procesos de acople e interacción superficie-atmósfera en...

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Dirección: Dirección: Biblioteca Central Dr. Luis F. Leloir, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad de Buenos Aires. Intendente Güiraldes 2160 - C1428EGA - Tel. (++54 +11) 4789-9293 Contacto: Contacto: [email protected] Tesis Doctoral Procesos de acople e interacción Procesos de acople e interacción superficie-atmósfera en el sudeste superficie-atmósfera en el sudeste de Sudamérica de Sudamérica Ruscica, Romina Carla 2015-03-12 Este documento forma parte de la colección de tesis doctorales y de maestría de la Biblioteca Central Dr. Luis Federico Leloir, disponible en digital.bl.fcen.uba.ar. Su utilización debe ser acompañada por la cita bibliográfica con reconocimiento de la fuente. This document is part of the doctoral theses collection of the Central Library Dr. Luis Federico Leloir, available in digital.bl.fcen.uba.ar. It should be used accompanied by the corresponding citation acknowledging the source. Cita tipo APA: Ruscica, Romina Carla. (2015-03-12). Procesos de acople e interacción superficie-atmósfera en el sudeste de Sudamérica. Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Universidad de Buenos Aires. Cita tipo Chicago: Ruscica, Romina Carla. "Procesos de acople e interacción superficie-atmósfera en el sudeste de Sudamérica". Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Universidad de Buenos Aires. 2015-03- 12.

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Di r ecci ó n:Di r ecci ó n: Biblioteca Central Dr. Luis F. Leloir, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad de Buenos Aires. Intendente Güiraldes 2160 - C1428EGA - Tel. (++54 +11) 4789-9293

Co nta cto :Co nta cto : [email protected]

Tesis Doctoral

Procesos de acople e interacciónProcesos de acople e interacciónsuperficie-atmósfera en el sudestesuperficie-atmósfera en el sudeste

de Sudaméricade Sudamérica

Ruscica, Romina Carla

2015-03-12

Este documento forma parte de la colección de tesis doctorales y de maestría de la BibliotecaCentral Dr. Luis Federico Leloir, disponible en digital.bl.fcen.uba.ar. Su utilización debe seracompañada por la cita bibliográfica con reconocimiento de la fuente.

This document is part of the doctoral theses collection of the Central Library Dr. Luis FedericoLeloir, available in digital.bl.fcen.uba.ar. It should be used accompanied by the correspondingcitation acknowledging the source.

Cita tipo APA:

Ruscica, Romina Carla. (2015-03-12). Procesos de acople e interacción superficie-atmósfera en elsudeste de Sudamérica. Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Universidad de BuenosAires.

Cita tipo Chicago:

Ruscica, Romina Carla. "Procesos de acople e interacción superficie-atmósfera en el sudeste deSudamérica". Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. Universidad de Buenos Aires. 2015-03-12.

Universidad de Buenos Aires Facultad de Ciencias Exactas y Naturales

Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos

Procesos de acople e interacción

superficie – atmósfera

en el sudeste de Sudamérica

Tesis presentada para optar por el título de Doctor de la Universidad de Buenos Aires en el área Ciencias de la Atmósfera y los Océanos

Romina Carla Ruscica

Director: Dr. Claudio G. Menéndez Directora Asistente: Dra. Anna A. Sörensson

Consejero de Estudios: Dr. Claudio G. Menéndez

Lugar de trabajo: Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA/CONICET-UBA, UMI IFAECI/CNRS) Buenos Aires, Diciembre 2014 Fecha de Defensa: 12 de Marzo de 2015

RESUMEN

Los procesos físicos intervinientes en la interacción de la superficie continental con la atmósfera son de vital interés en el campo de la climatología. El conocimiento de las zonas con fuerte influencia del suelo sobre la precipitación contribuye a mejorar la predictibilidad en distintas escalas temporales, principalmente la estacional. Pocos estudios se han realizado sobre Sudamérica hasta el momento y, sobre otras regiones principalmente se han realizado durante el período estival. Los conceptos de acople, retroalimentación y memoria son diferenciados para luego ser empleados en distintos análisis realizados sobre simulaciones obtenidas de modelos climáticos regionales.

Gran parte del sudeste de Sudamérica (SESA) ha sido caracterizado como una zona de alta eficiencia de acople (EA) entre la humedad del suelo y la evapotranspiración durante un verano en un estudio previo con el modelo climático regional RCA3-E. En tal contexto, en esta Tesis se estudian procesos físicos entre distintas variables de superficie como la humedad del suelo, la evapotranspiración y la precipitación. Distintas subregiones dentro de SESA permiten identificar que donde la EA es alta, la evapotranspiración se encuentra regulada por la humedad del suelo independientemente de la intensidad media de la precipitación. La memoria, de la humedad del suelo es mayor y tiene un patrón espacial más robusto en la capa de suelo profunda que en la capa superficial. Donde la EA es elevada en general la memoria de la capa profunda de suelo es baja, sugiriendo que la atmósfera se ve mayormente influenciada en escala estacional por la dinámica más lenta de la superficie.

El estudio de interacción superficie – atmósfera sobre Sudamérica se amplía utilizando una nueva versión del modelo (RCA4). Se encuentra que SESA es una zona de transición climática durante el verano, otoño y primavera en el período 1980-99. Allí, se definen períodos con condiciones anómalamente secas ó húmedas del suelo, en donde resulta interesante estudiar el acople. Mediante simulaciones controladas se encuentra que el acople resulta ser máximo en SESA, durante la estación estival y con condiciones secas de la superficie continental. Mientras que la EA es máxima en toda SESA, el acople de la humedad del suelo con la precipitación se produce solamente al este de la región. Los patrones espaciales de acople entre la humedad del suelo y distintas variables de la capa límite atmosférica revelan que la energía estática húmeda y su gradiente vertical son las variables que contribuyen al desarrollo de la precipitación, como resultado del flujo total en superficie que es afectado por la humedad del suelo solo en la región este de SESA.

Otra métrica estadística de acople es implementada sobre simulaciones climatológicas de cuatro modelos climáticos regionales en el contexto de un proyecto de investigación. Los resultados sugieren, consistentemente con los resultados previos, que el acople también es máximo en SESA durante el verano, el otoño y la primavera.

Palabras claves: interacción superficie – atmósfera, intensidad del acople, procesos físicos, sudeste de Sudamérica, humedad del suelo, evapotranspiración, precipitación, modelado climático regional.

1

PROCESSES OF LAND SURFACE – ATMOSPHERE COUPLING AND

INTERACTIONS IN SOUTHEASTERN SOUTH AMERICA

ABSTRACT

Physical processes which are involved in the interaction of the land surface with the atmosphere are of vital interest in the field of climatology. The knowledge of the areas where the soil strongly influences on precipitation helps improving the predictability on different time scales, mainly on the seasonal one. Few studies have been conducted on South America so far, and other regions have been analyzed mostly during the summer period. Concepts of coupling, feedback and memory are carefully explained and later on they are applied over regional climate model simulations.

A large portion of southeastern South America (SESA) has been characterized as a high-efficiency coupling zone (EA) between soil moisture and evapotranspiration during a summer in a previous study with the regional climate model RCA3-E. In this context, the Thesis addressed physical processes between different surface variables such as soil moisture, evapotranspiration and precipitation. Sub-regions within SESA permit to identify that EA is high where the evapotranspiration is regulated by soil moisture regardless of the mean intensity of precipitation. Memory of soil moisture is larger and has a more robust spatial pattern for the root-zone layer than the surface layer. EA is high, in general where the memory of the root-zone layer is low, suggesting that the atmosphere is largely influenced at the seasonal scale by the slower dynamic of the surface.

The study of land surface – atmosphere interaction over South America is expanded using a new version of the model (RCA4). It is found that SESA is a climatic transition zone during the summer, fall and spring in 1980-99. There, different periods of wet or dry soil conditions are defined for studying the coupling. Through controlled simulations it is found that the coupling is the highest in SESA during the summer season and for dry conditions of the land surface. While EA is high throughout SESA, the coupling between soil moisture and precipitation only occurs in its eastern region. The spatial patterns of the coupling between soil moisture and other atmospheric boundary layer variables reveal that the moist static energy and its vertical gradient are the variables that contribute to the development of precipitation as a result of the total surface flow that is affected by the soil moisture only in the eastern region of SESA.

Another statistic metric of coupling is implemented on longer simulations of four regional climate models in the context of a project. Consistently to previous results, these results suggest that the coupling is high at SESA during the summer, fall and spring.

Keywords: land – atmosphere interactions, coupling strength, physical processes, southeastern South America, soil moisture, evapotranspiration, precipitation, regional climate modeling.

2

AGRADECIMIENTOS

Al Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CONICET/UBA, UMI IFAECI/CNRS) por

brindarme un espacio donde desarrollar esta Tesis doctoral y hacer uso del Sistema

Computacional de Alto Rendimiento (SCAD, http://scad.cima.fcen.uba.ar/ganglia/ ).

A CONICET por otorgarme el financiamiento necesario para la realización de la Tesis Doctoral.

A la directora del CIMA

Carolina Vera por brindar un ambiente de trabajo muy acogedor en el cual me sentí

muy cómoda y bien recibida.

A mis directores de Tesis

Anna Sörensson: Estoy infinitamente agradecida por toda tu paciencia y dedicación

para conmigo. Me enseñaste muchas cosas, y si puedo entregar esta Tesis es gran parte a tus

enseñanzas. Una buena combinación de profe-amiga con mates, yoga y Yanou. Pero

principalmente por tu ayuda incondicional en el momento más difícil de mi vida. Te quiero

mucho.

Claudio Menéndez: Aunque muy correcto y exigente, aún más motivador, amable y

respetuoso. Agradezco el tiempo que me dedicaste a guiarme en este camino por donde

transité estos últimos 5 años. Gracias nuevamente por haber entendido mis tiempos y

apoyarme en todo momento.

A Gabriel Vieytes del CIMA, y a Patrick Samuelsson y Marco Kupiainen del SMHI, por sus

enseñanzas y por haber respondido a mis pedidos de auxilio respecto a la parte técnica de esta

Tesis.

A mi familia

Mamá: siempre incondicional. En todo momento, en mi alegrías y mis tristezas,

apoyándome desde lo más profundo de tu ser. Te dedico esta Tesis con todo mi amor. Papá:

sabes todo lo que te quiero, y aunque no entiendas mucho que “hago” sé que entendés lo

importante que es para mí. Nati: hermana del alma. Tomamos caminos muy distintos en

nuestras profesiones, sin embargo entendemos lo grandiosas que somos cada una en su tinta

. LOS AMO!

A mis amigos

Mica mi amiga de andanzas y de laboratorios. Gracias por seguir eligiendo ser mi

amiga, yo te elijo hoy y por siempre. Pablo compañero oficinista, amigo de la buena música y

del palo de la física! Fue más sencillo arrancar esta etapa junto a vos, y luego pasó a ser muy

divertido. Gracias por tu compañía! Amigos del CIMA-DCAO que compartimos el día a día el

amor por la ciencia así como también por los asados: Elodie, Magui, Alvaro, Maite, Inés, Fede,

Nadia, Henrique, Cintia, Félix, Noe, y Adam por supuesto!

A mis amigos de la vida

Caro, Dami, Rosa, Ale, Mari, Zule, Santu, Sabri, Dani, Hernán, Pablo, Eli, Emilia, Darío

A Manuel Llegaste a mi vida en un momento crucial y te quedaste. Tantos días y noches virtuales pero

muy reales. Gracias por ayudarme y apoyarme siempre. Juntos seguiremos adelante! Te amo.

3

Lo importante es caminar.

Un tropiezo no es caída,

y sí parte de la vida…

4

Índice: Tomo I

ACRÓNIMOS ............................................................................................................. 9

MOTIVACIÓN ......................................................................................................... 10

ORGANIZACIÓN DE LA TESIS ................................................................................. 11

1. INTRODUCCIÓN GENERAL .......................................................................... 12

1.1. INTERACCIÓN SUPERFICIE – ATMÓSFERA. ¿PARA QUÉ? ¿POR QUÉ? ............................ 12

1.1.1. Conceptos teóricos ............................................................................... 12

1.1.2. Balance en superficie y ciclo hidrológico .............................................. 13

1.1.3. La humedad del suelo ........................................................................... 14

1.1.3.1. Acople humedad del suelo – precipitación ...................................... 15

1.2. SUDAMÉRICA. ¿DÓNDE? ................................................................................. 16

1.2.1. Características geográficas-climáticas .................................................. 16

1.2.2. Régimen de precipitación ..................................................................... 17

1.2.3. El sudeste de Sudamérica y La Cuenca del Plata .................................. 20

1.3. HERRAMIENTAS DE ESTUDIO. ¿CÓMO? ................................................................ 21

1.3.1. Modelos Climáticos Regionales ............................................................ 21

1.3.2. Bases de datos observacionales ........................................................... 23

1.3.3. Ventajas y desventajas de las diferentes herramientas ....................... 24

1.4. ANTECEDENTES INTERACCIÓN SUELO - ATMÓSFERA ................................................. 26

1.4.1. Metodologías ........................................................................................ 26

1.4.2. Resultados en Sudamérica ................................................................... 27

1.5. OBJETIVOS ................................................................................................... 29

1.5.1. Primario ................................................................................................ 29

1.5.2. Secundarios .......................................................................................... 29

2. EL MODELO RCA ......................................................................................... 30

2.1. INTRODUCCIÓN .............................................................................................. 30

2.2. VERSIÓN RCA4 ............................................................................................. 30

2.2.1. Características generales y configuración ............................................ 31

2.2.2. Esquema de superficie.......................................................................... 32

2.2.3. Cambios respecto de RCA3-E ............................................................... 34

2.3. VALIDACIÓN ................................................................................................. 35

2.3.1. Temperatura en superficie ................................................................... 35

2.3.2. Precipitación ......................................................................................... 36

2.3.3. Evapotranspiración ............................................................................... 38

2.4. DISCUSIÓN Y COMENTARIOS GENERALES .............................................................. 40

3. RELACIONES HIDROLÓGICAS: ACOPLE SUPERFICIE-ATMÓSFERA, MEMORIA Y HETEROGENEIDAD DE LA HUMEDAD DEL SUELO ............................................... 43

3.1. CONTEXTO Y MOTIVACIÓN ................................................................................ 43

3.2. MODELO Y METODOLOGÍA ............................................................................... 43

5

3.3. VALIDACIÓN E INCERTIDUMBRE OBSERVACIONAL ................................................... 44

3.4. FORZANTES DE LA EVAPOTRANSPIRACIÓN ............................................................. 46

3.5. CUANTIFICANDO RELACIONES ENTRE VARIABLES DE SUPERFICIE .................................. 49

3.6. MEMORIA DE LA HUMEDAD DEL SUELO ................................................................ 51

3.7. INFLUENCIA DE LA HETEROGENEIDAD ESPACIAL DE LA HUMEDAD DEL SUELO A LA

PRECIPITACIÓN EXTREMA ............................................................................................. 55

3.8. RESUMEN, DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES ............................................................... 57

4. CICLO ANUAL DEL ACOPLE SUPERFICIE CONTINENTAL – ATMÓSFERA EN CONDICIONES ANÓMALAS DE HUMEDAD DEL SUELO .......................................... 61

4.1. MOTIVACIÓN ................................................................................................ 61

4.2. MODELO ...................................................................................................... 61

4.3. ¿DÓNDE Y CUÁNDO ESTUDIAR EL ACOPLE? ........................................................... 61

4.3.1. Zonas de transición climática en Sudamérica ...................................... 62

4.3.2. Anomalías secas ó húmedas en el suelo del sudeste de Sudamérica .. 64

4.4. ¿CÓMO SE PUEDE CUANTIFICAR EL ACOPLE? ......................................................... 65

4.4.1. Descripción de los ensambles de simulaciones .................................... 65

4.4.2. Interacción interrumpida: la humedad del suelo como condición de

contorno ............................................................................................................ 67

4.4.3. Índice de Semejanza ............................................................................. 68

4.4.4. Índice de acople: Coupling strength ..................................................... 69

4.5. ZONAS DE ACOPLE HUMEDAD DEL SUELO – ATMÓSFERA ........................................... 69

4.5.1. Metodología ......................................................................................... 70

4.5.2. Hot spots de precipitación.................................................................... 70

4.5.3. Eslabones entre la humedad del suelo y la precipitación .................... 72

4.6. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES ............................................................................. 75

5. INTERACCIÓN SUELO – ATMÓSFERA EN DISTINTOS MODELOS CLIMÁTICOS REGIONALES .......................................................................................................... 80

5.1. MOTIVACIÓN ................................................................................................ 80

5.2. INTRODUCCIÓN .............................................................................................. 80

5.3. MODELOS Y METODOLOGÍA GENERAL .................................................................. 80

5.4. METODOLOGÍA DE LA INTERACCIÓN .................................................................... 81

5.5. RESULTADOS ................................................................................................. 82

5.6. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES ............................................................................. 84

6. RESUMEN, DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES FINALES ..................................... 86

7. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS .................................................................. 92

6

Índice: Tomo II

Tablas ………………………………………………………………………………………………………………………………… 2

Capítulo 2….…………………………………………………………………………………………………………… 3

Capítulo 3….…………………………………………………………………………………………………………… 4

Capítulo 4….…………………………………………………………………………………………………………… 5

Capítulo 5….…………………………………………………………………………………………………………… 6

Figuras ……………………………………………………………………………………………………………………………… 7

Capítulo 1….…………………………………………………………………………………………………………… 8

Capítulo 2 ….………………………………………………………………………………………………………… 12

Capítulo 3 ….………………………………………………………………………………………………………… 19

Capítulo 4 ….………………………………………………………………………………………………………… 29

Capítulo 5 ….………………………………………………………………………………………………………… 39

Apéndice ………………………………………………………………………………………………………………………… 42

Texto .......….………………………………………………………………………………………………………… 43

Figuras .......….……………………………………………………………………………………………………… 44

7

TOMO I

TEXTO

8

ACRÓNIMOS

Usados en español

DAS Disponibilidad de Agua en el Suelo

DEF Diciembre-Enero-Febrero

EA Métrica definida a partir del producto entre el Coupling Strength y σ diaria de ET. Representa el acople entre la HS y la ET teniendo en cuenta que éste pueda influir sobre la atmósfera.

ET Evapotranspiración

HS Humedad del suelo

HSs HS en superficie

HSp HS en profundidad

IMP Intensidad Media de la Precipitación

JJA Junio-Julio-Agosto

LCP La Cuenca del Plata

MAM Marzo-Abril-Mayo

MCRs Modelos Climáticos Regionales

MCGs Modelos Climáticos Globales

NeB-EB Noreste y este de Brasil

PP Precipitación

SESA sudeste de Sudamérica

SON Septiembre-Octubre-Noviembre

ZTC Zona de transición climática

Usados en inglés

BLD Boundary Layer Depth

BR Bowen RatioCS Coupling Strength

LHF Latent Heat Flux

MSE Moist Static Energy

RCA Rossby Centre Atmosphere

SACZ South America Convergence Zone

SALLJ South American Low-Level Jet

SAMS South America Monsoon System

SLP Sea Level Pressure

SHF Sensible Heat Flux

9

Bias Diferencia entre datos modelados y observados

Coupling Strength Inglés de la métrica: intensidad del acople

Clúster Grupo de varias computadoras unidas mediante una red de alta velocidad

Feedback Retroalimentación

Hot spot Zona de máximo acople superficie – atmósfera

In situ Obtenido a través del contacto directo con el sujeto

Spectral nudging Técnica para forzar el flujo de gran escala dentro del dominio regional de integración

Spin up Tiempo necesario para que se alcance el equilibrio en el sistema

MOTIVACIÓN

A continuación se enuncian conceptos y antecedentes que motivan el estudio de la

interacción entre el suelo y la atmósfera en Sudamérica y en particular sobre el

sudeste de Sudamérica

Las retroalimentaciones de la superficie continental con la atmósfera son

complejas y dependen de las condiciones geográficas y climáticas de cada sitio.

En algunas regiones, los procesos de suelo pueden contribuir significativamente la

variabilidad climática.

Hasta el momento se han realizado pocos estudios sobre Sudamérica.

La Cuenca del Plata es la región con mayor densidad poblacional y desarrollo socio-

económico del continente sudamericano. Allí se desarrollan tormentas convectivas,

de las más extremas, durante el período estival.

Mejorar el entendimiento de los procesos superficie – atmósfera contribuirá a una

mejor predictibilidad mensual a estacional de potencial utilidad para los sectores

socio - económicos.

10

ORGANIZACIÓN DE LA TESIS

La Tesis se compone de dos tomos. El Tomo I es el texto principal. En los cinco

primeros capítulos se desarrollan conceptos, se plantean metodologías y se discuten

los resultados. El tomo I se completa con un capítulo de conclusiones finales y la lista

de referencias bibliográficas. El Tomo II incluye las figuras y las tablas que se citan en el

texto principal, junto con un apéndice de texto y figuras.

El capítulo 1 es la introducción al tema de la interacción suelo – atmósfera. ¿Por qué y

para qué estudiarlo? ¿Dónde se realiza el estudio y cuáles son las características

principales de la región? ¿Cómo se puede realizar la investigación, es decir, con qué

herramientas? y ¿Cuáles son los antecedentes sobre el tema?

El capítulo 2 es dedicado al modelo climático regional instalado en el clúster

computacional del CIMA para la realización de los experimentos que se exponen en el

capítulo 4. Sus características principales y la validación de sus resultados conforman

este capítulo.

El capítulo 3 se concentra en distintos aspectos hidrológicos vinculados a la interacción

suelo-atmósfera en el sudeste de Sudamérica durante un verano austral: los factores

climáticos que controlan a la evapotranspiración, la memoria de la humedad del suelo

y cómo la precipitación extrema puede verse influenciada por gradientes en la

humedad del suelo.

En el capítulo 4 se expone la búsqueda de zonas potenciales de acople suelo –

atmósfera sobre Sudamérica y allí se determinan períodos anómalamente secos y

húmedos. En dicho contexto, se realizan experimentos para investigar cómo es el ciclo

anual del acople suelo atmósfera y se establecen posibles mecanismos de interacción

que explican los resultados obtenidos.

El capítulo 5 da un contexto más general del acople suelo – atmósfera en Sudamérica a

través del análisis de distintos modelos climáticos regionales.

El resumen, la discusión y las conclusiones finales de la Tesis se muestran en el capítulo

6, y las referencias bibliográficas en el capítulo 7.

11

1. INTRODUCCIÓN GENERAL

1.1. INTERACCIÓN SUPERFICIE – ATMÓSFERA. ¿PARA QUÉ?

¿POR QUÉ?

1.1.1. CONCEPTOS TEÓRICOS

En estudios de procesos entre componentes de un sistema (p.e. climático)

suelen utilizarse ciertos conceptos para describir relaciones (p.e. físicas) entre variables

de ese sistema. La interacción, el acople, la retroalimentación y la memoria son

palabas empleadas con gran frecuencia en la literatura referida a estudios de

interacción suelo-atmósfera. Debido a que a veces no queda claro en qué se

diferencian estos conceptos, es que se cree conveniente hacer una descripción de cada

uno desde un punto de vista conceptual.

El acople entre dos variables (A y B) es la influencia de una variable sobre la otra en un

único sentido de la relación, i.e. A acopla B pero no se sabe si B influye en A (Fig.1.1a).

Si el acople se establece lo hará con cierta magnitud ó intensidad. Otro concepto

empleado es el de controlador/forzante (ó driver). Si A acopla B se dice que A es un

controlador de B. La retroalimentación (ó feedback) entre A y B refiere a la relación en

ambos sentidos, i.e. A acopla B y B acopla A, y de ésta manera una de las variables se

retroalimenta, positivamente ó negativamente, a través de la otra. La

retroalimentación por lo tanto involucra un signo en la relación. Por ejemplo: A

aumenta B, entonces si B aumenta/disminuye A la retroalimentación es

positiva/negativa (Fig.1.1b). Tanto el acople como la retroalimentación tienen

incorporado implícitamente el concepto de causalidad. El hecho de que A acopla B

remite a noción de causa (A) y efecto (B), y de manera similar con la retroalimentación

que establece un doble acople (ver Fig.1.1b). El concepto de interacción es más amplio

y se refiere a un conjunto de relaciones entre dos ó más variables sin indicar la

causalidad de las mismas (Fig.1.1c). La Fig.1.1d esquematiza todos estos conceptos en

un sistema con cuatro variables que interaccionan (no necesariamente todas con

todas), con acoples directos e indirectos y con distinta intensidad.

12

El concepto de memoria queda un poco aislado de los conceptos ya definidos ya que

involucra a una sola variable (A). La memoria de A es la persistencia de su estado ó

anomalía en el tiempo sin que se importe con qué variables del sistema interactúa. En

la práctica, es la persistencia temporal en la que una variable exhibe una dependencia

estadística serial y positiva con sus propios valores pasados (ó futuros) (Wilks, 2006).

Dicha memoria puede ocasionalmente controlar el estado de otra variable (B), o por el

contrario puede ella verse afectada por la memoria de una tercera variable (C).

Investigar la causalidad en un sistema tan complejo como el climático es un problema

no sencillo debido a la gran cantidad de interacciones que se establecen entre varias

variables del sistema haciendo difícil aislar el proceso de causa y efecto.

1.1.2. BALANCE EN SUPERFICIE Y CICLO HIDROLÓGICO

El sistema climático Terrestre está compuesto por la atmósfera, la criósfera, la

hidrósfera, la litósfera y la biósfera, y está sujeto a forzantes externos como el Sol o la

actividad humana. Estos componentes interactúan entre sí con distintos niveles de

complejidad, intercambiando masa, calor y momento. Muchas de estas interacciones

ya han sido comprendidas (p.e. calor latente oceánico tropical que contribuye al

desarrollo convectivo en la zona de convergencia intertropical) y otras no tanto (p.e.

procesos biogeoquímicos). La interacción del suelo y la atmósfera, involucra a muchos

procesos físicos, químicos, biológicos y/ó antropogénicos (p.e. Michetti y Zampieri,

2014) que se producen en la interfaz de la superficie continental con la atmósfera,

involucrando dos o más variables del sistema.

Los balances en dicha interfaz pueden resumirse a cuatro: de radiación, de energía, de

agua y de carbono (Fig.1.2). La radiación neta en superficie depende la radiación neta

de onda corta y larga, las cuales dependen del albedo de la superficie, de la emisividad

atmosférica, de la temperatura de superficie y de la nubosidad. La ganancia de energía

que representa la radiación neta en superficie se emplea principalmente para producir

flujos de calor latente y sensible. El calor latente es resultado de la evaporación y/ó

transpiración de la biósfera (ó evapotranspiración), variable que conecta los balances

de energía y agua en la interfaz superficie-atmósfera. Desde el punto de vista

energético si hay evapotranspiración habrá calor latente emitido a la atmósfera,

13

mientras que desde el punto de vista hídrico contribuirá con vapor de agua a la

atmósfera.

El ciclo hidrológico representa la circulación del agua (en sus distintas fases) en el

sistema climático. Una molécula de agua evaporada desde la superficie puede

ascender hacia alturas en donde condensa, forma parte de una nube y en condiciones

específicas retorna al suelo como lluvia. La evapotranspiración, la precipitación, el

escurrimiento y la humedad del suelo forman parte, entre otras variables hidrológicas,

del reciclado de agua sobre la superficie continental.

Los procesos que involucran al carbono no son abordados en esta Tesis.

1.1.3. LA HUMEDAD DEL SUELO

La humedad del suelo (HS) es un factor importante en el sistema climático ya

que participa en procesos hidrológicos, biogeoquímicos y de transporte de

contaminantes, en la vegetación, en los ecosistemas, en la agricultura y es clave en el

monitoreo de sequías.

Su definición varía según el contexto de estudio, p.e. la escala espacial ó la

herramienta empleada para su medición/obtención (Seneviratne y otros, 2010). La HS

mide la fracción de agua por unidad de volumen de suelo.

Su rol de componente en la interacción suelo-atmósfera también es clave por varias

razones:

1) Su dinámica está controlada por las condiciones de contorno climáticas como la

precipitación (PP), la evapotranspiración (ET) y la radiación.

2) Es una fuente de agua para la atmósfera a través de la ET.

3) Su influencia sobre la partición energía radiativa en los flujos de calor sensible y

latente afecta la temperatura del aire, las características de la capa límite, el

desarrollo de nubosidad (p.e. Ek y Holtslag, 2004), potencialmente la convección

(Emori, 1998; Frye y Mote, 2009) y consecuente precipitación (p.e. Koster y otros,

2006).

14

4) Los contrastes horizontales pueden potencialmente, desarrollar circulaciones de

mesoescala (p.e. Ookouchi y otros, 1984; Wolters y otros, 2010; Taylor y otros,

2011).

5) Es un forzante de menor variabilidad que la atmosférica, es decir, con memoria más

larga (p.e. Koster y Suarez, 2001; Seneviratne y otros, 2006a). Por ende puede

modular procesos atmosféricos sobre una región continental de forma similar en

que lo hace la temperatura de la superficie del mar (Orlowsky y Seneviratne, 2010).

Por eso puede ser importante en el contexto de la predictibilidad climática (Koster y

otros, 2011). Distintos autores investigaron sobre los controladores de la memoria

de HS. Por ejemplo, Koster y Suarez (2001), sugirieron que la ET, el escurrimiento, la

correlación temporal entre la HS y algún forzante atmosférico y la misma

variabilidad temporal del forzante, controlan la memoria de HS. Mientras que los

dos primeros se vinculan directamente con la HS a través del balance de agua en la

superficie, el tercero puede ser entendido como la influencia de la memoria del

forzante, p.e. la PP sobre la memoria de la HS.

1.1.3.1. ACOPLE HUMEDAD DEL SUELO – PRECIPITACIÓN

La interacción entre la HS y la PP involucra dos acoples. El más claro es el

que ejerce la PP sobre la HS, ya que el agua precipitada aumenta la reserva de agua en

el suelo, siempre y cuando el suelo no haya estado saturado previamente (en ese caso

el agua precipitada escurre sobre la superficie y no contribuye a la HS). El menos claro,

y uno de los objetivos de esta Tesis, es el acople de la HS sobre PP.

La Fig.1.3 puede utilizarse como un ejemplo de interacción entre la HS y la PP, en

condiciones de suelo no saturado.

• PP acopla la HS (camino 3);

• HS acopla sobre la ET (camino 1) con menor intensidad;

• La ET acopla sobre la PP (camino 2) aún con menos intensidad;

• Por otra parte, la HS acopla fuertemente la conductividad térmica del suelo

(camino 4) ya que el agua conduce 20 veces más el calor que el aire (Bonan,

2002).

15

El acople más difícil de estimar es el de la ET a la PP, debido a que existen varios

procesos intermedios, locales y no locales (p.e. turbulencia, convección, inestabilidad,

etc.) que dificultan el entendimiento de la influencia directa. En cambio, el acople de la

HS a la ET es local y se torna más sencillo su análisis.

La dificultad de estudiar la física del acople HS-PP radica en: (1) estimar el acople ET-PP

si es que el acople HS-PP se da a través de la ET; (2) que el acople puede ser no local,

es decir, sin que entre en juego la ET del punto en cuestión, sino que por ejemplo

influya la advección de humedad atmosférica desde otro punto; (3) que la HS está

altamente influenciada por la PP y (4) que se establece en un sistema no-lineal. En

cierta forma, estimar el acople HS-PP resuelve la pregunta de la retroalimentación HS-

PP. Si la HS acopla positiva/negativamente a PP entonces la retroalimentación será

positiva/negativa (siempre que el suelo no está saturado).

1.2. SUDAMÉRICA. ¿DÓNDE?

1.2.1. CARACTERÍSTICAS GEOGRÁFICAS-CLIMÁTICAS

El continente Sudamericano se extiende en un rango muy amplio de latitudes,

desde boreales tropicales (10°N) hasta australes casi antárticas (55°S), y se encuentra

rodeado principalmente por el océano Atlántico hacia el este y el Pacífico al oeste. Dos

anticiclones de superficie semipermanentes se ubican en latitudes subtropicales

oceánicas. La Cordillera de los Andes es una joven cadena montañosa que se extiende

a lo largo de casi todo el borde occidental, y posee uno de los picos más elevados del

planeta con casi 7km de altitud, el Aconcagua. Debido a su amplia extensión

meridional, i.e. norte-sur y altitudinal, la circulación atmosférica de gran escala se ve

influenciada por este forzante topográfico. Los Andes septentrionales-centrales

canalizan el transporte de humedad proveniente desde el Atlántico hacia latitudes

mayores a lo largo de su ladera oriental (p.e. Berbery y Collini 2000), y a su vez

bloquean el flujo troposférico desde el Pacífico este, mientras que los Andes australes

(al sur de 40°S) son una barrera menos efectiva para la circulación atmosférica en

latitudes altas. Como consecuencia de dicha topografía, el clima medio tiende a ser

árido al oeste (este) y húmedo al este (oeste) de la cordillera en latitudes tropicales y

16

subtropicales (medias). La meseta brasileña también llamada Planalto Meridional, que

cubre la mayor parte del sur-este de Brasil, pero con alturas más bajas que los Andes

es otra estructura topográfica importante, la cual tiende a bloquear la circulación de

niveles bajos en regiones subtropicales (Garreud y Aceituno, 2007). El Amazonas

ubicado sobre la zona tropical con mayor extensión oeste-este del continente, es

llamado el “pulmón” planetario dado que es la selva tropical húmeda más grande del

mundo, y su contribución como sumidero de carbono es excepcional. Allí, la actividad

convectiva es profunda y con características únicas respecto a otras zonas del planeta.

Su cuenca hidrográfica, la Amazónica, es la más grande del planeta con miles de

afluentes que confluyen hacia el río Amazonas que desagua en la costa noreste sobre

el Atlántico. El desierto de Atacama en Chile-Perú, el Altiplano Boliviano, el Pantanal,

las amplias llanuras templadas en el sudeste, la región semi-árida del noreste de Brasil

y la estepa Patagónica en el extremo sur son otras geografías con distintos climas que

caracterizan a la región.

1.2.2. RÉGIMEN DE PRECIPITACIÓN

En latitudes tropicales a subtropicales domina principalmente la convección

profunda, mientras que hacia latitudes mayores los sistemas frontales se vuelven

predominantes y son los que promueven la convección y consecuente lluvias. La PP

media anual continental observada se muestra en la Fig.1.4a. En ella se distingue: un

patrón de máximos en dirección noroeste-sureste hasta los 20°S aproximadamente. En

el extremo noroeste se destaca el máximo absoluto continental sobre el Amazonas,

donde llueve todo el año con una intensidad media entre los 7 y 10 mm/día. Hacia el

otro extremo de dicho patrón se evidencia la banda de máxima de PP asociada a la

Zona de Convergencia del Atlántico Sur (SACZ, por sus siglas en inglés. Kodama, 1992).

Dos máximos relativos, ambos presentes durante todo el año, se localizan (1)

alrededor de 27°S-53°O sobre la costa Atlántica del sur de Brasil debido a actividad

convectiva y a sistemas frontales y (2) a lo largo de la costa Pacífica de Chile al sur de

los 35°S debido a la descarga de humedad de los vientos Oestes (Garreaud y Aceituno,

2007).

Un mínimo local se aprecia en la región semi-árida del noreste de Brasil, alrededor de

los 10°S-40°O, mientras que la ladera oeste de los Andes centrales junto con la

17

Patagonia argentina son las regiones con menor PP anual (menor a 1mm por día). La

media anual de PP hacia el norte de los 20°S se debe principalmente a la PP durante la

fase activa del Sistema Monzónico Sudamericano (SAMS, por sus siglas en inglés, p.e.

Nogués-Paegle y otros 2002; Liebmann y Mechoso, 2011).

A continuación se describen las principales características climáticas de cada estación y

los factores locales y remotos que influyen en ellas (las estaciones climáticas a lo largo

de la Tesis se refieren a las del hemisferio sur, i.e. el verano se define desde Diciembre

a Febrero). La PP media estacional se muestra en los paneles b-e de la Fig.1.4.

Diciembre – Enero – Febrero (DEF): Dicho período referencia al verano: El SAMS está en

su fase madura con máxima actividad convectiva en el centro del continente

originando precipitaciones medias estacionales elevadas (Garreaud y Aceituno, 2007),

superando los 10mm/día (Fig.1.4b). En dicha fase: (1) el anticiclón semipermanente del

Atlántico Sur transporta masas de aire húmedo oceánico hacia el centro del

continente; (2) la Zona de Convergencia Intertropical se encuentra en su posición más

austral originando fuertes precipitaciones en los Andes ecuatoriales, el oeste de la

cuenca Amazónica y sobre la desembocadura del río Amazonas (Garreaud y Aceituno,

2007); (3) el flujo de humedad atmosférico máximo es zonal y hacia el este en latitudes

ecuatoriales y (4) al encontrarse con la cordillera Andina se re-direcciona desde el

Amazonas hacia el sur canalizándose sobre la ladera este hasta los 20°S

aproximadamente y con máximos valores entre 925 y 900hPa (Berbery y Barros, 2002).

Aunque este flujo está presente todo el año, en su período de intensificación toma las

características de una corriente en chorro en capas bajas (SALLJ, por sus siglas en

inglés, Vera y otros, 2006a), advectando calor y humedad desde latitudes tropicales a

subtropicales; (5) la actividad convectiva sobre la SACZ alcanzan su máxima

intensificación durante este período al igual que (6) la baja térmica sobre el noroeste

de Argentina y Paraguay conocida como Baja del Chaco (Zhou y Lau, 1998) y (7) su

compañera termo-orográfica conocida como la Baja del Noroeste Argentino (Seluchi y

otros, 2003), y los centros de alta y baja presión en niveles elevados de la tropófera,

conocidos como (8) la Alta de Bolivia (Lenters y Cook, 1997) y (9) la depresión (ó

vaguada) del Nordeste sobre el noreste de Brasil respectivamente (Nogués-Paegle y

otros, 2002).

18

Marzo – Abril - Mayo (MAM): Dicho período corresponde al otoño, estación en la cual

se inicia la etapa post monzónica. La mayor parte de la convección y precipitación

migra hacia el norte (Zhou y Lau, 1998, Fig.1.4c) y, en particular, la SACZ se empieza a

debilitar durante Marzo. El noreste de Brasil tiene su estación húmeda y a lo largo del

río Amazonas y sobre su desembocadura se superan los 10mm/día en valor medio

estacional.

Junio – Julio – Agosto (JJA): Dicho período corresponde al invierno. El anticiclón

semipermanente del Atlántico Sur se intensifica y se traslada hacia el noroeste,

ubicándose sobre continente y estableciendo subsidencia que inhibe la PP (Caffera y

Berbery, 2006). Sin embargo, al norte de 0° se desarrolla la estación húmeda - con más

de 10mm/día de precipitación media - debido al Sistema Monzónico Norteamericano

en su posición más austral (p.e. Vera y otros, 2006b) y en el sur de Brasil y norte de

Uruguay se destaca el máximo relativo de PP, que está presente todo el año, y que

durante este período se asocia a sistemas frontales (Montecinos y otros, 2000). El

SALLJ provee humedad y calor por detrás de las zonas frontales y sistemas ciclónicos

que producen las mayores precipitaciones hacia el sur del continente (Vera y otros,

2002). El pasaje de frentes fríos que avanzan desde latitudes subpolares hacia el

noreste al este de los Andes y las vaguadas en altura en latitudes subtropicales que

avanzan hacia el este son los factores que disparan la fuerte ciclogénesis sobre el

sudeste de Sudamérica (Piva y otros, 2010). La Fig.1.4d destaca las zonas con régimen

húmedo y seco en SA durante JJA.

Septiembre – Octubre – Noviembre (SON): Dicho período corresponde a la primavera.

Se establece la fase inicial del SAMS (aunque la definición de inicio es todavía ambigua

ya que se utilizan distintas métricas y/o umbrales (p.e. Liebmann y Marengo, 2001,

Raia y Calvacanti, 2008)) y de la SACZ y la estación húmeda progresa sobre Brasil

(Garreaud y Aceituno, 2007, Fig.1.4e); se empieza a desarrollar la Baja del Chaco (Zhou

y Lau 1998) y la Alta de Bolivia que, a través de su flujo divergente en niveles altos de

la atmósfera, genera PP abundante en el mismo Altiplano; y el flujo meridional máximo

de humedad hacia el sur se establece alrededor de 20°S y durante Octubre (Zhou y Lau

1998, Fig.1.4e). Durante esta estación la precipitación media estacional no supera los

10mm/día como sí lo hace el resto del año.

19

Para una mayor descripción de las características medias y variables del clima

sudamericano el lector puede referirse a Garreaud y otros (2008).

1.2.3. EL SUDESTE DE SUDAMÉRICA Y LA CUENCA DEL PLATA

El sudeste de Sudamérica (SESA) se define en esta Tesis como el rectángulo

contenido entre las latitudes 20°S-43°S y entre las longitudes 45°O-70°O (Fig.1.5).

Incluye a gran parte de La Cuenca del Plata (LCP, limitada por los bordes rojos en la

Fig.1.5) que cubre un área de 3.6 106 km2 siendo la 5ta en el mundo en mayor tamaño

y la 2da en Sudamérica, luego de La Cuenca Amazónica. El mayor porcentaje de

extensión de LCP se encuentra en el sur de Brasil (46%), y en menor medida sobre

Argentina (30%), Paraguay (13%), Bolivia (7%) y Uruguay (4%) (Berbery y Barros, 2002).

Es una región de gran importancia hidrológica y producción energética-agropecuaria-

ganadera en donde la densidad de población es la más elevada del continente

sudamericano (Mechoso y otros, 2001).

La PP media anual sobre SESA se observa en el rectángulo de la Fig.1.4a. Allí se observa

un gradiente oeste-este de PP media anual al sur de los 20°S, el cual es coherente con

que el oeste de SESA tiene un régimen semi-árido y hacia el este la aridez va

disminuyendo (Verbist y otros, 2010). La zona del Planalto Meridional tiene un máximo

anual pero también la máxima variabilidad interanual e intraestacional de PP debido a

la dinámica de la SACZ. Dada la altimetría de la región, las temperaturas son

relativamente más bajas que en los alrededores. Durante la estación cálida (Octubre-

Abril), el SAMS controla la PP en el norte, mientras que hacia el centro y sur los

sistemas convectivos de mesoescala (Durkee y otros, 2009) dominan el régimen

precipitante. La convergencia de humedad de la SALLJ junto con dichos sistemas sobre

LCP, crean condiciones atmosféricas óptimas para que se desarrollen tormentas

convectivas (Salio y otros, 2007) de las más extremas del planeta (Zipser y otros, 2006).

Durante la estación fría (Mayo-Setiembre) la PP se ve mayormente controlada por la

actividad sinóptica de latitudes medias (Vera y otros, 2002) y la evaporación alcanza un

mínimo anual (Martínez y Dominguez, 2014). Los campos medios estacionales de PP en

SESA se encuadran en los rectángulos de las figuras 1.4b-e.

20

Uno de los forzantes globales que influyen en el hidroclima de SESA es El Niño-

Oscilación del Sur (ó ENSO por sus siglas en inglés). Dicha oscilación se establece sobre

la temperatura de la superficie el mar en el océano Pacífico este-ecuatorial. Cuando la

anomalía es significativamente positiva/negativa el evento se define como El Niño / La

Niña, sino como un ENSO neutro. Estos eventos originan perturbaciones en la

atmósfera que afectan la circulación global impactando en el clima de distintas

regiones del planeta. En particular, la mayor influencia entre eventos ENSO y la

precipitación en SESA se establece durante la primavera (Grimm y otros, 1998; Cazes-

Boezio y otros, 2003; Barreiro 2010; Cherchi y otros, 2014).

1.3. HERRAMIENTAS DE ESTUDIO. ¿CÓMO?

Los estudios de interacción y acople entre el suelo y la atmósfera se desarrollan con

diversas herramientas, en particular con modelos climáticos regionales (MCRs) y/ó con

bases de datos observacionales.

1.3.1. MODELOS CLIMÁTICOS REGIONALES

Los modelos climáticos son una herramienta numérico-computacional que

permiten representar las características medias, variabilidades espacio-temporales,

condiciones extremas, etc. del sistema climático sobre un reticulado tridimensional. A

diferencia de los modelos climáticos globales (MCGs) que simulan el clima global, los

MCRs simulan el clima en escala regional con la posibilidad de hacerlo con mayor

resolución espacio-temporal. De esta forma, pueden representar de manera más

certera características de escala local-regional como la topografía ó líneas de costas,

así como también procesos físicos de pequeña escala como p.e. la PP convectiva, los

flujos turbulentos de calor ó las circulaciones de mesoescala. Aunque hoy en día ya

existen MCGs con alta resolución, p.e. 20km (p.e. Blázquez y Nuñez, 2013) ó MCGs que

establecen un reticulado de mayor resolución sobre la región de interés (Lorenz y

Jacob, 2005) todavía sigue siendo conveniente emplear MCRs ya que trabajar sobre un

dominio menor al global requiere de menos tiempo de cómputo y almacenado de

datos y según el tipo de estudio los resultados no son menos aceptables que con MCGs

21

de alta resolución (Laprise, 2008). De todos modos, los procesos que se producen en

una escala menor que la resolución del modelo regional (o del global) tienen que ser

igualmente parametrizados.

La complejidad del sistema climático requiere que los MCRs modelen cada vez más y

mejor sus distintos componentes: la atmósfera (nubes, aerosoles, gases), la hidrósfera

(océanos, ríos, lagos), la criósfera (hielo marino y terrestre y nieve) la litósfera

(procesos de superficie incluyendo la HS en distintas fases) y la biósfera (p.e. efectos

de la vegetación sobre el albedo de superficie, ó el ciclo de carbono tanto en tierra

como en océanos). Por ende, día a día se avanza en la representación de procesos

dinámicos, termodinámicos, hidrológicos, de capa límite, radiativos, convectivos, de

nubosidad, biogeoquímicos, de turbulencia, así como también de parámetros (p.e.

textura del suelo). No solo es importante una buena representación del proceso en sí

mismo sino también en cómo éste interacciona con los otros, ya que las

retroalimentaciones juegan un papel relevante en el clima (sección 1.1).

Las investigaciones que utilizan MCRs incluyen estudios de: desarrollo, evolución y/ó

progreso de los códigos numéricos; evaluaciones de cambio climático, predictibilidad

estacional, impacto ambiental (forzando modelos hidrológicos); así como también para

la obtención de reanálisis (Rummukainen, 2010). Los MCRs también son empleados

como una herramienta para entender y/ó mejorar el entendimiento de procesos

físicos en el sistema climático (Wang y otros, 2004). Mediante la manipulación del

esquema numérico pueden realizarse experimentos controlados para investigar como

los efectos los topográficos (p.e. Antic y otros, 2004) y de cambio de uso de suelo (p.e.

Pessacg y Solman, 2012) afectan el clima de una región; procesos de convección y

nubosidad (p.e. Lange y otros, 2014) ó como profundizar el entendimiento de las

interacciones entre distintos componentes del sistema, como ser entre las nubes y los

aerosoles (p.e. Zubler y otros, 2011), las nubes y la radiación (p.e. Dudek y otros, 1996)

ó entre la superficie y la atmósfera (ver sección 1.4).

Durante la última década se han publicado distintos trabajos con MCRs en el contexto

de proyectos coordinados entre instituciones nacionales y/ó internacionales

principalmente para estudios de impacto local-regional, extremos y cambio climático

(Sánchez-Gómez y otros, 2008; Marengo y Ambrizzi, 2006; Jacob y otros, 2007; Mearns

22

y otros, 2009; Nikulin y otros, 2012). Sobre Sudamérica y LCP se desarrollaron los

proyectos CLARIS y CLARIS-LPB del Sexto y Séptimo Programa Marco de la Comunidad

Europea respectivamente, para estudios de cambio e impacto climático. En ellos (1) se

evaluaron las capacidades de distintos MCRs en simular condiciones medias (Carril y

otros, 2012; Solman y otros, 2013; Pessacg y otros, 2014) y extremas (Menéndez y

otros, 2010) del clima presente y (2) se obtuvieron proyecciones de cambio climático

mediante simulaciones continuas forzadas por MCGs acoplados (Sörensson y otros,

2010; Boulanger y otros, 2010).

1.3.2. BASES DE DATOS OBSERVACIONALES

Contar con observaciones de distintas variables climáticas permite validar

resultados de modelos, mejorar la predictibilidad mediante la asimilación de datos y

estudiar la física del clima. Tanto la temperatura en superficie como la PP son variables

que vienen siendo medidas in situ desde hace décadas y hoy en día se encuentran

también como productos reticulados. Para otras variables, p.e. dinámicas y con mayor

escala espacial (p.e. vientos en la tropósfera) la comunidad climática recurre a datos

de reanálisis (productos obtenidos de modelos que asimilan datos de diferentes

fuentes). La red global Fluxnet (Baldochi y otros, 2001) provee mediciones de flujos de

energía, agua (ET) y dióxido de carbono, principalmente en el hemisferio norte. En los

últimos años se vienen obteniendo productos satelitales que otorgan a escala global

datos de campo gravitatorio, HS, salinidad, índice verde y de área foliar, suelo, etc.

Distintos proyectos que combinan mediciones in situ, reanálisis y datos remotos

contribuyen a productos reticulados sobre todo el globo (p.e. LandFlux por Mueller y

otros, 2013). Otras bases (p.e. GLDAS, Rodell y otros, 2004) son derivadas de distintos

modelos de integración de suelo, en donde se utilizan técnicas de asimilación de datos

que permiten incorporar datos satelitales y de superficie. Recientemente,

Spennemann y otros (2014) afianzaron la hipótesis de que distintos índices de

monitoreo del suelo pueden ser desarrollados a partir de datos de GLDAS, y que dicha

base captura la variabilidad de la HS en SESA.

CLARIS-LPB dispuso de bases de datos reticulados (1) mensuales de PP y temperatura

del aire en superficie (Solman y otros, 2013), (2) diarios de PP (Jones y otros, 2013) y

de (3) temperaturas mínimas y máximas (Tencer y otros, 2011), así como una red de

23

más de 9000 estaciones meteorológicas con variables medidas de PP, temperatura,

radiación, heliofanía y caudal, entre otras (Penalba y otros, 2014).

1.3.3. VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE LAS DIFERENTES HERRAMIENTAS

En el contexto del estudio de procesos superficie – atmósfera, ambas

herramientas de estudio, i.e. los MCRs como las bases de datos observacionales

cuentan con ventajas y desventajas.

Ventajas:

Los MCRs permiten elegir cualquier región del continente, período temporal de

estudio, i.e. cambio climático o paleoclima, variable del modelo y realizar

experimentos controlados para aislar influencias no deseadas que permitan estudiar

un proceso particular.

Las observaciones in situ (estaciones meteorológicas, torres de flujo, sensores de HS,

etc.) son la medida más realista de la variable que se quiere estudiar, y más cuando se

establecen eventos extremos de pequeñas escalas espacio-temporales.

Desventajas:

La calidad de los forzantes laterales (p.e. baja resolución), la limitación de que su

interacción con el modelo regional sea en ambos sentidos ó la complejidad de los

distintos módulos de parametrizaciones para resolver procesos de menor escala, son

algunos de los problemas que llevan a incertidumbres en el clima simulado (Laprise,

2008). No existe una combinación óptima de parametrizaciones (p.e. Jancov y otros,

2005) y la elección de las parametrizaciones brinda la mayor incertidumbre al clima

simulado, i.e. en mayor grado que la elección del dominio geográfico para la

simulación o la variabilidad interna (Solman y Pessacg, 2012). Debido a la naturaleza

caótica de la atmósfera, es recomendable realizar varias simulaciones (ó un ensamble)

y por ende los recursos computacionales ponen un límite respecto al tamaño del

ensamble, incluyendo la resolución espacial o longitud temporal (Rummukainen, 2010;

Wang y otros, 2004). Los MCRs presentan incertidumbres para simular el clima

sudamericano en condiciones medias, variables y extremas (p.e. Carril y otros, 2012;

Pessacg y otros, 2013; Solman y otros, 2013). Presentan errores sistemáticos de

24

sobreestimación sobre la cordillera de los Andes (probablemente debido a los efectos

topográficos) y de subestimación sobre LCP durante JJA (Carril y otros, 2012). Además,

los eventos extremos no son bien representados ya que son atenuados sobre el

reticulado del modelo.

En el contexto de la presente Tesis cabe mencionar que el valor de la HS es una

variable que depende fuertemente del esquema de suelo que tenga el modelo, así

como la cantidad de capas y la textura del suelo (p.e. Koster y otros, 2009). Sin

embargo, su variabilidad suele ser mejor representada en modelos hidrológicos (p.e.

Díaz y otros, 2014), o de suelo (Spennemann y otros, 2014) forzados por

observaciones.

Aunque la disponibilidad de observaciones se va incrementando, aún sigue siendo

limitada en extensión espacial y temporal. La calidad de los datos varía según el

método de medición, la región y la variable. Tanto el reanálisis como los datos

satelitales son considerados como “observaciones” cuando se quiere validar un

modelo. Sin embargo la calidad del dato de reanálisis depende de: la calidad del

modelo empleado, de la metodología de la asimilación de datos y de la cantidad de

observaciones asimiladas, entre otros. Por ende la incertidumbre asociada debe

tenerse en cuenta al emplear datos de reanálisis (p.e. Zaninelli y otros, 2014a, 2014b).

La calidad del dato satelital, también depende de varios factores, como por ejemplo de

la calidad de los algoritmos de procesamiento que se aplican al dato medido para que

éste pueda entenderse como una variable climática. Las variables de superficie

obtenidas de modelos de suelo (p.e. GLDAS) son modelo-dependientes, pero

dependen en mayor grado del forzante atmosférico que fuerza el modelo de suelo

(Spennemann y otros, 2014). La HS es una variable que ha sido medida durante los

últimos años en forma remota obteniendo satisfactoriamente datos globales aunque la

información es solo de los primeros centímetros de la superficie (Crow y otros, 2012).

Respecto a los datos in situ, la cobertura espacial de pluviómetros es aún escasa en

muchas zonas como la selva amazónica ó con terreno elevado. Allí la incertidumbre

asociada a distintas bases de PP es elevada, debido a los algoritmos de procesamiento

involucrados para la obtención de los productos y a posibles diferencias en los

conjuntos de estaciones que se utilizan. La ET es una variable altamente local como la

25

PP, pero su medición y posterior procesado del dato es más complejo. En Sudamérica

la disponibilidad de datos medidos in situ es extremadamente baja (Jung y otros, 2010,

su figura suplementaria 1), y muchas veces se recurre a la ET potencial como

alternativa (p.e. Pántano y otros, 2014).

1.4. ANTECEDENTES INTERACCIÓN SUELO - ATMÓSFERA

La interacción suelo-atmósfera modula la variabilidad del sistema climático y lo

hace en distintas escalas espacio-temporales. Las condiciones de la superficie pueden,

por ejemplo, favorecer el desarrollo de procesos de mesoescala, nubosidad y

tormentas convectivas (Pielke, 2001), así como también pueden contribuir a

condiciones extremas del clima a nivel regional como las sequías (Seneviratne y otros,

2010). En general en la última década, se ha encontrado que las anomalías de la HS

tienen una influencia significativa sobre los balances de agua y energía en zonas de

transición climática entre climas húmedos y áridos, en donde la ET es lo

suficientemente alta y variable pero se encuentra limitada por la disponibilidad de

agua en el suelo (Koster y otros, 2004).

1.4.1. METODOLOGÍAS

Para poder cuantificar en qué grado la superficie contribuye a la variabilidad

natural atmosférica se han establecido, a grandes rasgos, dos tipos de estudios. El

primero es la realización de experimentos de sensibilidad con ensambles de

simulaciones (p.e. Cook y otros, 2006). El segundo, es el análisis de tipo estadístico a

través de distintas métricas que conllevan el cálculo de correlaciones, covarianzas, etc.

sobre datos que pueden ser obtenidos de: modelos climáticos (AR4 en Notaro, 2008;

CMIP5 en Dirmeyer y otros, 2013); modelos de mesoescala (p.e. Santanello y otros,

2011); observaciones in situ (p.e. Eltahir, 1998) ó satelitales (p.e. Hirschi y otros, 2014);

reanálisis y/ó modelos de suelo (Zhang y otros, 2008; Dirmeyer y otros, 2009; Zeng y

otros, 2010; Spennemann y otros, 2014), así como de varios tipos de datos (Wei y

otros, 2008). Mientras que la primera metodología es más efectiva en términos de lo

que se quiere estudiar (i.e. aislar efectos), tiene la desventaja de que es más costosa

26

computacionalmente y no puede reproducirse con observaciones. Además, cuando es

usado un único modelo, los resultados obtenidos son modelo-dependientes. En

cambio, la segunda metodología tiene la ventaja de que puede aplicarse sobre todo

tipo de bases de datos, y así permite en cierta forma dar un panorama más amplio del

tema de estudio y además comparar los resultados entre modelos y datos

observacionales. La desventaja es que la interpretación de los resultados es más

compleja (Orlowsky y Seneviratne, 2010; Sun y Wang, 2012), debido a que no hay

posibilidad de observar la “causalidad” (sección 1.1.1).

Dentro del primer tipo de estudio, el índice estadístico llamado Coupling Strenght (CS)

expuesto por primera vez por Koster y otros (2002), cuantifica la fracción de la

variabilidad atmosférica que se debe a condiciones anómalas del suelo. Mediante la

prescripción de variables del suelo, como el contenido de humedad, es posible aislar su

influencia sobre la atmósfera, por ejemplo la PP, anulando la evidente influencia

opuesta (i.e. más lluvia origina más humedad en el suelo). El proyecto GLACE1 (Koster

y otros, 2003, 2004, 2006; Guo y otros, 2006) realizó uno de los primeros estudios

aplicando la metodología de CS utilizando 12 MCGs, durante un verano boreal. Una de

las hipótesis que plantearon estos trabajos es que los hot spots (ó máximos) de acople

HS – PP se suelen localizar en regiones con alto acople HS – ET y alta variabilidad

temporal de ET.

Otros trabajos emplean la metodología de CS para estudiar el acople del suelo con la

temperatura, flujos de calor, PP ó hasta con hielo, en diferentes regiones, estaciones,

en clima presente o futuro y usando MCGs ó MCRs (Lawrence y Slingo, 2005; Dirmeyer

y otros 2006; Seneviratne y otros, 2006b; Wang y otros, 2007; Wei y Dirmeyer, 2010;

Wei y otros, 2010; Sörensson y Menéndez, 2011; Tawfik y Steiner, 2011; Zhang y otros,

2011; Guo y Dirmeyer, 2013; Mei y otros, 2013; Yamada y otros, 2013; Ruscica y otros,

2014a).

1.4.2. RESULTADOS EN SUDAMÉRICA

La mayoría de los estudios de la sección anterior, sean regionales ó globales, se

realizan durante la estación cálida boreal, es decir durante JJA. Esto es debido a que se

27

asume que, en latitudes medias y altas, la interacción con el suelo es máxima en

verano cuando la ET es máxima (p.e. Koster y otros, 2006).

Durante JJA, se detectaron hots spots de PP principalmente en la zona tropical de

Sudamérica, aunque en distintas ubicaciones (Koster y otros, 2006; Notaro, 2008;

Orlowsky y Seneviratne, 2010; Wei y Dirmeyer, 2010; Zeng y otros, 2010; Zhang y

otros, 2011; Sun y Wang, 2012). Solo Wang y otros (2007) encuentran un hot spot en la

zona subtropical. Algunos de estos trabajos ampliaron sus análisis al incluir otras

estaciones y encontraron que SESA muestra señales de interacción suelo - atmósfera

durante el verano austral (Wang y otros, 2007; Zeng y otros, 2010) y durante todo el

año (Dirmeyer y otros, 2009).

Los estudios regionales sobre Sudamérica también se desarrollan principalmente

durante el verano. Algunos de los resultados sobre interacción suelo-atmósfera en

SESA mostraron que:

a) campos iniciales de la HS, principalmente aquellos anómalamente secos,

impactan sobre la PP simulada sobre el norte de LCP durante el inicio del SAMS

(Collini y otros, 2008; Sörensson y otros, 2010);

b) la interacción de la HS con la atmósfera permite mejorar la representación de

las anomalías de temperatura en superficie y PP simuladas por un modelo

global (Barreiro y Díaz, 2011);

c) la inclusión de procesos biofísicos en la vegetación de un modelo de suelo

mejora la climatología del SAMS (Ma y otros, 2011);

d) el acople entre la HS y la ET es alto y con un máximo en el acople con PP en

parte de SESA (Sörensson y Menéndez, 2011), donde la memoria de la HS es

relativamente alta (Ruscica y otros, 2014b). Recientemente, Ruscica y otros

(2014a) extendieron el estudio a otras estaciones, confirmando en parte los

resultados de Sörensson y Menéndez (2011) y encontrando además que el

acople se intensifica en condiciones de suelo seco y que la energía estática

húmeda juega un papel importante en el acople entre la HS y la PP en SESA;

28

e) las anomalías de HS en LCP inducen alta incertidumbre en los flujos de calor

sensible y latente, dando como consecuencia p.e. varios grados de incerteza en

la temperatura de superficie (Sörensson y Berbery, 2014);

f) SESA se caracteriza por una situación hídrica muy variable, la cual es una de las

principales vulnerabilidades de la actividad agropecuaria, principalmente hacia

el este de la región (Pántano y otros, 2014).

1.5. OBJETIVOS

1.5.1. PRIMARIO

Detectar zonas y estaciones en Sudamérica en donde la interacción superficie –

atmósfera sea elevada y procurar entender los procesos intervinientes.

1.5.2. SECUNDARIOS

- Investigar cuáles son las zonas de transición climática entre climas húmedos y

secos.

- Detectar donde y cuando se establece acople HS – PP.

- Contrastar resultados de zonas con acople entre distintos modelos climáticos

regionales.

- Investigar cómo se modifica el acople HS – PP en condiciones anómalamente

húmedas ó secas sobre el sudeste de Sudamérica.

- Analizar si hay alguna relación entre zonas con acople suelo – atmósfera y

zonas con alta memoria de humedad del suelo obre el sudeste de Sudamérica.

Objetivos técnicos:

- Aprender a utilizar un modelo climático regional: instalación, compilación,

modificación del código numérico, etc.

- Diagramar experimentos a partir de ensambles de simulaciones con un modelo

climático regional.

29

2. EL MODELO RCA

2.1. INTRODUCCIÓN

El modelo Atmosférico regional de Rossby Centre (RCA, por sus siglas en inglés), ha

sido desarrollado por el centro Rossby, una unidad de investigación climática del

Instituto de Meteorología e Hidrología Sueco (SMHI

http://www.smhi.se/en/Research/Research-departments/climate-research-rossby-

centre2- . La ve sió RCA Kjellst ӧ ot os, ; “a uelsso ot os,

participó en los proyectos coordinados PRUDENCE (Jacob y otros, 2007), ENSEMBLES

(Sánchez-Gómez y otros, 2008) y CORDEX (p.e. Nikulin y otros, 2012). Ha sido

herramienta de estudio de la Tesis doctoral de Anna Sörensson, quien mejoró el

desempeño del modelo sobre Sudamérica en las versiones posteriores llamadas RCA3-

E y RCA3.5 (Sörensson, 2010). Ambas versiones formaron parte de los ensambles de

modelos climáticos regionales en los proyectos interdisciplinarios y coordinados sobre

Sudamérica: CLARIS y CLARIS-LPB (ver sección.1.3.1). Fuera del contexto CLARIS, las

simulaciones de cambio climático han sido también empleadas para investigar ondas

de gravedad sobre la cordillera central andina (Alexander y otros, 2010) y para forzar

un modelo hidrológico (Montroull y otros, 2013). En el capítulo 3 se utilizaran

simulaciones realizadas con RCA3-E.

En las secciones siguientes, se describen las características generales de la nueva

versión RCA4, su desempeño sobre Sudamérica y las diferencias con su predecesor

RCA3-E.

2.2. VERSIÓN RCA4

La versión RCA4 es desarrollada por Rossby Centre desde principios de ésta década.

De todos modos, una versión preliminar, RCA4-CORDEX, ya ha sido utilizada para el

proyecto CORDEX-CMIP5 (http://cmip-pcmdi.llnl.gov/cmip5/), con tres resoluciones y

sobre seis dominios geográficos diferentes, en particular el sudamericano. Desde el 1º

30

Abril de 2014, se encuentra terminada la primera fase del proyecto, y las simulaciones

se encuentran disponibles en http://esg-dn1.nsc.liu.se/esgf-web-fe/. Algunas de las

publicaciones hasta el momento: pueden leerse en

http://meetingorganizer.copernicus.org/EMS2014/EMS2014-643.pdf; en Samuelsson y

otros (2010) y Berg y otros (2013).

Como herramienta principal de este estudio se utilizó la versión RCA4-CORDEX. En lo

siguiente, para simplificar la nomenclatura se usará “RCA4” en lugar de “RCA4-

CORDEX”.

2.2.1. CARACTERÍSTICAS GENERALES Y CONFIGURACIÓN

RCA4 es un modelo atmosférico de área limitada e hidrostático que interactúa

con el modelo de lagos Flake (Samuelsson y otros, 2010; http://www.flake.igb-

berlin.de/) y con un modelo de la superficie continental (sección 2.2.2). Puede ser

acoplado a un modelo oceánico y/ó a uno global, e interactuar con el modelo de

vegetación dinámica LPJ-GUESS (Smith y otros, 2011). En el núcleo dinámico emplea un

esquema de advección Semi-Lagrangiano y semi-implícito con difusión de sexto orden

aplicado a las variables de pronóstico (Jones y otros, 2004). El esquema de radiación es

computacionalmente rápido, con una única longitud de onda corta y una única de

o da la ga “avijӓ vi, ; “ass ot os, e i lu e a so ió de CO2 Rӓisӓ e

otros, 2000). La parametrización de la turbulencia incluye procesos húmedos (Cuxart y

otros, 2000; Cuijpers y Duynkerke, 1993) y una transición suave entre condiciones

estables e inestables (Lenderink y de Rooy, 2000; Lenderink y Holtslag, 2004), con un

tratamiento implícito de la ecuación de energía cinética turbulenta (Brinkop y

Roeckner, 1995). La convección está parametrizada por Kain y Fritsch (1990; 1993),

mientras que la microfísica y la nubosidad de gran escala por Rasch y Kristjánsson

(1998). Para mitigar los errores generados por apartamientos de la circulación

simulada respecto a la circulación de gran escala del forzante, el modelo tiene la

opción de forzar el flujo de gran escala dentro del dominio de integración, lo que se

conoce como spectral nudging (p.e. Berg y otros, 2013).

La configuración general de RCA4 no es modificada a lo largo de la Tesis. El modelo se

ejecuta so e u do i o otado o u a esolu ió ho izo tal de . ˚ , iveles

31

verticales no-equidistantes en coordenadas híbridas. La simulación es amortiguada

tangencialmente hacia los límites del dominio en la llamada zona de relajación, la cual

consta de 11 puntos de retícula en cada borde y no está incluida en el análisis. La

Fig.2.1 muestra el dominio espacial y la topografía del modelo. El paso temporal es de

20 minutos. Los condiciones de contorno laterales son del reanálisis ERA-Interim (Dee

y otros, 2 , o u a esolu ió espa ial de . ˚ te po al de ho as. La

temperatura de superficie del mar, así como las condiciones iniciales, son tomadas del

mismo reanálisis.

Cabe aclarar que el modelo de vegetación dinámica y la opción de spectral nudging no

fueron activados en la configuración empleada en esta Tesis.

Las simulaciones con RCA4 fueron realizadas en el clúster de alto rendimiento

disponible en el CIMA (http://wiki.cima.fcen.uba.ar/;

http://scad.cima.fcen.uba.ar). Para reducir la incertidumbre computacional, se decidió

utilizar un único nodo que trabaja con 24 procesadores.

2.2.2. ESQUEMA DE SUPERFICIE

Dado la temática de la Tesis es necesaria una mayor descripción de las

características del modelo de suelo, ya que en gran parte del trabajo se emplean

variables de superficie (agua en el suelo, flujos de superficie, etc.).

El suelo de RCA4 es básicamente el usado en RCA3 (Samuelsson y otros, 2006), aunque

con algunos agregados. Mantiene el esquema de baldosas (tile scheme, van den Hurk y

otros, 2000), con tres baldosas principales en cada punto de retícula: de campo

abierto, de bosque (caducifolio ó de coníferas) y de nieve sobre campo abierto. La

baldosa de campo abierto es subdividida en campo sin/con pastizales, mientras que la

baldosa de bosque es subdividida en canopia forestal, suelo forestal y nieve sobre

suelo forestal. En la Fig.2.2 se esquematizan las baldosas y sus subdivisiones, junto con

algunas variables de pronóstico y las resistencias respectivas que juegan un papel

fundamental en el cálculo de los flujos superficiales. Cada baldosa está conectada con

el nivel atmosférico más bajo del modelo (z1≈ -40m) a través de los flujos, por

ejemplo la evapotranspiración:

32

=

( )− 1+, = ℎ ,

1, (ec. 2.1)

con ρ y Le constantes; Ts la temperatura y qs la humedad específica ambas saturadas en

superficie; qz1 la humedad específica en z1 y ra y rs la resistencia aerodinámica y de

superficie respectivamente. La ET depende de la fracción de cobertura vegetal cubierta

de agua (hv), la cual puede influir en la transpiración o en la evaporación de agua

interceptada. Con C=1 en la ecuación 2.1, se obtiene el flujo de calor latente y si

además rs=0 se obtiene la evaporación de suelo sin vegetación. Estrictamente para

superficies boscosas, se utilizan además otras resistencias aerodinámicas y los valores

en z1 son diferentes (ver Samuelsson y otros (2006) para más detalle). Otras variables

de diagnóstico, como la temperatura y humedad a 2 metros ó el viento a 10 metros

también se calculan de manera individual para cada baldosa, usando la teoría de

Monin-Obukhov (Monin y Obukhov, 1954). El balance energético en superficie se

realiza para cada baldosa principal, incluyendo cada subdivisión. Dependiendo de la

existencia de nieve (ausente en la mayor parte del dominio de interés), se obtienen de

tres a cinco ecuaciones de balance de energía neta en superficie, o sea para cada una

de las baldosas principales, incluyendo cada subdivisión de bosque. Por lo tanto, el

esquema de suelo brinda la información al modelo atmosférico en su nivel más bajo

de, los promedios pesados de los flujos individuales de calor y momento de cada

baldosa según su área fraccional en cada punto de retícula.

La Tabla 2.1 resume cómo el suelo es dividido verticalmente en capas de distintas

profundidades paras las variables pronosticas de temperatura y humedad. Para la

temperatura se divide en cinco capas y la ecuación de transferencia calórica es resuelta

para capa y baldosa. La HS se suma a los demás reservorios de agua descriptos en la

Fig.2.2 a través de sus seis variables ya que el suelo en este caso es dividido en tres

capas tanto para campo abierto como para bosque. La disponibilidad de agua en el

suelo (DAS) es una medida del grado de saturación de humedad de la columna de

suelo, y toma valores entre 0 (cuando la HS coincide con el punto de marchitez

permanente) y 1 (cuando coincide con la capacidad de campo). La profundidad de la

columna de agua es distinta según la vegetación, ya que depende de la profundidad de

las raíces. La vegetación tiene la posibilidad de compensar situaciones de sequía en

cierto nivel del suelo incrementando la capacidad de tomar agua de otros niveles,

33

dado que su distribución vertical es exponencial. El escurrimiento es sólo vertical, y

puede ser usado como variable de entrada en un modelo hidrológico no interactivo.

Los parámetros de superficie continental son tomados de la base global de datos de

1km de resolución ECOCLIMAP (Masson y otros, 2003). Por ejemplo en el caso de la

vegetación, los 215 ecosistemas de ECOCLIMAP se reducen a tres: pastizales, forestal

de coníferas y forestal caducifolio. La textura del suelo varía entre 12 combinaciones

de arena, arcilla y limo según el triangulo de Hillel (Hillel, 1980). En la Tabla 2.2 se

detallan los demás parámetros y si estos son fijos o con variabilidad mensual y/ó si

dependen del tipo de vegetación.

2.2.3. CAMBIOS RESPECTO DE RCA3-E

La modificación principal es técnica. El esquema del código es totalmente

reformulado en Fortran 90/95 y C/C++, y el archivo ejecutable es independiente del

dominio espacial elegido. Esta última característica hace de RCA4 un modelo mucho

más transferible a cualquier parte del planeta, a diferencia de RCA3 y sus versiones

previas que fueron desarrolladas para simular el clima europeo. Gran parte del

programa es ahora modular, haciendo más sencillo su mantención, manipulación y

adaptación a distintas arquitecturas. Las variables de salida, la topografía, los datos de

condición de contorno e inicio, el dominio espacial, la resolución espacial y temporal,

la cantidad de niveles verticales, si hay condición de reinicio, ó diferentes escenarios

en el caso de estudios de cambio climático, entre otros, se establecen fácilmente

desde los archivos de configuración. En esta versión no es necesario el pre-

procesamiento, ya que los datos usados en la simulación son globales, así como

tampoco necesita ser re-compilado cuando hay cambios en el dominio ó en el número

de niveles verticales. Una de las incorporaciones más recientes reside en la posibilidad

de realizar spectral nudging.

Los cambios en las condiciones de superficie residen en:

1. la inclusión de una tercera capa de humedad en el suelo,

2. que la fracción de raíces en el suelo es función exponencial de la profundidad,

con la posibilidad de compensar el estrés hídrico de una capa a otra del suelo,

3. el agregado de carbono orgánico en el suelo a través de ECOCLIMAP,

34

4. el incremento de 7 a 12 tipos de valores de textura del suelo (arcilloso,

arenoso, etc.) tomados de ECOCLIMAP y no de FAO1998 (http://www.fao.org/)

y,

5. que los datos orográficos son tomados de Gtopo30, un modelo global de

elevación digital de, aproximadamente, 1km de resolución espacial

(https://lta.cr.usgs.gov/GTOPO30), mientras que RCA3-E utilizaba FAO1998,

6. el nuevo modelo de lagos Flake que reemplaza a su predecesor PROBE. Una de

sus mejoras radica en que la profundidad de lagos es ahora obtenida de una

base de datos global y el pronóstico del albedo de nieve es modificado para

mejorar el desempeño del modelo en regiones frías. De todos modos, ambas

condiciones son altamente relevantes para el norte europeo, pero de menor

impacto en la respuesta del clima sobre el dominio sudamericano (ver estudio

de sensibilidad en Sörensson (2010)).

Las condiciones de contorno laterales que utiliza RCA4 son de ERA-Interim con una

aceptable resolución espacial de 0.75° (RCA4: 0.44°), mientras que las simulaciones

con RCA3-E se hicieron con ERA-40 a una resolución mucho menor (2.5°).

2.3. VALIDACIÓN

Con el objetivo de evaluar el clima de Sudamérica con la nueva versión RCA4, se

realizó una corrida de 20 años durante el período 1980-99 (1979 spin up). La

configuración utilizada del modelo se describió en la sección 2.2.1. A continuación, los

valores medios estacionales a escala continental de la temperatura a 2 metros, la PP y

la ET de RCA4 son validados contra observaciones y se comparan con los resultados de

RCA3-E en el mismo período. Además, para poder estimar la significancia de los

errores de RCA4 se expone una medida de incertidumbre observacional para la PP y la

ET.

2.3.1. TEMPERATURA EN SUPERFICIE

La Fig.2.3 muestra las diferencias (biases) entre la temperatura a 2 metros del

modelo y la temperatura en superficie de CRU (New y otros, 1999, 2000), para la

35

versión RCA3-E (paneles superiores) y RCA4 (paneles inferiores), durante el período

1980-99. Claramente, RCA4 reduce los errores de sobreestimación de RCA3-E, tanto en

magnitud como en extensión espacial durante todas las estaciones. En particular,

sobre SESA el bias disminuye hasta tres grados durante la primavera y el verano. Dicho

bias se observa generalmente en los modelos climáticos y suele ser atribuido a biases

secos de PP (ver a continuación sección Precipitación) y a distintas retroalimentaciones

en la superficie continental que lo refuerzan. En SESA y durante MAM, RCA4 logra

eliminar el bias cálido de RCA3-E, mientras que durante JJA se observa un cambio de

signo, i.e RCA4 pasa ahora a subestimar la temperatura media estacional. RCA4

también disminuye el alto bias positivo en SON sobre el noreste, y en JJA sobre el

centro del continente. Sobre la zona andina no se observan cambios notorios en los

biases de ambas versiones. En cambio, la temperatura simulada con RCA4 desmejora

sobre el Amazonas y el sur de la Patagonia, dando biases negativos más extensos,

aunque no tan intensos. De todos modos, la densidad de estaciones en esas tres

regiones es escasa (p.e. Garreaud y otros, 2008), aunque hay que tener en cuenta que

la región amazónica es de por sí una zona emblemática para simular el clima

(parametrizaciones de convección, inclusión en detalle de la cubierta vegetal, uso de

suelo entre otros factores).

2.3.2. PRECIPITACIÓN

La PP observada se obtiene como la media del ensamble de cinco bases de

datos reticulados con 0.5°x0.5° de resolución. Dichos bases están disponibles a través

del proyecto CLARIS-LPB (ver sección 1.3). Los productos seleccionados para el

ensamble son: GPCC (Rudolf y Schneider, 2005), CRU TS3.1 (Mitchell y Jones, 2005),

UDEL (Matsuura y Willmott, 2009), CPC-uni (Chen y otros, 2008) y GPCP (Adler y otros,

2003). Los primeros cuatro son obtenidos solamente de datos pluviométricos mientras

que el último, GPCP, también incorpora datos satelitales. Teniendo en cuenta el

contexto de la validación, el período temporal común entre los cinco miembros del

ensamble es 1981-99. La precipitación media estacional observada ya se mostró en la

Fig.1.4 en el contexto de la introducción, pero para una mejor apreciación de los

patrones y comparación con los biases del modelo se muestra nuevamente en otra

escala en la Fig.2.4a.

36

Metodológicamente, los biases del modelo se calculan en forma relativa a la media

observacional, siempre que ésta sea mayor a 1mm/día, o sea sin tener en cuenta los

puntos de retícula en blanco sobre continente de la Fig.2.4a (de forma de omitir

valores excesivamente altos en zonas con muy poca PP). Esto es consistente con que,

en general, los errores en la PP simulada se establecen cuando la PP es alta. La Fig.2.4b

muestra los biases relativos de la PP media estacional para las versiones RCA3-E y

RCA4. Como se comentó en la sección 1.3.3, la cordillera de los Andes es una zona

donde los modelos climáticos sobreestiman sistemáticamente la PP y se ve en la figura

que RCA no es la excepción (mayor al 100% en la región central y norte). El mismo tipo

de error sistemático se presenta sobre gran parte de LCP en JJA en varios modelos al

igual que en ambas versiones de RCA, en donde la PP simulada es menor que la

observada (alrededor del 65%). Por otra parte, las zonas en donde sí difieren ambas

versiones están en el norte del continente, en donde RCA4 mitiga grandes biases

positivos de RCA3-E, principalmente durante SON y DEF (mayores al 100%). De todos

modos, la nueva versión simula menos PP que la observada sobre la región, pero con

biases relativos más chicos que los que muestra RCA3-E. El sudeste del continente

(rectángulo en Fig.2.4b) es una región que no muestra diferencias marcadas en la PP

simulada con la nueva versión.

Los análisis realizados sobre los biases del modelo no son del todo certeros si no se

contrastan con la incertidumbre observacional. Esto es relevante para la PP dado su

carácter de variable altamente local y eventual, lo cual conlleva a contar con un alto

espectro de bases de datos observacionales que se utilizan como “la realidad” aunque

todavía acarrean varias falencias (diferentes métodos de interpolación, baja densidad

de datos, etc.). Para eso se calcula una medida de la incertidumbre, por medio de la

diferencia entre el máximo y el mínimo del ensamble de observaciones descripto

anteriormente, obteniéndose así un rango de valores para cada punto de retícula. De

esta forma, se puede establecer si el bias del modelo RCA4 es realmente significativo

viendo si éste excede el rango de incertidumbre. Por otra parte, si dicho rango excede

al bias, no se puede decir nada sobre la PP simulada. En la Fig.2.5a se muestra el bias

del modelo en valor absoluto (paneles superiores) para que pueda compararse con la

incertidumbre observacional (paneles inferiores). A escala continental, se ve que las

37

regiones en donde el modelo tiene problemas para simular la PP media también son

regiones en donde la incertidumbre es alta, como ser en el centro-norte en DEF y

MAM, el extremo norte en JJA, los Andes centrales y el extremo suroeste de la

Patagonia durante todo el año. Básicamente, el bias absoluto como la incertidumbre

son altos porque (1) la PP es elevada y/ó (2) la cobertura espacial de pluviómetros es

aún escasa en muchas zonas como la selva amazónica ó con terreno elevado, y

entonces los algoritmos de procesamiento involucrados para la obtención de los

productos juegan un rol más importante (ver sección 1.3.3). Por otro lado, se ve

claramente que el bias en LCP en JJA es altamente significativo dado que la

incertidumbre observacional es casi nula. En este caso, se puede afirmar que el bias

seco del modelo RCA en sus dos versiones es significativo y sistemático. Las

comparaciones planteadas entre ambos paneles de la Fig.2.5a se vuelven más claras al

hacer la resta entre ambas métricas (Fig.2.5b). En esta figura es más sencillo ver las

zonas en donde el bias absoluto del modelo es mayor que la incertidumbre

observacional y por ende significativo (en rojo). Las zonas en donde no puede validarse

el modelo son chicas y están muy dispersadas (en azul), mientas que en el resto de las

zonas el modelo tiene una representación aceptable, en el sentido que el bias difiere

en +/- 1mm/día de la incertidumbre observacional. En resumen, puede afirmarse que

la PP media estacional es adecuadamente simulada por RCA4 a escala continental

durante SON (exceptuando los Andes), y sobre SESA durante DEF y MAM.

2.3.3. EVAPOTRANSPIRACIÓN

Debido a que es una variable muy empleada en esta Tesis, es interesante

realizar además un estudio de validación en esta variable, aunque más interesante aún

es tener una medida de la incertidumbre observacional sobre Sudamérica. El producto

global de ET del proyecto LandFlux-EVAL recolecta y fusiona en distintos estadísticos

varias bases de datos de diferentes categorías: (1) diagnóstico (que incluye medidas de

campo y/ó observaciones satelitales), (2) reanálisis, (3) modelos de suelo, y (4) las

categorías (1)-(2)-(3) combinadas en una (a partir de ahora denominada LFE-

combinada). Estos productos están disponibles en

http://www.iac.ethz.ch/groups/seneviratne/research/LandFlux-EVAL en escala

mensual, con resolución espacial de 1°x1° y para los períodos temporales de 1989-

38

1995 y 1989-2005, con hasta 40 y 14 bases de datos diferentes respectivamente

(Mueller y otros, 2013).

La ET simulada por RCA4 es validada contra LFE-combinada en el período común más

largo, esto es, entre 1989 y 1999. La Fig.2.6 muestra los campos medios estacionales

de RCA4 y LFE-combinada en los paneles superiores y centrales respectivamente. En

general, el modelo representa adecuadamente los patrones de gran escala de la ET

media, captando la región semi-árida del noreste de Brasil y de la Patagonia, así como

el máximo relativo sobre la SACZ en DEF y SON. De todos modos, los máximos en el

centro-norte del continente están sobreestimados hasta en 2mm/día, y dado el rango

observado de valores (0-6mm/día), dicha sobreestimación supera el 30%. En el centro-

este de Brasil, se observa el comportamiento opuesto de subestimación y con errores

porcentuales similares, principalmente en JJA.

La incertidumbre observacional se observa en los paneles inferiores de la Fig.2.6. Ésta

fue definida de la misma manera que para la PP pero, en este caso, bastó restar los

estadísticos máximo y mínimo provenientes del ensamble de LFE-combinada. Dado

que dicho ensamble consta de 14 miembros pertenecientes a distintas categorías de

datos (5 de diagnóstico, 4 reanálisis y 4 modelos de suelo) y tiene una gran dispersión,

el orden de magnitud de la incertidumbre es similar, o hasta a veces mayor, al del valor

medio. A diferencia de la PP, las regiones con mayor incertidumbre observacional en la

ET no se ubican estrictamente donde se establecen los biases más grandes (p.e. en

DEF). Asimismo resulta interesante destacar que la magnitud del bias (p.e. menor a 2

mm/día en el centro y norte del continente) se encuentra en general comprendido en

el rango máx-min de estimaciones observacionales. De todos modos, hay que tener en

cuenta que los valores de incertidumbre dependen de la métrica elegida, en este caso

máximo-mínimo. Probablemente haber elegido la desviación estándar como medida

de incertidumbre en las observaciones hubiese otorgado valores más bajos de ésta y

por ende una magnificación de los biases.

Respecto a la comparación entre RCA4 y RCA3-E, no se encuentran diferencias

marcadas a gran escala, salvo algunos máximos locales en DEF que se encuentran

desplazados entre sí (ver Fig.2B del apéndice).

39

2.4. DISCUSIÓN Y COMENTARIOS GENERALES

RCA4 es la última versión del modelo climático regional RCA y es empleada por

primera vez sobre Sudamérica para estudios de procesos físicos. Cabe aclarar, que es

un modelo sueco desarrollado principalmente para latitudes medias a altas, en

regiones frías y con gran cantidad de lagos. Por ejemplo, el esquema de superficie

(sección 2.2.2) tuvo especial atención en su desarrollo para lograr simular el clima

europeo (Samuelsson y otros, 2006). De todos modos, esto no quita que pueda ser

utilizado para otras zonas del planeta. Aunque no fue objetivo de esta Tesis el realizar

estudios de sensibilidad para lograr la mejor configuración del modelo en términos de

simular adecuadamente la climatología sudamericana, sería conveniente, por ejemplo,

redefinir el esquema de baldosas dado que la baldosa de nieve es casi nula en nuestra

región. Otra posible mejora al esquema de superficie sería mejorar el cálculo de los

flujos en superficie haciendo promedios pesados en cada punto de retícula teniendo

en cuenta tanto la proporción del tipo de vegetación como también su distribución

espacial. De manera complementaria, el incorporar datos de fisiografía, vegetación,

profundidad y textura del suelo, albedo, emisividad, etc. que sean más representativos

de la región de estudio, tendría un impacto diferente en los resultados y seguramente

mejoraría el clima simulado por RCA4.

A diferencia de su predecesor, RCA4 posee un código de programación totalmente

reformulado para que su mantenimiento y manipulación sea más simple, y por ende

con mayor transferibilidad a cualquier área del planeta. Otros cambios radican en el

esquema de superficie, dada la incorporación de carbono orgánico y de una tercera

capa de humedad, así como una mejor representación de la distribución vertical de

raíces (ahora exponencial), entre otros.

La sección 2.3 mostró la validación de RCA4 y RCA3-E a través de tres variables de

superficie en campos medios estacionales y en distintos períodos temporales entre los

años 1980 y 1999. En cuanto a la temperatura a 2 metros, se evidenció una notable

reducción del bias cálido en todas las estaciones. Es muy probable que las mejoras

sobre el esquema de superficie, nombradas en el párrafo anterior, contribuyesen de

forma positiva a la temperatura simulada por RCA4. La respuesta de distintas variables

de superficie a los cambios en la distribución de raíces como a la inclusión de una

40

tercera capa de humedad han sido testeadas sobre la región por Sörensson (2010) con

la versión RCA3.5. Sus estudios de sensibilidad a estos dos parámetros otorgaron, en

forma evidente, mejoras significativas en los biases cálidos de temperatura en

superficie. El agregado de carbono al suelo en RCA4 también es relevante para la

temperatura del suelo ya que permite regular la transferencia de calor, aunque no es

estudiado en este caso. La validación para la PP fue más robusta al comparar el modelo

con un ensamble de observaciones. La nueva versión no refleja de manera general una

mejora significativa de la PP media estacional simulada. Mientras que RCA3-E

sobreestima los valores principalmente sobre el norte del continente, RCA4 tiende a

subestimarlos. Sin embargo durante SON, el bias es casi nulo en toda SA, exceptuando

por supuesto la zona andina. Se puede inferir que las diferencias entre versiones no

serían debidas, al menos directamente, al esquema convectivo ya que ambas emplean

Kain-Fritsch. Sí podrían ser consecuencia de los forzantes laterales puesto que RCA3-E

utilizó el reanálisis ERA-40 con 2.5° de resolución mientras que RCA4 empleó el

reanálisis ERA-Interim con 0.75°. La cantidad de niveles verticales, que aumentó de 24

a 40 en la nueva versión, también puede ser otra de las causas. Sörensson (2010)

encontró que el clima sudamericano es mejor simulado con 40 niveles que con 24; por

ejemplo las lluvias convectivas sobre el Amazonas son mejor simuladas dado que los

perfiles verticales de humedad y temperatura están mejor resueltos. Por último, la ET

media estacional del modelo fue contrastada contra un ensamble de “datos

observacionales” disponible en línea. En general se observó que los patrones

continentales están adecuadamente representados por RCA4 y éstos no difieren

demasiado de los simulados por RCA3-E. Sin embargo, los valores absolutos simulados

distan todavía de las estimaciones observacionales.

Qué tan vinculados se vieron los resultados de las tres variables en RCA4? Por ejemplo,

los biases de temperatura y PP están correlacionados positivamente sobre la región

amazónica. Esto puede ser debido a que la ET en esta zona está limitada por las

condiciones atmosféricas (ver desarrollo de esta temática en los capítulos siguientes).

La estación seca en SA se presenta en el invierno y se destaca principalmente en la

región del centro-este de Brasil. Allí el bias de PP es nulo, aunque se evidencia una

sobreestimación en la temperatura vinculada con una subestimación en la ET,

41

indicando que en cierta forma el suelo del modelo se encuentra en condiciones más

secas de lo observado. En SESA, todavía se observan biases positivos de temperatura

en SON-DEF aunque de menor magnitud que en RCA3-E. Posiblemente el bias seco en

JJA influya a través de la memoria del suelo en dichos biases cálidos. Cabe tener

presente que los períodos de análisis para las tres variables no son estrictamente

iguales y que las observaciones empleadas para cada validación en particular son

productos independientes entre sí.

Más allá del carácter descriptivo del capítulo, donde se informa sobre la herramienta

de estudio empleada, analizar la incertidumbre observacional no es un punto menor

cuando se quieren validar los resultados de un modelo climático. Mientras que la

temperatura de CRU sobre Sudamérica es en general bien aceptada en la comunidad

climática, no ocurre lo mismo con la PP y mucho menos con la evapo(transpi)ración.

Solman y otros (2013), encuentran resultados similares a la incertidumbre

observacional en el bias del ensamble de PP, aunque no utilizan GPCP y el período de

estudio es otro. Aún hay mucho por mejorar en la PP simulada de RCA4 sobre SA,

aunque existen zonas en donde la variable directamente no puede validarse ya que el

error observacional es alto. Para evaluar la ET de RCA4, se utilizó un producto

observacional de gran valor para éste (y otros) tipo(s) de estudio(s), dada la poca

disponibilidad de información sobre SA. La incertidumbre asociada es alta, y en varias

regiones es aún mayor que el mismo bias del modelo imposibilitando la validación.

Más allá de la incertidumbre observacional, es importante destacar que gracias a la

mayor disponibilidad de información satelital desde los últimos años, los datos

medidos (p.e. HS, salinidad del mar, índice de área foliar, nubosidad, etc.) crecen en

cobertura espacial y temporal, otorgando información muy valiosa para la comunidad

climática.

42

3. RELACIONES HIDROLÓGICAS: ACOPLE

SUPERFICIE-ATMÓSFERA, MEMORIA Y

HETEROGENEIDAD DE LA HUMEDAD

DEL SUELO

3.1. CONTEXTO Y MOTIVACIÓN

SESA ha sido caracterizado como una región de alto acople entre la superficie y la

atmósfera, en particular entre la HS y la ET, y entre la HS y la PP. Estos resultados

fueron obtenidos por Sörensson y Menéndez (2011, de ahora en más S&M11) a través

de experimentos realizados sobre Sudamérica con la versión RCA3-E y para el caso

particular del verano 1992-93. Estrictamente, el concepto de acople en este caso se

refiere a la métrica definida en la literatura como intensidad del acople (ó CS por sus

siglas en inglés de Coupling Strength), la cual fue descripta en la sección 1.4.1 y será

aplicada en detalle en el capítulo 4.

La motivación para este capítulo reside en entender porqué SESA es un hot spot dadas

las implicancias que este resultado tiene sobre el clima de la región. Para ello, se

analizan varios aspectos de las interacciones entre las variables de superficie. El

régimen de PP en DEF 1992-93 es caracterizado y validado contra observaciones. Se

analizan distintos forzantes de la ET así como la correlación entre variables de

superficie para subregiones con diferentes regímenes de PP y acople. La memoria de la

HS es cuantificada, y por último se investiga cómo y porqué las condiciones de la HS

afectan a diferentes características de la PP, como su intensidad, frecuencia y

persistencia.

3.2. MODELO Y METODOLOGÍA

Los datos analizados en este capítulo fueron resultado de simulaciones realizadas

con la versión RCA3-E. La configuración del modelo, las parametrizaciones empleadas y

43

algunas características del esquema de superficie se detallan en la Tabla 3.1. El verano

1992-93 fue elegido por tener condiciones neutras de ENSO (ver Fig.3A del apéndice).

Para más información sobre las simulaciones, el lector puede referirse a Sörensson

(2010).

Los hot spots de acople HS – PP se suelen localizar en regiones con alto acople

humedad del suelo – evapotranspiración (CS[HS,ET]) y alta variabilidad temporal de la

ET σET) (ver sección 1.4.1). Por lo tanto, para tener en cuenta los dos efectos, se

al ula el p odu to e t e a os C“[H“,ET]*σET, métrica definida desde ahora como

eficiencia de acople EA . Las pat o es de C“[H“,ET] C“[H“,ET]*σET se encuentran en

la Fig.5 de S&M11. Ellos trabajaron con series temporales de 15 datos, esto es sobre

promedios de 6 días. A lo largo de este capítulo, la resolución temporal empleada es la

dia ia, pa a se o siste te, se ehi ie o los ál ulos de C“[H“,ET] σET (Figs.3.1a-b).

Básicamente, ambos factores se vieron independientemente modificados en su

magnitud, dado que el acople se vuelve menos robusto mientras que la variabilidad a

una escala más chica aumenta indefectiblemente. Sin embargo, el producto entre

ambos (Fig.3.1c) compensa esos cambios, otorgando un patrón para la EA muy similar

en ubicación y magnitud al de S&M11 (ver más desarrollo de ésta temática en el

capítulo siguiente). Por lo tanto, la región de estudio será SESA1 (ver Fig.1.5) el cual se

expone en la Fig.3.1c.

El cálculo de CS implica una metodología compleja que será explicada en detalle en el

próximo capítulo, pero básicamente necesita de dos ensambles de simulaciones. Uno

de ellos simula libremente el clima de la región y es utilizado para todos los análisis de

éste capítulo. Dicho ensamble consiste de 10 miembros que difieren en su condición

inicial (04, 07, 10, 13, 16, 19, 21, 24, 26 y 28 de Octubre) y simulan en forma continua

el clima de Sudamérica en el período de análisis: Diciembre de 1992 a Febrero de

1993. Para que la HS esté en equilibrio con el modelo atmosférico, su condición inicial

fue tomada de otra simulación continua inicializada en Setiembre de 1990; de esta

manera no es necesario tener en cuenta el largo spin up que tiene dicha variable (p.e.

Sörensson, 2010).

3.3. VALIDACIÓN E INCERTIDUMBRE OBSERVACIONAL

44

El campo medio de PP se muestra en la Fig.3.2a. Éste presenta un gradiente

principalmente en dirección norte-sur con algunos máximos sobre la costa norte del

dominio y sobre la ladera este de la cordillera. Para evaluar la PP simulada se emplean

datos observacionales diarios de CPC-uni (Chen y otros, 2008), con resolución espacial

de 0.5°x0.5°. El bias relativo de RCA3-E con respecto a CPC-uni es mostrado en la

Fig.3.2b. RCA3-E presenta diferencias que van desde -40% para el sur de Brasil y el

noroeste de Argentina hasta el 100% sobre el este de la cordillera, probablemente

debido a los efectos topográficos. Este es un problema común y recurrente en los

modelos y en bases de datos observacionales de PP cerca y sobre los Andes (sección

1.3.3). Por lo tanto, para poner el error en un contexto más amplio y como una medida

de incerteza observacional, se expone la diferencia entre CPC-uni y la base mensual

CRU (New y otros, 1999, 2000). La diferencia relativa entre ambas (Fig.3.2c) y el bias

relativo del modelo mostrado previamente (Fig.3.2b) son similares en signo, ubicación

y magnitud en varias regiones de SESA1, excepto en el noroeste cordillerano, donde el

modelo sobreestima los valores de PP de ambas bases de datos. La incerteza

observacional sobre gran parte de SESA1 no permite cuantificar el error que puede

tener el modelo en representar la PP media de DEF 1992-93.

Además del valor medio, se analiza la frecuencia relativa de la PP (Fig.3.3a), cuando

ésta es mayor a 1mm, o sea cual es el porcentaje de días con lluvia. Dicha métrica es

interesante de analizar en el contexto del acople superficie-atmósfera debido a que la

HS juega un rol importante en el inicio de la convección (sección 1.1.3). En la figura se

observa, en general, que las áreas con mayor frecuencia coinciden con aquellas de

valor promedio alto (Fig.3.2a), aunque el máximo local sobre la ladera norte de los

Andes es menos pronunciado. La frecuencia es validada de forma relativa contra CPC-

uni (Fig.3.3b). Se obtiene un patrón no muy diferente al del bias de valor medio

(Fig.3.2b), aunque parece ser que el modelo simula mejor la ocurrencia de lluvias. De

todos modos, se observan áreas con diferente signo, como ser la costa sudeste de

Brasil. Es importante remarcar que la Fig.3.3b no concuerda con otros trabajos sobre la

región (p.e. Carril y otros, 2012), donde en general la frecuencia de días de lluvia es

sobrestimada. Entonces más allá del propio bias del modelo, esto puede estar

relacionado con la sobreestimación de la frecuencia de días de lluvia con baja PP en la

45

base de datos CPC-uni como es sugerido en Carvalho y otros (2012) (p.e. el percentil 25

de la PP diaria para esta base de datos es el más bajo en comparación con las demás

bases sobre Sudamérica).

Una métrica que tiene en cuenta tanto la media como la frecuencia, es la intensidad

media de PP (de ahora en adelante IMP, Fig.3.4a), definida aquí como la PP media

estacional dividido el número de días con PP mayor a 1mm. Los máximos de IMP no se

ubican al norte de SESA1 como ocurre con el valor medio, sino que se ubican sobre una

banda con sentido noroeste-sureste en un patrón espacial similar a la PP extrema

(Fig.3B del apéndice).

3.4. FORZANTES DE LA EVAPOTRANSPIRACIÓN

Con el objeto de mejorar el entendimiento de los mecanismos físicos envueltos en

áreas de alta/baja EA y alta/baja IMP se definen tres subregiones (R1, R2 y R3) a partir

de las figuras correspondientes a dichas métricas (Figs.3.4a-b). Todos los puntos de

retícula que cumplen con CS[H“,ET]*σET </> 0.2 son considerados sin/con EA, mientras

que los límites para IMP son su primer y último cuartil sobre todos los puntos de

retícula de SESA1 con topografía menor a 1200m (Tabla 3.2). Estas condiciones limitan

áreas en SESA1 que además son restringidas a un borde rectangular de igual tamaño,

dando así las subregiones R1 (sin EA/alta IMP), R2 (con EA/alta IMP) y R3 (con EA/baja

IMP) las cuales se muestran en la Fig.3.4c.

La ausencia de EA como ocurre en R1, es condición suficiente para la ausencia de

retroalimentaciones entre la HS y la PP, a través de la ET. De todos modos, es

conveniente describir algunos mecanismos físicos para ver si la ausencia de EA está

relacionada con la ocurrencia de lluvias intensas, dado los valores altos de IMP. Las

subregiones con EA (R2 y R3) satisfacen la condición necesaria aunque no suficiente

para la existencia de acople entre la HS y la PP (ver Cap.4). En ese tipo de regiones, el

acople podría contribuir al inicio ó al aumento (ó disminución) de la intensidad de

lluvias, más allá de los procesos predominantes de gran escala.

46

Para resumir la información, se realizan promedios areales para cada día y miembro

del ensamble, obteniéndose 90x10 datos en cada una de las tres subregiones. En la

Fig.3.5 se muestra la evolución temporal de la PP (en escala logarítmica) para cada

miembro del ensamble (filas en el eje vertical), en cada una de las subregiones (a-c).

Los distintos valores que se presentan en cada una de las filas permiten estimar la

variabilidad interna de la PP. Ésta es menor cuando hay mayor coincidencia entre filas,

como por ejemplo en R2 durante los últimos 20 días (Fig.3.5b) ya que la PP es menor a

1mm/día en casi todos los miembros del ensamble. La comparación entre las

subregiones revela que los eventos lluviosos intensos son más frecuentes en R1 que en

R2 y R3 (comportamiento ya observado en la sección anterior). La variabilidad interna

también es alta en R1, p.e. durante los primeros 15 días. R3 es la subregión con mayor

frecuencia de días secos. Por último, se observa que la PP disminuye en intensidad al

final del período en R1 y R2, mientras que en R3 la evolución temporal es opuesta.

Para examinar si estas características de la PP y su variabilidad interna se reflejan en

otras variables de superficie, se realizan gráficos de dispersión (Fig3.6) donde cada

punto representa uno de los 90x10 datos de las variables del modelo ET y

disponibilidad de agua en el suelo (DAS, ver sección 2.2.2). Los puntos en gris claro y

oscuro indican los eventos de lluvia extrema, las líneas horizontales y verticales indican

las medias estacionales de la ET y la DAS respectivamente, y las curvas en rojo son

obtenidas como la unión de los valores medios de ET de cada uno de los 10 intervalos

definidos en el rango de los valores de la DAS.

La relación funcional entre la ET y la DAS está determinada por las características de la

subregión (tipo de suelo, tipo de vegetación, etc.) así como también por sus

condiciones meteorológicas y físicas en el período de estudio. Cuando el suelo se

encuentra con condiciones medias a altas de humedad (p.e. cercanas a la capacidad de

campo), el flujo de calor latente ó la evaporación desde la superficie se encuentran

regulados por factores atmosféricos, ya que el suelo no es un limitante. En el caso

extremo de un suelo saturado, uno de los principales controladores de la ET es la

temperatura del aire. Este tipo de interacción es probable que se presente en la

subregión húmeda R1 (Fig.3.6a), donde la media de la DAS es alta y vale 0.64. La curva

roja, evidencia que para los valores de la DAS mayores a 0.5, la ET es función

47

decreciente de la DAS. Además, los valores más bajos de la ET están asociados a

condiciones extremas de PP (puntos gris oscuro). En estos casos, la atmósfera ya se

encuentra húmeda, y la nubosidad (asociada a los eventos de lluvia extrema) reduce la

radiación entrante, limitando entonces la cantidad de agua que puede

evapo(transpi)rarse desde la superficie. Parte de la humedad atmosférica en R1

proviene de fuentes remotas, como el flujo advectado desde la región amazónica (ver

sección 1.2). Con respecto a las fuentes locales de humedad, cabe mencionar que, para

las mismas condiciones atmosféricas de temperatura y humedad, la vegetación de R1

tiene mayor capacidad de evapotranspirar que las otras subregiones. Por ejemplo, el

flujo evaporativo-transpirativo aumenta si el viento en superficie, y/ó la capacidad de

sustraer agua de capas profundas y/ó la cantidad de estomas aumentan. Esto es

cualitativamente estimado de la Tabla 3.3, donde se observa que los parámetros

medios de rugosidad en superficie (z0*), la profundidad de raíces y el índice de área

foliar (IAF1) son más elevados en R1 que en R2 y R3. Además, el albedo toma el valor

más bajo, permitiendo almacenar mayor energía para los flujos superficiales en dicha

subregión. Por lo tanto es difícil estimar si la fuente de humedad más importante de R1

es local o no-local. Sin embargo del análisis de la Fig.3.6a es claro que, para valores

mayores a 0.5 de la DAS, las condiciones atmosféricas son el forzante de la ET en R1, ya

que un aumento de la ET disminuye la DAS. Estas características producen una

reducción del efecto potencial del suelo sobre la PP.

Como se mencionó anteriormente, las subregiones R2 y R3 comparten la condición de

tener altos valores de EA, por lo tanto, a diferencia de R1, son áreas potenciales para la

ocurrencia de retroalimentaciones entre el suelo y la atmósfera, a través de la ET. Las

distribuciones de puntos en los gráficos de dispersión en R2 y R3 (Fig.3.6b-c) muestran

una relación funcional positiva y más definida entre la ET y la DAS que la observada en

R1, ya que la EA se obtiene a partir de CS[HS,ET], métrica que mide la fracción de

varianza de la ET que es explicada por las condiciones de contorno, en este caso la HS

(ver Cap.4). En el caso de R2, desde los valores más bajos de la DAS hasta

aproximadamente su valor medio (0.27) la relación parece ser proporcional dada por el

comportamiento casi lineal de la curva roja. Para el resto de los valores de DAS, la

1 Área proyectada de hojas por unidad de área de suelo. Sirve como medida de la cantidad de follaje en

la canopia (Bonan, 2002).

48

relación se torna más dispersiva debido a los extremos lluviosos que desacoplan la

dependencia del flujo con el suelo (como ocurre en R1) y ET se vuelve

aproximadamente constante. Aunque el valor medio de la ET es similar al de R1

(∼4mm/día), la amplitud de valores es mayor, lo cual es consistente con la alta

variabilidad de la ET en la subregión (ver Fig.3.1b). En el caso de la subregión más seca,

esto es R3, la dispersión es chica, observándose una relación positiva marcada y cuasi-

lineal entre las variables principalmente para valores bajos de DAS. Los parámetros de

superficie de R2 y R3 (Tabla 3.3) son bastante similares entre sí. Tanto z0* como la

profundidad de las raíces, son levemente mayores en R2. Por otra parte, el IAF que

también aumenta la capacidad evaporativa es mayor en R3 mientras que el albedo que

la disminuye es mayor en R2. Por ende, resulta difícil estimar como estos parámetros

influyen en las diferencias vistas el régimen ET-DAS entre las subregiones R2 y R3. Sin

embargo del análisis de las Figs.3.6b-c es claro que las condiciones del suelo fuerzan a

la ET en R2 y R3, ya que un aumento de la ET está limitado si no hay DAS suficiente.

Un resultado interesante obtenido de un análisis estadístico descriptivo a través de

diagramas de cajas (Fig.3C del apéndice), es que la DAS posee una distribución de

datos asimétrica, presentado una asimetría positiva en las subregiones más secas R2 y

R3, y negativa en la subregión más húmeda R1.

3.5. CUANTIFICANDO RELACIONES ENTRE VARIABLES DE

SUPERFICIE

Una manera de cuantificar el grado de relación entre las variables analizadas en

este capítulo es a través de la estadística de la correlaciones. Sin embargo, es

importante remarcar que la correlación no mide causalidad. A diferencia de la

tradicional correlación lineal de Pearson, la correlación de Spearman es una alternativa

más robusta, ya que permite cuantificar la relación sin necesidad de asumir linealidad,

o sea no tiene en cuenta el tipo de distribución (no-paramétrico) y además, no es

sensible a valores aislados (Wilks, 2006).

La Tabla 3.4 muestra los coeficientes de correlación simple (r) calculados sobre series

de valores diarios entre diferentes pares de variables: HS tanto en la capa de superficie

49

(HSs) como en la capa profunda (HSp); ET, temperatura a 2m (T2m) y PP. También se

muestran las autocorrelaciones de la HS y PP calculadas a partir del desfasaje de un día

en las series temporales. Las correlaciones se calcularon para cada punto de retícula y

solo aquellos valores que fueron significativamente distintos de cero al 99% se

promediaron en cada subregión (se usó un test de Student a dos colas y no se

observaron diferencias marcadas al 95%).

La primera columna de la tabla cuantifica de alguna manera los gráficos de dispersión

de la sección previa, utilizando en este caso las dos variables de la HS. Los signos de

r(HS,ET) son consistentes con el análisis realizado, siendo positivos en R2 y R3 y

negativos en R1. En R1, los valores absolutos son relativamente más chicos, y en el

caso de HSp es casi nulo, y entonces éste análisis no puede cuantificar la relación. En

R2, el valor de r(HS,ET) es el mismo para ambas capas de suelo sugiriendo que para la

ET no hay diferencia entre la humedad en profundidad ó en superficie. Sin embargo en

R3, el r(HSs,ET) es levemente mayor que r(HSp,ET). Esto puede entenderse teniendo

en cuenta que esta subregión es relativamente seca, y por ende la velocidad de la

evapo(transpi)ración de la superficie es mayor que la velocidad de infiltración, y por lo

tanto la media estacional de HSs es significativamente mayor que la de HSp (no se

muestra). El coeficiente r(T2m,ET) (segunda columna) puede entenderse como

complementario de r(HS,ET) al considerar que T2m y la HS son controladores

“opuestos” de ET. Esto se evidencia en los signos de ambas correlaciones. En R1 “a

mayor T2m mayor ET” dada la mayor capacidad de almacenaje de vapor de agua que

tiene la atmósfera, al aumentar la presión de vapor por el aumento de la temperatura.

En R2 y R3, “a mayor HS, menor flujo de calor sensible emitido a la atmósfera y

consecuentemente menor T2m”. En cuanto a la magnitud, R1 muestra un valor

relativamente chico, hecho que podría estar relacionado con otros controladores

atmosféricos de la ET en la subregión (p.e viento en superficie). El coeficiente r(ET,PP)

(tercera columna) toma el mismo signo por subregión que r(HS,ET) dado que PP es uno

de los principales controladores de la HS (ver sección 1.1.3), aunque la magnitud de los

valores absolutos se torna inversa. La correlación entre la HS y PP (cuarta columna)

muestra valores positivos esperados. Para la capa de humedad en superficie los r son

similares entre sí, afianzando la hipótesis de PP como controlador principal de HS. Sin

50

embargo, se evidencia que esta hipótesis no sería del todo válida para la capa de

humedad en profundidad (r muy bajos). En el caso de la autocorrelación de la HS

(quinta columna), el r es alto y positivo en las tres subregiones, y con valores aún más

altos para la capa profunda, dado que la evolución temporal de HSp es más lenta que

la de HSs. En el caso de PP (sexta columna) el r también es positivo aunque menor en

magnitud que en el caso de HS, lo cual es consistente con el hecho de que el suelo

tiene mayor memoria que la atmósfera (ver sección a continuación).

3.6. MEMORIA DE LA HUMEDAD DEL SUELO

Otro proceso muy importante en los estudios de interacción superficie-atmósfera

es la memoria del estado del suelo, en especial de la HS. Si se conocen las zonas en

donde las anomalías de la HS se mantienen de manera persistente en el tiempo, i.e.

con alta memoria, una correcta inicialización del estado del suelo mejorará los

pronósticos semanales a estacionales.

Estudiar la memoria de la HS implica, en cierta forma, estudiar la persistencia de la PP,

ya que es uno de los principales forzantes de la HS. El contexto de memoria aplicado a

la PP no es del todo empleado en la literatura ya que, a diferencia de la HS, es una

variable discreta. Los factores que pueden contribuir a dicha persistencia son la propia

dinámica interna de la atmósfera y/ó la memoria de algún forzante superficial, como

ser la HS ó la temperatura de la superficie del mar. En regiones con alta persistencia de

PP los estados de la superficie tienden a ser de equilibrio (Wei y Dirmeyer, 2010), como

suelos muy húmedos o secos, en donde la posibilidad de retroalimentaciones se ve

disminuida.

Como la PP es una variable discreta, su persistencia estadística puede ser caracterizada

por la probabilidad condicional de ocurrencia ó no ocurrencia (Wilks, 2006). Otro

método no estadístico para estimar la persistencia es obtener el promedio de días

consecutivos con PP superior a un dado umbral. La Fig.3.7 muestra dicha métrica para

un umbral de 1mm/día. Se observa un patrón con mínimos en el sur y máximos hacia

el norte de SESA1, similar a los de PP media y frecuencia de lluvias de la sección 3.3.

Este comportamiento también se reveló en la Tabla 3.4 de la sección anterior, en

donde la autocorrelación de la PP, como medida de persistencia, se incrementa desde

51

el sur hacia el norte de SE“A R → R → R . En algunos puntos de retícula, como ser

en la costa de Brasil, la persistencia de lluvias es alta superando los 6 días. Otra región

con mucha persistencia, es la ladera oriental de la cordillera donde se encontró

previamente que el modelo tiende a sobrestimar las características de la PP. Pero

además esta zona contiene a la región húmeda y sin EA, R1, de las secciones

anteriores. Por lo tanto (más allá del error sistemático del modelo en zonas lindantes a

topografía elevada) se encuentra que las regiones con alta persistencia de PP son

zonas con baja EA.

Para variables continuas, la persistencia estadística puede ser caracterizada en

términos de la función de autocorrelación temporal, calculada a partir de correlaciones

simples entre series desfasadas de la misma variable. La función tiene inicialmente un

máximo absoluto en 1 (correlación de la serie consigo misma) y luego, a medida que

aumenta el desfasaje, la autocorrelación disminuye. El desfasaje máximo utilizado en

este caso es de 30 días, ya que de esta forma se utiliza solo un tercio de la cantidad de

datos (90 días) asegurando la consistencia estadística. Una de las formas de estimar la

memoria de la HS es estimando el tiempo requerido para que la función de

autocorrelación caiga por debajo del nivel de significancia estadística del 99%

(Dirmeyer y otros, 2009). En este caso es identificado como el menor tiempo (ó

desfasaje) asociado al valor de correlación más chico que sea significativo al 99%.

Debido a la restricción del desfasaje máximo de 30 días la memoria máxima que podrá

estimarse es, al menos, de 30 días.

La Fig.3.8 muestra las funciones de autocorrelación de la HS en superficie (HSs) y en

profundidad (HSp) para cada uno de los puntos de retícula de cada una de las tres

subregiones (R1, R2, R3) definidas en la sección 3.4. Debido al uso de un ensamble de

simulaciones, la metodología elegida para el cálculo de la autocorrelación se basó en

usar la serie completa de todo el ensamble, es decir sobre los 90diasx10miembros. Las

funciones muestran distintos comportamientos en función del tiempo: entre capas (1)

y entre subregiones (2). Respecto a (1), la tasa de decrecimiento de HSp es menor que

la de HSs debido a las distintas escalas que rigen la variabilidad temporal en cada capa.

Consecuentemente, la memoria es mayor a mayor profundidad, en cada una de las

subregiones. Respecto a (2), R1 es la subregión con mayor memoria promedio pero

52

también con mayor variabilidad espacial en la persistencia de HSs y HSp, ya que las

funciones de autocorrelación son muy distintas entre sí. Esto puede ser debido a que la

intensidad y frecuencia de lluvias, y consecuentemente la variabilidad interna, son

elevadas en la subregión (Figs.3.3a, 3.4a y 3.5a respectivamente).

Las diferencias observadas en la forma de las curvas de autocorrelación entre

subregiones pueden ser explicadas por los controladores descriptos por Koster y

Suarez (2001) en la sección 1.1.3: la ET, el escurrimiento, la correlación temporal entre

HS y algún forzante y la misma variabilidad temporal del forzante. Los controladores

que actúan en R1 son diferentes de los que actúan en R2 y R3, ya que la correlación se

mantiene significativa durante un tiempo mayor. En el 30% de los puntos de retícula

en el caso de HSs y en el 16% en el caso de HSp, los valores de autocorrelación en R1

son siempre significativos al 99%. Por ende, según la metodología empleada, estos

puntos de retícula tienen al menos una memoria de la HS de 30 días. La función en la

capa profunda de R1 (Fig.3.8d) decrece casi monótonamente, mientras que en

superficie (Fig.3.4a) parece que oscila alrededor de un valor de autocorrelación

después del día 10; es más, se observan dos grupos de curvas oscilando alrededor de

0.4 y 0.2 aproximadamente. Este resultado sugiere que R1 tiene dos tipos de memoria

de HSs ya que estarían actuando controladores con persistencias estadísticas distintas,

como ser la PP ó la radiación. Estos dos regímenes sin embargo no son distinguibles

para HSp. Los resultados para R2 y R3 son similares. De todos modos, la función de

autocorrelación, tanto de HSs como de HSp, es mejor definida en R2, o sea es la

subregión más homogénea. Otra característica importante de R2 es que para la

mayoría de los puntos de retícula, las curvas decrecen en forma monótona hasta

alcanzar el nivel de significancia, lo cual indicaría que en esos puntos los forzantes

externos no influyen en la memoria de HS. Esto si ocurre en R3, y de manera más clara

para la HSs, ya que las funciones muestran un decrecimiento modulado por un

comportamiento periódico, con un mínimo relativo de correlación significativo

alrededor del día 5. Esta modulación genera que la memoria de los puntos en R3

resulte mayor que los de R2. Para resumir y cuantificar la información, se calcula la

memoria promedia por subregión y por capa, obteniéndose: 26, 9, 12 días para HSs y

28, 19, 20 para HSp en R1, R2 y R3 respectivamente. Por lo tanto la memoria de la HS

53

es mayor para la capa profunda y para la subregión húmeda R1. Estos valores medios

de memoria se obtuvieron a partir del promedio de las memorias de todos los puntos

de retícula de cada subregión en cuestión.

Otra metodología posible consiste en calcular la función de autocorrelación y la

memoria sobre la serie de la HS promedio en cada subregión (ver Fig.3D del apéndice).

Dicha función representa aproximadamente bien las persistencias temporales de la HS

en todas las subregiones y capas de suelo, aunque el valor de memoria promedio se ve

modificado sustancialmente en ambas capas de R3 y la capa superficial en R2. Además,

con esta metodología, se pierde información sobre la variabilidad espacial en la

persistencia de la HS que tiene cada subregión, como por ejemplo los dos regímenes

vistos en el caso de R1 para HSs. Por ende, dada que la primera metodología otorga

mayor información, los resultados sobre la memoria por subregión y capa de suelo son

los mostrados en la Fig.3.8.

Al haberse realizado el análisis por punto de retícula resulta interesante ver los

patrones espaciales de la memoria de la HS en superficie y profundidad en toda SESA1

(Fig.3.9a-b). Como se mencionó anteriormente, los valores de memoria que se

observan en la figura corresponden a los días en donde la función de autocorrelación

intercepta la curva de significancia estadística al 99% (en el caso de otras significancias

los patrones no cambian demasiado, ver Fig.3E del apéndice).

En el caso de HSs (Fig.3.9a) se observa una zona de mínima memoria (0-5 días) sobre el

norte de Uruguay, sur de Brasil y algunos puntos en Argentina. Cálculos adicionales

mostraron que la correlación desfasada entre la HS y la PP subsiguiente al igual que la

propia autocorrelación de la PP son significativas en la escala de 5-6 días (Fig.3.10).

Esto índica que efectivamente la memoria de HSs en dicha zona y escala temporal,

está regida por los controladores “tres y cuatro” propuestos por Koster y Suárez (2001)

i.e. correlación HS-PP y variabilidad de PP. En el noroeste de SESA1 (puntos de R1) se

observan memorias elevadas (30 días) consistente con que esta zona, lindante a

topografía elevada, presenta alta persistencia de precipitaciones (ver Fig.3.7) y con

características de baja EA (ver Figs.3.4a-b).

En el caso de HSp, como ya se observó en las funciones de autocorrelaciones, la

memoria para un mismo punto de retícula es mayor (ó igual) a la de HSs (Fig.3.9b).

54

Comparando los mapas de memoria de HSp y de la EA se observa que los mínimos

relativos del primero coinciden en su gran mayoría con máximos de EA y viceversa,

exceptuando la esquina noreste de SESA1 y algunas zonas de Uruguay, Argentina y sur

de Brasil. Acorde con estos resultados, la EA estaría inversamente relacionada con la

memoria más larga del sistema, o sea con la HS de la capa profunda.

3.7. INFLUENCIA DE LA HETEROGENEIDAD ESPACIAL DE LA

HUMEDAD DEL SUELO A LA PRECIPITACIÓN EXTREMA

La cantidad de agua en el suelo influye directamente en la partición de energía en

los flujos de calor latente y sensible, definida como cociente de Bowen (BR, por sus

siglas en inglés). Un suelo seco (húmedo) tendrá un BR alto (bajo) y por ende mayor

(menor) temperatura en superficie y una capa limite planetaria más (menos) profunda.

Por ende en una región con fuertes contrastes horizontales de la HS se establecen

gradientes térmicos que inducen flujos horizontales (p.e. brisa de mar). Dichas

heterogeneidades de la superficie son fuente de inestabilidad para el desarrollo de la

convección y consecuente PP (p.e. Emori, 1998; Frye y Mote, 2009; Wolters y otros,

2010; Taylor y otros, 2011).

Es por eso que resulta interesante hacer una primera aproximación al entendimiento

de cómo la heterogeneidad de la HS se relaciona de alguna forma con eventos de PP

extrema. El periodo de estudio es el estival, cuando la intensidad de la convección es

mayor en la región y el SAMS se encuentra en su fase madura (ver sección 1.2).

Los datos provienen del ensamble de simulaciones realizado con RCA3-E detallado

previamente en la sección 3.2, al igual que la configuración, el dominio y el período

temporal (DEF, 1992-93). Por lo tanto, el análisis de heterogeneidad se establece en

una zona con alta EA. La variable del modelo, empleada en estos análisis, es la HS de la

primera capa ó la capa superficial (7cm). Esta elección está basada principalmente en

que la escala temporal en la cual se desarrollan los sistemas convectivos es del orden

de horas (p.e. Durkee y otros, 2009) y por ende la dinámica de la interacción con la

atmósfera es rápida, ó más rápida que con la humedad de la capa profunda de suelo.

Por la misma razón, los eventos lluviosos son definidos en la escala diaria.

55

La heterogeneidad de la HS superficial (HSs) se define como el valor absoluto ó módulo

del gradiente horizontal de HSs. El gradiente en el punto de retícula (i,j) se obtiene a

través de la diferencia entre los puntos adyacentes (i-1,j) (i+1,j) y (i,j-1) (i,j+1) para sus

dos componentes ortogonales. Dado que la resolución espacial de la retícula es de

0.5°x0.5° la medida de heterogeneidad está definida aproximadamente en una escala

de 100km. Un evento extremo se define como un día con PP mayor o igual al percentil

95 del ensamble. Entonces, para cada punto (i,j) se realiza: (1) la composición de los

eventos extremos (ó “días 0”) para la PP y para el módulo del gradiente horizontal de

HSs, y en los días previos a esos eventos (“días -1” y “días -2”) para el módulo del

gradiente horizontal de HSs; (2) el cálculo de anomalías relativas de dichas

composiciones respecto de su valor medio correspondiente.

Los eventos extremos de PP en SESA1 durante DEF 1992-93 se representan por el

campo de anomalías relativas en la Fig.3.11. Se observa un patrón espacial con una

banda de máximos en sentido noroeste-sudeste, con lluvias que superan más de 14

veces el valor medio estacional, y con hasta 20 veces en Uruguay. Con umbrales más

bajos para la definición de “extremo” (percentiles 80 y 90) se sigue presentando el

mismo patrón de máximos pero con menor magnitud (no se muestra).

El grado de heterogeneidad de la HS de los días -2 -1 y 0 se muestra en la Fig.3.12. Se

observa que en los días -2 y -1 (Figs.3.12a-b) los valores distintos de cero tienden a ser

positivos y con mayor intensidad en el día -1. Es decir, el día previo al evento extremo,

la heterogeneidad de HS es máxima. En general, los valores más altos se localizan

sobre el este argentino, sur brasilero, Uruguay y algunas zonas costeras, y en general

coinciden con máximos de anomalías relativas de PP. En cambio, la heterogeneidad de

la HS del día 0 es mínima sobre la región (Fig.3.11c). Esto se explica por el hecho de

quela lluvia intensa tiende a homogeneizar el campo de humedad. Los campos de

anomalía de heterogeneidad de la HS para otros umbrales (percentiles 80 y 90, Fig.3F

del apéndice) tienen patrones similares aunque más débiles en intensidad. Entonces

según la metodología empleada la magnitud de la heterogeneidad de la HS depende

del umbral seleccionado para elegir un evento extremo de PP.

56

Este primer acercamiento a la temática de la heterogeneidad del suelo deberá ser

complementado en un futuro próximo analizando que ocurre con otras variables como

por ejemplo: los flujos de superficie y la circulación de mesoescala, entre otros.

3.8. RESUMEN, DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

El sudeste de Sudamérica ha sido caracterizado como un hot spot de acople entre

la HS y la ET a través de experimentos realizados sobre Sudamérica durante el verano

1992-93 (S&M11). El concepto de “alto acople” en este caso refiere a una alta EA. En

este contexto, cada sección del capítulo enfatiza diferentes aspectos vinculados con el

proceso de la interacción entre la superficie continental y la atmósfera, durante el

verano 1992-93. Diversos análisis fueron aplicados sobre variables diarias como la HS,

la ET y la PP. Los datos empleados son resultado de un ensamble de simulaciones

realizado previamente con el modelo climático regional en su versión RCA3-E, y

empleado por S&M11 y otros trabajos (ver Cap.2).

El estudio por subregiones en el sudeste de Sudamérica (estrictamente dentro del

rectángulo SESA1: 20-40°S, 45-65°O) permitió interpretar los posibles forzantes

principales de la ET y cuantificar la magnitud de la relación entre variables de

superficie mediante un análisis de correlaciones. En áreas con alta IMP y EA (subregión

R2), la correlación entre la HS y la ET es significativamente positiva tanto para la capa

de suelo superficial (7cm) como en profundidad (definida por la profundidad de las

raíces), indicando que ambas capas interactúan con la atmósfera, de igual forma, a

través de la ET. En cambio en áreas con EA y baja IMP (subregión R3), la correlación es

mayor para la capa superficial. Sin embargo, resulta difícil estimar cualitativamente la

capacidad de evapo(transpi)rar que tiene cada subregión dada la competitividad entre

algunos parámetros que contribuyen a su aumento: la rugosidad en superficie (z0*) y

la profundidad de las raíces son mayores en R2 mientras que el índice de área foliar

(IAF) es mayor en R3. En áreas sin EA pero alta IMP (subregión R1) las mismas

correlaciones son negativas, ya que más ET implica menos HS. Gran parte de la

humedad atmosférica en R1 proviene de fuentes no locales, siendo por ejemplo

advectada desde latitudes tropicales. Por otra parte, la contribución local de humedad

57

también es importante ya que es la subregión con mayor fracción de superficie forestal

(ver Fig.3G del apéndice). La correlación entre la ET y la temperatura a 2m (T2m), es

una medida de la relación entre el suelo y T2m a través de ET. Las zonas con EA (R2 y

R3) mostraron valores negativos, sugiriendo que la ET controla mediante el proceso de

enfriamiento evaporativo a T2m, mientras que valores positivos en las zonas sin EA

(R1) confirman que la ET está controlada por las condiciones de la atmósfera baja (en

este caso la T2m, o variables relacionadas como la radiación). La correlación entre la

PP y la HS cuantifica, principalmente, qué grado de control ejerce la primera sobre la

segunda. Las magnitudes fueron significativas y similares entre subregiones para el

caso de la humedad superficial. Sin embargo, el control no es evidente sobre la capa

profunda, especialmente debido a que la correlación es instantánea.

El uso de condiciones de la HS más realistas para la inicialización de modelos de

pronóstico meteorológicos puede contribuir a una mayor predictibilidad de las

condiciones atmosféricas (ver sección 1.1.3). Esto es más relevante aún en regiones

que presentan un alto grado de acople superficie-atmósfera así como también una

memoria de HS alta (al menos con la misma escala temporal que la escala de la

predicción). Por ejemplo, Pessacg (2012) encontró que la predictibilidad puede

incrementarse en LCP (que incluye la región SESA1. Ver Fig.1.1), pero no en otras zonas

como la Patagonia, en donde la varianza interna asociada a las perturbaciones

sinópticas es elevada. La memoria de la HS fue estimada para las dos capas que tiene

el esquema de suelo. La PP del modelo tuvo mayor intensidad, frecuencia y

persistencia de lluvias en R1, induciendo un estado sostenido en el tiempo de los

valores de HS. En este sentido, la memoria promedio en R1 es la más alta. En las

subregiones con EA (R2 y R3), la memoria es relativamente baja. Aunque R2 se

caracteriza por alta IMP (como R1) esta condición no produce alta memoria, sino que

al contrario, R2 tiene la memoria promedio más baja. Por lo tanto el valor alto de

memoria en R1 se debe principalmente a la persistencia de la PP. El análisis sobre toda

SESA1 evidenció, de manera esperada, que la memoria de la HS es mayor para la capa

profunda que para la capa superficial en un mismo punto. Al comparar los mapas de

memoria, el de superficie presenta mayor variabilidad espacial ya que esta capa

responde más rápido a los distintos controladores de HS, mientras que en profundidad

58

los efectos están amortiguados. Un resultado interesante es que las zonas con acople

suelen tener baja memoria. Esto se evidenció al ver la anti-correlación entre los mapas

de EA y memoria de la HS en profundidad. La modificación del estado de la HS es

consecuencia de una mayor influencia del suelo sobre la atmósfera, por ejemplo a

través de la ET. De todos modos, hay excepciones como Uruguay y parte del este de

Argentina que tienen alta EA y alta memoria (al menos de 30 días). Por lo tanto, una

mejor representación de las condiciones iniciales de HS en estas zonas, podría mejorar

la predictibilidad de variables de superficie en la escala mensual.

La incerteza vinculada a la memoria de la HS es elevada. Saulo y otros (2009) se

enfocaron en el este de Argentina y Uruguay pero encontraron que la memoria de la

HS es apenas mayor que una semana con datos provistos por GDAS durante el verano

2002-3. Dirmeyer y otros (2009), computaron la memoria de la HS de la capa profunda

usando dos bases de datos (GSWP-2 y GOLD-2) generadas a partir de modelos de suelo

forzados por reanálisis y observaciones. Encontraron valores de memoria de hasta 20

días (GSWP-2) y 15-55 días (GOLD-2) para el verano sobre el sudeste de Sudamérica.

Los resultados obtenidos en este capítulo están de acuerdo con dichos rangos: 15-25

días para el centro de Argentina y mayor en áreas circundantes. De todos modos, la

metodología empleada en este capítulo (la misma que en Dirmeyer y otros, 2009) hace

que los valores de memoria obtenidos contengan información de la memoria de los

forzantes de HS, por ejemplo la PP. Esto se vio reflejado, especialmente, en las curvas

de autocorrelación de la HS en superficie que tienen un comportamiento decreciente

pero modulado. En el caso de computar la memoria como el tiempo en donde la

autocorrelación comienza a aumentar, es decir, cuando empezaría a influir el forzante,

los resultados hubiesen sido diferentes (p.e. mayor memoria en R2). Más allá de la

metodología empleada, uno de los factores más influyentes en la memoria de la HS es

el contenido de la HS de saturación (o porosidad), variable que es altamente

dependiente del esquema de superficie empleado (Seneviratne y otros, 2006a).

La última sección del capítulo investigó si la heterogeneidad espacial de la HS en

superficie tiene algún efecto sobre los extremos diarios de PP. Un análisis simple de

composiciones reveló que los días anteriores a un evento extremo de PP, el gradiente

horizontal de la HS superficial toma valores elevados, principalmente el día anterior

59

con anomalías cercanas a la media. Este resultado es potencialmente interesante, pero

se necesitan otros estudios para profundizar estos primeros resultados. Planes a futuro

contemplan esta temática mediante nuevos experimentos con el modelo RCA.

En ocasiones los biases del modelo impiden una representación “realista” del acople y

de la memoria. Sin embargo, la incerteza observacional de la PP sobre Sudamérica es

elevada impidiendo una validación precisa de la variable simulada en gran parte del

continente (ver Cap.2). No obstante existen zonas en las cuales la incertidumbre es

menor, en el sentido de que los biases son similares independientemente de la base de

datos observacional que se emplee para la validación del modelo. Un ejemplo es la

subregión R1 - localizada al noroeste de SESA1 sobre la ladera oriental de la cordillera

centro andina – que se caracteriza por tener alta intensidad, ocurrencia y persistencia

de lluvias en el modelo, y consecuentemente un estado de la HS persistente en el

tiempo, o sea con alta memoria. No existen dudas acerca de la sobrestimación de la PP

por parte del modelo en R1: esta subregión mostró un bias significativamente positivo

en la PP media para las dos bases observacionales empleadas (CRU y CPC-uni, ver

sección 3.3). Este bias sistemático es común en la PP simulada por modelos climáticos

en la cercanía de la Cordillera de los Andes y está asociado al ascenso forzado de

masas de aire. En el modelo, R1 es una zona húmeda y por ende sin condiciones para

la existencia de acople suelo-atmósfera (las condiciones de acople están localizadas

principalmente en zonas de transición, ver sección 4.4). Esto fue tenido en cuenta en el

diseño del estudio, ya que una de las condiciones para la definición de R1 fue que no

tuviese alta EA i.e. C“[H“,ET]*σET). De todos modos, en el contexto de esta Tesis, el

modelo, más allá de sus falencias, es empleado para establecer un marco físico para el

estudio de las interacciones entre la HS y la atmósfera, y no necesariamente se

pretende que represente de manera “realista” la climatología de algunas regiones.

Debido al carácter inicial-exploratorio de este capítulo, los resultados se válidos en un

único verano. A continuación se obtienen resultados de acople superficie – atmósfera

en otras estaciones y otros años (Cap.4), así como también a escala climatológica

(Cap.5).

60

4. CICLO ANUAL DEL ACOPLE SUPERFICIE

CONTINENTAL – ATMÓSFERA EN

CONDICIONES ANÓMALAS DE

HUMEDAD DEL SUELO

4.1. MOTIVACIÓN

En el capítulo anterior se analizaron distintos mecanismos de interacción entre el

suelo y la atmósfera sobre un hot spot HS – ET, localizado sobre el sudeste de

Sudamérica y durante un verano. Los objetivos de éste capítulo son: (1) investigar si la

superficie continental, a través de la HS, influye sobre la atmósfera, por ejemplo la PP,

durante otras estaciones además de la estival, (2) si la región sigue siendo un hot spot

en condiciones de déficit ó exceso de agua en el suelo e (3) investigar los procesos

físicos involucrados en los resultados obtenidos del acople.

4.2. MODELO

RCA4 es la versión empleada en los análisis de este capítulo. Sus características

generales y configuración fueron detalladas en la sección 2.2.1.

4.3. ¿DÓNDE Y CUÁNDO ESTUDIAR EL ACOPLE?

Uno de los principales resultados sobre estudios de acople suelo – precipitación es

que la HS tiene la potencialidad de influir sobre la PP, en zonas de transición climática

entre climas húmedos y secos (Koster y otros, 2004). Estas zonas (a partir de ahora

denominadas ZTCs) presentan dos condiciones necesarias para la existencia de acople

entre la HS y PP: la variabilidad temporal de la ET es alta, pero además la ET es sensible

a modificaciones en las condiciones de la superficie (Guo y otros, 2006). Por lo tanto, la

61

sección 4.3.1 se enfoca en la búsqueda de las ZTCs sobre Sudamérica en cada una de

las estaciones climáticas durante el período 1980-99. La ET puede estar limitada en

algunos años por la HS y en otros no (Fischer y Schär, 2009). Por eso, en la sección

4.3.2 se determinan períodos anómalamente secos/húmedos en donde realizar los

experimentos para estudiar el acople.

4.3.1. ZONAS DE TRANSICIÓN CLIMÁTICA EN SUDAMÉRICA

El concepto de “transición” remite a la idea de que las ZTCs son regiones que

tienen una alta variabilidad climática. Por ejemplo, los cambios en la DAS (ver sección

2.2.2) reflejan principalmente las variaciones de la suma de PP acumulada, ET y

escurrimiento. Por lo tanto, en tren de desarrollar una metodología para la búsqueda

de las zonas con mayor variabilidad, se calcula la desviación estándar interanual de la

DAS respecto de su valor medio en el período de estudio 1980-99. Los paneles

superiores de la Fig.4.1 muestran dicho cociente para cada estación del año, en donde

se observan, esencialmente dos regiones de máximos: el noreste y este de Brasil (NeB-

EB) y el sudeste de Sudamérica. Mientras que los valores altos en NeB-EB son

principalmente consecuencia de que el valor medio de la DAS es chico, el sudeste de

Sudamérica presenta a lo largo del año una variabilidad interanual alta respecto al

resto del continente (Fig.4A del apéndice). Para todas las estaciones del año se observa

un máximo del cociente entre las latitudes 30°S-45°S, aunque la extensión y ubicación

espacial es levemente diferente en cada estación: en DEF y MAM está incluida la

Patagonia, mientras que en JJA se incorporan Paraguay y una pequeña región del sur

de Brasil.

Podría decirse que los máximos de variabilidad de la DAS son una aproximación a las

ZTCs. Sin embargo, previamente se comentó que, en una ZTC, la ET es lo

suficientemente variable a escala diaria para que pueda transmitir las anomalías del

suelo a la atmósfera. Por lo tanto, se calcula la desviación estándar de la serie de

valores diarios de la ET como una medida de su variabilidad. Para evitar valores

espurios se filtra el ciclo anual, luego se calcula la desviación estándar para cada año y

estación y finalmente se promedia en los 20 años. Los paneles centrales de la Fig.4.1

muestran los mapas correspondientes. La mayor variabilidad de la ET ocurre durante

62

DEF y SON, con máximos en el sudeste de Sudamérica y en el centro del continente

respectivamente. El máximo relativo en el sudeste de Sudamérica se destaca del resto

del continente debido a que el SAMS en su fase madura, establece nubosidad,

abundantes lluvias y en consecuencia una atmósfera muy húmeda sobre el centro del

continente lo cual impide que la variabilidad de la ET sea alta (ver sección 1.1). En SON,

el máximo de variabilidad de la ET en el centro del continente puede entenderse

porque es una estación que sucede a la estación seca. Es decir, inicialmente la

atmósfera contiene baja humedad relativa en superficie y al incrementarse la radiación

entrante y el desarrollo de las lluvias monzónicas conforme se acerca la estación

estival las condiciones son propicias para que aumente el flujo evaporativo y con ello

su variabilidad. Distintos trabajos sobre Sudamérica investigaron la importancia que

tienen los flujos de superficie, en particular la ET, sobre el inicio del SAMS durante SON

(ver sección 1.1). Las demás estaciones (MAM y JJA) presentan menor variabilidad, lo

cual influirá en la localización de las ZTCs.

Por lo tanto, las ZTCs en Sudamérica en el período 1980-99 son definidas a partir de las

siguientes dos condiciones:

a) Variabilidad interanual relativa de la DAS en el suelo mayor a 0.5,

b) Variabilidad diaria de ET mayor a 0.5mm/día.

Las mismas se muestran en color verde en los mapas de los paneles inferiores de la

Fig.4.1, para cada una de las estaciones. Mientras que el umbral de 0.5 en a) es

arbitrario, el umbral de 0.5mm/día en b) es motivado en otros trabajos (p.e. Guo y

otros, 2006), y en que la elección de umbrales más elevados descartan la ZTC sobre

SESA en MAM (Fig.4B del apéndice). Se puede ver en la figura que las ZTCs

encontradas son regiones que cumplen a). Sin embargo la condición b) elimina la

posibilidad de que exista una ZTC, i.e una zona potencial de acople suelo-atmósfera,

durante JJA. Asimismo, la región de la Patagonia también es excluida, tanto en DEF

como en MAM. En consecuencia, en la región subtropical las ZTCs se localizan

principalmente en el sudeste de Sudamérica durante el verano, otoño y primavera. En

la región tropical, NeB-EB se caracteriza también como una ZTC durante la misma

época, aunque el análisis de procesos en esta región está fuera del objetivo de la Tesis.

63

Las ZTCs dependen del criterio elegido para su definición, y en particular de la

metodología (p.e. ejemplificado en la Fig.4B del apéndice al tomar otros umbrales para

la condición b). En este contexto, la existencia de las ZTCs depende de la estación. Por

ejemplo en el sudeste de Sudamérica, el período JJA no es adecuado para estudiar

procesos superficie-atmósfera, ya que suelen dominar los procesos de gran escala, p.e.

las precipitaciones están regidas por frentes sinópticos (ver sección 1.1). Sin embargo,

durante MAM y SON hay potencial de acople superficie-atmósfera, junto con DEF.

4.3.2. ANOMALÍAS SECAS Ó HÚMEDAS EN EL SUELO DEL SUDESTE DE

SUDAMÉRICA

Para definir condiciones secas ó húmedas, se deben tener en cuenta varios

factores, como por ejemplo la región. A continuación se exponen las condiciones y

criterios elegidos:

a) Región. Según los resultados obtenidos en la sección anterior, las regiones de

interés son las ZTCs en SESA. La región que se utiliza para elegir los períodos

secos ó húmedos es el rectángulo de extensión 28-43°S en latitud y 55-70°O en

longitud, el cual contiene aproximadamente a las ZTCs de las estaciones DEF,

MAM y SON. Esta zona se llamará desde ahora SESA2. La elección de otros

rectángulos no alteran significativamente los resultados.

b) Período. Es el período de simulación 1980-99.

c) Variable. Para ser coherente con la sección anterior, la variable empleada es

DAS, promediada sobre SESA2. Esta variable se llamará desde ahora

DAS_media

d) Resolución temporal. Los casos SECOS/HÚMEDOS se refieren a valores

estacionales anómalamente secos/húmedos. El invierno queda fuera del

estudio ya que no se encontró ninguna ZTC.

e) Umbral. La anomalía estacional debe superar (en valor absoluto) una

desviación estándar.

La Fig.4.2 muestra las series temporales de la anomalía estacional de DAS_media en

SESA2 y algunos valores promedios para DEF, MAM y SON durante 1980-99. Se

observa que tanto la variabilidad interanual como el valor medio son máximos en

64

MAM y mínimos en SON. Por otra parte, el cociente entre la variabilidad interanual y el

valor medio estacional se hace máximo en DEF, resultado ya observado en los paneles

superiores de la figura anterior. Para cada una de las estaciones se distinguen varios

años que cumplen con la condición e) del umbral definido como una desviación

estándar (líneas punteadas). Sin embargo, solamente se estudiará una anomalía

húmeda y una seca por estación. En la Tabla 4.1 se muestran los 6 casos, según la

estación y la anomalía. La elección de los mismos se basa en minimizar el tiempo

computacional, siendo esto justificado en la sección siguiente. Los períodos 1988-89 y

1997-98 correspondieron a períodos Niña y Niño respectivamente (p.e. Grimm y

Tedeschi, 2009. Ver Fig.3A del apéndice).

Para tener otra medida de las condiciones húmedas en la superficie se calculan las

anomalías de la PP estacional media en los 6 casos. Aunque la metodología empleada

se basó en la región SESA2, las anomalías de la PP se calcularon a nivel continental

(Fig.4C del apéndice). A gran escala se detecta el dipolo con anomalías de PP

positiva/negativa al norte/sur de latitudes cercanas a los 20ºS (este tipo de patrón con

forma de dipolo que afecta al este del continente, fue reportado como primer modo

de variabilidad de la PP sobre el continente en trabajos previos, p.e. Nogúes-Paegle y

Mo (1997)).

4.4. ¿CÓMO SE PUEDE CUANTIFICAR EL ACOPLE?

Una de las metodologías más empleadas para el estudio del acople entre dos

variables es la de Coupling Strength (sección 1.4.1), la cual requiere de dos ensambles

de simulaciones y el cálculo de dos índices estadísticos. A continuación se detallan los

pasos metodológicos para la obtención de las simulaciones para cada caso de la Tabla

4.1 (sección 4.6.1), las características del ensamble sin interacción suelo – atmósfera

necesario para la aplicación de la metodología (sección 4.6.2) y las expresiones

matemáticas - con su significado físico - de los índices estadísticos de “Semejanza” y CS

(secciones 4.6.3 y 4.6.4).

4.4.1. DESCRIPCIÓN DE LOS ENSAMBLES DE SIMULACIONES

65

Contar con un modelo permite realizar un ensamble de simulaciones en lugar

de una única simulación. En el contexto de la Tesis, el hablar de ensambles se refiere a

un conjunto de simulaciones iniciadas en distintas fechas. El uso del ensamble es

conveniente porque se minimiza la incertidumbre asociada a la condición inicial, i.e. la

variabilidad interna del modelo, y mientras más miembros tenga un ensamble mejor

estimada es esta variabilidad (Alexandru y otros, 2007). Sin embargo, el tiempo de

cómputo se incrementa. Pero independientemente de dichas cuestiones, la

metodología del CS requiere (en un principio) de un ensamble. Debido a que se quiere

estudiar el CS en los seis casos SECOS/HÚMEDOS de la superficie, es necesario realizar

seis ensambles. Por lo tanto, la selección de los casos de la Tabla 4.1 fue motivada en

minimizar el tiempo computacional, ya que se reduce a la mitad el tiempo necesario

en el proceso de spin up del sistema. Para simplificar el detalle de los pasos que fueron

empleados, el texto a continuación se referirá a una única simulación por caso de la

Tabla 4.1 y no a un ensamble de simulaciones por caso.

En la Tabla 4.1, se observa que los tres casos SECO pertenecen al período continuo que

va desde Septiembre de 1988 a Mayo de 1989, o sea se realizó una única simulación en

lugar de tres. En el caso HÚMEDO no se encontró un período único, pero sí para DEF-

MAM. En conclusión, en lugar de realizar seis simulaciones independientes se realizan

tres. Los casos de la Tabla 4.1 son obtenidos de los siguientes períodos continuos:

I. SON/1985

II. SON-DEF-MAM/1988-9

III. DEF-MAM/1997-8

Se consideró que dos años es tiempo suficiente para el spin up de la HS (Sörensson,

2010). Entonces, para volver a minimizar el tiempo computacional se realiza una

simulación control (CTL) iniciada en:

I. Junio 1983;

II. Junio 1986;

III. Septiembre 1995.

66

Luego, para cada simulación CTL, se guardan los archivos de reinicio del modelo que

permiten, reiniciar el modelo en condiciones de equilibrio entre el suelo y la

atmósfera.

Ahora, en cada período continuo (I-II-III) se realiza un ensamble de simulaciones (ENS I,

II y II). La cantidad de miembros por ensamble es 15. Este número fue elegido de forma

arbitraria, pero dentro del contexto de otros trabajos que aplicaron la misma

metodología (p.e. Sörensson y Menéndez (2011) emplearon 10, mientras que Koster y

otros (2006) emplearon 16).

Por lo tanto, se realizan tres ensambles de 15 miembros iniciados en los días:

I. ENS I: 1,….,14 y 15 de Julio 1985;

II. ENS II: 1,….,14 y 15 de Julio 1988;

III. ENS III: 1,….,14 y 15 de Octubre 1997.

De los cuales se extraen los 6 ensambles para cada uno de los 6 casos de la Tabla 4.1.

La Fig.4.3 ejemplifica un esquema temporal del desarrollo metodológico para el

período continuo II.

Para la realización de todas estas simulaciones el modelo RCA4 fue ejecutado en modo

paralelo sobre un nodo de 24 procesadores en el clúster de alto rendimiento del CIMA

(sección 2.1.1).

4.4.2. INTERACCIÓN INTERRUMPIDA: LA HUMEDAD DEL SUELO COMO

CONDICIÓN DE CONTORNO

Estrictamente, el cálculo de CS requiere de dos ensambles de simulaciones, que

según la nomenclatura de Koster y otros (2003) son llamados “W” y “S”. El ensamble

W contiene simulaciones libres, i.e. no hay restricciones en las interacciones entre

variables de ningún tipo sean éstas atmosféricas ó superficiales. Para la obtención de

W se realiza el procedimiento de la sección anterior. El ensamble S se obtiene de la

misma forma que W, excepto que la interacción suelo – atmósfera ya no es libre. La HS

se define como una variable prescripta, siendo una condición de contorno para la

atmósfera. Por ejemplo, la HS puede afectar el posible desarrollo de precipitaciones en

la simulación, pero cualquier ocurrencia de lluvias no afectará su estado.

67

La “variable HS prescripta” son campos espaciales/temporales en cada uno de los tres

niveles de suelo. Estos campos fueron grabados de la simulación CTL en cada paso

temporal del modelo. Por ende, la variable HS es prescripta en el sentido de que no se

ve afectada por la simulación del ensamble, pero sí posee la variabilidad temporal

(20min) y espacial (0.44°) de la simulación CTL. Es importante remarcar que los campos

de la HS en S no son ninguna simulación del ensamble W, como si ocurre en otros

trabajos (p.e. Koster y otros, 2006; Yamada y otros, 2013).

La Fig.4.3 vista anteriormente esquematiza las características del ensamble W, y en la

Fig.4.4 se muestran las del ensamble S, en donde la evolución de la HS en todos los

miembros del ensamble es la misma.

4.4.3. ÍNDICE DE SEMEJANZA

Éste índice ha sido empleado por primera vez en Koster y otros (2000), quienes

estudiaron la varianza y la predictibilidad de la PP en escala estacional a interanual y

como está asociado a la influencia de forzantes como el suelo y el océano.

Poste io e te, fue defi ido e la lite atu a o o “e eja za ó Ω a pa ti de

Koster y otros (2002), para ser empleado en el contexto de estudios de CS. Su

expresión matemática es:

ΩX = Mσ

X2− σX2

(M−1)σX2 (ec. 4.1)

Con M la cantidad de miembros del ensamble. Si cada miembro es una serie temporal

de N pasos, σ2˄ mide la varianza temporal sobre N pasos de la serie temporal

p o edio de los M ie os σ2x mide la varianza temporal sobre M*N pasos de una

única serie miembro-temporal. ΩX mide el grado de semejanza tanto de la fase (ó

coherencia temporal) como de la forma (valor medio y amplitud) de las series

temporales de la variable X (Yamada y otros, 2007). En el caso extremo de que los M

ie os del e sa le sea iguales, e to es σ2x oi ide o σ2

˄ y Ω to a su

máximo valor: 1. Esto se asocia a que la varianza de X es mayormente atribuida a las

condiciones de contorno e inicio y en menor medida a la naturaleza caótica de la

atmósfera. En el otro extremo, si los M miembros son totalmente distintos entonces

σ2x puede al ula se o o M*σ2

˄ y Ω to a su í i o valor: 0. En este caso, el caos

68

atmosférico domina la varianza de X. Por lo tanto, el índice de semejanza es una

medida de la fracción de varianza de X explicada por las condiciones de contorno e

inicio.

Como se mencionó anteriormente, la motivación inicial pa a la defi i ió de Ω se

ela io a a o la p edi ti ilidad. E este o te to, u ΩX bajo (i.e. cercano a 0)

significa que la predictibilidad de X no podría incrementarse aunque las condiciones de

contorno fuesen totalmente predecibles (p.e. la HS).

Cabe a la a ue Ω puede se a o a po e o es de uest eo si la a tidad de

miembros es baja (Yamada y otros, 2007).

4.4.4. ÍNDICE DE ACOPLE: COUPLING STRENGTH

La intensidad del acople (CS) de la HS sobre una variable X, puede ser

cuantificado a través de los e sa les W “ el í di e de se eja za ΩX mediante la

expresión: [, ] ≡ () − ( ) (ec. 4.2)

Debido a que la única diferencia entre los ensambles es la prescripción de la HS, la

resta entre ambos índices de semejanza permite aislar la influencia de la HS sobre la

variable X, y así cuantificar el acople. Es decir, la resta cancela la contribución a la

varianza de X que sea condición de inicio ó contorno (p.e. temperatura de la superficie

del mar), excepto la de la HS.

Saber que en un punto de retícula la condición del acople es CS>0, implica saber que

hay potencial para la predicción de alguna variable si se conocen las condiciones de HS.

En caso contrario, un punto de retícula con CS<=0 no brinda información en cuanto a la

predictibilidad.

4.5. ZONAS DE ACOPLE HUMEDAD DEL SUELO –

ATMÓSFERA

Los hot spots superficie – atmósfera de mayor interés práctico corresponden a los

de acople HS – PP. Como se explicitó en el capítulo anterior, éstos deberían localizarse

69

en regiones con alta EA, en donde tanto la intensidad del acople entre la HS y la ET

(CS[HS,ET]) como la variabilidad diaria de la ET (σET) son elevadas.

4.5.1. METODOLOGÍA

Combinando los ensambles W y S en el índice CS se obtienen los resultados a

continuación. Respecto a la escala temporal, la metodología del CS se aplica sobre

series temporales de variables cuyos valores son promedios cada 6 días, para ser

consistente con la metodología de S&M11 (Cap.3). Debido a que las estaciones MAM y

SON tienen 92 y 91 días respectivamente, se decidió quitar el primer y último día para

MAM, y solamente el primer día para SON. De esta forma se obtienen 90 días al igual

que DEF, y puede realizarse el filtrado temporal obteniendo series de 15 valores para

cada miembro de un ensamble. En el caso de la PP, la variable que se emplea en los

cálculos es el logaritmo natural de la misma, para poder disminuir el ruido que la

caracteriza.

Para calcular la variabilidad temporal de la evapotranspiración, se emplea la serie de

15miembros x 90días del ensamble W.

4.5.2. HOT SPOTS DE PRECIPITACIÓN

Los campos espaciales de EA para los 6 casos de estudio se muestran en la

Fig.4.5. En general, los hot spots aparecen sobre el sudeste de Sudamérica y sobre el

noreste de Brasil, dos zonas que fueron caracterizadas previamente como zonas de

transición climática (sección 4.3.1). Dichos hot spots tienen distinta magnitud,

ubicación y extensión espacial, según la estación y las condiciones anómalas del suelo.

Pero sin discusión, el hot spot más robusto se presenta en SESA2 (indicada con un

rectángulo) y cuando las condiciones medias de la superficie son anómalamente secas,

esto es durante DEF 1988-9 (Fig.4.5e).

La Tabla 4.2 resume los valores medios de EA (calculado a partir de los valores

positivos) en Sudamérica y en SESA2 para los 6 casos de estudio. Allí se puede

cuantificar como la EA cambia con la estación climática, y en condiciones

anómalamente secas ó húmedas de la superficie en SESA2. Más allá de la región o las

condiciones de suelo, los valores de EA en SON se establecen bajos y muy similares.

70

Tanto en MAM como en DEF se observa la prevalencia de máximo EA en los casos

SECO, y en SESA2 con más del 300% y 400% respectivamente. Una aclaración

importante es que los valores referidos a SA no deben entenderse como un promedio

para condiciones húmedas/secas en todo el continente, sino que solo en SESA2.

Los mapas de EA en la Fig.4.5 fueron obtenidos, según la definición, como el producto

de los de CS[HS,ET] (Fig.4.6) y σET (Fig.4.7). Un resultado importante es que los hot

spots de CS[HS,ET] tienen mayor intensidad y contienen en gran parte a los de EA. Esto

significa que las zonas potenciales de acople HS – PP son zonas de acople HS – ET y son

muy similares cuando la variabilidad de la ET es alta. Los hot spots de CS[HS,ET] son

más robustos cuando el suelo está seco en SESA2, principalmente en DEF (Fig.4.6e) y

en menor grado en MAM (Fig.4.6f). SON es una estación que no muestra cambios

notorios en intensidad entre los casos SECO y HÚMEDO. Los patrones espaciales de σET

muestran mayor variabilidad espacial que los de CS, con valores máximos en el centro

del continente durante SON (Fig.4.7a y Fig.4.7d), y sobre SESA2 SECO durante DEF

(Fig.4.7e). Estos resultados están de acuerdo con la variabilidad diaria climatológica de

la ET mostrada en la Fig.4.1. Por lo tanto, la combinación de ambas métricas establece

que la zona potencial de acople HS – PP se presenta en el sudeste de Sudamérica, en

condiciones anómalamente secas de la superficie continental y durante el verano.

Es importante aclarar un aspecto de la metodología. Durante las estaciones MAM y

SON, se decidió filtrar el ciclo anual en las series de ET, para que el cálculo de la

variabilidad temporal no sea espuriamente mayor (misma metodología aplicada para

la obtención de las ZTCs). Sin embargo, dicho filtro no fue utilizado sobre las series de

la ET utilizadas para el cálculo de CS, debido a que se estarían modificando las

amplitudes y valores medios, características de forma que contribuyen al índice de

semejanza calculado para la obtención de CS. De todos modos, los resultados de CS no

se ven muy afectados cuando se utilizan series filtradas (no se muestra).

Los patrones espaciales sobre SA de la EA no se modifican demasiado si se tienen en

cuenta otras escalas temporales, ya que existe cierta compensación entre los campos

que la componen (ver ejemplo caso SESA2 SECO en DEF 1988-9 en Fig.4.8a). La

variabilidad temporal σET es mayor en las series de valores diarios y menor en series

que son filtradas ya que se pierden variabilidades de mayor frecuencia. En el caso de

71

CS, a escalas más finas/gruesas (p.e. 1-día/9-días) la CS[HS,ET] disminuye/aumenta en

intensidad. Esto resultado deriva del hecho de que las series temporales son

suavizadas ua do se p o edia datos po e de la se eja za ΩET entre los

ie os au e ta. Que C“ au e te e i te sidad sig ifi a ue la dife e ia ΩET(S) -

ΩET(W) aumenta, y lo que se observa en general es ue ΩET(S) aumenta. La Fig.4.8b

muestra las series temporales de los miembros de ambos ensambles en un punto de

retícula que experimenta un aumento en la magnitud del acople CS[HS,ET] al filtrar la

serie de valores diarios a valores promedio de 9-días. Con variabilidad diaria, el CS es

de . , a ue ΩET “ = . ΩET(W)=0.3, mientras que en el otro caso, el CS aumenta a

. , a ue ΩET “ = . ΩET(W)=0.3. En este punto de retícula la semejanza de W no

cambia, y la de S lo hace en un 60%. Esto puede entenderse por el hecho de que la

variabilidad de la ET no está influenciada por la variabilidad de la PP en el ensamble S,

debido a que la cadena: PP → HS → ET está lo ueada po la p es ip ió de la HS. Por

lo ta to, el au e to e ΩET(S) se da sólo por el hecho de que se trabaja con series

filtradas, mientras que en W también influye la variabilidad de la PP y por ende el

filt ado o se t adu e di e ta e te e u au e to de ΩET(W). En otro punto de

etí ula o alto C“ pod ía o u i ue ΩET(W) aumente debido al filtrado temporal,

pe o si e a go el au e to de ΩET(S) será relativamente mayor (excepto en casos de

error de muestreo).

Al calcular explícitamente la intensidad del acople de la HS con la PP (CS[HS,PP],

Fig.4.9) se observan patrones espaciales menos robustos y con menor intensidad.

Según el resultado para EA, la posibilidad de acople de la HS con la PP en el sudeste de

Sudamérica se presentaría cuando el suelo está seco y durante el verano. Esto queda

confirmado parcialmente al ver CS[HS,PP] en la Fig.4.9e. Es decir, el hot spot se

presenta para el caso SECO en DEF pero sólo en el este de SESA.

Por lo tanto en lo que sigue, el estudio será enfocado en el sudeste de Sudamérica

durante el verano seco de 1988-9. El objetivo es tratar de dilucidar porque la HS

controla la PP solo en el este de SESA aunque la EA es elevada en toda la región.

4.5.3. ESLABONES ENTRE LA HUMEDAD DEL SUELO Y LA PRECIPITACIÓN

72

Según el resultado de la sección anterior, en el este del sudeste de Sudamérica

durante un verano seco, se produce acople desde la HS hacia la PP, a través de la ET.

Cuantificar el acople de la ET hacia la PP requeriría de experimentos similares en

donde la variable prescripta sea la ET. Sin embargo, esto no fue posible debido a

dificultades técnicas de programación, ya que prescribir la ET requiere de una

modificación al programa numérico en un nivel de código en donde la física está

representada en un espacio no-euclidiano.

Eltahir (1998) propuso una teoría de eslabones entre la condición actual de la HS y la

lluvia posterior, basada principalmente en cuestiones de balance energético, para

disgregar la influencia de la HS sobre PP. Para estudiar los procesos que llevan a un

alto CS[HS,PP] en el este de SESA, se examinan algunos de esos eslabones analizando

la CS entre la HS y las variables de la Fig.4.10.

Gran porcentaje de la energía presente en la capa límite atmosférica puede ser

descripta por la energía estática húmeda (MSE, por sus siglas en inglés). = + + (ec. 4.3)

Los términos de la derecha representan las energías térmica, latente y potencial (con

CP el calor específico del aire seco a presión constante, T la temperatura del aire, L el

calor latente de vaporización, q la humedad especifica, g la constante aceleración

gravitacional y Z la altura geopotencial). La MSE es a veces usada como una alternativa

a la temperatura potencial equivalente (Holton y Hakim, 2012). Un valor alto de MSE

en la capa límite es un indicador de ocurrencia de lluvias (Eltahir, 1998). Cuando la MSE

cambia en un nivel de la atmósfera, por ejemplo debido a la evaporación desde la

superficie, y no lo hace en otros niveles, se genera un gradiente vertical de MSE entre

la capa límite y la atmósfera libre, favoreciendo condiciones (in)estables que pueden

(disparar) inhibir la convección. Además, en un amplio rango de escalas espaciales el

gradiente horizontal de MSE induce circulaciones térmicas las cuales redistribuyen la

energía en la atmósfera de modo tal de minimizar estos gradientes.

En escalas espaciales grandes, en donde la advección horizontal de calor es chica

comparada con la vertical, la fuente de MSE de la capa límite es básicamente el flujo

de calor vertical desde la superficie continental, i.e. la suma de los flujos de calor

73

sensible y latente (SHF + LHF). Éste flujo neto emitido a la atmósfera afecta

directamente los dos primeros términos del lado derecho de la ec.4.3, mientras que el

SHF afecta principalmente la profundidad de la capa límite (BLD, pos sus siglas en

inglés). Las condiciones de la HS juegan un rol importante en la partición de los flujos

(BR). Por ejemplo, en el caso de un suelo seco, el BR, SHF y la temperatura de

superficie toman mayor magnitud que en un suelo húmedo, y por lo tanto inducen un

aumento de la BLD. De todos modos, el flujo neto SHF+LHF depende principalmente de

la radiación neta en superficie, la cual depende de la nubosidad (Findell y Eltahir,

1999).

En la Fig.4.11, se muestran los patrones de CS entre la HS y las variables de la Fig.4.10,

sobre SESA (que contiene a SESA2, ver Fig.1.5) durante el verano seco. Se observa que

la HS acopla fuertemente al BR y a la BLD en toda la región (Figs.4.11a-b). Es

importante aclarar que no se calculó el acople CS entre las variables consecutivas de la

Fig.4.10, ya que esto hubiese requerido de distintos experimentos en donde otras

variables tendrían que haberse prescripto, y no necesariamente serían experimentos

correctamente diseñados para el estudio. Entonces, un valor elevado de CS[HS,BLD]

significa que la HS acopla con BLD, y en el contexto de los eslabones debe interpretarse

como un resultado de alto acople CS[HS,BR] junto con un aumento/disminución de la

temperatura en superficie debido a las anomalías secas/húmedas del suelo. El hot spot

de CS[HS,SHF+LHF] (Fig.4.11c) no cubre todo SESA, pero se ubica sobre el este,

resultado consistente con la hipótesis del párrafo anterior en donde la relación HS –

(SHF+LHF) no es tan directa como la relación HS – BR. El acople con MSE (CS[HS,MSE],

Fig.4.11d), calculado en este caso en el nivel de presión de 925hPa, también muestra

su máximo valor en el este de SESA. En el caso del gradiente vertical de MSE (Fig.4.11e)

- calculado como el cociente relativo de la diferencia de MSE entre los niveles 925hPa y

850hPa – se observa que su acople con la HS es similar al acople de la HS con el flujo de

humedad vertical, i.e. CS[HS,w.q] (Fig.4.11f). Dicha similitud en los patrones indica que

la HS influye en el flujo vertical húmedo a través de la inestabilidad atmosférica. A su

vez, estos dos patrones son similares al patrón de CS[HS,SHF+LHF], sugiriendo que

dicha influencia es ejercida a través del acople con los flujos. La Fig.4.11g indica que la

HS también afecta la circulación de escala local-regional, aquí representada por la

74

presión a nivel del mar (SLP, por sus siglas en inglés). El patrón espacial CS[HS,SLP]

tiene un máximo sobre el sur de Brasil donde el contraste horizontal de CS[HS,MSE] es

máximo (ver Fig.4.11d). Finalmente, el acople con la PP, i.e. CS[HS,PP] se vuelve a

mostrar sobre SESA en la Fig.4.11h. Considerando los análisis de las figuras 4.11a-g, el

hot spot de PP localizado sobre Uruguay y sur de Brasil (ver Fig.4.9e) está

probablemente asociado con cambios en la MSE y en la circulación, inducidos por las

anomalías de HS.

4.6. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

La motivación para el desarrollo del capítulo 3 se basó en un resultado de

Sörensson y Menéndez (2011) quienes encontraron con el modelo RCA3-E, que el

sudeste de Sudamérica es una zona de alta EA entre la HS y la ET durante el verano

1992-3. En este capítulo se buscó profundizar dicho resultado y explorar otras

estaciones, en períodos anómalamente secos ó húmedos, y para otras variables,

principalmente la PP.

Una de las principales hipótesis del estudio de procesos suelo-atmósfera es que la HS

tiene la potencialidad de influir mayormente sobre la PP en zonas de transición

climática entre climas húmedos y secos (p.e. Koster y otros 2004, 2006; Guo y otros,

2006; Guo y Dirmeyer, 2013). Por lo tanto, se determinaron estas zonas a nivel

continental durante el período 1980-99. Una de las condiciones planteadas para hallar

las zonas de transición fue que la variabilidad interanual relativa de la disponibilidad de

agua en el suelo del modelo debía ser alta. Con ésta única condición se descartaron

zonas climatológicamente húmedas (p.e noroeste de Amazonia) y esto es consistente

con el hecho de que en este tipo de regiones, la ET no es sensible a las condiciones de

suelo (resultado Cap.3) y por ende no podría establecerse acople suelo - atmósfera. La

segunda condición fue que la variabilidad diaria de la ET sea alta y de ésta forma se

descartaron zonas climatológicamente áridas (p.e. sur de la Patagonia). La región

definida en este capítulo por el rectángulo SESA2 se mostró como una zona de

transición durante todas las estaciones, excepto JJA en donde la variabilidad de la ET es

muy baja.

75

Luego de haber determinado que SESA2 es una zona potencial para la existencia de

acople del suelo a la atmósfera durante SON, DEF y MAM, se buscaron períodos con

condiciones medias extremas en la situación hídrica del suelo en el período 1980-99.

Las estaciones anómalamente secas en SESA2 se definieron para SON, DEF y MAM del

período 1988-9; y las húmedas para SON de 1985 y DEF-MAM del período 1997-8.

Estos períodos coinciden en general con períodos caracterizados por anomalías

extremas de la temperatura de la superficie del mar en la región del Pacífico este,

principalmente el evento El Niño 1997-98 fue uno de los más intensos del siglo XX

habiendo generado condiciones húmedas extremas en el sudeste de Sudamérica

(Camilloni y Barros, 2000; Zhou y Lau, 2002). Sin embargo, el período SON – 1985

definido como húmedo para SESA2, no tuvo una correspondencia temporal directa con

eventos ENSO. A su vez, la anomalía negativa estacional de precipitación fue débil y

hacia el noreste de la región dicha anomalía se mostró positiva (Fig.4C). Por lo tanto,

los resultados obtenidos para el caso SON-1985 son válidos, aunque para poder

confirmar que realmente fue una primavera húmeda debería de analizarse con otro

modelo y/ó base de datos. Cabe remarcar que la condición de anomalía seca ó

húmeda del suelo, fue establecida a través de la disponibilidad de agua en el suelo en

el esquema de suelo del modelo. Esta variable refleja la combinación de la PP, la ET y el

escurrimiento y por ende provee una medida más precisa de las condiciones húmedas

del suelo, que si se hubiese tomado la anomalía de PP solamente.

Con el objeto de aislar la influencia de la HS sobre la PP (u otra variable atmosférica) en

el proceso de interacción suelo-atmósfera, se implementó la metodología del CS. Esta

métrica se aplicó independientemente para cada una de las estaciones secas y

húmedas definidas anteriormente. Un resultado importante fue que el sudeste de

Sudamérica fue identificada como una zona de alta EA durante un verano

anómalamente seco. En el caso de otras estaciones ó para el caso de un verano

húmedo las eficiencias de acople resultaron más débiles y por ende con menos

probabilidades de que se produzca acople del suelo con la PP. La máxima eficiencia de

acople entonces es resultado de un acople entre la HS y ET elevado junto con una alta

variabilidad diaria de ET y esto ocurre durante veranos preferentemente más

extremos. El hecho de que el acople (CS) sea máximo durante verano está de acuerdo

76

con la mayoría de los estudios de interacción suelo-atmósfera, ya que es cuando

dominan los procesos locales de convección (p.e. Guo y otros, 2006). Por otro lado, el

hecho de que CS sea mínimo (o casi nulo) cuando el suelo tiene una anomalía húmeda

es consistente con que en esas condiciones la ET está regulada principalmente por la

atmósfera y no por el suelo (resultado capítulo anterior). Otros trabajos encontraron

resultados similares respecto al grado de influencia del suelo sobre la ET en

condiciones extremas de humedad (p.e. Wei y Dirmeyer, 2012). Guo y otros (2006, su

Figura 3a) mostraron efectivamente que la intensidad del acople CS[HS,ET] decrece

monótonamente con el aumento de la humedad media del suelo.

Aunque el noreste de Brasil no es objeto de estudio de esta Tesis, se encontró que es

una zona de transición y con hot spots de ET durante MAM 1998 y DEF 1988-9. El

período MAM98/DEF88-9 fue definido como húmedo/seco para SESA2 pero debido al

primer patrón de variabilidad del campo de PP, resulta ser un período seco/húmedo

para el noreste de Brasil. El primer caso es consistente con que el acople es mayor en

condiciones secas de la superficie. En el segundo, puede entenderse que esta región es

muy seca durante el verano (no se muestra) y el hecho de tener condiciones anómalas

húmedas durante ese dicho período transformó a la zona en una zona de transición.

Esto es consistente con otros trabajos que encontraron que la influencia de la HS sobre

la ET es mayor en zonas secas durante períodos húmedos (p.e. Wei y Dirmeyer, 2012;

Guo y Dirmeyer, 2013).

Más allá que el acople HS – ET se vea maximizado cuando el suelo está más seco de lo

normal, en la práctica lo que realmente interesa saber es si las anomalías de la HS

pueden propagarse hacia la atmósfera y tener impacto sobre el inicio y/ó desarrollo de

la PP. La medida estadística de la intensidad del acople de la HS con la PP, resultó de

manera esperada en patrones espaciales menos robustos e intensos que los de ET. En

cuanto a SESA, el hot spot más destacado de PP se presentó también durante el verano

seco, aunque solo en la región este (Buenos Aires, partes del Litoral Argentino,

Uruguay y una pequeña región del sur de Brasil). Para entender el por qué de dicha

ubicación espacial se calcularon otros acoples, i.e. otros patrones de CS, entre la HS y

distintas variables de superficie y atmósfera que se relacionan en menor o mayor

medida con la PP.

77

Mientras que los acoples con el cociente de Bowen y con la profundidad de la capa

límite resultaron elevados sobre toda SESA, el acople con el flujo neto de calor emitido

a la atmósfera (sensible más latente) solo resultó máximo hacia el centro-este de SESA.

Esto genera a su vez, acople con la energía estática húmeda en la capa límite así como

también con su gradiente vertical sobre el este de SESA. El gradiente vertical de la

energía estática húmeda parece estar afectando la PP a través del acople con el flujo

vertical de humedad fuera de la capa límite (asumiendo que este flujo vertical crece en

condiciones inestables favoreciendo la convección). También se observó que el acople

con la energía estática húmeda es máximo sobre Uruguay y sur de Brasil, cercano al

máximo de acople con la presión a nivel del mar, sugiriendo que en esta región la HS

podría afectar la circulación en los niveles más bajos de la atmósfera. Esto lleva a la

conclusión de que la PP, en SESA y durante el verano seco de 1988-9, está conectada

con la HS a través de la energía estática húmeda.

La métrica de la intensidad del acople (CS) contempla todos los aspectos en donde el

campo de HS puede influir sobre la PP, como ser a través de procesos de reciclado (p.e.

Trenberth 1999), procesos locales indirectos como mecanismos termodinámicos (p.e.

Beljaars y otros, 1996) y no locales como la advección de humedad externa hacia la

región (p.e. Spracklen y otros, 2012). Cabe mencionar que aunque la EA es

comúnmente considerada una condición necesaria para la existencia de alto acople CS

entre la HS con la PP, se encontraron regiones en donde esta condición no aplica,

como ser el centro y norte de Brasil durante el período DEF 1988-9. Esto es indicativo

de impactos no locales de la HS sobre la PP como la advección húmeda de una fuente

remota como sugiere Goessling y Reick (2011). Wei y Dirmeyer (2012) estimaron que

el acople remoto entre estas dos variables de superficie es de alrededor del 20% del

acople global total y, van der Ent y Savenije (2011) encontraron que el 70% de los

recursos de agua en el sudeste de Sudamérica provienen de la ET de la selva húmeda

amazónica.

Como se discutió en la sección 1.1.1, el hecho de que A acople B no implica que A

tenga una influencia positiva (ó negativa) en B, sino que sólo influye. En éste contexto,

distintos autores presentan hipótesis contradictorias sobre el signo del acople entre la

HS y la PP. En relación al gradiente vertical de la energía estática húmeda, mientras

78

que Eltahir (1998) sugiere una influencia positiva sobre la PP, Cook y otros (2006)

proponen que un aumento en el gradiente vertical de energía estática húmeda llevaría

a reducir la PP a través del incremento en la estabilidad atmosférica. Los resultados

aquí presentados están basados en el índice CS, el cual no distingue entre influencias

positivas ó negativas. La correlación serial entre el gradiente vertical de energía

estática húmeda y la PP fue calculada para todos los puntos de retícula de SESA en

donde CS es mayor que 0.025. En el 83% de los puntos la correlación es positiva,

indicando que el gradiente vertical de energía estática húmeda influye positivamente

sobre la PP. Los hot spots, tanto de la energía estática húmeda como de la PP, junto

con la correlación positiva entre dichas variables, son evidencias de un mecanismo de

retroalimentación positivo sobre el este de SESA durante un verano seco.

79

5. INTERACCIÓN SUELO – ATMÓSFERA

EN DISTINTOS MODELOS CLIMÁTICOS

REGIONALES

5.1. MOTIVACIÓN

Investigar la interacción suelo – atmósfera con RCA4 durante un período

climatológico y comparar resultados con otros modelos climáticos regionales.

5.2. INTRODUCCIÓN

Como se describió en el capítulo anterior, el índice estadístico CS cuantifica el

acople, aislando la influencia de una variable sobre otra y mide la “causalidad” en un

sentido más preciso. Sin embargo, tiene la desventaja de que es una metodología

costosa computacionalmente debido a que requiere de ensambles de simulaciones y

aún más si se usa un conjunto de modelos para su intercomparación. Por otra parte,

en la literatura se presentan otras metodologías de análisis estadístico, que pueden ser

aplicadas sobre todo tipo de bases de datos, y permiten la comparación de resultados

(ver sección 1.4. . U a de esas etodologías es la del í di e Γ, ue ua tifi a la

interacción entre el suelo y la atmósfera (Zeng y otros, 2010),

E este apítulo, Γ es al ulado o RCA o uat o MCRs ue pa ti ipa o e el

proyecto CLARIS-LPB (ver sección 1.3).

5.3. MODELOS Y METODOLOGÍA GENERAL

Los datos de PP y ET empleados en este capítulo son tomados de (1) la simulación

climatológica 1980-99 realizada con RCA4 (en su configuración de la sección 2.2) y (2)

cuatro simulaciones continuas del clima presente de algunos de los MCRs del proyecto

CLARIS-LPB. Estos modelos son: RCA3.5, RegCM3, PROMES y LMDZ (ver Tabla 5.1 para

80

mayor descripción). La versión RCA3.5 es distinta y previa a la de RCA4, aunque

posterior a RCA3-E. La base de datos de salidas de los modelos tiene resolución

horizontal de aproximadamente 50 km x 50 km y temporal de un mes (i.e. medias

mensuales). Los modelos de CLARIS-LPB usan como condición inicial y de borde los

reanálisis ERA-I te i Dee ot os, o esolu ió espa ial de . ⁰ . ⁰

(excepto LMDZ que fue forzado por ERA-I te i o esolu ió de . ⁰ “ol a

otros, 2013)). Las condiciones de borde son actualizadas cada 6 horas. El dominio de

integración cubre toda Sudamérica y el período de análisis es 1990-2008. Los modelos

comparten una resolución horizontal similar, aunque los métodos numéricos,

parametrizaciones, y esquemas de superficie son distintos. Para una mayor descripción

de los MCRs de CLARIS-LPB el lector puede referirse a Solman y otros (2013). Las

figuras 5A y 5B del apéndice muestran los valores medios y la dispersión de la ET y PP

del ensamble de modelos respectivamente.

El análisis se realiza sobre series de valores estacionales (con tendencia lineal filtrada)

de ET y PP.

5.4. METODOLOGÍA DE LA INTERACCIÓN

A continuación se presentan los pasos metodológicos más relevantes de la teoría

(el lector puede referirse a Zeng y otros (2010) para mayor detalle).

Para cada punto del espacio (ó punto de retícula), la ecuación de balance de agua en la

atmósfera puede escribirse como = + (ec.5.1)

Donde PP es la precipitación, ET es la evapotranspiración y C representa la

contribución a la PP de todas las fuentes de agua no superficiales (advección horizontal

de humedad y variación de agua precipitable). La ecuación (ec.5.1) también es válida

para anomalías ′ = ′ +′ (ec.5.2)

Multiplicando por PP’ a ambos lados de la igualdad, y teniendo en cuenta que los datos

son series temporales de N datos, la ec.5.2 puede reescribirse como

81

∑ ′2 ==1 ∑ ′′=1 + ∑ ′ ′=1 (ec.5.3)

El parámetro de interacción superficie – at ósfe a Γ se defi e o o:

Γ≡∑ ′=1 ′ ∑ ′2=1⁄ (e.c.5.4)

Γ ep ese ta la f a ión de varianza de PP que contribuye a la covarianza de PP y ET.

La e ua ió . es la defi i ió de Γ o supo e i gu a o di ió espe to a la escala

temporal.

Reescribiendo la ecuación 5.4 (ver deducción en apéndice) ésta se puede expresar

como:

Γ = , . (ec.5.5)

Donde rPP,ET es correlación temporal entre las series de valores estacionales de PP y ET,

σET σPP) es la desviación estándar de la ET (PP) que representa la variabilidad

interanual de la ET (PP). La e ua ió . e p esa de ot a fo a a Γ, i di a do el

producto de la correlación temporal entre PP y la ET con la variabilidad interanual de

ET, normalizado por la variabilidad interanual de PP.

La defi i ió de Γ dada po la e ua ió . di e ue el sig o de Γ vie e dado po el

signo de la correlación entre PP y la ET (rPP,ET). Si un punto de retícula tiene un rPP,ET

positivo (negativo) es indicador de que la ET está controlada por la humedad de suelo

(atmósfera) (ver sección 3.5). Por lo tanto, una condición necesaria para que exista

interacción entre el suelo y la atmósfera, a través de la HS, es ue Γ sea positivo. Por

otra parte, para que la atmósfera sea sensible a cambios en la superficie es necesario

que la variabilidad temporal de la ET (σET) sea no despreciable (Guo y otros, 2006). Una

forma de cuantificar dicha variabilidad es comparándola con σPP. Cabe a la a ue Γ

puede ser alto solo por el hecho de que σPP sea bajo (ver ec.5.5), como por ejemplo

so e los desie tos. Po eso es o ve ie te esta le e valo es de Γ e pu tos de

retícula en donde σPP supere cierto umbral.

5.5. RESULTADOS

82

E la Fig. . a se uest a los apas esta io ales de Γ de RCA , o valo es

significativos al 99% (dado por la significancia en la correlación, ver abajo). Los hot

spots más robustos se presentan en el sudeste de Sudamérica y en NeB-EB, durante

DEF y SON y con menor intensidad en MAM. JJA muestra algunas pequeñas zonas de

máximos. Los valores negativos significativos alcanzan poca extensión espacial y tienen

baja magnitud, como por ejemplo en el centro del continente en DEF. La Fig.5.1b

muestra los mapas estacionales de los distintos componentes estadísticos que

o fo a a Γ. Los pa eles supe io es uest a los pat o es de o ela ió te po al

entre las series de valores estacionales de PP y la ET (rPP,ET) en aquellos puntos en

do de ésta es sig ifi ativa al %. Allí se o fi a ue el sig o de Γ vie e dado po el

signo de rPP,ET ue los valo es egativos de Γ se de e a o di io es hú edas de la

superficie continental, como por ejemplo en el centro del continente en DEF en donde

el SAMS está en su fase madura (ver sección 1.2.2). En la mayoría de las zonas y

estaciones rPP,ET se muestra positivo, indicando donde y cuando la ET está

principalmente controlada por las condiciones del suelo, es decir en regiones con

condiciones de HS bajas a medias (ver sección 3.4 y 3.5), como la Patagonia durante

todo el año excepto JJA. Los paneles centrales de la Fig.5.1b muestran la variabilidad

interanual de la ET (σET) en cada estación. La contribución de σET a Γ es odula la

intensidad de rPP,ET y establecer donde y cuando las anomalías de la superficie pueden

propagarse a la atmósfera, como en en el sudeste de Sudamérica durante DEF y SON.

Por último, la variabilidad interanual de PP (σPP) se observa en los paneles inferiores de

la Fig.5.1b. Como se mencionó en la sección anterior, se define un umbral mínimo de

0.5mm/día en σPP pa a el ál ulo de Γ. El o ie te e t e a as va ia ilidades σET/σPP)

modula la correlación rPP,ET, descartando zonas como la Patagonia y la mayor parte del

continente en JJA y dando como resultado los hot spots de la Fig.5.1a. Cabe aclarar que

otros umbrales para σPP (0.2, 0.3 ó 0.4 mm/día) solo expanden levemente los hot

spots, sin que se observe un cambio brusco en sus patrones.

Para las mismas condiciones fijadas de significancia estadística (al 99%) y sentido físico

(variabilidad de PP a o a . /día se ealiza los ál ulos de Γ pa a ada u o de

los MCRs de CLARIS-LPB (Fig.5C del apéndice). Para resumir la información, la Fig.5.2

muestra la cantidad de modelos (entre ninguno y cuatro) que superan dos umbrales de

83

Γ . . , valo es otivados e los esultados de la Fig. . a, e )e g ot os

y en la métrica CS del Capítulo 4. Los mapas indican que el sudeste de Sudamérica es

un hot spot robusto durante DEF y SON y en menor grado en MAM (i.e. los cuatro

odelos uest a pu tos de etí ula o Γ>= . . En la misma región, el hot spot

durante SON tiene máxima intensidad de la interacción, mientras que durante MAM la

intensidad es mínima (exceptuando JJA). NeB-EB es un hot spot durante todo el año

excepto JJA, estación que no muestra un patrón indicativo de existencia de interacción

suelo – atmósfera.

A diferencia de los resultados obtenidos por Zeng y otros (2010), donde los hot spots

se desplazan geográficamente según la estación, en este ensamble de modelos parece

ser que el sudeste de Sudamérica y NeB-EB son las únicas zonas de interacción suelo –

atmósfera en Sudamérica (exceptuando puntos aislados).

5.6. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

Una métrica estadística de interacción suelo - atmósfera se aplicó a distintos

odelos li áti os egio ales a ivel li atológi o / años . Di ha ét i a Γ

cuantifica la correlación temporal ET - PP, relativa a una alta variabilidad de la ET. La

primera condición (rPP,ET) permite identificar, zonas que están fuera de condiciones

húmedas en donde la atmósfera se ve desacoplada del suelo. La segunda condición

σET) establece que la variabilidad del conector suelo - atmósfera, i.e. la ET, sea elevada

ta ié así la p opaga ió de las a o alías es a o . Es de i , Γ ep ese ta el efe to

de la PP sobre la ET, a través de la HS, y puede implícitamente reflejar parte del efecto

de la ET sobre la PP a través de la variabilidad de la ET (Zeng y otros, 2010).

Esta métrica permitió comparar resultados entre modelos, a diferencia de la

metodología más compleja del capítulo 4, la cual tiene un mayor costo computacional.

Sin embargo, la interpretación de los resultados en esta sección debe tener en cuenta

ue u valo alto de Γ: i es u a o di ió e esa ia, au ue o sufi ie te, pa a la

existencia de acople suelo-atmósfera; (ii) indica que la interacción es alta pero no

brinda información sobre la “causalidad” (ver sección 1.1) y (iii) puede ser debido a un

forzante común de ambas variables (ver sección 1.1).

84

El Sudeste de Sudamérica y el noreste y este de Brasil se identificaron como hot spots

de interacción suelo – at ósfe a, ost a do valo es altos positivos de Γ, ta to e

RCA4 como en el ensamble de modelos de CLARIS-LPB. Todos los modelos mostraron

que JJA es un período en donde el suelo se ve desacoplado de la atmósfera, al menos a

través de la ET. Esas dos zonas fueron identificadas también como zonas de transición

climática (ó potenciales para la existencia de acople suelo – atmósfera) en el capítulo

anterior.

Según Zeng y otros (2010), los hot spots en Sudamérica ocurren durante DEF en

Argentina, y durante JJA en las planicies centrales del continente. El hot spot en DEF

sobre el sudeste de Sudamérica es evidente en RCA4 y en los cuatro modelos, así como

en otros trabajos (ver sección 1.4.2). Sin embargo, JJA no muestra un patrón robusto

de hot spots e los odelos a uí a alizados i.e. i gú pu to de etí ula uest a u Γ

mayor a 0.25 en los cuatro modelos). Este resultado muestra cierta consistencia con

otros estudios que muestran discrepancias en la localización de los hot spots (ver

sección 1.4.2), i.e. no hay resultados robustos en JJA.

Como se comentó en la sección 1.4 de la Introducción, algunos índices estadísticos

i lu e do a Γ puede e plea se so e ual uie ase de datos, i lusive

observacionales. Sin embargo, debido a que el sentido físico de la metodología se basa

en el empleo de la ET y PP, ambos datos tendrían que pertenecer a una misma base,

p.e. un mismo reanálisis. Si así no fuese, no tendría sentido el cálculo ya que no habría

consistencia entre las variables, por haber sido medidas/calculadas en diferentes

contextos.

85

6. RESUMEN, DISCUSIÓN Y

CONCLUSIONES FINALES

En esta Tesis doctoral se abordó el tema de la interacción entre el suelo y la atmósfera,

desde un punto de vista de los procesos físicos que involucran variables hidrológicas

como la humedad del suelo (HS), la evapotranspiración (ET) y la precipitación (PP). La

región de estudio fue el continente sudamericano, y en particular el sudeste de

Sudamérica.

El capítulo 1 fue un resumen general de: (1) algunos conceptos teóricos y físicos

vinculados a la temática; (2) las características climáticas de la región de estudio; (3)

algunas herramientas de investigación, junto con sus ventajas y desventajas y; (4) los

antecedentes respecto a las metodologías existentes y a los resultados obtenidos hasta

el momento sobre la región.

En el capítulo 2, se describió y validó la última versión del modelo climático regional

desarrollado en Rossby Centre, Suecia (RCA4), el cual fue aquí empleado por primera

vez sobre Sudamérica para estudios de procesos físicos. La temperatura a 2 metros en

valor medio estacional es mejor representada por RCA4 que por RCA3-E, como

consecuencia de algunas mejoras al esquema de superficie. La validación para la PP y

la ET, se realizó comparando con ensambles de observaciones y, se discutió que aún

hay mucho por mejorar en estas variables simuladas sobre el continente. Por ejemplo,

sería conveniente, redefinir el esquema de baldosas dado que la baldosa de nieve es

casi nula en nuestra región. De manera complementaria, el incorporar datos de

fisiografía, vegetación, profundidad y textura del suelo, albedo, emisividad, etc. que

sean más representativos de la región sudamericana, tendría un impacto diferente en

los resultados y seguramente mejoraría el clima simulado por RCA4.

Independientemente de la calidad de las simulaciones, todavía existen zonas en donde

la incertidumbre observacional es alta y por ende ambos aspectos deben mejorar en el

campo de la climatología.

86

En el capítulo 3 se enfatizaron diferentes aspectos hidrológicos vinculados con el

proceso de la interacción entre la superficie continental y la atmósfera durante un

verano en SESA1 (definida en el rectángulo [20-40°S, 45-65°O]): (1) El estudio por

subregiones comprobó que la ET se ve regulada por las condiciones del suelo (de la

atmósfera) en zonas en donde la eficiencia de acople (EA) es alta (baja),

independientemente de la intensidad de la PP. (2) La memoria de la HS se encontró en

SESA1: (i) mayor para la capa de suelo más profunda; (ii) influenciada por la

persistencia de las lluvias, aunque no por su intensidad y (iii) anticorrelacionada con la

EA. (3) En una primera aproximación a la temática de cómo la HS podría influir sobre

los extremos de PP, se encontró que los días previos a un evento extremo, el gradiente

horizontal de la HS de la capa superficial es casi el doble del valor medio estacional, i.e.

elevado. Este resultado es interesante de validar en trabajos a futuros utilizando datos

de sensores remotos.

El Capítulo 4 amplió la búsqueda de zonas con acople entre la HS y la atmósfera hacia

todas las estaciones. En primer lugar se buscaron, a escala continental, las zonas de

transición climática entre climas húmedos y secos ya que son zonas en donde la HS

tiene la potencialidad de influir sobre la PP (p.e. Koster y otros 2006). El sudeste de

Sudamérica se mostró como una de estas zonas en todas las estaciones, excepto

durante JJA. En segundo lugar, se buscaron un verano, un otoño, y una primavera con

condiciones anómalamente secas y un verano, un otoño, y una primavera con

condiciones anómalamente húmedas de la superficie continental en SESA2 (definida

en el rectángulo [28-43°S, 55-70°O]). Estos 6 casos de estudio fueron propicios para

desarrollar, en tercer lugar, experimentos realizados con RCA4 y aplicar la metodología

de la intensidad del acople. Un resultado importante fue que el sudeste de Sudamérica

fue identificada en gran parte de su extensión como una zona de alta EA durante el

verano anómalamente seco. En dicho contexto, el acople HS – PP también se mostró

máximo pero solamente sobre el este la región. A través de distintos cálculos se llegó a

la conclusión de que la PP está influenciada por la HS a través de la energía estática

húmeda y su gradiente vertical, como resultado del flujo total en superficie.

Por último, en el capítulo 5 se analizó la interacción suelo - atmósfera en Sudamérica

con una metodología diferente y en un contexto más amplio, i.e. en distintos modelos

87

climáticos regionales (incluyendo RCA4) y durante un período climatológico. En los

resultados obtenidos, el sudeste de Sudamérica vuelve a ser identificado como un hot

spot de interacción suelo – atmósfera durante todo el año excepto JJA.

A continuación se vinculan los resultados encontrados a los objetivos de esta Tesis:

El sudeste de Sudamérica es identificado como un hot spot de interacción entre la

superficie y la atmósfera, durante las estaciones de verano (Diciembre-Enero-

Febrero), otoño (Marzo-Abril-Mayo) y primavera (Septiembre-Octubre-

Noviembre). Lo mismo ocurre con el noreste – este de Brasil (NeB-EB).

Estas dos regiones fueron definidas previamente como zonas de transición

climática (ZTCs) entre climas húmedos y secos en las mismas estaciones climáticas.

Por lo tanto este resultado está de acuerdo con la hipótesis de otros trabajos (p.e.

Koster y otros, 2004; Guo y otros, 2006). Estas zonas suelen darse en donde las

condiciones de HS son intermedias, i.e. fuera de zonas permanentemente húmedas

(p.e. oeste Amazónico) ó áridas (p.e. Patagonia Argentina). Sin embargo, no

necesariamente un hot spot se aloja en una ZTC: (1) Un ejemplo pudo verse en los

hot spots de PP sobre el centro de continente, principalmente en verano. (2) Por

otro lado, influyen los factores antropogénicos ó extremos climáticos: debido a que

las condiciones de la superficie pueden ser modificadas por cambios en el uso del

suelo, inundaciones, sequías, etc., podrían establecerse nuevos hot spots sin que

estas zonas estén definidas previamente como ZTCs entre climas húmedos y secos

(p.e. Goessling y Reick, 2011).

El sudeste de Sudamérica es un hot spot suelo –atmósfera más robusto que NeB-

EB, de acuerdo al análisis hecho con varios modelos climáticos regionales. Otros

trabajos realizados a escala global (p.e. Zeng y otros, 2010) no mostraron la

robustez del hot spot en el sudeste del continente durante varias estaciones. Es por

eso que es importante realizar estudios en escala regional ya que muchos de los

procesos físico-climáticos que ocurren en Sudamérica no existen en otras zonas del

planeta.

En estaciones anómalamente secas ó húmedas en SESA2, se determinó que el

acople de la HS con la ET/PP es máximo durante el verano que tuvo una anomalía

seca en la superficie continental. Es decir, la predictibilidad atmosférica sobre SESA

88

está vinculada con la de la superficie continental principalmente durante los

veranos que sufren períodos secos.

El acople de la humedad del suelo con la precipitación en el este de SESA (definida

en el rectángulo [20-43°S, 45-70°O]) durante un verano seco, se debe a la

influencia del flujo de calor superficial total emitido a la atmósfera el cual afecta la

energía estática húmeda y consecuentemente la inestabilidad atmosférica.

La memoria de la HS en profundidad se vio en gran parte de SESA1 relacionada en

forma inversa con el acople entre la HS y ET (i.e. a mayor acople, menor memoria).

Esto es consistente desde el punto de vista de que la interacción del suelo con la

atmósfera altera los estados del suelo, en particular de la humedad. Sin embargo,

es un inconveniente desde el punto de vista de la predictibilidad ya que tanto el

acople tanto como la memoria deben ser elevados. Sin embargo, hubo excepciones

como Uruguay, el sur de Brasil y parte del este de Argentina que mostraron alto

acople y alta memoria. Por ende, una mejor representación de las condiciones

iniciales de HS en estas zonas, podría mejorar la predictibilidad de variables de

superficie en la escala mensual.

Diversas son las metodologías de estudio que se aplican en el contexto de la

interacción suelo – atmósfera. Desde los análisis estadísticos sobre bases de datos

(aquí desarrollado en el capítulo 5), pasando por experimentos diagramados con

modelos climáticos (aquí desarrollado en el capítulo 4) hasta trabajos más teóricos que

investigan cómo detectar y cuantificar la causalidad en un sistema complejo, en

particular el climático (p.e. Runge y otros, 2014).

Dentro de los estudios que diseñan experimentos con modelos, algunos realizan

simulaciones climatológicas. Por ejemplo Seneviratne y otros (2006b) estudian la

intensidad del acople (CS) entre la HS y la temperatura en superficie usando un modelo

climático regional en un período de 20años. Los miembros del ensamble son los años

dentro del período elegido y la HS es un forzante climatológico, i.e. con ciclo anual

pero sin variabilidad interanual. De esta forma investigan cómo influye el filtrado la

variabilidad interanual de la HS en la variabilidad interanual de la temperatura. Sin

embargo, esta metodología consta de dos “problemas”: (1) debido a que emplean un

89

modelo climático regional, los bordes laterales otorgan una variabilidad interanual de

los forzantes en cuestión (p.e. temperatura de la superficie del mar) y (2) al usar un

campo climatológico de HS se filtran las variabilidades espaciales propias de cada año

de estudio. Respecto a (1) los ensambles del capítulo 4 se desarrollaron, para cada

experimento en sí, en un mismo año, y por ende todos sus miembros tienen el mismo

forzante en los bordes laterales. Respecto a (2) el hecho de haber usado campos de HS

prescriptos de la simulación control, asegura que es un forzante para la simulación en

cuestión, pero manteniendo su variabilidad espacial y temporal.

Los procesos de interacción entre la superficie y la atmósfera son difíciles de medir en

el mundo real debido a la complejidad del sistema climático. El uso de modelos

climáticos permite aislar procesos de interés como por ejemplo el acople de la HS a la

PP. Sin embargo, aunque los modelos intentan reproducir de la manera más fehaciente

la realidad tienen limitaciones inherentes a que ésta está representada de manera

idealizada y que además no modelan todos los procesos existentes en la naturaleza,

entre otras cuestiones (resolución espacial y temporal, aproximaciones,

parametrizaciones, etc.). Hasta los modelos más recientes como los de CMIP5, aún no

logran mejorar la representación de variables de superficie como la ET, PP y

temperatura (p.e. Mueller y Seneviratne, 2014).

Una de las limitaciones con los modelos climáticos es la interacción de la vegetación

con el clima. Hoy en día existen modelos con vegetación dinámica aunque todavía no

son empleados para simular procesos en Sudamérica. La vegetación puede influir en la

PP y, por lo tanto en el acople suelo – atmósfera así como en la memoria de la HS. Dos

mecanismos que involucran a la vegetación y a la PP han sido propuestos

recientemente en la literatura. Sus implicaciones deben ser consideradas para

Sudamérica debido al alto porcentaje de terreno cubierto de bosques y a la alta

intensidad de su ciclo hidrológico: (1) una masa de aire que fue expuesta a una

superficie boscosa influencia en mayor grado a las lluvias posteriores que aquella masa

de aire que no ha atravesado superficies con mucha vegetación, debido a que

transporta mayor humedad evapotranspirada del bosque (Spracklen y otros, 2012).

Este mecanismo puede afectar principalmente regiones que reciben flujo de humedad

desde regiones con mucha vegetación (p.e. SESA desde la región Amazónica). (2)

90

Makarieva y Gorshkov (2007) presentaron una teoría que implica que la ET y posterior

condensación de vapor de agua están asociadas a una disminución en la presión del

aire en la baja atmósfera y por lo tanto esto tendría un impacto sobre la dinámica

atmosférica. Este efecto podría ser importante sobre la Cuenca del Amazonas y,

debido a la menor densidad de área forestal, en menor grado en La Cuenca del Plata.

Otra dificultad radica en las diversas retroalimentaciones (ó feedbacks) que se

establecen entre las variables climáticas, las cuales dependen de la región y de las

condiciones atmosféricas o del suelo, entre otros. Hay diversidad de trabajos que

estudian los feedbacks, mostrando resultados contradictorios sobre si el feedback HS -

PP es positivo ó negativo. En esta Tesis se analizó la cadena HS –ET - PP. El feedback

HS-ET puede ser bien entendido a través del resultado de la sección 3.4, siendo

positivo (negativo) cuando la ET está limitada por las condiciones de suelo (atmósfera).

En cambio, la complejidad del asunto se presenta al querer establecer el signo del

feedback ET-PP (ver como ejemplo Guillod y otros, 2014). Este tema no fue abordado

en esta Tesis, pero sí se abordó el tema del acople entre la cadena de eslabones por el

cual la HS podría acoplar a la PP, i.e. más allá del signo del feedback.

Mi trabajo post-doctoral continúa con la temática interacción suelo – atmósfera.

Algunas de las cuestiones pendientes que quiero abordar son:

Mejorar la representación de parámetros y variables de superficie en el suelo

sudamericano (textura del suelo, topografía, albedo, etc.);

Realizar nuevos experimentos de sensibilidad con RCA4;

Implementar otros modelos climáticos y bases de datos;

Analizar la memoria de la humedad del suelo a escala continental, en distintas

estaciones y escalas temporales;

Y explorar el acople suelo – atmósfera en proyecciones de Cambio Climático.

91

7. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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103

TOMO II

TABLAS, FIGURAS Y APÉNDICE

TABLAS

2

TABLAS CAPÍTULO 2

# Capa Espesor capas de suelo (m)

Temperatura Humedad del suelo

1 0.01 0.072

2 0.062 0.21

3 0.21 Profundidad de raíces-0.072-0.21

4 0.72 No aplica

5 1.89

Profundidad total

2.892 Depende de la profundidad de las raíces y está acotada por la profundidad del suelo, definido por ECOCLIMAP

2.1: Profundidad de cada capa de suelo y el total para la temperatura y humedad del suelo.

Parámetros del esquema de

superficie continental

Que SI dependen del tipo de vegetación

Que NO dependen del tipo de vegetación

Que SI dependen del mes

Albedo (suelo + vegetación), emisividad, IAF*, fracción de

vegetación, longitud de rugosidad

-

Que NO dependen del

mes

Fracción de tipo de baldosa, profundidad total de suelo,

profundidad de raíces, albedo de suelo con vegetación, mínimo y

máximo de IAF, resistencia estomatal mínima

Fracción de agua (lago y mares), orografía, albedo de suelo sin vegetación, fracción de arena,

fracción de arcilla, carbón en suelo, textura del suelo e información de

lagos

2.2: características tomadas de ECOCLIMAP para cada parámetro del esquema de superficie de RCA4. *Índice de área foliar.

3

TABLAS CAPÍTULO 3

Configuración

Dominio espacial Sudamérica y océanos adyacentes

Proyección Rotada con polo norte en (55°N,70°O)

Resolución horizontal 0.5° x 0.5°

Tamaño (lat x lon) 155x134

Coordenada vertical Híbrida

Niveles verticales 24 (primeros 5 por debajo de la isobara de 900 hPa)

Bordes laterales Cada 6hs, ERA40 (Uppala y otros, 2005)

Parametrizaciones

Advección Semi-Lagrangiana

Convección Kain y Fritsch (1993)

Microfísica de nubes Rasch y Kristjansson (1998)

Radiación Savijärvi (1990), Sass y otros (1994)

Superficie Samuelsson y otros (2006)

Esquema de suelo

Tipos de vegetación Baja, bosque coníferas y caducifolio (ECOCLIMAP*)

Parámetros de vegetación Índice de área foliar, albedo, rugosidad, profundidad de raíces (valores mensuales constantes)

Capas de temperatura 5

Capas de humedad 2 (7cm, profundidad de raíces)

3.1: Características varias de la versión RCA3-E usada en este capítulo. *Masson y otros (2003).

R1 R2 R3

C“[H“,ET]*σET < 0.2 > 0.2 > 0.2

IMP > Percentil 75 > Percentil 75 < Percentil 25

3.2: Criterios para la definición de las subregiones (R1, R2 y R3) en el sudeste de Sudamérica, basados en las Figs.3.4a-b. Ver texto para las definiciones de CS[H“,ET]*σET e IMP.

Fracción campo abierto/bosque Albedo z0* (m) Profundidad de raíces (m) IAF+

R1 0.47/0.53 0.16 1.15 2.05 3.09

R2 0.79/0.21 0.18 0.32 1.39 2.52

R3 0.85/0.15 0.17 0.17 1.28 2.65

3.3: Valores medios en cada región de distintos parámetros de suelo (tomados de ECOCLIMAP, ver Cap.2). *rugosidad en superficie; + índice de área foliar.

r(HS,ET) r(T2m,ET) r(ET,PP) r(HS,PP) r(HS,HS+) r(PP,PP+)

R1 -0.29 (-0.02) 0.38 -0.32 0.59 (0.16) 0.88 (0.99) 0.63

R2 0.61 (0.61) -0.42 0.12 0.52 (-) 0.85 (0.97) 0.56

R3 0.78 (0.70) -0.26 0.19 0.43 (0.12) 0.82 (0.96) 0.31

3.4: Promedio areal de correlaciones diarias significativas al 99%. HS: humedad del suelo; ET: evapotranspiración; T2m: temperatura a 2m; PP: precipitación. Los valores entre paréntesis

refieren a la capa más profunda de HS (HSs en texto). El signo + indica un desfasaje de 1 día. (-) indica que no hay valor significativo al 99%.

4

TABLAS CAPÍTULO 4

Períodos SON DEF MAM

Casos SECO 1988 1988-9 1989

Casos HÚMEDO 1985 1997-8 1998

4.1: Casos anómalamente secos ó húmedos en el sudeste de Sudamérica (definido como SESA2 en el texto principal), para las tres estaciones analizadas.

EA=CS[HS,ET]*σET SON DEF MAM

Casos SECO

SA 0.02 0.12 0.04

SESA2 0.05 0.45 0.10

Casos HÚMEDO

SA 0.03 0.04 0.03

SESA2 0.05 0.09 0.03

4.2: Promedios espaciales sobre Sudamérica (SA) y sudeste de Sudamérica (SESA2) de la eficiencia del acople (EA) positiva, para SON, DEF y MAM.

5

TABLAS CAPÍTULO 5

RCA3.5 RegCM3 PROMES LMDZ

Referencias Samuelsson

y otros, 2011

Pal y otros, 2007; da Rocha y otros,

2009

Sánchez y otros, 2007;

Domínguez y otros, 2010

Hourdin y otros, 2009; Li,

1999

Instituciones SMHI. Suecia USP. Brasil ECLM. España IPSL. Francia

Spin up (meses) 11 12 12 12

Niveles verticales en la atmósfera

40 18 37 19

Capas de temperatura del suelo

5 3 7 11

Capas de humedad del suelo

2 2 2 2

5.1: Características generales de los cuatro modelos climáticos regionales empleados en el estudio (Solman y otros, 2013).

6

FIGURAS

7

FIGURAS CAPÍTULO 1

8

Fig.1.1:yEjemplosyesquemáticosyreferidosyaylosyconceptosydeyacopley(a),y

retroalimentacióny(b)yyeyinteraccióny(c)yentreydosyvariablesy(A,yB).y

(d)yTodosylosyprocesosyinvolucradosyconycuatroyvariablesy(A,yB,yC,yyD).yElyanchoydeylasy

flechasyindicaylayintensidadydelyacopleyyylosynúmerosycadayunoydeylosyprocesos.

a

b

c

d

9

Fig.1.2:CEsquemaCdeClasCecuacionesCdeCbalanceCdeCenergiahCradiaciónCyCagua

CenClaCsuperficieCterrestrehCyCcomoCseCvinculanCentreCsíCporCalgunasCvariables0

ElCbalanceCdeCcarbonoCestáCfueraCdelCobjetivoCdeCestaCTesis0

=

OndaCCortaC

entrante

1

OndaCCortaC

saliente

1

OndaCLargaC

salienteC

1

OndaCLargaC

entrante

=

λ0EvapoétranspiHración

=

Precipitación

1

Escurrimiento

superficial

1

Escurrimiento

subSsuperficial

1

cambiosCenCelC

contenidoCdeCagua

enCelCsuelo

RadiaciónC

netaC

flujoCdeC

calor

sensible

flujoCdeC

calor

latente

flujoCdeC

calorCen

elCsueloC

1 1 1

Energético

Radiativo Hídrico

=flujoCdeC

carbonoC

=

Carbono

Fig.1.3:CEjemplificaciónCdeClaCFig0101hCpara

representarCinteraccionesCentreClaChumedad

delCsueloCéHSHhClaCevapotranspiraciónCéETHh

laCprecipitaciónCéPPHCyClaCconductividadC

termalCdelCsueloCéCTHCC

10

Fig.1.5:gSudestegdegSudaméricag8SESA/5gLagCuencagdelgPlatag8LCP/

ygpaísesgqueglagcomponen.g

DosgsubregionessegdefinengcomoSESA1gygSESA2gagfinesgdeglosg

capítulosgsiguientes.g

CP

SESA

11

-65 -60 -55 -50 -45

-35

-40

-30

-25

-20

-70

Fig.1.4:gCamposgmediosgdegprecipitacióngobservadaganualg8a/gygestacional8b3e/.gPeríodog1981399g8mm/día/.gElgrectángulogindicaglagregióngSESAg

8vergFig.1.5gygCap.1.2.3/.

SESA

8a/ 8b/ 8c/

8d/ 8e/

FIGURAS CAPÍTULO 2

12

Fig.2.1: Dominio y topografía continental de la versión RCA4.

13

PuntoAdeAretícula

Campo abierto, Ts ra

con veg. Ai rs sin veg. rs

Bosque, ra

Nieve sobre

campo abierto,

Ts Tn Al An ranieve

Ts Tn Al Ansuelo, Ts rs

Canopia, Ts Ai rs

Fig.2.2:AEsquemaAdeAbaldosasAyAsubdivisiones,AjuntoAconAalgunasA

variablesAdeApronóstico:ATemperaturaAenAsuperficieA(Ts)AyAdebajoAdeA

nieveA(Tn),AaguaAlíquidaAdeAnieveA(Al)AyAequivalenteAdeAaguaAdeAnieveA

(An)AyAaguaAdeAlluviaAinterceptadaAporAvegetacionAbaja/forestalA(Ai).ALasA

resistenciasAaerodinámicaA(ra)AyAdeAsuperficieA(rs)AsonAdiferentesAparaA

cadaAbaldosa.

14

Fig.2.3:1Biases1de1la1media1estacional1de1la1temperatura1a121metrosentre1RCA31-E1y1CRU1(paneles1superiores)1y1entre1RCA41y1CRU1(paneles1

inferiores),1en1el1período11980-99.

15

16

Fig.2.4a:uCamposumediosuestacionalesudeuprecipitaciónuuobservadau%mOBS57uenueluperíodou1981-99.

Fig.2.4b:uBiasesurelativosu%aumOBS5udeupreciptiaciónumediauestacionaluusimuladauporuRCA3-Euu%panelesusuperiores5uyuRCA4u%panelesuinferiores57

uenueluperíodou1981-99.

3.3y -15.6y -63.1y

20y -6.5y 17.9y-68.7y

15.6y

Fig.2.5a: Bias8absoluto8entre8RCA48y8mOBS jpaneles8superioresz8e8incertidumbre8observacional88jpaneles8inferioresz8

para8la8precipitación8media8estacional,8en8el8período81981-99.

Fig.2.5b:8Zonas8de8Sudamérica8en8donde8la8pecipitación8media8estacional8de8RCA4:8tiene8un8bias8significativo8jrojoz,8es8imposible8de8validar8jazulz8ó8

es8simulada8de8manera8aceptable8jblancoz,8en8el8período81981-99.17

Fig.2.6:8Campos8medios8estacionales8de8evapotranspiración8(mm/día).8RCA48(paneles8superiores),8ensamble8de8observaciones8(paneles8centrales)8e

8incertidumbre8observacional8(paneles8inferiores),8en8el8período81989-99.

18

FIGURAS CAPÍTULO 3

19

Fig.3.1:.(a).Intensidad.del.acople.(CS).entre.la.humedad.del.suelo.(HS).y.la.evapotranspiración.(ET),.(b).desviación.estándar.de.la.ET

y.(c).eficiencia.del.acople.definida.como.el.producto.entre.ambos..El.rectángulo.en.(c).indica.la.región.de.estudio.(SESA1)..

Los.valores.sobre.regiones.con.topografía.superior.a.1200m.no.se.muestran.

20

Fig.3.2: Precipitaciónumediauestacional.u1a2uModelouRCA3-Eu1mm/día2.u1b2uBiasurelativourespectouauCPC-uniu1y2.u

1c2uDiferenciaurelativauentreulasubasesudeuCRUuyuCPC-uniu1y2

Precipitaciónumedia

RCAu1mm/día2

Biasu1y2

1RCAu-uCPC2/CPC

Incertidumbreuuu1y2

1CRU-CPC2/CPC

Frecuenciaurelativau1y2Biasuuu1y2

1RCA-CPC2/CPC

Fig.3.3: Frecuenciaudeuprecipitaciónumayoruau1mm/día.u1a2uModelouRCA3-E.u1b2uBiasurelativourespectouauCPC-uniu1y2.

21

Fig.3.4:3va43Intensidad3media3de3precipitación3vIMPH3mm/día4*33vb43Eficiencia3del3acople3vmm/díaH3rectángulo3de3la3Fig*3*1c4*

vc43Subregiones3analizadas3en3este3estudio3vR1H3R23y3R34H3determinadasa3partir3de3las3figuras3va43y3vb43y3de3la3Tabla33*23vver3sección33*44*

IMPvmm/día4 SubregionesCS[HSHET]CσET3vmm/día4

22

Fig.3.5:GEvoluciónGestacionalGdeGlaGmediaGarealGdelGlogaritmoGdeGlaGprecipitaciónGdiariaGparaGcadaGmiembroGdelGensambleGenGlasGsubregionesGR1G7a5hGR2G7b5GyGR3G7c5jG

20 40 60 80

2

4

6

8

10

En

se

mb

leRM

em

be

rs

days

R1(a)

20 40 60 80

2

4

6

8

10

days

R2(b)

20 40 60 80

2

4

6

8

10

days

R3(c)

RuscicaRR.RFigureR5

10 (d)

days days days

0 0.5 1 1.5 2 2.5 3 3.5 4

10 (e) 10 (f)

días días días

Mie

mb

rosG

en

sam

ble

Fig.3.6:GGráficosGdeGdispersiónGdeGlaGmediaGarealGdeGlaGevapotranspiraciónG7ET5GyGdeGlaGdisponibilidadGdeGaguaGenGelGsueloG7DAS5GenGvaloresGdiariosGen

GR1G7a5hGR2G7b5GyGR3G7c5jGAquellosGcasosGenGdondeGlaGlluviaGsuperaGelGpercentilG75G7yGademásGelGpercentilG955GestánGrepresentadosGporGpuntosGenGgrisGclaroG7oscuro5jG

LosGvaloresGmediosGdeGETGyGDASGestánGindicadosGporGlíneasGhorizontalesGyGverticalesGrespectivamentejGLasGcurvasGenGrojoGsonGresultadoGdeGvaloresGmediosGdeGETGparaG

10GintervalosGigualesGsobreGelGejeGhorizontalGenGcadaGrangoGdeGdatosGdeGDASj

23

0 0.5 10

2

4

6

8

10

DAS

(a)

ET

R(m

m/d

ía)

0 0.5 10

2

4

6

8

10

DAS

(b)

0 0.5 10

2

4

6

8

10

DAS

(c)

Fig.3.7: Persistencia temporal de la precipitación (días), calculada como la cantidad promedio de días consecutivos con

precipitación mayor ó igual a 1mm

Persistencia de la precipitación diaria

24

0 10 20 300

0.2

0.4

0.6

0.8

1

R1(a)

To

pFS

M

0 10 20 300

0.2

0.4

0.6

0.8

1

R2(b)

0 10 20 300

0.2

0.4

0.6

0.8

1

R3(c)

0 10 20 300

0.2

0.4

0.6

0.8

1(d)

days

Ro

ot−

zo

ne

FSM

0 10 20 300

0.2

0.4

0.6

0.8

1(e)

days

0 10 20 300

0.2

0.4

0.6

extoF0.8

1(f)

days

28 19 20

26 9 12

días díasdías

HS

sH

Sp

Memoriazdezhumedadzdelzsuelo

Fig.3.8:zFuncioneszdezautocorrelaciónzdezlazhumedadzdelzsuelozenzsuperficiezúHSs,zpaneleszsuperioresvzyzenzprofundidadzúHSp,zpaneleszinferioresv

zdezcadazpuntozdezretículazenzlasztreszsubregioneszúR1zizq.,zR2zcent.,zR3zder.v.zLazlíneazinferiorzpunteadazindicazlazsignificanciazestadísticazalz99Lzy

zlosznúmeroszenzlazesquinazsuperiorzderechazindicanzlazmemoriazpromediozenzdíaszenzcadazsubregiónzúverztextozparazsuzdefiniciónv.zz

25

Fig.3.9:LMemoriaLdeLlaLhumedadLdelLsueloLparaLlaLcapaL(a)LenLsuperficieLyL(b)Lprofunda.LElLvalorLdeLmemoriaLesLdefinidoLcomoLelLdesfasajeL(óLdía)L

paraLelLcualLlaLautocorrelaciónLdeLhumedadLdelLsueloLesLsignificativaLalL99S.LLosLpuntosLenLcolorLnegroLindicanLqueLlaLmemoriaL

esLdeLalLmenosL30LdíasLconLunaLsignificanciaLestadśiticaLdelL99S.L

MemoriaLdeLHSsL(días) MemoriaLdeLHSpL(días)

(a) (b)

26

27

MemoriatdetHSst0díasy

Fig.3.10:t0aytMemoriatdetlathumedadtdeltsuelotparatlatcapatentsuperficie0idemtFigz3z9ayzt0bytAutocorrelacióntdesfasadatent5,tdetlatserietde

precipitacióntmediatdet6Edíaszt0cytCorrelacióntdesfasadatent5,tentretlasseriestdetvalorestmediostent6Edíastdetlathumedadtdeltsuelotent

superficiet0Pytytlatprecipitaciónt05,yztLostpuntostentgristent0bytyt0cytmostrarontvalorestnotsignificativostalt95-ztEltcírculotenttodastlastfigurastresaltatlatzonatentdondetlatmemoriatdetla

humedadtdeltsuelotentsuperficietestátcontroladatportlatpropiatpersistenciatdetlatprecipitaciónzt

0ay

r0PP6días%PP6días5y r0HSst6días%PP6días5y

0by 0cy

Fig.3.12:DAnomaííasDrelativasDdeDlaDheterogeneidadDespacialDdeDlaDhumedadDdelDsueloenDsuperficie:D(a)DdosDdíasDprevios;D(b)DunDdíaDprevioDyD(c)DelDmismoDdía,DqueDlos

eventosDdeDprecipitacionDextrema.D

DíaD-2 DíaD0DíaD-1

Fig.3.11:DAnomalíaDrelativaD

deDlaDprecipitaciónDextrema

(verDtextoDparaDsuDdefinición).

28

FIGURAS CAPÍTULO 4

29

31

Fig.4.1: 2Panelesfsuperiores8fCocientefentreflafvaribilidadfinteranualfyfelfvalorfmediofestacionalfdeflafdisponibilidadfdefaguafenfelfsuelof2DAS8Of

2Panelesfcentrales8fVariabilidadftemporalfdiariafdeflafevapotranspiraciónO2Panelesfinferiores8fZonasfdeftransiciónfclimática4fcuyosfpuntosfdefretículacumplenfconftenerfvaloresfsuperioresfaf1O5ftantofenflosfpanelesfsuperiores

comofenflosfcentralesOfElfrectángulofrojofenflosfpanelesfinferioresindicanflafregiónfdefinidafcomofSESA2f228°743°S455°771°O8Of

Elfperíodofanalizadofesf9981799Off

60° O

45° S

0° S

30° S

15° S

31

Fig.4.2: SeriesytemporalesydeylayanomalíayestacionalydeylaydisponibilidadydeyaguayenyelysueloypromedioyenylayregiónySESA2y

parayDEFy:av/yMAMy:bvyyySONy:cvydurantey1980-99.

Media:y0.23Desv.yest.:0.064Desv.est/Media:0.28

Media:y0.21Desv.yest.:0.042Desv.est/Media:0.2

Media:y0.38Desv.yest.:0.08Desv.est/Media:0.2

Fig.4.3: EsquemahconceptualhtemporalhdehunahsimulaciónhcontrolhxCTLhIIFhejehsuperiorOhhyhelhensamblehcorrespondientehxENShIIOFhparahlahvariablehhumedadhdel

hsuelohxHSOhhenhalgúnhnivelhdehsuelohhyhenhunhúnicohpuntohdehretícula2hDehéstehensamblesehextrajeronhloshtreshensambleshempleadoshenhloshcasoshSECOhdehlahTablah421

Fig.4.4: IdemhquehFig2423hperohparahelhensamblehSFhenhdondehlahhumedadhdelhsueloheshtomadahdehlahsimulaciónhcontrol2h

32

33

Fig.4.5: Eficiencia(del(acople(CS[HS.ET]zσET(sobre(Sudamérica(para(condicionesanómalamente(húmedas(OaDcN(y(secas(OdDfN(en(el(sudeste(de(Sudamérica(OSESAÚ

en(rectánguloN.(durante(SON(OizqFN.(DEF(OcentFN(y(MAM(OderFN

CS[HS.ET]zσET(OmmMdíaN

SESA

Ú(H

ÚM

EDO

SESA

Ú(S

ECO

SON MAMDEF

Fig.4.6: Intensidad,del,acople,entre,la,humedad,del,suelo,y,la,evapotranspiración,para,condiciones,anomalamente

húmedas,Ma-c3,y,secas,Md-f3,en,SESA2,Mrectángulo3bdurante,SON,Mizq.3b,DEF,Mcent.3,y,MAM,Mder.3.

34

Fig.4.7: Variabilidad,temporal,diaria,de,la,evapotranspiración,para,condiciones,anomalamente,

húmedas,Ma-c3,y,secas,Md-f3,en,SESA2,Mrectángulo3b,durante,SON,Mizq.3b,DEF,Mcent.3,y,MAM,Mder.3.

j;

Fig.4.8a:FVariabilidadFtemporalFdeFlaevapotranspiraciónFOpanelesFsuperiores.:FIntensidadFdelFacopleFentreFlaFhumedaddelFsueloFyFlaFevapotranspiraciónOpanelesFcentrales.FyFsuFproductodefinidoFcomoFefienciaFdelFacopleFOEA:FpanelesFinferiores.:duranteFDEFFg*]]z*FOcasoFSESARFSECO.qFTodasFlasFmétricasFfueonFcalculadasFsobreFseriesFdeFvalores/FdiariosFOizqq.FypromedioFenF*zdíasFOderq.qElFrectánguloFindicaFlaFregiónFSESARq

Fig.4.8b:FRangosFtemporalesFqueFcontienenFaFlasseriesFdiariasFOabajoFizqq.FyFsinópticasFOabajoFderq.FdeFlaFevapotranspiraciónFparaFambosFensamblesFOW/Fazul°FS/Frojo.FenFunFpuntoFdeFretículaFenFSESARFOizqq.FdeterminadoFporFunFaumentoFdeFlaFintensidadFdelFacopleFduranteFDEFFg*]]z*qq

60° O

30°S

CS

[HS

:ET

]Tσ E

TFO

mm

ídía

.C

S[H

S:E

T]

σ ET

FOm

míd

ía.

OR*°SFzF[g°O.

gzdía *zdías

gzdía *zdías

36

Fig.4.9: Idem)Fig.4.5)para)la)intensidad)del)acople)de)precipitación)NCS[HS,PP])

CS[HS,PP]

SESA

2)H

ÚM

EDO

SESA

2)S

ECO

SON MAMDEF

37

Fig.4.10: Eslabones entre la humedad del suelo y la precipitación(adaptado de Elthair, 1998).

/-

Fig.4.11: Intensidadfdelfacoplef+CSgfentreflafhumedadfdelfsuelof+HSgfy[fagfelfCocientefdefBowenf+BRgEf

bgflafprofundidadfdeflafcapaflímitefatmosféricaf+BLDgEcgfelfflujofdefcalorfsensiblefmásflatentef+SHFMLHFgEf

dgflafenergíafestáticafhúmedaf+MSEgfenf.0qhPaEfegfelfgradientefverticalfdefEEHfentref.0qfyf-qPhPaf+Δ+MSEg5ΔzgE

fgfelfflujofdefhumedadfverticalf+wqgfenf.0qhPaEfggflafpresiónfafnivelfdelfmarf+SLPgfyf

hgflafprecipitaciónf+PPgfenfelfsudestefdefSudaméricafdurantefelfveranofsecofdefv.--9.2

egfCS[HSEΔ+MSEg5Δz] hgfCS[HSEPP]ggfS[HSESLP]fgfCS[HSEwq]

bgfCS[HSEBLD]agfCS[HSEBR] dgfCS[HSEMSE]cgfCS[HSESHFMLHF]

FIGURAS CAPÍTULO 5

39

r P

P,E

Tσ E

T (

mm

/día

) σ P

P (

mm

/día

)

DEF SONMAM JJAΓ

Fig.5.1:E(a)EMétricaEdeEinteracciónEΓEenElasEcuatroEestacionesEyE(b)E

susEcomponentesEestadísticos,EparaERCA4:EcorrelaciónEentreEseriesEdeEvaloresE

estacionalesEdeElaEprecipitaciónE(PP)EyElaEevapotranspiraciónE(ET)E

(panelesEsuperiores);EvariabilidadEinteranualEdeElaEevapotranspiraciónE

(panelesEcentrales)EyEdeElaEprecipitaciónE(panelesEinferiores).

(a)

(b)

40

60° O

45° S

0° S

30° S

15° S

Fig.5.2:2Cantidad2de2modelos2climáticos2regionales2que2superan2ó2igualan2

la2métrica2estadística2de2interacción2superficie2-2atmósfera2Γ22(significativa2al299>)2

de2valor20.252(paneles2superiores)2y20.52(paneles2inferiores).

41

Γ2>

=20

.5Γ2

>=

20.2

5

60°O

45°S

30°S

0°S

15°S

APÉNDICE

42

APÉNDICE TEXTO

Deducción de ec.5.4 a ec.5.5:

Γ≡∑ ′=1 ′ ∑ ′2==1⁄ (e.c.5.4)

= (1 − )(1 − ) + … + ( − )( − )

(1 − )2 + … + ( − )2=

= 1

1

=

= 12

1

=

= 1 =

= ( ,) (ec.5.5)

43

APÉNDICE FIGURAS

44

Fig.2A:.Campos.medios.estacionales.de.evapotanspiración.simulados.por.RCA3-E.(paneles.superiores).y.RCA4.(paneles.inferiores).durante.el.periodo.1989-99..

45

Fig.3A: SeriesgtemporalesgdeglosgíndicesgNiñog3g(superior)gygNiñog3.4g(inferior).gTomadogdegghttp://www.cgd.ucar.edu/cas/catalog/climind/Nino_3_3.4_indices.html

46

Fig.3B: SimilitudAentreApatronesAdeAlluvia.Aa)AIntensidadAmediaAyAb)AextremosdiariosA(percentilA80AyA95).AModeloARCA3-E

47

Fig.3C: BoxplotsLparaLlasLvariablesLpromedio:La)LprecipitaciónL(enLescalaLlogarítmica)),b)LevapotranspiraciónLyLc)LdisponibilidadLdeLaguaLenLelLsueloLenLsuperficie,LenLcadaL

unaLdeLlasLtresLsubregionesL(R1,LR2,LR3).LLosLboxplotsLindicanLlaLmedianaL(líneaLenLrojo),LlosLpercentilesL25LyL75L(bordesLdeLlosLboxes),LelLrangoL(líneaLpunteada)LyLlos

outliersL(crucesLenLrojo),LteniendoLenLcuentaLdistribucionesLnormales.

48

Fig.3D: Funcioneszdezautocorrelaciónzdezlazhumedadzdelzsuelozpromediozenzsuperficiez4líneaszllenas)zyzenzprofundidadz4líneaszpunteadas)zenzlasztres

subregionesz4R1zenzrojo,zR2zenznegrozyzR3zenzazul).zLazlíneazinferiorpunteadazindicazlazsignificanciazestadísticazalz99úzyzlosznúmeroszindican

lazmemoriazenzdíaszenzcadazcasoz4verztextozparazsuzdefinición).

49

Fig.3E: Memoriazdezlazhumedadzdelzsuelozparazlazcapazsuperficialz(paneleszsuperiores)yzlazcapazprofundaz(paneleszinferiores).zElzvalorzdezmemoriazeszdefinidozcomozelz

desfasajez(ózdía)zparazelzcualzlazautocorelaciónzdezhumedadzdelzsuelozeszsignificativaalz80Lz(izq.),z90Lz(centrozizq.),z95Lz(centrozder.)zyz99Lz(der.).zLoszpuntoszcuyoszvaloresz

sonzmayoreszaz30ztienenzporzdefiniciónzunazmemoriazdezalzmenoszz30zdías

50

Fig.3F: Anomalías9relativas9de9la9heterogeneidad9espacial9de9la9humedad9del9suelo9en9superficie:9dos9días9(izq.)9y9un9día9(der.)9previo9al9evento9extremo9de9precipitación.9Un9evento9extremo9de9precipitación9se9define9a9partir9del9

percentil9909(paneles9superiores)9y9809(paneles9inferiores).9

51

Día -2 Día -1

Pe

rde

ntil 9

0P

erd

en

til 8

0

Fig.3G: Fracción de bosque en el esquema de superficie y subregiones analizadas en el capítulo.

52

Fig.4A: Valor medio estacional de la disponibilidad de agua en el suelo (DAS, paneles superiores) y variabilidad temporal interanual de DAS

(paneles inferiores).

53

60°O

45°S

30°S

0°S

15°S

Fig.4A: Valor medio estacional de la disponibilidad de agua en el suelo (DAS, paneles superiores) y variabilidad temporal interanual de DAS

(paneles inferiores).

53

60°O

45°S

30°S

0°S

15°S

Fig.4B: ZonasMdeMtransiciónMclimática,MconMcotasMmínimasMmásMelevadasMqueM0.5mm/díaMparaMlaMvariabilidadMdiariaMdeMlaMevapotranspiración.

54

DEF MAM JJA SON

60°O

45°S

30°S

0°S

15°S

Fig.4C: Camposáanómalosádeálaáprecipitaciónáparaálosáañosádefinidoscomoásecosá5izq.)áyáhúmedosá5der.)áenálaáregiónáSESA2á5rectángulo),

duranteáDEFá5superior),áMAMá5centro)áyáSONá5inferior).á

55

SO

ND

EF

MA

M

60°O

45°S

30°S

0°S

15°S

Fig.5A:-Campos-estacionales-de-evapotranspiración-8mm5díaD:-

Media-8paneles-superioresD-y-dispersión-8paneles-inferioresD-del-ensamble-de-

cuatro-modelos-de-CLARISNLPBJ-Período-1996N2668

DEF SONJJAMAM

Me

dia

Dsi

pe

rsió

n

DEF SONJJAMAM

Me

dia

Dis

pe

rsió

n

Fig.5B:-Campos-estacionales-de-precipitación-8mm5díaD:-

Media-8paneles-superioresD-y-dispersión-8paneles-inferioresD-del-ensamble-de-

cuatro-modelos-de-CLARISNLPBJ-Período-1996N2668

56

Fig.5C: Métrica estadística de interacción Γ (significativa al 99%)

en las cuatro estaciones (columnas) y

para los cuatro modelos climáticos regionales empleados en el estudio (filas).

57

60°O

45°S

30°S

0°S

15°S