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Por:
Rossana Barragán, Betford Betalleluz Meneses, Nicanor Domínguez Faura, Laura Gotkowitz, Marta lrurozqui,
César ltier, Carmen Beatriz Loza, Cecilia Méndez Gastelumendi, Paul Rizo-Patrón, Jeanette Sherbondy, Raúl Torres
BONILLA, Hcraclio (comp.). Los Andes en la encrucijada. Indios, comunidades y Estado en el siglo XIX. Ediciones Librimundi -FLACSOscde Ecuador, Quito 1991.
Este libro reúne gran parte de los textos presentados en el IX Simposio de Historia Económica organizado por la Comisión del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en Quito en 1989. Su contenido se centra en los cambios internos de las comunidades campesinas de los Andes. Cambios que están referidos tanto a su estructura interna como a su relación con el Estado, lo que permite una evaluación de las consecuencias que tuvieron los mismos en el rediseño del conjunto de las sociedades rurales andinas. Se trata de un trabajo y diálogo interdisciplinario entre antropólogos, economistas e historiadores que pretende comprender la transformación de las comunidades campesinas en el contexto republicano del siglo XIX y XX.
Las doce ponencias se organizan en dos partes. La primera incide en los aspectos de la estructura
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interna de la comunidad en los Andes centrales, mientras que la segunda se orienta hacia el estudio de la articulación política entre las comunidades indígenas, el latifundio y el Estado. A pesar de esa división, en la mayoría de los artículos que componen esta antología ambas temáticas se entremezclan, dejando de manifiesto tanto la diversidad regional y nacional de las comunidades, su variada articulación con su entorno y las diferencias sociales que se desligan de ello, como la explicación de los distintos "reconocimientos" que hacen los gobiernos republicanos de las comunidades campesinas. Si bien el mundo rural de Bolivia, Perú y Ecuador es el protagonista central de las ponencias, sus contradicciones, resistencias y transformaciones cobran sentido ante la política de protección o ruptura impuesta por los "Estados Nacionales". Y es en este contexto donde el compilador, Heraclio Bonilla, remarca el papel crucial que tuvo el siglo XIX en el destino agrario de la región andina.
Centrado en Bolivia y en concreto, en la experiencia de Cha yanta a comienzos del siglo XIX, el trabajo de Enrique Tandeter estudia el impacto demográfico de la crisis de subsistencia de 1800-
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Reseñas
1805. A partir del estudio de censos parroquiales que permiten un análisis comparativo de la demografía indígena en un medio tanto rural como urbano, ubica dicha crisis en relación con el deterioro de los recursos disponibles para las comunidades indígenas y en coincidencia con la crisis minera que alteró los mercados urbanos de mercancías y trabajo . Por otro lado, el trabajo de Xavier lzko sobre las comunidades de Sasaka y Kirkyawi, en el norte de Potosí, se concentra en la dimensión estrictamente "interémica" de los conflictos comunales referidos a la existencia de dinámicas segmentarías contrapuestas que no han sido resueltas en alianzas . Y estos pleitos entre comunidades servirán, a su vez, de pretexto a las autoridades es tatales para afirmar la identidad republicana. Los conflictos de tierras también fueron endémicos en la sociedad del sur bolivia no. Estos no sólo involucraban casos entre haciendas y comunidades, sino, también disputas intracomunales y luchas sobre tierras entre los no-indígenas. De ahí, que los pleitos entre comunidades indígenas bolivianas del siglo XIX sean también discutidos por Erick Langer. Este autor insiste en que el alcance de la expansión de las haciendas difirió en la regióndeChuquisaca de la producida en el densamente poblado altiplano norte, con lo que introduce matices regionales al trabajo de Erwin Grieshaber. El período de Melgarejo parece haber tenido mayor efecto en el sur que en el norte porque las comunidades del sur tenían poco poder efectivo para recuperar la tierra que había sido vendida conforme indicaba la ley de Ex-vinculación. El resultado fue la pérdida de cohesión interna como grupos étnicos de la mayor parte de ayllus pequeños y medianos, aunque no de los grandes . Hecho que hace residir la explicación de la supervivencia de algunas comunidades . En esta misma línea de matizaciones regionales se inscribe el traba jo de Gustavo Rodríguez sobre las comunidades campesinas del valle bajo de Cochabamba. Pretende desmentir la afirmación que hace del "modelo altiplánico", es decir, de la extensión del latifundio, un acontecimiento nacional y general. Frente a ello, en el modelo valluno se da una ruptura del monopolio terrateniente y el aumento de pequeños propietarios como consecuencias de las restricciones impuestas al mercado interno boliviano ante la competencia de los productos chilenos. Esto es, a diferencia del altiplano paceño, la ley de Ex-vinculación produjo en el valle bajo una extensa campesinización de las comunidades indígenas.
La experiencia de las comunidades en el con-
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texto de Perú es analizada primero por Alejandro Diez, quien, a través del caso especial de las comunidades de Catacaos y Sechura en la costa norte, insiste en los procesos de " recreación" de éstas en el siglo XX y en la necesidad de replantear dicho concepto en términos "políticos". Por su parte, Carlos Contreras cuestiona una noción muy difundida en la literatura sobre los Andes acerca de una fuerte solidaridad en las comunidades en sus relaciones internas y entre ellas mismas. Dado que la solución a los conflictos ínter-comunales fue casi siempre la fragmentación, su propósi to es reconocer que dicha solidaridad ha sido una construcción cambiante según los tiempos y las circunstancias . A su vez, el estudio de Luis Miguel G!ave documenta para el caso de los Canas en el Cuzco cómo el proceso de recreación permanente de una memoria colectiva sirvió de estrntegia al campesino de una memoria colcciva sirv i6 de estrategia al campesino indígena frene a la arremetida mestiza y la subordinación neoco lonial. Por último, Heraclio Bonilla intenta ilustrar la experjencia ayacuchana del siglo XIX a través de la vinculación de los campesinos de la región con el Estado peruano.
La relación entre Estado y comunidad en Ecuador durante el siglo XIX está examinada por los artículos de Martha Moscoso, Silvia Palomeque y Galo Ramón. La primera se centra en la antigua provincia de Cuenca a partir de la pregunta sobre cómo el indígena lograba mantener su estatuto de subordinado y de generador de excedentes a pesar de su resistencia y protesta. La segunda, basándose también en el caso de Cuenca, trata de explicar por qué causas se mantienen las autoridades comunales, "varas". Galo Ramón inicia igualmente su texto con preguntas referidas al modo en que los indios de Cayambc entendieron y participaron en el proyecto republicano nacional, es decir, en un proyecto que no nacía de su iniciativa. Como cierre, el artículo de Florencia Mallan compara la experiencia campesina de la sierra central del Perú y de los campesinos mexi canos de Puebla, y lo hace dentro de contextos bélicos que les obligaron a insertarse violentamente en la política nacional e internacional de sus respectivos países. Como resultado, los campesinos terminaron en guerra civil tratando de reiv indicar Jo que, para ellos, debería haber sido el resultado justo de su participación en la resistencia nacional.
En general, Los Andes en la encrucijada encierra diversas y desiguales versiones y explicaciones sobre el modo en que, a lo largo del siglo
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XIX y XX, se fueron transformando las comunidades campesinas y, con ellas, el conjunto del paisaje rural andino.
M.I.
CIEZA DE LEON, Pedro de. Crónica del Perú. Vol. I: Guerra de Las Salinas. Edición, prólogo y notas de Pedro Guibovich Pérez. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima 1991. XLV+ 437 pp.
"La quarta parte es mayor scriptura que las tres dichas, y de más profundas materias. Es diuidida en cinco libros: y a estos intitulo las guerras ciuiles del Perú. Donde se verán cosas estrañas que en ninguna parte del mundo han passado entre gente tan poco y de vna misma nación". Con estas palabras presentaba Cieza a sus lectores la parte final del proyecto de la gran obra que, bajo el título común de Crónica del Perú, empezaba a editar en Sevilla en 1553. Cieza sólo publicó la Primera Parte, y dejó prácticamente listas para la imprenta la Segunda y Tercera Partes (como se ve en los manuscritos autógrafos que Francesca Cantu encontró en la Biblioteca Vaticana; publicó en 1979 la 3a. Parte, "Descubrimiento y Conquista del Perú"). De los cinco libros de la Cuarta Parte sólo habrían sido redactados los tres primeros, como se desprende de la lectura del testamento de Cieza, conocido gracias a la acuciosidad de Miguel Maticorena. Muerto Cieza en julio de 1554, su obra circuló manuscrita y fue malamente usada por otros cronistas ( en especial Antonio de Herrera). Sólo a fines del siglo XIX las partes inéditas de la Crónica empezaron a ser progresivamente publicadas: Jiménez de la Espada publicó la "Guerra de Quito" (3er. libro de la 4a. Parte) en 1877, y el "Señorío de los Incas" (la 2a. Parte) en 1880, en base a manuscritos hallados en la Biblioteca del Palacio Real (del que en 1909 Manuel Serrano y Sanz hizo una segunda edición más completa que la de Jiménez) y en la del Monasterio de El Escorial, respectivamente. De manera simultánea, el Marqués de la Fuensanta del Valle y José Sancho Rayon dieron a publicidad la "Guerra de las Salinas" (ler. libro de la4a. Parte) en 1877, y la "Guerra de Chupas" (2º libro de la dicha 4a. Parte) en 1881, como parte de la "Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España (la popular Codoin, basándose en un manuscrito que contenía los tres libros de las Guerras Civiles, hoy desaparecido. Más de un siglo después de
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estas ediciones decimonónicas, la obra de Cieza resultaba, para las Guerras Civiles, prácticamente inaccesible, a pesar del loable esfuerzo de Carmelo Sáenz de Santa María, quien editó en 1984-85 la obra completa de Cieza en tres inmensos volúmenes (29 x 21.5 cms.), parte de la "Monumenta (sic) Hispano-Indiana" del madrileño Instituto "Gonzalo Femándezdeüviedo". Esta 'faraónica' publicación reúne las tres primeras Partes de la Crónica en el volumen I, los tres libros de las Guerras Civiles en el volumen II, y el importante estudio de Sáenz de Santa María (¡junto con las notas críticas y los índices analíticos de los volúmenes anteriores!!) en el volumen III, convirtiéndola así en una edición sumamente incómoda de trabajar. Además, la versión de las Guerras Civiles se basa en un manuscrito que contiene los tres libros, y que existe en la Hispanic Society de Nueva York. A pesar de ser lUl manuscrito del siglo XVI, el editor prefirió basar su edición crítica en las versiones impresas de "Las Salinas" (ed. 1877), "Chupas" (ed. 1881) y "Quito" (ed. 1909), corrigiendo los errores de esas ediciones no-críticas en base a los manuscritos disponibles (el de la Hispanic Society y el de Palacio Real). Esto resulta inadmisible en un trabajo de crítica textual. ¡El aslUlto debió hacerse exactamente al revés!
****** "El primero libro destas guerras ciuiles, es de
las guerras de salinas tracta ( ... ) las causas porqué la guerra se comenc¡:ó entre los gouemadores Pic¡:arro y Almagro ( ... ) donde con gran crueldad y mayor enemistad se dio la batalla en las Salinas, que es media legua del Cuzco". Así continuaba Cieza la presentación de la Cuarta Parte en el "Prohemio" de 1553. Hoy, casi cuatro siglos y medio después, contamos con una versión confiable del Primer Libro de las Guerras Civiles. Continuando conlapublicaciónde laobracompletade Cieza, iniciada en 1984 con la edición de la Primera Parte, la Universidad Católica y la Academia Nacional de la Historia ponen a nuestra disposición la "Guerra de Las Salinas", en una cuidada versión crítica encargada a Pedro Guibovich Pérez. La seriedad y erudición del editor están respaldadas por la pulcritud de sus anteriores trabajos de transcripción y edición de fuentes manuscritas. Su edición de "Las Salinas" continúa esta rigurosa costumbre suya de ofrecemos versiones sobre las que podemos trabajar con toda confianza, sin temor a una malinterpretación de las fuentes en base a erróneas lecturas y transcripciones descui-
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Reseñas
dadas de editores muchas veces apresurados. La edición de "Las Salinas" que comentamos
se basa en el manuscrito de la Hispanic Society, cotejado con la edición de 1877, lo que asegura un correcto trabajo de crítica textual. Sin embargo, llama la atención que no se haya cotejado también la poco manejable edición de Sáenz de Santa María. Con todo, confiamos en la meticulosidad del trabajo de editar 200 fojas de este texto ciezano, que es precedido por una breve introducción de Guibovich, útil para introducir al lector profano en la obra. Es una somera síntesis de su vida, obra e importancia de Cieza, en la que el editor resalta la "modernidad" del cronista que muestra sus fuentes e información al lector, en buscar de dar verosimilitud a sus argumentos y a la presentación de su relato. Sin duda, un evento editorial relevante la edición que comentamos, y que esperamos se culmine pronto y sin las demoras que, por desgracia, han impedido completar el proyecto de tener al alcance la obra del "príncipe de los cronistas".
N.D.F.
COOK, Alexandra Parma y Noble David. Good Faith and Truthful lgnorance. A Case of Trasatlantic Bigamy. Duke University Press, 1991.
Producto inesperado de las pesquisas de Alexandra Parma y Noble David Cook en el Archivo General de Indias, el estudio que ahora nos ofrecen parte de una narrativa biográfica desde la cual se explican diferentes aspectos históricos de España y del Perú durante el período de la conquista y colonización temprana de estas tierras .
El interés de los autores en el tema surgió en el transcurso de sus investigaciones sobre los habitantes del valle del Colea en el siglo XVI, Juego de toparse accidentalmente con una voluminosa y cautivante documentación sobre el caso judicial que envolviera a un protagonista secundario de la gesta conquistadora y a su familia.
El libro, cuyo título podríamos traducir en Buena fe y verdadera ignorancia. Un caso de bigamia trasatlántica, procura hacemos entender la mentalidad y ambiciones de los españoles de hace cuatro siglos, ejemplificados en Francisco Noguerol de Ulloa y sus esposas doña Beatriz de Villasur y doña Catalina de Vergara. Su historia pretende reflejar la de un segmento de la sociedad española que podría considerarse como "nobleza menor", tarea ardua allí donde ya resulta difícil la reconstrucción de las vidas de los personajes más
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encumbrados de su tiempo. Los autores se preocupan en subrayar el hecho de estar su libro escrito "desde el punto de vista de los conquistadores, no de los vencidos en el brutal enfrentamiento entre dos mundos hasta entonces separados".
Los Cook inician la historia de Francisco Noguerol de Ulloa en la década de 1520, con la orfandad paterna y el matriarcado férreo al que se ve sujeta su familia. Fue el hecho de verse obligado por su madre a contraer matrimonio con quien no era de su agrado Jo que llevó a don Francisco a embarcarse hacia América y a ser posteriormente partícipe de la conquista del imperio inca. Su habilidad para colocarse oportunamente al lado de los vencedores en cada una de las rivalidades y guerras internas que sacudieron al bando español en aquella época, le valieron la obtención y la confirmación de la propiedad de la encomienda de los Ubinas, primero, y de los Collaguas, después, logrando con ello una posición de importancia en la naciente ciudad de Arequipa. Pero fue cuando la fortuna parecía sonreirle irrevocablemente que recibi9 noticias de sus hermanas desde España, anunciando la muerte de su mujer y conminándole a retomar a la península -con sus riquezas recién adquiridas- a hacerse cargo de su madre enferma. Lejos de moverse, permaneció Noguerol varios años más en estas tierras, valiéndole la noticia de su viudez la libertad para contraer segundo matrimonio con la opulenta viuda del licenciado Juan Lisón de Tejada.
No sería sino hasta 1555 en que Noguerol volvería a España con su nueva mujer, para darse con la amarga sorpresa que su primera esposa no sólo no había muerto sino que había iniciado en su contra un juicio por bigamia, pretendiendo la recuperación de su marido y la participación en su fortuna indiana. El pleito se prolongaría por décadas, sobreviviendo al propio Francisco Noguerol y concluyendo en un pacto entre ambas mujeres recién en 1583.
Es este el embrollo judicial y sentimental que ocupa a los esposos Cook, decididos a revelar todas las implicancias sociales, económicas, religiosas y jurídicas del caso en un siglo tan importante en la historia de España y el Perú. El contenido del trabajo tendría semejanza, al decir del profesor Wodrow Borah, con las novelas picarescas de la época. Pero los autores se apresuran en remarcar que ellos no son novelistas y que la riqueza de información, por anecdótica que parezca, provino toda de la abultada documentación consultada, así como del esfuerzo tanto de los antiguos escribanos como de los archiveros espa-
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ñoles, quienes "permitieron la reconstrucción de las vidas de gente ordinaria en una era extraordinaria".
Los editores se refieren a esta obra como vinculada al tratamiento que Cario Ginzburg y Natalie Zemon Da vis dan a los temas por ellos tratados (en El queso y los gusanos y El regreso de Martín Guerre, respectivamente), ya que de similar manera Good Faith and Truthful Ignorance "ilumina un período histórico desde el fascinante y extraño relato de la vida de un hombre (y sus dos esposas)".
El enfoque nos resulta particularmente atractivo, pues poniendo al descubierto aspectos de la realidad del pasado a partir de la dimensión de un hombre o de un grupo pequeño de individuos, permite entender hechos históricos que van más allá de la "pequeña historia", haciéndolos más vívidos al lector contemporáneo. Recordemos el esfuerzo de James Lockhart en Men of Cajamarca ( 1972), cuyo objeto de estudio se sitúa en la misma época que el de los esposos Cook y que, rescatando la individualidad de distintos participantes en la Conquista, logró que la empresa se nos hiciera más palpable y cercana.
No en vano ha sido el género biográfico uno de los más exitosos y recurridos en la historiografía universal, aún cuando se le haya querido opacar en este siglo en beneficio de los análisis científicos de mayor alcance. Pero ya Lawrence Stone (The Past and the Present, 1981) piensa queposiblemente el tiempo haya llegado para que el historiador vuelva a darle importancia a lo concreto, a lo particular y a lo circunstancial al igual que al modelo teórico general. Asimismo defiende el "renacer de la narrativa", basándolo, entre otras razones, en la importancia de hacer accesibles los hallazgos de los historiadores a un público inteli gente aunque no experto. Advierte, sin embargo, sobre la diferencia con los historiadores narrativos tradicionales, ya que el análisis deberá seguir a la par con la descripción, las fuentes empleadas actualmente son más numerosas, el relato se hace con la influencia estilística de las novelas modernas, y la historia de una persona es contada no por ella misma sino para entender los desarrollos internos de culturas y sociedades pasadas. Es teniendo todo ello en cuenta que consideramos la labor de Alexandra Panna y Noble David Cook cumplida a plenitud y el suyo un valioso aporte para la comprensión de la historia de España y el Perú en el siglo XVI.
P. R.-P.
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DA VILA DE CANGAS, Diego; OT AZU, Bartolomé de (1568-1570]. Visita a los valles de Sonqo. ed. John Murra. Instituto de Cooperación Iberoamericana, Sociedad Estatal Quinto Centenario, Instituto de Estudios Fiscales.(Monografías Quinto Centenario). Madrid, 1991, 687 pp.
Uno de los problemas esenciales de la demografía histórica andina del siglo XVI es la carencia de publicaciones de series documentales con datos de población. Hasta el presente, disponemos únicamente de informaciones instantáneas (Chucuito, Huánuco, Collaguas). La Visita de los valles de Sonqo nos ofrece la posibilidad de tener dos de esas imágenes en una sola publicación. En efecto, se trata de la reproducción completa de los protocolos de un pleito por la rebaja del tributo en coca sostenido entre un encomendero, García de Alvarado (mediada por los administradores) y los aymaras de los valles del norte de La Paz: Sonqo, Challana y Chacapa.
Los papeles elegidos forman un volumen importante: el corpus de dos inspecciones ordenadas por la Audiencia Real de los Charcas (La Plata, hoy Sucre): la visita de 1558 (p.15-247) y la posterior revisita hecha entre 1569 y 1570 (p.249-562). A fin de posibilitar una comprensión amplia de la información, el editor ha elaborado un profuso aparato de notas y varios índices (geográfico, onomástico y de términos y conceptos andinos). Le preceden cuatro ensayos: sólo los de John Murra (p.653-674), Rolando Mellafe y María Teresa González (p.633-651) permanecían hasta ahora inéditos y se consagran al estudio de la fuente (p.633-671). Luis Miguel Glave (p.583-608), Ruggiero Romano y Genevieve Tranchand (p.609-632) abordan la importancia de la tributación y el tráfico de coca en el siglo XVI a partir de otros documentos.
J.V. Murra a través de su ensayo etnológico "Los cultivadores aymara de la hoja de coca: dos disposiciones administrativas [1568-1570)" compara el cultivo y uso dela hoja en Sonqo, Challana, Chacapa con otras regiones andinas (Huánuco, Quivi, Yucay), mostrando que los cocales no pertenecían a ninguna "sociedad foránea, serrana", pero que sus pobladores mantenían relaciones con otras sociedades de puna: "queros" y "collas" para que cosechen y transporten la coca. Luego, nos introduce a la "organización local en Sonqo", enfatizando el aporte de la publicación para la comprensión del rol de los yana ("criados", según la fuente), su filiación a los hogares de las
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Reseñas
autoridades y su acceso a la tierra, comprendida los campos de coca.
El caso de Sonqo permite sugerir a Murra que "bajo la etiqueta yana encontramos grupos y personas de diversos antecedentes, estatus y funciones"(p.668). Posiblemente la Visita a los valles de Sonqo será una de las últimas inspeccio nes que consagre información directa a ese respecto. Por ejemplo, las revisitas post-toledanas hechas a los valles quiruas, al este de La Paz, no evidencian laexistenciade tales yana en los hogares de las autoridades. Más bien, la de niños y jóvenes huérfanos (waqchas y uta-wawas) que justifican su presencia en términos parentales.
El ensayo de demografía histórica de R. Mellafe y M.T. González es una" Aproximación preliminar a la estructura de los pueblos de Sonqo, Challana y Chacapa" para el año 1568. Los autores nos muestran una población de 1662 habitantes repartidos en 12 Jugares poblados, entre los cuales numéricamente los más importantes son Songo, Challana., Chacapa. En su conjunto, esta población se halla en un proceso de descomposición estructural, reflejada en el desequilibrio de sexo en las pirámides de edades: más mujeres que hombres. Este desequilibrio es atribuido a la conquista, las guerras civiles y las epidemias.
La Visita a los valles de Sonqo aporta datos en abundancia sobre casi todos esos puntos señalados en ambos ensayos. Pero el valor de esa información es desigual y ciertas distorsiones pueden tener efectos profundos y peligrosos sobre la imagen reconstituida a partir de ese documento.
La Visita a los valles de Sonqo puede preciarse por la extensión de dominios que cubre, pero hay aspectos demográficos que permanecen desconocidos entre la información de 1568 y la obtenida entre 1569-70. De una parte, la composición de la población difiere entre esas fechas : no hay indicios de una continua permanencia de sus habitantes a pesar de haberse afirmado que "la gran mayoría de las personas entrevistadas aparecen en ambas inspecciones"(p.10). Debemos considerar que estamos frente a una población que en su seno retiene individuos no cristianizados, es decir, grupos que mantienen cierta fluidez frente a los mecanismos de control de la administración colonial (posibilidades de fuga, mimetismo, cambios de nombre o estatuto, etc.}. Este aspecto nos alerta sobre la necesidad de profundizar en varios puntos referenciales de los fragmentos biográficos de los cultivadores de coca.
Más importante para el estudio cronológico de la población y su evolución a largo término, son
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cierta incertitudes en los criterios censales empleados por Dávila de Cangas y Otazu, visitadores. Así, resulta riesgoso considerar el "pueblo" pre-toledano como base de futuras comparaciones longitudinales. La presencia de nuevos pueblos en 1570 (Uriba y Cesytaco) y la ausencia de otros (Nacara, Macachaya) influyen en el conocimiento de la filiación y el domicilio real de ciertos individuos.
Pero las diferencias no sólo se producen en las divisiones internas creadas en los valles de Songo Challana y Chacapa., también en las unidades que estos albergan. En 1568, el criterio elegido para censar es el de "casa por casa", o más bien domicilio por domicilio; mientras que en 1570 una unidad de facto que podemos denominar unidadfiscal será puesta en valor. De ahí que pretender realizar un análisis de la "familia" resulta muy delicado y polémico (p.642-644), puesto que la visita nos está planteando la variación entre la unidad doméstica real y la unidad-fiscal.
El problema de la variabilidad de criterios censales,"no debe hacemos perder de vista que las informaciones disponibles se presentan bajo la forma de datos transversales que reflejan realidades de un momento dado. En ese sentido, no podemos inferir afirmaciones que se inscriben en una perspectiva longitudinal . Resulta prematuro hablar de una destrucción de la familia en Songo o de tendencias de comportamiento matrimoniales a partir de los datos de 1568.
En resumen, la presente publicación nos introduce -a través de centenares de fragmentos biográficos- al mundo de la coca (producción, rendimientos, usos, entre otros) como núcleo central de las visitas . En este sentido resulta difícil compararla con la Visita de Huánuco (Perú Central) (p.634)(*), que es menos circunscrita y nos da cuenta excepcionalmente de la actividad económica a diversos niveles.
La Visita a los valles de Sonqo nos plantea el desafío de llegar a recuperar a través de un análisis de cada componente del sistema social, los fragmentos de vida y las acciones individuales de los productores de coca. A la vez de invitamos a reflexionar sobre la pertinencia de la escala del análisis en el cual las dimensiones temporales y biográficas deberán ser tomadas en cuenta.
C.B.L.
(*) ORTIZ DE ZUl\'IGA, lñigo l 15621 , Visita de la Provincia de León de Huánuco en 1562. ed. John Murra, Universidad Nacional Hennilio Valdiz.án, 2 vols. Huánuco 1967-1972/
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KRIST AL, Efraín. Una visión urbana de los Andes: Génesis y desarrollo del indigenismo en el Perú 1848-1930. Instituto de Apoyo Agrario, Lima, 1991. 224 pp.
En un libro de fácil lectura, Efraín Kristal propone dos hipótesis igualmente simples. La primera, que el indigenismo nace más tempranamente de lo que "se pensaba"; es decir, al promediar el siglo XIX, y no en las primeras décadas del veinte. La segunda, que la literatura indigenista en el Perú, entre 1848 y 1930, reílejó a la vez que influyó en la formulación de los diversos proyectos políticos de las elites de poder.
La primera hipótesis no acarrea mayores problemas, porque no se trata de una idea novedosa. Otros, como Tord, Tamayo y Basadre, señalaron, con anterioridad a Kristal, que la preocupación por el indio en la literatura peruana se manifiesta ya en El Padre Horán, de Narciso Aréstegui (Cusco, 1848), obra que igualmente inaugura la producción novelística en el Perú. Pero si de antigüedad se trata, los límites cronológicos de Kristal quedan cortos. Basadre definió cierta retórica independentista como un primer indigenismo; otros, como Porras, hablaron de incaísmo, con alusiones particulares a la poesía de la emancipación. Aún podríamos remontarnos más atrás: la retórica de la defensa del indio es tan antigua como la explotación de éste, y tiene una continuidad en la vida colonial. Entre los historiadores recientes, debemos a Macera las primeras incursiones en el estudio del indigenismo colonial. La pretensión de novedad con que el autor presenta sus "hallazgos" podrían sorprender a un poco informado lector.
Quizá, entonces, el aspecto más polémico del libro es el que se refiere a la segunda hipótesis. Kristal sugiere que en el periodo que abarca su estudio (1848-1930) se habrían sucedido tres grupos de poder: la "oligarquía terrateniente" (cuyo predominio llegaría hasta 1860?) la "oligarquía exportadora" (representada por el Partido Civil, que nace en la década de 1870, y la "elite industrial", que emergería en la post-guerra (décadas de 1880 y 1890). Para Kristal, estos tres sectores representaban opciones políticas enfrentadas entre sí y estos conflictos se expresaron en la producción literaria; ésta a su vez, habría influido en la elaboración de dichos proyectos. Enunciada genéricamente, la hipótesis no parece descabellada; más bien, muchas de las afirmaciones del autor resultan tan obvias que subestiman al
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lector (nadie pretendería un análisis válido del contenido social de una obra literaria fuera de su contexto político; por otro lado, ¡nadie podría afirmar que el indigenismo es producido por los indios!). Pero los argumentos se toman confusos y contradictorios a medida que el autor intenta probar su hipótesis. Según Kristal, "el indigenismo fue una creación de políticos e intelectuales que creían que la oligarquía terrateniente feudal era una barrera al progreso o una fuente de injusticia ... " (p.29). Sin embargo, asegura también, que "hasta la década de 1860, la visión predominante sobre el indio fue la de la oligarquía terrateniente" (p.26), puesto que hasta entonces "la explotación del indio se justificaba con o sin el desprecio por la raza indígena" (p.27). El autor no sólo resta fuerza a su argumentación, de un temprano indigenismo; minimiza igualmente el triunfo liberal en el problema de la contribución indígena ( 1854-56), que él mismo se encarga de presentar, y pasa por alto los importantes debates parlamentarios de 1849 sobre el voto indígena, que terminaron en el triunfo, con amplia ventaja, de los liberales partidarios de esta medida. Pero estas no son sino críticas menores frente al problema mayor en esta argumentación. Kristal no logra identificar para el lector a esa "oligarquía terrateniente feudal", a la que alude tan insistente como difusamente. Si su predominio fue omnímodo "hasta 1860", ¿quiénes, qué corrientes, qué obras o ensayos la llegaron a representar? El autor llega a afirmaciones tan gruesas como el sugerir la existencia de un "orden oligárquico", ¡para la década de 1840! (p.29). No conozco a un solo historiador que se atrevería a avalar semejante afirmación.
Son dos, desde nuestro punto de vista, los problemas que están en la base de éstas y otras deficiencias en los argumentos de Kristal. El primero es la pobreza de su información histórica, sobre todo la que corresponde al período postindependentista. Kristal se vale de manuales norteamericanos de historia latinoamericana, una que otra tesis norteamericana de los setenta y estudios de síntesis que sostienen tesis dependentistas hoy ampliamente cuestionadas. Esta deficiencia quedaría parcialmente justificada considerando que el libro es la traducción de una tesis sustentada en Estados Unidos en 1985 (lo que no quita que su revisión de la literatura historiográfica acequible hasta ese momento sea superficial, como él mismo, probablemente, admitirá). Pero es un segundo problema lo que representa un impase quizá aún mayor: el extremo reduccionismo de sus planteamientos. El autor sacrifica toda la complejidad de
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Reseñas
la producción literaria en su afán por hacer coincidir tal o cual novela o ensayo siempre con un "proyecto", ya sea de la "oligarquía exportadora" o de la "elite industrial". Es así por ejemplo, que según él, "la violación y el asesinato de la muchacha [ en El Padre Horán] sirven para argumentar que individuos que abusan del sistema feudal constituyen una barrera al comercio" (p.54 ). Afirmación tan categórica como caprichosa -¡es lo menos que podemos decir en honor a Aréstegui!' y creo que ni siquiera hay que haber leído la novela para percibir que algo aquí anda mal. Similares planteamientos reduccionistas, con respecto a otras obras, se observan alo largo del libro.
El tratamiento del civilismo en la literatura es igualmente defectuoso. El civilismo, de acuerdo a Kristal, representaba la opción política de la "oligarquía exportadora", según el autor, opuesta a la "elite industrial". Y, mientras el primer sector estaría representado por las novelas indigenistas que aparecieron en los años setenta en la Revista de Lima, el segundo estaría encamado en las novelas de Clorinda Matto (Aves sin Nido, Indole ... ). Una lectura que contrastara más libremente los textos sugeridos, encontrará con seguridad, más semejanzas en la visión del indio, allí donde Kristal sugiere antagonismos.
Acaso las deficiencias centrales del libro se hubieran salvado si el autor hubiese optado por un tratamiento más sensible del tema: tanto en su razonamiento histórico como en el campo de lo subjetivo. Simplemente no es posible decir: tal fue la visión del indio de la "oligarquía exponadora" (el civilismo) y oponerla categóricamente a la de la "elite industrial". Porque el propio proyecto civilista, por sólo poner un ejemplo, evolucionó, representando cosas distintas en distintos periodos. Mientras con Manuel Pardo en el poder (1872-1876), elcivilismo representaba la alternativa de modernización del país, a comienzos de siglo había devenido en una fuerza política más bien conservadora: su visión del indio evolucionó igualmente. Podría decirse que a medida que los civilistas se sentían más confiados en el poder, veían a un indio más remoto, más lejano y más estático, más -literalmente- arcaico.
Contrástese sino las opiniones de Manuel Pardo sobre el indio en los años 1860 y 1870 (reproducidas en la reciente tesis de Carmen McEvoy), con las de Francisco García Calderón en Le Pérou Contemporain (1907). Las discrepancias en la visión del indio no pueden pues plantearse tan simplistamente en función de "clase" o "proyecto político" (cuya importancia no negamos). Corres-
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ponden también a una época y a una sensibilidad que va evolucionando en función de determinadas experiencias históricas (aun dentro de una misma clase), y donde entran en juego, más allá de proyectos racionalmente concebidos, temores, ilusiones, miedos, fantasías . El tiempo y la subjetividad son factores relegados en un análisis cuyo reduccionismo sorprendería menos si no proviniera de un especialista de la literatura.
Con todo, el libro no deja de tener algunas virtudes . Cumple una función divulgadora al dar a conocer novelas desconocidas para nosotros pero conocidas para los lectores de la Revista de Lima de la década de 1870. Y acierta en algunas intuiciones, por ejemplo, al notar que la época caudi-11 ista resulta más imponante de lo que muchos han pensado para entender el discurso republicano sobre el indio. La presentación del debate en torno al indio, posterior a la guerra con Chile, resulta ilustrativa, aunque contrasta con la asombrosa fragilidad de su análisis del periodo leguiísta (¡tan importante en el debate del indigenismo!). En suma, se.trata de un libro útil, por la actualidad del tema tratado, y por la información a la que eventualmente nos puede conducir, más que por sus propias hipótesis. El lector no especializado tendrá que ser receloso, en todo caso, con los contenidos del libro, pues es a él a quien parece dirigirse el autor.
C.:\1.G.
MAMANl CONDORI, Carlos. Taraqu 1866-1935. Masacre, guerra y "renovación" en la biografía de Eduardo L. Nina Qhispi. Ediciones Aruwiyiri- Taller de Historia Oral Andina, La Paz, 1991.
El libro de Carlos Mamani Condori, miembro del Taller de Historia Oral Andina, inaugura una nueva editorial, ARUWIYlRI, "el que incendia la voz", que se califica como "una casa abierta a diversas corrientes del pensamiento andino". Hay que felicitar iniciativas como ésta y desear, ante todo, que logren sus objetivos.
Escribir una reseña del libro de C. Mamani es grato porque nos muestra no sólo el nivel de algunas tesis de licenciatura sino también la fuerza de una "nueva" historiografía que al revelar, citando a C. Mamani, la otra cara de la historia criolla-boliviana, no sólo la desnuda de su ropaje sino que constituye también un verdadero desafío a la sociedad actual.
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En esta reseña primeramente ubicaré el libro de C. Mamani en el ámbito de las investigaciones afines. Luego me referiré a su contenido para finalmente realizar un balance de los temas tratados y las líneas de investigación que se desprenden de su trabajo.
La investigación de Carlos Mamani se inscribe en un período en que después de los trabajos pioneros de S. Rivera, T. Plan, E. Griesehaber y G. Rodríguez, se está profundizando el tema de la expansión del latifundio de fines del siglo XIX y principios del XX relacionándolo con las rebeliones y sublevaciones de la primera mitad de este siglo. Desde 1984, año de la publicación del libro de S. Rivera, Oprimidos pero no vencidos, se han difundido otros trabajos, principalmente por historiadores de origen aymara: es el caso de R. Choque ( 1985, 1987) que es además autor de una tesis de maestría inédita sobre el tema; de E. Ticona o del propio equipo del THOA. Sabemos también de las investigaciones en curso como la de Marcelo Femández, Seemin Qayum y Brooke Larson. Un artículo de T. Plan publicado recientemente en la revista Autodeterminación toca también un tema candente, el "Liberalismo y el etnocidio". Porotra parte, el libro de René Arzede 1987 sobre los conflictos internos que Bolivia vivió durante la Guerra del Chaco es también, sin duda alguna, un trabajo precursor. El autor destacó precisamente la figura de numerosos líderes y movimientos entre los que se encuentra Nina Quispe. Es entonces en esta nueva incursión y manera de encarar la historia contemporánea que se sitúa el libro que comentamos.
C. Mamani partió de la idea de escribir la biografía de Eduardo Leandro Nina Quispe. Rápidamente rebasó el marco que se había trazado, abocándose má~ bien a una historia del "proceso" de agresiones que sufrieron las comunidades del departamento de La Paz y a una historia de la resistencia india desde 1866 hasta 1935.
La primera y más vívida impresión que se tiene leyendo el libro de C. Mamani es que hubo algo que podemos llamar una "guerra latente e intermitente" entre los comunarios por una parte y las clases terratenientes y el Estado criollo por otra. Es por ello que el proyecto de Nina Quispe no puede entenderse sin el marco de la "Masacre y Guerra". Su propuesta de "Renovación" constituiría precisamente una respuesta ante el largo proceso. Nada más adecuado entonces que el subtítulo del libro, "Masacre, guerra y renovación", temas que marcan la organización del libro en 4 capítulos. El primero proporciona el marco
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general que explica los capítulos subsiguientes. El segundo trata por ejemplo de la resistencia, el tercero de la "guerra interna" en el marco de la guerra del Chaco y el cuarto, la "renovación" propuesta por Nina Quispe.
El primer capítulo nos introduce paulatinamente al proceso de agresiones de 1866 y Melgarejo; Ley de Ex-Vinculación de 1874 y revisita de 1881. En 1868 encontramos las sayaoos del ayllu Ch' i wu rematadas. La masacre de T araqu de 1869 se explicaría precisamente por la reacción frente a este despojo, por la negativa de asumir la condición de colonos y por impugnar el procedimiento. Estas experiencias "legales" constituirían elementos importantes que explican la rearticulación de la capacidad defensiva y luego ofensiva de los ayllus. Pero el "ensayo imperfecto de 1866" culminó con la Ley de 1874 y la Revisita de 1881. Es entonces que se asiste a una expropiación masiva en la que los mecanismos de usurpación no fueron "excepciones" sino reglas. Según el autor, la adjudicación de títulos en forma pro-indiviso, lejos de preservar a las comunidades significó la agilización expropiatoria. Las tierras de Taraqu pasaron así, en 1881, a poder del gran terrateniente Goitia. La enajenación de las tierras implicó la transformación de los comunarios en colonos. Para el autor la falacia de la modernización liberal radicaría precisamente en que los "industriosos criollos" se basaron no sólo en la mano de obra servil sino también en la tecnología y saber de los ayllus. Pero el rechazo a transformarse en colonos se expresó también en la migración de los comunarios "lanzados". La Paz constituyó en este sentido un verdadero refugio, situación que puede entenderse por la existencia de ayllus en las parroquias de San Pedro, San Sebastián y Santa Bárbara. Las reuniones en Chuquiago de una red de apoderados generales que buscaban nada menos que revertir la situación previa a 1874 tuvieron sus resultados: la promulgación de la ley de 1883 que estipulaba la exención de las operaciones de revisita para lascomunidades que disponían de títulos otorgados por la Corona Española. La búsqueda de títulos y su reconocimiento constituirán entonces los objetivos centrales vinculando a la red de apoderados de 1889 con la posterior de Santos Marka T'ula.
El siglo XX, tratado básicamente en el segundo capítulo marca la tercera etapa del largo proceso expropiatorio. Para Taraqu significó la conversión de sus ayllus en haciendas cuyos propietarios eran en gran parte miembros del partido liberal, lo que les permitió utilizar ampliamente los poderes represivos del Estado. El ejemplo más ilustrativo
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Reseñas
fue sin duda el del propio presidente Montes . Es en este contexto que C. Mamani sitúa la rebelión de Pacajes de 1914 convertida en una resistencia general con la participación conjunta de comunarios de ayllu, de hacienda e indios lanzados, que demandaban un deslinde general de tierras o una revisita. En la década de 1920, con el advenimiento del partido republicano y la lucha legal por recuperar sus tierras aparece Nina Quispe. Los comunarios, que seguían juicio a Goitia, fueron acusados de "usurpadores" y debieron enfrentar no sólo el imperio de la ley del Estado sino también la de sus intermediarios, cuadrillas de mayordomos e indios fieles llamados sotas.
En el capítulo 3, utilizando la caracterización de "guerra interna" de René Arze para el período de la guerra del Chaco, el autor nos va mostrando lo que ella significó para las comunidades: una serie de nuevos atentados como el reclutamiento forzado, el aumento de la contribución territorial, las colectas forzadas y la creación de la Legión Cívica a la que califica como la fuerza armada del estado en el frente interno, nuevo instrumento de opresión colonial.
Es en este marco histórico, el de la rebelión de 1927 y los inicios de la guerra del Chaco que Nin a Quispe desplegó su labor. Como "indio lanzado" se instaló en La Paz entablando estrechas relaciones con el gremio de matarifes a cuyos hijos les enseñó a leer y escribir. En agosto de 1930 fundó la Sociedad Centro Educativo Kollasuyo que buscó la instalación de escuelas en comunidades y haciendas juntan1ente con la creación de filiales . Carlos Mamani muestra que el paralelismo entre la temática educativa y la reivindicación de tierras revelaría el proyecto de N ina Quispe: una práctica "civilizadora"pero que encubría una propuesta de cambio contenida principalmente en su escrito titulado "De los títulos de la composición de la Corona de España" y que constituye la otra cara de la masacre y la rebelión. Nina Quispe planteó en la "Renovación" la transformación de la sociedad colonial en manos de una minoría criolla a una nueva sociedad multiétnica. Su tarea fue truncada al ser acusado de comunista y luego apresado en 1933. Liberado sólo tres años más tarde, murió poco tiempo después.
Con el contenido expuesto podemos allora intentar realizar un balance del trabajo de C. Mamani. Señalemos en primer lugar algunas observaciones. Creemos que el libro se hubiera enriquecido enormemente con la presentación de un panorama sobre la tenencia de la tierra en T araqu, Waki y Tiwanaku. Por otra parte, hubiera sido
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interesante la inclusión de cuadros esquemáticos de la estn.1ctura de los ayllus de Taraqu y otras comunidades, principales protagonistas del libro. Su ausencia ocasiona que los lectores que no conocemos mucho sobre estas regiones nos perdamos de vez en cuando, dado que además el término comunidad se aplica tanto a Taraqu o Waki como a cada uno de sus ayllus. Finalmente, la lectura se facilitaría con la inclusión de mapas sucesivos de ubicación de las haciendas, comunidades y ayllus por una parte, y de las redes de apoderados por otra.
Por otra parte y aunque el tema no forma parte de su trabajo, leyendo el libro me he preguntado por el destino de los caciques de sangre. Este es indudablemente un tema que se desprende de la investigación de Carlos Mamani . Me pregunto por ejemplo por el origen de los apoderados que fueron sucediéndose en distintos momentos. Esto nos condujo a interrogamos sobre el carác ter colectivo y enraizamiento del liderazgo en las normas de autoridad de los ayllus y comunidades que el autor remarca. ¿Cuáles eran en el siglo XIX y XX? Estas interrogantes complejizanel panorama y la existencia de líderes "nuevos" podría, en su caso, estar relacionado a la tenenecia de la tierra. De aquí llegamos a otro punto: el grado de compromiso asumido por la población india en es ta larga guerra. En este sentido y si bi en la pertenencia de la población indígena a comunidades o hacienda~ determinaron en gran parte su afiliación en la lucha emprendida, la si tuación de clase pudo también ser determinante. Así, la existencia de indios fieles tal vez no sólo se explica por coníl ictos de linderos aprovechados por las haciendas o por una desventaja de fuerzas, sino también por la presencia de una realidad agraria, inclusive comunitaria. no tan homogénea. Y de la misma forma que no hubieron indios sotas, como Carlos Mamani nos hace conocer, existieron también, aunque escasos es cierto, mestizos, corregidores e incluso intelectuales que apoyaron la pelea comunaria.
Otro aspecto que nos llama la atención es el relacionado a la venta de tierras comunitarias cuando Taraqu recibió sus títulos en forma proindiviso. ¿Qué factores internos lo explican? Me parece que si bien la oposición dicotómica entre comunidades y población india versus Estado y criollos está muy bien analizada, del lado "comunitario" tengo la impresión que los conílictos y la heterogeneidad han sido sacrificados. El mundo indio que nos presenta aparece a veces demasiado idílico en períodos en los que precisamente debieron discutirse varias propuestas, estrategias, etc.
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Pero más allá de estas interrogantes me parece importante destacar los aportes que en mi opinión son los más significativos en su trabajo. En primer lugar, me parece un logro importante el que tanto la venta de tierras de 1866, la ley de Ex-Vinculación y la propia revisita de 1881 sean conceptualizadas como un proceso de agresiones y no meras coyunturas puntuales como pretendía la historiografía tradicional con la figura de un Melgare jo "demoníaco". Por otra parte, la aplicación del concepto "colonial" a la sociedad y política de entonces hacia las comunidades me parece muy adecuado y útil para futuras investigaciones en la medida en que puede explicar no sólo las aparenles contradicciones de la "república" sino también la articulación entre las posiciones de clase y la elnicidad.
Finalmente, hay que resaltar otros aportes como el grado de violencia intrínseco al intento de "modernización" del campo y la relación y vinculación entre los movimientos de rebelión y resistencia de los comunarios "lanzados" y "amenazados". Concluyo recalcando lo que Carlos Mamani señala en su libro: que la utopía de una sociedad multiélnica no ha muerto y debemos agradecerle por recordarlo brindando a su vez un homenaje a las generaciones que lucharon.
R.B.
REFERPiCIAS
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Los contenidos ideológicos y políticos de las rebeliones indígenas de la pre-revolución de 1952. Inédito. 1991.
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RIVERA, Silvia."La expansión del latifundio en el altiplano boliviano: elementos para la caracterización de una oligarquía regional". En: Avances 2, La Paz. 1978.
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TALLER DE HISTORIA ORAL ANDINA (fHOA). El indio Santos Mar ka T'ula, cacique principal de los ayllus de Qallapa y apoderado general de las comunidades originarias de la república. Ediciones THOA, La Paz. 1988.
TICONA, Esteban. "Conceptualización de educación y alfabetización en Eduardo Leandro Nina Quispe". Ponencia presentada al I Encuentro de Estudios Bolivianos, Cochabamba. 1989.
MANNHEIM, Bruce. The Language ofthe Inka sin ce the European Invasion. University ofTexas Press. Austin, 1991, 326 pp.
El libro de Bruce Mannheim reúne, completa y profundiza anteriores trabajos del autor sobre la historia externa e interna del quechua sureño peruano entre la época incaica y la nuestra, sentando nuevas bases empíricas para una discusión sobre las condiciones del cambio lingüístico. Logra ser a la vez un verdadero aporte a la lingüística general y una contribución al conocimiento de las sociedades andinas prehispánicas y coloniales en un lenguaje accesible a todos los estudiosos no lingüistas de las mismas.
La primera parte (capítulos 2, 3 y 4) tiene por objetivo "contribuir a un entendimiento de cómo la variación y el cambio lingüísticos pueden ser enmarcados en un contexto extralingüístico" (p.32). El capítulo 2 muestra que como conse-
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Reseñas
cuencia del sistema de archipiélagos ecológicos las lenguas y dialectos de la sierra sur del Perú ocupaban territorios no contúmos, tendencia reforzada por los desplazamientos de población en la época incaica. Grupos humanos de hablas distintas coexistían en un mosaico lingüístico de "diferenciación estable", es decir sin dejar de ser fieles a la lengua de su etnia de origen. La comunicación supra étnica estaba asegurada por un bilingüismo más o menos generalizado con distintas lenguas francas, entre las cuales diferentes variedades del quechua chínchay. Esta peculiar "ecología social del lenguaje" propició fenómenos de convergencia lingüística entre lengua étni ca y lengua franca, lo cual explica en gran parte el acervo que tienen en común idiomas de orígenes tan distintos como el quechua, el aymara y el puquina. El arqueólogo y el etnohistoriador de las sociedades prehispánicas encontrarán ahí abundante materia para su reflexión.
El capítulo siguiente reconstituye la historia de los debates coloniales sobre política lingüísti ca, propone algunas hipótesis de interpretación del "renacimiento literario quechua" del siglo xvm y del fracaso de los esfuerzos borbónicos por eliminar las lenguas indígenas. Insiste, a nuestro parecer de manera demasiado esquemática, en las continuidades entre el debate colonial y el actual ("hispanismo" versus "asimilacionismo suave"). Tal vez esto se deba a que el libro busca esencialmente dar una idea sintética del problema a un público norteamericano no especialista en temas peruanos.
El cuarto capítulo contrasta la estructura socio lingüística colonial con la que se describió en el segundo. Con la Conquista se establece una jerarquía idiomática en laqueelcastellano se convien e en la lengua de los sectores dominantes, mientras se promueve, para el sector dominado, a algunas lenguas generales en perjuicio de la diversidad de las lenguas y variedades étnicas. La homogeneidad lingüística actual de las regiones del Perú donde se habla chínchay sureño, es fruto del régimen colonial. Mannheim advierte que hasta hoy se puede percibir en cada acto lingüístico de la vida diaria de los quechua hablantes la permanencia de una situación de hegemonía y jerarquía lingüística. Esta crea una significativa separación en dos esferas idiomáticas de la experiencia del campesino. Vive enfrentando dos órdenes político económicos: el suyo, basado en la reciprocidad (Mannheim muestra de paso como esta noción estructura parte del léxico e incluso de la morfo logía quechuas) y el nacional peruano. Para quie-
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nes viven esencialmente dentro del primero, es decir dentro de una "ecología social del lenguaje" fundamentalmente idéntica a la prehispánica, la variación lingüística dentro del espacio quechua hablante meridional pasa desapercibida o es asignada a diferencias locales y la hipercorrección no es factor de cambio fonológico, constatación particularmente importante a nivel teórico. En estas comunidades el impacto del castellano sobre el quechua permanece débil. Para los bilingües urbanos, al contrario, la diferencia lingüística es emblema de la posición social y tratan de amoldar su fonología y el orden de los constituyentes de la frase sobre el modelo castellano.
La segunda parte del libro está dedicada al cambio lingüístico desde un punto de vista interno. El capítulo 5 comprende una reconstrucción del sistema fonológico del "sureño común", ancestro directo del ayacuchano y cuzqueño modernos. El siguiente viene a ser una introducción al estudio crítico de las fuentes lingüísticas coloniales . Es a nuestro entender el menos necesario y denso d.el libro . Mannheim plantea primero que la problemática filológica quechua descansa alternativamente en "exuberancias" y "deficiencias" fonológicas en la interpretación que criollos y españoles hicieron de la lengua al escribirla. Presenta luego trece textos para los cuales señala algunos de los problema5 que deberán tratarse para utilizar estas fuentes como testimonios de un estado de lengua. Dichos problemas son abordados más detenidamente en otros capítulos .
El séptimo capítulo es un balance de lo que conocemos sobre las sibilantes del sureño del siglo XVI, y algunos factores que condicionaron su evolución.
Junto con el noveno y el décimo, el octavo capítulo es el que presenta las evidencias empíricas de mayor interés para el lingüista interesado en investigar el tema del cambio fonológico . Mannheim muestra que la adquisición por el dialecto cuzqueño de las series de oclusivas laringalizadas características del aru se explica en última instancia por el panorama socio lingüístico descrito en el capítulo 2. El "contacto estable" favorece con relativa rapidez las convergencias fonológicas y sintácticas así como los préstamos masivos de formas individuales. Y en efecto existen ev idencias de que, en una primera etapa de su contac to con el aymara en tierras cuzqueñas, el quechua asimiló un buen caudal de lexemas de esta lengua dotados de una oclusiva laringal izada. Mannheim observa que la distribuci ón no fortuita de las aspiraciones y glotalizaciones en el léxico actual
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del cuzqueño permite inferir que éstas se expandieron por el léxico heredado esencialmente mediante dos procesos no excluyentes: la onomatopeya y la influencia lexical por asociación. Para demostrarlo hace primero un balance de lo que sabemos de los diversos grados y diversas maneras en que las formas fonológicas pueden ser motivadas. A continuación proporciona abundantes ejemplos de lexemas en los cuales la aspiración refleja de manera onomatopéyica una expulsión de aire en lo designado y la glotalización la agudeza y la violencia. Con la "influencia por asociación" no se establece una analogía directa entre el son ido y el significado sino que se favorece la semejanza fónica entre dos palabras afines para los hablantes, sea por algún parecido semántico, sea por asociación frecuente en el discurso. Las evidencias, muy convincentes, proporcionadas por el autor están luego comparadas en sus alcances teóricos con las de otras investigaciones sobre el cambio fonológico en general y sobre el papel de la "influencia lexical por asociación" en particular. El capítulo siguiente hace la historia del debilitamiento de las consonantes sílabo finales . El último analiza las condiciones morfosintácticas de este cambio. La progresión dentro de la palabra del mencionado debilitamiento siguió su estructura interna, de derecha a izquierda: empezó en los enclíticos, se propagó luego a los sufijos derivacionales e infleccionales para alcanzar finalmente la raíz.
Por su riqueza, el libro de Bruce Mannheim quedará como referencia, no sólo entre los lingüistas dedicados a los idiomas andinos sino entre los lingüistas en general y todos los estudiosos de las sociedades prehispánicas ycolonialesdel Perú.
Las páginas introductorias, en parte dedicadas a trazar un perfil socio cultural de los hablantes, nos inspiran algunas reflexiones personales. Mannheim presenta a los quechua hablantes actuales del sur del Perú "como partes de una nación nacida en la subyugación al imperio español y a las repúblicas andinas modernas" (p. l ). En efecto, la homogeneización lingüística impuesta por el régimen colonial a las poblaciones andinas hubiera generado una "nación quechua consciente de sí misma" (p. 28). Nuestra experiencia nos permite dudar de que los individuos aludidos se reconozcan en estas palabras, cuando en la región cuzqueña, más todavía que en cualquier otra parte, buscan al contrario deshacerse de una indianidad que los inferioriza y marginaliza. El marco socio lingüístico planteado en la introducción ganaría sin duda mucho en considerar más deteni-
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<lamente la etnicidad como algo que constantemente se vuelve a negociar y definir entre los actores de una sociedad. Contrariamente a una idea asumida hoy por la mayoría de los intelectuales del Perú y Bolivia, no creernos que en este momento exista ninguna "nación" en la sierra de estos países. Ahora, no es imposible que a mediano plazo, la prédica indianista de individuos no campesinos logre crear tal "conciencia" en amplios sectores de la población quechua hablante, por lo menos siempre y cuando las condiciones estén propicias para que éstos encuentren algún interés en ello. En todo caso, el papel de los lingüistas y científicos sociales en general en la sociedad debe ser crítico con respecto a las corrientes ideológicas dominantes, sin pretender por eso negar su legitimidad a las distintas representaciones que de su identidad puedan elegir los sectores populares en un momento u otro de la histona.
C.I.
RAPPAPORT, Joanne. The Politicsof Memory: Native Historical lnterpretation in the Colombian Andes. Cambridge University Press, Cambridge, 1990, 223 pp.
Este trabajo constituye un aporte significativo al estudio de la historia intelectual de los pueblos indígenas. Examina la conciencia histórica del pueblo páez durante tres siglos (desde el siglo XVIII hasta el siglo XX). Los sesenta mil páez viven en la Cordillera Central del valle del Cauca (Colombia). Rappaport analiza la interpretación histórica que han hecho los intelectuales páez en el contexto de la historia de las relaciones entre los páez y la sociedad dominante.
Es necesario aclarar que éste no es un estudio ,post-modernista ni deconstructivista. De hecho, abre nuevas fronteras en la antropología histórica y la historia, presentando un estudio de la construcción de una visión de su pasado por parte de los propios intelectuales páez dentro del contexto de un análisis político de las relaciones del poder de Tierradentro . La autora compara las declaraciones hechas por los historiadores páez con la reconstrucción histórica que ella ha hecho del pasado de este pueblo. Dentro deestecontexto, analiza las tácticas políticas de los historiadores indígenas, las cuales revelan la manera en que realizaban su visión histórica en la práctica.
Profesora de etnología de la Universidad de Maryland, Baltimore County, Joanne Rappaport
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Reseñas
es una diestra investigadora de la etnografía y de la historia. Ha trabajado durante muchos años estudiando la vida política e intelectual de los pueblos indígenas del sur de Colombia y del norte de Ecuador. Este libro es primordialmente etnohistórico y toma como sus fuentes tres tipos principales de documentación: los títulos de los resguardos del siglo XVIII, los tratados publicados y las historias orales de personajes sobresalientes de los siglos XIX y XX.
El libro se divide en tres partes. La primera está dedicada al estudio de la creación de una ideología del cacique en la época colonial. La base de su enfoque es el famoso caso del cacique don Juan Tama de V itoncó y sus esfuerws para convertirse en caudillo durante la transición de la época colonial a la republicana. Aquí, su estudio se apoya en el tratado político En defensa de mi raza, escrito en los años 30 por el líder indigenista Manuel Quintín Lame, y publicado en 1971 por el Comité de Defensa del Indio. Un estudio de las interpretaciones históricas contemporáneas forma la tercera parte, con un énfasis especial en los trabajos de Julio Niquinás, discípulo de Lame y político de gran influencia.
Este estudio es único entre las investigaciones etnohistóricas porque demuestra y analiza claramente los eslabones de la cadena que ha transmi tido una visión histórica de una generación de historiadores a otra. Rappaportevita aquellas trampas de la antropología histórica criticadas por Nicolas Thomas (1991 )(*). Ella analiza el desarrollo cronológico de la creación de la conciencia histórica de un pueblo, sin convertirlo en una tipología evolucionaría ahistórica. De hecho, su capítulo introductorio ofrece una excelente exposición teórica de las cuestiones más importantes para la definición de una conciencia histórica no occidental. La autora explora la división conceptual entre la historia y la leyenda.
Su argumento principal es que la historia es una expresión del poder en el presente y no representa una reflexión objetiva del pasado. La memoria histórica se ubica en el presente y en el futuro y no en el pasado. La historia confiere el poder en el presente manteniéndolo, o se convierte en un vehículo que posibilita el cambio.
Más específicamente, Rappaport establece que el carácter del Estado determina el nivel de la conciencia histórica del pueblo páez. Con el aumento del poder del Estado, era necesario que el pueblo páez formulara una visión histórica más universal. Concluye la autora que este proceso no ocurrió en todas las comunidades indígenas, sino
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solamente en aquellos pueblos que vieron la necesidad de formar una organización política más comprensiva para poder confrontar al Estado, sea éste un Estado precolombino, colonial español o una de las actuales naciones latinoamericanas.
Por consiguiente, Rappaport evita la tipología que contrapone el mito a la historia para así examinar la manera en que unas modalidades culturales específicas para la interpretación de la historia se expresen en términos de la interacción política entre dos culturas: la indígena, y la nacio nal .
J.S.
(*) Out of Time. Cambridge University Prcss, Cambridge.
RODRIGUEZ OSTRIA, Gustavo y SOLARES SERRANO, Humberto . Sociedad oligárquica, chicha y cultura popular. Editorial Serrano, Cochabamba 1990.
El interesante libro de Gustavo Rodríguez y Humberto Solares analiza la importancia de la chicha en la cultura y economía cochabambinas a fines del siglo XIX y principios del siglo XX . El principal argumento del libro es que el dinámico mercado de la chicha creció en esta región durante el período estudiado, sustentó la economía regional en época de crisis y fue el baluarte de los procesos de modernización en la ciudad de Cochabamba. Los autores enfatizan la aparente contradicción de que, a través de las patentes y de los impuestos municipales, la chicha, símbolo de la cultura popular, produjera una subvención que facilitaría la urbanización y el desarrollo de obras públicas en la ciudad de Cochabamba. Analizando en detalle dichos documentos municipales, Rodríguez y Solares describen el precario balance entre el aprovechamiento de la "economía de la chicha" para subvencionar tales obras y los deseos de suprimir/esconder la chicha para construir una sociedad "moderna".
El libro representa una importante contribución no solamente a la historia cochabambina, sino también a los debates sobre el regionalismo y a la casi inexplorada historia de la cultura de la~ elites bolivianas. En el primer capítulo, los autores revisan los trabajos más importantes sobre el des arrollo socioeconómico de esta excepcional región que se distingue de las demás regiones bolivianas por la consolidación de una economía parcelaria/campesina a fines del siglo XIX, el
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notable debi litamiento de los latifundistas y un largo y profundo proceso de mes tizaje. Los autores sostienen, además, que el sector de campesi nos independientes fue el baluarte de una economía regional de la chicha aunque, desde luego, algunos hacendados también participaron en ella y sus representantes políticos la defendieron.
Uno de los objetivos principales del libro es explicar los efectos culturales de estas peculiaridades sociocconómicas cochabambinas . Las detalladas y vívidas descripciones de la política y prác tica de la chicha que se presentan evocan, por ejemplo, una compleja imagen de la cul tura de las elites cochabambinas. Algun as veces son portadoras de una nueva cultura "moderna" y europea siendo protagonistas de campañas contra la chicha, en otras participan de la cultura popular. Para entender es ta aparente contradicción, Rodríguez y Solares proporcionan tres posibles explicaciones.
La primera se basa en la lógica económica: los au tores sost ienen que el apoyo a la chicha por parte de las elites cochabambinas (en contraste con la mayor consistencia de los paceños quienes la rechazaban totalm ente) se debe, en parte, a la dependencia de las elites cochabambinas del mercado de la chicha después de la Guerra del Pacífico cuando, como se sabe, se abrió las puertas a importaciones chilena~ y argentinas que debilitaron el mercado tri guero cochabambino. La región, sin embargo, no decayó por completo ya que se expand ió el mercado maicero cuyo derivado más importante era la chicha, producto destinado principalmente al mercado regional. Influidas por ideologías modemizantes, las el ites cochabambinas "escondieron" la chicha en las áreas periféricas de la ciudad, lejos de sus casas y mundos privados. No obstante, defendieron sus cualidades saludables en el Senado y aprovecharon su prod ucción como fuente de impuestos municipales.
En segundo lugar, los autores ven la sobrev ivencia de la chicha dentro de la ciudad de Cochabamba en términos del regionalismo, síntoma de las peculi aridades culturales de los valles. En este contex to, el proceso de expansión y contracción de la chicha en el área urbana es representativo del peculiar patrón cochabambino de urbanización, donde los límites entre el campo y la ciudad, lo étnico y lo moderno, son fluidos y a veces indefi nidos. Es posible, sin embargo, que por centrarse únicamente en la chicha como símbolo popular/ étnico, los autores hayan dejado de lado otros súnbolos que quizás se des tacaban más en otras
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regiones menos ligadas a la economía de la chicha. En este sentido, cabe mencionar el reciente libro de Rossana Barragán, Espacio urbano y dinámica étnica en el cual la autora muestra cómo la urbanización paceña, área con fuerte presencia de las comunidades indígenas y no tan mestiza como la cochabambina., tampoco presentó una rígida división entre lo urbano y lo rural, lo étnico y lo moderno. ¿Podría ser, entonces, que las cualidades que Rodríguez y Solares identifican con una región tuvieran , además, aspectos nacionales?
Por último, los autores ven la imposibilidad de suprimir la chicha como efecto de la lucha de clases, del triunfo de las clases populares y de la cultura popular sobre los esfuerzos oligárquicos por suprimirla. Refiriéndose al análisis de Bakhtin sobre el carnaval , los autores ven a la chichería y a las ferias en términos de un "mundo al revés" donde todos son iguales, donde la autoridad y las jerarquías del mundo real no tienen vigencia.
Los autores ofrecen interesantes discusiones de las formas en que las chicheras resistieron medidas tendientes a suprimir la chicha a través de las campañas de salud pública a fines del siglo XIX y, a la vez, de los discursos políticos que las elites cochabambinas plantearon en favor de la chicha a pesar de estas campañas sanitarias . Pero, lamentablemente, no se citan las fuentes en que se ba5an las descripciones de las prácticas culturales de es tas elites. La falta de acceso a fuentes primarias parece haber impedido un mayor tratamiento del mundo interior de las chicherías y las relaciones concretas entre grupos étnicos, clases y sexos. En efecto, si las elites modernizantes trataban de suprimir la chicha, cabría preguntarse, ¿hasta qué punto quedarían las chicherías fuera de las relaciones de poder y serían espacios populares o de refugio? ¿No puede haberse dado, en cambio, una "politización" de las chicherías?
El argumento explícito del libro es que los dueños del mundo igualitario de las chicherías, las clases populares, resistieron las tendencias del proceso liberal de suprimirlas. Pero, el sugerente análisis contiene además otro punto de vista: quizá en el mismo proceso de formación del estado liberal, que trajo consigo esfuerzos de suprimir la chicha en ciertas esferas (y a la vez, una nueva industria., la cervecería), se produjo una nueva índole o idea de chichería, vestida de igualdad. Parece que con el liberalismo aumentó no simplemente la cantidad de chicha producida, sino, también, la importancia de la chicha como súnbolo en la identidad de las clases dominantes y de la nación.
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Reseñas
Este libro apunta nuevos rumbos y preguntas, enriqueciendo nuestro entendimiento de la formación de espacios culturales durante una época de profundos cambios sociales y mostrando cómo fueron disputados estos espacios. Documenta, además, cómo, en el lento proceso de formación del estado boliviano, los símbolos y las prácticas étnicas/populares no fueron eliminados, sino que se convirtieron en sustancia de nuevas identidades regionales y nacionales.
L.G.
V arios Autores.Por una Bolivia diferente. Aportes para un proyecto histórico popular. Cuadernos de investigación 34. Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA). La Paz, 1991. 268 pp., mapas, cuadros.
Luego de un período de gestación de tres años, iniciado en 1988, el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado de Bolivia, CIPCA, ha reunido en este volumen sus experiencias y debates sobre la problemática del campesinado y del desarrollo en Bolivia.
Se indica con claridad al inicio del texto que la propuesta no está completamente desarrollada, constituyendo aportes para que maduren con el debate.
Llega en momento oportuno al Perú, puesto que nos aprestamos a revisar la constitución vigente, y los temas tratados en este libro se refieren a problemas y asuntos que deberemos discutir en breve plazo.
El Ji bro contiene una propuesta general para el desarrollo de Bolivia, esto es, objetivos de largo y mediano plazo. estrategias y criterios para orientar la acción, en los tres campos siguientes: el de Estado y Sociedad, el de Economía y Campesinado y el del Política Cultural.
Estos capítulos de propuesta constituyen la primera parte del libro, la que abarca la quinta parte del volumen. En una segunda parte, titulada "Aclaraciones y Debate", se presentan notas que amplían Jo tratado y las opiniones de una treintena de personalidades bolivianas, tanto simpatéticas como abiertamente '-Títicas. Por último, en seis anexos se presentan materiales de base sobre los siguientes temas: nación y clase, mecanismos de representación en el nuevo Estado, territorios y delimitación administrativa del país, territorios indígenas, conceptos fundamentales a ser tratados en la futura legislación y, un comentario global al documento por una personalidad boliviana.
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Como comentario global, decimos, enfáticamente, que es un libro que vale la pena leer. Ha sido escrito con pasión y Juego de una extensa reflexión. A pesar de compartir los objetivos generales, este comentarista tiene más puntos de discrepancia que de coincidencia en el tratamiento detallado de los temas; aunque quizá sea por esta razón que nos parece tan interesante.
En la primera parte, en el capítulo sobre Estado y Sociedad, llama la atención la definición del objetivo de la sociedad como democrática y socialista. En estos tiempos , una opción de esta naturaleza. con todo lo que tradicionalmente implica, como un régimen planificado, requiere de un a sólida argumentación que no encontramos en el texto.
Destaca asimismo en este primer capítulo la interesante introducción de Nación Subestatal y el explícito reconocimiento de las repercusiones internacionales de la propuesta de Estado plurinacional . Ambos asuntos se hallan interrelacionados . La utilización de esta nueva categoría se realiza.justamente, para haceroperativa la idea de Estado plurinacional.
En este nuevo Estado se podría ser miembro, con los mismos derechos y obligaciones, a la vez de la nación boliv iana y de la quechua. aymara, chiriguana, etc .. Asimismo, la nación aymara, por ejemplo , ha estado asentada, desde siempre, en un territorio ahora dividido entre Bolivia y el Perú. Esta situación, al igual que otras simi lares con otras naciones, plan tea interesantes problemas internacionales, que aunque se tratan só lo sucintamente, se dicen con claridad y lucidez. Nos parece absolutamente necesario continuar explorando estos problemas.
En el segundo capítulo de la primera parte, Economía y Campesinado, se trata solamente de la producción agropecuaria. Esta nos parece una de las limitaciones más grandes del libro. No es posible hablar de desarrollo sin hablar ele industria. Más aún, no es posible hablar ele agricultura sin referir este asunto al contexto global ele la economía y a la industria. Los problemas de la producción agropecuaria , y sus soluciones , no se encuentran conten idos dentro de sí misma ni dentro de lo rural. Se necesita una visión de conjunto .
Dentro del can1po agropecuario, el elemento principal es la "seguridad alimentaria", asociado a una preocupación por la importación de alimentos . Así pues, el tratamiento de este campo nos parece insuficiente. Con esta entrada al tema no se toman en cuenta una gran cantid ad de problemas. En especial, el ele la productividad y el del uso de
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los recursos naturales. Destaca sí, aunque no nos convence, un tratamiento relativamente extenso de la planificación. Por último, el tema de la coca merece un apartado especial en el libro, el cual nos parece adecuado por su realismo y visión de futuro .
El tercer capítulo de la propuesta, denominada Política Cultural, nos parece el más sólido, aunque visto en con junto, opinamos que otorga excesiva importancia a lo étnico y geográfico en detrimento de lo ideológico. Como lo muestra la historia actual, los vínculos basados en la política y la religión pueden ser tan fuertes como los de la sangre y la tierra.
Por último, queremos señalar un tema que creemos fundamental y debe tratarse con claridad: el del conocimiento, es to es, la ciencia y la tecnología y su relación con la sociedad y el desarrollo. Luego de ser insinuado en la primera parte, no recibe la consideración que merece. Así por ejemplo, en la tercera parte, en las nueve páginas dedicadas al tema de la educación sólo es mencionado tangencialmente, señalándose que entre los valores a difundirse con el sistema educativo está el de "sentido crítico y científico".
Para entusiasmar a los posibles futuros lectores, sólo diremos que las otras partes del libro son igualmente densas y tan interesantes como la primera, de lo cual esperamos haber dado una muestra con estas notas.
R.T.
WIGHTMAN, Ann M. lndigenous Migration and Social Change. The Forasteros of Cuzco, 1570-1720. Dulce University Press, Durham, 1990, 315 pp.
El proceso de migración interna y el surgimiento de un alto porcentaje de indios forasteros en Cuzco de 1520 a 1720 es el tema estudiado por Ann Wightrnan. En este sentido, los forasteros son la causa y la consecuencia de un cambio histórico en los Andes y la autora analiza el rol activo de ese sector en la transformación de la sociedad indígena bajo el colonialismo hispano.
En la primera parte del trabajo, la autora describe el proceso del establecimiento y posterior fracaso de las reducciones toledanas. Estas sólo contenían inicialmente a indios originarios y yanaconas, mas no incorporaron otros grupos emergentes como los forasteros, quienes técnicamente eran individuos que vivían fuera de las
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reducciones y estaban exceptuados del servicio de la mita, pero eran aún miembros de su comunidad de origen. En la práctica, los forasteros y sus descendientes entablaron diversas relaciones con las comunidades indígenas establecidas y asumieron una gran variedad de identidades sociales.
Además de la conflictiva definición del estatus indígena relacionado a un variado rol de obligaciones y tributos, la confusión legislativa y el entrampamiento burocrático contribuyeron también al fracaso de las reducciones. Sin contar con la más común y efectiva manera de defraudar a la Real Hacienda y la mita de minas, al identificar indios tributarios como yanaconas de españoles.
El intento más serio de ordenar esta confusión la realizó el Duque de la Pal ata ( 1681-1689), quien propuso la identificación de los indios por la residencia y no por la comunidad de origen. Así, tanto originarios como forasteros debían asumir el tributo y la demanda de la mita en forma semejante. Su sucesor, virrey Conde de la Moncloa, no continuó la labor.
A pesar de este y otros intentos, los criterios para la definición y diferenciación oficial de la sociedad indígena, giraban en tomo a la comunidad ancestral. Mas, esta dicotomía originarioforastero en la práctica no llegó a prosperar, pues una sostenida migración incrementó el tamaño del sector forastero. Y su incorporación en las comunidades establecidas produjo nuevas y extralegales formas de identificación social.
La rigidez de la estructura toledana y la incesante movilidad indígena se resolvió a inicios del siglo XVII] por una crisis demográfica sin precedentes (1720), que obligó a una modificación en los padrones, al uniformizar al originario con el forastero con tierras. De ahí en adelante, el acceso a recursos económicos determinó la identidad legal y obligaciones del indio.
En la segunda parte del trabajo, la autora discute los motivos de la migración indígena y realiza una nueva aproximación demográfica a la población forastera del Cuzco. Para Wightman, las causas principales fueron la evasión del pago del tributo y la mita. En el siglo XVIII, aparece un sector de forasteros sin tierras, es decir, indígenas migran tes que no pudieron acceder a tierras y que fueron la base del posterior colonato en las haciendas.
El impacto demográfico es más notorio en el campo. Así, en las ciudades el porcentaje de forasteros fue el 27.6% y en el campo el 95%. La ubicación estuvo relacionada con aquellos lugares en donde los pobladores originarios habían decre-
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Reseñas
cido o en sitios vinculados a circuitos mercantiles. Enelsiguientecapítulo, Wightmanexaminael
impacto de la migración indígena en la estructura y parentesco de la comunidad en la zona rural. Y menciona que además de la migración, la presencia de yanaconas y mitmaq jugó un rol importante en el debilitamiento de los Jaros de parentesco comunales, desarrollándose nuevas formas de membrecía y relaciones sociales. En este sentido, observa un cambio en el ayllu andino . De ser un grupo de parentesco con un ancestro común, se convierte a inicios del siglo XVIII en una villa con tierras comunales. Para Wightman, este es el principal e inicial paso en la progresión de una sociedad de castas a una sociedad de clases .
En la siguiente parle, Wightman analiza la importancia de la población migranle en la urbe cuzqueña, luego de ofrecemos una página innecesaria acerca de sus impresiones turísticas sobre la ciudad. Establece que los forasteros se concentraron básicamente en los sectores transporte(48.8%) y servicios (30.9% ). Señala además que dentro de estas categorías, los contratantes desarrollaron lazos ocupacionales que fueron reemplazando a los familiares y comunales. Además, en la ciudad la identificación por ayllus fue lentamente sucedida por la emergencia de gremios urbanos, la creación de lazos ocupacionales y el énfasis creciente en la familia nuclear. Para la autora, este cambio de lealtades y afiliaciones de un grupo de parentesco hacia un sector ocupacional, es otra importante fuerza que explica el progresivo cambio de una sociedad de castas a otra de clases.
En el capítulo siguiente, discute las formas en que la migración indígena urbana y rural alteró las relaciones de producción tradicionales y coloniales. Así, cuando los migrantes dejaron sus ayllus, perdieron el acceso a tierras y los beneficios del trabajo comunal. En este sentido, la necesidad más inmediata fue el dinero, pues estaban ligados a cuotas por concepto de tributo, además de satisfacer necesidades básicas. A ello se añade la progresiva y creciente venta de tierras comunales que impulsó más aún la migración.
Finalmente, la fuerta asalariada urbana y rural representó un quiebre de las relaciones laborales
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precoloniales y contribuyó a la alienación del traba jo de la tierra.
Un aspecto resaltante del trabajo de Wightman es la rigurosidad de sus estadísticas -influencia de TePaske-, pues revisó protocolos notariales para registrar los contratos laborales, el origen de los indios y la naturaleza de los fiadores . Procesó también el Censo de 1890 del obispado del Cuzco y revisó los registros parroquiales de Yucay para reconstruir los patrones de parentesco.
En lo que respecta a los datos sobre población y migración, el análisis del sector forastero y sus vinculaciones con la urbe y el campo, terminan siendo deformados por la visión simplista de la autora . Es decir, el afán de explicar y reducir los cambios ocurridos en dos siglos como el paso de una sociedad de castas a una de clases, creemos que es un aspecto que oscurece el estudio, ya que cada cambio registrado en la organización del ayllu es para la autora un paso más en la confirmación de su hipótesis .
Defecto común en el análisis de algunos historiadores, es querer comprobar teorías preconcebi das. Y no darse cuenta que los resultados de sus investigaciones apuntan en otra dirección.
Otro punto que nos parece discutible se refiere al uso de categorías. Es decir, las fuentes nos ofrecen categorías fiscales que generalmente poco tienen que ver con la realidad. En este sentido, nos hubiera gustado que la autora utilizara otro tipo de fuentes para tener una aproximación más fidedigna a las categorías étnicas.
Por último, nos llama la atención la ausencia en la bibliografía de algunos trabajos importantes. Por ejemplo, cuando se refiere a las rebeliones sureñas del siglo XVIII, omite mencionar el estudio de Scarlett O'Phelan mientras sí cumple con citar otros trabajos aparecidos posteriormente.
En conclusión, el trabajo de Wightman es definitivamente importante, pues pone de relieve los cambios en la organización comunal indígena ocurridos por las migraciones en el Cuzco. Empero, el uso de sus categorías analíticas nos parece discutible.
B.B.M.
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