primera huelga gay claridad 22-06-2010

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Claridad, El Periódico de la Nación Puertorriqueña La lucha LHBTT: de las identidades a las ciudadanías Autor: Rubén Ríos ávila De todas las huelgas universitarias, la del 2010 será probablemente recordada como la primera huelga gay. La participación activa de organizaciones como la Coalición Contra la Homofobia ha sido variada y determinante en todo el proceso huelgario. Se ve su presencia en la estructura directiva estudiantil, en las marchas, en las teatralizaciones, en el anuncio de YouTube, en la programación de Radio Huelga, hasta en la representación estudiantil en la Junta de Síndicos. La bandera gay ha ondeado a menudo, junto a otras, y sobre todo el 17 de mayo, el Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia, cuando la marcha que se tenía planificada para ese día se relocalizó frente a los portones de la Universidad. Esa tarde lluviosa de primavera, los que marchamos cantando nuestras consignas contra la homofobia, la transfobia y el fundamentalismo, lanzábamos una interpelación directa a los huelguistas, pero sobre todo al país, para que repensemos los reclamos de ambas causas, la de la huelga y la de la homofobia, como causas pertenecientes a un mismo orden de discusión. La audacia de esta movida es una señal de la madurez del movimiento LHBTT en la isla. Este año se celebraron veinte años de la Parada Gay. Quizás más importante que el crecimiento general de la asistencia a estas marchas, que se cuenta ya en los miles, sea el crecimiento significativo del número de organizaciones de base que marchan conjuntamente, para ser vistas, en expresión de apoyo y solidaridad. La Fundación de los Derechos Humanos, El Movimiento Amplio de Mujeres, El Colegio de Trabajadores Sociales, Amnistía Internacional, El Comité Pro-defensa de los Presos Políticos, Homoerótica, (un grupo de escritores LHBTT), y los diversos grupos de apoyo directo, como CONCRA, COAí Tanamá, Fundación AIDS, etc, todos convergen a lo largo de la Avenida Ashford, insertándose políticamente como parte del desfile. Es imposible hablar de un solo movimiento “gay”; más bien se trata de la co-existencia pacífica, y a veces no tan pacífica, de distintas agendas. Una zona general de conflicto la marca la disidencia entre el tipo de activismo de las comunidades de base, como la Coalición Orgullo Arcoiris, por ejemplo, dirigida por Olga Orraca, y el activismo mediático de un Pedro Julio Serrano, quien aspira, muy deliberadamente, a ser una figura pública gay. Esa tensión entre la ética comunitaria de las organizaciones de base, que prefiere el anonimato del activismo colectivo, y la figura de Serrano, activamente insertada en la sociedad del espectáculo, es importante, porque marca un diferendo irresoluble desde el punto de vista del agenciamiento político. Creo que es útil y hasta conveniente mantenerlo, para que subsistan modos antagónicos y mutuamente suplementarios de ejercer el activismo social. Pero volvamos a la huelga. Es innegable que esta huelga estudiantil se ha convertido en una poderosa válvula para procesar el malestar imperante con las decisiones del gobierno local: la ley 7, los despidos masivos, la politización del tribunal supremo, y ahora, el desmantelamiento de la Universidad del País. Hay un ángulo en que esta huelga ha poseído una innegable capacidad de representación. De hecho, ha terminado por asumir como su norte moral el reto más importante del radicalismo contemporáneo, más allá de las luchas específicas contra el gobierno local: la oposición decidida y organizada del sector público a la privatización rampante y agresiva que amenaza con destruir, precisamente, el espacio público, aquello que es de todos porque no es de nadie. Por eso recala tan hondo la consigna general de los estudiantes: la Universidad es un País. En esta huelga, la Universidad es el País. Un País donde el sujeto LHBTT reclama un espacio. Y lo reclama como un sector excluido del escenario donde se disputan los poderes de representación social. La interpelación LHBTT en la huelga tiene todo que ver con el espacio público. Propone que hay dos modos de ampliarlo: resistiéndose a la privatización, como propone la huelga, pero también dando cabida a otras subjetividades que amplíen el perímetro de ese espacio público. De lo que se trata es de formar parte de lo que Ranciére llama el espacio del litigio, la zona de intervención política donde las subjetividades expresan sus antagonismos. Ese espacio de lo político es agresivamente limitado por una policía de la representatividad, que insiste en negarle cabida a las nuevas representaciones. La convivencia social tiene muy poco que ver con la utopía de las correspondencias entre las marginalidades, y mucho más que ver con el roce constante de sus antagonismos. Por su constitución inherente, el sujeto LHBTT es agresivamente plural, un engendro monstruoso porque es, en última instancia, ilegible. Las siglas de todas estas identidades añadidas una tras la otra – lesbiana-homosexual (o gay)-transgénero- transexo—no conforman un nombre pronunciable, sino una legión de agendas encontradas, de performatividades contradictorias, tanto las unas con las otras, como cada una de ellas para sí misma en el espectro complejo de sus modos de representación.

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Page 1: Primera Huelga Gay Claridad 22-06-2010

Claridad, El Periódico de la Nación Puertorriqueña

La lucha LHBTT: de las identidades a las ciudadanías Autor: Rubén Ríos ávila

De todas las huelgas universitarias, la del 2010 será probablemente recordada como laprimera huelga gay. La participación activa de organizaciones como la Coalición Contrala Homofobia ha sido variada y determinante en todo el proceso huelgario. Se ve supresencia en la estructura directiva estudiantil, en las marchas, en las teatralizaciones,en el anuncio de YouTube, en la programación de Radio Huelga, hasta en larepresentación estudiantil en la Junta de Síndicos. La bandera gay ha ondeado amenudo, junto a otras, y sobre todo el 17 de mayo, el Día Internacional contra laHomofobia y la Transfobia, cuando la marcha que se tenía planificada para ese día serelocalizó frente a los portones de la Universidad. Esa tarde lluviosa de primavera, losque marchamos cantando nuestras consignas contra la homofobia, la transfobia y elfundamentalismo, lanzábamos una interpelación directa a los huelguistas, pero sobre

todo al país, para que repensemos los reclamos de ambas causas, la de la huelga y la de la homofobia, comocausas pertenecientes a un mismo orden de discusión.

La audacia de esta movida es una señal de la madurez del movimiento LHBTT en la isla. Este año se celebraronveinte años de la Parada Gay. Quizás más importante que el crecimiento general de la asistencia a estas marchas,que se cuenta ya en los miles, sea el crecimiento significativo del número de organizaciones de base que marchanconjuntamente, para ser vistas, en expresión de apoyo y solidaridad. La Fundación de los Derechos Humanos, ElMovimiento Amplio de Mujeres, El Colegio de Trabajadores Sociales, Amnistía Internacional, El Comité Pro-defensade los Presos Políticos, Homoerótica, (un grupo de escritores LHBTT), y los diversos grupos de apoyo directo, comoCONCRA, COAí Tanamá, Fundación AIDS, etc, todos convergen a lo largo de la Avenida Ashford, insertándosepolíticamente como parte del desfile. Es imposible hablar de un solo movimiento “gay”; más bien se trata de laco-existencia pacífica, y a veces no tan pacífica, de distintas agendas. Una zona general de conflicto la marca ladisidencia entre el tipo de activismo de las comunidades de base, como la Coalición Orgullo Arcoiris, por ejemplo,dirigida por Olga Orraca, y el activismo mediático de un Pedro Julio Serrano, quien aspira, muy deliberadamente, aser una figura pública gay. Esa tensión entre la ética comunitaria de las organizaciones de base, que prefiere elanonimato del activismo colectivo, y la figura de Serrano, activamente insertada en la sociedad del espectáculo, esimportante, porque marca un diferendo irresoluble desde el punto de vista del agenciamiento político. Creo que esútil y hasta conveniente mantenerlo, para que subsistan modos antagónicos y mutuamente suplementarios deejercer el activismo social.

Pero volvamos a la huelga. Es innegable que esta huelga estudiantil se ha convertido en una poderosa válvula paraprocesar el malestar imperante con las decisiones del gobierno local: la ley 7, los despidos masivos, la politizacióndel tribunal supremo, y ahora, el desmantelamiento de la Universidad del País. Hay un ángulo en que esta huelgaha poseído una innegable capacidad de representación. De hecho, ha terminado por asumir como su norte moral elreto más importante del radicalismo contemporáneo, más allá de las luchas específicas contra el gobierno local: laoposición decidida y organizada del sector público a la privatización rampante y agresiva que amenaza condestruir, precisamente, el espacio público, aquello que es de todos porque no es de nadie. Por eso recala tan hondola consigna general de los estudiantes: la Universidad es un País. En esta huelga, la Universidad es el País.

Un País donde el sujeto LHBTT reclama un espacio. Y lo reclama como un sector excluido del escenario donde sedisputan los poderes de representación social. La interpelación LHBTT en la huelga tiene todo que ver con elespacio público. Propone que hay dos modos de ampliarlo: resistiéndose a la privatización, como propone lahuelga, pero también dando cabida a otras subjetividades que amplíen el perímetro de ese espacio público. De loque se trata es de formar parte de lo que Ranciére llama el espacio del litigio, la zona de intervención políticadonde las subjetividades expresan sus antagonismos. Ese espacio de lo político es agresivamente limitado por unapolicía de la representatividad, que insiste en negarle cabida a las nuevas representaciones. La convivencia socialtiene muy poco que ver con la utopía de las correspondencias entre las marginalidades, y mucho más que ver conel roce constante de sus antagonismos. Por su constitución inherente, el sujeto LHBTT es agresivamente plural, unengendro monstruoso porque es, en última instancia, ilegible. Las siglas de todas estas identidades añadidas unatras la otra – lesbiana-homosexual (o gay)-transgénero- transexo—no conforman un nombre pronunciable, sinouna legión de agendas encontradas, de performatividades contradictorias, tanto las unas con las otras, como cadauna de ellas para sí misma en el espectro complejo de sus modos de representación.

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una de ellas para sí misma en el espectro complejo de sus modos de representación.

Demás está decir que la entrada de estas nuevas subjetividades ha suscitado un recibimiento violento por parte delas viejas instituciones encargadas de defender lo que podríamos llamar el sentido común social, que no es otracosa que la naturalización de las ideologías dominantes. La transfobia y los crímenes contra transexuales son uníndice alarmante de hasta qué punto el machismo heteronormativo todavía regula la libido de los cuerpo. Perotomemos, como ejemplo, una muestra menos sensacionalista, pero quizás más sintomática, de la violencia deestos policías de la representatividad. La reciente aparición del libro Opus Totus, una antología de poesía líricalesbiana (aunque los antólogos prefieren llamarla lésbica, para explotar el preciosimo modernista del vocablo)escrita anónimamente por un grupo (supuestamente tres) de profesores universitarios bajo los seudónimostravestidos de Beba Marucci, Carmen Pérez Müller, Rosalba López Cepera y Elvira Montes Stubbe. Los nombresparecen sacados de una revista del preciosismo modernista, como para recalcar que, en el fondo, esteexperimentalismo y estas marginalidades no son sino otra expresión más de la depravación burguesa. De losautores de la antología, el único que ha asumido cierta paternidad pública con el proyecto ha sido Rafael Acevedo.El libro es una parodia bastante anodina del erotismo lesbiano. Lilliana Ramos Collado, Nemir Matos o Luz MaríaUmpierre pueden quedarse tranquilas.

Ninguno de sus autores parece ser poeta, o por lo menos no lo demuestra en estos poemas, que funcionan másbien como chistes de color subido, ristras de juegos de palabras, ejercicios de una puerilidad bastante olvidable. Lointeresante de este libro tiene poco que ver con sus méritos literarios, aunque curiosamente se escribe paradefender la dignidad de la Poesía y de la Literatura ante la malversación supuesta de los proselitismos sexuales.Les puedo confirmar con confianza a todos los amantes del Arte Puro que la redacción de estos poemas ha dejadoa la Poesía y a la Literatura perfectamente intactas.

Lo interesante de esta parodia en defensa de la poesía es su ataque frontal a dos actividades aparentementeinconexas: por un lado el ejercicio intelectual de la teoría, del pensamiento teórico reciente, como el sicoanálisis,el feminismo, la postmodernidad, o el postestructuralismo (ridiculizados en el prólogo de la supuesta FlaviaHoffman- Melendes) y por el otro el derecho a cantarle a la vagina, el atrevimiento del feminismo lesbiano deadueñarse del objeto máximo del deseo hetero- masculino. De ahí el título Opus Totus, que alude, en latínmacarrónico, a dos instituciones del pensamiento conservador: por un lado la Obra (Opus), ese monumento a lahipóstasis del sujeto que prefiere el producto, el resultado archivable, al proceso, aquello que Barthes insistió enllamar el texto, hecho para la escucha del lector, más que para la reivindicación de su supuesto Autor. Y por otrolado la totalidad, la idea de que todo proyecto (político, estético o sexual) aspira a la autosuficiencia, a laconsecución de la perfección de su Forma. Por supuesto, la totalidad aquí se confunde con la Tota, (La casa editorase hace llamar Totalia Editoria) una de las muchas acepciones populares para llamar la vagina. Se trata deproponer la apoteosis del Todo bajo el semblante de la Cosa edipal, el objeto del goce fálico que se presume comoanterior a la castración.

Estamos ante un ejercicio bastante rudimentario de parodia reaccionaria, la parodia que aspira a destruir el modeloque imita, a desprestigiarlo, a borrarlo del escenario de lo politizable. Estamos también ante un caso bastanteclásico de la policía de lo político. Hay otros modos radicales de la parodia, si se piensa, por ejemplo, en El Quijote,para el cual el modelo no es sino una fuente de posibilidades, el único origen posible de todas las mutaciones deldeseo. Opus Totus no se deja seducir por el modelo (o los modelos) que intenta parodiar. Para ello hubiera tenidoque dialogar seriamente con las propuestas teóricas que organizan esas subjetividades y con las poderosasfantasías que engendran sus repertorios retóricos. Decide, por el contrario, aferrarse a los clisés disecados en lasfrases hechas que toma prestadas de los distintos campos semánticos de la Poesía y de la Teoría. Aquí vale la penaconsignar la violencia (el humor no puede ocultar del todo su deuda con el rencor) de una autoridad antiguamentenaturalizada, una autoridad que la lesbiana pone en entredicho por el mero hecho de existir. De hecho, el travesticon que cada uno de los autores se representa recuerda los comienzos de la literatura hispanoamericana, cuandoel Obispo de Puebla se disfraza de monja, se hace llamar Sor Filotea de la Cruz, para disciplinar a una monjadesobediente: Sor Juana Inés de la Cruz.

No es casual que la inserción de la subjetividad LHBTT se de primeramente en el contexto del respeto. Un sujetoaparece cuando se respeta, cuando se valida su derecho a asumir su singularidad. No está demás consignar queesta antología anti-lesbiana surge a contrapelo (y quizás como reacción histérica de una masculinidad asediada,sitiada, debilitada) de varios textos muy recientes de la nueva literatura y la nueva crítica cultural. Los otroscuerpos es el título de la primera antología gay publicada en Puerto Rico, editada por Luis Negrón, Moisés Agosto yDavid Caleb Acevedo, con textos literarios y ensayísticos de diversa índole. Boricua Pop, de Frances NegrónMuntaner, es un texto de crítica cultural que sostiene que un modo interesante de aproximarse a la lógicacolonialista del estadolibrismo puertorriqueño sería a través del modelo teórico queer, de una idea de lo político

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entendida desde las perversidades y las monstruosidades de la libido.

Otro texto que se mueve en esta dirección es Queer Ricans, de Larry Lafountain, el primer intento de organizaruna lectura queer de la cultura puertorriqueña, con lecturas muy sugerentes de autores y artistas fundamentalesdel canon, como Luis Rafael Sánchez o Manuel Ramos Otero, y de otros menos conocidos, como la poeta Luz MaríaUmpierre o el bailarín Arthur Avilés. Es importante notar que para estos críticos y antólogos Puerto Rico seextiende a lo largo de su fuga diaspórica, y es un término que no se agota ni en lo nacional ni en lo insular, sinoque prolifera como un significante complejo e inestable, difícil de reducir. Con la aportación de estos textos, seamplía el perímetro del respeto. Organizaciones literarias y culturales como Homoerótica, que reúne a escritoresLHBTT, se dedican a enterarse de y a patrocinar autores marginados, olvidados, o excluídos, como Abniel Marat,Nemir Matos y Luz María Umpierre. Una señal de esta nueva receptividad sería la reciente reedición de Reróticas, elestupendo libro de poesía erótica lesbiana (no lésbica) de Lilliana Ramos Collado.

La literatura y la cultura gay han salido, por fin, del clóset en Puerto Rico. El apellido no necesariamente la limita.Un sujeto puede reclamar capital político cuando puede, precisamente, asumir su universalidad desde susingularidad. Un texto reciente que valida este planteamiento lo es, sin duda, el delicioso Mundo Cruel de LuisNegrón. Una de las primeras certezas que arroja la lectura de este libro es que el mundo que todos estos cuentosconvocan es un mundo gay. En Mundo Cruel el mundo ya es gay. Las narraciones cortas construyen una geografiacómica del deseo torcido, una geografía que discurre mayormente entre Santurce y Santa Rita, poblada dehomosexuales fuera del clóset, enclosetados, pacientes de SIDA, bugarrones, bi-sexuales, locas vestidas,lesbianas machas, lesbianas afeminadas, locas de discoteca, en fin, la feria de las vanidades del nuevo San Juan.Son cuentos donde acude la violencia urbana, la pobreza, la enfermedad, el maltrato, pero sin una onza de pena,sin una pizca del tipo de tristeza que acorrala a la víctima. La inteligencia que reina aquí es la inteligencia delhumor, de la compasión, de la generosidad, de la solidaridad. Es un mundo muy distinto al de aquelloshomosexuales sufridos y errantes de Manuel Ramos Otero, o al protagonista perseguido del cuento ¡Jum¡ de LuisRafael Sánchez. Es un mundo que estrena nuevas ciudadanías.

El excluído, el marginado, es político en la medida que aspira a la representación de su singularidad, pero sólocuando esa singularidad se exhibe como la garantía de su universalidad. No se trata ya de la universalidad que sebasa en las identidades compartidas, o en la generalidad abstracta de una universalidad hueca, sin atributos, sinola universalidad que parte del siguiente aserto: no sólo diferimos los unos de los otros, sino que cada cual difierede sí. Es ésa marca del exceso, ese residuo inclasificable, el que nos da el derecho de ser humanos, el que nosotorga el derecho humano. El ser humano es un animal que no se parece a sí mismo. Por otra parte, sólo losciudadanos, lo ha dicho Hannah Arendt, tienen derechos humanos.Por eso éstos son los tiempos de lasciudadanías, no tanto ya de las identidades. Los personajes del Mundo Cruel de Luis Negrón no son los pariasmalditos de la zona de muerte de la ciudad. Son sus nuevos ciudadanos, esos otros cuerpos que llegaron paraquedarse.

El autor dirige el Departamento de Literatura Comparada de la UPR, Río Piedras. Comentarios a:[email protected]

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