada rueda de la producción, tras de la cual marcha toda la vida de la sociedad”. Este es el hondo sentido democrático de esta teoría. Y de aquí arranca el elemento dinámico que la integra, en cuanto quiere ser no sólo na explicación de la historia, sino una incitación a realizarla (Frugoni: “Ensayos...”).

Y en “Génesis,...” Frugoni complementa: “¿Qué mueve a la clase en sus acciones propias fundamentales? Su conciencia, si ésta se ha formado. Si no se ha formado aún, la noción confusa e instintiva de su interés. La conciencia colectiva de clase orienta su acción en el sentido de un interés histórico, que no puede confundirse, aunque coincida, con las aspiraciones individuales interesadas y que puede incluir aspiraciones generales e ideales, comunes a clases distintas o a hombres pertenecientes a las diversas clases” (…) “Cuando la conciencia colectiva de clase no existe, concluye Frugoni, ésta se mueve en los moldes que otras clases han forjado”...

* * *

A partir de la problematicidad del llamado socialismo científico (que para Frugoni es una metodología interpretativa, una explicación de la historia, una filosofía, una sociología, no un proyecto intangible, reiteramos) no más confusión ante los problemas de la estructura capitalista, no más gritos anárquicos, no más explosiones

Page 2: Prólogo de -Ensayos Sobre Marxismo

convulsivas. Marx, con dos descubrimientos esenciales, el materialismo histórico y la plusvalía, demuestra como en el capitalismo, el obrero, sujeto del trabajo y de la historia, pasa a ser objeto de la riqueza que él crea y otros disfrutan. El trabajador es apenas un medio, “un apéndice de carne de una máquina de acero”.

La contabilidad capitalista, en efecto, no registra nada más que trabajo abstracto, que se compra y que se vende, lo mismo si se trata de máquinas que de trabajadores. Con una diferencia: la reposición de las máquinas tiene un costo; la del trabajador, ninguno. Para eso está el ejército de reserva de los desocupados.

Esta oposición entre el trabajo vivo (el obrero) y el trabajo muerto (el capital); entre el ser y el poseer, es la ley profunda de la economía capitalista y de su desarrollo. Y es a partir de esta contradicción del capitalismo y de sus leyes inmanentes, que la sociedad capitalista “engendra en sí misma su propia negación”. Esta es la definición dialéctica materialista de Marx.

En “Génesis...”, escribe Frugoni: “Esta compenetración recíproca, este mutuo apoyarse de la idea socialista y la clase trabajadora, que se efunden en un destino común -aquella para ésta y ésta para aquella- no aparece en Marx sin un proceso previo de preparación en la historia. En su teoría, por el papel protagónico que en ella representa la lucha de clases, la idea socialista no es nada si el proletariado no la hace suya, y a su vez el proletariado no se emancipa si no ilumina su conciencia de clase con los resplandores de esa idea” (…) “Se advierte, pues, en el socialismo, como aspectoesencial, su condición de militancia de los trabajadores. Porque una acción de los trabajadores sin la idea socialista no es todavía el socialismo. Y una idea socialista desencarnada y en abstracto, desvinculada de la acción de clase de los trabajadores, no es tampoco el socialismo todavía”.

En la revista “Afirmación” de mayo-abril de 1941, dice Frugoni: “Nosotros somo discípulos de Marx sostenemos que si Marx pudo decir que no era marxista, nosotros podemos considerar que nuestro socialismo no es exclusivamente el de Marx”. Y en (“Génesis...)” El marxismo no es todo el socialismo (…) es un cauce y el cauce no es todo el río”. Por eso discrepa con cuantos erigen al marxismo “en una doctrina esotérica, con textos que sólo pueden descifrar los sacerdotes, lo que debe ser una doctrina clara para la acción, un sistema de ideas verificables en la práctica,relacionadas claramente con ésta, para interpretar los hechos de la vida social y política”...

* * *

Los esclavos lucharon contra la sociedad esclavista y la derrotaron, pero no triunfaron los esclavos sino los señores feudales que organizaron una nueva sociedad clasista, los poseedores de la tierra y los siervos de la gleba. Refiriéndose a las revoluciones que pusieron fin a la sociedad feuda, Marx considera que “la burguesía venció en ellas, pero la victoria de la burguesía no fue la victoria de un nuevo orden social, la victoria de la propiedad burguesa sobre la propiedad feudal”.

“La Revolución Francesa -escribe Frugoni- echó por tierra un mundo que no respondía a las exigencias de los nuevos factores nacidos y desarrollados en su seno. Abolió los privilegios feudales y proclamó los derechos del hombre” (…) “Y en el terreno político levantó el sufragio y la voluntad del pueblo como base del gobierno frente al viejo principio de las monarquías absolutas por derecho divino. No realizó todo lo que prometía. No emancipó al siervo para darle la entera libertad anunciada, sino para ponerlo bajo el yugo de una nueva tiranía económica, la tiranía del capital” (…) “El hombre fue libre ante la ley; igual ante la ley: hermano de los demás hombres ante la ley. Pero como laley que eso proclamaba no impedía que el hombre explotase al hombre, éste fue a menudo un esclavo encadenado por lamiseria y la necesidad”.

“Y ello, porque la burguesía con entera noción de sus intereses de clase, explica Frugoni, detuvo la revolución enlas fronteras de esos intereses de clase.

“Darle a una sociedad capitalista donde reina el régimen del salariado y la explotación el título de democracia “es casi como pretender, según el conocido ejemplo de Lasalle, que una higuera deje de serlo porque le colguemos un letrero que diga: es un manzano” (Discurso de Frugoni en la Constituyente):

Marx pone de manifiesto las dos leyes básicas de la libertad:a) En cualquier sociedad dividida en clases, la libertad de una de ellas tiene como condición la servidumbre de

las demás.b) Una libertad verdadera sólo es posible en una sociedad sin clases.Ello significa y así se ha dicho, que el trabajador en la sociedad capitalista se desdobla: como ciudadano, forma

parte de una “soberanía celestial”, puede votar y ser votado. Como miembro de una sociedad que consagra la propiedad privada de los medios de producción se encuentra prisionero de la jungla de los intereses capitalistas. La libertad política no traspone los umbrales de la empresa. Allí impera el derecho del propietario. Allí rige “la libertad de empresa”. Allí está el imperio del explotador, su frontera infranqueable, la clase que, en tanto clase1 sólo se preocupa de los logros materiales de la riqueza y del dinero. Y persigue ese objetivo al precio de convertir al obrero en simple mercancía, máxima degradación de la dignidad humana.

Fernando de los Ríos, socialista español, considera que la subversión capitalista consiste en la degradación relevante del hombre y del sentido de la vida por la consideración de aquel como objeto de mercado, subordinación real de ésta a los afanes de riqueza y expulsión de la idea del servicio prestado como base de valoración de los actos y razón del bienestar social.

1 Una clase social no se define por su nivel de vida. Un obrero aunque posea televisor, refrigerador y automóvil no dejará de ser obrero

Page 3: Prólogo de -Ensayos Sobre Marxismo

Debe haber pocos políticos en el Uruguay, si es que los hay, que han apreciado como Frugoni los valores de la democracia política y lo que significó la hermosa tradición democrática del país durante décadas, pero el derecho al sufragio y libertades políticas en la sociedad capitalista, entonces, no quiere decir emancipación universalmente humana. No puede haber igualdad de contrato donde no hay igualdad de poderes. Libertad quiere decir libertad dentro de la ley, y la ley tiene como marco la sociedad de que surge. “La trama de la ley en el período feudal, expresa las relaciones características de una sociedad cuya concepción del derecho y del deber está basada en la propiedad de la tierra: la ley, en una democracia capitalista, trata de expresar los intereses de una sociedad basada en la posesión de la riqueza. Del mismo modo que en la Rusia Soviética está deliberadamente dirigida a mantener y proteger el estado comunista”. (Harold Laski, “La crisis de la Democracia”).

El mismo Laski sostiene que en la sociedad capitalista las reformas sociales sólo son posibles en épocas de florecimiento comercial. Pueden llegar a ser una técnica de atenuación de las injusticias más agudas a condición de que no pongan en riesgo el régimen de propiedad privada. Pero cuando sobrevienen las crisis cíclicas del capitalismo (que en la historia demuestra inevitables cada vez más frecuentes, tal como Marx lo había previsto), surge el clamor en defensa de los intereses de los económicamente poderosos; se ahorra a costa de los gastos sociales, en perjuicio de los menos pudientes. Los reformadores son anulados y con ellos suelen anularse los principios del gobierno democrático; elparlamento, si logra sobrevivir, se vuelve cada vez más falsamente representante en la medida en que cada vez será más requerido para su defensa por los grandes intereses dominantes.

Tales las grandezas y las limitaciones de la democracia capitalista y de sus libertades formales. Frugoni tiene clara conciencia de esos límites pero también de sus posibilidades. Exhorta a los trabajadores a montar guardia junto a los derechos constitucionales cuando están vigentes y a luchar por su reconquista cuando se han perdido. Nunca se le ocurrió cambiar las urnas por la huelga. Sabía que las instituciones de la democracia capitalista no están organizadas para hacer viables los móviles que el socialismo proclama, pero sostiene que es necesario avanzar hasta donde sea posible “mediante la evolución revolucionaria”. Esta fórmula pertenece a Marx pero no impidió que durante un largo período le valiera a Frugoni como a todos los socialistas, como pretendido estigma, el rótulo de “reformista”. Hoy no hay ni en el campo gremial ni en el socialismo político, quien no la practique. Los pueblos no pueden desentenderse del “hoy y aquí”, dejando de reclamar mejoras mayores o menores, en la lucha contra la opresión económica, en espera de una transformación histórica para un futuro lejano e impreciso. Para el socialismo y con él todas las fuerzas del trabajo “la democracia formal de esencia burguesa no debe reducirse a tolerar al socialismo como oposición, ni este reducirse a decir no, sino debe tomar iniciativa histórica a todos los niveles: en la economía, en la política, en la cultura.”

* * *

¿Será posible el tránsito pacífico de la sociedad capitalista a la sociedad socialista? Marx y Engels, en el “Manifiesto Comunista”, sostienen que “la violencia es la comadrona de la historia” y Frugoni, que tal referencia sólo puede ser aceptada “como imagen descriptiva de hechos efectivamente comprobados, pero no como premisa de que la violencia es siempre factor imprescindible y principal en el proceso de las grandes transformaciones históricas. Ella no es sino un episodio exterior y visible, no intrínseco ni fatal, de un largo proceso de elaboración y de lucha, que no siempre necesita del estallido sangriento”... (Revista “Afirmación” ya citada).

La violencia no figura en el programa socialista pero sí en el de sus enemigos. En esta hora de dictaduras militares tal vez valga tomar un concepto aunque no provenga de un ideólogo sino de un literato. En su novela “Cien años de soledad”, García Márquez expresa su temor de que los revolucionarios tengan que emplear los mismos medios cuyo uso condenan en sus enemigos: “Lo que me preocupa es que de tanto odiar a los militares, de tanto combatirlos, detanto pensar en ellos, has terminado por ser igual a ellos. Y no hay ideal en la vida que merezca tanta abyección”, advierte uno de los personajes de su novela a otro, el general Moncada a su vencedor, el coronel Buendía. Teme que “la embriaguez de poder”, “el abismo de grandeza” deforme a los líderes revolucionarios. La soberanía puede apartar de la realidad a los vencedores, hecho al que el escritor da una expresión plástica cuando mueve a su personaje principal, el coronel, a prohibir que nadie se le acerque a menos de tres metros.

En la Declaración de Principios del “Movimiento Socialista”, Frugoni escribió: “Los socialistas no deseamos el uso de la violencia porque genera en los hombres impulsos y sentimientos que son la negación de los necesarios para construir la sociedad socialista. Nosotros preferimos que sean los enemigos los que carguen el estigma de promoverla para evitar la democracia socialista”.

Importa precisar que Frugoni dejaba al enemigo el estigma de promover la violencia, pero no era partidario de la resignación. Fue claro en reivindicar para el pueblo el derecho de revolución. (Frugoni: “El Socialismo no es violencia, ni despojo, ni reparto”). En la Plataforma de Principios del “Movimiento Socialista” (Congreso de Salto, año 1963) incluyó el derecho del pueblo a tomar las acciones necesarias para no ser estafado por la violencia represiva, en su destino histórico.

* * *

Frugoni no tenía duda que así como por obra de los contrarios generando una nueva síntesis, de la sociedad esclavista se pasó a la sociedad feudal y de ésta a la capitalista, de la sociedad capitalista se pasará al socialismo, pero ¿qué socialismo? Su propuesta, expresa o tácita, surge de toda su prédica.

No aceptaba la idea de una revolución por obra de minorías porque por más esclarecidas que se pretenda una

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minoría, por serlo, sólo puede mantenerse en el poder agigantándose en el poder represivo, y Frugoni no aceptaba la justicia a costa de la libertad, consecuente con su idea de que no hay libertad verdadera sin socialismo ni verdadero socialismo sin libertad. En “América, escribe en (“Génesis...”, por el instinto irrevocable del pueblo, que ha recibido la herencia psíquica de las multitudes bravías que trazaron a punta de lanza el camino de la Independencia, no se conciben formas de socialismo sin libertad”.

Quería una sociedad plenamente democrática y plural, esto es, sin excluidos, apoyada en mayorías democráticas,sin partido único (Marx nunca habló de partido único y al igual que Engels siempre se sintió incómodo en las organizaciones partidarias). Frugoni concebía al socialismo como un desarrollo de la libertad; libertad para hacer posible el ser huano en todas sus dimensiones: económicas, sociales, culturales, estéticas, científicas, sin ningún dualismo alienante; libertad para planificar la economía; planeamiento democrático, no totalitarismo planificador. Nadietendrá título suficiente para sustituir a los trabajadores a pretexto de representarlos. Todos los trabajadores, manuales o intelectuales, los ciudadanos todos, deberán tener derecho a participar democráticamente en la definición de los objetivos y en el control de la realización socialista.

Frugoni considera que en cualquier tipo de sociedad, capitalista o socialista, en que la libertad individual constituya un peligro la solución no es suprimir la libertad sino modificar las estructuras que hacen de la libertad, un peligro. Siendo el conocimiento social acumulativo, nadie, en ninguna circunstancia, podrá detenerlo en un punto fijo. Siempre habrá un futuro por crear e inventar. Siempre deberá haber libertad para moldear la sociedad en que se ha de vivir. El tipo de sociedad socialista que Frugoni quería deberá poseer tres condiciones básicas: ser susceptible de comprensión y crítica, ser abierto y modificable a tenor de los hechos, ser verificable, es decir, práctica.

El ser humano es una inquietud dialéctica en desarrollo y evolución; por eso mismo ningún tipo de sociedad puede ser concebida ahistóricamente.

La cuestión final, para Frugoni, es la liberación de los seres humanos de todas las servidumbres, materiales sociales, burocráticas, políticas, ideológicas; crear relaciones socialistas de producción para hacer posible una superior forma de vida y una superior calidad existencial.

EDUARDO JAURENA