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Editores: Raphael Hoetmer, Miguel Castro, Mar Daza, José De Echave C. y Clara Ruiz MINERÍA Y MOVIMIENTOS SOCIALES EN EL PERÚ INSTRUMENTOS Y PROPUESTAS PARA LA DEFENSA DE LA VIDA, EL AGUA Y LOS TERRITORIOS

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  • PROGRAMA DEMOCRACIA Y TRANSFORMACIN GLOBAL

    Editores:Raphael Hoetmer, Miguel Castro, Mar Daza,

    Jos De Echave C. y Clara Ruiz

    PROGRAMA DEMOCRACIA Y TRANSFORMACIN GLOBAL

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    minera y movimientos sociales en el per

    instrumentos y propuestas para la defensa de la vida, el agua y los territorios

    PROGRAMA DEMOCRACIA Y TRANSFORMACIN GLO-BAL se ha constituido en sus diez aos de existencia en

    un centro autnomo de investigacin, forma-cin y comunicacin alternativa y popular, que busca potenciar las luchas por un mundo mejor, basado en la autonoma, la diversidad, la demo-cracia radical, el equilibro con la naturaleza y la justicia social, promoviendo la construccin de pensamientos crticos y saberes libertarios, des-de y para la accin poltica transformadora.

    Por ello, buscamos crear espacios de dilo-go, de reflexin y accin crtica entre diferentes actores sociales. Tambin estamos comprome-tidos con el desarrollo de nuevas metodologas de investigacin y construccin de conocimien-tos, de formacin y comunicacin, que partan del compromiso con el cambio social, y faciliten la recuperacin de saberes y experiencias po-pulares. Finalmente, buscamos crear nuevas relaciones de acompaamiento de los procesos de articulacin y las organizaciones sociales afi-nes, basadas en la horizontalidad, el dilogo y la complementariedad. Ms informacin: www.democraciaglobal.org

    COOPERACCIN es una Organizacin No Guberna-mental peruana sin fines de lucro, que enmarca sus

    actividades en el campo del desarrollo sos-tenible en zonas de influencia de actividades de explotacin intensiva de recursos natura-les. Su propsito es contribuir al logro de un equilibrio ambiental, econmico y social en-tre la explotacin de estos recursos y el de-sarrollo de las localidades y del pas. Facilita y acompaa la participacin y el liderazgo de los actores sociales con quienes trabaja, en procesos de planificacin y de gestin de sus propias estrategias de desarrollo local.

    Trabaja con organizaciones sociales, autori-dades locales, comunidades campesinas, comu-nidades minero-artesanales, pescadores artesa-nales y pequeos empresarios de estas zonas; en colaboracin con otras ONG e instituciones privadas y pblicas. Actualmente desarrolla su trabajo en Piura, Apurmac, Cusco y Lima. Ms informacin: www.cooperaccion.org.pe

    ACSUR-LAS SE-GOVIAS es una o r g a n i z a c i n

    ciudadana, pluralista y laica, comprometida con una accin de transformacin social para construir un modelo de desarrollo equitativo, sostenible y democrtico a escala global para hombres y mujeres. Esta ONGD fue fundada en 1986 y pretende contribuir al desarrollo de conciencia crtica de la ciudadana, acompa-ando procesos de participacin democrtica y organizacin social, desde la perspectiva y el mbito de la solidaridad y la cooperacin in-ternacional. ACSUR se reivindica como una or-ganizacin internacionalista, ciudadana, parti-cipativa, poltica y feminista. Se siente parte de los movimientos sociales y no concibe su accin sin el trabajo en red. Mas informacin: www.acsur.org

    ENTREPUEBLOS es una asociacin inde-pendiente que promue-ve cambios sociales para que las personas

    de cualquier lugar del mundo, tanto mujeres como hombres, puedan ejercer sus derechos humanos, polticos, econmicos, sociales, culturales y medioambientales. El feminismo, la defensa del territorio, la soberana alimen-taria, la lucha por los derechos humanos y contra la impunidad, son los principales ejes temticos de nuestro trabajo.

    Cooperamos con organizaciones socia-les de Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Per, Marruecos y con el MST de Brasil. En nuestro pas establecemos alianzas y colaboraciones con organizaciones con las que compartimos perspectivas y acciones. Queremos potenciar y formar parte de los movimientos sociales que asumen y difunden los valores de la solidaridad internacional, la justicia social, la equidad de gnero y la soste-nibilidad de una vida humana digna en nues-tro planeta.

    Ms informacin: http://www.entrepue-blos.org

    en Minera y movimientos sociales en el Per, ms de 40 investi-gadores, analistas, dirigentes sociales y autoridades revisan cr-ticamente el escenario de la expansin minera en el Per de las ltimas decadas. Analizan cmo la profundizacin del extractivismo, basada en la explotacin ilimitada de bienes comunes para la expor-tacin y en el mito del crecimiento econmico como fundamento para el desarrollo y el progreso, est reorganizando la sociedad, los territorios, la economa y la poltica.

    Frente a ello, estn surgiendo cada vez ms conflictos ecoterri-toriales, en los cuales las respuestas de los actores sociales se han vuelto ms programticas. Este libro presenta una serie de propues-tas de reformas polticas urgentes para regular la actividad minera en el pas generadas a raz de los conflictos. A la vez, plantea un debate de fondo sobre el desarrollo extractivista, las propuestas de cambio y las alternativas de vida frente a esto que estn surgiendo de los movimientos sociales peruanos en los timos aos como el buen vivir, el postextractivismo, los ecofeminismos, entre otros.

    OT. 12989 / Programa Democracia y Transformacin Global-Minera y Movimientos Sociales / Lomo OK: 3.4 cm.-papel bond 75 gr.-648 pginas-COS FR/Medida:50.4 cm. / JB

    CYAN MAGENTA AMARILLO NEGRO

  • Minera y movimientos sociales en el PerInstrumentos y propuestas para la defensa de la vida, el agua y los territorios

  • Pgina anterior: Retablo elaborado por Teodoro Ramrez Pea sobre la realidad de la minera en el pas.

  • Minera y movimientos sociales

    en el PerInstrumentos y propuestas para la defensa

    de la vida, el agua y los territorios

    666

    editores y editoras: Raphael Hoetmer, Miguel Castro, Mar Daza, Jos De Echave C. y Clara Ruiz

    autores y autoras:Antonio Rodrguez-Carmona, Horacio Machado, Joan Martnez Alier,

    Csar Padilla, Guadalupe Rodrguez, Emma Gmez, Mar Soler, Mara Teresa Arana, Felipe Cortez, Federico Helfgott, Julia Cuadros, Silvia Romio,

    Claudia Viale, Carlos Monge, Pepe Julio Gutirrez, Elizabeth Lpez, Magdiel Carrin, Rosa Sara Huamn, Jaime Borda, Carmen Shuan, Marco Arana, Blanca

    Llamoctanta, Janeth Caruajulca, Rosa Cercado, Edy Benavides, Milton Snchez, Gregorio Santos, Anah Chaparro, Martin Scurrah,

    Anthony Bebbington, Vernika Mendoza, Mirtha Vsquez, Roco Silva Santisteban, scar Mollohuanca, Silvia Passuni, Alejandro Chirinos,

    Javier Jahncke, Luis Vittor, Ana Leyva, Juan Aste, Javier Arellano, Pedro Francke, Eduardo Gudynas, Nadia Ruiz, Mario Palacios, Silvia Tello, Diego Saavedra, Laura

    Lucio y Paul Maquet

    666

    PROGRAMA DEMOCRACIA Y TRANSFORMACIN GLOBAL

  • Minera y movimientos sociales en el PerInstrumentos y propuestas para la defensa de la vida, el agua y los territorios

    Primera edicinLima, setiembre de 2013

    ISBN: 978-612-46530-0-1Hecho el Depsito Legal en la Biblioteca Nacional del Per N 2013-13306

    Programa Democracia y Transformacin Global 6 de Agosto 838, Interior E, Jess Mara, Lima Telfono: (+51) (1) 7153450 www.democraciaglobal.org / [email protected]

    CooperAccin Ro de Janeiro 373, Jess Mara, Lima 11, Per Telfono: (51-1) 4613864 / (51-1) 4612223 www.cooperaccion.org.pe / [email protected]

    AcSur Las Segovias Plaza Doctor Laguna, n 10 local c. 28009, Madrid Telfono: +34 914291661 Fax: +34 914291593

    EntrePueblos Plaza Ramn Berenguer El Gran, 1, 3r-1a - Barcelona - 08002 [email protected] Telfono: (34) 93 268 33 66 Fax: (34) 93 268 49 13

    Cuidado de la edicin: Ral Huerta, Raphael Hoetmer y Vernica Ferrari Diseo y diagramacin: Ral HuertaDiseo de la cartula: Silvia TelloFoto de la portada: Enrique Castro MendvilCorreccin de textos: Vernica Ferrari

    Esta publicacin ha sido posible gracias a la colaboracin de AcSur Las Segovias, EntrePueblos, la Plataforma Interinstitucional Celendina, el Frente de Defensa de los Intereses, Derechos y Ambiental Provincial Hualgayoc-Bambamarca, Derechos Humanos sin Fronteras, Grufides y el Despacho de la Congresista Vernika Mendoza Frisch, y gracias al auspicio de: Diakonia, 11.11.11, Ingenieros sin Fronteras y la Agencia Catalana de Cooperacin al Desarrollo.

    Impreso en Per / Printed in Peru

  • DEMOCRACIA

    Esta democracia, ya no es democraciaSi a punta de balas, nos imponen leyesEl pueblo reclama, el agua que es vida.Banderita, banderita, bandera peruanitaTodos juntos lucharemos, y les ganaremosCon el puo en alto, todos gritaremosAgua s, oro noAgua s, oro no.

    Cancin popular de resistencia, Cajamarca, Per Interpretada por Yeny Cojal Rojas

  • Campaa de concienti zacin sobre el impacto de la minera en Tambogrande.

  • nDICE

    Agradecimiento 17

    Introduccin 19

    I. Acercamientos

    Antonio Rodrguez-Carmona y Miguel Castro Los imaginarios que sostienen la expansin minera en los Andes 31

    Horacio Machado Aroz Minera, modernidad y colonialismo. Una aproximacin a la naturaleza mineral del orden colonial moderno 47

    Joan Martnez Alier Economa ecolgica y justicia ambiental 81

    Csar Padilla Expansin de la minera en Amrica Latina 95

    Guadalupe Rodrguez Minera, para qu, para dnde y para quin? Una mirada al hambre de materias primas del Norte y de cmo est insertada la actividad minera en nuestras sociedades y modelo econmicos 109

    II. Continuidades y nuevos retos en el escenario actual de la minera

    Emma Gmez Continuidades y rupturas de la minera en el pas 123

    Mar Soler Masgrau Agua, actividad minera y cambio climtico, un sistema de complejas interacciones y desastrosas consecuencias 133

    Mara Teresa Arana Zegarra La minera, un riesgo para la salud pblica? 147

  • Entrevista con Felipe Cortez Cevallos Pese a que el Callao no es un centro minero, aqu se encuentran instalados, por lo menos, siete depsitos de concentrados txicos en

    asentamientos humanos y urbanizaciones que no cuentan con las medidas de prevencin y seguridad correspondientes 173

    Federico Helfgott Seier Cerro de Pasco: el eterno traslado 179 Julia Cuadros Falla La minera informal en el Per 191

    Silvia Romio Minera Afrodita en Alto Amazonas. Territorio de confine en la lucha socioambiental de la selva peruana 213

    Claudia Viale y Carlos Monge Minera, energa y Amazona: la Amazona como abastecedora de una demanda energtica insostenible 237

    Mapas, cuadros y tablas de la realidad de la minera en el Per 249

    III. El rol de los movimientos sociales: entre la represin y las transformaciones institucionales

    Raphael Hoetmer Minera, movimientos sociales y las disputas del futuro: claves de lectura y pistas de reflexin-accin 265

    III.1 Los actores: frentes, rondas y mujeres

    Entrevista con Pepe Julio Gutirrez Nuestro valle siempre se desarroll con la agricultura 283

    Elizabeth Lpez Mujeres, minera y nuevos modelos de desarrollo 293

    Entrevista con Magdiel Carrin Pintado Nosotros tenemos la gran responsabilidad de hacer conocer que

  • las rondas campesinas no son grupos terroristas, ni extremistas, sino ms bien somos defensores de nuestros territorios, de la vida, de la salud y de la seguridad econmica 301

    Entrevista con Rosa Sara Huamn Rinza El territorio es alegra, porque es quien reproduce y da vida 309 Jaime Borda Espinar y la minera: entre movilizaciones, procesos de dilogo y lecciones de resistencia social 315

    Entrevista con Carmen Shuan Esta lucha no es para nosotros solamente, para los que vivimos hoy, sino que es para esas futuras generaciones, para todos los pueblos 331

    III.2 El caso Conga: momento de inflexin y nuevos escenarios para las luchas sociales Entrevista con Marco Arana Zegarra Este Estado no es garante de derechos pblicos sino de derechos privados 339

    Entrevista con Blanca Llamoctanta, Janeth Caruajulca y Rosa Cercado Chvez Megaminera en Cajamarca desde las experiencias de vida de las mujeres: el derecho a la protesta, impactos, propuestas y participacin poltica de las mujeres de Bambamarca en la defensa del agua frente al proyecto minero Conga 357

    Entrevista con Edy Benavides Hemos logrado descifrar realmente cmo se ha estado manejando la administracin de nuestro pas. Ahora nos va a permitir encaminar propuestas, encaminar planes para poder recuperar lo que es nuestro 365

    Entrevista con Milton Snchez Cubas El conflicto de Conga cuestiona seriamente el modelo de desarrollo de nuestro pas 371

  • Entrevista con Gregorio Santos Guerrero Cuando Humala realiz la declaracin pblica de Conga va, perdimos la esperanza del apoyo nacional y supimos que esta sera una lucha de Cajamarca frente a los supuestos intereses nacionales 381

    III.3 Entre la represin y la posibilidad de transformaciones institucionales

    Anah Chaparro, Martin Scurrah y Anthony Bebbington Movimientos sociales, conflictos y posibilidades de cambio institucional en el sector extractivo 391

    Entrevista con Vernika Mendoza Frisch Los conflictos significan posibilidades para mejorar la institucionalidad ambiental 403

    Mirtha Vsquez La criminalizacin de la protesta social como estrategia de desarticulacin del movimiento social en el Per 415

    Roco Silva Santisteban Porque son perros. Protestas, discursos autoritarios e industrias extractivas: el caso Conga 435

    IV. Propuestas e instrumentos para repensar la minera: avances y desafos para reformas posibles

    Entrevista con Jos De Echave C. Cul es el apuro por hacer todos los proyectos mineros al mismo tiempo? 459

    Entrevista con scar Mollohuanca Cruz Es bueno escuchar a los tcnicos y profesionales, pero hay que acercarse mucho ms a los pueblos 471

    Silvia Passuni y Alejandro Chirinos Ordenamiento territorial 479

  • Javier Jahncke El difcil camino hacia la implementacin efectiva del derecho a la consulta previa en el Per. Implicancias en los mecanismos de participacin ciudadana 491

    Luis Vittor Las consultas vecinales sobre la minera: experiencias y desafos 503

    Ana Leyva El sistema de gestin ambiental bajo la lupa de los conflictos sociales 511

    Juan Aste Daffs Valoracin ambiental. Compensacin sin proteccin? 527

    Javier Arellano Minera y desarrollo: ideas para repensar el canon 535

    Pedro Francke Rediscutiendo la economa extractivista peruana 551

    V. Transiciones a alternativas al desarrollo

    Eduardo Gudynas La construccin de otros futuros y las alternativas al extractivismo 567

    Mar Daza Quintanilla, Nadia Ruiz Alba y Clara Ruiz Navarro Pistas y aportes de los ecofeminismos en el Per 583

    Mario Palacios Panz El Allin Kawsay o Buen Vivir: propuestas comunitarias como horizonte de vida plena 609

    Jos De Echave C. y Carlos Monge Una propuesta para replantear el rol de la minera en el pas 631

    Sobre las y los autores 639

  • NDICE DE MAPAS, CUADROS Y GRFICOS

    MAPAS

    MAPA 1: Casos presentados en el libro 18MAPA 2: Tasa de desnutricin crnica en nios menores de 5 aos por departamento 152MAPA 3: Las concesiones mineras en el Per 250MAPA 4: Ocupacin de concesiones mineras segn cuencas hidrogrficas 252MAPA 5: Tierras de comunidades campesinas y nativas con superposicin de concesiones mineras 253

    CUADROS

    CUADRO 1: Componentes ambientales de los Objetivos de Desarrollo del Milenio 150-151CUADRO 2: Estratos de la minera: principales parmetros 195CUADRO 3: Titulares de concesiones mineras segn rgimen de actividad 198CUADRO 4: Nmero promedio de hectreas por titular minero en 2011 201CUADRO 5: Evolucin del consumo final de energa 239CUADRO 6: Evolucin del consuma nacional de energa por sectores, 1970-2009 242CUADRO 7: Produccin de energa hoy y estimaciones del MINEM para futuro cercano 245CUADRO 8: Proyecto de centrales hidroelctricas en la vertiente del Atlntico 247CUADRO 9: Minera y comunidades campesinas en el sistema normativo peruano 254-259CUADRO 10: Actividades de un proyecto minero 260-261CUADRO 11: Normas modificadas o creadas para reprimir la protesta social. Periodo 2002-2012 423-424CUADRO 12: La cadena de valor en la gestin de los recursos naturales 540CUADRO 13: Filosofa occidental versus Cosmovisin andina 616

  • GRFICOS

    GRFICO 1: Cambio experimentado por la temperatura a nivel mundial y continental 136GRFICO 2: Evolucin del rgimen minero segn nmero de titulares de derecho 199GRFICO 3: Evolucin del rgimen minero segn nmero de derechos otorgados 200GRFICO 4: Evolucin del rgimen minero segn extensin de las concesiones mineras (en hectreas) 200GRFICO 5: Per: distribucin de la PEA ocupada por rama de actividad 202GRFICO 6: Oferta interna bruta de energa. Incluye energa comercial y no comercial 240GRFICO 7: Balance nacional de energa 240GRFICO 8: Resultado de la proyeccin de la demanda a nivel de uso final por productos 241GRFICO 9: Resultados de la proyeccin de la demanda a nivel de uso final por sectores 243GRFICO 10: Evolucin del otorgamiento de concesiones mineras en el Per (1991-2012) 251GRFICO 11: Evolucin de los conflictos sociales segn la Defensora del Pueblo (2005-2012) 251GRFICO 12: Media anual para el periodo 2005-2010 de transferencia per cpita a los gobiernos subnacionales de las distintas regiones 542GRFICO 13: Relacin entre transferencias per cpita y NBI en 2011 543GRFICO 14: Participacin de la minera e hidrocarburos en el PBI 551GRFICO 15: Amrica Latina y el Caribe: Evolucin de la estructura de las exportaciones al mundo desde inicios de los aos 80 552GRFICO 16: Resumen de los distintos tipo de futuros posibles 571

  • COLABORADORES

    AUSPICIADORES

    Despacho de la Congresista Veronika MendozaCONGRESO de la REPBLICA del PER

    Frente de Defensade los Intereses,

    Derechos y AmbientalProvincial Hualgayoc-

    Bambamarca-Cajamarca(FREDIDAP H-BCA)

  • 17

    AGRADECIMIENTO

    Minera y movimientos sociales en el Per. Instrumentos y propuestas para la de-fensa de la vida, el agua y los territorios es el resultado de un esfuerzo colectivo de ms de cincuenta personas preocupadas por el escenario actual de la minera en el pas, caracterizado por su expansin en un contexto de falta de una regulacin adecuada de la actividad extractiva, la aplicacin de polticas de represin, el cre-cimiento de conflictos mineros, y la ausencia de un debate pblico amplio sobre el futuro de la sociedad peruana. Creemos colectivamente que desde los procesos de movilizacin y organizacin social han surgido una variedad de propuestas e instrumentos que pueden servir para transformar el panorama actual de conflic-tividad y polarizacin social, de daos al medio ambiente y vulneraciones estruc-turales de los derechos humanos, y de falta de canales democrticos para decidir sobre los modelos de vida deseados para nuestro Per.

    Esta publicacin fue impulsada por el Programa Democracia y Transformacin Global, CooperAccin, AcSur Las Segovias y EntrePueblos, en el marco de cola-boraciones interinstitucionales que buscan contribuir justamente a un debate pblico sobre las reformas necesarias del sector extractiva, y sobre las alterna-tivas al extractivismo para la sociedad peruana. Agradecemos la colaboracin de Derechos Humanos sin Fronteras, Grufides, la Plataforma Interinstitucional Celendina, el Frente de Defensa de los Intereses, Derechos y Ambiental Provincial Hualgayoc-Bambamarca, y el Despacho de la Congresista Veronika Mendoza, tambin los auspicios de Diakonia, 11.11.11, Ingenieros sin Fronteras y la Agencia Catalana de Cooperacin al Desarrollo.

    La realizacin tcnica y creativa de la edicin se la debemos a Vernica Ferrari (la revisin y correccin de textos), Silvia Tello (el diseo de la portada), Silvia Passuni y Emma Gmez (elaboracin de mapas y grficos) y Ral Huerta (la diagramacin, el diseo y el cuidado de la edicin). Paul Maquet, Silvia Tello, Diego Saavedra y Laura Lucio contribuyeron con la realizacin y edicin de entrevistas con actores claves de este escenario. Estamos orgullosos de poder incluir el retablo ayacuchano hecho por Teodoro Ramrez, como un anlisis desde el lenguaje artstico de la realidad minera.

    A todos ellos les queremos agradecer profunda y sinceramente por habernos asistido en la realizacin de este libro. Finalmente, esta publicacin no hubiera sido posible sin la valenta y la conviccin de las comunidades y pobladores peruanos en defender sus derechos y exigir un mundo donde quepan todos los mundos. A todos ellos y ellas les debemos el reconocimiento y agradecimiento mayor. Esperamos que esta publicacin contribuya a sus luchas por una sociedad ms justa y democrtica.

    Las y los editoresLima, 15 de mayo de 2013

  • Casos presentados en el libro

  • 19

    INTRODUCCIN

    Hace cuatro aos, en 2009, publicamos Minera y territorio en el Per, como un anlisis panormico de la expansin minera y los conflictos que esta haba provo-cado en el Per en la ltima dcada del siglo XX y la primera del siglo XXI. En ese entonces planteamos lo siguiente:

    En nuestra visin, el actual modelo de la actividad minera est encontrando sus lmites [...]. El aumento de las resistencias contra la actividad minera incluso est comprometiendo su crecimiento econmico, ya que pone lmites a su expansin geogrfica y dificulta la implementacin de los proyectos. Frente a este agotamiento se presentan dos escenarios posibles: el creciente autoritarismo en la imposicin del actual modelo extractivo a todo costo, o el (re)establecimiento del control democrtico sobre las decisiones polticas y econmicas relacionadas con el futuro de nuestras sociedades, desde el reconocimiento de la diversidad de modelos de vida e ideales y posibilidades de desarrollo presentes en el Per (De Echave 2009).

    Ahora, estando en 2013, creemos que esta misma disyuntiva sigue siendo la cues-tin central en las discusiones sobre el modelo de desarrollo y el rol de la mine-ra en ello. A la vez, creemos que, en los ltimos cuatro aos, las condiciones y actores que van a definir cul de los caminos ser recorrido, o qu combinacin de ambos se presentar en el pas, han pasado por modificaciones importantes, convirtiendo al momento actual en uno de definiciones trascendentes que van a configurar el modelo minero en el pas.

    Justamente por ello, optamos el ao pasado por impulsar una nueva reflexin panormica, esta vez haciendo un nfasis mayor en las alternativas posibles al escenario de profundizacin del extractivismo, que se han ido creando en los procesos de movilizacin y organizacin frente a la expansin minera en el pas. Tambin hemos querido visibilizar ms explcitamente a actores claves, como son las mujeres y las rondas campesinas en los conflictos mineros.

    En esta introduccin, compartiremos un primer acercamiento conceptual y analtico al escenario actual, para identificar tendencias y cuestiones claves que son desarrolladas con mayor fuerza en el libro. Finalmente, comentaremos breve-mente la organizacin del libro.

    Minera, neoliberalismo y extractivismo

    La explotacin de los recursos naturales fue la actividad que tuvo un papel cen-tral en el modelo neoliberal que predomin desde los 90 en Amrica Latina. De

  • 20

    Introduccin

    esta manera, en 1992, en el Per se dio inicio a un nuevo ciclo de expansin de la explotacin de los bienes comunes, facilitado por las profundas reformas neoli-berales impulsadas por el gobierno autoritario de Alberto Fujimori. La expansin extractivista se consolid tras el retorno a la democracia electoral bajo los gobier-nos de Alejandro Toledo, Alan Garca y Ollanta Humala.

    Con las reformas neoliberales, los principales actores polticos del mundo contemporneo aparte de los Estados ms poderosos del Norte global, insti-tuciones multilaterales como el FMI y el Banco Mundial, empresas transnacio-nales, y elites poltico-econmicas en el Sur global buscaron una refundacin del Estado, a travs de tratados de libre comercio, acuerdos con instituciones multilaterales, polticas de privatizacin, y la creciente desregulacin de los servi-cios pblicos, facilitando la inversin extranjera y la incorporacin de la economa peruana en el mercado global. En este marco, fueron creados regmenes legales y polticas que facilitaron la integracin de nuevos territorios en las redes trans-nacionales de inversin, produccin y comercio. Este nuevo contexto poltico y jurdico garantizaba la imposicin de la lgica de un mercado sin mecanismos adecuados de regulacin (la bsqueda del crecimiento econmico, como indica-dor principal o nico del desarrollo) sobre una lgica genuina de democracia (las prcticas y procedimientos que permiten decisiones sobre el futuro de nuestras sociedades, desde la diversidad de intereses y comprensiones del desarrollo que las componen).

    Puesto que esta neoliberalizacin de la sociedad peruana se trataba princi-palmente de inversiones mineras y de hidrocarburos, se confirm y profundiz la histrica dependencia econmica del Per de la explotacin de sus bienes comunes, consolidando al Per como una sociedad extractivista por excelencia. Consideramos que el extractivismo no solo consiste en la extraccin de grandes cantidades de bienes comunes para la exportacin, sin que sean procesados o lo sean de manera limitada, sino que consiste tambin en la configuracin de un sis-tema poltico, econmico, jurdico e imaginario cultural e identitario que permite su desarrollo. Es decir, la extraccin a gran escala de los bienes comunes requiere de un Estado que facilita la mercantilizacin y privatizacin de los bienes comunes y territorios, que protege a las inversiones por encima de los derechos de los y las ciudadanos, y que se apoya en discursos pblicos y estrategias mediticas que lo naturalizan, como la condicin normal, natural o incluso histrica del pas.

    Si bien el extractivismo puede generar crecimiento econmico como lo ha hecho en el Per, tambin tiende a concentrar las riquezas obtenidas en ma-nos de unos pocos, genera economas de enclave, implica una profundizacin de las desigualdades sociales, una sobreexplotacin de la naturaleza, y produce una economa vulnerable a los ciclos econmicos. A la fecha, la minera da cuenta de alrededor del 60% de las exportaciones peruanas, representa aproximadamente del 7% del PBI y es uno de los sectores ms dinmicos en cuanto a la captacin

  • 21

    Introduccin

    de inversin extranjera. A la vez, solo es responsable del empleo de 2% de la po-blacin ocupada1. Tambin llama la atencin que, en los ltimos veinte aos, la participacin de las remuneraciones en el PBI se ha reducido de 30.1% a 20.9%, convirtiendo al Per en el pas en la regin con la cifra ms baja, pese al crecimien-to econmico logrado (Alarco, 2013).

    La articulacin de las reformas neoliberales y un nuevo ciclo de expansin del extractivismo en el Per, implicaba un proceso de reterritorializacin y reor-ganizacin de la sociedad que incluyeran transformaciones culturales que profun-dizaban algunos patrones de poder ya existentes. Por ello, los discursos pblicos hablan de la modernizacin del pas, del progreso, y del desarrollo que la minera estara trayendo a territorios y poblaciones olvidadas. La produccin discursiva de los opositores y crticos de la minera como incivilizados, antidesa-rrollo y antipatriotas, parte justamente de la equivalencia neocolonial entre el capitalismo, el desarrollo, el progreso, la civilizacin, y el patriotismo, con base en lo cual se busca disciplinar sujetos, cuerpos, subjetividades, y territorios para integrarlos a la sociedad mercantilizada y fragmentada, como explic Machado:

    Como forma de violencia colonial, la expropiacin es, bsicamente, expropiacin de los medios de vida, de los medios a travs de los cuales emergen y se re-crean las formas de vida. De all que la expropiacin, como forma de violencia productiva, tiene que ver no con el arrebato de algo, sino con la produccin colonial de formas de existencia, formas de vida colonizadas, expropiadas y re-apropiadas, destruidas y re-creadas [] por y para el poder colonial. Implica la produccin colonial de formas de vida civilizadas (Machado 2009).

    De esta manera, la expansin extractivista se articula con, se soporta en, y pro-mueve la divisin sexual del trabajo para funcionar, la razn moderna y antropo-cntrica que confiere al hombre el poder por dominar y depredar la naturaleza, y el racismo expresado en la hegemona de un tipo de desarrollo y de civiliza-cin eurocentrada, por encima de todo los dems, reforzando lo que Anbal Quijano llam la colonialidad del poder (Quijano 2003).

    Conflictos programticos y la bsqueda de una nueva institucionalidad

    A la vez, la confluencia entre la profundizacin del extractivismo y las reformas neoliberales ha generado un estrs social y ambiental, que se expresa en el cre-ciente nmero de conflictos como consecuencia de los daos ambientales, so-ciales, culturales, polticos, y de salud humana a lo largo del pas. Las luchas eco-

    1 Datos basados en cifras del Banco Central de Reserva del Per, el Ministerio de Energa y Minas, y el Boletn de Actualidad Minera (http://issuu.com/cani79/docs/actualidadminerayconstruccion22).

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    Introduccin

    territoriales sobre el control y uso de los bienes comunes y territorios se han expandido notablemente en el pas, convirtiendo a estas en la principal fuente de conflicto social desde el inicio de 2008, llegando a representar el 66.5% del total en marzo de 2013. Adems, la intensidad de los conflictos ha aumentado en varios sentidos.

    Actualmente, los proyectos enfrentados y paralizados por procesos de movi-lizacin social son de dimensiones y de empresas mucho mayores que hace diez aos, como evidencian los casos de Conga de Yanacocha en Cajamarca, en la fron-tera norte con el proyecto Ro Blanco, y Ta Mara de Southern en Arequipa. Las luchas contra este tipo de proyectos han logrado perdurar en el tiempo, a travs de una multiplicidad de estrategias (desde la movilizacin y la organizacin de consultas vecinales, hasta el compromiso con la elaboracin de Zonificaciones Econmicas y Ecolgicas participativas, o la produccin de estudios cientficos para respaldar sus argumentos) que evidencian una fuerza local muy grande. Asimismo, las consecuencias polticas de los conflictos mineros han aumentado dramticamente. En 2011 y 2012 cayeron por primera vez dos gabinetes a raz de un conflicto minero, y la propia bancada oficialista se fraccion debido al manejo de los conflictos mineros del gobierno.

    Adems de la mayor expansin, fuerza e impacto de los conflictos mineros, consideramos que los distintos procesos de organizacin y movilizacin frente a la minera han logrado expresar ms claramente una agenda de cambios. Si bien los motivos y demandas en los conflictos son muy diversos (desde el reclamo de una mayor participacin de la poblacin local en las ganancias, el reclamo de re-paraciones por daos a la salud, hasta la oposicin a proyectos mineros, entre otros), muchas poblaciones, organizaciones y dirigentes ya no solo buscan dete-ner un proyecto o negociar sus condiciones, sino que incluyen propuestas de una institucionalidad socioambiental distinta y, en algunos casos, de un modelo de desarrollo distinto. Los conflictos se han vuelto ms programticos, con lenguajes y demandas ms compartidas, en torno a la evaluacin ambiental estratgica, la proteccin de las cabeceras de cuenca, el derecho a la consulta, el ordenamiento territorial, y el derecho de elegir un modelo de desarrollo alternativo al extracti-vismo. Por ello, concordamos con un informe escrito para el PNUD que identifica los conflictos socioambientales y los sujetos sociales que los protagonizan como portadores de democracia (Caldern, 2012), como oportunidades para fortalecer la democracia y ciudadana en el pas, as como para regular las actividades e in-dustrias extractivas en el continente.

    Consideramos, por lo tanto, que estamos en un momento de inflexin, en el cual varios casos estratgicos, como los de Espinar, Caaris e Islay, as como las respuestas estatales que tengan, van a configurar las condiciones de la actividad minera, y la relacin comunidades-industrias extractivas-Estado en los tiempos que vienen. Esto se evidencia con mayor intensidad en el proceso de resisten-

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    Introduccin

    cia de las poblaciones de Celendn y Bambamarca al proyecto Conga (De Echave, 2013), que marca un hito en la poltica minera por la fuerza de la organizacin social, su capacidad de impactar en el debate pblico nacional, y debido a que jus-tamente en Cajamarca se inici el proceso de expansin minera en la dcada de las 90. Por esta razn, para el gobierno nacionalista de Ollanta Humala, el proyec-to minero Conga es un caso de prueba cuya resolucin permitira retomar otros proyectos mineros parados por la movilizacin popular en los aos anteriores. Por lo pronto, parece confirmarse la imposibilidad de imponer proyectos mineros por encima de una oposicin local mayoritaria y organizada, que suspendi proyectos mineros en Islay, Cajamarca, Ayabaca, Huancabamba, Tambogrande, Puno y San Ignacio en los ltimos aos.

    Reformas dbiles y criminalizacin de la protesta

    El auge de las luchas ecoterritoriales est presente en toda Amrica Latina, y es una de las semillas de la reconfiguracin poltica en el continente de los ltimos diez aos, que dio paso a varios gobiernos de distintas tendencias progresistas. Particularmente, desde estos procesos, se ha abierto un debate poltico y pbli-co sobre la estrategias de desarrollo aplicado en los pases, e inclusive sobre la necesidad de rescatar e implementar paradigmas alternativos de/o al desarrollo propios de la regin, apelando a una concepcin de buena vida o un buen vivir para tod@s. Sin embargo, las transformaciones impulsadas por los nuevos go-biernos progresistas han sido especialmente dbiles o contrarias a la salida del extractivismo, como describen varios autores en esta edicin.

    En el plano global, la demanda de materias primas desde Europa y Estados Unidos no ha decrecido. El crecimiento de las economas de China, India y Brasil, y el alza de precios internacionales de minerales, generaron un clima favorable para economas primario-exportadores dirigidas por gobiernos interesados en el mayor crecimiento econmico a corto plazo. En los ltimos diez aos, los presu-puestos en exploracin aumentaron en 800%, y las cotizaciones de precios de los minerales se triplicaron. Como consecuencia de ello, existen enormes dificultades y reticencias polticas para trascender a otros modelos econmicos. Todo esto ha propiciado la conformacin de conglomerados transnacionales, que combinan produccin de minerales, agronegocios, construccin, transporte y energa, que son actores protagonistas del proceso de consolidacin y facilitacin del modelo extractivista en Amrica Latina.

    En el Per, por sus posiciones previas frente a conflictos mineros y sus de-claraciones en la propia campaa electoral, hubo ciertas esperanzas de que el gobierno de Ollanta Humala pudiera impulsar cambios en el sector. Si bien es cier-to, que en los ltimos aos hubo algunas reformas institucionales encaminadas a fortalecer la institucionalidad ambiental en el pas (fundacin del Ministerio del

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    Introduccin

    Ambiente y traslado de competencias como la revisin de Estudios de Impacto Ambiental a este), aumentar el aporte de impuestos de las industrias extractivas, y generar nuevas condiciones de participacin de las poblaciones afectadas en las decisiones sobre sus territorios (con la aprobacin de una Ley de consulta previa), el extractivismo, como tal, no solo se mantiene como un modelo intocable, sino que se ha visto fortalecido. El nivel de concesiones e inversiones mineras sigue aumentando, las reformas ms trascendentales en temas de ordenamiento te-rritorial y el derecho a la consulta previa para los pueblos indgenas se han visto retrasadas o mermadas en su implementacin, e inclusive en el caso de proyectos mineros muy controversiales, como Conga en Cajamarca, Ta Mara en Arequipa, Ro Blanco en Piura, y Caariaco en Lambayeque, la posicin del gobierno nacional es la de la viabilizacin del proyecto pese a los costos sociales que ocasionaran.

    A la vez, el gobierno de Humala ha mantenido una poltica de criminaliza-cin y represin de la disidencia frente al extractivismo. El sistema represivo para respaldar la expansin minera y los intereses empresariales fue consolidado en los anteriores gobiernos, con leyes que vulneran varios derechos vinculados a la protesta, y que ha resultado en decenas de muertos por represin policial en pro-testas, particularmente en las protestas relacionadas con conflictos mineros, as como cientos de personas heridas, y lderes y lideresas enjuiciadas. En el primer ao de gobierno de Humala, la represin policial de protestas en Bambamarca, Celendn y Espinar dejaron siete personas muertas. El Gobierno central, adems, orden declarar Estado de emergencia en Cajamarca, congel los fondos de la municipalidad provincial de Espinar y del Gobierno Regional de Cajamarca por su respaldo a protestas locales, e incluso detuvo violentamente al alcalde de Espinar, scar Mollohuanca.

    Sin embargo, como en los gobiernos anteriores, las estrategias represivas tampoco lograron hacer avanzar proyectos mineros cuestionados por la pobla-cin local. Parece que por ello, en su tercera fase, el gobierno de Humala ha op-tado por una poltica ms heterognea, evitando conflictos abiertos (como en Cajamarca), abriendo espacios de dilogo (como en Espinar y Caaris), dando ma-yor visibilidad a las reformas en el sector, pero continuando con la criminalizacin de los actores y la estigmatizacin de las protestas y sus lderes, va los medios de comunicacin. La esencia de este escenario, de reformas dbiles y postergadas, y la voluntad de utilizar estrategias represivas, incluyendo la militarizacin en los conflictos, as como jurdicas, parte de la bsqueda de formas menos conflictivas para hacer avanzar la expansin minera. El mejor ejemplo de ello es el intento de excluir a las poblaciones andinas particularmente en el Sur Andino del dere-cho a la consulta previa, al negarse a publicar la lista de las comunidades a consul-tar, compromiso asumido en la reglamentacin, hecho que inspir la renuncia del

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    Introduccin

    viceministro de Interculturalidad Ivn Lanegra2. Otra forma es la negociacin di-recta con las comunidades que es favorecida por una mayor presencia del Estado a travs de actividades vinculadas a los programas sociales.

    Nuevos escenarios y horizontes de cambio

    El escenario descrito, de reformas dbiles y criminalizacin de la protesta, se va a complejizar enormemente en los aos que vienen. De un lado, hay cambios en el sector minero que incluyen ms presencia de empresas chinas, la entrada a nuevos territorios (zonas transfronterizas o de selva), y un nuevo giro al Sur Andino como foco principal de la expansin minera. Nuevos megaproyectos como Antapakay en Espinar, Las Bambas en Apurmac, y Toromocho en Junn, podran dar un nuevo impulso al crecimiento del sector, que sufri una reduccin de su PBI durante tres aos. Tambin habr nuevos intentos de viabilizar proyectos contro-versiales, as lo muestra la cartera de proyectos mineros para 2013, del Ministerio de Energas y Minas. Se prev, en este contexto, que las elecciones sern pro-cesos de gran disputa en las localidades donde existe destinado un proyecto de inversin.

    Por otro lado, tenemos a la expansin de la minera informal de distintas for-mas, en distintas partes del pas, y la organizacin y movilizacin de sus organiza-ciones representativas a nivel local y nacional, cuyo carcter hace difcil distinguir si las agendas y alianzas generadas favorecen cambios y alternativas al extracti-vismo. Todo ello, adems, se da en un contexto de creciente impacto de la crisis ecolgica y particularmente del cambio climtico, que genera mayor escasez de los bienes comunes (particularmente del agua).

    Del lado de las poblaciones afectadas por la minera, destaca el debilitamien-to de las organizaciones sociales nacionales, y el simultneo fortalecimiento de actores locales, como las rondas campesinas y los frentes de defensa. Esta ten-dencia parece sugerir un escenario de conflictos mltiples, y de grandes desafos de articulacin e incidencia nacional. Tambin evidencia cmo, alrededor del pas, se ha potenciado la conciencia de derechos y la capacidad de accin y organiza-cin frente a la minera. En algunas zonas, esto inspira conflictos por alternativas, en las cuales se busca defender territorios concretos para actividades alternativas a las extractivas, mientras que en otras zonas son, ms bien, conflictos de convi-vencia, donde se negocian los trminos de convivencia entre poblaciones locales y proyectos mineros.

    El conjunto de estas condiciones subraya la necesidad, por un lado, de una discusin ms de fondo sobre el modelo y cultura de desarrollo en nuestras socie-

    2 Ver aqu el comentario editorial de La Repblica, del 7 de mayo de 2013 sobre el caso: www.larepubli-ca.pe/politica/editorial-07-05-2013.

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    Introduccin

    dades, que incluya las voces de quienes protagonizan las luchas ecoterritoriales, como de las mujeres, comunidades campesinas e indgenas, cuyo rol en las luchas y el planteamiento de alternativas es cada vez ms grande. Esta discusin debera trascender perspectivas simplistas que polarizan el escenario poltico, e incorpo-rar en sus parmetros las diferentes maneras de entender, construir y organizar la vida, la economa y la poltica desde la diversidad cultural, social, econmica y poltica que compone nuestra realidad, tal y como comienzan a mostrar en-tre otras las experiencias de las comunidades afectadas y sus organizaciones representativas.

    Por otro lado, la necesidad de una institucionalidad slida, con capacidad de regular, supervisar y limitar la actividad minera a corto plazo, dialogando de manera crtica y propositiva, con la agenda de reformas que viene impulsando el gobierno nacional, y particularmente el Ministerio del Ambiente. En nuestra opinin, la ltima dcada de conflictividad minera ha generado una serie de pro-puestas viables desde la sociedad civil y las organizaciones sociales, que podran ser convertidos en polticas pblicas que permitiran una regulacin eficiente y eficaz de la actividad minera en el pas, contribuyendo a canalizar la conflictividad relacionada con las disputas del control y el uso de los bienes comunes, por me-dios institucionales, evitando el uso de la fuerza, y a construir marcos y barreras para la minera que limiten (y permitan sancionar) los daos a la salud humana, al medio ambiente, as como a las condiciones de vida de las futuras generaciones.

    A su vez, estas reformas deberan inscribirse en una discusin sobre los cam-bios necesarios a mediano y largo plazo, a partir de preguntas claves: Cmo podemos construir una sociedad justa, diversa y democrtica, que sea armnica con la naturaleza y respetuosa con los derechos humanos de tod@s y de las futuras generaciones? Las distintas versiones del desarrollo permiten construir esta sociedad? Cul es el lugar de las comunidades campesinas e indgenas en el Per? Qu hacer para evitar los impactos sociales de gnero del modelo de desarrollo extractivista que se traduce en mayor violencia y exclusin de las mu-jeres? Qu rol juega la actividad minera en este modelo? Es posible pensar en actividades mineras ms responsables ecolgica y socialmente en el marco de otro modelo de desarrollo? Qu tenemos que cambiar? Para estas discusiones, los discursos y experiencias del buen vivir, del ecofeminismo y del posextractivis-mo, entre otras corrientes de reflexin-accin crticas con el extractivismo actual, nos dan algunas pistas importantes a considerar.

    La presente publicacin espera contribuir dando informacin e instrumentos para abordar todas estas discusiones entre otras ms, presentando caminos rea-les y viables de transicin a otro tipo de sociedad y modelo de desarrollo, que han sido construidos desde las organizaciones sociales y redes de la sociedad civil en los ltimos quince aos.

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    Introduccin

    Organizacin y caractersticas de Minera y movimientos sociales en el Per

    Minera y movimientos sociales en el Per parte de un compromiso explcito con los procesos de cambios democrticos en el escenario actual. El libro quiere apor-tar a la construccin de una sociedad ms justa, democrtica y en armona con la naturaleza. Ciertamente, existen matices que diferencian las visiones de los dife-rentes autores, pero compartimos la conviccin de que solo el dilogo desde esta diversidad puede ayudarnos a avanzar en la constitucin de la/s sociedad/es que deseamos.

    Asimismo, el libro nace de una conviccin poltico-epistemolgica que lo hace diferir de la gran mayora de publicaciones sobre la minera en el pas. Hemos reunido un conjunto de artculos, anlisis y propuestas de acadmicos, activistas, dirigentes, autoridades locales y profesionales de diversas instituciones, quienes estn directamente involucrados en los procesos que analizamos. El libro preten-de dar una mirada desde adentro de los complejos procesos de transformacin territorial y poltica que genera el extractivismo. Creemos que esta diversidad de identidades implica tambin una diversidad de saberes, de conocimientos situa-dos, que se interpelan, retroalimentan y complementan, evidenciando caminos de cambio que quizs en muchas otras publicaciones y estudios quedan invisibles.

    El libro est dividido en cinco secciones. El primer bloque ofrece una serie de acercamientos a un marco analtico para entender la expansin extractivista desde los imaginarios y patrones de poder que la sostienen, el contexto inter-nacional del cual el proceso peruano es parte, y la lgica de resistencia que ha encontrado. En el segundo bloque, exploramos las continuidades y rupturas de la minera en el pas, en escenarios tan distintos como los de la minera informal, la problemtica del desplazamiento en Cerro de Pasco, la estructura energtica que sostiene a la expansin minera, los impactos en la salud humana, la relacin entre minera, agua y cambio climtico, y la penetracin de nuevos territorios como la selva norte.

    La tercera seccin explora el rol y las transformaciones en los movimientos sociales frente al extractivismo, y las propuestas, demandas y caminos de cambio que han surgido en ellos. Particularmente, analizamos las implicancias del caso Conga como sntesis de varias tendencias en los conflictos mineros de los ltimos aos. Tambin nos comprometemos con el anlisis de las tendencias en la crimi-nalizacin de la protesta y los desafos para generar cambios institucionales desde los conflictos.

    La cuarta seccin explora ms al fondo las posibilidades para generar otro rgimen regulatorio para las actividades extractivas. Pasaremos por los alcan-ces, limitaciones y desafos de instrumentos como el ordenamiento territorial, el derecho a la consulta previa, las consultas vecinales, distintas herramientas de regulacin y valoracin ambiental, o propuestas para repensar y transformar el

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    Introduccin

    canon minero y el modelo primario-exportador en general. Si el objetivo de la cuarta seccin es mostrar parte de la propuesta programtica ya existente que pueda servir para una transformacin a corto plazo del sector minero, el bloque cinco entra en la reflexin sobre las posibilidades de pasar de una nueva minera a la construccin de alternativas al extractivismo, desde las pistas, aportes e in-terpelaciones que ofrecen el posextractivismo, el allin kawsay o buen vivir, y el ecofeminismo.

    Las editoras y los editoresLima, mayo de 2013

    Bibliografa

    Alarco, Germn2013 Ms all de la inercia econmica, en Ideele 229, mayo de 2013. Lima: IDL.

    Caldern, Fernando (coordinador) 2012 La protesta social en Amrica Latina. Buenos Aires: Siglo XXI.

    De Echave, Jos C., Raphael Hoetmer y Mario Palacios Panz2009 Minera y territorio en el Per: conflictos, resistencias y propuestas en tiem-

    pos de globalizacin. Lima: Programa Democracia y Transformacin Global, CooperAccin y CONACAMI.

    De Echave, Jos C. y Alejandro Diez 2013 Ms all de Conga. Lima: CooperAccin, Grupo Propuesta Ciudadana.

    Machado, Horacio2009 Minera transnacional y neocolonialismo. Cuerpos y territorios en las dis-

    putas coloniales de nuestro tiempo, en seminario Minera, Amazona y Ecologismo Popular realizado en Lima del 25 al 26 de junio, organizado por el Programa Democracia y Transformacin Global en co-organizacin con CLACSO.

    Quijano, Anbal 2003 Colonialidad del poder, eurocentrismo y Amrica Latina, en: Edgardo

    Lander (ed.), La colonialidad del saber: Eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. Buenos Aires y Caracas, pp. 201-246.

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    Inicio de operaciones de Fundicin de La Oroya en 1922. Comunidades afectadas denuncian impactos en la

    ganadera y agricultura.

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    LOS IMAGINARIOS QUE SOSTIENENLA EXPANSIN MINERA EN LOS ANDES1

    Antonio Rodrguez-Carmona y Miguel Castro

    Debate de ideas o disputa de imaginarios? La expansin minera en Los Andes suscita un cmulo de interrogantes. De hecho, la agenda de discusin no ha hecho ms que ampliarse. Al debate histrico sobre salud y contaminacin minera, se ha sumado en los ltimos aos el derecho al agua, el derecho de los pueblos indgenas a la consulta previa, la gobernanza ambiental y fiscal, as como la espinosa cuestin de la minera a pequea escala. En Bolivia, se discute intensamente, adems, sobre cmo industrializar la minera y cmo compatibilizar las actividades extractivas con la defensa de la Madre Tierra. En Per, el debate ms novedoso versa sobre transi-cin al posextractivismo. Sin embargo, muchos de estos debates tienen dificulta-des para permear en la sociedad. Hay proyectos, foros de discusin, plataformas, informes sesudos, agendas de incidencia, revistas y boletines, pero muchas veces no trascienden de circuitos cerrados. Solo cuando los conflictos estallan como en Bagua (Per) en 2009, en Minas Conga en Cajamarca (tambin Per) en 2011 y 2012, o en el Territorio Indgena y Parque Nacional Isiboro Scure (Bolivia) en 2012, las problemticas socioambientales tien las portadas de los peridicos. Pero si bien los conflictos ayudan a colocar esta problemticas en la opinin pbli-ca, los medios de comunicacin solo han conseguido polarizar opiniones y trabar la posibilidad de tener debates serios. Mientras tanto, las transnacionales despliegan sus poderosos aparatos de comunicacin e incidencia, as como sus estrategias de infiltracin en espacios de decisin tanto a nivel nacional como subnacional. No lo hacen sobre ideas ni argumentos racionales sino apelando directamente a los imaginarios colectivos. De este modo, las aspiraciones de progreso, modernidad y salida de la pobreza (heredados de una visin occidentalizada del desarrollo) se convierten en los principales aliados del negocio minero.

    El prisma de los imaginarios sociales

    Si la ltima dcada del siglo XX fue una etapa intensa de desregulacin neoliberal y flexibilizacin de leyes, la primera dcada del siglo XXI se ha caracterizado por

    1 Este artculo expone, de forma resumida, algunas de las conclusiones centrales de una investiga-cin realizada por ACSUR Bolivia. Vase Rodrguez-Carmona, Antonio, M. Castro y P. Snchez (2012), Imaginarios en disputa: un nuevo acercamiento para analizar las resistencias mineras en Per y Bolivia. La Paz, ACSUR Bolivia.

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    Antonio Rodrguez-Carmona y Miguel Castro

    una nueva estrategia de la industria minera transnacional que se sustenta en el auge del crecimiento econmico, el discurso terico de la minera sostenible y responsable, y la necesidad de promover un cambio cultural en las poblacio-nes locales. Esta apuesta obliga a explorar nuevas pticas de anlisis para com-prender el avance del extractivismo minero y los nuevos retos que enfrentan las resistencias.

    La minera andina ha sido analizada desde la ptica de la reestructuracin de los marcos legales (Pinto, 2009), los patrones de extraccin (Acosta, 2009; y Gudynas, 2009), el territorio y los conflictos sociales (De Echave, Hoetmer y Palacios, 2009; De Echave et al., 2009), la gobernanza ambiental y las transfor-maciones del territorio (Bebbington, 2007a y 2007b), o las instituciones de dis-tribucin de la renta minera (Arellano, 2011). Todos esos trabajos constituyen un rico bagaje para entender las dinmicas sociales y econmicas que rigen la minera desde lo local a lo global. Este artculo se propone explorar un abordaje complementario desde los imaginarios sociales. Se inscribe as en los esfuerzos realizados en los ltimos aos para desvelar la manipulacin deliberada que la in-dustria minera pero tambin los gobiernos hacen de los imaginarios (Svampa y Antonelli, 2009; Moore, 2009; Svampa, 2011; y Voces de Alerta, 2011).2 Y tam-bin en los anlisis que destripan el papel clave que desempea la minera a gran escala en el nuevo orden colonial (Machado, 2013).3

    Qu es un imaginario social? Desde la sociologa, se define como los es-quemas de representacin y matrices de sentido que construye cada sociedad y cada tiempo para percibir, explicar o intervenir en la realidad (Randezzo, 2011)4.

    2 Las socilogas argentinas Maristella Svampa y Mirta Antonelli (2009) exploraron, por ejemplo, las narrativas del desarrollo y los dispositivos culturales utilizados por la megaminera en Argentina. La periodista Jennifer Moore del Observatorio Canadiense sobre Minera (www.miningwatch.ca) pu-blic en 2009 Mitos y realidades de la minera transnacional en la Revista Memoria de Mxico. En abril de 2011, el colectivo argentino Voces de Alerta dio a conocer 15 Mitos de la Megaminera Transnacional. El libro es fruto de la campaa a favor de la Ley nacional de proteccin de glaciares, sancionada por el Congreso argentino en setiembre de 2010, y la necesidad de responder, punto por punto, a los argumentos falaces y los indicadores econmicos falsos presentados por el lobby minero. En otro trabajo, Svampa (2011) analiz la utilizacin de poderosos imaginarios desarrollistas, en sus distintas actualizaciones en clave nacionalista o industrial-obrerista por parte de los gobiernos pro-gresistas de la regin (Evo Morales en Bolivia, o Cristina Fernndez en Argentina) con el fin de justificar la apuesta extractiva de sus polticas.

    3 Vase, en este mismo libro, el captulo de Horacio Machado sobre Minera, modernidad y colonialismo.

    4 El origen del trmino se enmarca en el debate marxista acerca del determinismo del mundo material. El concepto fue creado, de hecho, por el filsofo griego Cornelius Castoriadis (1975) para reconocer la sustantividad y autonoma de lo imaginario en la vida colectiva, y relativizar as la influencia de lo material sobre la vida social. Si bien los orgenes se sitan en Europa, la necesidad de aplicar y desarrollar el concepto ha sido especialmente sentida en Amrica Latina, en el rea de los estudios urbanos, la religin, la poltica, la antropologa, o ms recientemente, las industrias extractivas. El prisma de los imaginarios sociales ha sido aplicado en Amrica Latina, por ejemplo, a los estudios urbanos (por el colombiano Armando Silva o el ecuatoriano Eduardo Kingman), a la antropologa de la

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    Los imaginarios que sostienen la expansin minera en los Andes

    Las ciencias de la comunicacin ponen el acento en el poder del imaginario so-cial como productor de creencias e imgenes colectivas, que hacen de la comu-nicacin pblica un espacio de construccin de identidades colectivas (Cabrera, 2004). Es decir, los imaginarios sociales se refieren al conjunto de elementos culturales que remiten a una identidad colectiva y operan en el consciente y subconsciente de la poblacin. Prefiguran aspiraciones colectivas, cristalizadas a lo largo de un proceso histrico y cultural que funda sus mitos de origen y sus propias narrativas. Es decir, no hay imaginario sin cultura ni identidad colecti-va. Sin embargo, aun teniendo una dimensin colectiva, los imaginarios operan en las pulsiones ms bsicas de los individuos. Su capacidad para influir en la sociedad pasa por crear relaciones de pertenencia, en un primer nivel, y por despertar deseos y desatar miedos en un segundo nivel ms hondo. Por eso son tan eficaces5.

    Los imaginarios dominan los medios de comunicacin y los discursos de los partidos polticos, pero tambin impregnan los debates tcnicos y las propues-tas de los expertos. Desde el punto de vista de la comunicacin, los imaginarios se canalizan, materializan y construyen mediante artefactos, es decir, expresio-nes tangibles, ya sean visuales, sonoras, textuales o arquitectnicas (a travs de afiches, imgenes, publicidad, videos, eslganes, acciones en la calle, protestas, marchas, canciones, declaraciones, edificios, u objetos cotidianos, entre otros). Cada uno de esos canales responde a un lenguaje propio de comunicacin, acorde a la codificacin propia de cada medio. Los artefactos cumplen una doble funcin. Por un lado, encarnan los imaginarios sociales en espacios y objetos fsicos con los que la poblacin puede interactuar directamente. Por otro, esa interaccin fsica retroalimenta el imaginario y refuerza la identidad colectiva.

    Esta operativa la ha entendido muy bien la industria minera transnacional, que la ha orientado y reproducido en su propio beneficio. Han utilizado diferentes imaginarios para penetrar en los territorios y llevar a cabo sus proyectos mine-

    naturaleza (por la Universidad Federal de Pernambuco, Brasil), a la religin y a las dictaduras militares (por el chileno Manuel A. Baeza) o a las industrias extractivas. En un interesante estudio, el venezola-no Eudes Navas aborda un anlisis del petrleo y sus imaginarios sociales, incluyendo los imaginarios de progreso, modernidad, bienestar, salud y seguridad (vase http://gceis.net/contenido/el-petroleo-y-sus-imaginarios-sociales). La propia Amrica Latina ha sido tambin objeto de anlisis. Un grupo de investigadores del Grupo Compostela de Imaginarios Sociales (GCEIS) coordinados por Cabrera y Figueira (2009) han explorado los imaginarios sociales sobre el continente a partir de las miradas de migrantes latinoamericanos que viven en Galicia y las miradas hegemnicas en el Parlamento y la prensa espaola. El resultado del trabajo, Pobre Latinoamrica rica, expresa la contradiccin de un imaginario que se reconstruye en torno a la riqueza corporativa y la pobreza de las poblaciones latinoamericanas, que se ven despojadas de las riquezas emanadas de sus territorios.

    5 Un resumen del debate terico sobre el concepto imaginario social se puede encontrar en los trabajos del semilogo argentino Daniel H. Cabrera (2004). Tambin se puede consultar la pgina web del Grupo Compostela de Estudios sobre Imaginarios Sociales (http://gceis.net), adscrito a la Universidad de Santiago de Compostela.

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    Antonio Rodrguez-Carmona y Miguel Castro

    ros, pero tambin para sostener en el tiempo la explotacin extractiva frente al creciente descontento y la proliferacin de conflictos. La modernidad, la lucha contra la pobreza, la minera nacional, o la responsabilidad social corporativa son algunos de esos imaginarios.

    El imaginario de la pobreza como puerta de entrada de las transnacionales mineras

    Cuenta la leyenda que cuando el explorador italiano Antonio Raimondi lleg al Per a mitad del siglo XIX, expres que el pas andino era un mendigo sentado en una banca de oro. Desde entonces, la metfora se ha convertido en la imagen ms socorrida para justificar la expansin minera. El argumento ha sido usado por polticos de muy distinto signo, incluido el presidente Correa en Ecuador. En Per, el discurso oficial de lucha contra la pobreza ha sido apropiado por sectores de la derecha, que hacen de la inversin minera extranjera la principal estrategia de desarrollo para las zonas rurales. Se trata de un discurso perverso, puesto que coloca a la poblacin local en un papel pasivo de vctimas o pedilones. Tras la victoria de Humala en las elecciones de 2011, la Sociedad Nacional de Minera, Petrleo y Energa del Per (SNMPE), el principal lobby empresarial, lanz varios spots televisivos en horario de mxima audiencia. En uno de ellos, en el interme-dio de la semifinal Per-Uruguay de la Copa Amrica 2011, el entrenador Oblitas aluda a la derrota peruana con Chile en 1997 como el peor recuerdo de su vida, y argumentaba que el enemigo histrico les ganaba tambin en minera: puesto 8 de Chile entre los pases que atraen inversin minera frente al puesto 48 del Per. Segn el spot, las mineras en Per pagaran ms impuestos que en Chile, Canad o Australia. Vamos a dejar que Chile nos siga ganando en minera? Con buena minera, el Per siempre gana. La campaa tuvo muchos detractores y fue un fracaso, pero el mensaje ya estaba posicionado6. Quin es ms peruano? Los actores anti-mineros o lo que defienden la mina y el desarrollo nacional?

    En el sur de Cajamarca, la minera Yanacocha (subsidiaria de Newmont) lo-gr arraigar la idea de que la agricultura era una actividad de subsistencia que no permita salir de la pobreza. Y cundo subes? Esa es la pregunta habitual entre los profesionales mineros para saber qu da de la semana se desplazan al

    6 De la noche a la maana, Oblitas se convirti en el personaje ms popular de las redes sociales perua-nas. En Facebook, crearon una pgina bajo el apelativo Oblitas te vendiste a las mineras y `salaste (diste mala suerte) a la seleccin (que perdi 2-0). En Twitter, los usuarios crearon diversos hashtags como: #culpadeOblitas y #consejosdelciego, para burlarse en tono sarcstico del exfutbolista. Se pro-dujeron varios desmentidos en prensa por parte de expertos, que demostraban que los datos que utilizaba el comercial eran falsos. La reaccin fue tal que el publicista pidi disculpas, y las mineras se vieron obligadas a retirar el spot de los medios. Vase La Repblica, Mineros en Per no pagan ms impuestos que en Chile, 23 julio 2011; y diario La Primera, El Spot de Oblitas, 27 julio 2011. El spot se puede consultar en http://www.youtube.com/watch?v=qjhL1ecepr8.

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    Los imaginarios que sostienen la expansin minera en los Andes

    campamento minero. Pero tiene tambin una connotacin de ascenso social. La minera transnacional ofrece pocos empleos que, por su alta cualificacin, estn muy bien retribuidos. De este modo, la minera ha creado un nuevo estatus so-cial en muchas ciudades intermedias del pas andino. Estos sectores emergentes ejercen un poderoso efecto demostrativo que retroalimenta el imaginario al resto de la poblacin.

    Pobreza y acumulacin de riqueza: las dos caras inseparables de la ecuacin minera. La minera a gran escala se justifica por la existencia de bolsas locales de pobreza, pero su desarrollo en el tiempo termina por concentrar la riqueza en pocas manos y reforzar patrones de clientelismo. As lo parecen confirmar algu-nos estudios recientes. El investigador Javier Arellano (2011), de la Universidad de Sussex, se pregunta si el resurgimiento minero en Per no es sino la versin moderna de la maldicin de los recursos naturales. Su investigacin pone de relieve cmo la Nueva Estrategia de la Industria Extractiva (NEIE), en Per, ha reforzado los incentivos para que las autoridades subnacionales acten pensando solo en su supervivencia poltica a corto plazo y, por lo tanto, no ha sido exitosa para promover el desarrollo en las jurisdicciones mineras (Ibd.: pp. 192 y 276). El recrudecimiento de conflictos sociales es el sntoma ms claro de que la minera no trae desarrollo.

    La construccin del imaginario de modernidad en Per sobre el excedente minero

    Las provincias y distritos mineros del pas se nutren de artefactos que simulan e irradian el acceso a la modernidad en las ciudades: centros comerciales, restau-rantes de lujo, electrnica de tecnologa punta, ropa de moda y bisutera, son solo algunos ejemplos de este logro de estatus. Sin embargo, esta modernidad se convierte en territorio reservado para las clases pudientes de la sociedad intensi-ficando los grados de elitismo y exclusin social. Ubicados en ciudades del mbito rural peruano, estos espacios apelan a una nueva identidad que se inserta de lleno en el mercado global y que puede mirar de t a t a la capital limea. Pero tambin opera en el subconsciente individual a travs de la capacidad de consu-mo, lo que crea un vnculo personal con la modernidad.

    Tambin la minera es portadora de modernidad en s misma. Cuando las grandes mineras dan a conocer sus proyectos de explotacin aluden a la tecnolo-ga de punta para convencer a la sociedad local: la lixiviacin con cianuro inclua el uso de geomembranas para preservar las capas freticas de la contaminacin txica. Se trataba de una tecnologa limpia puesto que las membranas de plstico hacan resbalar la disolucin de oro con cianuro hacia unas balsas impermeabi-lizadas, totalmente inocuas. Una vez concluido la vida til, la minera era capaz tambin de devolver las cosas a su estado natural. La tcnica para recuperar el

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    suelo y el paisaje consista, simplemente, en colocar una capa de 40 cm de tierra vegetal y en sembrar pastos nativos. Y aqu no ha pasado nada. Tecnologa de punta o enclaves tecnolgicos aislados? La historia evidencia que la minera andi-na se caracteriza por crear colosos tecnolgicos que conviven con actores rurales dotados de tecnologas precarias7.

    El imaginario va ms all. Es el mecenazgo minero el que posibilita la trans-ferencia de tecnologas a otros sectores (Antonelli, 2009: 67). Y es la llegada de transnacionales la que puede diseminar los patrones de eficiencia y los valores de emprendedurismo asociados a la globalizacin. La minera aurfera recurre a mencionar la medicina como campo de exploracin tecnolgica para el bien de la humanidad: el futuro hecho presente. Este pensamiento modernizante se des-prende, por ejemplo, de las palabras de Abel Nonino, ex subsecretario de minera del gobierno riojano (Argentina):

    Hoy la minera es, aparte de todo esto, economa, planificacin, mercados, externalidades, chips, informacin, satlites, transportes de punta, perforadoras lser, nanotecnologa [] Y es cuidado ambiental, visualizado en parmetros de futuro, porque si no el futuro solo seguir contemplndose por la retaguardia. Pobre del pas que busque para el beneficio econmico y cultural de sus ciudadanos el mantenimiento de sus economas primarias, injustas y con concentracin del poder de unos pocos dentro de un capitalismo chacarero8. (Riojavirtual, 30 setiembre de 2006).

    Este imaginario se ha reforzado con la tesis del milagro econmico que vive la eco-noma peruana, capaz de sortear la grave crisis financiera y econmica (2008-11) con tasas sostenidas de crecimiento del PIB por encima del 5%. Pero la aspiracin de modernidad se ha construido en Per tambin a partir de la negacin del otro, de un racismo estructural contra el mundo indgena, todo ello enmarcado en una profunda hendidura histrica del orden colonial moderno9. El propio ex-presidente Alan Garca se apunt a esta corriente con su famosa teora del perro del hortelano aludiendo as a los nativos del pas que se oponen al desarro-llo: ni comen ni dejan comer. El mito del indio atrasado impregna tambin de lleno a la clase empresarial. Publicado por la Southern Copper, el libro pro-

    7 En un estudio sobre minera y crecimiento econmico en Bolivia, los economistas Morales y Evia (1995:22) revelaron que la principal contribucin de la minera a la economa nacional haba sido a travs de la generacin de divisas. En cambio, los efectos de derrame tecnolgicos de la minera a otros sectores eran muy limitados; y los procesos de industrializacin hacia adelante (fundicin, soldaduras, artesanas), muy modestos.

    8 El capitalismo chacarero es una obvia referencia a quienes priorizan la agricultura en perjuicio de la minera, y niegan que ambas actividades puedan coexistir.

    9 Vase, en este mismo libro, el captulo de Horacio Machado sobre Minera, modernidad y colonialismo.

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    minero El sndrome del rescate, incluye entre sus conclusiones una sentencia de muerte: Comunidades: una muerte lenta y anunciada: La estructura comunal est en proceso de inevitable descomposicin, que las industrias extractivas solo aceleraran10. Despus del Baguazo, Vargas Llosa escribi un artculo titulado Una victoria prrica:

    [] entre todas las regiones del Per, ninguna como la Amazona requiere con ms urgencia que la anarqua y la ley de la selva que all imperan sean reemplazadas por un orden legal justo y estable que garantice a las comunidades nativas sus derechos y les abra las oportunidades de mejora y progreso que solo el desarrollo econmico es decir, la multiplicacin de empresas privadas e inversiones nacionales y extranjeras y la legalidad democrtica pueden conseguir [] los 332,000 nativos amaznicos, que, segn el censo de 2007, distribuidos en unos 15 grupos etnolingsticos, hablan cerca de 70 dialectos, seguirn siendo en los aos venideros los ciudadanos ms desamparados y explotados del Per, los que reciben la peor educacin, tienen menos oportunidades de trabajo y las peores expectativas de salud y de vida de todo el pas. Si esto no es una victoria prrica, qu es?.

    El imaginario de la modernidad ha sido promovido de forma deliberada, tanto por el gobierno como por las transnacionales mineras, que han destinado fuertes recursos publicitarios. Las campaas lanzadas por la SNMPE constituyen un refe-rente: Per, el pas de la nueva minera, Con buena minera, el Per siempre gana y La minera que t quieres, existe.

    En este contexto, las mujeres rurales estn sometidas a un fenmeno de dis-criminacin mltiple por el hecho de ser mujeres, campesinas, pobres y expresar-se en lenguas nativas (Cuadros, 2010:55). Esta discriminacin revela el carcter patriarcal de la modernidad, as como su naturaleza colonial.

    El imaginario de la minera nacional en Bolivia: quimera o realidad?

    Explotacin para los bolivianos con tcnicos bolivianos, as resume la FRUTCAS (Federacin Regional nica de los Trabajadores Campesinos del Altiplano Sud) su propuesta para industrializar el litio en el salar de Uyuni. La riqueza mine-ra para todos los bolivianos!, proclama el Ministerio de Minera y Metalurgia

    10 Y sigue el texto: En el Per de hoy en da, las comunidades totalmente aisladas de Occidente son una minora, bsicamente quechua-hablante. En los lugares donde est la minera, la gran mayora son comunidades tradicionales, que tal vez no siempre tienen una comprensin cabal de lo que pasa en el exterior, pero que estn conectadas con l, especialmente a travs de la radio () En contextos extractivos, la comunidad se activa para hacer frente comn y negociar con la empresa, pero casi no funcionara para nada ms. Adems de ser hasta cierto punto un rezago, todas las comunidades estn en un proceso acelerado de privatizacin de tierras, por lo que el concepto mismo de comunidad estara a punto de desaparecer. Vase Barnechea (2011), pp. 390-391.

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    (MMM) en sus folletos publicitarios. Sin embargo, tras seis aos de gestin del MAS, la recuperacin de la minera pblica sigue siendo incierta. Las nacionaliza-ciones fueron muy puntuales, algunos centros mineros como Huanuni presentan serios problemas de eficiencia y contaminacin ambiental, y la propia corpora-cin pblica, COMIBOL, adolece de disfunciones estructurales. Adems, la mine-ra estatal sigue siendo minoritaria en el panorama productivo nacional. Segn el anuario estadstico 2010 del MMM, solo un 7.8% de la produccin minera tiene carcter estatal, frente al 59% de la gran minera y el 33.2% de la minera chica y cooperativista.

    Con todo, hay que reconocerle al gobierno del MAS su tenacidad en levan-tar la bandera de la industrializacin de la minera, consagrada en la nueva Constitucin de 2009 como fin y funcin esencial del Estado (art. 9). El progra-ma del MAS se resume en una frase: recuperar la minera pblica para avanzar en la fundicin de metales, y superar as el patrn de exportacin de concentrados sin valor agregado11. Pero los avances han sido muy modestos hasta la fecha. La modalidad mixta de explotacin basada en contratos de riesgo compartido con empresas trasnacionales se ha revelado ardua y compleja. Y la cantidad de inte-reses en juego ha retrasado proyectos emblemticos como el Mutn. Alimentan estos retrasos el mito de la industrializacin? Se trata de una quimera o es real-mente factible? El proyecto del litio representa an la esperanza de que el ima-ginario de la minera nacional es posible. Frente a viento y marea y todas las presiones corporativas transnacionales, pese a los retrasos, Bolivia se mantiene firme en su proyecto de empresa 100% estatal.

    La megaminera y el imaginario de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE): Algo ms que un lavado de imagen?

    Un primer anlisis crtico apunta que las mineras hacen uso de la RSE para hacer frente a las fuertes crticas que reciben, financiar obras sociales y lavar as su imagen. El universo de la RSE ha ampliado su radio de accin en los ltimos aos, abarcando reas no solo de educacin, salud y obras municipales, sino tambin de agua, ciencia y tecnologa, creatividad empresarial, entre otras. Las mineras ms consolidadas, como Yanacocha, han depurado su estrategia de RSE en los

    11 Para ello, el Ejecutivo impuls varios proyectos estratgicos: la planta de fundicin de plomo y plata en Karachipampa (Potos), en asocio con la canadiense Atlas; la siderrgica del Mutn (Santa Cruz) en asocio con la india Jindal Steel; el complejo hidrometalrgico de cobre en Corocoro (La Paz), en asocio con la coreana Kores; y, el ms emblemtico de todos ellos, la industrializacin del litio en el Salar de Uyuni (Potos), con capital estrictamente nacional. Adems, otros proyectos secundarios son dos refineras de zinc (Oruro y Potos), la reactivacin de la planta de cido sulfrico de Eucaliptus (Oruro), la planta industrial de azufre de Capuratas (Oruro), o el lanzamiento de la Empresa Boliviano de Oro (Beni). Vase la Memoria Anual 2010 del Ministerio de Minera y Metalurgia.

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    ltimos veinte aos, hacia un enfoque de desarrollo integral que cubre todo el es-pectro ideolgico, desde los esquemas de desarrollo rural de las ONG de los aos 90, los programas de educacin y salud propios del ALBA (como Matemticas para todos) y los apoyos a emprendedores.

    Este esfuerzo de imagen de la industria minera se ha visto acompaado de un ritual de premiacin. No hay minera que se precie en la regin que no tenga un premio, ya sea nacional o internacional. Desde 1997, y con carcter bianual, el Organismo Latinoamericano de Minera (OLAMI) concede premios a las mineras que se destacan en gestin ambiental12. Existen tambin premios nacionales de RSE, como los que concede la asociacin Per 2021. Pero se trata de una mera cuestin de imagen: en muchos casos, los premios otorgados incurren en profun-das contradicciones si se comparan con las prcticas cotidianas de las mineras en sus reas de explotacin13.

    La RSE suele estar ligada a una estrategia de comunicacin que busca la emo-tividad y una puesta en escena con lo comunitario. Y para ello escenifica una retrica iconogrfica de su responsabilidad (Antonelli, 2009: 77). No es raro en-contrar en la pgina electrnica de las mineras profusas galeras de fotos para mostrar su poltica de buena vecindad. Por lo general, muestran imgenes de comunitarios sonrientes que proyectan a los desiguales y diversos como comuni-dades locales beneficiadas por la actividad minera. Los indgenas, campesinos y pobladores alejados son mostrados como comunidades felizmente integradas e incluidas gracias a la minera.

    Adems, la RSE persigue otra estrategia deliberada: naturalizar la presencia minera en la zona de explotacin, estar presente en la vida cotidiana de la pobla-cin local y lograr legitimidad. Por ese motivo, muchas mineras compran espacios en radios rurales y canales locales de televisin. O auspician fiestas populares y eventos culturales, tales como megaconciertos de msica, festivales de poesa, entre otros. Una accin ms refinada consiste en elaborar material escolar para influir, con contenidos pro-mineros, la etapa de formacin educativa. Por ejemplo, el material producido por Bajo La Alumbrera y Yanacocha ha presentado la mine-ra como naturaleza presente en la vida cotidiana y ha minimizado la peligrosi-

    12 La sociloga argentina Antonelli (2008) revel el entramado de intereses corporativos que se esconde detrs de las premiaciones de la OLAMI, al existir vnculos entre directivos de la institucin con univer-sidades que, a su vez, mantenan estrechos convenios de colaboracin con las mineras galardonadas.

    13 Por ejemplo, la minera argentina Bajo La Alumbrera (subsidiaria de Barrick Gold) logr el premio ambiental Gildo S de Alburquerque 2008, merced al plan modlico de revegetacin de vegas del Proyecto Veladero. Adems, en la Categora Gran Minera fue galardonada tambin por su Plan de Mejora del Sistema Educativo de las localidades de Andalgal, Aconquija y Beln en la Provincia de Catamarca 2006-2008. La mala suerte hizo que el premio coincidiera en el tiempo con la condena del vicepresidente de la empresa por contaminacin ambiental. La Cmara Federal de Tucumn proces a dicha persona como presunto autor penal responsable de un delito de contaminacin peligrosa para la salud.

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    dad de elementos txicos como el cianuro, que tambin est presente en la yuca que comemos (Antonelli, 2009: 78).

    Ojal la RSE fuera un simple lavado de cara. Ms bien, forma parte de una estrategia ms amplia de penetracin en los territorios. Constituyen la parte ms visible de un iceberg que esconde, bajo las aguas, polticas de seguridad privada, estrategias de infiltracin en las instituciones pblicas, servicio de inteligencia y, en ocasiones, el uso de fuerza paramilitar. Desde una ptica ms institucional, el auge de la RSE en los ltimos aos representa la ausencia del Estado como ente rector de la minera y fiscalizador de sus impactos. Solo la ausencia de servi-cios pblicos de salud y educacin explica la proliferacin de esquemas de RSE. El mximo exponente de este fenmeno fue el bolo Minero, un sistema implanta-do en Per durante el gobierno de Alan Garca, que dotaba fondos de solidaridad (con aportes voluntarios de las mineras) para combatir la pobreza en sus reas de intervencin, gestionado por las propias empresas. En lugar de recaudar impues-tos, el Estado fomentaba la RSE14.

    Las dificultades para construir imaginarios de resistencia

    Frente a estas estrategias corporativas, los movimientos sociales y organizaciones locales no se quedan de brazos cruzados. Dedican una gran cantidad de ener-gas a combatir imaginarios y contrarrestar los argumentos mineros, como a rescatar y recrear imaginarios de resistencia en un trabajo de revisin histrica, reapropiacin cultural y proyeccin al futuro. Esa tensin impregna los nuevos imaginarios de resistencia minera en los Andes ligados, por ejemplo, a la lucha por el agua, la defensa de la Madre Tierra, el Buen Vivir, o la justicia ambiental. Las principales armas de las organizaciones sociales son la propiedad del territorio y la movilizacin social y poltica, si bien su forma de organizacin en red, las dinmi-cas de autogestin y la cultura asamblearia ralentizan su capacidad de accin. De algn modo, portan sueos y utopas colectivas (en ocasiones, revueltos con sus aspiraciones familiares de bienestar material), lo que los diferencia radicalmente de la industria minera, que se apoya exclusivamente en intereses particulares del capital.

    Pese a los avances legales y discursivos, la tarea de construir imaginarios de resistencia se ha visto marcada por multitud de dificultades. Los derechos de la Madre Tierra han sido reconocidos a nivel incluso constitucional en Ecuador y Bolivia (derecho al agua, al medio ambiente sano, a tierra y territorio, derechos colectivos de pueblos indgenas, entre otros). El gobierno del MAS en Bolivia, ade-ms, ha hecho de la defensa de la Madre Tierra el pilar de su poltica exterior.

    14 Tras la reforma fiscal realizada por el presidente Humala en setiembre de 2011, el sistema qued en el limbo.

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    Sin embargo, sus propias contradicciones a la hora de gestionar los conflictos so-cioambientales en torno a las industrias extractivas han debilitado el imaginario. Hasta la fecha, el Buen Vivir ha merecido un amplio debate filosfico (en especial, de pensadores aymaras) y se ha articulado en torno a varias ideas fuerza: entron-que con la cosmovisin indgena, rechazo a la modernidad y reivindicacin de un nuevo paradigma de desarrollo (Gudynas, 2011). Sin embargo, no se ha avanzado paralelamente en su readaptacin prctica. Son imaginarios anclados en la iden-tidad indgena, pero carentes an de expresiones culturales que dialoguen de t a t con el mundo urbano.

    Una disputa de imaginarios asimtrica y dura, pero no una lucha perdida

    Son tan poderosos esos nuevos imaginarios sociales? Deben serlo cuando la in-dustria minera transnacional intenta apropiarse de ellos e instrumentalizarlos. Sus departamentos corporativos de comunicacin y estrategia empresarial dedi-can no pocas energas a estudiar qu aspiraciones colectivas y temores dominan en la poblacin local, as como a disear la mejor forma de neutralizar sus ban-deras de resistencia. Tras la derrota sufrida por Yanacocha en 2004 para explotar el cerro Quilish en Cajamarca, la minera aprendi de sus errores e intensific su campaa orientada a cosechar agua. Financiaron microreservorios, canales de riego, sistemas de depuracin de agua por smosis inversa, todo con tal de apro-piarse del agua. Primero el agua, despus la mina se convirti en el nuevo lema para ingresar en Celendn con el proyecto minero Conga, que propone susti-tuir lagunas en cabecera de cuenca por represas que duplican, supuestamente, la capacidad hdrica. Pero no le sali del todo bien. En noviembre de 2011, los movimientos sociales se rearticularon y lograron poner al gobierno regional de su lado para paralizar el proyecto Conga. Las movilizaciones dieron lugar incluso a la Marcha Nacional por el Agua (enero 2012), y el gobierno de Humala se vio obligado a encargar un nuevo estudio de impacto ambiental.

    Lo que est en juego, en definitiva, es una feroz disputa de imaginarios, que se libra en trminos desiguales entre los poderosos aparatos de las transnacio-nales mineras, el establishment de los gobiernos y los movimientos sociales. La lucha es palpable en los medios de comunicacin, en las vallas publicitarias y en las poleras de los activistas, pero tambin en las infraestructuras, en el urbanis-mo o en los planes de desarrollo regional. La asimetra se expresa, sin duda, en trminos de disponibilidad de recursos econmicos, tiempos de reaccin, o en la temible capacidad que tienen las trasnacionales de acumular poder en el tiempo. De hecho, una vez que han penetrado en un territorio, su capacidad de infiltracin institucional y social es de tal calibre que juegan con ventaja cualquier batalla.

    La resistencia frente al proyecto de Minas Conga en 2012, en Cajamarca, podra ser la continuidad de la defensa exitosa del Quilish en 2004, pero en

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    trminos generales, el avance minero parece, hoy por hoy, incontestable en el mundo, y en Amrica Latina en particular. En ese contexto, los focos de resis-tencia habran incluso cumplido una funcin legitimadora en el pasado, puesto que visibilizaban los lmites ambientales de la minera y justificaban as su ne-gocio global. Sin embargo, las cosas parecen estar cambiando. Cada vez son ms las comunidades que se alzan para reclamar sus derechos y defender su territorio contra la minera. En este contexto, algunas organizaciones sociales han entendido que la resistencia tena una importante vertiente cultural y han diseado nuevas estrategias comunicacionales. De este modo, las acciones cul-turales se revelan como un espacio frtil de resistencia. Un ejemplo es la cam-paa Sin limn no hay ceviche impulsada por la asociacin de agricultores de Tambogrande contra la canadiense Manhattan Minerals (2001). La campaa apel al imaginario agrcola del valle (sector que emplea al 68% de la poblacin, exporta 50,000 Tn anuales de mangos por ao y provee el 40% de los limones consumidos en Per) para evitar la explotacin aurfera del valle. La campaa utiliz el limn como artefacto de resistencia para contraponerlo al ceviche, y crear as un vnculo entre productores y consumidores. Logr aterrizar el imagi-nario del buen vivir en trminos de buen comer a travs de un plato como el ceviche, fuente de orgullo nacional15.

    La serie de documentales Los conquistadores no han muerto del CEDIB (2009) busc combatir esa idea de que la minera en Bolivia es un negocio nacio-nal. El conjunto de ocho videos cortos explora los impactos ambientales y conflic-tos laborales de la gran minera en Bolivia. El propio ttulo de la serie apela al ima-ginario de la soberana nacional para cuestionar la creciente transnacionalizacin de la minera boliviana16.

    La ltima reina de Cerro de Pasco constituye un nuevo proyecto de comu-nicacin en Internet para recuperar la memoria y la identidad de las personas que habitan espacios mineros (http://laultimareina.com/elproyecto)17. La artista

    15 La campaa se desarroll en Lima a inicios de 2001. Coloridos afiches con mensajes provocadores fueron colocados por toda la ciudad: Acabemos con el ceviche!; Ceviche en peligro; Se ima-gina el cevi che sin limones?. Una troupe de danzantes marchaba por las calles vistiendo dis fraces de limones y se detenan ante las cmaras de televisin. La campaa fue un xito que encendi el sentimiento de identidad nacional peruano, y fue tambin antesala de la primera consulta popular que se llev a cabo en el Per. Con una participacin superior al 70%, Tambogrande rechaz la mina con un 98,6% de los votos. Al da siguiente, las acciones de Manhattan se derrumbaron un 26% en la bolsa de Toronto.

    16 La tapa del DVD contrasta las tres carabelas de Coln con un moderno camin de transporte de mi-neral. La Colonia contina, el primero de los ocho videos, aborda una visin histrica y la vigencia del modelo primario-exportador. El artefacto se completa con una gua didctica para utilizar los do-cumentales como material de formacin popular o en espacios de video-debate.

    17 La pgina electrnica del proyecto resulta un contenedor de videoclips, audios, galeras de fotos, fon-dos de pantalla, y est concebido para facilitar la interaccin de los internautas, a travs de la descarga de archivos, el envo de comentarios, y la participacin en redes sociales como facebook o twitter

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    Elizabeth Lino ha creado un personaje pblico como artefacto provocador: una reina con banda, cetro, corona y guantes de piel. Sus performances se dirigen a combatir el imaginario del Per como pas de la nueva minera. Para ello repite con irona los lemas oficiales del lobby minero: Cerro de Pasco, la minera que t quieres, Ven y vota al Tajo Ral Rojas en Cerro de Pasco como Maravilla Universal y Paisaje Cultural Histrico del Per, Con el apoyo de la empresa mi-nera El Per Avanza (vase http://www.youtube.com/watch?v=eYshP4BoYZ8). Su arte tiene tambin un hueco para la reflexin de gnero (Tierra de machos). Recopila, por ejemplo, huaynos y otras canciones tradicionales, tales como Mala Chola, que hacen gala de un romanticismo a tajo abierto, impregnado de un machismo ancestral.

    En definitiva, la recreacin de imaginarios constituye un elemento importan-te de las resistencias contra la megaminera. Permite a los movimientos sociales apelar a una identidad colectiva para convencerse, a s mismos y a la poblacin local, de que merece la pena construir los caminos del buen vivir sin dejarse deslumbrar por los beneficios cortoplacistas de la minera.

    Bibliografa

    Acosta, Alberto 2009 La Maldicin de la Abundancia. Quito, CEP/Abya Yala/Swissaid (http://www.

    cepecuador.org/document/Lamaldiciondelabundancia.pdf).

    Antonelli, Mirta Alejandra 2009 Minera transnacional y dispositivos de intervencin en la c