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· '\ UNIVERSIDAD DE MEXICO, Arte etrusco. Quimera de Arezzo: Bronce. tura radical con los ideales clasi- cistas y helenizantes. La batalla de Maratón (490 a .. d.].e.) , uno de los momentos cruciales de la historia universal, significa políticamente la libera- ción de Grecia y la derrota de Persia, máxima potencia de aque- lla época. Artísticamente signi- fica Maratón que la Hélade, la Hélade de Pericles que por enton- ces vive su gran hora, pueda em- pezar a desarrollar un arte' pro- pio, arte griego, europeo y dia- metralmente opuesto al espíritu artístico de Oriente. El arte asiático es arte religio- so. Expresió!?- de aquella nostalgia metafísica que dió lugar a los grandes sistemas religiosos. Para ese mundo no cuentan mucho los asutos del poder, de la propiedad, de la repartición de los bienes, sino únicamente la cuestión fun- damental: e! sentido del ser. Ante la caducidad de todo lo terrenal, e! hombre se refugia, como después del pecado origi- nal, en lo supraterreno, lo me- tafísico, lo eterno. La salvación del alma llega a ser gran tarea, más importante que la existencia terrenal. Este clima espiritual hace surgir a Moisés y Confu- cio, a Buda, Zaratustra y ma; a Jesucristo. De este clima espiritual brota el arte de los pueblos asiáticos, su voluntad artística, su expresión creadora. La Hélade arcaica todavía ba- sa su actitud ante el Universo en el mito homérico. En épocas posteriores esta fe se debilita, se vuelve insubstancial. Lo que muchos grandes espíritus han admirado en el helenismo, entre ellos Nietzsche y Heine, es su EUROPEA D U AL·I S MO AI,te céltico-lIó/'dieo. Talla en madera. EL E.N LA CREACION ARTISTrCA Por Paul WESTHEIM S I para analizar e! arte eu- ropeo partimos de sus in- tenciones creativas, si- tuándonos en un plano superior al de la sucesión de los estilos temporales y nacionales. topamos no con la concepción de! mundo unitaria que había- mos esperado encontrar, sino con un marcado dualismo. Dos ten- dencias opuestas e incompati- bles alternan, se desarrollan una al lado de la otra, se enfrentan' una con la otra. Un antagonis- mo trágico, que se opone una y otra vez a un sosegado fluír de la evolución, a un orgánico despliegue de las fuerzas. Por un lado tenemos e! he!e- nismo, al cual se recurre y. se vue!ve a recurrir en repetidos renacimientos - recordemos có- mo los más importantes de ellos e! Renacimiento italiano, que se inicia a mediados del siglo XIV y abarca aproximadamente dos centurias, y e! neoclasicismo de! siglo XIX. A esta tendencia he!e- nizante se opone el a(.te visiona- rio -y expresivo de origen orien- tal, que penetra en Europa en dos grandes corrientes: en el ex- tremo noroeste, el enigmático arte de los celtas, una de las tri- bus que, según se supone, emi- graron de! Asia en tiempos re- motos, pasaron por Rusia y Es- candinavia y vinieron a parar en Irlanda; y, desde Constantino- pla, el arte bizantino, se tendió por Rusia y se mtroduJo en Italia por la puerta .de Ra- vena, capital de! Imperio de Oc- cidente tiempo de Honorio. Ya ochocientos años antes de nuestra era había penetrado en Italia, en lo que hoyes la Tos- cana, e! arte etrusco, arte de ex- traordinaria fuerza expresiva. Afirma Herodoto que la cuna de los etruscOS fué Lidia, país situado en e! Asia Menor, de donde trajeron su propia religión y su propia actitud. artística. Otra oleada de! espíritu artístico de Oriente se infilttó en Espa- ña a raíz de la conquista árabe; la arquitectura de Granada, Sevilla, Córdoba. En e! siglo VIII monjes irlandeses cristianizaron e! norte de Fran- cia y Alemania. De este encuen· tro de! elemento celta con fac- tores autóctonos nacería más tarde e! arte románico y el tico. Dice Spengler que e! Renaci- miento es la rebelión del espíritu mediterráneo contra e! gótico, de la mesura grecorromana contra la fáustica inquietud Y exalta- ción de! norte. El barroco, in- quieto, exaltado y expres!vo aun en los casos en que no tiene ca- rácter marcadamente religioso, r.s a su vez una rebelión contra la armonía renacentista. y el expre- sionismo alemán del siglo XX viene a ser, una vez más, la rup-

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Page 1: Por Paul WESTHEIM EL D U AL·I SMO SAfirma Herodoto que la cuna de los etruscOS fué Lidia, país situado en e! Asia Menor, de donde trajeron su propia religión y su propia actitud

· '\UNIVERSIDAD DE MEXICO,

Arte etrusco. Quimera de Arezzo: Bronce.

tura radical con los ideales clasi­cistas y helenizantes.

La batalla de Maratón (490 a..d.].e.) , uno de los momentoscruciales de la historia universal,significa políticamente la libera­ción de Grecia y la derrota dePersia, máxima potencia de aque­lla época. Artísticamente signi­fica Maratón que la Hélade, laHélade de Pericles que por enton­ces vive su gran hora, pueda em­pezar a desarrollar un arte' pro­pio, arte griego, europeo y dia­metralmente opuesto al espírituartístico de Oriente.

El arte asiático es arte religio­so. Expresió!?- de aquella nostalgiametafísica que dió lugar a losgrandes sistemas religiosos. Paraese mundo no cuentan mucho losasutos del poder, de la propiedad,de la repartición de los bienes,sino únicamente la cuestión fun­damental: e! sentido del ser.Ante la caducidad de todo loterrenal, e! hombre se refugia,como después del pecado origi­nal, en lo supraterreno, lo me­tafísico, lo eterno. La salvacióndel alma llega a ser gran tarea,más importante que la existenciaterrenal. Este clima espiritualhace surgir a Moisés y Confu­cio, a Buda, Zaratustra y Maho~

ma; a Jesucristo. De este climaespiritual brota el arte de lospueblos asiáticos, su voluntadartística, su expresión creadora.

La Hélade arcaica todavía ba­sa su actitud ante el Universoen el mito homérico. En épocasposteriores esta fe se debilita, sevuelve insubstancial. Lo quemuchos grandes espíritus hanadmirado en el helenismo, entreellos Nietzsche y Heine, es su

EUROPEA

D U AL·I S MO

AI,te céltico-lIó/'dieo. Talla en madera.

EL

E.N LA CREACIONARTISTrCA

Por Paul WESTHEIM

SI para analizar e! arte eu­

ropeo partimos de sus in­tenciones creativas, si­tuándonos en un plano

superior al de la sucesión de losestilos temporales y nacionales.topamos no con la concepciónde! mundo unitaria que había­mos esperado encontrar, sino conun marcado dualismo. Dos ten­dencias opuestas e incompati­bles alternan, se desarrollan unaal lado de la otra, se enfrentan'una con la otra. Un antagonis­mo trágico, que se opone una yotra vez a un sosegado fluírde la evolución, a un orgánicodespliegue de las fuerzas.

Por un lado tenemos e! he!e­nismo, al cual se recurre y. sevue!ve a recurrir en repetidosrenacimientos - recordemos có­mo los más importantes de ellose! Renacimiento italiano, que seinicia a mediados del siglo XIV

y abarca aproximadamente doscenturias, y e! neoclasicismo de!siglo XIX. A esta tendencia he!e­nizante se opone el a(.te visiona­rio -y expresivo de origen orien­tal, que penetra en Europa endos grandes corrientes: en el ex­tremo noroeste, el enigmáticoarte de los celtas, una de las tri­bus que, según se supone, emi­graron de! Asia en tiempos re­motos, pasaron por Rusia y Es­candinavia y vinieron a parar enIrlanda; y, desde Constantino­pla, el arte bizantino, ~ue se e~­

tendió por Rusia y se mtroduJoen Italia por la puerta .de Ra­vena, capital de! Imperio de Oc­cidente ~n tiempo de Honorio.Ya ochocientos años antes denuestra era había penetrado enItalia, en lo que hoyes la Tos­cana, e! arte etrusco, arte de ex­traordinaria fuerza expresiva.Afirma Herodoto que la cunade los etruscOS fué Lidia, paíssituado en e! Asia Menor, dedonde trajeron su propia religióny su propia actitud. artística.Otra oleada de! espíritu artísticode Oriente se infilttó en Espa­ña a raíz de la conquista árabe;at~stígualo la arquitectura deGranada, Sevilla, Córdoba. Ene! siglo VIII monjes irlandesescristianizaron e! norte de Fran­cia y Alemania. De este encuen·tro de! elemento celta con fac­tores autóctonos nacería mástarde e! arte románico y el gó~

tico.Dice Spengler que e! Renaci­

miento es la rebelión del espíritumediterráneo contra e! gótico, dela mesura grecorromana contrala fáustica inquietud Y exalta­ción de! norte. El barroco, in­quieto, exaltado y expres!vo aunen los casos en que no tiene ca­rácter marcadamente religioso, r.sa su vez una rebelión contra laarmonía renacentista. y el expre­sionismo alemán del siglo XXviene a ser, una vez más, la rup-

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6 UNIVERSIDAD DE MEXICO

Ravcl'la. S. Vitale, 1nOSGlCO del ábside.

Arte griego m"cateo. Estela de un atleta.

punto en que ~l infinito coinCí­de con e! cero. Identidad de mo­vimiento y quietud. Imagen al',.tística del cielo _estrellado; . consus miradas de puntitos x:e!ucien­tes, .orden cósmico que para elhombre puede ser vivencia, peroen el cual. no le es dado pene­trar..

Colmo y apogeo de! realis~o

griego es el célebre Discóbolo deMirón, de la época de Pericles,objeto de 'desmesurada admira­ción.. Es basta~te significativóque esta· obra principal del he­lenismo clásico ya no sea repre­sentación de una divinidad sinode un atleta. Los dioses olímpi­cos, de todos -modos no muchomás que - una decoración de lavida,' se hallan relegados al se­gundo plano; el primero lo -ocu­pan - los héroes del deporte: elatleta y la amazona. Chenneydice que el atleta· eril divino, "ladeidad atleta". -Lo que unía en~

tre sí a las ciudades griegas eramenos la religión que e! deporte.La Olimpiada emocionaba .lbsánimos más que una fiesta reli­giosa.

Los romanos' destruyeron elreino de los etruscos, pero apre­ciaban en mucho su arte; los pri-

meros pasos hacia un grado su­perior de civilización y de cultu­ra artística, los dieron los vence_dores guiados por los vencidos.Los etruscos siguieron siendo susmaestros y educadores hasta queRoma descubrió la Hél:ide. Elretratismo de los romanos, obje­tivo y realista, que les servíapara la representación de sushéroes guerreros, tiene su origenen las creaciones que adornabanlos sarcófagos etruscos: 'Per~ losromanos, y con ellós todo elmundo europeo, deben a estepueblo algo verdaderamente re-

cuyo proposIto, fin y sentidono es sino su propia dinámica.Frente a la mesura, la raciona­lísima proporción de la palmitagriega, un fáustico desasosiego;dentro de los límites de la su­perficie finita, el ritmo del inti­nito. Un soplo de algo inmate­rial introducido en la materia.

Los ornamentos preferidos delAsia so~ la rosetá y la estrellaque emite sus rayos uniforme­mente desde su centro hacia to­dos los lados. La roseta es la for­ma sin principio ni fin. En ellase alcanza -valga la frase- el

lidad sí la hay, pero tambiénmesura. Una monumentalidadhumana, que eleva al hombre envez de aplastarlo. La arquitec­tura es, en el terreno del arte,la más grandiosa realización delos griegos; en la arquitectura,que es forma abstracta, su lógicay su intelectualismo pudierondesplegarse con máxima pureza.

La forma ornamental carac­terística de los celtas es la do­ble espiral. Ornamento que sedispara, que gira, se retuerce yenrosca y vuelve a dispararse enun movimiento sin descanso,

alegre y mundana humanidad,gracias a la cual, según ellos,Europa pudo salvarse del misti­cismo antivital de las religionesasiáticas. El griego de la era clá­sica -considera- al hombre la me­dida de todas las cosas: la -peorde las blasfemias para una men­talidad religiosa, para la cual lamedida de todo es Dios. El Olim­po brindaba al hombre un es­pectáculo brillante, como lobrindaría, muchos siglos má~

tarde, digamos la corte de Ver­salles; de sus habitantes, no to­

dos ellos libres' de frivolidad, nisiquiera .se podría decir que eransuperhombres: eran seres huma­niJs, muy humanos en sus moda­les; sus pasiones y aventurillas.Ya lo reconoce Luciano en sus"Diálogos de los dioses", en quecalifica a Zeus de "parlanchín,charlatán y burlador de muje­res". El griego desciende de laesfera de lo religioso' a la mun­dana. Es el hombre de la "ratio".Uno de los mayores logros delhelenismo, quizá el más grandede todos, es su filosofía. Anaxá­goras dice: "todas las cosas esta­ban en el caos, hasta que surgióel espíritu y las puso en orden".Es mérito de esta filosofía quelos hombres empezaran a meditarsobre las cosas y los fenómenosy a buscar la causa de todo ser.la figura representativa de la an­tigüedad griega es el filósofo, lade Oriente el profeta, el vidente,el visionario.

Este racionalismo, orientadoexclusivamente hacia lo cognos­cible, negativo ante las fuerzasde la imaginación, determina lacreación y el pensamiento artís­ticos de los griegos. Sócrates de­clara: "El artista debe reprodu­cir lo que ve". Longinus, en elsiglo tercero a.d.].e. dice: "Elarte es perfecto cuando pareceser naturaleza". Para Aristótelesel arte es esencialmente una co­pia o "un perfeccionamiento dela naturaleza". En todo esto seanuncia aquel realismo idealiza­do que se admira como el másgrande valor del helenismo. ElApolo de Tenea, obra maestrade los tiempos arcaicos y el Apo­lo de Belvedere son dos etapascaracterísticas en el camino deevolución que recorrió el artegriego.

El arte griego crea la palmitay la emplea como coronación desus estelas. ¿Qué es la palmita?Una forma natural, la palmatran.sformada genialmente enforma de adorno arquitectónico,con una sutil sensibilidad parala estructura de la superficie."La naturaleza -como diceMorley- depurada de su naturalarbitrariedad y reducida a untipo". NO'hay en este ornamentonada de vago o misterioso. Así,ni vaga ni- misteriosa es 'tampocola estru~'yura del templo griego.Todo' en" él es racional, lógico,inteligible). armlJnio~p, d.e la másperfecta armonía en el conjuntoy en los detalles. Monumenta-

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UNIVERSIDAD DE M,EXICO

mo integraL Un día el almavuelve a reclamar sus derechos.Vuelve a surgir la inquietud me­tafísica, vuelve a brotar la fe.Nace el cristianismo.

Ya hablé de Ravena, por don-.de penetra en Italia una corrien­te artística bizantina. Bizancio,el Imperio de Oriente, mirabahacia el Asia. Su arte era un artealejado de la naturaleza; arteexpresivo, de visión mística. Unarte que arrebataba a los sentidosmediante símbolos metafísicos,sl1prarreales.

En su obra sobre la "Ilustra­ción de libros en la Alemaniaantigua", \'(forringer ha hechover que en el norte de Europaeste expresionismo bizantino de­termina la dicción de los mura­les y las miniaturas. De la fu­sión de la corriente bizant;n:lcon elementos celtas nace, en und~venir lento, const:lnte y orgá­

.mco, un arte nuevo que no esde ningún modo clásico o hele­nizante: el arte cristiano romá­nico y el arte cristiano del gó­tico: el mágico milagro de lacatedral.

La catedral gótica es la dra­matización del espacio. El espa~

cio, lo fijamente limitado, lo fi­ja:llente establecido, adquieremovilidad, se yergue hacia arri­ba, desde lo finito hacia el in­finito. El desasosiego del hom­b:'2 nórdico encuentra ahí sumeta: Dios. Junto con los pila­res el alma se eleva hacia El.Con razón se ha dicho que lacatedral es la encarnación de laescolástica, de la "Suma 'Teoló­gica" de Santo Tomás de Aqui­no, que abarca en la fe todo 3a­b~r, todo pensar, todo hacer. Lacatedral gótica es construcc:ónmatemático-técnica, no menosrac:onal que el templo griego,pero más grandiosa, más intré­pida. Audacia de la especulaciónespiritual, que con singular dia­léctica recurre a la gravedad pa­ra superarla en seguida. Mate­mática hecha piedra. Materiades:nateriaEzada.

Las figuras en los porches delas ca tedrales -2n Moissac, enVézelay- no son realistas, susproporciones no son naturales.Son figuras descomunales y has­ta un poco monstruosas si me­dimos con la vara clasicista. ¿Esel estilo? ¿Es la voluntad artís­tica? Es el estilo, es la voluntadde arte que reflejan la pasiónmística del hombre, su éxtasis':"e1igicso, cuyo ímpetu arrastraa los cuerpos pétreos hacia loscielos. Línea que jubila en elhosanna como una fuga de Bach.Es forma significativa; formaque significa devoción, anhelode lo sagrado, nostalgia de Dios.

También hay un realismogótico: Las representaciones deanimales y plantas del góticotardío; el paisaje sutilmente eje­cutado que Jan Van Eyck pintacomo fondo en el retrato del

(Pasa a la pág. 25)

Arte rOlllántico francés.

volt¡cionario, de la mayór tra~­cendencia: el arco de mediopunto, ese arco que hizo posiblesu arquitectura funcional: susacueductos y .termas, el Coliseoy los arcos de triunfo, sus puen­tes y tea tros. El arco de mediopunto es un invento del Asia.Grecia no lo conocía ni Egipto.Los asirios lo emplearon con fre­cuencia y, dadas las relacionesentre el arte asi"tico y el de losetruscos, es natural que éstos lohayan conocido igualmente. l.outilizaron en sus construccionesfunerales, los llamados "sepul­cros de cúpula".

Cuando después del derrum­be del mundo griego los romanosse hicieron cargo de la herenciaespiritual, 'eran un pueblo deguerreros e ingenieros, para quie­nes la religión fué, en el mejorde los casos, una institución delEstado que no se tomaba muyen serio. Adriano, en el siglo 11de nuestra era, pudo atreversea proclamar Dios a su amigo, elbello joven Antínoo. Y cuandomurió Adriano, y según la cos­tumbre a él le tocaba el turnode ser proclamado Dios, entonces-escribe Gregorovius- el Se­nado hizo uso de su derecho de

someter a crí tica las acciones delEmperador y acordó que Adria­no no era digno de honores di­vinos. Hay que imaginarse esto:un parlamento de poli ticos quedecide por el voto si alguien hade ser venerado, o no, comoDios. Casi no es posible llevarmás adelante la blasfemia. Estepueblo, plantado con ambos piesen la tierra, desa:Tolló un arteracionalista de auténtica gran­deza. Pero a la larga el mundono soporta vivir l1n'l vida uti­litaria, encaminada exclusiva­mente hacia lo práctico y lo ma­terial, no soporta un racionalis-Portal de la iglesia de Urnaes.

V ézelay. T;,'1nPdnum. Alrededor de 1130.

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Arte romántico. Resurrección de Cristo. Puerta de bronce de la catedralde Hiedisheim.

UNIVERSIDAD DE ME:)(ICO'

mada al fenómeno astronómico quees el paso del planeta Venus ante'Cl disco solar. No eclipse de la luz:apenas una manchita pasajera enel foco radiante.

Conviene añadir aún otra refe­rencia. En los' ya citados Fragmen­tos, el cuarto, sobre el Valor delocura, comienza: "Todo lo enten­día: estaba loco. La serpi'ente lehabía silbado trés vt'ceS en la boca,y ya ,comprendía el lenguaje de losanimales, las plantas y las piedras.Dotado así de elementos super­abundantes, llegaba a conclusionesde! todo inútiles'para los que vivenen una zona más limitada de lanaturaleza. A fin de que lo dtjaranen paz, hacía figura de humorista.Sus profecías, sus atisbos y suges­tiones trascendentales pasaban porchistes de buena ley.", Esas líneasexplican ciertas modalidades de laobra de A. R., y quien se engolfeen ella con el aventurado propósitode analizarla, ha de tenerlas pre­sentes. Por' supuesto, se aplican aese Arbol de pólvora, donde parecehaber, humorismo; aunque en rea­lidad hay alegría - conceptos, aveces, antagónicos.

Hablar de locura a propósito deArbol de pólvora es, digamos, unaamplificación que hace ver con ma­yor nitidez el contenido. Propia­mente, hay ligeras 'distorsiones enla manera de expresar pensamien­tos nacidos en aquellos instantesen que la mente se echa a volar sindarse .cuenta, como si ese aleja­miento de lo concreto fuese su ob­jeto natural: "Presencia: los sue­ños sólo". Hay otras páginas enque asoma la fantasmagoría onírica:

EL DUALISMO(Viene de la pág. 7)

canciller Rollin. Pero este rea-,lismo no es el helénico, es ra­dicalmente distinto. También élse deriva de la filosofía de San­to Tomás. "Creo para conocer"dice, en el siglo XI, San Anselmode Laon. No existe el conflictoentre espíritu y naturaleza, entreidea y realidad. El paisaje de VanEyck es intuición del Creadoral través de la naturaleza, ala­banza del Creador al través de lacreación. Es, para usar un tér­mino de arte moderno, realismomágico.

Indudablemente el Renaci­miento es la rebelión del hombremediterráneo contra el ensimis­mamiento del hombre nórdico.Pero sólo en la idea se trata deun resurgimiento del helenismo.Un verdadero renacimiento dela antigüedad clásica no hubierasido posible, si no por otras ra­zones por la diferente actitudde la época ante la naturaleza.A la naturaleza concebida comoencarnación qe la idea, el Re­nacimiento opone una concep­ción de la naturaleza basada enel conocimiento de los fenóme­nos y hechos, en la experienciay en el experimento. No le inte­resa la idea de la naturaleza sinolas fuerzas muy concretas, queactúan en ella. Así pone los ci­mientos de las modernas cien­cias naturales; así crea los su­puestos de toda una serie de in­yentlOs 'técnicos. Esta actlitud

Hay también algunas' salpimentadasocurrencias. Hay tres o cuatro re­cuerdos de infancia en los que elensueño deja caer una gota deirrealidad, mejor dicho: de realida.dlevemente deformada. Hay una mI­tología personal, ciertos atisbos del'misterio, de todo aquello mal cono­cido, al borde de la conciencia, quese exterioriza y configura en la'concepción mental de entelequias yduendes: "La realidad en siesta --osea como se la ve con los ojos en­trecerrados, cuando el vino del sue­ño y el agua de la vigilia se mez­clan- da siempre mitos". Ahí, lafantasía agrupa a mister Pittiflauts,a la Retro, al Holandés de las Bo­tas, y, más cerca de la humildehumanidad, a Obrigadiña, a Tijeri­na. En fin, hay El canto del Hali­but -véase esta palabra en cual­quier diccionario inglés-español-,poema burlesco analizado con mé­todo crítico, ni más ni menos quesi fuese un texto arcaico. Aquí yallá los poemitas de "agilidades in­geniosas" irrumpen en medio de laprosa, y ésta, a menudo; se tornaalígera.

Mucho más accesibles para "ellector en la calle" son las Memoriasde cocina y bodega. Pasma que lamisma pluma que escribió el por­tentoso Deslinde haya trazado esosamenos comentarios acerca de labuena' mesa; pero bastará recor­darle, a quien pusiere reparos, lafábula de Fedro (m, 13) en la queEsopo, al ateniense que de él sereía al verle jugar a las nueces conmuchachos -ludentem nucibus inturba puerorum-, púsole por ejem­plo e! arco: si está siempre tenso,

rige también la creación artís­tica. No sólo se trata del "des­cubrimiento de la naturaleza",como dice Burckhardt. Lo esen­'cial es algo distinto: se cientifi­ciza el arte, a la visión y la ima-

acaba por perder la elasticidad yaun por quebrarse. Hay que disten­der el arco. Hay que juguetear aveces. Juego son esas NIenlOrias enque el escritor ilustre, docto en lasmás variadas disciplinas, reseñ:lcuanto sabe del buen beber y delmejor yantar. ¿A qué lector, si nofuere dispéptico, puede sOl1'lrle ex­traña la loa de! arte coquinario?El ojo requiere educaci6n paraapreciar las artes plásticas, y, paragustar de la buena música, el oído;mas no hay ser humano que desdela infancia no esté capacitado parasaborear los manjares.

Muchos meridianos cruzG A. R.en largos viajes; bajo paralelosmuy distantes ha vivido, y, curiosocomo Terencio de cuanto a nues­tros semejantes concierne, ha lleva­do su curiosidad hasta la bodega yla cocina, y ha apreciado vituallasy bebidas como buen catador, ex-,perta en discernir matices de con­dimento y finuras de aroma. ¿Gula?No: deseo de saber por experienciapropia y, como suele decirs~, "queno le cuenten a uno". No es e! libro,por supuesto, un tratado de gastro­no'mía aunque a la postre resultaque nada apetitoso queda en olvido.Menos aun es un recetario. Sonesas páginas lo que el título pro­mete: impresiones -"la cocina, di­ce el autor en La casa del grillo,es arte impresionista"- de gastro­nomía en México y en varios paí­ses de Europa y de nuestro hemis­ferio, disertaciones en tono anima­do y cordial sobre aquellas inocen­tes voluptuosidades. Hay páginassobre el reverendo soconusco y e!

ginaclOn la sustituye el conocI­miento científico.

Para aumentar la naturalidadla perspectiva lineal (Masaccio),aún profundizada por Leonardomediante el descubrimiento de

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estimulante café. Las hay sobre latriste alimentación a base de píldo­ras y comprimidos. Hácese el es­crutinio de la literatura culinaria.La erudición trae a cuento gustosascitas de autores del Siglo de Oro.En fin, la Historia ayuda a reivin­dicar para los legítimos inventoresla prioridad en la elaboración deciertos manjares; así la salsa ma­honesa, mal llamada "mayonesa",el hojaldre, el consumado o "con­sommé", que son de invención his­pánica, aunque por franceses pa­saban.

Huelga añadir que no hay vulgarsensualidad, en e! tomito: con pala­bras de! autor en su brillante en­sayo sobre Mallarmé, puede decirseque esos Descansos, como denomi­na a los capítulos, son "victoria dela frente sobre la entraña".

Lo mexicano satura las páginasde esos cuatro libros, aun cuandoel tema de algunas parezca aleja­do de lo nuestro. Y es que en laobra de A. R. e! sentimiento de louniversal se alía siempre a la pre­sencia de México, sea que cosas,mexicanás le sirvan de término decomparación, sea que algún porme­nor le avive el recuerdo de ellas.Más aún: estamos por decir quelo mexicano es en su vasta y va­riadísima producción la fuerza mo­triz. Ha de tenerse presente quelo que da carácter a una obra dearte, lo que la sitúa en la culturade un país, no es tanto el tema queel 'autor elige y desarrolla, cuantola sensibilidad que externa al ha­cerlo. Y mexicana, mexicanísimaes la sensibilidad de don AlfonsoReyes.

la perspectiva aérea. De Polla­juelo cuentan los escritores con­temporáneos en son de elogio quefué el primero en practicar laautopsia de cadáveres humanospara fines artísticos. La anato­mía se convierte en base y fun­damento cada vez más indispen­sable del estudio del arte. Esteespíritu profano y científico seapodera también del arte reli­gioso. Los cuadros de temas pia­dosos no son sino fiestas -fies­tas altamente terrenales- paralos ojos. Savonarola se dirige ensus prédicas contra esta corrientede mundaneidad y, muyespecial­mente, contra Fra Filippo Lippi,autor de una "Coronación dela Virgen" en que ésta aparecerodeada de un grupo de damitasvestidas a la moda del día. DiceSavonarola: "Vosotros los artis­tas cometéis un pecado horriblepintando a ésta y aquélla en losmuros de la iglesia, de suerteque en la calle se puede decir:ésta es Santa Magdalena y ésees San Juan y ésa, la SantísimaVirgen. .. Vestís y adornáis aNuestra Señora como a vuestrascortesanas y le dais los rasgos devuestra amante ...". Uno de losque escuchan a Savonarola esMiguel Angel.

El dualismo en la creaciónartística europea no ha desapa­recido. Lo que cambia son losnombres: barroco contra Rena­cimiento, romanticismo contraneoclasicismo, expresionismo con­tra impresionismo ...

(Traducción de Mariana Frenk)