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    Encuentro con La Bestia en el Pas de las Ladies

    y los Mirreyes

    Fabrizio Meja Madrid

    En Mxico los maestros siempre han estado entre el cielo y el infierno: de apstoles,

    desde que a Vasconcelos se le ocurri que eran sujetos de una misin cultural ---el

    alfabeto y la tabla de multiplicar como evangelizacin--- a lmpenes, vndalos, faltistas,

    ignorantes, violentos, intolerantes, chantajistas. El Apstol se eleva cuando cumple,

    obedientemente, su labor en el saln de clases. El Violento se precipita cuando pide

    aumento salarial.

    Llego al Zcalo de la capital, donde los maestros de la Coordinadora Nacional de

    Trabajadores de la Educacin (CNTE) estn viviendo desde el 8 de mayo en protesta por la

    reforma educativa del PRI, pensando que son algo intermedio. Y, en efecto, si bien el

    primer contacto es olfativo ---el tufo a bao pblico, comida descompuesta, sudores--- te

    avasalla desde la entrada, lo que ves son cientos de carpas de plstico improvisadas ---el

    radio, la televisin te han dicho durante das que son nuevas---, atadas a la piedra con hilos

    y clavos. Adentro, comen, hablan, duermen los maestros rurales. A diferencia de otros

    plantones en el Zcalo, no hay mantas ni letreros hechos a mano para anunciar sus

    demandas. El plantn es slo la contundencia de la presencia. Estn ah, y eso basta. Slo

    hay dos letreros: Camin de regreso a Oaxaca: 280 pesos. Turstico y Cinco pesos por el

    bao. Hombres, slo pip. Lo dems, lo esencial, es la contigidad, el ocupar el espacio. Y

    la CNTE tiene razn en varios niveles: su presencia no es una representacin, es un

    sntoma; no es una interpretacin, es un registro; no es un comentario, es un informe. Lo

    que digo es que, slo de ver a los maestros, queda claro el rostro intermitentemente visible

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    del pas: la pobreza, lo rural como bilinge, lo descalzo y lo lejos del mito vasconcelista.

    No son ngeles. Son pobres. En el discurso a la salida de Los Pinos del Camarada ---as

    se dicen entre ellos y su himno es Venceeemos mil cadenas habr que rompeeeer.

    Vencereeemos, Venceeeremos, al Estado sabremos vencer--- Juan Jos Ortega Madrigal

    de la seccin 18 de Michoacn, la palabra que ms se repite es contundencia. Tras la

    aprobacin de la reforma educativa en una sede alterna de la Cmara de Diputados

    ---nada ms el Centro Banamex, para rizar la metfora---, los maestros rurales se han

    movido por la ciudad de Mxico como si estuvieran en Tixtla: bloquean las dos sedes del

    Congreso, las entradas a la Terminal 1 del Aeropuerto Internacional, el Perifrico para

    protestar contra los noticieros de TVAzteca, y Avenida Chapultepec para ir en contra de

    Televisa. Son 22 mil. Luego, sern 35 mil, apoyados por maestros que llegan de Chiapas y

    Tabasco. Sus colores y olores escandalizan al Mxico que vot por Pea Nieto: el de las

    Ladies y los Mirreyes. La contundencia de los maestros es simple obra de su presencia en

    las calles. Su visibilidad es su demanda.

    Transitas el Zcalo agachndote para libras tanta cuerda, hilo y mecate que tensa las tiendas

    de campaa hechizas. Quien quiera ver a los maestros del sur del pas tiene que pasar por

    hacerles una reverencia. Desde el interior oscuro, en huaraches, camisetas rotas, comiendo

    tlayudas sin carne o arroz con diez granos de frijol, los ojos te miran desde la distancia,

    enrojecidos por las guardias, llenos de aguaceros inmemoriales, de soles en las caminatas.

    Oyes a uno de los dirigentes magisteriales de Pinotepa, Francisco, decir por un telfono

    celular:

    ---Viste Tercer Grado en Televisa? ---en realidad se refiere al programa especial de los

    analistas en el Canal 2---. Los cabrones competan por ver quin nos pendejeaba ms.

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    Y se re.

    Mexican Next Top Lady

    El enfrentamiento entre los maestros y la televisin se puede rastrear desde los cincuentas,

    en que Telesistema Mexicano ---el antecedente de Televisa--- comienza una campaa anti-

    intelectual en la que todo debe ser entretenimiento. Es decir, El Chavo del 8. Despus, en

    1977, durante la huelga de los sindicalistas en la Universidad Nacional, Televisa se

    inventar como esquirol con programas que, ms que fallidos, queran sustituir a los

    profesores universitarios. Pero la seal de alerta fue la aparicin de una pelcula, De

    panzazo (Rulfo, 2010), calca de la que produjo Bill Gates (Waiting for Superman) para

    criticar la educacin pblica en EU. El director declar que, en el caso de Mxico, se haba

    basado en los resultados del estudio de Mexicanos Primero, una fundacin del

    empresario Claudio X. Gonzlez y cuyo consejo preside Fernando Landeros, Chobi, el

    creador del Teletn de Televisa.

    Por eso los maestros ahora hacen plantones frente a las dos televisoras (en realidad son una

    y media, porque son socias) el 27 de agosto. La pinta que sintetiza el malestar: La pintura

    se borra, sus mentiras, no. Y es que, entre estos cuerpos tirados en el Zcalo, entre estos

    maestros que, a una seal, se enfilan al bloqueo, a la caminata desde sus estados, que no

    duermen ni comen, hay una disputa cultural entre transmitir y televisar, entre lo memorable

    y la promocin. Entre la escuela y la televisin se extiende un combate por el tiempo. Laeducacin lo prolonga. La televisin lo acorta.

    La virulencia de las televisoras contra los maestros en el Zcalo toca un rcord que slo

    puede compararse con 1968, 1988 y el desafuero de Lpez Obrador en 2005. Pero ahora

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    contiene un componente de exclusin muy obvio: azuzar a la poblacin de la capital

    mexicana para que repudie a los maestros sobre la base de la mitologa salinista: nosotros

    seramos mejores sin (cuando la educacin justo repite: esto por lo cual somos as). Es la

    exclusin contra la comprensin. Y es exactamente el Pas de las Ladies y los Mirreyes. En

    el pequeo ao de la presidencia de Pea Nieto, nos hemos hartado de lo que ya se llama el

    sndrome lady o mirrey: la prepotencia y la arbitrariedad del influyentismo en la vida

    domstica. Lo conocemos de sobra: una seora ebria atropella a una transente y su defensa

    es que es novia de un poltico, que insulta porque considera que es aparentemente rica, por

    encima del lumpenaje; el hermano del Presidente Salinas sale exonerado de la crcel; el

    capo del narcotrfico es excarcelado; a los empresarios se les disculpa de pagar impuestos;

    los jueces, los ex gobernadores y el propio Presidente abjuran de sus responsabilidades

    filiales usando sus puestos. El imaginario de este nuevo pas: el poder es para aplicarlo

    contra el ms dbil, nunca contra el poderoso. Y, en Mxico, el dbil es pobre, es moreno,

    es, a veces, un maestro.

    Los signos de La Bestia

    A simple vista los maestros rurales en el Zcalo son slo una probada de lo que sucedi con

    la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) en esa entidad en 2006. Se les mira

    en su hermetismo, sus ojos debajo de las lonas de plstico, en los platos de unicel en los que

    apenas se revuelve un arroz con chile, las seoras ---maestras--- acostadas en cartones

    recin mojados por un aguacero de esos de finales de agosto en la ciudad, los seores

    ---profesores--- en camisetas sin manga mugrosas explicando a sus camaradas ---yo

    siempre he usado esa palabra en broma--- que s quieren una reforma educativa e, incluso

    ---contra lo que la televisin asegura---, proponen un sistema de evaluacin a s mismos.

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    Una evaluacin que sea acadmica y no laboral. Una capacitacin que sea para mejorar su

    funcin en las comunidades pero que no implique despidos si no la apruebas. Son parte de

    una historia y de una pica que no hemos querido reconocer como pas y que tiene casi 35

    aos de existir. Fuera del pas de las ladies hay otro que no cuenta con apellidos

    rimbombantes, charolas, o crditos bancarios ---la pobre clase media mexicana, siempre

    endeudada--- sino con una biografa de supervivencia y ascenso. Un naufragio en el que

    importa el saber. Un conocimiento que no es medible en memorizaciones sino en la

    experiencia comunitaria.

    Florentina vila, por ejemplo, es una seora que ayuda a coordinar el pequeo tianguis de

    artesanas con el que este plantn se financia. Sobre la calle 20 de noviembre hay rebozos,

    crucifijos de madera labrada, guayaberas. Florentina tiene 40 aos, es maestra normalista.

    Sus dos padres murieron en un accidente de un autobs en Reyes Nopala, Oaxaca, cuando

    ella tena apenas 6 aos. Viviendo en casa de una de sus tas, se hizo maestra porque, como

    dice, era la nica oportunidad de desarrollarme, adems de irme a trabajar del otro lado.

    A Florentina no le toc la insurgencia de los maestros contra el charrismo sindical en 1979,

    ao en que se funda la Coordinadora. Ella misma lo dice, entre-dientes:

    ---La lucha que a m me toc era la misma: contra Carlos Jonguitud ---se refiere al lder

    sindical impuesto por el PRI que gobern el sindicato de los maestros con pistoleros hasta

    1989--- y contra Elba Esther Gordillo, La Flaca ---se refiere a la sustituta, impuesta por el

    entonces Presidente Salinas. Ellos tienen casas, cuentas, aviones y nosotros tenemos que

    conseguir la madera y los clavos para fijar un pizarrn en el saln.

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    La CNTE es Florentina. Rechoncha, sonriente, vistiendo una falda a flores y una blusa

    morada ---no se me ha secado en tres das, dice pellizcndola con vergenza--- Florentina

    surge de los maestros en los aos ochentas que se forman en un xodo a comunidades

    indgenas, que se hacen castellanizadores aprendiendo lenguas locales, que se involucran

    con las luchas campesinas, que duermen en las comunidades, que ayudan a construir las

    escuelas desde talar los rboles para hacer tablas, que no tienen ms que contratos

    temporales y sueldos que les tintinean en las bolsas agujeradas. Es una disidencia sindical

    hecha de asambleas extenuantes, condiciones de trabajo penosas, muchos fracasos, muchos

    ---131--- muertos o desaparecidos.

    La CNTE es lo que queda de las llamadas coordinadoras de masas, ese intento por

    democratizar sus sindicatos, desde la base, donde cada seccin llega a acuerdos de

    asamblea slo cuando existe un punto general sobre el que se pueden tomar acciones. Los

    maestros, los jornaleros, algunos obreros formaron parte, hace dos dcadas, de esa

    insurgencia sindical. Pero, la verdad, es que, de todo eso, hoy slo queda la Coordinadora.

    Ms hacia el centro del Zcalo, entre el asta bandera y el Palacio Nacional, hay que

    agacharse y entrar encorvado a ver a Jos Luis Alcntara Ramrez, un profesor de Huejutla,

    Hidalgo. Su rostro est debajo de una luz azul, que es la de la manta que pudieron

    conseguir para improvisar el campamente hidalguense. Y esa es otra leccin de la CNTE:

    en realidad no es una organizacin slida, sino que depende de las localidades, de los

    pueblitos, de las comunidades, donde todo est imbricado, desde las luchas por la tierra

    hasta los saludos a la bandera en la escuela. El Zcalo se divide en carpas que son pueblos

    ms que secciones sindicales. Y debajo de su lona que es Huejutla, el profesor Alcntara

    platica:

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    ---A m la gente de Elba ---se refiere a la lideresa hoy encarcelada--- me trat de cooptar

    para servirle de golpeador. Soy maestro de educacin fsica. Me ofreca doble plaza: una en

    Huejutla y otra en Pachuca. Le dije a mi esposa y ella no estuvo de acuerdo. Cmo que

    vas a ser pistolero, si eres maestro, me dice. Y que ella tambin se mete de maestra. Ella

    da clases bilinges de nhuatl-espaol para matemticas. Pero ya no nos alcanza con los

    dos sueldos. Y ahora vienen stos con que nos quieren quitar las plazas.

    De una cosa estoy seguro: esta movilizacin de maestros, una de tantas desde aquella en la

    que el 29 de enero de 1980 tan slo 3 mil maestros se instalaron en el Zcalo de la ciudad

    de Mxico, es ms laboral que acadmica. Por eso la trampa discursiva de la televisin les

    ofende: son los maestros del campo reducidos, ya no a su condicin de asalariados mal-

    pagados, como en la dcada pasada, sino al lugar de chantajistas, vndalos,

    irresponsables. Lo cierto es que ya no hay apstoles, sino pura hambre. No hay

    misiones, pura indignacin despus de 60 aos ---al sindicato lo inventa vila Camacho

    bajo el signo de la unidad nacional--- de represiones, muertos, desaparecidos, traiciones,

    flujos y reflujos, que las normales fueran hechas a un lado, que la educacin privada

    desplazara a la pblica al menos en los gabinetes presidenciales ---con los resultados que

    ud. conoce---, de caminatas de sus estados a la ciudad, de mal comer, de mal dormir, de

    estar tan harto que ya desconfas hasta de los voceros de tu propia asamblea.

    El profe Alcntara desconfa de todos. No cree en los partidos, ni en el Congreso, ni en

    Lpez Obrador, ni siquiera en la CNTE:

    ---Andan diciendo desde el domingo que la seccin XXII de Oaxaca negoci ya la cabeza

    de Ulises Ruiz con una Comisin de la Verdad---se refiere al exgobernador que le solicit a

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    la Presidencia de Vicente Fox la entrada de la polica contra la APPO---. Y nosotros? Nos

    van a quitar los trabajos con el argumento de que no pasamos un examen que quin sabe

    quin inventa. Nosotros sabemos cosas que no pueden evaluarse: si una cosecha necesita

    nitrgeno porque el maz tiene las hojas amarillas, si va a llover porque la luna esta curva,

    si hay que hablar con un padre de familia porque le pega a su esposa y el nio va bajo en

    calificaciones. Eso se puede poner en un examen?

    En cuclillas, debajo de la lona azul, apunto su respuesta. Levanto la cabeza y lo miro a los

    ojos. Su mirada enfurecida, resignada, incierta. Todo eso.

    Alicia en la historia de dos pases

    Alicia es la hija de uno de los lderes magisteriales de Michoacn. Debo corregir: por su

    naturaleza asamblestica, de base, no hay lderes en la CNTE, salvo momentneos. Algunos

    de ellos han muerto o se han dejado absorber por los gobiernos de los estados o por el

    sindicato del charrismo ms absoluto, el de Jonguitud y Elba Esther y quin sea que est

    ahora a las rdenes del Seor Presidente: la poltica del garrote y la zanahoria. En el caso de

    Michoacn, en el Ao Nuevo del 2010, se inaugur en la seccin 18 de Michoacn, donde

    Alicia naci, una estatua del lder Francisco Javier Acua que, tras fundar la CNTE, muri

    en un accidente carretero en Chilchota, en 1999. El chofer que caus el choque, tras ser

    aprendido, huy.

    Alicia juega entre las carpas de plstico agujeradas del Zcalo como si tal cosa. Trae una

    carreola donde mece a una mueca. Pero, de pronto, la hace caer del carrito, la levanta, la

    peina, la consuela y la vuelve a sentar en la carreola.

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    Enciendo un cigarro ms para deshacerme del olor de los maestros en el Zcalo que por

    genuina adiccin, y me enfilo hacia la calle de Madero para salir de ese pas y encontrar al

    otro. Los dos son igual de injustos. En la radio dicen que los maestros lavan dinero, o que

    provocan la incautacin del derecho ---tan vanagloriado desde tiempos de Zabludovsky en

    Televisa--- a la circulacin; como si el derecho a la manifestacin y a protestar contra una

    reforma que puede cambiar toda una vida fuera equivalente a llegar una hora tarde al

    trabajo---. En la televisin se pide la represin contra los maestros con la urgencia de que

    constituyen ---honor que les hacen--- un desafo al Estado Mexicano. En el Pas de las

    Ladies y los Mirreyes los pobres no deberan siquiera de existir, menos hacerse visibles.

    Estorban, habra que recogerlos como basura. Como dijo una de las tantas hijas del

    Presidente Pea, son la prole. El pelado, el naco, la prole. Toda una tradicin del

    desdn. Y, del lado de las dirigencias sindicales, acaso la tentacin sea negociar con el pas

    de los poderosos, aprovechando la fuerza de ese otro pas, el de los pobres. Puede ser o no.

    Depende de los clculos de los polticos.

    De lo que s estoy seguro es de que Alicia levantar, una vez ms, a su mueca para

    peinarla y volver a enfilar su carreola.

    *Texto aparecido en la revista Proceso 1922, del 1 de septiembre de 2013.

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