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Ediciones MATHESIS

Los Propósitos Psicológicos, Serge Raynaud de la Ferrière Propósito Psicológico XXVI: Los Esenios Traducción: Hugo Vidal Obregón Edición Internet Numerada. Todos los derechos reservados. © 21 de marzo, 2006

www.sergeraynaud.net

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PROPÓSITOS PSICOLÓGICOS

Serge Raynaud de la Ferrière

Libro XXVI

Los Esenios

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INTRODUCCIÓN

Como lo hemos dicho ya en la Introducción de nuestro capítulo precedente, esta serie de “Propósitos Psicológicos” forma parte de un conjunto de documentación con la Serie de los 7 Grandes Mensajes. Se trata, en efecto, de documentos que traen algunas luces sobre las diversas concepciones de los hombres, más bien que de una doctrina propiamente dicha. Puede ser un método de educación para algunos, una vía de iniciación aun, pero sobre todo un ramo de sistemas del que se deben retirar las más bellas flores.

No nos presentamos con exclusividad en este modo de instruir, nuestro privilegio radica solamente en haber podido interesar a numerosos investigadores. Por otra parte, las frecuentes citas de autores y obras a las que remitimos tan a menudo a nuestros lectores, prueban nuestro deseo de extender ampliamente esta manera de formar los espíritus. Se trata de una reeducación práctica; de ahí esos paralelismos que se repiten cada vez para impregnar mejor al lector de un espíritu de síntesis, indispensable para abordar la Ciencia Esotérica que constituye la base de la Gran Tradición Iniciática.

Hemos comenzado esta tercera “docena” de Propósitos con una mirada sobre los Gnósticos, cuya enseñanza es opuesta al Cristianismo entendido en su sentido habitual; hemos propuesto sin embargo una interpretación esotérica, ya que si bien los Gnósticos, que dicen poseer una tradición oculta están en desacuerdo con los cristianos ortodoxos (y en particular con los católicos de hoy), sus escritos prueban no solamente que ellos hacen de Jesús uno de sus Profetas, sino incluso el más grande.

Entre las hipótesis que ya se habían expresado sobre las relaciones entre el cristianismo y el conjunto de la gnosis, Lietzmann había evocado una especie de re-orientación extrema del cristianismo, una regresión a sus orígenes orientales; pero es muy difícil hacerse una idea exacta de esas cuestiones, porque si bien sus revelaciones son puestas a veces en boca de Zoroastro, de Adán o de Set, a veces también se expresan en nombre de Jesús.

Para llegar a conclusiones precisas y al mismo tiempo extraer del descubrimiento de Khenoboskion las múltiples revelaciones que promete, hay que confrontar estos nuevos textos gnósticos con el cristianismo auténtico desde esos dos diferentes puntos de vista. Seguramente de eso va a ocuparse ahora Jean Dórese después de la aparición de sus primeros trabajos. Hemos

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citado ampliamente los textos extraídos de su obra “Los Libros Secretos de los Gnósticos de Egipto”, Ed. Plom, 1958.

Debemos citar que la cruz ansatha, aquel símbolo de la Vida que los Coptos heredaron de sus ancestros, se ha conservado hasta nuestros días como un equivalente de la cruz cristiana. En todo caso, ese signo no parece haber pasado del paganismo egipcio al cristianismo copto antes del año 391, ya que fue en ese momento, según Rufin y Sozomene en sus “Historias eclesiásticas”, que las multitudes sublevadas por el patriarca Teófilo destruyeron el Serapeion de Alejandría y rompieron en pedazos la célebre estatua de Dios tallada por Bryaxis.

Las tradiciones eclesiásticas se complacen en relatar cómo durante esos disturbios, los cristianos descubrieron con sorpresa en los muros interiores del templo, el antiguo signo egipcio de la cruz ansatha (ankh), de la cual les dijeron que era el signo de “la Vida por venir” y que era tan semejante a su propia Cruz; mientras que por su lado los paganos quedaron estupefactos al ver en lo sucesivo pintadas por sus adversarios en sus casas, la Cruz triunfante sobre montada por una corona, tan semejante a su propio jeroglífico de la “Vida futura”.

J. Maspero, en “Historia de los Patriarcas de Alejandría”, relata que “al parecer unas profecías antiguas, que conservaban los últimos fieles de los cultos egipcios, anunciaban que la manifestación de ese signo marcaría el advenimiento de un nuevo culto al que los devotos alejandrinos de Serapis se convertirían en gran número; mientras que, por su lado, los cristianos coptos adoptaron esa nueva forma de la Cruz que tenía la ventaja de haber sido designada ya, en las escrituras de sus ancestros, como signo de la “Vida por venir”.

Se conoce la historia de aquel falso mesías “el Egipcio”, quien, hacia los años 52-54, atrajo a cuatro mil judíos al monte de los Olivos prometiéndoles que haría derrumbar ante sus ojos los muros de la Ciudad Santa. Incluso los Hechos de los Apóstoles guardan el recuerdo (XXI, 38) 1. Menos conocido es Theudas quien, diez años antes, había conducido a las multitudes al Jordán prometiéndoles otros milagros. Ya el historiador judío Flavio Josefo estigmatizaba semejantes imposturas que a pesar de las sangrientas represalias de los Romanos, no cesaban de agitar a las muchedumbres bajo el pretexto de revelaciones o de visiones.

Entonces no es imposible que los calificativos de “falso profeta” y “anticristo” que el cristianismo usaba contra sus adversarios anónimos,

1 Hechos XXI, 38: “¿No eres tú aquel egipcio que levantó una sedición antes de estos días, y sacó al desierto los cuatro mil sicarios?”

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estuvieran dirigidos a veces a gentes tales como los que pretendían ser las encarnaciones del gran Set. Efectivamente, los nicolaítas mencionados en el Apocalipsis de Juan (II, 6), 2 parecen haber estado animados por una Gnosis análoga a la que revelan los escritos coptos que los heresiólogos concuerdan en atribuirles.

Otra cuestión interesante es la importancia que el maniqueísmo le asigna a San Pablo, tal como se puede ver en Kephalaion, I, p. 13 en los “Manichaische Handschriften der sataatlichen Museen Berlín”, 1940.

Fuera del “Apocalipsis de Pablo”, que por su título se entiende que se ha querido poner bajo su nombre, el Apóstol nunca es “nombrado” abiertamente en los demás tratados o revelaciones, aunque se advierte en ellos la influencia de su doctrina que se manifiesta por numerosas citaciones implícitas. Además es curioso que la “Hipóstasis de los Arcontes” inserte en su preámbulo un versículo de la Epístola a los Efesios (VI, 12)3 para empeñarse después en la exposición de una mitología que no tiene aparentemente nada que ver con el cristianismo. Ahora bien, en el texto gnóstico se presenta ese versículo solamente con las palabras “El Apóstol dice…”.¿por qué, pues, el nombre de Pablo no es mencionado aquí? No es por desconfianza en el Apóstol, pues en tal caso no se hubiesen citado sus palabras literalmente para darles así por su origen la autoridad que generalmente se les concede. Se trata, por el contrario, de un respeto particular por un Maestro de quien uno se abstiene de pronunciar su nombre pero cuya enseñanza es especialmente reverenciada.

Para Jean Doresse es desde luego sorprendente que, en una primera aproximación, el cristianismo enseñado por Pablo, quien profesaba haberse beneficiado él también de revelaciones celestes, se encuentre todavía más próximo a las especulaciones de los gnósticos que aquel de Juan. En efecto, cuando Pablo hace referencia a la “Sabiduría de Dios… que está escondida, que Dios ha preparado desde antes de los siglos para nuestra gloria y que ninguno de los príncipes (de los Arcontes) de ese siglo (de ese Eón), ha conocido” (Corintios I, Cap. II. Vers. 7 y 8)4 uno casi creería encontrarse ante una lección de la Gnosis.

2 Apocalipsis de Juan II, 6: “Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas las cuales yo también aborrezco”. 3 Epístola a los Efesios VI, 12: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. 4 I Corintios II, vers. 7 y 8: “7. Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria.”

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Vemos que la clasificación de los hombres que hacían los gnósticos en tres categorías: hílicos, psíquicos y espirituales, es la misma que emplea Pablo cuando enseña sobre el somaticón, el psiquicón y el pneumaticón. No hay más que revisar los numerosos pasajes de sus exhortaciones para encontrar las bases del adoctrinamiento gnóstico, como en: I Corintios XV, 44-47; Efesios I, 4-5*; Efesios V, 8; Epístola a los Colosenses I, 15, sig. 26-27, etc. 5 En fin, se puede ver que las especulaciones de Pablo tienen como punto de partida los mismos temas místicos que los gnósticos, pero que él los interpreta de una manera diferente.

Franz Cumont ha señalado ya todos los rasgos que acercan, por ejemplo, el maniqueísmo a la doctrina de Basílede, tan próxima a la doctrina de los gnósticos de Egipto. Basílede había compuesto un comentario de 24 libros sobre los Evangelios canónicos. Mani redactó uno en 22 libros: el Evangelio viviente. El docetismo de los dos sistemas era análogo: para Basílede, el Cristo, lejos de morir en la Cruz, había hecho perecer en su lugar a Simón de Cirenea. Para los maniqueos, aquel a quien Jesús había hecho clavar y que se había retorcido en el patíbulo, era el mismo Príncipe de las Tinieblas. Sobre el bautismo, después del cual el Cristo había reemplazado a la persona humana de Jesús, Mani y Basílede estaban de acuerdo.

Hoy día, los nuevos escritos coptos ilustran la “autenticidad gnóstica” de las doctrinas expresadas por Basílede, y a la vez ofrecen más detalles de las relaciones estrechas que harían depender al Maniqueísmo de esa misma forma de Gnosis.

5 I Corintios XV, vers. 44 – 47: 44 “Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo

espiritual; se siembra en debilidad, resucitará en poder. 45 Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. 46 Mas lo espiritual no es primero, sino el animal; luego lo espiritual. 47 El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.”

Efesios I vers. 4-5: “4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5.- en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro efecto de su voluntad.

Efesios V vers. 8: “8 Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora que sois luz en el Señor; andad como hijos de luz”

Epístola a los Colosenses Cap. I, 15 sig. 26-27: “15 Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación”; “26.- el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos 27.- a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria…”.

Nota Edición Internet, Docetismo: doctrina común a ciertos gnósticos y maniqueos, según la cual el cuerpo humano de Cristo no era real sino aparente e ilusorio.

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Si retomamos aquí lo que ya se sabe sobre los Esenios, es notable que Sodoma y Gomorra consten entre los lugares donde establecieron sus colonias. “Todos los testimonios que se han podido recoger en la literatura antigua respecto a los lugares en que habitaron los Esenios, han sido hasta hoy copiosamente analizados e interrogados”. Así se expresa Jean Doresse en su capítulo sobre “Los Gnósticos y los sectarios del Qumrán”. Se ha interesado por lo tanto muy poco en el hecho de que Qumrán, según una identificación propuesta antaño por F. de Saulcy, sería Gomorra. Por otro lado, según el testimonio de Sinesio de Cirene, Dion Crisóstomo, que vivió entre los años 42 y 125, hace un elogio a los Esenios “… que constituyen toda una bienaventurada ciudad establecida cerca del Mar Muerto, en la región media de Palestina, cerca de Sodoma”.

Junto con los cuarenta y cuatro escritos encontrados en una jarra en el Alto-Egipto, son los manuscritos descubiertos cerca del Mar Muerto los que están a la orden del día entre los buscadores actuales. En efecto, después de años de trabajo para traducir, clasificar, catalogar, etc…, ya no son simplemente artículos de la gran prensa los que mencionan esos importantes descubrimientos, sino autores serios que vienen a ofrecer el resultado de su trabajo y a comentar esas interesantes búsquedas.

Es sin duda “The Scrolls from the Dead Sea”, el artículo de Edmund Wilson, publicado en “The New Yorker” en 1955, el que alertó al gran público sobre este interesante descubrimiento del Qumrán. Los hallazgos que se hicieron en esas cuevas cerca del Mar Muerto, se convirtieron rápidamente en el tema de grandes conversaciones que interesaron tanto a las gentes de la calle como a los hombres de ciencia. Los descubrimientos arqueológicos son siempre fascinantes y muy a menudo despiertan un interés considerable aún fuera del ámbito de los especialistas. Y si esto es valedero para los descubrimientos en general, lo ha sido más particularmente aún en lo que concierne a estos famosos manuscritos que conmovieron sobre todo a la opinión cristiana. Ya la citación de Wilson sumía al mundo cristiano en la perplejidad cuando anunciaba: “La ascensión del cristianismo en general debe ser finalmente comprendida como un simple episodio de la historia humana, mucho más que ser propagada como un dogma y una revelación divina…”.

Krister Stendhal, que acaba de editar “The Scrolls and the New Testament” (Harper Brothers, New York, 1957) hace patente un problema que todo el mundo reconoce: las gran similitud entre el material del Qumrán y el Nuevo

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Testamento; pero el que no concuerden los argumentos con los contra-argumentos, indica que los paralelismos en materia de religión tienen un significado diferente según el punto de vista de cada persona. Ese autor menciona igualmente que Wilson toma como símbolo de verdad y de integridad a Ernesto Renan6 y, siguiendo a Dupont - Sommer, se refiere a la famosa sentencia de Renan según la cual “la cristiandad es un esenismo que ha triunfado ampliamente”. Pero, como según Renan, es muy dudoso que los cristianos hayan tenido una comunicación directa con el esenismo, resulta que todo eso no está muy claro.

Hablando de esas diferencias, E. Renan en “Historia del Pueblo de Israel” elogia el legalismo de los Esenios, y luego continúa diciendo “…para el cristianismo, las ideas mesiánicas eran solamente la levadura para hacer subir la pasta, una vez echado ese fermento quedaba una Regla de Vida muy superior al esenismo”. Para Renan, la religión es fundamentalmente una ética con supertonos religiosos, y ese liberalismo (siguiendo siempre el aviso de K. Stendhal en su “Introducción”) ha hecho de él un historiador muy pobre en lo referente a ese punto. El gran argumento de los apologistas cristianos es que para los Esenios el Mesías debía venir aún, mientras que los Cristianos creían que había venido ya, que había muerto y subido al cielo. Sin embargo, un estudio más profundo del Nuevo Testamento, revela entre los primeros cristianos una clara actitud que se traduce por la esperanza y la espera; para una gran parte del cristianismo naciente el Mesías no había venido aún…

El acuerdo es universal en cuanto a reconocer que los manuscritos del mar Muerto vienen a incrementar sustancialmente nuestro conocimiento sobre la base judía de la cristiandad. Se acepta ya que la literatura Paulina y Johanita puede ser comprendida precisamente por esas bases judías. De todas maneras, se ha reconocido siempre que el cristianismo emergió del judaísmo, y para la primera Iglesia eso no era solamente un hecho histórico sino una verdad teológica. De hecho es muy significativo que el Nuevo Testamento no mencione el término cristianismo, lo cual no se producirá sino en el segundo siglo, con Ignacio; y, ciertamente, los que escribieron el Nuevo Testamento no habrían tenido por qué hacer una tal abstracción.

Durante más de cincuenta años el término “escatología” ha sido la palabra clave de los estudios bíblicos y aunque esa re-orientación fuera aportada más de diez años antes por John Weiss, en “Die predigt Jesu von Reiche Gotte “(1892),

6 Ernesto Renan estudió en el Seminario San Suplicio en París hasta el 5 de Octubre de 1845. Cuando salió, declaró: “No es mi culpa que mis maestros me hayan enseñado la lógica y que por sus argumentaciones despiadadas hayan hecho de mi espíritu: un tajante de acero. Yo tomé en serio aquello que me habían enseñado: escolástica, reglas del silogismo, teología, hebreo, etc… he sido buen alumno y no podría ser condenado por ello”.Su libro sobre Jesús conoció un gran éxito pero se presta para numerosas controversias.

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es Albert Schweitzer7 quien se ha convertido en el símbolo de esa nueva forma de estudio. Sin embargo, el descubrimiento de los rollos del Qumrán trajo una nueva luz sobre esas cuestiones, de manera que ahora tenemos por primera vez la posibilidad de comparar la espera mesiánica de aquella secta judía llamada “los cristianos”, con la de aquella otra secta judía ya sobre la escena en los tiempos de Jesús.

Aquí empleamos el término “secta” a propósito, por más que Josefo haya presentado a los Fariseos, a los Saduceos y a los Esenios como “filosofías”. No obstante, la estructura de los dos primeros difiere de aquella de los Esenios, y deben ser comprendidos más bien como “partidos”, ya que además de sus diferencias de opinión tendían a influir en la vida de los judíos. Pero no había nada en la adhesión a esos partidos que hiciera pensar en una significación teológica o escatológica. En cambio, eso era precisamente lo que pasaba entre los Esenios, ya que no formaban un partido sino una Comunidad de Nuevo – Contrato. Por la iniciación y la obediencia ellos eran los Elegidos, y es bajo esa forma de Comunidad Esenia que se ve la importancia de distinguirlos como secta, pero muy superior a los partidos de los Fariseos y los Saduceos. Ahora, con esa distinción bien puesta en el espíritu, será más fácil para cualquier lector del Nuevo Testamento, reconocer que la iglesia cristiana primitiva debe ser mirada igualmente como secta. Nótese que también los cristianos se llamaban a sí mismos “los elegidos” y que consideraban su bautismo como un acto iniciático.

En el conjunto de los textos del Qumrán, el Serek ha-yahad o Manual de Disciplina es el que contiene las dos columnas de reglamentos para la “disciplina en la iglesia”, lo que demuestra que no se trataba de una simple disciplina por razones educativas. El castigo se describe en términos de “exclusión de la Pureza” y, por eso mismo, exclusión de la comida en común. Ahora bien, las comidas no fueron escogidas arbitrariamente como punto focal de la santidad de la secta, sino como una anticipación del Banquete Mesiánico. El que no es digno es, en consecuencia, excluido del banquete, al mismo tiempo que excluido de su contraparte en la Comunidad. El simple hecho de mentir, por ejemplo, excluye de la Pureza por un año a semejante pecador y lo deja privado de un cuarto de su ración alimenticia cotidiana.

Llegados a este punto, es tentador traer a colación, a propósito del significado de la palabra griega “epiosus”, el viejo problema que hay tras la traducción del Pater Noster en la plegaria del “Padre Nuestro” donde se dice: “danos hoy nuestro pan de cada día”. En una forma mucho más de acuerdo con la significación precisa de la palabra “epiosus”, el Evangelio apócrifo de los

7 La primera edición inglesa “The Quest of the Historical Jesús” de A. Schweitzer, data de 1910 (La edición original es de 1906).

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Hebreos dice: “danos hoy nuestro pan para mañana”, y es la única respuesta que se puede sostener ateniéndose al griego secular, a saber: “la ración concedida para el día siguiente”. Sin embargo, el texto del “Padre Nuestro” es fuertemente escatológico; es fundamentalmente una plegaria por la venida del Reino y la liberación del demonio de la impureza. Así pues, en ese lugar tan original y a la luz de la estructura de anticipación de la comida del Qumrán, una plegaria por la participación en una comida paradisíaca da inmediatamente un sentido perfecto al “Danos hoy nuestro pan para mañana”.

En lo que concierne a Jesús, la cuestión no es saber si él quiso ser un Educador, un Rabino o Maestro para el movimiento religioso en marcha de la época, o si él mismo creía ser el Mesías, el Hijo de Dios, ya que las dos alternativas reales están todavía completamente en el marco de la Promesa y del Advenimiento. ¿Fue o no fue el Mesías, o solamente el profeta que viene anunciar que el Reino de Dios está al alcance de los hombres? Es a la luz de esa alternativa que las ideas mesiánicas de los textos del Qumrán se convierten en paralelismos muy significativos. En el “Comentario de Habacuc “(Pesher, VII, i. f.), el Maestro de la Rectitud parece ser el fundador de la secta del Qumrán; pero, seguramente fue mucho más que un “Educador” pues era Aquel que había recibido “la autoridad para revelar la última fase del Fin, que no le fue dada al profeta Habacuc “. La publicación de ciertos fragmentos de la Cueva IV, puso claramente en evidencia que ese Maestro nombrado el “Intérprete de la Ley” en el Documento de Damasco (VI, 7; VII, 18), puede ser identificado con el Profeta que debía venir con los dos Mesías. Aun así, él permanece como una “figura mesiánica”.

De todas maneras el carácter mesiánico de la Comunidad del Qumrán es flagrante, ya que son ellos los que deben recibir a los dos Mesías y al Profeta mesiánico, y K. Stendhal8 concluye: “Así, puesto que encontramos que los dos Mesías están aun por venir, la secta del Qumrán debe ser catalogada como comunidad mesiánica en un sentido mucho más específico que el judaísmo en general puede también ser considerado mesiánico. La Comunidad es la manifestación del Nuevo-Contrato para la Edad por venir y los acontecimientos mesiánicos comienzan en una forma de anticipación: el Maestro de la Rectitud no existía aún pero debía volver a venir como un Mesías.

Aunque sabíamos ya, por las descripciones de Josefo y Filón, que los Esenios tenían doctrinas secretas, ni Ernesto Renan que se inclina por la idea de un cristianismo nacido del esenismo, ni Eduardo Schuré, que en Los Grandes Iniciados sostiene la tesis de que Jesús fue iniciado por los Esenios, podían tener

8 Krister Stendhal de la Universidad de Uppsala ( Suecia) ya era autor de un libro titulado “La Escuela de San Mateo” cuando vino como Profesor a la Universidad de Harvard en 1954.

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pruebas tangibles de sus conjeturas. Y eso es claro, por cuanto ignoraban en su época la existencia de estos textos reveladores encontrados hace solamente trece años. (Texto escrito en 1958)

Oscar Cullman9, en su libro sobre los pseudoclementinos (escritos judeocristianos cuyos elementos más viejos, como el “Kerygmata Petrou” preservan un material de la cristiandad judía primitiva) defiende la tesis de que existe en el eje del judaísmo una especie de gnosticismo judío que, juzgado exteriormente, debe ser considerado como la cuna del primer cristianismo. Por otra parte, la evolución que por lo general se supone, de un estrecho cristianismo judaico a un cristianismo helenístico universal, es un esquema artificial que no corresponde en nada a la realidad histórica. Las dos tendencias existían ya en la iglesia primitiva, y la historia del cristianismo primitivo no es otra cosa que la historia de la interrelación entre esas dos tendencias que se presentaron juntas desde los inicios en la Iglesia Palestina. Así, según Cullman, la cristiandad Palestina habría podido adoptar los elementos helenísticos que habían traspasado las fronteras nacionales del judaísmo. Eso se conocía ya desde mucho antes, pero ahora el descubrimiento de los nuevos textos nos da una confirmación clara y precisa. Cullman agradece sobre todo a M. Lidzbarki el haber publicado en 1920 sus trabajos sobre el redescubrimiento de los textos llamados Mandeos. Estos nos dan a conocer un movimiento bautista pre-cristiano salido de Palestina y Siria, que vino a influir a los discípulos de Juan así como a los discípulos de Jesús. Además, debía existir un lazo entre los primeros cristianos y la tardía literatura judía de Enoch.

Las críticas contra el Templo expresadas por Jesús en los Sinópticos y citadas aún con más fuerza por Juan, corresponden a la actitud de los Esenios contra el Templo judío, sobre todo en lo que concierne a los sacrificios. Filón, en “Quod omnis probus liber”, No. 75, escribe que los Esenios rechazaban los sacrificios de animales. Además, según un pasaje de los textos de Josefo (Autobiografía. 18, 1- 5), los Esenios enviaban dones al Templo, pero ellos mismos no participaban en las ceremonias. En fin, si los Esenios no fueron mencionados en el Nuevo Testamento, fue precisamente porque debido a sus estrechos contactos con los primeros cristianos y por ende con los discípulos de Jesús, no tenían que combatirlos como a los Fariseos o a los Saduceos que, por el contrario, son mencionados numerosas veces. Ahora bien, es posible concebir que el pensamiento Esenio, así como su práctica, hayan entrado al inicio de la cristiandad por intermedio de Juan Bautista, y sabemos ya por el Evangelio de Juan, que los primeros discípulos de Jesús fueron al principio

9 Oscar Cullmann, Profesor de la Universidad de Basilea (Suiza) y de la Facultad de Teología protestante en París. Es autor de varias obras como “Cristo y el Tiempo”, “Pedro”, etc.

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discípulos de Juan Bautista, pues el mismo Jesús se presenta ante todo como siendo un discípulo de ese bautizador Juan (Mateo, XI, 11, 13 y 14).

Constatar que ha existido un lazo entre los Esenios y los discípulos de Juan, es saber al mismo tiempo que existía un lazo entre los Esenios y los discípulos de Jesús. En el Evangelio de Lucas, leemos que Juan vivía en el desierto de Judea antes de comenzar a bautizar. Ahora bien, en ese desierto se encontraba justamente el lugar donde los Esenios tenían sus claustros y sus cuevas. Es pues imposible pensar que Juan haya podido vivir en esos parajes sin entrar en contacto con la Comunidad Esenia. Asimismo, aunque él no hubiera sido uno de sus miembros, debió por lo menos estar influido por ellos, inclusive si no hubiera sido sino para fundar un movimiento mesiánico independiente. Por otra parte, es preciso saber que Juan nació de una familia de sacerdotes, y cuando se sabe la importancia que tenía esa clase entre los Esenios y se considera sobre todo su sistema de vida, uno está en el derecho de preguntarse, después de todo, si Juan no habrá nacido simplemente en el seno del esenismo e inclusive si no habrá sido un hijo de miembros de la Comunidad.

R. Bultmann, en “Die Bedeutung der neuerschlossenen mandaischen und manichaischen Quellen fur das Verstandnis des Johannes - Evangeliums”, expone que en el mejor de los casos, es fácil explicar la influencia indirecta del esenismo en los inicios del cristianismo. Pero, cuando se plantea la existencia de contactos más directos entre los Esenios y los Cristianos, hay que dar énfasis a un punto que se torna importante para llegar a conclusiones: por un lado, en el cuarto Evangelio hay un interés particular en Juan Bautista y su secta y, por otro, existe un paralelismo entre las concepciones de ese Evangelio y aquellas de los Mandeos. De manera que el cuarto Evangelio es un lazo posible en la secuencia Qoumrân-Juan Bautista - primeros cristianos.

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Durante nuestro viaje a Siria y el Líbano estábamos muy ansiosos de encontrar huellas o vestigios del esenismo. En Damasco, más que la gran Mezquita, lo que atrajo nuestro interés fueron las cuevas donde los primeros cristianos se reunían alrededor de Pablo. F.A. Schilling, en su artículo “Why did Paul go to Damascus?” en la “Revista Teológica Anglicana” (1934), hace notar que los Esenios se habían instalado en Damasco y que el mismo Pablo, después de su conversión, había permanecido igualmente ahí. Uno se pregunta si Pablo no habrá sido también uno de los miembros de la célebre secta. Personalmente, pensamos que al principio tanto los discípulos de Jesús como los de Juan fueron todos más o menos Esenios y que creyendo en los principios universales de ese nuevo exoterismo del esenismo, no tuvieron ninguna objeción para predicar la nueva religión cristiana conservando al mismo tiempo su adhesión a la doctrina esotérica.

Para Cullmann, en su artículo “Los inicios de la Cristiandad”, parece poco probable que los Helenistas mencionados en el Libro de los Hechos, hayan constituido un puente entre los Esenios y los primeros Cristianos. Los Helenistas fueron resultado de la Diáspora y habrían pertenecido a la Iglesia Palestina original. Fueron ellos, según ese autor, los verdaderos fundadores de las misiones cristianas, incluso serían ellos los que comenzaron a predicar el Evangelio en Samaria. Igualmente, la Universalidad no fue introducida primeramente por Pablo, sino por los Helenistas, y todo esto mucho antes del Apóstol. En fin, los Helenistas, al igual que los Esenios, rechazaban el culto del Templo y fue por esa razón que fueron expulsados tempranamente de Jerusalén.

Según las Actas 61, los “Helenistas” eran considerados simplemente como judíos que hablaban griego, en tanto que los “Hebreos” eran judíos que hablaban arameo. No hay otros documentos que den pruebas sobre la significación exacta de esa palabra; sin embargo, la palabra griega hellenizein, de la cual se deriva “Helenistas”, no quiere decir “hablar griego” sino “vivir a la manera griega”. Además, tampoco está mencionado que hayan provenido de la Diáspora. Sea como sea, no se puede probar que el término “hebreo” se refiera al lenguaje hablado por la gente que se designa con esa palabra. La cuestión que se plantea todavía es, a saber, si los Helenistas no serían en realidad judíos, que por sus tendencias más o menos esotéricas de origen sincrético, diferían del judaísmo oficial.

Cullman, en “The Early Church” (1956), demuestra que el Evangelio de Juan estaba particularmente interesado en los Helenistas y su trabajo misional pionero en Samaria. De hecho, Juan emprende en su Evangelio la rehabilitación de los Helenistas, pues Jesús dice en él que no son los Apóstoles sino otros quienes comenzarán la misión en Samaria y que los Apóstoles solamente

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“entrarán en” el resultado de su trabajo (Juan IV, 38).10 Esto corresponde exactamente al relato de los Hechos, Cap. VIII, en el pasaje que cuenta cómo en Samaria la Misión fue inaugurada por los Helenistas y especialmente por Felipe que era uno de los SIETE. Estos jugaron probablemente entre los Helenistas el mismo papel que los DOCE en la otra parte de la Comunidad.

Se ha hecho notar que, entre la Literatura de los primeros cristianos, es justamente el Evangelio de Juan el que muestra una relación más estrecha con los textos del Qumrán. Es K.G. Kuhn quien llegó a esta conclusión inmediatamente después de los primeros descubrimientos cerca del Mar Muerto. (Die in Palestina gefundenen hebraischen Texte und das Neue Testament, 1950). En cuanto a H. Odeberg, en “The Fourth Gospel”, ya en 1929 había llegado a la conclusión de que existía una relación entre el Cuarto Evangelio y las escrituras judías esotéricas como, por ejemplo, las Odas de Salomón y los textos rabínicos de carácter místico. Entonces, primero, se puede concluir que hay una relación entre el Cuarto Evangelio y los Helenistas; y segundo, que hay una relación entre el Cuarto Evangelio y la secta del Qumrán.

Al terminar su artículo sobre la “Significación de los textos del Qumrán”, en el Diario de la Literatura Bíblica, 1955, O. Cullman considera que no es suficiente que la secta del Qumrán tenga un Maestro de la Rectitud y escribe sobre el Espíritu: el Maestro y el Espíritu no dominan todo el pensamiento y la vida de esa Comunidad, como Jesús (y el Espíritu que les es dado a quienes creen en Él) domina al Cristianismo. Ese impulso dinámico falta en la secta del Qumrán –dice Cullman- y es por ello que los Esenios han dejado de existir después de la guerra judía del año 70, mientras que a partir de entonces el cristianismo pudo sobrevivir a esa crisis y extenderse por el mundo. Pero, este autor no habla exactamente de una desaparición de la secta del Qumrán, sino más bien de su absorción por los gnósticos judeo- cristianos que fueron conocidos también como pseudoclementinos. Otros creen que los Esenios del Qumrán se convirtieron en los Ebionitas, pero es mucho más probable que la Comunidad se haya dispersado y que absorbida por los grupos judeocristianos del distrito Este del Jordán, haya degenerado poco a poco hasta formar una secta judía abierta a toda clase de influencias sincréticas.

Personalmente, hemos constatado a menudo la gran confusión que reina a propósito de los Esenios, considerados casi siempre como una simple y pequeña secta judía, cuando ésta no era en realidad sino lo que quedaba de esa famosa Comunidad que existía anteriormente como Orden Iniciática, aunque, por supuesto, su enseñanza esotérica ha podido perpetuarse en otros grupos. Conocemos ya ese problema por haberlo estudiado en nuestra serie de “Los

10 Juan IV, 38: “Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros han labrado y vosotros habéis entrado en sus labores”.

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Grandes Mensajes”, en particular en el Mensaje III, además de las menciones que hemos hecho ya en esta serie de “Propósitos”. Es, pues, evidente que se poseen pocas huellas históricas sobre el verdadero origen de los Esenios como vehículo de la Augusta Gran Fraternidad Universal; se encuentran algunas marcas de su Misión Esotérica, sobre todo como Preservadora de la Tradición (Orden Iniciática), pero eso no es suficiente para los doctos de la concepción oficial. Algunos han definido el esenismo como una fusión de budismo y mazdeismo, tomando como fundador al Venerable El Kesai, pero éste quizás no fue más que un jefe de la Comunidad en una cierta época. De todas maneras, ello significaría dar una formación demasiado tardía a los Esenios, que por su nombre siríaco eran entonces los Aschaim.

“Aschaí” significa “el que bautiza” y entre esos “bautizadores” viene inmediatamente al espíritu Juan-el-Bautista. Sin duda, ese asceta fue en esa época Maestro de una comunidad Esenia, aunque su género de vida parece indicar que él era ya independiente. Eso, al mismo título que más tarde Jesús, después de haber sido criado en un Santuario, se “innazarizó” para convertirse cual un “sannyassin” de la India, sin bienes y sin ligaduras ni siquiera con la Comunidad de sus hermanos. (Ver la Biblia, Números I, del 1 a 9 ; Jueces XIII, del 3 al 5 ; Amos II, vers. 11 y otras indicaciones para el nazareato). El “Nazarith” es un poco como el “Saddhú” en Oriente, el Santo Hombre que se emancipa de su clan. Los Esenios tenían así “misionados” que se desprendían de la Orden para ir a enseñar, profetizar, curar… Esa independencia no se encontraba en oposición a la Orden, sino que era simplemente un desatarse, un liberarse de las disciplinas, de las obligaciones y de las responsabilidades. “Innazarizarse” era, pues, alejarse de la comunidad de los nazarenos sin por ello renunciar a sus principios, sino al contrario, acercarse quizás mucho más a la meta real del Nazarith (de Nazar, dedicado a Dios) que consistía justamente en abandonarlo todo para acercarse mejor a Dios.

Es también en ese sentido que Juan Bautista se aislaba en el desierto con el fin de estar más cerca de la Naturaleza y, por eso mismo, más cerca de lo Divino. Se pretende que él se alimentaba del insecto langosta y miel de abejas; pero es preciso saber que la palabra langosta fue mal interpretada, ya que se trataba en realidad del árbol-langosta o algarroba, del árabe “Kharrúbah”, de la familia de las Leguminosae, muy conocida en la cuenca del Mediterráneo. Puesto que se trata de los granos de ese árbol, cabe preguntar por qué no se tradujo por “desgranó”, y esto por cuanto en un pasaje del hijo pródigo, relatado por San Lucas en su capítulo XV, vers. 16, se dice: “El hubiera querido saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie se las daba…”. Ciertamente, como Esenio, Juan Bautista se habría abstenido de comer carne animal, aunque en un interesante estudio: “Nytt ljus over Johannes doparens forkunnelse”, el sueco Bo Reicke discute igualmente ese aspecto argumentando

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que “…en la Biblia las langostas eran clasificadas entre los alimentos propios (o limpios)”. (Levítico, II, 21).”

San Juan Bautista ejercía su ministerio en la parte salvaje de Judea, cerca de las montañas desoladas de la rivera oeste del Mar Muerto. ¿Qué hacía él en ese lugar? La respuesta se encuentra por su propio testimonio en el Evangelio de Juan (I, 23): “Yo soy la vía de aquel que grita en el desierto”, “Aplanad el camino del Señor “. Sepamos, no obstante, que en ese territorio identificado como “el desierto” de Judea hay una serie de cuevas, y es de éstas que provienen justamente los famosos manuscritos del Mar Muerto, más conocidos como los rollos del Qumrán, por el nombre del precipicio que secciona transversalmente los acantilados. Aunque algunos vivían en tiendas y se desplazaban, era sobre todo en esas cuevas que vivían los Esenios, en pequeñas colectividades. En el lugar había también una edificación donde venían a estudiar, dar culto, meditar, bañarse, comer, etc… todo como sobre las bases de un Santuario establecido a la manera de los “Ashrams” de la India. De todo ello da cuenta el “Manual de Disciplina” traído a la luz por el descubrimiento de los famosos pergaminos: “Ellos se separarán de las aglomeraciones de los hombres perversos para ir a los sitios solitarios y preparar el camino del Señor, como está escrito: “En la soledad, preparad el camino del Señor. Nivelad en el Desierto una gran ruta para nuestro Dios”. Más adelante dice: “…el significado de eso es la necesidad de estudiar la Ley que Él ha enviado a través de Moisés, de acuerdo con lo que han revelado los profetas por el Espíritu Santo, pues así fue con todo lo que ha sido revelado a través de los tiempos .”(Serek-ha-yahad , VIII, 13 a 16).

M. Delcor, en “Diversas maneras de escribir el Tetragrama sagrado en los antiguos documentos hebraicos”, 1955, pág. 145 a 173, explica: “Para el escriba de esos documentos, ni siquiera la palabra “Señor” podía ser escrita como Yahweh, (a menudo corrompida hoy bajo el término “Jehová”) sino que debía serlo con cuatro puntos en lugar de las cuatro letras del Nombre Inefable... y en la línea superior del manuscrito existe una marca indirecta con la mención de sustituir por H U H A”. Personalmente, varias veces hemos llamado la atención sobre la dificultad de traducir las palabras de las lenguas-madre y hemos analizado además la manera de escribir el Nombre Divino.

En efecto, el Tetragrama Sagrado: Yod-Hé-Vaw-Hé, (vocablo que ha sido latinizando a menudo al escribirlo como “Ievé”), es evidentemente tan inexacto como “Yahweh”, y esto aún cuando esas cuatro letras hebraicas tengan una definición muy particular y un valor excepcional. Sabemos ya que el “Yod” puede ser indistintamente comprendido como “i”, “j” o “y”; y que el “Hé”, corresponde tanto a la letra “e” como a la “h”. En cuanto a ese “Vaw” hebreo, se substituye fácilmente por “o“, o bien por “v” o aún por “w”, aunque puede traducirse igualmente por “u”, dado que el Vaw, considerado como la letra

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plástica por excelencia, es el único asimilable a nuestras vocales, sobre todo si se toma en cuenta que las 22 letras que componen el alfabeto hebraico son todas consonantes. Por otra parte, también hemos estudiado el mecanismo que hace del “Yod”, décima letra del alfabeto hebraico, una sustitución esotérica de “Aleph”, la primera letra. Ahora bien, es la transformación del “Yod” en “Aleph” la que ha dado nacimiento al principio varonil (ADAN) y al principio femenino (EVA) Hé-Vaw-Hé. De manera que es solamente ahí, en la manifestación de esa primera cultura humana, que el Nombre Divino escrito de esa manera toma todo su valor, es decir I.E.V.E. (Yod-Hé-Vaw-Hé).

En cuanto a HUHA, o más bien AHUH en el sentido de la lectura en hebreo (Aleph-Hé-Vaw-Hé), consiste pues en otro fenómeno esotérico, dado por el mecanismo de substitución del Yod por “A” y del valor de Vaw por la letra “U”; mientras que el Hé permanece en su acepción ordinaria “H”, y esto por las razones ya explicadas en el Propósito Psicológico No II., problema que también hemos comentado con amplitud en el Propósito No XIV, en el cual dimos además algunas explicaciones sobre esa importante cuestión del desierto. Por su parte, C. H. Kraeling, en “John the Baptist” (1951), explica que efectivamente Juan Bautista creía que el camino debía ser preparado en el desierto y que el Mesías haría su aparición allí. De todas maneras, él se sorprende de cómo ha podido vivir sin recibir asistencia o sin alguien que velara por él... Como prominente escolástico americano, ve ese detalle como “intrínsecamente improbable” y prefiere suponer que más bien ese pasaje de las Escrituras (Lucas, I, 80) ha sido utilizado ampliamente para reemplazar un “blanco” en ese período de la vida de Juan Bautista.

Para nosotros, es más fácil aceptar que si no fue directamente un miembro activo, Juan debió recibir hospitalidad precisamente de los Esenios, tal como sucede con el período de la vida de Jesús que las Escrituras pasan en silencio. Y con referencia a esto último, nos inclinaríamos a pensar que desde la edad de 12 años, última época mencionada en la vida de Cristo-Niño, hasta la edad de 30 años, época en la cual se presentó en el Jordán, Jesús habría vivido en un Santuario Esenio y que partiendo de allí recorrió como Nazareno las diversas regiones donde se encontraban los Colegios Iniciáticos; incluso se han mencionado huellas de su paso por Asia Central.

El antiguo historiador judío Flavio Josefo, describe al grupo principal de los Esenios como “desdeñando el matrimonio aunque adoptando a los hijos de otros hombres, considerándolos como de su progenitura y modelándolos según sus propios principios”. Sabemos, por otra parte, que había Esenios que se casaban y H.L. Ginsberg cree que, solteros o no, los Esenios pertenecían a una misma sociedad. En todo caso, si Juan Bautista no fue directamente producto de un matrimonio Esenio, es probable que haya pertenecido a la Comunidad y que haya sido criado y educado en ella. También W.H.

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Brownlee11(1), junto con otros investigadores, se inclina por esa interpretación, como lo escribe sustancialmente en su obra “John the Baptist in the New Light Of Ancient Scrolls”: “No sabemos por qué sus padres se decidieron a enviarlo entre los Esenios. Es posible que ellos mismos, sin ser Esenios, fueran sin embargo simpatizantes; o también, que una vez muertos sus padres, el niño fuera adoptado por los Esenios, todo lo cual llenaría ese vacío hasta ahora inexplicable en la vida de Juan Bautista”. De todas maneras una existencia entre los Esenios se explicaría muy bien, en particular por la forma de enseñanza que adoptó a continuación.

Entre los textos del Qumrán, los manuscritos que se encontraron en la Cueva I presentan a los Esenios como acordando un amplio lugar a los Sacerdotes, y como todos los sacerdotes que oficiaban en Jerusalén eran Saduceos, es posible que Zacarías, el padre de Juan Bautista, pensara que podía haber un mejor porvenir para su hijo entre los Esenios, pues en un grupo en que se practicaba el celibato era más fácil que pudiera convertirse en sacerdote. Además, es posible que la piedad de los Esenios estuviera más inclinada hacia los Fariseos, pues a ese mismo grupo piadoso pertenecían Zacarías, Simón y todos los que se convirtieron más fácilmente a la fe cristiana.

Los Esenios creían en el arrepentimiento, pero también creían que, como Sociedad, debían estar completamente separados del resto y no aceptaban extranjeros en sus reuniones; por otro lado, una gran parte de su enseñanza quedaba en el secreto y se necesitaba un período preparatorio de dos años en el grupo, antes de poder ser aprobado para adherirse a la Comunidad. Eso deja suponer que se vieron obligados a adoptar el sistema de una misión exotérica y de una Orden esotérica. De hecho, ellos se preparaban mucho más para la llegada del Mesías que para una acción benéfica a favor de la nación. Recordemos que se acercaba una época llamada “negativa”, la Era Pisciana, (Edad de los Peces) y también que los Colegios Arios, es decir, los Templos Iniciáticos de la Edad del Cordero, cerraban poco a poco sus puertas. En cambio en el presente las Escuelas Acuarius aparecen un poco por todas partes, demostrando así la edad “positiva”, la Nueva Era Acuariana simbolizada en el Zodíaco por “El Aguador”, el signo del “Hijo del Hombre”.

Lo que atrajo la atención de Juan Bautista fue ente todo esa referencia a la “voz que grita en el desierto”, y fue para convertirse en “esa voz” que se fue de entre los Esenios”… por eso es que lejos de aislarse buscó una soledad relativa que le permitiera predicar a la gente. Sus centros de actividad fueron: Betania, 11 W.H. Brownlee es “Associate-Profesor” del Antiguo Testamento en la Duke University Divinity School. El estaba en la Escuela Americana de Investigaciones Orientales en Jerusalén, cuando los primeros pergaminos del Qumrán llegaron a la Escuela y a la Universidad Hebraica. Este autor ha publicado ya la primera traducción y continúa desde entonces sus búsquedas en los famosos manuscritos del Mar Muerto.

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más allá del Jordán (Juan I, 28)12 y Aenón, cerca de Salim, 45 km. al norte de Betania. Estos eran puestos de comercio con grandes e importantes líneas de comunicación en las orillas del Jordán, de manera que Juan podía encontrarse con las muchedumbres que iban a Jerusalén y fue así que muy pronto se hizo popular como el Profeta que anunciaba la llegada de la Edad mesiánica.

La cuestión del bautismo fue muy debatida por los escolásticos, pues se tendía a creer que Juan había tomado ese rito de algunos misteriosos cultos orientales. Sin embargo, hay que señalar que el bautismo prosélito practicado en la Sinagoga, fue un rito introducido para “lavar” la mancha que se creía adherida a todo aquel que no era Judío. La originalidad de Juan consistió en que aplicaba ese rito no solamente a los prosélitos sino también a los judíos de nacimiento, lo que implicaba que toda la nación era apóstata y pecadora. Además, la importancia del elemento líquido está mencionada muchas veces en el Antiguo Testamento (Levítico XIV,1-9; XIV, 46-53 y XV,1-22, Números XIX, 1-21, etc. ). Los Esenios, además de sus baños frecuentes, hacían uso abundante del agua para diversas purificaciones. El Agua sagrada preparada con cenizas era llamada “el agua de la impureza” (es un poco el agua empleada en Magia ceremonial) que es el “agua” que se menciona más de una vez en el Manual de Disciplina esenio recién hallado.

Josefo hace también la siguiente descripción: “Ellos envían al Templo lo que quieren ofrecer a Dios, pero ellos mismos no ofrecen sacrificios porque entre ellos tienen lustraciones más puras y es también por eso que se sustraen a los sacrificios en el patio común del Templo.” (Antigüedades Judías XVIII, 1-5.) La Ley especifica que no es propiamente hombre, en el sentido de “hombre puro”, sino aquel que es “ceremonialmente” puro como miembro de su Orden (Números XIX, 19). Esa purificación por el agua (el agua lustral diríamos en magia, con todo el valor que ello comporta) se encuentra ampliamente difundida, y como ya lo hemos dicho en nuestros escritos precedentes, esa práctica se encuentra en la India, particularmente con los “melas” a las orillas del Ganges y en otras reuniones santas junto a los ríos sagrados y también se encuentra en la Iglesia católica actual.

Entre los maravillosos descubrimientos que se hicieron en Khirbet Qumrán, hay unas hermosas cisternas muy bien construidas. Algunas están fuera del lugar sagrado, bajo la terraza, y otras se encuentran en el interior. Estaban alimentadas por un acueducto que conducía el agua de lluvia desde la montaña sobre la terraza, hasta las cisternas de la Santa Comunidad. Los reglamentos de la secta para las abluciones rituales, demuestran que la mayoría de esas cisternas eran utilizadas para los ritos del baño. Catorce

12 Juan I, 28: “Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando”.

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escaleras descienden hacia el estanque. Se notará inmediatamente que ese número es un múltiplo del número sagrado siete. Pero, como ya lo estudiamos en el Propósito No VII, también es el símbolo de los elementos en juego en el Emblema de la Rosa y la Cruz, es decir, los diez círculos que forman la roseta y los cuatro brazos de la cruz (ver su ilustración en nuestro Propósito Psicológico No XIX). Hay que notar también que en el Tarot egipcio el 14 es el Arcano de las Dos-Urnas…y esa doble ánfora haría comprender mejor la razón de un estanque para los baños externos y otro para la purificación interna. He ahí pues un símbolo esotérico muy poderoso.

En ciertos ritos orientales, el ceremonial del baño es reforzado por una práctica de “pranificación”. Al baño exterior del cuerpo sigue el lavado interior, aunque, tal como se concibe este último ejercicio, es mucho más que un simple lavado, ya que se trata sobre todo de una vitalización en el sentido de “purificación”. Es así que nos fue dado ver a los Saddhus bañarse en el agua sagrada del Ganges13 y practicar nosotros mismos ese rito en el “Khumba-Mela”, la Gran Reunión Sagrada del Acuario, en Harvward, al norte de la India. Se rocía la cabeza de agua con ayuda de la “lotha”, es decir un recipiente que, junto con la “guerrúa” (pieza de lienzo que sirve de vestido), constituye el único equipaje de los Sanyasines. Habiéndose “bautizado” así, con ayuda de las fórmulas consagradas, el Saddhu pasa enseguida al ejercicio de pranificación del agua, la cual prescribe formular ciertas plegarias sobre el agua contenida en la lotha; todo con el fin de purificarla enteramente, enjuagarse, gargarizarse y finalmente beberla, concentrándose siempre en el “prâna” que viene a vitalizar las partes internas del organismo al mismo tiempo que al Espíritu.

Para ver otro punto muy importante sobre Juan Bautista, que ha sido objeto de grandes controversias, tomaremos el texto de Brownlee en “The Scrolls and the New Testament”, (Ed. Harper, New York, 1957), páginas 50 y siguientes: “Que Juan haya dicho: “he aquí el cordero de Dios que quita los pecados del mundo” no es imposible, ya que el motivo del Servidor sufriente es una de las grandes aplicaciones entre los Contratantes del Qumrán. Se aplicaba a la comunidad considerada como un todo, a un grupo especial de doce hombres que vigilaban idealmente a la Sociedad, al Maestro de la Rectitud y probablemente también a los Mesías de Aarón y de Israel.

En la tercera columna de los Himnos, se presenta a la “encinta” sufriendo por los dolores de parto y dispuesta a dar nacimiento al “maravilloso

13 Hacemos notar que el agua del Ganges es sagrada por sí misma y, además, que los expertos que la han analizado no han podido hallar elementos tóxicos o microbianos. El misterio permanece por entero, al mismo título que el agua de Lourdes en Francia, en la cual, por cierto, se han lavado tantos enfermos contagiosos.

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Consolador”. Se trata probablemente del Mesías de David del capítulo IX, vers. 6 de Isaías.14 La “encinta”15 era ciertamente la comunidad comprendida como un todo, de la cual el mismo autor del Himno se identificaba como jefe, mientras que las penas del parto, que dan salida al magnífico nacimiento, son los sufrimientos de la secta perseguida. De ello resulta que el sendero hacia el adeptado mesiánico es una vía de sufrimiento. Por otra parte, en el “Documento de las Dos Columnas” o Serek ha-ehah (V, 24 en los textos del Qoumrân) subraya que: “Cuando alguien se convierte en el Mesías Real, parece ser que no existe lugar para el sufrimiento”; mientras que con relación a esa invocación bendita sobre el “Príncipe de la Congregación” que dice: “destruye la tierra con tu cetro y con el soplo de tus labios echa a los malvados”, podemos sacar directamente la conclusión de que fue en ese momento que tuvo lugar el juicio mesiánico.

Tanto Chamberlain en “Another Qoumrân Thanksgiving Psalm”, como Dupont Sommer en “La Madre del Mesías y la Madre del Áspid en un himno del Qoumrân”, y aun G. Vermes en “Algunas Tradiciones de la Comunidad del Qoumrân”, están de acuerdo sobre el título de “encinta” de la madre corporal, el cual proviene sin duda del Capítulo VII, vers. 14 de Isaías: “Es por ello que el mismo Señor os dará un signo. He aquí que la muchacha saldrá encinta, ella parirá un hijo a quien le dará el nombre de Emmanuel”.

Brownlee, en un artículo de enero de 1955 en el “United Presbyterian”, sugiere traducir “almah” por “parthenos” para indicar la idea de que la interpretación mesiánica simula en ese versículo una referencia a la virgen-muchacha de “Sion” (Lamentaciones II, 13) 16. Pero él piensa que habría que probar que el pasaje de Isaías VII, 1417, y el de Miqueas IV, 1018 fue interpretado mesiánicamente. Esa sugerencia nos trae a examinar el segundo

14 Isaías IX, 6: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte. Padre eterno, Príncipe de paz.” 15 En el sentido “generador de”, o aún “dispuesto a dar nacimiento”. En inglés se diría “pregnant one” sin definir si se trata de una mujer encinta o de un acontecimiento dispuesto a manifestarse. Es llevar en su seno tanto a una cosa como a alguien; puede tratarse, pues, tanto de un niño que va a nacer como de un proyecto que va a ser puesto en ejecución. 16 Lamentaciones II.13: ¿Qué testigo te traeré, o a quién te haré semejante, hija de Jerusalén? ¿A quién te compararé para consolarte, oh virgen hija de Sion? Porque grande como el mar es tu quebranto; ¿quién te sanará? 17 Isaías VII, 14: Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emmanuel”. 18 Miqueas IV, 10: “Duélete y gime, hija de Sion, como mujer que está de parto; porque ahora saldrás de la ciudad y morarás en el campo y llegarás hasta Babilonia; allí serás librada, allí te redimirá Jehová de la mano de tus enemigos”.

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versículo del capítulo XII del Apocalipsis 19(*) en relación con este pasaje de Isaías (VII, vers. 14) recién mencionado. En los dos textos, la imagen general es la misma: un “signo” que consiste en una mujer encinta que da nacimiento a un hijo… las diferencias quedan a cuenta de la influencia pictográfica del capítulo XXXVII versículo 9 del Génesis.20

Aparte de las semejanzas con el Himno mesiánico del Qumrán, la diferencia específica se reduce a un simple pero inquietante término en el versículo 5 del capítulo XII del Apocalipsis, donde se menciona: “Ella dio a luz a un hijo, “un varón”…. En la versión de King James y en las Revised Srtandard Version de la Biblia, se ha evitado la tautología omitiendo la palabra “hijo”; pero la versión Americana Standard lo ha dado correctamente: “un hijo, un niño-hombre”. No es pues imposible que en la realización de sus alusiones bíblicas, el autor del Apocalipsis haya querido dar controversia al pasaje de Isaías (VII, 14) combinando “da nacimiento a un hijo” con “da nacimiento a un varón”. Por otra parte, es solamente en el capítulo XX, vers. 15 de Jeremías 21 que se puede encontrar una analogía para “un hijo, un varón”, donde se enfatiza más el sexo. Sin duda es posible que esto haya servido como precedente con relación al Apocalipsis (XII, 5)22, aunque una alusión al nacimiento mencionado por Jeremías no podría colocarse ahí. Así, en el texto griego, tanto de Nestlé como de Westcott, no se encuentra la palabra “huion” sino solamente “azsen” impresa en gruesos caracteres para subrayar la citación.

Hagamos notar aún, que Juan de Patmos ha traducido con una gran fidelidad el texto original hebraico, ya que menciona a la madre como “mujer” más bien que como “virgen”. Partiendo de ese origen, Mateo, al aplicar la cita de Isaías VII, 14, ha hecho la transposición de la “nación virgen” a la “Virgen María”, interpretando el nacimiento como físico más bien que como la dotación de un hombre maduro para su misión mesiánica. En todo caso, aquí es preciso ver las penas y los dolores del parto de la madre corporal como la figura de Raquel llorando por su hijo. La Virgen María representa probablemente la verdadera Israel que da nacimiento física y espiritualmente al Cristo. De forma similar, María, que en el Cuarto Evangelio precipita la misión terrestre de Jesús, puede representar también la verdadera Israel cuyos sufrimientos dan nacimiento al Cristo resucitado. En ese caso Juan sería más legítimo que Mateo

19 Apocalipsis XII,2: “Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento.” 20 Génesis XXXVII, 9: Soñó aun otro sueño y lo contó a sus hermanos diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, el sol y la luna y once estrellas se inclinaban ante mí. 21 Jeremías XX, 15: “Maldito el hombre que dio nuevas a mi padre, diciendo: Hijo varón te ha nacido, haciéndole alegrarse así mucho”. 22 Apocalipsis XII, 5: “Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono”.

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en cuanto al origen judío en ese nacimiento de Cristo, cuya misión, a la vez terrestre y celeste, estaría mucho más en el plano espiritual que en el físico. Esto trae a Juan en estrecha armonía con el pasaje del Apocalipsis XII, vers. 5.

Karl Georg Kuhn 23(1), en su “Estudio sobre el Nuevo Testamento” se refiere a los dos Mesías, de Aarón y de Israel. Ahora bien, en la primera publicación de los manuscritos del Qumrán, encontramos que habla de los Mesías únicamente un pasaje: “Y ellos (los miembros de la Comunidad del Qumrán) comenzarán a ser disciplinados y regidos por la Ley (reglamentados en sentido jurídico) hasta la llegada del profeta y los Ungidos (meshihe) de Aarón y de Israel” (Manual de Disciplina IX, 19-21). Eso es tanto más notable, por cuanto al citar “los” Ungidos el texto emplea el plural de una manera que no admite equívocos. Ninguno de los diferentes esfuerzos de corrección que se han hecho para evitar ese plural, ha resultado convincente. Naturalmente, la opinión que tenía la secta del Qumrán sobre ese punto no puede ser reducida a la concepción habitual que nosotros tenemos del “mesías”.

Que esa interpretación sea correcta, no deja dudas actualmente gracias a un texto publicado recientemente con el título de “Documento de las dos columnas”. Originalmente, las “dos columnas” fueron consideradas como el comienzo del Manual que se había perdido, pero después se vio que se trataba más exactamente de un texto independiente llamado Serek ha-ehad u “Orden de la Congregación”. Esas dos columnas describen la congregación del pueblo de Israel y la manera en que era preciso constituirla y organizarla según la visión que tenían los Esenios de la Israel escatológica. Ahora bien, al final de la columna II, se describe la comida comunitaria de aquella Israel escatológica como siendo la contraparte exacta de la comida en común de los Esenios que se encuentra en el “Manual de Disciplina” (Serek ha-yahad, VI, 4). Ahí está escrito que “nadie está autorizado a tocar la primera parte antes que el sacerdote, ya que es él quien bendice la primera parte y toca el pan delante de ellos”. En el Antiguo testamento el término técnico del vocabulario de los sacrificios es “Reshit” que significa lo “mejor”, la “primera parte”, aquella que pertenece a los sacerdotes.

K.G. Kuhn hace notar que la retención de ese término (aún si ya no se refiere al hecho de los sacrificios) es en todo caso un signo de origen del sacerdocio entre los Esenios. En aquello que nos concierne, no hace falta sino recordar que esa raíz se encuentra en la primera palabra de la Biblia: Baereshit. Hemos repetido ya, muy a menudo, que la palabra “Baereshit” fue traducida

23 Kart Georg Kuhn, Profesor del Nuevo Testamento en la Universidad de Heidelberg. Ha sido reconocido como el más eminente de los escolásticos alemanes sobre la cuestión de los pergaminos. Sus primeras publicaciones tratan sobre todo de los orígenes judíos y rabínicos, y también del Nuevo Testamento.

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incorrectamente por “comienzo”, mientras que debe ser entendida como “Principio”. Evidentemente, “Shit” quiere decir seis, así como “sabbath” significa siete; pero, como el texto original del Génesis estaba escrito en hebreo rabínico, es decir sin puntuación ni separación entre las palabras, uno se pierde siempre en conjeturas para saber si se trata de “Baereshit” (”emana en seis…”) es decir, en las seis direcciones fenomenales que han sido simbolizadas también por el Sello de Salomón o Estrella de David, o de cualquier otra división de esa palabra que podía significar también “El creó seis días” o “En Principio…”, etc. Pero cómo la raíz “Ba” ofrece la idea de movimiento determinante, nosotros vemos en el término “reshit” (lo mejor) el complemento de ese concepto del Principio, que sería la fuerza en potencia de creación, es decir el Poder inherente a esa Idea Creadora. Tal como en las tres letras-madres: “Shin-Mem-Aleph” se forma la palabra “Schema” que, más que un proyecto es un bosquejo, en el sentido de la matriz que dará nacimiento a todo el alfabeto hebraico.

A continuación del pasaje que acabamos de citar, el cual menciona la comida en común, el texto continúa con la visión de la Israel escatológica y el banquete celeste refiriéndose ahora al Mesías: “Y solamente después que el Mesías de Israel haya tocado el pan, entonces, de inmediato, toda la congregación dirá la bendición, cada uno según su rango.” El “Mesías de Israel” está escrito aquí en singular de una manera imposible de equivocarse. Ahora bien, ese título no se encuentra en el Antiguo Testamento en el cual el Rey es siempre llamado “el Mesías de Yahweh”, y aunque en el Targum se lo encuentra tres veces, no tiene relación con “el sacerdote”. Así, Kuhn supone que hay buenas razones para creer que esto se refiere a uno de los dos Mesías que se encuentran mencionados en el “Manual de Disciplina” (Col. IX) como “Los Mesías de Aarón e Israel”. Esta referencia al “sacerdote” toma toda su significación en un contexto en que el Mesías de Israel se encuentra en segundo rango con respecto al sacerdote. Y esto, por cuanto no se trata de cualquier sacerdote, sino del Sacerdote que preside o el Alto-Sacerdote. Es en ese sentido que la Biblia menciona al “Sacrificador”, particularmente en los diversos pasajes del Levítico IV en que el texto original recurre, pues, al título completo de “Sacerdote-Ungido” (ha-Kohen ha mashiah). Así, se ha deducido que ese “sacerdote” de rango superior que el “Mesías de Israel”, es precisamente el “Mesías de Aarón” mencionado en esa fórmula de “los dos Mesías”.

En fin, actualmente se reconoce una posible identificación entre la secta del Qumrán y los Esenios descritos por Josefo y Filón. En todo caso, esa es una petición de principio de la mayoría de los investigadores, aun cuando todavía existen divergencias en las opiniones de los sabios en cuanto a saber si son realmente idénticas o si se trata solamente de una semejanza relativa. Por otro lado, unos consideran a la secta del Qumrán como un grupo especial de

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Esenios, tal como los presenta Josefo; y otros piensan que se trataría solamente de un grupo muy estrechamente ligado con ellos. De cualquier manera que sea, la descripción que hace de los Esenios el historiador judío, y especialmente sobre los grandes hechos que distinguen a esa Comunidad del resto del judaísmo, es plenamente concordante con la de los textos del Qumrán. Según el reputado traductor K.G. Kuhn, las dos fuentes describen una comunidad “monástica”, estrictamente organizada, en que la adhesión era de por vida y donde la propiedad era puesta enteramente en común. Se la encuentra floreciente sobre todo del 250 antes de nuestra Era hasta los años 66 o 70 d.C.

Como los escritos de Josefo, los textos recientemente descubiertos corroboran que la estructura particular de la Orden descansaba en dos aspectos: los baños por inmersión, que se repetían constantemente, y la comida cotidiana en común de la Comunidad. La admisión en la Orden estaba precedida por un Noviciado que consistía en dos pasantías: Una vez cumplida la primera, el Novicio podía tomar parte en los baños por inmersión, y solamente después de cumplida ésta, podía compartir la comida ritual; para ello se comprometía por un juramento iniciático a una obediencia incondicional a la Orden y a guardar el secreto de las enseñanzas (lecciones y escritos). Pero, por otra parte, hay que llamar la atención sobre el hecho de que las descripciones de Josefo corresponden al último período de existencia de esa Comunidad, es decir, hacia los años 50 y 70; mientras que los textos del Qumrán fueron compuestos 100, e incluso 150 años más temprano. Nótese también que el nombre de la Orden había cambiado, pues el nombre de “Esenios” que conocieron Josefo y Filón, no está mencionado en los textos del Qumrán y la Orden se autodenomina indistintamente como “La Congregación de Dios”, “El Pueblo de la Verdad”, “Los Hijos de la Luz”, etc… Es posible que solamente más tarde, hacia el primer siglo antes de nuestra Era, los que no pertenecían a la Orden hayan tomado la costumbre de llamarlos “esenios”. En fin, la palabra essenoi o essaioi es el equivalente griego del término arameo hasayya, que significa: “El Piadoso”.

Es notable que la liturgia católica esté basada en la Cena. Ahora bien, esa es exactamente la práctica ritual del culto entre los Esenios. Tanto Mateo (XXVI, 26-29) como Marcos (XIV, 22-25) y Lucas (XXII, 16-20), todos mencionan la institución de la Santa-Cena, y ésta constituye precisamente el ceremonial que se encontraba en uso entre los Esenios. Es el Alto-Sacerdote quien toca la comida en primer lugar y nadie tiene el derecho de hacerlo antes que él. De ahí que en Mateo XXVI, 23, Jesús lo mencione como recordando justamente ese “reshit” de la Comunidad Esenia, ya citado, como lo acabamos de ver, en el Manual de Disciplina (VI, 4, 6). En los mismos Evangelios se describe la comida en la cual Jesús da gracias (hace la oración en el sentido de bendición), toma un pan y lo rompe, después toma una copa y da de beber…

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Vemos, pues, que esa ceremonia estaba en uso mucho antes de los primeros cristianos, lo cual hace pensar incluso que Jesús había heredado ese ritual durante su estadía en la Orden. Además, es preciso reconocer que jamás se habló de vino; según lo relatan los Evangelios se trata sí de una copa, pero se ignora lo que contenía. De todos modos, a eso hay que sumar aquello de… ”a partir de ahora yo no beberé más el fruto de la viña”… lo cual no implica que se trate necesariamente de vino o de jugo fermentado. Es con respecto a eso que se hace la siguiente descripción de la comida comunitaria en los textos del Qumrán: “…Y cuando la mesa está preparada para comer y beber el tirosh, es el sacerdote quien primero levanta la mano para así bendecir el reshith…” (Manual de Disciplina, VI, 16). Incluso los textos originales describen siempre el “vino para el culto de la comida “con el término “tirosh” que significa “jugo de uva”, y es notable que nunca se haya empleado el término “yayin”, que entonces sí podría ser traducido por “vino” en el sentido ya conocido de jugo de fruta fermentada.

K. G. Kuhn insiste en el hecho de que esa comida en común de los Esenios, vista en paralelo con la Santa Cena, da una muy alta significación a nuestro conocimiento sobre el origen de la Eucaristía cristiana. De manera que para comparar el culto Esenio de la comida con las tradiciones eucarísticas, hay que hacer ante todo una clara distinción entre: a) la antigua forma de la santa cena en la Iglesia de Jerusalén y b) la forma y la estructura de la última cena de Jesús con sus discípulos descrita en el Nuevo Testamento. Kuhn hace notar que desde muy temprano había diferencias de interpretación en lo que concierne al modo en que se relacionaba la persona de Cristo con esa comida. La Iglesia Palestina original comprendía la comida como una continuación de “la comida de los miembros con su Maestro” cuando se encontraba todavía con ellos en la tierra antes de “subir al Cielo”, y como una espera de su segunda venida como Hijo del Hombre para juzgar al mundo y salvar a los elegidos. Así, esa comida del Señor es en consecuencia una alegría escatológica manifestada en esa plegaria muy expresiva: “maranatha”24 “Nuestro señor, Ven!”. Así, el autor concluye en que hay una gran diferencia entre el origen de la Eucaristía cristiana y el culto de la comida en el judaísmo sectario; diferencia que existe a pesar de todos los paralelos que puedan ser mencionados.

Ya en las primeras décadas de la Iglesia cristiana encontramos que la Santa Cena era comprendida más ampliamente como un medio para ser salvado por la muerte de Cristo, ya que es tomando parte en las comidas, que Jesús mismo 24 Ver la Epístola a los Corintios, XVI, 22, en relación con el vers. 20 del Cap. XXII del Apocalipsis. Corintios XVI, 22: “El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene.”); Apocalipsis XXII, 20: “El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven Señor Jesús.”

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había señalado como “el rescate para muchos”, que los creyentes adquieren la remisión de los pecados, motivo que estaba ya presente en las palabras de Jesús durante su última cena con sus discípulos. Ahora, queda por saber en qué sentido comprende la Iglesia esa comida, ya que es la persona del Jesús histórico y su papel de redención la que permanece como la significación primordial de la razón religiosa de la comida. Pero en los textos del Qumrán no se encuentran huellas de semejante ulterior significación de la redención de una persona histórica. Las hipótesis de Dupont Sommer recientemente replanteadas en una forma similar por Juan Allegro, ponen en evidencia que en los textos del Qumrán el Maestro de la Orden Esenia o “Maestro de la Rectitud”, después de haber muerto sobre la cruz, había resucitado y que su regreso era esperado…

Otro aspecto del problema, se resume en la cita del Cap. XIV, vers. 38 de San Marcos: “Velad y orad para que no caigáis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto pero la carne es débil”. Las palabras-llaves son: “tentación” (peirasmos) “espíritu” (pneuma), “carne” (sarx). K.G. Kuhn retiene sobre todo aquel término griego de “peirasmos” más bien que la palabra “tentación”, ya que en efecto hay un doble y triple sentido (tentación-prueba-abandono) que es imposible dar exactamente en nuestras lenguas corrientes. Se entiende que en esa línea de pensamiento la significación de ese concepto de “peirasmos” debe ser comprendida a partir del Nuevo Testamento, el cual, aun habiéndolo empleado en diferentes pasajes, no lo aplica al caso especial de la tentación de Jesús.

Aparentemente, el causante de ese “peirasmos” en el pasaje de Marcos (XIV, 38) no es Dios, puesto que es por la debilidad de la carne que el hombre sucumbe en el “peirasmos”. En efecto, Dios no tienta como lo hizo cuando puso a prueba la obediencia de Abraham al pedirle el sacrificio de Isaac (Génesis XXII, 1). En el texto original de la Epístola a los Hebreos XI, 17, se encuentra más bien el término “epeirasen”; de manera que en la visión general del Nuevo Testamento el que “tienta” no es Dios sino el Maligno, el espíritu del mal. Es así que Pablo, en su Primera Epístola a los Corintios (Cap. VII, 5), así como también en su Primera Epístola a los Tesalonicenses (III, 5), hace mención de ello desde el mismo punto de vista en que lo hace Lucas (VIII, 12 y13) cuando habla del “Tentador” o del “Diablo”, tal como además lo mencionará Juan en el Apocalipsis II,10.

Si bien el segundo versículo del Capítulo I de la Epístola a Santiago, exalta las pruebas como si Dios fuese el causante del “peirasmos”, un poco más lejos, en los versículos 13 y 14 del mismo capítulo, se define muy bien que “Dios no tienta a nadie, sino que cada uno es tentado cuando es atraído y cebado por su propia codicia; después (V.15) cuando la codicia ha concebido da a luz al pecado; y el pecado una vez consumado, engendra la muerte”. Naturalmente,

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en ese contexto se concibe que sea posible alegrarse de estar expuestos a los diferentes “peirasmos”; es un poco la idea del sistema del Karma-Yoga por el cual el Adepto busca las posibilidades de agotar sus pruebas (o “karma”). Es la Vía de la reintegración por medio de la acción o por la práctica de las obras; es el espíritu que no puede satisfacerse más que por el trabajo.

Hoy día, gracias al descubrimiento de los textos del Qumrán, es posible dar una respuesta clara a ese problema. Con esos manuscritos se tienen delante los escritos de una secta palestino-judía de los inicios del primer siglo antes de nuestra Era. Por otra parte, en cuanto a sus orígenes, esa secta debe remontarse hacia una época anterior al segundo siglo antes de Cristo. La Comunidad tenía su centro en Khibert Qumrán en el año 130 antes de nuestra Era y seguramente permaneció allí hasta los alrededores del año 68 d. C., cuando Qumrán fue tomado y ocupado por los romanos. Ahora bien, TODOS los textos del Qumrán fueron escritos ANTES de ese período, ya que la fecha original, especialmente del Manual de Disciplina (Serek ha-yahad) y del “Comentario de Habacuc” (Pesher), corresponden al segundo siglo antes de nuestra Era.

Aquí, las ideas religiosas y las maneras de pensar muestran una forma de judaísmo de características bastante diferentes a la que hasta ahora se consideraba que era la única forma del Judaísmo Palestino en los tiempos del Cristo. Según K.G. Kuhn, quien desde el inicio de los descubrimientos había expresado la opinión de que se trataba de escritos Esenios, eso ya no se puede poner en duda, como lo confirman las pruebas referidas por R. de Vaux basadas en el contenido de las excavaciones del Qoumrán y que fueron conducidas por él desde 1951. (“Hallazgos en el Khirbet Qumrán”, Rev. Bibl. 60 (1953), Págs. 83 a 106). Con esos escritos nos hayamos en presencia de un cuadro completo de los conceptos expuestos más arriba, es decir, aquel de los dos poderes y el “peirasmos” del creyente.

La situación del hombre en el mundo está determinada por adhesión, o bien a los “Hijos de la Luz”, “Hijos de la Rectitud”, “Pueblo de la Verdad”, o bien, a los “Hijos de las Tinieblas”, “Pueblo de la Perversión”, etc. Para numerosos investigadores esa situación se debería a una primera predestinación divina. “Del Dios del Conocimiento vienen todas las cosas que son y que serán, porque ANTES de la existencia humana ha determinado ya todas sus reflexiones y pensamientos y DURANTE su existencia…todos sus actos son irrevocablemente cumplidos…Dios se ha asignado a los Espíritus a través de los cuales (y en los cuales) Él va a errar hasta el tiempo de Su visita; estos son los Espíritus de Verdad y de Perversión. De la fuente de Luz emanan las generaciones de la Verdad y de la fuente de las Tinieblas, las generaciones de la Perversión”. (“Manual de Disciplina” III, 15-16, 18-19).

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El origen de esa idea de predestinación debe ser estudiado y comprendido en una perspectiva de religiones comparadas, ya que esa idea, tal como está expuesta aquí, es un pensamiento extraño a los judíos, como podemos constatarlo por el Antiguo Testamento. Por otra parte, aquí es muy clara una influencia de las concepciones del viejo Parsismo. En efecto, K.G. Kuhn, en su ensayo (“Zeitschr. F. Theol. U. Kirche” 47, 1950), ha hecho notar que los textos de la secta indicaban claramente cómo la enseñanza de Zaratustra había influido en el Judaísmo, y revisa el problema en su artículo sobre “El Manual de Disciplina y la Religión Irania”.

Según Kuhn, tal dualismo permanece como una “elección” primordial, por cuanto la determinación de esos dos Espíritus originales como bueno y malo, proviene de la elección que ellos mismos hacen al origen y de acuerdo con la cual cada uno debe obrar en consecuencia, ya que el punto final será siempre: o un estado de gloria o un estado de condenación y aniquilación. Sin embargo, los textos del Qumrán ofrecen un concepto en cierta forma diferente, porque se dice que es Dios quien ha hecho la elección; es Él quien decide la parte de cada hombre y quien establece irrevocablemente sus actos y el resultado final. ¿Qué pensar entonces de esas teorías?, ¿cómo interviene aquí el gran problema del Libre-Arbitrio y del Determinismo? No vamos a extendernos aquí sobre esa cuestión y no hacemos más que remitir a las obras y a los autores citados en el curso de estas líneas. Sin embargo, podríamos examinar aún un pasaje de los escritos que podrían dar una luz sobre esa teoría que suscita tantas ambigüedades.

Encontramos en primer lugar la citación en el capítulo II de San Lucas, versículo 14: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad a los hombres en quienes él se complace”). En la edición francesa de Louis Segond está traducido: “Paz sobre la tierra entre los hombres que Él ha aceptado”; mientras que en la edición inglesa, King James Versión, se traduce: “Glory to God in the highest, and on Herat peace, good Hill toward men”, lo que se interpreta a menudo como: “Paz sobre la tierra entre los hombres que Dios ha escogido por su buen placer”. En inglés frecuentemente se encuentra también la citación “Peace among Men of God’s good pleasure”, es decir, aquellos del buen placer de Dios, aquellos que Él acepta, aquellos que Él ha elegido.

Krister Stendahl, en “The Scroll and the New Testament “, hace notar que las diferentes formas en que se ha escrito el Canto de los Ángeles en Belén, no es solamente una cuestión de traducción o de interpretación, sino producto de un criticismo textual. La versión de King James, tanto como todas las antiguas traducciones protestantes, se ciñe más que todo a los escritos griegos, por consiguiente en anthropois eudokia (nominativo) se ha traducido: “buena voluntad a los hombres” (good hill toward men). Sin embargo, ahora son los

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manuscritos griegos los que ofrecen mejores bases, pues presentan muy claramente eirene en anthropois eudokias (genitivo), como lo ha demostrado el Dr. Vogt al leerlo más correctamente.

En la Vulgata fue preservado como pax ominibus bonae voluntatis y esa es la modalidad que ha seguido la Revised Standard Version. No obstante, su traducción…”paz entre los hombres con quien Él está satisfecho” (peace among men with whom he is pleased), y que así toma el término griego eudokia para referirse a los hombres que Dios ha aceptado (o escogido?), es actualmente desafiada por los textos del Qumrán.

El Dr. Vogt 25 sugiere la siguiente retraducción hebraica: “Kabod bammeromim elohim ubaares shalom leanshe rason”. El término hebreo rason está aceptado casi unánimemente como traducción de la palabra griega eudokias, la cual no se refiere a la buena voluntad de los hombres, sino mucho más a la voluntad de Dios que confiere la Gracia a quienes Él ha escogido, o incluso, al placer de Dios aprobando la bondad de las vidas humanas. Por esa razón debe ser implicado el pronombre griego autou, es decir “Su”: eudokias autou. Incluso es posible que se haya puesto anthropois eudokias por la forma sufija leanshe resono (como está en la traducción del Nuevo Testamento en hebreo por F. Delizch, ya que en Sirac (XV, 15 y XXXIX, 18) resono es traducido por eudokia solamente. Pero, aún en el hebreo él pudo haberlo omitido, como en el Manual de Disciplina VIII, 6, behire rason, “el elegido de (su) buen placer”. Hasta el presente no se conocían textos en los que ese término hebraico, traducido por “buen placer de Dios” fuera usado para referirse al hombre, como lo hace San Lucas. De todas maneras C.H. Hunzinger lo hace notar por la frase “hijo de su buen placer” que se encuentra en los Himnos del Qoumrân (Hodayoth, IV, 32 f.) y que fue hallado también hace poco en el “Himno de Agradecimiento”, XI, 9.

Los Himnos y el Manual de Disciplina encontrados en el área del Qumrán, demuestran todos el profundo sentimiento religioso de la Comunidad que poseía esos libros y que vivía en el desierto de Judea en los tiempos de Jesucristo. Es muy probable que su enseñanza y su modo de vivir hayan ejercido una influencia en el exterior de la Comunidad, preparando así el mensaje del Evangelio. Por otra parte, según la opinión casi unánime de los especialistas en la cuestión, es probable que los israelitas sinceros, como los pastores de Belén, Simeón, Zacarías, Juan Bautista y sus discípulos, así como los futuros apóstoles de Jesús, mantuvieran todos relaciones con los Esenios y que aprendieran de ellos, ya que los tenían en muy alta estima.

25 Ernest Vogt, S.J., cuyo campo de estudios es sobre todo el Antiguo Testamento, es el rector del Instituto Bíblico Pontificio de Roma y editor del periódico “Biblica” de ese Instituto.

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En el Hadayoth (Himnos, IV, 30-38) está escrito “Es al Más Alto Dios que pertenecen los trabajos de rectitud, y el camino del hombre es firme (fuerte) solamente por el espíritu y el impulso divino (beruah yeser el)”. Más adelante (XI, 7-10) está escrito aún: “En vuestra cólera están todos los juicios de aflicción y en vuestra bondad está la abundancia de vuestros perdones. Y vuestra abundancia es para todos los hijos de vuestro buen placer (bene resoneka), ya que vos les habéis enseñado el secreto de vuestra verdad y les habéis dado el conocimiento profundo de vuestros magníficos misterios”. Ahora bien, esas palabras encuentran un soporte en la enmienda del Salmo XXX, 6: “La aflicción está en su cólera, la vida en su buen placer.”

Con todo, ese pasaje de la Biblia ha sido traducido de diversas maneras según las versiones. E. Vogt, menciona que en el texto original se debe leer: “naega” (aflicción) en lugar de “raega” (momento). Y en efecto, recordemos que en hebreo la letra “n” (nun) se parece mucho a la letra “r” (resh) lo cual da lugar a interpretaciones erróneas como, por ejemplo: “Ya que su cólera dura un instante, pero su gracia toda la vida” (versión Louis Sagond), o “For his anger endureth but a moment in his favor is life” (versión de King James). Se puede ver cómo, según las concepciones, puede bastar la deformación de una sola letra de los textos originales para modificar el sentido de las Escrituras.

Ernest Vogt, S.J., hace notar aún que en los textos del Qoumrân aparece unas cuarenta veces la palabra “misterio” (raza). “Los Misterios de Dios son Sus decretos secretos sobre la destrucción amenazadora de todas las maldades y la eterna glorificación de los hombres de su buen placer que entran y perseveran en el Contrato.”

El autor precitado ha catalogado todos los textos que mencionan “los misterios” (“Mysteria in textibus Qumrán” Biblica 37 (1956), pp, 247-257). Ahora bien, como las palabras “in excelsis” (“en lo más alto”= bammeromim) aparecen en el segundo capítulo (vers.14) de San Lucas, hay que mencionar en relación con éstas, dos de los textos del Qumrán en los cuales están igualmente estipuladas: “Vuestros magníficos misterios son bammeromim” (Milhama –La guerra entre los Hijos de la Luz y los Hijos de las Tinieblas, XIV, 14); y “la rectitud os regocijará bammeromim” (XVII, 8).

La palabra “rason” en el “Himno del Agradecimiento” (IV, 88 y XI, 9), se refiere a la voluntad de Dios en tanto que escoge y predestina, pero no al Placer Divino como tal (el buen placer del sentido habitual), pues el pasaje entero acentúa el poder activo de Dios y la insuficiencia (o deficiencia) del hombre. La misma significación queda clara en la modificación “los elegidos de su buen placer”. Un pasaje de los Himnos (X, 57) resalta una idea idéntica: “Yo que soy, de todas maneras, polvo y cenizas ¿qué puedo proponer para mi mismo si vos no sois condescendiente, y qué puedo pensar o elaborar sin vuestro buen

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placer (been resoneka)? ¿Cómo podría yo fortificarme si vos no me hacéis recto y cómo podría yo convertirme en sabio si vos no me habéis predestinado para ello?”.

En el Manual, a veces “el buen placer de Dios” significa también la voluntad de Dios que debe ser hecha (V, I, 10; IX, 13) y amada (IX, 24), e incluso buscada (V, 9). Una buena acción es como un sacrificio que gusta a Dios (kenidbatminhat rason) (IX, 5; IX, 24); “el hombre bueno toma todo como una tierna expiación delante de Dios”. (III, 2).

Es cierto que los recientes descubrimientos de los manuscritos cerca del Mar Muerto vienen a dar una nueva luz sobre esas apasionantes cuestiones, pero no es menos cierto que sería necesario continuar seriamente un estudio de profundización, también por la importancia de confrontar esos textos con los Evangelios y otras Escrituras. Personalmente, hemos profesado siempre que Jesús habría sido un miembro e incluso un Dignatario de la Orden de los Esenios; pero aunque de todas maneras son numerosos los investigadores que coinciden con nuestra causa, tenemos que decir que esa hipótesis no es compartida por todo el mundo.

No obstante, debemos apresurarnos a agregar que una vez fuera de esa Comunidad, el Maestro Nazareno habría de enseñar sobre todo en calidad de Gran Instructor que preparaba una nueva Era, la Edad de Piscis que entonces comenzaba. Por otra parte, el grupo Esenio que constituía el vehículo del Movimiento Tradicional Iniciático, iba a desintegrarse poco a poco para ceder su lugar a una organización más exotérica como consecuencia del ciclo de la Era de “Piscis” (época negativa).

Karl Schubert 26(1) por ejemplo, escribe en “Teologische Quartalschrift” 135 (1955), pag. 320-337: “La diseminación de los Esenios en los tiempos de Jesús, parece haber sido mucho más vasta de lo que comúnmente se suponía antes de la publicación de los textos del Qumrán. Es posible que los Esenios o Conventos “esenizados” se extendieran sobre toda Palestina. Si se considera el hecho de que solamente el cementerio de Khirbet Qumrán contenía más de un millar de tumbas y que había un gran portal esenio en Jerusalén, es fácil visualizar la amplia difusión de los Esenios en los tiempos de Jesús.

Casi todos los sabios aceptan la opinión de que únicamente el establecimiento de Khibert Qumrán debe ser identificado con los Esenios descritos por Plinio (en su Hist. Nat. 5, 17). Debía tratarse ciertamente de una de las colinas “sobre la cual estaba situada la ciudad de Engadi”. Plinio cita también Masada como una localidad Esenia situada en “una fortaleza sobre

26 Kart Scubert, Profesor de los estudios Judaicos en la Universidad de Viena. Laico romano católico que ha escrito una serie de artículos sobre los manuscritos del mar Muerto.

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una roca no lejos del Mar Muerto “. En consecuencia debió haber aún mucho más establecimientos Esenios al sur de Engadi. El autor B. Maisler (en Bull. Of Jewish Palest. Expli. Soc. (1949, pp. 25-28) relata que lo encontrado en las excavaciones experimentales en Engadi generalmente coincide con los hallazgos arqueológicos de Khirbet Qumrán, como por ejemplo el hecho de que en ambos lugares hay una edificación central. En cuanto a los 4.000 Esenios citados por Josefo (Antigüedades Judías, 18, I, 5) son, según la letra del texto, únicamente los Esenios monásticos.

Antes de terminar, analicemos un término que se ha prestado para muchas controversias. Se trata de la palabra “pobre” (ptochoi) que uno encuentra en Mateo, V, 3, y Lucas VI, 20. Notemos que el texto de Mateo dice: “Los pobres de espíritu” pero que el texto escrito en hebreo menciona “ruah”, término que equivale no solamente a “espíritu” sino también a “voluntad”, “aceptación”. Así pues, de lejos se ve que “pobre en espíritu” no es necesariamente una traducción correcta.

K. Schubert concluye que se debe ver en aquellas palabras de Jesús (“Bienaventurados vosotros los pobres, ya que de vosotros es el reino de Dios”), una relación con uno de los principios fundamentales de los Esenios de quienes da testimonio el historiador Josefo, tal como se puede leer en el “Manual de Disciplina” (I, II y VI, 19) así como en el “Cometario de HABACUC” (VIII, 10-12; IX,5) y en el “Documento de Damasco” (817, 921, 23, 13-5, 25), donde el término “pobre en espíritu” significa “pobre en voluntad interior” tal como se encuentra también en el Milhama (XIV,7).

En numerosos textos del Qumrán, se verá que los miembros de la Comunidad se nombran a sí mismos “ebionim”, los “pobres”. En los Himnos apócrifos, un miembro de la secta se describe como “vellón” o “un pobre”. Ese nombre parece entonces haber sido una de las numerosas expresiones usadas por los miembros de la Comunidad esenia para nombrarse a sí mismos. Sin duda, eso proviene de la práctica en sus establecimientos de la puesta en común de todos los bienes; por otra parte, uno de sus primeros principios era el desprecio al dinero.

Así, sobre la base de estas palabras de introducción y tomando únicamente el Sermón de la Montaña, parece muy plausible que Jesús se dirigiera a una audiencia muy familiarizada con las enseñanzas de los Esenios. Ese pasaje puede significar que a partir de entonces los seguidores de Jesús, como profetas del Reino de Dios, debían contar, una vez más, con severas persecuciones. Tal es el caso similar de ciertos “profetas” en la Comunidad de los Esenios. (El término “profeta” se comprende aquí en la forma en que está citado en Mateo XXIII, 34).

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Será efectivamente así, ya que si la Comunidad de los Esenios parece poco a poco desaparecer, una “nueva religión” se ve nacer. En la iglesia de Jerusalén se verá aparecer a Pedro y después a Santiago, el hermano de Jesús, como los Líderes de la Congregación. El verdadero orador para la Congregación en Jerusalén es en primer lugar Pedro; pero, en el Concilio Apostólico del año 49, es Santiago quien gana una mayor autoridad, su posición se fortifica y se convierte pues en el líder de la Iglesia de Jerusalén. El permanecerá hasta su muerte en el año 64, como el “Alto Sacerdote” (Califa) de los Cristianos judíos. Los once apóstoles, y más tarde doce por una elección especial, formaban un “Colegio” que tenía la responsabilidad sobre todos los asuntos de la Congregación. Gradualmente los siete “Helenistas” (Capítulo VI de los Hechos), que formaban probablemente otro Colegio, a la manera del septemvirato de la Sinagoga judía, eran en suma una clase especial de “ancianos” que tomaba parte en la administración (Hechos XI, 30; XV, 2, 22). En el primero de esos dos pasajes, los Ancianos aparecían como los únicos representantes de la Congregación, mientras que los Apóstoles ni siquiera son mencionados.

Los que proponían en las elecciones eran los Apóstoles y se ha hecho notar que un número considerable de cristianos estaban presentes en Jerusalén: se ha citado 120 personas. Ese número no está sin significación en la ley constitucional, ya que según la concepción judía en una ciudad una congregación debe contar con 120 personas para elegir a los miembros del Sanedrín. Si Lucas menciona especialmente el número de personas presentes en la elección, es porque quiere demostrar que la elección del nuevo Apóstol fue legalmente correcta.

Según Reicke27 la Iglesia de Jersusalén tenía una constitución mixta o “compleja” en que todas las tendencias juntas: la monarquía, la oligarquía y la democracia, se encontraban presentes, sin que por ello fueran mutuamente excluyentes o estuvieran en conflicto.

Aristóteles había sido citado ya (Política, 3,5, ib. (1279 a.): “Solamente uno debe reinar, no algunos ni muchos.” En efecto Aristóteles trata aquí de “oligarquía” y “democracia” como de formas degeneradas de “aristocracia” y “política”. Desde entonces los primeros han sido aceptados como términos 27 Bo Riecke, recibió su doctorado en Telología en la Universidad de Uppsala donde era asistente-profesor antes de convertirse en Profesor del Nuevo Testamento en la Universidad de Basilea. Él, que había estudiado los Documentos de Damasco, estaba muy bien preparado para estudiar los pergaminos del Mar Muerto y presenta la constitución de la Iglesia primitiva por un triple modelo de base: monarquía (característica de la organización episcopal), oligarquía (de la organización presbiteriana) y democracia (de la organización congregacional) siguiendo en esto el sentido con que Aristóteles catalogaba esas formas en su obra “Política”).

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descriptivos sin ningún matiz peyorativo, mientras que los últimos ya no están en uso para definir sistemas gubernamentales; aquí se puede, pues, hablar de “oligarquía” y de “democracia” en un sentido enteramente neutro.

Reicke se une, pues, al punto de vista del exegeta sueco O. Linton en su disertación muy conocida sobre “El problema de la Iglesia Primitiva” (Das problem der Urkirsche in der neueren Forschung”, 1932, pp. 189-194). Linton hace ver que, según los griegos y las concepciones modernas, una organización sólo es competente para tomar resoluciones cuando sus individualidades se tratan como iguales. Si, en suma, hubiera un círculo o Consejo con mayor autoridad que aquella de la asamblea en pleno, este también debe ser concebido como una asamblea de individuos iguales. Por otra parte, la alta autoridad del cuerpo consejero o Colegio, solamente se concibe con el derecho a hacer recomendaciones que muy bien pueden ser rechazadas o aceptadas por el conjunto de la Congregación. Sin embargo, según Linton, es imposible pensar que la organización de los primeros Cristianos cumpliera con esas reglas. Para demostrar la inexistencia de un arreglo semejante, Linton cita en primer lugar el pasaje del capítulo XV de los Hechos (vers. 22) donde efectivamente se deduce que no estaba constituida con la legalidad de una Asamblea con tal poder legislativo.

Otro problema que fue a menudo debatido, consiste en saber qué ha ocurrido con los Esenios. Recientemente, Oscar Cullman, en su artículo: “Die neutdecklten Qumrantexte und das Judenchristentum der Pseudokle-mentinen”, ha publicado su opinión, según la cual, el resto de los elementos Esenios habría pasado al grupo Ebionita después de la destrucción de Jerusalén en el año 70.

Pero un artículo reciente, esta vez de H.J. Schoeps, pone en evidencia una teoría según la cual la secta del Qumrán, los Esenios de los que hablaron Filón y Josefo, los discípulos de Juan Bautista y los Ebionitas, todos se habrían convertido en representantes de un Judaísmo Gnóstico apocalíptico. En cuanto a la palabra Ebionita, ésta aparece por primera vez como nombre de una secta en 175, en los escritos de Ireneo. Sería al parecer la transliteración de “ebyonim”, término arameo-hebraico que significa “pobre”. Sin embargo, se ha pretendido que el nombre de esa secta no provenía sino del nombre de su fundador que se llamaba Ebion. Aún así, éste se debería ver más bien como el nombre de un héroe, un epónimo, o como una personificación de la misma secta.

Los sabios han hecho sobre este punto aclaraciones diferentes: mientras que unos buscan demostrar que los Ebionitas eran Gnósticos y otros que la secta del Qumrán era Ebionita, otros pretenden incluso que la secta era gnóstico- judaica, etc. Digamos simplemente que los elementos de un grupo podían pasar a otro, ya que precisamente desde su diseminación se ha podido encontrar en lo sucesivo a los Esenios un poco en todas las diversas

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organizaciones que tomaban forma en esa época. Lo que a nosotros nos interesa no es tanto el nombre, sino que sea preservada la enseñanza, es decir, que ese Saber pase de una agrupación a otra y así sea perpetuada la gran Tradición Iniciática.

Abril de 1958