prólogo a cantos de los altos de huenao de olga cárdenas

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El lamento de los cercos en los Cantos de los Altos de Huenao de/en Olga Cárdenas. Desde un tiempo a esta parte, digamos con mayor precisión, desde la fundación del taller literario Aumen (1975), la poesía escrita en Chiloé, asume una forma contemporánea de enfrentar lo que hoy entendemos como comunicación o discurso poético. Con ello no se ha querido más que enfatizar en el hecho de que los autores asumen de manera informada no sólo el oficio de escribir, sino que también de los temas a que hacen referencia en lo que escriben, lo que ha dado por resultado un desplazamiento del intimismo hacia zonas poéticas que tienen que ver más con la sociedad, la historia, o la identidad cultural. Estas y otras razones –que es imposible y no corresponde extender en este espacio- son las que han permitido que críticos literarios o estudiosos de la literatura como Iván Carrasco, hayan denominado a este tipo de poesía como poesía etnocultural, concepto que permite distinguir, no sólo a cierta poesía que se escribe en Chiloé, sino que también a la que se reconoce como poesía mapuche, conceptualización que por lo demás ha permitido diferenciar a este tipo de poesía de la denominada lárica, que como se sabe, fue un concepto que Jorge Teillier usó para definir su propia poesía, y que la comodidad de la crítica literaria centralista aplicó a toda la poesía del sur de Chile. Podríamos decir entonces que la crítica ha desalambrado cercos para imponer otros, y tal como sabemos, el

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En este texto se realiza una lectura interpretativa del libro de la autora chilota. En sintesis, el hablante lírico asume su mestizaje y desde allí escruta la historia y la memoria ancestral

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Page 1: Prólogo a Cantos de Los Altos de Huenao de Olga Cárdenas

El lamento de los cercos en los Cantos de los Altos de Huenao

de/en Olga Cárdenas.

Desde un tiempo a esta parte, digamos con mayor precisión, desde la fundación del taller literario

Aumen (1975), la poesía escrita en Chiloé, asume una forma contemporánea de enfrentar lo que hoy

entendemos como comunicación o discurso poético. Con ello no se ha querido más que enfatizar en el

hecho de que los autores asumen de manera informada no sólo el oficio de escribir, sino que también

de los temas a que hacen referencia en lo que escriben, lo que ha dado por resultado un

desplazamiento del intimismo hacia zonas poéticas que tienen que ver más con la sociedad, la historia,

o la identidad cultural. Estas y otras razones –que es imposible y no corresponde extender en este

espacio- son las que han permitido que críticos literarios o estudiosos de la literatura como Iván

Carrasco, hayan denominado a este tipo de poesía como poesía etnocultural, concepto que permite

distinguir, no sólo a cierta poesía que se escribe en Chiloé, sino que también a la que se reconoce como

poesía mapuche, conceptualización que por lo demás ha permitido diferenciar a este tipo de poesía de

la denominada lárica, que como se sabe, fue un concepto que Jorge Teillier usó para definir su propia

poesía, y que la comodidad de la crítica literaria centralista aplicó a toda la poesía del sur de Chile.

Podríamos decir entonces que la crítica ha desalambrado cercos para imponer otros, y tal como

sabemos, el trabajo de poner cercos, conforma a algunos y deja lamentándose a otros.

La autora de este libro, Olga Cárdenas, participó en el Taller Literario Aumen entre los años 1983 y

1984. Su poesía, por tanto, no es ajena, a los rasgos o cercos teóricos literarios que hemos delineado.

Su poesía también se ha nutrido de las preocupaciones que han tenido como objeto poético a un sur de

Chile multicultural y diverso, así como lo han hecho otros autores del taller: José Teiguel (La Heredad

del Pasto y el agua), interviene el discurso del poblamiento de la zona de Llanquihue, Víctor Hugo

Cárdenas (Treca, Treca Peñi), la problemática de los huilliches de San Juan de la Costa, pero

principalmente Chiloé en sus distintas dimensiones ha sido una preocupación permanente para autores

del taller como el ya citado Cárdenas, Sergio Mansilla, Sonia Caicheo, Nelson Torres, Mario García,

que de una u otra forma han visibilizado el rostro indígena de Chiloé, especialmente Miriam Torres

Millán, con su poco conocido poemario “Nguillatun para los días por venir”. Con todos estos autores,

Olga, comparte espacios temáticos y formales, pero al igual que los demás, en estos Cantos de los

Altos de Huenao, se distingue con su propia voz, a través de este libro.

Page 2: Prólogo a Cantos de Los Altos de Huenao de Olga Cárdenas

En estos textos, Olga Cárdenas, instala una situación comunicativa poética compleja desde la misma

denominación de Cantos a textos escritos. Como sabemos, un canto exige el protagonismo del oído,

por sobre el sentido de la vista, y -como ya se ha destacado en las ciencias humanas- la audición del

mundo permite un contacto con el ser interior de las cosas y las persona, la vista –se ha dicho- aleja y

se queda en la superficie de lo que se observa. La paradoja de estos textos, es que son escritos, y sólo

es por la acción del discurso poético, que exige una actitud cooperativa y solidaria, es por lo que

podemos leer/escuchar estos cantos que en los Altos de Huenao (sector rural de la isla de Quinchao),

que la autora ha escuchado y/o que allí se escuchan, y que Olga, nos presenta para que leamos y re-

creemos como cantos.

La estructura textual se divide en tres zonas de acción comunicativa, en los que se lee/escucha cada

uno de los tres cantos que lo componen: Canto Primero, eternamente correremos la flecha.., Canto

Segundo, soy cría del mestizaje obligado., y Canto Tercero, sexta generación., aparentemente

independientes, ya que se encuentran separados textualmente, cerrados y cercados por los nombres y

subtítulos, a modo de epígrafe que los identifican. Sin embargo, en el desarrollo del texto, cada una de

las tres zonas textuales expresa, anuncia, proyecta y retrotrae a las anteriores, comunican él y los

espacios humanos y temporales, que tampoco son estables ni diferenciados. Esta forma constructiva

permite hacer visibles y vivos a cada uno de los enunciantes, la interacción de discursos y espacios en

los que se rompen los cercos del tiempo o los que separan la vida o la muerte, ante el lector viven para

hacer testimoniar su versión de la historia y del presente, surgir desde el olvido.

Las tres secciones del libro adquieren unidad y sentido, se imbrican y colaboran en construir un solo

canto, cuyo propósito es expresar/escuchar las voces de la memoria identitaria, la voz que surge del

mestizaje cultural y biológico, así lo expresa el hablante vivo e inmamente que vertebra estos textos:

“soy cría del mestizaje obligado/ por las noches me habitan lenguas”. Los citados versos además nos

dan cuenta y justifican el carácter polifónico de la construcción textual poética, por ello a veces el

canto surge desde la ausencia, otras desde la voz silenciada de sus transformaciones:las cortezas que

tiñen nuestras mantas/ nunca han hablado de ese pasado. Son (...)Seres olvidados e invisibles, que se

presentan y hacen uso del discurso apelando a la memoria identitaria oral, surgen desde la negación o

desde la inmanencia de los objetos, otras, como voz de un colectivo que denuncia: deseaban nuestras

mujeres/ y por defenderlas/ nos mataron.

A través de la reconstrucción polifónica de la memoria, la autora se enfrenta al discurso de la historia y

de la construcción de sí misma:

…el habla transparente de los vidrios

Page 3: Prólogo a Cantos de Los Altos de Huenao de Olga Cárdenas

me repite

como lo hiciera alguna vez mi madre:

- aquí no viven indios,

ellos están en otra parte.

La negación es impotente frente a un mestizaje que se visibiliza en todos los niveles o dimensiones de

la realidad, no se puede creer porque la relación intercultural se constata en los espacios y símbolos de

la cotidianidad, en lo material e intangible, en la autopercepción individual, comunitaria y genérica,

una visión y cosmovisión de la trascendencia individual, colectiva, genérica, también mestiza, híbrida,

señala: “Las sirenas traídas del viejo continente/ se unen al pasacalle/ y a las cholgas ahumadas.” Estos

Cantos de Olga, rompen una visión ingenua y casi idílica que presentan ciertos discursos conciliadores,

literarios y no literarios, respecto al llamado encuentro de dos culturas. El discurso poético de estos

cantos es expresión del cruce insatisfactorio de dos formas de ser y habitar el mundo, cosmovisiones

en conflicto, sin reconciliarse aún.

Me parece relevante destacar que la complejidad del libro que antecedo tiene que ver con su

construcción poética, por un lado, pero también con la configuración de un sujeto emisor en un

proceso cognitivo/afectivo de re/construcción de sí mismo, en el que el texto, de esta forma se

constituye en expresión de una autoconciencia que expone la intrincada trama de una memoria

identitaria que se manifiesta a sí misma y obliga, tal vez por una necesidad catártica, a que el emisor

exprese la complejidad de un proceso de autoreconocimiento del ser mestizo, a sabiendas de lo que

esto significa: asumir la fragmentación y la dualidad, la semejanza y su diferencia, la culpabilidad y la

inocencia, la inter y transculturalidad. En síntesis, el emisor es una especie de interconciencia que (se)

da cuenta de su unidad, alteridad y fragmentación, en el violento mestizaje que lo constituye, en su

dramática realidad que es historia de un colectivo, pero también es historia individual, personal:

Pero va tu asesino conmigo,

está en mi piel

y en mis ojos y en mis sueños.

Está en el pie que te persiguió

y en mi descendencia.

Y convive contigo

En el río de mi sangre.

Page 4: Prólogo a Cantos de Los Altos de Huenao de Olga Cárdenas

Porque estos cantos de los Altos de Huenao, hacen referencia concreta a la matanza de un poblado

indígena en Huenao, realizado por los conquistadores españoles para sofocar y aniquilar la resistencia

indígena en el contexto de la concertación y sublevación en contra de la explotación, cansados de los

tormentosos tratos recibidos, especialmente del encomendero José de Andrade y a cincuenta y seis

años del último intento de rebelión. Los williche, el 26 de enero de 1712 acordaron correr la flecha de

guerra y levantarse el diez de febrero del mismo año, aprovechando que muchas comunidades se

encontraban reunidas en Quilquico para el juego del ” Linao”. Señala la investigación de Olga, que el

día 12 de febrero llegó a Huenao Don Alonso López de Gamboa con cuarenta hombres para

enfrentar a los williche. Tomó cien prisioneros a quienes ejecutó de inmediato. La escasa información

acerca de este suceso nos dice que los hombres al mando de Don Juan de Aguilar y de Diego Téllez

de Barrientos habrían dado muerte a más de sesenta rebelados “a la vuelta de Huenao”, la “la punta

de Huenao”, fue el punto de conexión entre la isla de Quinchao y la Isla grande de Chiloé hasta 1978,

año en que los balseos fueron suprimidos definitivamente. Recuerda Olga Cárdenas: “Alguna vez

escuché de alguno de mis vecinos (cuando era chica) que un poco más arriba de mi casa se oían

galopes de caballos en medio del monte que los antiguos decían que eran españoles persiguiendo

indios, esto lo oí una o dos veces nada más, igual me daba miedo pasar por ahí en las noches…al

mando de la matanza fue un hijo del gobernador Gallardo quién se quedó en huenao y que sería el

tatarabuelo del abuelo de mi tatarabuelo.

Entonces, por Olga Cárdenas, desde los Altos de Huenao, no sólo seremos testigos del mar, los cercos

que florecen, a pesar de los alambres, sino que también escuchamos un silencio que canta, porque

…en lo profundo del bosque

duerme el peso de los ojos de nadie.

Y hay quienes después de tanto tiempo

aún no entienden el lamento de los cercos

...y otras tantas cosas.

Mario García Álvarez

En Rauco, Chiloé, a 26 de diciembre de 2011