prada y prejuicio mandy hubbard

156
 PRADA Y PREJUICIO

Upload: valentina-brizuela

Post on 11-Jul-2015

1.061 views

Category:

Documents


34 download

TRANSCRIPT

Page 1: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 1/156

PRADA Y PREJUICIO

Page 2: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 2/156

PRADA Y PREJUICIO

Para mis niñas del psiquiátrico de AD. Aquí lo tenéis, espero que os guste.

De vuestra Panda.

Page 3: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 3/156

PRADA Y PREJUICIO

1

Es una verdad universalmente conocida que una adolescente de

viaje en Inglaterra con sus compañeros de instituto debería pasarlo a logrande. Al menos eso era lo que yo creía. En vez de eso me sientodesgraciada. Me llevó dos semanas convencer a mi madre de que era lobastante responsable como para venir a este viaje, en vez de pasar el restodel verano con mi padre. Después tardaron ocho días en expedirme unpasaporte, y en sólo veinticuatro horas ya me he arrepentido. Éste es primerdía en Londres, y en vez de estar viendo el Palacio de Buckingham, el BigBen o el Támesis, estoy sentada en el café Belgaro dentro del hotel,deseando que alguien quien sea se dé cuenta de que existo.

El objetivo de este viaje era visitar todos los monumentosimportantes de Londres como preparación para la clase de Historiaeuropea. El mes que viene empiezo mi segundo curso en el instituto, y sesupone que será el año en el que “perfilaremos” nuestras solicitudes deadmisión para la universidad. O eso decían los folletos

El año pasado jamás me sentí tan desesperada como me sientoahora. Katie mi mejor amiga, y yo nunca quisimos formar parte del grupode las zombis “megaguays”. De hecho, nos divertíamos burlándonos de ellas. Cuando nos entregaron los anuarios la primavera pasada, pintamos

bigotes en las fotos de las chicas populares y escribimos entre comillas lastonterías que dirían en clase.Pero entonces Katie se mudó a otro lugar, y sin ella a mi lado me

es casi imposible convencerme de que soy feliz en el grupo de losmarginados. ¿Cómo voy a serlo cuando soy la única de ese grupo?

Todo empezó cuando llamé a Katie durante el almuerzo,parloteando por el móvil. No tenía ni idea de que la esnob de Trisha Markshabía entrado en el lavabo. Lo oyó todo, incluso como le decía a Katie quelas animadoras eran algo así como las meretrices de la corte de nuestrosdías. Como podéis imaginar, aquello no le cayó muy bien a Trisha. Sobretodo cuando buscó la definición de “meretriz” en su iPhone de últimageneración. Ahora me odian prácticamente todas y cada una de esasagita — pompones, cabezas huecas del instituto.

En ese momento suena la campanilla de la puerta, y al alzar la vistaveo, para mi espanto, a tres de mis compañeras de clase entrando en lacafetería. Ángela, una rubia larguirucha, va cargada con no menos de tresbolsas, todas con sus elegantes asas de cordón y los logotipos de Chanel,Gucci y Armani.

Su mejor amiga, Summer, menudita y delgada, la sigue en silencio,como si fuera su sombra, con una bolsa de Juicy en la mano y el oscuro yondulado cabello cayéndole sobre los hombros. Mindy, la tercera, tiene el

Page 4: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 4/156

PRADA Y PREJUICIO

aspecto de la típica adolescente americana: lleva el pelo castaño recogidoen un moño descuidado, y viste unos vaqueros rotos y una camiseta rosade tirantes con adornos de encaje. Comentan algo que no alcanzo a oír y lastres se ríen.

Viéndolas, parece que están pasándoselo tan bien en este viajecomo yo había soñado que lo pasaría. Puede que estas tres chicas no seanlas más populares del instituto, pero entran dentro de esa categoría.Además, Ángela Marks es la hermana pequeña de Trisha, la animadora ladiabólica, y ha jurado defender su honor. O, lo que es lo mismo, mirarmecon desdén y darme de lado a pesar de que nos asignaron como compañerasde viaje. Es culpa suya que no pueda abandonar el hotel sin romper la reglade oro de la señora Bentley: salir siempre acompañados; no ir jamás solos aninguna parte. Bla, bla, bla.

Y ahora van a verme aquí, sumida en mi aflicción como unaperdedora. Me encojo en el asiento de cuero del reservado, y ruego paraque las grandes hojas de la palmera que hay junto a la mesa basten paraocultar mi rostro. No puedo dejar que me vean sentada en ese lugar, condos vasos de Coca Cola vacíos delante de mí, como si llevara aquí todo eldía.

Las actividades en grupo no empiezan hasta pasado mañana.Iremos a visitar museos y palacios, y haremos recorridos turísticos por laciudad en autobuses de dos pisos. No sé si entonces las cosas mejorarán, osimplemente se pondrán peor. A veces me siento más sola rodeada por miscompañeros de clase que cuando yo soy mi única compañía.

¿Qué por qué pensé que las cosas serán diferentes en este viaje? Sesupone que ésta iba a ser mi oportunidad de cambiarlo todo. Imagino quepensé que si estábamos a miles de kilómetros de casa, mi reputación de“rarita” quedaría atrás también. Me equivoqué.

Lo cierto es que no creo que sea humanamente posible que Ángelay yo lleguemos a ser amigas. Después de todo lleva los mismos genes queTrisha; hasta comparte con ella esa sonrisilla desdeñosa que asoma a suslabios cuando alguien la irrita.

Mindy, en cambio, está conmigo en varias clases de nivelavanzado, y el año pasado fuimos varias veces compañeras de laboratorioen química. Si yo fuese un poco más abierta quizá ahora seríamos amigas.

Parece guay, pienso cuando mira a Summer y pone los ojos enblanco, aprovechando que Ángela está distraída. Si hubiesen asignado aella como compañera en ese viaje, no me habría dado de lado. Tengo queconseguir q Ángela acepte mi presencia, aunque sea a regañadientes, y así tal vez podamos ir en grupo las cuatro. Y con un poco de suerte quizá hastapodríamos intercambiar las compañeras.

Ajenas a mi presencia, oculta como estoy por la palmera, las tresamontonan sus bolsas en el asiento del reservado de al lado. No puedo ver

Page 5: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 5/156

PRADA Y PREJUICIO

qué están haciendo, pero imagino a Ángela cogiendo el menú e intentandodecidirse entre la ensalada de espinacas sin aliño, o un vaso de agua. Estoysegura de que es anoréxica. Siempre será más fácil que aceptar eso que elhecho de que quizá sea perfecta por naturaleza. En serio, podría cortarse

hasta un cristal con esa clavícula que tiene. — ¿Entonces qué? ¿Creéis que esta noche de roba llevar este toprojo, que enseña más escote, o el amarillo con brillos sin mangas? —  pregunta Summer.

Debe estar rebuscando en una bolsa porque lo único que oigo es elruido del plástico al doblarse.

 — El amarillo. De todas todas. Para ir a bailar pega más  — diceÁngela — . ¿Pero qué zapatos te vas a poner con eso?

¿A bailar? Parece que están dispuestas a romper todas las normasy van a ir a una discoteca. Yo jamás tendría el valor de hacer algo así. Elúnico plan que tengo para esta noche es alquilar una película para vela enmi habitación, y a casa minuto que pasa suena más patético.

Summer deja escapar un suspiro tan melodramático, que pareceque acabara de enterarse de que ha suspendido el segundo curso antes deempezarlo siquiera. La imagino poniendo morritos y frunciendo esascejas suyas depiladas con tanto esmero.

 — No sé. Juraría que había traído mis Gucci negros, pero noestaban en la maleta cuando la deshice.

 — Esos zapatos no son Gucci; son una imitación  — dice Ángelacon aspereza.

¡Vaya por Dios! Bajo la vista a mis chanclas de los almacenes OldNavy, que asoman por debajo de la mesa, y escondo los pies bajo elasiento.

 — ¿Y qué?  — Le espeta Summer, subiendo el tono — . ¿Tanto senota?

 — Bueno, los tíos desde luego no son capaces de diferenciarlos  — apunta Mindy.

Ángela gruñes de pura frustración. Sus subordinadas le han

replicado, así que debe estar intentando afianzar su dominio sobre ellas.Claro que no soy una experta en ese lenguaje suyo de gruñidos, así que nopuedo asegurarlo a ciencia cierta. En este preciso instante la imaginoechándose por encima del hombro el cabello rubio platino y poniendo losojos en blanco.

 — Bueno, pues yo sí. ¿Visteis a esa chica en el puesto de café estamañana? Llevaba unos Prada falsos. O sea, por favor, ¿de verdad se creeque va a engañar a alguien con esos zapatos?

Sí. Así es Ángela, la chica más pija y estereotípica de todas las

que he conocido. Es un cliché andante, pero a pesar de ello la gente la

Page 6: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 6/156

PRADA Y PREJUICIO

idolatra. Aunque con esa piel perfecta, esos brillantes ojos azules y esepelo de anuncio, no les culpo.

Ahora Mindy a quien me imagino poniendo los ojos en blanco.Seguro que le gustaría estar teniendo una conversación que podría tener

conmigo, por ejemplo. Podríamos estar paseando arriba y abajo por lascalles de la ciudad, admirando la arquitectura inglesa mientras debatimosla teoría de la evolución. O al menos hablando de lo mucho que odiamosal señor Thomason, el profesor que tuvimos en química avanzada elprimer año. La primera vez que hicimos juntas las prácticas de laboratoriocasi me achicharré el pelo con un quemador Bunsen, y lo único que recibí de él fue una reprimenda delante de toda la clase. Ese hombre no sabe loque es la compasión.

 — Vale, pues vayamos a comprar unos zapatos de tacón decentesdespués de comer  — propone Summer — . Pero tendréis que ayudarme acalcular los precios al cambio. Me parece que ya he gastado más de lo quedebía.

 — Como si yo supiera calcular — dice Angela — . Dejo que me locarguen todo en la tarjeta y ya está.

Corre el rumor de que Ángela viene equipada con una tarjetaAmerican Express negra, sin límite de crédito.

 — Yo te ayudaré  — le dice Mindy a Summer — . Es bastantesencillo.

Ya lo creo que es sencillo, pero en fin, no en vano a mi menombrarán “Cerebrito de la Clase” y a Summer “Ligue al Cuadrado”, yno precisamente porque se le den bien las matemáticas.

 — Bueno, ¿y cómo se llama el sitio al que vamos esta noche?  — pegunta Summer.

 — No sé, está al final de Sloane Street, que desemboca en HydePark o algo así. Se supone que nos reuniremos allí con los chicos a lasnueve en la puerta trasera — responde Ángela.

No me lo puedo creer. Van a irse por ahí, a pasarlo bien.Mientras yo me quedo muerta de asco en mi habitación. No es justo. ¿Por

qué no puedo ir yo también?La camarera se acerca a tomarles nota, y Ángela me deja perpleja

cuando pide una hamburguesa con queso. Yo, entretanto, trazo un planmientras agito nerviosa una pajita, sujetándola entre el índice y el pulgar.Me levantaré, pasaré tranquilamente junto a ellas, y me volveré haciaMindy y fingiré sorpresa por encontrarla allí. Entonces le preguntaré aMindy si ha leído ya algún libro de la lista que nos dio el señor Brownpara el verano. Y si puedo enlazaré comentando lo aburrido que me estápareciendo Londres, y quizá me invite a ir con ellas. No puedo fallar; es

el plan perfecto.

Page 7: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 7/156

PRADA Y PREJUICIO

Los nervios hacen que el estómago se me revuelva y palpite amodo de protesta, pero estoy decidida. Cuando antes pase este trago,mejor. Saco el brillo de labios del bolsillo de mis roba y me lo aplicóantes de alisarme con la mano el cabello, rubio y algo encrespado.

Ahora o nunca. Me deslizo por el asiento de cuero, y casi me hepuesto de pie cuando alguien choca conmigo por detrás. ¡Uf! Pierdo elequilibrio y caigo de rodillas, pero reacciono a tiempo y no me estampocontra el suelo. Es entonces cuando siento algo frío filtrándose a través demi camiseta, algo que se extiende hasta que noto toda la espalda helada yse me eriza la piel de los brazos. Giro la cabeza y veo una mujer con undelantal negro atado a la cintura, y una jarra medio llena de té frío en lasmanos.

 — ¿Estás bien, cariño? ¿Ay, cielos, estás empapada! Cuánto losiento. Es que iba andando y de repente has aparecido delante de mí… — dice, más para sí misma — . Deja que te ayude a levantarte.

 —Em… Estoy bien, de verdad; no ha sido nada.  Inspiro profundamente antes de mirar al trío. Ángela está

intentando reprimir, sin éxito, una sonrisa maliciosa. Mindy, por su parte,se ha quedado mirándome con cara de póquer. De Summer, que se haescondido tras la carta y tiene la cabeza gacha, lo único que puedo ver esel cabello castaño con mechas.

 — ¿Estás bien? — pregunta Mindy. — Buena caída — se burla Ángela — , qué gracilidad.Los pequeños hombros de Summer se estremecen cuando le entra

la risa floja. A ,í, en cambio, me arden las mejillas. —Eh… em… Sí, estoy bien. Sólo estoy… empapada. Pero sí, em,

estoy… estoy bien. Gracias. Y al final me echo atrás. No puedo hablar con ellas después de lo

que ha pasado. ¿Cómo que después de esto van invitarme a ir con ellasesta noche! ¡Ja! Seguro. De hecho esto ha servido para confirmarme larazón por lo que no me quieren en u grupo. Dios, soy un desastre conpatas.

Me dirijo a toda prisa a la puerta lateral de la cafetería y merefugio en el lavabo del vestíbulo del hotel, la huida más rápida delescenario de mi humillación.

Entro en uno de los retretes, cuyas paredes están forradas conpapel rosa, y me siento unos minutos en la taza con el rostro entre lasmanos, haciendo un esfuerzo por calmarme. Tengo un nudo en lagarganta, pero no voy a llorar porque no merece la pena. Cosas como estáme pasan constantemente, y mañana ya no me dolerá tanto. Lo apartaréde mi mente como si nunca hubiera pasado. Mi madre siempre me dice

que soy un pato mareado, pero decir eso es decir poco. Soy tan torpe quemerezco que se acuñe una expresión con mi nombre. Estoy segura de que

Page 8: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 8/156

PRADA Y PREJUICIO

dentro de poco el darte de bruces con el suelo acabará llamándose“pegársela a lo Callie Montgomery”. 

Me levanto y salgo del retrete mientras, tras de mí, la cisternas sepone en marcha automáticamente. Arrastrando los pies hasta los lavabos,

sorbiendo las últimas lágrimas que aún se me resisten, y me giro frente alespejo para comprobar los daños. Como la camiseta que llevo es blanca yha quedado empapada, se transparenta el sujetador negro que llevodebajo. Ni las puntas de mi apagado cabello rubio se han librado delchaparrón de té. Hasta huelen a limón.

Dejo escapar un suspiro y mis manos se cierran sobre el borde dellavabo mientras observo fijamente mi reflejo. No es que sea horrenda;sólo poco agraciada. Nariz recta y estrecha, pómulos corrientes ymolientes, ojos azules sin brillo alguno… ¿Podría ser más común de loque soy?

No es de extrañar que no me hayan besado hasta ahora. Tengo loslabios bastante finos, no carnosos y sensuales como los de Ángela. Depronto la puerta se abre, y al ver entrar a Mindy me apresuro a apartarmedel espejo para que no se dé cuenta de que estaba mirándome en él.

Mindy está rehaciendo el nudo de corta rebeca gris cuando susojos se posan en mí, y se queda allí parada, mirándome, con sus labiosformando un pequeña “o” de sorpresa. 

Dejo caer las manos e intento ignorar la incómoda sensación de lacamiseta pegada a m i espalda.

 —Vaya… — dice, y se queda allí, en el umbral, ni fuera ni dentro,como si temiera que vaya a contagiarle la peste si se acerca demasiado.

 — Hola — la saludo.De pronto siento una necesidad imperiosa de lavarme las manos.

No aparto la mirada del dispensador de jabón mientras lo aprieto hastacinco veces, llenando la palma de mi mano con su espuma rosa. Por elrabillo del ojo puedo ver que sigue mirándome, pero me obligo a

mantener la vista fija en mis manos mientras me las lavo, como si fuerauna tarea importantísima. ¿Por qué está mirándome de esa manera?

Por fin Mindy entra en uno de los retretes, y yo cierro el grifo.Arranco un trozo de papel y empiezo a secarme las manos, luego arrancootro, y así hasta que ella sale.

Arrojo los papeles a la papelera y finjo que estoy arreglándomeunos mechones mientras ella se dirige a otro lavabo. Pero se detiene amedio camino.

 —Eh… em… Callie… 

Me yergo y me giro para mirarla. Está sonriéndome. ¡Ya está!Por fin voy a poder salir del hotel.

Page 9: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 9/156

PRADA Y PREJUICIO

 —Em… Sólo quería decirte que… bueno… Se queda callada un segundo y el corazón empieza a latirme

como un loco. Sabía que Mindy haría lo que esperaba de ella si le daba laoportunidad. Sabía que congeniaríamos si conseguía dejar de

comportarme como un bicho raro durante al menos cinco minutos.Mindy se aclara la garganta. — Tienes un trozo de papel higiénico pegado al zapato.

Page 10: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 10/156

PRADA Y PREJUICIO

2

 — ¿Eh? — Bajo la vista y veo un trozo de papel Arrastrado bajo eltalón de mis chanclas —. Eh… em, gracias. 

Me agacho para arrancarlo y salgo del lavabo sin mediar máspalabras con Mindy. Voy tan ofuscada que de pronto me encuentrocruzando la puerta del hotel Y veo que estoy en la calle. Desde que laseñora Bentley nos echó la charla de marras, ayer, cuando llegamos, nome he atrevido a salir sola. Juró que si pillaba a alguno lo mandaría acasa.

Pero para volver a mi habitación ten dría que atravesar de nuevola cafetería, y el ruido que hacen mis chanclas no sería una entrada muydiscreta. Además eso supondría pasar otra vez por delante de mis

compañeras, y ahora mismo no me veo capaz de volver a enfrentarme a lasonrisa despectiva de Ángela y a las risitas de Summer. Tengo que salirde aquí para aclarar mi mente y encontrar el modo de sobrevivir a esteviaje.

Aminoro el paso cuando veo que he dejado atrás varas manzanasde Sloane Street sin darme cuenta.

El lujoso hotel de cinco estrellas en el que estamos alojados estásituado en el mejor barrio de compras de Londres, o al menos eso fue loque repitió Ángela durante todo el vuelo de ida.

No me lo decía a mí, por supuesto. Ella iba sentada entre Summery Mindy, en la fila delante de la mía. A m í me tocó un asiento deventanilla junto a un señor mayor que se pasó el viaje roncando, yaunque yo fingía estar leyendo, en realidad estaba pendiente de suconversación. Ángela recitó los nombres de todas las boutiques por ordenalfabético, pero perdí el hilo después de Armani, Burberry, Chanel, Coachy Dior.

Debo estar yendo en la dirección correcta; las chicas que pasan junto a mí, delgadas como espinas de pescado, parecen modelos, y creoque el deportivo que acaba de pasar hace el tercero en los últimos cincominutos.

Es surrealista. No puedo decir que sea algo que vea todos los días:En la pequeña ciudad de provincias donde vivimos no se ven Ferraris nise encuentra uno con boutiques de Louis Vuitton, sino camionetasdestartaladas y tiendas de cadenas de ropa a precios baratos, como Target.

Y la arquitectura aquí es espectacular: todo tipo de edificios deladrillo, elaborados arcos, elementos decorativos tallados en piedra… Por no hablar de los escaparates de las tiendas y de las terracitas. Es todotan… Inglés, que hasta me siento un poquito sofisticada y chic mientrascamino calle abajo, como si estuviera tomándome u cruasán, o

Page 11: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 11/156

PRADA Y PREJUICIO

departiendo con alguien sobre las excelencias de la obra de Chaucer oalgo así.

Quizá si absorbo parte de esta… “aura” logre actuar un pocomenos como la Callie de siempre y se me ocurra un plan para ir esta

noche a esa discoteca. Al final de Sloane Street, justo donde desembocaen Hyde Park… allí es donde dijeron que estaba.Tal vez podría comprarme algo de ropa para la ocasión. Así la

situación me intimidarías menos y quizá me atrevería a dejarme caer porallí. Después de todo Mindy es bastante maja y tal vez no le importe queme una a ellas. Puede que si voy bien vestida y me comporto connormalidad dejen de verme como una carga.

Perdida aún en mis pensamientos, paso por delante de unescaparate lleno de maniquíes: Uno de ellos tiene puesta una camiseta detirantes celeste, como la rosa que llevaba Mindy. Sí, esto podríafuncionar.

Primer paso: terapia de compras.Un par de horas más tarde los brazos y los pies me están matando,

y no estoy segura de por qué look voy a decantarme, pero si no soy capazde elegir algo de entre toda la ropa en la que llevo gastado ya doscientosdólares — digo libras — , es que soy un caso perdido.

La cosa es que no quiero que parezca que le he dado mil vueltas alo que voy a ponerme, pero tampoco quiero ir hecha un adefesio. Estanoche tengo que estar perfecta. Si hago las cosas bien, conseguirécambiar el rumbo que han tomado, y podría pasar el resto del viaje conMindy y disfrutarlo.

Estoy a punto de dar media vuelta para volver al hotel cuando veoun edificio de ladrillo y cinco plantas con amplios ventanales. La entradaestá flanqueada por elegantes molduras estriadas de color blanco, y laplanta inferior es toda de paneles de cristal, tan limpios y relucientes quehasta puedo ver mi reflejo.

Y sobre mi cabeza, en sobrias letras mayúsculas, hay un rótulocon una sola palabra: PRADA. Me quedo mirando el escaparate, y las

palabras de Ángela resuenan en mi mente. Ella Entiende de zapatos, y escapaz de distinguir de una imitación. ¿Y si me compro un par de zapatosde m arca Prada y me los pongo esta noche? ¿La impresionaría? Quizáharía algún comentario y eso rompería el hielo. Y entonces yo podríaresponderle algo inteligente, y Ángela se olvidaría de que no me habíaninvitado a unirme a ellas.

Una situación desesperada exige medidas desesperadas. Y en estecaso entre las medidas desesperadas está usar la tarjeta de crédito de mimadre, que me dio con la severa advertencia de que la utilizase “solo para

emergencias”. Bueno, yo creo que esto podría considerarse unaemergencia. Al fin y l cabo esta noche podría cambiar mi vida.

Page 12: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 12/156

PRADA Y PREJUICIO

Todavía fuera, escudriño el in terror de la tienda. Un cartelanuncia la llegada de la colección de verano, hay al menos una docena dezapatos de tacón expuestos sobre soportes de acrílico. Veo unos deplataforma de color lavanda, con unas florecillas pintadas en el tacón, que

hacen que mi corazón palpite. Pero entonces pienso en lo que Ángelaopinaría de ellos, y me digo que son un poco extravagantes.Y entonces, sólo entonces, veo un par de zapatos de piel con un

taconazo de impresión. Son de un color rojo brillante e intenso y estánrematados con una tira de hebilla que le da el toque especial. Sonclásicos, pero también inconfundibles porque reflejan el estilo de lamarca. Decidida, empujo la puerta y entro. No voy a probármelossiquiera; esto es cosa del destino y van a ser míos.

Sin embarga, debería habérmelos probado, porque ahora que melos he puesto los noto un poco grandes. Bueno, seguro que puedoarreglarlo metiéndole un par de Kleenex en la puntera. No pasa nada. Losolucionaré cuando llegue al hotel, que por desgracia está al menos a unkilómetro y medio de aquí, cruzando el Támesis por el puente de Chelsea.

Como nunca había llevado unos zapatos con unos tacones tanaltos, mi equilibrio con ellos es un tanto precario, pero estoy decidida allegar al hotel. El lado bueno es que para cuando llegue allí ya noparecerán recién comprados, y cuando Ángela los elogie, le diré: “Ah,¿éstos ¿ Son sólo uno zapatos viejos que tengo desde hace años”. 

Apenas he dado unos pasos cuando el tacón se me quedaenganchado en una rejilla consiguiendo que se me tuerza el tobillo, y meprecipito hacia delante en caída libre. Se me corta el aliento  — esto me vaa doler — , y veo la acera acercándose tan rápido que no me da tiemposiquiera a protegerme la cabeza.

Lo último que veo es a un hombre canoso y bien vestido, que sequeda mirando con los ojos muy abiertos al verme extender los brazos yaletear como un pollo. Siento un fuerte dolor cuando me golpeo la siencontra el pavimento, y de pronto todo se oscurece a mi alrededor.

Page 13: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 13/156

PRADA Y PREJUICIO

3

Noto un martilleo en la cabeza, como si me estuvieran taladrando el

cráneo. Siento náuseas, pero me quedo quieta, sentada como estoy, ymantengo los ojos cerrados hasta que se me pasa, y el martilleo sedesvanece.

Abro un ojo, esperando a que vuelva a empezar, pero no es así, demodo que abro el otro también. El dolor de cabeza ha desaparecido. Claroque ahora se me presenta otro problema: estoy sentada en un sueloembarrado, y mi mano izquierda, que está apoyada en él, estáhundiéndose en la tierra. Entonces levanto la cabeza y lo que veo haceque se acelere el pulso y que de mi garganta escape un grito ahogado.

Estoy rodeada de árboles, y no de unos cuantos árboles, como sihubiese sido transportada de la acera a un parque cercano; esto es tangrande que podría ser un parque nacional. El sol se está poniendo y loúnica que alcanzo a ver son los troncos de los árboles, sombras, y másbarro. Y algún que otro pájaro aún tiene el valor de trinar, como si éstefuese un día como cualquier otro de sus vidas.

Esto no tiene ningún sentido; ninguno. Al frotarme los ojos,segura de que estoy sufriendo alucinaciones, me tiembla la mano, ycuando vuelvo a abrirlos nada ha cambiado.

Oh, dios mío, Oh, dios mío, oh, dios mío… Aquí hay algo que nova bien; nada bien. Miro a mi alrededor y me obligo a inspirar variasveces profundamente. Que no té entre el pánico, Callie; tiene que haberuna explicación lógica para todo esto.

Mis bolsas han desaparecido; las tres. ¿Me habrán robado? Todavíatengo el bolso firmemente agarrado y tras echarle un rápido vistazocompruebo que no falta nada. Pero entonces… ¿y el resto de mis cosas?Bajo la vista hacia mis pies y me siento aliviada al ver mis zapatos de Pradade cuatrocientos dólares. Uf, menos mal.

Doblo las piernas y apoyo la frente en las rodillas. La sienizquierda, donde me golpeé, todavía me duele. Me muerdo el labio inferiory miro otra vez en torno a mí. ¿Qué demonios está pasando?

Compré estos zapatos, caminé unos pasos con ellos, me caí, y ahoraestoy… ¿en mitad de la nada? Aquí hay algo que no encaja. No recuerdohaber visto árboles como éstos, pero quizás estaban detrás de las tiendas.Quizá alguien me apartó de la acera.

Pero no importa dónde mire, lo único que veo son árboles. Debehaber cientos. No, miles. Y cuantos más veo más deseo siento de salircorriendo. ¿Qué diablos está pasando? ¿Cómo puede ser que me diera ungolpe en la cabeza en mitad de Londres y ahora me haya despertado en unbosque?

Page 14: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 14/156

PRADA Y PREJUICIO

Entonces se oye un aullido a lo lejos y me pongo en pie a toda prisa. Ay, Dios. ¿Hay lobos en Inglaterra? Quizá solo haya sido un perro. Peropor el sonido parecía un animal grande; muy gran del muy, muy grande.

Echo a caminar con paso rápido en la dirección opuesta. Mis

zapatos se hunden en el barro, y tengo que extender los brazos para noperder el equilibrio. Es como si estuviera atravesando un banco de arenasmovedizas. A este paso no llegaré a ninguna parte, y el sol ya estáocultándose. Y eso no es bueno, nada bueno; no quiero estar aquí, a laintemperie, cuando caiga la noche.

Inspiro profundamente, tratando de calmar los latidos de micorazón, que se han disparado. Estas cosas surrealistas sólo pasan en lasnoticias, no es algo que le pase a la gente como yo.

Me tropiezo con las raíces de un árbol y caigo de rodillas. El barropenetra los vaqueros y los ojos se me llenan de lágrimas mientras vuelvo aponerme de pie como puedo. Genial. Justo así es como quería pasar yolanoche. Debería estar en una fiesta, bailando y cruzando dardosenvenenados con Ángela, pero no, en vez de eso estoy deambulando por unparque de Inglaterra. Sola. Mientras oscurece. Sigo sin entenderlo. ¿Porqué estoy aquí? ¿Y si ni siquiera estoy yendo en línea recta? ¡Podría estarcaminando en círculos! ¡Puede que no llegue jamás a ningún sitio!

Hace frío y hay demasiado silencio. El follaje de los árboles apenasdeja pasar la poca luz que queda y esta oscuridad me pone nerviosa. ¿Quéha sido eso? Me ha parecido ver algo moverse. No, era sólo una hojacayendo. Estoy paranoica.

Al cabo de diez minutos de caminata y de maldecir a Inglaterra ytodo lo inglés oigo algo. Parece algún tipo de vehículo avanzando, y suenacasi como un tren, sólo que el estruendo no es tan grande. Luego, se oye unrelincho.

¿Qué diablos…? Esto no puede ser bueno. Me escondo tras eltronco de un roble enorme, y me quedo observando. Por favor, por favor,

que no sea un asesino con un hacha.

Y entonces aparece un carruaje tirado por cuatro caballos grises.

¿Me he despertado en un cuento de hadasMe quedo mirándolo perpleja mientras pasa rodando, haciendo que

la tierra tiemble bajo mis pies. El estruendo se disipa a medida que elcarruaje se aleja, y caigo en la cuenta de que quizás debería haberaprovechado para pedir ayuda.

Tal vez fueran buena gente y habrían podido ayudarme. De prontose me cae el alma a los pies. ¿Y si resulta que estoy a kilómetros ykilómetros de la ciudad? ¿Y si no encuentro el modo de salir de aquí? Talvez acaben encontrando mi cuerpo en lo más profundo de estos bosques. Y

nadie sabrá nunca que me ha ocurrido, porque ni siquiera lo sé yo.

Page 15: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 15/156

PRADA Y PREJUICIO

Esto me da mala espina, muy, muy mala espina, pero no tengo otraopción más que seguir caminado. Aunque no se ve signo alguno decivilización, no puede estar tan lejos del hotel. O cuando menos de una casadonde tenga teléfono. Podría llamar a la señora Bentley, pero no sé cómo

voy a explicarle esto. Nos advirtió que no quería que saliéramos solos, yyo. Sin saber cómo, he acabado perdida en un bosque. Jamás me creerá.Bueno, al menos gracias al carruaje que ha pasado ahora sé que hay

una carretera a unos quince metros de donde estoy. Sin embargo, cuandollego allí veo que es más bien un camino de tierra, y a ambos lados hay unsurco profundo. Por suerte el barro está endurecido y no se me hunden loszapatos, así que puedo caminar más rápido. También hay más luz que entrelos árboles, con lo que habrá menos probabilidades de que tropiece.

El silencio es total. Lo único que se oye es el ruido de mis pisadas,que se magnifica con esta quietud. El sol no ha desaparecido aún, pero laluna se alza ya a mis espaldas y las estrellas parpadean en el cielo. Su luz serefleja en los charcos dispersos, e intento no pensar en que esta nocheparece que hubiera más estrellas que la noche anterior.

Camino hasta que el sol n o es ya más que una línea en elhorizonte, y me lamento por no haber detenido aquel carruaje para pedirayuda. Tengo ampollas en los pies y la parte de los tobillos en carne vivapor el roce de los zapatos; la cabeza me da vueltas.

¿Podría ser que esto no sea más que un sueño? Quizá me quedéinconsciente al golpearme en la cabeza y ahora estoy en la cama de unhospital soñando toda esta absurda historia. Podría ser. O no.

¡Dios! No puedo creer que esto esté pasando. Los ojos se mevuelven a llenar de lágrimas, sólo que esta vez dejo que fluyan por mismejillas. Esto no es justo. No he hecho nada para merecer esto. Debería serÁngela quien estuviese aquí, poniendo a prueba su capacidad desupervivencia. Fue ella quien se río de mí . Yo creía que el “karma” poníaen su sitio a quién se lo merecía, no que te pateaba cuando está hundida.

Éste es, oficialmente, el peor día de mi vida. ¿Por qué meencabezoné en persuadir a mi madre para que me dejara venir a Inglaterra?

Tenía razón: no estaba preparada para un viaje al extranjero, y si estuvieraaquí ahora mismo le pediría que me llevase de vuelta a casa. Y pasaría elverano haciendo lo que hago siempre: ir al cine, navegar por Internet, leerrevistas, atiborrarme de comida   basura… Puede que esas cosas nuncalleguen a satisfacerme como lo harían las cosas que quiero de verdad, perosi no hubiera venido al menos ahora no estará perdida en medio de unbosque en Inglaterra.

Divisa algo a lo lejos, delante de mí. Vuelvo a esconderme detrásde un árbol y guiño los ojos, intentando discernir qué es. Hay como un

 brillo… ¡Luces! ¡Debo estar cerca de alguna casa! Salgo de detrás del árbol

Page 16: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 16/156

PRADA Y PREJUICIO

y avanzo en esa dirección tan rápido como me lo permiten mis doloridospies.

A estas alturas mis zapatos deben estar para tirarlos. Cuatrocientosdólares a la basura. ¿Cómo voy a explicarle eso a mi madre? Por un m

omento pienso en quitármelos, pero no creo que descalza vaya a ir mejor,así que me los dejo puestos. Cuando estoy ya a unos quince metros de lasluces compruebo que son faroles. Faroles de verdad, llenos de aceite.

¡Pero es una casa! O al menos entre las sombras se distingue untejado. Al alcanzar la cima a la que pertenece ese tejado, me quedo atónitaa la ver la casa a la que pertenece el tejado. Llamarlo “casa” parece tonto;es un castillo, y se alza sobre una verde loma.

La hierba trepa por sus muros y cubre el ala oeste. El edificio enteroes e piedra, como los castillos de los cuentos de hadas, y con el crepúsculosu aspecto es a la vez imponente y tenebroso. Me quedo mirando un buenrato, preguntándome qué clase de gente habitará en él. Deben ser muyricos. Me pregunto si me ayudarán a me tomarán por una adolescente quese ha escapado de casa o algo así.

Como no tengo más opciones, cojeo en dirección a la entradaprincipal, y pronto la tierra da paso a un empedrado de adoquines. Los piesme duelen horrores y estoy tiritando. Antes hacía incluso un poco de calor,pero ahora mi ropa está húmeda por el barro.

Además, en los últimos veinte minutos se ha levantad un viento queaúlla entre los árboles. Si esta gente no me ayuda… No quiero ni pensar encómo me las apañaré si no me ayudan.

Paso junto a un estanque enorme donde nadan unos pocos gansos, ypor fin llego a la entrada. La puerta es enorme; dos veces más alta que unapuerta normal. Es tan grande que podría ser la puerta de la CiudadEsmeralda del Mago de Oz.

Cierro los ojos y llamo. Van a ayudarme. Van a ayudarme. Van a

ayudarme.

Page 17: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 17/156

PRADA Y PREJUICIO

4

La puerta de la mansión se abre antes de que pueda bajarla mano,como si al otro lado de la puerta hubiera habido alguien todo el tiempo.

Ante mí me encuentro un anciano enclenque cuya fija mirada y desdeñosasonrisa me hacen retroceder. El estómago se me encoge. No parece muyamistoso. Viste unas ropas muy anticuadas — camisa blanca almidonada ychaqué negro — , pero eso no es lo más raro. Lo más raro es que lleva unapeluca empolvada a lo George Washington. Baja la vista hacia mi camisetay mis vaqueros manchados, y se dispone a darme con la puerta en lasnarices.

 — ¡Espere! — le ruego, interponiendo un pie para que no cierre.La puerta rebota contraéis doloridos dedos y una punzada de dolor

me sube por la pierna. Sí, decididamente los zapatos han quedado paratirarlos. —Por favor, ne… necesito ayuda — balbuceo. ¿Es una locura que le

esté pidiendo ayuda a un tipo con una peluca empolvada? — . Me he perdidoy… 

 — ¿Rebecca?  — dice desde dentro la voz de una chica, con eseacento melódico y claro que tienen los británicos.

Alargo el cuello con la esperanza de verla, pero se abalanza sobremí con tal rapidez que sólo acierto a vislumbrar su cabello castaño y su

hermosa piel blanca antes de que me eche los brazos al cuello. — ¡Eres tú!  — chilla entusiasmada — . ¡Por tu acento americanosabía que tenías que ser tú! Pero no te esperábamos hasta dentro de un mes.¡Si hace nada he recibido tu última carta, en la que me contabas que prontocomprarías los pasajes para el viaje en barco!

Me abraza con tanta fuerza que casi no puedo respirar y, apretujadacomo estoy contra ella, noto que lleva un corsé bajo el anticuado vestidoporque se me están clavando las varillas a través de la camiseta. Debe tenermás o menos mi edad, puede incluso que menos de dieciocho años, aunquecon esa ropa parece mayor.

Los faroles, la ropa anticuada, el carruaje… el tamaño de esosárboles… el modo en que brillan las estrellas… No, es una locura. Es sóloque Inglaterra es muy distinta de los Estados Unidos, eso es todo. Seguroque la legislación medioambiental en Inglaterra es mucho mejor que lanuestra.

Cuando la chica de ríe incómoda, caigo en la cuenta de que me hequedado embobada mirándola.

 — ¡Soy o, Emily! Ha pasado mucho tiempo, ¿no? Creo queteníamos siete años la última vez que nos vimos. ¡Cómo te he echado demenos!, ¡mi mejor amiga!

Page 18: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 18/156

PRADA Y PREJUICIO

  —Eh, no yo no… — comienzo a decir, pero de inmediato mecallo — .

Al fin y al cabo necesito ayuda. ¿Estaría mal que le dejase creer quesoy esa tal Rebeca? De todos modos no será por mucho tiempo. ¿Qué mal

puede haber en eso? — Me alegro de estar aquí  — le digo. Me invade la culpa, pero notengo elección. Si no consigo ayuda acabaré pasando la noche en el bosque,sola y asustada.

 — Vamos dentro; aquí fuera hace frío. ¡Estoy tan contenta de quehayas venido! No sabes lo que me estoy aburriendo, es esta visita aHarksbury. Sólo llevo tres semanas y ya estoy cansada de lo monótono queasesto. ¿Dónde están tus cosas?

Gesticula mucho con las manos, y su entusiasmo hace que las lanceal aire todo el rato.

 — ¿Eh? — Veo que está mirando detrás de mí, y cuando me vuelvocomprendo lo que quiere decir. Claro, si acabo de llegar de Américadebería traer equipaje conmigo —. Es que… mis maletas se cayeron por laborda durante una tormenta; lo perdí todo.

 — Vaya, qué contratiempo! Pero en fin, yo diría que debemos tenerla misma talla. ¿Llecas puesta… ropa de hombre? ¡Qué embarazoso hadebido ser para ti tener que ir así vestida!

Me sonrojo, aunque no sé muy bien porqué. Es ella quien llevapuesto un vestido violeta con volantes… ¿y soy yo la que debería sentirvergüenza?

¿Quién será esa chica? ¿Y por qué va vestida así? Los ingleses sonmuy raros. Apuesto a que se trata de unas de esas familias tradicionaleschapadas a la antigua. Quizá sean aristócratas.

 — ¿Puedo usar vuestro teléfono? — le pregunto sin rodeos.Si consigo hablar con la señora Bentley podré poner fin a esta

charada y pronto estaré en mi habitación del hotel dándome una ducha ydescansando los pies con mis zapatillas, suaves y calentitas.

La chica se detiene, ladea la cabeza y me mira, como un perro

aguzando el oído. Al hacerlo, sus rizos castaños rebotan, igual que unanuncio de champú.

 — ¿Nuestro qué? — Vuestro teléfono  — repito, tratando de no parecer tan

desesperada como me siento.La chica arruga su varicilla respingona.

 — Me temo que no tenemos.Los se me empañan, pero contengo las lágrimas. Probablemente

tenga un iPhone carísimo que no quiere que use. Seguro que cree que se lo

robaría.

Page 19: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 19/156

PRADA Y PREJUICIO

 —¿Y no podríais… em… llevarme a la ciudad?  — le pregunto — .Es que necesito ropa. Como he perdido toda la mía… — Mientras hablo,siento cómo se tensa el nudo que tengo en la garganta, y las últimaspalabras que salen de ella suenan como un graznido.

 — ¿A la ciudad? ¿A estas horas? Iremos juntas mañana a primerahora; quiero comprarme unos lazos nuevos. Pero lo que tienes que hacerahora es descansar. Su Gracia ya se ha retirado y yo me dirigía a misaposentos cuando oí tu voz. Vamos, té acomodaré y mañana por la mañanairemos a la ciudad.

 — Pero… es que es importante. Por favor. Sólo sería un momento. Me detesto cuando noto que me tiembla el labio inferior, como si

fuera una niña pequeña, y me lo muerdo hasta hacerlo sangrar.La chica parece confundida. Se me queda mirando con el ceño

fruncido, y eso no me gusta. Me da la sensación de que intuye que hay algomás, que no soy la verdadera Rebecca. Si me descubre volveré aencontrarme deambulando por ahí sola, en la oscuridad, preguntándomequién es esa chica y por qué se comporta de un modo tan extraño.

 — No puedo pedir que saquen el carruaje a estas horas sin elpermiso de Su Gracia. No me atrevo a despertarlo, por mucho que sea miprimo. Tendrás que esperar a mañana.

Llegados a este punto ya ni me preocupa que haya dicho “carruaje”en vez de “coche”. Trago saliva, conteniéndome para no suplicar, y enlugar de eso, asiento. Adiós a mis planes para esta noche. Ahora que habíareunido el valor suficiente para r a esa discoteca… 

Lo peor de todo es que estoy segura que para cuando regrese alhotel mañana la señora Bentley habrá enviado a un equipo de rescate abuscarme, pero no tengo más opciones.

 — De acuerdo, no hay prisa  — respondo  —. Estoy… estoy muycontenta de estar aquí.

Ella sonríe, me toma de la mano y me conduce dentro. Los pies meduelen con cada paso que doy, pero cuando ya estamos dentro se me quedala mente completamente en blanco y me siento hipnotizada por lo que veo

ante mí. El recibidor es inmenso, con un techo abovedado de al menos diezmetros y una escalera tan impresionante que en ella podrían caber cienpersonas. En la pared hay un mural que debe medir por lo menos cincometros de ancho, donde se representa una escena de caballos saltando en unbosque. A medio camino hay un rellano donde la escalera se bifurca, cadatramo en dirección a un ala de la mansión.

Este lugar es como un museo, sólo que más grande y más lujoso. Elsuelo, que tiene un dibujo de mosaico y parece mármol, o granito, discurrepor largos pasillos hasta imponentes puertas de madera de roble. También

hay molduras de madera en las paredes y en los techos, y de las paredes

Page 20: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 20/156

PRADA Y PREJUICIO

cuelgan enormes retratos en marcos dorados. Debió hacer falta una escalerade Cunco metros por lo menos para colocarlos.

Eso por no mencionar la colorida alfombra  — con borlas incluidasen ambos extremos — que descansa bajo mis zapatos de Prada. Esta gente

tiene dinero, micho dinero, más del que se necesita para vivir. Seguro quetienen un avión privado y su propia pista de aterrizaje. — Ven, sígueme.Casi espero que la voz de Emily resuene en este inmenso espacio,

pero no se oye eco alguno. La sigo hacia las escaleras, pero apenas subo elprimer escalón, se me engancha el tacón y caigo de rodillas. Es la gota quecolma el vaso y no puedo evitar ponerme a llorar. Ya no aguanto más; nocomprendo por qué está pasando esto y tampoco quiero entenderlo. Quieroque termines. Quiero volver a casa y sentirme cómoda y feliz, pero estoytan lejos que ni siquiera sé dónde me encuentro. ¿Por qué me está pasandoesto? ¿Qué he hecho para merecerlo? Esta mañana me sentía fatal y ahoralas cosas han empeorado aún más. ¿Qué otra cosa podría salir mal?

 — ¿Rebecca? — La chica corre escalones abajo, y cuando me toca elhombro doy un respingo.

No sé cuánto me lleva tranquilizarme, pero cuando al fin logrofrenar las lágrimas y me limpio la nariz en el hombro de la camiseta, antesde alzar la vista, Emily sigue de pie allí.

 —Pe… perdona. Es que ha sido un viaje muy… largo. Ella asiente, como si comprendiera, y yo me seco las mejillas y

trato de sorber los mocos que probablemente cuelguen de m i nariz.La sigo en silencio hasta que llegamos arriba. Emily me conduce

por un pasillo interminable, y pasamos puertas tras puerta hasta que ya nose ve el principio del pasillo.

La casa resulta fantasmagórica, iluminada sólo por velas. La llamade cada una se estremece a nuestro paso, haciendo bailar nuestras sombras.Emily me abre la puerta y hace un ademán para que entre. Luego añadealgo sobre la doncella, y se marcha.

Yo entro, cierro la puerta tras de mí y me dirijo a la cama. Me echo

sobre el edredón, hundo el rostro en la almohada, y me echo a llorar denuevo.

Page 21: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 21/156

PRADA Y PREJUICIO

5

Hay alguien en mi habitación. Lo sé antes de abrir los ojos porquese oyen gruñidos, y un ruido, como si estuvieran arrastrando ago. Me

incorporo como un resorte, tapándome hasta la barbilla con la manta.Y es entonces cuando lo recuerdo todo. L a noche pasada… yo

deambulando por el bosque… esta gente que finge vivir en el pasado… Siento una pinzada de añoranza al pensar en mi hogar, en mi

familia, pero me muerdo el labio inferior para contener las lágrimas.Esperaba despertarme en el hotel. Esperaba que esto hubiera sido

un sueño surrealista del que ahora estaría riéndome. O al menos esperabadespertarme en un hospital después del golpe que me di en la cabeza.Esperaba que esto no fuese real.

No esperaba despertar y encontrarme de nuevo en esta habitación.Es más grande que el salón de nuestra casa, y esta cama con dosel nisiquiera cabría en mi dormitorio. Las paredes son de un amarillo doradoque anoche no pude ver a la luz de las velas y alguien ha encendido unfuego en la chimenea, pero ¿cuándo? Las llamas bailan bajo una elaboradarepisa con dorados.

Parece que a esta gente le encanta el dorado. Está en las moldurasalrededor de las puertas y en las ventanas, e incluso las cortinas, que estándescorridas, son de un dorado intenso. Además, no hay una sola superficie

des nuda en toda la habitación; en las paredes hay cuadros, o elaboradasmolduras, o tapices que las cubren en buena parte.El techo de este dormitorio también es alto; debe tener al menos

cinco metros, o más. No sé qué lugar es éste, pero desde luego es enorme,lujoso… y caro. Parece un bed and  breakfast para ricos aristócratas. Es unasirvienta quien me ha despertado. Lleva un sobrio vestido negro y tiene elcabello recogido en un moño bajo. Es bonita, y eso que n o lleva nada demaquillaje; podría ser una de esas chicas que aparecen en los anuncios decremas limpiadoras para el cutis. Cuando sonríe, el pánico que me habíainvadido al despertar se aplaca un poco.

Se detiene frente al enorme armario con el baúl que está arrastrandoy lo abre.

 — Tengo cuatro vestidos entre los que pues escoger  — me dice.Tiene acento curioso. Es británico, pero no tan elegante y refinado como elde Emily — . Tenemos que darnos prisa o llegará tarde. El Duque va aunirse a las damas para desayunar sólo por usted.

El pánico me sacude de nuevo, esta vez como una ráfaga, y melevanto de la cama de un salto.

 — ¿Un duque? ¿Qué quieres decir?Ella me mira con extrañeza.

 — ¿Perdón, señorita?

Page 22: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 22/156

PRADA Y PREJUICIO

 — ¿A qué duque te refieres? — A Su Gracia, ¿a quién si no?Los latidos de mi corazón se disparan, y me quedo mirándola.

 — ¿Un tipo con nombre de mujer que es duque?

Ella resopla y se tapa la boca, como si su reacción hubiese sidoinapropiada. — Su nombre no s Gracia. Es Lord Alexander Thornton — Hanke,

duque de Harksbury. — ¿Y entonces por qué acabas de llamarlo Gracia?La chica enarca una ceja.

 — Se me olvidaba que es usted americana. La forma apropiada dereferirse y dirigirse a él, y a cualquier otro duque, es “Su Gracia”. 

 — Ah, claro.Las piernas me tiemblan de tal modo que no puedo sostenerme en

pie y tengo que sentarme al borde de la cama. De modo que he ido a parar ala casa de un duque… 

Ahora comprendo todo este lujo. Pero… ¿querrá decir eso que es dela realeza? Probablemente me detestará.

Ay, Dios. ¿Y si conoce a  — la tal Rebecca (esa chi8ca que no soyyo) mejor que Emily? ¿Y si al verme se da cuenta de que no soy ella? Losduques tienen poder, ¿no? ¿Y si hace que me arresten o que me arrojen auna mazmorra? Este sitio es enorme; seguro que tienen una mazmorra. Y sime encerraran no me encontraría nadie, no en este lugar en mitad de lanada en un país extranjero.

De pronto me cuesta respirar: necesito aire. — ¿Se encuentra bien, señorita?Estoy tan asustada que ni asiento ni le respondo. Simplemente me

quedo mirando el borde de la alfombra bajo mis pies. Dios, ¿por quétendría que ocurrírseme hacerme pasar por esa Rebecca? Esto no va afuncionar. Debería haberle dicho la verdad a Emily. Quizá me hubieraayudado a pesar de todo. Parece simpática. Podría haberle pedido ayuda envez de suplantar a otra persona.

Y aun en el caso de que se hubiera negado a ayudarme, siemprepodría haber seguido caminando. Tal vez la ciudad no esté tan lejos deaquí. Podía estar allí ahora, en vez de en casa de un duque queprobablemente hará que me corten la cabeza.

Unos minutos después mi respiración vuelve a ser normal y mesiento un poco mejor. Sólo tengo que seguir con esta charada durante eldesayuno. Si el duque no se da cuenta de que no soy Rebecca cuando me lopresenten, probablemente pueda lograrlo. Bajaré la vista al plato y mequedaré callada. Y luego Emily me llevará a la ciudad y de algún modo la

despistaré y escaparé.

Page 23: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 23/156

PRADA Y PREJUICIO

La sirvienta se ha quedado allí de pie, esperando, sin decir nada.Gracias a Dios no parece que piense que estoy loca. Sería lo único que mefaltaría, que me tomaran por loca. Finalmente recobro la compostura y mepongo de pies.

La chica escoge algunas prendas del baúl y las echa sobre la cama.No me gustan nada los vestidos, pero en este momento tengo cosas másimportantes de las que preocuparme.

Inspiro profundamente para calmarme, y me concentro en lo queme aguarda. Cuando esté en la ciudad ya no tendré por qué seguir sus

 juegos. Cogeré un taxi y volveré al hotel. La señora Bentley me gritará porhaberle dado un susto de muerte, nos reiremos todos de esta historiaabsurda, y disfrutaré del resto del viaje. Mi madre probablemente mecastigará cuando vuelva a casa, pero en ese instante la palabra “casa” mesuena a gloria, así que ahora mismo no me importa nada.

Un momento… ¿Y si los zapatos tienen algo que ver con esto?Todo esto ocurrió cuando me los puse. Quizá estén malditos.

 — El desayuno se servirá dentro de veinte minutos, señorita.Deberíamos darnos prisa.

Ante la mención de comida mi estómago protesta como un gato alque le hubieran pisado el rabo, pero la doncella hace como si no lo hubieraoído.

Para cuando me doy cuenta de lo que pretende, ya está sacándomela camiseta por la cabeza y me deja desnuda. Parece que le da igual que medé pudor.

Me tapo el pecho con un brazo, pero me obliga a subir ambos sobrela cabeza para ponerme una especie de combinación que pica bastante.Luego me baja los vaqueros y empieza a echarme más ropa por encima dela cabeza. Os juro que son por lo me.

El vestido es de un bonito color melocotón con ribetes blancos en elcuello y el bajo de la falda. La doncella me ata una cinta blanca justodebajo del busto, al estilo imperio. La verdad es que es bonito. Jamás mepondría algo así en Estados Unidos, naturalmente, pero aquí pega bastante.

Sin embargo, ahora que lo tengo puesto siento deseos dearrancármelo. No puedo llevar esto; no puedo ser como ellos y fingir queestamos en el pasado y que no hay nada de raro en llevar esta clase de ropa.

 Necesito mis vaqueros; necesito sentirme… normal. Hago un intentode alejarme, pero la doncella me agarra por los hombros, me lleva hastauna banqueta y me obliga a sentarme. Y entonces se pone a cepillarme elpelo. ¡Ay! No tiene porqué tirar tan fuerte. Debe haberme arrancado unadocena de pelos;¡que daño!

Sobrevivo entre muecas de dolor a la sesión de peluquería, que

dura unos diez minutos. Cuando la doncella termina, me llevo la mano a la

Page 24: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 24/156

PRADA Y PREJUICIO

cabeza para palparme el cabello. Me ha hecho un recogido con una trenza,enrollándola encima de mi cabeza, como si fuera una corona.

Me da un par de guantes y yo los cojo, pero se me queda mirando,dando a entender que espera que me los ponga. ¡Dentro de la casa! Me

resulta ridículo, pero aun así me los pongo.Me pruebo los zapatos que me ha traído, unas manoletinas, perome quedan demasiado pequeñas. Puede que Emily y yo tengamos la mismatalla en lo que se refiere a la ropa, pero desde luego no calzamos el mismonúmero. Los ojos de la doncella se osan en mis zapatos de Prada, y aunquetodavía me duelen los pies y he llegado a la conclusión de que los taconesson mi perdición, me los calzo. No puedo ir por ahí sin zapatos.

Mientras bajo los escalones, cojeando y con la falda del vestidoarrastrado detrás de mí, tengo la sensación de que ya no soy yo misma. Elpeinado y el vestido me han transformado en otra persona; es como sihubiera entrado en un sueño.

O quizá en una pesadilla. Un sirviente me conduce a través de unasala que parece no tener fin. La casa en enorme, un laberinto de puertas yestancias. Me recuerda al instituto, sólo que esto es más lujoso.Todas las salas son amplias y con techos altos, aunque algo oscuras. Nohay lámparas, ni interruptores. Lo que sí hay por todas partes son cuadros,alfombras, y también molduras alrededor de cada puerta. Muchas de lasventanas tienen asientos, algunas son emplomadas, y otras son vidrieras decolores. Se me hace un poco extraño caminar por la casa vestida así, comosi fuera parte de esto.

Me detengo, cierro los ojos, e inspiro y expiro despacio, tratando deconcentrarme en mi respiración, intentando ignorar el vestido que rozacontra mis piernas. Esto no puede ser real. Sin embargo, cuando abro losojos nada ha cambiado. Dios, tengo que escapar de este lugar.

Cuando entro en el comedor veo que Emily está allí, y mis ojos seencuentran con los de dos extraños: una mujer obesa de unos cuarenta ytantos años, con una toquilla de croché, y un tipo que parece más próximo ami edad. ¿Será el duque? ¡Pero sin no debe tener más de diecinueve años!

No me da tiempo a observarlo mejor porque justo en ese momento la mujerse precipita hacia mí con los brazos abiertos.

 — ¡Señorita Rebecca!  — dice antes de abrazarme como un oso — .¡Qué alegría volver a verla! Ha debido de tener un viaje apresurado; ¡hallegado tan pronto! Le pido disculpas por no haberle dado la bienvenidaanoche.no puedo respirar, el olor a polvos de talco que emana de esta mujer me

asfixia. ¡Pues sí que les gustaba el talco a la gente del pasado!Ese pensamiento me choca tanto, que del respingo que doy logro

zafarme de su abrazo. ¿Por qué he pensado eso? No estamos en el pasado;

Page 25: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 25/156

PRADA Y PREJUICIO

se trata sólo de gente que no quiere vivir en el mundo de hoy en día, peroseguimos estando en el siglo veintiuno.

 No puedo haber… retrocedido en el tiempo. Es imposible. Me obligo a apartarme de la mujer para mirar al tipo que está a su

lado. Y cuando lo hago, se me corta el aliento. De modo que éste es elduque… 

Page 26: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 26/156

PRADA Y PREJUICIO

6

Este tipo es un duque… ¿Cómo puede ser duque cuando sólo tieneunos años más que yo? Va vestido a la antigua, como los demás, pero él

esas ropas le sientan de un modo… distinto. El chaqué azul oscuro leacentúa los anchos hombros y la estrecha cintura, igual que los pantalonesajustados de ante resaltan sus largas y musculosas piernas. Y eso por nohablar de las botas de cuero hasta la rodilla, que le dan al conjunto untoque… ¿distinguido? Quiero decir que a pesar de ese ridículo atuendotiene un aspecto formal, que intimida, y en cierto modo hasta resultaatractivo. ¿Cómo es posible que esa ropa le siente tan bien?

Cuando se acerca a mí casi retrocedo, pero logro mantener los piespegados al suelo. Tiene el cabello castaño oscuro y sus ojos son de un

verde intenso; casi resplandecen. Y es alto. Ya al verlo de lejos tuve lacerteza de que era bastante más alto que yo.Se me queda mirando y yo lomiro9 también, trago saliva y espero.

Espero el momento en que la expresión de sus ojos cambie, el momento enque se dé cuenta de que soy una impostora. Pero sigue mirándome, concara de póquer, mientras a mí me parece que se me vaya a salir el corazóndel pecho. ¿Qué está pensando? ¿Lo sabe? Dios, ¿y si de verdad tiene unamazmorra?

 — Señorita Rebecca — dice inclinándose ante mí.

Yo le correspondo con una reverencia. Y lo hago como si fuera lomás natural del mundo. Ni siquiera sé cómo se hace una reverencia, perocruzo un pie detrás del otro y me inclino hacia delante. No es que me salgaperfecto, pero al menos no me tropiezo ni se me engancha el tacón con eldobladillo de la falda, así que lo considero un triunfo.

 — Espero que hay tenido un buen viaje.Tiene una voz seductora, profunda y algo brusca, como debería ser

la voz de un hombre, y ese mismo acento inglés aristocrático. — Sí, em, gracias.Me sale una sonrisa algo trémula, pero él se limita a asentir y

vuelve a su asiento. Es obvio que no es muy sociable.Yo me acerco a la mesa y me siento enfrente a Emily. Me fijo en

que tiene los guantes al lado del plato, así que me quito los míos y los dejotambién sobre la mesa.

Hay tres sirvientes en la habitación. Están de pie frente a lasparedes, en silencio, y curiosamente los tres tienen la misma altura, como silos hubiesen escogido así a propósito.

El duque levanta el brazo, hace un giro con la muñeca, y lossirvientes se ponen en movimiento, acercándose a mí con la bandeja llenasde comida. El primero lleno de huevos duros. ¡Puaj! No me gustan loshuevos.

Page 27: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 27/156

PRADA Y PREJUICIO

 —Eh… em, no, gracias. Los huevos no me van demasiado. La habitación se queda n silencio y todos me miran. ¿Quizá sea

que no debo hablar con los sirvientes?Sonrío nerviosa al duque y a la señora mientras el sirviente se aleja

y se acerca otro con una bandeja con jamón de york.Aprieto los dientes para no decir nada cuando me sirve una lonchagruesa.

De pronto me noto la boca terriblemente seca. Me vuelvo hacia elsirviente que está de pie — e inmóvil — detrás de mí.

 — ¿Podría traerme un poco de agua?Sí, decididamente parece que no debo hablar con los sirvientes,

porque el hombre mira a la señora como si necesitase su permiso para hacerlo que le he pedido.

 — Tiene limonada frente a usted  — me dice la señora. — Ah, vale.

Miro la copa que tengo delante de mí. ¿Eso es limonada?Tomo un trago, y tengo que hacer un esfuerzo para no toser. ¿A

esto lo llaman “limonada”? Hacía diez minutos estaba muerta de hambre, pero ahora que estoy

sentada a la mesa con esta gente tan rara he perdido el apetito. Por favor,que este desayuno acabe ya. Si casi meto la pata con los guantes y laservidumbre, seguro que acabo estropeándolo todo. Tengo que seguir en mipapel, conseguir que me lleven a la ciudad… y sayonara. 

La silla de Alex (no sé si me está permitido llamarlo así) es másgrande que él, y ya es decir, con lo alto y fuerte que es. La parte superiordel respaldo está rematada con unos arabescos de hierro forjado queempequeñecen sus anchos hombros. Es como un trono. Quizá los duquessean miembros de la realeza.

 — Me he quedado muy sorprendida esta mañana, cuando Emily nosha dicho a mi hijo y a mí  que llevaba usted… pantalones cuando llegó —  me dice la mujer. Ah, así que es la madre del duque. Sujetando condelicadeza los cubiertos de plata, corta la loncha de jamón que tiene en su

plato — . Qué bochorno.¡Vaya con la señora! ¡Será grosera! ¿No podría dedicarse a comer e

ignorarme? De hecho, es lo que deberíamos hacer todos: acabar dedesayunar y terminar con esto. Quiero salir de aquí cuanto antes.

En vez de eso se me queda mirando, como esperando unarespuesta. Ha apoyado la espalda en el respaldo de la silla y se lleva a laboca, con mucho decoro, trozos minúsculos de comida. Y sin inclinarsehacia delante lo más mínimo.

En fin, tendré que seguir con la historia que me inventé ayer.

 —Sí, es que… em, perdí mi ropa; no tuve otra elección. 

Page 28: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 28/156

PRADA Y PREJUICIO

La madre del duque toma otro bocado y por un momento piensoque va a dejarme tranquila, pero no tengo tanta suerte.

Confío en que su padre se haya asegurado de que recibiera usteduna educación apropiada — añade antes de tomar otro bocado minúsculo.

Esta mujer come como un pajarito. A su lado parezco uncavernícola devorando un muslo un pollo. Asiento con la cabeza mientraspienso qué contestar.

 — Sí, por supuesto. De hecho se me dan especialmente bien lasciencias y las matemáticas.

Ella hace una mueca de desagrado.  —Pero esas son unas disciplinas tan… ¡masculinas! ¿No ha

recibido usted lecciones de dibujo? ¿Ni de francés, o de música?¿Masculinas? ¡Pero bueno! ¿Quién se cree esta señora que es?

Porque tengo que ser amable con ella, que si no…  —Eh… em, sí. Y también me encanta la literatura y la poesía — le

respondo.La verdad es que no me gusta ni lo uno ni lo otro. La poesía es algo

tan elevado y tan difícil de interpretar… Jamás he conseguido entender aningún poeta. En primero, para que no suspendiera, Katie me hacía la mitadde los trabajos de literatura.

 — Bueno, loado sea Dios. Su madre era nieta de una marquesa, yaunque usted no tenga título, cuando menos puede aferrarse a eso.

¿Eh? ¿Está hablando en serio? ¿Se supone que tengo que aferrarmea un parentesco lejano para sentirme válida? Cuando estoy pensado cómodecirle lo equivocada que está, vuelve a abrir la boca; otra vez. Aprieto losdientes e inspiro.

 — Emily me ha dicho que esta mañana va a ir con ella a la ciudad.Asiento y me meto un trozo de jamón en la boca. Como esta señora

siga haciendo preguntas soy capaz de responderle o que no debo y meter lapata.

La mujer me sonríe con tirantez. — Me encantaría acompañarlas  — Ay, maldición — , pero hay unas

cartas que requieren mi atención, quizá otro día.Yo asiento y trato de parecer decepcionada, aunque no sé si resulto

convincente. Ya está empezando a fastidiarme, con esa pose de MissUniverso y esa actitud desdeñosa, como si fuera más importante que todoslos que estamos sentados a esta mesa.

Hago todo lo posible por ignorarla, y aparento estar muy interesadaen un cuadro de un estanque con unos gansos que cuelga sobre lachimenea, donde ya sólo quedan los rescoldos.

Aunque estamos en verano aquí dentro hace frío, y eso que el sol

entra a raudales por las ventanas. A ambos lados de la chimenea hay sendas

Page 29: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 29/156

PRADA Y PREJUICIO

columnas, y sobre ellas están colocados, en precario equilibrio dos bustosde mármol.

Me pregunto si serán efigies del duque. Desde este ángulo no lo veobien, pero la idea me hace gracia. No me extrañaría que él mismo hubiese

hecho que las esculpiesen. A juzgar por el hecho de que no ha pronunciadopalabra alguna desde que nos sentamos a la mesa, es probable que sea untipo bastante narcisista. De hecho, sus intensos ojos verdes no se hanapartado del plato ni un momento.

Emily, que a diferencia de lo habladora que estaba anoche ha estadocallada todo el rato, por fin dice algo. Me pregunto si ese cambio tendríaque ver con la madre del duque. Emily le dirige una sonrisa, pero ésta no serefleja en sus ojos castaños.

 — Su Gracia, ¿os uniréis a nosotros en el baile de mañana?  — lepregunta.

¿Un baile? La verdad es que no me imagino a la madre del duquebailando. Ésta, a la que por alguna razón también llaman “Su Gracia”,niega con la cabeza, agitando sus rizos grises.

 — No, querida, necesito descansar; creo que estoy incubando algo.Pero tal vez Rebecca sí quiera ir  — se vuelve para mirarme — . Noesperábamos que llegara tan pronto, pero estoy segura de que estaránencantados de contar con su presencia en Pommeroy.

Una vez más me limito a asentir y sonreír. Ya estaré lejos de aquí para cuando tenga lugar ese baile. La sola idea de asistir a un baile con estagente hace que me entren ganas de reír.

El silencio cae de nuevo sobre la mesa, pero apenas pasan dossegundos y medio antes de que la madre del duque se dirija a mí de nuevo.

 — ¿Y dónde está tu padre? ¡No puedo creer que le haya permitidohacer sola un viaje tan largo!

Yo me quedo mirándola. ¿Y si sospecha de mí? ¿Y si todas estaspreguntas son u intento de cazarme?

 — Ah, bueno, es que es bastante confiado — respondo.¿No podría Emily echarme un cable? Está ahí sentada, con su

vestido verdemar, perfectamente erguida en su silla y masticando ensilencio. La madre del duque aprieta los labios, y se acentúan las ligerasarrugas de su rostro. Me corrijo: debe rondar los cincuenta.

 — Aún así se aprecia una negligencia evidente de sus deberespaternos. Debería haberse criado usted en un hogar como Dios manda. Sumadre fue para mí una querida amiga, pero me temo que su padre le hahecho un flaco favor a usted al no volver a casarse. Pero dígame, ¿se hapreocupado al menos de sus perspectivas matrimoniales?

A mí casi se me atraganta el bizcocho que me estoy comiendo.

Primero dice que para ella la difunta madre de Rebecca era una amiga muy

Page 30: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 30/156

PRADA Y PREJUICIO

querida… ¿y luego que desearía que su padre hubiese vuelto a casarse? Nome gusta nada esta mujer.

  —Yo… em.. — Trago saliva — . Yo no quiero casarme hasta lostreinta.

 — ¡Hasta los treinta!  — exclama ella — . ¡Pero es ridículo! ¿No mediga que es así como piensan las jóvenes en América? ¿Y cómo esperaarreglárselas hasta entonces? Debo escribir a su padre inmediatamente; ¡meparece que está consintiéndole demasiadas libertades!

¿De qué va esta señora? ¿Qué se cree, que sólo con escribirle unanota a mi padre él me mandaría a un convento o algo así? Si supiera lopoco que le importo a mi padre no diría eso.

 — Estando soltera estoy muy bien. No necesito tener a un tío a milado para ser más feliz.

Ha sonado como si estuviera poniéndome a la defensiva por notener novio. Siempre estoy intentando convencerme a mí misma de que nome importa que los chicos no me presten ninguna atención. Siempre medigo que no me hace falta un novio, y que tampoco lo quiero, y siempre memiro al espejo y sonrío a mi reflejo, como si de verdad me lo creyese. Laverdad es que estoy deseando que alguien me haga perder la cabeza, comoen esas películas tontas que veo a solas, con un bol de palomitas por todacompañía.

Pero eso no es asunto de esta señora. Se ha quedado patidifusa,como si le hubiese dicho algo tremendamente grosero. Me muerdo el labio,pensando que será mejor que me calle o esto acabará convirtiéndose enTrisha Marks; segunda parte. Soltaré algo estúpido y m e meteré otra vezen un lío. Además, ¿por qué estoy discutiendo con ella? ¿Por qué estoyrespondiendo a sus ataques?

 — ¿Per de qué vivirá usted? Es muy difícil para una mujermantenerse por sus propios medios.

Yo trato de contenerme, pero no lo consigo es como si las palabrassaliesen solas.

 — No es nada difícil. De hecho, si el matrimonio se parece en lo

más mínimo a la idea que usted tiene de él, prefiero no casarme. Aunquesiga soltera el resto de mi vida estoy segura de que seré más feliz. Así queya puede olvidarse de buscarme un marido, ¡porque no lo quiero!  —  Aparto mi plato con tal ímpetu que la comida se desparrama por el blancomantel.

Todo está empezando a hartarme y la situación seme está yendo delas manos.

 — ¿Cómo se atreve? ¡Contenga su lengua!Ya está; no aguanto más. Me levanto tan enfadada que derribo la

silla y casi se le cae al sirviente que se adelanta a sujetarla. Todo a mialrededor está derrumbándose y ya no soporto esto ni un segundo más.

Page 31: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 31/156

PRADA Y PREJUICIO

 — ¡No pienso hacerlo! No sé quién se cree que es ni por qué secomporta así, pero no tiene4 usted ningún derecho a decirme cómo tengoque vivir mí vida.

Me giro bruscamente y me dirijo hacia la puerta. Al llegar allí me

vuelvo y los miro. — Están todos locos.Cuando les doy la espalda y salgo corriendo, las lágrimas me

empañan la vista y ya ni siquiera siento el dolor de las ampollas en los pies.¿Qué diablos estoy haciendo? Con esto no he conseguido sino

empeorar las cosas. Y demasiado bien sé que necesito su ayuda, pero ahorano puedo dar marcha atrás.

Llego al vestíbulo, donde un sirviente me abre la puerta, y salgodisparada al exterior, como se esperara encontrar allí la realidad y dejartoda esta locura atrás.

Pero lo único que hay fuera es una enorme extensión de césped,donde me quedo plantada con este ridículo vestido.

Oigo abrirse la puerta y me giro, rogando que sea Emily, pero no esella; es el duque. En cuanto veo la puntera de sus botas de cuero, el corazónse me sube a la garganta. Mis ojos ascienden hasta alcanzar su rostro y meinvade el temor al ver su expresión. Está furioso. Es unas pocas zancadas seplanta frente a mí, y a punto estoy de salir corriendo.

 — ¿Tengo que recordarle que está usted en mi casa y que es unainvitada?

Contraigo el rostro al oír la aspereza en su voz. Abro la boca paradecir algo, pero no sé qué responder. Claro que tampoco parece que estéesperando una respuesta, porque no me da tiempo a contestar.

 — Me da igual que venga de Estados Unidos; ahora está enInglaterra y tiene que respetar nuestras convenciones sociales. No quierovolver a verla insultar a mi madre viuda.

 — ¡Pues entonces dígale que me deje tranquila!Él da un paso más, quedándose sólo a unos centímetros de mí.

 — Puede que en el lugar del que proviene se considere aceptable

hablar así, pero en mi mundo respectamos a nuestros mayores y a quienesestán por encima de nosotros.

 — Ella no está por encima de mí. Y usted tampoco. — Pertenezco a un estrato social superior al suyo  — me replica él,

prácticamente escupiendo las palabras y acercándose aún más. — ¿Y qué? ¿Acaso eso lo hace mejor que yo? — le espeto, apoyando

una mano en la cadera y apretando la otra. — ¡Ya lo creo que sí! — ruge él. — ¡Es usted imposible! En mi vida había conocido a nadie tan

arrogante.

Page 32: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 32/156

PRADA Y PREJUICIO

 — ¡Y yo jamás me había tropezado con alguien tan insolente! Desdeluego no es usted la educad y dulce Rebecca que mi madre estabaesperando.

Yo me quedo mirándolo boquiabierta, con una mezcla de ira y de

miedo. ¿Qué ha querido decir con eso? ¿Acaso se ha dado cuenta de que nosoy la verdadera Rebecca?Intento aferrarme a la rabia que siento, pero se desvanece por

momentos.El duque no explica qué ha querido decir, sino que se da media

vuelta para regresar dentro, y mis ojos se quedan fijos en la puerta, que secierra tras él con un golpe.

Page 33: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 33/156

PRADA Y PREJUICIO

7

Estoy acabando de bajar las escalinatas de la entrada cuando oigo elruido de un carruaje y me detengo, con un pie en uno de los escalones de

piedra, y otro en el camino de adoquines. Al alzar la vista veo a Emilysaliendo por la puerta con una sonrisa traviesa en su cara de ángel.

 — ¡Nunca había visto a Su Gracia tan sorprendida  — me aseguraentre risitas, y yo, a pesar de todo, le sonrío.

No puedo creer que sea capaz de sonreír con todo lo que me hapasado.

Me gustaría llevar a Emily conmigo cuando me vaya. No se merecevivir aquí con esta gente. Son unos desagradables y están locos. Ella, encambio, es simpática.

Intento n o preocuparme pensando que puede que el duque estépreparando las mazmorras en ese momento y me giro hacia el carruaje,que se acerca tirado por dos caballos de brillante pelaje negro. Me quedoallí de pie, mirándolo y preguntándome si debería subir a esa cosa. Se meocurre pellizcarme el brazo para asegurarme de que no estoy soñando, perome duele y veo que el pellizco me ha dejado una marca roja. Y pensar queayer estaba sentada en una cafetería en Londres, lamentándome porque notengo amigas, y que ahora estoy aquí, con un peinado extravagante, unvestido de otra época, y a punto de subirme a un carruaje  — un carruaje de

verdad — tirado por caballos…  —Oye y… esto… ¿Cómo de lejos está la ciudad? — le pregunto aEmily mientras un sirviente me ayuda a subir.

 — A unos veinte kilómetros  — me contesta Emily, que ya habíasubido y está colocándose bien la falda del vestido.

El corazón me da un vuelco. Si de verdad estamos tan lejos, ¿cómohe llegado hasta este lugar? De hecho, cuando recobré el conocimientoestaba a una distancia considerable de aquí, pienso añadiendo mentalmenteunos kilómetros más mientras el carruaje deja atrás Harksbury.¿Veinticinco en total? ¿Quién trasladaría el cuerpo de una personainconsciente a un bosque a veinticinco kilómetros para dejarla allí? Yaunque así hubiera sido, ¿es posible que a sólo veinticinco kilómetros deLondres el paisaje sea tan… rústico? 

Esa teoría se disuelve a medida que avanzamos y una vocecillasusurra en mi mente otra posible explicación. El carruaje va dando tumbos,y cada vez que pasamos un bache estoy a punto de caerme del asiento. Lasventanas tienen cortinillas sujetas con cordeles para dejar pasar la luz, peroel ruido es insoportable y el aire se cuela por las rendijas. Pasamos junto aotra par de carruajes con sirvientes vestidos como los que van en elpescante nuestro, y Emily va parloteando sobre la familia real y

Page 34: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 34/156

PRADA Y PREJUICIO

diciéndome algo del baile de máscara cuando de pronto se me ocurre unaidea.

 — ¿A quién tenéis por rey ahora? No me acuerdo.Ella se ríe y me da una palmada en el brazo.

 — ¡Pues sí estáis aislados del mundo en América! El rey actual nopuede gobernar porque está incapacitado; el soberano es el prínciperegente.

Yo asiento y trago saliva porque se me ha hecho un nudo en lagarganta. El año pasado tuve que cursar una asignatura de historia universaly estudiamos va ríos capítulos sobre familias reales de una docena depaíses distintos. Un príncipe regente… en Inglaterra no ha habido unpríncipe regente desde principios de 1800.

Bueno, ¿y qué? Es sólo que esta gente se toma muy en serio estaficción de estar en otra época, eso es todo. Seguro que tienen libros dehistoria que consultan cada noche para asegurarse de que no se dejanningún detalle.

Sin embargo, es una explicación poco plausible que ya no sesostiene; no cuando cada casa que pasamos parece más antigua que laanterior; no cuando es evidente que las carreteras no sean más que caminosde tierra llenos de zanjas y charco.

No cuando no he visto ni un envoltorio tirado por el suelo, ni unalata, ni farolas, un coche. Un escalofrío me recorre la espalda. No puedeser. Pero todo es tan… inusual y tan extraño. ¡Por amor de Dios, si hastavoy en carruaje!

Emily debe haberse dado cuenta de que no tengo ganas de hablarporque me deja tranquila mientras observo, en estado de shock, todo lo quepasamos. Una creciente ansiedad me atenaza el estómago.

Aunque esto sólo fuera fingido debería haber algo, algún fallo en elque se solaparan la ficción y el mundo real.

Pero lo admito la posibilidad de que esta gente no esté loca; y deque quizá todo esto no sea un montaje, entonces… ¿cómo se explica lo queestá ocurriendo?

Aproximadamente una hora después me doy cuenta de quedebemos estar acercándonos a la ciudad, porque las casas están ahora másapiñadas, y cuando el carruaje se detiene junto a una acera me bajo tandeprisa que casi tiro al suelo al sirviente que iba a ayudarme.

 — ¡Perdone! — me disculpo.Corro a la tienda más próxima para pegar la nariz contra el

escaparate. Tiene que haber algo; una revista, un cable, un vasaStarbucks… Nada. Corro calle, abajo y escudriño el escaparate de lasiguiente tienda. Puedo sentir a mis espaldas la mirada de Emily, que se ha

quedado quieta donde la dejé.

Page 35: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 35/156

PRADA Y PREJUICIO

Toda esta ciudad… — no, este pueblo — aquí no hay nada fuera delugar. Y desde luego esto no es Londres. Estoy muy, muy lejos del hotel,lejos de todo lo que conozco.

Regreso junto a Emily arrastrando los pies. Me siento como si

hubiese librado diez combates de boxeo para acabar derrotada.Emily me mira anonadada mientras hace girar el mango del bonitoparasol con volantes que sostiene entre manos.

 —Em… tengo una pregunta — le digo.Creo que ahora sí que debe estar pensando que estoy loca. Y cuando

le haga la pregunta va a pensar que lo estoy aún más. — ¿Sí? — ¿En qué año estamos?Ella se ríe.

 — Estoy segura de que el viaje ha debido hacérsete horriblementelargo, pero no ha pasado más que un mes desde que recibí tu última carta.Todavía estamos en 1815.

1815. ya, seguro. — pero no me refiero a este lugar — digo señalando en; en el resto y

no sólo en vuestro mundo. Hago aspavientos con las manos para enfatizarmis palabras.

 — Me temo que no entiendo qué quieres decir, murmura ella.Yo me desplomo y me quedo sentada en el suelo. Se suponía que

venir aquí iba a ser mi salvación. Se suponía que encontraría un teléfono, oun taxi… o algo que tuviera sentida. Pero desde el momento en que metropecé por culpa de estos estúpidos zapatos nada lo ha tenido. Doblo laspiernas y hundo el rostro en las rodillas. La falda del vestido raspa, pero meda igual, y pronto la tela empieza a empaparse con mis lágrimas.

Sé que Emily sigue de pie a mi lado porque, aunque las lágrimas menublan la vista, puedo discernir el bajo de su falda por el rabillo del ojo.

 — ¿Rebecca?  —  me llama preocupada, cambiando de peso de unpie a otro, como si la situación la incomodase.

Siento deseos de gritarle: “`¡Callie!, ¡mi nombre es Callie”, pero no

puedo hacerlo. ¿Y s de verdad estoy atrapada aquí? ¿Y si estoy condenadaa ser Rebecca el resto de mi vida? Claro que, eso no puede ser, porque laverdadera Rebecca llegará antes o después; dentro de un mes según lo queme ha dicho Emily. ¿Y qué haré entonces?

Dios, ¿cómo ha podido complicarse todo de esta manera? Me voyde viaje al extranjero con el instituto… y de pronto me encuentro con quehe retrocedido doscientos años en el tiempo. Dudo que esto fuera lo quetenían en mente cuando nos dijeron que íbamos a conocer la Historiaeuropea.

¿Pero cómo es posible siquiera que haya ocurrido esto? No he caídoen un agujero negro, ni estaba t5rabajando en una máquina delo tiempo,

Page 36: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 36/156

PRADA Y PREJUICIO

nada parecido. Simplemente… ¡Bum! Y aparecí aquí. Me duele lagarganta, y de pronto es como si los brazos y las piernas me pesaran una;quiero quedarme aquí sentada y no moverme.

 —Eh… Rebecca.. — me insiste Emily.

No quiero ser Rebecca. Quiero quedarme aquí acurrucada y cerrarlos ojos, y que al abrirlos haya coches y contaminación. Sin embargo, sisigo actuando así Emily no me quitará el ojo de encima, y no puedo dejarque eso pase, porque entonces empezará a pensar que su querida Rebeccaestá para que la encierren en un manicomio. Y no pienso permitir que esoocurra, no con todas las historias horribles que he oído sobre cómo eran losmanicomios en el pasado. No puedo dejar que sepa que en realidad soyCallie Montgomery, una estudiante de instituto del siglo XXI. Si le dijera aesta gente que he viajado al pasado no conseguiría sino empeorar lascosas.

 — Em, sí, perdona — le respondo por fin con voz ronca — . Es sóloque estoy cansada. Supongo la ciudad ha… cambiado mucho de cómo larecordaba — Me pongo de pie y me sacudo la falda.

 — ¡Vaya, no lo había pensado! Sí, ha crecido mucho, ¿verdad?Como yo vivo a casi un día de aquí no puedo venir tan a menudo como megustaría, y también quedé impresionada por cómo había crecido en losúltimos años.

Hay una nota de orgullo en su voz, como si quisiera presumir deello, cuando estoy casi segura de que no hay mucho más que ver que lo quese ve desde donde estamos.

Asiento pero no9 digo nada porque vuelvo a tener un nudo en lagarganta. Aunque tengo quince años, siento deseos de llamar a mi madrellorando, como cuando tenía cinco. Emily se gira para volver al carruaje,pero yo me quedo donde estoy. No podemos regresar: todavía no; no quierodarme por vencida. Tiene que haber alguien aquí que pueda ayudarme.

Al dar un paso noto cómo el tacón de unos de mis zapatos seengancha en un adoquín, y me detengo antes de que pueda darme de brucescon el suelo. Oh, Dios mío. ¡Los zapatos! ¿Y si la culpa de todo la tienen

los zapatos? Al fin y al cabo eso fue lo que ocurrió antes de aparecer aquí.Tal vez si comprara un par nuevo y me los pongo eso lo solucionaría todo.

Miro calle arriba y calle abajo. No creo que aquí vaya a encontraruna boutique de Prada, pero imagino que habrá zapaterías.

Me acerco a varias tiendas y escudriño los escaparates; en algunatienen que vender zapatos.

 — ¿Rebecca? — me llama la voz de Emily detrás de mí cuando meacerco a otra tienda.

Sí, seguro que cambiar de zapatos lo arregla todo. Me compraré

unas manoletinas como esas que lleva Emily y cuando me las ponga y salga

Page 37: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 37/156

PRADA Y PREJUICIO

a la calle volveré a estar en Londres. Estos zapatos de Prada están malditos,seguro.

Me acerco a otra tienda. Ésta tiene tacitas en el escaparate. Esto esridículo. ¿Es que a las chicas de por aquí no les gustan los zapatos? Oh, oh.

Un momento. Aun en el caso de que encuentre una zapatería… ¿Cómovoy a pagar los zapatos?Quizá tampoco necesite unos zapatos nuevos; quizá sólo tenga que

quitarme los que llevo puesto. Desabrocho la hebilla de uno, me arranco elzapato y lo lanzo lejos.

Me siento liberada y hago lo mismo con el otro. ¿Y ahora qué?¿Debería tropezar? Claro tropezar a propósito… Bueno, pero así es comoocurrió. Me golpeé la cabeza contra la acera. Bajo la vista hacia losenormes adoquines bajo mis pies desnudos. Parecen tan duros… 

Además, ¿y si tengo una contusión? El año pasado Mike Lange, elquarterback del equipo de rugby de nuestro instituto, se pasó dos partidosen el banquillo porque había sufrido una contusión. Perdimos los dospartidos, pero los médicos habían dicho que si no descansaba al menos dossemanas, o si volvían a golpearlo la cabeza, habría podido sufrir dañosirreparables en el cerebro. Eso no suena muy apetecible.

Cuando Emily carraspea me muerdo el labio y miro hacia el lugardonde han caído mis zapatos. ¿Acaso me he vuelto loca? ¡Acabo de tirarunos zapatos de cuatrocientos dólares!

 — ¿Quieres que regresemos a Harksburry? Me parece que el viaje teha dejado más agotada de lo que creía y necesitas descansar.

Por cómo está mirando  — con la naricilla arrugada y los ojosentornados — me parece que sí está empezando a pensar que estoy loca.

¿Pero cómo voy a volver a Harksburry después de cómo he habladoal duque y a su madre? Quizá golpearme la cabeza no sería tan malo.Mantén la calma, Callie. Eso es lo que dicen siempre que se debe hacer encaso de urgencia, que tienes que mantener la calma y todo se solucionará.

 —Claro. Deja que… deja que vaya por mis zapatos. Cojeo hasta allí para recogerlos, me los pongo, y la sigo hasta el

carruaje. Los sirvientes no dicen nada, pero estoy segura de que han estadoobservándome, tengo que tranquilizarme; no puedo volver a perder losnervios así. Si logro pensar con claridad tal vez pueda trazar un plan deverdad.

Pero hasta entonces mi nombre es Rebecca, soy una chica delperiodo de la Regencia, femenina y bien educada, que lleva vestido y hacereverencias. Mi sitio está aquí.

Page 38: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 38/156

PRADA Y PREJUICIO

8

Llevo sentada al menos veintes minutos en el pollete de la ventana de

mi habitación, con la frente apoyada en el frío cristal, cuando veo a Alexhablando con un sirviente frente a las cuadras.

¿Cuántos sirvientes tienen? Esta gente debe de ser muy, muy rica.En el tiempo que llevo aquí he visto ya a unos veinte entre jardineros,doncellas, el mayordomo, los mozos de cuadras… y supongo que tambiénhabrá un par de cocineras.

Como no sabe que lo están observando, aprovecho para estudiarlocon detenimiento. Tiene el cabello un poco largo de lo que me habíaparecido en un principio, más largo de lo que me había parecido en un

principio, más o menos como Orlando Bloom en Piratas del Caribe, y elchaqué que lleva parece hecho a medida.Aunque no está nada mal, con esa pinta me recuerda a uno de los

miembros de los Village People. Se me escapa una risita al pensarlo, y justo en ese momento él se gira y mira hacia arriba.

Es imposible que me haya oído, pero me siento como si mehubiesen pillado con las manos en la masa, y cuando me echo hacia atrás,caigo de espaldas.

Hay una alfombra en el suelo, junto a la ventana, pero aún así 

aterrizo con un golpe seco que me deja sin aliento. A pesar de que estoyesforzándome por comportarme como lo haría la verdadera Rebecca, éstaha sido una caída al más puro estilo Callie. Durante un rato me quedo ahí tumbada, con la mirada fija en el techo, preguntándome si se habrá dadocuenta que estaba observándolo. Al fin y al cabo sabe en qué habitaciónestoy, y aunque no haya visto mi rostro, seguramente se habrá dado cuentade que era yo. Tengo la falda completamente levantada. ¿Debería sentirmeavergonzada?, me pregunto mientras enrosco la tela distraídamente entrelos dedos.

Me acerco a la ventana de rodillas y echo un vistazo con cuidado,pero para mi decepción Alex ya se ha ido. La vasta extensión de céspedestá desierta. ¿Es patético querer seguir mirándolo un rato más? Puede quesea un imbécil, pero al menos te alegra la vista.

Me pongo de pie y voy hasta la cama, donde me dejo caer con unprofundo suspiro. Soy una chica lista, ¿no? Debería ser capaz de trazar unplan sólido para volver al siglo XXI. El problema es que sin la Wikipedia yGoogle estoy perdida. Se me de memoria la tabla periódica de loselementos, sé resolver una ecuación de cuatro variables distintas, conozcola relación simbiótica entre el gran tiburón blanco y las rémoras… Enresumen, dispongo de un montón de información completamente inútil. Nilos conocimientos adquiridos tras un año de química avanzada van a

Page 39: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 39/156

PRADA Y PREJUICIO

servirme para nada. Claro que en el libro de química no había ningúncapítulo sobre viajes en el tiempo.

Me bajo de la cama para acercarme de puntillas a la puerta y la abrouna rendija. Parece que no hay nadie. Iré a explorar la casa. Quizá haya un

teléfono escondido en algún sitio que pruebe que Emily estaba mintiendocuando dijo que estamos 1815. O puede que me encuentre con un sirvienteen vaqueros.

Mi habitación está en el segundo piso del ala oeste, al final delpasillo, así que la única dirección en la que puedo ir es hacia la entradaprincipal. Hay puertas a ambos lados del pasillo, así que me aproximo a laque más cercana está y pego la oreja. No se oye nada.

Giro el pomo y contraigo el rostro cuando chirrían los goznes alempujar la puerta. Es sólo otro dormitorio, un poco más pequeño que elmío. Sus paredes están forradas con un papel rojo espantoso con guirnaldasverticales de flores, y también hay una alfombra del mismo tono carmesí.Dudo que aquí vaya a encontrar nada que pueda ayudarme.

Salgo y continúo pasillo a bajo. Me asomo a otro par dehabitaciones, que también resultan ser dormitorios. ¿Cuántos dormitoriostiene esta casa? Entre los que ya he visto, los de Alex, su madre y Emily yavan siete u ocho dormitorios. Y eso que no he visto el otro noventa porciento de este sitio. Ya sé que es la mansión de un duque, pero… ¿no es unpoco exagerado?

Paso de largo delante de las dos puertas siguientes, imaginandoque también serán dormitorios. Más adelante hay una puerta de doble hoja,por lo que deduzco que debe tratarse de algo distinto. Una criada sube porlas escaleras en ese momento, y hago como si estuviera arreglando elcabello hasta que entra en uno de los dormitorios.

Luego me acerco a la puerta, y abro lo justo para asomar la cabeza.Una biblioteca… No puedo reprimir la sonrisa que afora a mis labios. Aquí sí puede que encuentre algo. Quizá haya libros modernos, y aun en el casode que sólo haya libros antiguos, tal vez alguno contenga información quepueda serme útil.

Aspiro el olor a papel y libros mientras paso dentro y cierro lapuerta tras de mí. Docenas de estanterías se alzan sobre mi cabeza. Y hayincluso una de esas antiguas escaleras corredizas.

Acaricio con los dedos el lomo de los libros mientras avanzo de unaestantería a otra, mirando los títulos: Utopía, El avaro, Robinson Crusoe…Katie se volvería loca s estuviera aquí ahora mismo. Adora la literatura, y sipuede conseguir la primera edición de un libro, tanto mejor. Tiene tantoslibros como amigos en MySpace.

Todos los libros que hay aquí están encuadernados en cuero y son

antiguos. Me detengo al encontrar una colección de Shakespeare. Otelo,

Page 40: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 40/156

PRADA Y PREJUICIO

Romeo y Julieta, El sueño de una noche de verano… Saco Hamlet y lohojeo, pero vuelvo a dejarlo en su sitio.

Dejo atrás una sección de filosofía y otra de astronomía, me paseoarriba y abajo, pero no saco ningún otro libro. No sé qué es lo que espero

encontrar; ¿Viajes en el tiempo para dummies?Sea lo que sea, está visto que aquí no lo voy a encontrar. Rodeo laúltima estantería, llego al sofá y me dejo caer en él. Todo eso es tan…agotador. Ojalá estuviese en casa, en mi cama; ojalá fuera sábado por lamañana y pudiera despertarme y tomarme unos cereales mientras veo losdibujos animados en la tele.

Me echo, pero al cabo de rato me encuentro preguntándome quéestoy haciendo. Perder el tiempo aquí, en esta biblioteca, no va llevarme aninguna parte. Tengo que seguir buscando. Me incorporo bajo la vista amis zapatos. Si llevara un calzado más cómodo quizá esto de ir deexploración sería menos fastidioso.

Me agacho para soltar un poco la hebilla de uno, y cuando voyhacer lo mismo con la del otro veo algo. Hay un fajo de papeles encajadoen el hueco entre la mesita y la pata del sofá. Alargo la mano y lo saco. Lospapeles están atados con un lazo. Son cartas, y todas tienen el sello delacre, de lo que deduzco que las han leído. Justo cuando acabo de quitarlesel lazo, oigo abrirse la puerta.

¿Qué hago? ¿Me escondo? Ay, Dios, probablemente no deberíaestar aquí, y mucho menos cogiendo cartas que no son mías. Presa delpánico me arrodillo detrás del sofá con las cartas aún en la mano. Pordebajo puedo ver los zapatos de la persona que ha entrado, y reconozco deinmediato las botas de montar del duque. Mierda. ¿Por qué estoyescondiéndome? ¿No parecerá aún más sospechoso si me encuentra aquí escondida? Las cartas me queman las manos. ¿Y si son suyas?

Quizá debería haberme quedado sentada, como si no para nada. ¿Yqué voy hacer ahora?, ¿fingir que he perdido una lentilla? Ah, claro, loolvidaba: en esta época todavía no existían las lentillas. ¡Dios mío, todoesto es tan ridículo!

Estoy a punto de ponerme a jadear como un perro de lo asustadaque estoy, así que intento calmarme. Él no hace más que pasearse por labiblioteca y6 me parece como si hubiese pasado una hora, aunqueseguramente no hayan sido más de diez minutos. Lo oigo sacar libros de lasestanterías y volver a meterlos, y le ordeno mentalmente que coja uno y semarche. Si está buscando estas cartas no las encontrará a menos que meencuentre a mí.

Están empezando a dolerme las rodillas, agachada como estoy sobrela fina alfombra. ¿Es que no se ha inventado todavía la moqueta?

Page 41: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 41/156

PRADA Y PREJUICIO

Al llegar a la sección de Shakespeare, cerca de la ventana que estáal fondo de la sala, se detiene, ay, Dios mío. ¿Qué hice con ese libro deHamlet? ¿Lo coloqué otra vez en su sitio o lo dejé sobre la balda?

Cuando veo que viene hacia mí me tapo la boca para no chillar.

Podría ponerme de pie de un salto para asustarlo, como si fuera una broma,pero creo que le hiciera mucha gracia. Además, seguro que todavía estáenfadado por lo que pasó esta mañana en el desayuno.

Veo cómo sus botas pivotan ligeramente, y luego se detiene denuevo. ¿Qué está buscando? ¿Qué está esperando? Al final se da mediavuelta y se marcha, justo antes de que me estallen los pulmones. Dejoescapar un enorme suspiro, respiro por fin, y los latidos de mi corazón senormalizan. Las manos me sudan por donde he estado agarrando lospapeles.

Estas cartas deben ser lo que Alex estaba buscando. Me incorporo,miro en derredor para asegurarme de que no hay nadie más en lahabitación, y me fijo de nuevo en las cartas.

No pasará nada por que les eche un vistazo.

Page 42: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 42/156

PRADA Y PREJUICIO

Le doy la vuelta a la primera carta. Lo único que pone fuera es“Para el Duque de Harksbury”. La letra, elegante y con florituras, parece de

mujer.Sé que no debería leerla. Probablemente sean cartas de amor y

debería volver a meterlas entre el sofá y la mesa, y olvidarme de ellas.Sin embargo, por algún motivo estoy atrapada en esta época, y

necesito descubrir todo lo que pueda sobre este lugar. Nunca se sabe, talvez encuentre alguna pista, algo que me indique cómo volver al siglo XXI.

Y bueno, también siento cierta curiosidad por saber si tiene novia,lo admito. Inspiro y desdoblo la carta, que está escrita con la misma letrafemenina.

“Su Gracia: Quiero creer que mis anteriores misivas se han perdido, pues os he

escrito cada mes y aún no he recibido respuesta. ¿O acaso os es tan fácil

olvidar las tiernas promesas que me hicisteis? Han pasado ya dos meses

desde que nació vuestra hija…” 

Doy un respingo y la carta tiembla entre mis manos. ¿Alex tieneuna hija? ¡Si no es mucho mayor que yo! Anonadada, intento razonar lo

que acabo de leer. Que yo sepa no está casado, ¿o sí? Y aun en el caso deque lo estuviera, la mujer que escribió esta carta desde luego no vive aquí.Si no la habría visto. Un bebé de dos meses…, pienso meneando la cabeza.Claro que quizá no debería sacar conclusiones precipitadas, me digo antesde continuar leyendo.

“…me duele pediros dinero, per o no tengo elección. La hija de un

duque no debería pasar hambre. Os lo ruego; no avergonzaré a vuestra

  familia ni diré una palabra de esto. No se producirá escándalo alguno

  porque no llegará a oídos de nadie, pero os suplico que me ayudéis, no

logro encontrar trabajo, y…” 

Espantada, doblo la carta. Tiene una hija a la que abandona, ella ysu madre son pobres… ¿y él vive en esta enorme mansión rodeado desirvientes cuando su propia hija no tiene nada? Es repugnante.

¿Se acostó con una doncella o algo así y luego la echó? Oh, Diosmío, es mucho peor de lo que había imaginado. No es sólo un imbécilarrogante… ¡Es un ser ruin y despreciable! 

Pongo la carta con las demás y vuelvo a atarlas con el lazo; ojalá nolas hubiera encontrado. Leeré el resto más tarde y decidiré que hacer alrespecto.

Page 43: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 43/156

PRADA Y PREJUICIO

Me levanto y salgo de la biblioteca. Esconderé las cartas en mihabitación y acabaré de explorar la mansión.

Al cabo de una hora ya empiezo a hacerme una idea de ladistribución de la casa, pero no he encontrado nada que pruebe mi teoría de

que todo esto es un montaje. ¡Si ni siquiera hay tuberías!Y en todos los dormitorios hay orinales. En serio. Además, creohaber encontrado el lavadero, sólo que no hay lavadoras alguna. Y de lacocina mejor no hablar. Hacía un calor asfixiante porque estaban cocinandocon fuego de verdad, y los sirvientes que estaban allí se sorprendieron tantoal verme entrar que salí corriendo por miedo a que se pusieran a pegarmegritos.

Dios mío, la vida en 1815 es un asco. En nuestro siglo, si un tíocomo Alex te deja embarazada y se lava las manos, el Estado te da apoyoeconómico. O le dan a tu hijo una beca para que pueda ir a la universidad,como es mi caso, aunque yo hubiera preferido haber podido contar con unpadre de verdad, uno que no me hubiera dejado tirada para mudarse a lacosta este hace tres años y empezar una nueva vida con una nueva familia.Y luego va y me invita a pasar el verano con ellos, como si no se dieracuenta de que me moriría de la vergüenza.

Sacudo la cabeza para apartar de mi mente esos pensamientos. Enfin, al menos mi padre me llama un par de veces por semana y cumplepuntualmente con los pagos de mi manutención.

Alex es un capullo; ¡vivir como vive y dejar que su hija pasehambre! Qué canalla. Y eso que no puede tener más de diecinueve años…Qué sinvergüenza.

Al llegar al rellano de las escaleras me dirijo al ala este. La mansiónparece tener una planta rectangular que se alza en torno a los jardines quevi antes, las dos alas confluyen en el vestíbulo, donde hay una majestuosaescalera monumental; y en cada una de ellas, a ambos lados del pasillo, hayuna puerta tras otra.

Me llevará días investigar todas las habitaciones, pero creo que nisiquiera me molestaré en intentarlo porque hasta ahora no he encontrado

nada que pueda serme de utilidad. En la planta baja hay varias salas deestar, comedores, y algunos dormitorios más pequeños. En la de arribaestán la biblioteca y más dormitorios más pequeños. En la de arriba están labiblioteca y más dormitorios, algunos de los cuales tienen su propia sala deestar anexa.

Sólo en ciertas partes de la casa los suelos de madera están desnudos;el resto está cubierto con alfombras. Y todo aquí es más grande de lonormal, pomposo y elaborado. Por las puertas, por ejemplo, podría pasaruna persona de dos metros, y los techos son tan altos que aunque me

subiera a una silla y diera un salto no llegaría a tocarlos. Pero toda esta

Page 44: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 44/156

PRADA Y PREJUICIO

grandiosidad resulta fría. Tres personas no necesitan una casa de estetamaño para vivir.

Los sirvientes, por su parte, parece que sólo pisan la planta de arribapara limpiar. ¡Pero vaya si limpian! Están por todas partes: quitando el

 polvo, barriendo, sacudiendo alfombras… Cada vez que entro en una nueva habitación, que veo un cuadro, oun mueble de dimensiones exageradas, pienso en las cartas que heescondido bajo el colchón de mi cama. ¿Cómo puede vivir Alex rodeado detodo este lujo cuando su propia hija vive Dios sabe dónde?

Lo desprecio, lo aborrezco, lo odio. Mi irritación es tal, que aún voymurmurando cuando salgo de la casa y empiezo a recorrer los jardines.Todavía me falta por descarar la posibilidad de que tengan un aviónprivado.

Aminoro el paso cuando me acerco a las cuadras. Se oye ungolpeteo rítmico que parece provenir de su interior. Es casi música. Aldoblar la esquina veo a un hombre que está golpeando un cubo dado lavuelta con dos palos, como si fuera un tambor, y hay un par chicos, de nomás de trece años, bailando a su son, parece una de casa danzastradicionales irlandesa, y resulta cómico verles saltar como alegresduendecillos, con los brazos en jarras y sin que sus pies toquen apenas elsuelo.

No puedo evitar echarme a reír, y aunque me apresuro a taparme laboca, ya es demasiado tarde; me han oído. Uno de los chicos se detiene enseco y pierde el equilibrio. De inmediato se pone rojo como un tomate, yyo me siento culpable. Conozco muy bien esa sensación; no deberíahaberme reído.

 —Lo siento, no pretendía reírme. Es sólo que… em… nunca habíavisto ese baile.

El chico que se fa caído, un pelirrojo, se levanta y se me quedamirando con los ojos muy abiertos.

 —Es americana… — dice admirado, como si yo fuera una criaturamitológica.

Asiento. —Sí, lo soy. Y allí los bailes son… distintos.  — ¿Podría enseñarnos alguno? — me pide intrigado el otro chico, de

pelo castaño, dando un paso adelante.Yo contenga la risa.

 — ¿Eh? Ah, no, bailo fatal. — Por favor, señorita  — me insta también el pelirrojo — , nunca

hemos visto una danza americana.¿Sería muy mezquino que me escabullera después de haberme reído

de ellos?

Page 45: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 45/156

PRADA Y PREJUICIO

 — No, seguro que no os gustaría — respondo, tratando de escurrir elbulto.

Me siento un poco mal por negarme, pero es verdad que no sébailar. Me podría en ridículo.

 — Bueno, seguro que sí.En di, supongo que podría in tentarlo. No sé, tal vez sólo unospasos. ¿Pero qué baile podría enseñarles? ¿Algo al estilo de M.C. Hammer?¿El moonwalk de Michael Jackson? ¿Les hago el baile de la Macarena?

  —Bueno, pues… — comienzo dando un paso adelante  —. Em…¿qué tal el baile del robot?

 — ¿El robot? — repiten los dos chicos al unísono¿Existía siquiera la palabra “robot” en 1815? 

 — Sí, veréis, tenéis que… extender los brazos así   — les digoponiéndose como un espantapájaros. No puedo creer que esté haciendoesto — . Y ahora relajad los codos y dejad que vuestras manos se balanceen.Así.

No lo estoy haciendo bien, pero por el modo en que me estánmirándome cualquiera diría que acabo de hacer una demostración debreakdance a lo Justin Timberlake. Imitan mis movimientos, y consiguenque parezca que no les cuesta el más mínimo esfuerzo.

El hombre del tambor se levanta y se une a ellos. Caramba. Con unademostración de dos segundos este tipo ya lo hace mejor que yo.

 —De acuerdo. Y luego… bueno, luego tenéis que caminar, como siestuvierais tiesos, y tiene que resultar… antinatural. Así — añado imitandolo mejor que puedo los movimientos mecánicos de un robot.

Los chicos y el tipo del tambor me copian y par cuando han dadocuatro cinco pasos parecen robots de verdad. Pronto empiezan a improvisary a reírse, y me digo que es el momento de irme, antes de que me dé porintentar enseñarles a hacer breakdance y me parta el cuello.

Salgo del establo sin que se den cuenta, y me sonrío mientras subopor el camino de grava que lleva a la casa, arrastrando la falda del vestido.Aunque sólo haya sido un momento de gloria en un establo apestoso, al

menos aquí no soy Callie “la patosa”. Parece que hay esperanza para mí,después de todo.

Page 46: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 46/156

PRADA Y PREJUICIO

10

Ya de vuelta en mi habitación, me echo en la cama y me quedomirando al techo. Sé que debería leer las cartas que tengo escondidas bajo

el colchón, pero no tengo ánimo para hacerlo. La que empecé a leer mellego demasiado hondo. Esa pobre niñita va crecer sin un padre. Bueno, almenos no lo echará en falta. Yo tuve un padre durante doce años, ytampoco es que fuera un mal padre; la mayor parte del tiempo estabademasiado ocupado, pero no era malo.

Sin embargo un día, sin previo aviso, dejó a mi madre. Desdeentonces hemos estado solas ella y yo. Y estoy casi segura de que si mimadre accedió a dejarme ir a Londres fue para que tuviera una buenaexcusa para poder rechazar la invitación de mi padre, que quería que pasara

el verano con su otra familia y él en los Hamptons.Justo en ese momento entra la doncella, haciendo crujir el suelo demadera con cada uno de sus pasos, arrancándome de mis pensamientos.

 — he venido a ayudarla a cambiarse para la cena.Yo me incorporo y miro el visto que llevo puesto. Está limpio y no

tiene demasiadas arrugas, lo cual, tratándose de mí, ya es un triunfo, porquesiempre como acabo machándome.

 — Seguro que con esto voy bien — le digo.Ella aprieta lo labios, como si estuviera conteniendo una sonrisa.

 — Señorita, no puede ir con un vestido de día a una cena de gala. — ¿Una cena de gala?Esto no me gusta. Ella asiente y me hace levantarme para llevarme

hasta la banqueta que hay junto al armario. — Sí. La señora duquesa, ha invitado a nuestros vecinos a una cena

para celebrar su llegada, señorita. No puede ir vestida de un modo taninformal.

¿Informal? ¿Este vestido es informal? Comparado con el negro quelleva ella podría que podría irme de fiesta así vestida.

Empieza a pasarme prendas y no sé qué espera que haga, así que lasvoy cogiendo y me quedo allí sentada mientras dejo que la pila de ropa enmis brazos siga creciendo. Sin embargo, cuando veo la última prenda mequedo fría, y la sostengo entre las manos para mirarla con espanto, como sifuera una manta contaminada por el tifus. De hecho, es algo peor: un corsé.¡Va a ponerme un corsé!

 — La señora duquesa me ha dado órdenes estrictas de que esté ustedpresentable para la cena. Es un huésped de esta casa, señorita, y como taldebe ir adecuadamente vestida  — me dice la doncella remetiéndose unmechón tras la oreja, como preocupada de pronto por su propia apariencia.

Page 47: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 47/156

PRADA Y PREJUICIO

Estoy segura de que esa última frase no es suya, sino de la duquesa.De hecho, me parece estar escuchando hablar a la vieja dama en persona, apesar del marcado acento pueblerino de la doncella.

Trago saliva y asiento antes de dar un paso adelante para aceptar mi

destino. Espero que el dolor que sienten las chicas en las novela s históricascuando les ciñen el corsé sea una exageración. Mi tolerancia al dolor esmás bien nula. ¡Si hasta lloré la última vez que me hicieron un empaste!

Cuando la doncella empieza a ajustármelo, se me van quedando lospulmones sin oxigeno y comienzo a ver a mis antepasados de un modo muydistinto. Esto es horrible. Al principio no parece tan malo; es como calzarteunos zapatos que te están un pelín ajustado, pero luego no puedesignorarlo, porque es como la combinación de una faja y un Wonderbra, ysientes como si tuvieras los pechos justo debajo de la barbilla.

Cuando ha acabado con la faja la doncella me hace subir los brazos,como si fuese una niña pequeña, y me mete por la cabeza un vestidocarmesí. Es suave, de satén, y las mangas, cortas y abullonadas, tienenrosas pequeñitas bordadas alrededor. No me pica como el vestido que hellevado todo el día, así que al menos en ese sentido el cambio es deagradecer.

Claro que me sentiría mucho mejor si además pidiera respirar, perosupongo que eso ya sería pedir demasiado. La doncella me conduce hasta eltocador, donde tiene que llevar a cabo su siguiente misión: rehacerme lastrenzas.

Al cabo de diez segundos me duele todo el cuero cabelludo. Tengoque distraerme un poco para no pensar en ello. Me aclaro la garganta y lepregunto a la doncella:

 —Bueno, y… ¿cómo te llamas? Las manos de la chica se detienen un momento.

 — Eliza, señorita.Ah, yo me llamo Ca… Rebecca. Uf. Por poco… 

 — Lo sé, señorita.

Ya. Claro. — ¿No deberías tener hoy el día libre? ¿no es domingo?.Tengo medio día libre cada tres días. Mañana por la tarde libro.No puedo evitar resoplar de incredulidad.

 — ¿Sólo medio día?Dios mío, esto es ridículo. ¿Ni siquiera le dan un día entero? Alex

es un negrero. — He traído unas manoletinas que deberían estarle bien  — dice

Eliza ignorando mi pregunta.

Se agacha para calzármelas, y los dedos de mis pies casi suspiran dealivio. Son suaves y cómodas. Gracias a Dios. Me gustaría poder verlas

Page 48: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 48/156

PRADA Y PREJUICIO

más de cerca, pero no puedo agacharme. Este condenado corsé es tan…tieso.

 — Bueno, pues ya está lista  — anuncia Eliza — . Los huéspedes yadeben estar llegando, vaya al salón de invitados.

Yo asiento pero me quedo mirándola porque no sé dónde está eso.O más bien no sé exactamente cuál pueda ser entre todas las habitacionesque he explorado. Ella parece captarlo porque de sus labios escapa un“¡Oh!”, y me indica con un gesto que la siga. 

Me lleva hasta la monumental escalera y se detiene allí paraseñalarme una puerta abierta a mitad de un pasillo en el piso inferior. Seoyen voces y risas.

Bajo un escalón tímidamente, y luego otro, con el bonito vestidoque llevo arrastrando tras de mí. Levanto una mano para comprobar que mipeinado está bien. ¿Hace calor, o soy yo?, me pregunto tocándome lasmejillas. Están calientes.

Bajo otros tres escalones. Quiero darme media vuelta y regresar ami habitación, pero la doncella sigue en lo alto de la escalera, y estámirándome como si estuviera loca. Trago saliva. Estoy guapa, lo sé, y estées un vestido bonito y llevo el pelo a la moda de la época, y aquí nadielleva marcas. Lo único de marca de este lugar son mis zapatos de Prada.

Por primera vez en mi vida estoy en un sitio donde nadie me conocecomo Callie Monygomery, la rarita bocazas que además es una patosa.Aquí puedo ser Callie, la chica popular, la chica con la que todo el mundoquiere hablar y con quien todos quieren estar. O más bien Rebecca, lachica popular, pero es un matiz sin importancia.

Me obligo a bajar el resto de escalones con naturalidad,manteniendo además la espalda recta y la cabeza alta. Luego cruzo elvestíbulo, y antes de que pueda pararme siquiera a inspirar para calmar losnervios, me encuentro en el salón de invitados.

El runrún de las conversaciones me abruma. Hay tanta gente…, porlo menos catorce personas todas vestidas de punta en blanco, como si estofuera un restaurante de cinco tenedores. Están en grupitos alrededor de la

chimenea y de los sofás, cuyo tapizado está embellecido con brocados. Mealegro de que Eliza me obligara a cambiarme, porque ahora, al ver estagente me doy cuenta de que habría hecho el ridículo con ese vestido decolor melocotón.

La insufrible duquesa luce un vestido que también es de satén, perode color crema, y que disimula los diez kilos que le sobran. El cabello lolleva recogido, sujeto imagino con horquillas, aunque no se le ve ninguna.Podría decirse que está guapa, pero una de las invitadas está susurrándolealgo al oído, y así como está, escuchándola con los penetrantes ojos verdes

entornados, parece una arpía. En serio, s sonriera, aunque sólo fuera unavez, seguro que me caería redonda de la impresión.

Page 49: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 49/156

PRADA Y PREJUICIO

En ese momento Emily viene hacia mí, con un sencillo vestido azulcielo que hace que su piel reluzca y que su oscuro cabello brille. Su rostroestá enmarcado por tirabuzones — ¡qué contraste con el look descuidado deMindy! — , y parece una muñeca de porcelana, una muñeca preciosa.

Paseo la mirada por la sala, pero no me doy cuenta de a quién estoybuscando hasta que veo a Alex. Lleva un chaqué negro con relucientesbotones dorados, y debajo una camisa de un blanco inmaculado, además deuna especie de pañuelo a modo de corbata enrollado alrededor del cuello.Asiente a lo que le están diciendo, pero de pronto nuestros ojos seencuentran, y se queda mirándome fijamente.

Aprieto los dientes e intento no pensar en la carta que leí estamañana, porque hace que me entren ganas de ir hasta donde está paraabofetearle: una bofetada por esa pobre chica, otra por el bebé, y otra pormí.

No dice nada, no se mueve, simplemente sigue mirándome mientrasyo lo miro a él, y durante un buen rato el resto de la gente que hay en lasala no existe para mí.

Page 50: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 50/156

PRADA Y PREJUICIO

11

Siento como si la habitación diera vueltas, pero los ojos de Alex nose mueven; están fijos en los míos. Probablemente está ordenándome

mentalmente que me comporte como una señorita.El embrujo del momento se rompe cuando Emily me coge del codo.

 — ¡Ay, Rebecca, ese vestido mío te sienta de maravilla! Muchomejor que a mí. Es tuyo — me dice.

 —Oh, no, no puedo aceptarlo; yo… — comienzo a decirle, pero ellarechaza mis protesta con un ademán.

 — Insisto. —Bueno, siendo así…  — Mira, Lady Victoria quiere que vayamos — me dice Emily.

Cuando veo que Lady Victoria es la antipática madre del duque,contraigo el rostro con desagrado. Genial.Sigo a Emily hasta donde está lady victoria, y cuando le hace una

reverencia la imito, pero me piso la falda y tengo que agarrarme al codo deun tipo que tengo al lado para no caerme.

Lady Victoria contiene Larisa y siento deseos de pegarle unpuñetazo, pero el hombre se dirige a mí en ese momento:

 — Usted debe ser Rebecca  — me dice con una voz amable einteligente. Si es que una voz puede ser inteligente… 

 —Sí, yo… disculpe mi torpeza, por favor. Pobre Rebecca. Voy arruinar su reputación antes incluso de quellegue a Inglaterra.

El hombre, de pelo castaño sonríe y me mira con simpatía, como sino estuviera juzgándose, y eso me hace sentirme un poco mejor.

 — Su acento es encantador — me dice.Calculo que tendrá unos cuarenta años, por las mechas plateadas

que tiene en las sienes. — Gracias  — le contesto haciéndole otra reverencia, absurda e

innecesaria. — Hace mucho de la última vez que tuve la oportunidad de hablar

con alguien de los Estados Unidos. Estoy seguro de que la conversación enla cena será fascinante.

Ay, mierda. ¿Por qué no pensé eso? Esa gente querrá que les habléde los Estados Unidos… pero de los Estados Unidos de 1815. ¡Como odiola Historia! ¿Por qué no prestaría más atención en clase? Ni siquiera estoysegura de cuántos estados había en 1815.

 — Claro, estaré encantada de… regalarles con algunas historias. Eso ha sonado ridículo. No sé si estoy intentando hablar como ellos

esperan que hable, o como yo creo que debería hablar alguien de estaépoca, lo cual probablemente no es lo mismo.

Page 51: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 51/156

PRADA Y PREJUICIO

 — ¿Qué tal su viaje? ¿Ha sido accidentado?Yo me encojo de hombros.

 — No, la verdad es que fue bastante tranquilo. — No la esperábamos hasta dentro de casi cuatro semanas  — le

asegura Emily — . Han hecho la travesía en un tiempo récord.¿casi cuatro semanas? Eso significa que son menos de cuatro.Tendré que recordarlo. No puedo seguir aquí cuando aparezca la verdaderaRebecca; sería un desastre.

 — Estoy pensando que podría tocar una pieza en el pianoforte — medice Lady Victoria — ; estoy segura de que nuestros invitados disfrutaríanmuchísimo con ello.

Estupendo. Si el pianoforte eso mismo que el piano estoy perdida.Mi madre quería que aprendiera a tocar el pino, pero se dio por vencidacuando vio que a los doce años lo único que sabía tocar era Palitos chinos(un vals para piano).

 — Ah, sí, a mí me encantaría escuchar la pieza de la que mehablaste en tu carta — interviene Emily, y para mi espanto veo que es a mí a quien se está dirigiendo.

 — ¿Qué? Lo cierto es que ahora no recuerdo muy bien qué escribí. —  Me dijiste que era una melodía de diez minutos, y que era

complicada pero muy hermosa.La mirada inocente en sus grandes ojos hace que me sienta como un

ser detestable. — Ah, ya.Trago saliva. ¿Por qué no podía ser Rebecca una chica sin talento

alguno, como yo? Seguro que es perfecta en todo. De ésta no salgo. — Seguro que exageré un poco. Además, probablemente a nadie le

interese escucharla.Ay, Dios mío, todo el mundo está mirándome. Ahora mismo debe

haber veintiocho ojos fijos sobre mí. De pronto siento como si el enormesalón estuviese encogiendo, tornándose claustrofóbico como el reducidoespacio de un ascensor.

 — no hay por qué ser modesta, querida  — me dice Lady Victoria,empujándome hacía un rincón.

¿Cómo no había pensado cuenta de que ese piano estaba allí?¡Peligro, peligro!

 —No, en serio, es que yo no… — le repito , intentando retroceder. — No decepcione a nuestros invitados, señorita Rebecca.La nota de enfado en su voz hace que me dé cuenta de que estoy

avergonzándola delante de sus invitados. Seguro que ésa es una de lascosas que aconseja evitar el manual de la perfecta señorita. Inspiro

profundamente y asiento mientras me devano los sesos, tratando de pensar

Page 52: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 52/156

PRADA Y PREJUICIO

en alguna forma ingeniosa de salir de esto. Lo malo es que no se me ocurreninguna.

En cualquier caso, teniendo en cuanto lo borde que estuve estamañana con lady Victoria y que está celebrando esta fiesta en mi honor,

esto es lo menos que puedo hacer por ella. Me dirijo lentamente l piano,como un reo se encamina hacia el patíbulo. Esto no va salir bien; a estagente le va a dar algo si tienen que escucharme tocando durante diezminutos.

En fin, espero que les guste Palitos chinos, pienso mientras mesiento en la baqueta. Ojalá fuese Emily a la que le hubieran pedido quetocase y no a mí. O si al menos pudiera tenerla sentada a mi lado, parasobrellevar esta tortura… ¡Un momento! ¡Eso es! 

 —Eh… Emily, quizá a nuestros invitados les gustaría escuchar undueto. Conozco uno muy sencillo que puedo enseñarte.

Ella me mira con los ojos muy abiertos, se remete un mechón tras laoreja y mira en derredor, como si no pudiera creerse que se lo esté pidiendoa ella. Qué mona.

 — En serio, ven y siéntate a mi lado. Estoy segura de quedeleitaremos doblemente a nuestros invitados si tocamos juntas.

Ahora sí que estoy hablando como ellos. O eso espero.Emily asiente y corre a sentarse junto a mí; esta chica es como un

cachorrillo.Nos quitamos los guantes y los dejamos en lo alto del piano. Le

enseño el compás de notas que se repite, la voz baja de Heart and Soul, quees la única canción que se me da bien. Si Tom Hanks pudo tocarla en unpiano gigante en Big, seguro que Emily también puede hacerlo.

Cuando veo que ya lo tiene, empiezo a tocar yo la voz alta. En estamelodía sólo entran una docena de teclas, así que no necesito usar más queun par de dedos. Puedo hacerlo. Siento las teclas frías bajo las yemas demis dedos, pero la gente se queda en silencio cuando la música empieza aflotar en la sala, y logro completar la primera parte.

Todos se acercan para observarnos y siento los ojos de Alex fijos en

mí. Quiero mirarlo, pero sé que si lo hago me equivocaré en alguna nota,así que me contengo. Emily parece estar divirtiéndose, porque la veobalancearse adelante y atrás mientras toca, y aunque no pudo verla sé queestá sonriendo.

Le hago una señal para que pare, y termino la melodía con unasnotas sueltas. Cuando alzo la vista todos aplauden, y hasta Lady Victoriaparece complacida. En nuestra época hasta los niños de seis años conocenHeart and Soul, pero supongo que en 1815 es toda una novedad. Por uninstante no me importa que todo el mundo esté mirándome; me siento

aceptada.

Page 53: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 53/156

PRADA Y PREJUICIO

Pero entonces me incorporo y trato de empujar la banqueta haciaatrás, sin darme cuenta que Emily sigue sentada en ella, y en medio de laovación a nuestro dueto me tambaleo y caigo de espalda al suelo.

 —Eh, yo… em… vaya. 

En medio segundo vuelvo a estar de pie, apartando a un caballeroque se ha apresurado a socorrerme. Dios, debo estar roja como un tomate,pienso mientras me sacudo la falda con la mano.

 — Emily, ¿por qué no tocas tú la siguiente?  — le digo, con laesperanza de dejar de ser el centro de atención.

A Emily se le ilumina el rostro y se vuelve hacia el piano. Gracias aDios. Veo una silla cerca y corro a sentarme. El calor que noto en lasmejillas se va pasando mientras observo a Emily, que sigue con unasonrisa de oreja a oreja. Sus ojo9s castaños brillan, y sus rizos bailan concada movimiento. Hay algo en ella que hace que parezca una chica de treceaños en lugar de una de dieciocho, una especie de vena inocente yoptimista.

Me siento mal por estarme haciendo pasar por Rebecca. Megustaría que Emily y yo fuéramos amigas de verdad, sin todas estas capasde mentiras son como una goma elástica que se estira y se estira, perollegará un momento en que no aguantará más y se romperá.

Al final lo sabrá, ya sea porque yo desaparezca y regrese al sigloXXI o porque mis mentiras queden al descubierto. Puede que sea cobardepor pensar esto, pero espero no estar aquí para verlo cuando eso ocurra.

Emily termina de tocar la alegre melodía que estaba interpretando, ylos invitados aplauden de nuevo.

 — Serás una esposa magnifica para Denworth  — le dice alguien, yyo casi me ahogo al tragar saliva.

¿Esposa? La sonrisa de Emily se vuelve forzada y el brillo de susojos se apaga. De pronto si aparenta la edad que tiene.

 — Gracias — contesta.¿De qué va todo esto?, pienso apretando los dientes.

 — ¿Ya l has escrito, como te pedí?  — le pregunta Ladi Victoria,

acercándose al piano. — Todavía no — responde Emily.Justo cuando la duquesa está a punto de abrir la boca de nuevo,

Emily empieza a tocar otra melodía, rápida y alegre, y las notas silencian loque Lady Victoria fuera a decir.

Es evidente que Emily no quiere hablar del tal Denworth con ella,pero tengo que averiguar qué está pasando aquí, porque algo no cuadra. SiEmily va a casarse, ¿n debería eso hacerla feliz? Mañana llegaré al fondode este asunto.

Page 54: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 54/156

PRADA Y PREJUICIO

12

Cuando me levanto a la mañana siguiente me apresuro para eldesayuno, que esta mañana se sirve en la terraza interior, mucho más

pequeña que el comedor donde cenamos anoche. Me alegra que no seamismo sitio, porque prefiero no recordar lo desastrosa que fue la cena.

Todo empezó cuando un sirviente entró en el salón, tras me debut alpiano, para anunciar que la cena estaba servida. Como me había saltado elalmuerzo para explotar la mansión, naturalmente estaba hambrienta, así queme levanté como un resorte del asiento.

Lo malo fue que todo el mundo empezó a emparejarse y a mí metocó ir del brazo del único hombre que quedó libre, un señor mayor queseguramente no era tan rico como los demás. Fue cando íbamos en fila

hacia el comedor, cuando me di cuenta de que estábamos colocados pororden de “importancia”. Adivina quién iba al final de la fila: yo. ¿Por qué será que me sentí 

  justo igual que en el instituto? ¿Y se suponía que era una cena en mihonor? Pues vaya. No es que yo quisiera ser el centro de atención, pero aunasí… 

A partir de ahí todo fue cuesta abajo. Volví a hablar con lossirvientes. Sí, eso fue una metedura de pata en toda regla. Se hizo unsilencio sepulcral cuando pregunté si tenían kétchup. Y luego usé el

cuchillo en vez del tenedor para llevarme un trozo de pollo a la boca…metedura de pata número dos. Ah, y según parece al comer pescado hayque sostener un trozo de pan en una mano t el tenedor en la otra…metedura de pata número tres. No era capaz de atenerme a todas lasnormas de etiqueta, y no sé cómo logré sobrevivir a la cena.

Esta mañana, en cambio, me siento aliviada al encontrar a Emilydesayunando sola. Al menos con ella, aunque cometa un montón de fallos,estoy segura de que no le importará. Tampoco hay sirvientes, así queempiezo a servirme de las bandejas de jamón york y fruta que hay en lamesa auxiliar.

 — ¿No hay beicon? — le pregunto a Emily en tono de broma.Siempre preparan tanta comida… No creo que esta gente conozca el

significado de la palabra “moderación”. Emily levanta la vista del plato para mirarme.

 —Es que Victoria… quiero decir, Su Gracia, cree que el beicon espropio de la gente de clase baja.

 — Ah — digo yo, sin saber muy bien qué responder.Me resulta raro que tomen jamón de york y no beicon, pero en fin, a

la gente de este siglo no hay quien la entienda.Cojo mi plato y me siento a la mesa, frente a Emily. El sol de

verano entra a raudales por las ventanas; deben ser al menos las diez o las

Page 55: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 55/156

PRADA Y PREJUICIO

once. Al principio no quería perder la noción del tiempo, pero he acabadopor renunciar a ello; aquí parece que fluyera a un ritmo distinto.

 — Oye, Emily — digo rompiendo el silencio.Ella, que lleva diez minutos empujado distraídamente con el

tenedor la comida que tiene en el plato, alza la vista como si se hubieseolvidado de mi presencia.  —Ese prometido tuyo… ¿me lo has mencionado antes? No lo

recuerdo — le pregunto como si no me interesara.Ella niega con la cabeza y vuelve a bajar la vista al plato.¿Qué ha sido de la alegre y vital Emily, de la Emily que es mitad

chica y mitas cachorrillo? — No, es que acabamos de prometernos — me responde — ¿Dónde os conocisteis? — En si finca, después de que mi padre lo concertara.No me gusta la dirección que está tomando esto.

 — ¿Después de que tu padre concertara el que?´Nuestro matrimonio, ¿qué si no?  — contesta ella en un tono

apagado.No me gusta nada la dirección que está tomando esto.

  —¿No quería decir que tu padre… ha decidido que tienes quecasarte con ese hombre, verdad?

Sé que debo parecer tonta, pero es que nunca había conocidoningún caso de matrimonio concertado en la vida real. Creía que eso erasólo un mito, como los unicornios.

Emily asiente, pero la veo tragar saliva, y me pregunto si se le habráhecho un nudo en la garganta, igual que a mí. Ha bajado la vista de nuevo,pero no creo que esté viendo nada de lo que tiene en el plato. No parpadeasiquiera.

 —¿Y él… te gusta? Emily deja el tenedor en el plato.

 —Bueno, es un hombre… agradable, supongo. Y muy rico; no mefaltará de nada.

Sus palabras suenan falsas, como si estuviese leyendo un guión.Me remuevo en la silla, que de repente me parece dura e incómoda.

 —Pero… ¿lo amas?  — No me faltará de nada — repite ella.Los ojos de Emily brillan un poco más que antes, pero es por las

lágrimas que afloran a sus ojos, y cuando coge de nuevo el tenedor la manole tiembla.

 —Emily… conmigo puedes sincerarte; somos amigas.  En el mismo instante en que esas palabras cruzan mis labios me

encuentro deseando no haberlas pronunciados. Emily es tan buena… y aquí

Page 56: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 56/156

PRADA Y PREJUICIO

estoy yo, mintiéndo9le una y otra vez, traicionando su confianza alhacerme pasar por una amiga.

Sin embargo, aun que sé que la verdadera Rebecca y ella sonamigas, creo que entre nosotras está surgiendo también una amistad. Hay

algo en Emily que me hace confiar en ella, aun cuando yo no estoyhaciendo nada para ganarme su confianza.Es entonces cuando la presa revienta. Emily parpadea varias veces,

pero aún así se le escapan la lágrimas, y ruedan por sus mejillas, dejando asu paso una huella br8illante y salada.

 — ¿Cómo podría amarlo? Es insensible y grosero. Tiene treinta añosmás que yo y no acepta un no por respuesta  — me responde con voztrémula.

¡¿Treinta años mayor que ella?! ¡Es un vejestorio! Me quedomirándola boquiabierta, y Emily suelta el tenedor para tomar su servilleta ysecarse los ojos. La fachada risueña está llenándose de grietas pormementos y presiento que Emily está a punto de derrumbarse porcompleto.

 — ¿Y sabe tu padre cómo te sientes?Ella asiente.

 — Sí, incluso le he suplicado, pero ha sido en vano. Creo que se hacansado de escuchar mis ruegos, y que ése es el motivo por el que me haenviado a pasar dos semanas aquí, en Harksbury. Quiere que cuando vuelvaa casa se haya acatado su decisión.

Esto es horrible. No soy capaz siquiera de expresar con palabras loque siento porque me bullen muchos pensamientos en la cabeza. Todo estoes tan absurdo y tan estúpido.

1815 es un verdadero asco. Primero lo de la hija secreta de Alex, ¿yahora un matrimonio concertado? ¿Podría complicarse aún más lasituación? Esto es como Sensación de vivir, pero en Inglaterra y en laépoca de la Regencia: los mismos dramas, pero mucho menos glamour.

Emily se limpia la nariz e inspira. — Me alegré tanto cuando llegaste. Tú eres tan lista y tan

independiente, Rebecca; y cuando llegaste antes de tiempo supe que era unregalo del cielo. Eres me mejor amiga, tienes que ayudarme.

Genial, ahora sí me siento como una sanguijuela. Seguro que laverdadera Rebecca sabría qué decir en una situación como está. Seguro quesabría qué hacer y que se pondría inmediatamente en acción para liberar aEmily de este compromiso.

Lo sé sólo con ver la cara de Emily. Está mirándome tanesperanzada, como si estuviese convencida de que yo voy a arreglarlotodo… Está claro que no quiere tener nada que ver con ese Denworth, y no

sé cómo, pero tengo que sacarla de ésta, se lo debo.

Page 57: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 57/156

PRADA Y PREJUICIO

Es lo que la verdadera Rebecca haría si estuviese aquí. Unmomento… ¿Y si es eso lo que se supone que debo hacer? ¿Y si mi misiónes romper el compromiso de Emily? Eso es, de pronto me he encontrado enel lugar de Rebecca para poder ayudar a Emily.

Sin consigo ayudarla tal vez se solucione todo. Y si no…. Bueno,entonces intentaré otra cosa. Después de todo tiene que haber alguna razónpara que una chica del siglo XXI esté atrapada en 1815, ¿no? Estoy aquí para enseñar a esta gente que hay cosas que están mal, y para enderezarentuertos como éste.

 — No te preocupes, Emily; te ayudaré. Juntas encontraremos elmodo de romper tu compromiso.

No sé cómo voy ayudarle, pero sí sé que debo hacerlo. Sólo tengoque idear un plan, y rápido.

Page 58: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 58/156

PRADA Y PREJUICIO

13

Estoy en el cielo. Bueno, lo más cerca que se puede estar del cieloen 1815. Después de observar a no menos de ocho sirvientes traer cubos y

cubos a mi habitación, ahora tengo una bañera llena de maravillosa aguacaliente. Y no pienso salir de ella hasta que se enfríe y parezca una pasa.

Creo que le han echado al agua un aceite perfumado, y si antes nocreía en la aromaterapia. Ahora sí que creo. En la últimas cuarenta y ochohoras, éste es el primer memento en que me siento relajada.

Como al final no pude salir con Ángela, Mindy y Summer, estanoche pienso resarcirme en ese baile en Pommeroy, aunque sea al estilo dela Regencia. Me pondré de punta en blanco, ligaré y me lo pasaré engrande.

Cuando el agua se enfría, salgo de la bañera y me pongo uncamisón de algodón que me ha dejado la doncella. Emily me ha insistido enque nos arreglemos juntas en su cuarto, y creo que será mejor, porque voy anecesitar ayuda; no tengo ni idea de cómo hay que ir vestida a una cosa así.

Nunca me habían invitado a una fiesta, y probablemente esta nocheserá la primera vez que me saquen s bailar. Qué locura: he tenido que viajardoscientos años al pasado para ir a un condenado baile. En fin, da igual.Voy a aprovechar esta ocasión al máximo y bailaré toda la noche, aunquetenga que ir vestida con ropa rara y no toquen música que yo conozca.

Agarro un cordón que cuelga de un agujero en la pared. Se suponeque conecta con una campanilla en algún sitio y que tengo que tirar de élpara que Eliza sepa que la necesito. Tiro de él y no se oye nada, perosupongo que la campanilla debe estar sonando en algún rincón de laenorme mansión.

En cualquier caso parece que funciona, porque unos minutosdespués aparece Eliza, que se pone inmediatamente a arreglarme el cabellohúmedo, peinándolo y separándolo en mechones que enrolla y sujeta conpequeñas tiras de tela. Se supone que esa hará que se rice. Cuando acabatengo un aspecto de lo más retro, como si hubiera salido de los añoscincuenta.

 — ¿No librabas hoy? — le pregunto. — Sí, señorita, he tenido toda la tarde libre.Frunzo las cejas.

- Bueno, pues creo que mañana también deberías tomarte el díalibre, y si alguien tiene algún problema con eso, dile que loableconmigo.

Ella parece confundida, como si pensara que eso es una trampa. — Te mereces tener un día entero libre, no te preocupes. — Sí, señorita — me dice, y de repente se la ve, muy feliz. — Y no vayas a levantarte temprano — le digo.

Page 59: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 59/156

PRADA Y PREJUICIO

Ella sonríe y me hace una reverencia. — No, señorita. — Estupendo. Bueno, pues creo que ya puedes irte. Voy acabar de

arreglarme con Emily, en sus aposentos.

Tan pronto como se marcha yo me dispongo a salir también, perocuando llego a la puerta me detengo. Parece un poco… surrealista salir asíal pasillo, en camisón. Además no he vuelto a ver a mi sujetador desde quellegué, y no puedo pasearme por ahí sin el corsé.

Le echo una mirada al cordón de la pared, preguntándome sidebería llamar a Eliza de nuevo y pedirle algo para ponerme encima…además de preguntarle cómo llegar al dormitorio de Emily. ¿Por qué nopensé en nada de esto antes de decirle que podía irse?

Sin embargo, me sabe mal darle la lata. No estoy acostumbrada atener a alguien a mi servicio. Se me hace raro. En fin, parece que la únicasolución es coger una de las mantas de mi cama. Aunque me siento tonta,me envuelvo en ella, como si fuera un rollito de primavera. ¿Qué le voy ahacer si soy recatada?

Abro un poco la puerta para asomar la cabeza y mira a ambos lados.No hay nadie. Estoy casi segura de que Emily me dijo que su habitaciónestaba en el ala opuesta, y que si voy por las escaleras traseras podré llegarsin tener que pasar por delante del vestíbulo.

Dicho así parece muy fácil, pero la mansión Harksbury es másgrande que mi instituto, y cuando llevo un rato caminando tengo laimpresión de haber pasado tres veces por delante de los mismos retratostétricos. Parece como si los ojos de los cuadros me siguieran, igual que enScooby — Doo.

Hay un momento en el que pienso que me he equivocado y hetomado las escaleras de servicio, porque las escaleras donde estoy ahorason muy estrechas y sólo están iluminadas por un ventanuco. Es imposibleque Alex o su madre vengan por aquí para dirigirse a sus dormitorios. Dehecho, probablemente Alex ni siquiera podría pasar por aquí con lo alto quees.

En fin, el lado bueno es que así no hay posibilidad de toparme conellos, porque me siento tonta deambulando por la mansión medio desnuday envuelta en una manta.

Es al llegar a unos ventanales emplomados cuando me doy cuentade que ya he llegado al ala opuesta, porque la vista es distinta de la que seve desde mi dormitorio. Gracias a Dios. Habría sido horrible si hubieratenido que seguir paseándome así por la casa; podría haberme chocadocon… ¡Alex! 

Sólo con verlo siento que me hierve la sangre. Se queda ahí 

plantado, mirándome boquiabierto y con los ojos como platos. ¿Es miimaginación, e está sonrojándose? ¿Qué pasa, es que no ha visto nunca a

Page 60: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 60/156

PRADA Y PREJUICIO

una chica envuelta en una manta? O va resultar ahora que estoy de lo mássexy con estos “lacitos” en el pelo. En nuestra época sólo una ancianallevaría algo así. Conclusión: no sólo parezco un rollito de primavera, sinoque seguro que también parece que he salido de un geriátrico. Genial.

  —Esto… estaba buscando la habitación de Emily — le digo,sujetando bien la manta y rogando que no se me vea nada.Él no responde, sino que me hace un gesto para que lo acompañe,

así que lo sigo con la manta arrastrando detrás de mí. Hay varias cosas delas que querría hablarle en este momento, como la inhumana jornadalaboral de Eliza, o las cartas de esa pobre mujer, pero no puedo manteneruna conversación seria de esta guisa, así que me las callo.

Cuando llegamos a la habitación de Emily la puerta está abierta, yél se hace a un lado para dejarme pasar. Sin embargo, se queda tan cercaque cuando cruzo el umbral me rozo con él.

 — Gracias — le digo a regañadientes.Aunque con retraso, me acuerdo de hacer una reverencia, pero no sé

si él se da cuenta siquiera, porque cuando la hago la manta se abomba.Humillada, cierro la puerta y me apoyo contra ella.

Bueno, seguro que Alex se ha quedado mirando la puerta, pasmadode que le haya dado con ella en las narices. Seguro que no le pasa todos losdías. Eso casi me hace sentirme mejor.

 — Oh Dios mío. Soy un desastre con patas — le digo a Emily.Ella, que está sentada en una banqueta y enfundada en una preciosa

 bata amarilla, se gira para mirarme. Una bata… ¿por qué no me han dadouna a mí también?

 — Qué ha ocurrido? — me pregunta.Emily también tiene la cabeza llena de lacitos, pero a ella le quedan

monos y le dan un toque simpático. Además, los lacitos blancos contrastancon su cabello castaño y hasta parece algo que podría marcar tendencia. Nosé por qué, pero dudo que esté adorable como ella.

Voy hasta su cama y me dejo caer en ella con un pesado suspiro.Iba por ahí andando de esta guisa y me he tropezado con Alex. Y

tengo suerte de que no me haya visto nadie más. Seguro que Lady Victoriase habría divertido de lo lindo.

A Emily se le escapa la risita. — La verdad es que un poco ridícula sí que estás. — Vaya, gracias — contesto yo, antes de girarme sobre el costado — .

No puedo creer que me haya visto así.Emily toma un sorbo de un vasito que tiene sobre el tocador, y se

vuelve para mirarme a los ojos. — Creía que mi primo no te interesaba.

Hago una mueca de asco.

Page 61: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 61/156

PRADA Y PREJUICIO

 — Y no me interesa. No se preocupa por nadie más que por sí mismo. En serio, Emily. ¿No crees que podría mostrar un poco de interés yde compasión por los que rodean? Es la persona más egocéntrica que heconocido. Y además parece como si pensara que debo medir mis palabras

en todo momento y ser una niña buena y dócil, o algo así. Te lo juro.Emily sonríe divertida. — No hace falta que lo jures; te creo. —Vaya… ¿Y entonces por qué está sonriéndome así? Y lo más importante,

¿por qué no lo odia tanto como yo? Puede que no sepa lo de su hija secreta,pero sí sabe que le importa un bledo que no quiera casarse con Derworth,porque no está haciendo nada por evitarlo. ¿No debería estar resentida conél, por muy primos que sean?

 — Bueno, vamos a lo importante  — me dice Emily — : nuestroatuendo para el baile es esta noche.

Yo le devuelvo la sonrisa y destierro a Alex de mis pensamientos.Voy a pasármelo en grande.

Page 62: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 62/156

PRADA Y PREJUICIO

14

Emily se levanta y se dirige a una hilera de armarios. Sí, tiene másde uno. Abre las puertas, y veo que hay montones y montones de vestidos,

aunque no están colgados en perchas, sino perfectamente doblados ycolocados en baldas.

Cuantas más puertas abre, mayor es mi sonrisa. Esto es como ir decompras… o mejor, porque me fío más del criterio de Emily que del mío.

 — A mi padre le parecía que era importante que fuese a la últimapara captar el interés de Denworth y que accediese al compromiso  — meexplica — . Lógicamente no era lo que yo quería, pero la verdad es que fuedivertido ir a que me hicieran todos esos vestidos.

Por un momento pienso que se va a poner a llorar de nuevo, pero

parece que se le olvida cuando empieza a sacar vestidos. — Creo que deberíamos optar por la muselina  — me dice — . Ya séque sólo es un baile, pero deberíamos tener en cuenta lo que se llevaba la“temporada pasada”. Aunque tengo muchos otros vestidos que te sentaríanbien — Hace una pausa, y se da unos golpecitos en la barbilla con el dedo,pensativa — . O tal vez deberíamos prescindir de la muselina.

Me he perdido. No sé qué está intentando decir, pero sea lo que sea,parece que sabe de lo que habla; Emily es como una coleccionista de ropade marca de 1815.

 —¿La “temporada” pasada? — repito yo.¿Se refiere a la colección de primavera, o algo así? No me imaginoque en este siglo tuvieran desfiles de moda.

 — Cielos. ¿Acaso has olvidado lo mucho que ansiabas que llegaratu primera “temporada”? ¿No me digas que en América no se hace? 

Imagino por la expresión de mi rostro se da cuenta de lo perdidaque estoy.

 — Me refiero a tu presentación en sociedad  — me aclara — . Debíahaber sido el año pasado, igual que la mía. Queríamos celebrarlas juntas,¿no te acuerdas? Hablábamos muy a menudo de ello en nuestras cartas.

 — ¡Ah! Sí, em, claro que me acuerdo. Es sólo que lo habíaolvidado; un lapsus temporal. Pero ahora lo recuerdo todo  — digo. Diosmío, ya me estoy haciendo un lío otra vez  —. Bueno y… ¿fue cómoesperabas que fuera?

Emily, que sigue sacando vestidos y amontonándolos sobre sushombros, se vuelve hacia mí cuando le pregunto eso y me mira. La ampliasonrisa en sus labios y el modo en que le brillan los ojos hace que su rostrose transforme. Vaya, se la ve tan… feliz. 

¿Cómo puede alguien obligar a una chica como ésta a casarse conun vejestorio repugnante? Tengo que encontrar el modo de ayudarla a salirde esto.

Page 63: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 63/156

PRADA Y PREJUICIO

 —Fue increíble. Las fiestas, los bailes, conocer gente… No queríaque acabase nunca — me confiesa.

Y entonces suelta los vestidos y se pone a girar por la habitación,bailando al son de una melodía imaginaria. Tiene un aspecto tan etéreo.

Decir que es adorable es decir poco.No me atrevo a preguntarle por qué acabó, porque temo que saldráalgo que ver con Denworth. O puede que acabase simplemente porque esode la “temporada” sea una temporada literalmente: es decir, que duré sóloun tiempo determinado.

 — ¿Recuerdas cómo solíamos fantasear sobre Almacks?  — mepregunta, dejando de girar para mirarme. Creo que la expresión de mirostro me delata una vez más, porque Emily añade, a modo deexplicación — : Ese club social tan exclusivo de Londres, donde sólopermiten la entrada a la gente más selecta.

 — Oh, claro, ¿cómo podría olvidarlo?Emily sonríe y se acerca a la cama para dejarse caer junto a mí.

Estamos tan cerca que los lacitos que llevamos en la cabeza casi se tocan.Supongo que esto debería resultar raro, o que debería sentirme incómoda,pero con Emily me siento muy a gusto, como si de verdad fuera mi amiga.Hace años que no tengo amigas de verdad, desde que Katie se fue.

 — Bien. Pues resultó que no tenía tanto glamour como habíaimaginado, porque. Las salas estaban prácticamente desnudas, y losaperitivos que servían dejaban mucho que desear. Claro que todo eso no meimportó demasiado, porque tuve la ocasión de bailar un vals con el Condede Grant, lo cual supuso un escándalo.

Me encuentro sonriendo mientras la oigo hablar, y se me contagia suentusiasmo. No alcanzo a imaginar cómo un vals pudo causar un escándalo,pero me gusta; suena a acto de rebeldía.

 — Claro que las benefactoras* que habían organizado aquel eventoeran un puñado de esnobs, y si no vuelvo a verlas nunca tanto mejor.

Sigo sin tener idea de que está hablando, ¿A qué se refiere con esode “benefactoras”? Emily es capaz de pasarse toda la noche hablando de

esto, y es importante que tracemos un plan, Así que me aclaro la gargantapara recordárselo.

*  Algunas damas de la aristocracia ejercían una especie de tutela

sobre las jóvenes, aconsejándolas, buscándoles un buen partido,

invitándolas a fiestas y eventos para que cedieran a conocer en sociedad… Recibían el nombre de “benefactoras” (N. de la traductora). 

  —Bueno, y… respecto a tu compromiso… — no sé cómo decirlo,pero hay que abordar el asunto —. ¿Tienes alguna… idea? 

Ella se incorpora para mirarme. — ¿Alguna idea? — repite con una ceja enarcada.

Page 64: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 64/156

PRADA Y PREJUICIO

 — Sí, sobre cómo romper vuestro compromiso.El rostro de Emily se ensombrece.

 — No, me temo que… bueno, la verdad es que no creo que sea posible. Por eso tenía todas mis esperanzas puestas en ti y… — se queda

callada y muy seria. — Está bien, no te preocupe  — me apresuro a decirle — . Tengo unmontón de ideas. Sólo quería saber si a ti también se te había ocurrido algo

 para que pudiéramos… ya sabes, unir nuestras fuerzas. Me siento fatal por mentirle de nuevo. ¿Cuántas mentiras van ya?

He perdido la cuenta. Y encima Emily me sonríe, lo cual hace que mesienta aún peor. No debería confiar en mí.

 — ¿De verdad? ¿Y qué se te ha ocurrido?  —Bueno, es que… todavía no puedo decírtelo. Tal vez podamos

hablar de ello mañana, o pasado.Mentira, todo mentira.

 —Estupendo. Entonces vamos a… Emily se calla cuando llaman a la puerta. Gracias a Dios. 

 — Adelante — responde.Entra una sirvienta seguida de mi doncella, Eliza. — Hemos venido a ayudarlas a vestirse, señorita — dice la sirvienta.Imagino que será la doncella que tiene asignada Emily.Emily le pide que nos ayuden a ponernos la “ropa interior”, y añade

que luego nos probaremos varios vestidos para ver cuál nos gusta más.Las doncellas nos colocan a ambas el corsé y nos lo ajustan. No

puedo creer que vaya a llevar otra vez este chisme estúpido. ¿Cómo voy abailar si apenas puedo respirar? Por no mencionar que he descubierto quelas varillas que llevan están hechas con las barbas de las ballenas, quierodecir, lo cual es bastante asqueroso. Y triste. Para las ballenas, quiero decir.

Cuando el corsé está ya lo bastante apretado (traducción: cuando yano queda aire en los pulmones), las dos doncellas murmuraban algo sobreuna combinación, que creo que es la especie de camisón que va sobre elcorsé. Es más suave de lo que esperaba, lo cual es un alivio. A estas alturas

valoro cualquier cosa que no sea una tortura. Y entonces por fin pasamos ala elección del vestido. Los hay de tantos colores… azules, verdes, rojos,… incluso blancos. 

Algunos son de algodón, otros de suave satén… Esto es el paraíso.Estoy descalza, pero gracias a la alfombra de estilo oriental que cubre elsuelo no tengo frío en los pies. Y lo curioso es que creo que son alfombrasorientales de verdad, y parecen tejidas a mano. Son tan bonitas ycoloridas… Ahora empiezo a comprender por qué se pusieron de moda. Noson alfombras baratas y horteras que venden en, los hipermercados por

cincuenta dólares, sino elaboradas, elegantes y muy hermosas.

Page 65: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 65/156

PRADA Y PREJUICIO

Emily se gira hacia mí con un vestido azul oscuro en las manos y leextiende los brazos para imaginarme con él, pero arruga la nariz y lo dejaa un lado. Por un instante pienso que va a darme una amarillo con mangasblancas, pero también lo descarta. Sin embargo, su rostro se ilumina

cuando toma nota uno de los vestidos blancos. — Oh, no. El blanco no está hecho para mí   — le digo yo,contrayendo el rostro — , Acabaré derramándome algo encima.

 — Pero con tu cabello rubio y tu piel clara té dará un aspectoangelical — replica ella.

¿Angelical? Ésa es una palabra que nadie ha utilizado jamás paradescribirme. Dudo que los ángeles sean tan patosos como yo. Pero en fin,me lo probaré.

La doncella me lo mete por la cabeza y la verdad es que me gustacómo me queda. Las manguitas son monas, aunque sean abullonadas. Bajoel busto lleva una cinta ancha de un tono grisáceo que Eliza me anuda a laespalda con un lazo. Los extremos son tan largos que casi tocan el bajo dela falda, igual que una cola nupcial. Luego me tiende un par de guantesblancos largos, de esos que te quedan por el codo, y no necesito mirarme enun espejo para saber que es el vestido perfecto. Y a juzgar por la sonrisa deEmily, parece que opina igual.

Vuelve al armario para intentar decidir qué se va poner ella, yfinalmente se decanta por un vestido muy bonito color menta, con unescote bastante pronunciado y adornado con cuentas brillantes. Parece queestá noche quiere mostrarse un poco atrevida.

Las doncellas nos quitan los lacitos del pelo y comienzan el largoproceso de peinarnos. Los peinados de fiestas que hacen en esta épocapodrían rivalizar con los de los salones de belleza más caros de nuestrosiglo: son una maravilla, en serio, sobre todo teniendo en cuenta que notienen laca.

 — Bueno, ¿alguna cosa que deba saber con respecto al baile?  — lepregunto a Emily — . Lo digo porque aquí hacéis todo de un modo muydistinto a como lo hacemos en América. ¿De qué clase de cosas debería

conversar ¿ necesito un cursillo rápido, una lista de lo quedebo y no debo hacer.

Casi grito cuando Eliza me tira del pelo con el cepillo. La doncellade Emily parece mucho más cuidadosa. ¿Por qué me ha tenido que tocar amí una que quiere dejarme calva? Sólo puede ver a Emily por el rabillo delojo, pero sé que está sonriendo. Da la impresión de que le gusta mucho estode socializar.

 — Pues en primer lugar, debes saber que cuando lleguemos, si uncaballero te pide un baile, debes aceptar a menos que quieras pasarte toda

la noche sentada.

Page 66: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 66/156

PRADA Y PREJUICIO

 — ¿Aunque sea un baboso? — Emily se queda callada, pero ni puedogirar la cabeza para ver su expresión —, quiero decir… ¿aunque no quieras?

 — Si rechazas al primer hombre que te pida un baile estarás dando aentender que no tienes intención de bailar en absoluto y que no quieres que

ningún otro caballero te lo pida. — Ah. Ya entiendo.En fin, nunca me han sacado a bailar, así que dudo que vaya a ser un

problema. — ¿Alguna cosa más?Está empezando a dolerme el trasero de estar sentada en esta

banqueta tan incómoda, pero no me atrevo a moverme por temor a arrugarel vestido.

 — Tampoco es de buena educación hablar de la guerra, ni depolítica, ni de dinero. Lo mejor es hablar de los últimos chismes.

¿Lo mejor es hablar de cotilleos? Eso sí que tiene gracia. No memolesto siquiera a decirle que no estoy al tanto de los cotilleos delmomento.

 — Cuando lleguemos te indicaré quién es Lady Pommeroy. Puedeque abra algún baile, así que tendrás que seguirla… o a quien quiera quesea la pareja que abra uno de los bailes a lo largo de la noche. A LadyPommeroy le gusta sobre todo la contradanza, pero a veces también haceque intercalen alguna danza escocesa para complacer a sus invitados.

Yo asiento a todo lo que dice aunque sólo entiendo la mitad. ¿Per aquién pretendo engañar?, no entiendo nada de lo que me está contando.

 — Creo que ya estamos listas  — dice, aunque yo no me sientopreparada en absoluto.

Eliza me acerca un espejo de mano para que me mire, y al ver mireflejo me quedo boquiabierta. Estoy… preciosa. 

Me ha hecho un recogido muy elaborado con unas horquillas de perlitas, y sobre los hombros me caen unos cuantos rizos. Estoy… Vaya… 

Cuando me levanto dejo caer un peine, y aunque intento recogerlo,me es imposible. Con el corsé puedo inclinarme un poco, pero no

agacharme. Eliza me hace una inclinación de cabeza y lo recoge, como siestuviera acostumbrada.

Miro a Emily y sonrío. Esta noche va a ser diferente, esta noche novoy a ser la Callie de siempre. Voy a ir a un baile, aunque sea con corsé, unvestido, guantes… y con mis zapatos de Prada que. A pesar de estar unpoco estropeados, relucen con esmero con que los han limpiado. Puedohacer esto; esta noche soy Rebecca, una chica inteligente, extrovertida yencantadora. ¿A quién no le gusta una persona de otro país con historiasque contar? Esta noche, ésa voy a ser yo.

Page 67: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 67/156

PRADA Y PREJUICIO

15

Alex está sentado en una banqueta en una sala pequeña cerca delvestíbulo, que tiene las puertas abiertas de par en par. Nos no ve llegar,

absorto como está, mirando las brasas que arden todavía en la chimenea,con las manos entrelazadas sobre el regazo.

Yo me detengo en el umbral, aprovechando la ocasión paraobservarle sé que Emily me picará luego con eso.se de verdad piensa queme gusta es que está loca. Sólo estoy mirando, eso es todo. Alex pierdetodo su atractivo cuando abre la boca, y cuanto más lo conozco, más lodesprecio. No le importa nadie: ni Emily, ni su propia hija, ni los sirvientes.

Hoy ha cambiado las botas de montar por unos zapatos de vestir ycalcetines largos, y lleva una especie de pantalones pirata ceñidos, de color

azul oscuro, y una chaqueta a juego. Debería resultar bastante patético, porque… en fin, semejante combinación… Pero la verdad es que le sientarealmente bien. No puedo ver el frontal de la chaqueta, pero se ajusta a sufigura como si fuera una segunda piel, igual que los pantalones . Es unalástima que sea un imbécil, porque no están nada mal.

Cuando se da cuenta de que no está solo, se pone de pie y se vuelvehacia nosotras. Se ha puesto uno de eso pañuelos blancos en el cuello, ydebajo de la chaqueta lleva un chaleco de cachemira estampado en azul yplata, con unos botones que brillan tanto como sus zapatos. Pero lo que más

me atrae es su rostro: la mandíbula recia, esos ojos tan intensos… se dirigehacia donde estamos con paso firme, y antes de que pueda inspirar paracalmarme, se planta delante de nosotras.

 — Buenas noches — nos saluda con una leve inclinación.Emily y yo respondemos con una reverencia.

 — Buenas noche — dice ella. — Buenas noche — repito yo, aunque resulte redundante. — ¿Listas para macharnos? El landó espera.Ha recalcado “espera”, como si Emily y yo hubiéramos tardado

mucho en arreglarnos, pero Emily se limita a asentir, y yo hago lo mismo.Ya me he acostumbrado a que, para referirse a un carruaje, no lo

llamen simplemente “el carruaje”, tienen nombres distintos según el tipo decarruaje que sea. Seguro que en esta época la riqueza de uno se mide por elnúmero de carruajes que tenga. Emily me comentó en un momento dadoque, por su afición al juego, el Conde de Porth no podía “permitirse” uncarruaje, y lo dijo como si fuera algo vergonzoso.

Supongo que Alex, que tiene como unos ochos carruajes, debe sermuy rico. También me he dado cuenta de que el número de sirvientes quehabía calculado en un principio se queda muy, muy por debajo de larealidad: son por lo menos cuarenta, o quizá incluso cincuenta. Mepregunto si al menos uno de ellos libra el fin de semana.

Page 68: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 68/156

PRADA Y PREJUICIO

Mientras nos dirigimos a la puerta principal, Emily hace todo loposible por avergonzarme.

 — Le he prestado a Rebecca el vestido que lleva  — le dice a Alex — .¿Verdad que le sienta muy bien?

¿Por qué ha tenido que decir eso? No comprendo cómo no le odia.Además es evidente que no le importamos nada.Alex sigue igual de inexpresivo que el día que lo conocí, pero

cuando gira la cabeza para mirarme, es como si sus penetrantes ojos verdesme atravesaran.

Aunque noto que me arden las mejillas y sé que debo estar rojacomo un tomate (adiós a mi piel “clara”…), le sostengo la mirada, y estoyconvencida de que no va a decir nada, pero entonces, habla.

 — Sí. Está encantadora — responde.Y, os lo juro, por el tono de su voz hasta parece que lo hubiera dicho

en serio.Emily asiente.

 — ¿Nos vamos?Justo cuando cruzamos el enorme portón de entrada se acerca un

carruaje, entre el ruido de los cascos de los caballos golpeando elempedrado. Parece que este carruaje es descapotable, porque los asientosestán al descubierto y en la parte trasera hay una tela negra plegada quedebe ser la capota. En las puertas hay un escudo pintado y todo el carruajeestá adornado con embellecedores de plata.

Los caballos que tiran de él relucen como el oro y en el pescante vanmontados dos hombres, vestidos con el uniforme negro que llevan lossirvientes de Harksbury. Uno de ellos se baja de un salto antes incluso deque el carruaje se haya detenido, y saca un escalón plegable de la parteinferior del vehículo. El otro se queda sentado en el pescante, sujetando lasriendas, y uno de los caballos se mueve inquieto, haciendo que tintineen losarreos. Es todo tan elaborado y lujoso… 

Alex me acompaña hasta el carruaje, y no puedo evitar sentirmenerviosa de tenerlo tan cerca de mí. Cuando se queda a un lado, y me

ofrece su brazo para que me apoye en él al subir, me fijo en el puño de lachaqueta y en el reluciente botón dorado que lo adorna. Sí, esta chaquetadebe costar más incluso que mis zapatos de Prada.

Hay tal arrogancia en la postura de Alex y en su mirada, que por uninstante acaricio la idea de rechazar su ayuda y subir por mí misma, pero noquiero enfadarlo, así que pongo mi mano sobre la suya, y trato de ignorar elcosquilleo que me sube por el brazo.

¿Por qué está siendo amable conmigo? ¿Está haciendo esto porquees cortés, o porque es lo que se espera de alguien de su… rango? 

Emily sube después de mí y se sienta a mi lado, mientras Alex tomaasiento frente nosotras y nos ponemos de camino.

Page 69: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 69/156

PRADA Y PREJUICIO

De pronto es como si el aire se hubiera vuelto denso y pegajoso. No puedo ignorarle cuando lo tengo enfrente, pero… ¿por qué querría entablar conversación con alguien como él?

Aunque vamos con la capota bajada y corre una ligera brisa, Emily y

yo no tenemos frío porque las dos llevamos sobre el vestido una capa deterciopelo forrada de piel. La mía es de rosa muy bonito, del mismo colorque la cinta que mi vestido tiene bajo el pecho.

Intento pensar en algo ocurrente que decir, algún comentariointeligente, pero no me viene nada a la cabeza, y cuando cruzamos la granverja de hierro de Harksbury y dejamos atrás la mansión, ninguno denosotros ha pronunciado aún una palabra.

Es Emily quien rompe el silencio. — ¿Nos os parece que hoy el cielo estaba de un azul precioso?Yo sonrío y asiento.

 — Sí, es verdad. — ¿Por qué será el cielo es azul? — se pregunta Emily en voz alta — .

¿Por qué no verde, o rojo?Yo me encojo de hombros y alzo la vista al cielo con ella. El sol casi

se ha puesto, y el azul pálido está tornándose ya en uno más oscuroaterciopelado.

 — Tiene que ver con las ondas luminosas — le explico — . El azul seexpande de un modo distinto al rojo.

Emily me mira perpleja. — A veces dices unas cosas muy raras, Rebecca.Yo sonrío, algo azorada. Me parece que no debería volver a mostrar

mi lado “friki” a menos que me vea obligada hacerlo. Seguro que hay uncapítulo dedicado a eso en el Manual para advenedizos de la Inglaterra de

la Regencia.

 — ¿Qué ha querido decir usted con eso?La profunda voz de Alex me sobre salta, y aparto la vista de las

estrellas para mirarlo. — ¿Perdón?

 — Eso de las ondas luminosas; ¿qué ha querido decir?Ah, eso.

 —Bueno, pues… la luz nos llega del sol a través de ondas; ondas decolor. Y se reflejan en distintos elementos que hay en la atmósfera y… Esigual, no importa.

Resulta bastante estúpido intentar explicarle algo tan complicado.Alex se queda mirándome fijamente antes de alzar la vista hacia el

cielo. — ¿Y quién ha dicho una cosa semejante?

Yo resoplo ofendida. — Gente mucho más lista que usted.

Page 70: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 70/156

PRADA Y PREJUICIO

 — Soy más listo de lo que cree — me espeta él, apartando la vista. — Y yo no soy tan ignorante como usted piensa — le replico.Alex gira la cabeza con tanta brusquedad que no sé cómo no le da

un tirón en el cuello. Aprieta la mandíbula, pero no dice nada. Le desafío

con la mirada a que me contradiga y espero, pero él se limita a mirar denuevo hacia otro lado, y es Emily quien disipa la tensión del momento. — Me pregunto si Denworth estará en el baile — dice.Sus palabras apenas han sonado como un murmullo, pero no me

pasa desapercibido el hilo de esperanza que pende de ellas, la esperanza deque su fututo marido esté a miles y miles de kilómetros.

 — ¿Vive cerca de aquí? — le pregunto. — A una hora de camino de Harksbury  — me responde — . Espero

que no venga.Alex deja de mirar el paisaje para volver la cabeza hacia Emily.

 — Harías bien en aceptar vuestro compromiso — le dice en tono dereproche.

¿Quién se cree que es?, ¿el padre de Emily? Sólo son primos, y esono le otorga ninguna autoridad sobre ella.

 — Sí, su Gracia — responde Emily dócilmente. — ¿Por qué tendría que aceptarlo?  — le espeto yo sin poder

contenerme.Alex me mira.

 — Porque es su deber acatar lo que su padre disponga. — Y después de eso imagino que tendrá que acatar también lo que

disponga su marido, ¿no es así? — Naturalmente. — ¿Y cuándo podrá hacer lo que considere que es mejor para ella?Por un momento Alex parece quedarse sin palabras. Parpadea un par

de veces, pero continúa callado. Bueno, pues si él no tiene nada que decir,yo sí. Tiene gracia: soy incapaz de defenderme delante de tres chicas de miclase sólo porque son guapas, pero cuando se trata de Emily parezco unaleona dispuesta a matar por sus cachorros. ¿O será Alex quien hace que

saque esta parte de mí? — Emily se merece tener los mismos derechos que usted — le digo — 

. Debería poder escoger por sí mismos.Él, más arrogante a cada minuto que pasa, se cruza de brazos.

 — ¿cree usted que una mujer debería tener los mismos derechos queun hombre? ¿Es así como funcionan las cosas en América?

 — ¡Sí así es! ¡Y si le importaran lo más mínimo las personas queson sangre de su sangre, haría algo al respecto!

Cuando pronuncio esas palabras ya no sé si estoy hablando de Emily

o de la hija de Alex. Él se me queda mirando, furibundo. Eso me frena enseco y mi ira se disipa cuando me doy cuenta de que he sido muy atrevida.

Page 71: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 71/156

PRADA Y PREJUICIO

El modo en que está mirándome hace que me entre el pánico. ¿Sabrá quehe visto esas cartas?

 — Todo el mundo tiene un lugar en la sociedad. Y usted haría bienen aceptar cuál es el suyo — me espeta.

Y entonces, como para darme a entender que la conversación haterminado, vuelve a girar la cabeza una vez más para mirar el bosque queestamos cruzando. Ésta va a ser una noche muy larga.

Page 72: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 72/156

PRADA Y PREJUICIO

16

El carruaje se detiene frente a la escalinata de una mansión casi tangrande como Haksbury. No tiene la misma elegancia, ni sus ventanales

abalconados, pero también está hecha de piedra, y aunque Haksbury lasupere, es mucho mayor que las mansiones que tenemos en EstadosUnidos.

El camino está flaqueado por cientos de faroles, y después denuestra llegada aparecen otros tres carruajes. No sé si resulta absurdo queme enorgullezca de que el nuestro sea el más lujoso. Además, los otros vantirados por uno o dos caballos mientras que del nuestro tiran cuatro. Esotiene que significar algo, digo yo.

Creo que estoy empezando a entender todo este afán elitista. Seguro

que un duque es el equivalente a una estrella de rugby. Y eso convierte aAlex en alguien rico, atractivo, e influyente. Y esta noche es como si fuerami pareja para el baile.

De acuerdo, no lo es, pero si eso fuera un baile del instituto, fingiríaque sí. Además, en mis fantasías no es tan estirado.

Debe haber al menos un centenar de caballos, y otras tantaspersonas. Las mujeres van a la última (según lo que se considera “a laúltima” en esta época, supongo): vestidos de corte imperio, estolas,

  brillantes colores, satén… Todos los hombres visten traje, y sus zapatos

relucen. Por los colores y estilos de su atuendo parecen salidos de unapelícula de Bollywood. Comparado con ellos cualquiera diría que Alexfuera a un funeral en vez de a una fiesta.

De hecho, la postura mínimamente relajada que tenía cuandoveníamos de camino aquí se ha desvanecido de repente. Está rígido comouna vara y mira a los demás por encima del hombro. Creo que esimportante que pueda ponerse más tenso de lo que ya está.

Emily se agarra a su brazo y doy por supuesto que yo debo tomar elotro, así que le paso la mano por debajo del codo con un suspiro. Su brazose tensa, y me pregunto si eso significa que para él supone un suplicioenorme el tener que subir la escalinata conmigo.

Bueno, ¿y qué más me da? Sigue siendo un imbécil, por mucho queesto de la caballerosidad le haga parecer… bueno, encantador. Sinembargo, en el instante en el que recuerdo las cartas el encanto se esfuma.Sé lo que es crecer sin un padre, y esa niña no se merece algo así. Y aquí está Alex, en una fiesta, en vez de estar al lado de la chica a la que dejóembarazada y de su hija. No hay nada de encantador en pasar de tusresponsabilidades.

Cuando entramos en la mansión hay una docena de sirvientes enfila, con pelucas empolvadas, recogiendo la chaqueta de los invitados. Yo

Page 73: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 73/156

PRADA Y PREJUICIO

observo a Emily, y la imito: me desato la capa y me giro para que uno delos sirvientes me la quite de los hombros.

Luego seguimos al reguero de gente por un amplio y largo pasillo,iluminado por cientos de velas, cuya luz titila a nuestro paso. El runrún de

las conversaciones es como un zumbido eléctrico, y de pronto siento unsubidón de adrenalina. Al final del pasillo hay una puerta de doble hojaabierta de par en par, y cuando cruzo el umbral la impresión es tal que dejocaer la mano del brazo de Alex. Un hombre y una mujer que hay s iizquierda entablan conversación con él, pero yo me he quedado de piedra.

Estoy en un salón de baile… Debe ser tan grande como el gimnasiode nuestro instituto, y el alto techo, un artesonado de cuadros, se sustentasobre columnas blancas. De las paredes cuelgan cortinas de un azul celeste,que están recogidas y sujetas con unos cordeles de borlas doradas, y en unrincón hay un estrado con una orquesta que toca música alegre que flota enel ambiente.

De todas partes cuelgan candeleros y candelabros de múltiplesbrazos, y cientos de llamas alumbran con su romántica luz a la multitud. Elsuelo de mármol reluce bajo los pies de al menos doscientas personas quebailan lo que parece una danza coreografiada

Están colocados en fila, y se entrecruzan, dan palmadas y hacengiros. Me quedo mirándolos anonadada, recordando lo que me dijo Emilysobre las contradanzas y las danzas escocesas, y de pronto me doy cuentade que se refería a esto. Es como un baile de música country. 

 —Yo… Estoy a punto de explicarle a Emily que no tengo ni idea de cómo

bailar esto, cuando se le acerca un chico joven. Es mono. Es un poco mayorque ella — le echo unos veinte años — . Pero es alto, atlético, de pelo rubio yalegres ojos azules. Al contrario que el atuendo de Alex el de este joven esmás colorido: una chaqueta de un azul brillante con rayas burdeos, y unpañuelo también burdeos en el cuello. Cuando sonríe le brillan los ojos,como si tuviera todo el mundo a sus pies y no pudiese ser más feliz. Me caebien nada más verle.

Emily le sonríe. — Señorita Thornton  —Hawke… qué placer volver a verla — la

saluda el joven, inclinándose ante ella.Emily también le hace una reverencia, agachándose tanto que sus

rodillas casi tocan el suelo y la falda de su vestido se extiende en torno aella como la corola de una flor.

 — El placer es mío  — le responde en un tono cantarín que apenasreconozco.

 — ¿Me reservará el próximo baile?

Ella asiente, y él le sonríe antes de perderse entre la muchedumbre.

Page 74: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 74/156

PRADA Y PREJUICIO

Por un instante me pregunto si Emily ha aceptado por lo que medijo, que no se debe rechazar al primero que te pida un baile, pero luego medoy cuenta de que es mucho más que eso, porque tan pronto como el jovense aleja, agarra mi mano y da un gritito.

 — ¡Ay, Rebecca!, ¡tenía la esperanza de que estuviera aquí y havenido!Yo enarco una ceja, y ella se explica:

 — Se llama Trent Rallsmouth. Nos conocimos en otro baile. Es hijode un rico comerciante, y objeto de mi máxima adoración.

Quiero decir algo, pero no me salen las palabras al ver cómo lebrillan los ojos de Emily. Un momento… ¡Trent! ¡Eso es! ¡Es la solución!Él es el hombre con el que Emily debería estar comprometida; no conDenworth.

Si no consigo liberarla de ese compromiso… No se trata sólo de quepueda quedar condenada a pasar el resto de su vida con Denworth; ellaquiere estar con Trent. Si fracaso nunca más volverá a sonreír así.

No pienso dejar que eso ocurra, se lo he prometido. Y es posible quesi soluciono esto pueda volver al siglo XXI.

 — Bueno, ¿y qué pasa con él? — le pregunto.Emily me mira sin comprender.

  —Lo que estoy preguntándote es… si Trent y tú… bueno. Si élsiente lo mismo que tú.

 — No estoy segura. Creo que sí  — Emily aparta la mirada y se quedacallada un buen rato antes de dejar escapar un suspiro — . Según mi padreeso no cuenta porque ya estoy comprometida con otro hombre que esmás… adecuado para mí. Me dijo que Trent está por debajo de mí y que nodejará que me case con ningún hombre que sea menos que un caballero.

Trago saliva y me quedo mirando a la gente como si con ello fueraa encontrar las palabras adecuadas, pero no digo nada, sino quepermanezco en silencio. ¿Cómo voy arreglar esto?

Se suponía que esta noche iba a ser divertida y ahora todo se estácomplicando. De pronto me parece más real el compromiso de Emily, el

dolor que sentirá… Tengo que hacer algo.¡Y para colmo no conozco estas danzas! Tan pronto como terminen

la que están tocando y comience la siguiente, Emily saldrá a bailar conTrent y yo me quedaré aquí sola. Es la peor de mis pesadillas hecharealidad.

Parece que q1815 no se diferencia demasiado del siglo XXI, porqueesto es exactamente lo que pasaría si estuviese en nuestra época. Nosiquiera el hacerme pasar por Rebecca puede arreglarlo. ¿Por qué penséque las cosas serían distintas? El viajar a Europa, a miles de kilómetros, no

cambió mi destino, y parece que el viajar doscientos años al pasadotampoco ha hecho que cambie nada.

Page 75: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 75/156

PRADA Y PREJUICIO

17 

Me muerdo el labio mientras paso la vista por la multitud. Hayhombres y mujeres, y también chicos y chicas, aunque ninguno de ellos

debe tener menos de catorce años. A juzgar por sus ropas algunos son muyricos, y otros… no tanto. Sin embargo, no parecen preocuparles esasdiferencias de estatus, porque están todos bailando, sonriendo, riendo, y amí me gustaría tanto sentirme parte de esto… 

¿Por qué no puedo? ¿Por qué tiene que ser siempre así? Algo dentrode mí quiere salir, quiere empujar a un lado a la vieja Callie y ponerse abailar. Lo malo es que no sé cómo hacerlo. Seguro que si lo intento mepisaré el vestido, o me chocaré con la gente a bailar, o… La verdad es queme da demasiado miedo.

Me fijo en un corrillo de chicas que se ha formado a unos metros demí. Me pregunto a qué viene tanto revuelo, y me quedo patidifusa al verque es Alex a quien rodean, y cómo lo miran anhelantes mientras él trata deabrirse paso para escapar.

¿Estarán todas coladas por él, o algo así? Seguro que saben que esun imbécil, ni la clase de secretos que oculta. Si supieran lo que yo, semantendrían lejos de él

Una de ellas le tira de la manga y le dice algo que hace que él mire ala gente que está bailando. ¿le habrá pedido que baile con ella? Siguen

hablando un rato, y no puedo evitar quedarme observándolo: su perfil, eloscuro cabello, los ojos serios pero brillantes, los labios carnosos, el reciomentón, los anchos hombros… y ese ridículo pañuelo alrededor del cuello.

Al poco se aleja de la chica, von un andar presuntuoso que me hacereír para mis adentros. Parece un felino al acecho, o quizá más bien unpavo real. De hecho, la analogía del pavo real es bastante acertada sitenemos en cuenta lo orgulloso y engreído que es.

La canción que está tocando la orquesta termina en ese momento, ymientras algunos se retiran, otros se acercan para bailar. Emily me da sucopa, y antes de que pueda decirle nadase aleja corriendo en busca de su…¿novio? No creo que en este siglo las chicas tengan novio.

De pronto me invade una sensación de deja vu. ¿Por qué siempretiene que ser igual? Bueno, tampoco es que haya ido a tantos bailes pero sí que fui al de graduación cuando estaba en octavo. Y también al baile deapertura del curso con Katie, aunque sólo nos quedamos veinte minutos.Ella me había dicho que iba a ir un montón de gente sin pareja, pero al finalresultó que éramos las únicas y quedamos como un par de tontas. Nosfuimos a casa con unas películas que alquilamos e hicimos como si enrealidad ni siquiera hubiésemos querido ir.

Miro a mi alrededor, tremendamente consciente de cada movimientoque hago, y segura de que debo parecer una pardilla. Veo unas sillas al

Page 76: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 76/156

PRADA Y PREJUICIO

fondo, medio ocultas por las cortinas de terciopelo, y me dirijo hacia allí.Cuando ya estoy sentada, me echo hacia atrás; así al menos me siento algomás a cubierto. Con un poco de suerte quizá nadie se fije en mí.

Hago como que estoy ajustándome los guantes, finjo no estar

desesperada porque nadie me ha sacado a bailar, e inspiro profundamentepara calmarme.  Estoy en 1815, y soy Rebeca, una chica a la que todo el

mundo adora porque sabe tocar divertidos duetos y tiene un montón de

historias que contar sobre América.

Desde donde estoy tengo una buena panorámica de todo el salón.Quizá debería intentar fijarme en los bailes, por si alguien me saca. Hayuna mujer que parece ser quien lleva la voz cantante, y a quien siguen todoslos demás. Quizá sea la señora Pommeroy. Lady Pommeroy, quiero decir.En fin, qué más da. Observo el baile durante diez minutos, tratando dememorizar los pasos. La verdad es que es bastante repetitivo: un giro, unas

 palmitas, y luego unos pasos. Creo que puedo hacerlo… si alguien me sacaa bailar.

Los mismos pasos y gestos se repiten una y otra vez, y el baile duramás de quince minutos. Vislumbro a Emily entre el mar de caras. Estásonriendo, y Trent la mira como si no hubiera ninguna otra chica en elbaile. Es obvio que están enamorados, aunque de vez en cuando cae unagota de cerca de los candelabros, no apartan los ojos el uno del otro, sinoque siguen bailando y riendo. Seguro que si este lugar saliese ardiendo nise enterarían.

Emily es mi a miga, pero al verla tan feliz hace que sienta unapunzada de celos. Yo nunca he sabido lo que es que un chico te mire así.Katie se echó novio un mes después de mudarse, pero yo… aquí estoy, amis quince años, y no me ha besado nadie. ¿Por qué?, ¿qué pasa conmigo?¿Tan poco atractiva soy?

Vuelvo a ponerme en pie, con bastante poca gracilidad por el tiesocorsé, y casi me choco con una chica rubia que parece un par de añosmayor que yo.

 — Eh, yo… perdón. Lo siento.

Cuando me giro me encuentro con Alex, al que sigue un hombre joven, pero mayor que él. Genial, he ido a caer entre dos extraños y alguienque desearía que lo fuera también. Debería haberme quedado oculta entrelas cortinas.

 — Veo que ha conocido a Lady Everson — me dice Alex, señalandoa la rubia con un ademán — . Lady Everson, le presento a la señoritaRebecca Vaughn. Es nuestra invitada, va a pasar una temporada enHarksbury.

Yo frunzo el ceño.

 —¿Por qué ella es una “lady” y yo sólo una “señorita”? Alex abre la boca pero se queda callado. Le he pillado desprevenido.

Page 77: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 77/156

PRADA Y PREJUICIO

 — ¿Perdón? —¿Por qué no me ha llamado “lady” a mí también? 

La chica reprime una risita y se acerca, como si fuera haber unenfrentamiento verbal y quisiera verlo en primera fila. El tipo que está

detrás de Alex hace otro tanto. Ni que esto fuera un espectáculo…  — Porque no es usted una dama — me responde Alex.Yolo miro boquiabierta de indignación.

 — ¿Qué quiere decir con eso?Él enarca una ceja, como si le estuviera preguntando algo estúpido.

 — Una dama es un miembro de la nobleza, ya sea por matrimonio opor linaje, y usted no lo es ni por lo uno ni por lo otro.

Esta sí que es buena; sobre todo viniendo de alguien que tiene unahija ilegítima.

 — En el lugar del que provengo — le digo — una dama es una mujerporque se comporta como tal, porque actúa con dignidad y respecto; no sele da tratamiento de “lady” por un pedigrí ridículo. 

Él arques una ceja, pero no dice nada. ¡Qué cara más dura! ¡Decirque no soy una dama! ¡Presentarme a esta chica como si ella fuera másimportante que yo! ¿Cuándo dejará esa actitud elitista y se dará cuenta deque valgo tanto como cualquiera aunque sea plebeya?

El desconocido carraspea. — Disculpe, su Gracia — le dice a Alex con una reverencia.Alex responde con otra, aunque no tan marcada. Me pregunto si eso

querrá decir que este tipo tiene un rango inferior. Esa posibilidad me hacegracia, porque Alex parece mucho más joven que él.

 — Buenas noches, Lord Brimmon  — lo saluda en un tono tan frío ydistante como el que empleó anoche en la cena.

 — Una bonita noche para un baile, ¿verdad?  — le dice LordBrimmon, a quien le calculo unos veintitantos.

Tiene el cabello castaño rojizo, más corto que Alex  — y tambiénmás rebelde — , ojos castaños y un físico atlético. La verdad es que no estámal. Para ser un tío mayor, quiero decir.

 — Supongo que sí  — contesta Alex. Echándonos una mirada a lachica y a mí.

¿No creerá que voy a ponerme a tirarle de los pelos cuando no estámirando, no? Por favor… Es a él quien no puedo aguantar, no tengo nadacontra esa chica.

 — ¿Me haría el honor de presentarme a estas dos encantadorasdamas?

Una sonrisa vengativa asoma a mis labios. Este tipo acaba dellamarme “dama”. Al menos me concede el beneficio de la duda. 

Page 78: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 78/156

PRADA Y PREJUICIO

 — Naturalmente. Le presento a Lady Everson y la señorita RebeccaVaughn. Otra vez. ¿Cómo podría no irritarme ante sus continuosdesprecios?

 —Lady Everson, señorita Vaughn… es un placer. Me preguntaba si

le apetecería bailar.Yo, que estoy irguiéndome después de la reverencia de rigor, caigoen la cuenta de que es a mí quien se está dirigiendo. Por un segundo creoque hasta se me corta la respiración, porque siento como si todos losmúsculos de mi cuerpo se hubieran quedado agarrotados. Ni siquiera

  parpadeo. Este tipo quiere bailar conmigo en vez de con esa… LadyComo — Se — Llame. Es justo lo que había soñado, pero el miedo me hadejado paralizada. No estoy segura de poder hacer esto. Nadie me habíapedido bailar antes, jamás. La ansiedad y la alegría me invaden al mismotiempo.

 — ¿No preferiría bailar con Lady Everson?  — le pregunta Alex. Yantes de que pueda averiguar lo que pretende, empuja a la chica consuavidad y se interpone entre Lord Brimon y yo — . Al fin y al cabo tienenustedes el mismo rango.

Me deja tan anonadad, que par cuando recobro la movilidad LordBrimmon y Lady Everson ya se han ido, pero en el momento en que Alexse vuelve hacia mí, mi ira se desata.

 — ¡Es usted la persona más arrogante que he conocido en toda mivida! — le espeto.

Luego me giro sobre los talones y me alejo furiosa, pero no he dadomás que unos pasos cuando me agarran por el hombro para detenerme.

 — señorita Vaughn, es usted mi invitada, y como tal se espera quebailemos juntos.

Yo resoplo de incredulidad. —No, no es necesario. No necesito de su caridad. ¿Por qué no…? Alex no me deja terminar. Enlaza mi brazo con el suyo, y me lleva

hacia donde bailan los demás. La mitad de la gente está mirándonos; nopuedo soltarme y darle un pisotón. Pensarán que estoy loca. Además, si

quiero que algún chico agradable  — no como él — me pida bailar despuésno puedo rehusar. Si lo rechazo y lo que me ha dicho Emily es cierto,estaría dando a entender que no tengo intención de bailar en toda la noche.Maldita sea. No había imaginado que Alex sería el primero.

Nos colocamos en nuestros puestos en medio de la fila de parejas. Élse inclina, yo le hago una pequeña reverencia, y sigo los pasos que daadelante y atrás, poniéndome de puntillas cuando nos acercamos, einclinándome un poco cuando nos alejamos. Como no me sé los pasos voysiempre por detrás de él, pero no está yendo mal del todo.

Sin embargo, aún me hierve la sangre. Esto es el colmo: estábailando conmigo porque no le queda más remedio, pero parece que a su

Page 79: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 79/156

PRADA Y PREJUICIO

 juicio no soy lo bastante buena para él ni para ningún otro hombre con untítulo. Sabía que no me había equivocado al juzgarlo, no se merece ni elaire que respira. ¡Insultarme de esa manera!

Cuando levanta la mano me fijo en la pareja de al lado antes de

poner mi palma contra la suya y girar en círculo. Gracias a Dios quellevamos guantes, no quiero siquiera que roce mi piel.Cambiaremos de posición y giramos en el sentido contrario,

haciendo lo mismo, pero esta vez con la mano derecha. Esta danza pareceser sólo una ligera variación de la que he visto bailar a Emily, y en latercera repetición ya me he aprendido los pasos. La verdad es que mesiento un poco ridícula haciendo esto, porque después de inclinarnos, degirar y de cambiar de posición hay una parte en la que parece que estemos

 jugando las palmitas, y no hacía eso desde hace al menos diez años. Peroen fin, como se suele decir, allá donde fueres… 

Y ya que he tragado con lo del corsé y todo lo demás, ¿qué más da?Por cierto que es una suerte que no me hay tropezado ni una vez con elvestido. Es tan largo que roza el suelo.

Respecto a Alex… ¿De verdad piensa que no estoy a la altura deLord Bimmon? Puede que no tenga título como la mitad de la gente quehay aquí, pero tampoco estaba pidiéndome que me case con él, sólo queríaque bailáramos. Ni que un baile fuera a suponer una mancha en sureputación… 

Sin embargo, al cabo de diez minutos me he olvidado no sólo dequién soy, sino también de con quién estoy bailando, y empiezo a disfrutarde la fiesta. Alex y yo llegamos al final de la fila, y tenemos que regresar alotro extremo, donde nos cogemos del brazo y avanzamos como a saltitos.

De pronto me descubro sonriendo. Creo que, desde que llegué a estelugar absurdo, está es la primera vez en la que no me preocupa si volveré acasa, ni me angustia lo ridículo y surrealista que es todo esto. Es más, estoyrelajada y pasándolo bien, y no me estoy estresando por lo que la gentepueda pensar de mí. No recuerdo haberme sentido jamás así en mi mundo,en el mundo real, en el siglo XXI, y es una sensación agradable, de

libertad. Me gustaría que durase para siempre.Además, como no se puede conversar demasiado cuando se está

bailando esto, no me resulta difícil olvidarme de que estoy bailando conAlex. Lo único malo es que me cuesta respirar porque, aunque apenastengo pecho, el corsé me lo ha subido prácticamente a la barbilla.

Cuando Alex rompe el silencio. Parece algo vacilante. —No pretendía… insultarla… antes.  — Ya  — murmuro yo, en un tono que indica que no me lo trago. —  Lo digo en serio; no era mi intención… 

 —  ¿El qué?, ¿tratarme como si fuese una persona de segundacategoría?

Page 80: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 80/156

PRADA Y PREJUICIO

No quiero seguir con esta conversación, no quiero conversar con él.En ese momento giramos y nos apartamos, y Alex no tiene ocasión dereplicar, pero cuando rodeo a otra pareja y vuelvo junto a él, soy yo quienhabla:

 — Es igual, no conteste. No necesito una repuesta. Está… está bien.De verdad. Yo… estoy bien. Ya estoy haciéndome un lío. Además estoy segura de que se me nota

dolida, u ofendida, y no quiero dar esa impresión porque entonces sabráque sus palabras me han molestado. No quiero dar esa impresión cuando nome importa en absoluto lo que piense de mí.

 — Pero me considera un pretencioso  — dice él. Es una afirmación,no una pregunta.

Yo alzo la vista para ver si está enfadado, pero no, simplemente estámirándome, esperando una respuesta. Aunque la expresión de su rostro esneutral, ha fruncido ligeramente las cejas, como si estuviera preocupado, yeso hace que me resulte aún más difícil saber qué decir. ¿Debería sersincera?

 — Pues sí. Ni siquiera sé por qué podría querer bailar conmigo, conuna mujer de mi estatus — le espeto en un tono cargado de sarcasmo.

Sólo entonces me doy cuenta, cuando ya es demasiado tarde, de quehe vuelto a pasarme. Por mucho que lo odie no puedo mostrarme tangrosera, no cuando tendré que volver con él cuando acabe la fiesta, nocuando estoy viviendo en su casa.

 — ¿Sabe qué? Déjelo. Limitémonos a bailar, en silencio — añado.Unos momentos después la música cesa, y suelto su mano. Alex se

inclina y yo le hago una reverencia, pero no lo miro. Será guapo, pero esaún más ruin de lo que imaginaba.

Page 81: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 81/156

PRADA Y PREJUICIO

18

Al día siguiente Emily hace lo posible por enseñarme una de lascosas que se le dan mejor: el punto de cruz.

A mí en cambio se me da fatal. Sólo enhebrar la aguja me lleva diezminutos, y luego va el hilo y se sale.

A la vista de esto, seguro que sería una esposa horrible en este siglo;parece que para un ama de casa de la década de 1800 la costura es algoesencial. Emily al menos se lo toma muy en serio. Está sentada en una silla,bien erguida, y maneja la aguja con una destreza pasmosa.

Nos encontramos en un saloncito  — o sala de estar., o como quieraque llamen a esta habitación, porque si algo sobra aquí son habitaciones — del primer piso, en la ala oeste. Es como un mar azul: las cortinas son

azules, la alfombra también lo es, y sobre la elaborada chimenea hay uncuadro de un barco azotado por una tormenta. El que salte a la vista tantoazul choca un poco al entrar.

Estoy chupando el extremo del hilo, intentando que se quede tiesopara poder meterlo por el ojo de la aguja, cuando entra Alex.

Nos saluda con una inclinación, y su profunda voz inunda la sala,alterándola quietud de las primeras horas de la mañana.

 — Voy salir a dar un paseo a caballo por la finca, y he pensado quequizá querrían unirse a mí.

Yo abro la boca para responderle con un “no, gracias, antes preferiría arrancarme el cabello”, pero Emily se me adelanta.  — ¡Qué amable por su parte el! Nos encantaría.¿Eh? No entiendo cómo puede ser que Emily no odie a Alex. Es un

borde y no ha hecho nada por ayudarla a librarse de su compromiso. ¿Yahora está dispuesta a salir a montar con él? Una excusa, tengo que pensaruna excusa para no ir.

Alex va hasta la ventana y, de espaldas a nosotras como está, nopuedo evitar fijarme en cómo se le marca el trasero con esos pantalones demontar.

 — ¿Disfrutaron del baile? — nos pregunta.¿Está intentando entablar una conversación? Vaya, esto sí que es

una novedad. — Sí, muchísimo dice Emily — . Fue una velada maravillosa.Yo asiento con la cabeza.

 — Sí, supongo que sí.No pienso decir que lo pasé bien, no quiero que se lleve una idea

equivocada. Ni quiero que sepa que bailar con él fue la parte másemocionante de la noche para mí, y también la media hora más larga detoda mi vida.

Page 82: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 82/156

PRADA Y PREJUICIO

Alex se queda mirándome en silencio un buen rato, y por unmomento temo que saque a relucir la discusión sobre el uso de los términos“lady” y “señorita”, pero no lo hace, y tampoco menciona nuestro baile. 

 — Yo también disfruté de la velada — dice.

¿Qué ha querido decir con eso? Yo fui la única chica con la quebailó. En toda la noche. ¿Acaso estará intentando decirme algo? Ja. Seguro.Probablemente lo que quiere decir es que se divirtió insultándome.

De pronto Emily se lleva una mano a la cabeza. Y no sólo eso, sinoque deja la costura a un lado y se masajea la sien con los dedos. Oh, no, no.Irá… 

 — querido primo, la verdad es que me duele un poco la cabeza.Quizá Rebecca y Su Gracia podrían salir sin mí.

Siento una punzada de culpabilidad cuando me llama Rebecca. Cadadía estamos más unidas, y la sensación de que estoy traicionándolaaumenta. Pero entonces se vuelve hacia mí y, sabiendo que Alex no puedeverla… me guiña un ojo. 

 —Oh, no, yo… — comienzo a decir al darme cuenta de lo que puedeestá tratando de hacer.

Esto no puede estar pasando… ¿salir a solas con Alex? No, gracias. Sin embargo, Alex me interrumpe antes de que pueda detener a

Emily. — Claro, no quiero que se agote, prima  — le dice — . Espero que a

nuestro regreso se encuentre mejor.No es así como quería pasar la tarde. Estar a solas con Alex… Antes

 preferiría que me hicieran una endodoncia. Claro que… quizá ésta sea unaoportunidad para hablarle de Emily.

Puede que no conozca a Trent. Emily me dijo que Trent teníadinero, ¿no? No tiene un título, pero sí dinero, y si yo hablara de él aAlex… tal vez ayude a Emily a escapar de Denworth. 

Puede que ése sea el motivo por el que Emily quiere dejarme a solascon Alex. Pero aun así, después de ésta me debe un favor.

En fin, supongo que puedo hacerlo; a lo sumo será un par de

horas… tiempo suficiente para convencer a Alex de que nos ayude.Emily se levanta de la silla demasiado rápido, olvidando que

supuestamente le duele la cabeza, y abandona la sala antes de que puedaimpedirlo. Yo me froto los ojos y pienso que ésta va a ser una tarde muylarga.

Page 83: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 83/156

PRADA Y PREJUICIO

19

 —De acuerdo, así que… subo el pie — digo señalando la punta deuno de mis zapatos de Prada —, ¿y lo meto en esa… cosa? 

Esto está convirtiéndose en una pesadilla. Primero he tenido quevestirme de amazona, y ahora se supone que tengo que montar sentada delado. ¡Por favor! Como si no fuera ya bastante difícil montar a caballocuando no le hecho nunca… ¡Si ni siquiera sé conducir! 

Alex asiente. — En el estribo.Con una mano sostiene las riendas de la yegua, y con la otra me

sujeta el estribo. A unos metros de nosotros hay un par de mozos de cuadraque parecen algo decepcionados. Creo que esperaban poder ayudarme a

subir a mi montura.Alex esta tan cerca que puedo olerlo, y el aroma intenso y masculinode su colonia hace que sienta deseos de apoyar la cabeza en su pecho yaspirar ese olor… Lo cual es absurdo, debería aparatar esos pensamientosde mi mente. Alex es un miserable, no lo olvides.

Subo el pie para engancharlo en el estribo, y tengo que dar unoscuantos saltitos para mantener el equilibrio… y todo para que al final se meresbale el pie. La yegua gira la cabeza y me mira, como si estuviera

 pensando: “¿Todavía sigues ahí?” 

Alex no dice nada, se queda ahí plantado, esperando, aunque seguroque mi inutilidad lo está haciendo gemir de desesperación para susadentros.

Lo intento de nuevo. Esta vez apoyo las dos manos en la silla altiempo que meto el pie en el estribo. Después de unos cuantos saltitos logrodarme impulso. Aunque no el suficiente, y Alex tiene que agarrarme por lascaderas para sentarme en la silla. Casi me caigo por el otro lado, y me llevacasi cinco minutos colocarme bien. Alex sigue ahí de pie, a mi lado,sosteniendo las riendas para que la yegua no se mueva hasta que yo no estálista.

 — Gracias — le digo.Siento un cosquilleo en las caderas, como si sus dedos estuvieran

ahí, sujetándome. — No hay de qué  — contesta él, antes de entregarme las riendas — .

¿Lista?Yo asiento, pero de pronto la yegua empieza a recular, y me entra el

  pánico porque está… bueno, está moviéndose, aunque en la direcciónequivocada.

 —Eh, em… ¿Qué hago? 

Page 84: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 84/156

PRADA Y PREJUICIO

 — Suelte un poco las riendas. Le prometo que no saldrá corriendo. Silas sostiene con demasiada fuerza pensará que quiere que retroceda. Sólohace lo que usted le ordena — me dice Alex en un tono sosegado.

Yo asiento y relajo un poco las manos, luchando contra el miedo.

 — Confíe en mí  — dice Alex mirándome a los ojos.Yo lo miro también y asiento en silencio, como si estuvieseconvencida de que puedo confiar en él. Y eso es un error, porque estoysegura de que la chica a la que dejó embarazada también confiaba en él. Enfin, después de todo hablamos de alguien que no movido un dedo porayudar a su prima, que me insultó en el baile y que abandonó a su propiahija. No puedo fiarme de él.

Alex se dirige a su montura, un caballo gris, y se sube a él sinningún problema a pesar de que es al menos medio metro más alto que miyegua.

Montado a caballo Alex parece un modelo salido de un catálogo consus botas y su traje de montar… aunque nunca he visto esa clase de ropa enun catálogo. Dios mío, ¿pero que estoy pensando?

Nos ponemos en marcha, y yo me aferro a las riendas de mi monturacomo si mi vida dependiera de ello. Alex, en cambio, va muy relajado apesar de lo inquieto que parece su caballo. Sólo el verlo me pone nerviosa.

Me pregunto si piensa disculparse por lo de anoche. Sabe que memolestó lo que dijo en el baile. Más vale que diga algo, porque si cree quepuede hacer como si no hubiera pasado nada, está completamenteequivocado.

 — Espero que Emily esté bien  — dice cuando dejamos las cuadras ysubimos por una verde loma.

 — Ah, seguro que sí  — respondo yo con aspereza — . De hecho, estoyconvencida de que ya se le habrá pasado el dolor de cabeza cuandoregresemos.

Y empezará a bombardearme a preguntas sobre cómo fue el paseo.Hace un día precioso: el cielo está azul y sopla una brisa cálida. De

hecho, probablemente por las tres capas de ropa que llevo, para mí incluso

un poco de calor.Parece como si hubiera pájaros por todas partes: en las ramas de los

árboles, en los postes de las cercas de madera, volando por el cielo… Se leoye trinar y graznar a nuestro alrededor. Y el aire huele a fresco, a limpio… 

Coronamos una pequeña colina a cuyos pies se extienden vastoscampos de árboles, y a lo lejos se divisa un bosque.

 — ¿Todo esto es suyo? — le pregunto a Alex.Esta finca es más grande que todo mi barrio, más grande que mi

instituto, el estadio y el campo de béisbol juntos.

 — Sí. Cinco mil hectáreas de terreno. — ¿Ha dicho cinco mil? — exclamó.

Page 85: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 85/156

PRADA Y PREJUICIO

Él se ríe. Ha sido una risa breve y suave, pero se ha reído. Casiparece imposible.

 — Sí, cinco mil.Trago saliva. Cinco mil hectáreas… Un kilómetro cuadrado son cien

hectáreas. Ya sé, ya sé, soy un bicho raro por saber eso. Es igual. El caso esque si su propiedad tiene cinco mil hectáreas, eso son… — lo calculomentalmente —  cincuenta kilómetros cuadrados. No me extraña queestemos a veinte kilómetros de la ciudad, ni que no hubiera otras viviendasen kilómetros a la redonda, ni que la finca Pommeroy esté tan lejos…porque Alex es el propietario de la mitad de las tierras entre aquí y allí.

 — Ya veo  — murmuro, tratando de disimular lo impresionada queestoy — . ¿Y qué hace con todo ese terreno? ¿Lo cultiva? ¿Cría ganado?

Él niega con la cabeza. — No, le arriendo las tierras a los granjeros que viven tras aquellos

árboles. El terreno que hay de por medio lo dedico a la caza del zorro.¿También le gusta la caza? Genial. Otra de sus encantadoras

cualidades. — Ése es un entretenimiento cruel.Él me mira con una ceja enarcada.

 — ¿Por qué dice eso? —   Lo aprendí en… un libro —uf, casi se me escapa “en clase de

Historia”— . Se bloquean todas las madrigueras para que los zorros nopuedan regresar a ellas, y luego sueltan a los perros y dejan que losdespedacen cuando les dan caza.Él asiente, y cuando frunce los labios, esos labios tan tentadores, tengo

que hacer un esfuerzo por no quedarme mirándolos. — Además — continúo — , ¿qué habilidad se demuestra con eso? Lo

único que hacen es correr en sus caballos detrás de los perros. No es elhombre quien caza al zorro, sino los perros, ¿Por qué no salen a cabalgarsimplemente, en vez de matar un pobre animal?

 — Las mujeres no pueden comprender el atractivo que tiene la caza.Yo resoplo.

 — Ya está otra vez, refiriéndose a nosotras como si fuésemos unaespecie inferior.

 — Son los hombres quienes han conquistado el mundo  — me espetaél, como si fuera un dogma.

 — No tiene remedio — le digo repugnada.Nos adentramos en el bosque, y seguimos un sendero que serpentea

entre los altos robles. Gracias a la sombra de los árboles hace más fresco yes un alivio, porque estoy sudando con todas estas capas de ropa.

 — En el bosque siempre parece que el aire sea más puro  — me dice

Alex. Es evidente que no quiere discutir.

Page 86: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 86/156

PRADA Y PREJUICIO

 — Bueno, es natural  — respondo yo — . Las plantas absorben eldióxido de carbono y liberan oxígeno.

Él se gira para mirarme — Es usted un pozo de sabiduría.

Lo ha dicho en unto no tan irritante y condescendiente que sientodeseos de estrangularlo. — Dios mío. ¿Tanto le molesta que haya cosas que yo sepa y usted

ignora?El frunce el ceño y vuelve la cabeza hacia delante.

 — Por supuesto que no. — Ya. Seguro. Lo que pasa es que no está acostumbrado a que una

chica lo supere. Admítalo. — No pienso hacer tal cosa. — Muy bien. Entonces, ¿por qué no hablamos de ciencia? Seguro

que no sabía que parpadeamos más de cuatro millones de veces al año.Él permanece impertérrito, aunque estoy casi segura de que está

tratando de no parpadear. — ¿Y sabía que diez centímetros de nieve sólo equivalen a uno de

agua?Alex entorna los ojos, pero sigue sin decir nada.

 — Y puede que tampoco sepa que es por la cabeza por donde sepierde la mayor parte del calor corporal — continúo.

 — Creo que ya es suficiente, gracias. — Como quiera. Pero seguro que su opinión sobre mí no ha

cambiado. Cuando se equivoca es incapaz de reconocerlo.La conversación termina cuando él se adelanta con su caballo, y

continuamos el paseo en silencio. Ahora que va delante de mí puedoobservarlo sin que se dé cuenta.

Se le ve Más relajado mentando en caballo de cuatrocientos kilosque cuando nos sentamos a la mesa a cenar. Y la verdad es que me gustaverlo así.

Buen, sus hombros siguen un poco acartonados. Y va muy tieso

sobre la silla de montar, pero se balancea con el paso alegre del caballo, ymaneja al animal sin esfuerzo alguno.

 — Tranquilo, Ghost  — le dice cuando descendemos una colina endirección a un arroyo.

Su caballo parece un poco nervioso y se mueve inquieto cuandoAlex trata de llevarlo hacia el agua.

 — Déjeme un poco de espacio, no vaya ser que Ghost se ponga juguetón — me dice.

Yo asiento y tiro un poco de las riendas, pero no demasiado, no

quiero que pase cono cuando monté. Mi yegua se detiene, y aprovecho paraarreglarme la falda, tratando de taparme los pies con ella.

Page 87: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 87/156

PRADA Y PREJUICIO

Ghost se mueve inquieto por la enfangada orilla. Parece que noquiere ni ver el arroyo, y sus pezuñas hacen un ruido muy gracioso al pisarel barro, como si fuesen ventosas. Alex se inclina hacia delante, con lasmanos apoyadas en el cuello del animal, como si no le diera miedo que el

caballo pudiera descontrolarse de repente. ¿Cómo puede estar tantranquilo?Y Ghost verdaderamente parece que vaya a salir disparado. De

hecho, de pronto, sin previo aviso, da unos pasos atrás, y salta por encimadel agua. Alex no pierde el equilibrio ni un instante, ni parece asustarse. Esmás, cuando aterriza en el otro lado se ríe, se ríe de verdad, con ganas, ycasi me suena a música celestial. Me gustaría oírle reír más a menudo nosabía que supiera reírse.

Oh, Dios mío… No debería dejarme engatusar por su risa. Es unimbécil, un imbécil, un imbécil… No debo olvidarlo. 

Alex le da unas palmaditas al caballo en el cuello. — Esto no era lo que tenía en mente — dice.Yo no me atrevo a aflojar las riendas.

 — Mi yegua no irá a hacer lo mismo, ¿verdad?Él niega con la cabeza y me sonríe, mirándome a los ojos. Todo el

odio que sentía hacia él se desvanece en un instante, y de pronto pienso quesería capaz de quedarme aquí parada todo el día con él sonriéndome así. Ysus ojos… jamás los había visto brillar de ese modo. De repente megustaría estar cerca de él, muy cerca de él.

“Usted no es una dama”… Al recordar esas palabras tengo que hacer un esfuerzo por reprimir una sonrisa. Y entonces me viene a la mente unafrase de esa carta que leí: “¿Os es tan fácil olvidar las tiernas promesas queme hicisteis?”. Hay tantos motivos por los que debería mantenerme alejadade él. No puedo dejar que una sonrisa me haga olvidar la clase de personaque es, por deslumbrante que sea esa sonrisa.

 — No, Molly está bien enseñada — me dice — . Cruzará sin vacilar.Yo asiento y chasqueo la lengua para que la yegua camine, porque a

pesar de las palabras de Alex no me atrevo a espolearla con los talones, no

vaya a tomarlo por donde no es.Sin embargo, Alex tenía razón: cruza el arroyo tranquilamente, sin

problemas. — Gracias por su paciencia — me dice — . Ghost todavía está un poco

verde, como ha podido comprobar.Yo me limito a asentir porque no alcanzo a entender porque está

alegre, tan amable, tan… Vamos, que no parece él. Hace diez minutosestaba tratándome con desprecio, como si fuese imposible que yo pudieseser más lista que él, y ahora de pronto… Es como si Alex de antes y el de

ahora fuesen dos personas distintas.

Page 88: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 88/156

PRADA Y PREJUICIO

 — Bueno, ¿y qué conlleva ser duque?  — le pregunto por sacar untema de conversación cuando nos ponemos en marcha de nuevo.

Él se yergue en la silla, poniéndose aún más derecho. Vaya, con sólomencionar la palabra “duque” ya se hincha de nuevo, como un pavo real.

 — El rey le concedió a mi tátara — tátara — tatarabuelo el ducado deHarksbury en agradecimiento a años de servicio y lealtad. Yo, comoprimogénito, he heredado el título, las tierras y la fortuna de la familia, ycada año sirvo a mi país en la Cámara de los Lores, ayudando a crearnuevas leyes. En el verano regreso aquí, a Harksbury, para ocuparme de losasuntos de la finca; es mi deber mantener el patrimonio familiar.

Su deber… ¿Y qué pasa con el deber moral que tiene para con esaniñita que hay en algún lugar, lejos de aquí? ¿Cómo puede comportarsecomo si fuera un tío importante y magnánimo cuando ha ignorado losruegos de esas cartas?

En fin, cada cosa a su tiempo. Tengo que hallar el momento parasacar el tema del compromiso de Emily, y para eso necesito que sigahablando.

 —Ya. Y… esos lores… ¿Tienen todos el mismo rango, o hay unaespecie de jerarquía?

Espero que estas preguntas no le parezcan raras. Aunque no haylores en América, puede que una chica americana de 1815 sí debiera saberestas cosas.

 — El duque es el miembro de mayor rango. Siempre por debajo de lafamilia real, por supuesto  — me contesta — . Y cuanto más antiguo es eltítulo, mayor prestigio tiene. Por debajo del duque están el marqués, elconde, el vizconde, y el barón.

Bien, basta de andarse por las ramas; tengo que hablarle de Emily yTrent.

 — Y supongo que eso significa que es usted muy influyente, ¿no esasí?

Eso es, primero engordaré un poco más ese ego monumental quetiene, y luego le pediré ayuda.

Él asiente. — Es algo implícito en ser miembro de la nobleza. — ¿Y ha pensado alguna vez en usar ese poder para ayudar a otros? — Claro que sí.Allá vamos.

 —Bien, pues… resulta que anoche conocí a un joven llamado TrentRallsmouth. Emily y él están…muy enamorados. Y ella dice que es rico.

 — ¿Y? — Pues que creo que Emily debería casarse con él y no con Lord

Denworth.

Page 89: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 89/156

PRADA Y PREJUICIO

Creía que habíamos quedado en que dejaría usted este tema y sepreocuparía de sus asuntos.

 — Y lo haré cuando Emily pueda casarse con el hombre al que ama. — Emily se casará con Denworth porque eso es lo que su padre ha

dispuesto. No puede rechazar a un buen partido simplemente por unenamoramiento pasajero. —Pero…  — No — me corta él, tajante.Perfecto. Ya puedo olvidándome, no va a ayudarnos. Fin de la

conversación. No sé cómo pudo pasárseme siquiera por la cabeza que nosayudaría. Es evidente que Emily no le importa en lo más mínimo… nininguna otra persona. Sólo se preocupa por él.

Pero no pienso rendirme. Se lo prometí a Emily. Tiene que haberalgo que pueda hacer. Vengo del siglo XXI, de la tierra donde la igualdadde oportunidades y todo eso. Sé cosas que esta gente desconoce. Tiene queocurrírseme algo.

Si no fuera por Emily estaría muriendo de inanición en el bosque. Sino hubiese aparecido cuando aquel sirviente me abrió la puerta, me habríandejado allí fuera. Emily está convencida de que puedo resolver esto, o másbien de que Rebecca puede resolver esto. Si quiero canalizar la energía demi Rebecca interior, si quiero ser una chica con confianza en mí misma,una chica natural, que caiga bien a todo el mundo, tengo que comportarmecomo lo haría la verdadera Rebecca. Sí tengo que solucionar esto… sobretodo si es cierta mi teoría de que al ayudar a Emily lograré volver a casa.

Sí Alex no va a ayudarme tendré que encontrar el modo de hacerlosola. Debo hacerlo. Si no, podría quedarme atrapada en esta época. Parasiempre.

20

Page 90: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 90/156

PRADA Y PREJUICIO

A la mañana siguiente estoy sentada en la soleada terraza interior,rogando para mis adentros que Lady Victoria termine de desayunar y nosdeje a solas a Emily y a mí para que podamos hablar. Tenemos que trazar

un plan cuanto antes. No tengo ni idea de cuándo será la boda, pero creoque en este siglo no pasaba mucho tiempo entre el anuncio del compromisoy el casamiento.

Además, pronto llegará la verdadera Rebecca: faltan menos de tressemanas. Cada día que pasa el peligro de que me descubran es mayor.Además, ¿y si llega antes de lo previsto? Podría presentarse aquí hoymismo.

¿Qué haré si un día, estando sentados a la mesa, aparece de repente?Me pregunto qué le harán en esta época a la gente que suplanta la identidadde otra persona. No quiero ni pensarlo, sobre todo teniendo en cuenta queAlex no parece muy compresivo.

 — ¿Disfrutaron del baile en Pommerfoy? — nos pregunta LadyVictoria.

Genial. Ha terminado de desayunar, pero no parece que tengaintención de macharse. Permanece sentada en su silla con aires de reina,bien erguida, y nos mira como si fuéramos un par de insectos bajo la lentede un microscopio. No sé qué es, pero hay algo en ella que me ponenerviosa. Intimida más que Ángela y Trisha Marks juntas.

 — Ah, sí, mucho — responde Emily. — Lady Tonoway me ha dicho que bailó usted con mi hijo — añade

Lady Victoria., dirigiéndose a mí.Sus penetrantes ojos verdes se clavan en mí, como rayos láser que

me despedazarán si mi respuesta no le place. El estómago me da un vuelco.Esto no puede ser bueno, no cuando está mirándome así.

 — Sí  — le digo tras vacilar un instante. —Qué gesto tan… educado por su parte.Educado. Como si lo hubiera hecho por obligación. Bueno, la

verdad es que fue eso más o menos lo que él me dio a entender. De

acuerdo, me digo apretando los dientes, sé que lo hizo por obligación,porque soy su invitada, pero eso su madre no lo sabe, no puede saber lo queél me dijo antes de sacarme a bailar. Y aunque lo haya dicho en un tonocondescendiente y yo deteste esa actitud, lo que ha dicho es la verdad.

Además, Alex me detesta tanto como lo detesto yo a él, y sólo hizolo que se esperaba que un caballero. Pero aun así… aún así siento deseosde contestar a su madre como merece. No lo hagas, no lo hagas te meterás

en un lío.

 —Sí, es muy… educado. Claro que tiene que serlo, puesto que no le

gusta bailar. De hecho yo fui la única chica con la que bailó — le sonrío, mellevo un trozo de jamón a la boca, y lo mastico con gusto.

Page 91: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 91/156

PRADA Y PREJUICIO

Emily se queda petrificad y alza la vista hacia mí. La veo tragarsaliva, y con la mirada me ruega que no diga nada más.

 — Rebecca, ¿por qué no vamos a dar un paseo por los jardines? — me dice.

Cuando me llama Rebecca vuelvo a sentirme culpable. Intentosonreírle, pero mis labios apenas se mueven.A Lady Victoria no le da tiempo siquiera a responder a mi

insolencia, mientras salimos me regodeo en su cara de perplejidad. — Me parece que Lady Victoria se pasará unas cuantas horas

rumiando eso  — murmura Emily.No parece que le haya enfadado lo que he hecho, ni que le haya

sorprendido; más bien parece que le divierta la situación. Y lo que es más,a las comisuras de sus labios asoma algo que nunc a hubiera imaginado :una sonrisilla maliciosa.

 — vas a tener que enseñarme a hacer eso — me dice cuando yaestamos fuera.

 — ¿El qué?Emily se coge de mi brazo y nuestras faldas se rozan mientras

caminamos al sol por un sendero de adoquines. — Desconcertarla de esa manera cuando cree que tiene el control. — Bueno, no creo que sea un habilidad especial; me sale sin querer.

No puedo controlarme. Tú en cambio eres capaz de tomarte las cosas concalma y no perder los nervios.

Emily sonríe. — Ya, pero si fuera tan directa como tú quizá podría convencer a mi

padre de que no me obligue a casarme con un hombre que no despierta enmí el menor interés.

Yo contengo la risa, porque mí verdadero yo es incapaz de hacersevaler… ni de defender a nadie. En realidad soy tímida y cohibida pero, poralgún motivo, el hecho de que Emily me vea de un modo distinto me davalor. Siento como si quisiera convertirme en la clase de persona que ellave en mí.

Me detengo junto a un rosal y huelo un capullo amarillo mientraspienso en lo que voy a decir.

 — ¿Crees que tu padre atendería a razones? Tal vez podría hablarcon él, tratar de hacer que te comprenda.

Si ella lo cree posible, la solución sería muy sencilla. Plan A: hablarcon el padre de Emily.

Sin embargo, ella suspira y juguetea con los pliegues de su falda. — No, imposible. Cuando a mi padre se le mete algo en la cabeza es

imposible hacerle cambiar de opinión.

Yo suspiro también y, me vuelvo hacia ella. Vaya, adiós al plan A.Emily se deja caer sobre un banco de piedra y hunde el rostro entre las

Page 92: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 92/156

PRADA Y PREJUICIO

manos. No puedo permitir que se dé por vencida tan fácilmente, tiene quehaber una manera de poner fin a este matrimonio concertado. Seguro queno sería la primera vez que se haya cancelado un compromiso.

 — ¿Y si buscamos a alguna chica que sí quiera casarse con

Denworth?  — le digo a Emily — .Quizá le vayan las rubias, o las pelirrojas,o las chicas altas. Podríamos intentar averiguar cuál es su tipo. Tal vez si leencontramos a la chica perfecta se olvidará de ti.

Plan B: arrojar el anzuelo y esperar que piquen.Emily niega con la cabeza.

 — No, eso no funcionaría. Deneworth se ha comprometido, y nuncafaltaría a su palabra.

Que chasco. Plan B descartado. — Oh, vaya — corto la flor con los dedos y acaricio los pétalos con

el pulgar — . Bueno, pero en la historia de este país habrá habido alguienque haya roto su compromiso, ¿no?

Emily asiente, pero sin poder ver su rostro. Espero que no estéllorando, no quiero que se sienta más desesperada de lo que ya está.

 — ¿Y cómo lo hicieron? — le pregunto.Arranco los pétalos uno a uno, dejándolos caer al suelo, y ruego que

no me recuerde que le dije que tenía un montón de ideas.Emily alza la vista para mirarme, y me alivia ver que no hay

lágrimas en sus ojos. Se lleva el índice a la barbilla y frunce los labiospensativa.

 — Bueno, normalmente es algo que se produce de mutuo acuerdo,aunque dudo con Denworth eso sea posible. Y a veces ocurre porque sedestapa algún escándalo, como que el prometido o la familia de la chica sehaya quedado en la quiebra, o que uno de los sea hijo ilegítimo.

Yo contraigo el rostro al oír la palabra ilegítimo, porque eso trae ami mente la carta que esa pobre mujer escribió a Alex.

Emily deja escapar un suspiro. — Y otras veces… Bueno, si se descubre que la chica…, — mira a

un lado y otro y añade en voz baja — : Si se descubre que ha sido

deshonrada, es un motivo seguro para romper el compromiso. Sin ir máslejos, Lord Forsythe rompió su compromiso con la hija del Conde deBowmont hace unos meses por esa razón. Fue un verdadero escándalo.

 —¿A qué te refieres con “ser deshonrada”? Por el modo en que Emily traga saliva, cualquiera pensaría que

estamos hablando de fumar crack.  —Pues a que su honra quede en entredicho por… por otro hombre. — ¡Ah! — exclamo — . ¿Quieres decir que si se descubre que la chica

no es virgen, el hombre con quien la Han prometido no querrá casarse con

ella?

Page 93: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 93/156

PRADA Y PREJUICIO

Emily asiente con unos ojos como platos, como si el no ser virgenfuese un pecado horrible.

 — ¡Pues ya está, hagamos eso!Ella se queda mirándome tan sorprendida que si la empujara con un

dedo, estoy segura de que perdería el equilibrio y se caería sobre losrosales. — Bueno, no me refería a que hagamos de verdad, sino a que

podríamos fingirlo.Emily, que se ha puesto un poco pálida, menea la cabeza y no puedo

evitar reírme. — Me estás malinterpretando. Lo que quiero decir es que podríamos

hacer que pareciera que tu honra está en entredicho. No tendrás que hacernada, pero si conseguimos que la gente lo crea… no sé, haciendo quecorran rumores, por ejemplo, entonces Denworth romperá el compromiso yproblema resuelto.

Emily vuelve a menear la cabeza, como si pensara que estoy loca. —¿Quieres decir… escenificar me deshonra?  De nuevo tengo que aguantarme la risa, porque el modo en que lo

dice hace que parezca un plan descabellado, y a la vez suena tan formal…  — Podría funcionar, ¿no? Al fin y al cabo, si Denworth descubre que

has sido deshonrada, no querrá casarse contigo.Ella asiente.

 — ¡Pero todo el mundo pensará que soy una inmoral! — ¿En serio?, ¿una inmoral? — repito. Me temo que me va a costar

convencerla — . ¿Pero y si funcionase? Al cabo de un año o dos nadie seacordaría del escándalo, y tú podrías vivir feliz al lado de Trent.

 — No puedo hacer eso. — ¿Prefieres casarte con Denworth?Mi pregunta se queda flotando en el aire mientras Emily juguetea de

nuevo con los pliegues de su falda, como si entre ellos fuese a encontrarotra solución.

 —Pero… ¿cómo haríamos eso? 

 — Trazaremos u plan para que la gente crea que has estado a solascon Trent. Eso va contra las normas de sociedad, ¿No? Quiero decir que sesupone que no podéis estar a solas, sin que tú lleves a una acompañante,¿no es así?

Presa de una mezcla de emoción y nervios, corto otra flor del rosal.Si la convenzo, esto podría funcionar.

Emily asiente, y yo continúo explicándole mi plan: — Difundiríamos el rumor de que pasaste la noche a solas con él,

con eso bastaría. Tú no harás nada malo, pero todo el mundo creerá que has

sido deshonrada — le digo — . Claro que entonces ni Denworth ni ningúnotro hombre querría nada contigo — añado pensando en voz alta.

Page 94: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 94/156

PRADA Y PREJUICIO

Emily frunce el entrecejo y asiente. Se ha puesto muy pálida, y metemo que de un momento a otro vaya a vomitar lo que ha comido.

 — pero si le contamos nuestro plan a Trent y nos aseguramos de queesté dispuesto a casarse contigo aunque tu reputación resulte dañada, podría

funcionar.Esta vez Emily asiente despacio, como si no le gustase por dóndevoy.

 — Es la única forma, Emily, tenemos que hacerlo. Hablaremos conél y pondremos el plan en marcha. Romperemos tu compromiso con LordDenworth y podrás casarte con Trent.

Plan C: arruinar la reputación de Emily.

21

Apenas dos horas después empiezo a preguntarme si será buena idea jugárselo todo a una sola carta. ¿Y si cuando corramos la voz Trent se echa

Page 95: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 95/156

PRADA Y PREJUICIO

atrás en el último momento? Si ocurriera eso, todo el mundo pensará queEmily no es virgen y nadie querrá casarse con ella.

Además este plan tiene unos cuantos fallos importantes, pero no meatrevo a mencionarlos siquiera porque Emily no está muy convencida y

podría darle un ataque o estallar en cualquier momento. Dios mío, todo estoes estúpido. Tiene que haber una posibilidad menos arriesgada que ésta.Hará cosa de una hora le envié una nota a Trent explicándoselo todo.

Si está de acuerdo, vendrá esta noche y se llevará a Emily con él. No puedoecharme atrás ahora, por nerviosa que esté. Todo irá bien. ¿Qué podría salirmal? Si Trent está de acuerdo con nuestro plan, significará que quierecasarse con ella, así que… problema resuelto. 

Alex ha estado todo el día fuera, ocupado supongo con sus deberesde duque, lo cual ha sido una suerte porque Emily y yo necesitamos hablary planear sin tener que preocuparnos de que pudiera averiguar lo que nostraíamos entre manos.

Casi no puedo creer que vayamos a hacerlo. Estoy ilusionada yaterrada a la vez, quiero que esto salga bien, porque si no…, ¿qué pasaráentonces? Que le habré dado esperanzas a Emily para nada. Además, sinuestro plan falla, probablemente las cosas se pondrán aún peor, y porencima de todo lo último que quiero es decepcionar a Emily. Espero que nose me haya olvidado ningún detalle.

Mientras esperamos la respuesta a Trent, ayudo a Emily a prepara laropa que se va a llevar. No queremos que nos descubran, así que tenemosque prescindir de la ayuda de las doncellas. El personal de servicio es comoun enjambre de viejas chismosas, son peores que la gente de mi instituto. Yno es que pretenda criticarlos por ello. Supongo que es lo normal: cotilleande los ricos para los que trabajan, igual que en el instituto todo el mundohabla del grupo de los “megaguays”. 

Claro que, llegado el momento, los sirvientes serán parte de nuestroplan y jugarán su papel: difundir el rumor de que Emily ha sidodeshonrada. Pero si se enteran de lo que estamos planeando, se chivarán aAlex o a su madre, que nos pasarán los pies.

 — ¡Esto es tan emocionante!  — exclama Emily mientras mete otrovestido en el arcón — . Qué sorpresa se llevarán todos cuando descubranque me he ido.

Está tan nerviosa que no puede quedarse quieta ni un segundo. Tienelas mejillas encendidas, los ojos le brillan, y va de un lado a otro de lahabitación, sacando vestidos y más vestidos de los armarios.

 — Yo te cubriré hasta que estemos listas para la fase dos  — le digo,aunque no tengo ni idea de cómo hacerlo — . No podemos dejar que seenteren antes de tiempo.

Page 96: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 96/156

PRADA Y PREJUICIO

¿Por qué le miento así? No sé qué voy hacer para cubrirla. Podríadecir que no se encuentra bien, pero… ¿no la atendería una doncella? Si meofrezco para subirle la cena pensarán que hay algo raro.

En fin, seguro que se me ocurrirá alguna idea brillante. Justo en ese

momento llaman a la puerta, y nos quedamos petrificadas, mirándonos launa a la otra antes de cerrar el arcón y correr a sentarnos para fingir que noestábamos tramando nada. Sólo nos falta ponernos a silbar para que se nosnote aún más.

 — Adelante  — responde Emily, con una calma que contrasta con lonerviosa que me siento yo.

La puerta se abre y entra una sirvienta. Le entrega una nota, y lehace una reverencia antes de irse.

Emily la sostiene con manos temblorosas y mira el nombre quelleva.

 — ¡Ábrela! — la apremio.Pero ella sigue mirando la nota sin moverse.

 — Bueno, está bien, deja que la abra yo.Emily me tiende la nota y la arranco de su mano. Deslizo un dedo

por debajo del borde para romper el sello de lacre, y mis ojos vuelan sobrelas primeras palabras antes de que una sonrisa se extienda por mi rostro.

 — ¡Está con nosotras! ¡Está de acuerdo y dice que huirá contigo!Emily se pone en pie de un salto y casi me hace caer cuando se

abalanza sobre mí para darme un abrazo. Su risa me hace cosquillas en eloído, y al final las dos acabamos perdiendo el equilibrio. Nos caemos yrodamos por el suelo entre risas y grititos de emoción. Todas las piezas vanencajando en su lugar, justo como había esperado que ocurriese.

 — ¡No puedo creer que haya dicho que sí!  —  exclama Emily — .¡Ay, Rebecca, soy la chica más feliz de toda Inglaterra!

Yo asiento. Debería sentirme aliviada, pero sigo estando nerviosa.Esto tiene que funcionar, tiene que funcionar… Si logro arreglar las cosaspodré volver a casa, estoy segura. ¿De qué otro modo si no voy a regresaral siglo XXI?

Nos sacudimos la ropa con la mano y continuamos preparando suequipaje, metiendo todavía unas cuantas cosas en el arcón, donde apenascabe ya nada más. No entiendo muy bien por qué se quiere llevar todo estocuando sólo va a estar fuera una noche, pero parece que esto ayuda acalmarle los nervios, así que no le digo nada.

Emily se queda quieta, con una manoletina amarilla en la mano, yme sonríe.

 — Sabía que me ayudarías. Cuando llegaste antes de lo previstopensé que eras un regalo del cielo, y ahora veo que no me equivocaba.

Vuelve a sonreírme y yo esbozo una sonrisa débil antes de continuartarea. ¿Y si algo sale mal? Es como si Emily estuviera escribiendo su

Page 97: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 97/156

PRADA Y PREJUICIO

discurso para la entrega de los Oscar cuando no sabemos qué va a pasar. Sisupiera la habilidad que tengo para estropearlo todo… 

Inspiro profundamente y tomo otro montón de ropa. Tengo que dejarde ser tan negativa. He pensado en todo, ¿qué podría salir mal?

Después de la cena espero sentada en la fría escalinata de la entrada,y me parece que pasen horas y horas mientras veo cómo se vaoscureciendo el cielo. ¿Y si Trent no viene? ¿Y si lo que decía en la notaera mentira y no aparece? Tal vez se haya echado atrás. Quizá se hayadado cuenta de que este plan es una locura y nos deje tiradas. Hay unmillón de razones por las que podría haber cambiado de opinión.

Me paseo arriba y abajo entre las grandes columnas, segura de queacabaré gastando el suelo. Está lloviznando, y aunque yo estoy a resguardoaquí en el porche, espero que no vaya a más.

El sol se pone y Trent aún no ha llegado. Justo cuando estoy a puntode sufrir un infarto, veo una luz a distancia que se balancea de un lado aotro. Cada vez brilla más, y entre las sombras de la noche surge un carruajeque avanza silencioso, tirado por un caballo negro. Al ver que es Trentquien lo conduce, sonrío de oreja a oreja, como una tonta. Es un carruajepequeño que sólo puede llevar a dos personas: Emily y él.

Cuando se detiene frente a las escalinatas y se dispone a bajar, lesiseo:

 — ¡Espera aquí!No podemos dejar que lo vea nadie. Trent asiente y vuelve a

sentarse. No me mira raro ni nada, como sise fiase de mí. Ya hay que tenervalor… 

En fin, fase uno del plan C completada. Ha llegado el momento de pasar a la fase dos: sacar a Emily de la mansión y ayudarla a “huir” conTrent. Me giro y abro la puerta… y casi me choco con el mayordomo alentrar.

Ay, mierda, me había olvidado de él. Cierro la puerta antes de que elmayordomo pueda ver a Trent o el carruaje. El corazón me martillea contralas costillas. ¿Qué hago ahora? Podría avisar a lady Victoria o decirle algo

a Trent… No, tengo que conseguir que Emily salga de aquí sin que nadie sedé cuenta.

Justo entonces aparece Emily al pie de la escalera. — Groomley  — llama al mayordomo — . ¿Podría ir a decirle a la

señora West que prepare las cuatro habitaciones de invitados que hay en alfinal del ala este? Puede que reciba la visita de unos amigos.

Emily es un genio, un verdadero genio.Groomley, el mayordomo, le hace una reverencia y se marcha, y yo

vuelvo a respirar tranquila.

 — Gracias — le digo a Emily. — De nada. Voy por mis cosas.

Page 98: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 98/156

PRADA Y PREJUICIO

Yo asiento y la sigo con la mirada mientras regresa al piso de arriba.Unos segundos después estoy allí de pie, sola, cuando veo a Alexacercándose por el pasillo del ala este. ¿Por qué tiene que aparecer todo elmundo en el mismo momento? ¡Necesito un respiro!

Con las zancadas que da estará aquí en menos de tres segundos. ¡Sesuponía que debía estar durmiendo! Hacía horas que se había ido a dormir.¿Qué hace levantado? ¡Va a echarlo todo a perder!

22

Page 99: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 99/156

PRADA Y PREJUICIO

Alzo la mirada y veo a Emily salir de sus aposentos con dossirvientes detrás cargando el arcón. Levanta la mano y empieza a abrir laboca para decir algo, pero yo me adelanto.

 — ¡Su Gracia! — Exclamo en un tono más alto de lo necesario, para

ponerla sobre aviso  —. Em… Buenas noches — le digo a Alex con unatorpe reverencia.Él me saluda con un asentimiento de cabeza y se inclina ante mí.

Aprovechando que tiene la cabeza agachada, alzo de nuevo la vista a lo altode la escalera. Emily cierra la boca a ver a Alex y se para en seco, habiendoque los sirvientes casi se choquen con ella.

A mí me entra el pánico, estoy segura de que Alex ha oído elalboroto arriba. Sin embargo, parece que no, porque no se vuelve, y es a mí a quien mira cuando se yergue, así que me obligo a apartar la vista deEmily. Aún no está todo perdido, puedo distraerlo de algún modo. Pero…¿cómo?

Intento mantener la mirada fija en él mientras veo, por el rabillo delojo, cómo Emily y los sirvientes retroceden. Entran en la habitación quetienen más cerca, y Emily cierra la puerta. El ruido resuena en el vestíbulo,y Alex, que esta vez sí lo ha oído, alza la vista.

 —Bueno, y… ¿qué tal todo? — le pregunto para distraerlo.Vuelve la cabeza, le ordeno mentalmente. Mírame. Durante un largo

segundo sus ojos permanecen fijos en la puerta que se han cerrado. ¿Quéhabitación es ésa? ¿Será una habitación en la que se supone que no deberíaentrar nadie? ¿Habrá visto a Emily antes de que se cerrara la puerta? ¿Sabráque estamos tramando algo? Da un paso hacia las escaleras. ¿Qué va ahacer?

 —Eh… ¡sus cartas! — le suelto de sopetón.Dios mío, ¿por qué he hecho eso? Lo he dicho porque no se me ha

ocurrido otra cosa, claro está, pero no quería que se enterara aún de que sélo de su hija ilegítima. Querría haber leído las otras cartas y haber trazadoun plan con calma. Pero con el baile y todo esto del compromiso de Emilyno he tenido tiempo. Y ahora no me queda más remedio que devolverle las

cartas para ayudar a Emily a “huir”.  — ¿Perdón? — contesta él, volviéndose de nuevo hacia mí.¿Por qué tendrá que ir siempre tan guapo? Con esas botas altas, ese

chaqué verde, ese pañuelo blanco al cuello… Cierro los ojos y sacudo lacabeza. Si de verdad pienso lo que acabo de pensar es que llevo demasiadotiempo aquí.

 —Es que yo… em… encontré unas cartas suyas… en la biblioteca. Él ladea la cabeza y me mira de un modo que no sé interpretar. El

corazón me late aún con más fuerza. Por favor, que no me pregunté qué

está pasando aquí, por favor que no se haya dado cuenta de nada… Doy unpaso adelante y le sonrío.

Page 100: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 100/156

PRADA Y PREJUICIO

 — Si me acompaña, se las daré.A mi dormitorio se va por el pasillo opuesto a la habitación donde

está Emily, así que me sigue, ella tendrá vía libre. Alex frunce los labios,como pensativo, y yo lo miro, tratando de averiguar qué estará pensando.

Al final se limita a asentir y yo dejo escapar un suspiro de alivio. — Está bien — me dice.Le indico con un gesto que me siga, y subimos las escaleras. Al

llegar al rellano tomamos el pasillo del ala oeste, que de pronto se me haceinterminable. Me parece oír una puerta abrirse a nuestras espaldas, ycuando me pongo a toser para disimular el ruido. Alex vuelve a mirarme deun modo extraño.

Uf. Por qué poco. Ahora que lo pienso, seguramente Alex no puedaentrar en mi habitación porque estaría mal visto. Espero que Emily y ossirvientes no hagan ruido. Alex no puede verlos desde donde estamos, perosí puede oírlos.

 — Espere un momento, iré a por las cartas. No se mueva de aquí,¿eh? — le digo.

Está visto que no serviría para espía, disimular se me da fatal. Diosmío, y a Emily todavía le llevará unos cuantos minutos bajar y subir suscosas al carruaje.

Entro en mi dormitorio y voy derecha a la cama para sacar las cartasde debajo del colchón. Con ellas en la mano, regreso a la puerta abierta.Alex está esperando en el pasillo, a unos cuantos metros, como si fuese aquebrantar las normas más básicas de etiqueta por sólo acercarse a mihabitación. Casi m entran ganas de reír, y si no fuera por las cartas, que mequeman en las manos, lo haría.

Me alivia que todo esté en silencio cuando salgo al pasillo. Mepregunto si Emily se habrá marchado ya, y aprieto las cartas, reacia aentregarlas cuando podrían ocultar aún más secretos. Si hubiera podidoleerlas… 

Alex da un paso adelante para tomarlas, pero yo las aprieto aún conmás fuerza. El sólo pensar que tengo que devolvérselas hace que me hierva

la sangre.Si consigo que Emily se case con Trent puede que logre volver a

casa, pero esa niña seguirá abandonada a su suerte, y su padre continuaráhaciendo como que no existe, estoy segura.

 — ¿Cómo pudo hacerle algo así? — le pregunto. — Perdón, ¿cómo dice? ¿Hacerle qué a quién?Yo resoplo. Mis labios se curvan con desdén, y estallo:

 — ¡A su hija! ¿Cómo pudo abandonarlas a ella y a su madre de esamanera? ¿Sabe siquiera si están bien?

Él se queda tan sorprendo que da un respingo y retrocede un par depasos.

Page 101: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 101/156

PRADA Y PREJUICIO

 — ¿Mi hija? Yo no tengo ninguna hija. Y más vale que no vaya porahí difundiendo esa clase de rumores malintencionados.

Yo meneo la cabeza con incredulidad. — Eso es lo único que le preocupa, ¿eh? No quiere que la gente sepa

que ha estado ignorando los ruegos de esa pobre mujer, con la esperanza deque desaparezca. Pues eso no va pasar. Y puede que sólo haya leído una deesas cartas, pero de sus palabras se desprende el daño que está haciéndolecon todo esto.

La expresión de perplejidad se desvanece del rostro de Alex, comosi acabase de darse cuenta de algo, y de pronto se echa a reír. Al principioes sólo una carcajada, pero le siguen otras, y acaba apoyándose en la paredcon una mano mientras se sujeta el estómago con la otra, incapaz de dejarde reírse.

Yo me quedo mirándolo atónita, porque no comprendo que le resultatan hilarante. Ésta no es la reacción que esperaba… como tampocoesperaba que me pareciese tan adorable al verlo riéndose de esta manera.¿Pero qué estoy diciendo? No, no es adorable.

 — ¿Se puede saber qué le pasa?  — le digo acercándome — . ¿Deverdad le parece algo como para reírse?

Él por fin logra contener la risa y se yergue, secándose una lágrimade la mejilla.

 — No, es sólo que me resulta surrealista que me considere tanmiserable como para dejar embarazada a una mujer y no cumplir con mideber como hombre.

 — ¿Y cómo explica esto, entonces?  — le pregunto, agitando lascartas.

 — ¿No se le ha ocurrido que puedan estar dirigidas a mi padre, y noa mí?

Yo me quedo petrificada y boquiabierta. El Duque de Harksbury…Su Gracia… lo cierto es que el nombre de Alex no aparece en las cartas.¿Tienen fecha? ¿Me fije siquiera en si tenían? Esa niña de la que hablaba lacarta… es su hermanastra. 

 —Yo… Me quedo sin palabras. Durante todos estos días he abrigado un

profundo odio hacia él, convencida de que estaba dándose a la gran vida eneta mansión y rehuyendo sus responsabilidades. Y resulta que no se tratabade él… sino su padre. Le tiendo las cartas, avergonzada. 

 — ¿Y qué fue de esa mujer y de esa niña?  — le pregunto con vozronca.

Alex suspira y se queda mirando las cartas un buen rato, absorto ensus pensamientos, y su mirada se suaviza.

 — La pequeña se llama Amelia, y yo no supe de su existencia hastadespués de la muerte de mi padre. Descubrí estas cartas en su estudio y me

Page 102: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 102/156

PRADA Y PREJUICIO

llevó tres meses encontrar a la niña y a su madre. Para entonces Ameliatenía ya casi tres años.

Alex juguetea con los gemelos del puño de su chaqueta, un gestonervioso más propio de mí que de él. Su altivez se ha desvaneció, y por

primera vez parece alguien de su edad. — Su madre trabajaba de doncella al servicio de un barón, y se lasarreglaba como podía para sacar a la pequeña adelante, pero Amelia semerecía algo mejor.

Se le ve tan atormentado al recordarlo… Vaya… Parece que leimportan de verdad. ¿Cómo he podido estar tan equivocada respecto a él?

 — Viven en una casa que posee mi familia en el norte, enGreybrooke, y tienen todo el personal necesario a su servicio, incluida unainstitutriz para Amelia.

Yo trago saliva, con el corazón latiéndome como a saltos. —De modo que está… ¿haciéndose cargo de ellas? Alex asiente.

 — Mi padre no debió abandonarlas a su suerte. Aunque Amelia seailegítima, es la hija de un duque.

 — Estoy segura de que ahora están perfectamente, gracias a usted — le digo, sintiéndome como una idiota.

 — Al menos espero haber evitado lo que habría sido un escándaloseguro, y confío en que Amelia podrá formar parte algún día de la altasociedad. Por mi parte tengo intención de asegurarme de que no le falte denada.

Yo asiento. En mi mente bullen mil pensamientos, pero no logro darvoz a ninguno. Que equivocada estaba con respecto a Alex… Y pensar queestoy conspirando a sus espaldas, y que estaba convencida de que semerecía que lo engañáramos… Quizá no debería estar haciendo esto.

Se ha pasado meses buscando a una hermanastra a la que ni siquieraconocía, sólo para asegurarse de que estaba bien… Ésa es la clase depersona que es en realidad.

No, me niego a creerlo. Hasta ahora se ha comportado como un

capullo en todo lo demás. Puede que no tenga una hija ilegítima, pro siguepensando que las mujeres son inferiores a los hombres. Y sí, es verdad queno deberíamos estar haciendo esto a sus espaldas, ¡pero él debería estarayudando a Emily! Y como no lo está haciendo, tengo que hacerlo yo, así que me niego a sentirme culpable.

 — Gracias por devolvérmelas — me dice, con una leve inclinación — . La verdad es que no sé muy bien por qué sigo guardando estas cartas.

 — No hay de qué.No se me ocurre nada más que decir, y él se da media vuelta y se

aleja. Espero que Emily se haya ido ya… o adiós a nuestro plan. 

Page 103: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 103/156

PRADA Y PREJUICIO

Vuelvo a entrar en mi habitación y me acerco a la ventana. Ahoraestá lloviendo más fuerte, y la lluvia forma pequeños riachuelos en elcristal emplomado. Apenas distingo la luz de un farol cerca de las cuadras.

Mi habitación está a oscuras salvo por la tenue luz de los rescoldos

de la chimenea y una vela sobre la mesilla de noche. Me acomodo en elpoyete con las rodillas apretadas contra el pecho. Emily va a pasar la nocheen una pequeña cabaña en el linde de la finca. Me dijo que hacía dos añosque no la usaba nadie, y que nadie se le ocurriría buscarla allí. De todosmodos sólo será una noche. Ya no hay vuelta atrás; Emily ha sido“deshonrada”. 

23

Page 104: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 104/156

PRADA Y PREJUICIO

A la mañana siguiente, cuando entra Eliza entra corriendo en mihabitación, con sólo verle la cara sé que me han pillado.

 — Su Gracia, el señor duque, requiere su presencia, señorita.Aunque sé que no debería hacerle esperar, dejo escapar un gruñido y

me tapo la cabeza con la manta. Sin duda habrá atado cabos al ver queEmily ha desaparecido y al recordar mi extraño comportamiento de ayer.Seguro que se ha dado cuenta de que estaba cubriéndole las espaldas.

 — Arriba, señorita — dice Eliza destapándome.¿Por qué ha tenido que hacer eso? Me bajo de la cama a

regañadientes y me dejo caer en la banqueta mientras Eliza saca un vestidodel armario, donde ya no cabe un alfiler. Emily ha estado regalándomevestidos que no usaba porque no le gustaba el color, o los ribetes, o eldobladillo. No se puede negar que de ropa sabe un montón.

 — ¿Qué tal tu día libre?  — le pregunto a Eliza mientras tanto mecepilla el cabello.

 — Bien, señorita; gracias. — No hay de qué. No puedo creerme que el duque no te dé libre un

día completo. Es una vergüenza. — En realidad es el doble de tardes libres de las que dan otros

patronos, señorita. Su Gracia es un hombre bastante justo.¿Qué? ¿Cómo? ¿En esta época les parece que dos tardes libre a la

semana ya es mucho? Pues vaya. Está visto que no entiendo nada. Peroaunque también estuviera equivocada respecto a eso, Alex sigue siendo untío de lo más arrogante y sexista. Y en eso estoy segura de que no meequivoco.

En fin, volvamos a nuestro plan — Oye, Eliza, ¿te has enterado de que Emily se escapó ayer con

Trent Rallsmouth?Para que el plan funcione tiene que enterarse todo el mundo, y según

Emily el mejor modo de hacerlo es dejar que los sirvientes hagan correr elrumor.

El cepillo se detiene sobre mi cabello. Ojalá tuviera un espejo

enfrente, me encantaría ver la expresión de Eliza. — Se marcharon juntos  — añado — . Emily no quiere casarse con el

hombre con el que está comprometida.Pasan unos segundos antes de que Eliza siga cepillándome el pelo.

 — Ah. ¿El señor Rallsmouth es el caballero que llegó anoche?  — pregunta.

Tengo que morderme el labio para contener una sonrisa. Vaya,vaya… Parece que es verdad lo de que a los sirvientes les gusta cotillear.Sí, seguro que Alex ya se ha enterado. Y además no vio a Emily irse, sino

que se lo habrá oído a algún criado. Perfecto. — Sí, ése era él.

Page 105: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 105/156

PRADA Y PREJUICIO

 —Ah. Que… interesante.  —Mmm… Cuando termina el suplicio de ser peinada y engalanada  — con un

vestido azul cielo con ribetes blancos en los puños y en el bajo — , caigo en

la cuenta de que aún no he pensado qué voy a decirle a Alex. Esperabatener un poco más de tiempo para preparar mi discurso.Unos minutos después estoy bajando las escaleras detrás de Eliza,

con el corazón latiéndome como si se me fuera a salir del pecho. No puedoenfrentarme a Alex, no he preparado lo que quería decirle. Si hubiera

 pensado en esto antes, si hubiera…  — La señorita Vaughn, Su Gracia  — anuncia Eliza cuando llegamos

a la puerta abierta de una sala de estar.Yo entro con la cabeza alta, tratando de ocultar mi nerviosismo, y

ruego para mis adentros que Eliza se quede, pero sale y me deja a solas conAlex, que está sentado en el sofá. Me acerco, y me siento delante de él, enuna silla tapizada de respaldo alto con los brazos y las patas doradas. Cruzolos tobillos y me tomo mi tiempo en colocarme bien la falda, como si fueselo más importante del mundo y requiere toda mi concentración. Seguro quesi viese Lady Victoria se sentiría orgullosa.

 — ¿Dónde está? — me pregunta Alex en un tono firme y exigente.Vaya, desde luego no puede decirse que se ande con rodeos, pienso

mordiéndome el labio. — ¿Quién? — No juegue conmigo — me advierte Alex.Me retuerzo las manos sobre el regazo y bajo la vista. Puedo

hacerme la tonta y alargar esto, o puedo decírselo directamente, lo cual serácomo arrancarse una tirita.

 — Con Trent Rallsmouth  — le contesto, mirándolo sin levantar lacabeza.

Él se yergue en su asiento. — ¿Con ese joven del baile? ¿Dónde han ido?Ay, Dios mío. No parece muy contento.

 — Están en la cabaña que hay en el linde este de Harksbury.Alex se incorpora furioso, como si fuera el Increíble Hulk, y me

sorprende que el sofá no salga disparado contra la pared. Lo que he hechoha sido una auténtica estupidez… va a matarme. O me arrojará a esamazmorra que aún estoy convencida que tiene.

 — Por favor, dígame que Emily se ha llevado a una acompañante conella — me ruega.

Yo frunzo los labios y meneo la cabeza. Él resopla irritado y secruza de brazos, lo cual hace que se le marquen los pectorales , y tengo que

hacer un esfuerzo por preocuparme por el hecho de que en cualquiermomento podría retorcerme el pescuezo en vez de pensar en lo guapo que

Page 106: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 106/156

PRADA Y PREJUICIO

está hoy. Pero es que con esa expresión iracunda y esos ojos tan intensos…Concéntrate, Callie.

 — Y supongo que usted la habrá animado a hacer esto, ¿meequivoco? — me pregunta.

Sentada como estoy, su estatura me intimida aún más, así que mepongo de pie. — Pues sí. No puede casarse con Denworth, sería infeliz toda su

vida. Por eso ha huido con Trent. Y me da igual lo que tenga que decir,Emily ha hecho lo correcto.

Él inspira despacio, varias veces, y me da la espalda. El no poderverle la cara me pone aún más nerviosa, ¿qué estará pensando?

 —Muchacha estúpida… — dice de pronto.Sin embargo, apenas ha sido un murmullo, y no estoy segura de

haberlo oído bien. — ¿Qué? — ¡Muchacha estúpida!  — repite sin volverse — . Esto no tiene nada

que ver con lo que quiera ese Rallsmouth, no con lo que ella quiera. ¡Nopueden casarse sin el consentimiento de su padre!

Al oír esas palabras se me corta la respiración. — ¿Cómo? — ¡Le faltan tres años para cumplir los veintiuno! ¡Para que pudiera

casarse con Rallsmouth necesitaría el consentimiento de su padre!El estómago me da un vuelco y de pronto siento temblar todo mi

cuerpo, pero aprieto los puños para que Alex no vea cómo me tiembla. ¿Porqué no me dijo esto Emily? ¿Es posible que no supiera que para casarsecon Trent su padre tiene que firmar unos papeles? Sacudo la cabeza, reaciaa creerlo.

 — Su padre tendrá que dar su consentimiento  — le digo a Alex — .Después de esto Lord Denworth no querrá nada con ella, no después de queEmily haya sido deshonrada. Denworth romperá el compromiso y a supadre no le quedará otra opción más que aceptar los deseos de Emily  — añado en un tono un tanto desesperado.

Alex se vuelve hacia mí tan deprisa que me tambaleo hacia atrás ytiene que agarrarme por el brazo para evitar que me caiga.

 — Tú no lo entiendes, Rebecca  — me dice, como olvidándose depronto de las formalidades.

El modo en pronunciar “mi nombre” me hace estremecer. 

 — El padre de Emily es un hombre lleno de rencor. Desde que muriómi padre se ha negado a verme porque, si no fuera por mi existencia, élhabría sido el próximo duque de Harksbury. ¿Crees que un hombre así 

atenderá a razones? Ahora que Emily se ha rebelado contra él, preferirá

Page 107: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 107/156

PRADA Y PREJUICIO

forzarla a una vida de solterona antes de dar su consentimiento a esematrimonio.

Sus palabras resuenan en mis oídos, una y otra vez, pero no puedomoverme, ni responder. Esto ha sido un error de cálculo, un error fatal. Lo

he fastidiado todo, he echado a perder nuestro plan. No, no sólo el plan; hearruinado la vida de Emily… ¿Cómo he podido hacerle esto? Por desgracia, sin embargo, ya no hay vuelta atrás. Hay que seguir

adelante. Esto tiene que funcionar, tiene que funcionar… Debe haber unmodo de salvar la situación.

  —Pero… cuando haya cumplido los veintiuno ya no necesitará elconsentimiento de su padre. ¿no podrían… esperar hasta entonces? 

Alex niega con la cabeza y gruñe de frustración. — El tiene patria potestad sobre ella, Emily tiene que acatar sus

deseos. Y si su padre decide encerrarla en sus aposentos hasta el día de suvigésimo primer cumpleaños, nadie podrá hacer nada para evitarlo.

Dios mío, creo que voy a vomitar. Me encuentro tan mal que no sésiquiera si Alex sigue hablando. ¿Qué he hecho? Emily es la clase depersona que necesita sentirse amada. Para ella una vida sin amor puedeser… Apenas consigo llegar a la silla antes de que me fallen las piernas. 

Alex vuelve a gruñir y se pasa una mano por el alborotado cabellocastaño.

 — Tengo que arreglar este desastre. Más vale que reces para que loconsiga — me dice. Se dirige a la puerta a grandes zancadas, pero al llegar aella se detiene y se vuelve hacia mí  — . Y ruega también por que nada deesto llegue a oídos de mi madre antes de que se solucione, Rebecca. Es unamujer muy frágil y si esto pone en riesgo su salud, no te lo perdonaré.

Yo asiento aturdida. Qué desastre. Debería haber pensado en otramanera de hacer esto, algo que no implicara actuar a espaldas de Alex y…Cuando alzo la vista de nuevo veo que estoy sola. Se ha ido.

Angustiada, salgo al pasillo y me dirijo al vestíbulo, dondeencuentro al mayordomo.

 — ¿Le llevaron esa carta a Lord Denworth?

  Por favor, que diga que no que diga que no… Pero el hombreasiente.

 — Sí, hace horas. — Ya veo — murmuro yo abatida.Aun que quisiera dar marcha atrás, ya es demasiado tarde. Le

mandamos una carta a Denworth contándole lo que Emily iba a hacer, queno iba a casarse con él y que se iba a entregarse a Trent. Ésa iba a sernuestra última baza, en caso de que los rumores propagados por lossirvientes no llegasen a sus oídos.

Según Emily, con un rumor basta para que se dé algo por hecho. Noservirá de nada que digamos que todo ha sido una farsa. A estas horas

Page 108: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 108/156

PRADA Y PREJUICIO

Denworth habrá leído la carta, y entre eso y los rumores no habrá nada quepodamos hacer.

Doy media vuelta y subo las escaleras, asiéndome a la barandillapara no tropezar, porque apenas veo los escalones. Me encuentro tan

mareada… Me preguntó qué pensó Denworth al leer la carta. Me pregunto quépensará hacer Alex. Me pregunto si todo esto acabará en desastre.

24

La peor de mis pesadillas se ha hecho realidad: estoy sentada en elcomedor, oprimida por el corsé, y a solas con Lady Victoria.

Page 109: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 109/156

PRADA Y PREJUICIO

Por lo calmada que está, tomando su sopa, parece que no se haenterado de lo de Emily, y tengo que procurar que siga sin enterarse.

¿Cómo he podido ser tan estúpida? ¿Cómo pudo pasarme algo tanimportante como que Emily necesitaría el consentimiento de su padre?

Estoy segura de que Alex se ha ido derecho a la cabaña, pero memata no saber qué estará pasando. De pronto echo en falta algo tan simplecomo poder llamar por teléfono. ¡Así al menos podríamos estar encontacto! Estar aquí sentada, consumida por las dudas, es una auténticatortura.

Al sentarnos a la mesa Lady Victoria me preguntó dónde estabaEmily y tuve que inventarme algo. De hecho ya ni recuerdo qué le dije.

Los minutos pasan lentamente, y no puedo dejar de preguntarmequé estará pasando en la pequeña cabaña, a unos kilómetros de aquí.¿Estará Alex gritando a Trent y Emily? ¿Le habrá dicho Trent que no sealejará de Emily, pase lo que pase?

El único momento en el que dejo de pensar en ello es cuando la vozde Lady Victoria me recuerda de repente su siempre agradable presencia.

 — Rebecca, querida, no se encorve de esa manera. En muy pocoelegante.

Aunque me irrita hacerle caso, me siento derecha al instante. LadyVictoria tiene esa habilidad de las madres para hacerte obedecer en cuantote dicen algo. Debería haberme encorvado aún más para fastidiarla, pero elcorsé no me lo permite.

Si alguna vez vuelvo a viajar al pasado y encuentro al tipo queinventó el corsé, tendré unas palabras con él.

Un sirviente coloca ante mí un plato con un trozo enorme de bueyasado, y me fijo en Lady Victoria para coger el mismo tenedor que ella,sujetar el cuchillo de la misma manera, y cortar la carne en trozos pequeñacomo ella. Verla comer es como ver uno de esos videos en los que teenseñan normas de etiqueta en la mesa.

La verdad es que una parte de mí siente cierta lástima por ella. Suvida se rige por estrictas normas y prohibiciones, y me apostaría lo que

fuera a que todo eso no es más que una fachada. Estoy segura de que todaesa obsesión deriva del hecho de que su marido tenía una amante y loúnico que ella podía hacer era fingir ante los demás que eran unmatrimonio modelo.

No es de extrañar que le preocupen tanto las apariencias. Su maridola engañaba y tuvo un hijo con otra mujer, pero ella se aseguró de hacercreer a todo el mundo que su vida era perfecta. Ella misma parecedperfecta, y da la impresión de que no tuviera ni una sola preocupación.Quizá no debería haberla juzgado con tanta dureza.

Page 110: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 110/156

PRADA Y PREJUICIO

 — Los rosales ya están en flor  — digo, tratando de ser amable — .Emily y yo estuvimos paseando ayer por los jardines y su perfume flota porel aire.

Lady Victoria me mira fijamente mientras mastica.

 — Sí, los jardines se ponen preciosos en esta época del año. Midifunto esposo hizo que los diseñaran de manera que el perfume de lasrosas acompañe todo el tiempo a quien pasea por ellos.

Su difunto marido… No puedo creer que lo haya mencionado, sehace un silencio sepulcral, igual que si hubiera caído una bomba, y comono sé muy bien qué decir, tomo otro bocado y espero a que pase esemomento tan tenso.

¿Cuántos platos nos servirán esta noche? Espero que sólo tres. Nocreo que pueda soportar tener que seguir aquí sentada mucho más tiempo.Hay veces que sirven hasta cinco o seis. Además, esta conversación forzadano ayuda nada, y es cuestión de tiempo que antes o después suelte algosobre Emily sólo por evitar el incómodo silencio.

De pronto, como si se hubiera dado cuenta del error que ha cometidoal mencionar a su marido, Lady Victoria aprieta con tal fuerza loscubiertos, que los nudillos se le ponen blancos.

Deja el tenedor en el plato y mueve los dedos, y luego sueltatambién el cuchillo y se masajea la mano y a muñeca. Una mueca de dolorcruza su rostro, pero de inmediato vuelve a coger el tenedor y el cuchillo,como confiando en que no me haya dado cuenta.

 — ¿Le ocurre algo? — le pregunto. — Parece que empiezan a pasarme factura todos estos años haciendo

costura — responde.Y la verdad es que me sorprende un poco que lo admita, ella que no

le teme a nada, ella, que no tiene defecto alguno. — ¿Qué se nota? — le pregunto. — A veces siento un hormigueo en las manos. — Probablemente sea Síndrome del túnel carpiano.Ella se me queda mirando patidifusa, y yo me encojo de hombros.

 — Un nervio pinzado  — le explico — . Trate de mantener la manorecta durante la noche, poniéndose una tablilla y vendándola, al cabo deunas semanas debería dolerle menos.

¿Por qué estoy dándole consejos? Por mí como si se le cae la mano. — Gracias  — me contesta ella en un tono quedo. Sin embargo,

apenas un segundo después parece recordar que somos enemigas acérrimas,y añade — : Tiene el codo apoyado en la mesa.

 — Ay, perdón.Me echo hacia atrás y bajo las manos al regazo.

Page 111: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 111/156

PRADA Y PREJUICIO

 — ¿Por qué piensa a que Emily no debería casarse con Denworth? — me pregunta Lady Victoria mirando su tenedor, como si me lo estuvierapreguntando de un modo casual.

 — ¿Perdón?

 No es posible que se haya enterado… ¿O sí? Ay, Dios mío, Alex sepondrá furioso si es así. Y yo que creía que los rumores no habían llegado asus oídos… No sé, como últimamente pasa tanto tiempo en cama porquedice que no se encuentra bien… Pero puede que su doncella se o hayadicho, o que oyera a unos sirvientes hablan do fuera, en el pasillo.

 — Las oí a Emily y a usted hablando de ello  — me dice — . Segúnparece, usted cree que no debería casarse con Denworth. ¿Por qué?,dígame.

Vaya, así que no sabe nada. Lady Victoria sólo alza la vista uninstante, como si le molestara incluso dirigirse a mí. ¿Tanto le desagrado?

Ahora soy yo quien disimulo mirando mi tenedor mientras intentodecidir si inventarme una razón poderosa, un argumento de peso que LadyVictoria pueda comprender, o si simple y llanamente debería decirle laverdad. Dudo que una mujer como ella crea en el amor. ¿O tal vez sí? Locierto es que estaba totalmente a favor de que Emily se casase conDenworth. Dijo que era su deber y no añadió una palabra más.

 — Se merece algo mejor — le contesto.Lady Victoria se queda mirándome con un aire de superioridad.

 — ¿Mejor que un barón? No lo creo. Además, tiene tantasposibilidades de ser feliz con Lord Denworth como con cualquier otrohombre, o quizá incluso más.

No me chocan tanto sus palabras, como el hecho de que parece queverdaderamente piense lo que ha dicho por cómo lo ha dicho, como si fueraalgo que no se puede rebatir.

 — ¿Cómo podría se Emily feliz con un matrimonio así? Denworth esmucho mayor que ella.

Lady Victoria deja el tenedor en el plato para mirarme a los ojos,por primera vez no me intimidan. De hecho, es como si se hubiesen

suavizado un poco, y en ese memento pienso que veinte años atrás debió deser una mujer muy hermosa.

 — Mi esposo tenía casi cincuenta y cinco años cuando nos casamos,y yo sólo veinte.

 — ¿Y lo amaba?Del silencio que sigue deduzco que no. No, por supuesto que no.

Pero… ¿por qué intenta convencerme entonces de que Emily sería felizcasándose con un hombre al que no ama? Jugueteo con un trozo de grasadelo asado y me quedo callada, preguntándome si admitirá esa

contradicción.

Page 112: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 112/156

PRADA Y PREJUICIO

 — Al principio no lo amaba  — me responde — . No llegué a amarlohasta los últimos tres o cuatro años, antes de que muriera.

Alzo la vista hacia ella. ¿Los últimos tres o cuatro años? Pero esosignificaría que… Ésa debe ser la razón por la que el difunto duque

esperaba que la mujer de las cartas se cansase y desapareciese de su vida.Probablemente estaba llegando por fin a un entendimiento con su esposa ycomo sentía que estaba en la cuerda floja, esperaba que ella nuncadescubriera que tenía una hija, fruto de sus infidelidades. ¿Pero por qué senegaría a ayudar a esa mujer y a la pequeña? Sabía que lo necesitaban.

Lady Victoria me mira a los ojos, y por un instante me parece verlamorderse el labio, pero no puede ser. Para ella el decoro está por encima detodo.

 — Sí, llegué a amarlo  — continúa — , pero me resistí durante muchotiempo, durante años. Y ahora, cuando pienso en todos esos años perdidos,me lamento y desearía poder recuperarlos.

Yo me quedo mirándola sorprendida. Durante todo ese tiempo yohabía pensado que no podía tener ninguna razón para comportarse comouna amargada, que lo hacía porque se creía superior a todo el mundo, peroahora veo que me equivocaba. La suya es la historia de amor más difícil ytrágica que he oído, mucho peor que las de las obras de Shakespeare. Sóloahora comprendo que su obsesión con las normas es el escudo tras el queoculta su dolor.

 — Son muy pocas las personas que se casan están enamoradas,señorita Rebecca  — me dice — , y aún menos las que siguen estándolodespués de unos años. Emily tiene tan poca idea de lo que quiere como yoentonces, y se casará con Lord Denworth igual que yo me casé con midifunto marido porque es lo que se espera de ella.

Poco puede imaginar lady Victoria lo que está ocurriendo a sólounos kilómetros de aquí. Además, ella tuvo suerte se enamoró del duque,pero me niego a creer que un tipo de cincuenta y un años tenga tanto encomún con Emily como alguien de su edad, alguien que puede que estéenamorado de ella.

 — ¿Y no le parece que debería ser Emily quien tomase esa decisión? — La decisión nunca será suya — responde Lady Victoria en un tono

más suave.Y durante casi u7n segundo, mientras me mira, creo que en realidad

está tratando de decirme que está de acuerdo conmigo, que aunque lascosas no funcionen así la decisión debería ser de Emily, pero luego vuelvea fastidiarlo todo cuando m riñe de nuevo.

 — Tiene otra vez el codo en la mesa.Yo pongo los ojos en blanco pero quito el codo y me siento derecha.

Supongo que hay cosas que no se pueden cambiar.

Page 113: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 113/156

PRADA Y PREJUICIO

25

La cena termina, y pasan las horas, pero Alex y Emily siguen sinregresar. Él se marchó esta mañana para traerla, ¿qué pueden estar

haciendo? Además, se suponía que Emily sólo iba a pasar una nochefuera… y a este paso van a ser dos. 

Voy de un lado de un lado a otro de la mansión como un leónenjaulado. Paso por delante de la biblioteca, del estudio, de las habitacionesde invitados, por las cocinas… 

No alcanzo a imaginar por qué tardan tanto. ¿Y si ha pasado algo?¿Y si los han arrestado, o los han asesinado, o les han robado? Al fin y alcabo estamos en 1815; puede haber pasado cualquier cosa.

O quizá hayan ido directamente a ver a su padre; los tres. Dios mío,

¿y si resulta que el padre de Emily está loco y quiere vengarse de ella porhaber ido contra sus deseos? Por lo que dijo Alex parecía que Emily lotenía difícil con él. ¿Y si he arruinado su vida?

¿Qué demonios estarán haciendo? No creo que pueda pasarme otranoche dando vueltas en la cama. Lo único que quiero es que esto acabe;quiero irme a casa, al siglo XXI, donde estas cosas no pasan.

El siglo XXI… No puedo creer que en estos últimos días apenashaya pensado en ello. Los dos primeros días no podía pensar en otra cosa,pero últimamente, con este asunto de Emily, los insultos de Alex y las

normas de Lady Victoria… en fin, supongo que todo eso me ha tenidoabsorta.Tengo que encontrar el modo de volver. No puedo quedarme aquí,

como si ésta fuera mi vida de verdad. La auténtica Rebecca llegará dentrode un par de semanas, y cuando llegue se descubrirá el pastel y todo elmundo sabrá que soy una impostora. Tengo que idear un plan, unaestrategia… lo que sea. ¿Pero cómo voy a volver a mi tiempo? 

Puede que si enfoco mis energías de un modo positivo eso seresuelva por sí solo. Ya sé, eso no tiene mucho sentido, ¿Pero qué otrasopciones tengo? Por ahora sigo atrapada en este siglo.

Mis pasos me han llevado al ala oeste, y me entretengo mirando loscuadros a la luz de la palmatoria que llevo. En este pasillo la mayoría sonpaisajes: idílicas lomas redondeadas, vastos prados verdes, majestuososmontes… No consiguen aplacar mi inquietud, pero son bonitos, y depronto, cuando estoy mirando una pintura de un mar encrespado, cuyasolas choca contra los acantilados, oigo una voz. ¡Es Emily! ¡Ha vuelto!

Me agarro las faldas y echo a correr. Mis pisadas resuenan en elpasillo, y cuando tuerzo una esquina la veo subiendo las escaleras. Ella meoye, y cuando se vuelve se le ilumina la mirada.

Suspiro de alivio al ver que no hay lágrimas rodando por susmejillas. Eso es buena señal, ¿no?

Page 114: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 114/156

PRADA Y PREJUICIO

 — ¿Dónde está Alex?Emily frunce los labios y si rostro se tiñe de preocupación.

 — Ha ido a hablar con mi padre.Yo me detengo a unos pasos, como si de pronto se hubiera

levantado un muro entre nosotras. — ¿Olvidaste que necesitabas su consentimiento para casarte?  — lepregunto —. Yo no tenía ni idea; no es así como funciona en… América. 

Ella inspira. — Supongo que con la emoción se me olvidó. — Bueno — me encojo de hombros porque no sé qué más decir — .

¿Y te ha dicho cuándo volverá?Emily asiente.

 — En un par de días. La finca de mi padre está a un día de aquí, ytendrá que parar en una posada para hacer noche.

Vaya… Va a viajar un día entero de ida y otro de vuelta, y se vahospedar en una posada para arreglar el desaguisado que yo he provocado.Seguro que está furioso conmigo.

  —Bueno, y… ¿qué tal anoche? ¿Lo pasaste bien al menos?  — lepregunto a Emily.

 — Ah, sí. Trent trajo una cesta de picnic con comida y cenamos a laluz de las velas.

 — ¡Ah, qué bien! — le digo yo con tono de fingido entusiasmo.Es la primera vez que una conversación con Emily me resulta

forzada y me siento incómoda, como si fuésemos un par de extrañas.Nunca la había visto tan preocupada. Sus hombros y su rostro están tensoscuando se supone que debería estar risueña y habladora por haber estadoanoche con Trent.

Dios mío, he metido la pata hasta el fondo. Si Alex no consiguearreglar esto, Emily descubrirá que ha puesto su vida en manos de unaextraña. Y yo la he traicionado; he traicionado su confianza. Cómo odiotodo esto… 

 —Bueno, pues… me voy a la cama. Quizá mañana sepamos algo

más — le digo, ansiosa por alejarme antes de que no pueda contenerme y lecuente la verdad.

De una cosa estoy segura: esta noche no voy a pegar ojo.

***

Lo días siguientes se me hacen eternos, y no puedo dejar de pensaren todas las cosas que podrían estar yendo mal, en las que podrían estaryendo bien, y en la que podrían no estar yendo ni mal ni bien. Y además de

todo eso pienso también en mi vida.

Page 115: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 115/156

PRADA Y PREJUICIO

¿Y si el tiempo sigue pasando en el siglo XXI? ¿Y si estánbuscándome y mi madre está preocupadísima? ¿Y si creen que me hanraptado?

Me costó tanto convencer a mi madre para que me dejara ir a ese

viaje que seguro que ahora estará echándose la culpa por hacérmelopermitido. Dios mío, y seguro que ha tenido que llamar a mi padre, y sé lomucho que odia tener que hacer eso.

¿qué voy a decirles si cuando vuelva me encuentro con que llevodesaparecida un mes? “Ay, perdonad, es que he estado pasando unos díasen 1815, y me entretuve saboteando un matrimonio concertado. Ya ospodéis imaginar. Y también he ido a algún que otro baile, y he llevadocorsé y todas esas cosas. La verdad es que ha sido divertido”. 

Cuando Eliza entra en mi habitación esa mañana ya estoy sentadaen la banqueta, cepillándome el cabello. Ésta debe ser la primera vez queno me ha hecho falta que venga a despertarme y a levantarme de la cama.Y creo que precisamente ésa es la parte de su trabajo que más la divierte, eloírme protestar cuando descorre las cortinas y me destapa de un tirón.

 — Su Gracia, el señor duque, pregunta por usted, señorita.Mi mano se detiene con el cepillo en el aire.

 — ¿Qué? — Desea verla  — me dice Elisa, quitándome el cepillo para acabar

de hacerlo ella. — ¿Ya ha vuelto?Eliza asiente.

 — Vaya.Trago saliva. Ha llegado el momento de la verdad. ¿Habrá logrado

que el padre de Emily dé su consentimiento, o es ya oficial que hearruinado la vida de Emily? ¿Irá a decirme que lo he fastidiado todo y queél tenía razón?

Ya me he acostumbrado al ritual de vestirme con la ayuda de Eliza,pero esta vez me hace demasiado corto, de hecho, cuando me dirijo alestudio de Alex me siento como un reo camino de la horca, y sigo

preguntándome qué irá a decirme, aunque estoy segura de que no me va agustar.

Cuando entro no me ve llegar porque está en su mesa escribiendo — con pluma y tinta — y me quedo observándolo. Tan enfrascado está, quepasa un rato observándolo. Tan enfrascado está, que pasa un rato antes deque note mi presencia, el tiempo suficiente para que me fije en lo guapoque está cuando se concentra en algo, con los ojos entornados y lo labiosfruncidos. Me pregunto cómo sería besarle.

¿Pero cómo se me ocurren esas cosas? ¡Si lo detesto! ¿Por qué iba a

querer besarle? Justo en ese momento Alex alza la vista, y le sonrío paratratar de disimular mis pensamientos.

Page 116: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 116/156

PRADA Y PREJUICIO

 — Siéntate, por favor — me dice poniéndose de pie.Yo me siento en una silla frente a su escritorio, lo más derecha

posible, con las manos en el regazo y los tobillos cruzados. Debe estarpegándoseme algo de Lady Victoria.

Alex rodea la mesa para ponerse frente a mí, y se apoya en ella. — Te has pasado de la raya con lo que has hecho con Emily — medice.

Yo aprieto los dientes para no responderle. Antes de enfadarmetengo que saber dónde quiere llegar con esto.

 — Actuaste a mis espaldas y orquestaste el plan más absurdo yarriesgado que se le pueda ocurrir a nadie. Todavía no puedo creer quehicieras algo así.

 —Pero… Alex levanta la mano para cortarme.

 — Ni siquiera voy a relatarte lo que tuve que hacer para convencer asu padre para que diera su consentimiento. Y da gracias a que el señorRallsmouth es lo bastante rico como para mantener a Emily, porque supadre me ha dicho que de aquí en adelante ella no volverá a ver un peniquesuyo.

De todo lo que me dice, lo único que oyen mis oídos es que halogrado convencer a su padre.

 — ¿Entonces funcionó?  — Una sonrisa se extiende por mi rostro yme pongo en pie de un salto — . ¿Va a casarse con el señor Rallsmouth?

Alex se aparta de la mesa. — ¿Es que no has escuchado una sola palabra de lo que te he dicho?

Has cometido una serie de equivocaciones muy graves; has…  — ¡Pero tenía razón! ¡Y gracias a mí Emily va a casarse con el amor

de su vida!Alex da un paso adelante, quedándose apenas a unos centímetros de

mí. — ¡Te equivocas! ¡Te entrometiste en algo que no te concernía!Sus palabras hacen que las chispas de la ira prendan en mí.

 — ¡Según tú, parece que no debería meterme en nada porque soyuna doña nadie, una chica del vulgo!  — Le espeto apretando los puños — .¡Pero Alguien tenía que hacerlo y tú no estabas por la labor!

 — ¡No deberías haberte inmiscuido! — ruge Alex. — ¡Y tú no deberías haberme empujado a hacerlo!  — le replico,

golpeándolo en el pecho con un dedo acusatorio — . ¡Deberías haber estadoal lado de Emily Cuando te necesitaba!

La estrecha distancia entre nosotros se acorta de pronto cuandoAlex aprieta sus labios contra los míos, tan de improvisto que ni siquiera

me da tiempo a cerrar los ojos. Toma mi rostro entre ambas manos paraatraerme hacia él, y durante una milésima de segundo me quedo aturdida,

Page 117: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 117/156

PRADA Y PREJUICIO

sin saber qué hacer, pero al final cierro los ojos y me dejo llevar. Lasrodillas me flaquean cuando respondo al beso, conteniendo la respiración, yme aferro a los brazos de Alex porque me siento mareada. Sus labios soncálidos y suaves y… 

Y es entonces cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo, dequién estoy besando —  de pronto acude a mi mente la noche del baile,cuando me dijo que yo no era una dama, y al recordarlo me duele tantocomo cuando ocurrió. Alex me considera indigna de él.

¿Cómo he podido dejar que esto ocurra? Al apartarme de él chococon la pared, y el ruido hace que Alex abra los ojos de golpe.

 —Yo… yo… — balbuceo.Me giro tan rápido que la falda del vestido se me enreda entre las

piernas, y tras esperar un instante a que se quede quieta, salgo del estudiocorriendo.

Page 118: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 118/156

PRADA Y PREJUICIO

26

¿Por qué diablos me ha besado Alex? Y peor aún: ¿cómo es posibleque a mí me haya gustado ese beso? Pero si Alex es… es... Es arrogante y

elitista y prejuicioso, y sólo tolera mezclarse con gente que pertenezca a laaristocracia, como él.

¡Dios mío!, ¿cómo he podido dejar que me bese? ¿Y cómo hemospasado de gritarnos mutuamente a besarnos? Hecha un lío, me dirijo a lahabitación de Emily y entro sin llamar. La encuentro sentada en el poyetede su ventana, que se asoma al patio, y yo a sentarme frente a ella.

Aunque me siento como si tuviera un tornado en el estómago, finjoque no ha pasado nada e intento parecer alegre.

 — ¡Vas a casarte! — le digo.

Ella se me queda mirando sin comprender. — ¡Ha funcionado, Alex ha conseguido convencer a tu padre!Emily lanza un grito y me abraza con una sonrisa de orejo a oreja.

 — ¡Ay, Rebecca!, ¿no es maravilloso?Se pone en pie de un salto y empieza a dar vueltas como un

molinillo. Cuando para, se sienta de nuevo frente a mí, visiblementemareada, pero radiante.

 — ¿Cómo podré pagarte lo que has hecho por mí? — ¿Eh?

No he oído lo que ha dicho porque estaba distraída con el cosquilleoque noto en los labios.   Mi primer beso…., pienso tocándomelos con losdedos. Ése ha sido mi primer beso… Y ha sido un duque quien me habesado. Dios mío, ¿acabo de besar a un duque! Y ni siquiera lo vi venir.

De todas las veces que he imaginado como sería mi primer beso,siempre lo visualizaba como una escena a cámara lenta, en el porche,después de una cita. Y siempre imaginaba los nervios, la emoción…; peroesto ha sido tan repentino e inesperado… Todo esto es surrealista. 

 — ¿Te ocurre algo? — me pregunta Emily.Sus ojos castaños me miran con preocupación pero también con

aplomo, como si yo fuera a descargar sobre sus hombros el peso del mundoy ella estuviera dispuesta a llevarlo por mí.

  —Yo… no lo sé. Supongo que estoy intentando comprender a tu primo. Todo lo que ha hecho hasta ahora ha sido… y después… Es que nologro entenderlo, eso es todo.

Emily sonríe y permanece en silencio, como intuyendo que tengoalgo más que decir.

 —No sé, es que… en el baile de Pommeroy le dio a entender a untipo, a un lord, que yo no era lo bastante buena como para bailar con él, y ledijo que bailara con una tal Lady No — Se — Qué en vez de conmigo, comosi yo fuese indigna de él sólo porque soy una plebeya.

Page 119: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 119/156

PRADA Y PREJUICIO

Emily frunce el ceño. — Eso no es propio de él; estoy segura de que no pretendía

ofenderte. —Pero es que es tan… engreído, y siempre que me digo que tal vez

debería darle una oportunidad, me acuerdo de las veces en que se hacomportado como un imbécil. Además, ¿qué motivo podría tener paradecirle a ese Lord Brimmon que yo no le convenía como pareja de baile?

Emily, que ha girado la cabeza hacia la ventana, me mira derepente.

 — ¿Era Lord Brimmon?Yo asiento y entorno los ojos.

 — ¿Acaso importa quién fuera?Ella vacila un instante.

 — Di, Emily. —   — Ese hombre tiene fama de ser un libertino además de una

sabandija. Si Alex disuadió a Lord Brimmon de que no bailara contigo,estoy segura de que fue para salvaguardar tu reputación, no la de él.

Yo me quedo boquiabierta. ¿Podría ser verdad lo que dice Emily?¿Me habré equivocado también en eso respecto a Alex?

Está visto que desde que llegué aquí no he hecho más que meter lapata. He pensado mal de Alex desde aquel día.

 —Entonces… ¿no lo hizo porque yo no era lo bastante buena paraél?

Emily se ríe. — Por Dios, por supuesto que no. Eres su invitada; ¿cómo iba a

menospreciarte así? — Oh, vaya. Pero cuando me sacó a bailar dijo que lo hacía porque

era lo que se esperaba de él, porque yo era su invitada, como si fuera unaobligación.

Emily reprime una sonrisa, como si todo esto le pareciera muydivertido.

 — Por Harksbury han pasado muchas invitadas, y Alex sólo ha

bailado con una: tú. —Vaya… Bajo la vista e intento contener la sonrisa que aflora a mis labios,

pero no lo consigo y acabo sonriendo como una tonta. Alex bailó conmigoporque quiso, no porque tuviera que hacerlo. ¿Es posible que haya estadocompletamente equivocada respecto a él todo este tiempo?

 — Bueno, de todos modos, ahora que lo he estropeado todo… — Notermino la frase; no puedo contarle a Emily que lo he rechazado cuando meha besado — . No sé, seguro que piensa que soy una tarada —  

Emily frunce el ceño. No sé si estará preguntándose qué habrápasado entre nosotros, o por qué iba Alex a pensar eso de mí.

Page 120: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 120/156

PRADA Y PREJUICIO

 — Dudo que piense eso.Ojalá fuera verdad, pero yo sé que lo he fastidiado todo y estoy

segura de que Alex no volverá a besarme por mucho que yo lo desee.

Page 121: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 121/156

PRADA Y PREJUICIO

27

Sólo una hora después viene una sirvienta a mi habitación paradecirme que el duque me invita a dar un paseo a caballo con él, y una

mezcla de sentimientos contradictorios me invade. No puedo creer quedespués de haber huido como lo hice, todavía quiera verme.

¿Qué está pasando entre nosotros? ¿Y por qué quiero que eso queestá pasando entre nosotros sea… algo? No debería querer nada conalguien como él. Sí, ya sé que estaba equivocada respecto a la carta y aLord Brimmon, pero aún así… en fin, Alex piensa que por ser chica nopuedo opinar ni tomar mis propias decisiones. Cree que como mujer mecorresponde un lugar determinado en la sociedad, supeditada a loshombres.

Y lo peor es que sigo pensando en ese beso, y en mi mente no parade repetirse el momento en el que me choqué con la pared y salí corriendo.Cuando salgo de la mansión para reunirme con él, lo encuentro

esperándome, y en el momento en que se vuelve hacia mí no puedo evitarsonrojarme. Se acerca para sujetar las riendas de la yegua, y ni siquiera soycapaz de mirarlo. La situación me resulta tan embarazosa que fijo la vistaen el estribo, como si el meter el pie en él requiriese toda mi concentración.

¿Acaso no va a decir nada? Me pregunto si irá a disculparme porhaberme besado. Si lo menciona, yo también podré disculparme por haber

salido corriendo y le explicaré que fue tan repentino que no supe cómoreaccionar.Pero Alex no dice nada; simplemente me ayuda a subirme a la silla.

Me siento orgullosa cuando lo consigo a la primera, y me coloco bien lafalda, muy ufana… hasta que veo a Alex montar como si no le costaraningún esfuerzo, y eso que su caballo no se está quieto.

Cuando pasamos por delante de las cuadras, veo a uno de los mozosenseñándole a otro el baile del robot y tengo que contener la risa al ver laexpresión anonadada de Alex, que arquea tanto las cejas que casi le tocanal pelo. Me gustan las reacciones que tiene cuando algo lo pilladesprevenido; me entran ganas de hacer alguna locura sólo por ver qué carapondría.

Rodeamos la mansión con dos mozos a caballo detrás de nosotrospara hacernos de carabina, pero es algo a lo que ya me he acostumbrado, yno me molesta.

En cambio me preocupa que haber estado negando la evidenciadurante días, vamos, que me siento atraída por él. Pero es que no loentiendo: ¿cómo puede gustarme? ¿Y por qué me gusta?

Y luego está el hecho de que antes o después tendré que desvelarmi verdadera identidad. Esa amenaza constante de que todo cambiarácuando sepan que no soy Rebecca se cierne sobre mí como un nubarrón

Page 122: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 122/156

PRADA Y PREJUICIO

negro. ¿Por qué me da tanto miedo que llegue ese momento? ¿Y por quéhay veces en las que desearía poder quedarme aquí más tiempo?

Hoy tomamos la carretera, y mientras cabalgamos el uno al lado delotro pienso que en este preciso instante no querría estar en ningún otro

sitio. Hace sol, a pasear, así que no voy sudando a mares, y de cuando encuando se levanta una brisa que agita los faldones del chaqué de Alex. — Si aflojas un poco las riendas la yegua no morderá con tanta

fuerza el bocado — me dice cuando ya hemos dejado atrás la mansión.Yo bajo la vista y veo que efectivamente la yegua tiene los dientes

apretados contra la barra de metal que tiene en la boca. Incluso puedo oírcómo chirrían, igual que cuando se araña una pizarra, pero no me atrevo aaflojar las riendas.

 — ¿Me prometes que no se descontrolará si lo hago?Él me mira solemne antes de asentir, y agradezco que no se ría de

mí por ser tan miedosa. Aflojo un poco las riendas, y la yegua relaja losdientes y estira un poco el cuello, pero no echa a correr ni nada por elestilo.

Uf, menos mal. Cuando alzo la vista encuentro a Alex mirándomecon una sonrisilla divertida, y sus ojos brillan, verdes como el dosel deverde follaje sobre el que cabalgamos. Esa expresión en su rostro contrastatanto con las veces en las que lo he visto enfadado, que resulta algochocante.

Sus manos descansan sobre las brillantes crines del caballo, y suscaderas se balancean con los movimientos del animal. Y como siempre, vaimpecable: no hay una mota de polvo en su chaqueta, ni una arruga en elpañuelo que lleva al cuello.

 — ¿Echas de menos tu hogar? — Me pregunta de repente.Por un segundo me entra el pánico y pienso que lo sabe, que me

está preguntando si echo de menos el siglo XXI, los Starbucks, los coches yla electricidad, pero entonces recuerdo que Rebecca — quien se supone quesoy — está aquí de visita.

 —Eh, em… sí. 

¿Se supone que debo hacer como si hubiese pasado nada entrenosotros? Dios mío, ¿por qué tiene que ser todo tan complicado y tan…emocionante? ¿Y por qué no ha mencionado siquiera lo del beso? ¿No

 podría decir… no sé, algo al respecto? Yo, por mi parte, ya me he dado por vencida. No creo que tenga el valor suficiente como para sacar el tema.

 — ¿Estás disfrutando de tu estancia en Harksbury?¿Qué quiere decir con eso? ¿Está preguntándome si disfruté con

nuestro beso? ¿Si me arrepiento de haber salido corriendo? Me quedomirándolo a los ojos, y cuando mi yegua se detiene a mordisquear unas

briznas de hierba, él se ve obligado a parar también. — Sí, creo que me va a resultar difícil marcharme.

Page 123: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 123/156

PRADA Y PREJUICIO

Alex asiente, pero no aparta los ojos de mí. Es como si los dosestuviéramos diciendo mucho más de lo que estamos diciendo en realidad,y en ese momento pienso en todas las cosas que me gustaría decirle peroque no debería.

Tiro de las riendas para que la yegua se ponga en marcha de nuevo,y sin querer aprieto los tobillos contra su costado, haciendo que sesobresalte y salga trotando. Tengo que agarrarme a la silla para no caerme,y con la mano libre tiro de las riendas. La yegua, obediente, aminora elpaso.

 — ¿Qué harás cuando vuelvas a América?  — me pregunta Alex,volviendo la vista al frente.

 — No estoy segura. De pronto siento como si todo hubiesecambiado. Con respecto a cuando llegué, quiero decir.

Él asiente, como si me entendiera, pero es imposible que locomprenda. Querría poder hablarle de cómo me ignoraban Angela y lasotras, de lo intimidada que me hacían sentir, del miedo que tenía a ser yomisma, de que me compré esos zapatos sólo por ganarme el respecto deAngela. Quería poder decirle que, aunque ahora veo todo eso con másobjetividad, estoy segura de que seguiría sintiéndome torpe y avergonzadadelante de ella, y de que esperaría que se fijase en los zapatos. ¿Cómopuede ser que siga teniendo las mismas inseguridades?

Sin embargo, Alex se queda callado y al final no digo nada. Quizásea lo mejor. Tal vez piense que soy lista y valiente, como Rebecca, y loestropearía todo si supiera que en realidad no soy ni la mitad de lista ni lamitad de valiente de lo que cree.

Si supiera cómo soy en realidad, seguro que ya no se sentiríaatraído por mí. Dios mío, ¿pero qué estoy diciendo? Probablemente no sesiente atraído por mí en absoluto. De hecho, seguro que ese beso fue unerror, algo que hizo porque se dejó llevar por el acaloramiento delmomento. El que me besara no significa que le guste.

Pasamos junto a un rebaño de ovejas a las que han esquilado  — ¡selas ve frágiles y delgadas sobre esas patitas tan finas! —  y junto a una

parcelas cultivadas, y atravesamos un puente que cruza un riachuelo derelucientes aguas.

A lo largo de un par de kilómetros cabalgamos a la sombra dealisos y arces, y un par de horas más tarde nos detenemos cerca de uncampo de maíz. Alex hace que su caballo se gire, y mira el maizal ensilencio durante largo rato. El único sonido que se escucha son los mugidosde una vaca.

Al poco hace que su caballo se vuelva de nuevo, y nos ponemosotra vez de marcha, regresando por donde habíamos venido.

Page 124: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 124/156

PRADA Y PREJUICIO

 — Como nos hemos alejado tanto, creí que tenías que ver a algúngranjero — le dijo.

Él ladea la cabeza y me sonríe, como si le hubiese descubierto perono le importara.

 — No, no tengo que ver a nadie. Hay días en los que simplementeme gusta pasear para ver las tierras que me legaron mis antepasados. — Ah.Me gusta lo relajado que se le ve cuando estamos lejos de todo, y

estoy empezando a comprender de dónde le viene la actitud que tienenormalmente, la razón por la que parece siempre tan estirado: es por todaslas responsabilidades que tiene. Aquí, en cambio, sólo estamos él y yo, dospersonas montadas a caballo, divirtiéndose.

 — Gracias — me dice.¿Eh?

 — ¿Por qué?Alex baja la vista y juguetea con las riendas. Parece nervioso; nunca

lo había visto así. Tan sólo el ruido de los cascos de los caballos rompe elsilencio.

 — Por ser como eres  — me responde — . Te niegas a aceptar lo quela sociedad impone cuando te parece que es injusto. Tú ves las cosas comodeberían ser y no como son y… eso me hace querer ser así yo también. 

Yo me quedo mirándolo anonadad. ¿Quién es este tipo y qué hahecho con Alex?

 — Nunca había conocido a ninguna chica que me hicieracuestionarme todo como lo haces tú. De hecho, de pronto me encuentro conque estoy empezando a ver muchas cosas de un modo distinto  — mereplica. Resopla, como irritado consigo mismo — . No debería haberlevantado la voz como hice en el estudio, perdóname.

Casi me ahogo al tragar saliva. ¿Primero un cumplido y ahora undisculpa? Y además se ha disculpado por haberme gritado, no por habermebesado. Una sensación cálida me inunda y no puedo evitar sonreír. A pesar

de todos nuestros enfrentamientos me he ganado su respecto, y ha sidoporque he luchado por algo, por alguien.

 — Oh, vaya. Em, gracias — le respondo — . ¿Significa eso que estásdispuesto a admitir que puede que sea más lista que tú?  — le pico con unasonrisa, mirándole a los ojos.

No me lo puedo creer — , ¿estoy flirteando con él? — Tal vez — me contesta divertido, devolviéndome la sonrisa.Me gustaría que este instante no terminar nunca, pienso mientras

observo a Alex acariciar la crin blanca de su caballo, aunque sé que eso es

imposible.

Page 125: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 125/156

PRADA Y PREJUICIO

  Díselo, dile que re gusta, me ordeno mentalmente, pero no soycapaz. Las palabras se me atascan en la garganta.

 — Creo que mi madre quiere dar un baile en honor de Emily, paracelebrar su inminente boda con el señor Rallsmouth.

 — ¿De veras? Es un bonito detalle por su parte; sé que pensaba queLord Denworth era un partido mejor — respondo, volviendo a mirarle.¿Por qué no puedo apartar los ojos de él? ¿Por qué siento de pronto

ganas de pasarme un día entero mirándole y sonriendo?Él ignora mi comentario y carraspea. Parece incómodo por algún

motivo, y no acierto a imaginar qué podría incomodar a alguien como él. — Quiero que te hagan un vestido para el baile, en vez de que lleves

uno de los de Emily — me dice.A mí casi se me cortan la respiración..Bueno, estoy segura de que Emily tendrá algo que pueda… 

 — Emily también va a hacerse una — se apresura a puntualizar él — .Irás con ella a la modista.

Eh, em, de acuerdo. Quiero decir… gracias — murmuro, y finjo quetengo tos para disimilar la sonrisa tonta que aflora en mis labios.

El asiente y dejamos el tema. Ésta es una de las conversaciones másembarazosa que hemos tenido desde que llegué, y eso que sólo estábamoshablando de vestidos.

 Alex va hacerme un regalo…, pienso, sin creérmelo. Un vestido…un vestido por encargo… Esto no es algo que le pase a una todos los días.¿Pero por qué hace esto? ¿Será su forma de decirme que le gusto y que sealegra de que nos besáramos? No, no puede ser porque Emily también va aregalarle uno, probablemente no signifique nada.

Cuando regresamos a Harksbury llevamos casi cinco horas fuera.Rodeamos la mansión, y al llegar a la parte de atrás un mozo sale a nuestroencuentro. Alex desmonta y le entrega las riendas de su caballo. Luego sedirige a mí, y cuando me doy cuenta de que va a ayudarme a bajar , elestómago se me llena de mariposas.

Me pone las manos en las caderas y cuando estoy en el suelo me

encuentro tan cerca de él, con mis manos en sus hombros, y las suyas en micintura, que casi se me olvida hasta respirar. Alex me mira a los ojos y mepregunto si va a besarme de nuevo. Oh, Dios mío. ¿Va hacerlo? Por favor 

que me bese otra vez, como esta mañana. Un momento, ¿seguro que quieroque me bese? ¿En qué estás pensando, Callie?, me dice la voz de miconciencia. Ay, cállate y déjate llevar , le replico.

Y así, me pongo de puntillas y dejo que actúe sobre mí esaatracción magnética que he sentido desde el momento en que nosconocimos. Pero entonces, justo cuando estoy cerrando los ojos, se aparta

de mí.

Page 126: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 126/156

PRADA Y PREJUICIO

No me esperaba eso. Se queda mirándome con los labiosentreabiertos y una expresión que podría ser de preocupación, aunque nopuedo decirlo con seguridad porque no soy capaz de sostenerle la mirada.Quizá no sea preocupación; tal vez sea vergüenza, o repulsión.

Las mejillas me arden. Yo iba a besarle y él… se ha apartado de mí. —Yo… Ni siquiera sé qué decir, así que murmuro algo así como “te veré a

la hora de la cena”, me cojo las faldas y corro a refugiarme en casa. ¡Qué desastre!, ahora sí que pensará que estoy loca. Primero salgo

corriendo cuando me besa y ahora, al cabo de unas horas, cambio de idea ysoy yo quien intenta besarle. Dios mío, me siento tan confundida…

Page 127: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 127/156

PRADA Y PREJUICIO

28

En los días siguientes los sirvientes se entregan a una actividadfrenética. Sacuden alfombras, pulen las barandillas de las escaleras, barren

los suelos, lavan las cortinas, recortan los setos, limpian el polvo de loscuadros… Y cada vez que creo haberlos visto ya a todos. Aparece algunomás. Debe haber al menos sesenta. ¡Sesenta! Es surrealista.

Claro que Haksbury no es como las mansiones de los famosos denuestra época: en este siglo no tienen lavadoras ni calderas para calentar elagua. Aquí todo tiene que hacerlo alguien, hasta subir agua a lashabitaciones para que uno pueda lavarse.

Emily y yo vamos a la ciudad a encargar nuestros vestidos a lamodista. No había vuelto allí desde el día en que llegué, y en esta ocasión,

como ya no estoy tan asustada como lo estaba entonces, puedo disfrutar dela vista.Las tiendas, situadas todas en la misma calle, con muy pintorescas,

y exhiben sus mercancías en los escaparates. Hay una panadería, unacarnicería, una sombrerería…, y por las aceras pasean damas con sus sombrillas, en medio del polvo que levantan las ruedas de los carruajes alpasar.

Cuando bajamos del landó con la ayuda de un sirviente, Emily yaestá soñando con su nuevo vestido.

 — Ojalá Su Gracia nos hubiera dado más tiempo  — me dice — . Mehabría gustado ir a Londres a comprar telas, porque allí es más probableque tengan los diseños de moda. Por no mencionar que tienen una variedadmayor de accesorios.

Yo asiento, aunque no tengo ni idea de qué habla. Mientras sigueparloteando animadamente sobre ropa, cruzamos la calle y nos dirigimos ala tienda más grande, que está justo en la esquina. Cuando entramos,aunque la puerta está abierta, hace un poco de calor y no hay mucha luz.Una mujer rubia con un vestido gris se acerca a nosotras y nos saluda conuna profunda reverencia.

 — Señorita Thornton — Hawke, señorita Vaughn, gracias porhonrarnos con una visita.

Emily y yo respondemos con otra reverencia. Ya lo tengodominado — . Cruzas una pierna por detrás de la otra, te inclinas un poco, yte vuelves a levantar. Supongo que esto os parecerá raro, pero estáempezando a gustarme esta formalidad. Es una muestra de respecto, algoque ya no se da mucho en el siglo XXI.

Pasando por delante de varias chicas que cosen sentadas frente apequeñas mesas, la dueña del establecimiento nos conduce hasta una pareddonde se exhiben toda una variedad de telas de distintos colores y tipos.

Page 128: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 128/156

PRADA Y PREJUICIO

 — Me temo que la selección que podemos ofrecerles hoy es algolimitada. Estoy esperando un envío de telas de América para dentro decuatros días.

Al oír eso se me seca la boca —  

 — ¿De América? — Así es. La compañía mercante del barón Gaverson ha conseguidolas sedas de mejor calidad del mundo; o de eso es de lo que va presumiendoél por ahí.

_¿El barco en el que viajabas tú no era de la compañía Gaverson? — me pregunta Emily.

Oh, Dios mío. Un barco que viene de América… Y uno de lamisma compañía en la que Rebecca le dijo a Emily que viajaría… Rebeccaestá en camino y llegará aquí dentro de cuatro días… El día después del

 baile… Y eso suponiendo que no llegue antes. 

Me siento como si tuviese en mis manos una bomba de relojería. Lasrodillas me flaquean de tal modo que tengo que agarrarme al borde de unamesa, y aunque Emily no parece haber notado mi reacción, estoy segura deque me he puesto pálida.

  —Bueno, y… ¿Tienen alguna idea de lo que quieren? — nospreguntan la mujer, señalándonos las telas de nuevo.

 — Seda roja — le responde Emily — . El baile es en mi honor, así quedebería llevar algo llamativo.

La mujer asiente con complacencia. — ¿Y usted?Yo, que no estoy escuchándola, asiento aturdida. Cuatro días…

¿Qué voy a hacer? Como no estaba segura de cuándo iba a llegar Rebeccahabía aparcado el asunto, pero no puedo seguir ignorándolo. La realidadacaba de darme una bofetada: no tengo ningún plan y esto estallará dentrode cuatro días.

 — Pero no pensarán ir vestidas iguales, ¿No? — dice la mujer. — ¿Qué? — respondo, saliendo de mi aturdimiento.

Las dos se quedan mirándome. — La señorita Emily ha elegido el rojo. ¿Sabe usted qué color

quiere? — ¿Eh? Esmeralda — le respondo sin vacilar — . Éste.He escogido ese color porque es el color de los ojos de Alex. No

quiero ni pensar en cómo me mirarán esos mismos ojos. Dentro de cuatrodías, cuando se descubra que soy una impostora. Oh, Dios mío, ¿cómo hellegado a esto? ¿Cómo pude pensar que podía hacerme pasar por otrapersona?

Soy una idiota. Todo está a punto de desmoronarse, yprobablemente me arrestarán y me meterán en la cárcel. Esto es el fin.

Page 129: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 129/156

PRADA Y PREJUICIO

La modista asiente. — De acuerdo. Súbanse ahí y les tomaré las medidas  — dice

señalando una pequeña tarima.Emily me indica con un gesto que vaya yo primero, así que me subo

a la tarima y la mujer empieza su tarea, midiéndome en primer lugar lascaderas y la cintura. No habla mientras trabaja; sólo me levanta los brazosy me mueve la cabeza, como si fuera un caballo y no una persona. Perosupongo que es mejor así. Porque si estuviese hablándome, el martilleo demi corazón no me dejaría oírla.

Luego, mientras le toma las medidas a Emily, ésta le dainstrucciones precisas sobre cosas como el largo de la falda o la forma delescote, todo acorde con las últimas tendencias. Aunque apenas estoyescuchándola, se ve que sabe exactamente lo que quiere, está en suelemento. Yo en cambio, aunque no estuviese nerviosa como estoy, estaríaigual de perdida y no podría seguirla.

La modista conduce a Emily a un mueble largo con multitud decajoncitos para que escoja los accesorios: botones, ribetes, encajes… 

Yo me quedo donde estoy y bajo la vista al suelo angustiada. Sólome quedan cuatro días; cuatro días… 

Momentos después abandonados el establecimiento con la promesade la modista de que en un par de días podremos ir a hacernos las primeraspruebas. Yo estaba tan distraída que no sé ni qué clase de vestido le heencargado al final. De hecho creo recordar que le he dicho algo así como“no sé, sorpréndame”. 

 — Te gusta mucho la moda, ¿eh? — le digo a Emily cuando subimosal landó.

No tengo ganas de charla, pero necesito distraer mi mente paramantener a raya mis temores. Echo la cabeza hacia atrás y dejo que el solbañe mi rostro.

 — Ah, sí. Mi padre se aseguró de que estuviera bien provista parami presentación en sociedad, y fue entonces cuando descubrí esta pasiónque siento por la moda.

 — Deberías hacerte modista — le digo.Emily resopla.

 — Se supone que una joven de buena familia no debe trabajar.Yo bajo la cabeza para mirarla.

 — Ésa es la típica respuesta que daría Alex. ¿Crees que serás felizsiendo sólo la esposa de un hombre rico?

Emily parece dudar. — Además, ¿a quién le importa lo que se suponga o no que tienes

que hacer? — añado yo — . Es obvio que es algo que te encanta. Todos estos

días he visto cómo disfrutabas eligiendo los vestidos y los complementos

Page 130: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 130/156

PRADA Y PREJUICIO

para mí. Y tampoco tendrías que trabajar en una tienda ni nada de eso;podrías diseñar los vestidos de tus amigas.

A Emily le brillan los ojos, como si lo que estoy diciéndole lepareciera un sueño. Oh oh. ¿Qué estoy haciendo?, estoy volviendo a darle

ideas. Apenas nos hemos puesto en marcha cuando Emily le pide alconductor que se detenga, y luego, con una sonrisa y sin darme explicaciónalguna, baja del carruaje y vuelve corriendo a la tienda. Yo me quedomirándola preocupada. Ay, Dios mío, ¿para qué le habré dicho nada?

Al poco regresa y se sube de nuevo al carruaje. — Le ha dado instrucciones a la modista sobre cómo debe ser tu

vestido. Serás la primera en llevar una de mis creaciones. —Eh… em… gracias — balbuceo yo.Creo que la noche del baile será la noche más importante de mi

vida. O quizá la última.

Page 131: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 131/156

PRADA Y PREJUICIO

29

A pesar de todo el trajín que hay en el piso de abajo, en mihabitación reina el silencio. Me paso una hora en la bañera, hasta que el

agua se enfría, dejando que el aceite de esencias de rosas impregne mi piel.Apoyo los pies en el borde de la bañera, echo la cabeza hacia atrás, cierrolos ojos y sueño, deseando que esta noche no acabe nunca.

Cuatro semanas… he estado aquí cuatro semanas. Ayer, al ir denuevo a la modista, nos enteramos de que el barco de América había sidodivisado ya desde la costa. Mañana la verdadera Rebecca estará aquí.

Y entonces quedarán al descubierto todas las mentiras que les hecontado a Alex, a Emily y a lady Victoria. No sé qué hacer. ¿Sigofingiendo y espero a que Rebecca llegue y me ponga en evidencia? ¿O

debería decirles la verdad y arriesgarme a que me echen de aquí? Mepregunto si lo harían, si me echarían de aquí. No tengo dinero, no tengodónde ir. Por eso no quiero que esta noche termine, porque cuando llegue elalba tendré que tomar una decisión para la que no me siento preparada.

Emily quería que nos vistiésemos juntas, pero necesito estar a solas.Estoy segura de que si estuviera con ella acabaría contándoselo todo. Lediría que soy una cochina embustera y que su verdadera amiga llegará encualquier momento. Le diría que no soy digna de su amistad.

Todavía no he visto mi vestido. Lo trajeron hoy en una caja que está

ahora sobre mi cama.Cuando llega Eliza, salgo a regañadientes de la bañera y me pongola bata que me tiende. Voy hasta el tocador a sentarme, y permanezco ensilencio mientras me cepilla el cabello y me lo enrolla, mechón a mechón,para rizarlo. Me empolva la cara, pero me niego a llevar más maquillaje.

Después de ayudarme a ponerme el corsé y la combinación, Eliza sepone a sacar el vestido de la caja, y al verlo se aceleran los latidos de micorazón. Ésta es mi noche. Voy a bailar con Alex, le convenceré para quevuelva a besarme, y esta vez no pienso huir.

Esta noche seré Cenicienta, porque mañana volveré a ser Callie ytoda esta pantomima se irá al traste. Volveré a estar sola en vez decomiendo con una duquesa, flirteando con un duque o deshaciendocompromisos porque se habrá des cubierto el engaño.

Levanto los brazos y Eliza me mete el vestido, que se desliza sinproblemas sobre mi cuerpo. Por la expresión de Eliza, que se me quedamirando boquiabierta y con unos ojos como platos, sé que es perfecto.

 — Es precioso, señorita.Me ata los cordoncillos que lo cierran a la espalda, me ajusta las

mangas, y va hasta la cama para sacar de la caja unos guantes largos,blancos como la nieve.

Page 132: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 132/156

PRADA Y PREJUICIO

Cuando me los pongo, la fresca seda se desliza sobre mi piel sinesfuerzo, igual que el vestido.

Me vuelvo a sentar en la banqueta para que Eliza me arregle elcabello, y por primera vez lo hace con delicadeza, como si supiera que esta

noche es diferente, como si al ver el vestido se hubiera dado cuenta de loimportante que es esto para mí.Abajo empieza a oírse ya el murmullo de los invitados, y a través de

la ventana entreabierta se escuchan los cascos de los caballos a los que losmozos están llevando a cuadras.

Me siento ya tan ajena a todo esto… Pero así es mejor. Estoyintentando hacerme a la idea de que puede que mañana ya nos esté aquí.Cuando llegue Rebecca y se sepa la verdad todo cambiará. Sé que deberíadar gracias por que no haya aparecido hasta ahora, pero preferiría que noapareciese nunca.

Me pregunto si al menos me parezco a ella. En otras circunstancias,si la viera, seguro que reiría de que nos hayan confundido. Supongo que esuna suerte que estemos 1815 y que aún no se haya inventado la fotografía.

Cuando ya me he puesto las manoletinas a juego con el vestido y elvolumen del murmullo de los invitados ha subido tanto que ya no puedeignorarse, me pongo en pie. Eliza me acerca un espejo, y cuando veo mireflejo me quedo pasmada.

Ésa no puedo ser yo. Mi cabello rubio es ahora una cascada desuaves rizos entrelazados con una sarta de perlas, como si fuera unadiadema, y el escote de mi vestido insinúa mis pechos que, a pesar de sercasi inexistentes, realza el corsé. Hmm. Bueno, supongo que después detodo tiene su utilidad.

La larga falda del vestido casi toca el suelo, y el bajo está adornadocon cientos o tal vez miles de cuentas verdes de vidrio  — deben habertrabajado en él docenas de costureras para haberlo acabado en tan pocotiempo — , igual que la cintura, el bajo del pecho y el borde del escote.

Emily ha hecho un trabajo increíble; verdaderamente tiene futurocomo diseñadora. ¡Lástima que no pueda ser la próxima Donna Karan o

algo así! Pero al menos todas sus amigas irán vestidas a la última.Y también es una lástima el hecho de que yo nunca podré ser una de

esas amigas. El pensar en ello hace que se me encoja el corazón y que mesienta vacía por dentro.

 — Tendrá que esconderse detrás de alguien en el baile o le robarátodo el protagonismo a la señorita Emily — me dice Eliza.

Yo le sonrío, y de pronto siento que puedo hacer esto. Dejaré depensar en el día de mañana y disfrutaré de esta noche.

Después de que Eliza salga de la habitación, me acerco a la ventana

e inspiro varias veces para calmarme mientras observo a los mozos, quevan de un lado a otro con los caballos de los invitados.

Page 133: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 133/156

PRADA Y PREJUICIO

Cuando por fin considero que estoy preparada para mezclarme contodos esos extraños, abandono el santuario de mi habitación, y a medidaque avanzo por el pasillo aumenta el ruido de risas y voces.

Al llegar a la escalera me parece como si disminuyera un poco, y de

repente tengo la sensación de que todos me miran. No, estoy paranoica:algunas personas me miran, pero no todas. Esbozo una sonrisa trémula yme contengo para no delatar mi nerviosismo alisándome la falda otocándome el cabello. En vez de eso desciendo las escaleras dejando quemi mano se deslice con elegancia por la barandilla.

Como no sé en qué sala se va a celebrar el baile, sigo a la gente, ytras torcer una esquina por la que curiosamente nunca antes había torcido,y me sorprendo al encontrarme con unas puertas enormes abiertas de par enpar.

¿Un salón de baile! ¿Cómo puede ser que todo este tiempo hayahabido un salón de baile en Harksbury y yo no lo haya visto hasta ahora?Los suelos de madera relucen bajo la luz de los candelabros, en los quebailan las llamas de docenas de velas, las mismas que arrancan destellos delas joyas de las invitadas y brillos de sus vestidos de satén.

En un rincón hay una orquesta, y en otro bailan algunos de losinvitados. Hay una mesa tan larga que va de pared a pared, repleta decomida y, formando una L con ella, hay otra con bebidas.

Los invitados pasan junto a mí y el salón se va llenando. Una mujerse choca conmigo pero no se disculpa, parece absorta en la conversaciónque está manteniendo con otra.

 —… y le pagó cinco mil libras para que ella pudiese casarse con elseñor Rallsmouth.

 — ¿El duque? — Sí, según parece el padre de la chica tenía planes más ambiciosos

para ella: querría casarla con un miembro de la nobleza. Y el duque tuvoque sobornarle para hacerle cambiar de opinión.

¿Qué? ¿Alex le ha dado dinero al padre de Emily para romper elcompromiso con Lord Debworth? “No voy a decirte lo que he tenido que

hacer para conseguirlo”; eso fue lo que me dijo, aunque entonces noentendí a qué se refería. No sé cuánto serán cinco mil libras de esta época,pero debe ser mucho dinero.

Aún estoy de pie junto a la puerta, aturdida por lo que acabo de oír,cuando aparece Emily a mi lado.

 — ¡vaya, Rebecca, estás preciosa!Yo me obligo a sonreír aunque en realidad siento ganas de llorar al

oírla llamarme Rebecca. Nos hemos hecho tan amigas… Hemos pasado por tanto juntas… Me gustaría que me llamara por mi nombre, me gustaría

poder contarle la verdad, poder explicárselo todo, pero éste no es el

Page 134: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 134/156

PRADA Y PREJUICIO

momento. Se supone que esto es una celebración en su honor, no puedoestropearle la noche.

Cada vez que la oigo pronunciar ese nombre es como todas lasmentiras que le he contado se volvieran contra mí. Estoy segura de que

Emily jamás ha mentido en nada, no es su estilo.Me hace una reverencia, y me fijo en todos los detalles de suvestido: el bajo festoneado, las mangas japonesas, el cuerpo adornado con

 bordados… Además el rojo hace un contraste muy bonito con su cabellocastaño, que le han recogido con un pasador negro con forma de mariposa.Emily es como una nota vibrante de color entre todos los asistentes, aunqueel vestido apenas puede competir con el brillo de sus ojos, se la ve radiante.

 — Gracias — le digo correspondiéndole con otra reverencia, aunqueme habría gustado más darle un abrazo.

 —¿No te parece que esto es un sueño? Y es en mi honor… — medice — . Su Gracia está bastante molesta porque haya habido queorganizarlo todo tan rápido, pero ya tenemos la licencia para casarnosdentro de dos días.

 — ¿Os casáis dentro de dos días? — repito asombrada.Emily asiente.

 — Sí. Porque no hay razón alguna para esperar cuando lo dosestamos ansiosos por casarnos.

 —Vaya. Genial. Em… quiero decir… maravilloso. El salón está empezando a llenarse, pero no logro ver por ninguna

parte a la única persona a la que quiero ver. ¿Qué estará haciendo Alex? Esel anfitrión; ¿cómo es que no está aquí?

Tengo que besarle esta noche, quiero hacerlo. No puedo seguirmetiendo la pata y esperar a que las cosas mejoren por arte de magia.Rebecca nunca haría eso, estoy segura. Probablemente le diría sin rodeosque le gusta. ¿Y yo? Yo me escondería en mi caparazón con la esperanzade que todo el mundo se olvidara de que existo.

Ya no puedo seguir siendo esa persona. Para Alex sí existo, y noquiero volver a ser invisible nunca más.

 — ¿Vamos a comer algo? — me propone Emily.Yo asiento y la sigo hasta las mesas donde han dispuesto la comida

y la bebida. Cojo un plato, y me sirvo unas cuantas cosas al azar, sinpreguntar qué son. Ya me acostumbrado a comer alimentos que noconozco. Al principio era reacia a probarlos, pero cuando me decidí a serun poco más aventurera resultó que no estaban tan malos. No todos, almenos.

Sin embargo no como demasiado, porque cuando veo a Alex entraren el salón se me quita de golpe el apetito y casi dejo caer el plato de golpe,

pero un sirviente lo coge antes de que eso ocurra.

Page 135: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 135/156

PRADA Y PREJUICIO

Esta noche Alex viste un chaqué negro, pantalones del mismo color,calcetines hasta las rodillas, y lleva en el cuello un inmaculado pañueloblanco. En otras circunstancias diría que es demasiado formal, pero estanoche es lo apropiado, y aunque me encantaría verle con una camiseta,

unos vaqueros y una gorra de béisbol, lo que lleva puesto le sienta demaravilla.Mira en derredor mientras los otros se percatan de su llegada, pero

antes de que puedan asaltarlo, sus ojos se posan en mí. La más leve de lassonrisas asoma a sus labios, y se dirige derecho a nosotras, dejando tras desí no pocas caras de decepción.

 — Cómo estoy?  — le pregunto a Emily en un susurro, incapaz deapartar los ojos de él.

Ella me aprieta la mano. —Estás…  — Deslumbrante  —  dice Alex cuando llega junto a nosotras,

deteniéndose justo delante de mí. — Su Gracia — lo saludo, antes de hacerle una reverencia.A él parece hacerle gracia que me haya dirigido a él de un modo tan

formal. — Milady — me saluda con una profunda inclinación. — Creía que habías dicho que no era una dama  — digo mirándole a

los ojos.Él esboza una sonrisa socarrona.

 — Y yo creía que habías dicho que sí lo eras.Los dos sonreímos, y de pronto es como si todo lo que hay a mí 

alrededor se desvaneciera. — ¿Me reservarás el próximo baile?Yo asiento.

 — Estupendo. Entonces vendré a buscarte después.Con esas palabras me deja con Emily, y tengo que agarrarme a su

brazo porque siento que voy a desmayarme. — Por un momento creí que iba a abalanzarse sobre ti y hacerte

apasionadamente el amor aquí en medio — me dice Emily. — ¡Emily! — ¿Qué?No puedo evitar echarme a reír, tanto que al final me duelen los

costados y apenas puedo respirar. Unos cuantos invitados se quedanmirándonos al pasar, porque supongo que esa clase de comportamiento nodebe estar bien visto, pero me da igual.

Hacía tanto que no tenía una amiga con la que sintiese que puedoser yo misma… Y es irónico, ya que para Emily soy Rebecca, pero aún así

me siento feliz, y eso que lo único que estamos haciendo es estar aquí de

Page 136: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 136/156

PRADA Y PREJUICIO

pie, riéndonos como chifladas. En fin, seguro que Lady Victoria loconsideraría un comportamiento impropio en dos señoritas bien educadas.

Me da igual. Yo soy quien soy. Y si le gusto o no a la gente, es suproblema. Creo que nunca me había sentido tan segura de mí misma.

 — ¿Estás bien?  — me pregunta Emily cuando recobro lacompostura. —Sí, yo… _hago una pausa para tomar aliento— . Estoy mejor que

bien  — Paseo la mirada por el hermoso salón de baile y luego vuelvo lavista hacia el sonriente rostro de Emily — . Mejor que nunca.

Page 137: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 137/156

PRADA Y PREJUICIO

30

 — Denworth viene hacia aquí   — me dice Emily, apenas mediosegundo más tarde.

 — ¿Qué? ¿Dónde?Emily saluda con un asentimiento de cabeza a un anciano caballero

que se dirige hacia nosotras, y el corazón se me sube a la garganta. Es másbajo de lo que había imaginado, delgado, y el cabello entrecano le da unaire noble aristocrático. Y entonces me fijo en su rostro. Oh, Dios mío, perosi parece… ¿encantado de estar aquí? No puede ser.

 — ¿Qué hacemos? — Le siseó a Emily, pero ya es demasiado tarde.Denworth está a menos de dos metros de nosotras… uno… a… 

 — Señorita Thornton — Hawke — saluda a Emily, inclinándose ante

ella.  — Milord — le responde Emily con una reverencia.Yo la imito, y ella añade:

 — Gracias por venir a mi fiesta de compromiso, imagino lo difícilque ha debido ser para usted.

Estudio el rostro de Lord Denworth. Es bastante mayor, de eso nohay duda, lo bastante como para ser mi padre, pero hay un brillo amable ensu mirada. No asusta ni intimida como había pensado.

 — Sí. Ciertamente no me resulto fácil dejar escapar a una joven

dama tan hermosa y encantadora. Espero que sea muy feliz en sumatrimonio.Trago saliva. Es un buen hombre, no un demonio —  la caricatura

que había dibujado de él en mi mente no se corresponde en absoluto con larealidad. Parece que quiere lo mejor para Emily aun cuando ha sido élquien ha salido perdiendo.

Sigo pensando que Emily se merecía poder elegir con quien queríacasarse, por supuesto, pero ahora veo que Alex no intentaba obligarle acasarse con un viejo verde ni nada parecido.

Si Denworth pertenece al círculo en el que se mueve Alex, esposible que se conozcan, y seguramente Alex sabía que era un buenhombre, lo cual explicaría muchas cosas.

 — Gracias — murmura Emily — . Espero que disfrute de la velada. — Lo mismo digo — responde él.Se despide de nosotras con una inclinación de cabeza y, mientras se

aleja lo sigo con la mirada. No, supongo que Emily no habría sidoterriblemente infeliz con él, pero… ¿habría llegado a enamorarse de él? Nolo creo, pero desde luego ha resultado ser muy distinto a como lo habíaimaginado.

 — No parece demasiado disgustado por que hartáis roto vuestrocompromiso — acierto a decir finalmente, tras un largo silencio.

Page 138: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 138/156

PRADA Y PREJUICIO

 — No, no lo parece, ¿verdad? — dice ella sonriendo, más para sí quepara mí  — . Me sorprendí cuando supe que iba venir, pero imagino que lohabrá hecho para evitar rumores. Al dar su aprobación a mi matrimonio conTrent hace que parezca que rompimos nuestro compromiso de mutuo

acuerdo. — Ah. Eso tiene sentido.Emily asiente.

 — Y supongo que ahora estará otra vez a la caza de una esposa.Yo sonrío. Espero que encuentre a una mujer que lo haga feliz, se

merece ser feliz.En ese momento termina la melodía que estaba tocando la orquesta,

y las mariposas que tenía en el estómago se convierten en un enjambre deabejas furiosas.

Antes de que pueda siquiera buscar a Alex con la mirada, aparecedetrás de mí, y me conduce a la “pista” de baile. La gente se aparta anuestro paso, y yo me siento como si de verdad fuese Cenicienta yestuviese a punto de bailar con el príncipe.

Ocupamos nuestro lugar y veo que es Victoria quien dirige el baile.Está enseñando los pasos a los demás y se la ve radiante. Parece que estoes lo suyo, ejercer el papel de anfitriona. Nunca la había visto sonreír así,de oreja a oreja. En fin, cada cual es feliz a su manera.

Una vez concluye su demostración, Alex se inclina ante mí, yo lehago una reverencia, y comenzamos el baile juntando las palmas denuestras manos y caminando en círculo. Su intensa mirada hace que meardan las mejillas.

Cuando volveremos a la posición inicial bajamos las manos y lorepetimos en el sentido contrario, palma contra palma. Ojalá no llevarápuestos estos guantes, ojalá pudiera rodearle el cuello con los brazos ybailar con la cabeza apoyada en su hombro, como haríamos en nuestrosiglo. Claro que no sé si tendría el valor de hacerlo.

Luego nos apartamos y cambiamos de posición rodeando a otrapareja, y yo giro dos veces para volver después a él de puntillas,

inclinarme, y retroceder, de puntillas otra vez.Los ojos de Alex no se apartan de mí ni un momento, no siquiera

cuando no alejamos, porque es tan alto que puede verme por encima de lascabezas de la gente. Sin embargo, curiosamente, en vez de avergonzarme,me da más confianza en mí misma.

Siento que me invade una ola de energía que me recorre los brazosy las piernas, y me entran ganas de tomar su mano, cogerme la falda con lamano libre y salir corriendo de aquí con él para que podamos estar a solas.Claro que eso sería de lo más inapropiado, así que simplemente sigo

bailando.

Page 139: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 139/156

PRADA Y PREJUICIO

No puedo dejar de sonreír. Así es como debió sentirse Emily e elúltimo baile, y sin duda ésa era la razón por la que estaba radiante defelicidad.

Sin embargo, mi cerebro sigue batallando con mis emociones,

instándome a decirle a Alex quién soy en realidad, a dejar que la verdadsalga a la luz.Sé que los minutos pasan, que en cualquier momento todo esta

magia podría desvanecerse  — otro punto en común con Cenicienta — , ycada vez que estamos cerca el uno del otro, cada vez que me mira, quierodecírselo, quiero decirle que no soy Rebecca y que necesito hablar con él asolas, pero no consigo que las palabras crucen mis labios.

Acaba la pieza que estamos bailando y la orquesta empieza a tocarotra, pero no abandonamos la “pista”, sino que bailamos otras tres — entotal casi una hora… por lo menos— , y al final desisto de decirle nada. Sihe esperado treinta días, bien puedo esperar uno más. Iré a buscarlo por lamañana, antes de que llegue Rebecca, y se lo explicaré todo.

Sólo cuando empieza a faltarme el aliento y me siento mareada  — por culpa del corsé sin duda — , me veo obligada a retirarme. Alex haceademán de seguirme, pero enseguida se ve rodeado de un grupo de chicascon extravagantes vestidos y cargadas de ostentosas joyas.

No puedo evitar sonreírme al ver su cara de desesperación. Estoyempezando a pensar que, aunque no lo diga, esto de ser duque no le va enabsoluto.

La gente murmura cuando me retiro, y siento que todos me miran.Necesito un poco de aire fresco, así que salgo al patio, donde hay varias

 jóvenes caminado y charlando. Emily es una de ellas, y al verme se acercaa mí.

 — Estaba empezando a pensar que seguirías bailando hasta quetodos los invitados se hubiesen ido.

Yo me río. — Es que ya no podía más, me faltaba el aliento. — Seguro que las otras chicas te lo agradecerán.

 — ¿Tan acaparadora he sido? — Aunque el techo estuviera derrumbándose. Su Gracia no se

habría dado cuenta aunque se le hubiese caído encima.Sé que debería sonrojarme a algo así, pero no puede dejar de

sonreír. — Seguro que si ha bailado tantas piezas conmigo ha sido por ser

amable. — Con un baile habría bastado. Tres significa que está interesado en

ti. Esto va a dar mucho que hablar, acabas de convertirte en la envidia del

baile.  —Ay, perdóname, no pretendía robarte protagonismo ni…  

Page 140: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 140/156

PRADA Y PREJUICIO

Emily se ríe. — Tonterías. Si voy a casarme con Trent es gracias a ti. Puedes

robarme todo el protagonismo que quieras.Yo le sonrío e intento que no se me suba a la cabeza lo que me ha

dicho, es verdad que la gente está mirándome.Otra chica en el lugar de Emily se habría molestado por haberquedado relegada a un segundo plano, pero ella no; es un encanto.

Hay algo que necesito decirle: quiero que sepa que,independientemente de lo que ocurra mañana, la considero mi amiga.

 —Emily, yo… Quería despedirme de ti. Ella alza la vista hacia mí, sorprendida.

 — Ya sé que nuestra boda es algo precipitada, pero aún falta dosdías.

 —Lo sé. Es sólo que… bueno, las cosas cambiarán muy pronto, yquería que supieras que pase lo que pase siempre guardaré un recuerdomaravilloso de este mes que he pasado contigo. Eres una verdadera amiga,y agradezco que hayas estado a mi lado en todo memento. Te echaré demenos.

Ella sonríe, con los ojos brillantes, y me abraza. — Y yo siento exactamente lo mismo que tú, Rebecca.Siento una punzada en el pecho. Ojalá pudiera contárselo todo,

decirle que no soy Rebecca, pero no puedo arruinarle la noche  — sunoche — . Así que me muerdo la lengua, asiento, y trato de contener laslágrimas.

 — ¿Volvemos dentro?No quiero perderme nada, ni un baile. Emily asiente y nos

dirigimos a la mansión cogidas del brazo.Es entonces cuando se oye revuelo, la música se detiene y todo

queda en silencio. — ¡Dios mío! — exclama alguien. — ¿Quién es? — pregunta otra persona.Yo me quedo paralizada en el umbral de la puerta. Oh, Dios mío.

Sólo puede haber una razón para este estupor generalizado entre losinvitados. Rebecca ha llegado.

Page 141: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 141/156

PRADA Y PREJUICIO

31

No sé qué hacer, si huir o entrar e intentar explicarme. Esto es elfin, es el fin. Alex sabrá que le he mentido, y Emily, la primera amiga de

verdad que he tenido desde hace un año. Me odiará. Y Lady Victoriallegará a la conclusión de que tenía motivos para tratarme con desdén.

Es entonces cuando caigo en la cuenta de que nadie se ha giradopara mirarme. Si supieran que soy una impostora… ¿Pero qué estánmirando? La gente se ha agolpado en la “pista” de baile. 

 — ¿Está bien? — pregunta alguien. — Se ha desmayado — responde otra persona.Agarro por el hombro al tipo que tengo más cerca y lo hago girarse

hacia mí.

 — ¿Qué ha pasado? — La duquesa se ha desplomado mientras bailaba. —La du… ¿Lady Victoria? El hombre asiente. Lo aparto a un lado, y me abro paso entre la

gente. — ¡Perdone! ¿Me deja pasar?  — digo empujando a un hombre que

no se aparta.Alex está de rodillas junto a su madre, que está tendida en el suelo.

Oh, Dios mío; oh, Dios mío; oh, Dios mío… Tengo un mal presentimiento. 

 — ¿Qué ha ocurrido? — le pregunto a Alex.Me arrodillo a su lado, tomo la muñeca de Lady Victoria e intentoencontrar el pulso. No hay pulso. ¡No, no, no! ¿Está muerta?

 — No lo sé, estaba bailando y de pronto dijo que necesitaba sentarseporque le dolía el pecho, pero antes de que pudiera llegar a la silla sedesplomó.

Me inclino sobre ella para acercar el oído a sus labios, pero no meparece que respire.

 — ¿Se agarraba el brazo o abría y cerraba la mano izquierda? — ¿Qué? — ¿Sí o no? —Pues… sí, pero… ¿Qué estás haciendo? He empezado a hacerle compresiones en el pecho con ambas

manos. ¿Y si esto no funciona con el corsé? Es difícil decir si estoypresionando en la parte correcta del esternón o no. Oh, Dios mío, sea comosea espero que funciones. Si no es así, si no logro que su corazónresponda… 

 —Un… dos… tres… Alex me aparta de empujón y caigo hacia atrás. Reaccionó justo a

tiempo, antes de golpearme la cabeza, aunque me llevo un buen golpe enlos codos que me deja los brazos doloridos.

Page 142: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 142/156

PRADA Y PREJUICIO

 — ¿Vas a matarla? — me grita Alex.Yo trago saliva.

 — No respira, Alex  — le respondo, a sabiendas de que no deberíallamarle así delante de los invitados — . Tienes que dejarme hacer esto,

puedo salvarla.Hay una mirada salvaje en sus ojos cuando se inclina sobre ella,como si quisiera protegerla de una fuerza externa cuando la vida se leescapa por momentos.

Cada segundo cuenta. ¿Qué está haciendo? Su madre estámuriéndose y no me deja hacer lo único que podría evitarlo.

Al final, muy despacio, se echa hacia atrás y no espero a que me dépermiso; simplemente me acerco a toda prisa y empiezo con lareanimación cardíaca de nuevo.

Le abro la boca a Victoria y acerco mis labios a los suyos, lo queprovoca los murmullos de la muchedumbre a mí alrededor. Deben estarflipando. ¿Cuándo se inventó la reanimación cardíaca? Seguro que no hanvisto a nadie hacer esto.

Deben pensar que estoy chalada, pero me da igual. No puedo dejarque muera. Soplo dos veces dentro de su boca y retomo el masaje cardíaco.

 —Un… dos… tres… cuatro… cinco… Concentro mi mente en contar y mantener el ritmo. No puede morir,

no dejaré que muera. Sería tan injusto que muriera… Ha tenido tan malasuerte en la vida. Su marido la engañaba, y cuando comprendió que ella loamaba, se murió. Y desde entonces ella no ha tenido absolutamente nada alo que aferrarse, sólo a las apariencias.

No puedo dejarla morir. Soplo otras dos veces en su boca y hagootras cinco compresiones. Dios, está tan pálida… ¿Y si lo estoy haciendomal? Cuando aprendí a hacer esto el año pasado usamos maniquíes.

Lo repito de nuevo. Alex tiene los puños apretados sobre lasrodillas, y los nudillos se le están poniendo blancos de la tensión. La genteparce querer acercase aún más.

 — Diles que se aparten. ¡Necesita aire!

Alex se pone en pie en menos de un segundo para hacer retrocedera la gente. Respiro otra vez los soplidos y las compresiones. ¿Haparpadeado? No, es un efecto óptico de la luz de las velas, que baila sobrenuestras cabezas. ¡Por favor, Dios, no dejes que muera! Esto no pude estar

 pasando… No puede irse así… Dos soplidos más, otras cinco compresiones… Me duelen los

pulmones, estoy dándole todo mi aliento. O quizá sea porque estoyconteniéndolo cada vez que me incorporo para seguir. Estoy mareándome.

 —Un… dos…

Page 143: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 143/156

PRADA Y PREJUICIO

Y entonces, de pronto, se mueve, dobla y desdobla los dedos. Emiteun gemido y yo me echo hacia atrás y veo cómo sus ojos se mueven bajolos párpados.

Los abre, completamente desorientada. Mira hacia arriba, a los

candelabros, y parpadea varias veces. — ¿Madre?La voz de Alex suena ronca, como si tuviera un nudo en la

garganta, igual que yo. Está viva… Le he salvado la vida… No me doy cuenta de que estoy llorando hasta que siento las

lágrimas rodar por mis mejillas y caer al suelo. Está viva… Gracias Dios;está viva… 

 —¿Qué…? — pregunta ella en un susurro.  —Shh… — le dice Alex tomando su mano — . Te desplomaste de

repente, y creí que te había perdido, pero… Rebecca te ha salvado la vida. Rebecca… ¿Por qué me duele tanto que me llamen por ese nombre?

Alex no sabe que no soy Rebecca.Lady Victoria gira la cabeza hacia mí, y me mira con ojos llenos de

gratitud. — Gracias — murmura.Yo asiento con la cabeza y me pongo de pie, presa de una mezcla de

alegría y… no sé, nervios, tal vez. O pánico. Le he salvado la vida…Retrocedo abrumada. Tengo que salir de aquí, necesito aire. Salgocorriendo del salón y me dirijo a mis aposentos.

Page 144: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 144/156

PRADA Y PREJUICIO

32

Las horas pasan, y escucho cómo la mansión va quedándose ensilencio hasta asegurarme de que soy la única que sigue despierta.

Le he salvado la vida a Lady Victoria, y aunque aún no puedocreérmelo, me siento maravillosamente en paz.

Al principio, cuando nos conocimos, la odiaba, pero cuando la viahí, tendida en el suelo, lo único que quería era que volviera con nosotros yque me regañara otra vez por poner los codos en la mesa. Puede que nuncallegue a comprenderla del todo, pero es una buena persona y aún no era suhora.

Y sin embargo, a pesar de lo dramático que fue ese momento, no esen ella en quien estoy pensando ahora, sino en Alex, porque a sólo unas

horas de que llegue Rebecca, por fin me he sincerado conmigo misma:estoy enamorada de él.¿Cómo es posible? Pasaron varias cosas que hicieron que me diera

cuenta de que no tenía motivos para odiarle y ahora de repente… ¿me heenamorado de él? ¿Cómo he podido enamorarme de alguien queprobablemente me odiará cuando descubra que soy una impostora?,¿alguien que ha hecho creer a su familia que era otra persona para que medieran cobijo?

Me destapo, me bajo de la cama y voy hasta el armario. Sé

exactamente dónde está lo que busco, y momentos después ya estoyponiéndome la camiseta y los vaqueros que traía cuando llegué.Me siento extraña con esta ropa. Es cómoda e informal pero…

siento que no soy yo. ¿Cómo puedo ser esta chica del siglo XXI? Soy laque lleva corsé y vestidos, y se ríe, baila y flirtea con duques.

Encuentro mis zapatos de Prada, me los calzo, y me los abrocho.¿Cuándo se han vuelto tan cómodos estos zapatos? Hace un mes caminarcon ellos era una tortura. Ahora en cambio es como si se hubieranamoldado a mis pies, como si siempre hubiera estado destinada a llevarlos.

Tomo la palmatoria que me habían dejado en la habitación, aunquela vela casi se ha consumido por completo, salgo al pasillo y me dirijo a lasescaleras. La luz de la vela proyecta largas sombras a mi paso, dándole a lamansión un aspecto fantasmal, como si fuese la casa encantada deDisneylandia, o algo así. Casi espero que en cualquier momento aparezcaun fantasma.

Bajo las escaleras, cruzo el elegante vestíbulo, y salgo de lamansión. Dejo la palmatoria en el suelo del porche, camino hasta llegar alcésped y me tumbo a mirar las estrellas.

Millones de ellas brillaban y parpadeaban en el cielo aterciopelado.Hacía mucho que no hacía esto, pero estoy segura de que en el siglo XXI

Page 145: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 145/156

PRADA Y PREJUICIO

no se pueden ver tantas, no con esta claridad. Casi me parece que podríaalargar la mano y coger un puñado.

La puerta se abre detrás de mí y me incorporo, imaginado que seráalgún sirviente que vendrá a preguntarme si he perdido la cabeza, pero no

es así; es Alex., que se detiene en el porche y se queda mirándome.No lleva chaqué, ni un pañuelo en el cuello; va en mangas decamisa, y lleva el cuello desabrochado. Nunca lo había visto con un aspectotan relajado.

Durante largo rato simplemente nos miramos, como si hubiera unabarrera invisible entre nosotros, y estoy casi convencida de que Alex no seatreverá a romperla, pero al final lo hace.

 — ¿Te importa que me una a ti? — No, por supuesto que no  — le digo señalando el césped con un

ademán.Alex se acerca y toma asiento a mi lado. Por un instante tengo la

sensación de que va decir algo sobre mi ropa porque se me queda mirandoun buen rato con la boca abierta, pero al final la cierra y no dice nada.Supongo que a estas alturas ya se ha acostumbrado a que lo sorprendasiempre.

Vuelvo a tumbarme y miro al cielo. — ¿Por qué no te tumbas tú también? Es una vista preciosa  — le

digo — . Siempre y cuando no sea algo inapropiado para un duque, porsupuesto.

Me enfado conmigo por haberle recordado la dichosa etiqueta, losdos sabemos que esto no está entre las cosas que un duque puede hacer conuna chica con la que no está casado.

Alex arquea una de las comisuras de sus labios, pero se tumba, y encuanto su brazo roza el mío los latidos de mío corazón se disparan. Susdedos encuentran los míos, se entrelazan con ellos, y nos quedamos así cogidos de la mano, mirando las estrellas.

Siento la tentación de bajar la vista a nuestras manos paraasegurarme de que eso es real, pero en vez de eso cierro los ojos y saboreó

la sensación de su piel contra la mía. El pulgar de Alex me caricia el dorsode la mano, dibujando pequeños círculos que me hacen sentir un cosquilleoen la piel y estremecerme por dentro. Me cuesta creer que por fin no hayaguantes de por medio y pueda sentirlo sólo a él.

 — ¿has disfrutado de la velada? — me pregunta de repente.Yo abro los ojos.

 — Sí  — le respondo, apenas con un susurro.Me da miedo estropear este momento. Es demasiado perfecto.

 — Estabas preciosa con ese vestido — me dice.

Yo sonrío.

Page 146: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 146/156

PRADA Y PREJUICIO

 — Tú también  — le contesto, y de inmediato contraigo el rostro — .Guapo, quiero decir.

Nos quedamos callados, y lo único en lo que puedo pensar son lascien mil maneras de decirle que todo lo cree saber de mí es falso.

Absolutamente todo.Tengo que hacerlo. No podría soportar que me mire dolido mañana,cuando aparezca Rebecca. Sé que es posible que de este modo lo pierdaigualmente, y que si esperase a que llegase ella podría alargar estemomento, pero no me parece correcto. Él se esfuerza por comportarsecomo un perfecto caballero todo el tiempo, así que… ¡cómo podría seguirengañándolo? No se lo merece.

 — No soy Rebecca — le suelto de sopetón.Sigo con la vista fija en el cielo, como si estuviera contando una por

una las estrellas y no pudiera apartar los ojos de ellas, aunque en realidadno las estoy mirando.

La mano de él se queda quieta, y su silencio me golpea como unpesado yunque. Se vuelve hacia mí, y cuando yo me vuelvo hacia éltambién, nuestros rostros están tan cerca el uno del otro que nuestrasnarices casi se tocan. No me atrevo ni a respirar.

 — ¿Quién eres entonces?Incapaz de mirarle a los ojos un segundo más, cierro los míos.

Seguro que él no le ha mentido a nadie en toda su vida, no comprenderáporque yo me sentí obligada hacerlo.

 — Me llamo Callie. Soy americana, pero probablemente eso es loúnico que tengo en común con Rebecca. El día que llegué me había…perdido, por así decirlo. No conocía a nadie en este lugar, y entoncesapareció Emily y me confundió con su amiga Rebecca, a la que estabaesperando, y decidí seguirle la corriente en vez de decirle la verdad. Elproblema es que la verdadera Rebecca llegará mañana y todo el mundosabrá que soy una impostora.

Sigo con los ojos cerrados, no me atrevo a mirarlo. Tengo miedo delo que pueda ver en sus ojos, miedo de lo que pueda decir, miedo de que

me odie. — Abre los ojos. No puedo hacerlo; no puedo… Callie — me llama.Cuando los abro y veo que no parece enfadado, siento un profundo

alivio. — Di mi nombre otra vez — le pido.  —Callie… — murmura él, y en sus labios se dibuja una suave

sonrisa — . Supe que no eras Rebecca desde el momento en que te conocí.

Yo lo miro con los ojos abiertos de par en par, sorprendida. —¿Qué? ¿Pero cómo…? 

Page 147: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 147/156

PRADA Y PREJUICIO

Mi mente rescata aquella mañana en el comedor, el momento enque fijó la vista en mí. Recuerdo que la expresión de sus ojos cambió ytemí que supiera que era una impostora. Pero al final se limitó a inclinarseante mí, yo me sentí aliviada porque pensé que no se había dado cuenta del

engaño.Pero todo este tiempo lo ha sabido… Por eso me miró de aquelmodo tan extraño. Y por eso estuvo tan frío durante la cena.

 — Ella tiene los ojos castaños, y los tuyos son azules. Y tambiéntiene un hoyuelo. Puede que Emily no lo recuerde porque era muy joven laúltima vez que la vio, pero yo sí. La recuerdo bien porque estaba bastanteencandilado con ella. En el instante en que te vi supe que no eras Rebecca.

 — ¡Pero no dijiste nada!Alex sonríe divertido.

 — Para serte sincero, la verdad es que estaba intrigado. Teníaintención de interrogarte a solas, para no alamar a mi madre ni a Emily,pero al poco vi el cambio que se produjo en mi prima, y eso me frenó.Había estado abatida por su compromiso con Lord Denworth… hasta quellegaste tú. Admito que no tenía intención de interferir en su compromiso,pero al mismo tiempo me dio pena arrebatarle esa alegría que tú le habíasdado. Quizá era una forma de aliviar el sentimiento de culpa que teniaporque no estaba haciendo nada por ayudarla. Y aparte de eso no meparecía que tú estuviese haciendo ningún mal.

Al decir esa última frase esboza una sonrisa socarrona, como siestuviera pensando en todos los enredos que acabé organizando.

 — ¿Quieres decir que todo este tiempo he temido que me odiarascuando te enterases… y resulta que desde un principio lo sabías?

Alex sonríe avergonzado. — Sí.Yo gimo de frustración.

 — En fin, supongo que me lo merecía.Vuelvo a alzar la vista hacia el cielo, y me siento en paz. Quiero

quedarme aquí. No tengo dudas, quiero quedarme. Sin embargo, pronto esa

sensación es reemplazad por otra: temor, temor a que la decisión no seamía.

Alex comienza a acariciar de nuevo el dorso de mi mano con elpulgar.

 — ¿qué harás ahora?  —Yo… No lo sé. Estoy tan perdida que no sé ni cómo volver a

casa. Sé que sonará extraño, pero es la verdad. — Puede quedarme aquí durante todo el tiempo que necesites.Aprieto su mano.

Page 148: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 148/156

PRADA Y PREJUICIO

 — Gracias. Aunque no sé si debería. Mi sitio está en otra parte y  puede que llegue el día en que tenga que irme. No querría que tú… noquiero que pongas a nada ni a nadie en lista de espera por mí.

No puedo creer que le haya dicho eso. No puedo creer que le haya

dado a entender que pienso que está tan loco por mí que sería capaz de noprestar atención a otras chicas y posponer su deber de encontrar una esposa,una duquesa para Harksbury.

 —Y yo no quiero que te vayas… a menos que ése sea tu deseo. Yo asiento y trago saliva porque de repente tengo un nudo en la

garganta. No sé si él siente por mí lo mismo que siento por él, pero ahora séque le importo, y eso me hace sentir bien.

 — Gracias.Volvemos de nuevo la vista al cielo, y me acerco un poco más a él.

Me siento extraña en vaqueros y camiseta cuando él va vestido igual quesiempre. Eso hace tan evidente de que no pertenecemos a mundosdistintos… Mundos que nunca llegarán a convivir, mundos que estándemasiado alejados.

Me giro hacia él, apoyando mi mejilla en la fresca hierba, y cuandoAlex se gira también y me mira, me pierdo en el verde de sus ojos.

Y entonces ocurre, me acerco un poco más, cierro los ojos… y lebeso. La sensación es tan maravillosa como el primer día que nos besamos,pero esta vez la disfruto porque no me saltan mil pensamientos comoentonces, y cuando sus suaves labios responden a los míos, me olvido detodo y me dejo llevar. Es perfecto, es como siempre lo había imaginado queseria, pero aún mejor.

Al poco despegamos nuestros labios y Alex me rodea los hombroscon el brazo. Yo apoyo la cabeza en su pecho, me acurruco contra él ycierro los ojos, sintiendo que un profundo sopor se apodera de mí.

Page 149: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 149/156

PRADA Y PREJUICIO

33

Debo de haberme quedado dormida sobre una roca, porque se meestá clavando algo en el hombro. Me encojo y empiezo darme la vuelta,

pero me quedo quieta al darme cuenta de que no es sólo una roca. Escómo… una roca gigante, como cemento. El corazón me da un vuelco. No

 puede ser… Abro un ojo, me incorporo como un resorte, y miro a mi alrededor.

Veo coches, gente en vaqueros y señales de tráfico. El aire huele a Gumpde tubo de escape y se oye el ruido de la radio de un taxi que pasa.

Cierro los ojos un segundo. Pero cuando vuelvo a abrirlos sigo aquí,en el siglo XXI, y se me cae el alma a los pies. He vuelto. Justo ahora quehabía descubierto que no quería volver… he vuelto. Todas mis bolsas están

esparcidas en torno a mí, y sigo llevando los mismos pantalones, la mismacamiseta y los zapatos de tacón.Giro la cabeza y veo que la tienda de Prada está a unos metros

detrás de mí, justo donde la dejé. Estoy en el sitio exacto en el que me caí.No he ido a ninguna parte, no he viajado en el tiempo.

Me quedo quieta y punzante dolor de cabeza que siento se vadesvaneciendo. Alex, Emily… incluso Lady Victoria… todos ellos eran

 producto de mi imaginación. Y eso significa que el beso… ¡Dios, todo esono ha sido más que un sueño! ¡Nada era Verdad!

Quiero volver a tumbarme en la acera, cerrar los ojos y volver a1815. Quiero volver a comer platos raros, ponerme otra vez el corsé ydormir en ese colchón lleno de bultos. Cambiaría todo esto por volver aver a Alex y por asistir a la boda de Emily.

Un hombre se tropieza con mi pie y tiene la cara de lanzarme unamirada furibunda cuando me ha pegado un puntapié en la espinilla. Sí, nohay duda de que estoy en el siglo XXI.

Me pongo en pie y me sacudo los pantalones antes de agacharmepara coger las bolsas, y es entonces cuando me fijo en que mis zapatos, mis

 bonitos y estropeados zapatos. Un momento… Giro la cabeza para mirar latienda de Prada. Sólo he dado unos pasos; es imposible que con sólo unospasos los zapatos se hayan estropeado de esa manera. Tienen raspones,mellas y arañazos.

Recojo las bolsas con una sonrisa de oreja a oreja. No lo he soñado,ocurrió de verdad. Uno de ellos hasta tiene una marca en la punta, del díaen qué llegué Hacksbury: adelanté el pie para que el mayordomo nocerrara… y la puerta rebotó contra mis doloridos dedos. 

No sé cómo pudo ocurrir, ni por qué, pero de algún modo estuveallí. Bailé con Alex y ayude a Emily. Y toqué el piano y comí más animalesexóticos de los que querría haber comido.

Page 150: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 150/156

PRADA Y PREJUICIO

Sí, sucedió de verdad. No lo comprendo, pero si sé que el mes quehe pasado en 1815 fue real, y que han sido los mejores treinta días de mivida.

Me echo las bolsas al hombro y prácticamente voy brincando calle

abajo, como una niña. Ocurra lo que ocurra ahora, y durante el resto de mivida, puedo decir que he vivido una experiencia única que nadie más havivido, una aventura que podría rivalizar con las de Indiana Jones, algoirrepetible.

Mientras me dirijo al hotel me siento a la vez como en casa y unpoco fuera de lugar. Se oyen las campanadas de un reloj en la distancia. Mepregunto si será el Big Ben. Me pregunto qué hora será.

 — Perdone  — le digo a la primera mujer que veo pasar. Lleva unvestido de tirantes de un color tan chillón que tengo que guiñar los ojospara mirarla — . ¿Qué hora es?

 — Las tres menos diez.Le doy las gracias y sigo andando. Las tres menos diez… No he

estado mucho tiempo fuera. Probablemente ni siquiera ha llegado a unminuto. Bajo la vista a mis zapatos una vez más para asegurarme de quesiguen estropeados. Me encantan. Me encanta cada arañazo, cada raspón ycada mella. Son perfectos.

Camino con ellos como si los hubiesen diseñados para mí. Es comosi fueran zapatillas de deporte en vez de unos zapatos con tacón de sietecentímetros de alto.

Echo de menos a Alex. Me pregunto si se acordará de mí. Si aquí no ha pasado el tiempo… ¿allí será igual? ¿Y si en su época no ha pasadoel mes vuelve a comenzar de nuevo, como si yo nunca hubiera estado allí?

No, me niego a creer eso. Si yo lo recuerdo a él, él tiene queacordarse también de mí. Y Emily estará a punto de casarse con Trent, yLady Victoria seguirá tan gruñona como siempre. Es imposible que cuandotodos ellos hayan dejado una marca tan honda en mí, ellos ni siquiera mrecuerden. No, estuve allí, lo sé.

Todavía voy pensando en ello cuando veo que ya estoy llegando al

hotel. Aminoro el paso — , la señora Bentley podría estar por aquí, encualquier parte. No quiero que me pille, es justo lo que me falta.

Entro por una puerta lateral usando la tarjeta de mi habitación, ysubo los dos tramos de escalera enmoquetada, nada que ver con lagrandiosa escalera de mármol de Harksbury.

Vuelvo a utilizar la tarjeta para entrar en mi habitación, la 312, yuna vez dentro, suelto las bolsas y me voy derecha al aseo. La idea dedarme una ducha me sabe a gloria. Me pregunto si en el hotel puede llegara acabarse el agua caliente… creo que estoy a punto de averiguarlo. 

Estoy sentada en una silla fuera, en el balcón, mirando la calle,cuando llaman a la puerta, me giro y me quedo mirándola un buen rato,

Page 151: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 151/156

PRADA Y PREJUICIO

deseando que sea Alex, aunque sé que eso es imposible. Todavía no me hehecho a la idea de lo he perdido. Cuando me quedé dormida estaba con él,y cuando desperté ya no estaba. Y lo peor es que he malgastado un mescreyendo que era un imbécil, y cuando me doy cuenta de que es un buen

tipo, vuelvo al siglo XXI.Me levanto para ir abrir… y me enredo con las cortinas, agitadaspor la brisa. Para cuando estoy llegando a la puerta llaman de nuevo, y alabrir mis esperanzas se vienen abajo. Es Mindy. Lleva los mismosvaqueros y la misma camiseta de tirantes que el día que me fui…Corrección: la misma camiseta que esta mañana.

 — Hola. — Ah. Hola — la saludo, con la mano aún en el pomo. —Bueno, em… ¿Son imaginaciones mías, o es que está nerviosa? ¿Cómo es

posible? —Angie, Summer y yo vamos a salir esta noche y… em… quería

saber si te apetecía venir — dice Mindy con la vista fija en la moqueta.Oh, Dios mío… Lo está, está nerviosa. Todo este tiempo he creído

que me ignoraban porque le daba vergüenza que la viertan conmigo.¿Puede ser que sea tan cortada como yo? Parece que tenemos más cosas encomún de lo que pensaba.

Me quedo ahí plantada, mirándola, sin poder creerlo. — Iba a decírtelo antes, en el lavabo, pero saliste corriendo  — me

dice. —Eh… em… — Me quedo callada un momento.La verdad es que en este momento lo que me apetece es tirarme en

la cama y pedir algo de comer al servicio de habitaciones — , quizá unatarrina gigante de Ben&Jerry´s para ahogar las penas.

¿Cómo ha podido Alex desaparecer de esa manera? Me habíaenamorado, por primera vez en mí vida.. y ahora nos separan casidoscientos años. Eso si es que una relación a distancia.

 — Eh...no sé.

 — Vamos, tienes que venir. Piénsalo, ¿Cuándo crees que volverá apresentarse una ocasión así?

En eso tiene razón. Una discoteca en Londres… Desde luego seríamuy distinto a aquel baile en Harksbury. Además, cuando este viajetermine volveremos a América y yo seguiré sin amigos. Después de habertenido a Emily a mi lado durante un mes no creo que pueda volver asoportar el estar sola, y ahora tengo una oportunidad para cambiarlo todo,esta noche.

 — Bueno, de acuerdo.

Mindy sonríe.

Page 152: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 152/156

PRADA Y PREJUICIO

 — Genial. Estamos preparándonos en mi habitación si quieres venir.Es la 315.

 — De acuerdo. Deja que coja unas cosas y estaré allí enseguida.Mindy se marcha antes de que pueda cambiar de opinión y se aleja

por el pasillo pegándose a la pared como si fuera una agente secreta. Casime había olvidado de que para hacer esto no podemos s permitir que laseñora Bentley.

Cojo las bolsas que dejé junto a la puerta al volver, hace ya cuatrohoras. Las vacío sobre la cama y separo las prendas: sudaderas ajustadascon capuchas, camisetas, camisetas de tirantes… 

Escojo una camiseta de tirantes minúscula con un adorno de encajey unos vaqueros nuevos. No siquiera me planteo qué calzado voy aponerme, lo tengo clarísimo — . Mis zapatos de Prada. Cojo mi bolsa demaquillaje y mi rizador, aunque nunca los he usado, y salgo al pasillodescalza. Esta noche mi vida va a cambiar, esta noche Rebecca y Callie seconvertirán, en una sola persona, no hay vuelta atrás.

Page 153: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 153/156

PRADA Y PREJUICIO

34

Cuando Mindy me abre la puerta, la música pop que tienen puestaasalta mis oídos. Ojalá fuera música clásica, ojalá fuera la orquesta del

baile de Harksbury y no una radio. Ojalá pudiera bailar de nuevo con Alex,con todos esos pasos tontos, los giros y las reverencias.

Mindy me indica con un ademán que pase, y vuelve a sentarse enuna silla junto a la puerta abierta del armario. La puerta tiene un espejo, yestá usándolo para mirase mientras se recoge el pelo con un montón depasadores pequeñitos. Aunque aún no ha acabado de peinarse le estáquedando muy bien, y por primera vez no siento celos de ella.

Summer está sentada en la cama, abrochándose unos zapatos negrosde tacón de aguja.

 —Ah… Hola.  — Hola.Suelto mis cosas sobre el colchón, detrás de ella, y me que do ahí 

plantada, preguntándome que debería hacer. Imagino que Angela está en elbaño porque la puerta está cerrada, así que no puedo cambiarme aun.

 — Yo me he maquillado ahí  — me dice Summer, señalando unamesita en el rincón sobre la que cuelga un espejo — . Puedes apartar miscosas si quieres para hacer sitio a las tuyas.

Y pensar que en todo el curso apenas se ha dirigido a mí para

decirme dos palabras… Vaya cambio. Me pregunto si será porque Angelaestá en el baño. — Gracias.Voy hasta la mesa, me dejo caer en la silla, y me inclino hacia

delante. Se me ve algo cansada. Claro que técnicamente, anoche me quedélevantada hasta muy tarde.

No he terminado de maquillarme cuando Angela sale del bañovestida con una minifalda cortísima y un top que deja la espalda aldescubierto.

  —¡Vaya…! — exclama Mindy.Me pregunto si es el mismo “vaya” de: “¡Vaya! ¡Menuda pinta de

guarrilla barata!”, pero mejor no preguntar.  — Ah, hola  — me saluda Angela, como si fuese una chica de la

limpieza que hubiera venido a hacerle la cama. — Hola.Apoyo el pie en el travesaño de la silla y me inclino hacia delante

para verme en el espejo mientras me aplico otra capa de rímel. No me hacefalta más, pero prefiero parecer atareada para no tener que hablar conAngela. ¿Cómo puedo dejar que me afecte de esta manea? Sólo lleva unsegundo ahí de pie, y ya ha conseguido que me sienta tan insignificantecomo una pulga.

Page 154: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 154/156

PRADA Y PREJUICIO

 — Bonitos zapatos, casi dan el pego  — me dice sentándose en lacama al estilo indio.

Se le ha subido la falda, y desde donde estoy se le ven las bragas — rosa fosforito — , pero parece que le da igual. Me pongo de pie y la miro a

los ojos. — ¿Te refieres a mis zapatos? — Sí, ¿los compraste en un puesto en la calle, o algo así?Estoy a punto de decirle que no, que son unos Prada auténticos, y

que tengo el ticket para demostrárselo, pero luego lo pienso mejor. ¿Acasoimporta? ¿Por qué querría caerle bien? Es tan falsa como esas chicas quemariposean alrededor de Alex. Les pierde el dinero, los títulos y lapopularidad, y si tienes una de las tres cosas enseguida quieren ser amigastuyas, pero nunca, jamás, serán lo que se dice amigas de verdad.

Ya estoy harta de ella, no pienso seguir preocupándome por lo quepiense de mí. Y tampoco pienso dejar que siga haciéndome sentir inferior aella.

 — Sí, algo así  — le contesto.Le doy la espalda y vuelvo a sentarme frente al espejo. No la

necesito, y al haberme dado cuenta de eso por fin hace que me sienta bien.Dejamos puestos los televisores de nuestras habitaciones con el

volumen bajo, metemos almohadas bajo la sábanas para que parezca queestamos acostadas, y una hora más tarde ya estamos bajando de un taxifrente a la discoteca.

El corazón me late con fuerza pero no estoy nerviosa. Todas esasrígidas normas de etiqueta y de sociedad de 1815 me han demostrado quepuedo sobrevivir a cualquier cosa aunque ya no sea Rebecca. Claro que encierto modo ha sido como quitarme una máscara que me protegía, y ahorame siento algo vulnerable.

Me tiro de la camiseta hacia abajo porque hace un poco de fresco,aunque no sirve de mucho, y sigo a Angela, Summer y Mindy por uncallejón. No tiene nada de glamour  esto de ir sorteando charcos y pasar

 junto a contenedores de basura llenos a rebosar, pero en fin, al menos así 

no pensaré en Alex.Alex… Dios, cómo me habría gustado haber podido traerlo

conmigo, haberlo vestido con vaqueros y… Basta. Tengo que dejar depensar en él, pensar él hace que me duela el corazón.

Cuando llegamos a la parte trasera del edificio, el estruendo de lamúsica aumenta. Casi hace vibrar el suelo. Una puerta se abre y a través deella se asoma una cabeza. Supongo que es el chico que va a colarnos,porque Angela se acerca a él y lo abraza. Lleva el pelo muy corto, a loJustin Timberlake, y bajo la camiseta negra se le marcan los músculos. Se

hace a un lado, sujetándonos la puerta, y yo sigo a las otras. Cuando paso

Page 155: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 155/156

PRADA Y PREJUICIO

  junto a él me saluda con un asentimiento de cabeza, y trato de nosonrojarme.

Dentro está oscuro excepto por los focos que iluminan la abarrotadapista, y el ritmo machacón de la música reverbera en mi interior. Me pego

lo más posible a Mindy, temerosa de perderla si aparto la vista un solomomento. Nos abrimos paso entre la gente y nos dirigimos a la zona dondeestán las mesas, complementadas con sillones asimétricos y una mezclaeléctrica de sillas de distintos etilos.

Hasta que nos sentamos no me doy cuenta de que nos han seguidoel chico de la puerta y que viene con tres amigos. Bajo la vista a la mesa,cojeo un posavasos y me pongo a mirarlo, como si fuera lo más interesantedel mundo, la timidez ha vuelto a apoderarse de mí.

Pero de pronto veo algo que me deja sin aliento. En el posavasoshay impresa una única palabra con un tipografía llena de florituras, una

 palabra que hace que todo me dé vueltas: “Harksbury”… ¿Pero qué…?  — ¿Qué es esto? — le grito a Mindy al oído, señalándoselo.Ella frunce el ceño.

 — ¿Un portavasos?Yo dejo escapar un gemido de frustración.

 — No, me refiero al nombre, Harksbury. — Ah, eso. Es el nombre de este sitio, aunque no sé por qué se

llama así.Yo sí, es el nombre de un ducado. Me pregunto si uno de los

descendientes de Alex será el dueño de este local, o simplemente le habránpuesto ese nombre por alguna razón. En cualquier caso tiene que ser unindicio de que Harksbury es real, que existió. Bajo de nuevo la vista al

 posavasos. No son sólo los zapatos… No puede ser una coincidencia. El ver la palabra escrita me hace recordar cómo me sentía cuando

estaba allí, cómo me sentí siendo Rebecca por un mes. Me lo guardo en elbolsillo de atrás y trato de ignorar el modo en que me está mirando Angela.Seguro que está pensando que estoy chalada por robar un posavasos, perono encontraré nada más parecido a un souvenir de mi viaje en el tiempo.

Además, el tenerlo me hace sentir más fuerte, como si siguiera siendo lachica de aquel baile en Harksbury.

Alzo la vista cuando los chicos se sientan. — Señoritas estos son Grant, Tim y Alex — nos los presenta el chico

de la puerta.No se presenta a sí mismo, así que supongo que debería saber

quién es, sonrío a Grant y saludo a Tim con un asentimiento de cabeza,pero cuando mis ojos se posan en Alex, me que do mirándolo anonada.

Alex… Mi Alex… No, no puede ser, tienen el pelo más corto.

Lleva una camiseta verde con el cuello desabrochado que resalta el intenso

Page 156: Prada y Prejuicio Mandy Hubbard

5/11/2018 Prada y Prejuicio Mandy Hubbard - slidepdf.com

http://slidepdf.com/reader/full/prada-y-prejuicio-mandy-hubbard 156/156

PRADA Y PREJUICIO

verde esmeralda de sus ojos, pero hay algo distinto en él. El contorno desus labios, el puente de la nariz…. Casi parece é, pero no lo es. 

Él se has quedado mirándome a mí también. ¿Sabrá quién soy? No,qué tontería; no puede ser él. No puede ser Alex Thorton — Hawke, el

duque de Harksbury. Es sólo Alex, un chico del siglo XXI. Mindy me clavaun codo en las costillas. —Ésta es…  — Callie — le digo poniéndome de pie y tendiéndole la mano — , me

llamo Callie.Qué maravilloso es poder decir mi nombre, poder ser yo. Sonrío sin

querer al pensar en eso, y él sonríe también y me estrecha la mano. — Hola.Por un instante ninguno de los dos dice nada más. Nos quedamos

ahí plantados, estrechándonos la mano y mirándonos el uno al otro. Elcorazón me hace como loco y estoy sudando, pero es cosa de la adrenalina,de excitación que siento. Ya no tengo miedo a nada, ni a Angela, ni ahablar con un chico. Lánzate, Callie. 

 — ¿Quieres bailar? — le pregunto.¿De verdad he dicho eso? No he podido ser yo, ha debido ser otra

persona. — ¿Eh?

Con lo alta que está la música no me ha oído. — ¿Quieres bailar? — le repito más alto, y esta vez con un poco más

de convicción.Y para enfatizarlo, sacudo la cabeza en dirección a la pista. No

puedo creerme que esté haciendo esto. — Claro.Al principio no estoy segura de haberle oído bien, pero cuando me

coge de la mano y me lleva hacia la pista, veo que sí. Mientras nosalejamos giro la cabeza y veo que las chicas se han quedado mirándomeboquiabiertas. Por una vez en mi vida he tomado la delantera. Les sonrío,muy ufana, y, me vuelvo hacia “Alex”. Tardé un mes en darme cuenta de

que me gustaba, pero ahora no pienso malgastar ni un segundo. Ésta es mioportunidad.

FIN