presentacion y actualidad de jose gaos

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    Presentacin y actualidad de Jos Gaos*Jess M. Daz lvarezUNED, Madrid

    Todo filsofo quisiera ser la condicin de posibilidad desus colegas, o sea, la condicin de imposibilidad de ellos.La razn prctica es mucho ms la facultad de reconocerla realidad, con sus ambigedades, que la de aconsejarconductas, sobre todo en casos ambiguos.

    Jos Gaos

    IntroduccinEn sus magnficas Confesiones profesionales, obra que debera ser de obligadalectura para nuestros graduados en filosofa, Jos Gaos traza a la altura de 1953su itinerario filosfico-vital. Son muchas las reflexiones de inters que all sehacen, pero permtaseme en los inicios de este ensayo reparar en un texto quenos servir para ir centrando las cosas: Es probable que todos ustedes sepanque soy reconocido, y siempre me he reconocido yo mismo, como discpulo deOrtega y Gasset. Hasta me he tenido, y no slo ntimamente, sino tambin ms omenos pblicamente, por su discpulo ms fiel y predilecto, aunque desde hacealgn tiempo no puedo menos de pensar que en tal puesto o condicin me remplazJulin Maras, y que aunque ste no me hubiera reemplazado, la divergencia de laposicin tomada en la guerra civil, con todas sus consecuencias, haya hecho suefecto en el nimo de Ortega, si no en el mo. Mas sabido es que ni la omnipoten-cia divina puede hacer que lo que fue no haya sido1 .

    * Quiero agradecer muy sinceramente a Joaqun Mindn y Rafael Lorenzo el enorme trabajo yesfuerzo invertido en la organizacin del curso que da pie a los textos reunidos en este volumen.Tambin es preciso dar las gracias, como siempre, a Gema R. Trigo por la atenta lectura del origi-nal, sin olvidar, desde luego, a Antonio Garca Santesmases y a mis compaeros del Proyecto deInvestigacin La escuela de Madrid y la bsqueda de una filosofa primera a la altura de lostiempos (FFI2009-11707). Confo en que sus pertinentes crticas a la versin oral de lo que ahorase presenta hayan contribuido a mejorar su calidad. Por ltimo, slo me resta indicar que estainvestigacin se enmarca dentro del desarrollo del mencionado Proyecto de Investigacin.1 J. Gaos, Obras Completas. XVII-Confesiones Profesionales. Aforstica, Universidad NacionalAutnoma de Mxico, Mxico, 1982, p. 75.

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    Creo que para quien sepa leer entre lneas este fragmento, que no olvi-da el tono melanclico, ilustra ms que muchas monografas especializadas ladesgraciada historia de la filosofa espaola del siglo XX. En efecto, por unlado vemos como el transterrado Gaos establece el eje de su filiacin filosficaen el magisterio de Ortega. Nunca, a pesar de la divergencia poltica, renegarde l ni dejar de sentirse orgulloso de su maestro, pero el desencuentro entreambos, su separacin fsica y distanciamiento personal, es el mejor smbolo dela quiebra que la guerra civil supuso en la cultura y la filosofa espaolas. Y esque Gaos fue el primer y ms granado producto de esa pionera y sublime facul-tad de filosofa de Madrid nucleada entorno a Ortega y, por tanto, cabe decirsin exageracin, el primer discpulo de lo que despus dio en llamarse Escuelade Madrid.

    Alumno tambin filial de Garca Morente y Zubiri, los otros dos gran-des nombres de aquella inolvidable facultad, Gaos representaba el inicio de lacontinuidad, el primer gran eslabn de una tradicin incipiente que no pudollegar a ser. Como con mucha perspicacia ha dicho Alejandro Rossi, Fue Gaosun alumno cuidado y atendido, un verdadero experimento pedaggico quehabra de colocarlo, segn la expresin grata a su principal maestro, a la alturade los tiempos2 . Pero tal experimento pedaggico, Gaos y lo que l repre-sentaba, tuvo que abandonar el pas en 1938, simbolizando la quiebra de lasposibilidades e ilusiones de una plural, original y verdadera escuela de filosofahecha en espaol. Lo que vino despus fue una generacin sin maestros y, en loque al propio pensador asturiano respecta, su prctica desaparicin de la me-moria filosfica de nuestro pas. Recuperar tal memoria es hoy una labor inelu-dible de la filosofa hecha en espaol. Y no por un puro afn erudito o arqueo-lgico, sino porque la obra de Gaos, igual que la de Zambrano, Maras,Rodrguez Huscar y otros miembros de aquella facultad madrilea, represen-tan ensayos importantes a la hora de reflexionar sobre el presente, sobre quie-nes somos y lo que nos pasa, ensayos que adems pueden ponerse en estrictacorrelacin con la mejor filosofa del siglo XX.

    Mi cometido en las pginas siguientes es insinuar esa contemporanei-dad y fecundidad de las ideas de Jos Gaos. Y lo har en dos apartados. En elprimero de ellos, algunas notas sobre la filosofa de Jos Gaos, llevar a cabouna esquemtica presentacin de su Filosofa de la Filosofa. En el segundo,mucho ms breve, y que es ms bien una conclusin o corolario del anterior,intentar sacar la que me parece es la principal y actualsima leccin que Gaos

    2 A. Rossi, Nota editorial, en J. Gaos, La filosofa de la filosofa (Antologa preparada porAlejandro Rossi), Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 2008, p. 9.

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    nos quiso transmitir con su reflexin. Lo he titulado La filosofa de la melan-clica serenidad frente a la soberbia filosfica. Por un debilitamiento del pen-sar. Pero antes permtaseme que dedique algo de tiempo a recorrer algunosde los mojones mas destacados de su no muy conocida biografa.

    Notas biogrfico-intelectuales3

    Jos Gaos y Gonzlez Pola naci el 26 de diciembre de 1900 en Gijn. Hijo deuna numerossima familia su madre llego a tener 14 hijos, de la que termina-ron sobreviviendo 9, se cri sin embargo no con sus padres, sino con susabuelos maternos en la comunidad que lo vio nacer, Asturias. Le gustaba decirmedio en broma que tena mentalidad de nieto nico. All comienza sus estu-dios y cursa el bachillerato en el colegio de Santo Domingo, regentado pordominicos. De esta poca cabe sealar dos cosas. La primera es el encuentrocon el libro que despertara su vocacin filosfica, el Curso de Filosofa Ele-mental del neoescolstico espaol Jaume Balmes. La segunda, el carcterintegrista de sus abuelos, lo que les situaba en palabras del propio filsofo enla extrema derecha del carlismo. Esta apreciacin biogrfica no deja de tenerimportancia porque Gaos vincular en parte su agnosticismo en materia reli-giosa, que en algn momento se coron de una fuerte propensin a sinrazonarla fe, es decir, a tratar de mostrar racionalmente el sinsentido de las creenciasreligiosas, as como su propia filiacin poltica posterior al Partido Socialista,con el ambiente carca y religiosamente opresor de aquel perodo.

    En 1915 se traslada a Valencia para vivir con sus padres y continuar susestudios. El ambiente en su nuevo hogar es profundamente distinto. Su padre,hombre de convicciones liberales, notario de profesin y con aficin a la filoso-fa del derecho, dispona de una buena biblioteca de filosofa en la que el jovenJos pudo leer, entre otros, a los clsicos, a los krausistas espaoles, a lospositivistas como Taine y, sobre todo, a Shopenhauer y Nietzsche. En 1917

    3 Una de las muchas cosas que todava esta por hacer es una biografa intelectual de Gaos. Enrelacin a este asunto algunos textos interesantes son: T. Rodrguez de Lecea, Introduccin; T.Rodrguez de Lecea (entrevistadora) Fernando Salmern discpulo de Gaos; M. Mindn, Elmagisterio de Jos Gaos en Espaa; L. Zea, Jos Gaos; J. Abelln, Los Gaos. Una saga fami-liar eminente, y, sobre todo, el conmovedor testimonio de su hija ngeles A mi padre. Todosestos escritos se encuentran en el estupendo volumen editado por Teresa Rodrguez de Lecea Entorno a Jos Gaos, Alfons el Magnnim, Valencia, 2001. Tambin son de gran inters los prlogosque aparecen en la edicin de las Obras Completas y el artculo de Alejando Rossi Una imagende Jos Gaos, en J. Gaos, Filosofa de la filosofa (Antologa y presentacin de Alejandro Rossi),Crtica, Barcelona, 1989, pp. 10-17.

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    termina el bachillerato y empieza en Valencia los estudios de filosofa que con-tinuar en Madrid, donde llega en septiembre de 1921. En aquella ilustre facul-tad dominada por Ortega, Garca Morente era el verdadero iniciador ydiscriminador de los alumnos que despus iban a seguir los cursos del autorde Meditaciones del Quijote. En las Confesiones profesionales, Gaos da jugo-sas descripciones del funcionamiento de la institucin y de los personajes ilus-tres y menos ilustres que por all pululaban. Enseguida empatiza con Morente,que se da cuenta de su gran capacidad, y lo toma bajo su proteccin. Le ofrecelas primeras traducciones para la Coleccin Universal Calpe que diriga y leayuda no slo acadmicamente, sino tambin vitalmente cuando su padre, unavez obtenida en 1923 la licenciatura en filosofa, le dice que ya no le sufraga lacontinuacin de sus estudios. En fin, gracias a los auspicios de Morente, y conel total apoyo de Ortega y Zubiri, con quien tambin haba trabado una granamistad, proseguir sus estudios, doctorndose en 1928 con una tesis cuyotema haba sido acordado previamente con sus tres maestros. El trabajo verssobre un asunto de moda en la filosofa del momento, La crtica del psicologismoen Husserl, y obtuvo el premio extraordinario. Con el doctorado bajo el brazoaprueba ese mismo ao las oposiciones de catedrtico de instituto, ejerciendoen el Instituto de Segunda Enseanza de Len. Permanece all hasta 1930,fecha en la que saca la ctedra de Introduccin a la filosofa de la Universidadde Zaragoza4 . En 1931, con los vientos renovadores y las ilusiones de la rep-blica recorriendo Espaa, ingresa en el Partido Socialista y, a peticin de Orte-ga, en la Agrupacin al Servicio de la Repblica. Su incorporacin al PartidoSocialista se debi en lo ideolgico, no al marxismo, que Gaos conoca bien yal que nunca se sinti vinculado, sino al espritu liberal-humanista que impreg-naba la organizacin y que estaba eminentemente representado por Fernandode los Ros, su padrino de ingreso en la Agrupacin de Zaragoza. Ms all delmbito de las ideas, Gaos siempre consider que el partido se destacaba entrelos dems espaoles como el ms serio de todos; por la grave educacin cvicaque haba dado a la mayora de los obreros y los campesinos espaoles fuera dela zona levantina dominada por el sindicalismo; por la conducta austera de susdirigentes y sensata de sus masas5 . Esta vinculacin al Partido Socialista lellev a ser candidato a las Cortes Constituyentes republicanas por la Agrupa-

    4 Ser en Zaragoza donde entable relacin con a uno de sus discpulos ms queridos, el PadreMindn, con el que a pesar de sus discrepancias polticas, con la guerra civil y la dursima posgue-rra de por medio, mantendr una profunda amistad hasta el final de su vida. Lo cual dice mucho deambos hombres, dado el duro tiempo que les toc vivir.5 J. Gaos, Obras Completas. XVII-Confesiones Profesionales. Aforstica, p. 102.

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    cin de Zaragoza, aunque no sali elegido, y ms tarde, ya en plena guerracivil, a aceptar el rectorado de la Universidad de Madrid.

    Pero volvamos nuevamente a 1931 y a la Universidad de Zaragoza. Allpermanece Gaos dos aos, hasta 1933, que es cuando su antiguo protector,Manuel Garca Morente, una vez ms de conformidad con Ortega y Zubiri, lellama a Madrid para ocupar una plaza que pronto se consolidar en una ctedrade Introduccin a la filosofa. Con este nombramiento se cerraba el crculo. Elalumno excepcionalmente dotado se reuna de nuevo con sus maestros, peroaupado ya a la categora de profesor. Adems, su ctedra cumple ahora lafuncin antes asignada a la de Morente. Forma y filtra los alumnos ms capa-ces, los que seguirn ms tarde los cursos con Ortega, Zubiri y el propio Morente.Es en este perodo en el que se produce la verdadera intimidad y amistad conOrtega. Es en esta poca en la que se vuelve su mejor, ms fiel y queridodiscpulo, el de sus excursiones casi diarias a Galapagar en las que el filsofomadrileo lo utiliza, en palabras del propio Gaos, como el oyente perfecto.Es tambin la poca del descubrimiento y estudio de Heidegger de la mano deZubiri, de sus colaboraciones en Revista de Occidente y de sus planes para ir aestudiar a Alemania con el genio telrico de la Selva Negra. Pero como yaindiqu al principio, todo eso se perdi irremisiblemente para el propio Gaos ypara la filosofa espaola con el estallido de la guerra civil. Llevado por sucompromiso moral y poltico acepta, ya lo indiqu, en plena contienda, elrectorado de la Universidad. Tuvo que resultarle muy dura aquella situacin,entre otras cosas porque sus queridos maestros, Zubiri, Morente, Ortega, ha-ban optado, tambin en conciencia, por abandonar a la repblica6 . En 1938, yante la segura prdida de la guerra, se exilia en Mxico. Pronto es conscienteque la dictadura franquista est ah para quedarse, as que adquiere la naciona-lidad mexicana en 1941. Desde ese momento, Mxico, el buen Mxico delpresidente Lzaro Crdenas, que tan generosamente acogi a los exiliados es-paoles, ser su patria de destino. Y tras unos aos muy duros, con mltiplespluriempleos y noches en vela traduciendo para poder sacar adelante a su mu-jer y sus dos hijas, se convirti con el tiempo en el principal referente filosficomexicano y uno de los ms importantes de Hispanoamrica. Miembro del Co-legio de Mxico (antigua La Casa de Espaa en Mxico) y catedrtico de laprestigiosa Universidad Nacional Autnoma de Mxico, muri en la tierra quelo acogi y l hizo suya en 19697 . Le fall su enfermo corazn cuando acababa

    6 Para una sentida crtica a sus maestros, cf. J. Gaos, Ibidem, p. 104.7 En 1966 Gaos abandon por motivos de conciencia su ctedra en la UNAM. Renunci parasolidarizarse con el Rector de la institucin, el Dr. Ignacio Chvez, que se vio forzado a dimitir

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    de firmar el acta del examen de doctorado de uno de sus alumnos. Su ampliaobra, desgraciadamente poco conocida entre nosotros, est recogida en XIXgruesos volmenes, algunos de los cuales est todava en curso de publicacin.Por propia decisin, nunca volvi a Espaa.

    Algunas notas sobre la filosofa de Jos Gaos8

    En su magistral pieza Discurso de filosofa del ao 54, Jos Gaos insisteen una idea que permanece constante, aunque con matices, a lo largo de prc-ticamente toda su vida. Tal idea es que la filosofa se compone de dos partesdiferenciadas. Una, a la que puede rotularse con el nombre de fenomenolgica,aunque no es el nico que le da, versa sobre los fenmenos inmanentes de estemundo o, expresado de otra manera, trata sobre cualquier objeto o sistema deobjetos perteneciente a este mundo, es decir, de objetos de los que podemostener una experiencia real o posible. Tales objetos, teniendo en cuenta el senti-do amplio que el filsofo le asigna a la palabra, podran ir desde los pertene-cientes al mbito de la lgica o las matemticas, o aquellos que tiene que vercon la propia exploracin de la conciencia, hasta los relativos a la realidadsocial o poltica.

    La otra parte de la filosofa de la que habla Gaos es la que se conocecon el viejo y noble nombre de metafsica. sta se habra esforzado tradicional-mente por ofrecer a los humanos un conocimiento cientfico, y subrayo la pa-labra, de objetos de los que por propia definicin no tenemos experiencia eneste mundo ya que, al decir del filsofo asturiano, pertenecen supuestamente aotro: el alma sustancial, espiritual e inmortal, los seres celestiales o infernales y,sobre todo, el mismsimo Dios9 . Pues bien, no hace falta recordar la prudentededicatoria de Descartes en sus Meditaciones metafsicas a los ilustres docto-res de la facultad de teologa de la Sorbona, para darse cuenta de que nuestratradicin ha identificado prcticamente la filosofa misma o lo ms granado deella con la metafsica. Y es que bien mirado no slo se ha ocupado sta de los

    ante las protestas estudiantiles de ese mismo ao. Gaos continu trabajando en el Colegio deMxico hasta su fallecimiento en la fecha arriba indicada.8 Para una breve presentacin cannica de la filosofa de Gaos, cf. A. Zirin, Jos Gaos (1900-1969), en M. Garrido, N. R. Orringer, L. M. Valds, M. M. Valds (coords.), El legado filosficoespaol e hispanoamericano del siglo XX, Ctedra, Madrid, 2009, pp. 535-544. Del mismo autor,que es tambin el actual editor de las Obras Completas, se leer con provecho: Jos Gaos y lanica Filosofa, en T. Rodrguez de Lecea (ed.), op. cit., pp. 141-156.9 Sobre estas dos ideas, cf. J. Gaos, Discurso de filosofa, en J. Gaos, Filosofa de la filosofa(Antologa preparada por Alejandro Rossi), Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 2008, p. 200.

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    objetos ms ilustres de los que hablar cabe, caso del alma, sino que al ser, enltima instancia, una reflexin racional sobre Dios, entendido como ser supre-mo y primer principio, la metafsica terminaba por conformar la clave de bve-da de un discurso cierto sobre la totalidad de lo que hay. En este sentido, no esexagerado decir que en nuestra tradicin la metafsica ha culminado en teolo-ga.

    Ahora bien, si en opinin de Gaos, es posible hacer un discurso ms omenos cientfico, es decir, de corte relativamente universal o universalizable,con lo que sera la parte fenomenolgica de la filosofa, resulta sin embargoimposible esperar otro tanto de la metafsica. Asumiendo tal tesis, la carga deprofundidad que Gaos est dejando caer consiste, ni ms ni menos, que enafirmar que el supuesto discurso cientfico sobre la totalidad de lo real que es lametafsica, eptome por excelencia como ya dije, de la propia filosofa desdeGrecia, ha quebrado, se ha vuelto imposible, pertenece, en definitiva, a unapoca que no es la nuestra. Y la mejor prueba de ello es la historicidad, enten-dida ahora tambin como caducidad, de unos supuestos sistemas filosficosque nos vienen prometiendo desde hace ms de dos mil aos que a partir decada uno de ellos la filosofa va a entrar, ahora s definitivamente, por el segurocamino de la ciencia. En suma, es la historia de la filosofa misma la que planteael problema de la verdad del discurso filosfico.

    Expresado de otra forma, la impugnacin ms clara de la pseudo-cientificidad de la metafsica es la pluralidad de sistemas incompatibles que sedicen descripciones absolutamente evidentes de los primeros principios de loreal a los que no cabra ms remedio que asentir. Y ello porque parece que a loque hay que asentir es, ms bien, a la discrepancia, a la historicidad de unaverdad que errneamente se crea Una ms all de todo tiempo y lugar. Gaosreconoce en mltiples textos, pero con abundancia de ejemplos y ancdotas ensus Confesiones profesionales, que esa pluralidad e historicidad de lo tenidopor verdad en la metafsica fue el desencadenante de su vocacin filosfica y elenigma fundamental que ha perseguido y lo ha perseguido durante toda suvida. Sus largos aos de dedicacin a la historia de la filosofa estn tambindetrs de este asunto. Y su respuesta a ese enigma vendr en la forma de unaFilosofa de la Filosofa. Una reflexin sobre la propia esencia del discursofilosfico y de quien lo practica. Desgranar a continuacin muy a vuela plu-ma, y esperemos que sin hacerle demasiada traicin, algunas de las ideasGaosianas acerca de esa Filosofa de la Filosofa.

    Tenemos, pues, que la metafsica ha quebrado, que hay una disemina-cin de discursos supuestamente cientficos sobre la totalidad de lo real que nocoinciden entre s. A la vista de estos hechos inapelables la pregunta lgica es:

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    por qu ha fracasado la metafsica? La inteligente respuesta de Gaos es queese hecho ha acontecido porque este discurso ha pretendido hacer ciencia enun sentido fuerte con unos objetos que son propios de la fe religiosa. Perocomo en su da mostraron Kant y antes que l Pascal, tal propsito es unsinsentido. No puede haber ciencia real de la inmortalidad del alma o de Dios.La metafsica es un extrao hbrido de razn y fe que estructuralmente no sesostiene. En unos de sus brillantes aforismos nos dice el filsofo asturiano: lareligin es un proceder religiosamente con objetos religiosos. La ciencia, unproceder cientficamente con objetos cientficos. La astrologa, la alquimia, laaritmtica pitagrica, la cbala, la magia, un proceder seudocientficamentecon objetos cientficos. La metafsica, un proceder seudocientficamente conobjetos religiosos10 .

    Sabemos ya, segn el dictamen de Gaos, por qu la metafsica no fun-ciona, pero todava tenemos que contestar a una pregunta esencial: por qulos humanos no han tenido suficiente con la religin, con la fe religiosa paradar sentido y explicacin a la existencia? Por qu se han empeado en demos-trar cientficamente la inmortalidad del alma o la existencia de Dios? Por quhan pretendido generar un discurso cientfico imposible sobre la totalidad de loreal? Por qu han insistido una y otra vez hasta tiempos muy recientes en lacreacin de sistemas metafsicos? En definitiva, por qu empezaron a filoso-far? La contestacin de Gaos es desconcertante y genial. Por soberbia. Lafilosofa, y ms en concreto, la metafsica en tanto que corazn de aquella, esproducto de la desmesura humana, de la satnica idea consistente en pensarque podemos huir de la contingencia, la historia, el tiempo, en suma, del indi-viduo que cada uno de nosotros somos, mediante la construccin de un siste-ma que logra una total transparencia sobre los principios que presiden todo loque hay, incluso sobre el mismo Dios. Y es que en el fondo, tal soberbia sedispara por la angustia que nos genera el asumir nuestra inalienable individua-lidad y, de la mano de ella, nuestra radical soledad. En ntima relacin con estahuida, Gaos unir muy heideggerianamente, pero tambin con claros ecosOrteguianos y nietzscheanos asimilados de modo muy particular, unir, digo,metafsica, racionalidad en un sentido fuerte, universalidad y verdad con unavoluntad expresa de poder, con un intento de domino sobre mi mismo, el mun-do y los otros.

    10 J. Gaos, 12% (Aforstica publicada), en J. Gaos, Completas. XVII-Confesiones Profesiona-les. Aforstica, p. 157.

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    Aunque son un poco extensos, no me resisto a citar dos fragmentos querecogen de modo punzante la idea anterior. Recordando un da mis primeraslecturas adolescentes de filosofa, dice Gaos, se me ha destacado con todanitidez en la memoria una impresin de dominacin sobre TODO... Es la im-presin propia, segn la reduje a conceptos ms tarde, de la ciencia o disciplinade los principios. Todo lo comprend plenamente cuando le en Aristteles queel filsofo es el que sabe de todas las cosas, no porque sepa de cada una deellas en particular, sino porque es dueo de los principios que las dominan, yque este saber es realmente un saber de dominacin, pues el sabedor o dueode los principios incumbe mandar a los dems y no el ser mandado por ellos: loque se me confirm decisivamente cuando ca en la cuenta de la etimologa dela palabra principio o de la que por ella se traduce, arch, que son palabras delas familias en que figuran arconte y prncipe11 . El otro texto reza del siguien-te modo: Pero mucho ms importante me parece una ltima huida del ho-rror de la soledad, de la individualidad: la que, tengo ya la vieja conviccin,que hay en la atribucin de la universalidad a la verdad. Los conceptos deverdad histrica, verdad personal, asustan o irritan a la inmensa mayora,no slo del vulgo culto, sino de la minora de los filsofos distinguidos. Unaverdad que no sea universalmente vlida, o verdad igualmente para todos, nopuede ser una verdad. Pero si se indagan las razones de esta manera de pensar,tan generalizada y tan evidente, al parecer se descubre que no son slo razonespropiamente tales, razones lgicas, sino tambin, y quiz ms a fondo y decisi-vamente, motivos algicos: una verdad que slo lo sea para m, que slo puedaconocer yo, que slo me obligue a m, me se-grega de la grey; me estrechaexclusivamente contra m mismo, conmigo mismo; me angustia con un tenerque responder a la obligacin que me impone con una responsabilidad absolu-tamente singular, que no puedo descargar sobre nadie, que no puedo compartircon nadie No, horror. Venga la verdad universal, que no es de nadie porquees de todos; en la que el gregarismo humano, convirtiendo a los individuos enrebao, en masa lgica, los salva de la soledad individual12 .

    En resumen, para Gaos, la metafsica es un acto de soberbia humillado,refutado por la pluralidad de continuas perspectivas filosficas que rompen lapretensin de una nica y universal verdad que se corresponde con una nica ycerrada realidad. En consecuencia, los grandes y desmesurados sistemas filo-sficos, construidos para huir de la angustia provocada por la soledad radical

    11 J. Gaos, Ibidem, pp. 117-8.12 J. Gaos, Ibidem, pp. 122-3.

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    que somos y as dominar la contingencia de lo que hay, no terminan por ser msque confesiones personales; visiones o perspectivas de sentido destiladaspor la intimidad de cada pensador; relatos de vida ms o menos coherentes quemuestran, hasta donde es posible, la individualidad de cada uno de ellos. Ytermino de decir, hasta donde es posible, porque Gaos entender que la razltima de tal individualidad, su daimon profundo, es estricta e irrebasablementesingular e incomunicable13 . Pero si esa radical individuacin en que nos sumer-ge nuestra vida es, segn el filsofo asturiano, el caamazo ltimo que nosconstituye y filtra para nosotros el sentido del mundo, es lgico que tal sentidono sea universal, sino que se desparrame en multitud de perspectivas, ideal-mente tantas como seres humanos existen. Por eso la tarea metafsica estabacondenada al fracaso.

    Esta idea de la filosofa como confesin personal es una de las tesisesenciales de la Filosofa de la Filosofa de nuestro autor. Pero significa estoque no tiene ya sentido seguir hablando de verdad, que dado que no existe unaverdad universal para todo tiempo y lugar no nos queda ms remedio quenadar desesperados en el abismtico mar de la arbitrariedad y relatividad msabsoluta? La mayora de los intrpretes del ilustre transterrado se inclinan, deuna manera u otra, por este parecer. Entienden al genial filsofo como unescptico cuyo pensamiento termina por generar tantas paradojas que acabacolapsndose y condenndonos prcticamente a la incomprensin o el silencio.Si toda filosofa es confesin personal de una mnada ltimamente encerradaen s, parece que no hay mucha escapatoria14 . Yo creo, sin embargo, que puedehacerse una hermenutica ms caritativa de esta tesis radical que le acercara aalgunos de los mejores pensadores de nuestra poca, ms en concreto, a lospostmetafsicos de estirpe pragmtica y hermenutica. Insinuando esta posi-cin concluir el ensayo15.

    13 Cf. a este respecto la ltima leccin, autobiografa y autocrtica del curso, de su opus mgnumDe la filosofa: J. Gaos, Obras Completas XII. De la filosofa, Universidad Nacional Autnomade Mxico, 1982, pp. 416-429.14 Esta es incluso la interpretacin ms comn en algunos de sus ms destacados discpulos. Cf.,entre otros, A. Rossi, Una imagen de Jos Gaos, en J. Gaos, Filosofa de la filosofa (Antologay presentacin de Alejandro Rossi), Crtica, Barcelona, 1989. pp. 11- 17. Y L. Villoro, Prlogo,en J. Gaos, Obras Completas XII. De la filosofa, pp. V-XXVIII.15 En dos trabajos posteriores an no publicados he concretado la propuesta de actualizacin delpensamiento de Gaos slo aqu bosquejada. En ellos hago una lectura de la Filosofa de la filosofavinculandola al pensamiento dbil de Richard Rorty y Gianni Vattimo. S, desde luego, que esta esslo una posibilidad entre varias. Tambin intuyo que a muchos les parecer extempornea. Sinembargo, creo que ciertos paralelismos estn ah y merece la pena explorarlos.

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    La filosofa de la melanclica serenidad frente a la soberbia filosfica.Por un debilitamiento del pensarPor qu rechazo pues la interpretacin del Gaos escptico cuyo pensamientose colapsa a s mismo en paradojas irresolubles y en incomunicacin? En pri-mer lugar es preciso volver a reparar en las dos partes en que el filsofo hispa-no dividi la filosofa y que ya comentamos al inicio de la seccin anterior. Enefecto, con respecto a la llamada filosofa fenomenolgica no existe en princi-pio un problema mayor de comunicabilidad o cientificidad. No habra en ella,en primera instancia, un problema con la verdad en el sentido tradicional.

    Pero qu ocurre con la metafsica, con aquel discurso que trata proba-blemente de las cosas que ms nos importan, pues afectan de modo directo alsentido que le damos al mundo y a nuestra vida? Nos condena Gaos al msabsoluto escepticismo, al relativismo, a la arbitrariedad ms grosera? Ya hedicho que creo que no. En mi opinin lo que cabalmente hace el filsofo con sucrtica al discurso metafsico es asumir la fragilidad y limitacin del conoci-miento humano. Nuestra contingencia. Hoy ya no es posible, como dira sumaestro Ortega, y con l muchos de los mejores pensadores de las centuriaspasada y presente, aceptar que tenemos acceso al punto de vista de Dios. So-mos humanos, no dioses, y no podemos, y sobre todo no debemos, imbuirnosde los atributos que no son propiamente nuestros. Se trata, pues, de asumir, deuna vez por todas, nuestra humanidad. Como dice bellamente Gaos en un mag-nfico aforismo: El hombre es el nico ente descontento con su suerteontolgica, el nico ente que quisiera ser otro. Por eso tiende a su aniquila-cin, es decir, como hombre, hasta por la va de la identificacin con Dios16 .Adems, la soberbia de la metafsica, la soberbia de identificarse con Dios pre-tendiendo haber dado de una vez por todas con las claves de lo real, con laverdad universal y necesaria en acto, no slo cancela nuestra humanidad, sinoque destapa la peor voluntad de poder con respecto al mundo y los otros. Elpropio Gaos as lo reconoci en los fragmentos anteriormente citados sobre lasoberbia como origen de la filosofa. Y en su Discurso filosofa del 54 es, sicabe, ms claro al respecto, oponiendo la pluralidad del mundo, la diversidadde puntos de vista, a la violencia ejercida en nombre de un supuesto PrimerPrincipio unificador17 .

    Por otro lado, aunque es verdad que Gaos proclama el carcter ltimoe incomunicable de la perspectiva individual, no dice en ningn momento que

    16 J. Gaos, Completas. XVII-Confesiones Profesionales. Aforstica, p. 163.17 J. Gaos, Discurso de filosofa, op. cit., p. 219.

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    no sea posible hablar o intentar transmitir, aunque sea precariamente, el puntode vista propio. Es posible y necesario hacerlo y, en consecuencia, es posibleque el otro y yo aprendamos mutuamente en un dilogo o intercambio de argu-mentos. El enriquecimiento mutuo y tentativo, expresin que le gusta em-plear para describir ese intercambio de pareceres, es algo que defender sinfisuras. Pero hablar en esos trminos del dilogo con el otro es una cosa y otramuy distinta sostener que es factible hacer entender al que no soy yo mi puntode vista de modo absoluto. Eso significara algo as como que el otro y yosomos en algn sentido intercambiables; que no somos dos individuos en elradical sentido de la palabra; en definitiva, que no somos humanos, sino unaespecie de sujeto trascendental universal y comn en todos sus extremos. Peroese tipo de fantasma es justamente el que impugna Gaos. Adems, quin estseguro de haberse comprendido a s mismo, de tener claridad completa sobresu yo? Al final, se trata para el filsofo transterrado, por lo tanto, no de renun-ciar a la verdad en general, sino de deflactarla, de personalizarla, de historizarla.Si as lo hiciramos, cree que sera posible emprender una conversacin verda-deramente humana. Enredados en ella podramos rebajar el grado de violenciay contemplar el espectculo del mundo y la pluralidad que le es propia sinangustia, con una, y es expresin suya, indulgente y melanclica serenidadfilosfica que no necesita ser engreimiento en la soberbia. A la filosofa de lasoberbia cabe oponer una filosofa de la melanclica serenidad18 . Una filo-sofa que ante la diversidad del mundo trata de volver a los hombres msjuiciosos y ms aptos de lo que han sido hasta aqu. Esta noble utopa moral,y no la defensa de la relatividad ms crasa y arbitraria, es la que en mi opininalienta detrs del pensamiento de Gaos, detrs de su Filosofa de la filosofa.Y cmo no reconocer en ella no slo el aliento, sino el cuerpo vivo de algunosde los mejores filsofos del siglo?

    18 J. Gaos, Ibidem, p. 219.