principio de autonomía en bioética

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Tesina sobre bioética

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1. EL PRINCIPIO DE AUTONOMA1.1 El surgimiento de la autonoma en el campo de la moralidad La autonoma aparece hoy en da como un concepto que domina el vasto panorama moral de las sociedades occidentales. Sus races se extienden en todos los mbitos de la vida pblica y las nociones que de l se desprenden resultan piedras angulares de las edificaciones econmicas, sociales, culturales, polticas y morales en las que vivimos. El hombre de la mal llamada postmodernidad no puede imaginar una existencia donde la autonoma individual no desempee un papel preponderante dentro de sus estructuras vitales; pero en el mundo clsico la nocin de autonoma no tena el mismo significado, ni la misma significacin. La palabra autonoma deriva originariamente de griego se entenda dentro del mbito de la ciudadestado que se autogobierna libremente, por lo que se da a s misma sus propias leyes y controla sus asuntos. El modelo autnomo de la ciudad-estado griega se opone al habitual modelo de ciudad controlada por un imperio que en su poca era el predominante y la significacin del concepto se enmarca dentro de la particular concepcin poltica de la Grecia clsica. Evidentemente los conflictos entre el individuo y la comunidad ya estaban presentes en la vida cotidiana de la sociedad griega, pero la autonoma individual no se entenda como un concepto vertebrador de la vida humana. La tica clsica se centra en tratar de responder cuestiones acerca de la forma de vivir y cmo puede ser sta vivida de la mejor forma posible; pone su acento en el comportamiento virtuoso del ser humano1. Los griegos se preguntan por la forma ms racional de alcanzar la felicidad, o el bien supremo, intentando relacionar el bien supremo con las virtudes, considerando stas como medios para alcanzar el bien o como bienes en s. Tal y como expresa Rawls, los griegos concibieron la conducta virtuosa como un tipo de bien al que haba que buscar acomodo junto a los dems bienes de la buena vida, e intentaron hallar una concepcin del bien supremo desde la que poder resolver razonablemente este problema2. Los griegos, desprovistos de una verdad revelada, usan la razn como instrumento para deliberar sobre estas cuestiones, formndose una moral cvica que estimula el comportamiento comunitario en el marco de la ciudad-estado. La autonoma resulta un concepto esencial en la poltica de la antigedad, sin embargo, su penetracin en el campo tico (asociado estrictamente al individuo) habra de darse ms tardamente. Inmanuel Kant disea dentro de su pensamiento filosfico un lugar fundamental para el concepto de autonoma, y ste pasa a convertirse en una nocin central en el pensamiento occidental aplicndose al individuo en tanto que agente moral. El filsofo alemn inaugura una tradicin que focaliza la autonoma en el ser humano expresable mediante conceptos como autonoma de la voluntad o autonoma de la intencin. Tras la estela de Kant, la nocin de autonoma1

Autores como McIntyre rescatan esta visin para nuestros tiempos, en el mbito biomdico la tica de la virtud adquiere un protagonismo especial, tal y como veremos posteriormente. 2 Rawls, J.; Lecciones sobre la historia de la filosofa moral

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surge como inspiracin a pensadores como John Stuart Mill, que sita la posibilidad de eleccin como la autntica esencia del hombre, un ser humano libre y autodeterminado por naturaleza. Evidentemente el concepto de autonoma no surge espontneamente en Kant despus de siglos de olvido. El ideal poltico griego va reformndose, desplazndose en su objeto, abarcando ms contenido, hasta que el pensamiento kantiano empieza a configurarlo como el valor que hoy en da es. 1.2 Los orgenes del concepto de autonoma. Factores La autora de la nocin moderna de autonoma tiene a atribuirse a Kant, al ser el primero en dotar a dicha nocin de una preponderancia especial dentro de su sistema filosfico. En los siglos precedentes a la erupcin de la autonoma kantiana, se encuentran distintos factores que acabarn resultando de una importancia vital para su advenimiento en el pensamiento del genial pensador alemn. Gaylin y Jennings3 observan como el discurso de la autonoma cristaliza paulatinamente a travs de distintos procesos histricos. El inicio puede localizarse en el Renacimiento y contribuyen a su desarrollo los pensadores reformistas, el auge del capitalismo y el nacimiento de la democracia liberal. a) En la poca renacentista, el hombre pasa a ser considerado un ser inteligente, racional, libre y poseedor de dignidad por s mismo, tal y como lo expresa Mirndola en su Discurso sobre la dignidad del hombre. El ser humano adquiere la capacidad de gobernar el mundo y su propia vida; su capacidad creadora se enfatiza y empieza a conquistar una significacin moral propia por el mero hecho de ser hombre. En Surez4 el hombre aparece con la capacidad de discernir por s mismo de forma racional qu es lo correcto sin tener que recurrir a una instancia superior. A la vez el descubrimiento de Amrica rompe el naturalismo medieval y la invencin de la imprenta provoca la rpida difusin de textos escritos. Esto contribuye decisivamente a que la moralidad humana, que siempre haba dependido de una autoridad externa, empiece a verse como algo que debe surgir del propio hombre. b) La Reforma fragmenta la unidad religiosa propia del medievo y prepara la aparicin del pluralismo religioso. Los reformistas restauran una relacin ms directa entre Dios y el hombre gracias a la posibilidad de cada hombre de interpretar las escrituras por s mismo sin necesitar de la mediacin de la autoridad catlica, apelando a la conciencia interna en lugar de a la ley externa. ste ser un factor fundamental en la formacin de una Amrica mayoritariamente protestante donde nacer posteriormente la democracia liberal. Tras las guerras que asolan Europa durante todo el siglo XVI, el Edicto de Nantes reconoce la pluralidad confesional dentro de un estado, proporcionando las bases para un principio de tolerancia religiosa. De este pluralismo religioso3

Gaylin W., Jennings B.; The perversion of autonomy; coertion and constraints in a liberal society Simn, P.; El consentimiento informado

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emerge una libertad de conciencia religiosa que resulta un atributo puramente individual que poco a poco se introducir en los campos poltico y social. La autonoma religiosa conseguida abre la puerta a la consecucin de una autonoma de carcter poltico, algo que se plasmar en las teoras de tipo contractualista. c) La autonoma en el terreno poltico se refleja en los cambios en las normas que rigen la monarqua inglesa sometida a la Declaracin de Derechos de 1689, en la Revolucin francesa o en la independencia de las colonias norteamericanas durante los siglos XVII y XVIII. Las bases intelectuales de estos movimientos de carcter revolucionario pueden encontrarse en las ideas de Hobbes, Locke y Rousseau. En las teoras contractualistas se expresa la existencia de unos derechos bsicos inherentes al ser humano cuya mejor forma de proteccin resulta un pacto, un contrato social, del cual nace una sociedad civil de la que emerger una forma poltica de gobierno. Las teoras contractualistas otorgan al hombre el papel principal en la creacin de las estructuras seculares que lo gobiernan en virtud de los derechos inalienables que por derecho le pertenecen. Dios queda relegado a un segundo trmino en lo que al campo poltico se refiere. Locke5 habla de la libertad como el libre albedro de ejecutar aquello que se desea, y su nica limitacin reside en el derecho de todos los seres humanos a gozar de la misma libertad. Esta libertad se proyecta en el terreno poltico incluyendo tambin la forma como cada uno quiere ser gobernado. El contrato social lockiano slo tiene validez si cada persona consiente libre y voluntariamente a ser sometido. De ah nace la legitimidad del gobierno, del consentimiento de los gobernados, rechazndose explcitamente el despotismo y el paternalismo. Locke acomete la destruccin del modelo que llevaba entonces vigente unos veinte siglos, el del paternalismo sociopoltico, y su sustitucin por el otro, el de las democracias representativas, cuyo ncleo es el del consentimiento libre e informado de los ciudadanos6.Aqu se gesta el marco poltico que dar lugar a la democracia liberal y al liberalismo. d) El ltimo de los factores fundamentales es el auge del sistema capitalista. Se introducen nuevos elementos a considerar como la propiedad privada, la movilidad social, los beneficios e intereses, trminos que en la sociedad medieval no haban alcanzado una fuerte expresin. Los roles tradicionales se ven quebrados, surgiendo la innovacin y el riesgo como pilares de la futura sociedad, que combinndose con la tica protestante, permiten la aparicin de nociones que refieren a la independencia, la autosatisfaccin y al propio progreso. De todos estos procesos surgen caractersticas determinantes que forman una versin moderna de la nocin de autonoma, aplicada principalmente a individuos, y cuyo desarrollo preponderante se produce inicialmente en el campo de la poltica; aunque poco a poco, como veremos, se extender hacia5 6

Locke, J.; Ensayo y carta sobre la tolerancia Simn, P.; El consentimiento informado

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todos los campos, resultando particularmente interesante el retraso con el que se incorpora al campo de las ciencias mdicas. 1.3 La autonoma del individuo dentro del pensamiento filosfico 1.3.1 Las primeras consideraciones de la nocin de autonoma La filosofa moral predominante en la Edad Media no es el resultado de la mera razn, libre y disciplinada7, sino que se subordina a la autoridad de la Iglesia necesitada de poseer una teologa moral. Evidentemente la moral descansa en las directrices morales que marca la ley divina. Dios posee la autoridad legtima sobre el ser humano como creador, y el hombre debe cumplir la obligacin divina bajo pena de sancin. Los movimientos reformistas generan una visin determinadamente distinta en la sociedad europea. Por una parte, se busca una base para el conocimiento moral que fuera independiente de la autoridad eclesistica y accesible para cualquier persona razonable y consciente8; por otra, se forja la necesidad de encontrar medios para convivir dentro de una sociedad fragmentada en distintas religiones que ofrecen mtodos de salvacin diferentes. La controversia sobre la tolerancia origina una corriente de pensamiento donde los principios y preceptos morales estn al alcance de toda persona razonable y normal en general y por lo tanto todos somos plenamente capaces de conocer nuestros deberes y nuestras obligaciones morales y plenamente capaces tambin de guiarnos por ellos9. Los primeros devaneos de la filosofa con la nocin de autonoma pueden encontrarse en Montaigne. El pensador francs10 traza los primeros esbozos, que permitirn ejecutar el trnsito hacia la moralidad moderna, al cuestionarse sobre si los seres humanos pueden realmente vivir con las reglas que les vienen dadas. La sociedad europea de su poca no puede confiar en que ninguna de las normas preestablecidas sirvan como gua til para la accin, ya que tanto la moralidad cristiana, que se vea cuestionada por la separacin religiosa que las corrientes reformistas haban introducido, como la tica aristotlica, que no poda ofrecer respuestas para las necesidades morales de la poca, se ven impotentes ante la situacin social. El pensador francs en sus ensayos recomienda que cada uno de nosotros sea el encargado de llevar el tipo de vida que mejor se ajuste a nuestra naturaleza. En la filosofa del siglo XVII la idea de que el hombre tiene unos derechos individuales, que no quedan subsumidos por el hecho que se formen agrupaciones de carcter social y poltico, se halla presente en la mayora de pensadores polticos. Hugo Grotius insiste en que aunque renunciemos a alguno de nuestros derechos para obtener una seguridad pblica, es condicin necesaria para el hombre el poder determinar su propia vida dentro del marco contractual que se defina. Hobbes subraya que lo que realmente mueve al ser7 8

Rawls, J.;Lecciones sobre la historia de la filosofa moral Ibid. 9 Ibid. 10 Montaigne, M. de, Assaigs

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humano es el propio inters11, y es en virtud de nuestros propios deseos que preferimos evitar el estado de guerra permanente situando un soberano que posibilite la existencia de una sociedad ordenada. La moralidad sirve al egosmo humano para Hobbes12. La corriente de pensamiento que vea la moralidad como algo impuesto a la naturaleza humana pierde su peso especfico y se impone una visin donde el pensamiento moral debe emanar del propio hombre. El hombre pasa a ser un ser con la facultad moral de juzgar segn sus propios motivos y la moralidad puede derivar de los sentimientos13, segn Shaftesbury, o de la razn, segn la corriente iusnaturalista. La capacidad de ejercer juicios morales, propia de este nuevo hombre, determina como correcto un acto cuando produce bien. Hume afirma que la moral debe arraigarse en nuestros sentimientos, ya que son stos los que realmente nos predisponen para la accin, y no la razn14. Las aversiones y los deseos son los que realmente guan nuestro proceder y en ellos tanto late el propio inters como la necesidad de hacer el bien a nuestro prjimo15. Los factores histricos antes reseados se filtran en el campo filosfico de forma paulatina. La moralidad deja de ser dependiente de una trascendencia externa al hombre para convertirse en una tarea que le pertenece, que le define. El hombre es hombre porque puede darse a s mismo la moralidad que debe regir sus acciones. 1.3.2 La autonoma en el sistema kantiano. El filsofo alemn Immanuel Kant aplica el concepto de autonoma al campo de la tica y del individuo mediante los conceptos de autonoma de la voluntad o de la intencin. Sus preguntas se refieren a cmo debe comportarse el individuo dentro del marco de una sociedad si ignora tanto los deseos de los otros como las relaciones sociales ya existentes. Una condicin fundamental es la inevitable sociabilidad del hombre, la pluralidad en la que vive obliga necesariamente a que los principios de actuacin deban servir para todos. La universalidad de las mximas morales es una condicin obligada para el albedro humano. La imagen del ser humano del pensador alemn es la de un hombre con la posibilidad, la necesidad, de establecer un conjunto de normas que sean vlidos para todos. La capacidad legisladora del hombre se expresa mediante el imperativo categrico: Obra segn la mxima que pueda hacerse a s misma al propio tiempo ley universal1611 12

Hobbes, T., Leviatn Schneewind, J.B.; La filosofa moral moderna; en Compendio de tica, ed. Peter Singer 13 Ibid. 14 Es sta una caracterstica del modelo de racionalidad clsico. Resulta interesante seguir las argumentaciones de Searle al respecto en Razones para actuar. 15 McIntyre, A.C.; Tras la virtud 16 Kant, I.; Fundamentacin de la metafsica de las costumbres

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En este sentido, la ley moral nos la damos a nosotros mismos en calidad de personas libres e iguales17, lo que obliga al hombre a asegurarse de que nuestras mximas no someten a los otros a propsitos que no concuerden con una ley que pueden aprobar como una ley consistente con su humanidad18. Es fundamental observar si nuestras mximas pueden ser autorizadas por preceptos que podran servir como ley moral en una repblica, y debemos hacerlo individualmente, no de forma corporativa. Legislamos pues un mundo social al asumir que ese mundo surge de la totalidad de mximas segn las cuales debemos obrar. La universalidad de las mximas es el condicionante ms fuerte con el que nos encontramos; para Kant una mxima no es mala por los efectos que pueda tener o por la concepcin del bien que traicione, sino que lo ser porque no es universalizable. Para el filsofo alemn, la moralidad nos impone obligaciones absolutas, dicindonos lo que debemos hacer en todas y cada una de las circunstancias en las que nos encontremos, pero siempre que las leyes que seguimos sean dadas por nosotros mismos. Slo estamos sujetos a las leyes que nosotros, como seres razonables y racionales, podramos haber hecho; y slo estamos obligados a obrar de conformidad con una voluntad, que es la nuestra propia y que tiene, como fin de la naturaleza para ella, la funcin de legislar universalmente19, lo que confiere al ser humano su particular carcter autnomo. Estamos pues obligados por una ley slo si nos la podemos dar a nosotros mismos (subrayando la clsica oposicin kantiana entre autonoma y heteronoma), y sta ser aquella que superen el procedimiento del imperativo categrico. El hombre no puede verse determinado por algo externo a su propia naturaleza, no podemos perseguir bienes naturales, ni adecuarnos a leyes eternas o leyes impuestas por Dios, porque en todos estos casos estaramos determinados por algo externo a nosotros mismos20. Sin embargo, para Kant ser autnomo no significa voluntariedad o independencia de los dems y de las convenciones sociales, sino que requiere la consideracin del estatus moral igual de los dems, es decir, obrar moralmente a partir de la consideracin que se tiene del ser humano como un fin en s mismo21, de ah la formulacin del imperativo categrico como: Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio.22 El hombre es un ser racional y razonable (acento que an podemos encontrar en mltiples desarrollos de hoy en da), y es en base a ello por lo que podemos legislar y obedecer las leyes morales por propia voluntad. Los intereses propios deben ser desterrados, una voluntad legisladora suprema, amparndose en la supremaca de la razn, no puede derivar de ningn modo17 18

Rawls, J.; Lecciones sobre la historia de la filosofa moral Ibid. 19 Ibid. 20 Schneewind, J.B.; La filosofa moral moderna; en Compendio de tica, ed. Peter Singer 21 ONeill, O.; La tica kantiana; en Compendio de tica, ed. Peter Singer 22 Kant, I.; Fundamentacin de la metafsica de las costumbres

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de deseos naturales. Kant da una importancia capital a la razn humana y al papel constructivista de sta. Todo ser razonable y racional es autnomo y pertenece a un mundo moral23, el llamado dominio de los fines. ste es un enlace sistemtico de personas razonables y racionales por leyes comunes24, un nexo entre todas las personas razonables y racionales que se tratan a s mismas como tales, o sea como fines en s mismos. Los seres humanos pertenecemos como miembros a este dominio de los fines, lo que nos confiere una personalidad moral, y esto resulta ser lo nico que tiene dignidad. La personalidad moral, como la capacidad de tener una buena voluntad es la que nos hace fines en nosotros mismos y especifica la condicin de nuestra pertenencia como miembros al dominio de los fines25, de tal forma si una persona no legisla universalmente no puede concebirse como fin en s misma, as la autonoma es, pues, el fundamento de la dignidad de la naturaleza humana y de toda naturaleza razonable y racional26. El dominio de los fines, de raigambre rousseauiana, es el lugar donde cada uno se legisla a s mismo, respetando a su vez el estatus igual del resto de legisladores. Un detalle esencial de la teora kantiana es que no debemos obrar para hacer el bien a los dems, sino que nuestros actos deben seguir lo que racionalmente distinguimos que podra ser el comportamiento de cualquiera. La propuesta de Kant no se refiere a ninguna concepcin de bien predeterminada, ni objetiva ni subjetiva sino que se caracteriza por el rechazo a ese consenso contingente de sentimientos y creencias habitualmente defendido en nuestra modernidad. Todas las personas tienen dignidad, dada su racionalidad y razonabilidad y pueden ser miembros de un dominio de los fines ya que son capaces de buena voluntad. As Kant ve en nosotros el deseo de obrar, como personas razonables que somos, segn un ideal que se expresa en una concepcin autnoma de nosotros mismos, en virtud de nuestra libre razn. Podemos observar como el filsofo alemn busca en su filosofa moral un conocimiento de lo que deseamos las personas con la facultad de la libre razn, partiendo de la base que la moralidad es una expresin de la naturaleza humana27. La autonoma, en Kant, es una facultad del hombre que coincide con su racionalidad, racionalidad moral ya que las normas que se da a s mismo son normas morales. La libertad kantiana es una libertad positiva, que no slo alude al hecho de estar libres de ataduras externas, sino a la libertad para hacer el bien o cumplir la ley moral.28 Las crticas a la tica kantiana son de sobras conocidas, y muchas de ellas estn muy bien fundamentadas, pero es importante subrayar que Kant coloca a la autonoma, tal y como l la entiende, en el principio supremo de la moralidad, y este intento penetra vertebralmente el pensamiento tico contemporneo, an cuando la concepcin de autonoma sea completamente distinta a la kantiana.23 24

Rawls, J.; Lecciones sobre la historia de la filosofa moral Ibid 25 Kant, I.; Fundamentacin de la metafsica de las costumbres 26 Ibid. 27 Schneewind, J.B.; La filosofa moral moderna; en Compendio de tica, ed. Peter Singer 28 Camps, V. La voluntad de vivir

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1.3.3 La filosofa moral inglesa: John Stuart Mill Bentham supone que los actos humanos deben estar dominados por el principio utilitarista, mediante el cual se produce la mayor felicidad posible para un mayor nmero de personas y esto puede hacerse de forma racional. Los problemas del utilitarismo sern mostrados posteriormente pero lo importante es que con su formulacin se cierra un periodo histrico a partir del cual es caracterstica bsica de la moralidad que cualquier persona pueda usar un principio del mismo modo29. A partir de ah se suceden los intentos de revalorizacin y explicacin de la autonoma, combinndose con periodos donde trata de reafirmarse la primaca de la comunidad sobre el individuo30. El eje de la argumentacin de John Stuart Mill31 se centra en la eleccin o accin autnoma. Para Mill el nico objeto que autoriza a los hombres, individual o colectivamente, a turbar la libertad de accin de cualquiera de sus semejantes, es la propia defensa; la nica razn legtima para poder usar la fuerza contra un miembro de una comunidad civilizada es la de impedirle perjudicar a otros; pero el bien de ese individuo, sea fsico, sea moral, no es motivo suficiente. Cada hombre es el mejor juez para su propia felicidad, y en base a ello, Mill realiza un vibrante alegato de la libertad individual donde exige una rigurosa limitacin del derecho a coaccionar con el objetivo de permitir el desarrollo del hombre desde la perspectiva que cada uno delimite. Para Mill, la autntica esencia del ser humano no radica en el pensamiento racional, ni en el dominio que manifiesta sobre la naturaleza, sino en la libertad de escoger y de experimentar. Cada hombre debe disponer de un rea inamovible que le pertenece exclusivamente a l y las reglas sociales no deben interferir en determinados mbitos del ser. Esta esfera slo afecta a uno mismo y si afecta tambin a los dems, es slo por una participacin libre, voluntaria y reflexivamente consentida por ellos32. Una persona puede causar dao al lesionar esta esfera de otro individuo, ya sea por accin como por omisin33, con todos los problemas tericos que esto introduce. El problema de este principio es, como comentaremos, que el concepto de perjuicio no se delimita con claridad34. Adems tampoco expone con claridad hasta que punto la omisin es constitutiva de algn tipo de prejuicio, aunque cabe suponer que tena en mente ejemplos que pudieran resultar muy evidentes. Mill es consciente de que estas reglas se determinan por los gustos de la sociedad, y dichos gustos a menudo se relacionan con la tradicin, creencias irracionales y se fundamentan en la ignorancia. As los gustos o disgustos de la sociedad o de alguna poderosa porcin de ella, son los que por lo principal y prcticamente han determinado las reglas impuestas a la general observancia29

Es muy factible que el auge de los principios universales de la mecnica newtoniana influyan decisivamente en la pretensin filosfica de universalizar sus principios. El modelo triunfante en ciencia es exportado a todas las disciplinas. 30 Schneewind, J.B.; La filosofa moral moderna; en Compendio de tica, ed. Peter Singer 31 Mill, J.S., Sobre la libertad 32 Ibid 33 Las teoras consecuencialistas no resuelven la dificultad de considerar si no actuar tiene un estatuto moral igual al de actuar como veremos posteriormente. 34 Gaylin W., Jennings B.; The perversion of autonomy; coertion and constraints in a liberal society

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con la sancin de la ley o de la opinin35. El individuo no tiene porque someterse al arbitrio caprichoso de las reglas de la sociedad. sta debe permitir que cada ser humano dicte en su conciencia su propio estilo de vida sin interferir, a menos que con su comportamiento se perjudique a alguien. Dada la poca y el lugar en que transita la experiencia vital de Mill, su discurso acerca de la libertad se focaliza en temas relacionados con la relacin entre el individuo y el Estado y la libertad de pensamiento, confesin y expresin. Para los lmites de actuacin del Estado opone el confuso principio del perjuicio. Dada la necesidad del hombre de vivir en sociedad, es preciso que cada uno trate de no lesionar la esfera de libertad del individuo, pudiendo la sociedad restringir la libertad de alguien en beneficio de la proteccin de otro, ya que una parte de la conducta de una persona afecta perjudicialmente a los intereses de otras, y entonces la sociedad tiene jurisdiccin sobre ella y puede discutirse si su intervencin es o no favorable al bienestar general36. Parece difcil conjugar la libertad de la persona con la posibilidad de valorar si determinadas actuaciones pueden perjudicar al bienestar general, a no ser que se acometa una profunda delimitacin sobre que parmetros engloba esa esfera inviolable de la persona que le pertenece exclusivamente a ella misma. Mill no es ajeno a dicha dificultad, admite que ninguna persona es un ser enteramente aislado y que no es posible que nadie haga algo perjudicial para s sin que esto deje de afectar a alguien. Resuelve el pensador ingls que en caso de perjuicio definido o riesgo de ello, el campo de libertad queda disuelto y cae en el de la moralidad o la ley37. La nocin de perjuicio no queda bien determinada en la obra del pensador ingls, y conviene preguntarse cmo se define dicho perjuicio y quin tiene la potestad de hacerlo. El discurso milliano queda continuamente preado de esta ambigedad, donde por una parte se celebra la libertad como condicin esencial y determinativa del ser humano pero, por otra, cualquier circunstancia aconseja poner en cuarentena dicha libertad en beneficio de la libertad del otro. La buena voluntad de Mill se ve seccionada por la necesidad de armonizar el discurso sobre la libertad con la inevitabilidad de convivir en un mundo social, en un mundo de fines, sobre todo porque no define contundentemente cuales son los intereses de la persona que solo le pertenecen a l mismo. Las limitaciones que impone Mill a la actuacin libre son innumerables, la sociedad tiene un derecho inherente a protegerse contra los crmenes por lo que la mala conducta puramente personal puede ser objeto de prevencin y castigo38; o actos perjudiciales perpetrados con publicidad constituyen una violacin de las buenas costumbres y, cayendo dentro de la categora de ofensas contra los dems, pueden justamente ser prohibidos39. Las formas como Mill trata de organizar la disposicin del libre albedro humano abren todo tipo de paisajes intelectuales pero no despejan las contradicciones que surgen inevitablemente al adentrarnos en su pensamiento. Dada la volubilidad de los deseos humanos, es necesario y deseable regular los35 36

Mill, J.S., Sobre la libertad Ibid 37 Ibid. 38 Ibid. 39 Ibid.

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compromisos que las personas adquieran entre s y que stos sean cumplidos. Por otra parte la libertad del ser humano experimenta otro lmite perturbador, ya que el principio de libertad no puede exigir que una persona sea libre de no ser libre40. Rechazando toda forma de paternalismo, el ser humano no puede poner su libertad en manos de otro, postura que se diferencia claramente de la expresada por G. Dworkin en The theory and practice of Autonomy. Mill, pese a las ambigedades de su discurso, proclama su fe en un ser humano capaz de escoger y en un conjunto social que abogue por la tolerancia y la discusin racional, siendo perfectamente consciente de la multilateralidad de la existencia humana y de la dificultad de encontrar reglas precisas para todas las situaciones que puedan darse. Prefiere a partir de un caso concreto, abordar las cuestiones relativas al mismo segn las circunstancias que concurran en l41, aunque el gran principio a seguir sea el de la libertad. En caso de empate entre principios opuestos, el principio utilitarista debe ser el mejor a seguir. El pensamiento de Mill es un referente para todos aquellos que propugnan la necesidad del respeto a la autonoma humana, aunque l apenas aborde este concepto desde esa vertiente sino que habla de libertad. La posible diferencia entre autonoma y libertad no es clara. Dworkin42 usa el ejemplo de Ulises para demostrar que libertad y autonoma pese a estar relacionados no son lo mismo. Ulises temiendo no poder resistir los cnticos de las sirenas y verse obligado a arrojar su nave a las rocas decide ser atado para perdiendo su libertad en un momento concreto pueda preservar su autonoma posteriormente. Sin embargo, pese a que deben estar ntimamente relacionados, no es el momento de delimitar sus diferencias con nitidez. 1.3.4 Los desarrollos filosficos posteriores a Mill. Tras las teoras de Kant y Mill el pensamiento occidental queda teido por una nocin en la que las decisiones individuales de la persona se basan en exigencias morales que por s mismos pueden determinar y que determinarn la comunidad moral. Ya no ser posible contemplar la vida humana fuera del contorno que delimita cada uno para s mismo, si bien no todo el pensamiento filosfico seguir la misma senda. Hegel cree vaco el principio normativo kantiano, y que la nica forma de darle contenido viene de las instituciones, vocabularios y orientaciones que la sociedad proporciona a sus miembros43. En el pensamiento hegeliano la personalidad moral del individuo debe formarse en el seno de la sociedad en la que se vive y no puede mantenerse una actitud crtica que se independice de la misma. La sociologa comptiana decide reducir el valor del juicio moral individual a favor del progreso cientfico y el pensamiento marxista no da mayor importancia a la eleccin individual frente al desarrollo histrico de las fuerzas econmicas44.40 41

Ibid La casustica hoy en da no est en absoluto desterrada como mtodo de valoracin moral. Los trabajos de Jonsen aplicados al campo de la biotica son un buen ejemplo de ello. 42 Dworkin, G., The theory and practice of autonomy 43 Schneewind, J.B.; La filosofa moral moderna; en Compendio de tica, ed. Peter Singer 44 Ibid.

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La posibilidad de hablar de una moralidad universal ha recibido numerosos ataques durante los siglos XIX y XX. Ninguno tan contundente como el de Nietzsche al negar la posibilidad de que la sociedad pueda ofrecer principios vinculantes para todos. Bajo la moralidad comn se esconde enmascarada la voluntad de poder y lo nico a lo que puede aferrarse el ser humano es a imponer sus propios valores45, negando la existencia de una gua impersonal para la accin46. El pensamiento existencialista, de la mano de Sartre, tambin toma como valor fundamental la autonoma del sujeto de la accin. Nuestras acciones libres son las que dotan de sentido a nuestra existencia y cada hombre debe trazar su rumbo a partir de las acciones que determine.Si por encima del hombre no hay ni Dios ni valores trascendentes, es l mismo quien dar vida a los valores desde el momento en que elija libremente sus actos y se comprometa con ellos47. La realidad que nos constrie es la que a su vez nos hace libres y es en cada situacin donde el ser humano debe hacer uso de la eleccin, cada caso exige su propia solucin48. Durante todo el siglo XX se han sucedido encendidos debates acerca de la posibilidad del razonamiento moral y del significado real del lenguaje moral. No es necesario, de momento, extenderse ms en ello dado que la pretensin es mostrar como la autonoma se ha ido haciendo un hueco dentro del pensamiento occidental hasta llegar a todas las esferas de nuestra vida en sociedad. 1.4 Hacia una definicin de autonoma. Caractersticas La nocin de autonoma adolece de falta de delimitacin. Su definicin parece una tarea donde cada autor rellena el concepto segn la va que prefiera enfatizar. Tal y como hemos visto en el desarrollo histrico del concepto, la autonoma es y ha sido entendida de diferentes formas, poniendo el acento en alguna de sus particularidades dependiendo del autor. Tal tendencia es an ms clara en la filosofa moral contempornea, donde diferentes visiones del concepto arrojan valoraciones y usos particulares. La confusin en su delimitacin persiste en el panorama filosfico de la actualidad. Rawls hace de la autonoma un concepto conector entre el concepto de justicia y la nocin de persona moral como libre e igual. Scanlon defiende el principio de autonoma mientras las personas se reconozcan a s mismos como iguales, autnomos y agentes racionales. R. Dworkin pide un igual respeto por la autonoma de todos los ciudadanos, obviando los posibles ideales de vida buena que puedan encontrarse en el marco de una sociedad pluralista. Wolff lleva al mximo extremo su defensa de la autonoma personal quitando toda legitimidad al Estado para imponer ninguna de sus directrices contra el individuo; resulta ilegtimo obedecer a la autoridad, ya que cada uno debe individualmente generar los lmites precisos para sus actos.

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Nietzsche F., La genealoga de la moral Schneewind, J.B.; La filosofa moral moderna; en Compendio de tica, ed. Peter Singer 47 Bilbeny, N.; Aproximacin a la tica 48 Ibid.

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La autonoma es vista como un equivalente de libertad negativa, una aproximacin al autogobierno, un sinnimo que nos acerca a la libertad de la voluntad, o algo cercano a la dignidad, integridad, individualidad, autoconocimiento, reflexin crtica, y parece operar en el terreno moral, en el poltico y como ideal social. stos son algunos ejemplos concretos de la utilizacin del trmino autonoma, pero no menos importante es la definicin particular que cada uno de ellos hace del trmino, as como las entidades a las que aplican dicho concepto. En todo caso varios filsofos comparten la idea que es deseable que los individuos escojan su propio cdigo moral y acten en funcin del mismo49. El desarrollo y la crtica de nuestros propios principios morales es una tarea que individualmente debemos desarrollar si queremos ser realmente autnomos. En el terreno poltico, la autonoma delimita el papel de las instituciones polticas en su relacin con el individuo. Supone una resistencia de la persona ante imposiciones colectivas ya sean provenientes de visiones teolgicas, seculares de vida buena o morales de excelencia; una oposicin a concepciones paternalistas o perfeccionistas; y una llamada al acto de consentir, inherente a la condicin propia del ser humano en tanto que ciudadano. Puede observarse como la autonoma juega un papel fundamental dentro de la tica moderna (la tambin llamada filosofa moral aplicada); y en alguno de sus contextos, como es el caso de la tica biomdica que trataremos posteriormente, la consideracin de la autonoma ha conllevado la transformacin absoluta de las relaciones que envuelven a los seres humanos. Sin embargo, tambin parece que, pese a su importancia, se echa en falta una cierta concrecin en el concepto mismo, una definicin ms clara que nos ayude a saber qu o quin puede ser autnomo. 1.4.1 Caractersticas relacionales de la autonoma La autonoma, an sin delimitar, s parece relacionarse con determinados aspectos concretos. Para Gaylin y Jennings50, en su intento por trazar un mapa de las distintas asociaciones del concepto, la autonoma se relaciona conceptualmente con nociones de: 1.4.1.1Independencia El ser humano no es independiente de por s. Necesitamos de cuidados hasta una edad relativamente avanzada, de un proceso de aprendizaje sociocultural importante que incluye el aprendizaje del lenguaje, de los roles sociales y de los comportamientos esperables en las relaciones entre los seres humanos, lo que nos lleva gradualmente a cotas mayores de independencia. Esta independencia se lleva a cabo en un contexto social donde los seres humanos se relacionan entre s, y nos da una cierta medida acerca de cmo los hombres49 50

Dworkin, G., The theory and practice of autonomy Gaylin W., Jennings B.; The perversion of autonomy; coertion and constraints in a liberal society

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podemos decidir por nosotros mismos los asuntos que nos competen, lo que a su vez resulta definitivo para poder hablar de autorrealizacin humana. Es usual que la aproximacin al concepto de independencia deba hacerse desde un punto de vista negativo, resaltando lo que significa ser dependiente, las constricciones y barreras que se levantan ante el ser humano, siendo una fuente de las mismas la vida en sociedad, de ah la habitual oposicin entre independencia personal y sometimiento al bien comn. 1.4.1.2 Autosuficiencia orientada. La autonoma nos da la posibilidad de ser suficientes para nosotros mismos, pero esa autosuficiencia debe contener unos grados de inteligencia y de intencin. Resulta fundamental destacar que la autonoma manifiesta como caracterstica la nocin de pertenencia a s mismo. El ser humano se pertenece exclusivamente a s mismo, y en virtud de ello puede orientar sus acciones a aquello que cada uno decida, trazando de esta forma su propia hoja de ruta. 1.4.1.3 Irony51. La idea que tenemos de nuestra propia autonoma nos lleva a una mayor conciencia sobre cules son los roles sociales que experimentamos y las reglas sociales que obedecemos. Se relaciona con la idea kantiana que hemos expuesto anteriormente sobre qu reglas podemos seguir y cules podemos imponer. En The perversion of Autonomy Gaylin y Jennings se refieren a este sentido de la autonoma como unhappy or ironic consciousness52. Reflexionan sobre las causas del comportamiento y de las respuestas automticas que se encuentran en el carcter humano; y aceptando la importancia del razonamiento racional ponen el nfasis en que la mayora de nuestro comportamiento deriva de causas no determinadas racionalmente53. Sin embargo, tendemos a olvidar esta dimensin del ser humano, y cuando nos prestamos a dar consentimiento a algo lo hacemos como debera hacerlo una persona razonable, olvidando que en muchos de nuestros comportamientos no imponemos esa misma condicin. 1.4.1.4 Libertad negativa. Isaiah Berlin en Dos conceptos de libertad contrapone la libertad positiva y la libertad negativa. La libertad positiva deriva del deseo del individuo para ser su propio amo, que implica la capacidad de cada uno para determinar el curso de su vida y de sus actos de manera autnoma. La accin del hombre no debe determinarse por las bajas pasiones de cada individuo, pasiones que lo esclavizan y limitan su51

Gaylin y Jennings usan este trmino para destacar la incongruencia entre la preponderancia que se da al comportamiento racional y la multitud de aspectos de la vida que vienen determinados por aspectos irracionales. 52 Gaylin W., Jennings B.; The perversion of autonomy; coertion and constraints in a liberal society 53 Probablemente se refieren a la imposibilidad racional para escoger fines, caracterstica tpica del modelo clsico de racionalidad.

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libertad54. Por el contrario, los actos humanos deben determinarse a partir de la razn, de la naturaleza superior que hay en cada hombre. Se anteponen dos yo, uno racional y otro pasional, para ser verdaderamente libres debemos guiarnos por la razn. La libertad negativa se refiere al campo dentro del cual el hombre puede actuar sin obstrucciones de otros; a partir de esta concepcin se deja de ser libre cuando un tercero nos impide realizar cualquier actividad en aras de alcanzar una meta. El punto central es la intromisin de otros hombres que le impidan actuar en la forma que desea; en consecuencia se es libre en cuanto no existan estas interferencias y obstculos. Esta nocin de libertad implica serios problemas a la hora de vivir en sociedad con otros hombres. Ante la imposibilidad de que los propsitos y actividades de los hombres armonicen entre s, es necesario establecer una serie de normas comunes que limiten la libertad del hombre sin llegar al grado de impedirle todo, ya que se corre el riesgo de inhibir su desarrollo. El problema era determinar entre los aspectos que deberan ser regulados y los que no; trazar una frontera entre el mbito de la vida privada y el de la autoridad pblica. Berlin seala tres elementos caractersticos de este tipo de libertad: a) No esta disociada con la imposicin de dogmas o de una disciplina frrea. Ambos elementos, libertad y autoritarismo, pueden coexistir. b) La idea es manejada slo a partir del Renacimiento; civilizaciones antiguas desconocen este concepto. c) La libertad negativa puede coexistir con la autocracia y no implica necesariamente la existencia de regmenes democrticos o de autogobierno. Naturalmente la nocin de libertad negativa se convierte en uno de los ms importantes dentro del concepto de autonoma que se maneja en nuestros das, dejando el de la libertad positiva desde el punto de vista desiderativo y sujeto a la mayor promocin posible dado su inabarcable carcter55. La libertad negativa establece una zona de privacidad de cada uno donde no puede ser interferido56, y cada cual puede buscar la mayor realizacin posible de sus deseos. Esta libertad necesita vallas y fronteras para la proteccin frente a los intrusos57. En este sentido se establecen unos derechos propios del ser humano, que delimitan lmites estrictos a las posibles injerencias que puede sufrir una persona, ya vengan de otras personas o del Estado.,54

Puede observarse como la clara diferenciacin entre la racionalidad y las pasiones, derivada de la filosofa clsica sigue vigente en el discurso filosfico contemporneo. Como se ha comentado anteriormente, una versin de la racionalidad que integre a las pasiones parece ms apropiada. 55 La primera parece demandar una tica de carcter deontolgico, basada en obligaciones absolutas y la nocin de respeto; la segunda parece caer dentro de las aspiraciones consecuencialistas que implican la promocin de un valor. El concepto de autonoma es tomado por teoras de distinto tipo aplicando indistintamente sus mtodos. 56 La influencia de Mill es notable en este punto. 57 Gaylin W., Jennings B.; The perversion of autonomy; coertion and constraints in a liberal society

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edificando el derecho a que nos dejen en paz58, el derecho a no ser controlados. Entre estos derechos podemos citar la libertad de conciencia, de expresin, de voto, de religin, La libertad positiva tambin puede formar derechos (positivos), que se basan en que la autosuficiencia humana es limitada y la consecucin de la libertad puede necesitar de la asistencia de los otros. Estos derechos se relacionan con el bienestar y los llamados derechos sociales: educacin pblica, Seguridad Social, subsidio de desempleo, En general se enmarcan dentro de la creencia de que es necesario compensar las desigualdades que puedan originarse de forma injusta dentro de la estructura mercantil de la sociedad En este sentido pueden darse contradicciones entre las obligaciones que emanan de derechos positivos y el derecho negativo a ser dejado en paz. El mundo de la autonoma dentro de la libertad negativa est lleno de ausencias y omisiones59, y es necesario recordar que en un mundo social donde todos de alguna forma dependemos de los otros, la influencia, el control social e incluso la coercin no son enemigos de la autonoma ya que sta requiere de normas, de roles definidos, de derechos de obligacin,60 La autonoma, vista de la forma en que la presentan Gaylin y Jennings, parece una propiedad intrnseca que tienen los seres humanos mediante la cual uno puede gobernar su vida. Dentro del ejercicio de este gobierno, surgen las inevitables contradicciones propias de las diferentes ejecuciones que cada ser humano realiza de sus propios planes en un entorno social. As, se contrapone autonoma personal con necesidad colectiva, siendo tan necesarias la una como la otra. Los autores expresan esta necesidad afirmando que ninguna sociedad puede gobernarse sin autonoma personal, pero tampoco ninguna se gobierna slo basndose en la autonoma61. En todo caso lo interesante es ver que la autonoma para ellos es una capacidad o propiedad de los seres humanos que entra en el juego social junto con otras, que se relaciona con las nociones que hemos expuesto y que est sujeta a una regulacin dentro de este mundo social. Esta capacidad, evidentemente tiene unos lmites. Creemos que hay componentes de la autonoma que se identifican necesariamente con la libertad positiva de Berlin. Todas las componentes de autorrealizacin humana, ms all de la ausencia de constricciones externas debe de alguna manera formar parte del moderno concepto de autonoma, aunque esta autorrealizacin est limitada. La dificultad para definir el concepto es evidente. Gaylin y Jennings intentan caracterizarlo, pero en ningn momento se atreven a presentar una definicin cerrada del mismo. Tratan de relacionarlo con nociones determinadas pero no alcanzan un dictamen concluyente sobre su naturaleza. 1.4.2 Lmites de la nocin de autonoma

58 59

Ibid Ibid. 60 Ibid. 61 Ibid.

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En todo caso, tomando el sentido de la nocin que sea, s parece claro que es necesario delimitar lo mejor posible el concepto. Para ello es conveniente trazar sus lmites. Gaylin y Jennings tratan de esbozar los lmites de la autonoma, dividindolos en biolgicos y ticos62, una senda que se sigue para as intentar determinar lo mejor posible cules son las dependencias que debemos considerar cuando se intente definir el concepto autonoma. Siguiendo su nocin de autonoma como la amalgama de caractersticas que hemos descrito con anterioridad, Gaylin y Jennings se ven en la necesidad de hacer un anlisis poltico del individualismo dentro de una comprensin biolgica y psicolgica de lo individual. 1.4.2.1 Lmites biolgicos al concepto de autonoma 1.4.2.1.1 Lmites derivados de la naturaleza biolgicamente social del hombre Es una obviedad que el hombre nace incompleto para Gaylin y Jennings (entendiendo hombre como ser racional y razonable probablemente) y que en el camino de consecucin de la completitud humana interviene necesariamente la sociedad. El lenguaje es el ejemplo ms palpable de como la naturaleza del hombre se moldea dependientemente de la sociedad en la que se halla inserto. Sin lenguaje la realidad humana deja de ser realmente humana ya que es el lenguaje el que nos permite estructurar pensamientos, transmitirlos y el que nos confiere de esa naturaleza tan particularmente humana, ms all de lo que dicte el cdigo gentico de la especie. Todos los comportamientos vendrn determinados por estas estructuras y otras formadas durante los distintos procesos de socializacin. As pues, el hombre es obligadamente un animal social, biolgicamente hablando. El hombre puede nacer libre, pero a su vez tiene unos lmites y constricciones de carcter biolgico, muchas de ellas relacionadas con emociones bsicas que el ser humano no puede reprimir. Por decirlo de alguna manera, el ser humano no puede considerarse completamente libre de directrices genticas, pese a que aparentemente puede abstraerse de determinaciones instintivas a travs de la reflexin, hay reductos que condicionan nuestra libertad. Son lmites bsicos las necesidades de alimento, agua u oxgeno necesarios para el soporte individual del ser humano; tambin lo es la necesidad de recurrir al intercambio sexual para reproducir la especie63; o la necesidad de recibir cuidados hasta una edad relativamente avanzada. Los cuidados recibidos los primeros meses de vida pueden determinar de forma aguda el carcter del ser humano en un futuro y condicionar de lleno la totalidad de su existencia. stas son cuestiones determinadas enteramente por condiciones biolgicas, que se proyectarn sobre los distintos colectivos de seres humanos determinando la forma bsica de las culturas a partir de las condiciones ambientales64.62 63

Gaylin W., Jennings B.; The perversion of autonomy; coertion and constraints in a liberal society Lmite que hoy en da resulta discutible, gran parte de los seres humanos no experimentan esa necesidad de forma limitante. 64 Gaylin W., Jennings B.; The perversion of autonomy; coertion and constraints in a liberal society

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En otro orden, pero tambin determinados por la estructura biolgica, encontramos comportamientos de carcter moral necesarios para la preservacin de la especie como los que muestra Freud en Ttem y tab65. Para el pensador austriaco ciertos comportamientos o actitudes del ser humano tienen una categora semejante a la que tienen los actos reflejos que nos llevan a retirar la mano del fuego independientemente de una previa ponderacin racional; no pueden ser postulados como meros accidentes culturales, sino que pueden ser considerados genticos, en el sentido de adheridos a nuestro comportamiento. Esto se refleja en la imposicin de tabes que pueden adquirir un carcter universal, como por ejemplo, el tab del incesto u otros destinados a la proteccin del menor. En este mismo sentido el papel de la madre tambin esta determinado a travs de los distintos procesos neurofisiolgicos que se producen en los primeros meses de vida del nio. En general los lmites a la autonoma pueden agruparse en internos y externos66. Forman parte de los internos los reflejos de la mdula especial, condicionamientos internos, la aversin al incesto, el cuidado de los nios, emociones primarias, emociones sociales, Entre los externos sitan llamadas a la racionalidad, a la conciencia, a las emociones sociales, Para los autores de The perversion of Autonomy, la naturaleza de la infancia contradice la posibilidad de una vertiente individualista de la cultura ya que el orden social es precondicin de la autonoma. El cuidado y la educacin del nio implican una formacin en costumbres y valores que tratan de hacer la vida ms sencilla. Nos arrojan a un mundo donde el comportamiento social est etiquetado, pero a su vez nos libran de tener que hacer un examen racional de cada uno de nuestros actos y decisiones y del desgaste mental y emocional que ello comportara. Para adquirir este comportamiento social es fundamental el periodo inicial de la vida del sujeto ya que las lecciones aprendidas en la niez permanecen en la inconsciencia del adulto. Se vern afectados, de forma permanente, comportamientos de tipo superficial como la forma de vestir o la conducta social; tambin el carcter y los valores con los cuales se identificar la persona a lo largo de su vida. Naturalmente no puede negarse la posibilidad de realizar procesos revisionarios a lo largo de su vida. La conducta del ser humano tiene una parte de conciencia limitada y otra debida a pasiones propias, y pese a que afirman que el ser humano es capaz de reinventarse a s mismo67 tambin dan a entender que estos comportamientos adquiridos representan una prdida de autonoma en la vida del ser humano. El ser humano puede variar los hbitos sociales aceptados hasta transformarlos en una generacin, aunque los valores morales estn ms profundamente enraizados y parece ms difcil poder realizar variaciones sustanciales en ellos. 1.4.2.1.2 La gentica

65 66

Ibid. Ibid. 67 Ibid.

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El estudio de las autnticas races del comportamiento humano incorpora en la actualidad los esfuerzos cientficos que pretenden relacionar la conducta humana con la dotacin gentica del individuo. Una parte importante de los impulsos de la investigacin gentica intenta encontrar relaciones entre los genes y el comportamiento de los individuos, y aunque parece que en muchos casos puede haber conexiones las relaciones precisas todava no han sido descritas. No parece plausible poder asociar un tipo de comportamiento a un gen, pero s parece relacionarse con un conjunto de ellos. Las especulaciones en este campo son numerosas, ya que la investigacin se halla en un terreno todava preliminar, sin embargo tras observar como el comportamiento social de los seres humanos se localiza en zonas concretas del cerebro68 se ha llegado a postular la posibilidad de existencia del gen del comportamiento humano. Evidentemente si existe una relacin ms o menos directa entre el pool gentico del ser humano y su comportamiento, sta debera ser mucho ms compleja que la que pudiera dar un gen o un conjunto concreto de stos. Los genes se influencian unos a otros, y a su vez no hay que olvidar que el ambiente, en el sentido amplio de la palabra, tambin interacciona con ellos. Por otro lado cada individuo experimenta una cadena de sucesos particular que lo convierte en un individuo nico. Es todava demasiado pronto, a nuestro juicio, para conocer la relacin exacta entre genes y comportamiento, pero s parece posible pensar que pueda haber una relacin estrecha entre ellos. Es decir, parece improbable que el comportamiento pueda estar plenamente determinado por condicionamientos genticos, de la misma manera que parece implausible pensar que el comportamiento no tenga ninguna relacin con componentes genticos. 1.4.2.1.3 La constitucin fsica de nuestro cerebro La autodeterminacin y libertad de los seres humanos no es tan amplia como en un principio podramos desear69. Gazzaniga70 reflexiona sobre las relaciones entre el cerebro humano y la posibilidad de autonoma. En sus trabajos encuentra indicios de que distintos desequilibrios neuroqumicos o lesiones pueden afectar a la conducta humana a partir de distorsiones en la funcin cerebral normal. Llevado esto al extremo, es lcito preguntarse si esta relacin abarca esferas ms amplias de nuestra conducta; es decir, dado que el cerebro es una entidad fsica, sujeta a las leyes del mundo fsico y como tal determinada en funcin de un nmero de variables, y sabiendo que el cerebro es el que determina la mente, est nuestra mente determinada? Otros estudios neurocientficos nos dicen que en el momento en que el individuo experimenta algo conscientemente, el cerebro ya ha hecho su trabajo, es decir, cuando somos conscientes de que hemos tomado una decisin, el cerebro ya ha inducido ese proceso71. Esto nos lleva a preguntarnos si las acciones son realmente nuestras, o bien si estn controladas determinsticamente por un rgano fsico.

68 69

Damasio, A. El error de Descartes Gaylin W., Jennings B.; The perversion of autonomy; coertion and constraints in a liberal society 70 Gazzaniga, M.S., El cerebro tico 71 Gazzaniga, M.S., El cerebro tico

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Podemos pensar que si el cerebro desarrolla su funcin antes de que el individuo sea consciente de un pensamiento entonces el cerebro es el que habilita la mente y por ende al individuo. Distintos experimentos parecen probar que el cerebro conoce las decisiones antes de que seamos conscientes de ello72 o que la actuacin del cerebro se realiza con anterioridad a que se manifieste la propia consciencia. Las neuronas no asisten pasivamente a los procesos de transmisin sino que pueden tener un papel importante en la decisin modificando la intensidad de la descarga elctrica, todo esto antes de que se perciba cualquier atisbo de consciencia. El cerebro hace cosas antes de que lo sepamos. No son stos los nicos indicios que hay entre el funcionamiento cerebral de tipo mecnico y el comportamiento humano. El libre albedro parece depender de zonas concretas del lbulo frontal del cerebro. El clebre caso de Phineas Gage parece correlacionar distintas reas del cerebro con el comportamiento social, concretamente tal y como Damasio73 nota, el crtex prefrontal cumple una funcin determinante en lo que sera el comportamiento social normal. Mltiples experiencias sugieren que el desarrollo conductual del cerebro es de ndole mecanicista lo que viene a reforzar las tesis de los que invitan a aceptar en un determinismo global en el mbito de la conducta humana. Es evidente que el camino de las neurociencias todava se halla en un estado demasiado prematuro como para poder aventurar resoluciones de este tipo. Ser en los prximos aos cuando estas disciplinas avancen lo suficiente como para poder dar explicaciones ms contundentes sobre si la conducta humana est determinada o no. No parece improbable que si consideramos el movimiento de un objeto como determinado slo porque somos capaces de explicarlo al dominar todas sus variables, no podamos pensar que movimientos que dependan de ms variables que tambin sern determinados aunque no podamos ahora mismo predecirlos. Es imposible para la mecnica newtoniana predecir donde caern todas las hojas de un roble al iniciarse el otoo, pero no porque ignoremos el movimiento de un cuerpo, sabemos estudiarlo, sino simplemente porque depende de tantas variables que resultara imposible hacer una prediccin certera. Quiere eso decir que el movimiento de una hoja es indeterminado y el de un coche acelerando s? Puede que todo se deba a que se confunda el estar determinado con prever cmo sucedern las cosas, pero no es nuestro objetivo analizar las caractersticas fundamentales del determinismo. La cuestin fundamental sigue siendo la misma que encontramos en el ncleo del pensamiento kantiano, y es que de la misma forma que la epistemologa kantiana refiere a una concepcin del ser humano que se inserta dentro de la naturaleza y por lo tanto sus actos, sus deseos (y tambin pensamientos, por qu no?), deben poderse explicar de forma causal; la nocin de autonoma humana implica autodeterminacin, de tal forma que el ser humano se dibuja como un ser de naturaleza dual, a veces fenomnico y otras noumnico74. Esto72

Gazzaniga cita a Benjamin Libet, Michael Platt, Paul Glimcher o los trabajos que ha realizado el mismo. 73 Damasio, A., El error de Descartes 74 ONeill O.; La tica kantiana; en Compendio de tica, ed. Peter Singer

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no se arregla argumentando que todo es predecible menos el ser humano ya que somos libres, el determinismo puede ser cierto, ya que es una construccin mental de difcil refutacin. No podemos decir nada a la pregunta qu debera pasar para que aceptramos que algo no est determinado ya que cualquiera de las respuestas nos invita a volver a formular la pregunta; y tampoco podemos decir que no se puede predecir la conducta humana ya que hay indicios de que a menudo s se puede hacer. Aceptar la existencia de autonoma en el ser humano pues nos invita a caer en la misma contradiccin kantiana, tomando al hombre por un ser escindido de la naturaleza; abrazar el determinismo implica aceptar que no somos nosotros los que controlamos el rumbo de nuestras vidas, de forma que nada de lo que hagamos importa realmente ya que no lo hacemos nosotros mismos. Esto nos lleva a plantearnos si nuestra capacidad de eleccin no es ms que una ilusin que se genera en nuestro cerebro. Siguiendo el rumbo al que nos lleva la corriente determinista conceptos como el de responsabilidad moral, del cual como hemos visto deriva mayoritariamente nuestra edificacin social, dejaran de tener sentido y por lo tanto la funcin de la propia moralidad perdera todo tipo de contenido, pierde todo fundamento objetivo. No dilucidaremos ahora la verdad o no del determinismo; lo que importa es que realmente nuestro cerebro nos hace pensar que s somos agentes libres y por lo tanto creemos que cada uno de los otros s es un ser autnomo, y mientras manifestemos esa creencia con ella viviremos, independientemente de si es cierto o no. Strawson75 expresa un punto de vista parecido al afirmar que lo importante es la percepcin que tenemos de nosotros mismos, luego que el determinismo sea cierto o no, no invalida la responsabilidad moral, la obligacin, el compromiso, la culpa o el castigo. Nos lleven por donde nos lleven las neurociencias del futuro, no es sencillo para nosotros desligarnos de la idea que somos nosotros mismos los que trazamos el rumbo de nuestra vida. Esto implicara una visin del ser humano completamente diferente y afectara decisivamente a nuestro entramado social. La base fundamental de lo que consideramos la autonoma del ser radica en que cada ser se siente a s mismo como un yo coherente con intenciones y razones que explican lo que concebimos como acciones unificadas76. Esto se debe a una zona modular de nuestro cerebro que Gazzaniga llama intrprete del hemisferio izquierdo donde se interpretan los datos recibidos en cada momento elaborando una historia continua de nosotros mismos y de nuestras creencias. Ah se explican los acontecimientos que nos suceden en el devenir de nuestra existencia y se interpretan los distintos hechos con los que nos encontramos. Ya se ver que proporcin de nosotros mismos forma parte realmente de nosotros, pero no estamos preparados para renunciar a nuestro papel de agentes de nuestras propias vidas.. Es de esperar que cuanto ms avance la visin determinista de la conducta humana, ms feroz ser la resistencia en contra de esta visin.

75 76

Strawson, P.F.;Freedom and resentment ; en Free will ed. G.Watson Gazzaniga, M.S., El cerebro tico

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Gazzaniga se opone al determinismo mediante la distincin entre cerebro, mente y personalidad, las personas son libres y, por lo tanto, responsables de sus acciones: los cerebros no son responsables77, ya que los cerebros son mecanismos automticos, regulados, determinados, mientras que los individuos son agentes con responsabilidad personal, libres para tomar sus propias decisiones78. Los mecanismos cerebrales no explican, segn Gazzaniga, las relaciones existentes en una estructura social, ni las reglas de convivencia, ni conceptos como la responsabilidad personal ya que estn en el ter79. Nuestra libertad se manifiesta en la interaccin del mundo social80. Por eso, prosigue Gazzaniga; la neurociencia jams encontrar el rastro de la responsabilidad en el cerebro ya que pertenece a las personas, es una decisin social, y la idea de responsabilidad, constructo social que existe en las reglas de la sociedad, no existe en las estructuras neuronales del cerebro81. Personalmente, me resulta ms difcil comprender cmo puede estar en el cerebro la idea de que las relaciones sociales no se hallan inscritas en ninguna de nuestras redes neuronales, ms an cuando parece evidente que distintas partes del cerebro rigen determinadas formas de comprender las relaciones sociales. Si el crtex prefrontal determina parcialmente determinados usos del comportamiento social, o la ausencia de masa gris favorece la desaparicin de impulsos de carcter inhibitorio, no parece que haya una ausencia absoluta de correlacin entre cmo concebimos las estructuras sociales, cmo nos comportamos, y el funcionamiento del cerebro. Damasio cita el ejemplo de Gage para indicar que algo en el cerebro concerna especficamente a propiedades humanas nicas, entre ellas la capacidad de anticipar el futuro y de planear en consecuencia dentro de un ambiente social complejo: el sentido de la responsabilidad hacia uno mismo y hacia los dems; y la capacidad de orquestar deliberadamente la propia supervivencia, y el control del libre albedro de uno mismo82. Parece pues que el juicio tico o la conducta social dependen significativamente de ciertas partes del cerebro y del funcionamiento de stas. En este sentido, tal y como comenta Damasio, la distincin entre cerebro y mente a la que hace referencia Gazzaniga podra leerse como una desafortunada herencia cultural que impregna nuestra sociedad y nuestra medicina83. La impresin que da es que ante la dificultad que supone asumir que somos menos dueos de nuestras acciones de lo que nos gustara, es preferible distinguir entre cerebro y persona cuando realmente an no es el momento de delimitar con precisin donde debe terminar dicha distincin. Es posible que nuestra ciencia no sea capaz de desvelar la totalidad de la relacin entre ambos, pero s es posible que la nocin de persona deba redefinirse a partir del futuro desarrollo de las neurociencias. An es pronto, y conviene ser prudente a la hora de emitir juicios sobre ello. Damasio alberga la esperanza de establecer un doble puente entre la neurobiologa y las humanidades, para as77 78

Ibid. Ibid 79 Ibid. 80 Ibid. 81 Ibid. 82 Damasio, A., El error de Descartes 83 Ibid.

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abrirnos el camino hacia una mejor comprensin del conflicto humano y una explicacin ms global de la creatividad84, destacando que cada vez se avanza ms en el descubrimiento de las tramas que se tejen entre neurobiologa y cultura, relacionando la estructura cerebral con el razonamiento moral o la experiencia esttica. Independientemente de las consideraciones neurolgicas sobre nuestra radical autonoma, conviene considerar como el discurso sobre la autonoma, de influencia claramente kantiana en este caso, enfatiza la parte racional y reflexiva del ser humano, en la medida en que las decisiones que se adoptan dependen en general de un proceso racional. Gaylin y Jennigs85 pretenden mostrar como se est relegando al olvido una parte del ser humano fundamental que no tiene una caracterstica meramente racional, lo que permitir, segn ellos, rebajar el papel de la autonoma en el devenir de la existencia humana. El aparato de decisin del hombre es caracterizado por el modelo de racionalidad clsico. Trazar lneas fronterizas entre lo autnomo y lo no autnomo depende del conocimiento que se tenga de cmo funciona nuestro aparato decisor, nuestra maquinaria instrumental. El modelo de racionalidad clsico se funda en una serie de hiptesis86: a) Las acciones de carcter racional tienen como causa un conjunto de deseos y creencias. b) La racionalidad se consigue a travs de la obediencia a unas reglas que distinguen lo racional de lo irracional. c) La racionalidad es una facultad cognitiva separada87. d) La debilidad de voluntad slo surge si hay algo errneo en los antecedentes del ser en cuestin. e) Las metas ltimas del ser humano no quedan sujetas a restricciones racionales. La razn slo parece intervenir en los medios que nos permiten conseguir estos fines. f) Si los fines ltimos son contradictorios, el sistema racional se colapsa. Son numerosas las adhesiones a la creencia de que este modelo no describe eficazmente la racionalidad humana. Hay indicios de que determinados postulados no son tan fuertes como realmente se pensaba: a) Es sencillo objetar que las acciones de carcter irracional tambin estn causadas por creencias o deseos88, por lo que debemos suponer que el conjunto de creencias y deseos no resulta suficiente para determinar la84 85

Ibid. Gaylin W., Jennings B.; The perversion of autonomy; coertion and constraints in a liberal society 86 Searle en Razones para actuar realiza una exposicin de las hiptesis del modelo y de sus posibles errores. 87 Searle, J.R.; Razones para actuar. 88 Searle recurre aqu tambin a la figura del adicto.

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accin. Searle rellena la diferencia entre el conjunto de creencias y deseos y la toma de la decisin con el fenmeno de brecha89. En esta brecha es donde se encuentra el libre albedro, donde late la autonoma del ser90. b) La racionalidad no es una cuestin de seguir reglas. c) La racionalidad no es una facultad separada, sino que no puede separarse del lenguaje, del pensamiento, de la percepcin, de la intencionalidad91, de la emocin92, Hemos hecho hincapi anteriormente en la necesidad de considerar la estructura racional que se da en el cerebro de forma necesariamente integrada. d) Evidentemente si las acciones vinieran determinadas por las creencias y deseos sera imposible la debilidad de voluntad, por ello Searle lo remite al fenmeno brecha nuevamente93. e) Hay razones para la accin independientes del deseo94.

f) El conjunto de fines primarios no tiene porque ser consistente. De hecho la mayora de fines perseguidos mantienen relaciones de relativa inconsistencia entre s; y a travs de la razn (por ejemplo) tratamos de ordenar la prioridad de dichos fines. La racionalidad humana no se ajusta realmente al modelo clsico de racionalidad tal y como Searle nos muestra en su teora del libre albedro. Por otro lado, la maquinaria instrumental humana no es un mero entramado lgicoracional que determina todo lo dems. Numerosos autores nos recuerdan que el hombre no es un mero animal racional sino que late dentro de l una componente instintual-emocional fundamental95. Para Spinoza, los afectos y las pasiones son formas de relacionarse del sujeto con s mismo y con los otros. En ellas, trata de encontrar respuesta al origen de la supersticin, la tristeza tica y las circunstancias que llevan al colectivo social a la obediencia poltica. En este sentido reconoce que las pasiones son un fenmeno de la naturaleza, tanto en sus aspectos negativos como positivos. Pero ello no lo conduce a plantear cmo suprimirlas o dominarlas sino, por el contrario, cmo comprenderlas para tomar mayor conciencia de ellas y utilizarlas en el89 90

Searle, J.R.;Razones para actuar Nosotros usaremos el trmino maquinaria instrumental para mostrar este aparato que decide en ltima instancia entre las diferentes opciones que se vislumbran. 91 Searle, J.R.; Razones para actuar 92 Damasio, A.; En busca de Spinoza 93 Searle, J.R.; Razones para actuar 94 En mi opinin, la afirmacin de Searle se basa en ejemplos dudosos. Al exponer el caso del hombre que se niega a pagar la cuenta por que no encuentra ningn deseo que le haga pagar, olvida que el hecho de no pagar puede sumirle en situaciones indeseadas por el, y al escoger pagar (normalmente) espresa su deseo de no pasar por esas situaciones. La razn para pagar no es tan independiente del deseo como Searle quiere hacer ver. 95 En este sentido conviene recordar numerosos autores que enfatizan estos componentes como Spinoza, Elster o el anteriormente citado Damasio.

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desarrollo de la potencia de ser96. Muchos otros autores subrayan el rechazo a la tradicional oposicin entre pasin y razn. Damasio apunta a una interaccin de los sistemas subyacentes en los procesos normales de emocin, sentimiento, razn y toma de decisiones97. El modelo de racionalidad clsico no parece poder explicar realmente el conjunto de pensamientos racionales que se aglutinan en el ser humano. La racionalidad clsica de raigambre ilustrada aparece hoy en da como un modelo en quiebra. Es evidente que tenemos la capacidad de realizar razonamiento analtico y sinttico, pero nuestro pensamiento no es exclusivamente as; y nuestro comportamiento tampoco se basa simplemente en pensamiento analtico. La consideraracin del ser humano como un ser racional sin ms implica no conocer la naturaleza humana. La psicologa del siglo XX no se ha cansado de repetirnos que debemos olvidar dicha consideracin. El pensamiento de influencia freudiana nos revela que vivimos en un mundo de percepciones, y lo que sentimos modifica lo que pensamos acerca de las cosas. Por otra parte no siempre conocemos realmente nuestras motivaciones, muchos de nuestros comportamientos se determinan por percepciones que ignoramos; ya hemos comentado antes que condiciones bsicas de nuestro comportamiento vienen dados por hechos pasados debido a la influencia parental o cultural. En este mismo sentido, Skinner98 niega la posibilidad de libertad para el ser humano, convirtindolo en un ser que reacciona a partir de respuestas predecibles a partir de las experiencias anteriores y los psicoanalistas confirman las relaciones entre los actos del hombre y las experiencias pasadas por l mismo. Tomando ambas acepciones parece complicado encontrar resquicios que muestren la voluntariedad de nuestro comportamiento. La ciencia del siglo pasado ha mostrado que las emociones no pueden desligarse de los procesos racionales; la tradicional oposicin entre razn y emocin parece hoy en da ms obsoleta que nunca99. La consideracin de emocin y razn como un todo integrado parece ms necesaria que nunca (si es que realmente es separable, cosa por lo que actualmente no nos decantaramos), donde cada razonamiento tiene componentes de las mismas imbrincadas de tal forma que no es posible una separacin. El hombre no es una mquina meramente racional, la racionalidad operativa a menudo puede asociarse a la eleccin de medios para acometer un fin, pero difcilmente convendremos que la eleccin de nuestros fines resulte de un proceso meramente racional. Ms bien parece todo lo contrario, nuestro razonamiento parece una adecuacin disimulada a nuestros deseos, donde la razn opera desde un punto de vista prctico en la consecucin de los mismos y entra en el plano argumental como mero justificante. Sin embargo, el peso que se da al pensamiento racional en el pensamiento autnomo es fuerte, incluso en el terreno judicial. Segn Miles y August100 los tribunales tienden a aceptar las preferencias de los hombres en decisiones sobre tcnicas de soporte vital por96 97

Spinoza, tica Damasio, A.; En busca de Spinoza 98 Skinner, Beyond freedom and dignity 99 Damasio, A. El error de Descartes 100 Miles, S.H.; August, A.; Courts, Gender and The right to die. Law, Medicine and health care 18, 8595

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considerarlas razonables, ya que las de las mujeres se consideran poco reflexionadas, emotivas o inmaduras101, algo que muestra la particular valoracin que puede darse a un razonamiento que contenga una dimensin emotiva importante102. 1.4.2.1.4 El significado de estos lmites La presentacin de estos lmites biolgicos103 tiene el objetivo de hacernos ver como la autonoma que demandamos para cada uno de nosotros, y que en muchos casos se representa como valor fundamental para la sociedad occidental, resulta una pretensin irrealizable si lo que pretendemos es ver al hombre como un ser que puede ejecutar por s mismo su voluntad. Nosotros convenimos exactamente lo mismo. El hombre tiene una serie de condicionantes biolgicos, y eso es innegable. Sin embargo, la autonoma que propone el hombre del siglo XXI no pretende ignorar dichos condicionantes sino que se edifica a partir de ellos, al menos hasta que la ciencia permita clarificar algunas de las limitaciones mencionadas anteriormente. Conocernos limitados, saber que nuestra voluntad no es omnipotente no desvaloriza nuestra pretensin de autonoma, por cuanto dicha pretensin se realiza en un momento puntual y concreto y nosotros mantenemos la creencia que nuestros actos pueden ser en cierta forma escogidos por nosotros mismos. Dicho de otra forma, cuando nosotros conducimos un coche tenemos unos lmites determinados por los condicionantes orogrficos o climatolgicos, incluso podemos sentir miedo al ir por una carretera que da a un precipicio debido una mala experiencia cuando tuvimos cuatro aos, pero parece que s hay lugar para una cierta autonoma en el conductor; no podemos atravesar una montaa, pero s podemos escoger evitarla, atravesarla por un tnel, dar media vuelta, La existencia de lmites es evidente pero eso no desvaloriza la nocin de autonoma, todo lo contrario, le da el peso justo al ser la expresin de los deseos que sacuden nuestra existencia y la proyeccin de las cadenas de sentidos que conferimos a la realidad. No podemos olvidar la existencia de lmites, desde luego, y es en su conocimiento donde la razn puede situarse en un proceso que revise como determinadas experiencias anteriores o configuraciones mentales afectan a nuestro comportamiento en un momento dado. La razn en este caso no se compone slo de ese componente sinttico-analtico sino que se halla integrada ntimamente con componentes de carcter emocional. Respecto a la posible determinacin gentica de nuestro comportamiento conviene mostrarse escpticos, no porque no pueda existir una relacin (todo lo contrario), sino porque es demasiado pronto para clasificar todos los pormenores que entran en ella. Las condiciones ambientales a las que se ve sometido cada ser, la cadena de eventos que sufre son de una variedad tal que no parece que el comportamiento pueda venir nicamente determinada por el cdigo gentico del individuo.

101 102

Ibid. Tambin puede interpretarse a partir del sesgo que determinadas ideas de componente social pueden producir en decisiones judiciales. 103 Gaylin W., Jennings B.; The perversion of autonomy; coertion and constraints in a liberal society

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1.4.2.2 Lmites ticos al concepto de autonoma Los lmites de ndole biolgica no son los nicos que presentan Gaylin y Jennings, para ellos es tambin fundamental la consideracin de los lmites ticos de la autonoma104. Si los primeros se presentan como intuitivamente evidentes, pero necesitados de comprobaciones que la ciencia promete para un futuro; los segundos quedan sometidos al mbito de la red de estructuras sociales que se genera por la vida necesariamente en comunidad en la que el hombre se ve inmerso. En stos ltimos no tenemos la posibilidad de esperar un dictamen definitivo, sern polmicos por s mismos. Cuando conducimos nuestro automvil hemos visto que tenemos unos condicionantes determinados por limitaciones que podramos llamar naturales. Si llueve de forma torrencial, no podemos ir a la velocidad que podramos desear ya que nuestra visibilidad no es ptima, y las condiciones de adherencia del vehculo tampoco. Tampoco podemos atravesar un mar o un ro por donde nos plazca, ni recorrer desniveles pronunciados apelando a la piedad newtoniana. Nuestra autonoma se ve pues limitada, aunque eso no quiere decir que deba ser eliminada. Hay otros factores que afectarn de forma decisiva a la autonoma de nuestra conduccin, y stos se derivan de la necesidad de articular un mundo que permita salvaguardar la seguridad de todos los integrantes de la red social en la que se ve definida el fenmeno en cuestin. La conduccin slo es comprensible como un fenmeno social, en un mundo de fines, en el que para garantizar el acto en s deben introducirse otros lmites. Debemos delimitar sentidos para las calles, prohibiciones, seales; y en un segundo trmino, nos veremos obligados a imponer sanciones para garantizar el cumplimiento de esos lmites. stas sern reforzadas con campaas de prevencin, educacin vial clases en las escuelas sobre conduccin y un largo etctera. Es significativo que la forma de conducir de cada uno, su autonoma de conduccin, deber regirse por unos principios que pretenden garantizar el bien comn. Ms all de la metfora del conductor, la vida en sociedad implica una prdida de autonoma del individuo al intentar garantizar el orden social deseado. El individuo ve recortadas sus prerrogativas a la vez que, tericamente, ve garantizadas determinadas necesidades, en funcin del tipo de sociedad a la que pertenezca. Estos lmites podemos decir que tienen un carcter tico, y son difciles de determinar plenamente. Nunca podemos estar seguros que parcela de autonoma debe ceder el individuo, ni hasta que punto el orden social puede recortar determinadas actuaciones del individuo. Puede resultar razonable que el orden social prohba el uso del telfono mvil mientras se conduce y podra parecer irrazonable que las autoridades tuvieran la potestad de pinchar las ruedas del coche si se conduce a menos de 40 Km/h. La razonabilidad de las medidas a menudo entra dentro del campo del discurso pblico y de las valoraciones (no siempre meramente racionales, de hecho casi nunca) que se haga de la situacin pblica, Trazar esos lmites va a resultar104

Ibid.

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enormemente difcil, y justificarlos coherentemente parece casi imposible105. Lo nico que tenemos claro es que esos lmites deben existir, pero a su vez no todo lmite es aceptable. Tanto Locke, como Montesquieu, Tocqueville o Mill reconocen la necesidad de conceptos como responsabilidad, lmites, orden y control. Locke trata de buscar un uso razonable de libertad106 al proponer una cuota de libertad para los ciudadanos, unos derechos asegurados, especialmente el derecho a la propiedad; as como una necesidad de mantener el orden y un control para que los derechos de nadie no sean menoscabados. Montesquieu, Rousseau y Tocqueville proponen una libertad para el ser humano pero enfatizando su labor de agente dentro de la interrelacin con los otros agentes. Rousseau107, expres el ideal poltico social de la pequea burguesa y del artesanado. Este pensador fue contra la corriente del siglo, desarroll la teora de la soberana popular, daba todo el poder a todo el pueblo. El papel que le reservaba al Estado era reprimir los abusos de la propiedad individual, mantener el equilibrio social por medio de la legislacin respecto de la herencia y el impuesto progresivo. Sin embargo el individuo debe someterse a la Voluntad General, que emana del pueblo, aunque no se sabe bien de donde. Montesquieu108 opina que el garante de los derechos debe ser la aristocracia, que capitanea el contrato social establecido por los miembros de la sociedad. Mill justifica el uso de coercin para prevenir el dao que se pueda hacer a otros109, de forma que la libertad de cada uno se ve constreida al evitar el dao que se pueda hacer a terceros. Sin embargo, definir el concepto de dao resulta fundamental, y a su vez difcil. El harm principle no da una lnea clara de actuacin110. Uno puede desear leer las obras de Eurpides en el banco de un parque y otro puede creer que es daino para la sociedad tener gente en los parques pblicos leyendo literatura clsica. Como la mayora de conceptos que nos relacionan, es evidente que el dao existe, pero trazar donde estn los lmites del significado de daar a alguien resulta complejo. En todo caso, la libertad del individuo s debe ser protegida, la persona debe poder ejercitar sus planes de vida, pero este ejercicio debe realizarse de una manera cvica y comunal111 no de forma libertaria, atentos a la interdependencia, la reciprocidad y la moralidad112. Es evidente cuanto peligro encierra el concepto ejercer la libertad de forma no libertaria sino comunal con atencin a la moralidad. La autonoma debe pues lindar con un concepto de bien comn garantizado por el Estado, que en determinadas circunstancias puede imponer la coercin social en pos de defender valores comunitarios esenciales como la justicia113, la igualdad, la tolerancia...105

La justificacin manifiesta un carcter problemtico de por s. No parece posible remitir las justificaciones a niveles indiscutibles, sino que caen dentro del entorno parcialmente discursivo de las sociedades occidentales de hoy en da. 106 Locke, J., Dos tratados sobre el gobierno 107 Rousseau, J.J., El contrato social 108 Montesquieu, El espritu de las leyes 109 Mill, J.S., Sobre la libertad 110 Gaylin W., Jennings B.; The perversion of autonomy; coertion and constraints in a liberal society 111 Ibid. 112 Ibid. 113 Ibid.

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Hay mltiples ejemplos donde la autodeterminacin se confronta con valores importantes para el colectivo social. Si aceptamos que es humano que cada cual trace sus planes de vida y otorgue los sentidos que realicen dichos planes tambin debemos considerar que lo humano incluye muchas otras cosas, se relaciona con otras nociones sin las cuales la existencia humana habra de tornarse en compleja. Valores como la lealtad, el compromiso, el bienestar o la racionalidad tambin son igual de importantes, y sus relaciones con la autonoma pueden ser a menudo difciles. Un mundo humano donde no haya lugar para el compromiso o la promesa nos parece efectivamente menos humano, por cuanto las relaciones humanas requieren un cierto grado de confianza, y si aceptamos que no pueda existir ningn compromiso esta confianza se diluye. Nadie querra un mundo de los fines donde se aceptar la posibilidad de hacer falsas promesas como ley universal. Por eso G.Dworkin nos recuerda que una condicin previa es la consistencia del concepto con otros conceptos consistentes y aceptados114. En el momento en el que nos comprometemos con algo pasamos a aceptar que nuestras acciones dependen de algo externo; as el compromiso se muestra incompatible con una visin profunda de la autonoma, de igual forma que lo ser la lealtad, la promesa, la autoridad, la tradicin,Wolff subraya que nadie puede ser autnomo si tiene que obedecer la ley slo porque es ley115, pero por otra parte parece que en ausencia de ley las libertades no pueden ser garantizadas. Para Dworkin116 una concepcin de autonoma sustantivamente independiente nos lleva a errores teorticos sobre la autoridad poltica y moral e ilustra su aseveracin con el razonamiento de Wolff. Para Wolff, como representante de la nocin fuerte de autonoma, el hombre autnomo no puede estar sujeto a la voluntad de nadie, a no recibir rdenes de nadie, ni acatar las indicaciones de nadie. La autonoma es la primera obligacin del hombre. Por otra parte una promesa o un compromiso implican una autoridad, sugiere una prdida de independencia. De tal forma si la autonoma es inconsistente con el compromiso o la promesa no puede ser un valor supremo ya que entonces no seramos autnomos para hacer una promesa117. As parece que es necesario que la autonoma sea consistente con la posibilidad de cumplir promesas, y a la vez, podramos aadir, con la posibilidad de hacer una promesa y no cumplirla. La autonoma, en general, se ve sujeta a los lmites derivados de la condicin humana de vida en comunidad, ya que no es un valor absoluto, sino que debe armonizarse con otros que tambin consideramos importantes. La consideracin de las consecuencias que se generan al promover la autonoma en distintas esferas sociales imponen otras limitaciones al concepto de autonoma. Las consecuencias pueden chocar con intuiciones morales concretas que potencian otros valores. Evidentemente, los valores a menudo surgen tras un anlisis consecuencialista de determinados actos anteriores, as114 115

Dworkin, G., The theory and practice of autonomy Wolf, R.P En defensa del anarquismo 116 Dworkin, G., The theory and practice of autonomy 117 Dworkin, G., The theory and practice of autonomy

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que no resulta sencillo distinguir claramente cuando un acto se opone a un valor B concreto o bien a un conjunto de consecuencias probables, a partir de las cuales, por repeticin, ha acabado por generar el valor B. Nos parece evidente que el anlisis consecuencialista es inevitable a la hora de ponderar un acto cuando estamos hablando de un marco social determinado. Los lmites biolgicos de la autonoma cercenan por s solos determinadas actuaciones, pero si los lmites son ticos a menudo requieren de medidas coercitivas que se imponen sobre el ser pretendidamente autnomo. Agredir fsicamente alguien puede ser una expresin de autonoma de A que puede no estar sujeta a ninguna restriccin biolgica, sin embargo resultar habitual que este tipo de actos sean reprobados por el conjunto social que considera el acto inapropiado. Para impedir la agresin, la comunidad dispone de mecanismos que limitarn la autonoma de A. Podemos preguntarnos acerca de si son necesarios unos lmites ticos al concepto de autonoma del individuo o si por el contrario, tal y como pretende Wolff, podemos ignorar todo intento de cercenar la autonoma del ser humano apelando a la colectividad en la que vivimos. Dicho de otra forma, podemos aceptar una autonoma individualista como idea fundamental de autonoma o bien nuestra concepcin de autonoma debe necesariamente encontrar la forma de definirse en funcin de la sociedad en la que se halla inmerso el ser humano? Nuestro sistema de vida se halla caracterizado por la centralidad que tiene el individuo dentro de nuestro esquema de pensamiento. La libertad es un grito que se deja or en todos los mbitos, libertad respecto del sistema poltico, de las instituciones sociales, de todo lo que amenace la autonoma del ser humano. La vida en comunidad impone necesariamente una serie de normas comunes, sin ellas no hay sociedad118. Este es el mensaje que quieren transmitir Gaylin y Jennings al denunciar el sentido perverso de la cultura de la autonoma de hoy en da. Si la autonoma slo es vista como la base de demandas y querellas de unos contra otros, no podr ser al mismo tiempo la base de la cohesin y la solidaridad social119. La autonoma requiere unos lmites ticos, y el problema reside en donde colocar ese lmite; un lmite que permita vincular la autonoma con el inters individual y con el inters comn. La autonoma no puede desvincularse de una teora del bien humano, segn Gaylin y Jennings120, una nocin de autonoma individualista acabar siendo perversa ya que no contribuir a la construccin de una sociedad mejor. 1.5 La posibilidad de autonoma del ser humano dado su valor Independientemente de la definicin que prefiramos de la autonoma del ser humano, y teniendo en cuenta las diferentes versiones expuestas hasta ahora, parece claro que la autonoma es algo valioso para nosotros.

118 119

Camps, V., La voluntad de vivir Camps, V., La voluntad de vivir 120 Camps, V., La voluntad de vivir

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La consideracin de la autonoma como parte fundamental de todo proyecto humano nos otorga la posibilidad de poder ejercer de agentes de nuestras propias vidas. Cada uno de nosotros puede concebirse a s mismo de la mejor manera que crea y poner todos los medios necesarios para edificar su existencia en funcin de los parmetros, estructuras y valores que uno mismo autodetermine como vlidos para s. De esta forma, la vida de cada cual, toma el sentido que realmente cada uno quiere darle y eso es lo que, siguiendo a Mill121, hace que realme