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CIESPAL Seminario “Periodismo, ética y democracia” Quito, 20 a 22 de octubre de 2009 La observación mediática como insumo para políticas de comunicación intercultural —La experiencia de Observatorios en Red, la Red Latinoamericana de Observatorios de Medios— Por Erick R. Torrico Villanueva 1 Resumen Desde hace más de una década se vienen desarrollando diversas experiencias de observación mediática en la multicultural América Latina. En general, ellas nacen de la preocupación que tienen tanto la academia como la sociedad y el personal de los propios medios masivos respecto a la pérdida de legitimidad y a la caída de la calidad del trabajo periodístico. Sus esfuerzos tienen el propósito de mejorar el desempeño de los medios en beneficio de la ciudadanía y la democracia. Hace casi dos años, con el fin de coordinar tareas de alcance regional y buscar una mejor incidencia, nueve países del área se han reunido en la Red Latinoamericana de Observatorios de Medios y ya han llevado a cabo un importante monitoreo crítico de la presencia de los temas del desarrollo en la prensa. Sus resultados, que en varios casos fueron complementados con consultas a sectores representativos de la población, ofrecen importantes pautas para la formulación de políticas de comunicación asentadas en la interculturalidad. La reiterada y convergente preocupación de organizaciones representativas de la ciudadanía, la academia, la política y el propio campo periodístico en torno a que los medios de información masiva no sólo se han apartado de las funciones sociales que les estaban asignadas sino que, al mismo tiempo, afrontan una compleja desprofesionalización es un tema que se ha hecho evidente y cotidiano en la escena pública de América Latina en los últimos años. En ese sentido, los cuestionamientos surgidos al papel del periodismo y sus operadores se han venido sucediendo casi sistemáticamente. Así, por ejemplo, en agosto de 2004, más de 70 periodistas de toda Latinoamérica reunidos en México por la Fundación Nuevo Periodismo 1 Coordinador nacional de la Iniciativa de Comunicación de la Fundación Unir Bolivia y fundador del Observatorio Nacional de Medios, en Bolivia. Correo electrónico: [email protected] 1

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Seminario “Periodismo, ética y democracia”Quito, 20 a 22 de octubre de 2009CIESPALLa observación mediática como insumo para políticas de comunicación intercultural—La experiencia de Observatorios en Red, la Red Latinoamericana de Observatorios de Medios—Por Erick R. Torrico Villanueva1 Resumen Desde hace más de una década se vienen desarrollando diversas experiencias de observación mediática en la multicultural América Latina. En general, ellas nacen de la preocupación que tienen tanto l

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CIESPALSeminario “Periodismo, ética y democracia”

Quito, 20 a 22 de octubre de 2009

La observación mediática como insumo para políticas de comunicación intercultural

—La experiencia de Observatorios en Red, la Red Latinoamericana de Observatorios de Medios—

Por Erick R. Torrico Villanueva1

ResumenDesde hace más de una década se vienen desarrollando diversas experiencias de observación mediática en la multicultural América Latina. En general, ellas nacen de la preocupación que

tienen tanto la academia como la sociedad y el personal de los propios medios masivos respecto a la pérdida de legitimidad y a la caída de la calidad del trabajo periodístico. Sus esfuerzos tienen el propósito de mejorar el desempeño de los medios en beneficio de la ciudadanía y la democracia. Hace casi dos años, con el fin de coordinar tareas de alcance regional y buscar una mejor incidencia, nueve países del área se han reunido en la Red Latinoamericana de Observatorios de Medios y ya han llevado a cabo un importante

monitoreo crítico de la presencia de los temas del desarrollo en la prensa. Sus resultados, que en varios casos fueron complementados con consultas a sectores representativos de la

población, ofrecen importantes pautas para la formulación de políticas de comunicación asentadas en la interculturalidad.

La reiterada y convergente preocupación de organizaciones representativas de la

ciudadanía, la academia, la política y el propio campo periodístico en torno a que los medios de

información masiva no sólo se han apartado de las funciones sociales que les estaban asignadas

sino que, al mismo tiempo, afrontan una compleja desprofesionalización es un tema que se ha

hecho evidente y cotidiano en la escena pública de América Latina en los últimos años.

En ese sentido, los cuestionamientos surgidos al papel del periodismo y sus operadores

se han venido sucediendo casi sistemáticamente. Así, por ejemplo, en agosto de 2004, más de

70 periodistas de toda Latinoamérica reunidos en México por la Fundación Nuevo Periodismo

1 Coordinador nacional de la Iniciativa de Comunicación de la Fundación Unir Bolivia y fundador del Observatorio Nacional de Medios, en Bolivia. Correo electrónico: [email protected]

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Iberoamericano expresaron su desazón por la creciente desvinculación entre periodismo y

sociedad que hace que aquél trabaje en función de intereses corporativos particulares y que ésta

busque nuevos modos de informarse. También cuestionaron el resquebrajamiento de las reglas

tradicionales del oficio y la consiguiente pérdida de calidad de los productos noticiosos2.

Ese mismo año (2004), el informe del Programa de las Naciones Unidas para el

Desarrollo acerca de la democracia latinoamericana hizo explícita la inquietud de los expertos

participantes en dicho documento respecto a la potencialidad de los medios masivos para

actuar como una amenaza contra el funcionamiento del orden democrático. “Los medios

tienen la capacidad de generar agenda, de predisponer a la opinión pública a favor o en contra

de diferentes iniciativas y de erosionar la imagen de figuras públicas mediante la manipulación

de denuncias” (PNUD, 2004:156), señaló ese informe al referirse a la capacidad mediática para

limitar la autonomía y el poder de las instituciones políticas.

En agosto de 2005, una nueva reunión de periodistas latinoamericanos propiciada por

la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano en México se ocupó de la calidad informativa

en los medios audiovisuales y, entre otros aspectos, manifestó que la agenda de tales medios se

ha distanciado de las demandas de los públicos, que “hoy la sociedad mira críticamente y

cuestiona la confiabilidad, autonomía e independencia de los periodistas” (Fundación Nuevo

Periodismo Iberoamericano, 2006:11) y que “la plutocracia es ley en la radio y en la televisión”

( :12).

Para el año 2005, igualmente, el reporte de evaluación de una década de las

percepciones ciudadanas en 18 países de América Latina presentado por la Corporación

Latinobarómetro mostró que la confianza colectiva en los medios informativos en la región se

caracterizó por una tendencia descendente desde 19953.

Otros dos estudios del año 2005 relativos a coberturas específicas de la prensa

latinoamericana, con base en pruebas empíricas, insistieron en el tono y la dirección de las

2 Cfr. Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (2005:11-39, especialmente).3 Cfr. Corporación Latinobarómetro (2005:54-55).

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críticas ya formuladas: uno de ellos, que trató el tema de la violencia en los medios, concluyó

que la mitad de las noticias presenta insuficiencias básicas que suponen “una falta de respeto al

derecho que tienen los lectores a recibir información propositiva y de calidad” (ANDI, 2006:6);

el otro, centrado en el enfoque de género y que no sólo comprendió a diarios y televisoras de

Latinoamérica sino de los cinco continentes, sostuvo que existe “un claro déficit democrático

en los medios de comunicación” porque marginan a las mujeres del protagonismo informativo

y “refuerzan los estereotipos de género” (GMMP, 2005:104).

Cabe sumar a ello los resultados de análisis efectuados por el especialista noruego Teun

van Dijk sobre la reproducción mediática del racismo en Argentina, Bolivia, Colombia, Cuba,

México, Perú y Venezuela. Dice él: “El discurso televisivo, las imágenes, las películas y las

telenovelas tienden, por lo general, a ignorar a los pueblos indígenas y a exhibir en forma

marginal su exotismo cuando son pacíficos, o a tildarlos de violentos cuando oponen

resistencia; los negros suelen ser del todo invisibles y, de representarlos, es siempre en papeles

negativos o subordinados, asociados a alguna problemática, a la pobreza y a la discriminación,

como si de fuerzas inevitables de la naturaleza se tratara” (Van Dijk, 2003:190).

En 2007, el Programa Medios de Comunicación y Democracia en Latinoamérica de la

Fundación Konrad Adenauer impulsó un ejercicio de observación mediática en Brasil,

Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, para evaluar la contribución de los medios al desarrollo

democrático en esos países. En sus conclusiones generales, entre otros aspectos, el informe

correspondiente destacó que “Los medios cabalgan sobre la coyuntura sin líneas estratégicas en

relación con los valores de la democracia, lo que deriva en un menú informativo circunstancial,

limitado y poco profundo” (Zukernik, 2008:130).

Finalmente, el denominado “giro a la izquierda”4 que se registra en varios países

latinoamericanos ha abierto, asimismo, un frente de cuestionamiento al desempeño de los

medios, esta vez por razones ante todo políticas, al punto de que los gobiernos de Argentina,

4 Este es, de todos modos, un apelativo discutible, pues algunos análisis consideran que los movimientos políticos que se vienen registrando en la región no corresponden exactamente a un modelo convencional de izquierda. En el caso boliviano, por ejemplo, se advierte la presencia de una combinación entre las nociones y aspiraciones revolucionarias de tinte marxista con otras más bien nacionalistas, además de que los protagonistas centrales no corresponden al proletariado sino a la población de origen indígena y tampoco tienen la dirección de una intelectualidad surgida de una organización partidaria.

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Bolivia, Ecuador y Venezuela mantienen una franca disputa con los medios privados que están

considerados por ellos como la nueva oposición política.

En general, entonces, América Latina presenta una atmósfera poco contemplativa con

el trabajo de los medios, que los pone en cuestión y se expresa tanto en importantes niveles de

descontento ciudadano como en el incremento de la autocrítica desde el periodismo en sí y las

universidades o en acciones discursivas y de hecho contra el mundo mediático provenientes de

los representantes del Estado o de sectores de la misma sociedad.

Información para la democracia

Teniendo en cuenta la significación de las instituciones informativas y de la labor

periodística para la vida en democracia, es comprensible que se haya fortalecido la convicción

sobre la necesidad de preservarlas a la vez que de cualificarlas en un marco de libertad de

pensamiento, expresión y prensa. De allí que la reflexión y el debate hayan conducido en la

región a la emergencia de una variedad de espacios de supervisión del desempeño mediático,

en particular en el campo noticioso, aunque sin que estén descuidados del todo los ámbitos del

entretenimiento y la publicidad.

Las primeras experiencias de ese tipo surgieron a principios de la década de 1990. Fue

en 1992 que nació en Brasil la Red ANDI para monitorear las noticias sobre niños,

adolescentes y jóvenes, y cuatro años después, en ese mismo país, el Observatório da

Imprensa. Casi inmediatamente, en 1997, fue establecida en Perú la Veeduría Ciudadana de la

Comunicación y en los años posteriores se desarrollaron más de veinte observatorios de

medios en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala,

Honduras, México, Paraguay, Uruguay y Venezuela. Además, el tema de la calidad periodística

dio lugar a líneas de investigación en la Universidad de Los Andes (Chile), en la Universidad de

La Sabana (Colombia) y en la Pontificia Universidad Católica de Chile, al igual que promovió la

constitución de la Red Periodismo de Calidad, respaldada por la Fundación Trust for the

Americas de la Organización de Estados Americanos.

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Como señala la experta peruana Rosa María Alfaro, las veedurías y observatorios están

renovando la crítica latinoamericana sobre los sistemas y procesos de comunicación e

información, pues a diferencia de lo que la distinguía en los decenios de 1970 y 1980, cuando

más bien denunciaba la concentración propietaria de los medios y la índole alienante de sus

contenidos, en la actualidad canaliza las demandas sociales de mayor profesionalismo y de

compromiso con los valores y los derechos democráticos que la gente plantea a la

comunicación masiva y al periodismo en particular5.

Otra especialista peruana, Susana Herrera, indica que los observatorios mediáticos

latinoamericanos tienen en común, entre otros aspectos, su reconocimiento de la importancia

de la comunicación y los medios para la democracia, su insatisfacción ante la actual situación

de esos medios, su reivindicación de otra forma de entender la práctica periodística y su

intencionalidad revisionista y reformista6. En cuanto a sus diferencias Herrera destaca la

diversidad de su naturaleza —los hay no gubernamentales, universitarios, periodísticos y

sindicales—, la multiplicidad de sus intereses temáticos, sus recursos metodológicos y sus

estructuras de funcionamiento, así como las formas que adoptan para relacionarse no sólo con

los medios y los periodistas sino también con sectores de los públicos.

Un buen resumen de las finalidades que guían la observación mediática en

Latinoamérica es el que ofrece el colombiano Germán Rey, por años defensor del lector del

diario “El Tiempo” de Bogotá, quien dice: “Todos estos observatorios están entendiendo que

la sociedad tiene mucho que decirle a los medios, pues ella es la primera influenciada por sus

aciertos o afectada por sus errores. Saben que la información es un lugar de aplicación de los

derechos civiles, que la democracia es imposible sin que sea un gobierno de opinión y que el

interés común y la controversia de los ciudadanos requieren de un periodismo de calidad”7.

Y es este concepto, periodismo de calidad, el que a su vez sintetiza el norte hacia el cual

se orienta el trabajo de los observadores, pudiéndose entender la calidad periodística como la

excelencia profesional en la obtención, procesamiento y comunicación de la información 5 Cfr. Alfaro (2005).6 Cfr. Herrera (2006).7 Fundación Nuevo Periodismo iberoamericano (2005:18).

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noticiosa y en la construcción de sus subproductos de opinión e interpretación. Esta noción

implica, por una parte, que el periodismo debe hacerse en sujeción a las reglas técnicas y éticas

de la profesión —que no se modifican aunque los soportes materiales o tecnológicos de los

contenidos sean distintos al clásico papel impreso— y, por otra, que en consecuencia la

honestidad y el rigor intelectuales siempre deben estar presentes al lado del sentido de servicio

de interés público que informa la profesión.

Las veedurías y observatorios de medios, por tanto, buscan contribuir a la superación

permanente de la calidad periodística para alimentar las competencias de una ciudadanía bien

informada que sea capaz de participar crítica, creativa y proactivamente en los procesos de la

democracia. Se tiene que agregar que este propósito genérico, relacionado con la idea de

“mayor información para la democracia”, no puede ser separado de dos condiciones que son

fundamentales: la democratización de la información y los medios y la vigencia constante de la

democracia para el ejercicio del periodismo.

A propósito de esto último, el Programa Internacional para el Desarrollo de la

Comunicación de la UNESCO propone como un indicador clave del desarrollo mediático la

presencia de organizaciones de la sociedad civil que hacen monitoreo regular “…del contenido

y la propiedad de los medios en aras de promover el pluralismo y la diversidad” (UNESCO,

2008:53).

Diversidad común, problemas compartidos

Más allá de los diferentes niveles de desarrollo económico que presentan los países de

América Latina y de las variaciones que es posible encontrar en su configuración geográfica y

en sus estructuras culturales, lo cierto es que dichas naciones comparten una historia semejante

y los problemas derivados de ella, como la falta de conocimiento y reconocimiento recíprocos

o el estado de exclusión social de importantes sectores de su población.

En el campo de la información noticiosa, en el contexto regional latinoamericano eso

se traduce en la pervivencia y reproducción de estereotipos y prejuicios sobre los vecinos o en

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su infravaloración o estigmatización noticiosas, en tanto que dentro de cada país se manifiesta

en similares prácticas de discriminación localizada y en violaciones a los derechos a la

información y la comunicación.

Indirectamente o no, los centros de observación mediática establecidos en

Latinoamérica someten a examen los comportamientos de los medios frente a tales

circunstancias, pues existen bastantes semejanzas en los preconceptos y tipos de dificultades

que identifican en sus monitoreos e investigaciones. No obstante, si aún tienen una debilidad,

la misma está dada por su insuficiente poder de influencia para promover los cambios

requeridos.

A propósito, en 2005 Rosa María Alfaro expresaba una especial preocupación por la

dispersión de la labor de dichos centros y afirmaba que “la presión articulada de observatorios

y veedurías latinoamericanos es más un deseo que una realidad”8. Quizá por eso, poco más

tarde, haya sido ella misma la propulsora de la “plataforma continental” que reclamaba en ese

momento y que comienza a dar sus primeros frutos.

Necesidad de convergencias

La propuesta de la conformación de una red de observación mediática fue hecha por

Alfaro en oportunidad de la creación del Observatorio Nacional de Medios de Bolivia

(ONADEM), en La Paz, en abril de 2006, y fue reafirmada en ocasión del Colóquio Latino-

Americano sobre Observação da Mídia que en septiembre de ese mismo año organizó el

Observatório da Imprensa, en São Paulo, Brasil.

Casi un año después, el 16 de julio de 2007, quedó conformada en Lima, Perú, la Red

Latinoamericana de Observatorios de Medios9 bajo los auspicios de la Veeduría Ciudadana de la

Comunicación, encomendándose su coordinación general a Rosa María Alfaro. La integraron

inicialmente la Veeduría (Perú), el ONADEM (Bolivia), el Observatório da Imprensa y la Red 8 Alfaro (2005:9).9 Su denominación actual es Observatorios en Red y se encuentra en proceso de legalización con sede en Lima.

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ANDI (Brasil), el Centro Civitas (Guatemala), el Instituto de Investigación de Medios

(Argentina), el Observatorio FUCATEL (Chile) y la Fundación Social de Medios (Ecuador).

Pasado un tiempo se incorporó el Centro de Investigación de la Comunicación de la

Universidad Católica Andrés Bello (Venezuela). En junio de este año se han integrado a la Red

el Observatorio de Medios de Comunicación de Nicaragua y el Observatorio Nacional de

Televisión de Colombia.

A pesar de tratarse de instituciones de naturaleza diversa, cada componente de la Red

comparte el objetivo mayor de propiciar cambios positivos en el desempeño de los medios de

cada país para beneficio de la democracia y el desarrollo, al igual que el interés de potenciar su

propia capacidad de incidencia y de coordinar la ejecución de acciones. Para hacer realidad sus

intenciones, con apoyo de la cooperación española, representantes de los observatorios de la

Red han efectuado reuniones de planificación y evaluación en cinco ocasiones: en 2006 en

Lima (Perú), en 2007 en Bogotá (Colombia), en 2008 en Santiago (Chile) y en 2009 en Santa

Cruz (Bolivia) y en Lima (Perú), pero además llevaron a cabo un monitoreo regional de prensa

entre 2007 y 2008 en relación a la presencia de los temas del desarrollo en los diarios de ocho

países de la región y actualmente ejecutan una investigación regional sobre las imágenes que la

prensa latinoamericana construye de aquellas naciones en que ocurren procesos electorales

nacionales (Ecuador, Bolivia y Chile).

La Red Latinoamericana de Observatorios de Medios está demostrando que la

convergencia de esfuerzos es posible y que se puede avanzar en el conocimiento y la

colaboración recíprocos, en el aprendizaje metodológico, en el intercambio de mecanismos de

divulgación y uso de resultados y en el potenciamiento de la presencia, la posición y la

influencia de cada uno de sus miembros en sus correspondientes naciones.

El desarrollo según la prensa

El primer producto de esa tarea concertada, como ya se indicó, fue el monitoreo de

7.955 noticias relacionadas con la temática del desarrollo y que fueron publicadas por 41

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diarios de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Guatemala, Perú y Venezuela entre el 9 de

noviembre de 2007 y el 8 de agosto de 200810.

En términos generales se halló que la dedicación periodística a las cuestiones del

desarrollo no supera el 13,7% de los espacios informativos, que la prensa concibe al desarrollo

predominantemente como crecimiento económico y de infraestructuras a la vez que lo

considera una responsabilidad gubernamental casi en exclusiva. Asimismo, los materiales

analizados evidenciaron que la información pura y simple —la noticia— es la que prevalece

frente a textos de mayor complejidad como las entrevistas, análisis, opiniones editoriales y

reportajes, más bien notoriamente ausentes. Además, el monitoreo confirmó otros aspectos

antes conocidos: las noticias son fundamentalmente citadinas, visibilizan sobre todo a actores

de las élites política o económica y tienden a fundarse en las versiones proporcionadas por

fuentes masculinas.

Otros dos elementos igualmente relevantes que se desprenden de los resultados

alcanzados fueron, primero, que los medios periodísticos latinoamericanos no parecen estar

interesados en construir una cultura política ciudadana y, segundo, que no acuden a una visión

regional cuando abordan temas en los cuales la información y la opinión tanto como la

situación de los países vecinos podrían ser enriquecedoras. Los medios, así, dan la impresión

de pensar al público apenas como consumidor pasivo, a la par que de tener una mirada de

corto alcance, confinada en las fronteras de su propio lugar de residencia.

La interculturalidad que falta

El diagnóstico aportado por el ya comentado monitoreo de la Red Latinoamericana

remite a la urgencia de volver a la discusión y a la lucha respecto a las políticas

10 El texto completo del informe respectivo puede hallarse en los links correspondientes de www.calandria.org.pe o www.unirbolivia.org

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comunicacionales, con el aditamento de una característica que hoy les debe ser indispensable:

la interculturalidad.

Fue en 1974 que el comunicólogo boliviano Luis Ramiro Beltrán Salmón introdujo el

concepto de “políticas nacionales de comunicación”11 en el marco general del debate mundial

en pro de un Nuevo Orden Informativo Internacional que cuestionaba las estructuras

transnacionales de control de los flujos, los procesos, las tecnologías y los contenidos de la

comunicación y demandaba su democratización. Tras la aprobación del informe de la

Comisión MacBride por la asamblea general de la UNESCO en 1980, y luego de la retirada de

Estados Unidos y Gran Bretaña de ese organismo multilateral, el tema fue desestimado así

como fue abandonada la consigna tercermundista del “libre y equilibrado flujo de

información” que en ese momento pretendía reemplazar al principio de “libre flujo” inscrito

en la Carta de fundación de la UNESCO. Con ello, por supuesto, desapareció también de la

agenda internacional la cuestión de las políticas de comunicación o, cuando más, fue

recuperada por algunos modelos de la comunicación corporativa.

Ahora, sin embargo, frente a las múltiples circunstancias de déficit que registran las

democracias —compendiadas en el “desmantelamiento de lo público” de que habla Jesús

Martín-Barbero12— y ante la desconexión de los medios respecto a la realidad social plural,

América Latina requiere restituir la vigencia de la noción de políticas públicas de comunicación para

la diversidad13, pues es de diversidad que está hecha la región y ella sólo puede proyectarse y

constituirse en la interacción comunicacional.

Es por eso que los trabajos de observación de medios y de sus consiguientes contornos

de operación, como los que lleva adelante la Red Latinoamericana, devienen insumos útiles

para la formulación y puesta en vigor de ese tipo de políticas que defiendan y promuevan la

11 En su versión original este concepto consideraba “…una política nacional de comunicación como un conjunto integrado, explícito y duradero de políticas parciales, organizadas en un conjunto coherente de principios de actuación y normas aplicables a los procesos o actividades de comunicación de un país” (Beltrán, 1974:4) a fin de “…poder acelerar el desarrollo” (ídem).12 Cfr. Martín-Barbero (2008).13 Son pertinentes a este fin los principios que señala el Informe de la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo de la UNESCO cuando se refiere al nuevo mundo “más mediático”. Cfr. UNESCO (1996:25-27).

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diversidad y la diferencia y que lleguen a propiciar campos de interlocución dialógica dentro de

los sistemas de alteridad que se conforman a escala regional, nacional o local.

La reflexión propositiva acerca de estos asuntos está comenzando ahora en

Latinoamérica en la línea político-cultural de pensar desde la esperanza (Martín-Barbero, 2008) y

para emancipar las presencias de pueblos y culturas que intereses excluyentes no sólo habían

declarado ausentes (De Souza Santos, 2008) sino que también, como sostiene el pensamiento

decolonial, fueron clasificados hasta ahora como premodernos y, por tanto, predestinados a la

subordinación “naturalizada”14.

Fuentes consultadas

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- ALFARO, Rosa María (2005): “Observatorios de medios: avances, limitaciones y retos. ¿Una nueva conciencia crítica o una ruta de cambio?”. Veeduría Ciudadana de la Comunicación. Lima. 17 pp.

- ALFARO, Rosa María (2008): “Nuevos compromisos de la Prensa con el Desarrollo. Monitoreo Latinoamericano”. Red Latinoamericana de Observatorios de Medios. A.S.C. Calandria. Lima.

- ANDI (2006): “La cobertura de la violencia contra niños, niñas y adolescentes en los medios de comunicación latinoamericanos”. Red ANDI. Brasilia.

- BELTRÁN, Luis Ramiro (1974): “Reunión de Expertos sobre la Planificación y las Políticas de la Comunicación en América Latina, que ha de celebrarse en Bogotá (Colombia) en 1974”. Documento de trabajo. UNESCO. París, 21 de enero.

- CASTRO-GÓMEZ, Santiago y GROSFOGUEL, Ramón (2007): El giro decolonial. Reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global. Siglo del Hombre Edit. Bogotá.

- CORPORACIÓN LATINOBARÓMETRO (2005): “Informe Latinobarómetro 1995-2005: Diez años de opinión pública”. Latinobarómetro. Santiago de Chile.

- DE SOUSA SANTOS, Boaventura (2008): Conocer desde el Sur. Para una cultura política emancipatoria. Edit. Plural. La Paz.

- ERAZO, Viviana (2006): Panorama de la observación crítica de los medios de comunicación en América Latina. Visión global y local – Perspectiva de género – Participación ciudadana. FUCATEL. Santiago de Chile.

- FUNDACIÓN NUEVO PERIODISMO IBEROAMERICANO (2005): La búsqueda de la calidad periodística y la transformación del periodismo profesional. Gráficas Lauki, Caracas.

14 Véase a este respecto los trabajos de Walter Mignolo, Santiago Castro-Gómez, Ramón Grosfoguel o Aníbal Quijano en Castro-Gómez y Grosfoguel (2007).

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- FUNDACIÓN NUEVO PERIODISMO IBEROAMERICANO (2006): La búsqueda de la calidad periodística en los medios audiovisuales y las demandas sociales en América Latina. Gráficas Lauki. Caracas.

- FUNDACIÓN UNIR BOLIVIA (2009): Medios a la vista. Informe sobre el periodismo en Bolivia 2005-2008. ONADEM. La Paz.

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etv/2009

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