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1 DOCUMENTO DE TRABAJO NUESTRA TAREA ANTE EL CAMBIO DE ESCENARIO Y DE MODELO SOCIAL PREGUNTAS PARA UNA BÚSQUEDA PARA UNA RESPUESTA. ___________________________________________________ Documento de preparación del Seminario de la Asamblea General Noviembre 2013

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DOCUMENTO DE TRABAJO

NUESTRA TAREA

ANTE EL CAMBIO

DE ESCENARIO Y DE MODELO SOCIAL

PREGUNTAS

PARA UNA BÚSQUEDA

PARA UNA RESPUESTA.

___________________________________________________

Documento de preparación

del Seminario

de la Asamblea General

Noviembre 2013

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INTRODUCCIÓN.- La “naturalización” de los problemas como excusa de una crisis que no lo es.

1.- Lo primero de lo que hay que tomar conciencia es que el sistema dominante está haciendo esfuerzos ingentes en “naturalizar” la situación social en todas sus vertientes. O sea:

1 - “es natural” que haya que hacer recortes: “no he cumplido lo que he prometido, pero he cumplido mi deber”; “no podemos vivir por encima de nuestras posibilidades”; “hay que hacer sacrificios para poder crecer”; incluso, “los mercados han decidido”, etc., etc. O lo que es lo mismo, lo que nos ocurre es debido a una serie de causas e imponderables de las que no somos responsables, y que hay que asumir y acometer, por lo que los problemas que ocurren son males inevitables que hay que asumir y aceptar para luego recibir el premio aunque ahora nos castiguen.

2 - y en esto en todas las vertientes: desempleo (provocado por no haber hecho antes la “reforma laboral”), desahucios (para no generar inseguridad jurídica -aunque Europa lo haya negado-), privatización (porque hay que ahorrar y reducir costes), sacrificios (eufemismo para no hablar de empobrecimiento), y un largo etc. bien conocido de lenguaje trasmutado que dice lo contrario de lo que hace, pero que crea un imaginario colectivo que “vela” (oculta) lo que de hecho ocurre y lo que de hecho quieren que ocurra 1.

2.- Lo segundo de lo que hay que tomar conciencia es de que esto no es una crisis, en la que hay elementos que no funcionan y que producen desajustes y efectos inducidos que hay que corregir. Al menos ya no lo es. Si lo fue en algún momento, ya debería estar reorientada la tan mencionada crisis, como así pareció que iba a ocurrir cuando el elemento de disfunción, o sea, la “metida de pata” del sistema financiero, recibió una inyección de millones y millones para corregir ese pilar del sistema que no funcionó y que amenazaba a todo lo demás. Pero es que no sólo se deglutió todo lo que echaron con un apetito voraz e insaciable, sino que no ha dejado de devorar y ya no devora sólo todos los recursos sino que “dicta y exige” (eso es lo que hacen los dictadores) que todo se re-oriente para saciar su inagotable apetito. Es decir, lo siguen llamado

1 “El secuestro del lenguaje, aparte sus oportunismos tácticos, tiene un objetivo estratégico bien pensado: a saber, dejarnos (a la mayoría aplastante) sin palabras. Cuando está sin palabras, la gente se vuelve pasiva, porque la desobediencia deliberada normalmente comienza por las palabras. Los términos clave empleados para justificar el nuevo dominio del mundo por parte de los ricos son: Orden, Democracia, Progreso, Justicia, Libertad. Y lo que quieren decir con ellas es precisamente lo contrario (en el mismo orden): ¡Caos, Manipulación, Regresión, Intereses Creados y Poder Adquisitivo!” (John Berger, “Boceto para un retrato”, 2007).

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crisis, y si lo es, es crisis de acumulación, lo que hace que ya no sea crisis sino “mutación”, cambio de modelo, nueva forma de sistema, nuevo plan que alcanza incluso las bases que puede no ser exagerado llamar “civilizatorias”.

Apartado Iº.- UN “CAMBIO EN PROCESO/UN PROCESO EN CAMBIO”: EL CAMBIO DE Y EN LAS BASES DEL MODELO

SOCIAL (“CIVILIZATORIAS”).

1.- La cuestión se juega en lo que constituye la ba se de la estructuración del modelo social. Hay que ser muy conscientes de cuál son las nuevas bases del modelo social (“civilizatorias”) que están en cuestión. Enfocando así la cuestión, por ahí sí podremos llegar a plantear y entender lo que, a cuenta de la crisis, se está construyendo. Resolver la interrogación de qué modelo de sociedad se está construyendo no es sólo insistir en todo este complejo, increíble, injusto (incluso inhumano) retorno al empobrecimiento y la pérdida de bienestar. La hipótesis de trabajo, quizá cada vez más que hipótesis, es: “lo que realmente se está erosionando y socavando es el ámbito de los derechos como ámbito definitorio y de estructuración del modelo social“. Si esto es así, aquí está ocurriendo algo realmente sustantivo, o sea, algo que está en la base de lo que sustenta a la sociedad. Pues al dejar de ser los derechos la categoría estructuradora de lo social y de la sociedad, desaparecen “obligaciones”. Con su efecto consecuente de que cuando desaparecen obligaciones: a. desaparecen los “obligados”, y b. se invisibilizan los titulares de los derechos, ya que nadie está en el otro polo, en el de la obligación. Hay que insistir en que, ciertamente, está siendo gravísimo lo que está ocurriendo en la sociedad, pero que no es suficiente con caer en la cuenta de los efectos que se están produciendo. Es cierto que se están agudizando las tendencias disgregadoras hacia los extremos, y que esto anuncia una sociedad que, de no modificarse, está llevando hacia la dualización social y hacia la “polarización” social: en la desigualdad 2; en el acceso a oportunidades; en las

2 Primero, la renta media de 18.500€ en 2012 es inferior en términos de capacidad adquisitiva a la que ya existía en el año 2001. Y desde 2007 se ha producido una caída de la renta media (cerca de un 4%), a la que hay que unir la elevación de los precios (cerca de un 10%). Segundo, los indicadores de la renta disponible de los hogares, según los datos de la ECV, ajustada por unidades de consumo, reflejan una caída de más de un 10% desde 2007. Tercero, los indicadores de desigualdad confirman el crecimiento de las diferencias de renta entre los hogares españoles. Así, el Índice de Gini ha aumentado casi un 10% (pasó de 0,313 en 2007 a 0,340 en 2011), mientras que la diferencia entre la renta del percentil 80 y el percentil 20 ha crecido casi un 30% (pasa de un valor de 5,3 en 2007 a otro de 6,8 en 2011).

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garantías ante los riesgos; en la posesión y apropiación de los recursos 3; en la seguridad; en las políticas (los más vulnerables y más pobres, menos recursos y pérdida de centralidad en las decisiones // los más ricos, más recursos y más centralidad en las decisiones) ... … Hay que insistir en esto, es cierto. Pero si no se llega al fondo podría pensarse que es muy grave, pero que puede ser “mientras la crisis”; que es muy grave, pero que es un “mientras tanto” no se retome el crecimiento; que es muy grave, pero que es debido a que “no hemos metido a los ladrones a la cárcel” (lo que, por cierto, es verdad, pues aún no hay ni un condenado por el latrocinio de la crisis); que es muy grave, pero … … Ni mucho menos es irrelevante todo esto, pero no es toda la realidad y no nos podemos quedar sólo en ello. Porque cuando adquiere su verdadera relevancia y significación es cuando no oculta sino que ayuda a desvelar el cambio de las bases civilizatorias que se están poniendo para una nueva construcción social, para un nuevo modelo social. Veamos cuáles son esas bases. 2.- Cambio en la “estructura del bienestar basada e n derechos”. 2.1. Cambio de signo. Hay que tomar conciencia de que en medio y a través de las medidas leoninas adoptadas, que están generando empobrecimiento y pérdida de bienestar, lo que se está haciendo es cambiar de signo y sentido lo que era “la estructura del bienestar basada en derechos” 4. ¿En qué consistía? Tres puntos, inter-conectados e inter-penetrados entre sí, nos resumen la clave de su arquitectura: 1º. El compromiso de afrontar y resolver colectivamente los riesgos individuales, los déficits sociales, el mantenimiento de los sistemas generales universales (educación, salud, protección social). 2º. Este compromiso esencial implica que forma parte del mismo la función de redistribución de la riqueza como elemento estructural, y es la otra cara de ese compromiso.

3 A pesar de los vaivenes de las bolsas, las empresas del IBEX han incrementado sus ganancias. Y aunque sea debido a la forma en que presentan sus cuentas, y a que mucho de su negocio/beneficio lo tienen en el exterior, lo que sí es real es que los bonus y los salarios de los altos ejecutivos han crecido, mientras el paro aumenta y los salarios se contienen o bajan. Eso “aumenta” la dualización hacia la polarización. De ello es también testigo de cargo el crecimiento de los bienes de lujo en contradicción con el descenso de la capacidad adquisitiva de la población. 4 Hay que precisar que no se debe identificar la “estructura del bienestar” con el “estado del bienestar”, que es una determinada institucionalización del bienestar a través de diversos formas y modelos. El “bienestar” responde a un compromiso esencial que se ha mantenido a través de diversas formas y concreciones históricas.

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3º. El bienestar y la cohesión social son dos caras de la misma moneda, y se manifiesta en muchas políticas pero, especialmente, en la lucha contra la pobreza y exclusión social, constituyéndose así en un elemento esencialmente unido a un estado social y democrático de derecho. Esta es la “estructura básica del bienestar” cuya comprensión genera un modelo de sociedad. Pero hoy estamos asistiendo a una conjunción de cambios, a un “proceso de cambios”, que constituyen un “cambio en proceso” en medio del que nos encontramos:

1 - El cambio de la base de los sistemas de bienestar que pasa del ciudadano, que los hace universales, al asegurado, lo que los acaba haciendo excluyentes.

2 - El cambio en las relaciones laborales cada vez más transidas (y transitadas) por el paso del convenio social a parámetros mercantilizados.

3 - El cambio en la política social que está consolidando la dualización de la política social, agudizando la tendencia que ya venía de atrás según la cual se atiende lo que es “rentable”, no sólo por su rentabilidad en sí, sino también por su rentabilidad para el mercado.

4 - El cambio en la gestión del bienestar cuyo parámetro es el servicio público basado en la calidad de la atención a las necesidades sociales, a la primacía del coste medido por la gestión privatizada cuyo parámetro es el beneficio basado en la rentabilidad lucrativa.

5 - El cambio en el sistema educativo que pasa a ser definido por el sistema productivo de mercado, no por las necesidades de humanización del alumnado. Lo que definirá la educación como objeto de mercado y el valor educativo como constructor de un “sujeto de mercado”.

6 - El cambio en la legitimidad de la protección reformulada como una función de “gasto – coste – beneficio” económico.

7 - El cambio en las prestaciones que están transitando desde parámetros de necesidad, y su base es un derecho, a parámetros semejantes a los del “crédito concedido si merecido”.

8 - El cambio en las políticas de la dependencia, que es un juego de “seguros”, actividad rentable, inversores y actores económicos.

9 - El cambio en la orientación de las políticas e intervenciones para las situaciones más extremas de pobreza y exclusión ante las que, en vez de una estrategia dirigida a la incorporación social, se está adoptando una estrategia (criminalización, guetización, ocultamiento…) que las estigmatiza.

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Todos esos cambios, sin cerrar su enumeración, tienen dos características: a. se han terminado, o sea, se han declarado obsoletas las claves de la arquitectura del bienestar, y se imponen ‘nuevas’ claves; b. desaparece ‘el derecho’ como la base de la nueva arquitectura. 2.2. Las bases de la nueva arquitectura social. La pregunta es, pues, ¿sobre qué están basando, fundando, esas nuevas claves de la arquitectura social? Hoy estamos en un proceso socio-histórico que reenvía el compromiso del bienestar a las posibilidades del individuo rompiendo así los lazos que en sociedad generan cohesión social, pues para sectores muy importantes de la sociedad esos bienes quedan fuera de su capacidad individual de adquirirles en el mercado para la satisfacción de sus necesidades básicas. Las políticas están girando de signo para quedar centradas en la validez del “individuo” no sólo como sujeto capacitado de generar valor económico, sino también de “merecerlo”, por lo que su parámetro definitorio es la actitud y aptitud para merecerlo, no el derecho. Merecimiento que acaba siendo evaluado en la capacidad de cada uno de generar rendimientos y, desde ellos, obtenerlos. Ha ido quedando bien abonada la responsabilización del individuo en una sociedad en la que las estructuras generadoras de desigualdad quedan ¿absueltas? Al girar todo al individuo con olvido e incluso menosprecio de lo colectivo, de lo público, aparece la culpabilidad individual ante lo que es un fracaso colectivo e invisibiliza la responsabilidad colectiva. Todo ello en perfecta consonancia con el cambio en la “estructura del bienestar” cada vez más remitido a la concepción individualista de la sociedad, del bienestar fundado en los méritos y en la capacidad de los propios individuos. No se trata sólo de pérdida de derechos, sino de pérdida de las condiciones de acceso a los bienes necesarios para la satisfacción de necesidades básicas “basadas en los derechos”. Por ello hay que insistir en que no es suficiente para definir las bases nuevas civilizatorias el aumento del empobrecimiento de unos y el enriquecimiento de otros, ni siquiera la creciente desigualdad, etc. Incluso no es suficiente definir la privatización de lo público como ganancia de los ricos. Hay que desvelar que todo ello no es sino la forma de estructuración social resultante de la negación del derecho, de los derechos, como los elementos definitorios de la estructuración social. Es decir, aun sin nombrarlo, nos han hecho un nuevo proceso constituyente, pues a la chita callando han cambiado la Constitución que define “los derechos como los principios rectores del orden económico y social”. Aún hay que señalar otro cambio que desvela la clave de las nuevas bases de la estructuración social y concentra significativamente el cambio de modelo social. Y es un cambio en el que hay poner especial atención porque es un cambio de tipo social-cultural-moral, y por ello debe ser destacado de forma singular como el cambio que está generando esos cambios en el consenso

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sobre el bienestar. Se trata de que es constatable que se ha roto el contrato social que le mantenía como la base de la estructura del bienestar; de que es constatable que hoy no existe un concepto compartido (consenso) de lo que es el Bien Común. Y la pregunta clave es, y esto ¿por qué? Pues porque se ha producido lo que se puede denominar la “secesión moral de los ricos”, bajo el supuesto de que no deben nada a la sociedad, que cada uno tiene lo que cada uno se ha ganado; y esto está polarizando la sociedad a límites cada vez más extremos 5. 3.- “Los derechos, única manera de hacer real que l as personas son las que importan”. Si estas son las bases, cuál es la cuestión que debemos identificar como guía de la acción, de “nuestra” acción, si es que queremos hacer una acción acorde a “lo que anda en juego”. La base en que todo se debe sustentar es: “los derechos, única manera de hacer real que las personas son las que importan”. Y por tanto, la Dignidad, que es lo que anda en juego en los derechos. Y la Dignidad no como una proclama, sino como: 1. un compromiso, 2. un criterio de acción, y 3. una exigencia de programación. 1º.- No se trata de sustituir Derechos por Dignidad, sino todo lo contario, pues todos los derechos importan y no uno u otro importa más. ¿Por qué, pues, “Dignidad”? Porque a todos da soporte ya que “Dignidad” es la calidad de alguien valioso; su valor, su tesoro no está en su cuenta corriente. “Tiene valor y no precio”. Y, por eso, digno. Y digno en la raíz.

1. En la raíz, dignidad es un absoluto, un universal, para todos y todas, incondicionado e incondicional, nos iguala pero sin trampas; la dignidad no iguala ocultando la situación de cada persona; afirmar la dignidad sin un compromiso concreto y operante contra las desigualdades, es encubrirlas y convertirse en cómplice de las mismas.

2. En la raíz, dignidad es la afirmación del valor del “otro” como persona

digna; la afirmación del valor de cada persona no deriva en egoísmo, pues la afirmación de la persona como ser único es la afirmación de “la necesidad del otro para ser persona”. Por eso, la solidaridad con la dignidad del otro está en la raíz de la dignidad de la persona.

“Porque, ¿acaso podemos mantener nuestra dignidad intacta, mientras vemos como se les arrebata con violencia a tantas personas a nuestro alrededor? Desde luego que no, pues podemos decir sin dudarlo que la dignidad de los

5 No dejan lugar a duda las declaraciones del norteamericano Warren Buffet al The New York Times (26/11/2006), una de las personas más ricas del mundo, tan certeras como cínicas: "Desde luego que hay una guerra de clases, pero es mi clase, la clase rica, la que la está haciendo y estamos ganando". (Declaraciones de Warren Buffet al The New York Times (26/11/2006) Fuente: http://www.publico.es/448342/la-revolucion-de-los-ricos

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demás amplía la nuestra al infinito. Recuperar la dignidad en plenitud, la de todos y de cada uno, ante un modelo social que la niega, es defender lo más valioso. Y no se trata de un sueño. Para miles de personas, esta pesadilla de pérdida de dignidad está siendo real, muy real, pues su dignidad se les está arrebatando constantemente, y en nuestra sociedad muchos miran a otro lado mientras tanto. Cuando una familia es desahuciada, cuando se ven en la calle, esos padres miran a sus hijos y esta mirada hace que en un instante se evapore toda su dignidad, como un azucarillo, como si no la hubieran tenido nunca. Pero, aún peor sucede con sus hijos, cuando miran a sus padres en estas circunstancias, y ven en sus ojos aquello que un hijo jamás debiera ver en sus padres. Todos los días vemos personas rebuscando en la basura alimentos con los que paliar su hambre extrema, los vemos dormir en nuestras calles a medio cubrir con cartones, mendigando una ayuda. Sí, la dignidad, en nuestra sociedad, es desde luego un valor en peligro, en franco peligro de extinción”.

3. En la raíz, dignidad es un valor que exige respeto; respeto de todo y de todos; respeto de los poderosos y de todos los poderes, sean de derecho o de hecho; nos coloca en una lógica de sociedad antes de que se levantaran murallas y se estableciera el “dentro/fuera” de los aceptados/rechazados del ejercicio de los derechos, de todos los derechos.

4. En la raíz, dignidad es transversal, que aúna y recorre todos los

derechos, pues todos los derechos reclaman la “Dignidad” y, aun sin nombrarla, la hacen ser, un ser que está en todo, que nos implica y explica, y se “in-digna”, incluso se enfurece, cuando cualquier derecho es olvidado, negado, y más si vilipendiado. Porque hay algo que no podemos olvidar, y es que no hay apartados; que o todos, o si alguno no, los demás acaban en tampoco.

2º.- Pudiera parecer que la Dignidad es algo irrenunciable, pero que no es “principio de programación”. Pero no es así, pues si es un valor básico, primordial y prioritario, o está presente en todo o sólo queda como proclama inoperante, porque si no es objeto y objetivo expreso en nuestra acción, una vez que la hayamos perdido se podrá extirpar todos los demás valores limpiamente, sin apenas violencia, y seremos incapaces de pelear por conservarlos. Habremos perdido nuestra base, la base de los derechos.

“Una vez perdida nuestra dignidad ya da igual perder todo lo demás, el amor, la libertad o incluso la vida. Por ello la dignidad es un valor que hay que evitar que se nos arrebate a toda costa”.

Por lo que poner los Derechos como base de los cimientos de nuestra acción como constructora de una nueva estructuración social, es una cuestión “debida”. Y si es un deber su presencia es de Justicia, pues ya sabemos que su ausencia es una in-justicia. Por lo que hacer del binomio “Dignidad – Derechos” la base de una estructuración social ES DE JUSTICIA. ¡Oh sorpresa! Nos hemos topado de lleno con un concepto que solemos colocar entre los

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lenguajes grandilocuentes; pero no es así. Es un concepto lleno de contenido, y la plenitud de su contenido convierte el binomio Derechos-Dignidad en el binomio Derechos-Justicia. Su plenitud rebosa y sobrepasa el lenguaje porque es una “realidad relacional y sustantiva”. Por ello, la “Dignidad-Derechos-Justicia” se “ha colado”, mejor, se ha “colocado” en la base de lo que debe ser nuestra programación.

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PARA LA REFLEXIÓN Y EL DEBATE. TRABAJO EN GRUPOS

SOBRE ESTE PRIMER APARTADO 1.- TEMA: ¿Por qué no ser “los ojos que ven” lo que la pobreza/exclusión significa como “violación de derechos / negación de dignidad”?

1- El que en cada acción esté juego la Dignidad plantea qué es lo que pasa con los Derechos, y hace y exige que sea una acción de “Justicia social”, y esto no es algo que se puede quedar en el nivel de los principios y valores del plan estratégico, sino que debe pasar a la operatividad práctica. � ¿Con qué consecuencias?

2- El binomio derechos-justicia, como compromiso operante del binomio

derechos-dignidad, no son dos paralelas (que ya sabemos que se acompañan in aeternum, pero ni se tocan ni se juntan) sino una intersección concreta realizada en las “prácticas”. � ¿Cómo se interseccionan? ¿Cómo se combinan en las prácticas?

2.- Potencialidades:

• ¿Qué ‘observa’ Eapn a través de su presencia al lado de las personas?

• ¿Puede Eapn hacer algún tipo de propuestas si no es desde lo que en esta proximidad se ve, se oye/escucha, se toca?

• ¿Por qué no se ‘da cauce’ común y compartido a esta observación

‘desde el territorio comanche’ en el que está, trabaja, actúa cada entidad?

• ¿Por qué nos sentimos impotentes ante lo que ocurre a la vista de todos

pero nadie ve, o quiere ver, y ante la pérdida de voz de lo que la retórica de la crisis oculta, si podemos ser el altavoz de lo que grita desde el silencio?

• ¿Cómo hacer para que pase a la programación y los compromisos

concretos de acción?

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3.- “Sugerencias para pasar de las musas al teatro” : ¿Por qué no ser “los pies de la esperanza” del caminante que abre nuevos senderos y nuevas propuestas?

• Organizar una sesión de debate, preparada, con invitación a personas que ayuden a desbrozar esto con sus aportaciones, sugerencias, etc.

• Plantear que el Grupo de trabajo de Inclusión de la Red formule retos,

haga propuestas, genere red de conocimiento, y red de apoyo interasociativa para afrontar esos retos y propuestas.

• Elaborar algunas herramientas de trabajo para el conjunto de las

entidades

• Formular la Inclusión en nuestra sociedad desde lo que este tipo de dinámica de trabajo acabe dando de sí. ¡Eso al menos!

• Formas de hacerlo, propuestas, concreciones, compromisos, calendario.

Nota complementaria : estas mismas interrogaciones formuladas en este punto 3, se plantean en el siguiente apartado. Por tanto, aunque ahora se inicia esta concreción, hay que rematarla y terminarla con lo que se concrete en la siguiente sesión.

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Apartado IIº.- DEL PENSAMIENTO A LA ACCIÓN

1.- “Nuestra acción se legitima por ‘lo que hace co n lo que hace’ y no puramente por lo que hace; o sea, ‘qué e s hoy solidaridad’”. De aquí nacen, deben nacer, todas las preguntas a plantearnos en la acción de nuestras entidades, pues no puede ser que “todo se haya trasmutado menos nuestras prácticas”.

1º.- Por tanto no será inocuo indagar y resolver a qué debemos dedicarnos para no estar asistiendo al despliegue de una nueva sociedad / replegados en acciones que son ya de una sociedad al menos ya no actual. Lo que de no revisarse y ser conscientes de ello, nos puede atrapar en las trampas que nos tienden como “bondadosos voluntarios y compasivos altruistas”. Es decir, lo que también anda en juego es “qué es hoy solidaridad”. Porque ante la situación actual no podemos dar por sentado que es algo que está definido simplemente por ser iniciativas nacidas de la voluntad altruista y del compromiso social. Hoy parecemos estar en una sociedad en que se produce una “competición de supresión de centros y servicios”. Están desapareciendo centros y servicios que antes se consideraron “necesarios”. Y si antes eran necesarios, ¿por qué se cierran?, ¿o es que antes eran “superfluos” o “excesivos”? Por otra parte, en la dialéctica entre carencia-demanda y el derecho, hoy parece haberse optado por resolver esa dialógica en falso, o sea, optando por “carencia frente al derecho”. Porque es muy cierto que las carencias y las demandas existen, y en grado creciente. Por eso ni se justifican ni se pueden justificar las medidas que se están tomando y las que se están dibujando, que podemos denominar de “decreciente intensidad”, ni menos aún que se supriman. Por tanto, si son necesarios, nuestra acción ni puede, ni debe, ni es legítimo que pretenda ser la “acción reparadora” (suplente, paliativa) ante esta realidad, que acabaría haciendo “servicios pobres para pobres”. O lo que es lo mismo, ante los desastres que las medidas adoptadas ante la pretendida crisis debemos tener muy presente que nuestra acción se legitima cada vez más por lo que hace con lo que hace y no puramente por lo que hace; con “lo que significa lo que hace”, y no solo por lo que hace. Debemos tener bien presente que la gravedad de la crisis, sus efectos con resistencia al tiempo, la grave incuria ante las consecuencias para las personas, etc., puede hacer perfectamente que, con nuestro ejercicio de la solidaridad, “nos quedemos instalados en la sustitución de la protección de los desprotegidos” y que sea eso lo que defina nuestro rol y nuestra función social, cuando resulta que eso debe ser el rol y la función institucional e inalienable de

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las instituciones públicas. Porque, aun sin pretenderlo, podríamos estar llevando a la des-responsabilización pública, con el efecto añadido de que la sociedad acabe entendiendo que no constituye una responsabilidad pública y, por ello, una obligación contributiva “y fiscal” de los ciudadanos, de la propia sociedad. Por lo que la desaparición, la dejación y el abandono de medidas de las que los poderes públicos son responsables y, por ello, están obligados a tomar, y la “decreciente intensidad de las que no se han suprimido”, pueden acabar legitimadas porque ahí están los agentes solidarios y altruistas que “atienden a los más necesitados”, a los que, por otra parte, se exige cada vez más condiciones para acceder a ellas, distanciándose de la consideración del derecho subjetivo a una protección y a una integración dignas. 2º.- Contestar a estas preguntas que nos plantean en qué consiste hoy la solidaridad no es simple, aunque es imprescindible. Y no es simple porque estas preguntas no se pueden responder sin contestar a la siguiente cuestión: ¿puede existir solidaridad al margen del sujeto solidario? Y el sujeto solidario, ¿es la entidad?, ¿somos las entidades de iniciativa social y solidaria, así sin más? Es decir, contestar bien la pregunta por qué es hoy solidaridad exige no sólo preguntarnos “qué es la solidaridad”, sino que nos está exigiendo, y con urgencia, plantearnos que “hay que reinventar la solidaridad”. Y para ello hay que plantearnos las oportunas preguntas de cómo somos y a qué respondemos como entidades solidarias. Porque el acelerado “proceso en cambio” nos ha colocado en una posición difícil, pues nos ha colocado a caballo entre ser un grupo de ayuda “donde te atienden”, y ser un centro institucional, pues si estamos haciendo prestaciones, servicios, centros, etc., pertenecemos a un ámbito institucional aunque no de la administración, sino privado, pero en un ámbito de lo público al cabo. ¿Qué y cómo hacerlo para ser expresión de la solidaridad? Y dado esto insistimos en la pregunta: ¿quién es el sujeto de la solidaridad? O sea, ¿cómo está nuestra ilazón entre entidades y comunidad - sociedad? Sin soldar esa ilazón, nuestras acciones pueden ser buenas expresiones institucionales sujetas a los riesgos que antes describíamos, pero no sujetos de la solidaridad. Porque la solidaridad no se da al margen del ‘solidum’ en que confluimos con las personas a quienes atendamos. Y desde la institucionalización de nuestras entidades eso no se da. Sólo desde la comunitarización de nuestras acciones, proyectos, actuaciones, servicios, centros, se puede realizar. 2.- “Reinventar la solidaridad exige otros valores; existe la cuestión ética como cuestión de y en la acción”. 1º.- Hemos intentando ir dejando claro cuáles deben ser los componentes de nuestra presencia en la sociedad y, por ello, de nuestra acción:

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Y lo primero que ha aparecido, y es el basamento de todo lo demás, es que nuestra acción implica el “binomio derechos/justicia”, exigencia de la dignidad.

� Dignidad – derechos – justica; otras bases para otra sociedad. Igualmente aparece con nitidez una segunda componente que tiene que ver con “reinventar la solidaridad”, pues ha cambiado el escenario social, y nuestra acción debe ser constructora de un nuevo modelo social, lo que nos cuestiona sobre qué y cómo realizar la solidaridad en la situación actual que tenga en cuenta estos dos componentes.

� Reinventar la solidaridad; no somos los auxiliares que palian el abandono de las personas cuando el rescate de los poderosos, el rescate de su ansia de acumulación, las expulsa como sobrantes, sino que acudimos al rescate de las personas desde lo que nos solidifica con ellas tanto en la exigencia de sus derechos como generando nuevas formas de vida en la que las personas son sujetos y actores.

Pues bien, desde ambos componentes lo que aparece claro es que la respuesta no es primariamente técnica, ni política, aunque por supuesto implica a ambos aspectos. La respuesta es primariamente moral, o sea, responde a otros valores, valores en acción y en la acción, que son “otros” frente a la “secesión moral de los ricos” que, a cuenta de la crisis están construyendo un modelo social que responde a una moral, a unos valores. Y como están en juego opciones fundamentales sobre el modelo social, estamos ante cuestiones que van más allá del puro crecimiento económico que es a lo que se reduce toda la oferta ante la crisis, aunque mientras tanto se están cambiando los fundamentos sociales. Por lo que no se trata de “más o menos” crecimiento, sino de “diferente” estructura social; o sea, no una estructura social cuya ética es la ética del beneficio económico y se expresa tipológicamente en una antropología y una estructura social fundada en los valores del beneficio privado, la posesión y la acumulación, y la apropiación. Esto hace, ineludiblemente, que los valores y la ética en que se basa nuestra acción no sean neutrales ni opcionales. Por lo que nuestra acción responde, se basa y expresa, otros valores y otra ética: una ética del derecho de las personas a tener una vida digna. Y por ello: a. una ética que entiende la re-distribución como expresión del compartir entendido de una forma en la que el componente económico formula y formaliza lo que es solidaridad; b. una ética de la hospitalidad, del frater, de la comunidad; c. una ética del acompañamiento en reciprocidad, de los sujetos como personas en plenitud de Dignidad como la base de sus derechos.

� Hay que afrontar la ética, los valores que están sustentando un modo de ser y una estructura social que genera ruptura social e injusticia, y

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afrontar una propuesta alter-nativa para una sociedad comunitaria, accesible, de sujetos en dignidad.

2º.- Son las tres dimensiones, y las tres exigencias, entrecruzadas, que forman el signo del sector social, y de nuestro proyecto de justicia social y solidaridad social; y, por ello mismo, de cualquier política de cohesión e inclusión social. Es decir, la conjunción de estas tres dimensiones implica desarrollarnos como sector solidario con los derechos negados, como sector que ejerce la solidaridad con los sujetos excluidos de los derechos, y como sector referente de una ética. En resumen, sintetizan las líneas estratégicas que deseen responder a la cuestión que todo ello nos plantea: ¿hay que reinventarnos como entidades y como sector? Y esto hay que asumirlo con toda exigencia, pero también con toda naturalidad, o sea, que es natural que haya que afrontar esta cuestión pues no en vano se ha producido, se está produciendo, un cambio del nivel de una mutación. Ante ello, y dados los valores con que responder, y la necesidad de “reinventar” la solidaridad y de “reinventarnos” como sector, es lógico que se nos plantee al exigencia de nuevas estrategias que respondan a lo que nos constituye como sector y a lo que derechos, solidaridad y ética nos exige. Nuevas estrategias que expuestas de forma propositiva y como aportación para una búsqueda que nos ayude a encontrar una respuesta, apuntan hacia:

1- En primer lugar los bienes relacionales. Los bienes de los que debemos ser signo y portadores: la gratuidad, la reciprocidad, el “retorno del don”, el acompañamiento del diferente, del que no cuenta, del que está al margen y excluido, del negado, y todo ello realizado como el acompañamiento de un “frater”; esto es lo más consistente para una sociedad cohesionada y justa, y no en crisis. Y, por ello, es lo más consistente en una sociedad de riesgos, como la actual. Es necesario desplegar respuestas capitales por todo el cuerpo social y, en consecuencia, recuperar la “ética de la hospitalidad” que contiene el sentido de cuidar del otro más allá de los sistemas expertos y de las tecnologías, y de las rentabilidades que usurpan nuestro sentido social y personal. Y le reconocen en su plenitud de Dignidad, la base del derecho.

2- En segundo lugar, la economía de la reciprocidad. Las actuaciones

que siguen nuestra lógica de la solidaridad realizan otra economía, la “economía de la reciprocidad” (que también podemos denominar economía “relacional”). Incluso cuando se trata de actuaciones en la gestión de servicios y procesos por parte de grupos e iniciativas sociales, este tipo de actuaciones se identificarán y distinguirán porque a través de ellas se “crea sociedad” creando y gestionando las condiciones de integración y participación incluso de los que no cuentan. Porque son plenos de Dignidad, la base del derecho.

Ni que decir tienen que es un campo de actuación que, dada la crisis e incluso debido a la crisis, está teniendo múltiples expresiones. ¿Por qué

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no formamos parte de ese movimiento, si está representando una apuesta por una solidaridad que se basa en los valores alternativos a la negación de la dignidad y los derechos de las personas?

3- En tercer lugar, la solidaridad y su dimensión de comunidad. La

recuperación del propio sentido de sociedad, de que la sociedad sea un “espacio habitable” (frater, hospitalario) nos dice que la solidaridad es una relación a través de la que la comunidad se hace responsable de sí misma puesto que ni las acciones solidarias, ni las entidades solidarias abandonan –no pueden abandonar- la capilaridad y el despliegue de valores capilares, hasta llegar a las propias personas y especialmente a las más indefensas. Trabajar la recuperación de la vía comunitaria, cambiar la visón de la comunidad como un lugar de problemas a la comunidad como actor social con potencialidades y competencias (capacidades), activar las responsabilidades de los ciudadanos ante su comunidad, supone poner en el presente las bases de su futuro. Porque les reconoce en Dignidad, la base del derecho.

4- En cuarto lugar, el acompañamiento en reciprocidad. Las actuaciones

que siguen la lógica de la solidaridad no se reducen a la pura mecánica prestacional de servicios ante las situaciones de desprotección y exclusión, ante las necesidades y los derechos sociales, sino que promueve el desarrollo humano desde el “acompañamiento en reciprocidad”, desde el que realiza su aportación decisiva para la accesibilidad a las condiciones de ejercicio de los derechos. Lo que les posibilita desarrollar sus capacidades y potencialidades, y contribuye a que se pueden constituir como sujetos. Y por ello en su plenitud de Dignidad, la base del derecho.

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PARA LA REFLEXIÓN Y EL DEBATE. TRABAJO EN GRUPOS

SOBRE ESTE SEGUNDO APARTADO 1.- TEMAS:

¿Por qué no ser “las manos que amasan” nuevas forma s de

hacer que hagan viable “reinventar la solidaridad”? ¿Por qué no ser “el corazón que siente inteligentem ente” los

pilares de lo nuevo en medio de los escombros de lo viejo?

1- Nuestra solidaridad no puede quedarse en unas prácticas que resuelvan esa dialógica en falso, o sea, nuestra acción, que exige medidas necesarias, no puede ser una contribución no querida pero real a la dualización de la protección social y del propio modelo social. Hay que decirlo claro y asumir que “es necesario reinventar la solidaridad para que sea solidaridad”.

� ¿Qué y cómo?

2- La respuesta plantea una segunda pregunta, ¿somos un activo dinámico

de la responsabilidad y de la participación comunitaria de la propia sociedad en este cambio de escenario social?

� ¿Qué consecuencias tiene esto?

3- Volcados en la “gestión de los resultados”, ¿estamos gestionándolos de

forma que signifiquen otro modelo social y otros valores sociales? Centrados en la exigencia de la distribución, debemos aceptar que ese tipo de propuestas de acción son en sí mismas insuficientes; eso al menos, porque “algo más grave” está pasando que la pura conciencia de la insuficiencia y el cambio de signo del bienestar.

� ¿Cuáles son esos valores? ¿Cuáles son las estrategias adecuadas ante esta mutación?

4- Si los valores son trasversales a nuestro propio ser entidades sociales,

hay que asumir que nuestra manera de ser como entidades sociales, sus relaciones con la base social y entre los propios actores de las entidades, así como con los recursos, con los proyectos que concretan la acción, etc., significan tomas de posición ética. Es ineludible afrontarlo si queremos ser referentes para esta sociedad del binomio dignidad/derechos, y de una solidaridad reinventada. � ¿Qué consecuencias tiene para el propio ser del sector social?

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Para profundizar en la reflexión sobre estos temas: Diversos aspectos para “pensar” (un pensar activo / una acción pensada):

• ¿Qué está haciendo el sector social de innovación social según lo que las estrategias planteadas exigen?

• ¿Qué iniciativas se están proponiendo desde las entidades sociales para

‘comunitarizar’, para que se recupere músculo social, vinculación social entre las entidades y la propia base social, la propia sociedad y para que la base social se sienta invitada/concernida/implicada, en la respuesta a las carencias afirmando los derechos?

• ¿Qué apuestas la solidaridad deberemos crear, impulsar, ante las nuevas

necesidades sociales?

• ¿Nos sentimos concernidos ante las exigencias, reivindicaciones, protestas ante el cuestionamiento de los derechos que se hacen presentes actualmente en el escenario social desde muy diversos movimientos e iniciativas ciudadanas?

• ¿Creemos que la dimensión ética es una dimensión de nuestra acción?

• ¿Somos portadores de otra ética y otros valores ante la ética de la secesión moral de

los ricos, los valores del individualismo posesivo, del bienestar “meritocrático”, de la posesión privada, de … …?

• ¿Creemos en y creamos desde una ética de la hospitalidad, del frater, de la

solidaridad, de la cercanía que incomoda, del acompañamiento que empodera, …?

• ¿Sabemos que la respuesta sólo puede encontrarse desde dentro de la propia acción, y no en declaraciones, documentos, seminarios, jornadas, convenciones, congresos, y que la cuestión es que la acción que se realice sea la expresión del Valor Añadido, de lo que da sentido al responder para qué, por qué y cómo estamos aquí, de “otros valores”, de lo que constituye lo significativo de nuestra acción como una acción alter-‘nativa’ –que hace ‘nacer’ otra sociedad- y ‘alter’-nativa –que la hace nacer si el ‘otro’ es nuestro alter-?

2.- Potencialidades: Si nuestro futuro se juega en este presente

• ¿Por qué no debatir qué significa la “sostenibilidad” de un sector que se asienta en los tres pilares: Justicia (dignidad-derechos – Solidaridad (reinvención y comunitarización) – Ética (valores alter-nativos)?

• ¿Qué contradicciones se nos plantean en la práctica?

• ¿Cómo avanzar en esa dirección?

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3.- “Sugerencias para ir pasando de las musas al te atro”: ¿Por qué no ser “los pies de la esperanza” del caminante que abre n uevos senderos y nuevas propuestas?

• Organizar una sesión de debate, preparada, con invitación a personas que ayuden a desbrozar esto con sus aportaciones, sugerencias, etc.

• Plantear que el Grupo de trabajo de Inclusión de la Red formule retos,

haga propuestas, genere red de conocimiento, y red de apoyo interasociativa para afrontar esos retos y propuestas.

• Elaborar algunas herramientas de trabajo para el conjunto de las

entidades

• Formular la Inclusión en nuestra sociedad desde lo que este tipo de dinámica de trabajo acabe dando de sí. ¡Eso al menos!

• Formas de hacerlo, propuestas, concreciones, compromisos, calendario.

Nota complementaria : como se ha señalado anteriormente, son las mismas interrogaciones formuladas en el punto 3 del apartado primero. Por tanto, ahora se debe rematar y terminar la concreción planteada en ese primer apartado.