posmarxismo

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se trata de la descripción de un curso sobre posmarxismo

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Pierre Bourdieu La Nobleza de Estado. Grandes escuelas y espritu de cuerpo. Cuarta Parte: El camp o del poder y sus transformaciones. 1 LA NOBLEZA DE ESTADO Pierre Bourdieu Traduccin: Cristina Chavez Morales CUARTA PARTE el campo del poder y sus transformaciones A los burgueses Ustedes son la mayora nmero e inteligencia; -luego ustedes son la fuerza, -que es l a justicia. Unos sabios, otros propietarios; -un da radiante vendr en que los sabios sern propi etarios, y los propietarios sabios. Entonces su poder ser completo, y nada protestar contra ste. Charles Baudelaire, Salon de 1846. captulo 1 los poderes y su reproduccin Cmo ignorar la desmesura del proyecto de confrontar la estructura del campo de las escuelas del poder a la estructura del campo del poder mismo, y tratar de demostrar que l a primera est unida a la segunda por una relacin de homologa estructural y, a travs de ella, por una relacin de interdependencia causal de una forma muy particular? El abismo no es jams tan grande entre los datos empricos de los cuales habra que disponer para fundar completamente la t eora del campo del poder que se ha esbozado poco a poco a lo largo de las investigaciones anteriores, tanto histricas (particularmente sobre las relaciones entre el campo intelectual y el campo del poder en el siglo XIX) como sociolgicas (particularmente sobre los consumos artsti cos), y aquellos que han podido ser reunidos, por una serie de investigaciones empricas c onducidas a propsito slo del caso de Francia (pero, an ah, cmo escapar a los lmites de un lugar cu ndo no se pretende contentarse con la universalidad vaca del discurso llamado terico?). Ars longa, vita brevis: hay que resignarse a presentar sin ms espera una descripc in provisional y aproximada de este universo complejo de relaciones objetivas de interdependencia (en y por la dominacin cruzada) entre subcampos a la vez autnomos y unidos por la solidaridad o rgnica de una verdadera divisin del trabajo de dominacin. Ello a costa de una ruptura con el modo de pensamiento sustancialista que sostiene tanto las disertaciones tericas de la tra dicin marxista sobre la clase dominante como encuestas sobre las elites enfocadas a dar una respues ta emprica a la cuestin de saber quien gobierna1: en los dos casos, en efecto, como en la tradicin, amada por los historiadores, de la prosopografa, se privilegia a una pob lacin, es decir conjuntos de agentes susceptibles de ser sometidos a divisiones reales (con el c orte en fracciones de la clase dominante o en sectores de las elites) y unidos por interacciones o vnculo s reales (las relaciones, por ejemplo) y directamente observables.

Esta ruptura es tanto ms difcil cuanto que, a menos que se contente con programas t ericos, no se pueden construir cientficamente los campos sino apoyndose en datos que, estando aunados a poblaciones (los patrones, los profesores de enseanza superior, los obispos, los artistas) requieren un tratamie nto estadstico ordinario. La mayor virtud del anlisis de correspondencias, cuando se sabe construir los hechos trata dos y leer los resultados obtenidos segn la lgica del modo de pensamiento relacional que le es inmanente, es permitir llevar al da los sistemas de relaciones (entre posiciones, entre tomas de posicin y entre los dos espacios as d efinidos): aunque sea inaccesible a 1 Segn el ttulo de un libro famoso: R. A. Dahl, Who Governs? Democracy and Power i n an American City, New Haven, Londres, Yale University Press, 1965. Pierre Bourdieu La Nobleza de Estado. Grandes escuelas y espritu de cuerpo. Cuarta Parte: El camp o del poder y sus transformaciones. 2 la intuicin desarmada de la experiencia ordinaria, este espacio de relaciones inv isibles tiene ms realidad que los datos inmediatos ms visibles del conocimiento de sentido comn, como los individuos , los grupos y sus propiedades, a los cuales se prenden las tipologas realistas, e incluso ciertos uso s de la estadstica (y del anlisis de correspondencias mismo), que cortan poblaciones en clases identificadas (por la aplicacin de una etiqueta constitutiva), unidades sustanciales susceptibles de ser pensadas en s mismas y p ara s mismas. Aunque no se pueda construirlo , al menos en este caso, sino a partir de poblaciones y de sus propi edades, este espacio es el verdadero principio de una definicin a la vez descriptiva y predictiva de estas poblaciones y de estas propiedades redefinidas con respecto a l, es decir relacionalmente. Es en efecto a condicin de pensar los agentes y las caractersticas que les estn ligadas, como entidades estrictamente relacionales, que acontecen a los individuos o a los grupos y a sus propiedades en sus relaciones objetivas con otros individuos u otros grupos, por tadores de otras propiedades, que se puede producir y comprender adecuadamente el sistema de relaciones de oposicin y de similitud que define el espacio de las propiedades pertinenetes y, al mismo tiempo, el espacio de los in dividuos construidos caracterizados por esas propiedades y que reciben de ellas su posicin diferencial. A diferencia de los espacios simples y abstractos que produce el anlisis estadstico ordinario, los espacios que la ciencia social co nstruye son definidos por las relaciones objetivas entre individuos y entre propiedades que son comparadas u o puestas bajo todas las relaciones pertinentes desde el punto de vista de su relacin misma- y que son caraterizadas p or conjuntos socio-lgicamente coherentes, luego inteligibles, de propiedades estadsticamente ligadas entre s (en grados diversos) y prcticamente sustituibles. Estas propiedades no funcionan como capital, es decir como relacin social de poder, sino dentro y por el campo que les constituye como apuestas e instrumentos de lucha, arrancndoles a s a la insignificancia y a la ineficacia a las cuales estaran necesariamente consagradas en otro campo o en otr o estado del campo; ms precisamente, estn ligadas por relaciones que, constitutivas de la estructura del

campo, contribuyen a definir su eficacia y su valor de tal suerte que pueden ejercer en el campo que contribuyen a definir, efectos diferentes de aquellos que ejerceran en otro campo. La estructura del campo del poder El campo del poder es un campo de fuerzas definido en su estructura por el estad o de la relacin de fuerza entre formas de poder, o especies de capital diferentes. Es tambin, ins eparablemente, un campo de luchas por el poder entre detentores de poderes diferentes, un espac io de juego donde agentes e instituciones que tienen en comn poseer una cantidad de capital e specfica (econmico o cultural, particularmente) suficiente para ocupar posiciones dominant es al seno de sus campos respectivos, se enfrentan en estrategias destinadas a conservar o a t ransformar esa relacin de fuerza. Las fuerzas que pueden ser comprometidas en esas luchas y la o rientacin, conservadora o subversiva, que les es aplicada, dependen de lo que se puede llam ar la tasa de cambio (o de conversin) establecida entre las diferentes especies de capital, es d ecir de lo mismo que esas estrategias se enfocan a conservar o a transformar (particularmen te por la defensa o la crtica de las representaciones de las diferentes especies de capital y de su legitimidad). Las diferentes especies de capital son poderes especficos que son actuantes en ta l o cual campo (de fuerzas y de luchas) salidos del proceso de diferenciacin y de autonomizacin2. En estos 2 La emergencia de un campo del poder es solidaria de la emergencia de una plura lidad de campos relativamente autnomos, luego de una diferenciacin del mundo social (que hay que cuidarse de con fundir con un proceso de estratificacin, aunque l conduce a la instauracin de jerarquas sociales). Este proce so Ha sido ya analizado por Durkheim, quien, prolongando a Spencer, para quien el universo va de lo homogneo h acia lo heterogneo, opone al vitalismo unitarista de Bergson la evolucin que conduce del estado primitivo de i ndivisin donde las funciones diversas estn ya presentes pero en estado de confusin (mezclando la vida rel igiosa, por ejemplo, el rito, la moral, el derecho, el arte e incluso un ciencia principiante) a la separ acin progresiva de todas esas funciones diversas y por tanto primitivamente confundidas: el pensamiento laico y cientfico e s separado del pensamiento mtico y religioso; el arte es separado del culto; la moral y el derecho son separ ados del rito (cf. particularmente E. Durkheim, Pragmatism et sociologie, Cours indit, Armand Cuvilier, d., Paris, Vrin, 1955, p.191-193). Durkheim ve en esta confusin de las diferentes formas de actividad, un obstculo a la plena relaizacin de cada una de ellas: Primitivamente todas las formas de actividad, todas las funciones son reunidas, c omo prisioneras las unas de las otras: son obstculos las unas para las otras; cada una impide a la otra realizar completamente su naturaleza. Si Pierre Bourdieu La Nobleza de Estado. Grandes escuelas y espritu de cuerpo. Cuarta Parte: El camp o del poder y sus transformaciones.

3 diferentes espacios de juego se engendran y se realizan especies de capital que funcionan a la vez como logros y apuestas caractersticas de cada uno de ellos. Estas especies difere ntes son ellas mismas apuestas de luchas que tienen por objetivo no tanto la acumulacin o inclus o el monopolio de una especie particular de capital (o de poder), econmico, religioso, artstico, etc., como aquellas que se desarrollan al seno de cada campo, sino la determinacin del valor y de la fuerza relativos de los diferentes poderes capaces de ejercerse en los diferente s campos o, si se quiere, el poder sobre los diferentes poderes o el capital que confiere un poder sobre el capital. Esta lucha por la imposicin del principio de dominacin dominante que se soluciona, a cada momento, en un estado de equilibrio en el reparto de poderes, es decir en una di visin del trabajo de dominacin (en ocasiones querido y pensado como tal, y explcitamente negociado), es tambin una lucha por el principio legtimo de legitimacin e, inseparablemente, por e l modo de reproduccin legtima de los fundamentos de la dominacin. Esta puede tomar la forma d e enfrentamientos reales (con las guerras de palacio o las luchas armadas entre los poderes temporales y los poderes espirituales) o de confrontaciones simblicas (tales como aquellas que, en la Edad Media, tuvieron por apuesta la preeminencia de los oratores sobre los bellatores o, durante todo el siglo XIX, y todava hoy en da, la preeminencia del mrito sobre la h erencia o el regalo). Ningn poder puede conformarse con existir en tanto poder, es decir en tanto fuerz a desnuda, desprovista de toda justificacin, en una palabra, arbitraria, y debe pues justifi carse de existir, y de existir como existe, o, al menos, hacer desconocer la arbitrariedad que est en su fundamento y, por ello, hacerse reconocer como legtima. Ahora bien, la cuestin de la legitimi dad est inscrita en el estado prctico en la existencia misma de una pluralidad de poderes en competencia que, en y por el hecho de su enfrentamiento, y en las justificaciones antitticas, y a menudo inconciliables, que les oponen, hacen inevitablemente surgir la cuestin de su pro pia justificacin. Se sigue que las estrategias de reproduccin por las cuales los portadores de las diferentes especies de capital trabajan por conservar o aumentar su patrimonio y, correlati vamente, por mantener o mejorar su posicin en el espacio social, comportan inevitablemente est rategias simblicas enfocadas a legitimar el fundamento social de su dominacin, es decir la especie de capital sobre la cual descansa su poder y el modo de reproduccin que le es insepa rable. Las sociodiceas por las cuales los grupos dominantes buscan producir una teodicea de su propio

privilegio, como dice Weber, no se presentan pues bajo la forma de un discurso nic o y plenamente unificado, como se deja suponer cuando se habla de ideologa dominante. S on tantos los puntos de vista sobre el mundo social que, siendo el producto de sist emas de preferencias (o de valores) salidos de la interiorizacin de la estructura de opor tunidades de beneficio objetivamente inscritas en el volumen y la estructura del capital posed o , se diferencian en sus expectativas y sus razones segn la especie de capital que se trate de legi timar y su peso en la estructura del capital (aunque ellas tengan todas en comn trabajar en inscribi r en la naturaleza de los dominantes el fundamento de su dominacin): las aristocracias de hacendados estarn, por ejemplo, ms inclinadas a buscar del lado de la tierra y de la sangre el principio de su necesidad y de su diferencia con respecto a los advenedizos; por su parte, las nuevas elites b urguesas, que deben su poder al concurso y al diploma, invocan ms bien el mrito o el don contra los favores y los favoritismos inscritos en la tradicin aristocrtica de la proteccin y de la clie ntela. Weber evoca apenas la avanzada fuera de la indiferenciacin primitiva, l muestra, a l menos en el caso de la economa, que la aparicin de mbitos separados se acompaa de la institucin de una legal idad especfica, manifestada por un en tanto que (als) constituyente (la economa en tanto que econ oma, etc.). Pierre Bourdieu La Nobleza de Estado. Grandes escuelas y espritu de cuerpo. Cuarta Parte: El camp o del poder y sus transformaciones. 4 Si ella presenta sin duda rasgos invariantes a travs de las configuraciones histri cas ms variadas, tal como, por ejemplo, la oposicin fundamental de la divisin del trabajo de dominacin entre los poderes temporales y los poderes espirituales o culturales, g uerreros y sacerdotes, bellatores y oratores, hombres de negocios (en ocasiones llamados ca balleros de la industria) e intelectuales, la estructura del campo del poder depende a cada mom ento de las especies de capital puestas en prctica en las luchas por la dominacin y de su peso relativo en la estructura. Y, aunque estemos aqu en un caso en que la intencin de reunir la const ruccin terica y la verificacin emprica, encuentra su lmite, la distancia es tan grande entr e las exigencias de la construccin de objeto y los datos disponibles, se puede intentar proponer un modelo de la estructura del campo del poder tal como sta se presenta hoy en da en el caso de Francia. Para dar una primera aproximacin de esta estructura, se puede comenzar por record ar lo adquirido en un trabajo anterior (donde las exigencias de la estadstica obligaban a pensar en trminos de poblaciones construidas), presentando una forma simplificada del diagr

ama del espacio social propuesto en La distinction (diagrama 13 -ver glosario de trminos en francs al final de la obraa). Se ve de golpe, si se le compara a los diagramas que represe ntan el espacio de las instituciones de enseanza superior (diagrama 14), que la correspondencia es c asi perfecta, con solo algunas deformaciones, que introduce la correccin aportada por la instit ucin escolar, entre las posiciones ocupadas por las diferentes categoras socio-profesionales de ntro del espacio social (en funcin del valor sincrnicamente y diacrnicamente definido del volumen y de la estructura de su capital) y las posiciones originarias de los alumnos de las esc uelas del poder. Para ir ms lejos, habra que, tomando en cuenta todos los datos propios para proporciona r ndices de posiciones relativas, como los flujos intergeneracionales (con los fenmenos llama dos de movilidad) e intrageneracionales (como el pantouflage3) entre las posiciones, inte ntar construir una representacin tan fiel como sea posible de la distribucin, al seno del campo d el poder, de los diferentes campos (y de los poderes correspondientes), de cada forma particu lar de poder. 3 Pantouflage es el salto de la alta administracin en el Estado hacia el sector p rivado. Pierre Bourdieu La Nobleza de Estado. Grandes escuelas y espritu de cuerpo. Cuarta Parte: El camp o del poder y sus transformaciones. 5 DIAGRAMA 13 Y DIAGRAMA 14 (pginas 379 y 380 del original en francs) Pierre Bourdieu La Nobleza de Estado. Grandes escuelas y espritu de cuerpo. Cuarta Parte: El camp o del poder y sus transformaciones. 6 Se puede, en esta tentativa, apoyarse en los resultados de un anlisis de correspo ndencias aplicado al conjunto de las poblaciones que han podido ser sometidas a la investigacin emprica, es decir, yend o del polo econmicamente dominante al polo econmicamente dominado, los patrones de la industria y del come rcio, los inspectores de finanzas, los ingenieros de minas, los miembros de gabinetes ministeriales, los directores de ministerio, los prefectos, los generales, los profesores y los obispos, caracterizados por su origen social (analizado de manera muy precisa). Como se puede leer en el diagrama (diagrama 15a), el primer factor, que da cuent a de 31.5% de la inercia total, opone los obispos y los profesores, asociados a las posiciones de origen ms bajas (agricultor y artesano particularmente), y los patrones, asociados a las posiciones ms altas (tales como administrador, banquero o gran industrial), y secundariamente, a los inspectores de finanzas, los altos funcion arios (ingenieros de minas o prefectos) que ocupan una posicin central. El segundo eje opone de un lado a los obispos y, e n un menor grado, los patrones, que estn asociados a orgenes situados del lado del espacio social caracterizado por la preeminencia del capital econmico sobre el capital cultural (padre agricultor, artesano o comerciante) y e l vnculo con el sector privado, y,

por el otro, los generales y, en un menor grado los ingenieros de minas, fuertem ente asociados a orgenes situados del lado del espacio caracterizado por el contrario por la preeminencia del capital cultural y el vnculo con el sector pblico padre oficial o ejecutivo medio. (Hemos puesto en maysculas las categoras de pertenencia y en minsculas las categoras de origen.) Pierre Bourdieu La Nobleza de Estado. Grandes escuelas y espritu de cuerpo. Cuarta Parte: El camp o del poder y sus transformaciones. 7 INSERTAR DIAGRAMA 15, de la pgina 382 del original francs Pierre Bourdieu La Nobleza de Estado. Grandes escuelas y espritu de cuerpo. Cuarta Parte: El camp o del poder y sus transformaciones. 8 Aunque no se pueda otorgan ms que un valor limitado a este anlisis (particularment e en razn de las discordancias entre las categoras empleadas para las diferentes poblacione s), este corrobora todos los conocimientos anteriores, y el anlisis de los flujos inter e intra generacionales, que hacen aparecer una jerarqua de los campos, y de las formas de poderes o de especies de capital que ah se engendran y se realizan. Los diferentes campos se d istribuyen al interior del campo del poder conforme a la jerarqua objetiva de las especies de c apital, econmico y cultural particularmente, desde el campo econmico hasta el campo artstic o, ocupando los campos administrativo y universitario posiciones intermedias. Ms pre cisamente, el campo del poder se organiza segn una estructura quiasmotica: estando la distribuc in segn el principio de jerarquizacin dominante, el capital econmico, en cierto modo cruzada po r la distribucin segn el segundo principio de jerarquizacin, el capital cultural, en la cual los diferentes campos se ordenan segn una jerarqua inversa, es decir desde el campo ar tstico hasta el campo econmico. El campo de la alta funcin pblica debe muchas de sus propiedades al hecho de que ocupa una posicin intermedia, lo que no quiere decir neutra, como te stimonio entre otras cosas el hecho de que los desplazamientos intrageneracionales, particularm ente el pantouflage, se orienten de manera indiscutible segn la jerarqua dominante: los pa sajes del campo administrativo al campo econmico, hasta al polo privado de este campo, son frecuentes entre los altos funcionarios y los altos dignatarios de la armada, mientras que los movimientos de sentido inverso son excepcionales. La aprehensin estructural del campo del poder permite descubrir que cada uno de l os campos que este engloba se organiza segn una estructura homloga a la suya, con, en un pol o, las posiciones dominantes econmicamente o temporalmente y dominadas culturalmente, y en el otro, las posiciones dominantes culturalmente y dominadas econmicamente. Es el ca

so del campo universitario, donde los detentores de poderes temporales (es decir, ms pre cisamente, del control sobre los instrumentos de reproduccin), a menudo considerados intelectual mente, se oponen a los detentores de un capital simblico de reconocimiento, que estn frecuen temente desprovistos de toda influencia sobre las instituciones. Es verdad tambin del cam po artstico donde, a pesar de una aceleracin del proceso de consagracin de las vanguardias lig ado a una institucionalizacin de la rebelin anti-institucional, se puede todava oponer los ar tistas que podramos llamar de extrema izquierda y que, reconocidos por sus semejantes, estn poc o consagrados econmica y temporalmente, y los artistas de extrema derecha que asocian a un prestigio artstico dbil, ganancias econmicas importantes4. Y se intentar mostrar ms e n detalle, en consecuencia, que encontramos una oposicin del mismo tipo al seno del campo econmico mismo: con, por un lado, los patrones tecnocrticos, cercanos bajo esta rela cin a los directores de la administracin central y a los miembros de gabinetes minister iales, que deben su posicin al capital escolar y a la herencia cultural, y cuya carrera est totalme nte colocada bajo el signo de lo pblico (grandes liceos de Estado, grandes escuelas, alta administr acin, grandes empresas ligadas al Estado) y, por el otro, los patrones "familiares, que deben s u posicin a la herencia econmica. La homologa entre las oposiciones que se observan en diferentes campos (en el cam po del poder, en el campo econmico, en el campo universitario, en los campos de produccin cultur al) est al 4 Segn el INSEE, que se da una amplia definicin de la categora, los artistas son mu y cercanos a los mandos medios tanto por el ingreso como por el nivel escolar; pero es claro que, en su caso, e l capital cultural no se mide slo por los ttulos escolares. Se aprende adems que, como lo habamos observado en otras partes, los artistas tienen una tasa muy elevada de celibato (21% para los hombres y 36% para las mujeres), as como un a proporcin particularmente fuerte de hijos naturales (pero reconocidos por los padres en dos terceras parte s). ndices de la permanencia de un estilo de vida de artista (Donns sociales, 1984, p.16). Pierre Bourdieu La Nobleza de Estado. Grandes escuelas y espritu de cuerpo. Cuarta Parte: El camp o del poder y sus transformaciones. 9 principio de todo un conjunto de efectos que uno se impide comprender cuando, at ento nicamente a las propiedades de condicin, uno ignora las propiedades de posicin que acontecen a las poblaciones y a sus caractersticas debido a su insercin en un espacio de rel aciones. En realidad, en la mayora de los casos, los diferentes niveles de oposicin y de lucha tienden a superponerse, de suerte que los agentes, a la manera de Baudelaire reuniendo en

la misma condenacin al artista burgus y al burgus, pueden ser conducidos a alianzas bsicamente ambiguas e inestables como aquellas que se instauran entre los dominados (relativ os) al seno del campo del poder y los dominados dentro del campo social global. La homologa entre las oposiciones constitutivas de los diferentes campos (y muy especialmente entre la s divisiones al seno del campo social en su conjunto) da un fundamento objetivo a la homologa ent re los principios de visin y de divisin en uso al seno de cada uno de ellos y al uso gene ralizado de las oposiciones cardinales del lenguaje ordinario (alto/bajo, ligero/pesado, fino/bu rdo, etc.) que deben su densidad semntica y su fuerza de sugestin al hecho de que estn cargadas de todas las significaciones isomorfas que reciben en todos los universos. La homologa entre los campos especializados y el campo social global hace que num erosas estrategias sean golpes dobles, que, aunque no hayan sido expresamente concebido s como tales, y aunque no se inspiren de ninguna especie de duplicidad, funcionan a la vez en va rios campos de suerte que son provistos de todos los atributos subjetivos y objetivos de la sin ceridad, lo que puede contribuir grandemente a su eficacia simblica. Un solo ejemplo, entre tanto s otros, que este caso particular evocar sin duda por analoga: el de los magistrados del parlam ento de Pars que, en su resistencia al poder real, confunden sus privilegios con el bien pblico y, tomando por un parlamento a la inglesa una corte de justicia anacrnica, llegan hasta a hace rse los defensores de los intereses del pueblo, directamente presente en su mente bajo la forma del pblico que asiste a sus deliberaciones sobre los asuntos pblicos y que les anima, les sostiene o les censura5. La ambigedad estructural que se ve bien en la polisemia de un discurso espontneamente polifnico, por estar dotado de tantos registros como campos hay de recepcin actual o potencial, se desenlaza y se denuncia en ocasiones retrospectivamente, particularmente en las situaciones crticas en que se impone la eleccin entre fidelidades jerarquiz adas, o bien en virtud de la alteracin de las relaciones de fuerzas simblicas, en el campo y fuera del campo, y de vuelta al primer plano de los intereses inscritos en el hecho de ocupar una p osicin dominante (aunque sea en posicin dominada) que no han dejado de actuar jams subterrneamente a travs de las acciones en apariencia propias para ponerlos a discusin (tantos procesos q ue son a menudo descritos en el lenguaje ingenuamente finalista de la recuperacin). Y es inc luso en la lgica del golpe doble que se ignora, es decir a travs de la homologa que se estable ce entre los 5 Cf. paritularmente, F. Bluche, Les magistrats du parlement de Paris au XVIIe s icle (1715-1771), Paris, Belles lettres, 1960, p.284-289, 296. Todos los observadores, desde los autores del siglo XVI (c omo Claude de Seyssel en La

monarchie de France) hasta los historiadores actuales, han insistido en el papel ambiguo, particularmente en el terreno poltico, de la nobleza de vestimenta (cf. particularmente R. Mousnier, La vnalit des offices sous Henri IV et Louis XIII, Rouen, d. Maugard, sd., p.53 y sobre todo 83-89, y tambin Denis Ric het, La France moderne: lesprit des institutions, Paris, Flammarion, 1973, p.102; B. Porchev, Les soulveme nts populaires en France de 1623 1648, Paris, Sevpen, 1963; finalmente y sobre todo, J. H. M. Salmon, Venal O ffice and Popular Sedition in Seventeenth-Century France: a Review of a Controversy, Past and Present, 37, juil let 1967, p.21-43, donde encontramos un resumen de las discusiones que se han desarrollado sobre esta mat eria, particularmente entre Mousnier y Porchnev). Sobre los efectos anlogos que resultan de la propensin de lo s dominados al seno de campos relativamente autnomos (bajo clero al seno de la Iglesia, asistentes al seno del cuerpo profesoral de las universidades, etc.) a universalizar sus luchas internas identificndolas con las luchas de los dominados simplemente, a costa, muy a menudo, de un uso amplificado y aproximativo de las palabras de o rden democratizacin, por ejemplo-, se podr leer P. Bourdieu, Homo academicus, op.cit., p.231-233. Pierre Bourdieu La Nobleza de Estado. Grandes escuelas y espritu de cuerpo. Cuarta Parte: El camp o del poder y sus transformaciones. 10 principios de clasificacin utilizados en los diferentes campos, y, en el caso par ticular, en el campo escolar y en el campo social global y que permite a las mismas parejas de adjetivos (por ejemplo ligero/pesado) funcionar, con connotaciones diferentes, en los diferente s universos, que se cumple, de la manera ms invisible, la discriminacin social que implican los act os de discernimiento escolar ms irreprochables. Las estrategias de reproduccin Habiendo as evocado la estructura del campo del poder, hay que intentar describir la dinmica, apoyndose en el conocimiento de las propiedades especficas de las diferentes espec ies de capital, particularmente desde el punto de vista de su transmisin, y sobre los tr iunfos que estas procuran a sus detentores en las luchas de competencia que les oponen. A riesgo de simplificar en exceso, se puede plantear de golpe que toda la lgica de la lucha por el poder sob re los poderes se ha encontrado modificada por los dos grandes cambios que han afectado los modos de reproduccin dominantes y que, ya perceptibles al nivel del campo de las escuelas del poder, deber ser recuperados en el campo del poder mismo, es decir en las luchas de com petencia que oponen, particularmente al seno del campo administrativo y del campo econmico, a los detentores de especies de capital diferentes: por una parte, el crecimiento del peso relativo del ttulo escolar (asociado o no a la propiedad) con respecto al ttulo de propiedad ec onmica, y ello incluso en el campo econmico; por otra parte, entre los detentores de capital cul

tural, la declinacin de los ttulos tcnicos en beneficio de los ttulos que garantizan una cultu ra general de tipo burocrtico. Para comprender como estas modificaciones de tasas de cambio de las diferentes esp ecies de capital han afectado el funcionamiento del campo del poder y del campo de las es cuelas del poder, al cual est dialcticamente ligado, en necesario primero aprehender en tanto tal el sistema de estrategias de reproduccin que es constitutivo de un modo de reproduccin y ense guida examinar cmo una estructura determinada del capital tiende a imponer un modo de r eproduccin particular, caracterizado por un conjunto de estrategias de reproduccin adaptado a las particularidades de la especie de capital que se trata de reproducir. Hablar de estrategias de reproduccin, no es imputar al clculo racional, o incluso a la intencin estratgica, las prcticas a travs de las cuales se afirma la tendencia de los domina ntes a perseverar en su ser. Es recordar solamente que numerosas prcticas fenomenalmente muy diferentes que se organizan objetivamente, sin haber sido explcitamente concebida s y planteadas por referencia a este fin, de tal manera que ellas contribuyen a la reproduccin d el capital posedo. Esto porque ellas tienen por principio el habitus, que tiende a reproducir las c ondiciones de su propia produccin produciendo, en los mbitos ms diferentes de la prctica, las estrate gias objetivamente coherentes y sistemticas caractersticas de un modo de reproduccin. As como la disposicin adquirida que llamamos una escritura, es decir una manera singular de tr azar los caracteres, produce siempre la misma escritura, es decir trazos grficos que, a pesa r de las diferencias de tamao, de material y de color ligados a la base, hoja de papel o p izarrn, o al instrumento, crayn, pluma o gis, a pesar pues de las diferencias entre los conjun tos motores movilizados, presentan una afinidad de estilo, un aire de familia, reconocibles a primera vista, asimismo las prcticas de un mismo agente o, ms ampliamente, de todos los agentes d otados de habitus semejantes deben la afinidad de estilo que hace que ellas sean el produc to de la puesta en prctica en campos diferentes de los mismos esquemas de percepcin, de pensamiento y de accin. Pierre Bourdieu La Nobleza de Estado. Grandes escuelas y espritu de cuerpo. Cuarta Parte: El camp o del poder y sus transformaciones. 11 As, restaurando en el anlisis cientfico la unidad que est inscrita en las prcticas, s e puede pensar bajo el mismo concepto de estrategia de reproduccin de las prcticas que las ciencias del hombre aprehender en orden disperso y en estado separado: las estrategias de fec undidad,

estrategias a muy largo plazo, puesto que todo el futuro del linaje y de su patr imonio dependes de ellas, que buscan reducir el nmero de hijos y, por ello, el nmero de pretendientes al patrimonio que pueden tomar vas directas, con todas las tcnicas de limitacin de nacimientos, o indirectas, con por ejemplo el matrimonio tardo o el celibato, que tiene la doble ventaja de impedir la reproduccin biolgica y de excluir (al menos de hecho) de la herencia (es la funcin de la orientacin hacia el sacerdocio de ciertos hijos en las familias aristocrticas o bu rguesas bajo el Antiguo Rgimen o del celibato de los menores en ciertas tradiciones campesinas)6; las estrategias sucesoriales, que se enfocan a asegurar la transmisin del patrimonio entre las generaciones con el mnimo de desperdicio posible, y en las cuales habra que hacer incluir, en tanto sea posible con los mtodos tradicionales de investigacin, no solamente las m edidas codificadas de la costumbre o del derecho, sino tambin todas las astucias y todos los subterfugios que los dominantes y los profesionales de la asesora en administracin no cesan de inventar, y que van de la compra de cuadros a las diferentes formas de fraude; l as estrategias educativas, conscientes e inconscientes de las cuales las estrategias escolares d e las familias y de los hijos escolarizados son un aspecto particular-, inversiones a muy largo plaz o que no son necesariamente percibidas como tales y que no se reducen, como lo cree la economa del capital humano, a su dimensin estrictamente econmica, o incluso moneraria, puesto que busca n primordialmente producir agentes sociales capaces y dignos de recibir la herenci a del grupo, es decir de ser heredados por el grupo; las estrategias que se pueden llamar profilc ticas, destinadas a mantener la salud o a descartar la enfermedad; las estrategias propiamente eco nmicas, a corto o a largo plazo, como las operaciones de crdito, de ahorro y de inversin, destinad as a asegurarla reproduccin del patrimonio econmico; las estrategias de inversin social, consciente o inconscientemente orientadas hacia la instauracin y el mantenimiento de relacione s sociales directamente movilizables y utilizables, a corto o a largo plazo, es decir hacia la transformacin, operada por la alquimia del intercambio, de trabajo, de tiempo, etc. en obligaci ones durables, subjetivamente sentidas (sentimientos de reconocimiento, de respeto, etc.) o ins titucionalmente garantizadas (derechos); las estrategias matrimoniales, caso particular de las p recedentes, que deben asegurar la reproduccin biolgica del grupo sin amenazar su reproduccin social por el casamiento desigual y proveer, por la alianza con un grupo al menos equivalente bajo todas las relaciones socialmente pertinentes, el mantenimiento del capital social; finalme nte, las estrategias

de sociodicea que , como se ha visto, se enfocan a legitimar la dominacin y su fu ndamento (es decir la especie de capital sobre la cual esta descansa), naturalizndolos. As, remontando de la opus operatum, de las prcticas que se revelan a la intuicin co mo una rapsodia de datos, al modus operandi, al habitus generador y unificador que prod uce estrategias objetivamente sistemticas, podemos aprehender las relaciones prcticas que se estab lecen continuamente entre las diferentes estrategias de reproduccin y comprender en par ticular la extraa solidaridad de los niveles de prctica que, a la manera de las suplencias fu ncionales de las que hablan los bilogos, permite por ejemplo a las estrategias matrimoniales supli r las fallas de las estrategias de fecundidad. 6 Sobre las funciones sociales del celibato de los hijos menores en la tradicin b earnesa, ver P. Bourdieu, Les stratgies matrimoniales dans le systme des stratgies de reproduction, Annales, 27 (4-5), juil l.-oct. 1972, p. 1105-1127. Sobre la funciones del celibato de los sacerdotes bajo el Antiguo Rgimen, ver F. Y. Besnard, Souvenirs dun nonagnaire, Paris, 1880, I, p.1-2, citado en E. G. Barber, The Bourgeoisie in 18t h Century France, Princeton, Princeton University Press, 1967, p.126. Pierre Bourdieu La Nobleza de Estado. Grandes escuelas y espritu de cuerpo. Cuarta Parte: El camp o del poder y sus transformaciones. 12 En efecto, debido a que se aplican a puntos diferentes del ciclo de vida como pr oceso irreversible, las diferentes estrategias de reproduccin estn tambin cronolgicamente articuladas, debiendo cada un a de ellas contar a cada momento con los resultados alcanzados por aquellas las otras que las han precedi do o que tienen un alcance temporal ms corto: es as por ejemplo que, en la tradicin bearnesa, las estrategias matrimoni ales dependan muy estrechamente de las estrategias de fecundidad de la familia (por la intermediac in del nmero de pretendientes al patrimonio y de su sexo, es decir del nmero de hijos a dotar de una herencia o de una compensacin), de las estrategias educativas, de las cuales el xito era la condicin de la puesta en obra de las estrategias enfocadas a descartar de la herencia a las hijas y a los menores (unas por el matrimonio apr opiado y otros por el celibato o la emigracin), estrategias propiamente econmicas enfocadas entre otras cosas al mante nimiento o al aumento del capital de tierras, etc. Esta interdependencia se extenda sobre varias generacion es, pudiendo una familia tener que imponerse pesados sacrificios para compensar las salidas (particularmente en tie rras) necesarias para dotar en tierras o en dinero una familia demasiado numerosa o para restablecer la posicin material y sobre todo simblica del grupo despus de un matrimonio desigual. La misma interdependencia se observa hoy en da entre las estrategias escolares y las estrategias de fecundidad y se ve en efecto que las posibilidades de proporcionar estudios estn siempre estrecha mente ligadas, siendo por otra parte todas las cosas iguales, a una fecundidad ms reducida: sin duda porque una famili a ms numerosa, a travs de los

costos de todos los rdenes que ella entraa, tiende a desalentar el esfuerzo de esc olarizacin, pero tambin y sobre todo porque la ambicin escolar estaba inscrita desde el origen en la disposicin a la ascesis para el ascenso que estaba al principio de la limitacin de la fecundidad. Y, as como las estrategias e scolares deben contar con los resultados de las estrategias de fecundidad, que estn de antemano habitadas por l as exigencias de la inversin escolar, las estrategias matrimoniales no son sin duda independientes de las est rategias escolares y, ms generalmente, del conjunto de las estrategias de reproduccin. Basta pensar en la transformacin de las estrategias que la burguesa de negocios pona tradicionalmente en prctica para casar a sus hijas y que, como la transformacin concomitante de las estrategias de fecundidad (que ella contribuye sin duda a ex plicar), es correlativa de una transformacin de sus relaciones objetivas con el sistema de enseanza. Con los prog resos del acceso de las hijas a la enseanza superior, los mecanismos de auto-orientacin (vocacin) y de seleccin que produ cen grupos escolares (facultad o escuela, disciplina, etc.) socialmente muy homogneos han tendido a as egurar la homogamia al menos tan eficazmente, pero de manera mucho ms discreta, como el intervencionismo de las fa milias y en particular sus esfuerzos por organizar ocasiones directamente controladas de encuentro (bailes, fiestas sorpresa, rallies, etc. ). Este efecto inesperado de la escolarizacin sin duda no ha contribuido poco a alentar a las familias a abandonar su poltica dirigista (en todo caso muy difcil de imponer) en beneficio del dejar-hacer, al m ismo tiempo que se redefina completamente el sistema de criterios que determinaban el valor de las hijas en el mercado matrimonial, que se trata del capital econmico (dote) o del capital simblico de honorabilidad (virginidad, p orte, etc.)7. Y las reformas del derecho de la familia que han sido operadas en el curso de los aos 70 (bajo la co nduccin de un presidente de la Repblica, Valry Giscard dEstaing, que reproduce -en una trayectoria personal que co nduce de las fracciones ms tradicionales, cercanas al petainismo, a la burguesa nueva- toda la evolucin de la burguesa) son el acompaamiento poltico, necesario para ajustar las normas a las prcticas, de una transformacin del modo de reproduccin en vigor en la gran burguesa: las nuevas medidas concernientes, para citar sin orden algun o, la autoridad paterna (sustituida por la autoridad paternal), la igualdad de cnyuges en los regmenes matrimoniales y la administracin del patrimonio de las familias, el divorcio, el concubinato, la interrupcin voluntaria del embar azo, etc., no hacen sino inscribir en el orden del derecho un conjunto de prcticas cuya aparicin en la burguesa nueva8 haba s ido autorizada, favorecida o determinada por la transformacin del modo de reproduccin. Pero, para hacer percibir la necesidad de pensar como tal el sistema de las estr ategias de reproduccin, no hay sin duda mejor ejemplo que aquel de la inversin educativa, que est llamada por la divi sin del trabajo entre los discpulos a ser el objeto de aprehensiones parciales y abstractas. Los economista s tienen el mrito aparente de 7 Semejantes observaciones han sido hechas en los Estados Unidos, donde el creci miento de la escolarizacin asociada a una intensificacin de la seleccin escolar (que contribuye a mantener la homogeneid

ad social de cada institucin o de cada nivel de enseanza) tienden a compensar la libertad ms grande con la que lo s jvenes juegan dentro de las opciones de su conjunto (cf. B. K. Eckland, New Mating Boudaries in Education, Soc ial Biology, 17 (4), dc.1970, p.269-277). 8 Un anlisis secundario de un conjunto de sondeos nos haba permitido observar que las categoras ms favorecidas econmica y culturalmente se mostraban sistemticamente ms liberales en el plano de la moral, familiar y sexual particularmente, que todas las dems categoras, pero permaneciendo ms conservadores en el plano de la poltica (por ejemplo, en materia de derecho de huelga). Pierre Bourdieu La Nobleza de Estado. Grandes escuelas y espritu de cuerpo. Cuarta Parte: El camp o del poder y sus transformaciones. 13 plantear explcitamente la cuestin de la relacin y de su evolucin en el tiempo- entre las tasas de ganancia aseguradas por la inversin educativa y por la inversin econmica. Pero, adems de que su medida del rendimiento de la inversin escolar no toma en cuenta ms que los costos y las ganancias monetar ias o directamente convertibles en dinero, como los gastos entraados por los estudios y el equivalente en dinero del tiempo consagrado a estudiar, no pueden dar razn de las partes relativas que los diferentes agentes otorgan a l a inversin econmica y a la inversin cultural, a falta de tomar en cuenta sistemticamente la estructura de la posibilidades diferenciales de beneficio que les son prometidas por los diferentes mercados en funcin del volume n y de la estructura de su patrimonio9. Ms an, omitiendo reemplazar las estrategias de inversin escolar en el conjunto de las estrategias educativas y en el sistema de las estrategias de reproduccin, se condenan a dejar escapar, por una paradoja necesaria, la mejor escondida y la ms importante socialmente de las inversiones e ducativas, a saber la transmisin domstica de capital cultural: las interrogaciones ingenuas sobre la relacin entre la aptitud (ability) a los estudios y la inversin en los estudios, se desvanecen desde que se toma en cuenta el hecho de que la aptitud, o el don, es tambin el producto de una inversin en tiempo y en capital cultural10. Se comprende que, cuando se intentan evaluar los beneficios de la inversin escolar, Gary Becker no puede ir ms all de los ingres os monetarios individuales ms que para interrogarse, en una lgica tpicamente funcionalista, sobre la rentabilida d de los gastos de educacin para la sociedad en su conjunto (social rate of return)11 o sobre la contribucin que la edu cacin aporta a la productividad nacional (the social gain of education as measured by its effects on national productivity)12. Esta definicin de las funciones de la educacin, que ignora la contribucin que el sistema de enseanza aporta a la reproduccin de la estructura social al aprobar la transmisin hereditaria del capit al cultural, se encuentra de hecho implicada, desde el origen, en una definicin del capital humano que, a pesar de sus connotaciones humanistas, no escapa al economismo y que ignora, entre otras cosas, que el rendimiento esco lar de la accin escolar depende del capital cultural previamente invertido por la familia y que el rendimiento econmi

co y social del ttulo escolar depende del capital social, ste tambin heredado, que puede ser puesto a su servici o13. No todos lo agentes y todos los grupos utilizan de la misma manera y en el mismo grado todas las estrategias de reproduccin disponibles, y el sistema de estrategias de reproduccin realmente puestas en obra por cada uno de ellos depende en cada caso del volumen y sobre t odo de la estructura de su patrimonio: a travs particularmente de la estructura de oportuni dades diferenciales de beneficio que son objetivamente ofertadas a las inversiones por los diferentes mercados sociales, se imponen estructuras diferentes de propensiones a invertir o, si se prefiere, sistemas de preferencias o de intereses diferentes. As, por ejemplo, la propensin a invertir en trabajo y en celo escolares no depende slo del volumen del capital cultura posedo; depende tambin del peso relativo del capital cultural en la estructura del patrimonio. Es to se ve claramente si se comparan las inversiones educativas de empleados y de profesore s y las de patrones: a diferenica de los primeros, que tienden a concentrar todas sus inver siones en el mercado escolar, los segundo, cuyo xito social no depende en el mismo grado del xi to escolar, invierten menos inters y trabajo en sus estudios y no obtienen el mismo rendimiento de su capital cultural. El inters que un agente (o una clase de agentes) da a los estudios (y que es, con el capital cultural heredado, del cual ste depende parcialmente, uno de los f actores ms poderosos del xito escolar) depende no solamente de su xito escolar actual o antes logrado (es decir de sus oportunidades de xito dado su capital cultural), sino tambin del grad o al cual su xito social depende de su xito escolar. Ahora bien, un agente o un grupo depende t anto menos 9 Cf. en particular G. S. Becker, Human Capital, New York, Columbia University P ress, 1964. 10 Id., p.63-66. 11 Id., p.121. 12 Id., p.155. 13 Si hay que repetir aqu estas crticas, ya formuladas desde hace mucho tiempo (cf . P. Bourdieu, Avenir de classe et causalit du probable, Revue franaise de sociologie, XV, janv.-mars, 1974, p.3-42), es porque ciertos adeptos del fast reading se obstinan en acercar mis anlisis a los de los economistas y socilog os que, en la lnea de Becker, no quieren conocer otro principio de las prcticas ms que el clculo interesado y que, c on la ayude de algunos filsofos, vuelven a poner hoy en da en escena al viejo fantasma del homo economicus. Pierre Bourdieu La Nobleza de Estado. Grandes escuelas y espritu de cuerpo. Cuarta Parte: El camp o del poder y sus transformaciones. 14 del capital cultura para su reproduccin cuanto ms rico en capital econmico es y el rendimiento econmico y social del capital escolar dependen en muchos casos del capital social

(o incluso econmico) que permite hacerle valer, doble atestiguamiento del estatuto dominado de esta especie de capital. As, la estructura del sistema de estrategias de reproduccin caracterstica de una un idad domstica depende del valor relativo de las ganancias que ella puede esperar de la s diferentes colocaciones en funcin del poder efectivo sobre los diferentes mecanismos institu cionalizados (tales como el mercado econmico, el mercado matrimonial o el mercado escolar) pud iendo funcionar como instrumentos de reproduccin que le son actual o potencialmente ofe rtados en funcin del volumen y de la estructura de su capital: la estructura de la distribu cin del poder sobre los instrumentos de reproduccin es, en un estado determinado de la definciin dominante de lo que es legtimamente transmisible y de las maneras legtimas de transmitirlo, el factor determinante del rendimiento diferencial que los diferentes instrumentos de repr oduccin estn en posibilidades de ofrecer a las inversiones de los diferentes agentes (o clases d e agentes) y, por ello, de la reproducibilidad de su patrimonio y de su posicin social, luego de la estructura de sus propensiones diferenciales a invertir en los diferentes mercados. Se sigue que todo cambio de la relacin entre el patrimonio (considerado en su vol umen y en su estructura) y el sistema de instrumentos de reproduccin, con la transformacin corr elativa del sistema de oportunidades de ganancia, tiende a entraar una reestructuracin del sis tema de las estrategias de inversin: los detentores de capital no pueden mantener su posicin e n el espacio social (o en la estructura de un campo determinado, como el campo artstico o cien tfico) ms que al precio de reconversiones de las especies de capital que ellos detentan en otr as especies, ms rentables o ms legtimas en el estado considerado de los instrumentos de reproduccin 14. Estas reconversiones objetivamente impuestas por la necesidad de evitar la devaluacin d el patrimonio pueden ser subjetivamente vividas como cambios de gusto o de vocacin, es decir co mo conversiones. Numerosos errores de apreciacin que cometen aquellos que plantean ingenuamente la cuestin ingenua de la democratizacin y de la evolucin de la movilidad social vienen de que se ignoran los fe nmenos de translacin de la estructura (describiendo por ejemplo como movilidad ascendente el paso inter generacional del estatuto de maestro al de profesor de CEG, movimiento aparente destinado a mantener la posic in relativo). Adems, la visin unidimensional y lineal del espacio social (con la imagen de la escala social), im pide pura y simplemente ver que la reproduccin de la estructura social puede, en ciertas condiciones, exigir una muy dbil herencia profesional (o, si se quiere, una muy dbil rigidez): es el caso siempre que los agentes no pueden mant ener su posicin en la

estructura social sino al precio de una reconversin de su capital, es decir de un cambio de condicin (con, por ejemplo, el paso de la condicin de pequeo propietario agrcola al de pequeo funcionar io, o de pequeo artesano a empleado de comercio). Hay pues que distinguir entre los desplazamientos al inte rior del espacio propio de un campo, asociados a la acumulacin (positiva o negativa) de la especie de capital q ue constituye la apuesta especfica de la competencia que lo define propiamente, y los desplazamientos entre campos, asociados a la reconversin de una especie determinada de capital en otra especie, que tiene curso en otro camp o, una y otra clase de desplazamiento dependiendo en su significacin y su valor de las relaciones objetivas entre los d iferentes campo, luego, de las tasas de conversin de las diferentes especies de capital, y de los cambios que les afec tan en el curso del tiempo, al trmino de las luchas entre los detentores de las diferentes especies de capital. 14 Tal es el principio de fenmenos sociales de escala y de naturaleza muy diferen te, sea la reconversin de una aristocracia rstica en burocracia de Estado, o, en el otro extremo, la reconversin de una parte o de la totalidad de una disciplina cientfica en ootra, o de un gnero literario o artstico en otro (en e ste caso, la distancia entre la verdad objetiva y la verdad subjetiva es mxima y debe serlo, no pudiendo la reconversin t ener xito, es decir producir su efecto simblico, ms que si es vivida y percibida como conversin). Pierre Bourdieu La Nobleza de Estado. Grandes escuelas y espritu de cuerpo. Cuarta Parte: El camp o del poder y sus transformaciones. 15 En universos sociales donde los dominantes deben sin cesar cambiar para conserva r, ellos tienden necesariamente a dividirse, sobre todo en los perodos de transformacin rpida del mo do de reproduccin en vigor, segn los grados (y las formas) de reconversin de sus estrategia s de reproduccin. Los agentes o los grupos mejor provistos de especies de capital que permiten recurrir a los nuevos instrumentos de reproduccin, luego los ms inclinados y los ms aptos a emprender una reconversin, se oponen a aquellos que son los ms estrechamente ligad os a la especie de capital amenazado: as, en vsperas de la Revolucin de 1789, los pequeos aristcratas de provincia sin fortuna ni cultura, o, en vsperas de la crisis de may o del 68, los profesores de disciplinas directamente subordinadas a los concursos de reclutami ento de profesores, gramtica, lenguas antiguas o incluso filosofa, son inclinados a buscar en un conservadurismo de la desesperacin la negacin o la compensacin mgica de su regresin econmica y social. A esas dos posiciones polares corresponden dos formas de socio dicea conservadora, aquellas que se enfocan ante todo a legitimar el modo de reproducc in antiguo, diciendo lo que hasta entoces era evidente decir y transformando la doxa en orto doxia, y aquellos que se enfocan a racionalizar, en el doble sentido del trmino, la reconversin apre surando la toma de consciencia de las transformaciones y la elaboracin de las estrategias ad aptadas y

legitimando estas nuevas estrategias a los ojos de los integristas. Son luchas de este tipo las que oponen hoy en da, al seno del campo del poder, e incluso al seno del campo del poder econmico, agentes o grupos de agentes que se distinguen por l a estructura de su patrimonio, es decir por el perfil de la distribucin de las diferentes espe cies (y subespecies) del capital que poseen, y que se orientan por este hecho hacia estrategias de re produccin totalmente diferentes: ya sea que ellos otorguen pesos inversos a las inversione s econmicas y a las inversiones escolares; ya sea que, como es cada vez ms frecuente el caso hoy en da, se distingan por las subespecies de capital escolar que buscan asegurarse por inver siones escolares considerablemente acrecentadas. Pero vemos todava coexistir, en el mismo espacio econmico, la transmisin enteramente controlada por la familia de un derecho de propiedad he reditario, que el hecho de los patrones de familia, y la transmisin, ms o menos completamente asegu rada y controlada por la Escuela (y el Estado), de un poder vitalicio, fundado en el ttu lo escolar que, a diferencia del ttulo de propiedad o del ttulo de nobleza no es transmisible heredi tariamente. El modo de reproduccin familiar Para la empresa familiar, las estrategias propiamente econmicas enfocadas a asegu rar el desarrollo de la empresa son casi indisociables de las estrategias enfocadas a a segurar la reproduccin de la familia y sobre todo de su integracin, una de las condiciones pr incipales de la perpetuacin del poder de la familia sobre la empresa. Siempre que la familia pose e el control total de un patrimonio constituido por una empresa agrcola, industrial o comercia l, las estrategias por las cuales ella se enfoca a asegurar su propia reproduccin (estrategias matri moniales, estrategias de fecundidad, estrategias educativas, estrategias sucesoriales) tie nden a subordinarse a las estrategias propiamente econmicas enfocadas a asegurar la reproduccin del ca pital econmico15. La prosecucin de los mismos fines que impone el recurso a las mismas e strategias, encuentra invariantes tales como la bsqueda consciente de la homogamia y la obses in del matrimonio desigual, el rigorismo en materia de educacin y la exaltacin del sentido de 15 Se podra repetir aqu, a propsito de las familias industriales, casi todo lo que haba sido escrito acerca de las familias campesinas (cf. P. Bourdieu, Les stratgies matrimoniales dans le systme de s stratgies de reproduction, Annales, 4-5, juill.-oct. 1972, p.1105-1127). Pierre Bourdieu La Nobleza de Estado. Grandes escuelas y espritu de cuerpo. Cuarta Parte: El camp o del poder y sus transformaciones. 16 familia, el recurso a estrategias sucesoriales enfocadas a evitar la segmentacin d el patrimonio, etc. Y sera fcil mostrar, en cada caso particular, todo lo que, en la situacin de l

a empresa en un momento dado del tiempo, en su progreso o en su declinacin, depende de las estrat egias de reproduccin del conjunto de los miembros del linaje, desde los fundadores. Es apenas necesario recordar la vigilancia y el rigor extremos con los cuales la s grandes dinastas burguesas manejaban sus intercambios matrimoniales. Baste citar un caso donde la voluntad de integrar las estrategias de reproduccin del grupo familiar y las estrategias de reproduccin de la empresa fami liar es particularmente visible, aquel de las alianzas entre la familia lionesa de los Gillet fundadora de una emp resa de tintorera que se convirti en una de las ms grandes sociedades francesas de textiles artificiales y de donde sa li el vicepresidente (en 1972), luego presidente (de 1973 a 1979) de Rhne-Poulenc- y la familia Motte de Roubaix, una de las mayores dinastas del textil, que han realizado en comn varias operaciones financieras importantes (como la compra o la absorcin de otras sociedades): Edmond Gillet, nacido en 1873, hijo de Joseph Gillet, que di a l negocio familiar un gran desarrollo, se cas con Lonie Motte, hija de Albert que presida tambin las Minas de L ens mientras que Fernand Motte, hermano de Lonie, se casaba con Mathilde Balay, hija de Henri Balay y de M arguerite Gullet, hermana de Edmond. Pero no hay mejor caso que el de la familia Michelin para observar cmo estrategia s matrimoniales y estrategias econmicas se imbrican, cmo alianzas matrimoniales y vinculaciones financieras se s uperponen, cmo el xito de las estrategias matrimoniales contribuye al xito de las estrategias econmicas y a la expansin continua de la sociedad. Csese entre primos a fin de que la dote permanezca en la familia, recomen daba Andr Michelin (muerto en 1931). El consejo ha sido escuchado: la endogamia, que tiende a asegurar la i ntegracin del grupo, le ha permitido salvaguardar el capital pero tambin el secreto de sus negocios y el prestigio del linaje, es una constante en la familia. Andr Michelin y su hermano Edouard se haba casado con dos hermanas, Sophie y Marie -Thrse Wolff. Tres de los seis hijos (Marguerite, Etienne y Hlne) de Edouard Michelin se casaron con hij os (Jean, Joseph y Hlne) de Jacques Callies, ingeniero de ingeniera martima16, y Marie Aussdat (cuya familia po sea las papeleras Aussdat); una cuarta, Anne, se cas con Robert Puiseux, presidentre, luego presidente honora rio y administrador de la sociedad Citron (de 1958 a 1970), que fue co-gerente de la Compaa general de establecimiento s Michelin de 1938 a 1959 y miembro del consejo de vigilancia desde 1959 (otros tres de los Michelin se casa ron con miembros de la familia Puiseux). Franois Michelin, actual presidente director general (PDG), co-gerente de Michelin et Cie primero con su to, Robert Puiseux, luego gerente nico y de nuevo co-gerente con Franois Rollier (h ijo de Petrus Rollier y Marthe Callies, ella hija de de Jacques Callies y Marie Aussdat), administrador desde 19 68 de la sociedad Citron, se cas con Bernardette Montagne; su hermana Genevive se cas con Rmy Montagne (diputado de Eure, ex-alcalde de Louviers); su otra hermana, Marthe, se cas con Marie Montagne, alcalde de Mirabeu . Prueba de que el conjunto de estrategias de reproduccin encuentran su principio en las necesidades inmanentes

a la posicin que se trata de reproducir, y en los habitus generadores y unificadores que ellas forman, la fue rte endogamia va a la par con la fuerte concentracin de la actividad econmica alrededor de un producto bien determinado y con el rechazo deliberado de la diversificacin que practica sistemticamente el capitalismo financiero. As, Franoi s Michelin, rechazando toda forma de diversificacin que no incremente la lgica tcnica y que no expresa ms que una oluntad de poder, atribuye sus xitos al hecho de que sus competidores, fuertemente diversificados, luego abundantemente provistos de soluciones de recambio, a diferencia de su empresa, para la que no haba otro asunto que el neumtico, no han credo en el neumtica de armazn radial y se despertaron demasiado tarde, permitiendo as a Michelin tomar la mayor participacin en el mercado17. Es en la misma lgica que hay que comprender las estrategias de fecundidad que hac en por ejemplo que, totalmente ausentes entre los patrones de sociedades de control tec nocrtico, las familias muy numerosas de siete hijos o ms- se encuentren entre los PDG de las soc iedades de control familiar con una frecuencia relativamente importante (10%; situndose la f amilia media en 3.5 contra 3.1 en las sociedades de control de tipo tecnocrtico y 2.6 en las g randes empresas pblicas). No basta, para darse cuenta, invocar las disposiciones alentadas por la tica catlica en 16 Joseph Callies, primero ingeniero en Papeteties (Papeleras) Aussdat, se convier te en PDG de la Compaa de mquinas Bull y administrador de Papeteries Aussdat-Rey. 17 Cf. P. Michelin, in A. Harris et A. de Sdouy, Les patrons, d. du Seuil, 1977, p .245-250. Pierre Bourdieu La Nobleza de Estado. Grandes escuelas y espritu de cuerpo. Cuarta Parte: El camp o del poder y sus transformaciones. 17 materia de procreacin y de regulacin de nacimientos (la explicacin, en este caso, e xige ella misma explicacin). De hecho, la empresa familiar ofrece el privilegio de no impon er ningn lmite a la fecundidad; por el contrario ella la favorece, al menos en la fase de expansin donde el crecimiento del instrumento de produccin corresponde al crecimiento de la descend encia, que puede as ser absorbida gradualmente, sea por la creacin de nuevos establecimientos financiados al arranque por la empresa madre, sea por el empleo de hijos suplementarios a ttu lo de gerentes o directivos. Adems, la riqueza en hijos constituye en s, y tambin por el capital en alianzas que permite instaurar, una manera de acumular capital social el cual sabemos es hecho con la suma, siempre potencialmente movilizable, de los capitales de todas las especies poseda s por cada uno de los miembros del grupo. Pero la gran familia no puede perpetuarse como tal si no llega a protegerse cont ra la divisin y contra el desmoronamiento del patrimonio que resulta. De ah, seguramente, todas l as estrategias

sucesoriales enfocadas a evitar que la propiedad salga de la familia: sabemos as que las familias textiles del Norte excluan a las hijas, por que la propiedad puede ir a extranjer os, gracias a la ficcin de la sociedad que pone el activo material al abrigo de la particin. De ah s obre todo, las estrategias educativas y todas las prcticas que, como las fiestas y las ceremonia s familiares, buscan crear entre todos los descendientes vnculos de solidaridad tales que la mu erte de uno de los detentores de derechos sobre el patrimonio sea la ocasin no de una divisin sin o de una reorganizacin de los negocios explotados en comn. Las razones de la atencin extrema que es llevada al matrimonio, y muy especialmente al matrimonio de los futuros dirigent es, no se reducen la deseo de reforzar la empresa aportndole capital econmico, bajo la forma de dotes o herencias, y de capital social, por la extensin de su red vnculos. El cuidado de s alvaguardar las disposiciones ticas que son consideradas como las condiciones del xito econmico de la empresa y de la afirmacin del rango social de la familia, entra sin duda tambin de ntro de la bsqueda de la homogamia ms estricta: el hecho de no admitir en la familia sino muj eres capaces de encarnar y de inculcar el respeto a las virtudes burguesas, culto al trabajo, hbito del ahorro, espritu de familia 18, cumple una funcin totalmente semejante al exclusivi smo que lleva e elegir establecimientos de educacin reservados y lugares de encuentro altamente selectivos. En efecto, se espera de la educacin familiar, en general fuertemente rigorista, y de la educacin escolar, lo ms a menudo confiada a los jesuitas, o a instituciones a la inglesa c omo la cole des Roches, que inculquen primeramente disposiciones ticas religiosamente garantizada s- sobre todo, seguramente, en las hijas, confiadas a internados tales como . La Ecole de Roches que se sita en Verneuil-sur-Avre en Normandia ha sido fundada en 1899 por Edmond Demolins, , discpulo de Frdric Le Play, amigo del barn de Coub ertin y (Cf. sus obras A quoi tient la suprio rit des anglo-saxons y Lducation nouvelle), como escribe Jean-Calude Courbin, nieto del fundador, en una placa realizada con ocasin del setenta y cinco aniversario de la escuela, en 1974 (Demolins escritor y conferenc iante, en Edmond Demolins, qui tait-ce?). Y el mismo panegirista expresa en una frase toda la filosofa de la educ acin del patronato familiar: Se necesitaba coraje para emprender una obra semejante en aquella poca en una socied ad francesa entonces esencialmente centrada en el liceo-cuartel napolenico y la universidad-mquina de h acer funcionarios dciles y ms o menos mediocres.. La cole de Roches contaba, a fines de los aos 70, con ms de 400 alumnos, hombres y mujeres (de los cuales alrededor de 120 son extranjeros), a razn de 20 alumnos po r clase en promedio y de 12

alumnos para los trabajos prcticos; el precio de la pensin por trimestre para el p erodo 1977-78 variaba de 7,205 F para un alumno de sexto o sptimo a 10,155 F para un alumno terminal. El folleto d e presentacin de la escuela evoca as la suntuosa casa solariega normanda donde los alumnos se encuentran como en casa: . Fiel a la exaltacin de las actividades corporales que los fundadores, en un espritu ilustrado por Couber tin, pretendan oponer al intelectualismo de los fuertes en un tema, la Escuela da un gran lugar a las activ idades deportivas ms selectas (el folleto muestra alumnos practicando esgrima o, en uniforme muy british, pantaln g ris, chaqueta oscura, inclinados sobre un avin de turismo de la escuela o conduciendo por la brida a un caballo): La relacin con el sistema de enseanza y muy especialmente con las instituciones de enseanza pblica es inseparable de una visin del mucho que privilegia todo lo que de pende del orden de lo privado: el rechazo a la escuela laica es una dimensin de un rech azo global con respecto al Estado laico y a la filosofa social llamada , que busc a arrancar mbitos reservados, empresa privada, escuela privada, a las tomas del universalism o burocrtico. La enseanza privada no es solamente una enseanza exclusiva, cuyo lmite es el recurs o, sin duda bastante frecuente, a un preceptor a domicilio19 y una enseanza protegida, q ue garantiza la fidelidad a las virtudes cardinales de la moral conservadora, trabajo, familia y propiedad; es una enseanza religiosa que por su organizacin de cariz familiar tanto como por la filos ofa personalista de la cual est impregnada, tiende a reducir lo pblico a lo privado, l o social a lo

personal, lo poltico a lo tico, lo econmico a lo psicolgico, en una palabra a operar una despolitizacin que devuelve al orden de lo ms irreductiblemente singula r todas las experiencias que la accin de apunta por el contrario a desligar de la en su unicidad para hacerles aparecer como comunes a una clase. Tan largo tiempo detentan el poder de transmitir de persona a persona, es decir, lo ms frecuentemente, de padre a hijos, un poder que demanda ser ejercido personalment e por su detentor y que no exige ninguna competencia que no pueda adquirirse por la exper iencia directa en la empresa familiar misma, los patrones no tienen sino que hacer una instituc in que, como la escuela, no confiera sus ttulos de competencia pretendiendo la validez universal sino a cambio de garantas de capacidad que se quieren tambin universales. Se satisfacen perfecta mente de un modo de reproduccin dentro del cual las instituciones de enseanza secundaria o inc luso superior, cuya frecuentacin no es apenas ms que una clase de derecho estatutario d e burguesa, se encuentran reducidas a una funcin de legitimacin. El sentimiento de no deber su xito sino a su experiencia, y a sus virtudes, adquiridas sobre la prctica, por la prctica mism a, y la desconfianza con respecto a todas las formas de saber abstracto y libresco, apen as si les llevan a valorar los ttulos escolares y la institucin que los otorga. Cuando los imperativo s del rango social los obligan, no piden al sistema escolar sino los ttulos de buena educacin moral y de 19 El preceptorado es espontneamente evocado por dos patrones interrogados por An dr Harris y Alain de Sdouy, Ferdinand Bghin y Franois Ceyrac. Este declara: En la familia de mi padre, haba una institutriz en la casa y los trece hijos de mi abuelo estudiaron todos con ella, antes de ir al Sacr-Coeur o c on los jesuitas. Mi madre ha juzgado muy naturalmente indecente que sus hijos fueran a la escuela primaria! Yo no he d ejado ha mi institutriz sino para entrar en tercero, al colegio de los jesuitas de Sarlat donde mi padre y mi abue lo me haban precedido (F. Ceyrac, in A. Harris et A. de Sdouy, op.cit., p.47). Pierre Bourdieu La Nobleza de Estado. Grandes escuelas y espritu de cuerpo. Cuarta Parte: El camp o del poder y sus transformaciones. 19 distincin social que la enseanza privada est preparada a suministrarles, o, en rigo r, las garantas de competencia tcnica que permiten al patrn de segunda generacin imponerse delante de su personal tcnico, aquellos por ejemplo que otorgan la Ecole central, institucin directamente acondicionada para responder a las expectativas del patronato tradi cional, o las pequeas escuelas de ingenieros20. La deploracin de la incapacidad de los diplomas es uno de sus tpicos favoritos. As, cuando se le interroga sobre la formacin de sus directores, Marcel Fournier, fundador y PDG de la sociedad Carref our, que, despus de sus estudios

secundarios en el colegio de Mongr en Villefranche-sur-Sane, trabaj en la mercera pa terna, primero como , luego como , antes de fundar con Denis Defforey la soc iedad Carrefour (el primer supermercado fue abierto en Annecy en 1960), explica: (Face face avec Marcel Fournier par R. Priouret, LExpansion, juin 1 973, pp.221). La misma visin de Andr Blanchet que, despus de haber seguido los cursos de una escuela profesiona l, que se convirti despus en el liceo tcnico Diderot, entr a los diecisiete aos en Brandt y Fouilleret, construc tores de equipamiento elctrico industrial, antes de fundar en 1924 (con su hermano Pierre, y con Jules Sarrasin , ex alumno de Arts et Mtiers y Michel Le Gouellec del instituto electrotcnico de Grenoble) la Tlmcanique lectrique: (...). [Un ingeniero de gran escuela], (Cf. R. Priouret, La France et l e management, Paris, Denol, 1968, pp.251-252, Interview dAndr Blanchet). Se objetar que los discursos hostiles a los ttulos y a los titulados no son menos frecuentes en el otro extremo del espacio patronal, entre los fanticos del (man development) de las ms g randes empresas que se rehusan a tratar el diploma como el criterio exclusivo de reclutamiento (cf. por ejemplo J. Fontaine, , LExpansion, 109, juillet-aot 1977,pp.66-71) . De hecho, estas profesiones de fe modernistas son contradichas de mil formas: es as que, interrogados sobre e l valor que conceden al diploma para el acceso a los diferentes puestos de la empresa, los mismos responsables ( que otorgan al diploma una importancia determinante para el reclutamiento de personal principiante) ponen e n primer rango, como en la realidad, el X y el ENA cuando se trata de puestos de direccin, el ENA y HEC para los puestos financieros, HEC y los ESSEC para los puestos comerciales, Centrale para la produccin, Sciences Po p ara la direccin de personal (ibid. P.68). Y se sabe por otra parte que las propiedades escolares del conjunt o del personal de la empresa tienden a variar muy estrechamente como las propiedades de los PDG, que tienden tanto ms a rodearse de portadores de ttulos, lo ms frecuentemente idnticos a los suyos, cuanto ms diplomas tienen ellos m

ismos21. 20 Maurice Lvy-Leboyer muestra que la Escuela central que acoga, sin que tuvieran que sufrir una verdadera seleccin antes de 1866, gente joven nacida en un 80% en medios acomodados, principalmente de la industria, y le preparaba a travs de un curso donde las ciencias no ocupaban ms del 15% del horario, contra 37% en la Escuela politcnicapara las carreras de la industria (a razn de 40% del efectivo entre 1829 y 1885), a aq uellas de caminos de fierro (27%), los trabajos pblicos (9%) o incluso a las profesiones de ingeniero-conseje ro (16%) o de enseanza (4%) (M. Lvy-Leboyer, Le patronat franais a-t-il t malthusien?, Le mouvement social, 88, juil let-septembre 1974, pp.1-49), continu reclutando principalmente dentro de la burguesa de negocios incluso despus de la instauracin de un concurso de ingreso: por ejemplo entre 1900 y 1925, 77.9% de los alumnos son ori ginarios de (caseros, propietarios, industriales, negociantes, profesiones ), c ontra 45.4% en la Escuela politcnica en 1925. 21 Los fenmenos de racimo que favorece la cooptacin entre exalumnos de la misma es cuela, y que hacen que las luchas de sucesin alrededor de la posicin de PDG movilicen a menudo al conjunto de mandos de diferentes orgenes escolares, directamente interesados en el xito de uno de los suyos, se obs ervan casi en todas partes. As, en Saint-Gobain-Pont--Mousson, cuyo PDG en 1972 es Roger Martin, politcnico e ingenie ro del cuerpo de Minas, se Pierre Bourdieu La Nobleza de Estado. Grandes escuelas y espritu de cuerpo. Cuarta Parte: El camp o del poder y sus transformaciones. 20 El derecho de sucesin no transmisible que asegura la escuela no es, para el patro nato familiar, sino un en el peor de los casos que se intenta asegurar cuando la empresa familiar est amenazada o no puede ya ofrecer puestos a todos los miembros de la familia, o un sustituto cuya adquisicin no se impone sino cuando el derecho de propiedad hace falta. Como test igo, esta estadstica22: contaba el mismo ao, entre los diecisis directores, cinco politcnicos (de los cuale s tres salieron en el cuerpo de Minas), dos exalumnos de la Escuela normal superior de la calle Ulm (del cual un o haba tembin hecho el ENA). Por el contrario, en Boussois-Souchon-Neuvesel cuyo PDG, Antoine Riboud, se jact a de buena gana de haber salido de la Escuela superior de comercio de Pars, sobre diecisis directores no se contab a ms que un politcnico y ningn alumno de la Escuela normal superior o de la Escuela nacional de administracin. E n la sociedad Kodak-Path, cuyo PDG, Paul Villaume, es exalumno de HEC, cinco directores de nueve salieron de es ta escuela, y el equipo dirigente no comporta ningn exalumno de Polytechnique, de la ENA o de la ENS. Y todava podram os multiplicar los ejemplos. 22 J. Saglio, Qui sont les patrons?, Economie et humanisme, 236, juillet-aot 1977 , pp.6-11. Pierre Bourdieu La Nobleza de Estado. Grandes escuelas y espritu de cuerpo. Cuarta Parte: El camp

o del poder y sus transformaciones. 21 Estatuto fundador heredero heredero 2 gen o ms sin parentesco jefe de establecimien to en conjunto Nivel escolar % % % % % % Inferior a bachillerato 81 50 26 19 15 40 Enseanza sup No cientfica 9 28 26 10 9 16 Enseanza sup Cientfica 9 17 39 67 73 40 Enseanza sup Doble 6 9 5 3 4 Dentro de esta poblacin de 141 jefes de empresas y de establecimientos de la regin RhneAlpes, se observa que el capital escolar que tiende a aumentar a medida que los vnculos con el fundador se debilitan constituye la condicin de acceso casi obligado (en ms de 2/3 de los casos) para aquellos que no tienen ningn vnculo con l. Dicho de otro modo, si el capital e scolar no es indispensable para crear una empresa, se vuelve ms necesario (se trata lo ms frecu entemente de diplomas de derecho) cuando se trata de conservarla o acrecentarla y es casi ind ispensable para acceder a su direccin una vez que est plenamente desarrollada23. La facilidad dada a los jefes de empresa de asegurar la posicin de sus hijos est s in duda al principio, paradjicamente, del ocaso de numerosas empresas familiares, no solamen te en razn del incremento de cargas salariales que resulta de la multiplicacin artificial de los hereditarios nacida de la multiplicacin ficticia de los puestos destinados a here deros ms o menos de cubrirlos, sino tambin porque ello permite rechazar hasta el ltimo lmite, es decir hasta el absurdo y el fracaso, toda reconversin de al menos una pa rte de los herederos a otras estrategias de reproduccin, por ejemplo todas aquellas que supo nen la acumulacin de capital escolar24. 23 Nuestra propia emcuesta permite verificar esta hiptesis: la tasa de detentores de ttulos de enseanza superior entre los dirigentes crece muy fueertemente cuano se va de las empresas de control fam iliar, a las empresas tecnocrticas o a las empresas nacionalizadas. 24 Reconversin tanto ms difcil cuanto ella supone una conversin de toda la visin trad icional de la empresa, en particular de la fe en la formacin sobre la tarea y del desdeo a los estudios que,

en ms de un caso, la hacen impensable. Las familias textiles del norte eran muy prolficas y haban conservado e l hbito, adquirido en el curso Pierre Bourdieu La Nobleza de Estado. Grandes escuelas y espritu de cuerpo. Cuarta Parte: El camp o del poder y sus transformaciones. 22 El modo de reproduccin de componente escolar En el modo de reproduccin caracterstico de las grandes empresas burocrticas, el ttul o deja de ser un atributo estatutario (como el diploma de derecho de un Rothschild) para c onvertirse en un verdadero derecho de entrada: la escuela bajo la forma de gran escuela- y el cuer po, grupo social que la escuela produce en apariencia ex nihilo y, de hecho, a partir de p ropiedades tambin vinculadas a la familia, toman el lugar de la familia y del parentesco, jugando la cooptacin de los condiscpulos sobre la base de solidaridades de escuela y de cuerpo, el rol que re cuerda al nepotismo y a las alianzas matrimoniales dentro de las empresas que tienen el pr ivilegio de la transmisibilidad de privilegios. Se observa as que la porcin de los detentores de ttulos de enseanza superior entre l os dirigentes de las ms grandes sociedades industriales, comerciales o bancarias aumenta muy fuertemente cuando se pasa de sociedades de control familiar (es decir en las cuales las acciones son retenidas en una parte importante por una familia) a las sociedades tecnocrticas (i.e. en las cuales el capital est disperso entre un gran nmero de organismos, sociedades o individuos) o a las empresas nacionalizadas: solamente 3% de los PDG de sociedad es de control familiar declaran haber obtenido dos diplomas de enseanza superior o ms contra 35% de los PDG de fil iales extranjeras, 73% de los PDG de sociedades de control tecnocrtico y 74% de las sociedades controladas por el Estado; los primeros han hecho ms frecuentemente sus estudios secundarios en establecimientos privados de provincia, particularmente en el Collge des Roches (sea para el conjunto de establecimientos privados de provincia , 31%, 18%, 20% y 7%). Y el mismo sistema de diferencias se encuentra en la naturaleza de los ttulos obtenido s, la proporcin de detentores de ttulos ms prestigiosos (como X Minas) aumenta muy fuertemente cuando se va de empr esas a las empresas . Tabla: El capital escolar de los PDG segn la forma de control Forma de control estud ios secu ndari os o super iores no termi nado s

slo derec ho pequ ea escu ela de ingen iera letras , cienc ias, medi cina Cent rale, Mina s de Pars , Nanc y, Saint Etien ne Scie nces Po Hec u otra escu ela de come rcio slo Polyt echni que Polyt echni que, Mina s, Puen tes Total familiar (n 82) 21.5 18 19 4 9 15 7.5 1 5 100 extranjera (n 42) 10 17 7 5 7 10 19.5 14.5 10 100 tecnocrtica (n 45) 4.5 6.5 2 - 15.5 38.5 2 - 31 100 del siglo XIX, de hacer entrar en el negocio a los hijos y los yernos; esta acti tud, valiosa durante las fases de

expansin, en que los puestos de direccin se multiplicaban, con la creacin de nuevos establecimientos, se volva muy peligrosa cuando haba que reducir el nmero de unidades de produccin (M. Battiau, Les industries textiles de la rgion Nord-Pas-de-Calais, t.II, thse, Lille, 1976, p.417). Y el mismo autor mue stra ms all el efecto paralizante que ejercan sobre la direccin los que tenan parte, a menudo muy numerosos, que se a sociaban en ocasiones a la direccin para evitar los conflictos: Se encontraban diez, quince primos o ms, que e staban asociados; cada rama de una de las familias se volva propietaria de un puesto de responsabilidad, por no decir de un feudo. Se conclua fcilmente en la formacin de un reclutamiento pletrico>> (p.418). Pierre Bourdieu La Nobleza de Estado. Grandes escuelas y espritu de cuerpo. Cuarta Parte: El camp o del poder y sus transformaciones. 23 Estado (n 31) 3 16 - 3 - 36 - 10 29 100 Las estrategias por las cuales los grandes cuerpos defienden su capital social o bedecen a una lgica totalmente semejante a la de las familias y ello se comprende puesto que, en los dos casos, el valor de cada uno de los miembros depende del aporte de todos los otro s y de la posibilidad de movilizar prcticamente el capital as reunido, as pues de la solidari dad real entre los miembros del grupo. As, cada vez que un miembro del grupo que se apropie una alta funcin, el capital social y el capital simblico de todos los dems se encuentran reforzados y, como se dice, sus acciones suben. Se podra as establecer una suerte de contabilidad del capi tal global de los diferentes cuerpos inspirndose en la tabla de equivalencias entre los peso s sociales que propone un observador enterado: 25. Se s igue que el capital de los grandes cuerpos, como el de las familias, no puede ser abandonado al azar de las iniciativas individuales y que no puede escapar a las amenazas permanentes de de valuacin y de descrdito sino a condicin de ser objeto de una vigilancia constante y de una gestin racional: cada cuerpo tiene un dirigido por un > o , que vela sobre las decisiones de los politcnicos y >26. Toda estrategia de reproduccin implica una forma de numerus clausus. Ella cumple en efecto funciones de inclusin y funciones de exclusin que concurren a mantener constante e l volumen del cuerpo, limitando ya sea el nmero de productos biolgicos del cuerpo (pero slo l

a familia puede as controlar, en ciertos lmites, estrategias de fecundidad), ya sea el nmero de individuos habilitados a formar parte (de manera que se evite que excedan el nmero de posici ones cuya ocupacin condiciona el mantenimiento dentro del cuerpo), y excluyendo al mismo ti empo, con su asentimiento, a una parte de los productos biolgicos del cuerpo, as rechazados hacia otros universos o mantenidos en un estatuto ambiguo o amputado -es, en el caso de la a ristocracia del Antiguo Rgimen, el celibato de las hijas relegadas en instituciones religiosas o en la partida del menor de la familia, consagrado a la Iglesia). En el modo de reproduccin familiar, la responsabilidad de estos ajustes incumba a la familia. Con el modo de reproduccin de componente escolar, al cual los patrones tecnocrticos deben su posicin, ste pierde el dominio de las elecciones sucesoriales y el poder de designar l mismo los hereder os. La diferencia fundamental entre los dos modos de reproduccin reside en la lgica pr opiamente estadstica del modo de reproduccin de componente escolar. A diferencia de la trans misin directa de derechos de propiedad entre el detentor y el heredero designado por e l detentor mismo, la transmisin operada por el intermediario de la escuela reposa en la agregacin es tadstica de acciones aisladas de agentes individuales o colectivos y asegura a la clase en s u conjunto propiedades que niega a tal o cual de sus elementos tomado separadamente27. La e scuela no puede contribuir a la reproduccin de la clase (en el sentido lgico del trmino) sino sacrificando a ciertos individuos de la clase que ahorraran un modo de reproduccin dejando a la familia el pleno poder sobre la transmisin. La contradiccin especfica del modo de reproduccin q ue esta 25 J.A.Kosciusko-Morizet, La mafia polytechnicienne, Paris, Seuil, 1973, p.99. 26 J.A.Kosciusko-Morizet, op.cit., p.125. 27 Sobre la estadstica y el axioma de omni et nullo, ver G. Bachelard, Le nouvel esprit scientifique, Paris, PUF, 1934, pp. 113-134. Pierre Bourdieu La Nobleza de Estado. Grandes escuelas y espritu de cuerpo. Cuarta Parte: El camp o del poder y sus transformaciones. 24 caracteriza reside en la oposicin entre los intereses de la clase que la escuela sirve estadsticamente y los intereses de miembros de la clase que sacrifica, es decir n o solamente aquellos que son llamados los sino tambin los detentores de ttulos que dan derecho - es decir en el estado anterior de la relacin entre los ttulos y los puestos- a una profesin burguesa que, frecuentemente porque no son salidos de la clase, no pueden hacer honrar esos ttulos en el mercado. Tan largo tiempo como la familia b urguesa tiene el control de su propia reproduccin social y puede as ajustar el nmero de aspirante

s legtimos al nmero de puestos a proveer, la sobreproduccin de detentores de queda como un accidente y tiende a mantenerse dentro de lmites razonables, por el hecho de que sanciones econmicas golpean la transgresin. La sobreproduccin, con todas las contra dicciones que implica, se vuelve una constante estructural cuando, con el modo de reproduc cin de componente escolar, oportunidades tericamente iguales son ofertadas a todos los < > (chicas tanto como chicos, primognitos como menores) de obtener ttulos escolares, al mismo tiempo que el acceso de no herederos a estos ttulos aumenta tambin (en cifras absolu tas), como en Francia desde hace dos dcadas, y la eliminacin brutal, desde el ingreso en la enseanza secundaria, cede el lugar a una eliminacin suave, es decir progresiva, continua, pues lenta y costosa, que no puede hacerse aceptar y reconocer sino a condicin de dejar aument ar el nmero de sobrevivientes originarios de las regiones dominadas del espacio social. Las estrategias que las vctimas de este instrumento de reproduccin estocstica puede n oponer, ya sea que se trate de estrategias compensatorias de tipo individual o de estrategias colectivas de rei vindicacin o de subversin (de la cual el movimiento de mayo del 68 represente la forma ejemplar), son actualmente uno de los factores ms importantes de la transformacin de las estructuras sociales: son por un lado las estrategias ind ividuales de recuperacin ofrecidas solamente a aquellos que pueden encontrar en un capital social de relaciones her edadas el medio para suplir la ausencia de ttulos o de sacar el mximo rendimiento de los ttulos posedos dirigindose hacia las profesiones refugio de las regiones todava poco burocratizadas de la espacio social donde las disposiciones sociales cuentan ms que las especficas escolarmente garantizadas; son tambin las estr ategias colectivas de reivindicacin enfocadas a hacer valer los ttulos y a obtener la contrapartida que les era asegurada en un estado; y los unos y los otros se conjugan para favorecer la creacin de un gran nmero de posicio nes semi-burguesas, salidas de la renovacin de la definicin de posiciones antiguas o de la de posicio nes nuevas, y hechas para permitir a los desprovistos de ttulos escapar a la salida de su cla se social y a los obtener una contrapartida cercana a sus ttulos devaluados. Sin duda el modo de reproduccin escolar tolera una deformacin de la estructura soc ial mayor que el modo de transmisin familiar y sus procedimientos simples de transmisin dire cta; pero, debido a que los mecanismos de transmisin estn en sta doblemente ocultos, la simula cin que opera la agregacin estadstica se duplica con la simulacin de la transmisin directa d el capital cultural que sesga la estadstica, la transmisin escolar compensa su menor rendimie nto reproductivo por una eficacia superior en la simulacin del trabajo de reproduccin: muy cercano en apariencia a un sistema de redistribucin estocstico que conducira inevitablement

e a una redistribucin de las posiciones en cada generacin, el sistema de enseanza funciona con la imparcialidad aparente de un tiro de suerte en realidad sistemticamente sesgado, produciendo en toda inocencia efectos que son infinitamente ms cercanos, en todo caso, de aquell os que aseguraban la transmisin por herencia directa que de la redistribucin al azar28. 28 El concurso annimo, corazn de la ideologa de la igualdad de oportunidades que se ha convertido en uno de los fundamentos de la legitimidad burguesa, se opone a la transmisin hereditaria, al reclutamiento por relaciones, al nepotismo y a todos los mecanismos de cooptacin fundados en el interconocimiento como se opone al matrimonio arreglado por las familias, la libre eleccin, a la casualidad de encuentros de fa cultad y al grado de la afinidad de los Pierre Bourdieu La Nobleza de Estado. Grandes escuelas y espritu de cuerpo. Cuarta Parte: El camp o del poder y sus transformaciones. 25 La delimitacin de lo que es legtimamente transmisible y de las maneras legtimas de conservarlo y de transmitirlo es, a cada momento, la apuesta de luchas larvadas o declaradas. La crtica subvers iva tiende a restringir siempre primero la esfera de lo que es legtimamente transmisible por la revelacin de lo ar bitrario del modo de transmisin en vigor y de las motivaciones interesadas de las sociodiceas enfocadas a justif icarlo. Este reforzamiento de la vigilancia crtica (al cual la ciencia social contribuye en una gran parte) y de l os controles institucionales de la transmisin (leyes sucesoriales, etc.) es uno de los factores que contribuyen a fa vorecer la regresin de estrategias eficaces y poco costosas, pero declaradas, como la transmisin en lnea directa, en beneficio de estrategias que, como la inversin escolar, aseguran una transmisin disimulada, hasta totalmente desconoc ida en tanto tal, luego perfectamente reconocida y legtima, pero a costa de un may