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PREHISTORIA, HISTORIA ANTIGUA Y ARQUEOLOGÍA. FUENTES DE CONOCIMIENTO. TEMAS 7 Y 8 PRIMERA EVALUACIÓN. INTRODUCCIÓN: Las fuentes históricas constituyen la materia prima de la historia. Son fuentes aquellos materiales que aportan información histórica significativa. La labor del historiador es trabajar con ellas: interrogarlas, contrastarlas, analizarlas…para extraer la mayor información posible de su estudio, por ello se denominan fuentes de conocimiento. Aunque todas podrían englobarse en el término materiales, por el soporte en el que se presentan, la diferencia bien dada por la forma en que se transmite la información. Fuentes de conocimiento: Materiales, escritas, orales y visuales TEMA 7. FUENTES DE CONOCIMIENTO 1: MATERIALES Las fuentes para el estudio de la historia de este periodo, el más extenso a tratar, son de muy diversa índole, en este apartado trataremos las fuentes materiales, aquellas que se refieren al “material arqueológico”: vestigios de la cultura material. Son aquellas que transmiten información por medio de la forma, posición y función de un producto humano o de un elemento natural modificado. Comprende el estudio de todos los aspectos materiales de la organización social y se incluyen testimonios muy diversos, que van desde los enseres domésticos, como vajillas, utensilios, mobiliario; los derivados de actividades artesanales, como talleres de hueso o alfares y también restos de actividad doméstica y productiva como vertederos, escorias metálicas...; de actividades agrícolas como almacenamiento de grano o elaboración de vino o aceite, o actividades ganaderas, como aperos de labranza; los restos de viviendas, de pavimentos como mosaicos, calles, abastecimientos (presas, canalizaciones, acueductos…) edificios públicos (termas, teatros, circos, templos…) espacios productivos, explotaciones mineras u hornos de fundición; enterramientos con gran variedad de tipologías, construcciones, rituales, ajuares, etc. Los asentamientos, y en general el territorio. A la recuperación de hallazgos tan diversos se añade el problema de la restauración que en muchos casos debe realizarse in situ para evitar su deterioro. Mención aparte merece la arqueología subacuática, para la recuperación de pecios. Todos estos materiales dentro de su contexto nos iluminan sobre la actividad humana: los asentamientos, la economía, las prácticas funerarias, la religiosidad, el ocio, el territorio, los intercambios, etc. Dentro de un marco cronológico que el historiador interpretará a partir de estos materiales. Es necesario realizar la excavación y la recogida de materiales con rigor y documentar todo con precisión para evitar una interpretación errónea. LA ARQUEOLOGÍA: El propósito de la Arqueología es el conocimiento histórico de las sociedades del pasado mediante sus fuentes materiales. La Arqueología se ocupa de los vestigios obtenidos en las excavaciones (obtención, clasificación y estudio) y también de numerosos restos muebles e inmuebles que nunca estuvieron enterrados (como el Camafeo de Francia o la Alhambra de Granada). Por tanto son fuentes arqueológicas todas aquellas susceptibles de ser estudiadas con la metodología arqueológica y no sólo las obtenidas con una de sus técnicas.

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PREHISTORIA, HISTORIA ANTIGUA Y ARQUEOLOGÍA.

FUENTES DE CONOCIMIENTO. TEMAS 7 Y 8 PRIMERA EVALUACIÓN.

INTRODUCCIÓN:

Las fuentes históricas constituyen la materia prima de la historia. Son fuentes

aquellos materiales que aportan información histórica significativa. La labor del historiador

es trabajar con ellas: interrogarlas, contrastarlas, analizarlas…para extraer la mayor

información posible de su estudio, por ello se denominan fuentes de conocimiento.

Aunque todas podrían englobarse en el término materiales, por el soporte en el que se

presentan, la diferencia bien dada por la forma en que se transmite la información.

Fuentes de conocimiento: Materiales, escritas, orales y visuales

TEMA 7. FUENTES DE CONOCIMIENTO 1: MATERIALES

Las fuentes para el estudio de la historia de este periodo, el más extenso a tratar, son de

muy diversa índole, en este apartado trataremos las fuentes materiales, aquellas que se

refieren al “material arqueológico”: vestigios de la cultura material. Son aquellas que

transmiten información por medio de la forma, posición y función de un producto

humano o de un elemento natural modificado.

Comprende el estudio de todos los aspectos materiales de la organización social y se

incluyen testimonios muy diversos, que van desde los enseres domésticos, como vajillas,

utensilios, mobiliario; los derivados de actividades artesanales, como talleres de hueso o

alfares y también restos de actividad doméstica y productiva como vertederos, escorias

metálicas...; de actividades agrícolas como almacenamiento de grano o elaboración de vino o

aceite, o actividades ganaderas, como aperos de labranza; los restos de viviendas, de

pavimentos como mosaicos, calles, abastecimientos (presas, canalizaciones, acueductos…)

edificios públicos (termas, teatros, circos, templos…) espacios productivos, explotaciones

mineras u hornos de fundición; enterramientos con gran variedad de tipologías, construcciones,

rituales, ajuares, etc. Los asentamientos, y en general el territorio.

A la recuperación de hallazgos tan diversos se añade el problema de la restauración

que en muchos casos debe realizarse in situ para evitar su deterioro. Mención aparte merece la

arqueología subacuática, para la recuperación de pecios.

Todos estos materiales dentro de su contexto nos iluminan sobre la actividad

humana: los asentamientos, la economía, las prácticas funerarias, la religiosidad, el ocio, el

territorio, los intercambios, etc. Dentro de un marco cronológico que el historiador interpretará a

partir de estos materiales. Es necesario realizar la excavación y la recogida de materiales con

rigor y documentar todo con precisión para evitar una interpretación errónea.

LA ARQUEOLOGÍA:

El propósito de la Arqueología es el conocimiento histórico de las sociedades del pasado

mediante sus fuentes materiales. La Arqueología se ocupa de los vestigios obtenidos en las

excavaciones (obtención, clasificación y estudio) y también de numerosos restos muebles e

inmuebles que nunca estuvieron enterrados (como el Camafeo de Francia o la Alhambra de

Granada). Por tanto son fuentes arqueológicas todas aquellas susceptibles de ser estudiadas

con la metodología arqueológica y no sólo las obtenidas con una de sus técnicas.

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Por otra parte, no todas las fuentes materiales son arqueológicas y además la Arqueología

utiliza también fuentes de otro tipo como las escritas, orales y visuales. Además hay fuentes de

naturaleza mixta como es el caso de las fuentes epigráficas o de las iconográficas.

En cuanto a tratamiento y edición, las fuentes arqueológicas plantean unos problemas

particulares. La arqueología obtiene y elabora sus propios documentos a partir de unos

procedimientos técnicos específicos. Las fuentes arqueológicas se construyen a medida que se

investiga, ya que cada nueva intervención se convierte en un nuevo documento, aun que

también en uno menos en los casos de exhumación, porque el proceso es irrepetible e

irreversible. Por tanto debe existir rigor técnico, y el arqueólogo debe publicar la documentación

íntegra y no una elaboración histórica propia del investigador. Una divulgación adecuada,

convierte a las fuentes arqueológicas en fuentes escritas que permiten su utilización posterior

por otros investigadores.

MATERIALES ARQUEOLÓGICOS

El concepto de -material arqueológico-, ha ido variando con el tiempo: en un primer

momento se limitaba a objetos antiguos con valor estético (exótico y precioso, relacionado con

el coleccionismo) A finales del siglo XVII se identificó con los monumentos de la Antigüedad.

Durante el siglo XIX comenzaron a considerarse “monumentos” todos los restos materiales

antiguos, independientemente de su valor artístico. En el siglo XX se consolida el concepto de

“cultura material” para denominar todas las manifestaciones humanas incluyendo

testimonios que van desde los modestos enseres domésticos a los edificios monumentales.

También se considera documentación material toda la información arqueológica sobre la

actividad social que se obtiene indirectamente a través de procedimientos fisicoquímicos,

mediante pruebas genéticas, análisis polínicos, las señales de desgaste, C14… De forma que

lo que interesa al arqueólogo actual no son tanto los objetos y edificios como sus relaciones

contextuales y estratigráficas o sus transformaciones temporales.

LAS FUENTES ARTÍSTICAS. EL PROBLEMA DE LA ARQUITECTURA.

Las obras artísticas, tanto las llamadas artes mayores: arquitectura, escultura o pintura,

como las artes menores o aplicadas: orfebrería, ebanistería, textiles, vidrio, toréutica, eboraria,

etc. Son también fuentes materiales, documentos históricos que contienen información de una

determinada sociedad, que puede ilustrar tanto el mundo ideal como el universo material de la

época en que fue realizada.

La doble naturaleza, monumental y documental de las fuentes artísticas hace necesario

un comentario sobre el problema que entraña la restauración de ciertas obras del pasado,

especialmente a la arquitectura, ya que los edificios son contenedores funcionales con valor

estético. Así mientras la restauración de un cuadro o una talla raramente se plantea como un

acto de creación artística, la intervención sobre un edificio o sus ruinas siempre entraña

planteamientos estéticos, lo que puede suscitar conflictos entre arqueólogos y arquitectos. Los

primeros son acusados de fetichistas de las ruinas por los segundos, que reclaman el derecho

a recrear en el presente las obras artísticas del pasado. Por el contrario, los arqueólogos

esgrimen el deber de conservar el pasado.

Un segundo problema es el que emana de la propia naturaleza histórica del monumento

arquitectónico. El monumento en sí es una historia edificada. La restauración significa optar por

fijar una sola de sus fases históricas y esta decisión implicará la transformación del documento.

En cualquier caso, antes de toda intervención, el edificio debe estudiarse con lo que su interés

documental quedará salvaguardado para el futuro.

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TEMA 8. FUENTES DE CONOCIMIENTO 2: ESCRITAS, ORALES Y VISUALES

1.- FUENTES ESCRITAS.

El concepto de fuente escrita engloba a todas aquellas formas de documentación

histórica en las que la información se transmite mediante la escritura. Se suelen

denominar fuentes documentales y se han considerado tradicionalmente las fuentes primarias

del conocimiento histórico.

A las fuentes literarias, que son la base de la investigación en Historia Antigua, le siguen

la epigrafía y la numismática.

Conocer la obra de historiadores y geógrafos griegos y romanos así como los

testimonios procedentes de Egipto y Próximo Oriente es fundamental para cualquier

investigación en historia antigua y arqueología clásica. El estudio de las fuentes nos lleva a

conocer la realidad del mundo antiguo, teniendo en cuenta la ideología que subyace que es

también historia. Para ello hay que acudir a todas las formas de manifestación literaria, incluida

la épica. También es importante el conocimiento de la lengua original, ya que las traducciones

pueden alterar el texto, de ahí la imprescindible colaboración entre el historiador y el filólogo

clásico. También será necesario recurrir a la paleografía, para establecer una lectura correcta.

La Paleografía es la ciencia de la escritura y su finalidad es triple: leer y descifrar el

texto, servir de base a un trabajo historiográfico y conocer el desarrollo y la naturaleza de la

escritura en sí misma. Objeto del estudio paleográfico serán todos aquellos materiales que

contengan una escritura en ellos. Tradicionalmente se denominaba epigrafía al estudio de las

inscripciones sobre materiales duros, como bronce o piedra, y diplomática o paleografía

solamente el estudio de los documentos sobre papel, pergamino tablillas enceradas o papiro:

materiales que tienen en la escritura su razón de ser.

Epigrafía

El epígrafe (la inscripción) es fuente escrita y fuente material (La Epigrafía forma parte

de los estudios arqueológicos y lingüísticos al mismo tiempo). Como texto informa sobre la

administración, la economía, el derecho, la organización social, la religión...; en cuanto material

arqueológico es una fuente de gran valor. Son restos materiales susceptibles de ser analizados

con procedimientos arqueológicos, también contienen una información en el texto,

proporcionando dataciones absolutas cuando están fechados, e informan sobre la cultura (las

costumbres funerarias, las preferencias estéticas…) como documentos históricos, fuente

directa de la Antigüedad.

Esta naturaleza mixta la convierte en una fuente auxiliar básica de la Arqueología, ya que

las fuentes epigráficas permiten a demás de datar los monumentos, conocer su función, su

costo o su constructor; identificar el nombre de una ciudad; constatar la importancia y extensión

del culto a una divinidad, etc. Para acceder a su análisis es necesario tener en cuenta diversos

factores: el tipo de soporte (bronce, caliza, cerámica…) los criterios de clasificación de las

inscripciones, las técnicas de lectura y de datación y el análisis del contenido.

T. Mommsen compiló, a finales del XIX, un corpus monumental de epigrafía latina que

constituye la obra capital de esta disciplina, dirigido mayormente al estudio de los aspectos

filológicos de las inscripciones y no a los aspectos materiales, formales e históricos.

Dentro de la paleografía, La papirología constituye una disciplina científica en sí misma.

El lugar de procedencia: Egipto, y las características del soporte: el papiro, a las que se añade

la diversidad de sus contenidos (literarios, historiográficos, legislativos, funerarios…) y la

evolución de la escritura jeroglífica, inciden en la complejidad de su estudio.

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Solo a través de fuentes clásicas, como Herodoto, o de textos coptos se podían conocer

algunos aspectos del Egipto antiguo. El desciframiento de los jeroglíficos (La piedra de

Rosetta, J. F. Champollion, 1822) y numerosos descubrimientos arqueológicos posteriores, han

permitido ampliar nuestros conocimientos sobre la historia de Egipto.

Para el estudio de las culturas mesopotámicas es imprescindible el conocimiento de la

escritura cuneiforme (tablillas de barro, inscripciones en lápidas y monumentos).

Anteriormente solo se conocían datos extraídos de la Biblia o de textos clásicos. El

desciframiento del fenicio (s. XVIII) también permitió conocer las lenguas semíticas.

Las fuentes numismáticas.

La Numismática es la disciplina histórica especializada en el conocimiento del pasado a

través de las monedas y medallas en todos sus aspectos. Proporciona gran cantidad de datos

sobre diversos aspectos del mundo antiguo, el simple uso de la moneda ya denota un alto

grado de desarrollo socioeconómico, con comercio a gran escala, y también su uso como

medio de propaganda política.

Según su definición técnica, moneda es todo objeto, generalmente metálico, de

naturaleza y peso determinado, que posee un valor legal como medio de intercambio,

garantizado por una marca de autoridad impresa sobre ella, que puede ser la representación

de un soberano, o del sello del gobierno, puesto que la acuñación es una prerrogativa que

emana de la soberanía y que se vincula al ejercicio de la autoridad política.

La moneda es un objeto con valor cronológico que contiene ceca y fecha de acuñación y su

aparición en el contexto estratigráfico proporciona una datación relativa de gran valor.

La Numismática es al mismo tiempo una disciplina autónoma y un documento

arqueológico, ya que son restos materiales que contienen información interna y aportan

información externa dentro de un contexto estratigráfico. Además las monedas son también

fuentes históricas de naturaleza mixta, que participan de las características de las fuentes

materiales, escritas y visuales.

La Numismática constituye una importante fuente para la paleografía, la

arqueología y la historia del arte. Para la primera, porque la aparición de leyendas bilingües

ha permitido el desciframiento o lectura de lenguas antiguas, como la ibérica. Con respecto a la

arqueología y al arte, es frecuente que muchas monedas lleven representados monumentos

arquitectónicos o famosas esculturas perdidas, de esta forma, las monedas se convierten en

fuentes importantes para la reconstrucción de restos materiales desaparecidos.

2.- LAS FUENTES ORALES

Las fuentes orales, para el marco cronológico que nos ocupa (prehistoria-historia

antigua), son muy restringidas, aunque paradójicamente se trate de un espacio de tiempo en

que predominó la transmisión oral. Las fuentes verbales han dando origen a un género

documental específico denominado Historia oral. Las fuentes orales deben integrarse en la

reconstrucción histórica junto a las fuentes materiales y a las fuentes escritas

La Historia oral.

En un sentido amplio equivaldría a la historia hablada, el registro de los recuerdos y de

las historias de la vida. No se trata de un nuevo género histórico, pero sí una nueva fuente. La

tradición oral ha sido un vehículo histórico fundamental de transmisión cultural.

En la actualidad el recurso más común es la entrevista grabada, que se archiva como

documento oral y que una vez transcrita se convierte en testimonio escrito. Así las fuentes

orales se convierten en un instrumento preciso para construir una memoria histórica de la

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colectividad más allá y contra las censuras, las mutilaciones y las discriminaciones de la

oficialidad y de la historiografía tradicional.

Las fuentes verbales se incluyen también dentro del campo de estudio de la antropología

y de la etnografía y su aplicación al campo de la arqueología.

La Etnología es una ciencia social que estudia, compara y describe las sociedades

humanas del pasado y del presente y por supuesto utiliza fuentes verbales. El estudio

comparado de los pueblos se realiza mediante la observación, la entrevista o la encuesta, con

un interés en el trasfondo histórico de las culturas.

El deseo de reconstruir los procesos culturales a partir del registro arqueológico propició

la búsqueda de nuevos instrumentos teóricos y para ello se recurrió a la analogía etnográfica,

basada en el principio formulado por Bindford, (La Nueva Arqueología) de que el estudio del

presente permite la comprensión del pasado. De esta confluencia entre la arqueología y la

antropología nació la etnoarqueología que se ocupa de establecer las relaciones entre el

comportamiento humano y sus residuos tangibles, mediante la observación de grupos actuales,

preocupada por comprender qué condiciones deba darse en una cultura para que aparezcan

determinados rasgos en su cultura material.

3. LAS FUENTES VISUALES

La utilización de la imagen como medio de representación y transmisión de ideas se

remonta a los albores de la humanidad. El análisis de las fuentes visuales (dibujos, pinturas,

grabados, talla en madera, relieve, códices, mosaicos, esculturas...) constituye una fuente

inagotable de análisis histórico. Pero ninguna de estas fuentes reproducen imágenes reales

sino apariencias reelaboradas de la realidad. Estas representaciones tienen en muchos casos

un sentido convencional, representan imágenes conceptuales y no físicas, o están sujetas a un

artificio óptico que logra un efecto tridimensional. Por esta razón no son fuentes visuales en

sentido estricto, sino fuentes iconográficas de cuyo estudio se ocupa la iconografía.

La primera técnica que reprodujo una imagen real fue la fotografía, que permitió fijar

imágenes reales mediante reacciones químicas. La proyección de las primeras imágenes en

movimiento supuso el inicio de la revolución de los medios audiovisuales, con el desarrollo del

cinematógrafo y la posterior incorporación del sonido y el color. Posteriormente nacieron

medios técnicos cada vez más sofisticados como cine, video, CD-ROM, medios digitales...

capaces de captar y reproducir las imágenes reales en distintos soportes. Las nuevas

tecnologías han convertido la imagen en su principal elemento de comunicación y han puesto

al alcance de los historiadores medios de captación trasmisión y conservación de la

información hasta ahora insospechados.

Hechos como la caída del muro de Berlín dieron la vuelta al mundo en imágenes, por lo

que se puede intuir que las fuentes visuales terminarán por constituir la documentación

primaria de los historiadores del futuro.

Las técnicas audiovisuales permiten también conservar para el futuro imágenes directas

de la utilización de objetos que terminarán por desparecer como los instrumentos agrícolas o

de técnicas productivas como los oficios artesanales, técnicas de pesca...; medios de

transporte, como la navegación a vela o los carros de caballería...; costumbres y modos de vida

como las fiestas, ritos..., que han caído en desuso. Así han aparecido géneros específicamente

etnográficos, como la fotografía costumbrista, y el documental.

Pero la revolución de las fuentes visuales solo ha comenzado y aún es necesaria la

creación de archivos de imágenes locales, (fototecas, videotecas o filmoteca), que garanticen

la recopilación y conservación efectiva de estas nuevas fuentes para la Historia.

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METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA: PROSPECCIÓN Y

EXCAVACIÓN. TEMAS 9 Y 10 PRIMERA EVALUACIÓN.

INTRODUCCIÓN. (EIROA, J.J.: Nociones de Prehistoria general. Ariel, Barcelona 2000)

La arqueología es hoy en día una ciencia multidisciplinar, que ha aprovechado

ampliamente los avances científicos en beneficio propio, pero sin renunciar a sus propios

logros como ciencia. En el aspecto metodológico es donde más se ha renovado en las últimas

décadas, superando una etapa anterior en que estuvo más supeditada a otras ciencias como la

geología o la antropología.

Definición de “método”: procedimiento que se sigue en las ciencias para buscar, hallar y

explicar la verdad (no confundir método y técnica. Una técnica es un procedimiento concreto de

tratamiento del material -que ha sido previamente reunido de acuerdo a un método-)

El método arqueológico acomete el estudio sistemático de los yacimientos y restos

arqueológicos, utilizando técnicas de búsqueda y observación (prospecciones y excavaciones),

reglas para el razonamiento y formas adecuadas para la comunicación de los resultados,

incluyendo, la construcción de teorías. Prospección y excavación (el trabajo de campo) es el

punto de partida de un proceso de investigación amplio, donde están implicados

procedimientos técnicos diversos para su clasificación, datación e interpretación (tema 11).

TEMA 9. METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA 1: LA

PROSPECCIÓN

Prospección: búsqueda, identificación y evaluación del yacimiento arqueológico

(lugar natural o artificial donde se encuentran restos materiales de actividades humanas,

potencialmente interpretable a través del método arqueológico) procediendo a su

documentación y estudio normalizado (croquis, fichas, mapas, fotografías…)

Es el primer paso para la identificación y valoración de un yacimiento, generalmente

sigue dos etapas: la primera el estudio previo del terreno a través de la toponimia, los datos de

la literatura científica, de la historia oral, de la cartografía, de la fotografía aérea, etc. En

segundo lugar tras elaborar un plan de trabajo inicial, se traslada un grupo de trabajo al terreno

con los medios necesarios para iniciar el trabajo (mapas, GPS, brújula, cámaras…) y decidir la

técnica de muestreo más adecuada al yacimiento. La prospección es un trabajo de campo

imprescindible para el conocimiento del terreno objeto de investigación.

LOS YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS: TIPOS Y PROCESOS DE FORMACIÓN.

Un yacimiento arqueológico, como ya hemos dicho, es aquel lugar donde quedan

restos materiales de actividad humana. Estos restos pueden ser visibles, porque están situados

sobre la tierra, o no visibles, porque sedimentos formados con posterioridad los cubren por

completo. La mayoría de los restos enterrados no serán descubiertos nunca.

A pesar de su gran variedad, es posible clasificar los yacimientos arqueológicos en

distintos grupos, aunque está división depende mucho de los criterios empleados. Atendiendo

al momento en que tuvo lugar la actividad, tendremos una clasificación cronológica, que suele

ser la primera en establecerse. Atendiendo a la funcionalidad del espacio: sitio de habitación,

de enterramiento, de producción, de caza… En función de su posición geográfica: de montaña,

de valle fluvial, de costa, subacuático, en cueva, etc. Por último, sobre su duración: si se trata

de un asentamiento temporal, permanente, de corta duración, o lo suficientemente larga como

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para poder distinguir diferentes períodos en su desarrollo, también se puede hablar de

yacimientos estratificados y sin estratificar; alterados o intactos (en la práctica es casi imposible

encontrar yacimientos completamente inalterados)

En cuanto al tipo de actividad realizada, los sitios de habitat son los más importantes y

numerosos. En ellos se realizan la mayoría de los actos cotidianos de la comunidad, el

alimento y el descanso, las relaciones sociales, la artesanía...

Al comienzo de la prehistoria, toda la actividad dejaba a penas unos pocos restos: unas lascas,

unas cenizas, algunos refugios, etc. Tras el Neolítico, los asentamientos se van haciendo más

complejos, con viviendas de carácter estable y más variedad de actividades.

Otro tipo de yacimiento destacado es el enterramiento. A partir del Paleolítico Medio el hombre

comenzó a preocuparse por los difuntos y empleó una cierta energía en protegerlos mediante

la excavación de tumbas. Desde una simple fosa hasta extensas las pirámides de Egipto, hay

una variada tipología, de tumbas individuales a necrópolis. Por lo general fueron construidos

con la intención de perdurar, por eso el contenido de información suele ser muy grande.

Otros yacimientos: centros ceremoniales, áreas con manifestaciones artísticas (cuevas,

abrigos, o extensas áreas al aire libre…), cazaderos y lugares de despiece de animales, áreas

de minería, zonas portuarias, talleres de sílex, barcos hundidos, etc.

La inmensa mayoría de los yacimientos están enterrados, gracias a ello se han

conservado. La excavación, reconstruirá el proceso que llevó a la formación del “registro” es

decir, cómo y por qué se erigieron los restos, se destruyeron y fueron cubiertos por la tierra.

¿CÓMO SE FORMA UN YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO? Para entender cómo una

ciudad entera ha quedado sepultada por la tierra hasta desaparecer por completo, o por qué

los restos de un grupo de cazadores paleolíticos están a más de diez metros de profundidad,

hay que tener en cuenta que el papel humano ha sido por lo menos tan importante como el de

los agentes climáticos y atmosféricos. Los procesos de formación son fundamentalmente de

tres tipos: físicos, biológicos y culturales. Los primeros se dan siempre, aunque no exista

actividad humana ni animal (erosión, traslado y deposición de sedimentos…) Los biológicos

corresponden a la actividad de animales. La actividad humana modifica y altera los procesos

de sedimentación natural, produciendo en general su aceleración.

LA PROSPECCIÓN ARQUEOLÓGICA: PLANTEAMIENTO Y TÉCNICAS

Al hablar de prospección nos referimos al conjunto de trabajos previos a la excavación

que incluyen sobre todo el estudio de una zona geográfica con el fin de descubrir el mayor

número de posibles yacimientos. Hubo un tiempo en el que la tarea fundamental era

desenterrar monumentos, y como existían pocos conocimientos, ni la prospección ni la

excavación seguían un método pues se buscaba obtener objetos de gran valor, sin interesarse

por la investigación y documentación del yacimiento.

Tradicionalmente la prospección tenía sentido en función de los yacimientos que se

localizaban para su posterior excavación. A partir del desarrollo de la nueva arqueología (años

70 del s. XX) se comienzan a plantear prospecciones sistemáticas. Su importancia va

relacionada también con los datos que pueda proporcionar en la catalogación e inventario del

patrimonio arqueológico para su conservación y puesta en valor.

Actualmente el incremento económico de la excavación ha provocado el replanteamiento

de esta tarea, para poder estimar los costes globales y las necesidades organizativas.

La tarea de prospección se inicia con un análisis previo de laboratorio que consiste en

examinar toda la información recopilada sobre la zona de interés. La lectura de la

literatura científica sobre el caso es esencial, así como La observación detallada de los

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planos topográficos de la zona, estos planos ayudarán a decidir cuáles son las zonas más

interesantes. (Cartografía)

La siguiente ayuda proviene de la fotografía aérea, que pueden haber sido hechas con

destino a la prospección arqueológica únicamente sobre la zona de interés, o bien se puede

utilizar parte de la colección general existente para todo el país, realizada con otros fines como

la topografía, agrimensura, recursos hidráulicos, etc. En la actualidad se realizan

prospecciones arqueológicas enteramente desde el aire y se descubren así un gran número de

yacimientos con mucho menor esfuerzo que mediante los recorridos terrestres. Este sistema

tiene un elevado coste y es especialmente eficaz en zonas llanas y húmedas y es un método

que ha instituido una rama completa de la investigación, la llamada Arqueología aérea. (Las

estructuras enterradas se ven mejor desde el aire, el crecimiento diferencial de los cultivos o la

diferencia de color en la tierra pueden dar indicaciones al arqueólogo, etc.)

Solapando las imágenes fotográficas tendremos una vista estereoscópica que nos

permitirá ver la superficie del suelo en relieve, marcándose claramente los accidentes del

terreno, con la ayuda de un estereoscopio, o lente binocular.

No obstante hay que ser consciente de las limitaciones del método, que sólo nos llevará

a descubrir un tipo de yacimientos, dejando de lado otros que habrán de ser localizados en

una prospección más detallada y que generalmente incluye

Otra labor muy conveniente antes del trabajo de campo se refiere al estudio de la

toponimia, los nombres propios de los lugares pueden tener relación con la existencia de

yacimientos arqueológicos. Por ejemplo la referencia a los moros: fuente del Moro, Cueva del

Moro...A construcciones: Castillejo, Mota o Torrecilla, al igual que los que denominan tesoros:

Fuente de la Plata, Malamoneda, el Tesorillo, etc. U otros nombres sugerentes como: Cerro de

la Cerámica, Piedra Escrita o la cueva de los Muñecos. Muchos de ellos no vienen indicados

en planos topográficos y se habrán de consultar los catastros locales o indagar entre los

habitantes del lugar.

MUESTREO. Puede prospectarse, una vez delimitada el área, toda la superficie o acudir

a estrategias de muestreo probabilístico. Se suele dividir, a partir de la cartografía, la zona

objeto de estudio, en cuadrículas o transversos (rectángulos), organizados de forma aleatoria,

sistemática (a intervalos regulares) o priorizando determinadas unidades topográficas,

geológicas o lógicas (estratificada).

La prospección intensiva es el método más adecuado para alcanzar una imagen

completa de la historia cultural de una zona concreta. Consiste en la inspección directa y

exhaustiva de la superficie del terreno sobre áreas relativamente pequeñas, realizadas por

observadores separados a intervalos regulares y utilizando cuadrículas artificiales hasta llegar

a controlar parte o la totalidad del territorio de interés. Mediante la prospección intensiva

podemos estar seguros de descubrir todos los yacimientos pero el método es tan lento y

detallado que sólo es realizable en pequeñas áreas. No obstante, existe una forma de obtener

conclusiones generales, extensibles a zonas mayores, a partir de los datos recogidos en la

prospección intensiva de áreas pequeñas, mediante la aplicación de la teoría del Muestreo. Si

las áreas prospectadas se escogen adecuadamente, de forma que sean representativas del

total, entonces es posible la inferencia de la parte por el todo.

La forma más adecuada es escoger de forma aleatoria las cuadrículas que se van a

prospectar. Este es el muestreo aleatorio simple, es el mejor desde el punto de vista

matemático, pero tiene sus inconvenientes, y para superarlos hay que tener en cuenta los

datos previos del terreno y seleccionar las cuadrículas. El muestreo sistemático consiste en

elegir las cuadrículas separadas a intervalos fijos, de forma que estén todas las partes bien

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representadas. El margen de error se podría reducir aumentando el tamaño de la muestra, es

decir, prospectando más cuadrículas. La aplicación de criterios sistemáticos en las

prospecciones ha mostrado claramente su eficacia para descubrir yacimientos.

El objetivo de tomar muestras en distintas zonas de superficie es comparar lo hallado en los

cuadrados y ver si existen diferencias significativas entre ellos, que puedan indicar distintas

áreas funcionales o de diferente cronología. Ello nos permitiría extraer conclusiones

importantes sobre el yacimiento sin necesidad de excavar o indicaciones sobre cómo orientar

la futura excavación del sitio. Aunque hay que tener en cuenta que no siempre se cumple la

condición de que exista una relación entre lo que se ve en la superficie y lo que está enterrado.

Con respecto al análisis de los artefactos, parece prudente obtener toda la información posible

sobre el terreno y llevarse únicamente aquellas piezas más representativas.

El desarrollo de las prospecciones sistemáticas va muy ligado a la arqueología espacial,

en la que la estadística y las técnicas cuantitativas aplicadas al análisis de las distribuciones

arqueológicas , tanto en términos de elementos, como de asentamientos, representan un papel

fundamental. En España la revista Arqueología Espacial contribuyó a divulgar estos nuevos

planteamientos en los años ochenta y noventa, desde una perspectiva interdisciplinar,

intentando avanzar en una visión global del territorio. Últimamente hablamos de arqueología

del paisaje, una de las tendencias más innovadoras de la investigación actual, que engloba

diferentes perspectivas, desde las más tradicionales posturas descriptivas a enfoques

culturales, económicos, sociales e ideológicos, como forma de interpretación.

Otro tipo de información de interés que se ha de tomar sobre el yacimiento es la

ambiental-ecológica. Por tratarse de datos no propiamente arqueológicos, muchos de ellos

son difíciles de obtener por personas sin formación específica y por ello la presencia de un

geólogo es conveniente en los equipos de prospección.

También es preciso analizar el entorno natural. Interesan el relieve, el clima, los

suelos, los recursos hídricos, el tipo de fauna salvaje y doméstica, la distancia a vías de

comunicación, la visibilidad desde el yacimiento de otros lugares cercanos... Cuanto más

información nos llevemos del sitio, tanto mejor.

A continuación se procedería a la excavación, aunque en la actualidad hay medios para

examinar aspectos arqueológicos enterrados sin necesidad de excavar, como son los métodos

de prospección geofísica y el análisis de fosfatos. La prospección geofísica consiste en

medir ciertas propiedades eléctricas y magnéticas del subsuelo, de forma que las variaciones

diferenciales entre unas zonas y otras nos revelen la localización de los restos enterrados. El

análisis químico de fosfatos se basa en los diferentes contenidos de fósforo de la tierra, que

pueden ser indicativos de distintas actividades humanas.

TEMA 10. METODOLOGÍA DE LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA II: LA

EXCAVACIÓN.

INTRODUCCIÓN:

La única forma de ver qué es lo que queda en realidad, a pesar de la importancia cada

vez mayor de la prospección, es la excavación.

La excavación permite recuperar sistemáticamente datos arqueológicos, estructuras,

artefactos y ecofactos (huesos, maderas, sedimentos, cenizas…), que deben de ser

documentados y registrados adecuadamente en su contexto tridimensional. Una excavación

arqueológica debe ser diseñada dentro de un proyecto general de investigación y encaminada

a contrastar hipótesis de trabajo o solucionar problemáticas concretas, aunque en ocasiones

deben realizarse excavaciones de urgencia, debido a la necesidad de proteger algunos

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yacimientos ante su destrucción (infraestructuras, edificación, etc.), documentándolos y

conservándolos si es necesario y posible.

Ha habido un interés creciente por definir un sistema lo más perfecto y eficaz posible

para la exhumación de restos durante la excavación arqueológica, debido a la conciencia de

que el investigador se encuentra ante una lectura única, por lo que debe de ser abordada con

la máxima minuciosidad y sensibilidad. Algunos arqueólogos han desarrollado sistemas que

han tenido una amplia aceptación en la comunidad científica, siendo aplicados con menor o

mayor ortodoxia por otros colegas, por ejemplo los métodos de Laplace Harris, que supone un

adelanto respecto a los trabajos de Mortimer Wheeler y Katleen Kenyon, iniciados los años

treinta del siglo XX, que representan el punto de partida para los métodos estratigráficos

modernos. El método de Harris se popularizó en España. Permite concebir el registro no como

un simple conjunto de información, sino que implica un esfuerzo continuado por entender la

dinámica estratigráfica durante la excavación, generando así una secuencia de operaciones y

procedimientos metodológicamente controlados.

Últimamente ha aumentado el interés por alcanzar un sistema de excavación lo más

perfecto posible, aunque quizá sea ideal aplicar técnicas diferenciadas en función de la

especificidad de cada yacimiento e introducir las novedades que sean oportunas a cada caso.

El clásico diario de excavación o las fichas estandarizadas y las planimetrías se

complementan con fotografías o filmaciones y cada vez más intervienen las nuevas tecnologías

y los soportes informáticos en la labor de excavación.

OBJETIVOS DE LA EXCAVACIÓN.

La excavación es el ejercicio por excelencia de la arqueología, ya que tiene como

consecuencia la más completa y directa obtención sistemática de datos para el estudio de los

tiempos pasados. Excavar es esencialmente interpretar, es decir, deducir una realidad de los

datos arqueológicos. Se trata de una tarea multidisciplinar en la que interviene no solo el

arqueólogo y su equipo de campo, sino también multitud de especialistas en otras materias,

que convierten la tarea, en un complejo ejercicio de investigación y proporciona los datos

básicos de los que se abastece la prehistoria para elaborar sus interpretaciones.

Siendo la excavación una práctica costosa y destructiva, nunca se debe realizar a la

ligera y jamás dejarse en manos de aficionados sin formación profesional. Lo deseable es

realizarla cuando sea necesaria para resolver problemas concretos dentro de una línea de

investigación, por su aporte imprescindible de información relevante, pero siempre que sea

posible deben primar los métodos no destructivos para lograr los objetivos de la investigación.

¿CUALES SON LOS MÉTODOS DE EXCAVACIÓN MÁS ADECUADOS PARA RECUPERAR

ESTA INFORMACIÓN? (“no existe una forma correcta de excavar, pero sí muchas incorrectas” Wheeler.)

Cada yacimiento requiere una forma específica de tratamiento y una estrategia

adecuada. Además, los métodos de excavación han de adaptarse al tema de investigación que

tengamos entre manos..

En términos generales podemos dividir las técnicas de excavación en:

- Aquellas que subrayan la dimensión vertical mediante la excavación de depósitos

profundos que revelan la estratificación, donde suele aplicarse el sistema Wheeler-Kenyon

(perfeccionado por F. Bordes con el uso del sistema de coordenadas cartesianas) que se basa

en la división en cuadrículas, que serán las unidades de excavación. Este sistema permite un

control muy preciso de los hallazgos

- Aquellas que se centran en la dimensión horizontal, mediante la apertura de áreas

amplias de un nivel concreto para exteriorizar las relaciones espaciales entre artefactos y

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estructuras. El sistema de áreas abiertas (open areas) que no se constriñe tanto a las unidades

de excavación predeterminadas.

La mayoría de los arqueólogos combinan ambas estrategias, pero hay formas distintas

de hacerlo.

El método Wheeler- Kenyon trata de satisfacer tanto las exigencias horizontales como

las verticales, mediante la conservación de testigos de tierra intactos entre las cuadriculas, de

forma que se puedan rastrear y correlacionar los distintos niveles ente los perfiles verticales de

todo el yacimiento. Una vez que se ha determinado la extensión y distribución general del

mismo, se puede retirar algunos de los testigos y ensamblar las cuadriculas de una excavación

abierta para poner de relieve cualquier estructura (como un suelo de mosaico) que sea de

especial interés.

Los defensores de la excavación en áreas abiertas, critican el método Wheeler

diciendo que los testigos se sitúan inevitablemente del modo más inoportuno para aclarar las

conexiones ente perfiles e impiden distinguir los patrones especiales en áreas grandes. Es

mucho mejor, según otros críticos, abrir áreas amplias y cortar perfiles verticales.

El método de excavación en área resulta especialmente eficiente allí donde hay depósitos de

una sola época cerca de la superficie. Aquí la dimensión temporal puede estar representada

por una expansión hacia los lados y se hace necesario descubrir áreas horizontales amplias

para comprender este complejo patrón de reedificación.

Por último se puede citar otro sistema, muy particular, que se han usado para

yacimientos de localización unitaria como Tholoi o Megalitos. Se conoce como sistema Van

Gieffen o de cuadrantes, y consiste en subdividir el área a excavar en cuadrantes e ir

excavando los opuestos, dejando ente ellos testigos que se levantan al final.

RECUPERACIÓN Y REGISTRO DE LA EVIDENCIA.

Cualquiera que sea el método empleado, una excavación solo será buena en la medida

en que lo sean sus métodos de recuperación y registro. Este registro se materializa en un

inventario general de materiales, donde figuran las características y circunstancias de cada

hallazgo (Una vez recuperado un artefacto y registrado debe dársele un número que se anota

en el inventario) y en un plano general en el que se incluyen todos los elementos. Actualmente

se utilizan registros informáticos, bases de datos y otros sistemas para la incorporación de

planimetrías y secuencias estratigráficas, que facilitarán mucho la labor de gabinete.

Los artefactos, suelen ser retirados para su ulterior estudio, pero las estructuras y

construcciones a no ser que se dejen en su lugar, se destruirán a medida que avance la

excavación, por lo tanto es imprescindible registrarlas, no solo con una descripción escrita en el

diario de campo, sino también con dibujos y fotografías a la escala adecuada. Lo mismo con

los perfiles (secciones) verticales y también es esencial tomar buenas fotografías a vista de

pájaro, desde un andamio o un globo atado, de los niveles horizontales.

TRATAMIENTO Y CLASIFICACIÓN

Parte de la selección y clasificación de los artefactos, se realizara sobre el terreno

durante el curso de la excavación. Al igual que la propia excavación, el tratamiento de los

materiales recuperados en el laboratorio de campo constituye una actividad especializada que

exige una planificación y una organización muy cuidadosa.

Existen dos aspectos destacados de la actuación de los laboratorios de campo: la

limpieza de los artefactos y su clasificación. La limpieza minuciosa de los artefactos constituyen

una etapa tradicional de la excavación, sin embargo, muchas de las técnicas científicas nuevas

ponen de manifiesto que los artefactos no deben ser necesariamente limpiados en profundidad

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antes de que un especialista haya tenido la ocasión de examinarlos. Por ejemplo, ahora

sabemos que se puede conservar residuos de comida en las vasijas y restos de sangre en los

útiles líticos, debe evaluarse esta posibilidad antes de que se destruya la evidencia.

Por otra parte, la selección inicial se realiza en base a categorías generales: útiles líticos,

cerámicas y objetos de metal. Luego estas categorías, se subdividen o clasifican para crear

grupos más manejables que serán posteriormente estudiados. La clasificación suele hacerse

según tres tipos de características o atributos:

1. Atributos superficiales (que incluyen la decoración y el color).

2. Atributos formales (las dimensiones y la propia forma).

3. Atributos tecnológicos (materias prima original).

Los artefactos que comparten atributos similares se agrupan en tipos artefactuales, en

tipologías, el motivo es evidente, los artefactos constituyen una parte sustancial del registro

arqueológico y la tipología ayuda a los arqueólogos a establecer un orden (aunque también se

ha empleado –tipología- para definir las entidades arqueológicas de un período determinado)

Las agrupaciones de los tipos de artefactos de una época y lugar concreto se denomina

Conjuntos y la suma de estos reciben el nombre de Culturas Arqueológicas. La dificultad surge

cuando intentamos traducir esta terminología en función del ser humano y relacionar una

cultura arqueológica con un grupo real de hombres del pasado.

TEMA 11. TÉCNICAS DE DATACIÓN, CLASIFICACIÓN Y ANÁLISIS.

INTRODUCCIÓN.

LA MEDICIÓN DEL TIEMPO:

La cronología es la ciencia que estudia la división del tiempo en periodos regulares y la

clasificación de los acontecimientos por el orden en que ocurrieron: estudia el orden o la

secuencia en la que han ocurrido los hechos en el tiempo y les asigna una fecha concreta.

Cualquiera que sea el método de datación, necesitaremos establecer una medida de

tiempo para reconstruir una cronología. La mayor parte de los sistemas humanos de medición

se calculan en años. Los años comienzan a contar a partir de un “año cero” que en el mundo

cristiano es el año del nacimiento de Cristo, contándose los años hacia atrás antes de Cristo

(a.C.). En el mundo griego la celebración de los primeros juegos olímpicos (fechados en el 776

a.C. del calendario cristiano). Para los musulmanes la salida del profeta de la Meca, la Hégira

(en el año 622 DC del calendario cristiano). El inicio del calendario Maya equivale al año 3.114

a.C. del calendario cristiano.

Los científicos optaron por un sistema internacional, independiente de los calendarios

convencionales, estableciendo el “presente” en el año 1950 (el año aproximado en que se

descubrió el método del radiocarbono) y contabilizando los años antes del presente (ap) o en

inglés, Before Present (BP). Así, 1.950 BP, equivale al año 0, de la Era cristiana.

Sin embargo para el periodo Paleolítico, los arqueólogos utilizan indistintamente los

términos BP y “hace…años”, ya que una diferencia de 40 años o más resulta irrelevante. Para

épocas remotas, los yacimientos se fechan, en el mejor de los casos, solo a unos pocos miles

de años de su fecha “real”.

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DATACIÓN:

-Cronología relativa. Fecha los elementos arqueológicos utilizando criterios de anterioridad y

posterioridad, sin una datación exacta.

Métodos de datación relativa: Estratigrafía, Tipología, Seriación, Dataciones cruzadas, Métodos

geológicos, Métodos paleontológicos y Métodos arqueobotánicos.

-Cronología absoluta. Fecha los elementos arqueológicos de forma definitiva. En los últimos

años se han perfeccionado y ampliado estas técnicas.

Métodos de datación exacta: Carbono 14 (C-14), Arqueomagnetismo, Dendrocronología,

Hidratación de la obsidiana, Huellas de fisión del uranio, Oxígeno 16-18, Potasio-Argón 40,

Racemización de aminoácidos, Resonancia electrónica “spin”, Termoluminiscencia (TL),

Uranio-Torio, Varves, Datación por las tasa de cationes..

-MÉTODOS DE DATACIÓN RELATIVA

-ESTRATIGRAFÍA.

Fecha los estratos arqueológicos poniéndolos en relación unos con otros, de

acuerdo con las leyes estratigráficas. Las estratigrafías comparadas se basan en el

establecimiento de unas tablas de estratigrafías locales o regionales que pueden ofrecer

una secuencia cronológica de una zona más amplia.

Los estratos arqueológicos (los niveles de desechos culturales o naturales visibles en

los cortes de cualquier excavación) abarcan periodos de tiempo mucho más breves que los

geológicos pero se ajustan al mismo principio de superposición: donde un nivel inferior se

habrá depositado antes. Por lo tanto, un perfil vertical excavado constituye una secuencia que

se ha acumulado a lo largo del tiempo. Señalar que el principio de superposición solo se refiere

a la secuencia de deposición, no a la edad del material de los diferentes estratos. Los

contenidos de los niveles inferiores son, por lo general, más antiguos,pero los arqueólogos no

deben dar esto por sentado. Los hoyos excavados o las madrigueras de los animales, por

ejemplo, pueden alterar el orden e incluso los estratos pueden llegar a invertirse por la erosión.

Podríamos decir, en líneas muy generales, que las actividades simultáneas tienen lugar

de forma horizontal en el espacio mientras que sus cambios se producen verticalmente en el

tiempo. En la dimensión horizontal, los arqueólogos confirman la contemporaneidad –las

actividades que se produjeron al mismo tiempo- verificando, mediante la excavación, que los

artefactos y estructuras se encuentran asociados y en un contexto sin alterar. Por supuesto,

existen muchos procesos postdeposicionales que pueden perturbar este contexto primario. En

la dimensión vertical, los arqueólogos analizan los cambios temporales mediante el estudio de

la estratigrafía. En un yacimiento de un solo período resulta más importante que podamos

reconstruir el comportamiento humano con la mayor exactitud, pero en un yacimiento con

varias fases los arqueólogos tienen que tratar de reconstruir qué alteraciones se han producido

y decidir cómo interpretarlas.

Otro concepto importante es la idea de asociación, cuando decimos que dos objetos

fueron hallados en asociación dentro del mismo deposito arqueológico, queremos decir que

quedaron sepultados a la vez. Una serie de estratos sellados proporcionan, de este modo una

secuencia de la época en que quedaron enterrados los objetos. Si posteriormente se puede dar

una fecha absoluta a alguno de estos objetos, sería posible asignar esa fecha absoluta al

depósito sellado y a los demás objetos asociados a él. Una serie de datos de este tipo, que

proceden de niveles distintos, proporcionaran una cronología absoluta para toda la secuencia.

Esta interconexión de las secuencias estratigráfica con los métodos de datación absoluta es la

que proporciona la base más fiable para fechar los yacimientos y sus contenidos.

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-TIPOLOGÍA:

Establece secuencias tipológicas basadas en la evolución gradual de los tipos de

objetos arqueológicos. Las diferencias formales y tecnológicas entre los tipos los sitúan

en un orden de secuencia, unos anteriores o posteriores a otros.

La forma de un artefacto puede definirse por sus atributos específicos (material forma y

decoración, etc). Varios artefactos con los mismos atributos constituyen un Tipo.

Tipo: población homogénea de artefactos que comparten una serie de atributos.

Dos conceptos sirven de base a la idea de elaborar una datación relativa mediante la

tipología. El primero es que los productos de un periodo y lugar determinado tienen un estilo

reconocible: debido a su forma y decoración distintivas son, en cierto sentido, característicos de

la sociedad que los creo. El arqueólogo a menudo puede reconocer y clasificar los artefactos

según su etilo y basándose en este, le asignan un lugar concreto dentro de una secuencia

tipológica. El segundo concepto es que el cambio estilístico (de forma y decoración) de los

artefactos suelen ser gradual y evolutivo.

El gran maestro del “método tipológico” fue Oscar Montelius (1843-1921), que formulo

cronologías relativas locales para muchas de las zonas de la Europa de la Edad del Bronce,

haciendo usos de series completas de formas de útiles y armas de bronce. Muchas de estas

secuencias pudieron ser confirmadas por métodos estratigráficos, constatando que las formas

más simples eran en efecto las más antiguas.

En cuanto la Paleolítico, la primera datación relativa de un estrato procederá a menudo

de un examen de los útiles líticos. Los Bifaces implican que es del Paleolítico inferior (o medio

en menor medida) y las láminas del Paleolítico superior. Para los periodos posteriores al

Neolítico las tipologías cerámicas suelen ser la piedra angular del sistema cronológico.

-SERIACIÓN:

Se basa en la evolución gradual de las culturas y establece la sucesión de

conjuntos de útiles o de contextos arqueológicos, ordenándolos según sus similitudes,

de manera que revelen el orden cronológico en el que se elaboraron y depositaron.

Si la estratigrafía sirve para establecer relaciones de cronología relativa basándose en la

posición de los estratos, la seriación trata de hacer lo mismo con los artefactos, con

independencia del contexto donde aparezcan.

Se han utilizado dos versiones de esta técnica:

Seriación contextual: aquí, lo que determina la seriación es la duración de los distintos estilos

artefactuales (forma y decoración).

Seriación de frecuencia: se apoya principalmente en la abundancia, o frecuencia proporcional

de un estilo cerámico.

Hay que tener presente que la seriación no nos dice por si sola qué extremo de una secuencia

dada es el inicial y cuál es el final, la cronología real se ha de determinar por otros medios,

como sus conexiones con la secuencias estratigráfica ya mencionadas.

-DATACIONES CRUZADAS O CRONOLOGÍA COMPARADA:

Si en un contexto aparece un objeto que ha sido correctamente fechado, podemos

deducir que otro objeto igual, que aparezca en un contexto desconocido debe tener la misma

cronología.

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-MÉTODOS GEOLÓGICOS:

Usados principalmente para fechar yacimientos y materiales mesolíticos y paleolíticos,

mediante su estudio geoarqueológico: estratigrafía geológica; terrazas fluviales, marinas y

lacustres; glaciarismo; sedimentación de cuevas y abrigos, loess, etc.

Columnas de sedimentos marinos y columnas de hielo

Las columnas de sedimentos marinos, extraídos del lecho oceánico, proporcionan en la

actualidad un registro coherente de los cambios climáticos a escala mundial. Estas columnas

contienen conchas de microorganismos marinos conocidos como Foraminíferos, depositados

en el fondo oceánico. Las variaciones de la proporción de dos isótopos de oxigeno en el

carbonato cálcico de esas conchas constituyen un indicador sensible de la temperatura del mar

en la época en que vivían esos organismos.

Las muestras extraídas del hielo polar Ártico y Atlántico han sido utilizadas para generar

secuencias impresionantes que revelan las oscilaciones climáticas. Los niveles de hielo

compactados forman depósitos anuales para los últimos 2.000-3.000 años, que pueden ser

cuantificados, proporcionando así una cronología absoluta para esta fase de la secuencia. Sin

embargo para periodos anteriores la datación de las columnas de hielo es mucho menos

precisa.

-MÉTODOS PALEONTOLÓGICOS:

Basados en determinaciones de fauna fósil que puede asociarse a episodios concretos

del Cuaternario, muy especialmente de la microfauna. Muchas especies de mamíferos han

evolucionado considerablemente en los últimos millones de años, surgiendo formas nuevas y

extinguiéndose los antiguos. Se han hecho esquemas de los cambios de dichas especies para

elaborar una secuencia aproximada.

-MÉTODOS ARQUEOBOTÁNICOS:

Se fundamentan en los análisis de restos vegetales de todo tipo para poder recrear un

paisaje teórico en el que se desarrolló la actividad del yacimiento. Su estudio está en relación

directa con el de la fauna. Los análisis palinológicos (estudio de restos de polen contenido en

los estratos arqueológicos) suelen ser de gran ayuda para este menester. La definición de los

paleoambientes tiene enormes repercusiones en los estudios sobre subsistencia economía y

sociedad.

Datación polínica.

La conservación del polen en turberas y sedimentos lacustre ha permitido a los expertos

en polen (Palinólogos) elaborar secuencias detallada de la vegetación y el clima del pasado.

Estas secuencias son de gran ayuda para comprender el medioambiente antiguo. Pero también

han sido importantes- y hasta cierto modo aun lo son-como métodos de datación relativas.

Las secuencias polinológicas más conocidas son las que se elaboraron para el Holoceno

de la Europa septentrional, en la que una sucesión detallada de las llamadas Zonas Polínicas

abarca los últimos 10.000 años. El estudio de las muestras de polen procedentes de un

yacimiento concreto puede, a menudo, incluirlo en una secuencia de zonas polínicas más

amplias y asignarle así una fecha relativa. Sin embargo, es importante recordar que las zonas

polínicas no son uniformes en áreas extensas.

A pesar de la gran utilidad de los métodos de datación relativa, los arqueólogos quieren saber,

fundamentalmente qué “fecha” tienen las secuencias de los yacimientos o los artefactos que

estudiamos. Para conseguirlo debemos acudir a métodos de datación absoluta.

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- MÉTODOS DE DATACIÓN ABSOLUTA

Relojes radiactivos

Muchos de los avances más importantes en la datación absoluta, desde la Segunda

Guerra Mundial, proceden del empleo de relojes radiactivos basados en un fenómeno regular y

muy difundido en la naturaleza, la desintegración radiactiva.

El más popular de estos métodos es el radiocarbono, que constituye hoy en día la

principal herramienta de datación para los últimos 50.000 años. La termoluminiscencia (TL),

una técnica de datación que se basa indirectamente en la desintegración radiactiva, coincide

con el radiocarbono en el periodo de tiempo para el que resulta útil, aunque tiene potencial

para datar épocas anteriores -como la resonancia electrónica del “spin”, una técnica

relacionada con la TL-. Sin embargo, el potasio-argón, la datación por las series de uranio y la

datación por las huellas de fisión son los principales métodos radiactivos para los periodos

históricos (prehistóricos!) anteriores al que abarca el radiocarbono.

-CARBONO 14 (C-14).

Método ideado por el premio Nobel de Química W. Libby en 1950. Se basa en el hecho

de que todos los seres vivos absorben a lo largo de su vida un isótopo radiactivo del carbono,

el Carbono-14, que se forma y desintegra a una velocidad constante y conocida. Cuando un

organismo muere comienza a desprenderse del C-14, cada 5.730 años se desprende de la

mitad del que contiene. Las fechas que arroja este método tienen un pequeño margen de error,

pero pueden datar restos orgánicos de plantas y animales hasta unos 50.000 años BP.

-ARQUEOMAGNETISMO.

El campo magnético terrestre cambia constantemente tanto en dirección como en

intensidad. Los científicos han sido capaces de reconstruir los cambios en el norte magnético

estudiando la magnetización de las estructuras de arcilla cocida de periodos antiguos, que han

sido fechadas previamente. Siempre que la arcilla haya sido cocida a 650-700 ºC y no se haya

vuelto a calentar, las partículas de hierro que contiene adoptan la dirección y la intensidad del

campo magnético terrestre en el momento de la cocción.

-TERMOLUMINISCENCIA (TL)

Los materiales con una estructura cristalina, como la cerámica contienen pequeñas

cantidades de elementos radiactivos. Estos se desintegran a un ritmo constante y conocido,

emitiendo radiaciones que bombardean la estructura cristalina y desplazan a los electrones,

que quedan atrapados entonces. Cuando se calienta el material a más de 500 ºC pueden

escapar los electrones retenidos, emitiendo una luz conocida como termoluminiscencia.

La TL tiene dos ventajas sobre el C-14 puede fechar cerámica (el material inorgánico

más abundante en los yacimientos de los últimos 10.000 años); y puede fechar materiales

inorgánicos (como el sílex quemado) de hasta 50000-80000 años de antigüedad.

-RESONANCIA ELECTRÓNICA “SPIN” (ESR: Electronic Spin Resonance)

Permite contar los electrones atrapados en un hueso o en una concha sin el

calentamiento que precisa la termoluminiscencia. Como en la TL, permite medir el número de

electrones atrapados mediante espectrometría. Este método tiene la ventaja sobre la TL que no

es destructivo y que necesita de muestras muy pequeñas, de menos de 1 g. Por otra parte, es

menos sensible que la TL y no tan asequible.

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-DENDROCRONOLOGÍA

El crecimiento de la mayor parte de las especies vegetales es anual lo que hace posible

el principio de la datación por los anillos de crecimientos de los árboles. Los dendrocronólogos

pueden producir una secuencia continua y prolongada desde la actualidad a cientos/miles de

años atrás mediante la comparación de las secuencias de anillos de árboles. De esta forma,

cuando se halla un tronco de la misma especie sería posible equiparar una serie de anillos de

crecimiento al tramo de años correspondiente a la secuencia o cronología directora.

-VARVES.

En 1878, el geólogo sueco Gerard de Beer observo que ciertos depósitos de arcilla se

estratificaban de un modo uniforme. Se dio cuenta de que estos estratos (varves en sueco) se

habían depositado en torno a los márgenes de los glaciares debido a la fusión anual de las

capas de hielo, retrocediendo regularmente desde final del Pleistoceno. El grosor de los niveles

variaba de año en año, produciéndose un estrato grueso en un año cálido y un nivel fino bajo

condiciones más frías

-HIDRATACIÓN DE LA OBSIDIANA.

Cuando la obsidiana se rompe, comienza a absorber el agua que la rodea para formar

una capa de hidratación que se puede medir en el laboratorio. El grosor de la capa se

incrementa de modo uniforme, entonces, suponiendo que conozcamos la tasa de crecimiento y

el grosor actual, deberíamos poder calcular el tiempo transcurrido desde que comenzó su

desarrollo. Desgraciadamente no hay un ritmo de crecimiento o hidratación con validez

universal. Para utilizar el método en la datación absoluta, hay que calibrarlo con una secuencia

cronológica establecida para la región en cuestión (teniendo en cuenta los factores químicos y

de temperaturas).

-HUELLAS DE FISIÓN DEL URANIO.

Este es otro método basado en el funcionamiento de un reloj radiactivo, En esta ocasión,

en la fisión espontánea de un isótopo del uranio (U238) existente en gran cantidad de rocas y

minerales. Al igual que la datación mediante potasio-argón –con cuyo alcance temporal

coincide- el método proporciona fechas útiles a partir de rocas adecuadas que contengan o

estén próximas a restos arqueológicos.

-POTASIO-ARGÓN 40.

Se basa en el principio de la desintegración radiactiva: en este caso, la lenta

transformación del isótopo radiactivo potasio-40(K40) en el gas inerte argón-40 (Ar40) dentro

de las rocas volcánicas. Conociendo el ritmo de descomposición del k40 –su vida media ronda

los1300 millones de años- la medición de la cantidad de Ar40 contenido en una muestra de

roca proporciona un cálculo de la fecha de formación de la roca.

-RACEMIZACIÓN DE AMINOÁCIDOS.

Este método se utiliza para fechar restos óseos, de seres humanos y de animales Su

especial importancia reside en que puede ser aplicado a materiales de incluso unos 100.000

años, más allá del alcance temporal de la datación radiocarbónica. Los aminoácidos existentes

en las proteínas de los organismos vivos contienen solo L-aminoácidos. Tras la muerte, estos

se transforman en D-aminoácidos (se racemizan) a un ritmo constante, esto permitirá su

medición.

-URANIO-TORIO

Éste es un método basado en la desintegración radiactiva de los isótopos del uranio. Ha

resultado ser especialmente útil para el periodo 500000-50000 BP, que cae fuera del ámbito

del radiocarbono. En Europa donde hay escasas rocas volcánicas adecuadas para la datación

por la técnica del potasio- argón, las series de uranio (series-U) pueden ser el mejor método de

aclarar cuándo fue ocupado un yacimiento por el hombre primitivo.

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El trabajo de laboratorio es largo y complejo, el equipo deberá analizar piezas, estudiar

sus aspectos tecnológicos y tipológicos, establecer comparaciones, consultar informes

técnicos, elaborar cuadros estadísticos, interpretar secuencias, planos, etc. Para intentar llegar

a una conclusiones que deberán conducir a enmarcar el proceso en un periodo cultural,

estableciendo una cronología y creando una imagen lo más aproximada posible, del grupo

humano que depositó sus restos en el yacimiento.

Con el auxilio de los métodos y técnicas mencionadas los materiales irán ofreciendo

información. Datos que el historiador irá organizando de forma coherente, esta es la última

etapa: la interpretación. Solo podrán interpretarse los datos verificados y contrastados,

huyendo de hipótesis insuficientemente probadas. Este último trabajo desembocará en una

memoria de la excavación que deberá publicarse para que el mundo científico conozca los

resultados.

TEMA 12. EL NUEVO MARCO CRONOLÓGICO DE LA ARQUEOLOGÍA, LAS

NUEVAS ARQUEOLOGÍAS.

INTRODUCCIÓN

El principal objeto de estudio de la arqueología es el pasado, concretamente las

sociedades del pasado, incluyendo desde las etapas más remotas de la prehistoria hasta el

“día de ayer”, que pertenece al pasado también, sin embargo, esta obviedad no ha sido tenida

en cuenta hasta hace relativamente poco tiempo.

La arqueología, como disciplina científica, ha experimentado un gran avance en las

últimas décadas del siglo XX. Progresivamente se han ido aplicando nuevos métodos de

trabajo tanto en la propia excavación, como en el laboratorio y paralelamente, se han

incorporado nuevas corrientes en la formulación de hipótesis y en la interpretación de los

procesos históricos que estudia el arqueólogo. Ya poco, o nada, tiene que ver con la visión

winckelmaniana de los ambientes decimonónicos (cuando la arqueología se asimilaba a

Antigüedad Clásica) la indagación arqueológica puede aplicarse también a momentos muy

recientes siempre que exista un problema histórico que sea posible resolver mediante el

método y las técnicas arqueológicas.

Las denominadas “nuevas arqueologías” cambiaron la visión y el enfoque tradicional

de esta disciplina e introdujeron nuevas formas de estudiar e interpretar los yacimientos y los

materiales arqueológicos. Hizo posible una revisión autocrítica de los principios, conceptos y

métodos y propició una renovación metodológica muy positiva, orientando la investigación

hacia aspectos novedosos, cambiando los esquemas tradicionales utilizados hasta entonces.

Podemos citar la arqueología espacial o del territorio, la arqueología funeraria o de la muerte, la

arqueología social, la llamada arqueología del poder, entre otras. También la iconografía o el

análisis y la interpretación de las imágenes del mundo antiguo forma parte esencial de la

Arqueología actual. Algunas de estas corrientes entroncan con la creciente preocupación por la

ecología y el medio ambiente.

Estas nuevas arqueologías, ya plenamente asentadas en el marco europeo corresponden a la

Arqueología Medieval, la Arqueología Postmedieval y a la Arqueología Industrial.

-ARQUEOLOGÍA MEDIEVAL

La Arqueología Medieval es una disciplina reciente, con unos inicios estrechamente

vinculados a las regiones del norte de Europa. A pesar de que sus antecedentes se pueden

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rastrear al menos en el siglo XIX, ha adquirido un estatuto científico autónomo únicamente a

partir de la segunda mitad del siglo XX.

De acuerdo con la definición de M.Barceló, la Edad Media ha de entenderse como “un

espacio histórico de características específicas bien conocidas y, a la vez, como un campo

conceptual (feudalismo, cristianismo, fragmentación lingüística latina, etc.) que trasciende en

mucho la sugerencia cronológica que hacen Edad Media y sus derivados”.

Totalmente consolidada en los ámbitos académicos europeos, La arqueología medieval,

la situación en nuestro país es de juventud y, por tanto, de considerable retraso con respecto a

otros países de nuestro entorno geográfico, un retraso que se convierte en abismal si la

comparación la realizamos con algunos países septentrionales. De cualquier forma, en España

su desarrollo ha tenido lugar especialmente a partir de los años 80 del siglo XX, cuando

empezaron a celebrarse Congresos de Arqueología Medieval Española (Huesca 1985, Madrid

1987, Oviedo 1989, Alicante 1994, Valladolid 2000), y cuando se publicó la primera reflexión

teórica por parte de M. Barceló y su equipo de colaboradores (Arqueología Medieval, en las

afueras del medievalismo, 1988). Las primeras excavaciones realizadas en nuestro país fueron

las de D. Manuel Gómez Moreno, realizadas en Medina Elvira hace ya más de un siglo.

Siguiendo un criterio de periodización histórica y teniendo en cuenta la gran complejidad

espacio-temporal y social del medievo, el estudio arqueológico de sus fuentes materiales

puede abordarse a través de diversos apartados con el carácter de “arqueologías de

periodo”:

El primer periodo se suele denominar arqueología de la Alta Edad Media, que según

los criterios de la escuela italiana, incluye un arco temporal comprendido entre los siglos V y X,

dentro de un periodo que marca el tránsito entre la Antigüedad y la plena Edad media. Dentro

de este periodo estaría incluida la arqueología de la Antigüedad tardía, cuyo estudio se basa

en la fase de descomposición de las estructuras de la Antigüedad (siglos IV y VII)

constituyendo uno de los problemas históricos que más atención concita entre historiadores y

arqueólogos, a la luz de planteamientos historiográficos de ruptura o continuidad.

S. Gutiérrez nos ilustra diciendo que esta arqueología sufre una notable renovación

caminando desde su identificación con la historia del arte y el análisis tipológico de las

manifestaciones monumentales y artísticas hacia una concepción como disciplina histórica

caracterizada por su dimensión técnica.

El segundo periodo lo abarcaría la arqueología del Pleno y Bajo medievo, que se

ocuparía del estudio de los elementos materiales de las sociedades feudales europeas

plenamente formadas hasta el inicio de su ocaso (siglos XI a XV), según lo define S. Gutiérrez.

Es una época que ya cuenta con polémica sobre su reconocimiento explícito por parte de

algunos historiadores medievalistas, por causa del espectacular aumento de las fuentes

escritas desde el siglo XIII. En contraste, es importante subrayar la gran tradición que poseen

estos estudios en el Reino Unido y Francia a partir de la Segunda Guerra Mundial, mediante la

imposición de un método de análisis propio que rompe con la idea de complemento respecto a

la historia medieval.

El planteamiento que asocia el desarrollo de los Estados feudales con la historia

medieval supondría dejar al margen el estudio de sociedades contemporáneas como el Islam,

de muy importante repercusión en el caso de la península Ibérica. Así, surge una arqueología

de al-Andalus, que hunde sus raíces en los años veinte, con los trabajos realizados en los

yacimientos de Madinat al-Zahra y Bobastro, mostrándose hoy como una disciplina activa y

dinámica y uno de los campos más abiertos a la adopción de nuevos métodos de trabajo y

nuevos planteamientos teóricos.

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Tres son las grandes corrientes interpretativas que abordan el estudio del fin de la

Antigüedad y el inicio del medievo desde un punto de vista del planteamiento socioeconómico:

La visión catastrofista, sitúa en el siglo IV-V el límite entre la Antigüedad y la Edad

media y focaliza su atención sobre el fenómeno de las invasiones bárbaras y la disolución

política del imperio.

Un segundo planteamiento de carácter continuista propone la existencia de una

sustancial continuidad del mundo antiguo hasta la época carolingia, o incluso después. Esta

corriente no ha gozado del apoyo explícito de los arqueólogos. Se ha querido subrayar la

fractura que supuso el orden feudal, en torno al año mil, pero también es cierto que las

investigaciones arqueológicas han mostrado que este se impuso sobre una sociedad que era

ya plenamente medieval.

El tercer planteamiento, propuesto por Henri Pirenne, goza de una mayor atención por

parte de los arqueólogos. Pirenne sitúa en el siglo VII el fin de la Antigüedad. En su obra

póstuma “Mahoma y Carlomagno” (1937) planteó como las invasiones y migraciones germanas

no supusieron el fin de la sociedad romana; de hecho, los bárbaros preservaron o intentaron

mantener las instituciones romanas a su favor, de manera que el aparato institucional del

imperio tardorromano fue adoptado por los reinos germánicos. Se produjo un cambio en la

élite, pero el patrón de la propiedad, la centralidad de las ciudades como centros

administrativos, culturales y eclesiásticos o las relaciones comerciales entre provincias no se

modificaron sustancialmente. De forma global, la civilización romana se transformó y

evolucionó, pero no se fragmentó como consecuencia de la invasión germánica. Para Pirenne,

la fractura llegaría solo como consecuencia de la invasión islámica en el s. VII, que comportó la

división definitiva de la unidad mediterránea en dos unidades culturales diferenciadas.

Resultado de esta fractura, Europa se repliega sobre sí misma, creando las bases para la

génesis del imperio carolingio, la primera estructura política europea claramente medieval.

-ARQUEOLOGÍA POSTMEDIEVAL

Resulta clave ofrecer una definición de lo que se entiende como Arqueología Postmedieval,

dado que se trata de una rama reciente de la Arqueología, bastante poco conocida, y que se

caracteriza precisamente por algunos problemas de indefinición que hay que tratar de superar.

La Arqueología postmedieval cuenta con una larga tradición de estudios en Inglaterra

fundamentalmente, ante la necesidad de dar respuesta al estudio e interpretación global de los

yacimientos urbanos pluriestratificados, muy complejos, que requerían el registro de cada

época histórica representada.

También se ha dedicado una especial atención a los procesos de transformación de las

formas de ocupación del espacio, articulada en tres niveles de análisis:

1.- Evolución de la historia del poblamiento, estudiando fenómenos como los despoblados, las

transformaciones de las aldeas y pueblos concentrados o dispersos existentes a través del

estudio de las viviendas, el surgimiento de granjas y de alquerías aisladas.

2.- Historia del paisaje, estudiado como la integración entre las áreas de vivienda y de

producción, prestando una atención específica a los usos y las estrategias de los recursos

agrícolas y ganaderos y a las estrategias campesinas, plasmadas en las diferentes formas de

organización de la tierra (del openfield a los enclosures)

3.- El desarrollo de la industria rural, en el marco del proceso de protoindustrialización.

El periodo que estudia es el comprendido entre los siglos XVI y fines del XVIII,

correspondiéndose, por tanto, con la cronología de la Historia Moderna. Pese a la aceptación

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del término “postmedieval” en las bibliografías anglosajona e italiana, en el ámbito de la

investigación española y francesa se manejan denominaciones alternativas: arqueología de

las sociedades modernas, arqueología moderna y contemporánea o arqueología de los

tiempos modernos; ello tiene el objeto de desenterrar definitivamente los problemas de un

nombre ambiguo que para unos supone una prolongación de la arqueología medieval y para

otros, representa un periodo de transición desde los modos y relaciones de producción

feudales a los sistemas capitalistas. La adopción del término postmedieval, involucra una

relación post quem, cuando incluso ese límite “post” está en pleno debate. Implica

planteamientos respecto a imbricaciones en lo medieval en aspectos temáticos y sociales.

Efectivamente, Los términos “Arqueología” e “Historia Moderna” no parecen fáciles de

conciliar. El argumento de fondo es que la Arqueología se emplea para épocas más antiguas,

en las que no quedan documentos escritos o quedan realmente pocos y confusos. ¿Entonces,

para qué estudiar arqueológicamente la Edad Moderna si contamos con infinidad de

documentos de la época, que ofrecen una gran cantidad de información relativa a muchos

aspectos de esas sociedades modernas? Tras este planteamiento existe la idea de que la

Arqueología es útil para aclarar cuestiones que las fuentes escritas no explicitan

suficientemente, como ocurre en los primeros siglos medievales o lógicamente, cuando esos

documentos escritos no existen, como ocurre en la Prehistoria, pero no tiene sentido su

utilización cuando se cuenta con fuentes escritas abundantes. Asimismo, se esconde la idea de

que las fuentes escritas cubren todas las dimensiones de las sociedades pasadas, y permiten

por lo tanto hacer una historia global de los tiempos más recientes.

Las características que presenta la Arqueología Postmedieval son comunes en toda

Europa: surgimiento tardío, su nacimiento y desarrollo fuera del ámbito universitario y su

vinculación con el desarrollo de la Arqueología urbana (al reflejar los cambios y

transformaciones entre la ciudad medieval y la moderna).

Finalmente, señalar que en nuestro país se encuentra en una fase muy inicial, si bien hay

que destacar los esfuerzos de algunos equipos de investigación en el medio urbano por

desarrollar proyectos sistemáticos que contemplan el estudio de la cultura material de esta

etapa histórica.

-ARQUEOLOGÍA INDUSTRIAL

Se denomina Arqueología Industrial a una de las ramas más recientes de la arqueología,

la cual se dedica al estudio de los sitios, los métodos y la maquinaria utilizada por la industria

(estudio del patrimonio correspondiente a la primera industrialización) circunscribiéndose de

manera específica al estudio de los edificios y, de modo más concreto, a su conservación.

Esto se convirtió en un contrasentido, pues la arqueología más moderna nacía con

vocación de dedicarse al estudio de los monumentos renunciando a desarrollar las

capacidades de una ciencia histórica. Además de esto, S. Gutiérrez expone que, a ese

problema se añade a otro de no menor interés, como es el vínculo de esta rama más con

profesiones al abordar arquitectos que con arqueólogos, lo que provocó el temprano

distanciamiento de ambas el estudio de esta disciplina.

El término arqueología industrial surge en 1955 a raíz de un artículo publicado por

Michael Rix de la Universidad de Birmingham en Inglaterra y va parejo al concepto de

patrimonio industrial. A pesar de su origen británico, durante los últimos años muchos países

industrializados se vienen interesando por la conservación de los restos de su pasado industrial

e incluso de su presente en muchos casos. De esta realidad ha nacido una reflexión sobre el

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tipo de vestigios que deben ser conservados, sobre la importancia de su estudio y sobre la

sensibilización del público para su conservación.

Inglaterra y Polonia cultivan desde hace mucho tiempo el estudio del patrimonio

industrial y buscan los elementos desaparecidos de este patrimonio, tanto en los archivos como

en el campo. En Inglaterra, a modo de ejemplo, la destrucción de la estación de Easton

provocó tal movimiento de indignación y sensibilización general que ocasionó la planificación,

el estudio y la protección de la estación.

Hoy en día, ya son muchos los especialistas y también algunas instituciones públicas, que son

conscientes que salvar las primeras máquinas, restaurar y rehabilitar los edificios que los

contenían y proteger por parte de los archivos la documentación social, económica y técnica

pertenece al patrimonio colectivo de cada uno de los países, que de una forma u otra ilustran

en gran parte la Historia de los últimos siglos.

TEMA 13. REGLAMENTACIÓN NORMATIVA DE LOS TRABAJOS

ARQUEOLÓGICOS.

La realización de trabajos arqueológicos, entendiendo por éstos incluidos en los

conceptos de “excavación” y “prospección” según la definición recogida en el artículo 41 de la

ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español, constituye una actividad legalmente regulada que

habrá de ser en todo caso autorizada por la administración competente en el ámbito territorial

en que sea llevada a cabo.

Art. 41: 1- A los efectos de la presente Ley son excavaciones arqueológicas las remociones en

la superficie, en el subsuelo o en los medios subacuáticos que se realicen con el fin de

descubrir e investigar toda clase de restos históricos o paleontológicos, así como los

componentes geológicos con ellos relacionados.

2. Son prospecciones arqueológicas las exploraciones superficiales o subacuáticas, sin

remoción del terreno, dirigidas al estudio, investigación o examen de datos sobre cualquiera de

los elementos a que se refiere el apartado anterior.

3. Se consideran hallazgos casuales los descubrimientos de objetos y restos materiales que,

poseyendo los valores que son propios del Patrimonio Histórico Español, se hayan producido

por azar o como consecuencia de cualquier otro tipo de remociones de tierra, demoliciones u

obras de índole cualquier .

El marco normativo que afecta a la práctica de las actividades arqueológicas posee un

triple encuadre derivado de su procedencia y órbita de aplicación. De este modo, la base para

el estudio legislativo del patrimonio ha de organizarse en tres grandes bloques:

La normativa internacional.

Las directrices estatales.

La específica de cada ámbito autonómico.

1.- DIRECTRICES DE CARÁCTER INTERNACIONAL.

El marco supranacional está integrado por un conjunto de normas, algunas de las

cuales, por ser de rango superior, se convierten en parte de la legislación de España, que las

suscribe.

La Carta de Atenas de 1931 fue la primera ley a nivel internacional que se ocupó de la

protección del PH que, aún sin carácter obligatorio, tuvo una notable incidencia en la opinión

respecto a la conservación y restauración de los bienes arqueológicos. Fue después de la

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Segunda Guerra Mundial cuando Occidente tomó plena conciencia de la capacidad destructora

de la civilización moderna, y cuando comienza a introducirse en la sociedad capitalista el deseo

de proteger y de conservar los elementos que atestiguan su paso por la historia.

En la Convención de París del 17 de noviembre de 1970 se firma un convenio para impedir la

importación, exportación y transferencia de propiedad ilícita de bienes culturales, en cuyos

principios figura la obligación de los Estados firmantes de garantizar el control de las

excavaciones arqueológicas.

En los textos internacionales encontramos dos tipos de normas: las de carácter

orientativo, que suelen ser recomendaciones, resoluciones o cartas, y las obligatorias,

ratificadas por el gobierno de cada nación y que han pasado a formar parte de su legislación

interna.

Entre los organismos emisores destacan la UNESCO, el Consejo de Europa y la UE.

Además existen textos fruto de congresos que han sido tenidos en cuenta por los legisladores.

El 5 de diciembre de de 1956, la UNESCO (creada en 1946 para promover la colaboración

internacional y la paz mundial) aprueba una recomendación destinada a definir los principios

internacionales que deberán aplicarse a las excavaciones arqueológicas. Dentro de la

UNESCO se encuentra el ICOMOS (Consejo Internacional de Monumentos y Sitios Históricos)

y con el ICAHM (International Council of Monuments and Sites), que se ha dedicado con

preferencia a cuestiones relacionadas con la arquitectura; en 1981 se inicia una presión para la

formación de un comité para la Arqueología y en 1984 se crea el ICAHM (International

Committe on Archeological Heritage Management). Este comité se propone, en primer lugar

lanzar al mundo una carta comparable con la de Venecia de 1966 para la conservación del

Patrimonio Arquitectónico, que pueda ser aceptada universalmente y que ofrezca los puntos de

partida para el desarrollo de lo que el ICAHM considera la Gestión del Patrimonio Arqueológico

(Archeological Heritage Management): la identificación, protección, conservación y

presentación al público de los restos del pasado, sean del periodo que sean y estén en el lugar

del mundo que estén.

Otra institución de referencia para la protección del Patrimonio Histórico y Arqueológico

es el Consejo de Europa, cuya Carta Fundacional fue firmada en 1949. Dentro de sus

instrumentos se encuentra el Convenio Europeo para la Protección del Patrimonio

Arqueológico, firmado en Londres el 6 de mayo de 1969, suscrito por nuestro país en 1975

(BOE de 5 de julio de 1975).

Su origen lo encontramos conectado con el deseo de algunos países mediterráneos de

controlar el expolio del patrimonio arqueológico y el tráfico ilícito de bienes. Entre sus

recomendaciones figuran la prohibición de las excavaciones clandestinas, la regulación y el

control de las intervenciones autorizadas, asegurando la solvencia científica de quién las lleve

a cabo, así como la adopción de medidas tendentes a conservar y difundir los resultados

obtenidos. En 1992 el Consejo de Europa promueve la Convención Europea para la

Protección del Patrimonio Arqueológico (Malta). En ella se consideraron elementos a

proteger “todos aquellos vestigios, bienes y otras trazas de la existencia humana en el pasado”.

En el marco de la Unión Europea los tratados elaborados desde su creación han sido

principalmente de índole económica y, únicamente el Tratado de Maastrich, contiene el

compromiso de la Comunidad para favorecer la conservación y protección del patrimonio. En la

década de 1980 comenzaron a delinearse áreas prioritarias de investigación, además de un

mayor interés por la conservación del Patrimonio Arqueológico, favoreciendo la cooperación, la

mejora del conocimiento y la protección del Patrimonio.

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Es en este ámbito donde se enmarca la Recomendación CDPH–22 (89) relativa a la protección

y puesta en valor del Patrimonio Arqueológico en el contexto de las operaciones urbanísticas

de ámbito urbano y rural, firmada en Estrasburgo el 13 de abril de 1989.

Anteriormente debemos retrotraernos a los acuerdos del Consejo de Ministros de Cultura, que

adoptaron resoluciones referentes a la Conservación de Obras de Arte y Objetos de Interés y a

la Conservación del Patrimonio Arquitectónico y Arqueológico.

2.- NORMATIVA DE ÁMBITO ESTATAL.

INTRODUCCIÓN:

Si hacemos un poco de Historia, el interés por proteger y conservar el Patrimonio

Histórico, y por tanto el Arqueológico, en nuestro país hunde sus raíces en la Ilustración, bajo el

patronazgo de las Academias de la Historia (1728) y de Bellas Artes de San Fernando (1773),

que supusieron el origen de la intervención del Estado en la protección del Patrimonio. El

primer intento normativo surgido con la intención de proteger los “monumentos antiguos” fue la

Ley 3ª de la Novísima Recopilación de Felipe V, en la que se establecía la obligatoriedad de

dar cuenta a la Real Academia de la Historia de cuantos hallazgos de antigüedades se

produjeran, así como de conservar los monumentos descubiertos. Hasta el primer tercio del

siglo XIX, el problema más grave que subsiste en la defensa del Patrimonio no era tanto la

carencia de medidas legislativas como la falta de medios materiales para ponerlas en práctica y

evitar la destrucción de los bienes. A partir de la segunda mitad del siglo XIX, la política

proteccionista se articulará en torno a las Comisiones de Monumentos, creadas desde 1844, y

que serán las encargadas de incentivar la conservación y el enriquecimiento de los testimonios

del Pasado en cada provincia. Nuestro país careció durante todo el siglo XIX de un verdadero

código legal de protección de los bienes históricos.

En el siglo XX, la primera norma de protección del Patrimonio Arqueológico fue la Ley de

Excavaciones y Antigüedades de 19 de junio de 1911 y su reglamento de 1912, que se ha

mantenido vigente durante más de setenta años. La Constitución de la II República en 1931,

sitúa en su artículo 45 toda la riqueza artística e histórica del País bajo la salvaguarda del

Estado. El intento de frenar el expolio y la enajenación de los bienes se complementa con la

promulgación el 10 de diciembre de 1931 de una Ley sobre enajenación de bienes artísticos,

arqueológicos e históricos de más de cien años de antigüedad. Dentro también de la actividad

legislativa puesta en práctica por el gobierno republicano, se enmarca la Ley de 13 de mayo de

1933 y su Reglamento de 16 de abril de 1936, que han sido el núcleo vertebrador de la

legislación española sobre Patrimonio durante cincuenta y dos años.

La dispersión normativa de decretos que siguió en las décadas siguientes, la creciente

preocupación sobre esta materia por parte de la comunidad internacional y la nueva

distribución de competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas que se derivó de

la entrada en vigor de la Constitución de 1978, hizo necesaria la promulgación de la Ley

16/1985 del Patrimonio Histórico Español (BOE 29-06-1985). A esta ley, que constituye el

marco legislativo más amplio para el tratamiento de los bienes patrimoniales en nuestro país,

se han ido sumando las legislaciones autonómicas sobre Patrimonio,

GESTIÓN Y CONTROL DE LAS ACTIVIDADES ARQUEOLÓGICAS EN ESPAÑA:

La Ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español (BOE 29-06-1985) es el marco

genérico establecido para la gestión y el control de las actividades. En su artículo 42 establece

la necesidad de que toda excavación o prospección arqueológica sea expresamente autorizada

por la Administración competente, que, mediante los procedimientos de inspección y control

idóneos, comprobará que los trabajos estén planteados y desarrollados conforme a un

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programa detallado y coherente, que contenga los requisitos concernientes a la conveniencia,

profesionalidad o interés científico.

Como contrapartida, la norma estatal determina la ilegalidad de todos aquellos trabajos

que se ejecuten sin la autorización correspondiente o que se aparten de los términos en que

fueron aprobados en la autorización original. Otro avance es facultar a la administración para

ordenar la realización de excavaciones o prospecciones en cualquier terreno, público o privado,

en el que se presuma la existencia de restos arqueológicos o paleontológicos.

3.- NORMATIVA DE ÁMBITO AUTONÓMICO.

A raíz de la transferencia de las competencias, la gestión de las actividades

arqueológicas recae sobre las Comunidades Autónomas. Esta atomización de la gestión de las

actividades arqueológicas ha supuesto la extensión de políticas de protección y control a

campos que no habían podido ser bien atendidos bajo el gran manto de la administración

general del Estado.

A partir de 1990 comenzaron a promulgarse las leyes de patrimonio autonómicas:

Castilla – La Mancha y País Vasco en 1990; Andalucía en 1991; Cataluña en 1993; en 1995

Galicia; en 1998 las de Madrid, Baleares, Valencia y Cantabria; Aragón, Canarias y

Extremadura en 1999 y, finalmente, en 2001 la del Principado de Asturias.

Si sintetizamos los contenidos de la gestión de las actividades arqueológicas, las

principales áreas serían:

Excavaciones ordinarias. Intervenciones de investigación a medio y largo plazo en

yacimientos de especial relevancia. La administración provee el mantenimiento de estos

proyectos con una subvención anual. Además de los trabajos de excavación e investigación

arqueológica, los directores del proyecto deberán velar por el mantenimiento y conservación de

las estructuras exhumadas. Algunos serán seleccionados para convertirse en yacimientos

visitables o parques arqueológicos.

Protección y conservación de yacimientos. Esta política se aplica a yacimientos

excavados en el pasado, que mantienen a la intemperie parte de las estructuras descubiertas o

bien a aquellos, que no habiendo sido nunca objeto de intervención, conservan estructuras

emergentes. En el primer caso, se evalúa la conveniencia de efectuar tratamientos de

consolidación y/o cerramientos para evitar mayores deterioros, o protegerlos cubriendo las

estructuras exhumadas tras señalizar convenientemente el estrato de intervención.

Controles arqueológicos relacionados con obras públicas. La afección de las

grandes obras de infraestructura sobre yacimientos arqueológicos no catalogados, ha supuesto

durante años un grave problema que en muchos casos llegó a suponer verdaderas agresiones

para el Patrimonio Arqueológico que crearon en su momento cierta alarma social

Controles arqueológicos relacionados con el urbanismo. La inclusión de políticas

proteccionistas del patrimonio arqueológico en los instrumentos de planeamiento urbano

garantiza legalmente su conservación frente a la dinámica del crecimiento urbanístico. En el

marco de estas actuaciones, los diferentes niveles de Planeamiento contienen el inventario de

yacimientos arqueológicos conocidos en el ámbito territorial afectado, de este modo, toda obra

que implique una potencial afección sobre los yacimientos inventariados deberá someterse al

procedimiento de control arqueológico establecido por la Administración competente.

Labores de inventario y catalogación de yacimientos arqueológicos. Un instrumento

fundamental en el que se apoya la política preventiva es la Carta Arqueológica, ya que

difícilmente puede conservarse aquello que no se conoce. El Inventario Nacional de

Yacimientos Arqueológicos que promovió en 1980 la entonces Subdirección General de

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Arqueología del Ministerio de Cultura, ha sido reemplazado por las Cartas Arqueológicas

redactadas en el ámbito de competencias de las Comunidades Autónomas.

Labores de difusión del Patrimonio Arqueológico. Dentro de las fórmulas aplicadas a

este objetivo se encuentra la presentación de los hallazgos arqueológicos in situ mediante la

conversión de un yacimiento en “Parque Arqueológico”.

A estas normas y contenidos destinados a regular la protección y difusión del patrimonio

histórico se añade un corpus legislativo que contiene medidas que refuerzan estas. Entre ellas

leyes encontramos las del régimen del suelo y ordenación urbana, la Ley reguladora de Bases

del Régimen Local, las legislaciones nacionales y autonómicas sobre Evaluación de Impacto

Ambiental, etc.

TEMA 14. MUSEALIZACIÓN Y PUESTA EN VALOR DE LOS YACIMIENTOS

ARQUEOLÓGICOS.

Los bienes patrimoniales han dejado de constituir una carga económica para comenzar a

perfilarse como motor de desarrollo, a través de una nueva definición de su uso y de su

valorización, en definitiva, de sus formas de disfrute. Para responder a las nuevas demandas

socioculturales se impone la necesidad de coordinación en el desarrollo de políticas de

creación y consumo cultural

El último cuarto del siglo XX verá muchos cambios en el panorama cultural. En la

década de los 70 se realiza una importante inversión pública en equipamientos culturales (en

ocasiones tan infrautilizados como infradotados) sin conexión con el resto de posibilidades y

planificación cultural de los municipios. Desde mediados de la década de los 80 comienza a

tomar cuerpo una clara diversificación de la demanda hacia nuevas fórmulas emergentes de

ocio, nacidas del agotamiento del modelo turístico de “sol y playa”. Es en este contexto donde

encuentra un destacado papel el turismo cultural, en cuyo marco se encuentra la difusión del

patrimonio arqueológico entendido como producto cultural y como recurso económico.

Fue en el año 1986 cuando la entonces Dirección General de Bellas Artes y Archivos del

Ministerio de Cultura, y más concretamente el Departamento de Arqueología del Instituto para

la Conservación y Restauración de Bienes Culturales (ICRBC) se planteó la posibilidad de

realizar intervenciones en el patrimonio arqueológico por medio de una figura encaminada a su

protección y rentabilidad social que denominó Parque Arqueológico, y se concretó en un Plan

Nacional de Parques Arqueológicos. Inicialmente se trataba de superar un modelo por el que

aquellos yacimientos susceptibles de ser visitables (conservados in situ y convertidos en

museos en sí mismos) desvinculados del entorno, pasaran a un modelo bien diferente por el

que su característica esencial fuera la de su vinculación con el medio natural y el entorno

cultural. Actualmente el Patrimonio Arqueológico aparece ligado al medio físico en que se

encuentra, la propia UNESCO se ha encargado de sancionar esta tendencia incluyendo en la

Lista de Patrimonio de la Humanidad espacios donde las actividades humanas se relacionan

directamente con el medio, dentro de la figura denominada “paisaje cultural”, como la antigua

explotación aurífera romana de las Médulas en León.

Esta nueva visión respecto a la forma de considerar la cultura (en los países

desarrollados además crece la demanda social de cultura) ha llevado a reconsiderar también el

patrimonio arqueológico, que ha dejado de ser un producto culturalmente elitista, exclusivista,

reservado a unos pocos, para convertirse en una manifestación patrimonial común que debe

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conservarse y difundirse. También ha cambiado la mentalidad de los arqueólogos, mucho más

proclives a facilitar la difusión y proyección de sus trabajos en nuestros días.

De manera paralela aparece una cierta sensibilidad internacional que considera al

patrimonio arqueológico como bien no renovable. Es decir, que traspone a lo cultural

conceptos y criterios admitidos en el Patrimonio Natural y, por lo tanto, contempla la necesidad

de crear reservas, parques arqueológicos como parques naturales.

Este nuevo concepto lleva implícito que se le considere como un recurso explotable, se plantea

la rentabilidad económica de la cultura, que deriva en entretenimiento. El resultado es la

creciente presencia del patrimonio arqueológico en el turismo cultural.

Un parque arqueológico debe ser, en último término, una forma nueva de comunicación

que permita poner en evidencia lo visible y lo invisible. Y esto exige un esfuerzo de

imaginación. Los arqueólogos trabajan habitualmente con un patrimonio fundamentalmente

invisible, y sin embargo se empeñan en ensalzar la pequeña parte que ha quedado visible o

que sacan a la luz. De nuevo es la contemplación de lo excepcional, del objeto rescatado, la

que ha sido protagonista. Lo invisible no es sólo lo que aún no ha sido excavado, sino toda la

información que no revela directamente la visita a un yacimiento, a un parcelario fosilizado o

una mina antigua. Es decir, son invisibles las formas de vida, las relaciones de poder las

formas de propiedad, la percepción del espacio... desmitificando el papel de los elementos

aislados, transmitiendo su papel en los procesos históricos sin trivializarlos. Un cada vez más

amplio repertorio de medios lo hace viable (puntos de información, itinerarios, centros de

información realidades virtuales...).

El diálogo entre el material arqueológico y el visitante necesariamente pasa por la

interpretación, tarea del arqueólogo, que deberá adaptar el lenguaje de su investigación a un

código informativo acorde a las características del público al que se abre la oferta, cualquiera

que sea la fórmula elegida para poner en valor el yacimiento: centro de interpretación,

yacimiento visitable, parque arqueológico, aula arqueológica, etc.

En lo que no existe tanta unanimidad es en el tratamiento que debe aplicarse a los

yacimientos, para acondicionarlos para la exposición pública. En unos casos las intervenciones

son exageradas (y quizás más didácticas) y en otros se opta por una intervención mínima.

Existen orientaciones y legislación al respecto, lo que aun así no cierra el debate sobre exceso

o defecto en la intervención.

Es evidente que el término "parque" remite directamente al mundo del ocio y del

entretenimiento, y, efectivamente debe atraer a un público lo más amplio posible. Esto puede

ser perfectamente compatible con otras tareas de formación, investigación, gestión... Tal y

como lo entendemos, un parque cultural es abierto y dinámico, su pretensión no ha de ser su

“fosilización” sino su incorporación como factor de estímulo cultural y económico. Su

integración en los circuitos turísticos es un factor esencial, que puede favorecer la

diversificación, y la consideración del patrimonio como un recurso turístico para un desarrollo

duradero, aunque requiere una cuidosa regulación que respete el patrimonio y su

conservación, y también el delicado equilibrio con su entorno natural y humano.

Una adecuada protección ante eventuales impactos negativos requiere definir estrategias de

intervención de las que se derive una necesaria convergencia entre políticas de protección y de

investigación del patrimonio y su puesta en valor. Nuestra responsabilidad, como futuros

gestores patrimoniales, es sustentar con un discurso histórico esa puesta en valor.

FIN TEMAS PRIMERA EVALUACIÓN