prfsidenta de la nacion · 2018-12-03 · de los grillos. la mujer no abri6 la puerta por mas que...

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PRFSIDENTA DE lA NACION Dra. Cristina Fern;lndez d e Kirc hner

MINISTRO DE EDUCACION Prof. Albe rto Sileon i

SECRETARiA DE EDUCACION Prof. lI.hrfa Ines Abrile de Vo llmer

DIRECTORA DEL PLAN NACIONAL DE LECTIlRA Margarita Eggers L"l.n

COORDINACION REGION 4 (NU) Natalia Porta plectu ra [email protected]

ARMADO DE COLECCION Equipo Region 4 (Van ina Bravo, Olga Dri ) y Eq uipo Tccnico Plan Provincia l d e Lectura "Misiones Le e" plectlll-aregion 4@gmai!.com

GOBERNADOR DE lA PClA. DE MISIONES Dr. Maurice Fabian Closs

MlNISTRO SECRETARIO DE EDUCACION DE lA P ClA. DE MISIONES Ing. Luis A. Jaco bo

SUBSECRETARiA DE EDUCACION Prof. Francisco Ruben Conde

COORDINADORA del PLAN PROVINCIAL DE LECTU RA ~Misiones lee" Pro f. Silvia Zapaya

CAPACITADORFS Pro f. Damian Prie to Pro f. Ftlix Sebastian Franco Pro f. Alejandro Di Io rio

EQUlPO TECNICO Lie. Ra'luc\ Bench off

• • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • "Dona Disparate" de Sonia Melo

© Sonia Me lo "Los nanicos", "EI duende de la siesta" de Rosit."1 Escalada Salvo

© Rosita Escalada Salvo

llustraciones: Ollai re, colectivo grMico - www.onaire.com.ar

Disetio de coleccion: Plan Nac ional de Lectura 2011

Ministerio de Educacion de la Nacion Secret."1 ria de Ed ucac i6n

Plan Nacional de Lectura 2011 Pizzurno 935 (CI020ACA) Ciudad de Buenos Ai res

Tel : (011 ) 41 29-1075/ 11 27 planlec [email protected] -www.planlectura.educ.ar

Republica .Argentina, 2011

. . , .. ,

IA ELO

Ami gato Ie creeieron dos colas y no podre visita rte"; "No puedo salir pOl'que un pi rata me tiene prisioneral! ; "No me bat'iare pOl'que de las eanillas de mi easa, sale gaseosa" ... Disparates y mas disparates, los p retextos Ie sallan con una

faeilidad asombrosa.

El barrio 0lvid6 su nombre y eomenzaron a llamarla dona Disparate.

Era inlitil pedirle algtm selv icio, un pequeno favor... nada.

La otra tarde fueron a pedirle que visitara a un nino enfermo inter­nado en el hospital. Ese db eligi6 un p retexto increible: "Tengo la easa llena de grillos que no m e dejan dormir ni de clia ni de noche, estoy can­sadisima".

Los visitantes se retiraron can una sonrisita picara y escurridiza. Esta vez, "se Ie habia ida la mano" a doii.a Disparate. Semejante desatino, era el eolmo de los colmos.

Con el tiempo vieron que dona Disparate se ponia mas y mas delga­da, tenia ojeras y usaba unos en ormes tapones de algod6n en los oidos. H asta que un dia, desapareei6 .

El barrio comenz6 a preocuparse, y deeidieron visitarla.

Fueron reeibidos por un extrano sonido. Un eric-eric, que aumenta­ba a medida que se acereaban. AI toear el timbre, el ruido se detuvo para comenzar can mayor volumen y en sanicla estereof6nico, como si dOlla Disparate estuviera transmitiendo un eoneierto de grillos con unos parlantes superpotentes. Se miraron sorprendidos; despues de todo, dona Disparate, 0 mejor clieho dona Gumersinda, no habb inventado 10

de los grillos. La mujer no abri6 la puerta por mas que golpearon y gol­pearon durante hora y media. Las cortinas se movieron, pero no apare­ci6la cara de la due!'ia de casa, 10 que vieron fue una cara larga y negra con antenas puntiagudas y oj os saltones que los miraron iracundos.

Dem,s de ellos, decenas de ojos saltones y antenas puntiagudas se esforzaban por espiar a los intrusos que, realmente asustados, corrie ron a comunicar la terrible noticia: un ejercito de grillos gigantes pretenclia invadir la ciudad, y para preparar el ataque se habia atrincherado en la casa de dona Disparate iperd6n! de dOtla Gumersinda.

- iUamen a la guardia! - clijo don Alfredo.

- Tenemos que organizarnos -grit6 dona Serafina -y el que sabe de estos temas es don Saturnino, el veterinario.

Fueron a verlo, y &1 puso cara de sabelotodo, se rasc61a cabeza y dijo: Dej en que piense hasta manana.

Entonces se escuch6 apenas, una voz chiquita, la voz de Juanito - un niilo delgado de anteojos- que se pasaba en la biblioteca leyendo sobre la vida de los animales.

Todos prestaron atenci6n, Juanito se aclar6 la garganta, se subi6 sobre una silla y dijo:

-"De que color eran los grillos?

Todos gritaron:

- iNegros!

Juanito qued6 unos segundos en silencio y aclar6:

- Los grillos negros son los grillos de campo, que son muy peleadores y llegan a matar a sus compal'ieros.

Y agreg6:

-"Cantaban esos grillos>

- jSiiii! -contestaron a cora.

- Si caman son grillos machos, que llaman a las hembras .. .

Hizo silencio y, el pueblo entero mudo esperaba q ue los labios del nino volvieran a moverse. Juani to bajo de la silla y en voz muy baj a -para que solo ellos oyeran-, les dijo al oido:

-Esto es 10 que harem os .. .

H om bres, mujeres, niilos, ninas y hasta don R omulo que anda en silla de ruedas, salieron disparados a cumplir 10 que el nino lector les habia pedido. Se los veia revisar aqui y alia, den as de las planti tas, en los rincanes mas oscuros, pero no encontraron 10 que buscaban.

Juani to dijo:

Tendran que esperar a que oscurezca; como los grillos tienen cos­tumbres nocturnas, saldran de sus escondites en ese momento.

Ala ta rdecita, todo el vecindario estaba armado con linternas y j au­litas donde encerrar a los grillos hembras que encontraran. Encon traron siete y las pusieron a unos veinte 0 treinta metros de la casa de dona Gumersinda, sobre la camioneta de Don Carlos, el verdulero.

Como las hembras eran solo siete y los grillos eran mas de cincuen­ta, pelearon en tre ellos para ver quienes se quedarian con elias. Los gri-1I0s ganadores fueron a buscar a las hem bras y en ese momento ... Don Carlos, el verdulero, arranco la camioneta.

Los grill os seguian al vehiculo a los saltos, haciendo un sonido espan toso.

Alllegar a un campo lejano, que quedaba a cientos de kilomeu'os de esa ciudad, el chofer bajo las pequefias jaulas y regreso por ono camino.

Dona Gumersinda, despues de asegurarse de que no escuchaba nin­gUn cri-eric, sali6 de su casa despacio, fiUY lentamente, can una sonrisa miedosa y Gaca q ue arremolino las muchas arrugas que Ie ocasionaron los grillos, abrazo agradecida aJuanito y Ie regalo una pila de libros.

Esa noche organizaron una fiesta. Librarse de los grillos fue una tarea dificil , pero trabajando j untos fue posible hacerla en un periquete.

• • •

A ESCALADA SALVO

I sol se levanta muy temprano entre una y otra ondulacion de los cerros. Pero ellos ya Ie ganaron de mano. Como a las cuatro, se levanta el mayor - que es un decir- y sopla las bra­sitas para aventar el fuego; acerca las ramas juntadas al atar­decer y cuando se levantan las llamas naranjoazuladas, pone

la ennegrecida pava con agua, suspensa en un gancho y comienza a preparar eI mate.

Ella se incorpora del colchon de chala que cruje como protestando, se alisa el baton, sale a la oscuridad absoluta y mira el cielo pletorico de estrellas aunque ya con una suave luz difusa del incipiente amanecer. H ace fresco, siempre, a esa hora. Se lava la cara, se alisa el largo pelo trenzado una vez al mes y recibe el primer mate.

Conversan en semitono, para no despertar a los hijos. Siempre char­Ian entre e1los en un monosilabeo incomprensible.

Cuando la c1aridad se hace alba, ella sacude con firmeza y caril'io a cada vastago. Y comienzan el dia .

• • Los dos Nanicos mas pequenos no han terminado su tarea, pero

como ninos que son,juegan a las escondidas entre el maizal prometedor. Las a1tas canas henchidas con sus frutos los ocultan y solo unas risi­

tas de juguete los delatan.

En ese mundo verde, con aroma de tierra revuelta, descubren secre­tos, maravillas, asombros.

Nada saben de su destino, todavia. Pero quizas 10 intuyen cuando suceden cosas extraii.as.

Esta mal'iana creyeron ver a un hombrecito rechoncho, fornido, con gran sombrero y baston en mano. Su mirada los aturdio. Y cuando qui­sieron buscarlo, ya no estaba.

• • Es verano. La prolongada sequla pone aristas dolorosas en la mira­

da. Los Nanicos marchan de uno en fondo, en busca de agua, alla abajo, en un pocito del arroyo.

Solo ellos saben de esa vertiente. Aunque no. Tambien la descubrie­ron los pequeilos y grandes moradores del monte. Cientos de pezufias, de redondas tres huellas, de trifurcadas marcas sefialan que por las noches se acercan a beber por turno, respetandose y sin agredirse tate­tos y tiricas; zorritos y zorrinos; pecaries y hasta un tigre, ademas de mulitas y algtin oso hormiguero.

De pronto el monte se transforma. No hay capuera sino largas rakes de arboles centenarios, y el suelo esta alfombrado de hojas multicolores y graciosos hongos.

Los Nanicos reconocen el legendario lugar y al unisono se ponen a jugar entre los llUecos, llarmindose con impronunciables nombres Strktn!, Pltnsn! Cksblmpn!

Ruedan sobre el mullido suelo, dan viracambotas, asustan a una cor­zuela, Ie esconden la bolsa al caminante que descansaba pIacidamente contra un tronco, se encaraman en 10 alto de un solo impulso, tejen una red con telas de araila, se hamacan, son felices como en la infancia de los tiempos.

Una explosion cercana los deposita bruscamente sobre la tierra arida y calcinada. Estan nuevamente en el monte pegajoso y les cuesta com­prender que ha sucedido.

• •

Son nuevamente los Nanicos que deben ir a buscar agua al pozo lejano.

Dicen que hace mucho, mucho tiempo, aqui vivian unos duendes de arrugadas caras, juguetones y hacedores de mil y una travesuras .. .

Dicen que los Nanicos son sus descendientes. Nosotros los conocimos como los Aquinos, moradores de un cerro

adonde ibamos a buscar naranjas 0 rapadura, seglill la estaci6n del ai\o. Como eramos chicos, no nos dcibamos cuenta de sus cscasas estaturas. Quizas en alglill momento se transformaban en duendes y por eso

pasaban cosas extranas, sobre todo en epoca de Cuaresma, 0 cuando habia tormellla.

iQuicn sabe! En esos parajes, las leyendas, aparecidos y asombros eran frecuellles y la gente creia en elios.

Y nosotros, no se. Pero por las dudas ...

• • •

I

EI duende de la siesta viene descalzo, cl1Jzando los maizaJes, silbando bajo.

Si no se duermcn pronto ja que 10 llamo!

Tiene sombrero grande hecho de paja; los ojos son muy verdes, la cara blanca.

Dicen que roba ninos que no obedecen. Que si Uega a LOcados

, nunca mas crceen.

£s periso y rcchoncho Y muy travieso. (No gri ten a la siesta, quedense quietos ... )

Un bastoncito de oro ileva en la mano, el duende sombrerudo,

, plcaro enano.

No se si sera cierto 10 que se cucnta. Por las dudas, ninitos, duerman la siesta.

• • •

so IA LO • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • Es escritora , Maestra Normal Nacio nal , Profeso ra d el N ivel Inicial, Maestra pa ra niii.os

especial es y Tecnica en Conducci6 n Educativa. Ha o bte nido premios co m o

AJ. U .P.A.P.R.O .M (l 997), El maestro y las lelras ( 1999) }' de la Asociacion Supe rvisores

docentes d e Misiones (2000 ).

PARA SEGUIR LEYENDO ••••••••••••••• T rece cuentos .. . con ya/Ja.

2 1 wentos -litem lura jantiislica infanto-juvenil.

Cluntos escondidos.

Aventuras de Ignacio.

OSITA ESCALADA ALYO • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • Naci6 en San Javier, Misiones. Es paeta }' narraclora. Escribe para nii'las, ninos,

j 6venes y adultos. Junto a Hec tor Di Mauro fundouna Escue la-Taller de tfte res en Puerto Rico , Misiones, clande tam bien ejerci61a docencia secundaria Y sllperiO!: Ha

di ctado cursos y talleres de promoci6n de la lectura dentro y fuera de la provincia y ha participado como dise rtante en encuentros provinciales, nacionales e

intemacionales. Su obra ha sido reconocida con numerosos premios y distinciones.

PARA SEGUIR LEYENDO ••••••••••••••• L a caw del Yasi Yi:llere.

L a nuigica hom de la siesta.

L a vaquita M ar. .. garila. Taller de Titeres.

L as namnjas como globos que flotaban.

Pailo.

L os lunes lentqas.

P.u /guilas y Piojos.

Ejempla r d e dislribuci6n g ralu ila. Prohibida su ve n t.'l.