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Bruno Dente
PORTFOLIO DE CURSADA
Comunicación Oral y Escrita
Pedro Dardo Guillaume Dozo
Dente Bruno
Diseño Gráfico
0088486
15/06/2016
Bruno Dente
2016/03/09
DIFERENCIAS Y COINCIDENCIAS ENTRE LA COMUNICACIÓN ORAL Y ESCRITA
En el sujeto de la comunicación, hay dos formas principales que esta puede tomar, en lo
que concierne al diseño: la forma oral, transmitida a través del sonido, la palabra hablada
personalmente; y la forma escrita, transmitida de forma visual, la palabra escrita. Estas
dos formas presentan, necesariamente, un número de diferencias y coincidencias, por lo
que es de esperar que cada una sea una herramienta ligeramente diferente, siendo una
más adecuada que la otra para determinados objetivos y problemas, y siendo el uso
correcto de cada una sujeto a normas ligeramente diferentes.
Coincidencias:
La comunicación y sus partes. Tanto la forma oral como la escrita son formas de
comunicación, y por lo tanto están sujetas a las mismas características técnicas: la
relación emisor-receptor, el mensaje a transmitir (el objetivo), el medio y el lenguaje, los
filtros, y también los ruidos de comunicación.
Estructura. En general, para que la comunicación sea eficaz y de fácil comprensión
se utiliza una estructuración general de la información en forma de la secuencia: Principio,
Desarrollo, Conclusión.
La limitación por el idioma. A diferencia de la comunicación puramente visual, tal
como las artes gráficas, o la música, las cuales son universales al ser humano, la
comunicación oral y escrita, al darse a través de la palabra, tienen un alcance limitado por
los muchos idiomas utilizados por distintos grupos de personas. Si bien puede realizarse
una traducción a un idioma diferente al original, el significado original del mensaje puede
fácilmente perderse en este proceso.
Diferencias:
Universalidad. La comunicación verbal es adquirida por casi todas las personas
como parte de su aprendizaje primario natural; se adquiere por imitación directa de los
familiares del sujeto, y luego de la sociedad. En cambio, la escritura requiere una
educación extra, focalizada y extensa, y hay aún, especialmente en las zonas más
alejadas y las clases más pobres, casos de analfabetismo.
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Bruno Dente
La comunicación verbal posee componentes extra tales como el lenguaje corporal,
la inflexión, el tono de las palabras, las cuales no son capaces de ser reproducidas
fielmente en la forma escrita. Asimismo, estos componentes, llamados áuricos, hacen que
cada acto de comunicación oral en persona sea único e irrepetible, ya que si bien un
discurso puede memorizarse palabra por palabra, el resto de los componentes de este
acto produce una complejidad difícil de reproducir.
En contraste, el texto escrito es más simple en cuanto sólo está compuesto por la
palabra, sin componentes áuricos, y posee constancia y permanencia.
La comunicación oral posee inmediatez con el receptor; el emisor está al mismo
tiempo recibiendo una retroalimentación por parte del primero, en forma de expresiones
corporales o incluso un intercambio verbal, lo cual le permite adecuar su mensaje o su
forma de acuerdo al resultado que busca transmitirle al receptor. En cambio, en la
comunicación escrita el receptor es invisible, y el mensaje se envía completo y de una
pieza, imposibilitando esta adecuación “al vuelo”, por lo que el mensaje debe ser
previamente considerado tanto en su forma como su contenido.
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Bruno Dente
2016/03/16
EL RADIOTEATRO
Contenidos aplicados en el trabajo:
Vocalización. Proyección de la voz. Matices e intenciones. Escritura y redacción.
Imaginación. Integración e interrelación, adaptación, compromiso.
Desarrollo:
La consigna del trabajo práctico fue crear e interpretar una obra corta para
radioteatro de forma grupal, con los objetivos de que cada integrante debía interpretar al
menos a un personaje, y debía tener una duración de alrededor de 5 minutos. Para esto
se separó la clase en tres grupos, entremezclando los integrantes de la clase; al final de la
clase, cada grupo interpretaría su obra de radioteatro, con el resto del curso mirando en la
dirección opuesta.
Reflexión:
Algunas partes del trabajo práctico tienen una conexión evidente con la materia; la
necesidad de utilizar la voz de manera potente y clara, la necesidad de actuar un
personaje de manera convincente, adaptarse a esa situación diferente para transmitir el
mensaje de forma exitosa. Por supuesto, el hecho de trabajar en grupo con personas
poco o nada conocidas, con restricciones de tiempo y encarando un trabajo que
probablemente sea completamente nuevo para la mayoría, presenta desafíos extra a
superar por medio del diálogo, participación, y acuerdo con los demás.
Por otra parte, la construcción de la obra misma es un ejercicio de creación y
redacción. Si el hecho de interpretar al personaje es un acto netamente de comunicación
oral, la formación sólida de un personaje coherente consigo mismo, con una personalidad
y por lo tanto un vocabulario y modismos propios, es fundamental para toda obra de
ficción más allá del medio.
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Bruno Dente
2016/03/23
LOS LIBROS
Contenidos aplicados en el trabajo:
Oralidad, proyección de la voz, y vocalización, a través del discurso expositivo.
Integración y desinhibición al exponer los gustos personales y el razonamiento detrás de
ellos.
Desarrollo:
Cada uno de los integrantes del curso, por turno, expuso el libro que había
elegido para la clase, una breve reseña, la razón de esta elección, y una cita del mismo.
Libro elegido: J. L. Borges. Ficciones.
Cita: “Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de
bambú sumirse en el fango sagrado, pero a los pocos días nadie ignoraba que el hombre
taciturno venía del Sur, y que su patria era una de las infinitas aldeas que están aguas
arriba, en el flanco violento de la montaña, donde el idioma Zend no está contaminado de
griego, y donde es infrecuente la lepra.”
Reflexión:
Más allá de los temas generales universales a la cursada (vocalización, discurso,
oralidad), resulta especialmente interesante y enriquecedor observar las elecciones
literarias de los otros, y especialmente las justificaciones, las cuales resultan indicativas
de aspectos muy profundos de la personalidad de cada persona. En especial, en el raro
caso en que dos personas eligen el mismo libro por azar, por razones diferentes, y
realizan lecturas diferentes del mismo. Si bien esto puede resultar normal en textos cuyo
mensaje es profundo y críptico, creo que es una característica común a todas las artes
que cada persona pueda hacer una apropiación, una lectura individual, y agregar al
“objeto” del arte parte de su propio “sujeto”.
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Bruno Dente
2016/03/30 (AUSENTE)
TEXTO INFORMATIVO Y TEXTO LITERARIO
Contenidos aplicados en el trabajo:
Funciones de los textos. Producción de textos de distintos tipos en base al mismo
punto de partida.
TEXTO INFORMATIVO
La pieza es una obra de arte digital por Leonid Kozienko. En ella se muestra un paisaje al
atardecer, con un primer plano de un hombre sentado al borde de un acantilado.
El hombre tiene el pecho descubierto y está adornado con collares y brazaletes de
plumas, lo que parece indicar que es miembro de un pueblo originario de ese lugar. En
segundo plano se observan montes rocosos elevados con cimas planas, quebrados por
un cañón profundo y marcados por las luces y sombras duras del atardecer. En último
plano se observa el brillo de un río muy lejano en el fondo del cañón, la muralla de las
montañas del otro lado del mismo, y el sol rojizo poniéndose entre las montañas. Más
arriba, el cielo está oscurecido y marcado por unas pocas nubes y las pequeñas siluetas
de unas aves lejanas.
La figura del hombre está mayormente en sombras, y parte de esta sombra se confunde
con la roca donde está sentado; su postura es relajada, como si estuviera meditando,
descansando, u observando. La perspectiva del cuadro hace que su silueta se alce sobre
las montañas en el segundo plano, otorgándole importancia y creando la impresión de
que este hombre está en su hogar, en sus propias tierras.
La luz del atardecer ilumina la escena en tonos predominantemente rojizos; la distancia
de la línea montañosa está acentuada por un efecto atmosférico en dos pasos, lo cual
junto con la iluminación y la silueta quebrada de las montañas contribuye a volver incierta
la línea del horizonte.
En general, la imagen produce emociones tales como calma, calidez, monumentalidad, y
una idea de unión del ser humano con la naturaleza. La escena es puramente natural, y
por sus elementos resulta imposible decir si pertenece a un tiempo miles de años en el
pasado, o al presente en un sitio alejado o una reserva natural.
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Bruno Dente
TEXTO LITERARIO
Me llaman Águila Grande. Hasta el día de hoy, nunca supe por qué.
Mi pueblo sabe que los nombres son mágicos; yo no elegí el mío, ni fueron mis
padres quienes lo hicieron. Mi nombre me eligió a mí, cuando aún era un espíritu sin
forma, nadando en el océano de estrellas más allá del horizonte, viendo sin ojos, oyendo
sin oídos, y aún así sabiendo el día exacto en que yo nacería.
Mi nombre muestra que yo nací para mandar, tal como mi padre, Búfalo Feroz, y mi
abuelo, Toro Bramador. Pero yo nunca había hallado en mi espíritu la llamada de mi
pueblo, el impulso que había guiado a mis ancestros en la enorme responsabilidad de
mantener la tribu con vida. Por eso, guiado por los sabios chamanes, cuando sintieron
que el espíritu de mi padre ansiaba desprenderse de su cuerpo y desplegar sus alas
invisibles una vez más, dejé nuestras tierras en un peregrinaje. Debía buscar el camino
oculto a la tierra de los espíritus de mi gente, donde podría conversar libremente con mi
verdadera esencia, aquella que durante tantos años había permanecido muda en mi
interior, negándose a revelar mi propósito.
Durante siete días y siete noches viajé incansablemente. Viajé a pie, para demostrar a
los espíritus -que sin duda me observaban- que yo era digno de llevar el peso de mi
pueblo. Viajé sin agua ni alimentos, para demostrar a los espíritus que yo conocía los
tesoros secretos de aquellas brutales tierras rojas. Viajé sin dejar huellas de mi paso, para
demostrarles que yo sabía cómo mantener a mi pueblo a salvo.
Pero viajé con un rumbo certero: el horizonte, aquel lugar donde la tierra termina y
deja paso al océano de estrellas; ese lugar donde los espíritus toman su verdadera forma,
donde los pies adquieren alas y las distancias se difuminan.
Y fue al atardecer del octavo día que me hallé en la cima de los Montes Sin Cabeza,
aquel lugar sagrado donde el antiguo K’chitzli había forjado su gran hacha, partiendo la
tierra y allanando las cimas. Sentí en mí un gran temor al presenciar la realidad de aquella
historia de siglos, viendo recortadas contra el cielo enrojecido las siluetas de aquellas
titánicas cumbres, cortadas al ras por el hierro divino.
El vértigo se apoderó de mí. Reconociendo mi debilidad, me obligué a arrodillarme al
borde mismo de un desfiladero, y fijé los ojos en el río que corría allí debajo. Yo sabía que
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Bruno Dente
las aguas allí eran bravas y poderosas, pero en la inconmensurable profundidad que me
separaba de ellas, se me antojaban tan finas como el cabello de una joven.
Cerré los ojos y respiré profundamente, llevando al seno de mi ser el aroma de
aquellas, nuestras tierras. Recordé la vieja historia; la roca partida daba testimonio del
poder del hacha con la que nuestro protector K’chitzli derrotó a los gigantes y los echó por
siempre de nuestras tierras.
Este recuerdo me llenó de vigor y borró de mi ser el vértigo y el miedo. Abrí entonces
mis ojos, y llené mi visión con la verdad: en aquella hora mágica, la tierra roja se unió con
el rojo firmamento, y el horizonte desapareció. Con el corazón latiendo ferozmente, supe
así que había llegado a mi destino. El sol siguió su curso, hundiéndose en aquel océano
del color de la sangre y el fuego, y no tuve dudas de que había sido aquella la forja del
gran hacha.
Fue entonces que recordé mi nombre. Y que mi nombre se acordó de mí.
No hubo necesidad de preguntas, porque ya no buscaba a mi espíritu. Abrí mis alas, y
su sombra trajo la noche sobre toda la tierra. Sobre mí, el océano de estrellas se abría en
su infinita gloria. Debajo de mí, vi los ríos, las montañas, los mares. Conocí en mí el
nombre secreto de cada ser, cada estrella, cada nube y cada roca. Quise para mi pueblo
toda aquella belleza. Y viajé...
Al noveno día, desperté en medio de mi tribu. No me extrañó ese misterio. Me erguí
entre mi pueblo, y ellos agacharon sus cabezas al ver en mis ojos aquella verdad:
Yo soy el Águila Grande.
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Bruno Dente
2016/04/06
EL PRODUCTO/SERVICIO INVENTADO
Contenidos aplicados en el trabajo:
Creatividad. Espontaneidad. Impacto, persuasión. Oralidad, proyección de la voz,
vocalización, postura.
Desarrollo:
El objetivo era, en un tiempo limitado, y en grupos reducidos, idear un producto o
servicio que no existiera y “venderlo” al resto del curso mediante una exposición oral. El
foco del trabajo práctico fue realizar la presentación de manera que tuviera impacto,
convenciendo al público de la utilidad de este producto o servicio.
Reflexión:
La práctica resulta interesante como un ejercicio en creatividad y desarrollo rápido
de ideas en equipo, además de división del trabajo ya que la presentación debe ser dada
en partes aproximadamente iguales por los integrantes. Por lo demás, el estar parado
frente al resto de los integrantes de la cursada hace necesaria una integración de la
postura corporal con el mensaje, lo cual no siempre es espontáneo.
2016/04/13
VOCES NARRATIVAS Y ANÁLISIS DE CUENTOS
Contenidos aplicados en el trabajo:
Análisis de las distintas voces narrativas, recursos literarios, análisis de textos de
Cortázar y de Borges.
Reflexión:
Siempre resulta enriquecedor, especialmente desde el punto de vista de un
creador/comunicador, el análisis crítico de una obra de arte, desarmando el todo en sus
componentes, su mensaje, observando la conexión entre el objetivo y los recursos
empleados. Los casos analizados en este ejercicio fueron ambos complejos aunque por
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razones diferentes; el de Cortázar por sus tramas múltiples que se mezclan, apoyada esta
unión por elementos comunes tales como diversas alusiones a la sangre, y divididas por
el cuidadoso uso del ambiente y la descripción de entornos comunes de formas distintas.
Por otro lado, el texto de Borges es, como es común a este autor, complejo en la
estructura misma de las frases, además de darse la posibilidad de múltiples lecturas, capa
sobre capa, del texto. Se presenta aquí también, en mi caso personal, otro ejemplo de
cómo el sujeto, el público, afecta al arte sin tocarlo: si bien la obra analizada describe a
Shakespeare sin nombrarlo hasta el final, mi propia lejanía con el poeta inglés me impidió
realizar esa lectura del texto. En cambio, me figuré al “protagonista” como una metáfora
viviente de la potencia y la multiplicidad del ser humano: cómo una persona puede tener
innumerables caras y que ninguna de ellas sea su verdadero ser. Incluso, me pareció
hallar en el espíritu de este protagonista una alusión al Zen.
Habiendo sido luego revelado el propósito original del autor, no me queda menos,
como reflexión final, que hallarme enfrentado a la dicotomía de si el “significado” de una
obra de arte es el que el autor quiso darle, o el que el público halla en ella, un dilema para
el que no creo que haya una única respuesta.
2016/04/20 (AUSENTE)
LOS PROFESORES
Contenidos aplicados en el trabajo:
Presentación oral grupal: vocalización, proyección de la voz, unidad del mensaje
verbal/no-verbal, trabajo en equipo. Exposición informativa/didáctica. Puntos a tener en
cuenta para una exposición oral, errores comunes.
2016/05/04
LA LETRA DE LA CANCIÓN
Contenidos aplicados en el trabajo:
Unidad expresiva en acción: verbalidad, gestualidad, proyección de la voz.
Entrenar con la dificultad.
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Bruno Dente
Desarrollo:
El trabajo en sí fue simple: tomar la letra de una canción y despojarla de la
musicalidad, recitándola en forma de prosa.
Canción utilizada: Los Fronterizos, “La Salamanca”.
Letra editada:
“Con la diabla en las ancas, Mandinga llegó, azufrando la noche lunar. Desmontó
del caballo, y el baile empezó con la cola marcando el compás.
Un rococó de la isla cantaba su amor a una sapa vestida de azul, y carboncillo
bailaba, luciendo la flor que a los ciegos devuelve la luz.
Socavón donde el alba se muere al salir, Salamanca del cerro natal… en las
noches de luna se puede sentir a Mandinga y los diablos cantar.
Jineteando una escoba, cruzaba el añil de los cielos la bruja mayor: la lechuza en
el hombro y el gran tenedor disparándole a la Cruz del Sur.
Un quirquincho barbudo tocaba el violín, y un zorrino con voz de tenor desgarraba
el silencio con un yaraví que Mandinga a cantar le enseñó.
Socavón donde el alba se muere al salir, Salamanca del cerro natal… en las
noches de luna se puede sentir a Mandinga y los diablos cantar.”
Reflexión:
En el contexto del concepto del “entrenar mediante la dificultad”, es curiosamente
notable lo complejo que resulta este ejercicio en contraste con su aparente simplicidad. Si
bien parece evidente que alguna canciones se prestarán más a la transformación a prosa
que otras, aún así el hecho mismo de dejar de lado (en la mente) la musicalidad de la
pieza al recitarla requiere de un cierto esfuerzo. Por otra parte, el requerimiento de
trabajar con los ritmos, la entonación, y las pausas para quebrar las estrofas parece
estrechamente relacionado con el ejercicio de escribir y reescribir una oración de un
trabajo escrito para cambiar ligeramente el significado o darle un ritmo más agradable.
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Bruno Dente
2016/06/01
PRESENTACIÓN DEL TRABAJO PRÁCTICO FINAL
Reflexión:
Siendo una persona dada a buscar y crear historias nuevas, la multiplicidad de las
mismas en esta clase me resultó extremadamente grata. Es una experiencia
enriquecedora el ver no sólo los hechos pasados que contribuyeron, más o menos, a dar
forma al mundo de hoy, sino también el cómo historias quizá mundanas en esencia, que
tal vez podrían ser resumidas tal vez en un minuto o veinte palabras si fueran observadas
sin interés y desde afuera, cobran un valor casi heroico en las palabras de quien está
íntimamente vinculado a ellas.
Autoevaluación:
Considero mi propia presentación adecuada y satisfactoria. Si bien hay factores
que aún no consigo controlar del todo (tales como el temblor de la voz al estar parado
frente a un público), el ser capaz de recordar los temas principales del discurso preparado
al punto de poder mantener el ritmo aunque pierda el hilo, e “interactuar” con el público
con la mirada y la gestualidad sin tener que enfocarme conscientemente en ello resultan
fuertes mejoras desde mi punto de vista. Creo también haber sido capaz de corregir o
evitar algunos errores típicos tratados en clase, o que observo en otros expositores.
En cuanto a la presentación en sí, podría haber sido más extensa; me enfoqué tal
vez demasiado al pie de la letra en el tiempo requerido a la presentación, mientras que
algunos otros alumnos, si bien se extendieron un poco más, consiguieron una exposición
más completa o menos sucinta de su historia.
2016/06/08
PRESENTACIÓN DEL LIBRO INFANTIL
Reflexión:
Una vez más se presenta una observación que se repitió numerosas veces a lo
largo de los trabajos en la cursada: la llamativa variedad, la riqueza que surge de la
multiplicidad de mentes y miradas. No hay dos trabajos que hayan sido iguales en su
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Bruno Dente
contenido o en su enfoque. Y considero también, aún en el escaso conocimiento que
tengo de los mismos por la necesariamente breve presentación, que muchos de estos
libro resultarán valiosos para los jóvenes lectores a quienes están dedicados. Espero que
las ideas que hallen en esas páginas les acompañen por mucho tiempo, tal como sé que
ha sido mi caso con muchas de las historias que he leído, y sean como una semilla que
crece de a poco y da frutos por toda una vida.
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Bruno Dente
INTRODUCCIÓN DEL TRABAJO PRÁCTICO FINAL
Habiendo sido desde muy temprana edad un ávido lector, y contando mi hogar con
una amplia biblioteca, solía pasar mis horas sumergido en ese aroma de papeles que
habían visto pasar muchas décadas. Había allí libros de fantasía, ciencia ficción, incluso
enciclopedias infantiles.
No fue hasta décadas después que descubrí, por pura casualidad, que uno de los
libros que solía leer había sido escrito por un pariente mío, Rafael Dente, hermano de mi
abuelo paterno, bajo el seudónimo de Pilo Mayo. El libro en cuestión es “Cuentos de
Hadas de la América del Sur”, un conjunto de cuentos cortos publicado en el año 1943.
Fue el descubrimiento de esta curiosa conexión con un familiar al que nunca llegué a
conocer, pero con quien comparto esa pasión por leer y escribir historias fantásticas, lo
que me impulsó a indagar en su historia.
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Bruno Dente
TRABAJO PRÁCTICO GRUPAL – LIBRO INFANTIL
MISTERIO EN LA GRANJA
Prólogo
La idea detrás de esta historia surgió de manera natural, casi azarosa, y capturó nuestra
atención colectiva inmediatamente por su potencial creativo. A lo largo del ejercicio de la
escritura, fueron surgiendo los distintos lugares, hechos, y protagonistas que le darían
vida, y los escenarios y situaciones fueron dibujándose casi por sí mismos, creciendo a
medida que en nuestro ejercicio de escritores buscábamos dar forma y contenido a esta
corta historia.
Así como para nosotros el crear fue una experiencia increíblemente enriquecedora,
valiosa y agradable, de la misma forma queremos alentar en el lector el ejercicio de la
imaginación y la creatividad, el buscar nuevas experiencias y formas diferentes de mirar el
mundo.
CAPÍTULO 1
-¿¡DÓNDE ESTÁ!? ¿Quién se lo llevó? ¿Cómo nadie se dio cuenta? Ayer cuando me fui
a dormir estaba acá, y ya no está más. Esto no puede ser, no lo puede saber nadie, esto
lo tengo que descifrar.
Pero primero, hagamos una pausa y arranquemos desde el principio de este misterio.
Meses atrás, los padres de Esteban tomaron la decisión de mudarse de la gran ciudad a
un pequeño pueblo situado en el medio del campo. Fue un cambio rotundo en la vida de
un niño de 12 años, quien dejó a todos sus amigos y sus experiencias atrás.
Esteban siempre fue un niño muy curioso y con mucha imaginación, a causa de lo cual
supo meterse en muchos problemas. Así fue que, al despertar esa mañana y encontrarse
de golpe de que el tesoro familiar había desaparecido sin rastros ni explicaciones, no lo
pensó dos veces y puso manos a la obra.
Al salir de su casa esa mañana para comenzar las tareas encomendadas por sus padres
y comenzar la búsqueda, vio pasar a su vecina, la que siempre se la pasa hablando de
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todo lo que sucede en el pueblo, y pensó en acercarse a preguntarle si había visto algo en
la noche anterior y así comenzar su investigación del tesoro familiar perdido. Hilda (su
vecina), siempre usando ese vestido verde y su sombrero emplumado, venía del
supermercado haciendo las compras para sus aves. Al verla con tanto apuro, decidió
preguntarle más tarde cuando no se encontrara tan atareada.
Esteban miró a su alrededor, ordenando sus pensamientos y organizando un plan para
encontrar el tesoro perdido. El cielo estaba encapotado y gris, y temprano en la mañana
todavía quedaba una ligera neblina que desdibujaba las construcciones a su alrededor,
pero el día anterior había sido soleado, por lo que casi no habría huellas que seguir.
Decidió entonces buscar la ayuda de su mejor amigo, Pedro, en cuya lealtad e intuición
infalibles había aprendido a confiar.
Se habían conocido pocos meses atrás; Pedro era siempre alegre, energético y curioso
tal como él, por lo que rápidamente se habían vuelto compinches y creado una gran
amistad. Eso sí, era también un poco dormilón, por lo que esa mañana Esteban tuvo que
gritarle y silbarle hasta que dejara de remolonear en su cama.
Decidieron dar una vuelta primero por las calles de su pueblo, sin tener una idea clara de
por dónde empezar, pero confiando en que pronto sus ojos ágiles encontrarían la primera
pista. En ese trayecto, Pedro intuyó una y otra vez que alguien los estaba siguiendo, pero
cada vez que se paraban a mirar para atrás, aquella figura vestida de traje gris trataba de
disimular, con actitud nerviosa y sospechosa, como escondiéndose a plena vista, sin
decidirse a encararlos o escapar.
Durante esa caminata, Pedro pregunta a su amigo:
— Esteban, ¿y si vamos directo a la estación de policía?
— ¡Que buena idea, Pedro! Por eso sos mi mejor amigo, si dale, vamos.
Pero al momento de doblar en una esquina, Pedro mira una vez más al hombre vestido de
traje gris, y se da cuenta de que es la mano derecha del mafioso más conocido del
pueblo.
— ¡Corré Esteban, el que nos sigue es Carlo “El Plumas” Costello!
Los dos salen corriendo con mucho temor, y aunque Carlo también corre tras ellos, al ver
que se dirigen a la estación de policías, decide frenarse y cambiar de dirección.
Al momento de llegar a la estación policial se les acerca un policía y les pregunta si están
bien, ya que sus caras reflejaban temor, a lo cual ellos solo asienten con la cabeza.
Esteban le pregunta entonces al policía en dónde podrían realizar averiguaciones sobre
cosas desaparecidas o hacer una denuncia sobre un robo, ya que al darse cuenta que un
maleante los venía siguiendo se le cruzó la idea de que la mafia pueblerina podía estar
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involucrada en la desaparición del tesoro de su familia. El policía, echándoles una mirada
de curiosidad con un toque de desconfianza, le responde que eso lo tendría que hacer
una persona con mayoría de edad, ante lo cual Esteban se siente frustrado por no haber
podido encontrar respuesta alguna; pero fue en ese preciso momento que recordó a
Hilda.
— Cambio de planes, — dice Esteban — ahora iremos donde mi vecina, ella seguro sabe
qué es lo que pasó ayer por la noche.
Emprendiendo rápidamente el camino de vuelta hacia la casa de Hilda, Esteban y Pedro
miran atrás de vez en cuando, nerviosamente, para asegurarse de que nadie los estuviera
siguiendo; esta vez, no ven a nadie sospechoso. Al llegar, los chicos la encuentran a su
vecina en el cerco de su casa, y Pedro se queda atrás, montando guardia, mientras
Esteban se acerca a Hilda, quien le saludaba con la mano.
— Disculpe Doña Hilda, ¿usted sabría algo de lo que pasó ayer por la noche? Me imagino
que ya se habrá enterado... lo estoy buscando por todos lados y nadie me da razón de
dónde está, fui a la comisaría del pueblo y no me dan ninguna respuesta porque no soy
mayor de edad, y quiero encontrarlo antes de que mis padres se den cuenta. Por favor
doña Hilda, dígame si usted sabe algo.
La señora, viendo la desesperación del muchacho, le responde:
— Mirá Esteban, por el pueblo hay los rumores de que Carlo tuvo una orden directa de su
jefe para que se lo lleven, esa es la única información que yo te puedo proporcionar...
¡pero ojo, eh! De mi no ha salido ni una sola palabra, no puedo meterme en problemas
con esas personas. Buena suerte en su búsqueda y tengan mucho cuidado con lo que
van encontrando en este camino.
Entonces un silencio, como si dudara un momento; y en un susurro:
— Por cierto Esteban... la Cervecería no es mala idea para continuar con tu búsqueda.
Esteban la mira fijamente un instante y luego, agradeciéndole, le asegura que así lo hará.
CAPÍTULO 2
Volviendo de la casa de Hilda, Esteban le cuenta a Pedro lo que la señora le había dicho,
y concluye:
— Claramente, tenemos que ir a la Cervecería.
— ¡Uhh! ¿Estás seguro, Esteban? ¡Es la boca del lobo!
— Sí, justamente por eso. Ya viste las cosas raras que están pasando, la gente que nos
sigue… ese es el mejor lugar para enterarnos qué están haciendo ese tipo de personas.
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Bruno Dente
La Cervecería estaba ubicada en la parte más vieja del pueblo, donde las casas estaban
en mal estado, feas y despintadas, las calles todas rotas; y en ese día gris todo parecía
aún más oscuro. A nadie le gustaba ir por ahí, y era precisamente por eso que la gente a
quien no le importaba con quién se juntaban, o no quería que le vieran, andaba siempre
por esos rumbos.
Pocos metros antes de llegar a la cervecería, ven salir al famoso Niño Rata, y conociendo
su fama de que siempre andaba escondido, husmeando, y metiéndose en donde no
debía, decidieron acercarse amistosamente y ver si podían conseguir algo de información.
— Hola Rata, justo te estábamos…
— ¡NO! Acá no podemos hablar... ¡búsquenme en la plaza!
Diciendo esto, el Niño se aleja corriendo nerviosamente. Esteban y Pedro, intrigados pero
también un poco temerosos por las miradas que estaban empezando a recibir de la gente
a su alrededor, se dirigen hacia la plaza por otro camino. Una vez allí, debajo de un árbol,
ya que el sol se encontraba justo sobre sus cabezas, vuelven a encontrar al Rata, y
Esteban decide interrogarlo inmediatamente.
— ¿Sabes algo sobre que pasó anoche en mi casa?
El Niño Rata, intentando primero hacerse el desentendido, le mira de reojo.
— Ehhh, ¿de qué me estás hablando?
Pero Pedro, sospechando, exclama:
— ¡Vos sabes exactamente de lo que te estamos hablando! Algo tenés que saber; vos
sos igual que Hilda, siempre al tanto de todo lo que sucede en este pueblo.
— Bueno, bueno... puede ser que algo haya escuchado, pero saben que todo tiene su
precio...
Esteban y Pedro, cansados de tantas vueltas, estallan
— ¡HABLA DE UNA VEZ!
— ¡Bueno, tranquilos! Todo lleva su tiempo... lo que les puedo decir ahora mismo, es que
escuché rumores por ahí, diciendo que hay movimientos extraños en la Pastelería.
Y ni bien había terminado de decir esto, tan de improviso como se lo habían encontrado,
el escurridizo joven se alejó y desapareció de su vista. Esteban y Pedro, a pesar de la
desconfianza que el Rata les generaba, consideraron su situación: no tenían más pistas
que seguir, y la Pastelería se encontraba en un lugar del pueblo muy diferente -y mucho
más agradable- que la cervecería.
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Bruno Dente
De hecho, estaba en casi la otra punta del pueblo, una zona mucho más iluminada y con
edificios más nuevos y limpios, donde uno se cruzaba a las señoras que iban y venían de
hacer sus compras; o a los chicos que jugaban solos sin ningún problema.
En el pueblo ya todos sabían que algo raro sucedía (pueblo chico infierno grande, dice el
refrán), y la tranquilidad pasó a ser un espacio de extraña calma donde los culpables ya
debían saber que estaban siendo buscados y nuestros nuevos detectives al acecho de
novedades y sedientos de información.
Sin embargo, preguntando por esa zona, nadie parecía estar al tanto de las novedades,
por lo que tanto Pedro como Esteban empezaban a perder la calma. Entonces decidieron
reformular su plan de búsqueda, y conseguir tantos aliados como sea posible a fin de dar
con los ladrones.
— Buenas tardes señoras, - empezó Esteban, entrando en la Pastelería. - mi amigo Pedro
y yo necesitamos de toda la ayuda posible para esclarecer un hecho sucedido esta
mañana en este pueblo… suponemos que Vitto está detrás de todo esto, pero
lamentablemente no tenemos información que acredite nuestras sospechas. ¿Alguien ha
visto algo extraño últimamente, ha escuchado algo o sabido algún movimiento fuera de lo
normal?
La Pastelería, normalmente ruidosa al estar siempre llena de viejas “cotorras” coquetas,
repentinamente enmudeció, y solo la dueña se animó a sugerir que siguiéramos el rastro
de Vitto, quien esa mañana había estado desayunando en el lugar.
— Yo sé que Vitto anda en algo extraño, esta mañana estuvo con dos de sus secuaces, el
“Chancho” Piero y Salgán “El Tucán” Maldito... se sentaron en la mesa más alejada y
cuchicheaban, pero igual les pude oír: estaban pensando en salir esa misma noche del
pueblo con un cargamento, hablaban de que la noche era un buen momento pero que el
silencio del pueblo podía delatarlos ya que lo que querían mover hacia mucho ruido… así
que esperarían que pase el tren de las 22.15 hs y aprovechando el sonido de la
locomotora llevarían a cabo su plan. Realmente no sé qué es lo que tienen entre manos,
pero no me gusta nada que siempre se salgan con la suya, asi que si puedo ayudarlos en
algo más Estebancito, no dudes en decírmelo.
— ¡Muchas gracias señora, es usted muy amable! Vamos a ver qué podemos hacer, y
cualquier cosa le avisamos.
— Llévense unas masitas para el viaje, y dale a Pedrito también, que parece que anda
hambriento e inquieto. - dijo por último la Señora, recuperando su usual sonrisa.
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La tarde caía y no había mucho más que hacer, ya que Esteban y Pedro sabían que si no
volvían pronto a casa llamarían la atención de sus padres, y podían perder la oportunidad
de llevar a cabo su plan. Juntos decidieron esperar hasta pasada la cena para salir de
nuevo por más pistas y así fue; una vez cenados los dos amigos esperaron a que los
padres se durmieran para encontrarse en la puerta trasera de la casa.
Ya era hora de salir, y cansados de dar vueltas pensaban en enfrentarse a Vitto durante
su despliegue para poder por fin descubrir quien se encontraba detras de este misterio.
Pero llegada la hora señalada, la estación de tren estaba oscura y vacía, y lo único que se
oía era el viento sacudiendo el pasto largo del otro lado de las vías. No había rastros de
Vitto, de sus secuaces, ni del tren.
Una vez más, la calma se volvía espesa, y era evidente que algo estaba por suceder.
Pedro se movía inquieto, mucho más que de costumbre y fue él quien escuchó el tren
acercándose, momentos antes de que Esteban pudiera ver la luz de sus faros... pero
todavía no había ni rastros de Vitto.
¿Sería una trampa? ¿Estarían realmente en el lugar y en el momento indicado para saber
por fin qué era lo que estaba pasando?
CAPÍTULO 3
Esteban y Pedro, viendo el tren llegar, esperaron en silencio, prácticamente invisibles
entre el pasto y la noche, observando ansiosos. El tren llegó haciendo traquetear las
viejas vías, aquel ruido que, según les habían dicho, iban a usar para tapar lo que fuera
que iban a mover Vitto y sus secuaces… pero entonces el tren empezó a perder
velocidad, poco a poco, hasta detenerse en la estación.
— Esteban… — susurró Pedro — el tren de esta hora nunca para acá…
Asustado e intrigado, Esteban le tapó la boca a Pedro, pero luego asintió con la cabeza;
era cierto. Miró hacia atrás, a las luces del pueblo, e imaginó que incluso a esa hora, por
la distancia era poco probable que alguien fuera a percatarse del inusual sonido del tren.
Cuando miró al frente una vez más, el portón de uno de los vagones de carga se había
abierto, y un hombre vestido de negro estaba bajando un pallet cargado de paquetes
extraños, muy a las apuradas, mirando para todos lados y tratando de no hacer ruido. Un
segundo hombre le siguió, también echando miradas a diestra y siniestra
sospechosamente, y se dirigió caminando rápido hacia el frente del tren, donde le dió un
paquetito al conductor, quien asintió con la cabeza y volvió a su cabina.
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Como casi todas las luces de la vieja estación estaban apagadas, era difícil ver desde
donde estaban Esteban y Pedro. Tan sólo las siluetas y un reflejo de la luz del tren de
carga, que había cerrado las puertas y empezado a moverse de nuevo, les dejaron ver
que aquellos hombres entraban el pallet al depósito, y luego se paraban afuera, en la
oscuridad, como quien espera a alguien.
Los chicos estaban confundidos; aquello que veían no era lo que habían esperado. ¿Qué
tenían que ver aquellos paquetes con lo que se habían llevado de su granja? Muy
despacito, fueron rodeando la estación, con mucho cuidado de que no les vieran, hasta
quedar cerca del depósito, y se asomaron por el borde de la construcción de chapa
herrumbrada, tratando de escuchar los susurros de aquellos dos, aunque incluso el viento
se llevaba el sonido.
— Siempre lo mismo… nosotros nos arriesgamos y él llega tarde. Un día de estos nos
van a terminar agarrando…
— Shhhh, callate salame… lo único que falta es que nos escuche o algo…
— Qué nos va a escuchar… debe estar en su casa todavía… siempre jodiendo con ese
toro suyo, Vitto…
Los chicos reaccionaron inmediatamente al escuchar ese nombre, y aunque nerviosos,
envalentonados por lo que acababan de descubrir, decidieron meterse en el depósito a
ver qué eran aquellos paquetes. Los otros dos hombres estaban parados medio lejos, en
la sombra, pero estaban casi de espaldas; en un momento en que vieron que se distraían,
Esteban y Pedro corrieron casi sin hacer ruido y se metieron en el depósito.
Los paquetes eran de papel, polvorientos, casi cuadrados. A Esteban le resultaron
familiares.
— Pedro… esto es un paquete de harina…
Pero su amigo sospechaba todavía:
— No puede ser… esto huele horrible, es cualquier cosa menos harina…
Pero entonces, Esteban sintió un fuerte apretón en su brazo. Una sacudida lo levantó y lo
dió vuelta, y se encontró de frente con el hombre vestido de negro. Lo que había pensado
que era pelo largo, ahora veía que era una capucha, que le ensombrecía la cara. De
aquella sombra le llegó un grito cargado de olor a alcohol.
— ¡¿Qué estás haciendo vos acá?!
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Esteban, con el corazón helado de miedo, no atinó a moverse. Pedro se lanzó sobre el
hombre de un salto, pero recibió un sopapo de revés en la cara que lo dejó sentado,
aturdido.
— ¿Qué pasó Alessandro?
— ¡Mirá! ¡Nos estaban espiando!
A cada palabra, el encapuchado sacudía a Esteban por el brazo. El chico trataba de
sacudirse para escapar, pero sólo conseguía que el hombre apretara más fuerte, y sus
dedo se clavaban en su piel.
— Uy, sonamos… te dije que esto iba a terminar así. Mirá, no te enloquezcas, ya me
llamó el jefe, está viniendo. Dejémoslos encerrados acá adentro, y cuando llegue el
decide que hacer…
Cuando el encapuchado se dió la vuelta, Esteban pudo ver parte de su cara por las luces
de afuera. Estaba contorsionada, con los dientes apretados, los ojos demasiado abiertos.
El chico sintió su corazón latir con fuerza, lo escuchó en sus oídos, y espantado como
estaba, cuando el hombre le soltó, se quedó allí parado, sin poder ni siquiera correr.
Mientras cerraban la puerta, escuchando cómo le echaban llave, se arrodilló al lado de
Pedro, quien poco a poco iba recuperando el control.
— Esteban, tenemos que salir de acá.
— Pero ¿cómo? ¡Cerraron con llave!
— Ayudame a buscar… ¡tiene que haber alguna forma!
Aunque asustados, los chicos se dieron coraje, y empezaron a dar vueltas en el edificio
de chapa y madera. Las ventanas estaban muy altas, y aunque treparon algunas cajas
apiladas, no pudieron abrirlas. Pero entonces Pedro sintió una corriente de aire, y
corriendo una pila de cartones mojados, vieron que la chapa vieja y oxidada se había
empezado a caer a pedazos en una esquina, dejando un agujero apenas lo
suficientemente grande como para un chico.
Pedro le hizo señas a Esteban, y tirándose al suelo, se arrastró por la abertura,
encontrándose del lado de atrás del depósito, escondido en el pasto. Entonces esperó,
tan sólo unos segundos que le parecieron eternos, y finalmente vio salir a Esteban... con
uno de los paquetes.
— Para la policía. ¡Corré!
CAPÍTULO 4
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Ambos corrieron con el corazón retumbando en los oídos, sobre el camino de tierra y
piedra que llevaba desde la vieja estación al pueblo. Esteban apretaba fuerte contra su
pecho aquel extraño paquete, concentrándose en el camino para no tropezar, siempre
temeroso de que aquellos hombres estuvieran justo detrás de ellos pero sin atreverse a
mirar atrás. Sus pies les llevaron raudos a la estación de policía, uno de los pocos lugares
donde todavía había luz y gente a esas horas de la noche.
Allí estaba nuevamente ese oficial a quien habían visto esa mañana, quien los vio llegar,
casi sin aliento, jadeando y con ese paquete raro entre los brazos.
— ¿Qué pasa chicos? ¿Qué hacen afuera a esta hora?
Mientras recuperaba el aliento, Esteban le dio el paquete y señaló en dirección a la
estación.
— Hay gente rara bajando paquetes en la estación, nos quisieron secuestrar…
El policía, sospechando, tomó aquello que parecía un inocente paquete de harina en
silencio, mirando en aquella dirección, y comenzó a atar cabos en su cabeza.
— Muchas gracias Esteban, yo me encargo de esto. Vuélvanse a su casa y tengan
cuidado.
Dándose cuenta repentinamente de su propio agotamiento, Esteban asintió con la cabeza
y se despidió, volviendo con Pedro a su casa. Entraron por la puerta de atrás, y Esteban
colgó las llaves nuevamente de donde las había tomado para que sus padres no se dieran
cuenta. Se arrojó sobre su cama, deteniéndose sólo para sacarse las zapatillas,
durmiéndose casi inmediatamente por su agotamiento.
* * *
Le despertó el amanecer, con la luz de la mañana que entraba por la ventana y el gallo a
los gritos, no muy lejos. Se levantó, sintiendo hambre, y fue a la cocina a tomar su
desayuno, sus pies descalzos pisando silenciosamente los peldaños de la escalera. Se
detuvo un momento al pasar frente a la televisión. Estaba apagada y silenciosa. Con un
presentimiento, acercó su mano temblorosa al botón de encendido, y luego lo presionó
con fuerza. Nervioso y ansioso como estaba, la fuerte luz y el repentino sonido del
aparato lo sobresaltaron.
En la pantalla estaba el rostro de aquel conocido oficial de policía. Estaban pasando el
noticiero, con el título: “Descubren contrabando de harina adulterada”.
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— … incautando así el cargamento de cientos de kilogramos de harina, la cual había sido
adulterada para disminuir su costo, pero volviéndola perjudicial para la salud y un riesgo a
la salud pública. Oficial, cuéntenos, ¿cómo fue que descubrieron este cargamento?
— Fue un duro trabajo de investigación policial. Nuestro equipo había estado investigando
a esta mafia local durante semanas, recogiendo pistas y pruebas; así supimos que
llegaría este cargamento esta misma noche, y armamos un operativo cuidadosamente
para poder apresarlos.
Entonces la imagen cambió a fotografías de aquellos dos hombres que habían visto la
noche anterior, junto con otra de un hombre a quien nunca habían visto parado al lado de
un gran toro negro, y el periodista continuó relatando la noticia. Esteban miraba en
silencio con una mezcla de emociones; feliz y aliviado de que hubieran atrapado a
aquellos criminales y desmantelado la mafia local, y decepcionado porque la policía se
había quedado con todo el crédito.
Entonces escuchó, desde la habitación contigua, a sus padres, conversando, haciendo
caso omiso de la televisión.
— Mi amor, ¿qué pasó al final con el tractor?
— ¡Uh, cierto! Se lo dejé el otro día a Jorgito, el mecánico, tenía un problema en el eje.
Me dijo que para hoy mismo ya lo tenía. Escuchá, escuchá…
Casi como confirmando sus palabras, el ruido de un motor se dejó oír, suave en la
distancia pero acercándose de a poco.
— Ese debe ser él que lo trae… escuchá que bien que suena ahora.
— Ah, bueno…. ¿y Esteban? Ayer casi ni lo vi…
— Yo sí, lo vi dando vueltas todo el día. Se la pasó jugando con el perro y los animales de
la granja…
El chico se sonrió y salió por la puerta trasera, viendo a Pedro, tirado con la panza al sol
como de costumbre. Se arrodilló junto a él, rascándole la cabeza detrás de las orejas, y
viendo al tractor acercarse. Casi riendo, habló en voz baja:
— ¡Que día tuvimos ayer! ¿Eh, Pedro?
Y Pedro, levantando apenas la cabeza, le miró con una sonrisa cómplice en sus ojos.
FIN
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TEMAS Y PREGUNTAS DEL EXAMEN FINAL
• Unidad expresiva. Composición y uso, coherencia del lenguaje.
• Vínculo. Qué es, cómo se debe manejar.
• Partes del discurso. Cuáles son, qué contiene cada una.
• Persuasión. Qué factores intervienen.
• Cita. Qué es, cómo se usa, para qué sirve.
• Potenciales defectos del expositor en lenguaje verbal y paraverbal.
• Competencias que deben conocerse del receptor.
• Funciones de los textos. Informativo, literario, apelativo, etc.
• Voces narrativas.
• Paratexto. Partes, funciones, utilidad al lector.
• Recursos literarios. Comparación, metáfora, elipsis, prosopopeya…
• Pacto ficcional. Qué es, quiénes lo forman.
• Diferencias entre comunicación oral y escrita.
• Recomendaciones para el acto de escribir.
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