prácticas, subjetividades y mundo académico (icala 12)

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Prácticas, Subjetividades y Mundo Académico Osvaldo F. Allione F. D. y C. S. U.N.C. [email protected] Resumen Foucault señaló que el liberalismo no es sólo ni exclusivamente una teoría económico-política, sino un modo de vida, ya que es una práctica de poder que contribuye a la formación de subjetividades La construcción de identidades, modos de agencia o subjetividades es el producto de largos procesos que se depositan en los seres humanos como estructuras disposicionales para la acción. Según Foucault la subjetividad no se conforma autónomamente, ya que es un punto de llegada, una deriva de las acciones del poder y su implementación sobre los individuos. Consiguientemente, la construcción de la subjetividad se lleva a cabo en el tramado de una historia específica que transcurre dentro del marco referencial en gran medida dominado por el neoliberalismo. Resulta interesante preguntar en qué medida el neoliberalismo ha arraigado en el mundo académico en general, y, particularmente, cuánto y cómo echó raíces en la academia latinoamericana. Procuré describir cómo se forma el mercado académico y, asimismo, el núcleo que establece las pautas de producción de los saberes, determinando, de esa manera, qué características debe poseer el productor ideal, esto es, qué subjetividad es la que funciona en el mundo académico. En pocas palabras, si la articulación y la dinámica de las políticas y líneas de investigación académica están fuertemente influenciadas por el neoliberalismo, los sujetos que constituyen el gueto académico no pueden dejar de estar cincelados por aquellas políticas. Prácticas, Subjetividades y Mundo Académico Osvaldo F. Allione F. D. y C. S. U.N.C. [email protected] Hacia el final de la década del 70 Foucault marcó algunas interesantes diferencias con la lectura clásica del liberalismo señaló, entonces, que el liberalismo no es sólo ni exclusivamente una teoría económico-política, sino un modo de vida, ya que una práctica de poder que contribuye a la formación de subjetividades (1999: 221). La problemática analizada por Foucault inicialmente en Vigilar y Castigar y luego en los Cours au Collège de France de los años 1978 y 1979 plantea una genealogía del sujeto moderno como resultado del liberalismo económico. La gubernamentalidad liberal hace referencia a una racionalidad política y un ejercicio del poder orientados a la obtención de un fin económico y, a la vez, a producir los sujetos que hagan posible que ese fin se logre. (2004b: 65). Para Foucault el liberalismo es por sobre todo una tecnología de gobierno sobre la conducta económica y moral de los hombres, de este modo, gobernar es constituir un campo de acción posible para uno mismo y para otros. Consecuentemente, Foucault no piensa el liberalismo como teoría ni ideología, sino como práctica, como “modo de actuar”, como modo de gobierno de sí y de los otros. Una práctica de poder que funda subjetividades (Foucault, 2007:361-368).

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Page 1: Prácticas, Subjetividades y Mundo Académico (ICALA 12)

Prácticas, Subjetividades y Mundo Académico

Osvaldo F. AllioneF. D. y C. S.

[email protected]

ResumenFoucault señaló que el liberalismo no es sólo ni exclusivamente una teoría económico-política, sino un modo de vida, ya que es una práctica de poder que contribuye a la formación de subjetividades La construcción de identidades, modos de agencia o subjetividades es el producto de largos procesos que se depositan en los seres humanos como estructuras disposicionales para la acción. Según Foucault la subjetividad no se conforma autónomamente, ya que es un punto de llegada, una deriva de las acciones del poder y su implementación sobre los individuos. Consiguientemente, la construcción de la subjetividad se lleva a cabo en el tramado de una historia específica que transcurre dentro del marco referencial en gran medida dominado por el neoliberalismo. Resulta interesante preguntar en qué medida el neoliberalismo ha arraigado en el mundo académico en general, y, particularmente, cuánto y cómo echó raíces en la academia latinoamericana. Procuré describir cómo se forma el mercado académico y, asimismo, el núcleo que establece las pautas de producción de los saberes, determinando, de esa manera, qué características debe poseer el productor ideal, esto es, qué subjetividad es la que funciona en el mundo académico. En pocas palabras, si la articulación y la dinámica de las políticas y líneas de investigación académica están fuertemente influenciadas por el neoliberalismo, los sujetos que constituyen el gueto académico no pueden dejar de estar cincelados por aquellas políticas.

Prácticas, Subjetividades y Mundo Académico

Osvaldo F. AllioneF. D. y C. S.

[email protected]

Hacia el final de la década del 70 Foucault marcó algunas interesantes diferencias con la lectura clásica del liberalismo señaló, entonces, que el liberalismo no es sólo ni exclusivamente una teoría económico-política, sino un modo de vida, ya que una práctica de poder que contribuye a la formación de subjetividades (1999: 221). La problemática analizada por Foucault inicialmente en Vigilar y Castigar y luego en los Cours au Collège de France de los años 1978 y 1979 plantea una genealogía del sujeto moderno como resultado del liberalismo económico. La gubernamentalidad liberal hace referencia a una racionalidad política y un ejercicio del poder orientados a la obtención de un fin económico y, a la vez, a producir los sujetos que hagan posible que ese fin se logre. (2004b: 65). Para Foucault el liberalismo es por sobre todo una tecnología de gobierno sobre la conducta económica y moral de los hombres, de este modo, gobernar es constituir un campo de acción posible para uno mismo y para otros. Consecuentemente, Foucault no piensa el liberalismo como teoría ni ideología, sino como práctica, como “modo de actuar”, como modo de gobierno de sí y de los otros. Una práctica de poder que funda subjetividades (Foucault, 2007:361-368).

Pone de relieve que el liberalismo es una práctica de poder en la cual la administración de la conducta de los otros se realiza por la vía del reconocimiento de la capacidad que tienen éstos de autogobernarse. No opera directamente sobre la libertad sino sobre las condiciones dentro de las cuales ésta se puede ejercer. En definitiva, las prácticas de poder liberales y neoliberales generan las condiciones para la autoproducción del sujeto moral. No se trata simplemente de dominar a otros por la fuerza, sino de dirigir su conducta de un modo eficaz y con su consentimiento, lo cual presupone necesariamente el ejercicio de la libertad de aquellos que deben ser gobernados (Foucault, 2007: 307-308).

Resulta interesante preguntar en qué medida el neoliberalismo ha arraigado en el mundo académico en general, y, particularmente, cuánto y cómo echó raíces en la academia latinoamericana. En este sentido se puede afirmar que el capitalismo neoliberal impuso a las instituciones de investigación y de educación superior la adecuación a los estándares de eficiencia de la economía capitalista. Por lo demás, es notorio que la academia en América Latina procura reflejarse y reproducir las prácticas académicas de las sociedades modernas. Consecuentemente, lo que se espera de quienes participan en la ámbito de las instituciones académicas, es que se manifiesten como sujetos cuyas identidades sean capaces de articularse con las necesidades operativas de los mercados, lo cual supone la segregación de los que no se ajustan a esas lógicas. Lo que habrá que determinar, entonces, es cómo se constituyen en esta esfera los mercados.

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Es incontestable que el mundo económico realiza fuertes demandas a las esferas académicas que se ven materializadas en las líneas de investigación de las universidades de las sociedades centrales, y son legitimadas en las líneas editoriales de los journals. Por consiguiente, son dichas líneas de investigación, conjuntamente con los lectores de las publicaciones especializadas y las agencias de financiamiento, todas motorizadas por los requerimientos y las necesidades de la acumulación capitalista, los que constituyen el núcleo y marcan el rumbo de la demanda en el mercado académico. Esto se ajusta más, aunque no exclusivamente, a las ciencias duras, cuyas investigaciones pueden tener una aplicación que en algún momento pueda ser objeto de transacción comercial. Por su parte, en la mayoría de las investigaciones que se realizan en el campo de las ciencias sociales y humanas, el mercado, habitualmente, no está tan directamente asociado a la actividad económica, sino que está más ligado a la dinámica interna de los medios académicos. En el arquetipo idealizado de la ciencia y de los saberes académicos es capital la idea de que hay sistemas de control internos en las diferentes comunidades científicas. En esto las revistas científicas arbitradas juegan un papel medular. Con todo, particularmente en el campo de la tecnología y de las ciencias aplicadas, es tal la injerencia de las corporaciones en la producción y circulación de los conocimientos científicos que la integridad de los resultados publicados es muchas veces sospechado de manipulación interesada. No obstante, la publicación de artículos en revistas arbitradas de las sociedades noratlánticas, como criterio prioritario para la evaluación de la productividad y la excelencia académica de los investigadores de las universidades latinoamericanas, se ha extendido a casi todo el continente. Es por ello que, apropiarse acríticamente de los conocimientos y la legitimidad que proporcionan estas publicaciones como paradigma de un conocimiento universal y objetivo, con influencia directa en la agenda de investigación y en los sistemas de evaluación de la actividad científica, lo único que hace es someter la producción de conocimiento a las reglas del mercado. Así, nuestra agenda de investigación y las orientaciones teórico-metodológicas de los investigadores están dominadas por las orientaciones de los comités editoriales de aquellas revistas, que establecen prioridades que no tienen casi nada que ver con nuestras propias necesidades, pero que están sublimadas y elevadas a un plano teórico insuperable. El mundo académico se encuentra dominado por las necesidades de la gestión empresarial del curriculum, la promoción individual de los profesores, la búsqueda frenética de empleos y financiamiento que les posibilite alcanzar una alta consideración y reputación, que garanticen la continuidad y el ascenso profesional en el competitivo y escaso ámbito laboral. En este sentido se debe decir, además, que al consumir acríticamente esos saberes y criterios de distribución de capital simbólico, lo único que se consigue es reforzar la estructura colonial de los saberes modernos y empujar a las universidades latinoamericanas en la dirección de la mercantilización de los conocimientos.

Procuré describir cómo se forma el mercado académico y, asimismo, el núcleo que establece las pautas de producción de los saberes, determinando, de esa manera, qué características debe poseer el productor ideal, esto es, qué subjetividad es la que funciona en el mundo académico. En pocas palabras, si la articulación y la dinámica de las políticas y líneas de investigación académica están fuertemente influenciadas por el neoliberalismo, los sujetos que constituyen el gueto académico no pueden dejar de estar cincelados por aquellas políticas. Así, al introducirse en los intersticios de la vida académica, el modelo neoliberal la organiza según las leyes de la competitividad y el mercado. Este modelo necesita, entonces, crear un entorno de competitividad permanente, es decir, busca obtener una academia-empresa que se desarrolle dentro de los parámetros costo-beneficio. Por ello, el sujeto académico ideal es aquel que implementa las reglas de la competencia y la rentabilidad en su vida, es decir, una suerte de empresario de sí mismo, que vela por sus intereses y por su expansión, que reproduzca hacia el interior de la vida académica al hombre de la empresa y la producción, es decir el homo æconomicus (Foucault, 2007: 305-307). Por otra parte, sabemos que el ámbito académico es el espacio ilustrado por excelencia, por lo tanto es donde las pautas culturales y la subjetividad moderna arraigaron con mayor amplitud, firmeza y perdurabilidad. Por esta razón, los rasgos de la modernidad -con todos sus componentes neoliberales- prendieron con mayor fuerza en los ámbitos superiores del saber que en cualquier otro sector o clase de las sociedades latinoamericanas. Con la pátina de la excelencia y la estandarización de calidades, la academia local reprodujo el diseño global de las universidades de las sociedades noratlánticas. Las consecuencias de esta reproducción mercantilizaron vigorosamente los saberes alcanzados, tal como había acontecido en las sociedades centrales. Por esta razón, el conocimiento se mesura con el lenguaje de la economía: se lo evalúa mediante indicadores de utilidad y se lo ratifica entregando en tiempo y forma certificados y diplomas que poseen un determinado valor de mercado. De esta forma se constituye al conocimiento en un capital que se acumula y con el cual se puede transar, lo cual pone en cuestión el carácter de bien público de los saberes producidos en la universidad y el derecho que tiene la sociedad sobre estos. Hay que decir asimismo, que en el proceso de mercantilización de los saberes las humanidades pierdan gradualmente sus recursos, puesto que no hay un mercado que las demande. La consecuencia de todo esto es que, mientras en los años sesenta -aun cuando ya se daba una fuerte influencia del liberalismo por la vía de algunas líneas de investigación en ciencias sociales y con la creación de algunos organismos de investigación- la vinculación con la sociedad era concebida como un compromiso de la Universidad con los sectores mayoritarios y empobrecidos de nuestras sociedades, en los ochenta, el pensamiento neoliberal gestó la comprensión de vinculación con la sociedad como relación entre Universidad y empresa. La tendencia a la intensificación de esta relación y el consecuente vínculo de los presupuestos del mercado con los valores académicos, constituye un núcleo problemático de las transformaciones operadas en las instituciones universitarias y en las

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modalidades de producción científica de los investigadores académicos, que fue cubierto con el lustre de la modernización y la excelencia académica.

Por lo demás, se debe agregar que, desde la perspectiva de la analítica neoliberal, la dedicación al estudio y al trabajo intelectual no son sino una “inversión mensurable en el tiempo” (Foucault, 2007: 280): lo que se está haciendo es perfeccionarse como capital humano para generar una renta. Por consiguiente, la capacitación y el perfeccionamiento que cada académico realice pertenecen a un mercado, es decir, no son algo privativo de la vida de cada uno, ni extraeconómico, sino que son estrategias que transforman a los seres humanos en capital pasible de ser incrementado. El incremento de dicho capital humano es tarea de cada uno y las estrategias que se deben implementar funcionan en la racionalidad neoliberal como parte de una tecnología de poder. Este esfuerzo personal hará que los sujetos tengan orgullo de sí mismos, se superen, cultiven sus potencias, gestionen sus propios riesgos y se conviertan en ciudadanos libres. Sin embargo, el análisis económico no termina allí, pues, cuando una persona se capacita se está comportando como una máquina/flujo que genera su propia satisfacción, es decir, está invirtiendo en ella misma. La retribución que recibe por esta inversión es una especie de ganancia espiritual que le permite tener un sentimiento de autorrealización profesional. Esto significa que su actividad económica -estudiar, investigar- lo subjetiva moralmente, lo produce y reproduce como sujeto moral. En términos neoliberales, entonces, la ganancia económica es, a su vez, ganancia moral (Foucault, 2007: 281). Elementos inmateriales como la satisfacción personal y el afecto se constituyen en variables económicas que, como tales, pueden ser cuantificadas y planificadas. La mercantilización afecta no sólo el ámbito de lo social, sino que debe instalarse en la vida personal de todos los agentes, para que cada uno se haga responsable, se convierta en sujeto moral. Con todas las gradaciones que este fenómeno adquiere se puede afirmar que el sujeto académico acreditado es, en términos generales, el que ha logrado realizar en él mismo una inversión mensurable actuando como empresario de sí mismo. Igualmente, en tanto que sujeto ilustrado, busca realizarse a sí mismo, ya que tiene la capacidad racional de elegir los medios adecuados para hacerlo, es decir, es un sujeto capaz de gestionar sus propios riesgos, de calcular e instrumentalizar las consecuencias futuras de sus acciones y de forjar un destino personal exitoso con sus propias manos. En líneas generales, y en un registro foucaulteano, se puede decir que la regulación de la conducta de este sujeto no necesita de una vigilancia disciplinar, ya que él mismo se autoregula, busca ser experto de sí mismo y establece una relación de autocuidado. En tanto que gestor de su propia existencia, tiene que saber jugar con sus propias competencias (Foucault, 2007: 305-330).

En definitiva, el gueto académico reproduce también en su interior la libertad neoliberal, pero no para que el individuo haga según sus deseos. El mismo acto de instauración de la libertad lleva consigo límites, controles, regulaciones, normatividades. Así, el medio ambiente que se genera en el mundo académico indica qué hacer con esa libertad, y por esto ocupa un lugar virtual en la administración de la subjetividad que se percibe como libre. En el mismo sentido, se debe decir que el gobierno de los sujetos en las sociedades neoliberales funciona en la academia atribuyendo a cada uno de los individuos la responsabilidad de su propio bienestar. El logro del enriquecimiento personal y la conquista de una adecuada situación afectiva y laboral pasan por una correcta comprensión de la propia existencia según el modelo de la inversión (Ídem). Por todas estas razones, los que pretendan jugar en el campo académico con algo de éxito, deben ser sujetos emprendedores, empresarios de sí mismos, capaces de gestionar esa empresa personal en un contexto darwinista de la lucha por la supervivencia del más fuerte. Más de una vez, éste no es necesariamente el más creativo, capaz o trabajador, sino el que mejor juega con las reglas impuestas en ese campo, y, por consiguiente, quien se apropia de mayor cantidad de capital puesto en juego.

En definitiva, como se puede advertir, para Foucault la subjetividad no se conforma autónomamente, ya que es un punto de llegada, una deriva de las acciones del poder y su implementación sobre los individuos. Consiguientemente, la construcción de la subjetividad se lleva a cabo en el tramado de una historia específica que transcurre dentro del marco referencial que impone el neoliberalismo. Dentro de esas condiciones de posibilidad hay múltiples formas históricas de subjetivación, las cuales resultan del contexto social, político, epistémico del que forman parte. Esas formas son modelos y protocolos que organizan el cultivo que cada uno hace de sí mismo. En cada época y en cada subjetividad se articulan las distribuciones de poder político que se corresponden al momento histórico en que se construyeron (Foucault, 2005: 457-467). Ahora bien, las prácticas de poder del liberalismo y del neoliberalismo y sus derivas en la constitución de subjetividades son un producto de los procesos históricos que se dieron en Europa, procesos que, por otra parte, fueron posibles debido a la sistemática expoliación y dominación colonial sobre nuestro continente. No habría modernidad sin colonialidad. Sin embargo, son diferentes los procesos históricos de los centros de dominación de los que acontecen en la periferia dominada. Esto supone que los procesos históricos y las prácticas de poder que se dieron en nuestro continente fueron marcadamente diferenciados de los procesos que narra Foucault para Europa. Por este motivo, si bien la globalización capitalista difundió pautas y procuró imponerlas en un intento de homogeneización cultural global, dicho intento fracasó por la simple razón que el trasvasamiento cultural se mixturó con otras realidades culturales preexistentes, dando lugar a subjetividades complejas con ethos diversos y superpuestos. Es así que, en Latinoamérica, la difusión del neoliberalismo ha tenido altibajos y se ha dado de manera más caótica y complicada, lo cual ha generado una tensión entre la imposición global de dicho neoliberalismo y las prácticas socio-políticas locales.

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Conjuntamente, con lo que hasta aquí he desarrollado quiero agregar otras consideraciones. La construcción de identidades, modos de agencia o subjetividades es el producto de largos procesos que se depositan en los seres humanos como estructuras disposicionales para la acción. Es decir, cada ser humano actúa según las marcas y señales que ha recibido del contexto en que su vida se desarrolló. Las habilidades para actuar que hemos adquirido a través de nuestra vida arraigan en nosotros de una manera estable, por ello se puede afirmar que, así como llevan tiempo desarrollarlas, también es muy difícil desembarazarse de ellas. En consecuencia cuando nuestra subjetividad ha incorporado estructuralmente pautas de acción y gobierno de sí provenientes del neoliberalismo es muy difícil desarraigarlas (Cf. Bourdieu 1991: 91-111). En los trescientos años que el liberalismo y neoliberalismo vienen diseñando el mundo global han dejado fuertes trazos en los sujetos de manera tal que las características de la subjetividad neoliberal se han difundido universalmente y están presentes más allá de las opciones morales y políticas que podamos haber hecho. Es por ello que más allá de que en nuestro continente se hayan dado opciones políticas a nivel de gobierno en oposición al neoliberalismo deben ser mesuradas teniendo en cuenta que se llevan adelante en contextos culturales con fuerte arraigo neoliberal. Son características epocales que nos recorren a todos, aún cuando los sujetos no se construyan unilateralmente sino con diversas influencias y diversos modos de incorporarlas. Es por ello que el arraigo no sólo se da en quienes han hecho opciones morales y políticas neoliberales, sino también en quienes han realizado opciones ético-políticas claramente contrarias a las posiciones neoliberales.

Bibliografía.

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Osvaldo Francisco Allione Doctor en filosofía por la Universidad Nacional de Córdoba. Licenciado en Filosofía por la Universidad Católica de Córdoba. Profesor Titular en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba. Autor de diversas publicaciones nacionales e internacionales. Autor de obras y artículos sobre filosofía latinoamericana, política e interculturalidad.