problemas teóricos de la autobiografía

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INTRODUCCIÓN Problemas teóricos de la autobiografía INTRODUCCIÓN Problemas teóricos de la autobiografía Ángel G. Loureiro Corresponde a Dilthey, a finales del siglo pasado, el ele- var la autobiografía a un nivel de radical prominencia al postular su gran importancia para la comprensión histó- rica. La autobiografía, nacida como mera rama de la bio- grafía, comenzó así una larga andadura hasta llegar al día de hoy en que cada vez atrae más atención crítica. Dil- they dio, por vez primera, enorme relieve a la autobiogra- fía al entenderla como una forma esencial de comprensión de los principios organizativos de la experiencia, de nues- tros modos de interpretación de la realidad histórica en que vivimos. Dilthey propone, en particular, que lo que hace comprensible una vida, como un todo en el que se unen diversas partes, es que el entendimento se rige, ade- más de por las categorías generales del pensamiento, por fas categorías «vitales» de valor, propósito y sentido. De esta manera, Dilthey propone estudiar la configuración histórica de una época tomando como modelo y punto de partida el estudio de las autobiografías, las cuales le ofre- cerán las formas peculiares en que el ser humano ordena su experiencia en un momento histórico determinado) Alentado por su suegro Dilthey, Georg Misch se impuso como tarea la paciente e inacabable reconstrucción de la historia de la autobiografía desde la antigüedad, empresa que se vio suspendida por la muerte de Misch tras la pu- blicación de tres volúmenes en que llegó hasta el Renaci- miento, y completada por sus discípulos en un cuarto volumen que lleva el estudio de la historia de la autobio- grafía hasta finales del siglo xix. 2 Obras estimables como las de Bateson y Burr a o, ya más cerca de nuestros días, Wayne Shumaker,' fueron abriendo el camino de una re- flexión teórica que alcanza su primer punto verdaderamen- te álgido con la publicación en 1956 del artículo de Gusdorf «Condiciones y límites de la autobiografía».5 Desde esa fecha se suceden los artículos y los libros, y se dibujan tendencias muy dispares en el entendimient o e interpretación de los problemas que plantea la autobio- grafía como género (uno de los problemas resulta ser, pre- cisamente, si puede hablarse de la autobiografí a como «género»). Hay que insistir en la palabra «problemas» por- que la autobiografía parece estar convirtiéndose cada vez más en el campo de batalla en que se dirimen temas cen- trales del debate teórico literario actual. Parte del asedio y cuestionamiento a que se está sometiendo a la autobio- grafía en estos momentos proviene, sin duda alguna, de su relativa juventud como campo crítico, pero su centra- lidad la debe también a que, al ocuparnos de la autobio- grafía, debemos enfrentarnos a los problemas teóricos más debatidos en la actualidad, y no sólo en literatura sino tam- bién en filosofía. Al pretender articular mundo, yo y tex- to, la autobiografía no puede ignorar el acoso creciente a que están siendo sometidos conceptos como historia, poder, sujeto, esencia, representación, referencialidad, ex- presividad. Debemos añadir además las complicaciones implícitas al medio del que se sirve el autobiógrafo para relatar su vida —es decir, el lenguaje— pues no podemos ignorar (aunque en el estudio de la autobiografía se sosla- ya a menudo) que el lenguaje no puede reducirse a mero instrumento en manos del escritor sino que su carácter de mediador entre sujeto y texto y entre éste y lector nos obliga a plantearnos en qué modo y medida el lenguaje no simplemente sirve al sujeto sino que lo constituye como tal: al fondo de todo encontramos los interrogan- tes que nos plantean los nuevos conceptos de textualidad y el papel que juega la retórica (no ya en el sentido clási- co sino en el nuevo sentido que le dan las reflexiones de un Paul de Man, por ejemplo) en el proceso de escritura y lectura de un texto autobiográfico.' James Olney ha señalado que el estudio de la autobio- grafía se desarrolla históricamente en tres etapas que co- rresponden básicamente a los tres órdenes que comprende la palabra autobiografía: el autos, el bios y la grafi.' Des- de Dilthey y hasta aproximadamente los años cincuenta, el énfasis recae en el bios, al entenderse la autobiografía como la reconstrucción de una vida, no solo en el senti- do de suma de datos sino, sobre todo, y siguiendo el im- pulso de Dilthey, como forma de comprensión de los principios organizativos de la experiencia, de los modos de interpretación de la realidad histórica en que vive el autobiografiado. Por otra parte, la lectura de las autobio- grafías se hace comparando constantemente lo narrado con la información proveniente de otras fuentes: exactitud y «sinceridad» resultan claves en esta etapa. George Gusdorf lleva la discusión a un plano de mucha mayor compleji- dad, en su seminal artículo de 1956, fascinante tanto por los nuevos temas que plantea como por su empeño en con- tener una problemática que desborda sus presupuestos de partida. Gusdorf señala, contra la historia positivista, que al igual que no se puede reconstruir el pasado como fue, tampoco la autobiografía puede alcanzar la recreación ob- jetiva del pasado, sino que consiste en una lectura de la experiencia, lectura que es más verdadera que el mero re- cuerdo de unos hechos, por cuanto al escribir una auto- biografía se da expresión a un ser más interior, afirma Gusdorf, al añadir a la experiencia la conciencia de esa experiencia. En otras palabras, Gusdorf observa que al yo que ha vivido se le añade un segundo yo creado en la ex- periencia de la escritura, razón por la que concluye que el mosto de la autobiografía debería ser «Crear, y al crear ser creado». Esta conclusión traslada inevitablemente el énfasis de la teoría autobiográfica a la cuestión del yo, a una segun- da etapa de la historia de esa teoría a la que podemos de- nominar etapa del autos. Ahora bien, al menos en los Estados Unidos, la etapa del bios sigue manteniendo gran vitalidad, debido probablemente a, entre otras razones, su juventud como nación, la gran diversidad de orígenes y culturas de sus habitantes, las reivindicaciones de ciertas minorías y el afincamiento de cierto humanismo de gran tradición en ese país. Este humanismo explica, por ejem- plo, el trabajo de Karl Weintraub, en la tradición dilthe- yana, mientras que la juventud de los Estados Unidos o su pluralidad de razas y orígenes puede ayudarnos a com- prender la abundacia relativa, hasta hoy mismo, de obras que leen la autobiografía como expresión individual cul- tural o histórica, y que se centran por lo tanto en las auto- biografías «espirituales» de los primeros colonos o de los primeros norteamericanos prominentes, desde Benjamin Franklyn hasta Henry Adams, por ejemplo, o la abun- dancia de trabajos sobre autobiografías de minorías.' Debe advertirse que este tipo de estudios no es ajeno a las complejidades de la teoría autobiográfica más recien- te; lo único que se quiere indicar es que los estudiosos de estos temas ponen cierto énfasis en el valor cultural o his- tórico de esas autobiografías. Retomando el hilo de la evolución del estudio de la autobiografía, habíamos quedado en que Gusdorf abre las puertas, velis nolis, a la etapa del autos. En este etapa el análisis no se centrará ya en la relación entre texto e his- toria sino en la conexión entre texto y sujeto, y el proble- ma central consistirá en ver de qué manera un texto representa a un sujeto, o , llevado al extremo, si esa repre- sentación resulta posible en absoluto. El estudio de la auto- biografía pasa así de centrarse en los «hechos» del pasado a la «elaboración» que hace el escritor de esos hechos en el presente de la escritura: la memoria ya no sería un me- canismo de mera grabación de recuerdos sino un elemen- to activo que reelabora los hechos, que da «forma» a una vida que sin ese proceso activo de la memoria carecería de sentido: la memoria actúa como redentora del pasado al convertirlo en un presente eterno. El ejemplo extremo de esta forma de centrar la autobiografía en el presente de la memoria nos lo ofrece James Olney en su trabajo «Some Versions of Memory / Some Versions of Bios: The Ontology of Autobiography». 9 Paralelamente a este nue- vo énfasis en el presente, se da un nuevo desarrollo, ya que al perder la autobiografía su condición de objetivi- dad, el escritor pierde a su vez autor-idad, al pasar de ser un testigo fiel y fidedigno a ser un ente en busca de una identidad en última instancia inasible. Dadas estas quie- bras en la autoridad del texto como historia y del autor como propietario de la interpretación de su vida, el lec- tor pasa de mero «comprobador» de la fidelidad de los 2 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29 29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 3

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INTRODUCCIÓN Problemas teóricos de la autobiografía

INTRODUCCIÓN

Problemas teóricosde la autobiografía

Ángel G. Loureiro

Corresponde a Dilthey, a finales del siglo pasado, el ele-var la autobiografía a un nivel de radical prominencia alpostular su gran importancia para la comprensión histó-rica. La autobiografía, nacida como mera rama de la bio-grafía, comenzó así una larga andadura hasta llegar al díade hoy en que cada vez atrae más atención crítica. Dil-they dio, por vez primera, enorme relieve a la autobiogra-fía al entenderla como una forma esencial de comprensiónde los principios organizativos de la experiencia, de nues-tros modos de interpretación de la realidad histórica enque vivimos. Dilthey propone, en particular, que lo quehace comprensible una vida, como un todo en el que seunen diversas partes, es que el entendimento se rige, ade-más de por las categorías generales del pensamiento, porfas categorías «vitales» de valor, propósito y sentido. Deesta manera, Dilthey propone estudiar la configuraciónhistórica de una época tomando como modelo y puntode partida el estudio de las autobiografías, las cuales le ofre-cerán las formas peculiares en que el ser humano ordenasu experiencia en un momento histórico determinado)Alentado por su suegro Dilthey, Georg Misch se impusocomo tarea la paciente e inacabable reconstrucción de lahistoria de la autobiografía desde la antigüedad, empresaque se vio suspendida por la muerte de Misch tras la pu-blicación de tres volúmenes en que llegó hasta el Renaci-miento, y completada por sus discípulos en un cuartovolumen que lleva el estudio de la historia de la autobio-grafía hasta finales del siglo xix. 2 Obras estimables comolas de Bateson y Burra o, ya más cerca de nuestros días,Wayne Shumaker,' fueron abriendo el camino de una re-flexión teórica que alcanza su primer punto verdaderamen-te álgido con la publicación en 1956 del artículo deGusdorf «Condiciones y límites de la autobiografía».5Desde esa fecha se suceden los artículos y los libros, y sedibujan tendencias muy dispares en el entendimient o einterpretación de los problemas que plantea la autobio-grafía como género (uno de los problemas resulta ser, pre-cisamente, si puede hablarse de la autobiografía como

«género»). Hay que insistir en la palabra «problemas» por-que la autobiografía parece estar convirtiéndose cada vezmás en el campo de batalla en que se dirimen temas cen-trales del debate teórico literario actual. Parte del asedioy cuestionamiento a que se está sometiendo a la autobio-grafía en estos momentos proviene, sin duda alguna, desu relativa juventud como campo crítico, pero su centra-lidad la debe también a que, al ocuparnos de la autobio-grafía, debemos enfrentarnos a los problemas teóricos másdebatidos en la actualidad, y no sólo en literatura sino tam-bién en filosofía. Al pretender articular mundo, yo y tex-to, la autobiografía no puede ignorar el acoso crecientea que están siendo sometidos conceptos como historia,poder, sujeto, esencia, representación, referencialidad, ex-presividad. Debemos añadir además las complicacionesimplícitas al medio del que se sirve el autobiógrafo pararelatar su vida —es decir, el lenguaje— pues no podemosignorar (aunque en el estudio de la autobiografía se sosla-ya a menudo) que el lenguaje no puede reducirse a meroinstrumento en manos del escritor sino que su carácterde mediador entre sujeto y texto y entre éste y lector nosobliga a plantearnos en qué modo y medida el lenguajeno simplemente sirve al sujeto sino que lo constituyecomo tal: al fondo de todo encontramos los interrogan-tes que nos plantean los nuevos conceptos de textualidady el papel que juega la retórica (no ya en el sentido clási-co sino en el nuevo sentido que le dan las reflexiones deun Paul de Man, por ejemplo) en el proceso de escrituray lectura de un texto autobiográfico.'

James Olney ha señalado que el estudio de la autobio-grafía se desarrolla históricamente en tres etapas que co-rresponden básicamente a los tres órdenes que comprendela palabra autobiografía: el autos, el bios y la grafi.' Des-de Dilthey y hasta aproximadamente los años cincuenta,el énfasis recae en el bios, al entenderse la autobiografíacomo la reconstrucción de una vida, no solo en el senti-do de suma de datos sino, sobre todo, y siguiendo el im-pulso de Dilthey, como forma de comprensión de losprincipios organizativos de la experiencia, de los modosde interpretación de la realidad histórica en que vive elautobiografiado. Por otra parte, la lectura de las autobio-grafías se hace comparando constantemente lo narrado conla información proveniente de otras fuentes: exactitud y«sinceridad» resultan claves en esta etapa. George Gusdorflleva la discusión a un plano de mucha mayor compleji-dad, en su seminal artículo de 1956, fascinante tanto porlos nuevos temas que plantea como por su empeño en con-tener una problemática que desborda sus presupuestos departida. Gusdorf señala, contra la historia positivista, queal igual que no se puede reconstruir el pasado como fue,tampoco la autobiografía puede alcanzar la recreación ob-jetiva del pasado, sino que consiste en una lectura de laexperiencia, lectura que es más verdadera que el mero re-cuerdo de unos hechos, por cuanto al escribir una auto-biografía se da expresión a un ser más interior, afirmaGusdorf, al añadir a la experiencia la conciencia de esaexperiencia. En otras palabras, Gusdorf observa que al yo

que ha vivido se le añade un segundo yo creado en la ex-periencia de la escritura, razón por la que concluye queel mosto de la autobiografía debería ser «Crear, y al crearser creado».

Esta conclusión traslada inevitablemente el énfasis dela teoría autobiográfica a la cuestión del yo, a una segun-da etapa de la historia de esa teoría a la que podemos de-nominar etapa del autos. Ahora bien, al menos en losEstados Unidos, la etapa del bios sigue manteniendo granvitalidad, debido probablemente a, entre otras razones, sujuventud como nación, la gran diversidad de orígenes yculturas de sus habitantes, las reivindicaciones de ciertasminorías y el afincamiento de cierto humanismo de grantradición en ese país. Este humanismo explica, por ejem-plo, el trabajo de Karl Weintraub, en la tradición dilthe-yana, mientras que la juventud de los Estados Unidos osu pluralidad de razas y orígenes puede ayudarnos a com-prender la abundacia relativa, hasta hoy mismo, de obrasque leen la autobiografía como expresión individual cul-tural o histórica, y que se centran por lo tanto en las auto-biografías «espirituales» de los primeros colonos o de losprimeros norteamericanos prominentes, desde BenjaminFranklyn hasta Henry Adams, por ejemplo, o la abun-dancia de trabajos sobre autobiografías de minorías.'Debe advertirse que este tipo de estudios no es ajeno alas complejidades de la teoría autobiográfica más recien-te; lo único que se quiere indicar es que los estudiosos deestos temas ponen cierto énfasis en el valor cultural o his-tórico de esas autobiografías.

Retomando el hilo de la evolución del estudio de laautobiografía, habíamos quedado en que Gusdorf abre laspuertas, velis nolis, a la etapa del autos. En este etapa elanálisis no se centrará ya en la relación entre texto e his-toria sino en la conexión entre texto y sujeto, y el proble-ma central consistirá en ver de qué manera un textorepresenta a un sujeto, o , llevado al extremo, si esa repre-sentación resulta posible en absoluto. El estudio de la auto-biografía pasa así de centrarse en los «hechos» del pasadoa la «elaboración» que hace el escritor de esos hechos enel presente de la escritura: la memoria ya no sería un me-canismo de mera grabación de recuerdos sino un elemen-to activo que reelabora los hechos, que da «forma» a unavida que sin ese proceso activo de la memoria careceríade sentido: la memoria actúa como redentora del pasadoal convertirlo en un presente eterno. El ejemplo extremode esta forma de centrar la autobiografía en el presente dela memoria nos lo ofrece James Olney en su trabajo«Some Versions of Memory / Some Versions of Bios: TheOntology of Autobiography». 9 Paralelamente a este nue-vo énfasis en el presente, se da un nuevo desarrollo, yaque al perder la autobiografía su condición de objetivi-dad, el escritor pierde a su vez autor-idad, al pasar de serun testigo fiel y fidedigno a ser un ente en busca de unaidentidad en última instancia inasible. Dadas estas quie-bras en la autoridad del texto como historia y del autorcomo propietario de la interpretación de su vida, el lec-tor pasa de mero «comprobador» de la fidelidad de los

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INTRODUCCIÓN

datos suministrados por el autor a convertirse en deposi-tario de la «interpretación» de la vida del autobiografia-do, a convertirse en intérprete. A esta etapa podemosadscribir trabajos tan conocidos como los de Lejeune y,en los Estados Unidos, los de Olney, especialmente Me-taphors of Self (1972) y el libro Autoblographical Acts(1976), de Elizabeth Bruss.i° Lejeune y Bruss coincidenen su esfuerzo por dar una definición o en acotar unosrasgos generales de la autobiografía. E. Bruss, en particu-lar, señala que la esencia de la autobiografía como géneroreside en los papeles del autor y del lector; la importan-cia de este último radica en que la autobiografía adoptaformas externas muy diferentes de acuerdo con la épocay depende en última instancia de la actitud lectorial elconsiderar un texto como autobiografía; Bruss afirma quesolo nuestras convenciones nos permiten ver autobiogra-fías en textos que en otra época podían ser catalogadoscomo apologías o confesiones. El lector ocupa tambiénun papel central en las teorías de Lejeune pues, como se-ñala al comienzo de su libro, el «definidor» de la autobio-grafía está sometido a dos limitaciones: por una parte, tieneque tomar la posición del lector («La historia de la auto-biografía [...] [es] la historia de sus modos de lectura, con-cluye en el último párrafo de su capítulo introductorio);y, por la otra, el modo en que el lector de hoy percibeel género hace que la autobiografía como tal comienceen Europa y en el siglo xvin." Tanto Bruss como Lejeu-ne coinciden en señalar la necesidad imperiosa de la coin-cidencia de la identidad de autor, narrador y personajeprincipal, o, en otras palabras, que se dé lo que Lejeunellama «pacto autobiográfico», por el cual se establece uncontrato de lectura entre autor y lector que le otorga alúltimo garantía de la coincidencia de identidad entre autor,narrador y personaje. Por su parte, Olney combina de ma-nera ejemplar la visión de la autobiografía como «auto-creación» del autor en el momento de la escritura con lanecesidad del papel del lector: «El estudio de cómo losautobiógrafos [...] descubrieron, afirmaron, crearon un yoen el proceso de escritura [...] requiere que el lector o elestudioso de la autobiografía participe plenamente enel proceso, de manera que el yo creado es obra [...] casitanto del lector como del autor». 12 Paul de Man apuntacon clarividencia a la treta implícita en ese contrato delectura postulado por Lejeune, treta que, podríamos aña-dir, está presente en buena parte, si no en todas, las teo-rías autobiográficas de la etapa del autos. Pues como señalaDe Man, numerosos teóricos trasladan el problema de unplano epistemológico a un plano legal buscando unoscimientos firmes para sus teorías. Al ser obvio que unaautobiografía no puede medirse por su fidelidad a unosdatos históricos, es decir, al darnos cuenta de que el ver-dadero problema de la autobiografía reside precisamen-te en el yo del autor, se da una tendencia, claramenteejemplificada por Lejeune, «a desplazarse de la identidadontológica a la promesa contractual» para, una vez com-probada la veracidad de esa promesa, reinscribir de nue-vo el problema, por un desplazamiento de vuelta a los

Problemas teóricos de la autobiografía

parámetros iniciales, en términos cognoscitivos: «De serfigura especular del autor, el lector se convierte en juez,en poder policial encargado de verificar la "autenticidad"de la firma y la consistencia del comportamiento del fir-mante, el punto hasta el que respeta o deja de respetarel acuerdo contractual que ha firmado»." De Man obser-va que tal como lo concibe Lejeune el sujeto autobio-gráfico deja de ser «sujeto» enteramente, pues Lejeuneconfunde «nombre propio» y «firma»: podríamos añadirque el respeto por la firma, la fidelidad al contrato delectura, no soluciona nada, sino que simplemente plan-tea el problema, pues el tener garantía de que autor, na-rrador y personaje coinciden (la «firma» honraría así sucontrato) no nos aporta conocimiento alguno sino queprecisamente en ese momento es cuando se plantea el ver-dadero problema, el problema del sujeto y del nombrepropio."

Otra tendencia en la etapa del autos consiste en recu-rrir a una ciencia establecida para que sirva de garantíade la «verdad» de la autobiografía. Podrían servir de ejem-plo obras como Being in the Text (1984) de Paul Jay o Fic-tions in Autobiography (1985) de Paul John Eakin."Eakin parte de donde se detiene Gusdorf, la idea de queel texto no «refleja», un autor referencial sino que el autorse crea a sí mismo, crea un yo que no existiría sin ese tex-to. Y ese yo, al ser inventado, ya no estaría sometido ala prueba de validación por comparación con una reali-dad extratextual sino que se justifica a sí mismo. Llevadaa su extremo, a ese límite con el que juega Eakin peroante el que retrocede, esa teoría supondría en realidad laimposibilidad de la autobiografía, pues no habría forma dedistinguirla de la ficción. Pero todo teórico de la auto-biografía, para salvar su tema, evitará tales excesos, paralo cual efectuará una maniobra recuperadora que salvaráal género de la disolución. Ya hemos visto como Lejeuneesquiva problemas similares al desplazarse de la esfera delo cognitivo a la de lo legal; Eakin, por su parte, no aban-dona la esfera del conocimiento sino que recurrirá a unadisciplina «científica», la psicología, para justificar la ca-pacidad cognitiva del texto autobiográfico y salvarlo asíde la amenaza de ficción, cuando señala que el «acto auto-biográfico» es un modo de «autoinvención» que se prac-tica primero en el vivir y que se formaliza en la escritura.Vemos como, de ser una «invención», la autobiografía sesalva al encontrarle Eakin un paralelo en la vida, al pos-tular que tanto en la vida como en la autobiografía el su-jeto se autoinventa, con lo que se salva, en maniobra debirlibirloque, el poder cognoscitivo de la autobiografía,pues el escribir una autobiografía consiste en «una segun-da adquisición del lenguaje, un segundo advenimiento alser, una autoconciencia autoconsciente». Apoyándose so-bre todo en la psicología de la evolución del niño, desdeErickson a Lacan, Eakin quiere salvar a la autobiografíaimponiéndole como criterio una nueva forma de referen-cialidad, no ya material, históricamente comprobable, sinoformal: si ya no podemos caer en la ingenuidad de afir-mar que la autobiografía repite por escrito unos hechos

INTRODUCCIÓN

del pasado, piensa implícitamente Eakin, su validez comogénero se asienta en que repite unas estructuras de evolu-ción de la personalidad y, en particular, el advenimientodel niño a la conciencia en el momento en que accedeal lenguaje. Podría hacerse un análisis semejante del librode Jay, con la diferencia de que el auxilio le viene ahoraa la autobiografía de parte de la filosofía: Jay viene a de-cir en sustancia que las autobiografías elaboran o estruc-turan una narrativa del yo de manera paralela y similara la propuesta por textos filosóficos de la misma época.

Otra forma, diferente a las anteriores, de tratar de es-tablecer lazos entre texto y yo la ofrece Starobinski. Pos-tulando una idea de estilo no como mero «ornamento»(concepción que opondría un «fondo» de ideas a una «for-ma» lingüística) sino como «desviación» de la norma, laoriginalidad del estilo autobiográfico nos ofrece, en opi-nión de ese crítico, una serie de índices reveladores delindividuo que escribe, por lo que el estilo va más allá dela producción de efectos técnicos y se convierte en «auto-referencial» al conducirnos a la verdad «interna» delautortc

En todos los autores examinados podemos detectar unrasgo común: todos ellos, con estrategias variadas, tienencomo objetivo una justificación de la capacidad cognos-citiva de la autobiografía. Y para poder defender esa capa-cidad, los teóricos recurren tradicionalmente, como hemosvisto, a dos maniobras: por una parte, todos toman a unaciencia como apoyo de la autobiografía: para Dilthey esepapel lo cumplía la historia; Gusdorf se sirve de la antro-pología filosófica; Lejeune se apoya en el derecho, mien-tras Bruss lo hace en ciertas teorías del lenguaje (speechact theory); Eakin, por su parte, busca el auxilio de la psi-cología y Jay, por último, se refugia en la filosofía: pare-cería que todas las ciencias humanas actuaran como seresmenesterosos dispuestos a dar refugio y apoyo a la desdi-chada autobiografía en el momento en que ésta abando-na el hogar de su madrastra la biografía. En consecuencia,debemos preguntarnos por qué la autobiografía no pue-de defenderse por sí misma, por qué sus teóricos tienenque salirse de la autobiografía para poder justificarla. Lasegunda forma de defensa consiste en postular, además deuna ciencia, otra instancia que actúe también como cen-tro de validación de la autobiografía: mientras que en unaprimera etapa de desarrollo del estudio autobiográfico, alno plantear problemas la identidad del autor, se encon-traba una garantía en el valor objetivo del texto autobio-gráfico, en el momento del autos, y enfrentados pornecesidad con la multiplicidad (y disolución) de un yoautorial inasible, ese poder de garantía pasa al lector. Eldestino de la autobiografía parece estar marcado por suorigen como hija predilecta de la historia, pues en todoslos avatares por los que su estudio ha pasado se repite lanecesidad de encontrar unos fundamentos objetivos fue-ra de ella que avalen su dimensión cognoscitiva. No re-sulta extraño, por lo tanto, que investigadores recienteshurguen en los orígenes de la autobiografía para tratar deaveriguar los motivos y las condiciones de su nacimiento

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Problemas teóricos de la autobiografía

y ver de qué manera ese origen marca su estructura y sufuturo. Por otra parte, el teórico que asume con lucidezlas aporías a que se ven abocadas las teorías examinadashasta ahora se ve obligado a penetrar en la autobiografíamisma, en su constitución lingüística y retórica, para tra-tar de entender cómo ese tipo de textos engendra los espe-jismos del yo y del poder cognoscitivo de la autobiografía.Puede servirnos como ejemplo de la primera tendenciael texto feminista de Sidonie Smith, A Poetics of Women'sAutobiography (1987), mientras que de la naturaleza re-tórica de la autobiografía se ocupa Paul de Man en un ar-tículo, «Autobiography as De-Facement» (1979), pequeñoen dimensiones pero inmenso en sus consecuencias.

Sidonie Smith indaga en los orígenes de la autobiografíapara denunciar que desde sus comienzos en el Renacimien-to el sujeto autobiográfico ha sido concebido como sujetomasculino: valiéndose de ideas lacanianas, Smith definela autobiografía como reconocimiento de inscripción yadaptación del sujeto al orden fálico, pues la autobiogra-fía se encarga de reinscribir la ideología genérico-sexual,sistema ideológico que fundamenta y define la identidadindividual. La ideología patriarcal y el discurso falocén-trico dominante en la autobiografía hacen que la mujertenga un doble obstáculo a la hora de escribir autobio-grafías, por ser éste un «género androcéntrico» y porquea la hora de escribir su vida la mujer tiene que luchar con-tra los estereotipos que la cultura le asigna y, en particu-lar, el haberla desprovisto de una «vida pública», negándolepor consiguiente capacidad para convertirse en sujeto auto-biográfico. La estrecha relación entre el orden simbólicodel patriarcado y la forma de expresar la identidad en laautobiografía convierten en problemas para la mujer ele-mentos esenciales de la autobiografía como género, des-de el impulso a escribir su vida hasta la estructuración delcontenido de su autobiografía, la lectura y escritura de suyo, la autoridad de su voz, la elección de perspectivanarrativa o incluso la naturaleza misma de la idea de re-presentación. Ante esos obstáculos la mujer tiene dosalternativas: puede aceptar y adaptarse a la narrativa pa-trilinear de la autobiografía, conviniéndose así en una«mujer fálica» o, incapaz de reconocerse en narrativas mas-culinas, traza sus orígenes a la madre accediendo de estamanera a una escritura femenina en la que habla con lavoz de la madre, que Sidonie Smith, siguiendo a H. Ci-xous y otras teóricas francesas describe, en oposición a laescritura androcéntrica, como atemporal, plural, fluida,bisexual, des-centrada, no-logocéntrica. Sidonie Smith seda perfecta cuenta de que esta alternativa, la única quele parece válida para la mujer, presenta el gran problemade reificar a la mujer fuera de la historia, cayendo en elmismo defecto del que acusa a la ideología patriarcal —lareificación de la mujer—, aunque se manifieste de modosmuy diferentes en los dos casos. Otra dificultad con la quetropieza Smith, y que reconoce, es que sus teorías pue-den tener validez solamente para las autobiografías de mu-jeres escritas antes del siglo xx, pues en nuestro siglo lascoordenadas del problema han cambiado sustancialmente

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INTRODUCCIÓN

para la mujer. Por otra parte, Sidonie Smith asume im-plícitamente una serie de ideas «tradicionales» sobre laautobiografía, al concebirla como un «acto» que da senti-do al pasado, al aceptar la idea del «contrato autobiográ-fico» o al asumir que la autobiografía revela más sobreel presente del escritor que sobre su pasado, con lo que,a pesar de la radicalidad de algunas de sus ideas, en mu-chos sentidos Smith no va más allá de la problemáticaplanteada por Gusdorf, Olney, Lejeune, Bruss o Eakin."Las dificultades consustanciales a la etapa del autos que-dan resumidas por Olney de manera tan ejemplar comoexpresiva: «De alguna manera complicada, oscura, cam-biante e inasible [la autobiografía] es, o está en lugar de,o rinde homenaje en la memoria, o reemplaza, o hacealgo de la vida de alguien»." Esa supuesta y posible re-lación entre texto autobiográfico y yo es la que en últimainstancia se le escapa a todos los teóricos examinados has-ta el momento.

Sidonie Smith plantea, pero no desarrolla —pues el ha-cerlo pondría en peligro su edificio teórico— dos formasde desapropiación del sujeto que son consustanciales a laautobiografía, y en las cuales se centrará la etapa de la grafé:el problema del lenguaje y el problema del sujeto. Al mis-mo tiempo que da al autobiografiado poder para «narrar»su vida, el lenguaje se lo quita, ya que las palabras nopueden captar el sentido total de un ser y además, el len-guaje narrativo adquiere una vida independiente que semanifiesta en narrativas que, impulsadas por una dinámi-ca propia, se explayan en múltiples direcciones indepen-dientemente de la voluntad del sujeto. Y, por otra parte,el desdoblamiento del yo en yo narrador y yo narrado, yla multiplicación del yo narrado en su recuento nos dejanver que el texto autobiográfico es un artefacto retóricoy que el artificio de la literatura lejos de «reproducir. o«crean; una vida producen su desapropiación. Este seráel tema central, precisamente, planteado por Paul de Manen sus reflexiones sobre la autobiografía, y entramos deesta manera en la tercera etapa del estudio autobiográfi-co, la etapa de la grafé.

Michael Sprinker también orienta su investigación ha-cia el texto para insistir en la idea de que en la autobio-grafía el sujeto, lejos de tener control sobre el texto, estáconstituido por un discurso que nunca domina, el cualestá a su vez producido por un inconsciente inasible, siem-pre cambiante." Por su parte, De Man sostiene que losobstáculos clásicos con que se enfrentan los teóricos dela autobiografía (la imposibilidad de definirla como gé-nero, la dificultad de distinguirla de la novela) provienendel error básico de considerar la biografía como el pro-ducto mimético de un referente. Por el contrario, De Manseñala que tal vez deberíamos pensar al revés y ver queel proyecto autobiográfico «produce y determina la vida».En la línea de sus últimas obras, De Man busca penetraren la estructura retórica última de los textos autobiográ-ficos para mostrar como la estructura de la mimesis en-gendra la ilusión de referencialidad. La autobiografía nose distingue por proporcionarnos conocimiento alguno

Problemas teóricos de la autobiografía

sobre un sujeto que cuenta su vida (no proporciona co-nocimiento alguno de ese tipo, añade De Man) sino porsu peculiar estructura especular en que dos sujetos sereflejan mutuamente y se constituyen a través de esa re-flexión mutua. Esa reflexión especular por la que el «na-rrador» y el «personaje» de la autobiografía se determinanmutuamente nos deja ver que al texto autobiográfico sub-yace una estructura tropológica idéntica a la estructurade todo conocimiento (incluido, por supuesto, el conoci-miento de uno mismo): y la misma especularidad, la mis-ma estructura reflexiva en que dos sujetos se determinanmutuamente, se encuentra presente en la lectura. La auto-biografía, concluye De Man, no es un género sino unaforma de textualidad que posee la estructura del conoci-miento y de la lectura.

Podría añadirse que los teóricos de la autobiografía tie-nen conciencia, más o menos clara, de esa condición, perono pueden asumir que el texto autobiográfico no im-parte conocimiento (de ningún tipo) sobre un sujeto yaque eso significaría asumir el fracaso de la empresa enla que se embarcan. Pero ya hemos visto el malestar queembarga a todos los textos teóricos desde Gusdorf y losdesplazamientos del problema a todo tipo de terreno queel estrictamente textual que efectúan los críticos para«salvar» su tema. Aunque De Man no lo dice, no hay quever en su teoría un anuncio de la muerte de la autobio-grafía o algo similar, pues quedan caminos para conducirla indagación: si algún valor tiene la aportación de De Manes hacernos perder definitivamente la inocencia (o la ce-guera) con que nos hemos acercado hasta ahora a la auto-biografía. Siguiendo la línea de investigación de De Man,una tarea hacedera consistiría en examinar la naturalezatropológica a través de la cual la autobiografía engendrala ilusión de referencialidad, y ese mismo crítico nos hacever que el tropo «maestro» dominante en la autobio-grafía es la prosopopeya, el tropo consistente en dar ros-tro y voz a los ausentes o a los muertos. A través de esetropo los dos sujetos presentes en toda autobiografía sedeterminan reflexivamente, pero la figura que reside enel centro de esa determinación al mismo tiempo los des-figura, pues el lenguaje de los tropos es siempre un len-guaje despojador, por lo que De Man concluye así suartículo:

En cuanto entendemos que la función retórica de la pro-sopopeya consiste en dar voz o rostro por medio del lengua-je comprendemos también que de lo que estamos privadosno es de vida sino de la forma y el sentido de un mundoque solo nos es accesible a través de la vía despojadora delentendimiento. La muerte es un nombre que damos a un apu-ro lingüístico y la restauración de la vida mortal por mediode la autobiografía (la prosopopeya del nombre y de la voz)desposee y desfigura en la misma medida en que restaura.La autobiografía vela una desfiguración de la mente por ellamisma causada."

Obviamente, ese lenguaje despojador y la naturalezatropológica del lenguaje autobiográfico nos apartan con-

INTRODUCCIÓN

siderablemente de las teorías de un Starobinski en cuantoa la verdad autorreferencial del estilo como descubridorde la interioridad del autobiógrafo.

Además de la vía de investigación retórica ejemplifi-cada por De Man otro camino posible es el camino pro-puesto por Derrida cuya obra, incluso cuando no se ocupadirectamente de la autobiografía resulta en general muypertinente para ese tema. Ocupándose de ese texto auto-biográfico ejemplar que es el Ecce Horno de Nietzsche,en Lbreille de l'autre Derrida propone una meditación so-bre ese «borde» que asumimos existe entre vida y obray que, en su opinión, no es una línea clara y divisible,sino que atraviesa el cuerpo y el corpus del autor demaneras que solamente comenzamos a entrever, y que tan-to una lectura inmanente de un sistema («filosófico» enel caso de Nietzsche) como una lectura empírico-genéticajamás han interrogado: no podemos separar radicalmentevida y obra pero tampoco podemos explicar la una pormedio de la otra, sino que tenemos que comenzar a pen-sar lo «autográfico» desde esa premisa del borde paradóji-co que separa, une y atraviesa al mismo tiempo corpusy cuerpo, vida y obra." En el momento en que empe-zamos a considerar ese límite paradójico entre esenciali-dad de una obra y vida empírica de un autor, nos abrimosa una nueva ciencia de lo biográfico, en la que la identi-dad del autor toma nuevas configuraciones por lo que esnecesario no una disolución de la narración autobiográ-fica sino un nuevo replanteamento de lo autobiográfico(pp. 63 -64), del nombre y de la firma. El texto autobio-gráfico no es «firmado» por un autor que se comprometeen una identidad común con el personaje sobre el queescribe, sino que la estructura de la firma hace que quienfirme, en realidad, sea el «destinatario» del texto autobio-gráfico: la firma no ocurre en el momento de la escriturasino en el momento en que el otro me escucha: el desti-natario de la autobiografía escribe en lugar del autobio-grafiado (pp. 108-109): la oreja del otro firma por mí, medice, constituye mi yo autobiográfico. El yo pasa siemprepor el otro, lo que convierte a la empresa autobiográficaen algo paradójico en el que el autos, lejos de ser autosufi-ciente, queda comprometido en la dinámica del nombrey de la firma que lo constituyen por ese desvío a travésdel otro: lo autobiográfico no puede ser nunca autosufi-ciente ya que no puede darse la presencia completa delyo ante sí mismo, y si el borde entre vida y obra nos dejaver que lo autobiográfico es en realidad «autográfico», elpaso necesario de la firma (y la escritura del yo) a travésde la oreja del otro, convierte a lo autobiográfico en hete-robiográfico."

Debería quedar claro que las vías abiertas por De Many Derrida no implican una caída en el nihilismo o la «des-trucción» sino que llevan al pensamiento autobiográficoa sus límites y, con radical lucidez, miran de frente al pro-blema sin subterfugios ni desplazamientos que puedan lle-var a una fácil reconciliación que nos dejaría seguirpensando sobre la autobiografía en términos tradiciona-les y sin mala conciencia.

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Problemas teóricos de la autobiografía

NOTAS

1. Véase W. Dilthey, Selected Writings (Cambridge, Cambridge Uni-versity Press, 1976), especialmente las pp. 207-216.

2. Ceorg Misch, Geschichte der Autobiographie, 4 vols., Berna y Fránc-fort, 1949-1965. El primer volumen apareció en 1907.

3. Anna Robertson Burr, The Autobiography: A Critical and Com-parative Study (Boston, Houghton Miffin, 1909); E. Stuart Bates, InsideOut: An Introduction to Autobiography (Nueva York, Sheridan House,1937).

4. Wayne Shumaker, English Autobiography: Its Emergente, Materials,and Forms (Berkeley, University of California Press, 1954).

5. Georges Gusdorf, «Conditions et limits de l'autobiographie», enFormen der Selbsdarstellung. Analekten zu einer Geshichte des literarischenSelbsportraits. Festgabe für Fritz Netsbert (Berlín, Duncker & Humblot,1956), pp. 105-123. Incluido en este Suplementos.

6. Otro problema no tan amplio sino consustancial al estudio dela autobiografía lo constituye la demarcación de límites con la novelao con otros géneros afines (memorias, diarios, cartas, etc.). Véase en estesentido George May, La autobiografía (México, FCE, 19.82); Karl Wein-traub, «Autobiography and Historical Consciousness., Critical Inquiry,1 (1975), 821-848; Barren J. Mandel, .Full of Life Now., en J. Olney,ed., Autobiography (Princeton, Princeton University Press, 1980),pp. 49-72; José Romera Navarro, «La literatura autobiográfica como gé-nero literario., Revista de Investigación (Colegio Universitario de So-ria) (1980), 49-54.

7. James Olney, .Autobiography and the Cultural Moment: A The-matic, Historical, and Bibliographical Introduction. en James Olney,ed., Autobiography. Essays Theoretical and Critical (Princeton, Prince-ton University Press, 1980), pp. 3-27. Estas tres etapas no deben consi-derarse como una rigurosa división sino como algo aproximado y queresulta útil a la hora de estudiar la evolución del estudio de la autobio-grafía. Por supuesto, se dan todo tipo de solapamientos temporales en-tre esas tres tendencias metodológicas. Para un detallado análisis de labibliografía anterior a 1980 véase «The Study of Autobiography: A Bi-bliographical Essay., en William C. Spengemann, The Forms of Asao-biography. Episodes in the History of a Literary Gente (New Haven, YaleUniversity Press, 1980), pp. 170-246.

8. De Karl Weintraub consúltese The Value of the Individual. Self andCircumstance in Autobiography (Chicago, Chicago University Press, 1978),o su artículo, en el que sienta las bases metodológicas que luego usaráen el libro, «Autobiography and Historical Consciousness. (citado enla nota 6), cuya traducción se incluye en este Suplementos. Para la au to-biografía como fuente de estudio de los orígenes y la pluralidad culturaly racial de los Estados Unidos véase, por ejemplo, Daniel B. Shea, Jr.,Spiritual Autobiography in Early America (Princeton, Princeton Uni-versity Press, 1968), los trabajos de Albert E. Stone (consúltese Biblio-grafía selecta sobre teoría de la autobiografía en este Suplementos) o lacolección de ensayos American Autobiography Retrospect and Prospect,ed. Paul John Eakin (Madison, University of Wisconsin Press, 1991),donde se pueden encontrar artículos sobre una extensa gama de temas,desde las autobiografías de los primeros colonos hasta autobiografías deafroamericanos, inmigrantes recientes o nativos americanos. Para auto-biografías de minorías véase, por ejemplo, Stephen Buterfield, Black Auto-biograpby in America (Amherst, University of Massachusetts Press, 1974),Houston Baker, Jr., Autobiographical Acts and the Visite of the SouthernSlave (Chicago, Chicago University Press, 1980), o The Slave's Narra-tive, eds. Charles T. Davis y Henry Louis Gates (Nueva York, OxfordUniversity Press, 1985). Una buena introducción a la bibliografía sobreautobiografías de afroamericanos la ofrece el artículo de William L.Andrews «African-American Autobiography Criticism: Retrospect andProspect., incluido en Paul John Eakin, ed., American Autobiography,pp. 195-215, artículo en el que puede encontrarse una bibliografía sobreel tema en las pp. 212-215.

9. En J. Olney, ed., Autobiography (v. nota 7), y traducido para esteSuplementos. Otro ejemplo lo constituye un interesante artículo de Ba-rrett J. Mandel, «Full of Life Now., también incluido en J. Olney, ed.,Autobiography, pp. 49-72. Para Mandel el presente es el momento en queel ser humano experimenta la verdad (p. 64), y la autobiografía crea la

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